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Creación novelesca en la dictadura franquista: el ejemplo de Juan Goytisolo




Enviado por OUMAR MANGANE



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Análisis de las novelas
  3. Visión del franquismo
  4. Discurso sobreentendido
  5. Preponderancia del relato sobre la historia
  6. Conclusión
  7. Bibliografía

Introducción

Todos los que han estudiado la literatura española desde 1939 hasta 1975 reconocen la importante caída que representa la victoria nacionalista y el régimen ininterrumpido del general Francisco Franco Bahamonde[1]

A partir de 1939, es una situación dificilísima la que se instala en el país y que afecta la cultura en todas sus manifestaciones. Por eso, muchos escritores se ven obligados a exiliarse[2]allende las fronteras, si no quieren ser encarcelados como buen número de sus compatriotas[3]

En efecto, la primera medida de los vencedores es aislar el país de cualquier contacto con Europa y vigilar todas las actividades culturales. Al respecto, las nuevas autoridades definen, de manera muy clara, sus intenciones, como lo mencionó J.L.Abellán(1971,p.15) "No buscamos el servicio del Arte por el Arte, sino del Arte y de las letras por España y por el caudillo".

Así, cabe señalar que varios jóvenes no han encontrado condiciones muy adecuadas para mostrar su verdadero talento de escritores y expresar libremente sus ideas a causa, sobre todo, de la "Censura vigorosa con instintiva desconfianza para lo español y para lo extranjero capaz de perturbar el régimen"(Domingo1973,p.9).

Pues, la creación novelesca española empieza a tomar parte activa en el proceso de denuncia social a pesar de la sujeción a unas normas rígidas por la censura ya que esta época, según Manuel Abellán(1980,p.151) es, "un momento de rigidez total en materia de censura, de un sabor integrista fuera de lo común".

Y, pueden salvarse de esta situación muy crítica aquellos escritores que han puesto en sus ficciones algo más que su destacable conciencia política y su patriotismo, es decir, el talento y la fuerza creadora, como lo dice Juan Goytisolo(1977, p.158) al citar a Blanco White, "los pueblos sometidos a gobiernos opresores que no les permiten hablar libremente tienen la viveza de los mudos para entenderse por señas".

Así, podríamos convenir que, tocante al estudio novelesco, existen tantas técnicas de creación como creadores. Y, el objetivo del presente trabajo se centra en el análisis y aprendizaje de los distintos testimonios recogidos según pertenemos al campo de los vencedores o al de los vencidos, a través de la creación novelesca goytisoliana. Desde entonces, parece legítimo interrogarse acerca de la creación novelesca de Señas de Identidad (1966) y Reivindicación del Conde Don Julián (1970) de Juan Goytisolo durante el franquismo.

Para llevar a cabo nuestro objetivo, examinaremos la visión del franquismo en la primera obra, el discurso sobreentendido en la segunda y la preponderancia del discurso sobre la historia después de analizar ambas novelas.

Análisis de las novelas

Antes de emprender el análisis de Señas de Identidad y Reivindicación del Conde Don Julián de Juan Goytisolo, nos parece necesario evocar algunos aspectos biográficos del autor que, sin duda, tienen influencias en su concepción de la actividad literaria.

2-1-Datos biográficos y producción literaria de Juan Goytisolo:

Descendiente de una familia burguesa, Juan Goytisolo nació en Barcelona el 5 de enero de 1931, algunos años antes del estallido de guerra civil española.

Este acaecimiento tendrá influencias peculiares en su práctica literaria empezada en 1945 y quedará en uno de los temas particulares en su creación novelesca ya que tanto su niñez como su adolescencia vienen marcadas por los momentos difíciles que conoce el país.

En 1954, Goytisolo publica, a los 23 años de edad, su primera novela titulada, Juegos de Manos, acogida como obra maestra por la crítica. A partir de allí, empieza publicando de manera ininterrumpida casi cerca de una obra al año hasta Señas de Identidad.

Buscando valores nuevos y otra forma de vida durante su pasaje en la universidad de Madrid en la que ha sido expulsado a causa de sus ideas anarquizantes y su anticonformismo, Goytisolo rechaza, de modo sistemático, la mayor parte de su educación e incluso los fundamentos de la sociedad española.

A través de Pueblo en Marcha, Goytisolo(1969,p.13) pone de realce estos años de dudas e inquietudes en estos términos, "Fueron años ingratos de vacilaciones y dudas, entregados a una minuciosa tarea de destrucción y liquidación".

