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Comentarios a la lectura del evangelio de Eclesiastés 11:9; 12:8



  1. Primera lectura
  2. Salmo responsorial
  3. Segunda lectura

COMENTARIOS A LA LECTURA DEL EVANGELIO DEL DÍA SÁBADO 24 DE SEPTIEMBRE DEL 2016.

Primera Lectura

Eclesiastés 11:9; 12:8.[1]

  • A) Eclesiastés 11:9.– "Alégrate, mancebo*, en tu mocedad**, y tome placer tu corazón en los días de tu corazón, y en la vista de tus ojos: mas sabe, que sobre estas cosas te traerá Dios a juicio".

Comentario:

Salomón nos relata en este pasaje bíblico de Eclesiastés, al que llaman también "Qohelet"; y se dirige a los mancebos, diciéndoles: "Disfruta mientras eres muchacho y pásalo bien en la juventud; déjate llevar del corazón, de lo que atrae a los ojos; y sabe que Dios te llevará a juicio para dar cuenta de todo. Rechaza las penas del corazón y rehúye los dolores del cuerpo: niñez y juventud son efímeras. Acuérdate de tu hacedor en tu juventud, antes que lleguen los días aciagos ya alcances los años en que dirás: "No les saco gusto". Antes de que oscurezca la luz del sol, la luna y las estrellas, y a la lluvia sigue el nublado. Ese día temblarán los guardianes de casa y los robustos se encorvarán, las que muelen serán pocas y se pararán, las que miran por las ventanas e ofuscarán, las puertas de la calle se cerrarán y el ruido del molino se apagará, se debilitará el canto de los pájaros, las canciones se irán callando, darán miedo las alturas y rondarán los terrores. Cuando florezca el almendro, y se arrastre la langosta, y no dé gusto la alcaparra, porque el Hombre marcha a la morada eterna y el cortejo fúnebre recorre las calles. Antes de que se rompa el hilo de planta y se destroce la copa de oro, y se quiebre el cántaro en la fuente y se raje la polea del pozo, y el polvo vuelva a la tierra que fue, y el espíritu vuelva a Dios, que lo dio. Vanidad de Vanidades, dice Qohelet, todo es vanidad".

  • B) Eclesiastés 12:8.– "Vanidad de Vanidades, dijo el Predicador, todo vanidad".

Comentario:

Cuando estudiábamos la lectura del día de ayer 23 de septiembre, decíamos que Salomón, se refería a la "Vanidad"; en cuyo comentario decíamos que en cuanto a la frase: "todo es vanidad", fíjense en la raíz, "vanidad", ¡es usado cinco veces en este único verso! Hay autores que estudiaron y estudian el Libro de Eclesiastés, dicen que el término debe ser entendido como: 1) Incomprensible; 2) Enigmático; 3) Misterioso; 4) Imposible de entender. Sin embargo, el autor sugiere otras interpretaciones más claras y coherentes, así tenemos: Según la R.A.E., define a la "Vanidad", como: "El orgullo (Excesivo) de toda persona que tiene en un alto concepto sus propios méritos y un afán excesivo de ser admirado y considerado por los demás"; y que según San Agustín, lo considera a este "vicio social" como uno de los 7 pecados capitales.

Según el Teólogo y Sacerdote español, San Felipe Neri, denomina a la "Vanidad" como: "presumido", "soberbio", "Vanaglorioso", "arrogante", "ambición de poder", "altanería", "endiosamiento", entre otros calificativos; por lo que lo considera, al igual que San Agustín, como un "Vicio Social".

Por su parte, el Teólogo Sueco, Francisco Abuín, nos expresa que la "Vanidad" es una de las peores cualidades del Hombre, diferenciándolo de la "Autenticidad", de la "Autoestima" y de la propia "Humildad", que nuestro Señor Jesucristo nos enseñó, o es que acaso nos estamos comportando como "falsos profetas"?

La "Vanidad" que deriva del latín "Varitas", no es otra cosa su significado como: "hueco", "vacío", "falso de la realidad" u "orgullo excesivo" del Hombre.

