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"El señor presidente" en opinión de contemporáneos de Miguel Ángel Asturias Rosales (página 4)




Enviado por Ariel Batres V.



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la cual Cara de Ángel se llama a sí mismo «sexo de moco de chompipe» (pág. 150); 111 y otro
ejemplo está en la frase donde se aplica una palabra despectiva a los indios, que dice: «Eso era
lo único que nos faltaba, ishtos que allí andan que parecen chinos de tan secos, con los codos
de fuera y los pantalones comidos del fundillo». 112
Miguel Ángel Asturias es escritor de aguda sensibilidad, con un sentido matemático del
ritmo, y es adicto a usar figuras retóricas que consisten en imitar con el nombre dado a una
cosa el sonido que ella produce, o el de la voz que forma. En este aspecto de su estilo nos
recuerda mucho al famoso poeta Edgar Allan Poe. Esa tendencia se encuentra en las primeras
líneas de su novela en que aparece lo siguiente: «Alumbra, lumbre de alumbre sobre la
podredumbre, Luzbel de piedra lumbre. Como zumbido de oídos persistía el rumor de las
campanas a la oración, maldoblestar de la luz en la sombra, de la sombra en la luz». 113
Esta forma de escribir se encuentra en todas partes de la novela. En la descripción del
último viaje de Cara de Ángel desde la capital al Puerto de San José, dice así: «Entrecerró 114 los
ojos para guardar mejor lo que pensaba. Al paso del tren los campos cobraban movimiento y
echaban a correr como chiquillos uno tras otro, uno tras otro, uno tras otro, árboles, casas,
puentes…, uno tras otro, uno tras otro, uno tras otro… la casa perseguía al árbol, el árbol a la
cerca, la cerca al puente, el puente al camino, el camino al río, el río a la montaña, la montaña a
la nube, la nube a la siembra, la siembra al labriego, el labriego al animal… Cara de Ángel
abandonó la cabeza en el respaldo del asiento de junco».
Para dar impresión de falta absoluta de esperanza, describe con mucha repetición los
movimientos lentos de la sirvienta del Auditor de guerra así: «Transcurridos unos momentos
volvió la vieja, siempre arrastrando los pies, con una carta»; y esta misma frase se vuelve a
repetir varias veces más, en menos de una página (138-139) 115 y lo mismo aparece refiriéndose
a la misma sirvienta cien páginas más adelante en donde dice: «Y salió con el papel
arrastrando los pies uno tras otro, uno tras otro, entre el ruido de la nagua». 116 Todas estas
111
Exactamente en la primera línea de página 150 en la edición original de 1946. Ver Capítulo XXI, “Vuelta
en redondo”. Quate escribe equivocadamente “redonda”.
112
En Capítulo XIII, “Capturas”.
113
Capítulo I, “En el portal del Señor”.
114
Corregido como aparece. El autor copió “Entrecierro”, pero en capítulo XXXVIII “El viaje”, en la novela
El Señor Presidente, lo que se lee es “Entrecerró”.
115
Se trata del capítulo XIX, “Las cuentas y el chocolate”. Los números de página corresponden a la edición
de 1946.
116
Se ubica en el capítulo XXXIII, “Los puntos sobre las íes”. Al estudiante que escribe el presente artículo se
le escapó señalar que la frase “arrastrando los pies” se encuentra también en capítulos XXVI, “Torbellino”; y,
XL, “Gallina ciega”.

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repeticiones no fueron por inadvertencia del autor sino muy intencionadas para impresionar al
lector. La actitud de esta sirvienta viene de mucha experiencia en la casa del Auditor de guerra,
uno de los instrumentos más feroces del Señor Presidente. Esto lo puede apreciar el lector
cuando el Auditor le censura a la sirvienta así: «demasiado te he dicho que me disgusta que
congeniéis con toda la gente. No hay que dar esperanzas. ¿Cuándo entenderás que no hay que
dar esperanzas? En mi casa lo primero, lo que todos debemos saber, hasta el gato, es que no se
dan esperanzas de ninguna especie a nadie. En estos puestos se mantiene uno porque hace lo
que le ordenan 117 y la regla de conducta del Señor Presidente es no dar esperanzas y
pisotearlos y zurrarse en todos porque sí. Cuando venga esa señora le devolvés su papelito bien
doblado y que no hay tal saber dónde está enterrado… (su marido)». 118
Y por caminos como éstos el lector llega a entender que esta novela no es simplemente
descripción de las angustias de unos mendigos y de un favorito del Presidente que se enamoró
de la hija de un enemigo de él, sino es un retrato del ambiente del miedo en que vive toda la
gente gobernada por un dictador.
Como he dicho antes, El Señor Presidente es una novela típicamente hispanoamericana, y
tiene orientación política y sociológica. Los delirios, sufrimientos de los caracteres del libro,
son nada más que un símbolo de la angustia de un pueblo llorando bajo la maldición de la
tiranía. 119
Eso prueba que el libro es puramente de ambiente hispanoamericano y que hay en él
muy pocas referencias a cosas europeas y que tales referencias limitadas exhiben un evidente
sarcasmo y desprecio como se puede notar en la frase donde Cara de Ángel le dijo al
Presidente: «Usted sería el hombre ideal para guiar los destinos del gran pueblo de Gambetta y
Víctor Hugo». 120 Sin embargo el autor no puede negar completamente las influencias que
Francia ha impuesto sobre América desde los días de la independencia. Las ideas de libertad
formuladas en Francia están bien grabadas en los corazones de los hispanoamericanos que casi
117
En cumplimiento a Las cuatro raíces del servilismo, a que se refería Juan José Arévalo en 1936.
118
Capítulo XXXIII, “Los puntos sobre las íes”.
119
“En El señor Presidente, Asturias recoge y convierte en obra de arte el dolor, la amargura, el sufrimiento
de un pueblo oprimido. Capta con voz estremecida el ámbito opresivo y tenebroso.” Albizúrez Palma,
Francisco; Para comprender “El Señor Presidente”. 2da. Edición revisada. Guatemala : Editorial Cultura,
MinisteriodeCulturayDeportes, 1998[1972]. Página 35.
120
Ver Capítulo VI, “La cabeza de un general”.

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todos, hasta los campesinos analfabetas, saben algo de esta filosofía, de modo que no es
extraño oír a un hombre gritar antes de su muerte: «Viva Francia». 121
La influencia de la cultura indígena de tiempos precolombinos aparece más fuerte en
los últimos párrafos del capítulo titulado El baile de Tohil, creador del Fuego, que les
revolviera el ocote encendido de la luz. «Tohil llegó cabalgando un río de pecho de paloma que
se deslizaba como leche. Los venados corrían para que no se detuviera el agua, venados de
cuernos más finos que la lluvia y paticas que acababan en aire aconsejado por arenas pajareras.
Las aves volaban para que no se detuviera el reflejo nadador del agua. Aves de huesos más
finos que sus plumas…» 122
Casi todos los escritores hispanoamericanos son sumamente conscientes de la lucha del
hombre contra las fuerzas de la naturaleza, y el señor Miguel Ángel Asturias no es excepción a
esta regla, porque la fuerza de la naturaleza asoma en varias partes de su novela. En el primer
capítulo dice: «Dolía la atmósfera como cuando va a temblar» y más adelante: «Un viento
extraño corría por la planicie de su silencio. Una vegetación salvaje alzábase con sed de
pestañas sin llanto, esa sed de los cactus espinosos, esa sed de los árboles que no mitiga el agua
del cielo»; y en el capítulo llamado Camino al destierro, dice: «Salieron de la cabaña sin apagar
el fuego. Camino abierto a machetazos en la selva. Adelante se perdían las huellas de un tigre.
Sombra. Luz. Sombra. Luz. Costura de hojas. Atrás vieron arder la cabaña como un meteoro.
Mediodía. Nubes inmóviles. Árboles inmóviles. Desesperación. Ceguera blanca. Piedras y más
piedras. Insectos. Osamentas limpias, calientes, como ropa interior recién aplanchada.
Fermentos. Revuelo de pájaros aturdidos. Agua con sed. Trópico. Variación sin horas, igual el
calor, igual siempre, siempre…» (página 199). 123 Y más adelante en el mismo capítulo dice: «Ni
las fieras se atrevían por donde ellos pasaban…» (página 206).
El lector de este libro hace bien en acercárcele en espíritu de estudiante de los
problemas sociales y políticos; pero si quiere solamente divertirse no verá el verdadero sentido
en él. Le ha tocado a Miguel Ángel Asturias la suerte de escribir la historia de una de las épocas
más desconsoladoras de la historia de Guatemala. Pero el lector tiene que recordar que esta
novela describe solamente uno de los capítulos de la historia guatemalteca y que las novelas de
hoy en el futuro serán mucho más alentadoras. La novela El Señor Presidente, puede ser uno de
121
En Capítulo II, “La muerte del Mosco”, no es este quien grita “Viva Francia”, sino el mendigo
“Patahueca”, quien también se encuentra en la bartolina, junto con el estudiante y el sacristán que ya estaban
antes.
122
Capítulo XXXVII, “El baile de Tohil”.
123
Capítulo XXVII, “Camino al destierro”.

