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Suicidio y estados emocionales en diferentes etapas de la vida



Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Desarrollo

Resumen

El suicidio puede entenderse desde diferentes perspectivas: desde la perspectiva religiosa, filosófica y sociológica, hasta la psicológica y biológica.

Históricamente, el significado del suicidio ha reflejado la tradición religiosa de una cultura determinada (Stevenson, 1988). La tradición judeo-cristiana ha mantenido que la vida es un don de Dios y que está estrictamente prohibido ponerle fin. Estas influencias siguen existiendo y es posible que contribuyan a una menor tasa de suicidio en los países tradicionalmente católicos como Italia, España e Irlanda.

En consecuencia, se revisarán los factores epidemiológicos y demográficos que intervienen y se expondrán los síndromes psiquiátricos y los factores psicológicos que suelen correlacionarse con el suicidio.

Palabras claves: suicidio, ansiedad, depresión, factores psicológicos.

Introducción

El suicidio puede entenderse desde diferentes perspectivas: desde la perspectiva religiosa, filosófica y sociológica, hasta la psicológica y biológica.

Históricamente, el significado del suicidio ha reflejado la tradición religiosa de una cultura determinada.

La inmensa mayoría de los suicidios, más del 90%, se dan en sujetos que presentan trastornos psiquiátricos en el momento de cometer el acto. (Sociedad de Psiquiatría y Neurología, 2013)

Esta correlación se demostró por primera vez en Inglaterra a principios del siglo XX: cuando se redujo la toxicidad producida por el gas de consumo doméstico, la tasa de suicidios disminuyó paralelamente. La disponibilidad de armas de fuego también parece correlacionarse con el riesgo de suicidio. En un estudio realizado en cinco condados de Nueva York según Marzuk en 1997.

El suicidio es un fenómeno universal que ha acompañado la condición humana a lo largo de su historia. Puede definirse como toda conducta que va encaminada hacia la autodestrucción, por acción u omisión, del propio sujeto. La primera contribución importante al estudio del problema del suicidio fue realizada por el sociólogo francés Emile Durkheim, luego en 1917 Freud formula la primera concepción psicológica importante. (Leyva, Castillo y Perdomo, 2012).

Desde una perspectiva internacional, la tasa de suicidio en Estados Unidos se encuentra dentro del promedio mundial y es análoga a la de países como Gran Bretaña y Canadá. Alemania, Escandinavia, Europa y Japón tienen las tasas más elevadas, mientras que las tasas más bajas, se encuentran en los países tradicionalmente católicos (Italia e Irlanda). (Guillén, Gordillo y Ruiz 2013)

Según datos de la OMS cada día se suicidan en el planeta mil personas y por cada suicidio consumado se realizan 8 intentos suicidas o cientos de miles pertenecientes a cualquier cultura, religión, etnia o posición socioeconómica. En las últimas décadas en América Latina, los trastornos mentales se han incrementado, al ser la conducta suicida uno de los problemas de salud mental más importantes en la población joven. (Guillén, Gordillo y Ruiz 2013)

En México, el suicidio es considerado un problema de salud pública debido a su incremento, especialmente entre los jóvenes. Conforme a los datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), la tasa de suicidios durante el año 2008 fue de 4.4, donde el porcentaje más alto (52%) se ubicó en las edades de entre 15 y 34 años. El porcentaje de suicidios respecto a las muertes violentas en los grupos de edades de 15 a 24 años, que en el quinquenio de 1990-1994 había llegado a un promedio de 5%, aumentó a 12% en el quinquenio 2002-2006 y para un estudio realizado en el 2010 aumentó a 14%, lo que lo coloca como la tercera causa de muerte en los jóvenes mexicanos y sitúa a México cerca de otros países como España. (Rosales, Córdova y Ramos 2012).

El suicidio constituye importante causa de muerte en Estados Unidos, con 30.000 fallecimientos cada año. Esta tasa es de casi el 11,6 por cada 100.000 habitantes. A pesar de los programas de prevención del suicidio, el aumento de la capacidad de detección de la depresión, la hospitalización y los avances en los tratamientos biológicos de la depresión, la tasa global de suicidio no se ha modificado en las últimas décadas: sigue siendo de 13-17 por cada 100.000 habitantes. (Rosales, Córdova y Ramos 2012)

En Cuba el suicidio ocupa la cuarta causa de mortalidad general y la segunda en las edades entre 15-49 años. La infancia se considera, en general, como una etapa feliz, en la que la conducta suicida no puede estar presente, sin embargo no siempre sucede así pues ante situaciones como un embarazo oculto o no deseado, enfermedades físicas con limitaciones o enfermedades mentales, pérdida de una relación valiosa y las dificultades comunes de la vida diaria, inicio de relaciones sexuales tempranas, cambios frecuentes de parejas, infección de transmisión sexual, unión premarital y deserción escolar, hacen que las personalidades poco tolerantes vean en este acto la única solución a sus problemas por lo que en un momento de la vida el adolescente puede llegar a pensar que ésta no tiene sentido y realiza el intento suicida.( Leyva, Castillo y Perdomo, 2012)