Acaso, todo lo que las Sagradas Escrituras nos enseña, como lo expresado por David, Rey de Jerusalén, quien nos refleja una realidad que él la vivió, porque amó tanto a Dios, refiriéndose a él en los siguientes términos: "Alabarte he con todo mi corazón, (…) confesarte han, Oh Dios todos los reyes de la tierra, cuando habrán oído los dichos de tu boca, porque tu gloria es grande que atiendes al "humilde", (…)" (Salmos 138:1,4-6); donde Salomón, hijo de David, agrega en Proverbios: "Ciertamente él (Dios Jehová)encarnecerá a los "humildes", (…)", (Proverbios 3:34).

Por su parte el Apóstol Lucas, nos cita: "Porque me ha hecho grandes cosas él todo poderoso (Dios), y santo es su nombre, y su misericordia de generación en generación, a los que le temen. Hizo valentía con su brazo, esparció a los "soberbios" del pensamiento de su corazón; quitó a los poderoso de su trono y levantó a los "humildes", (Lucas 1:49-51)". Y así podríamos continuar con muchos relatos y ejemplos que Jesucristo, Nuestro Señor, que entregó su cuerpo y derramó su sangre para lavarnos de todo pecado.

No quiero cansarlos más con señalarle los conceptos de "La Vanidad y de la Humildad"; que "Deus tecum in te credito", no sé si por Dios o por quién?

Por lo tanto, comunica la realidad que la vida está llena de preguntas no contestable. Las personas con conocimiento de la sabiduría sabrán esto, pero continuaran confiando en Dios y guardando Sus mandamientos.

Esto se refiere a las actividades no seguras e imprescindibles de la vida. Estos son resultados de la humanidad caída tratando de vivir la vida en su propia fuerza independiente de Dios. ¡Esta es la condición que dejo la caída (Gn. 3)!

Salmo Responsorial

"Señor tú has sido nuestro refugio de generación en generación".

Sal 89:3–6; 12–14; 17:[2]

  • A) Salmo 89:3–6:

3 Hice pacto con mi escogido; Juré a David mi siervo, diciendo:

4 Para siempre confirmaré tu descendencia, Y edificaré tu trono por todas las generaciones.

5 Y celebrarán los cielos tu maravilla, Oh Jehová;

Tu verdad también en la congregación de los santos

6 Porque ¿Quién en los cielos se igualará con Jehová?

¿Quién será semejante a Jehová entre los hijos de los potentados?

Comentarios:

Tú reduces el hombre a polvo,  diciendo: "Retornad, hijos de Adán" Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó; una vela nocturna.

Los siembras año por año, como hierba que se renueva: que florece y se renueva por la mañana, y por la tarde la siegan y se seca.

Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato. Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos.

Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo.  Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos.

Todo pasa, menos el amor de Cristo; Nos dice David. Y agrega, Señor, tú has sido nuestro refugio.

La "tradición patrística" ha visto expresado aquí nuestro deseo de que Dios, después del pecado, se haga presente de nuevo en medio de los hombres con la llegada de Cristo Salvador. Por ahora, este retorno se lleva a efecto mediante los Sacramentos, en los que el Señor se hace misteriosa pero realmente presente, injertando en nuestra vida la savia salvadora de sus méritos. Gracias a esos méritos, nosotros, que somos ruinas espirituales, vamos siendo reconstruidos, restaurados, jornada tras jornada.

Como un tenue vestigio de una revelación futura, este contenido bíblico, nos invita a meditar en la preexistencia del Verbo en el seno del Padre. Durante el Tiempo de Epifanía, un himno se extasía en la visión de aquel que, mostrándose a los Magos como un Niño, vive desde siempre: "Intuimos en Él algo ilustre, sublime, excelso, infinito, más antiguo que el cielo y la tierra, ajeno a todo ocaso".

Además, la coincidencia de términos trae espontáneamente a nuestro recuerdo el texto de Proverbios sobre la Sabiduría, o sea, sobre el Unigénito de Dios: "El Señor me poseyó en el principio de sus caminos, desde el principio, antes de crear cosa alguna. Desde que antes de que la tierra fuese hecha, aún no habían brotado las fuentes de las aguas, aún no se habían sentado los montes sobre su pesada masa, antes que los collados, Yo ya era concebida".