El año 1956 resulta ser muy importante tanto en su vida como en su evolución literaria porque decide dejar a su patria voluntariamente y desterrarse a Francia impulsado por –tomando las propias declaraciones de Goytisolo recogidas por Gonzalo Sobejano (1975) – la posibilidad de vivir fuera de España. Y más tarde, en una entrevista con Moreno (1973, p.13), el novelista español nos explica los motivos del exilio, "No tengo la menor duda de que si hubiese permanecido en España, no hubiera podido escribir ni realizar lo que he hecho fuera. Por una razón muy sencilla: es tal la atmósfera de frustración que hay en país, las cortapisas que impiden la circulación de un pensamiento libre, de contactos con las corrientes políticas, estéticas, que uno se encuentra abogado por un conformismo espantoso en todos los dominios".

Esta estancia pariense le ha permitido no sólo conocer la literatura extranjera sino también encontrar a Monique Range y a Jean Genet con quienes ha tenido relaciones muy peculiares según las palabras publicadas en una autobiografia publicada en 1959 por la Editorial Fundamentos.

En cuanto a su obra narrativa, la crítica suele clasificarla en varias etapas que son distintas. Así, la primera etapa se constituye por sus dos novelas Juegos de Manos y Duelo en el Paraíso (1955). La segunda viene marcada por una representación crítica de la realidad cubriendo la trilogía titulada el Mañana efímero compuesta por El circo (1957), Fiestas (1958) y la Resaca (1958). Después, aparecen novelas como Isla (1969), Fin de Fiestas (1962) y Para vivir aquí (1960) marcadas por una literatura con carácter muy crítico. Por fin, viene un enfoque más subjetivo de la realidad del país que encontramos sus últimas novelas, especialmente en Señas de Identidad, Reivindicación de Conde Don Julián y Juan sin Tierra.

Tal clasificación queda basada en las opiniones de José María Martínez Cachero (1964), José Francisco Cirre (1966) y Ramón Buckley (1968) que coinciden en una representación bastante idealizada de una infancia y una adolescencia dolorosas en las primeras obras, actitud que el autor abandona más tarde para una literatura más comprometida.

A pesar de la opinión de estos especialistas, el propio Goytisolo nos muestra las diferentes partes de su producción literaria según sus declaraciones recogidas por Rodríguez Moñegal (1967, p.45), "En la primera etapa, escribí una serie de novelas con excesiva rapidez. Estas novelas, cuando las leo ahora, me irritan soberanamente. Son obras con aciertos parciales que rozan a veces problemas interesantes pero hay en todas gran improvisación. Lo que más la atención es su asimilación de la tradición literaria. …Y sobre todo un predominio de las influencias librescas sobre las experiencias vitales".

Añade Goytisolo (p.46) más lejos estos propósitos, "Lo que he escrito después, las obras de la segunda etapa, si tuviese que definirlas de algún modo sería en términos de lucha contra mi facilidad. …Esta segunda etapa ha sido para mí una escuela de disciplina, y así la he enfocado estos años como un trampolín para algo más interesante".

Sin embargo, a pesar de cierta similitud que notamos a través de los ambos puntos vistas, parece difícil establecer con exactitud alguna línea de demarcación a lo largo de la obra novelesca goytisolana.

2-2- Breve análisis de las novelas: Señas de Identidad y Reivindicación del Conde Don Julián:

Las dos novelas de nuestro corpus, Señas de Identidad y Reivindicación del Conde Don Julián, resultan ser un cambio radical tanto desde el punto de vista ideológico como literario del autor. Esta transformación se caracteriza, según las afirmaciones del autor en la universidad de Wisconsin, por el afán de pasar la atención no en la realidad exterior, sino de poner la atención en el signo, en el sistema lingüístico (Goytisolo 91).

Se trata, sobre todo, a través de estas novelas, de la búsqueda de una identidad, de una tentativa de encontrar a la vez un sentido social e histórico acerca del hombre español sin descuidar los aspectos formales de la actividad literaria. Además, la destrucción de los mitos de la sociedad va forzosamente implicando la creación de un nuevo lenguaje, lenguaje subversivo que crea nuevas relaciones sociales. Pues, en ambas obras, el novelista parece transmitirles este mensaje a sus contemporáneos preocupados por la situación actual de la lengua española cuando declara que en España todavía hoy, la mayor parte de los escritores comprometidos que atacan la clase social que ocupa el poder (esta casta que ocupa los mecanismos del poder) emplean sin darse cuenta, el mismo lenguaje que ella, una misma retórica aunque de signo opuesto (Goytisolo 92).

De hecho, los héroes de Goytisolo, Alvaro y don Julián mezclan, con ardor experiencias personales e historia nacional ya que la imprecación y el delirio constituyen los rasgos formales que marcan este periodo. Así, intertextualidad, ecos de voces oficiales entremezcladas con el relato individual a través de cada obra muestran perfectamente lo difícil que es la búsqueda de una identidad personal y nacional, la de la España actual, de la juventud rebelde de la posguerra.