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los factores que influyan en la mente humana hacia el camino de un futuro de prosperidad y
cooperación social, basada en el espíritu de justicia y libertad personal.” 124
NOTA:
El autor del artículo precedente fue identificado por El Imparcial como “GRAHAM S.
QUATE, estudiante en la escuela de verano, de la facultad de humanidades de la universidad
de San Carlos, del Curso de literatura hispanoamericana a cargo del profesor Fernando de
León Porras”.
Al ser solamente descrito como “estudiante”, se podría pensar en un alumno común y
corriente en la USAC, y que quizá había presentado su trabajo al profesor Fernando de León
Porras y este para estimularlo lo envió al periódico El Imparcial. Sin embargo, Graham
Sheppard Quate no era el típico estudiante ni tampoco un jovencito, ya que ingresó al curso
como profesional y hombre maduro de 57 años, con estudios secundarios en el Baker High
School, graduándose de ingeniero forestal en la University of Mexico en 1941. 125 Previo a
llegar a Guatemala en el verano de 1947, se desempeñó como guarda forestal (1920-1925);
ingeniero (1927-1933); ingeniero de planificación en el U.S. Forest Service (1933.1934);
ingeniero agrícola (1934-1935); conservacionista estatal para Utah (1935-1942);
Conservacionista de suelos en Office of the Coordinator of Inter-Am; y, Profesor particular de
idioma español (1943-1944). 126
Se le reputaba como experto en asuntos agrícolas; en 1947 laboraba como Agregado
Agrícola en la embajada norteamericana en Guatemala y por tanto sostenía reuniones de
trabajo y de asesoramiento con el ministro de agricultura Sr. Roberto Guirola, 127 siendo
124
Quate, Graham S.; Opina un estudiante norteamericano. Comentario sobre la novela El Señor Presidente
de Miguel Ángel Asturias. Guatemala : El Imparcial, sábado 30 de agosto de 1947. Página 3.
125
Nació el 4 de abril de 1890 en San Diego, California.
United States. Congress; Congressional Record: Proceedings and Debates of the 81th Congress. Volume 94,
Part 2. U.S. Government Printing Office, 1948. Página 2154.
126
United States. Foreign Agricultural Service, United States, et. al.; The Biographic Register of the
Department of State. Department of State publication. Volume 55 of Department of State publication:
Department and Foreign Service series. Página 358.
127
United States Department of the Interior, Fish and Wildlife Service. A Fish and Wildlife Survey of
Guatemala. Special Scientific Report – Wildlife No, 5. Washington, D. C. June 1950. Página 2. Disponible en
www.nativefishlab.net/library/textpdf/20529.pdf.

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embajador el Sr. Edwin J. Kyle. 128 Durante su corta estancia en el país seguramente quiso
aprovechar para ampliar conocimientos, inscribiéndose en el Curso de literatura
hispanoamericana de la USAC, en la recientemente abierta Facultad de Humanidades, pues
apenas tenía dos años de haber sido inaugurada por el presidente Juan José Arévalo, siendo su
primer decano el abogado José Rölz Bennet, el que en 1947 continuaba en el cargo. 129
Y si alguien se pregunta por qué no se inscribió en la Facultad de Agronomía de la
Universidad de San Carlos de Guatemala para recibir cursos de su especialidad, es porque la
misma aún no existía. Fue fundada hasta el 14 de junio de 1950.
Algunas de las investigaciones de Quate en materia agrícola, realizadas en Guatemala,
las desarrolló como miembro de la Embajada de Estados Unidos, en calidad de American
Agricultural Attache (Agregado Agrícola), siendo su secretaria la señorita Josefina Wilson. 130
Antes de llegar a Guatemala desempeñó igual cargo en El Salvador, durante el período 1945-
1947. 131
Según se desprende de la información revisada, Graham Sheppard Quate solo estuvo
en Guatemala durante el verano de 1947, posiblemente a partir de marzo, siendo trasladado el
14 de diciembre de 1947, siempre en calidad de Agregado Agrícola, a la embajada de los
Estados Unidos en Honduras. 132
Un trabajo suyo, de 1947, aparece citado en la tesis para obtener el grado de Magister
Agriculture de Hernán García Llosa, Valor comparativo de las hojas de banano, puntas de caña de azúcar
128
Recordado por su papel poco ortodoxo en las relaciones de Estados Unidos con Guatemala. Véase:
Immerman, Richard H.; La CIA en Guatemala: La política exterior de la intervención. [The CIA in
Guatemala: The Foreign Policy of Intervention]. Austin : University of Texas Press, 1982. Página 211.
En su interesante contenido trata los temas siguientes: Truman, Eisenhower, y la Guerra Fría en América
Latina; El subdesarrollo, la represión, y la revolución; Los gobiernos revolucionarios: el comunismo o el
nacionalismo?; La vista desde el norte; De Truman a Eisenhower: el camino a la intervención; Proyecto
PBSUCCESS: la preparación; Proyecto PBSUCCESS: el golpe; Proyecto PBSUCCESS: el legado.
129
El Imparcial; Primera piedra de una facultad [de Humanidades]. Guatemala : lunes 17 de septiembre de
1945. Página 3.
El Imparcial; Mañana empiezan a hablar los humanistas. Solemnemente ábrese hoy la Facultad. Guatemala :
lunes 17 de septiembre de 1945. Página 1. El Imparcial; Aspectos inaugurales de la Facultad de
Humanidades. Guatemala : martes 18 de septiembre de 1945. Página 1.
130
United States Department of the Interior, Fish and Wildlife Service. A Fish and Wildlife Survey of
Guatemala. Op. Cit., página 3.
131
Photographs of Agricultural Activities in Latin America and Thailand, 1942–1949.
https://research.archives.gov/id/533794.
132
United States. Dept. of State; Foreign Service List, United States. Dept. of State. Its: Publication. Publisher
U.S. Government Printing Office, 1949. Passim.

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y pasto elefante para producción de leche (Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas –IICA –,
Turrialba, Costa Rica. Septiembre de 1950), quien incluye en bibliografía:
“Quate, Graham S. Beef production in Guatemala. Agriculture in the Americas
7:103-106. 1947.”
En otras fuentes se indica que efectuó investigaciones agrícolas en la United Fruit
Company –UFCo – en Tiquisate, Guatemala, así como en Thailand’s Royal Irrigation
Departament, anotando nombres de otros trabajos suyos, como por ejemplo:
Thailand, Lac Industry, 1949 y otros, donde hace comparaciones entre Burma y
Guatemala. Report by Graham S. Quate, United States Embassy, Guatemala. 1949.
En su haber investigativo también figuran:
Grass Oil from Guatemala. U.S. Department of Commerce, 1946. Foreign Commerce
Weekly, Volumes 24-25. 133
[Coautor] United States Government Publications Monthly Catalog, Issues 636-674.
Economic review of Guatemala in 1946; based on report prepared jointly by Norman G. Stines,
Ernest V. Siracusa, W. Charles Bridgett, and Graham S. Quate, and arranged for publication in
American Republics Division. U.S. Government Printing Office, 1948. Página 304. 134
Beef production in Guatemala, Agriculture In the Americas, Vol. VII, August-September
1947, Nos, 8-9.
Los siguientes, publicados en United States Department Of Agriculture. Office of
Foreign Agricultural Relations, Foreign Agriculture:
Guatemalan Airlift. Cacao Center at Turrialba. Volume XII, 1948.
Experiment In Low-Cost Food Production Guatemala (1947). Volume XIII, 1949.
Experiment in low-cost, Guatemala (1945). Volume XIII, 1949.
An Experiment in Low-Cost Food Production, Guatemala. Volume XIII, febrero 1949. 135
133
https://books.google.com.gt/books?id=okYiAQAAMAAJ&dq=GRAHAM+S.+QUATE+guatemala+1947
&focus=searchwithinvolume&q=GRAHAM+S.+QUATE.
134
https://books.google.com.gt/books?id=s8RBAQAAIAAJ&dq=GRAHAM+S.+QUATE+guatemala+1947&
focus=searchwithinvolume&q=GRAHAM+S.+QUATE
135
Para los trabajos citados, véase:
https://archive.org/stream/foreignagricultu13unit_0/foreignagricultu13unit_0_djvu.txt;
https://archive.org/stream/foreignagricultu12unit_0/foreignagricultu12unit_0_djvu.txt;
https://books.google.com.gt/books?id=sxj0AAAAMAAJ&dq=GRAHAM+S.+QUATE+guatemala+1947&fo
cus=searchwithinvolume&q=burma;

