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Depresión y suicidio en niños y adolescentes



  1. Introducción
  2. Desarrollo
  3. Suicidio en la infancia y la adolescencia
  4. Etiología
  5. Tratamiento

Introducción

Los niños y los adolescentes pueden sufrir de depresión al igual que los adultos. Se habla en estos casos de depresión infantil. Esta alteración se presenta de muchas formas con grados y duración variados. Se define como una enfermedad cuando la condición depresiva persiste e interfiere con las capacidades y acción de la persona. Normalmente todo ser humano hace depresión en situaciones de maltrato específicas. Lo que es muy importante de considerar tanto para su tratamiento como para su prevención.

En la adolescencia a la hora de analizar la morbilidad y la mortalidad, nos encontramos con cifras elevadas de intentos suicidas y que el suicidio ocupa el tercer lugar en la mortalidad general de l0 a 24 años, pero el segundo lugar de 15 a 24 años, sólo superado por los accidentes, en la mayoría de los países que muestran sus estadísticas cada año.

Por depresión entendemos descenso en el estado anímico, disminución de la energía vital y reducción de la actividad. Disminuye la autoestima, hay falta de confianza, pérdida del apetito, pérdida del sueño, disminución de las necesidades sexuales e ideaciones suicidas.

Desarrollo

La depresión es un trastorno mental caracterizado por sentimientos de inutilidad, culpa, tristeza, indefinición y desesperanza profunda.

La depresión patológica está determinada por una tristeza sin razón aparente que la justifique y además, grave y persistente. Puede aparecer acompañada de varios síntomas concomitantes, incluidas las perturbaciones del sueño y de la comida, la pérdida de iniciativa, el auto castigo, el abandono, la inactividad y la incapacidad para el placer, incapacidad para concentrarse o tomar decisiones, energía decaída, sentimientos de inutilidad, culpa y desesperación, desprecio de uno mismo, disminución del interés sexual, ideas recurrentes de suicidio, muerte, ataques de llanto. Afecta a hombres y mujeres, y las personas en ciertos períodos del ciclo vital parecen ser las más afectadas.

Niños propensos a la depresión:

Los niños que viven con mucha tensión, que han experimentado una pérdida importante o que tienen desórdenes de la atención, del aprendizaje o de la conducta corren mayor riesgo de sufrir depresión.

Dos son los factores de riesgo más destacados en esta patología. En primer término está el que tiende a presentarse en determinadas familias. Y en segundo término, la existencia de situaciones de maltrato, que fundamentalmente afectan la seguridad por respaldo social.

Previo a las indicaciones respectivas, es necesario considerar las principales y más frecuentes situaciones de maltrato que se encuentran en la base de las depresiones infantiles:

Las situaciones de pérdida específicas

  • de personas (duelos y separación).

  • de animales

  • de cosas (juguetes, computadores, etc.)

Pérdida directa de la seguridad por respaldo social

  • en relación a personas individuales

  • rechazo y expulsión de grupos

Deterioro de la autoestima.

  • En ambientes académicos

  • En círculo de amistades

  • En el seno de la familia (el niño malo, peleador, flojo…).

¿Por qué se produce la depresión infantil?

Existen varios aspectos:

  • Conductual: porque hayan ocurrido acontecimientos negativos en la vida del niño o ausencia de refuerzos.

  • Cognitivo: cuando el niño ha tenido experiencia de fracasos, juicios negativos o indefensión aprendida entre otros.

  • Psicodinámico: si ha existido pérdida de autoestima o pérdida del objeto bueno.

  • Biológico: si existe una disfunción del sistema neuroendocrino, disminución de la actividad de la serotonina y por efecto de la herencia.

De todos estos factores se produciría una conducta desajustada cuando interaccionan varios de ellos. En la familia el niño va a desarrollar los elementos básicos para su vida futura: el lenguaje, motivaciones, hábitos, etc.

En principio, el apego del niño a la madre es fundamental en su desarrollo personal y social.

Los apegos inseguros se han relacionado con todo tipo de problemas de conducta y con la depresión. También es fundamental las buenas relaciones del niño con sus padres así como el puesto que ocupa entre los hermanos. Se sabe que la posición intermedia es la más vulnerable.

Es importante que los padres construyan de manera adecuada la autoestima en los niños así como incentivar la capacidad de afrontar problemas y manejar la frustración.

Cuadro clínico de la depresión en niños y adolescentes:

– Tristeza persistente, lloriqueo y llanto excesivo

– Pensamientos o expresiones suicidas o actuaciones autodestructivas.

– Desesperanza

– Aburrimiento persistente y falta de energía.

– Pérdida de interés en sus actividades favoritas; o incapacidad para disfrutar de ellas.