Visión del franquismo

La realidad española de la posguerra lleva mucho tiempo siendo objeto de análisis e interpretaciones discrepantes, e incluso a veces contradictorias según pertenecemos al campo de los vencedores o al de los vencidos; con arreglo a nuestras simpatías o a nuestras repulsiones para con el régimen franquista. Sin embargo, la visión de cada una de las bandas está lejos de reflejar con exactitud dicha realidad.

En Señas de Identidad, Goytisolo se esfuerza por tenerlo todo en cuenta dando una visión lo más imparcial posible de una sucesión de acontecimientos que – aunque ha modificado, de modo bastante sensible, el contexto socio-político de España – han acarreado cierto número de interrogaciones y dudas. Así, ataca tanto al régimen franquista como a los grupos opositores a éste cuya acción no corresponde con la verdad de los hechos. En una entrevista con Emir Rodríguez Moñegal (1967, p.44-60), Goytisolo nos precisa sus intenciones, "En mi novela, me he propuesto una destrucción de todos los mitos que envuelven el término España… En lo que respecta a España, el mito actual de España es falso, de toda falsedad, y no me refiero a "L"image d"Epinal" que trata de ofrecer el régimen, sino también a la imagen que presenta lo que se puede llamar la oposición de los republicanos del bando que perdió la guerra.

En los dos casos hay una mitificación de España y es este doble mito lo que he intentado destruir".

Por eso, Señas de Identidad aparece tal como un intento de explicación de dos versiones opuestas de la realidad española. Por una parte, la versión oficial, es decir, la de los vencedores; y por otra, la de los vencidos, o sea, de todos los que se han negado a aceptar la ley del silencio que se les imponía.

En el primer caso, Goytisolo desvela todos los mitos que las nuevas autoridades siguen manteniendo cueste lo que cueste. Al igual que la novela Tiempo de silencio[4]1962) de Luis Martín Santos, vemos, en Señas de Identidad, la apariencia de una pirámide social que descansa totalmente sobre una coraza de respetabilidad, una hipocresía organizada y la impostura de un orden que no es más que la máscara de la fuerza brutal.

Las voces nos ofrecen, así, la síntesis de esta burguesa que va destilando buena conciencia y disfraza la realidad social del supuesto milagro económico y los veinte años de paz a través de estos términos, "Un país secularmente pobre lanzado hoy gracias a veinticinco años de paz y orden social por la esplendorosa y ancha vía de la industria y el progreso desde casi cinco lustros tenemos el privilegio de un orden bienhechor como no lo saborearon nuestros padres ni nuestros abuelos"(Señas de Identidad p.370).

De allí, cabe preguntarnos lo que constituyen este pseudo-progreso social y esta presunta concordia.

Si resulta verdadero que han desaparecido las cartillas de racionamiento, que el país nota cierta mejora acerca de la economía aunque relativa particularmente en las grandes ciudades como Cataluña, en el País Vasco y en Madrid siguen existiendo muchas dificultades.

Esta situación provoca un gran movimiento migratorio que pone de relieve las difíciles condiciones de existencia del mundo rural y, a veces, plantea problemas de adaptación a las condiciones de vida industrial, de unos obreros sin cualificación frente a estos cambios de costumbre.

Igualmente, si el boom turístico, eslogan predilecto de la propaganda oficial, ha constituido un soporte económico innegable, ha dejado sobre todo unas costumbres y mentalidades muy distintas de las de la sociedad española que no ha permanecido insensible a esos hábitos.

Sin embargo, las nuevas autoridades se contentan con las circunstanciales actuales y no dudan en mostrar a las claras la prosperidad de España en las vías del progreso y el desarrollo.

En Señas de Identidad, dicha realidad se ve de otro modo. El progreso económico, que resultaría ser ayuda material a las dificultades españolas, tiende a hacer desaparecer la existencia de unas verdaderas relaciones humanas. En su lugar, es la instauración de un nuevo orden basado, desgraciadamente, en el individualismo y la miseria porque bajo una apariencia engañosa de confort, las condiciones de vida eran duras, los sentimientos tendían a desaparecer, las relaciones humanas se mercantilizaban. Y, pasa lo mismo con lo que solemos llamar "los veinticinco años de paz" que ha permitido instaurar una paz duradera. Sin embargo, en vez de ser verdaderamente un motivo de progreso, esos veinticinco años de paz no han dejado más que miseria y opresión a un pueblo sin libertad y que vive amedrentado de manera cotidiana.

Las relaciones de vigilancia, las puestas en residencia forzosa, la delación casi institucionalizada, la sospecha de unos para con otros muestran, a las claras, que dicha paz no es sino espejismo. Como sucede en los primeros momentos del franquismo, la relación de fuerza queda mantenida por la Iglesia, el ejército y la Falange que siguen sacando las castañas del fuego.