"Dios crea el mundo por medio del Verbo. El Verbo es la Sabiduría eterna, el pensamiento y la imagen substancial de Dios. Él, engendrado eternamente y eternamente amado por el Padre como Dios de Dios y Luz de Luz, es el principio y el arquetipo de todas las cosas creadas por Dios en el tiempo. El hecho de que el Verbo eterno asumiera en la plenitud de los tiempos la condición de criatura confiere a lo acontecido en Belén hace dos mil años un singular 'valor cósmico". Gracias al Verbo, el mundo de las criaturas se presenta como cosmos, es decir, como universo ordenado. Y es que el Verbo, encarnándose, renueva el orden cósmico de la creación". La carta a los Efesios habla del designio que Dios había prefijado en Cristo, "para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra (Ef. 1:10)".

La dimensión cósmica de la Pasión de Cristo fue magistralmente recogida por Venancio Fortunato en su himno "Vexilla regis". En él se expresa poéticamente cómo el río de la Redención lava también al universo.

Como decíamos, el himno "kregis (prodéunt)", en español "Las banderas reales", que fue compuesta por San Venancio Fortunato en el año 569, a petición de Santa Radegunda para la recepción solemne de las reliquias de la Vera Cruz enviadas por el rey Justino II desde Bizancio. El poeta exalta a la cruz como bandera (vaxílla) cristiana, con lo que cristo venció a satanás, al pecado y al mundo.

La Iglesia canta este himno durante el tiempo de la Pasión (desde el V Domingo de Cuaresma hasta el Viernes Santi) y en la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.

La mañana trae a nuestra memoria dos recuerdos: De una parte, la misericordia por la mañana evoca el Nacimiento de nuestro Redentor, el "Oriens ex alto", en español "Del alto oriente" que nace para todos: "Verbum minoratum, Verbum breviatum", en español "palabras disminuidas, palabras cortas", llamaban los medievales al Verbo de Dios hecho Carne. Bien podría decirse que el profeta, al momento de escribir esta estrofa, alcanza a vislumbrar de lejos la venida de Cristo. La Encarnación –siendo ya el inicio de la Redención, la condición para la Muerte y la Resurrección– forma parte del "Sacramento pascual", como gusta decir a León Magno. El Misterio de Cristo abarca todo el arco que se apoya en la fosquedad de dos cuevas: desde la de Belén hasta la del sepulcro vacío.

Además, cada mañana, al iniciar la celebración del Oficio de Laudes, recordamos también –como hicieron los Padres– aquella hora en la que "el Señor venció a la muerte y nos hizo partícipes de su vida inmortal". Aquella mañana esplendorosa y vivificante de la Resurrección. Mañana que hizo divino al Hombre, como la noche de la agonía había hecho a Dios profundamente humano.

A esta hora, toda la tierra se sacia de la misericordia divina y nuestras vidas –injertadas en la Liturgia– se ven colmadas de júbilo y alegría; participando de estas disposiciones, podemos ahora dirigirnos al Padre con una bella fórmula que sirve de vehículo para nuestro ofrecimiento matutino: "Desde los albores de este nuevo día, cólmanos, Señor, de tu misericordia, para que, a lo largo de la jornada, sea nuestro gozo el alabarte".

  • B) Salmo 89:12–14[3]

12 Al aquilón y al austro tú lo criaste.

Tabor y Hermón cantarán en tu nombre.

13 Tuyo el brazo con valentía;

Fuerte es tu mano, ensalzada tu diestra.

14 Justicia y juicio son el asiento de tu trono:

Misericordia y verdad van delante de tu rostro.

Comentario:

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano. Si estoy solo, sería bueno proponernos un cambio sobre lo que hemos pensado que el Señor nos dice directamente. Personalmente, ofrece alguno de los bienes que tú tengas para compartirlos con aquel que tenga menos. Puedes hacer esta obra de caridad. Si estoy en grupo de amigos, te proponemos que leyendo este texto bosíblico y haciendo el ejercicio de "Lectio Divina", en español "Lectura Divina", puedan también motivar a otros a desprenderse de bienes personales, que aún en muy buen estado de conservación, puedan ser útiles a personas necesitadas.

