Monografias.com > Política
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

De la "histeria" del desempleo a la "histéresis" del fin del trabajo




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9

Monografía destacada

  1. Introducción (los nuevos luditas 4.0 versus los tecno-optimistas)
  2. Una "trampa" muy peligrosa (aparte de ofrecernos unos trabajos de mierda, lo peor puede ser que la mierda no alcance para todos)
  3. ¿Ignorancia perezosa, miopía temporal o ceguera voluntaria?
  4. ¿Nos quitarán los robots todos los trabajos?
  5. La opinión de los "catedráticos" (Nobeles, grandes bonetes, y algunos "noveleros")
  6. ¿Qué hacer con el 50% de los trabajadores, que perderán sus empleos por la robotización? (la "botica" de los "business angels" y los "agregadores" de talento)
  7. "Koyaanisqatsi": el fin de toda razón (¿habrá llegado el momento de retrasar el reloj tecnológico?)

Introducción (los nuevos luditas 4.0 versus los tecno-optimistas)

Año 2050.  Tic tac, tic tac, … 

Monografias.com

Un hotel atendido por robots. El hotel Henn-na, en Nagasaki (Japón), cuenta con diez robots humanoides capaces de saludar a los huéspedes, transportar el equipaje, limpiar las habitaciones y atender la recepción. Creados por la Universidad de Osaka y fabricados por Kokoro, hablan japonés, chino, coreano e inglés.

Reconocidos científicos advierten sobre los peligros de la inteligencia artificial

El término inteligencia artificial se utiliza mucho en estos tiempos, máquinas que gracias a las nuevas tecnologías son capaces de hacer muchas cosas mejor que un humano, cumpliendo labores que antes solo la mente de una persona podía hacer. Computadoras que piensan por nosotros y nos ahorran trabajo. Suena bien, pero para un grupo de científicos es también un peligro al que debemos estar muy atentos y, nos lo hicieron saber a través de una declaración conjunta.

¿Por qué es peligrosa la inteligencia artificial?

La diferencia entre la inteligencia y las capacidades de robots y computadoras con respecto a la mente humana es cada vez menor, incluso llegando a superarnos en algunos aspectos, lo que puede resultar preocupante. Las máquinas y sistemas de inteligencia artificial carecen de dos cosas muy importantes: sentimientos y ética, por lo que no son capaces discernir correctamente entre el bien y el mal, ya que su comportamiento depende de programación y no de la racionalidad, por lo que, en caso de cualquier fallo, podrían dañar al resto.

En el fin de semana del 10 de enero de 2015, más de 700 científicos de todo el mundo (entre los que destacan Stephen Hawking y Elon Musk) publicaron un manifiesto en el que abordan los riesgos y virtudes de la inteligencia artificial (IA). El documento fue publicado en la página del Future of Life Institute y en éste mencionan que la inteligencia artificial tiene el potencial de hacer la vida de los seres humanos más fácil, pero si no es controlada, la tecnología podría suponer una grave amenaza para la sociedad.

"Debido al gran potencial de la inteligencia artificial, es importante investigar cómo aprovechar sus beneficios y evitar sus peligros potenciales (…) Debemos conseguir que nuestros sistemas de IA deban hacer lo que queremos que hagan", se puede leer en el texto.

En la publicación los científicos afirman que actualmente ya se puede ver el impacto que tendrá la IA en el futuro cercano, desde en el reconocimiento de voz a los vehículos de autoconducción, lo cual es percibido como un gran progreso. Sin embargo, también señalan que es necesario comenzar a poner límites a la IA, buscando que los avances en la materia se centren sólo en aspectos que beneficien a la sociedad.

"Los progresos realizados en inteligencia artificial son una buena ocasión para concentrar nuestras investigaciones en aquellos trabajos que no sólo hacen de las tecnologías herramientas cada vez más poderosas, sino además más beneficiosas para la sociedad".

El texto habla sobre un desarrollo del comportamiento ético de las máquinas autónomas y su papel como armas potenciales, buscando llegar a un acuerdo mundial que mantenga un control adecuado.

No es la primera vez que Stephen Hawking y Elon Musk manifiestan en público el peligro de la IA. El físico británico ya había alertado a mediados de año sobre el riesgo que representa el desarrollo de la IA si no se maneja con cuidado. Por su parte, Musk hizo lo mismo en un sitio de futurología.

Otros de los científicos que firmaron la carta abierta son Peter Norvig, director de investigación de Google; Martin Rees, profesor emérito de cosmología y astrofísica de la Universidad de Cambridge; Vernor Vinge, profesor emérito de ciencias informáticas de la Universidad Estatal de San Diego; Frank Wilczek, premio Nobel de Física y profesor en el MIT.

Han sido muchas las reacciones a este escrito y no han sido pocos los escenarios catastróficos descritos -más propios de la ciencia ficción- que alertan sobre de una revolución de las máquinas y la extinción de la humanidad. Sin embargo, los riesgos actuales son otros.