Es también el caso de la inmigración española hacia los países desarrollados de la Europa occidental. Presentada por la propaganda oficial tal como una epopeya conquistadora, dicha inmigración aparece nuevamente en vista de la realidad cotidiana de sus expatriados.

Esos hombres y mujeres que tienen pinta de misionarios encargados de anunciar la buena nueva y de propagar la lengua y la cultura españolas a lo de los antiguos Conquistadores no resultan ser más que la caricatura de una España en degeneración como lo recalca el novelista, "Herederos ilustres de los descubridores del Pacifico y expedicionarios del Orínoco, de los guerreros invictos de México y héroes del alto Perú, partían a la conquista y redención de pagana, virgen e inexplorada Europa, recorriendo audazmente su vasta y misteriosa geografía sin arredrarse ante fronteras"(Señas de Identidad p.238).

El desfase queda, en cambio, enorme entre esta presentación oficial de los inmigrantes y la finalidad de sus viajes, "como en los tiempos que precedieron la caída de Imperio romano, los nuevos y taimados invasores se infiltraban en los países del mercado común…, se adueñaban de las cocinas, roperos y despensas y disponían la paella, la sopa de ajo y la sangría, prodigiosos esfuerzos de irradiación cultural para un país cuya renta per cápita no alcanza aún la modesta cifra de veinte mil pesetas"(Señas de Identidad p.239).

A través de este simbolismo ideológico– si podemos llamarlo así- y este contraste entre la visión española y la de la realidad de la inmigración, Goytisolo destruye lo que considera como una falsa e inauténtica imagen y al mismo tiempo sugiere otra idea de la España franquista en la que la retórica oficial oculta cada vez más la realidad de la vida cotidiana.

Este simbolismo ideológico sirve igualmente para reflejar la realidad actual de España la que nos da el protagonista de la novela, Alvaro, en el momento de una excursión por el castillo de Montjuich donde divisa una imagen de Barcelona completamente diferente de la que describe un grupo de turistas. Así, mientras que la palabrería oficial presenta la ciudad como espléndida, moderna, industrial con el clima sereno "que procura ser para los visitantes tal y como la vio Don Quijote hace más de trescientos años"(Señas de Identidad p.402), Alvaro, por su parte, se refiere a la Barcelona obrera y revolucionario de la guerra civil, ahora pervertida por "las bárbaras caravanas de Hunos Godos Suevos Vándalos Alanos (…) con gafas oscuras shorts sombreros de paja botijos porrones máquinas de fotografías castañuelas sandalias alpargatas de payés banderillas blusas de nailon pantalones tiroleses camisas estampadas"(Señas de Identidad p402).

Esta visión negativa de la España franquista se ve expresada, de modo mucho duro, más algunos años más tarde, por Juan Marsé en Si te dicen que caí[5]2010).

Nos parece interesante, a este nivel de nuestro estudio, establecer un paralelismo entre la novela de Goytisolo y la de Juan Marsé por unos motivos evidentes. Primero, a través de su pertenencia a una misma generación que ha padecido mucho las consecuencias de la guerra civil, ambos novelistas han sido a la vez apóstoles y victimas del realismo social y han expresado siempre su anticonformismo para con la sociedad franquista. Luego, dichas novelas- Si te dicen que caí y Señas de Identidad- constituyen una mirada fiel hacia la posguerra en que la prostitución de todo un sistema de relaciones sociales presenta el franquismo como una lenta degeneración de las costumbres y de los valores sociales

Pues, si Señas de Identidad aparece como una tentativa de recuperación de un pasado escamoteado y la búsqueda de una identidad tanto para Alvaro como para España, la novela de Juan Marsé intenta también llenar los silencios del discurso oficial. De allí, la aventi, modalidad de narración empleada por Marsé en su novela, resultaría ser al mismo tiempo historia y memoria ya que es un reflejo de la memoria del desastre, un eco apagado del fragor de la batalla (Si te dicen que caí 2010).

Por lo tanto, en una época en que la casi totalidad de un pueblo atemorizado ni siquiera se atreve a recordar, Si te dicen que caí nos desvela, a través de las historias de unos personajes tales como Conrado Galán, Aurora Nin o de los chavales que pueblan los barrios pobres de Barcelona, una visión de la España de los años cuarenta en que no sólo la corrupción de los cuerpos y de los espíritus muestra la imagen de una sociedad decadente sino que también la ley del silencio impuesta al pueblo entero demuestra el verdadero rostro de España durante los primeros años de la dictadura.

Tenemos que precisar, por fin, que los puntos de convergencia entre ambas novelas, por supuesto, no se limitan a esta presentación dolorosa de un período de la historia de España, pero los dos novelistas barceloneses se preocupan por la realidad y la ficción.