Además de describir los factores sociales implicados en el suicidio, los estudios epidemiológicos han demostrado que la inmensa mayoría de los suicidios consumados se dan en pacientes con enfermedades psiquiátricas identificables como los trastornos afectivos, la ansiedad y la depresión. (Villeidis, 2012)

Sería importante señalar el aumento considerable de la prevalencia de depresión infantil y adolescente en todo el mundo, y al mismo tiempo la disminución de la edad en la que se inicia. El problema de la depresión en la infancia y la adolescencia en España, según la Encuesta Nacional de Salud, se estima en un 1,8% en los niños que tienen 9 años de edad, el 2,3% de los adolescentes que tienen entre 13 y 14 años de edad, y el 3,4% en los 18 años de edad. (Guillén, Gordillo y Ruiz 2013)

En las etapas prepubertad, la prevalencia del trastorno depresivo mayor es similar entre niños y niñas, sin embargo, entre los adolescentes la prevalencia es mayor para las mujeres, debido posiblemente a la distinta forma que el estrés es manejado o a los cambios hormonales que ocurren durante la pubertad. Respecto al nivel socio-económico, diferentes autores no consideran que un bajo nivel se asocie significativamente con la depresión. Sin embargo, otros observan que los niños de un entorno socioeconómico bajo tienen 2 veces más riesgo de sufrir depresión durante toda su vida que los niños que pertenecen a un nivel socioeconómico medio alto. (Guillén, Gordillo y Ruiz 2013)

Desarrollo

  • Abordaje teórico sobre suicidio y riesgo suicida, depresión y ansiedad.

El adolescente actúa de forma impulsiva, después de una contrariedad, siente una angustia insoportable y pretende escapar mediante el suicidio, reclamar apoyo o castigar a sus padres. La conducta suicida sería el resultado de la interacción dinámica entre la personalidad del paciente, su estado afectivo y las circunstancias sociales.

1.1. Clasificación de la conducta suicida

  • Ideas suicidas: se refiere comúnmente a cogniciones que pueden variar desde pensamientos fugaces de que la vida no vale la pena vivirse, pasando por planes muy explícitos y bien meditados para matarse, hasta una intensa preocupación con imaginaciones autodestructivas.

  • Parasuicidio o tentativa de suicidio: el término parasuicidio ha sido utilizado para definir conductas que pueden variar desde lo que algunas veces se llama gestos suicidas o intentos manipulativos, hasta intentos serios pero con resultados no totales, que pretenden causar o realmente causan daño a sí mismo o que, sin la intervención de otros habría sido así; o bien, ingerir una sustancia en exceso de la dosis generalmente reconocida o prescrita a nivel terapéutico.

  • Suicidio consumado: hace referencia comúnmente a cualquier muerte que sea el resultado directo o indirecto de un acto llevado a cabo por la víctima, en el cual sabe o cree que producirá este resultado. Esta definición implica, por supuesto, primero, que el término suicidio se aplicaría sólo en caso de muerte; segundo, aceptar un riesgo que conduce a la muerte: si la secuencia causal indirecta puede ser especificada y fue intencionada, es suicidio; tercero, la conducta autodestructiva a veces se refiere como "erosión "suicida, tal como las huelgas de hambre o el rechazo a tomar una medicación; si la muerte es el resultado final, debería ser considerada también suicida. (Citalán,2011 p.3)

1.1.2 Etiología

  • Factores Biológicos:

Según estudios neuroquímicos en adultos se han encontrado evidencias de alteraciones serotoninérgicas en pacientes suicidas (Mann et al. 1986)

Hay estudios que establecen que para que ocurra el suicidio debe darse, por un lado la alteración serotoninérgica y por otra el diagnóstico de enfermedad psiquiátrica: depresión, esquizofrenia o alteración de la personalidad (Stanley et al. 1989) (Citado en Citalán, 2011)

Otros como Arango et al. (1993), en cambio, postulan que los cambios en la función serotoninérgica puede que no estén específicamente asociados con el comportamiento suicida pero sí con características más generales como la impulsividad o el umbral para la violencia. Lo que sí parece claro es que existe este efecto en todos los grupos de edad. (Citalán, 2011)

  • Factores familiares:

La violencia familiar y los maltratos físicos o sexuales se han asociado tanto a tentativas como a suicidios consumados, y pueden actuar tanto como factor de riesgo distal como proximal. (Briere y Zaidi 1989, Wilde et al. 1991) (Citado en Citalán, 2011)

El entorno familiar desestructurado definido como separación, divorcio, viudedad o violencia familiar también se ha asociado al suicidio infantil y juvenil. Hay muchos factores de riesgo biológicos y del entorno que están interrelacionados: familias con altos porcentajes de alteraciones mentales, de consumo de sustancias o de enfermedad mental tienen mayor probabilidad de ser disfuncionales, desorganizadas, violentas y abusivas, y por tanto, de tener un riesgo incrementado en niños y adolescentes.