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Por lo visto la calidad de sus investigaciones fue tal, que aparece citado como autoridad
en el tema del ganado vacuno y el arroz, por la Comisión Económica para América Latina
(CEPAL), la que en su estudio El desarrollo económico de Guatemala (1951) ofrece dos referencias
sobre los trabajos del “estudiante”, al indicar:
«La zona ganadera del país experimenta un período de sequía que dura de
noviembre a abril. Durante ese período el ganado pierde parte de su peso, de modo que
después de cada temporada parte del alimento lo utiliza en recuperar su peso original.
“El vacuno se mantiene hasta 4 o 5 años antes de entrarlo a las zonas de engorda, y aún
a esta avanzada edad no pesa más de 600 libras. Los vacunos importados pesan todavía
menos y por sus pobres condiciones se necesitan de 10 a 18 meses para
engordarlos”.1/[…]
1/
VII, August-September 1947, Nos, 8-9, página 104.» 136
En cuanto al arroz, la CEPAL presenta los índices del volumen estimado de la
producción agropecuaria y los promedios de producción para el período 1945-1949,
explicando que:
«Los datos de producción de arroz se obtuvieron de las publicaciones del Instituto
Internacional de Agricultura de Roma para 1925-1929 y de un estudio de Graham S.
Quate, reproducido por el Instituto de Fomento, para 1945-1949.» 137
https://books.google.com.gt/books?id=kPwnAAAAMAAJ&q=GRAHAM+S.+QUATE+guatemala+1947&dq
=GRAHAM+S.+QUATE+guatemala+1947&hl=es-
419&sa=X&ved=0ahUKEwiku4DCl47OAhWLmR4KHSd6CKsQ6AEIKTAC; y,
www.nativefishlab.net/library/textpdf/20529.pdf.
136
Comisión Económica para América Latina; El desarrollo económico de Guatemala. Cuarto Período de
Sesiones México, D. F. 28 de Mayo de 1951. GENERAL E/GN,12/218/Add,4 20 de Abril de 1951. Original:
Español. Página 29.
137
Idem., página 44.

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10. Noticias de Miguel Ángel Asturias. Por: Lenka Franulic, Chile. 6 de diciembre de
1947
“En la revista Ercilla, de Santiago de Chile, y en la página que redacta la poetisa Lenka
Franulic, leemos la siguiente nota sobre nuestro compatriota Miguel Ángel Asturias, en la
sección Del ambiente literario:
«Miguel Ángel Asturias, poeta, novelista y diplomático guatemalteco, uno de los
Grandes de la novela de este continente, de quien Paul Valéry dijo que era «uno de los
escritores más sustancialmente americanos», es huésped en Chile, en Michoacán, de la
hospitalaria casa de Pablo Neruda, que, juntamente con la de Victoria Ocampo en San Isidro
—Argentina—, 138 y la de Guillermo Valencia en Popayán —Colombia—, constituye la trilogía
residencial más famosa de nuestra América. Miguel Ángel Asturias ha sido nombrado adicto 139
cultural de su país en Buenos Aires. Entre sus obras figuran las famosas Leyendas de Guatemala y
su recia novela El Señor Presidente, punzante estudio del dictador criollo que los países de
América han tenido que soportar alternativamente. «Como en las puertas del Infierno, en este
libro acaba toda esperanza», dijo alguien de El Señor Presidente, 140 al que su autor pensó titular
primeramente Malevolge 141 y luego Tohil, hasta dejarse su título de definitivo y
continental.»”142
138
La escritora argentina Victoria Ocampo (1890-1979), de la mano con María Rosa Oliver (1898-1977), de
quien también se transcribe su opinión en páginas más adelante, fueron las fundadoras de la Revista Sur.
139
El nombre correcto del cargo diplomático fue el de Agregado Cultural.
140
“Abandonad toda esperanza, vosotros los que entráis.”, es la inscripción colocada en la puerta de ingreso al
infierno según La Divina Comedia de Dante Alighieri.
141
Debe decir “Malebolge”.
142
Revista Ercilla, Chile; Noticias de Miguel Ángel Asturias. Guatemala : El Imparcial, sábado 6 de diciembre
de 1947. Página 3.

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11. La novela de Asturias. El Señor Presidente. Por: Rogelio Sinán, Panamá. 29 de
diciembre de 1947
Rogelio Sinán, seudónimo del escritor panameño Bernardo Domínguez Alba (1902-1994).
“Por gentil cortesía de nuestro buen amigo Alfonso Orantes, (quien vivió entre
nosotros en representación de su país y realizó una magnífica labor de difusión cultural) 143
hemos tenido el agrado de leer la novela de Miguel Ángel Asturias intitulada El Señor Presidente,
en cuyas páginas, el autor de Leyendas de Guatemala, nos presenta con fuertes pinceladas, el
ambiente de angustia en que se vive bajo una dictadura.
Comenzó Miguel Ángel Asturias esta novela en diciembre del año 22, 144 en Guatemala;
la continuó en París en el año 1925; y acabó de escribirla el 8 de diciembre de 1932. La obra ha
requerido, pues, diez años de labor. Posiblemente la habría escrito en un año, de haberle sido
fácil dedicarse a ella debidamente y por completo. Pero los altibajos a que está sometida la
produción intelectual en nuestros países dificulta el proceso de la creación artística. A pesar de
todo ello no se notan en la obra discrepancias ni bruscas sacudidas. Los personajes de la novela
evolucionan dentro de espacio y tiempo limitado y giran todos, cual veleta sin norte, sobre un
solo pivote: la voluntad del amo.
No hace falta saber a qué tirano se refiere el autor. El hecho histórico que ha servido
de base al novelista pierde todo valor, desaparece dentro del gran crisol utilizado para fundir la
mezcla y transformarla en creación pura y eterna. El novelista no se toma el trabajo de
mencionar siquiera a Guatemala, de modo que el lector puede situar las peripecias de la obra
entre los límites que mejor le parezcan. En el arte no existen las fronteras. Y digo esto para
aquellas personas que entre nosotros están empecinadas en que debe existir un arte nacional.
En países mayores y de mayor tradición literaria que Panamá como Francia o Italia, sería un
absurdo clasificar las obras como se viene haciendo entre nosotros.
Pero volvamos al Señor Presidente, de Miguel Ángel Asturias. La atmósfera de pánico
lograda en ella desde el primer capítulo es, indudablemente, el mayor triunfo del autor.
Se abre la obra a la sombra de la Catedral, con una escena nocturna en el Portal del
Señor: cuadro trágico de miseria, en que el autor nos presenta a los mendigos y pordioseros
143
Alfonso Orantes (1898-1985), poeta guatemalteco. Embajador en Panamá (1947), Ecuador (1948),
Venezuela (1949) y Chile (1950). En el entierro del escultor Rafael Yela Günther (1888-1942) le
correspondió brindar la oración fúnebre y al final de la misma expresó: “¿Qué les da Guatemala a sus hijos?
El encierro, el destierro y el entierro.”
144
El año correcto de cuando inició fue en diciembre de 1923, pero en forma de cuento al que intituló Los
mendigos políticos; así lo indicó el propio Asturias.