La capacidad de procesar enormes cantidades de datos por parte de los ordenadores puede otorgar a quienes los controlan -y analizan toda la información– un poder oracular que les permita dominar las finanzas a nivel internacional, por ejemplo. Recientemente un equipo de científicos del MIT demostraba que se puede identificar a cualquier persona a partir de datos anónimos gracias a los patrones de uso de las tarjetas de crédito.

"Hoy en día, la principal amenaza de la inteligencia artificial es el mal uso que pueda hacer alguien de la capacidad de los aparatos de extraer y analizar datos de forma masiva", destaca el director de ingeniería de Asoy Robotics, Diego García"… Los verdaderos peligros de la inteligencia artificial (La Vanguardia6/2/15)

El director del Instituto de Inteligencia Artificial de Barcelona (IIIA-CSIC), Ramón López de Mántaras agrega además las armas autónomas como amenaza. "Es muy preocupante el desarrollo de la robótica inteligente con la finalidad de disponer de robots soldados, ya que para un robot es casi imposible distinguir entre un civil inocente y un combatiente", subraya el premio nacional de Informática 2012 y firmante del manifiesto.

El coche sin conductor de Google es otro caso. Pasarán años antes de que estos vehículos ocupen las carreteras y todo indica que cuando ocurra serán más seguras. Pero si se produce algún accidente, el vacío legal plantea dudas. ¿Quién debe ser el responsable? ¿El "conductor", el propietario o el diseñador? ¿Y si es cierto que las máquinas cometen menos errores que los humanos, entonces deberíamos dejar que las personas conduzcan al lado de robots?

La falta de regulación internacional

"Con la carta abierta respaldada por científicos como Stephen Hawking o Bill Gates, la gente ha empezado a creer que ellos tienen una información privilegiada que el resto de la humanidad no tiene. Pero la realidad es muy distinta", explica García que reitera que la intención de los firmantes de la carta es advertir de la necesidad de trabajar en una regulación tecnológica a nivel internacional.

Del mismo modo que existe el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) -perteneciente a las organizaciones internacionales conexas a las Naciones Unidas-, García cree que científicos y políticos deberían agruparse para extender una legislación.

En 1942 el bioquímico y escritor de ciencia ficción Isaac Asimov propuso las famosas tres leyes de la robótica, que asumen que los robots tienen conocimientos suficientes como para tomar decisiones de orden moral y pretenden así evitar una posible rebelión.

"Hoy podemos asegurar que ninguno de los robots actuales, ni tampoco ninguno de los que habrá a corto, medio e incluso a bastante largo plazo, se nos descontrolará", tranquiliza Mántaras. Es por eso que aunque "las leyes de la robótica de Asimov están muy bien pensadas, el estado actual de la robótica es tan incipiente que no tiene ningún sentido implantarlas en robots", añade.

"El problema no está en la propia tecnología, sino en la humanidad. Es más probable que sea el hombre con intenciones malignas quien provoque una posible guerra entre humanos y máquinas", matiza García.

Transformación de las profesiones

La pérdida de lugares de trabajo es otro de los peligros presentes de la inteligencia artificial. Según el especialista del CSIC, "hasta ahora los robots desplazaban las personas de tareas repetitivas o peligrosas, pero con los avances en inteligencia artificial comenzarán a peligrar trabajos relacionados con el sector de los servicios, por ejemplo".

Un estudio publicado hace unos meses informaba que casi el 50% de las ocupaciones existentes en la actualidad serán completamente redundantes el año 2025 si la inteligencia artificial continúa transformando las empresas del modo que ya lo está haciendo.

Los expertos coinciden en señalar la educación como la medida más importante. "Vamos a buscar otros trabajos donde se prime la creatividad y por eso será necesario invertir en una educación que añada el arte entre la ingeniería y las matemáticas", opina García. Por su parte, Mántaras asegura que "habrá que dar mucha más importancia a la formación continua para que la gente pueda reciclarse con más facilidad y así poder cambiar de profesión, ya que por lo menos, hasta ahora, los cambios tecnológicos que han destruido lugares de trabajo también han creado otros".

Se trata, al fin y al cabo, de una transformación de las profesiones. Faltará ver si los diferentes sujetos de la sociedad se apresuran a poner en marcha los engranajes que entran en juego -leyes tecnológicas, educativas, etc.- para que esta inevitable revolución del trabajo sea para el bien general de la humanidad.

– Stephen Hawking advierte que la inteligencia artificial podría acabar con la especie humana (ABC.es – 3/2/14)

(Por Luis Ventoso / corresponsal en Londres)

"Los humanos están limitados por una evolución biológica lenta y no podrían competir", explica el físico

Stephen Hawking, que el 8 de enero cumplirá 73 años, es sin duda el científico vivo más popular. No tanto por sus hallazgos sobre los agujeros negros en el campo de la física teórica, como por su impresionante pelea contra la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), cuyos primeros síntomas padeció con solo 20 años, cuando completaba su formación en Cambridge.