  • Abuso de sustancias:

Es uno de los factores más importantes en el suicidio juvenil y puede actuar tanto como factor distal como proximal. Se asocia a una mayor frecuencia y repetición de la tentativa de suicidio, con tentativas médicamente más letales y con niveles más altos de ideación suicida (Crumley 2010).

En la mayoría de los casos se encuentra el abuso de varias sustancias a la vez, frecuentemente el alcohol asociado a cocaína y/o marihuana (Fowler et al. 1986, Marzuk et al. 1992, Garrison et al. 1993)(Citado en Citalán, 2011)

  • Factores situacionales.

Los estresores que se identifican con mayor frecuencia en los suicidios en jóvenes son las pérdidas o conflictos interpersonales, los conflictos económicos y los problemas legales (Rich et al.1989)

Uno de los escasos factores que se han identificado y se correlacionan con la tasa global de suicidio es la disponibilidad de medios para cometerlo.

Muchas de las señales de aviso de posibles sentimientos suicidas son también síntomas de depresión y estrés. La observación de los siguientes comportamientos ayuda a identificar a las personas que pueden encontrarse bajo el riesgo de intento de suicidio:

  • Cambios en los hábitos alimenticios y del sueño.

  • Pérdida de interés en las actividades habituales.

  • Retraimiento respecto de los amigos y miembros de la familia.

  • Manifestaciones de emociones contenidas y alejamiento o huida.

  • Uso de alcohol y de drogas.

  • Descuido del aspecto personal.

  • Situaciones de riesgo innecesarias.

  • Preocupación acerca de la muerte.

  • Aumento de molestias físicas frecuentemente asociadas a conflictos emocionales, como dolores de estómago, de cabeza y fatiga.

  • Pérdida de interés por la escuela o el trabajo escolar.

  • Sensación de aburrimiento.

  • Dificultad para concentrarse.

  • Deseos de morir.

  • Falta de respuesta a los elogios.

  • Aviso de planes o intentos de suicidarse, incluidos los siguientes comportamientos:

  • Verbaliza: "Quiero matarme" o "Voy a suicidarme" .Da señales verbales como "No seré un problema por mucho tiempo más" o "Si me pasa algo, quiero que sepan que."Regala sus objetos favoritos; tira sus pertenencias importantes. Se pone alegre repentinamente luego de un período de depresión. Puede expresar pensamientos extraños. Escribe una o varias notas de suicidio.

Las amenazas de suicidio significan desesperación y un pedido de auxilio. Siempre se deben tener en cuenta muy seriamente los sentimientos, pensamientos, comportamientos o planes de suicidio. (Citalán, 2011)

  • Depresión

1.2.1 Definición, características y datos epidemiológicos.

La depresión es un sentimiento de tristeza intenso, puede producirse tras una pérdida reciente u otro hecho triste pero es desproporcionado con respecto a la magnitud del hecho y persiste más allá de un periodo justificado.

Esta enfermedad progresa cada día afectando sus pensamientos, sentimientos-emociones, salud física, su forma de comportarse, y su relación para con los familiares, amigo, y todas las personas en general.

Es una enfermedad médica que es muy frecuente y puede afectar a cualquier persona. Aproximadamente 1 de cada 20 personas, el doble de mujeres que de hombres. (Citalán, 2011)

Después de la ansiedad, la depresión es el trastorno psiquiátrico más frecuente. Se estima que un 10 por ciento de la gente que consulta a un médico pensando que tiene un problema físico tiene en realidad una depresión. La depresión comienza habitualmente entre los 20 y los 50 años, lo nacidos en las últimas décadas del siglo XX parecen tener una incidencia mayor de depresión que las generaciones anteriores. (Citalán, 2011)

Un suceso de depresión dura comúnmente de 6 a 9 meses, pero el 15 al 20 por ciento de los pacientes dura 2 años o más. Los episodios generalmente tienden a recurrir varias veces a lo largo de la vida.

La Organización Panamericana de la Salud en el 2012 dice que el trastorno depresivo es una enfermedad que afecta el organismo (cerebro), el ánimo, y la manera de pensar. Afecta la forma en que una persona come y duerme. Afecta cómo uno se valora a sí mismo (autoestima) y la forma en que uno piensa y/o actúa. Un trastorno depresivo no es lo mismo que un estado pasajero de tristeza. No indica debilidad personal. No es una condición de la cual uno puede liberarse voluntariamente, pues es una enfermedad médica que se cura con un tratamiento respectivo como cualquier otra enfermedad que uno sufre.