  • C) Salmos 89:17[4]

17 Porque tú eres la gloria de su fortaleza;

y por tu buena voluntad ensalzarás nuestro cuerno.

Comentario:

Tú reduces el hombre a polvo,  diciendo: "Retornad, hijos de Adán" Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó; una vela nocturna.

Los siembras año por año, como hierba que se renueva: que florece y se renueva por la mañana, y por la tarde la siegan y se seca.

Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato. Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos.

Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo.  Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos.

Todo pasa, menos el amor de Cristo; Nos dice David. Y agrega, Señor, tú has sido nuestro refugio.

La "tradición patrística" ha visto expresado aquí nuestro deseo de que Dios, después del pecado, se haga presente de nuevo en medio de los hombres con la llegada de Cristo Salvador. Por ahora, este retorno se lleva a efecto mediante los Sacramentos, en los que el Señor se hace misteriosa pero realmente presente, injertando en nuestra vida la savia salvadora de sus méritos. Gracias a esos méritos, nosotros, que somos ruinas espirituales, vamos siendo reconstruidos, restaurados, jornada tras jornada.

Como un tenue vestigio de una revelación futura, este contenido bíblico, nos invita a meditar en la preexistencia del Verbo en el seno del Padre. Durante el Tiempo de Epifanía, un himno se extasía en la visión de aquel que, mostrándose a los Magos como un Niño, vive desde siempre: "Intuimos en Él algo ilustre, sublime, excelso, infinito, más antiguo que el cielo y la tierra, ajeno a todo ocaso".

Además, la coincidencia de términos trae espontáneamente a nuestro recuerdo el texto de Proverbios sobre la Sabiduría, o sea, sobre el Unigénito de Dios: "El Señor me poseyó en el principio de sus caminos, desde el principio, antes de crear cosa alguna. Desde que antes de que la tierra fuese hecha, aún no habían brotado las fuentes de las aguas, aún no se habían sentado los montes sobre su pesada masa, antes que los collados, Yo ya era concebida".

"Dios crea el mundo por medio del Verbo. El Verbo es la Sabiduría eterna, el pensamiento y la imagen substancial de Dios. Él, engendrado eternamente y eternamente amado por el Padre como Dios de Dios y Luz de Luz, es el principio y el arquetipo de todas las cosas creadas por Dios en el tiempo. El hecho de que el Verbo eterno asumiera en la plenitud de los tiempos la condición de criatura confiere a lo acontecido en Belén hace dos mil años un singular 'valor cósmico". Gracias al Verbo, el mundo de las criaturas se presenta como cosmos, es decir, como universo ordenado. Y es que el Verbo, encarnándose, renueva el orden cósmico de la creación". La carta a los Efesios habla del designio que Dios había prefijado en Cristo, "para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra (Ef. 1:10)".

La dimensión cósmica de la Pasión de Cristo fue magistralmente recogida por Venancio Fortunato en su himno "Vexilla regis". En él se expresa poéticamente cómo el río de la Redención lava también al universo.

Como decíamos, el himno "kregis (prodéunt)", en español "Las banderas reales", que fue compuesta por San Venancio Fortunato en el año 569, a petición de Santa Radegunda para la recepción solemne de las reliquias de la Vera Cruz enviadas por el rey Justino II desde Bizancio. El poeta exalta a la cruz como bandera (vaxílla) cristiana, con lo que cristo venció a satanás, al pecado y al mundo.

La Iglesia canta este himno durante el tiempo de la Pasión (desde el V Domingo de Cuaresma hasta el Viernes Santi) y en la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.