Hawking, postrado en una silla de ruedas y hoy ya solo capaz de mover los músculos de su rostro, lo ha conseguido todo, pese a que su cuerpo es su cárcel. Ha convertido la física en un best-seller global, sobre todo con su "Historia del tiempo" de 1988. Se ha casado dos veces y es padre de tres hijos. Y casi se ha convertido en un icono pop: ha aparecido hecho dibujo animado en los Simpson, está presente en "Endless river", el nuevo disco de Pink Floyd, y en enero se estrena "La teoría del todo", una película que cuenta su primer noviazgo, sus días en la universidad y cómo supo que padecía la enfermedad. La película hizo llorar al científico cuando la vio en un pase privado y le ha dado su visto bueno. Ahora, en una entrevista en la BBC, a través de la voz artificial con la que se comunica, ha expresado su preocupación por el desarrollo futuro de la inteligencia artificial y advierte que podría destruir a la humanidad.

Hawking, que se expresa a través de un sintetizador de voz alimentado por un ordenador Intel, es partidario y usuario de la tecnología puntera y cree que hasta ahora ha prestado unos relevantes servicios al hombre, pero su mirada va hacia el futuro: "El desarrollo de una completa inteligencia artificial podría traducirse en el fin de la raza humana". El físico, que se declara ateo, vaticina que una IA enormemente desarrolla "podría decidir rediseñarse por su cuenta e incluso llegar a un nivel superior". La raza humana se vería desbordada: "Los hombres, que están limitados por una evolución biológica, no podrían competir".

El ordenador HAL

La prevención contra las máquinas no es nueva. Ya en la revolución industrial del siglo XIX fueron presentadas como un enemigo de los trabajadores, a los que dejaban sin sus empleos. Lo cierto es que hoy en día sigue sucediendo, basta con mirar a los peajes de las autopistas, o a las cajas de los supermercados, que en poco más de un año se han automatizado, eliminando empleos humanos. Pero los beneficios de la inteligencia artificial y los ordenadores son incontables y por ahora han cambiado el mundo para bien. La parábola más famosa sobre los riesgos de una máquina capaz de pensar por cuenta propia es sin duda el ordenador HAL de "2001, una odisea del espacio", la obra maestra de la ciencia-ficción que rodó Stanley Kubrick en 1968 sobre una historia del novelista Arthur C. Clarke. HAL, encargado de controlar las constantes vitales a bordo de la nave "Discovery" se rebela y mata a tres astronautas y llega a perder la cabeza, o su cíber-cabeza, en este caso, y termina cantando alocadamente. Al final, el astronauta superviviente logra desconectarlo.

Las amenazas de la inteligencia artificial son también el hilo argumental de muchas novelas de célebre Isaac Asimov, que formuló unas leyes de la robótica sobre las que se levantaban los dilemas de sus historias. Las tres leyes decían así: un robot nunca hará daño a un ser humano ni permitirá que sea dañado por su inacción; un robot debe obedecer a los seres humanos, salvo que vaya contra la primera ley; un robot debe proteger su propia existencia, salvo que vaya contra las dos leyes anteriores.

Mientras la gran amenaza no llega, la inteligencia artificial es lo que a día de hoy permite hablar a Stephen Hawking, que se comunica a través de la voz de un ordenador, un poco extraña e impersonal y de acento estadounidense. Pero el sabio advierte que no piensa sustituirla: "Se ha convertido en mi imagen de marca y no querría cambiarla por una voz más natural con acento inglés. Además, me han contado que un niño que necesitaba un ordenador de voz ha pedido una como la mía". Hawking, que el pasado año publicó su autobiografía, escribe y habla activando el ordenador con el movimiento de su pómulos, pues carece ya de movimiento en los dedos para poder activar un ratón.

El físico hace gala de un extraordinario sentido del humor y ha comentado en otra entrevista que se ve como "el villano perfecto" para una película de James Bond. Conociéndolo, no cabe descartarlo. Ya de joven se empeñó en ser timonel de Oxford en las pruebas de remo, y pese a provocar con su torpeza dos aparatosos choques con otras embarcaciones, al final su equipo acabó ganando una prueba.

– Bill Gates advierte que la inteligencia artificial es una amenaza (RT – 31/1/15)

El fundador de Microsoft, Bill Gates, se ha unido a otras influyentes personalidades que muestran su temor por la inteligencia artificial, anunciando este miércoles que los seres humanos deben estar preocupados por la amenaza que representa ese tipo de innovación.

Durante una sesión de preguntas en Reddit, Bill Gates dijo que está de acuerdo con el empresario tecnológico Elon Musk -quien firmó junto con Stephen Hawking y otros pensadores destacados una carta abierta sobre el peligro que implican los robots- y que está preocupado acerca de cómo la inteligencia artificial podría ser utilizada en el futuro.

"Yo estoy en el bando de los que están preocupados por la superinteligencia", escribió. "Primero, las máquinas harán un montón de trabajo para nosotros y no serán superinteligentes. Eso será positivo si lo gestionamos bien. Unas décadas después, la inteligencia artificial será lo suficientemente fuerte como para ser una preocupación. Estoy de acuerdo con Elon Musk y algunos otros en esto, y no entiendo por qué a algunas personas no les preocupa".

En esta declaración, Gates contradice a uno de los jefes de Microsoft Research, Eric Horvitz, quien había dicho que "fundamentalmente" no ve la inteligencia artificial como una amenaza. Según él, cerca de la cuarta parte de los recursos de su equipo se centra en la inteligencia artificial.