 - Alteración notoria en los patrones de comer y de dormir

– Quejas frecuentes de enfermedades físicas, p. ej. Dolor de cabeza o de estómago

– Concentración deficiente.

– Deterioro en los estudios y ausencias frecuentes de la escuela.

– Aislamiento social, comunicación pobre.

– Problemas para relacionarse acrecentados.

– Hablar de o tratar de escaparse de la casa.

– Ataques de rabia u hostilidad persistente.

– Baja autoestima y sentimientos de culpabilidad

– Alta sensibilidad al fracaso y al rechazo.

 Es así como niños y adolescentes deprimidos pueden mostrar cambios en su modo de ser habitual. Aquel que era muy sociable pasa a estar solo la mayor parte del tiempo. O pierde interés por todo. Y las cosas de que gustaba dejan de agradarlo. Igualmente, en ocasiones los niños y adolescentes deprimidos se refieren a que quisieran estar muertos o pueden hablar del suicidio. También, tratando de sentirse mejor pueden recurrir al alcohol u otras drogas.

Por otra parte y paradojalmente, sucede con cierta frecuencia que se portan mal en la casa y en la escuela sin que nadie se dé cuenta de que están sufriendo de depresión porque eventualmente no parecen estar tristes. Entonces, para los padres y los maestros se trata simplemente de mala conducta. Aunque, algunas veces ellos admiten que están tristes o que son infelices (evidentemente en confidencias con quienes tienen confianza).

Es entonces, importante el que los padres y los adultos relacionados con el niño conozcan esta sintomatología, lo que indudablemente da la posibilidad de una intervención precoz, con todas las ventajas que ésta conlleva.

Pautas para el diagnostico:

  • Se manifiesta a través de cambios de conducta y en los aprendizajes.

  • Estado de tristeza mantenido por un tiempo prolongado.

  • El sujeto se muestra aislado en los diferentes contextos.

  • Perdida de interés en las actividades favoritas.

  • Rabietas sin causa aparente.

  • Sentimientos de culpabilidad.

  • Autoestima baja.

  • Alteración en los hábitos alimenticios y los estados de sueño.

  • Ideaciones y actos suicidas

TratamientoEl tratamiento ha de ser abordado por profesionales de la salud, psiquiatras o psicólogos y los métodos son diversos según los casos. Si estamos ante un episodio agudo de depresión o un periodo de progresivo deterioro, estará indicada la hospitalización. En depresiones graves puede incluirse el uso de la terapia convulsiva.Suelen emplearse 3 tipos de terapia:

  • Psicopatía: De orientación psicoanalítica y existencial a depresiones reactivas, psicóticas de intensidad moderada y a psicosis con intervalos de síntomas.

  • Farmacoterapia: En depresiones moderadamente severas

  • Electrochoque: En la melancolía de la involución.

El tratamiento médico con medicación es siempre adecuado, alivia sufrimientos innecesarios. Al igual que la psicoterapia de apoyo que ayuda al enfermo a desahogarse e identificar y asimilar los eventos de su vivencia. Las personas desarrollan defensas para afrontar y superar las depresiones leves que se originan por las frustraciones cotidianas.

No se debe acusar a la persona deprimida de aparentar enfermedades o flojera ni esperar que salga inmediatamente de la depresión. Con el tratamiento adecuado mejorara en 2 o 3 semanas. La ansiedad hace a las personas trabajar cuando es funcional; cuando es disfuncional, las paraliza y solo cuando altera sus vidas acuden al médico; aunque con la depresión se vuelen más sensibles, receptivos, crecen y entienden más la vida.

Antidepresivos:Los estimuladores introducidos en los años `30, no resultaron útiles en los tratamientos de los estados depresivos graves. Para llenar el vacío de la farmacología de los trastornos mentales de tipo depresivo, se elaboraron a los pocos años, drogas antipsicosomáticas (tranquilizantes mayores), otro tipo de sustancias psicoactivas:

Las drogas antidepresivas que pueden dividirse en dos: las inhibidores de la monoaminoxidasa y las que no la inhiben o antidepresivos tricíclicos.

La monoaminoxidasa es una enzima que degrada las neurohormonas, que en el cerebro se relacionan con estados emocionales.

Las sustancias químicas que inhiben la enzima ya mencionada y permiten que aumente el nivel cerebral de noradrenalina y serotosina, pueden reducir la duración de una depresión de varios meses o años a un periodo de 3 o 4 semanas.Existen otras sustancias que no inhiben ninguna enzima, pero muestran un estrecho parecido químico con las fenotiacinas y que resultan igualmente eficaces en los tratamientos de los casos graves de depresión.

Son aun incompletos nuestros conocimientos relativos al tipo de antidepresivos que resultan específicamente indicados para las diversas formas de depresión. A pesar de ello, la farmacoterapia antidepresiva ha representado un avance en el campo de la psiquiatría, ya que las drogas antidepresivas resultan eficaces en un 60% de los casos. Estas tardan de una a tres semanas en ejercer su acción terapéutica.Algunas producen, además, efectos estimuladores.