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durmiendo, o, por lomenos, tratando de dormir, apiñados, maldiciendo, bufando,
revolcándose, riñendo unos con otros, insultándose, mordiéndose, y procurando ocultar como
ladrones el gran costal de sus riquezas: «desperdicios de carne, zapatos rotos, cabos de candela,
puños de arroz cocido envueltos en periódicos viejos, naranjas y guineos pasados». 145
Y de esa mezcolanza surge un crimen. Un idiota, furioso, arremete contra un famoso
coronel que, por chancearse, lo insulta. Tan brusco es el ataque y tan certeros los golpes, que el
otro queda inerte. El idiota huye. Y ese crimen casual sobre uno de sus favoritos, sirve al Señor
Presidente para tejer una madeja de intrigas y provocar el pánico entre las pobres víctimas
sometidas a él.
Se investiga el asunto. El auditor general, cruel e inhumano, despliega sus maneras más
convincentes de tortura para obligar a los mendigos a confesar que el coronel José Parrales
Sonriente fue asesinado, no como dicen ellos, por un idiota, sino por dos presuntos enemigos
del presidente: El general Canales y el licenciado Carvajal.
Y la cólera ciega del tirano cae sobre estos amigos en desgracia: sobre ellos y sobre
todas las personas que han tenido contacto con ellos.
La red enmarañada del espionaje envuelve entre sus hilos hasta a las más sencillas e
indefensas criaturas. Y el miedo es tan atroz, que hace olvidar hasta los lazos íntimos de
familia.
La cólera del amo sólo logran saciarla los esbirros a fuerza de atropellos y de
derramamiento de sangre.
La consigna es matar, atormentar, infundir pánico. Y se suceden crímenes tras crímenes
cada cual más horrendo. Hasta los mismos favoritos del amo caen aplastados bajo la
complicada maquinaria de intrigas que ellos mismos han ayudado a crear.
Lamento no poder extenderme, como he debido hacerlo, analizando con mayor
atención los diferentes aspectos de esta novela, pero por hoy prefiero no ocupar mucho
espacio para darle cabida a uno de los capítulos del libro. Desde luego quiero dejar sentado que
cuando esta obra de Miguel Ángel Asturias logre la difusión que ella requiere, la hemos de ver
parangonada a las mejores novelas escritas en la América, no porque ella presente problemas
nacionales de una determinada o supuesta región, sino porque ella busca lo universal,
característica esencial de la obra de arte.
ROGELIO SINÁN
—Tomado de Calle 6, Colón, Panamá.” 146
145
Capítulo I, “En el portal del Señor”.
146
Sinán, Rogelio; La novela de Asturias. El Señor Presidente. Guatemala : El Imparcial, lunes 29 de
diciembre de 1947. Página 3.

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12. «El señor presidente». Comentario argentino a la obra de Miguel Ángel Asturias.
Por: Salvador Echavarría, [México]. 18 de mayo de 1948
Aunque en el título se indica que se trata de un comentario argentino, quizá porque el artículo fue publicado
en Buenos Aires, procede señalar que el académico Salvador Echavarría nació en México (1900-1987), donde
fue miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua en representación de Guadalajara, Jalisco.
“¡Todo lo que me ha hecho sentir su poderosa, su pujante novela! Ni palabras tengo
para decir a Miguel Ángel Asturias por haberla escrito. En ella alienta toda la tragedia sentida
en el alma y sangre de nuestros pueblos; esa tragedia que se imaginan como una opereta los
extranjeros que nos contemplan. Ha dado este escritor guatemalteco a nuestras letras una obra
sin par; a mi entender una obra que debe figurar al lado de La Vorágine en nuestros anaqueles,
en nuestros manuales. La belleza del estilo me hizo pensar en Clemente Orozco, en Joyce, en
León Bloy. ¡Qué valor, qué claridad en la voz, qué denuedo en ese penetrar en las tinieblas, en
ese revolver inmundicias con mano en que se afirma el heroico desprendimiento del cirujano
palpando heridas purulentas y respirando sin náusea, hedor de podredumbre!
Asturias ha escrito un grande y noble libro y él lo sabe muy bien. Esta es la clase de
obras que necesita nuestra América. Toda la dignidad del escritor, y en general del artista
americano está en escribir obras como El Señor Presidente, que más que con la pluma, parecen
trazadas con espada vengadora y justiciera.
Entre otras joyas, me deleitó especialmente ese sondeo en el alma profunda de nuestra
raza que aparece en la página 278 («Una palpitación subterránea de reloj subterráneo que marca
horas fatales comenzaba para Cara de Ángel»). 147 En cada página encuentro hallazgos
visionarios y quisiera citar muchos. Basta citar la primera frase de obertura, de preludio
sinfónico (toda la obra tiene un carácter orquestal), «Alumbra lumbre de alumbre, Luzbel de
piedralumbre» 148 o «La calle rodaba como un río de huesos blancos bajo puentes de
sombra»,149 y tantas otras citas que podría hacer con sólo abrir el libro, pues las tengo
subrayadas, para mi futura fruición de relecturas.
Para terminar, un consejo a Miguel Ángel Asturias: su estilo es de lo que están hechos
para oírse. Tiene vibraciones que conmueven hasta la médula. Además su mensaje es de los
147
El número de página corresponde a la edición original de 1946. Ver Capítulo XXXVII, “El baile de Tohil”.
148
Capítulo I, “En el portal del Señor”.
149
Capítulo XXIV, “Luz para ciegos”.

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que deben dirigirse a las masas. ¿Por qué no escribe Asturias para el teatro? Si no lo ha hecho,
debía hacerlo. 150
SALVADOR ECHAVARRÍA
Buenos Aires, 1948.” 151
150
Antes y después de 1948 sí que lo hizo. Ver: Asturias, Miguel Ángel; Teatro. Miguel Ángel Asturias,
edición crítica. Lucrecia Méndez de Penedo (Coordinadora). España : ALLCA XX, Colección Archivos, No.
50, 2003.
151
Echavarría, Salvador; «El señor presidente». Comentario argentino a la obra de Miguel Ángel Asturias.
Guatemala : El Imparcial, viernes 18 de mayo de 1948. Página 3.

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13. Sobre «El Señor Presidente». Por: Gabriela Mistral. 9 de julio de 1948
Cuando la poetisa chilena Gabriela Mistral (1889-1957) escribe la siguiente carta, ya era Premio Nobel de
Literatura (1945) yamiga de Asturias desde años atrás. Su misiva fue incluida en solapa interior de la segunda
edición de la novela, por Editorial Losada, 1948 (primera edición de esta Editorial).
“Palmita (se dirige a Palma Guillén de Nicolau, esposa del embajador de España), 152
parece que no tengo la dirección de Asturias. Tú mándale esta carta, en cuanto aportadora feliz
de aquel libro que es más que libro.
Yo no sé de dónde sale esa novela única, escrita con la facilidad del aliento y del andar
de la sangre en el cuerpo. La famosa «lengua conversacional» que Unamuno pedía a gritos,
cansado de nuestras pobres y pretenciosas retoricas, está allí y hasta un punto que Don Miguel,
no sospechó. 153
Algún día debía llegar a nuestra gente este empellón de veracidad, esta repugnancia de
la escritura manida y esta decisión de decirlo todo sin tapujos.
Esa misteriosa Guatemala del indio puro y además intacto, trae a nuestra hipocresía
(llamada por algunos «patriotismo»), esta obra fenomenal que no va a «pasar»; es una cura, una
purga, y un menester casi penitencial. Porque yo sé que el autor ha padecido al cumplir
semejante operación. Algunos se lo tendrán muy a mal. Que oiga y siga.
Allí están todos nuestros pueblos excepto dos. Tu puedes imaginar lo que ha sido para
mí hallar junto lo esparcido y tener como adentro de la mano lo que he visto disperso.
He tardado, querida, en leer el libro, porque mi ración diaria de lectura va de 10 a 15
páginas. Y las reparto entre 3 o 5 libros. ¡Qué miseria! Tú, catadora preciosa de libros, debes
152
Ella es quien escribió la “Introducción” en: Mistral, Gabriela: Lecturas para mujeres: (1922-1924).
Volumen 68, Colección “Sepan cuántos”. Argentina : Editorial Porrúa, 1974. Así también, elaboró la
“Introducción” en: Mistral, Gabriela; Desolación ; Ternura ; Tala ; Lagar. Volumen 250, Colección “Sepan
cuántos”. Argentina : Editorial Porrúa, 1986.
153
Para Miguel de Unamuno, no cabe ser poeta en otra lengua que en aquella en que se siente, en el dialecto
conversacional, coloquial, corriente, incluso del que habla consigo mismo.