La depresión surge generalmente por experiencias dolorosas durante nuestra infancia, -aún desde el vientre materno- niñez, adolescencia, juventud, adultez y vejez. Cuando la depresión aparece en la vida adulta aparentemente sin motivo, es que ya estaba en tu mente, agazapada y creciendo. Hoy los estudios nos dicen que los pequeños también padecen depresión reactiva y angustia de por vida, cuando estos sufren la ausencia diariamente de ambos padres o de la madre por más de 3 horas. Por las heridas de la vida, es decir, por los rechazos, abandonos, traiciones, humillaciones e injusticias.

Los síntomas se desarrollan habitualmente de forma gradual a lo largo de días o semanas. Una persona que está entrando en una depresión puede aparecer lenta y triste o irritable y ansiosa.

Muchas personas con depresión no pueden expresar normalmente sus emociones (como la aflicción, la alegría y el placer); en casos extremos el mundo aparece ante ellos como descolorido, sin vida y muerto. El pensamiento, la comunicación y otras actividades de tipo general pueden hacerse más lentos, hasta cesar todas las actividades voluntarias.

1.2.2 Principales Síntomas que la definen según el DSM-IV :

  • Tristeza patológica

  • Ansiedad

  • Insomnio

  • Alteraciones del pensamiento

  • Alteraciones somáticas

  • Alteraciones del comportamiento

  • Pérdida del placer

  • Culpa excesiva

  • Pensamiento suicida

  • Disminución de la energía

El profesional es capaz de diagnosticar una depresión a partir de los signos y síntomas, con una historia previa de depresión o una historia familiar, recopilando y organizando información junto con un alto índice de sospecha y de intuición fundada, para que sirva de gran ayuda al confirmar el diagnóstico.

  • Ansiedad

1.3.1 Definición, características y datos epidemiológicos.

En cuanto a las personas que padecen un trastorno de ansiedad, son vistas por los demás como personas muy ansiosas. Esto es diferente a la reacción más o menos adaptativa que una persona puede tener ante una situación amenazante.

El Estudio Nacional de Comorbilidad de los Estados Unidos (NCS) halló una prevalencia a lo largo de la vida de 50% y en el último año de 30% para los trastornos mentales. Por su parte, los trastornos de ansiedad afectan 17.3% de la población norteamericana. (Sanz y Capella, 2012)

Subdiagnosticada muchas veces, en gran parte por su desconocimiento como patología, o porque se presume que es normal. Los pacientes buscan ayuda por quejas somáticas difusas, múltiples e inexplicables. Es más común en mujeres que en hombres. Usual en jóvenes e incluso en niños. La coexistencia con otros trastornos mentales es frecuente, especialmente con depresión.

En la Tabla I aparecen de forma resumida una relación de los temores del desarrollo según el momento evolutivo, acompañados de los trastornos de ansiedad más frecuentes en el mismo período. Por temores del desarrollo nos referimos a miedos normales, presentes como expresión del funcionamiento de los sistemas de alarma dirigidos a asegurar la adaptación y supervivencia. (Ruiz y Begoña, 2005)

Ya Freud en su libro Inhibición, síntoma y angustia en 1926, se refirió a estos fenómenos tempranos y los consideró como reacciones normales ante peligros reales dejando bien claro que no obedecen a conflictos internos, es decir, no son expresión de una neurosis u otra patología. La ansiedad patológica consiste en la aparición de una sensación de intenso malestar, sin causa objetiva que lo justifique, que se acompaña de sentimientos de aprensión. La persona que tiene ansiedad teme volverse loca, morirse o realizar un acto incontrolable. Las respuestas de ansiedad incluyen síntomas cognitivos y somáticos que son característicos y que expresan la activación del sistema autonómico (inquietud psicomotriz, pilorección, taquicardia, taquipnea, sensación de muerte inminente, tensión, etc.). Los efectos a largo plazo de los síntomas de ansiedad persistente pueden ser variados y de consecuencias casi irreparables, pues pueden derivar en daños en el desarrollo del concepto de sí mismo, en la autoestima, en el funcionamiento interpersonal y en la adaptación social. (Ruiz y Begoña ,2005)

Tabla I

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Ruiz y Begoña (2005)

  • Ansiedad, depresión y suicidio en diferentes etapas de la vida.

  • Depresión , ansiedad y suicidio infanto-juvenil:

La depresión en la niñez se empezó a reconocer solo hace dos décadas. El niño deprimido puede simular estar enfermo, rehusar ir a la escuela, no querer separase de los padres o tener miedo a que uno de los padres se muera. El niño más grande puede ponerse de mal humor, meterse en problemas en el colegio, comportarse como un niño travieso o indisciplinado, estar malhumorado o sentirse incomprendido. (Sociedad de Psiquiatría y Neurología de la Infancia y Adolescencia, 2013)

Dado que los comportamientos normales varían de una etapa de la niñez a la otra, es a veces difícil establecer si un niño está simplemente pasando por una fase de su desarrollo o si está verdaderamente padeciendo de depresión.A veces el niño tiene un cambio de comportamiento marcado que preocupa a los padres, o el maestro menciona que el "niño no parece ser él mismo".En tal caso, después de descartar problemas físicos, el pediatra puede sugerir que el niño sea evaluado, preferiblemente por un psiquiatra especializado en niños. Los niños constituyen una población diferente y no pueden ser tratados como si sólo fueran adultos en miniatura. (Sociedad de Psiquiatría y Neurología de la Infancia y Adolescencia, 2013)

Una forma definida de depresión, denominada depresión analítica tiene lugar en la segunda mitad del primer año de vida en niños que han estado separados de su madre.