La mañana trae a nuestra memoria dos recuerdos: De una parte, la misericordia por la mañana evoca el Nacimiento de nuestro Redentor, el "Oriens ex alto", en español "Del alto oriente" que nace para todos: "Verbum minoratum, Verbum breviatum", en español "palabras disminuidas, palabras cortas", llamaban los medievales al Verbo de Dios hecho Carne. Bien podría decirse que el profeta, al momento de escribir esta estrofa, alcanza a vislumbrar de lejos la venida de Cristo. La Encarnación –siendo ya el inicio de la Redención, la condición para la Muerte y la Resurrección– forma parte del "Sacramento pascual", como gusta decir a León Magno. El Misterio de Cristo abarca todo el arco que se apoya en la fosquedad de dos cuevas: desde la de Belén hasta la del sepulcro vacío.

Además, cada mañana, al iniciar la celebración del Oficio de Laudes, recordamos también –como hicieron los Padres– aquella hora en la que "el Señor venció a la muerte y nos hizo partícipes de su vida inmortal". Aquella mañana esplendorosa y vivificante de la Resurrección. Mañana que hizo divino al Hombre, como la noche de la agonía había hecho a Dios profundamente humano.

A esta hora, toda la tierra se sacia de la misericordia divina y nuestras vidas –injertadas en la Liturgia– se ven colmadas de júbilo y alegría; participando de estas disposiciones, podemos ahora dirigirnos al Padre con una bella fórmula que sirve de vehículo para nuestro ofrecimiento matutino: "Desde los albores de este nuevo día, cólmanos, Señor, de tu misericordia, para que, a lo largo de la jornada, sea nuestro gozo el alabarte".

Felices los que saben lo que el sonido gozoso del evangelio como a obedecerla; que experimentan su poder sobre sus corazones, y darás a luz el fruto de ella en su vida. Aunque los creyentes no son nada en sí mismos, sin embargo, tener todos en Cristo Jesús, que se regocije en su nombre. Que el Señor nos permita hacerlo. El gozo del Señor es la fortaleza de su pueblo; mientras que la incredulidad nos dispiritua y desalienta a otros. A pesar de que le roba a nosotros bajo una apariencia de humildad, sin embargo, es la esencia misma de orgullo. Cristo es el Santo de Israel; y en él fue que las personas peculiares más bendecido que en cualquier otra bendición.

Segunda Lectura

Lucas 9:43-45[5]

43 Y todos estaban atónitos de la grandeza de Dios. Y maravillándose todos de todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos:

44 Poned vosotros en vuestros oídos estas palabras; porque ha de acontecer que el Hijo del Hombre será entregado a los hombres.

45 Mas ellos no entendían estas palabras, y les era encubierta para que no la entendiesen; y temían peguntarle de esta palabra.

Comentario:

El evangelio de hoy nos habla del segundo anuncio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Los discípulos no entendieron la palabra sobre la cruz, porque no son capaces de entender ni di aceptar a un Mesías que se hace siervo de los hermanos. Ellos siguen soñando con un mesías glorioso.

El contraste. Estando todos maravillados por todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos: "Poned en vuestros oídos estas palabras: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres" El contraste es muy grande. Por un lado la gente vibra y admira todo aquello que Jesús decía y hacía. Jesús parece corresponder a todo aquello que la gente sueña, crea y espera. Por otro lado, la afirmación de Jesús que será preso y que será entregado en manos de los hombres. Es decir, la opinión de las autoridades sobre Jesús es totalmente contraria a la opinión de la gente.

El anuncio de la Cruz. "Pero ellos no entendían lo que les decía; les estaba velado su sentido de modo que no lo comprendían y temían preguntarle acerca de este asunto". Los discípulos lo escuchaban, pero no entendían las palabras sobre la cruz. Pero con todo, no piden aclaraciones. ¡Tienen miedo en dejar aflorar su ignorancia!