Así, el franquismo se ve como una perversión histórica y España igual que una sociedad en decadencia en la que todo suena a falso. Ningún valor resulta auténtico, ni se da ninguna perspectiva al individuo en un lugar en que la mentira y la perversión parecen erigirse en norma.

El proceder de Goytisolo en Señas de Identidad provoca forzosamente un trabajo sobre el lenguaje, la represión sobre el cuerpo que se realiza también a través de las estructuras lingüísticas de señas opuestas para suplantar lo racional, otra dimensión de la alienación del individuo.

Discurso sobreentendido

Basta con leer la primera pagina de la novela Reivindicación del Conde Don Julián para darse cuenta de la complejidad del relato que, al parecer, no sigue ninguna convención gramatical si tomamos el sentido clásico del término.

La primera sorpresa a la que el lector hace frente, es la ausencia de mayúsculas, una puntuación limitada a la coma y a los dos puntos, un que puede tomar varios sentidos, según designa el personaje, sus acciones o su intimidad.

En efecto, el relato de Don Julián nos sitúa a principios de una mañana de un que desconocemos, "Con los ojos todavía cerrados, en la ubicuidad neblinosa del sueño, invisible por tanto y, no obstante, sutilmente insinuada: en escorzo, lejano pero identificable en los menores detalles, dibujados ante ti, lo admites, con escrupulosidad casi maniaca: un día y otro día aún: siempre igual" (Reivindicación del Conde Don Julián p.12).¿Quién es, pues, este personaje cuyas menores preocupaciones se nos da y que nos parece familiar a primera vista? Para identificarlo, hemos de hacernos cierto número de interrogaciones pero sin lograr encontrar la respuesta exacta y definitiva. Por ejemplo, podríamos preguntarnos, ¿en qué momento suceden los hechos? ¿Dónde? ¿Quiénes los cuentan? Se nos va a replicar que cualquier lector se haría este tipo de preguntas, y el novelista usa este proceder deliberadamente para que el lector siga quedándose a la expectativa.

Sin embargo, eso no sucede en la novela de Juan Goytisolo siendo el suspenso permanente a lo largo del relato. La primera expectativa concierne precisamente la identidad de este tú, omnipresente, personaje indefinible que nos transmite sus pensamientos, nos introduce en su intimidad a través de un yo implícito.

No obstante, no existe ninguna referencia, ninguna alusión a su aspecto físico; lo que supondría que se trata de un personaje incorpóreo y etéreo cuya presencia queda completamente fantasmal en el relato; un personaje que sería el interlocutor de un yo transformado en un tú. Con otras palabras, la calidad de protagonista se encontraría, en este caso, limitada a un pronombre personal, una forma vacía sin referencia exterior, que remite a la única realidad del discurso como lo dijo Benveniste en su obra (1996).

Ante la falta de un personaje física ocupando un lugar privilegiado en el relato, ¿quién sería, pues, el verdadero protagonista de Reivindicación del Conde Don Julián? ¿Sería solamente el discurso frente a la historia? Para contestar a estas preguntas, sería interesante tener en cuenta las numerosas identificaciones que podemos dar a este que invade todo el texto. Dentro del relato, este aparece, sin embargo, como el personaje misterioso que deambula por las calles de Tanger, repitiendo tal un autómata las mismas actividades: hacerse una inyección en un distrito sanitario, ir a una biblioteca para depositar insectos en las páginas más representativas de la literatura española clásica, sentarse en la terraza de un café y fumar, de modo continuo, marihuana, entre otras.

A través de este vagabundeo por las calles de Tanger, unos elementos de la realidad que lo rodea, justifican su deseo de destruir la cultura tradicional y borrar, así, las secuelas que ésta ha dejado en su personalidad. De allí, viene su proyecto de invadir la península y destruir todos los símbolos de la cultura oficial. El momento culminante en este intento queda el episodio en que el vigilante de las obras, o sea, el protagonista metamorfoseado, lleva inexorablemente al niño al crimen después de someterlo a sus apetitos sexuales. Tras eso, el ejército árabe invade España.

Se acaba, así, la novela en una brusca transición: de la fantasía, pasamos a la realidad, el protagonista vuelve a casa. Como sucede casi siempre, aun teniendo en cuenta la estructura de la novela, es una especie de laberinto sin salida que parece apoderarse de la identidad exacta del protagonista; ninguna certeza acerca de su verdadero aspecto, aún siempre unos indicios tan imprecisos los unos como los otros; ni siquiera al final de la novela, las posibilidades de resolver el enigma no se esclarecen.

La primera alusión a una identidad plausible se ve, no obstante, desde las primeras páginas de la novela, "moviendo el recuerdo de tus humillaciones y agravios, acumulando gota a gota tu odio: sin Rodrigo, ni Frandina, ni cava: nuevo conde Don Julián, fraguando sombrías traiciones" (Reivindicación del Conde Don Julián p.16).