– Igual ha llegado el momento de preocuparse por la inteligencia artificial (El País – 31/7/15)

¿Puede Google crear robots asesinos por accidente? Bill Gates y Stephen Hawking advierten sobre los peligros de la tecnología "sin sentido común"

(Por Tom C. Avendaño)

El pasado mayo arrancó con un fenómeno y una anécdota. El fenómeno fue How old do I look (Qué edad represento), una aplicación de Microsoft capaz de escanear los rostros de cualquier foto y, en función de sus rasgos, calcular la edad de los retratados. Durante un fin de semana el artefacto gozó de una popularidad casi enfermiza. Millones de usuarios de todo el mundo subieron sus fotos y compartieron los resultados en redes sociales hasta hacer de #HowOld un pegajoso trending topic. Televisiones y webs de medio mundo escanearon fotos de famosos, de Helen Mirren a Barack Obama, y publicaron los datos.

Lo otro, la anécdota, la protagonizó Elon Musk, el único empresario-visionario de Silicon Valley más excéntrico y respetado que Mark Zuckerberg. Su mayor miedo, se supo, es que Google cree un ejército de robots asesinos por accidente. El pasado enero, Musk había donado diez de sus muchos millones de dólares a una institución para prevenir la existencia de estos robots. Pero esto no evitó que el asunto resonara entre el público. A la declaración le pasó lo que al invento de Microsoft, que acabó entre lo más compartido del mes en redes sociales. Y así, nada más nacer, mayo ya estaba ahondando en la obsesión menos verbalizada y más inquebrantable de nuestros tiempos: la inteligencia artificial.

El concepto, viejo como la Grecia clásica, no ha cambiado mucho desde que se empezó a popularizar en los años cincuenta del siglo pasado: sistemas computacionales capaces de realizar tareas históricamente reservadas para la inteligencia y la percepción humanas. Pero en los últimos años se ha colado por derecho propio en lo alto del zeitgeist tecnológico y cultural. Los interfaces que entienden y obedecen nuestras voces en los smartphones están basados en ella. Como lo está la función de autocompletar las búsquedas de Google, que adivina lo que necesitamos de la Red antes de que se lo pidamos.

Y las recomendaciones de Amazon, que saben lo que nos va a gustar aunque nosotros no lo conozcamos. Y nuestros muros de Facebook, que aprenden con cada "me gusta" y cada clic lo que nos interesa. Y eso ciñéndonos a lo conocido: los proyectos relacionados con inteligencia artificial han movido casi 20.000 millones de dólares (unos 18.000 millones de euros) desde 2009. El Pentágono está desarrollando balas que cambian de rumbo en el aire y robots que puedan andar, abrir puertas, subir escaleras, conducir y, en fin, ahorrarle al ser humano cuantas situaciones peligrosas pueda. Los coches autónomos de Tesla y Google ya se ven en California transportando personas que ni tocan el volante. Los drones libran las guerras americanas y el año pasado la empresa japonesa Deep Knowledge contrató a ROBOT, un cerebro artificial, como miembro directivo por su talento para predecir el mercado mejor que los humanos.

Watson, el robot de IBM que en 2011 acertó todas las adivinanzas del concurso televisivo Jeopardy!, se dedica ahora a la medicina, usando sus increíbles procesadores para diagnosticar enfermedades (por ahora se limita a la teoría), y en una guardería aledaña a la Universidad de California, en San Diego, hay otro capaz de jugar con niños porque reconoce las emociones que transmiten sus gestos. El consenso es claro: este es el mundo al que nos encaminamos. "Mi opinión es que la inteligencia artificial nos está dominando", confirma Sebastian Thrun, uno de los principales responsables del coche autónomo de Google. "Cada vez habrá menos humanos a cargo de cosas". Sólo hay otra cosa que todo el mundo tiene clara: nadie sabe cómo será este futuro exactamente.

La tormenta tecnológica perfecta

Si esta edad dorada no ha llegado antes, con lo longevo que es el concepto, es porque sus bases son relativamente jóvenes. La industria del videojuego no abarató hasta 2005 unos poderosos chips dedicados al procesamiento masivo de gráficos, capaces de recalcular millones de píxeles varias veces por segundo. Y aún hubo que esperar a 2009 para que un equipo de investigación de Stanford se diera cuenta que estos chips valían para recrear los procesos del cerebro humano, donde una neurona habla simultáneamente con millones de sus vecinas. Los algoritmos que se usan ahora beben del retoque deep learning que se diseñó en la Universidad de Toronto en 2006. Y entonces no existía la cantidad de datos que hay hoy almacenados sobre cualquier materia y que llamamos big data: es lo que un cerebro artificial entiende y, quizá, interpreta.

La tormenta es tan perfecta que ahora los agoreros que siempre han temido el poder de las máquinas ya no se desahogan en novelas de ciencia ficción sino en ensayos y charlas. El apocalipsis ya no será Terminator sino un coche sin conductor que se detenga en mitad de una autopista por un fallo de software y que genere cientos de heridos. Una carrera armamentística por desarrollar el dron más letal. O, sencillamente, un robot superinteligente programado para acabar con el cáncer que razone que lo más fácil es acabar con los humanos genéticamente propensos a contraerlo.