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haber leído este documento único tan asustada y removida como yo. Tal vez el otoño voy a
Guatemala por un convite oficial. 154 ¿Está allí Asturias? 155 ¡Qué gusto sería hablar con él! 156
—Gabriela Mistral.” 157
154
Estuvo en Guatemala solamente en 1931, siendo atendida personalmente por el poeta Rafael Arévalo
Martínez. Recibió el título de Doctor Honoris Causa, de la Universidad de San Carlos de Guatemala. En su
discurso de aceptación se refirió a la unidad de la cultura entre la universidad y el Estado.
155
En julio de 1948 Asturias no se encontraba en Guatemala. En enero de ese año visitó a Pablo Neruda en
Chile y después tomó camino hacia Buenos Aires; la editorial Losada principió la edición de El señor
Presidente y él pasó el resto del año revisando pruebas de imprenta; al final del mismo fue publicada.
156
La poetisa Magdalena Spínola, gran amiga de Asturias desde la infancia, presentó una excelente reseña de
la visita que durante casi un mes efectuó Gabriela Mistral a su patria, en septiembre de 1954, después de 16
años de ausencia. El prólogo es de su amigo. “Ninguna voz posible más allá de este entender lo inentendible,
de este querer abarcar lo inabarcable, mientras la vida fluía como siempre, y ellas —las dialogantes, Gabriela
y Magdalena— seguían imantadas por la noche de luceros.” Asturias, Miguel Ángel; “Prólogo”. En: Spínola,
Magdalena; Gabriela Mistral. Huéspeda de honor de su patria. Prólogo de Miguel Ángel Asturias; portada
del artista Dagoberto Vásquez. Guatemala : Tipografía Nacional, 1968. Página 12.
157
Mistral, Gabriela; Sobre El Señor Presidente. Gabriela Mistral escribe. Guatemala : El Imparcial, viernes
9 de julio de 1948. Página 3.

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14. Cosas de Nicaragua. El Señor Presidente. Por: Ge Erre Ene (Gonzalo Rivas
Novoa). 1 de febrero de 1949
Gonzalo Rivas Novoa (1906-1958), escritor, periodista, poeta y humorista nicaragüense. Su obra más notable
158
“El día que se me avisó por teléfono a la Pensión Panamá, donde hospedaba en San
José de Costa Rica, que todo estaba listo para el viaje sin escalas de la capital tica a la capital
chapina, fue cosa de liar bártulos precipitadamente y dirigirse a La Sabana. 159
No faltaría alguno que me creyese, si dijera que se vino enredado en mi equipaje un
libro, perteneciente a alguno de mis compañeros de cuarto, pero si lo afirmara, sería cosa de
pecado sobre pecado. Cogí el libro a sabiendas de que no era mío, con el propósito de tener
algo que leer durante las tres largas horas que debía permanecer entre cielo y tierra, a catorce
leguas dentro del Pacífico a lo largo de toda la costa de Nicaragua y a catorce mil pies sobre el
cielo.
Hasta que ya despegamos leí el título de este libro: El Señor Presidente, de Miguel Ángel
Asturias.
No fueron tres largas horas las que volamos. En un suspiro «me sorprendió La
Aurora». 160
Es un libro tan real y tan vivido, para quienes vivimos estas realidades; tiene figuras tan
atrevidas, que se diría. Un libro escrito con una pluma mojada en carne cruda. Un libro que
tiene la heterogeneidad de ser, para los guatemaltecos, un pavoroso recuerdo del pasado y, para
nosotros un vergonzoso recuento del presente.
Ahí están pintados los dramas de nuestra tierra, con su caravana de rastreros y su
amontonamiento de víctimas. El espionaje burdo y sin escrúpulos… la Guatemala de los
tiempos de Estrada Cabrera, retoñados en los tiempos sátrapas de Anastasio Somoza.
Pasó por alto, eso sí, a Miguel Ángel Asturias un capítulo que no debió haber tocado
tan a la ligera; las torturas. Fuera de eso, no deja el novelista nada nuevo para algún
compatriota mío que se resolviera a escribir y a describir el régimen interminable de Somoza y
sus cuatro. Hemos visto a todo su gabinete en cuerpo aprovechando el jabonallo 161 que
158
Wikipedia, la enciclopedia libre;
Gonzalo Rivas Novoa.
https://es.wikipedia.org/wiki/Gonzalo_Rivas_Novoa
159
Aeropuerto en Costa Rica.
160
Sinán hace un juego de palabras, ya que llega quizá con la salida de la aurora, al Aeropuerto “La Aurora”
en ciudad de Guatemala.
161
Según el DRAE: jabonallo. 1. m. Nic. Agua jabonosa que se utiliza a falta de detergente.

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desaloja el cuerpo de Tacho, mientras se bañan en un río, según ellos, «para saturarse y ungirse,
para que los efluvios del cuerpo del dictador los iluminen…»
Miguel Ángel Asturias, en este su libro único, nos hace ver asesinatos en masa,
inculpaciones injustas, a sabiendas de la inocencia, hermanos que niegan a sus hermanos y que
cierran las puertas a su propia sangre, porque ésta está podrida con el pus de «enemigos del
Señor Presidente»…
Pero desafío a quienes han vivido estas cosas a que me presenten un caso parecido al
que presenciamos muchos en un prostíbulo perteneciente a uno de los «cara de ángel» de
Tacho.
Porque si en la pequeña historia que voy a relatarles hubiera un protagonista común y
corriente, si la víctima hubiese sido un pobre diablo, como las historias de todos los días, no
sería más que de poner al caso un número y archivarlo entre los recuerdos comunes y
corrientes.
¡Pero se trata de un perro…!
Mejor dicho, se trata de dos perros.
El perro victimario se llama José Somoza, hijo de Tacho, y con eso basta.
La víctima, es… fue un perro pastor, con mechones blanco y chocolate, hijo de unos
vecinos del prostíbulo.
Manso como todos los animales de lujo, tuvo la perra idea de llegarse al
establecimiento cuando José Somoza se emborrachaba con cerveza, en compañía de otros
oficiales de la guardia nacional.
—¡Qué hermoso animal!— exclamó lleno de admiración. Y como quien externa el
deseo de acometer una proeza, agrega— ¡cómo para pegarle un tiro…!
Es claro que si algunos dudaron, por un momento, a nadie le quedó la más ligera duda,
al ver que le alargaba un pedazo de mortadela, que el perro cogió de la propia mano del otro
perro, lamiéndole la mano… meneando la cola… lamiendo la mano… meneando la cola…
Ni siquiera se molestaron en llamarle la atención, cuando colocó el cañón de su 45 en la
oreja de pelos largos blancos y chocolate.
—¡Quién le pudiera decir que está en sus últimos momentos…!
Uno… dos… tres…
Amante del deporte, contó un referee de box:
—… siete… ocho… nueve…
¡Si dijo «diez»,… se lo tragó un estampido que dejó helada a toda la concurrencia…!
El animal, tuvo todavía tiempo de preguntarle con sus ojos mansos qué era aquello…
luego cayó presa de unas débiles convulsiones… tal vez diez estremecimientos también, antes
de que el perro de la mesa y la pistola pusiera el pie sobre su cadáver declarándose vencedor…

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Fueron muy pocos los que quedaron en el establecimiento para ver la calma beatífica
con que siguió escanciando su vaso de cerveza…
¿Qué me dice ahora Miguel Ángel Asturias, padre de El Señor Presidente, de esta
horripilante hazaña hija del hijo del Señor Presidente.
¿Verdad que a este libro le faltan páginas, señores que lo han leído…?” 162
162
Ge Erre Ene (Gonzalo Rivas Novoa); Cosas de Nicaragua. El Señor Presidente. Guatemala : El Imparcial,
martes 1 de febrero de 1949. Página 3.