El adjetivo nuevo confirma aquí lo impreciso que es el inicio. Pues, no se trata del conde Don Julián aunque su proyecto lo acerca a la figura mítica y legendario del traidor. Si nos referimos a las numerosas pistas que nos parecen ofrecer la relación entre el chaval y Alvarito, las que el narrador se ve obligado a seguir en una especie de laberinto, siempre volvemos a la misma incertidumbre del principio y al mismo punto.

¿Qué pasa en este caso preciso? A la salida de un urinario, el protagonista encuentra con un joven que le ofrece sus servicios en calidad de guía turístico. En el momento de un segundo encuentro, el adolescente le dijo, "no me apartado un segundo de usted". Lo que precisa el narrador cuando afirma, "su voz suena familiarmente en tus oídos y su aspecto distinguido te intriga" (Reivindicación del Conde Don Julián p.71).

De allí, estos indicios nos parecen poder resolver este verdadero rompecabezas y también teniendo en cuenta que esta hipótesis parece confirmarse en algunas líneas más lejos al declarar el narrador de Reivindicación del Conde Don Julián que súbitamente lo crees reconocer: un cuarto de siglo atrás: un barrio de calles recogidas y absortas, orilladas de umbrosos jardines y torreo conventuales.

Sin embargo, vemos muy rápidamente que sólo es una falsa pista, y, otra vez, sigue liándose la historia. De hecho, para comprender el carácter aleatorio de esos numerosos indicios, conviene examinar con atención el episodio de la clase de ciencias naturales de las páginas 20 y31 que encontramos de nuevo en las páginas 33 y 36. En este episodio, Figurón, el profesor agarra al niño del cuello y le exige mirar por el cristal, un escorpión que persigue a un saltamontes bajo la mirada inquisidora de los alumnos.

Este niño es el protagonista de Reivindicación del Conde Don Julián , la primera vez que se ve relatado este episodio mientras que la clase de ciencias naturales no representa nada más que un recuerdo asociado a la inyección que está a punto de recibir. La segunda vez, se trata también de un chaval, pero en este caso, queda menos explícita la identidad, "¿Qué niño? El mismo que te ha ido a visitar al café unos instantes"(Reivindicación del Conde Don Julián p.94).

Estos propósitos nos hacen pensar, sin embargo, al joven guía turístico, lo que nos hace creer que se trata, de veras, del mismo episodio y del mismo protagonista. Y, podemos añadir que la repetición de la clase de ciencias naturales permite asimilar el joven guía del presente al niño protagonista del pasado.

Según Benveniste (1996), existe una correlación entre los pronombres personales según si se refieren a la primera persona o a la segunda persona del singular. El pertenece a la esfera de la subjetividad mientras que el él es del campo de la objetividad.

En Reivindicación del Conde Don Julián, Goytisolo emplea dicha correlación para determinar los dos polos de oposición formados por una parte, la España sagrada, y por otra, la maldita; ambos simbolizados por el niño por un lado, y, por otro, por el personaje adulto que corresponde con el término positivo de la oposición. Por consiguiente, el suicidio del niño que causa la destrucción del lado negativo de la oposición le permite al personaje recobrar su verdadera identidad purificándose así de las lacras que proceden de su educación represiva, "Impugnando la muerte que os cierne: monstruo no, ni bifronte, ni jano: tú mismo al fin, único, en el fundo de tu animalidad herida" (Reivindicación del Conde Don Julián p.230).

Esta finalidad del desdoblamiento y su corolario: la destrucción del lado objetivo (él), que lo mezclaba con la madrastra inmunda cancela todos los aspectos de los valores anacrónicos de su historia y, a la vez, pone en tela de juicio el concepto de la España tradicional.

Así, se realiza el proyecto de Reivindicación del Conde Don Julián, al considerar el narrador que se acabó su discurso con la invasión árabe, "Después, tiraras de la correa de la persiana sus una mirada para la costa enemiga, para la venenosa cicatriz que se entiende al otro lado del mar: el sueño agobia tus parpados y cierras los ojos: lo sabes, lo sabes: mañana será otro día, la invasión recomenzará" (Reivindicación del Conde Don Julián p.240).

Sin embargo, las diferentes identificaciones del protagonista de la obra Reivindicación del Conde Don Julián quedan solamente posibles desde un nivel extra textual. Dicha de otra manera, los únicos elementos que posee el lector son las indicaciones sacadas del texto, las que compara con otras relacionadas con la novela para concluir que, bajo distintos modos, se trata de Juan Goytisolo y Alvaro; aunque eso no se comprueba a través del texto, se justifica en la medida en que la organización del relato relaciona dos episodios que tienen un niño como protagonista. Es, sin duda alguna, una ojeada, una especie de complicidad establecida por el narrador entre el relato y con el que se mezcla.