Los inhibidores de la monoaminoxidasa, tienden a provocar una ligera euforia; mientras que los antidepresivos tricíclicos que no inhiben a la monoaminxidasa, se limitan a eliminar los síntomas depresivos.

A veces los antidepresivos producen efectos secundarios, sobre todo los inhibidores de la monoamonoxidasa. Aquellos que resultan eficaces pueden potenciar síntomas psicoticos, como por Ej. Alucinaciones, ideas delirantes y estados sicóticos de carácter tóxico.

Suicidio en la infancia y la adolescencia

El suicidio es uno de los problemas más complejos con que nos encontramos en la infancia y la adolescencia, es particularmente trágico tanto por el enorme distress emocional asociado, las repercusiones en el entorno, los años potenciales de vida perdidos, como por la necesidad de establecer actuaciones de tipo preventivo, para lo que es importante intentar establecer cuál es el perfil tipo del suicida y cuáles son los factores de riesgo más importantes o determinantes en la consecución del suicidio.

Hasta los cinco años el niño vive la muerte como una separación de algo que él quiere o como un hecho temporal: duerme, está de viaje. De los cinco a los nueve años podemos hipotetizar la existencia de un concepto de muerte real y otro fantaseado. Así pues, hasta los nueve años ni la muerte ni el suicidio suponen un final definitivo. El muerto para el niño es alguien que no está, pero volverá, y, al ver que no regresa, puede despertar en el pequeño deseos de un reencuentro. Puede que no sea sólo el deseo de recuperar lo que se ha ido, sino el deseo de retener, castigar a los que le hacen daño.

El suicidio en la infancia y en la adolescencia puede ser un problema a nivel escolar provocado por el tema del fracaso académico.

En cuanto al suicidio consumado, los varones se suelen suicidar más que las mujeres. Los hombres utilizan métodos violentos tales como armas blancas, ahorcamiento, armas de fuego, etc. Las mujeres prefieren métodos menos duros como la intoxicación por sustancias o el envenenamiento por gas.

Numerosos investigadores señalan que entre las mujeres de cierta edad los actos suicidas son más impulsivos que reflexivos, y en algunas ocasiones tienen una intención chantajista.

Definición

Es el acto humano de autolesionarse con la intención de acabar con la propia existencia e implica una variedad de estados y motivaciones que, a veces, pueden ser conscientes o inconscientes. El adolescente actúa de forma impulsiva, después de una contrariedad, siente una angustia insoportable y pretende escapar mediante el suicidio, reclamar apoyo o castigar a sus padres. La conducta suicida sería el resultado de la interacción dinámica entre la personalidad del paciente, su estado afectivo y las circunstancias sociales.

Podemos señalar la siguiente clasificación de la conducta suicida:

  • IDEAS SUICIDAS: se refiere comúnmente a cogniciones que pueden variar desde pensamientos fugaces de que la vida no vale la pena vivirse, pasando por planes muy explícitos y bien meditados para matarse, hasta una intensa preocupación con imaginaciones autodestructivas.

  • PARASUICIDIO O TENTATIVA DE SUICIDIO: el término parasuicidio ha sido utilizado para definir conductas que pueden variar desde lo que algunas veces se llama gestos suicidas o intentos manipulativos, hasta intentos serios pero con resultados no totales, que pretenden causar o realmente causan daño a sí mismo o que, sin la intervención de otros habría sido así; o bien, ingerir una sustancia en exceso de la dosis generalmente reconocida o prescrita a nivel terapéutico.

  • SUCIDIO CONSUMADO: hace referencia comúnmente a cualquier muerte que sea el resultado directo o indirecto de un acto positivo o negativo llevado a cabo por la víctima, en el cual él o ella sabe o cree que producirá este resultado. Esta definición implica, por supuesto, primero, que el término suicidio se aplicaría sólo en caso de muerte; segundo, aceptar un riesgo que conduce a la muerte: si la secuencia causal indirecta puede ser especificada y fue intencionada, es suicidio; tercero, la conducta autodestructiva a veces se refiere como "erosión "suicida, tal como las huelgas de hambre o el rechazo a tomar una medicación vital; si la muerte es el resultado final, debería ser considerada también suicida.

Etiología

Factores Biológicos:

Según estudios neuroquímicos en adultos se han encontrado evidencias de alteraciones serotoninérgicas (Mann et al. 1986) en pacientes suicidas, aunque no se ha podido establecer la relación exacta entre la disminución de la actividad serotoninérgica y el suicidio.