En enero de este año, Bill Gates alertó durante una entrevista: "No entiendo por qué no hay más gente preocupada por esta cuestión: la inteligencia artificial es una amenaza real". Un mes antes, Stephen Hawking había insistido en que esta tendencia "podría ser el final de la raza humana: los robots podrían empezar a rediseñarse a sí mismos a una velocidad a la que nosotros, los humanos, no podríamos competir". Es algo parecido a lo que opina James Barrat, autor de Our final invention: Artificial intelligence and the end of the human era (Nuestro invento final: La inteligencia artificial y el fin de la era humana): "No dirigimos el futuro porque seamos las criaturas más fuertes del planetas, sino porque somos las más listas. Con lo cual, en cuanto haya algo más inteligente que nosotros, nos dominará", escribe en un correo electrónico.

Su libro plantea la esperada verdadera inteligencia artificial, una réplica de la humana que llegará tarde o temprano, seguramente antes de que acabe el siglo. Una que irá, lógicamente, ampliando sus objetivos, cultivando ideas propias y madurando el concepto de la autoconservación hasta que incluya "ataques proactivos contra amenazas futuras". Es tan difícil imaginar la forma que tendrá esta tecnología que resulta imposible sentirse preparado. "¿Puede nadar un submarino? Sí, pero no como un pez. ¿Y vuela un avión? Sí, pero no como un pájaro", prosigue Barrat. "La inteligencia artificial venidera no será como nosotros. Será una versión intelectual definitiva de nosotros".

Retraso artificial

Hay un factor con el que Barrat no cuenta y que Héctor Levesque sí: los ordenadores de hoy son francamente estúpidos. Un smartphone puede descodificar las vibraciones que produce nuestra voz en el aire, trocearlas, asignar letras y sílabas a cada fonema y formar palabras y frases a las que responder en función de lo que le chiva una creciente base de datos. Pero no sabe si una rata puede leer. Delegará esa pregunta a Google, que en todo caso devolverá resultados con las palabras ratas y leer. Pero no puede hacer el razonamiento básico de que la inteligencia de un roedor no da para leer.

Levesque, profesor emérito de la universidad de Toronto, ha diseñado una forma de medir la verdadera capacidad intelectual de un robot: hacerle preguntas de lógica imposibles para una máquina que no entiende de lógica. Por ejemplo, "Joan le agradeció a Susan toda la ayuda que le había prestado. ¿Quién prestó la ayuda, Joan o Susan?". Google no puede responder eso. Ese es el fantasma que le falta a la máquina, según Levesque. El sentido común. "Es triste que muchas de las investigaciones sobre inteligencia artificial que se hacen estos días se conforman con sistemas que solo lean cantidades masivas de datos, sin sentido alguno", nos comenta Levesque. "Estos son los sistemas que deberían asustarnos. Los que tienen autonomía sin sentido común".

"Si miras el volumen de personas que murieron ahogadas en una piscina cada año y el número de películas que protagonizó Nicolas Cage ese mismo año, verás que la gráfica es idéntica", explica Klaas Bolihoefer, alemán especializado en analizar big data, en el comedor de una universidad de Zúrich. "También hay una correlación entre el consumo de queso anual per cápita y el número de gente que muere enredada en sus propias sábanas año tras año. ¿Significan algo estas casualidades? No lo sabemos. Tenemos los datos pero no su sentido, que probablemente en estos casos no exista. Pero eso es exactamente lo que pasa por una mente artificial ahora mismo. Sufren apofenia: conectan patrones entre datos sin saber qué les aporta. Ese es el verdadero estado de la inteligencia artificial hoy en día",

Y así seguimos hoy. Atrapados entre la fascinación por la idea y la desesperación con lo lento que es en realidad el progreso. Entre los robots asesinos que un día creará Google, y una aplicación básica que calcula edades en fotos. Ahí vive el verdadero combustible de los robots: la imaginación humana.

Nuestro mundo no es normal. Es algo a lo que hay que acostumbrarse

¿Creen ustedes que los robots podrían dejar sin empleo a una gran parte de la población?

¿Creen ustedes que los robots podrían volverse nuestros enemigos?

Ante la opinión sobre la tormenta tecnológica perfecta que han brindado tan importantes "vacas sagradas" de la ciencia, no me animo ni siquiera a "balar" (decir "mugir", ya sería una impertinencia). En relación a este asunto, solo puedo hacer especulaciones.

Anticipando el "porvenir" (antes de antes)

George Orwell (nombre literario de Eric Arthur Blair), fue autor de "1984" y "Rebelión en la granja", y acuñó el concepto político de "neolengua". En 1949 George Orwell publicaba su novela 1984. Sus reflexiones siguen de actualidad.

Es imposible describir cuán significativo ha sido el aporte de George Orwell al mundo. Conceptos descriptos en su obra como el Gran Hermano, la Policía del Pensamiento o el Ministerio de la Verdad, han traspasado las barreras literarias para ser retomados (a veces, de formas que no nos hubiera gustado) en la vida cotidiana.