Pues, sería vano, a pesar de todos los indicios, de todas las pistas entrevistas hasta aquí, querer buscar el verdadero protagonista de la novela por otra parte en vez de hacerlo en el mismo discurso. Hasta la función del pronombre personal tendería a confirmar esta aserción.

Para darse cuenta de ello, veamos las diferentes metamorfosis del personaje- insecto, vigilante- las cuales son prueba de su realidad preestablecida e inmutable.

La definición de Benveniste (1966, p.254)- acerca de los pronombres personales que son, "un ensemble de signes vides, non référentiels par rapport à la réalité, toujours disponibles, et qui deviennent pleins des qu"un locuteur les assume dans chaque instance de son discours"- se ve tomada otra vez por Goytisolo a través de su entrevista con Ortega (1972, p.18) en estos términos, "Los pronombres personales del discurso narrativo no expresan una voz individual, sino todas las voces o ninguna. Como señala Benveniste, los yo, tú, nosotros, no se refieren a una realidad objetiva, como la mayoría de los signos nominales, sino a una realidad de discurso, a un mero proceso de enunciación. Ni el tú interpelado ni el yo interpelador poseen una identidad precisa y concreta, y el lector no sabe quién es el sujeto emisor y quién es el receptor".

A partir de estos propósitos del novelista, deducimos que los pronombres tienen como referencia la única realidad del discurso; son moldes vacios que no reflejan más que su utilización en el esquema del acto de comunicación. Así, en Reivindicación del Conde Don Julián, el no posee contenido uniforme; se refiere más bien a una diversidad de personajes. Eso no significa en absoluto la desaparición de su contenido inicial, el lector de Reivindicación del Conde Don Julián teniendo siempre en la mente la entidad que designa.

Preponderancia del relato sobre la historia

Podemos distinguir unas grandes fases en la oposición de Alvaro al franquismo. La primera es una preocupación social, de solidaridad y de luchas colectivas cuyas diferentes manifestaciones se ven en los capítulos que se refieren a la recién historia de España: la guerra civil y sus consecuencias, la tentativa de organizar los núcleos de la oposición dentro y fuera del país, entre otros.

El rodaje del documental tales como los trozos de antología traducen, en efecto, una voluntad de reconstitución histórica. No es una casualidad si Alvaro se compara, a principios del capítulo tres, sin ironía por lo demás, con Sherlock Holmes, "Te habías inclinado, recordabas y recorriste con la mano la superficie rugosa de los esquistos con la esperanza absurda de avanzar un paso en el conocimiento de los hechos, (pezquizando las huellas y señales como un aplicado aprendiz de Sherlock Holmes)"( Señas de Identidad p.109).

Del mismo modo, la entrevista del escritor español de paso por el café de Berger, revela aún la primacía del contenido, la ausencia de reflexión formal que caracterizaba esta literatura social Señas de Identidad p.288-289. El lenguaje sigue siendo transparente de lo real y el orden del relato queda todavía sometido al orden de la historia: el objetivo de Alvaro es dar testimonio sobre una realidad sociológica e histórica a la vez.

Esta preocupación, en gran parte, se traduce en una ilusión mimética. Se trata, sobre todo, de hacer verdadero, de darle al lector la impresión de estar frente a una fase de lo real. De allí, la multiplicación de los detalles y el uso de un vocabulario técnico por una parte, y por otra, acerca de la discreción del narrador que busca desapareciendo, disfrazado detrás de una tercera persona gramatical; como sucede por otras partes del texto, se pone detrás del estilo indirecto ( Señas de Identidad p.60-63 y p.185-197).

De hecho, el trabajo del novelista se acerca, en este caso, al del historiador: la lectura de la realidad siendo el resultado de un trabajo previo de elección de los materiales y de confrontación del relato. Por otra parte, el narrador parece confirmar este punto de vista a propósito de su relato del alzamiento campesina de Yeste, "Compuesta la doble y contradictoria versión de los protagonistas del suceso he aquí la síntesis informativa divulgada posteriormente en los periódicos imparciales" (Señas de Identidad p.144).

En efecto, a partir del segundo capítulo, asistimos a un desarrollo del tema de la ilusión objetivista con Alvaro incapaz de reconstituir el pasado cuyas huellas quedan borradas. Pues, debe suplir la acción destructora del tiempo con un conjunto de trabajo de reconstrucción. Imagina tanto como reconstituye, "en una última y desesperada tentativa de descubrir las coordenadas de tu extraviada identidad. Fotocopiados por Enrique en la hemeroteca barcelonesa los recortes de ABC, El Diluvio, Solidaridad Obrera, La Vanguardia referentes a los sucesos de mayo 36[…] podías no obstante reconstruir las incidencias e imaginar las situaciones, zambullirte en lo pasado y emerger a lo presente, pasar de la evocación a la conjetura, barajar lo real con lo soñado"(Señas de Identidad p.110).