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15. Triunfa El Señor Presidente. Por: Redacción de «El Imparcial». 22 de marzo de
1949
“La embajada de Guatemala en Buenos Aires se sirvió enviar al director de El Imparcial
por radio una excelente noticia para las letras guatemalteca, conceptuando como tal que el
diario Clarín, de la metrópoli Plata, destacara en su edición del domingo 20 de este mes El Señor
Presidente, famosa novela de Miguel Ángel Asturias, en la condición de «el mejor libro de la
semana en Buenos Aires».
Añade el radiograma en referencia que el gran diario La Prensa, en su edición literaria
dominical declaró dicho libro «revelación de un novelista de grandes condiciones, una voz
peculiar americana de seguro destino literario».
Recordamos haber reproducido recientemente otro juicio muy favorable del mismo
periódico —el cual aun en medio de las presentes dificultades de papel mantiene una sección
bibliográfica muy leída —, sobre las Leyendas de Guatemala, editadas en espléndido volumen de
Losada. 163
Nos alegra sobremanera el buen éxito del poeta guatemalteco, agregado cultural de la
embajada de nuestro país en la Argentina y Uruguay. Es un firme éxito de Guatemala.
—Asturias estuvo el mes pasado en Montevideo. 164 Allí le hizo interesante entrevista el
escritor Julio Castro, uruguayo que recuerda haber visitado Guatemala y preguntado por los
valores intelectuales más «destacados», habiéndosele señalado a Asturias por su novela El Señor
Presidente. La entrevista ocupa una página de la revista Marcha, que redacta el señor Castro.
Asturias postula un «compromiso»: el escritor americano debe escribir para América.
—Una tercera noticia de Miguel Ángel Asturias: por iniciativa del poeta Lionelo Fiumi
fue propuesto y aceptado como miembro de la Associazione internazionale di poesía, de
Roma, entidad que tiene por objetivo primordial de su programa de trabajo «unir a los poetas
de todo el mundo: es esta una cruzada de intensa espiritualidad y amor a la cultura como
salvación del hombre, después de una guerra que sembró el universo de ruinas, de luto, de
miserias y de lágrimas». Se propone reunir en Roma y en 1950, a todos los poetas del mundo
que se hayan adherido a esa cruzada. Su dirección: Vía Angelo Poliziano, 69, Roma, Italia.” 165
163
El Imparcial; Comentario argentino sobre Leyendas de Guatemala. Guatemala : martes 30 de noviembre
de 1948. Página 3. Publicado originalmente por La Prensa de Buenos Aires, en su edición del 3 de octubre.
164
En 1950 Asturias llega de nuevo a Montevideo, donde se casa con su segunda esposa, doña Blanca Mora y
Araujo.
165
El Imparcial; Triunfa El Señor Presidente. Guatemala : martes 22 de marzo de 1949. Página 3.

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16. Letras de Guatemala en la Argentina. Favorable acogida de la crítica a la novela El
Señor Presidente. Por: Editorial Losada. 5 de abril de 1949
“En su sección dominical de Montevideo bibliográfico nacional y extranjero, el gran
diario La Nación, de Buenos Aires 13 de marzo, reseña así el celebrado libro del guatemalteco
Miguel Ángel Asturias, que acaba de aparecer en edición argentina de la colección
Contemporánea, de Losada, con la divisa de «la novela dramática de la tiranía en América» y
que según informamos, mereció el calificativo de «el mejor libro del mes»: 166
EL SEÑOR PRESIDENTE
Por Miguel Ángel Asturias
(Ed. Losada).
¿En qué país de América, pensó el novelista al ensamblar con tanta habilidad los
episodios de su obra, al presentarnos los caracteres que le dan profundo interés humano? ¿En
el suyo propio? ¿La historia de El Señor Presidente, es una copia más o menos directa de la
realidad? Miguel Ángel Asturias, guatemalteco, quizás haya alimentado su fantasía con una
selección de los sucesos y personajes de distintas naciones. Más no hace aquí la exactitud de
crónica: lugar y tiempo resultan menos importantes que la verosimilitud de estos
acontecimientos y seres verídicos, que este conjunto desolador animado por una absorbente
fuerza dramática. Lo que en el Portal del Señor, refugio nocturno de mendigos, empieza con el
aire zumbón de un «Tirano Banderas», es muy luego envuelto por la tragedia irremediable.
Asturias tiene algo de Valle Inclán. 167 Pero es un Valle Inclán americano, que sufre en su alma
la degradación moral de la que se burla sin adjetivos, tan sólo exhibiéndola. Porque no es un
frío testigo. No es un «cameraman» que emplea el «tecnicolor». Ese país desventurado que
describe, es suyo por el sentimiento que alienta en su lenguaje. La prosa de Asturias forma
parte de ese país: es como su paisaje, tiene el fuego de sus volcanes, el ímpetu de sus ríos
desbordados. La maestría del novelista para vincular unos con otros los distintos momentos de
la narración, triunfa también en la temperatura y el sabor de su palabra. Como en La Vorágine,
166
Se refiere a la edición del 22 de marzo de 1949 de El Imparcial, cuando se informó que la novela había
sido calificada por el diario Clarín, como «el mejor libro de la semana en Buenos Aires». Véase comentario
anterior, transcrito de El Imparcial; Triunfa El Señor Presidente. Guatemala : martes 22 de marzo de 1949.
Página 3.
167
En entrevista concedida a Guillermo Medina en 1968, Asturias respondió con respecto a si el novelista
español había influido en su novela: “Han dicho que el estilo de El señor presidente se parece al Tirano
Banderas y que yo me inspiré en esta obra de don Ramón, al que yo leía en mi juventud con admiración. Pero
El señor presidente está escrito antes que Tirano Banderas”. Asturias, Miguel Ángel; Latinoamérica y otros
ensayos. Op. Cit., página 32.

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de Rivera; como en Don Segundo Sombra, en El Señor Presidente, fondo y forma son altos valores
inseparables.” 168
NOTA:
Refiriéndose a El Señor Presidente, la representante de Editorial Losada en Buenos Aires envió el
mensaje que parcialmente se transcribe a continuación: 169
“Estimado Sr. Ariel Batres V.
Le agradecemos la información relacionada con la adaptación de la obra El
señor Presidente de Miguel Ángel Asturias, realizada por el Ballet Moderno
y Folclórico Nacional. 170 […]
Losada publicó la primera edición de la obra en 1948 en la Biblioteca
Clásica y Contemporánea y se sucedieron las ediciones en este formato, en
el corriente y, últimamente se editó, también, una edición especial, de modo
que la obra y el autor, que fue un amigo fraterno de nuestro fundador,
Gonzalo Losada, siguen honrando nuestro catálogo por casi 70 años.
Cordiales saludos.
Mabel Peremarti
Editorial Losada SA” 171
168
El Imparcial; Letras de Guatemala en la Argentina. Favorable acogida de la crítica a la novela El Señor
Presidente. Guatemala : martes 5 de abril de 1949. Página 3.
169
Ministerio de Cultura y Deportes; Obra cumbre de Asturias y de la literatura universal, a escena.
Guatemala, 8 de marzo de 2016. Incluye comentario de Ariel Batres, 10 de marzo de 2016. Portal Web
http://mcd.gob.gt/obra-cumbre-de-asturias-y-de-la-literatura-universal-a-escena/
170
Batres Villagrán, Ariel; “El Señor Presidente” en versión del Ballet Moderno y Folklórico de Guatemala.
publicado en los siguientes portales: Academia.edu 03 de julio de 2016 El Señor Presidente de Miguel Ángel
Asturias, en versión de ballet
https://www.academia.edu/26704473/El_Se%C3%B1or_Presidente_de_Miguel_%C3%81ngel_Asturias_en_
versi%C3%B3n_de_ballet; Monografïas.com
06 de julio de 2016
http://www.monografias.com/trabajos109/a-el-senor-presidentea-1946-version-del-ballet-moderno-y-
folklorico-guatemala/a-el-senor-presidentea-1946-version-del-ballet-moderno-y-folklorico-guatemala.
171
Mensaje de correo electrónico recibido desde Argentina el 17 de marzo de 2016, vía yahoo.com.ar.