Algunas frases de George Orwell en "1984":

– El Gran Hermano te observa.

– Hasta que no tengan conciencia de su fuerza, no se rebelarán, y hasta después de haberse revelado, no serán conscientes. Ese es el problema.

– La guerra es la paz. La libertad es la esclavitud. La ignorancia es la fuerza.

– No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura.

– Saber y no saber, hallarse consciente de lo que es realmente verdad mientras se dicen mentiras cuidadosamente elaboradas, sostener simultáneamente dos opiniones sabiendo que son contradictorias y creer sin embargo en ambas.

– Lo más característico de la vida moderna no era su crueldad ni su inseguridad, sino sencillamente su vaciedad, su absoluta falta de contenido.

– El poder no es un medio; es un fin en sí mismo.

– Nada cambiaría mientras el poder siguiera en manos de una minoría privilegiada.

– Estás pensando -le dijo- que tengo una cara avejentada y cansada. Piensas que hablo de poder y que ni siquiera puedo evitar la decrepitud de mi propio cuerpo. ¿No comprendes Winston, que el individuo es sólo una célula?

– Si quieres una visión del futuro, imagina una bota estampándose en un rostro humano – por siempre.

– En nuestra época no existe tal cosa como "mantenerse fuera de la política". Todas las cuestiones son cuestiones políticas, y la política misma es una masa de mentiras, evasivas, tonterías, odio y esquizofrenia.

El lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras suenen confiables y el asesinato, respetable; y para darle la apariencia de solidez al mero viento.

– Estás pensando -le dijo- que tengo una cara avejentada y cansada. Piensas que hablo de poder y que ni siquiera puedo evitar la decrepitud de mi propio cuerpo. ¿No comprendes Winston, que el individuo es sólo una célula?

– Pero ya todo estaba arreglado, todo alcanzaba la perfección, la lucha había terminado. Se había vencido a sí mismo definitivamente. Amaba al Gran Hermano.

Aplicando cierta lógica ("por carácter transitivo"…)

En mi anterior Paper – Desnudos en la Red… Del Planeta Web, a agarrados por los Web…

Bienvenidos a Zombieland (La era de la explotación digital. Los "streappers" caseros: siervos voluntarios de la comunicación irrelevante y la amistad caníbal), publicado el 15/3/11, decía:

Y al fin, nada es cierto (la lamentable deriva de una cultura locuaz y adictiva)

Cuando éramos "cuatro locos" libertarios los que corríamos desnudos y felices por la autopista de la información, ni los comerciales, ni los radares, ni los policías, nos hacían (puñetero) caso. Podíamos seguir "haciendo el tonto" que a nadie importaba. Pero amigo, cuando las decenas pasaron a ser cientos, los cientos miles y los miles… millones, la cosa cambió. Los Don Nadie pasaron a ser Señores Internautas. La cantidad los transformó en "apetecibles". Y entonces, se jodió el invento.

"Y si a estos (ya, millones) que pasan por la autopista les vendo gasolina, refrescos, chucherías"… "Ya son demasiados, habrá que cobrar peaje"… "Van demasiado rápido, habrá que multarlos por exceso de velocidad"… "Queremos saber quiénes son, de dónde vienen, a dónde van… instalen cámaras de vigilancia"…

Así, poquito a poco, como quién no quiere la cosa… los alegres viajeros se transformaron en "idiotas útiles", consumidores potenciales, objetos de deseo, cobayos de laboratorio, observables, controlables, manipulables, cautivos, prisioneros, maniquís en el escaparate, putas del Barrio Web (y para peor, con "servicio" gratuito).

Nuestros correos se llenaron de "spam" (¿cómo saben que soy viejo, que me ofrecen tanto Viagra?), luego llegó el "chat" (Lorena quiere contactar contigo…), después apareció "Facebook" (Mario quiere agregarte en su lista de amigos…)…

La web se llenó de pornografía (12/15% de los sitios en Internet), de imbecilidades, videos, música, deportes, apuestas, jueguitos, and so on (difícil de cuantificar, pero les asigno, con benevolencia, un 50%), de fórmulas de venta (¿5/10%?), de timos y cazabobos (¿2/3%?), de You Tube, Facebook, Twitter y toda su patulea (10/15%)…

Si la calculadora no me falla (¿la recuerdan?) tendríamos un mínimo del 79% y un máximo del 93% (ceteris paribus) de tráfico "inútil", falaz, fugaz, fatuo, mediocre, superfluo, fracasado, inconducente, degradante, lamentable, jibarizante, lobotómico.

En el mejor de los casos, quedaría un espacio equivalente al 21% del tráfico en Internet para uso científico, académico, de investigación, universitario, literario, artístico, de publicación y critica. Espacio que quedaría reducido al 7% en la situación más desfavorable. El panorama futuro no ofrece muchas alegrías.