En diferentes combinaciones y grados de severidad, este tipo de depresión combina aprensión, tristeza, llanto frecuente, rechazo del entorno, retraimiento, retraso, aletargamiento, falta de apetito, insomnio y expresiones de desdicha. Se habla de  depresión mayor, cuando los síntomas son mayores de 2 semanas, y de  trastorno distímico, cuando estos síntomas pasan de un mes. (Guillén, Gordillo y Ruiz, 2013)

Los síntomas van variando dependiendo de la etapa de desarrollo. En niños pequeños, hasta que entran en la edad escolar, la depresión toma una base psicosomática (Trastornos en la alimentación y en el sueño, onicofagia, crisis de llanto, enuresis) y puede desarrollarse en 3 fases de conducta.

1. Fase de protesta: corresponde a una ansiedad de separación (de la madre). 2. Fase de desespero: el niño rehúsa comer, no se deja vestir, se queda callado, inactivo, sin solicitar nada de su entorno, con expresiones de pena y duelo.

3. Fase de desvinculación: se elabora la pérdida o se construyen defensas contra la misma, las conductas más comunes son el llanto y gritos.

En niños mayores, se presenta una alta sensibilidad, dificultades de conducta, irritabilidad y sentimientos de inferioridad, que a veces irrumpen en forma de ideas suicidas, tiene un semblante triste y muestra escaso interés hacia el entorno; rechaza la ayuda que se le ofrece, y abandona prontamente todo aquello que le decepciona. (Sociedad de Psiquiatría y Neurología de la Infancia y Adolescencia, 2013)

Algunos niños enmascaran su depresión mediante una autocrítica exagerada, un fracaso escolar, dificultades en el manejo de la agresividad o de irrupciones agresivas y ansiosas. La creciente demanda de atención psicológica a niños, motivada en gran medida por la alta prevalencia de trastornos psíquicos en la infancia y específicamente los de ansiedad infantil son considerados hoy por hoy como uno de los problemas más comunes en la clínica infanto-juvenil por diversos autores y la segunda causa de atención psicológica en el mundo. (Guerra y Herrera ,2007)

Para L. S. Vigotsky (1896-1934), la comprensión y el esclarecimiento de los aspectos referidos al desarrollo de la personalidad y la constatación de los indicadores subjetivos en el proceso de autorregulación, deben considerarse a partir del desarrollo del hombre condicionado histórica y socialmente, o sea, lo que definió este autor como "el origen social de las funciones psíquicas superiores, que en su desarrollo podrán bosquejar la vía del desenvolvimiento de la personalidad del niño". (1987, p. 97) citado en (Guerra y Herrera ,2007)

De acuerdo con Guerra y Herrera en el 2007, quienes plantean que desde este paradigma se aporta la lógica interna del desarrollo personal, introduciendo así conceptos de vital importancia en la comprensión de la subjetividad humana, tales como; situación social de desarrollo, las nuevas formaciones propias de la edad, neoformación, la ley genética fundamental del desarrollo, zona de desarrollo próximo, proceso de interiorización, signo, la unidad entre lo afectivo y lo cognitivo y la vivencia entre las más representativas. Además, este enfoque nos permite reconocer la relación del desarrollo psíquico del niño con las influencias del medio. De esta manera, asumir el estudio de la personalidad en la etapa infantil, en el marco de una contextualización histórico-cultural, significa investigar al niño teniendo en cuenta la influencia de una amplia gama de interrelaciones establecidas por el adulto, representante de una institución determinada (familia, escuela, comunidad) y es precisamente en esta dinámica que se va estructurando su propia subjetividad.