Hay estudios que establecen que para que ocurra el suicidio debe darse, por un lado la alteración serotoninérgica y por otra el diagnóstico de enfermedad psiquiátrica: depresión, esquizofrenia o alteración de la personalidad (Stanley et al. 1989).

Otros como Arango et al. (1990), en cambio, postulan que los cambios en la función serotoninérgica puede que no estén específicamente asociados con el comportamiento suicida pero sí con características más generales como la impulsividad o el umbral para la violencia. Lo que sí parece claro es que existe este efecto en todos los grupos de edad.

Factores familiares:

La violencia familiar y los maltratos físicos o sexuales se han asociado tanto a tentativas como a suicidios consumados, y pueden actuar tanto como factor de riesgo distal como proximal. (Briere y Zaidi 1989, Wilde et al. 1991)

El entorno familiar desestructurado definido como separación, divorcio, viudedad o violencia familiar también se ha asociado al suicidio infantil y juvenil. Hay muchos factores de riesgo biológicos y del entorno que están interrelacionados: familias con altos porcentajes de alteraciones mentales, de consumo de sustancias o de enfermedad mental tienen mayor probabilidad de ser disfuncionales, desorganizadas, violentas y abusivas, y por tanto, detener un riesgo incrementado en niños y adolescentes.

Abuso de sustancias:

Es uno de los factores más importantes en el suicidio juvenil y puede actuar tanto como factor distal como proximal. Se asocia a una mayor frecuencia y repetición de la tentativa de suicidio, con tentativas médicamente más letales y con niveles más altos de ideación suicida (Crumley 1990).

En la mayoría de los casos se encuentra el abuso de varias sustancias a la vez, frecuentemente el alcohol asociado a cocaína y/o marihuana (Fowler et al 1986, Marzuk et al. 1992, Garrison et al. 1993).

Factores situacionales.

Los estresores que se identifican con mayor frecuencia en los suicidios en jóvenes son las pérdidas o conflictos interpersonales, los conflictos económicos y los problemas legales (Rich et al.1988)

La probabilidad de suicidio aumenta al incrementarse el número de factores de riesgo y su ocurrencia. Los factores de riesgo centrales tanto para el suicidio como para el comportamiento suicida son las alteraciones mentales y las conductas adictivas (Rich et al. 1986, Brent et al. 1987. Runeson 1989).

La enfermedad psiquiátrica es el factor de riesgo de mayor peso asociado a la tentativa de suicidio en todas las edades (Brent et al 1988, Moscicki et al 1988, Andrews y Lewinson 1992). Las alteraciones que se encuentran con mayor frecuencia en los estudios sobre suicidio consumado en la adolescencia son los trastornos afectivos, trastornos de conducta, personalidad antisocial y abuso de sustancias (Rich et al.1986, Brent et al.1988, Shaffer 1988)

Factores desencadenantes

Entre los trastornos que pueden desencadenar el intento suicida se destacan en primer lugar, los trastornos del humor distímicos, la esquizofrenia, los trastornos de conducta, de adaptación y de ansiedad, el retraso mental y los trastornos incipientes de la personalidad.

Tratamiento

Está encaminado a la promoción de salud, que debe ser realizada por los profesionales de Salud Pública, los familiares, los maestros y los propios adolescentes. Además:

– Promover estilos de vida más saludables, sin hábitos tóxicos, con una sexualidad responsable, prácticas de deporte y desarrollo de otros intereses en el tiempo libre.

– Brindar protección específica y dispensarizar a los grupos de riesgo.

– Realizar diagnóstico precoz, y tratamiento oportuno y adecuado.

Ayuda psicológica

Cualquier persona, sea profesional de la Salud o no, puede brindar ayuda a un adolescente en crisis. Los amigos, los vecinos, los maestros, entre otros, pueden brindar su apoyo. Lo más importante es escuchar con atención al adolescente en crisis y facilitar su desahogo, demostrarle comprensión y que se aprecia lo difícil de su situación, al mismo tiempo que se le ayuda a encontrar soluciones diferentes del suicidio, si es que manifestó esta idea. Preguntar directamente sobre el comportamiento suicida, nos permite evaluar la gravedad de la crisis. Nunca se le debe abandonar ni hacerlo objeto de burla si está en crisis, hasta lograr que se dirija a un servicio de salud para recibir atención especializada.

En la ayuda psicológica es importante establecer un primer contacto en el cual se refleje aceptación, lo que permitirá conocer la dimensión del problema y evaluar el peligro suicida, para poder asumir una conducta responsable y oportuna.

De acuerdo con la gravedad de los síntomas, la intensidad y planificación de las ideas suicida, el paciente debe ser remitido a un servicio especializado.

 

 

Autor:

Dalena Caridad Hernández Urbay

(Lic. en Psicología)

Gernier Rojas Carrazana

(Dr. en Medicina)

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