En un intento en que la imaginación desempeña un papel tan importante como la evocación, el narrador no puede hablar más que en su propio nombre sea en la segunda o tercera personas. La única objetividad posible se vuelve aquí la totalidad de los puntos de vista algo particular, lo que explica que la novela incluye otros puntos de vista; peculiarmente el punto de vista dominante, el de las voces.

Lo importante no reside en absoluto en la restitución de la historia- eso resultaría un intento imposible- sino en la historia del individuo en la que la de su país y de su pueblo son parte interesada.

A partir del momento en que la identidad de Alvaro está directamente ligada a la de España y del pueblo español, el documento histórico ya no puede ser el objetivo que el texto quiere alcanzar. Ya no es más que un material de salida, igual que lo imaginario, el recuerdo, la reflexión, entre otros.

Desde entonces, la novela se organiza a través de una estructura cónica cuya base es el documento, y de modo temporal, el presente. Allí, encontramos, sin lugar a dudas, una de las originalidades más destacadas de Señas de Identidad.

Así, la nueva estética novelesca que trasluce en Señas de Identidad se ve en las primeras páginas de la obra. Se cumple a través de las collages, la ruptura de la cronología, la disminución del papel del documento, el trabajo acerca de la memoria y de la imaginación, la alternancia de las personas gramaticales y la encrucijada de los relatos.

Lo mejor es que también la destrucción de las convenciones gramaticales se acentúa a medida que evoluciona Alvaro. Así, sucede una preponderancia de la segunda persona en los últimos capítulos a la alternancia segunda –tercera en los primeros mientras que la multiplicación y la encrucijada de relatos se intensifica en el sexto capítulo (particularmente en el episodio dedicado al aborto de Dolores) y en el último capítulo.

Tanto el párrafo como la frase, por lo menos, tocante a la forma de puntuación, se ven afectadas dando paso a una disposición poemática, aislando pequeñas unidades de sentido tipográficamente, a un equivalente lingüístico del puzzle o del caleidoscopio en el terreno de la organización del relato. Esta renovación de la estética narrativa, cuya necesidad acabamos de ver en función de la evolución ideológica y psíquica del protagonista, es de capital importancia en la historia de la narrativa española contemporánea. Marca, en efecto, una revolución no menos importante que nos recuerda la introducida por el realismo social durante casi una década.

No obstante, no podemos evitar comprobar que en el momento en que Goytisolo propone una especie de estética de oposición en vez de una estética de la identidad siguiendo sus propios términos, no se libra más que parcialmente de esta estética de la identidad. En efecto, es el más indicado para señalar el origen de ciertos aspectos de esta revolución formal.

Igual que Marcel, Alvaro sale a la busca del tiempo perdido; tal como Doss Passos, el narrador emplea el collage, acerca unos fragmentos de actualidad y el discurso subjetivo del personaje. Como Faulkner, suprime la puntuación y adopta una disposición poemática que no sólo acentúa la fragmentación del relato sino que expresa, paradójicamente, la aspiración a una posible unidad. De hecho, nos parece imprescindible subrayar la deuda de Juan Goytisolo para con la crítica contemporánea acerca de la importancia otorgada al relato en relación con la historia y con la práctica de la intertextualidad.

Pero, a pesar de esta situación de dependencia cuyos ejemplos podríamos multiplicar, resulta cierto que el autor de Señas de Identidad desempeñe en España un papel de precursor -con Luís Martin Santos- y que esta novela de un desterrado catalán abra nuevas perspectivas en la novela contemporánea española.

Conclusión

Este estudio dedicado a Señas de Identidad y a Reivindicación del Conde Don Julián nos permite constatar la evolución progresiva de la carrera literaria de Juan Goytisolo. Su obra corrió suertes muy diversas tanto en su creación novelesca como en sus ensayos. Por lo tanto, no tenemos que perderse de vista la posible influencia de las literaturas europeas y latinoamericanos; sin embargo, el aspecto más importante, según nosotros, es la propia situación de Goytisolo en relación a España. A causa de su exilio voluntario, logra analizar, de modo mucho más objetivo, la nueva realidad española y familiarizarse con otras ideas y culturas. Y como tal, Señas de Identidad y Reivindicación del Conde Don Julián deben percibirse como una culminación de un largo proceso ideológico y literario en que la primacía del contenido ya no determina la actividad creadora.

Seguramente, la crítica social queda un elemento esencial en ambas novelas y, de allí, Goytisolo no ha abandonado a sus convicciones. La novedad es que esta crítica se hace a partir de la subjetividad del personaje y da una parte importante a lo imaginario en la organización del relato.

Partes: 1, 2

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