De aquellos polvos estos lodos ("avatares" del mundo, uníos… en el "muro" virtual)

Estamos siendo sometidos a espionaje, registro, clasificación, fraccionamiento, enajenación, control, acoso, manipulación, predestinación, servidumbre y sometimiento. Los gobiernos, operadores y empresas, nos tienen detectados, catalogados y radiografiados hasta en los detalles más íntimos. Saben todo de nosotros. Tienen un registro de todas nuestras actuaciones. Vamos dejando huellas permanentemente y en cada acción. El móvil, el GPS, Internet, el correo electrónico, los sms, las tarjetas de crédito, son nuestros "chivatos". Y nosotros tan felices sometidos a persecución permanente. Nos metemos solos en la ratonera y sin necesidad de queso. Unos verdaderos imbéciles. Auténticos esclavos morales.

Por si esos artilugios no fueran suficiente para controlarnos y someternos, se han inventado las "redes sociales" para que nos fotografiemos gratis y hagamos "streap tease" público (el payaso, vamos), para regodeo de nuestros controladores. Por si algún dato se les escapa, ahí van, con foto y firma. Además, actualizados permanentemente. Que digo, anticipando la acción, muchas veces. "ahora estoy por…"… "mañana iré con… a…"… Y así, seguimos felices y confiados, en la búsqueda de una vida de consumo sin contratiempos, al flautista de Hamelin nuestro de cada día, camino al río para ahogarnos voluntariamente o al precipicio para arrojarnos gallardamente.

Benditas las cadenas. Un campo de concentración voluntario. Facebook y Twitter son los psicólogos del campo. La fila de los "voluntarios" para entrar en las cámaras de gas se cuenta por cientos de millones. La generación Stre@pper (desnudos en la red) pasó del e-mail a la big-society, y de allí, a la gil-society, a la velocidad del rayo, con entusiasmo y candor. Es que si no estaban "conectados", no eran nadie. Ahora, lo son todo y tienen a todos por testigo. Los gobiernos, operadores y empresas, también lo saben. Están más detectados que el "Mono Jojoy" (líder de las FARC abatido (22/9/10) por un GPS incorporado en sus botas subrepticiamente).

Pero más allá de los "esclavos optativos" (los que desnudan en la red), están (estamos) los usuarios de Internet que desean (deseamos) mantener el anonimato, la privacidad, la intimidad, la confidencialidad, la reserva, el respeto… en definitiva, la libertad de uso.

Buena parte de esos "beneficios" se han perdido, y los pocos que aún quedan, se están perdiendo por momentos, en nombre de la "seguridad" (gran falacia facilitada por el 11-S), por "avaricia" (tal vez la "madre del cordero", pero sobre la que no fuimos advertidos en su oportunidad), por "abuso de posición dominante" (todos los caminos conducen al "peaje"), por "uso furtivo de la información" (apropiación indebida de la información sobre las personas), por "desprotección al consumidor" (ni a los gobiernos, ni a los operadores, ni a las empresas, le interesa perder este "chollo").

¿Quién está recopilando la información? ¿Qué están haciendo con ella? ¿Cómo me perjudica esto? ¿Cómo puedo detenerlo?

Es natural estar preocupado por la privacidad en línea. Cada visita a un sitio web envía información hacia afuera antes de mostrar la información que busca. Y los datos que los navegantes de Internet envían pueden ser reveladores.

La mayoría de los sitios de Internet hacen seguimiento de sus usuarios, particularmente mediante el uso de cookies, pequeños archivos de texto instalados en las computadoras de los navegantes. Los portales usan cookies para personalizar la experiencia del visitante. Y las redes de publicidad las usan para obtener información sobre los usuarios.

Una red que tiene anuncios en muchos sitios web reconocerá el navegador (y por consiguiente a la persona que lo está usando) cuando visita diferentes portales en Internet, lo que le permite a la red de anuncios obtener información sobre los intereses de esa persona. ¿Está en un sitio viendo información sobre camionetas 4 x 4? Puede ser que vea un anuncio de vehículos de este tipo cuando siga navegando. En la publicidad personalizada, el modelo de negocios consiste en vender espacio a los anunciantes, dándoles acceso a personas con base en su información demográfica e intereses.

A algunas personas no les gusta este seguimiento por varias razones. Para algunos, es como una violación ser tratado como un simple objeto comercial. A algunos les preocupa que la información sobre sus intereses sea usada para discriminarlos o para excluirlos de información y oportunidades a las que pudieran tener acceso.

El exceso de personalización de la experiencia en Internet puede estratificar a la sociedad. Algunos creen, por ejemplo, que si usted es pobre o forma parte de una minoría, el contenido de entretenimiento y los comentarios que usted vea en la web pueden ser diferentes a los que ven otros, lo que evitaría su participación en la conversación "general" que los medios tradicionales producen.

Igualmente, la información de navegación puede caer en manos del gobierno para usos equivocados. Estas son preocupaciones legítimas en diferentes partes del mundo.

Nadie (gobiernos, operadores y empresas) quiere perder la oportunidad de aprovechar (y rentabilizar) la información que sacan de nuestras computadoras. La tecnología de rastreo se está volviendo más inteligente y se inmiscuye cada vez más en la privacidad de los usuarios. Una investigación de The Wall Street Journal descubrió que uno de los negocios de mayor crecimiento en Internet es espiar a los usuarios en la web.