En la práctica clínica infantil actual resulta necesario contar con una definición del término ansiedad clínica infantil, de la que no disponemos en la actualidad. No obstante se constata el estado psíquico con manifestaciones de síntomas emocionales (miedo excesivo, expresión de vivencias negativas, preocupación por eventos futuros, tristeza, llanto, necesidad insatisfecha de afecto y agresividad), neurovegetativos (cefalea, hiperhidrosis, cólicos, taquicardia, frialdad en la piel, dermatitis y alopecia areata), motores (sobre-intranquilidad o pasividad), vinculares (conflictos en las relaciones interpersonales con padres, adultos y coetáneos y agresividad), cognoscitivos (distractibilidad, afectación dinámica de la actividad mnémica y disminución e inestabilidad del rendimiento intelectual), y trastornos de los hábitos (pesadillas, insomnio, inapetencia, enuresis y tics) con predominio de los primeros, no secundario a otra enfermedad y con una evolución progresiva, dinámica de los mismos, con tendencia a la estructuración en la medida en que no se atiende al menor, limitando temporalmente el eficaz desenvolvimiento del niño al menos en dos contextos de interacción social y se expresan con determinada intensidad al menos durante un año, en correspondencia con la influencia de factores potencialmente psicopatógenos de repercusión negativa en la esfera familiar, escolar o social. (Guerra y Herrera ,2007)

Estos trastornos de ansiedad clínica aparecen muy vinculados a la timidez y a la presencia de lazos afectivos familiares inadecuados en particular la sobreprotección, destacando que si las frustraciones son abundantes en la vida del niño, son capaces de producir angustia y es lógico suponer que este tendrá que utilizar un mecanismo de adaptación que puede ser transitorio en la medida en que sea capaz de actuar cada vez más conscientemente. Cuando el intento patológico de adaptación se cronifica el niño está definitivamente neurótico.

Como es conocido, se considera que por debajo de los 5 ó 6 años, los niños tienen un concepto muy rudimentario de lo que es la muerte o el morir, por lo que resulta prácticamente improbable que se participe activamente de la muerte. (Sociedad de Psiquiatría y Neurología de la Infancia y Adolescencia, 2014)

En la infancia, como es lógico suponer, los factores de riesgo suicida deben ser detectados principalmente en el medio familiar. Por lo general, el clima emocional familiar es caótico, pues no hay un adecuado funcionamiento de sus integrantes y no se respetan los roles ni las fronteras de sus respectivos miembros. Los padres, cuando conviven juntos se enrolan en constantes querellas, llegando a la violencia física entre ellos o dirigiéndolas a los integrantes más vulnerables, en este caso los más jóvenes, niños y niñas y los más viejos, ancianos y ancianas. Es frecuente que los progenitores padezcan alguna enfermedad mental, entre las que se citan por su frecuencia, el alcoholismo paterno y la depresión materna. La depresión materna, además del peligro suicida que conlleva se convierte en un estímulo para el pesimismo, la desesperanza, la sensación de soledad y la falta de motivación. A ello se añaden las situaciones de maltrato por no poder la madre, en estas condiciones, satisfacer las necesidades emocionales y de cuidados del niño o la niña. (Pérez y Urquijo, 2013)

Otro factor de riesgo suicida de importancia en la niñez es la presencia de conducta suicida en alguno de los progenitores. Aunque no está demostrado que el suicidio esté determinado genéticamente. Otras veces lo que se transmite es la predisposición genética, no para el suicidio, sino más bien para alguna de las enfermedades en las que este síntoma es frecuente (depresión). Las relaciones entre los progenitores y sus hijos pueden convertirse en un factor de riesgo de suicidio cuando están matizadas por situaciones de maltrato infantil y de abuso sexual, físico o psicológico. (Pérez y Urquijo, 2013) 

Los motivos que pueden desencadenar una crisis suicida infantil son variados y no específicos, pues también se presentan en otros niños que nunca intentarán contra su vida. Entre los más frecuentes se encuentran:

  • 1. Presenciar acontecimientos dolorosos como el divorcio de los padres, la muerte de seres queridos, de figuras significativas, el abandono, etc.

  • 2. Problemas en las relaciones con los progenitores en los que predomine el maltrato físico, la negligencia, el abuso emocional y el abuso sexual.

  • 3. Problemas escolares, sea por dificultades del aprendizaje o disciplinarios.

  • 4. Llamadas de atención de carácter humillante por parte de padres, madres, tutores, maestros o cualquier otra figura significativa, sea en público o en privado.

  • 5. Búsqueda de atención al no ser escuchadas las peticiones de ayuda en otras formas expresivas.

  • 6. Para agredir a otros con los que se mantienen relaciones disfuncionales, generalmente las madres y los padres.

  • 7. Para reunirse con un ser querido recientemente fallecido y que constituía el principal soporte emocional del niño o la niña.

En los adolescentes, la sintomatología ya mencionada, se hace más aguda, aparecen sentimientos de auto desprecio, impotencia, inhibición respecto al entorno e ideas de suicidio.

  • Duelos en la adolescencia.

1. El duelo por el cuerpo infantil, aquel cuerpo que ya no tiene y que está siendo sustituido por uno que todavía no conoce y que le genera sentimientos encontrados de vergüenza y aceptación, lo que es claramente un signo de crecimiento.