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17. «Libros», comentarios de Argentina Díaz Lozano. Guat. 22 de junio y 16 de julio de
1949
Sobre la escritora y novelista hondureña Argentina Díaz Lozano (1912-1999), véase NOTA al final de este
artículo.
“[…] 172
Estoy leyendo por segunda vez la novela de Miguel Ángel Asturias El Señor Presidente.
Poco comentada ha sido esta obra por nuestros escritores. Los diarios han reproducido
comentarios de otros países. Pero de aquí, muy pocos. Yo quiero ver si cambio o ratifico la
primera impresión, la que recibí cuando la leí por vez primera. Pronto ofreceré mi comentario
sincero y valiente a nuestros lectores. […]
El autor de este libro tan leído actualmente en el continente, es guatemalteco, y sin
embargo, ha sido muy poco comentado por escritores centroamericanos. Casi nada por
escritores de Guatemala. Los diarios se han limitado a reproducir comentarios tomados de
publicaciones de otros países, todos favorables. Nada sabemos sobre la crítica orientadora que
se ha ocupado de la discutida novela. Yo tengo un compromiso con mis lectores: el de darles
un comentario sobre esta obra de Miguel Ángel Asturias. Aquí va, con el respeto intelectual
que guardo para el autor, y la sinceridad y valentía que los lectores merecen.
Cuando tuve en mis manos el libro por primera vez, leí los dos capítulos iniciales y sin
poderlo soportar más, lo dejé, como quien se quita de algo desagradable. Aquellas páginas
habían golpeado mi sensibilidad. Habían sido como un latigazo a mi egoísmo, a mi anhelo de
belleza y deleites espirituales. Y me vengué murmurando mientras lo dejaba por ahí: «Qué libro
más horrible… no lo volveré a tocar».
Pero no quedé satisfecha de mí misma. Por días me persiguieron las crueles páginas.
Me obsesionaba aquella «sordomuda que lloraba de miedo porque sentía un hijo en las
entrañas». Sabía que debía leer el libro, que tenía que leerlo. 173
172
Para fines del presente trabajo no se transcriben sus comentarios sobre otros libros.
173
La “sordomuda” es parte del entramado de la novela, aunque no hable ni escuche; basta con sus gemidos y
quejas. Aparece en los siguientes Capítulos: I, “En el portal del Señor”: “la sordomuda en cinta que lloraba de
miedo porque sentía un hijo en las entrañas”; “la sordomuda se sobaba el vientre para ella inexplicablemente
crecido”. II, “La muerte del Mosco”: “De miedo, de frío y de hambre lloraban los mendigos apañuscados en
la sombra. No se veían ni las manos. A veces quedábanse aletargados y corría entre ellos, como buscando
salida, la respiración de la sordomuda encinta”; “La policía sacó a botar el cuerpo del Mosco en una carreta de
basuras que se alejó con dirección al cementerio. Empezaban a cantar los gallos. Los mendigos en libertad
volvían a las calles. La sordomuda lloraba de miedo porque sentía un hijo en las entrañas…”. XXIX, “Consejo

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Un día de tantos decidí terminar con la obsesión que ya se estaba convirtiendo en
tortura. Volví a empezar la lectura desde el primer capítulo. De nuevo sentí el desagrado ante
el estilo de rimbombancia surrealista, que me estorbaba para observar bien y seguir a los
fascinantes personajes. Pero recordando que el autor es más poeta que novelista, decidí
soportar los desahogos, a veces demasiado compuestos y retorcidos, y seguir la bien urdida
trama en sus detalles más odiosos.
A medida que vuelvo a las páginas y los ojos recorren los renglones, me voy
apasionando, sufriendo, indignándome, llorando con los protagonistas. Toda mi delicadeza
femenina se rebela, y sin embargo, continúo en la lectura con esa misma peligrosa fascinación
que se experimenta al asomarse a un abismo.
No hay ningún dolor, ninguna bajeza, ninguna cobardía, que el autor ahorre a sus
lectores. La época más sombría que ha vivido Guatemala es puesta en relieve sin el menor
atenuante, en toda su realidad brutal, tremenda. Cada capítulo, cada párrafo, nos da latigazos
sobre el corazón ya sangrante. Y sin embargo, seguimos leyendo hasta el fin. Hasta que Cara de
Ángel «bello y malo como satán», se muere en la inmunda cárcel, rodeado de ratas y sabandijas,
comiéndose las uñas de desesperación y pensando en la mujer amada.
Cuando se termina de leer el último capítulo tenemos el alma ulcerada. Tenemos
necesidad de salir a la calle, a bañarnos con el aire y la luz de la tarde, para convencernos de
que Guatemala no es aquella que el libro nos presenta. Una ciudad inmunda donde pululan
crueles y harapientos soldados, gente cobarde e indigna, espías y mendigos que van a recoger
alimentos en los basureros. Una ciudad donde los zopilotes atisban en los barrancos a los
infortunados que allí van a esconder sus miserias o sus crímenes. Una ciudad donde un déspota
propio de la edad media, hace restallar su látigo de capataz sobre las espaldas de un pueblo que
lo tolera. No, no es esa Guatemala la de ahora. Y sin embargo, en nuestra caminata tratando de
olvidar las páginas tremendas, llegamos a uno de los actuales mercados citadinos, cerca de una
de las barriadas. Vemos a un grupo de indígenas sucios y desdentados que calientan quién sabe
qué inmundicias para comer en un fuego improvisado. A un ciego deforme que pide limosna, a
unos chiquillos medio desnudos y desnutridos con mirada procaz, a una mujer con cara de
todos los dolores y todos los vicios, que lleva a un chiquillo en la espalda y a otro por nacer. A
unos zopilotes que se disputan las vísceras putrefactas de quién sabe qué animal que ya se
consumió en la carnicería cercana. Vemos la calle llena de hojas de plátano, papeles, indígenas
sucios y tristes, frutas podridas, etcétera, y nos damos cuenta de que el autor no ha exagerado.
de Guerra”: “Los pordioseros ocupaban las bancas de los testigos. […] la sordomuda que babeaba las bancas
y se rascaba los piojos del sobaco izquierdo”.

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Si la Guatemala de hoy, todavía en sus barriadas presenta aspectos repulsivos, la Guatemala de
entonces, bajo el látigo de la dictadura explotadora debe haber sido como el autor la presenta.
Este libro cruel es formidable. Afortunadamente no se repiten mucho los párrafos
inútiles como el inicial, en el cual el poeta se deja dominar por el deleite fonético. Pronto entra
en la novelística, y aunque siempre retorciendo un poco las frases, coge a su lector y lo retiene,
fascinado, hasta el último renglón. Es un libro necesario, un libro que debe leer todo el pueblo
de Centroamérica para que llore, para que se indigne, para que se decida a morir antes que a
tolerar dictadores, tiranuelos de la calaña de Cabrera. De lamentarse es, que el estilo resulte
quizás oscuro para el lector común. Esto le hará menos popular y entonces, el libro no
cumplirá con la misión que debiera cumplir. Se debieran hacer ediciones populares para que
circulen por todo Centroamérica, pero es de desearse que para este fin, el autor haga un arreglo
de su obra, quizás suprimiendo los párrafos de prosa surrealista que resultan inútiles para la
misión que la obra debe cumplir. Que en eso está su defecto: En la demasiada dosis de
«gongorismo moderno» que si es verdad le da originalidad a la obra, le resta belleza y le añade
oscuridad.
Pero aún así, con sus defectos, el libro es sencillamente formidable. El más
trascendental que en estos últimos años se ha publicado en Centroamérica. Y no uso los
adjetivos así, al azar, llevada por mi entusiasmo. No. Es que este libro tiene una fuerza y una
intención tal, golpea en tal forma, que es lo más exacto que de él puede decirse. Que es un
libro formidable y trascendental.” 174
NOTA:
La escritora y novelista hondureña Argentina Díaz Lozano (1912-1999), radicó en Guatemala a
partir de enero de 1945, huyendo de la dictadura de Tiburcio Carías Andino. En Guatemala
elaboró la mayor parte de su producción literaria, regresando a su país seis meses antes de
morir. Véase reseña de su vida y obra en los siguientes trabajos de quien esto firma:
?
49 días en la vida de una mujer y Guatemala desgarrándose en 1954. Publicado en The
Blackbox, La Bitacora Economica y Politica de Guatemala, 12 de octubre de 2010, en
el post “La contrarrevolución de 1954 en una novela”,
http://ca-
bi.com/blackbox/?p=4321. El Diario del Gallo, 18 de octubre de 2010,
http://diariodelgallo.wordpress.com/2010/10/18/49-dias-en-la-vida-de-una-mujer-y-
174
Díaz Lozano, Argentina; «Libros», comentarios de Argentina Díaz Lozano. Guatemala : El Imparcial, 22
de junio(página 3) y 16 de julio de 1949 (páginas 9 y 15).