El título de Hijo del Hombre. Este nombre aparece con gran frecuencia en los evangelios: 12 veces en Juan, 13 veces en Marcos, 28 veces en Lucas, 30 veces en Mateo. En todo, 83 veces en los cuatro evangelios. A Jesús le gustaba mucho usar este nombre, más que todos los demás. Este título viene del Antiguo Testamento. En el libro de Ezequiel, indica la condición bien humana del profeta (Ez. 3:1–4; 10:17; 4:1, etc.). En el libro de Daniel, el mismo título aparece en una visión apocalíptica (Dn. 7:1–28), en la que Daniel describe los imperios de los Babiloneses, de los Medos, de los Persas y de los Griegos. En la visión del profeta, estos cuatro imperios tienen la apariencia de "animales monstruosos" (Dn. 7:3–8). Son imperios animalescos, brutales, deshumanos, que persiguen, deshumanizan y matan (Dn. 7:21–25). En la visión del profeta, después de los reinos anti-humanos, aparece el Reino de Dios que tiene apariencia no de animal, sino que de figura humana, Hijo de hombre. Es decir, se trata de un reino con apariencia de gente, reino humano, que promueve la vida. Humaniza. (Dn. 7:13–14). En la profecía de Daniel la figura del Hijo del Hombre representa, no a un individuo, sino, como el mismo dice, al "pueblo de los Santos del Altísimo" (Dn. 7:27). Es el pueblo que no se deja deshumanizar ni engañar o manipular por la ideología dominante de los imperios animalescos. La misión del Hijo del Hombre, esto es, del pueblo de Dios, consiste en realizar el Reino de Dios como un reino humano. Reino que no persigue la vida, ¡sino que la promueve! Humaniza a las personas.

Al presentarse a los discípulos como a Hijo del Hombre, Jesús asume como suya esta misión que es la misión de todo el Pueblo de Dios. Y es como si les dijera a ellos y a todos nosotros: "¡Vengan conmigo! Esta misión no es sólo mía, sino que es de todos nosotros. ¡Vamos juntos a realizar la misión que Dios nos ha entregado, a realizar el Reino humano y humanizador que él soñó!" Y fue lo que él hizo y vivió durante toda la vida, sobre todo, en los últimos treinta años. Decía el Papa León Magno: "Jesús fue tan humano, pero tan humano, como sólo Dios puede ser humano". Cuando más humano, tanto más divino. ¡Cuando más "Hijo del hombre" tanto más "hijo de Dios!" Todo aquello que deshumaniza a las personas aleja de Dios. Fue lo que Jesús condenó, colocando el bien de la persona humana como prioridad encima de las leyes, encima del sábado (Mc. 2:27). En la hora de ser condenado por el tribunal religioso del sinedrio, Jesús asumió este título. Al preguntarle si era el "Hijo de Dios" (Mc. 14:61), responde que es el "Hijo del Hombre": "Yo soy. Y veréis al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Todo-Poderoso" (Mc. 14:62). Por causa de esta afirmación fue declarado reo de muerte por las autoridades. El mismo sabía de esto, pues había dicho: "El Hijo del Hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate de muchos" (Mc. 10:45).

En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: "Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres"

Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no cogían el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

Cajamarca, 24 de Septiembre del 2016.

Notas:
[1] Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.

[2] La R.A.E., define a “mancebo”, como: “joven”; La “juventud” (del latín “iuventus”) es la edad que se sitúa entre la infancia y la edad adulta. Según la Organización Mundial de la Salud, la juventud comprende el rango de edad entre los 10 y los 24 años; abarca la pubertad o adolescencia inicial —de 10 a 14 años—, la adolescencia media o tardía —de 15 a 19 años— y la juventud plena —de 20 a 24 años—. El término juventud también puede referirse a los primeros tiempos en la existencia de algo, y puede ser sinónimo de energía, vigor y frescura. La “juventud” constituye un conjunto social de carácter heterogéneo donde cada subgrupo desea diferenciarse del resto y de los adultos. Los jóvenes buscan desarrollar un sentido de pertenencia y, por eso, se agrupan con sus pares.

[3] “Mocedad”, según la R.A.E. Ob. Cit., está referido a: “Periodo de la vida de una persona que está entre la niñez y el comienzo de la edad madura. juventud”.

[4] Ob. Cit.

[5] Ob. Cit.

 

 

 

 

Autor:

Dr. Luis Alberto Navarrete Obando.

Abogado – Ex Docente Universitario

Docente Universitario Investigador

Magister en "Investigación Universitaria"

Doctor en "Teología y Filosofía"

?Sacerdote Presbítero

Iglesia Cristiana, Evangélica,

Apostólica y Católica Universal

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