2. El duelo por la personalidad infantil, que enfrenta al adolescente a pensar y ver la vida de forma distinta.

3. El duelo por los padres infantiles, que ya no son aquellos héroes o ídolos perfectos que uno miraba hacia arriba, sino que ahora se convierten en seres humanos con defectos, virtudes, aciertos y equivocaciones. (Pérez y Urquijo, 2013)

En los últimos años, hemos visto un aumento considerable en la prevalencia de la depresión en todo el mundo y al mismo tiempo una disminución en la edad en que se inicia. Los trastornos depresivos afectan a personas de cualquier edad, condición económica o nivel educativo o cultural, y representan un costo importante para los individuos, la familia, el sistema de salud y la comunidad en general. Aunque existen múltiples estudios sobre la prevalencia, diagnóstico y tratamiento de la depresión en los adultos, hay pocos en la población infantil y adolescente. La importancia de profundizar en aspectos claves de la depresión mayor en niños y adolescentes se justifica por la magnitud del problema, tanto en el ámbito de la salud como en el social, y por la demanda generada por las diversas áreas del sistema de sanidad involucradas en el manejo de esta patología.

Cytryn, 1980, distingue tres corrientes de opinión sobre la nosología de la depresión infantil: 1) como una entidad clínica única que requiere un criterio diagnóstico distinto al usado para los adultos, 2) englobarla en los trastornos afectivos de los adultos y diagnosticarla con los mismos criterios de ésta, aunque ligeramente modificados, 3) no concederle la categoría de entidad diagnostica válida. La más verosímil y mayormente aceptada es la visión de que la depresión infantil comparte la etiopatogenia con la depresión del adulto pero en sus manifestaciones se aparta a menudo de ella, tomando características propias, según corresponde a los distintos niveles de desarrollo. (Guillén, Gordillo y Ruiz 2013)

Los hallazgos muestran que existe una mayor probabilidad de padecer depresión entre las adolescentes que reportan la convivencia con una persona alcohólica, Por otra parte, la violencia intrafamiliar ocupa un lugar central para explicar esta patología en los y las adolescentes.

Entre depresión y satisfacción familiar en adolescentes estudiantes españoles se demostró que existe una asociación, para lo cual Salazar, Veytia y Márquez en el 2013 realizaron un estudio de tipo transversal.

Donde participaron 448 estudiantes de 14 a 19 años de edad. Para medir la depresión se utilizó el Cuestionario para el Diagnóstico de los Cuadros Depresivos de Calderón, y para satisfacción familiar la Escala de Satisfacción Familiar por Adjetivos de Barraca y López-Yarto. Se realizó un análisis de regresión logística múltiple para evaluar la asociación entre dichas variables, cuyos resultados indican que 12.9% de adolescentes sufría depresión y 24.8% insatisfacción familiar, hallándose además una relación significativa entre ambas. Además, los adolescentes que mostraron insatisfacción familiar tuvieron 2.38 veces más posibilidad de sufrir depresión.

Se ha documentado que la depresión en adolescentes se asocia a una mayor probabilidad de conducta violenta, particularmente en los varones, así como al bajo rendimiento escolar y al consumo de sustancias adictivas. Antes de la adolescencia, los niños y las niñas padecen depresión con aproximadamente la misma frecuencia.

Pero, en la adolescencia, las niñas tienen más probabilidades de padecer depresión que los niños. (Guillén, Gordillo y Ruiz 2013)

Es probable que los cambios biológicos y hormonales que ocurren durante la pubertad sean las causas del fuerte aumento en los índices de depresión que se observa entre las niñas adolescentes. Además, las investigaciones sugieren que las niñas tienen más probabilidades que los niños a continuar sintiéndose mal después de atravesar situaciones o eventos difíciles, lo que sugiere que son más propensas a padecer de depresión. En otro estudio se detectó que las niñas tienden a dudar más que los niños de sí mismas y de su capacidad para solucionar problemas y a considerar que sus problemas no tienen solución. Las niñas que presentan estas tendencias también tienen más probabilidades de tener síntomas depresivos. También se demostró que en comparación con los niños, las niñas tienden a necesitar un mayor grado de aprobación y de éxito para sentirse seguras. (Guillén, Gordillo y Ruiz 2013)

Un estudio llevado a cabo por Serrano y Flores en el 2009 se tuvo como objetivo determinar la relación entre el estrés, características personológicas , el afrontamiento de los problemas y la ideación suicida en adolescentes mexicanos. Participaron 370 sujetos, hombres y mujeres seleccionados probabilísticamente de escuelas secundarias y preparatorias. Se aplicaron las escalas de estrés, respuestas de afrontamiento e ideación suicida adaptadas por González-Forteza.

Los resultados indican que a mayor estrés con la pareja, mayor ideación suicida en los hombres. En las mujeres, la ideación suicida se asoció con un mayor estrés social y con la pareja. Asimismo, se encontró correlación moderada, significativa y positiva entre los factores de las escalas de afrontamiento y la ideación suicida.

La tasa de suicidio en la adolescencia ha aumentado de forma espectacular desde 1960.El suicidio entre las adolescentes ha aumentado de dos a tres veces. Los factores que pueden haber contribuido a este aumento son el mayor número de trastornos depresivos entre los jóvenes (la depresión grave es la característica más prevalente en el adolescente suicida), el aumento de la tasa de divorcios, la disolución del núcleo familiar y la disponibilidad de armas de fuego (Pfeffer y Smith, 2010).

La hostilidad, la agresividad y la agresión también se relacionan con el suicidio. El suicidio en los adolescentes, al igual que en otras poblaciones, suele darse junto a hostilidad, no sólo hacia uno mismo, sino también hacia los demás. En muchos casos se ha observado una correlación entre la tendencia al suicidio y la conducta agresiva en adolescentes cuando los padres presentan abuso de sustancias.

  • Trastornos de ansiedad en la adolescencia

  • Trastorno de ansiedad fóbica (CIE-10)

La ansiedad fóbica se pone en marcha en situaciones bien definidas o frente a objetos que no son en sí mismo generalmente peligrosos, estas se evitan de un modo específico o si acaso son afrontados con temor. La preocupación del enfermo se centra en síntomas aislados o sensación de desvanecimiento, a menudo de miedo a morirse, a perder el control, a volverse loco. La ansiedad no se alivia por saber que otras personas no consideran dicha situación como peligrosa o amenazante.

La ansiedad fóbica suele empeorar con un episodio depresivo-recurrente.

  • Agorafobia (CIE-10)

Aparición de ansiedad al encontrarse en lugares o situaciones donde escapar puede ser difícil o embarazoso, o bien donde pueda ser imposible encontrar ayuda en el caso de que se presente un ataque de pánico. (tiende a ser hereditarias)

Etiopatogenia.

Pautas para el diagnostico

  • Los síntomas sicológicos vegetativos son manifestaciones primarias de ansiedad y no secundaras a otros síntomas como por ejemplo –ideas delirantes u obsesivas.

  • Esta ansiedad se limita en al menos dos de las siguientes situaciones (o predominan) Multitudes, lugares públicos, viajar lejos de casa o viajar solo.

  • La evitación de la situación fóbica, o ha sido, una característica deseada.

Cuadro clínico

  • Palpitaciones

  • Miedo a morir, a perder el control, a volverse loco.

  • Fobias sociales

Suelen comenzar en la adolescencia, giran entorno al miedo a ser enjuiciados por otras personas en el seno de un grupo comparativamente pequeña "a diferencia de las multitudes" y llegan a evitar situaciones sociales. Miedo intenso de llegar a sentirse humillado en situaciones sociales especialmente de actuar de manera que se coloque uno en una situación vergonzosa frente a las demás personas. Tienen idea de que los demás son más competentes en público de lo que ellos son. Fobia social más común, miedo de hablar en público, puede parecer vergonzoso el rubor, siente que todos lo están mirando, miedo a estar con personas que no sean las más allegadas a él. Acompañada de baja estimación de sí mismo y miedo a las críticas. Las conductas de evitación pueden ser intensas y en casos extremos llegar a un aislamiento social casi absoluto.

Pautas para el diagnostico

Cumplirse todas las condiciones

  • Los síntomas psicológicos, comporta mentales o vegetativos son manifestaciones primarias de la ansiedad y no a otros síntomas secundarios, como por ejemplo: ideas delirantes u obsesivas.

  • Se limita o predomina en situaciones sociales completas y deterioro.

  • Es muy llamativa la evitación de estas situaciones fóbicas

Etiología

Frecuentemente hereditaria y puede estar acompañada de depresión o de alcoholismo.

  • Fobias especificas

Miedos intensos o irracionales a ciertas cosas o situaciones tales como la proximidad de animales determinados, truenos, alturas. Existen 4 subtipos.

  • 1. ambiental

  • 2. animal

  • 3. sangre, inyección, daño

  • 4. situacional

Aunque la situación desencadenante sea muy específica y concreta su presencia puede provocar pánico. Suelen presentarse por primera vez en la infancia o en la vida adulta y persistir determinada década. El comienzo es repentino y en la adolescencia son más persistentes que los de la niñez. Sus causas son desconocidas.

Pautas para el diagnostico

Deben cumplirse todas las condiciones

Los síntomas psicológicos o vegetativos son manifestaciones primarias de la ansiedad a otros síntomas como por ejemplo: ideas delirantes u obsesivas.

  • Se limita a la presentación de objetos o situaciones específicas

  • Estas situaciones son evitadas lo más posible

Incluye:

  • Zoofobia.

  • fobia a los exámenes

  • Acrofobia.

  • fobia simple

  • Trastorno de pánico (ansiedad prosística episódica)

Presencia de crisis recurrentes de ansiedad graves(no limitada a ninguna situación o conjunto de circunstancias particulares son por tanto imprevisibles)

Partes: 1, 2

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