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guatemala-desgarrandose-en-1954-por-ariel-batres-villagran-ensayo/. Monografías.
com, 19 de octubre de 2010, http://www.monografias.com/trabajos-pdf4/dias-vida-
mujer-guatemala-desgarrandose/dias-vida-mujer-guatemala-desgarrandose.
?
Consulta realizada el 21 de octubre de 2010.
Comentario a “De aparente color rosa” de Myron Alberto Ávila. Posteado por:
diariodelgallo el 18 de febrero de 2011
http://diariodelgallo.wordpress.com/2011/02/18/comentario-de-ariel-batres-villagran-a-
de-aparente-color-rosa-de-myron-alberto-avila/#comment-2409
?
La política en las novelas de Argentina Díaz Lozano. Publicado el 7 de octubre de 2013
en
https://www.academia.edu/5004366/La_politica_en_las_novelas_de_Argentina_Diaz_L
ozano_Ensayo_por_Ariel_Batres_Villagran
?
El drama de Argentina Díaz Lozano en 1944. Publicado el 7 de mayo de 2015 en
Academia.edu
https://www.academia.edu/12280066/El_drama_de_Argentina_D%C3%ADaz_Lozano
_en_1944

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18. El Señor Presidente. Gran novela de un poeta se comenta en la Argentina. Por:
María Teresa León, Buenos Aires. 2 de julio de 1949
La escritora española María Teresa León (1903-1988) fue esposa del poeta Rafael Alberti, muyamigo de
175
“Leer no es siempre un deleite. En el caso del libro de Miguel Ángel Asturias, segrega
acíbar. Sí, nos levanta el estómago, nos escuece la lengua y a pesar de atormentarnos los ojos
del alma seguimos dentro de esa acongojadora pena sin encontrar el camino de huída. Y no
huimos porque no queremos abandonar a los sufrimientos de la soledad a estos seres que
pasaron por la tierra en medio de todas las mezquindades inventadas por los dictadores para
reírse de los hombres: no podemos abandonar al Hombre.
Ahí está para escarnio de otros esta lección americana de amargura. No sé si Miguel
Ángel Asturias se ha propuesto escribir en este libro un escarmiento de tiranos, pero lo ha
conseguido, eso que el tirano aparece poco y son sólo sus consecuencias las que van a gritos
denunciándolo. Asombra el ver a los personajes empequeñecerse, morir de miedo, transar,
adular, contemporizar, doblegarse sin soberbia, sin arranques, sin rebeldías. Todo se pone
sordo, sin eco. Y sobre los seres estupidizados de terror la venganza mediocre de un mediocre
(todo dictador lo es) que vapulea y mata porque la sociedad de su pueblo natal lo despreciaba
cuando él era estudiante. 176 Pero Calígula despreciaba porque había nacido demasiado
encumbrado. Todo el libro es un galope de insidias, de mentiras, de cobardías en favor del más
alto que prepara una venganza, que si tiene algo de grande es porque es un juego gratuito, ya
que comienza sin razones y sigue por impulso del entramado horrible que ha dado como
conciencia a toda la nación: «Cometer un delito, por ejemplo, medio el más eficaz para captarse
175
Véase su producción literaria en Wikipedia, la enciclopedia libre; María Teresa León.
https://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_Teresa_Le%C3%B3n
176
De esto es lo que se acuerda el dictador cuando en estado etílico conversa con “Cara de Ángel”. Su rencor
lo lleva a exclamar y reclamar:
“Al hablar de su pueblo natal frunció el entrecejo, la frente colmada de sombras; volvióse al mapa de la
República, que en ese momento tenía a la espalda, y descargó un puñetazo sobre el nombre de su pueblo.
Un columbrón a las calles que transitó de niño, pobre, injustamente pobre, que transitó de joven, obligado
a ganarse el sustento en tanto los chicos de buena familia se pasaban la vida de francachela en francachela. Se
vio empequeñecido en el hoyo de sus coterráneos, aislado de todos y bajo el velón que le permitía instruirse
en las noches, mientras su madre dormía en un catre de tijera y el viento con olor de carnero y cuernos de
chiflón topeteaba las calles desiertas. Y se vio más tarde en su oficina de abogado de tercera clase, entre
marraneras, jugadores, cholojeras, cuatreros, visto de menos por sus colegas que seguían pleitos de
campanillas.” Véase Capítulo XXXVII, “El baile de Tohil”.

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la buena voluntad del mandatario: o ultrajar públicamente a las personas indefensas: o hacer
sentir la superioridad de la fuerza sobre la opinión del país: o enriquecerse a costillas de la
nación»… 177 Hay que hacer algo de esto para medrar o para no morir. Los personajes
importantes parece que se quitan unos a otros la palabra para contribuir a este clima de
sadismo perfecto. Por eso escuece leer, ya que no hay ideas sino sensaciones. Duelen el
latigazo, el palo, el tiro, el salivazo, la patada, la injuria. Las dramáticas personas van saliendo
del portal para formar la moralidad trágica y por catarsis nos quedamos purificados al final del
libro. Este gran libro amargo sin solución, sin final, sin castigo.
Miguel Ángel Asturias en El Señor Presidente ha llevado al tirano con su sabiduría de la
obcecación humana al lugar donde ponían a los asesinos en los escarmientos medievales: a la
picota. Allí pueden verlo los que aún creen en la eficacia de las dictaduras. Buen libro para ser
leído en esos cuartos de banderas donde dicen que se guarda el honor de la patria entre fusiles
y donde se fragua con demasiada frecuencia la tenebrosa ambición del poder, esa pócima tan
fácil de tragar. Buen libro para los que olvidan la historia y ese tigre que montan los tiranos y
del cual no pueden descabalgar hasta que se estrellan. Buen libro para los que piensan
ingenuamente que dictadura es otra cosa que vivir entre soplones, aduladores, delatores,
cobardes, hueros, tontos, medradores, cínicos. Buen libro ejemplar como eran ejemplares los
pórticos catedralicios o las expresivas sillerías corales alternando el vicio y la virtud. Para ser un
libro tremendo, inflexiblemente popular no le falta nada ni siquiera el barroquismo imaginero
tan grato a la imaginación inocente, ni la truculencia de cartelón. Y para darnos este sinfín de la
imagen presidencial del siempre reelegido «por voluntad del pueblo soberano», Miguel Ángel
Asturias lo coloca en un clima mefítico, el único bueno para que nadie se rebele, ni se
sacrifique, ni hable sino un momento y como de paso (un estudiante) de la libertad. Sabemos
bien que le hubiera sido muy sencillo sacar consecuencias, si no lo hace es porque a través de
este testimonio estemos atentos y todos comprendamos que el tirano está vivo por las tierras
americanas y puede producirse después de una lluvia de dólares o de libras como salen los
hongos venenosos. Y esta es la trascendencia política del libro.
Pero hay una trascendencia literaria: El Señor Presidente, es la novela de un poeta, lo que
tal vez es más que decir es la novela de un novelista. Miguel Ángel Asturias narra con una
sorpresa de imágenes y un encadenamiento de temblores pocas veces alcanzado. Toda la
miseria del miedo y de la canallada por costumbre está flotando en un temblor luminoso que
sirve para abrir tragaluces de poesía. Le sucede lo que a Valle-Inclán trasmutando con su
alquimia las basuras en oro. Así sucede en el arrepentimiento de Cara de Ángel, con la valentía
177
Esto es parte del diálogo entre “Cara de Ángel” y el “mayor Farfán”, en Capítulo XXV, “El paradero de la
muerte”.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6
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