"Podemos segmentarlo hasta llegar a una persona"…, de allí, a la "desanonimización" (identificación de individuos mediante el uso de detalles específicos de su vida), queda un solo paso… Y un día, tocarán el timbre de nuestra casa. ¿Para entregarnos publicidad? ¿Para vendernos algún producto o servicio? ¿Para mostrarnos la información de nosotros que posee el gobierno? ¿Para detenernos? ¿Para manipularnos?

Es peligroso estar tan fichado pero lo estaremos todavía más. Google ha destruido enciclopedias que duermen para siempre en las estanterías, nos ofrece gratis el correo electrónico global, no pagamos nada pero tiene un gran potencial económico a costa de nuestras actividades en la red. Lo podemos saber casi todo de todos.

El presidente de Google, Eric Schmid es, por lo menos, sincero: "no creo que la sociedad ha entendido qué pasa cuando todo es accesible, conocible, grabado por todo el mundo siempre y en todo lugar. Pienso que, como sociedad, debemos pensar sobre todas estas realidades. En estos momentos sabemos, nos dice, quiénes son los usuarios, qué les interesa, quiénes son sus amigos"… Pero fue más allá, al advertir que "los jóvenes podrían un día querer cambiar sus nombres para escapar de su actividad pasada en internet"…

Como dice el axioma jurídico: "a confesión de parte, relevo de prueba". Puede que la muerte de la web se disfrace de evolución. Tiempo habrá de constatarlo. Lo mío, es sólo una percepción de "peregrino" de la Red. Ustedes mismos (por las dudas "paloming").

Cookies amargas (Algunas verdades líricas, desde "la nube". Ustedes me entienden…)

Por supuesto la "transparencia personal" es incómoda y genera inquietud (menos para los narcisos que se pavonean ante el "digital mirror"), lo que lleva a preguntarnos, ¿qué ocurre con aquellos que no desean hacerse "amigo" de todo el mundo, ni ser más populares, ni ser más inteligentes, ni ser más atractivos, que el promedio?

No hay respuestas seguras, ni sencillas. El síndrome de "esta vez es distinto" o "a mí no me va a pasar", parece psicológico más que racional. La invasión de la intimidad es una terrible advertencia. En el pecado va la penitencia.

Facebook y otras redes sociales funcionan bajo la superficie: Facebook observa cuáles son los amigos con los que interactuamos y de quiénes son las fotos a las que hacemos comentarios para seleccionar los elementos que aparecen en nuestro flujo de noticias o los avisos publicitarios que vemos. Finalmente resultan ser redes publicitarias y de detección de patrones de conducta que intentan derivar información acerca de nuestras compras probables.

La única alternativa que imagino, por el momento, en tanto deseemos continuar utilizando Internet, es la movilización cívica. La acción del usuario a título individual y colectivo. La legítima defensa. Y algo se están moviendo las placas tectónicas…

Cuando al "think tank" se le vacía el tank (¿tenemos lo que nos merecemos?)

Don Dinero ha transformado la Red en un Gran Bazar. El Gran Hermano saca tajada. Una mano lava la otra, y las dos nos roban la cartera, la intimidad, la seguridad y el ser. Con la adicción de la "generación Peter Pan", la complicidad de las "social networks" (¡más opio!) y el provecho del poder político y empresarial (¡más control!), han convertido el cubo de la cultura en un cubo de la basura. Vamos, un auténtico fracaso.

No les resulta suficiente espiarnos, registrarnos, perseguirnos, invadirnos, violarnos transformarnos en bobos consumistas, también quieren anticiparse a nuestros pensamientos. Pronto intentarán controlarlos, orientarlos, dirigirlos y manipularlos.

Los ingenieros financieros, con la complicidad de los ingenieros sociales, y la cooperación necesaria de los ingenieros informáticos han convertido un lugar de interacción social en un gran Campo de Concentración donde los usuarios de Internet, terminaremos comprando el Gas Sarin necesario para ser "solucionados" en las Cámaras de Gas del Gran Juego. Además lo contaremos en Twitter, participaremos a nuestros amigos en Facebook y lo colgaremos en You Tube. Vaya estulticia.

Nos estamos ahogando (o dejando ahogar) en la insignificancia. De la levedad del ser hemos pasado a la "disolución" del ser por ablación del pensamiento. Hemos dejado entrar al Leviatán en nuestra casa voluntariamente, inocentemente, estúpidamente. Nos comemos todas las "cookies" que nos echan y pedimos más. Descarguen "Google Chrome" y ya verán… Esclavos felices. Santos inocentes. Benditas las cadenas.

Resulta difícil encontrar en la historia de la humanidad un nivel más alto de control social y, absurdamente (para más inri), de mayor aceptación pública. Al menos, en otras épocas había que desplazar tropas, hacer guerras, invadir países, establecer monopolios… Ahora, les alcanza con una simple colonización pedagógica (el poder blando), las modas, la emulación, el afán de figurar, la frivolidad y la fama por un día.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9

Página siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter