Monografias.com > Educación
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

¿Escisión entre la enseñanza y la investigación? El caso de la Universidad de Buenos Aires



Partes: 1, 2, 3

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. La diferenciación intrínseca del capital, y sus similitudes y diferencias con el capitalismo cognitivo
  4. La Universidad del Capital Tecnológico
  5. La división de la enseñanza y la investigación en las Universidades Argentinas. El caso de la UBA
  6. Reflexiones finales

Resumen

El presente artículo se propone aportar elementos para el análisis de la tendencia a la separación entre la docencia y la investigación en la Universidad en la actualidad. A tal fin, en primer lugar se retoma el planteo de Levin (1997 y 2010) de diferenciación intrínseca del capital para contextualizar las transformaciones recientes de la Universidad. Seguidamente se elabora una primera aproximación a una ficción analítica de la Universidad actual titulada Universidad del Capital Tecnológico (uct). A partir de este modelo ideal, se explora una de sus características, la mayor escisión entre la enseñanza y la investigación, en la Universidad de Buenos Aires (uba). Ello, a partir de los anuarios de estadísticas universitarias y del censo docente de la uba correspondiente al año 2011, recientemente publicado. Finalmente, se concluye que, en lo que respecta a la dimensión de la uct estudiada, la uba se corresponde con aquella ficción.

Palabras clave: Transformaciones en Educación Superior; Política Científica; Docencia e Investigación; Universidad de Buenos Aires

Introducción

El objetivo general de este artículo es aportar elementos para el análisis de la tendencia a la separación entre la docencia y la investigación en la Universidad actual. A tal fin, resulta útil recordar primero las tres características que edifican el proyecto de Universidad de la Ilustración (ui), que se asoció al modelo conocido como Universidad Humboldtiana, figura dominante durante el siglo xix.

La ui tiene como propósito fundamental que los estudiantes sean capaces de conocer. La concepción humboldtiana de ciencia para la Universidad se aproxima al planteo de Kant sobre el conocimiento. Entiende que la Universidad es la forma observable de una idea, espíritu o razón que no es aprensible mediante los sentidos: la ciencia como unidad, Wissenschaft, que tiene que estar siempre en movimiento; de lo contrario muere.

En segundo lugar, los filósofos de la ilustración en general, y Humboldt en particular, buscaron una integración de la educación y la investigación. Humboldt ([1810]1943) entendía que la enseñanza era a la vez presupuesto y fin de la investigación y, al mismo tiempo, el destino natural de los logros alcanzados. El docente debía fundar sus enseñanzas en sus propias investigaciones, al tiempo que la investigación de cada estudiante era fundamental para su formación. Docentes y estudiantes debían llevar adelante procesos de investigación conjunta.

Finalmente, a fin de que fuera posible concretar el principio de libertad para conocer o libertad de toda tutela, que sintetiza Kant ([1784] 2009)como el proyecto de la Ilustración Moderna, la ui debía ser autónoma. Esta versión de la autonomía universitaria era, al mismo tiempo, autonomía política en su relación con el naciente Estado Moderno y, fundamentalmente, autonomía de la razón.

Empero, la Universidad vigente desde la Segunda Posguerra en los países centrales se ha distanciado progresivamente de aquellas premisas. De modo que resulta fértil la elaboración de una ficción analítica de institución acorde a un nuevo contexto que Levín (1997; 2010) identifica como de predominio del capital intrínsecamente diferenciado a consecuencia del monopolio de la innovación. En el segundo apartado de este artículo se recupera este planteo como marco dentro del cual se confecciona la presente investigación al tiempo que se compara esta aproximación con la del capitalismo cognitivo.

Levín (1997; 2010) arroja una explicación fértil para el estudio de las interrelaciones entre educación, innovación y producción, pero ésta no es la única existente. Entre otras, la corriente del capitalismo cognitivo, dentro de la cual Míguez (2012) destaca los aportes de Moulier Boutang, Paulré, Marazzi, Corsani, Rullani y Vercellone, ubica en el centro de sus discusiones la producción de conocimiento en el proceso de valorización del capital, así como el estudio de las consecuencias del desarrollo tecnológico, centralmente en las áreas informática y de comunicaciones, sobre la sociedad. En particular, Moulier Boutang ([2007] 2012) comprende al capitalismo cognitivo como una tercera etapa en la historia del capitalismo, luego de las eras comercial e industrial. Aquel se basa en la acumulación de capital inmaterial (fundamentalmente derivado del conocimiento y la innovación), la difusión del conocimiento y un rol hegemónico de la economía del conocimiento.

Algunos autores recientes analizan las transformaciones sobre la Universidad como un proceso de mercantilización. Entre ellos, destacamos a Sotiris (2014), Harari (2013) y Laval et al. (2012). Slaughter y Leslie (1999) por su parte, inauguraron una corriente de pensamiento llamada «capitalismo académico» a partir de identificar el esfuerzo de profesores y universidades por orientar su producción a las necesidades del mercado. Algunas interpretaciones más aventuradas se encuentran en Harvie (2000), quien propone que las transformaciones recientes en la Universidad significaron su paso del feudalismo al capitalismo.

Los estudios sociales de la ciencia y la tecnología, o sobre Ciencia, Tecnología y Sociedad (cts) comprenden otra corriente que ha asignado importancia central a la mencionada interrelación. Dos síntesis sobre la evolución de esta escuela, una que compara los enfoques Europeo y Norteamericano y otra que se concentra en el movimiento cts en Latinoamérica, pueden leerse en López Cerezo (1998) y Vacarezza (1998), respectivamente. Los estudios sobre cts entienden que la ciencia y la tecnología no son procesos autónomos sino sociales y, por lo tanto, influidos por su contexto. Entre otros, destacan la injerencia de «valores morales, convicciones religiosas, intereses profesionales, presiones económicas, etc.» (López Cerezo, 1998:44).

Desde otra perspectiva, la doctrina neoschumpeteriana propone la noción de Sistema de Innovación o, para el caso de un país, Sistema Nacional de Innovación (sni) (Freeman, 1987; Lundvall, 1992; Nelson, 1993). Un sni se determina al interior de un Estado Nación e incluye todos los elementos y relaciones que interactúan en la producción, difusión y uso de conocimiento económicamente útil (Lundvall, 1992).

Todas estas aproximaciones refuerzan la importancia de nuestra propuesta general: confeccionar una ficción analítica de la Universidad conceptual y contextualmente coherente. Adelantamos que la hemos denominado Universidad del Capital Tecnológico (uct). El tercer apartado de este artículo está dedicado a desarrollar un primer bosquejo de este modelo que reconoce entre sus características centrales la tendencia a la división de las tareas de enseñanza e investigación, nota que se pretende profundizar en el presente trabajo.

Seguidamente, en el cuarto apartado, a partir de estudiar la experiencia reciente de la Universidad de Buenos Aires (uba), se intenta contribuir a la caracterización de la uct en países periféricos, en los cuales no se ubican los principales circuitos de innovación a nivel mundial. Se realiza un primer análisis en torno a la posible desconexión entre docencia e investigación en la uba, con el objetivo implícito de comenzar a indagar en qué medida esta institución responde o no a la tendencia general abordada a partir de la figura de uct. Por otro lado, este ejercicio habilitará a pensar cómo el desarrollo de modelos generales de Universidad, coherentes con la experiencia de los países centrales, debe convivir con realidades locales que introducen adaptaciones particulares.

Para llevar adelante el estudio de vinculación entre la docencia y la investigación en la uba, se utilizan dos fuentes de información oficial: los Anuarios de Estadísticas Universitarias y los Censos Docentes de la uba, complementadas con un análisis de cantidad de publicaciones por docente a partir del ranking de universidades de Iberoamérica elaborado por scimago. Adicionalmente, se utiliza información provista por la Secretaría de Ciencia y Técnica de la uba. La información estadística, asimismo, se verá complementada por un análisis cualitativo que pretenderá dar cuenta de elementos que escapan a la medición cuantitativa.

La diferenciación intrínseca del capital, y sus similitudes y diferencias con el capitalismo cognitivo.

La tesis de diferenciación intrínseca del capital (dic) encuentra diversos puntos de contacto con la del capitalismo cognitivo (cc). Entre ellos, ambas ubican en el centro de sus preocupaciones las consecuencias que genera sobre la acumulación de capital la producción de conocimiento, entendida como producción creativa o poiética (Levín, 2010), o cognitiva (Moulier Boutang [2007]2012; Corsani et al., 2001; Rullani, 2000). De hecho, a partir del desarrollo de sus notas comunes, para ambas explicaciones tiene sentido pensar en una ampliación del objeto de estudio de la Economía Política que integre también a la producción poiética o creativa, que no es reproductiva (Levín, 2010; Corsani et al. 2001).

Coinciden también, aunque no en el caso de Rullani (2000), en que esta transformación no es una etapa más en el marco del desarrollo del capitalismo industrial tal como se lo conocía hasta entonces, sino un cambio radical, la inauguración de una nueva etapa que igualmente se enmarca dentro del capitalismo y, en ese sentido, no es una vuelta a empezar desde foja cero (Miguez y Sztulwark: 2012; Moulier Boutang, [2007]2012; Levín, 1997). Ahora bien, según Levín (1997) el capitalismo industrial previo a la etapa de diferenciación intrínseca se corresponde con el capitalismo no diferenciado, enfatizando así la diferencia entre una y otra etapa. La actual se caracteriza por la dic la cual resulta de un proceso de monopolización de la innovación. Profundicemos sobre esta cuestión.

La ficción de capitales homogéneos presente en las obras clásicas de Smith ( [1776] 2012), Ricardo ( [1817] 2009) y Marx ( [1867] 1973, [1894] 1973) compuso un escenario donde entre capitales se competía de igual a igual. Conforme a las premisas de la Sociedad Civil, entablaban entre sí una relación ausente de poder (Levín, 2010). Ahora bien, a partir de la búsqueda incansable de cada capital individual por ganancias extraordinarias vía innovaciones, es posible que determinados capitales inicialmente exitosos, decidan destinar su ganancia diferencial a la concreción de nuevos éxitos en materia de innovación. Si lo alcanzan, habrán logrado mantener la delantera; sin que el capitalista que personifica aquella relación se dé cuenta, habrá contribuido a transformar profundamente y sin retorno al capitalismo. Este ejercicio, de hecho, se repitió una y otra vez en la historia del capitalismo. Entre tanto, se fue configurando un proceso de diferenciación irreversible entre las empresas de capital; así, el protagonismo de la innovación dejó de ser aleatorio y azaroso. Por consiguiente, el carácter transitorio del privilegio del innovador que obtiene plusvalía extraordinaria, también desapareció. Esa fuente adicional de plusvalía, que permite a este capital apropiarse de más valor que el representado por su mercancía, se sostiene en el tiempo, diferenciando a estos capitales de aquellos que carecen de esta posibilidad. Los primeros son llamados por Levín (1997) capital potenciado, complejo o relativo, y los segundos capital simple o reducido. Se ha puesto en marcha la diferenciación tecnológica intrínseca del capital industrial, la cual trae como correlato una diferenciación intrínseca de la clase trabajadora donde el trabajador asalariado convive con trabajadores precarizados y contratados bajo otras modalidades (Levín, 1997). Esta diferenciación de la clase trabajadora es coherente con los señalamientos del cc en torno a la dilución de las fronteras entre el trabajador asalariado y el trabajador independiente y sobre el florecimiento de formas de contratación precarias

(Corsani et al., 2001). En ambos casos el salario no es la única forma de remuneración posible para el trabajador, los contratos de locación de servicio (la remuneración atada al servicio prestado) se fortalecen en este contexto (Gonilski, 2013; Corsani et al., 2001).

Siguiendo a Levín (1997), las empresas del capital potenciado «reducen» el capital de las demás empresas; de allí que estas últimas queden subsumidas a la categoría de empresas de capital reducido o simple. Este grupo está integrado por las firmas que con el advenimiento de la diferenciación intrínseca del capital han perdido la autonomía técnica, lo que llevó a que su capital se reduzca y así pasaron a ser capital indiferenciado. Copian, en la medida en que ello es posible, las innovaciones existentes por medio de una feroz competencia entre ellas por ver quién es la primera en aplicar la nueva técnica, pero no tienen capacidad de innovar.

La idea de monopolio de la innovación que se deriva de la dic parecería contradecirse con el planteo del cc a este respecto. Rullani (2000), indica que el valor del conocimiento se determina como la brecha que las empresas de capital logran mantener hasta que la innovación se difunde, se socializa; es ésta una explicación coherente con el escenario de capitales homogéneos pero no con el de dic. Corsani et al. (2001) también hacen hincapié en la propagación y difusión horizontal de la innovación por medio de la imitación, la competencia, efectos contagio, donde no es posible el dominio privado del conocimiento producido. En tal caso, es posible la apropiación privada de sus beneficios, pero ello se explica por medio de mecanismos externos que lo aseguran (como son los derechos de propiedad intelectual, los derechos de autor o las patentes) (Corsani et al., 2001; Moulier Boutang, [2007] 2012). Según Corsani et al. (2001), entonces, bajo el capitalismo cognitivo nos acercamos al fin del monopolio que acapara conocimientos pues cada vez resulta más sencilla la copia y es menor el costo de duplicación.

A partir de Levín (1997) podríamos responder que aunque empresas de capital simple logren, tardíamente, incorporar el cambio técnico, no pueden apropiarse el beneficio económico resultante, el cual es apropiado por las empresas de capital potenciado mediante contratos de adhesión en los cuales imponen las condiciones de la transacción. Asimismo, cierto es que no es posible limitar el impacto que tiene sobre la sociedad la producción conceptual, pero cuando de ella derivan innovaciones, su aprovechamiento sí está limitado, en el marco de la dic, al dominio del capital potenciado. En este sentido, la necesidad de diferenciar dentro de la producción poiética entre concepto e innovación (Rikap, 2013) es un elemento central de la tesis de dic que encontramos ausente en la del cc.

Retomando la premisa de monopolio de la innovación que ejercen las empresas de capital potenciado, corresponde indicar que Miguel y Sztulwark (2012) reconocen que es posible, con el afán de apropiarse privadamente de los beneficios de la innovación, que una firma devenga monopólica, pero esto es planteado como posibilidad en un amplio abanico de opciones que no integran al escenario general, al proceso de acumulación de capital en esta etapa, análisis que Levín (1997) ubica en el centro de su tesis de dic. Dejando de lado esta diferencia, la dic coincide con el cc en que la competencia, en este nuevo contexto, se da en torno a la innovación. Sin embargo, el cc sigue pensando al proceso de competencia en un escenario de capitales homogéneos; de allí que no diferencie entre lo que podríamos llamar niveles de competencia. En el contexto de dic, la competencia es más intensa que en el contexto del capital no diferenciado aunque ya no es una guerra de todos contra todos, se entabla por alcanzar la innovación entre capitales complejos; pero entre los capitales simples también hay competencia, en este caso, por ver quién es el primero que puede aplicar esa innovación exitosamente, adaptar su técnica y así servirle mejor al capital potenciado. La competencia, entonces, no desaparece sino que se reconfigura, y en tanto está directamente asociada a la innovación, ya no asegura la igualación de las tasas de ganancia. Éstas, por el contrario, se diferencian progresiva e irreversiblemente. De un lado, las empresas de capital potenciado recrean permanentemente (mediante nuevas innovaciones) las condiciones que les permiten tener estructuralmente tasas de ganancia extraordinarias, una apropiación de plusvalor a una tasa que supera a la promedial. Del otro lado, las firmas de capital reducido subsisten con tasas de ganancia estructuralmente menores a las que se corresponden con el plusvalor generado en su interior. Retomando una vez más el escenario de capitales homogéneos descripto por Marx ( [1894]1973), al interior de una rama encontrábamos un proceso de transformación técnico material que se había separado a partir de la división social del trabajo, pero que podía reunirse. De ahí que uno de los corolarios de predominio del capital no intrínsecamente diferenciado fuera el proceso de concentración y centralización del capital (Marx, [1894]1973). En ese contexto, el capital más poderoso o más grande era aquel que dominaba toda la rama en términos horizontales y verticales a partir de subsumir los distintos eslabones al interior de su proceso de transformación técnico material. Es decir, deshaciendo el proceso de división social del trabajo y así volviéndose un capital más grande a lo largo y a lo ancho. Pero la posibilidad de hacerlo remitía a causas extrínsecas a aquel capital. Por ejemplo, la existencia de una barrera a la entrada por una condición natural de ese proceso de producción, tal como contar con un insumo clave, o incluso podía deberse a una decisión del Estado. Recordemos que, para el capital intrínsecamente no diferenciado, la planificación tiene lugar solamente puertas adentro, por eso la dominación sólo se podía ejercer en el ámbito privado de la transformación técnico material. Entonces, si un capital quería acrecentar su dominación en este contexto, debía concentrarse y centralizarse más, para tener una fábrica más grande y planificar más que antes.

Pero ahora el capital potenciado ya no necesita hacer eso. Y no sólo no lo necesita, sino que es más económico y favorable para el fin de obtener cada vez mayor tasa y masa de ganancia no hacerlo, porque puede igualmente planificar la producción de capitales que no están formalmente bajo su dominación directa. Formalmente son otra empresa y aún así el capital potenciado decide cómo y qué van a producir, en cuánto tiempo, y hasta qué transformaciones deben implementar en su técnica productiva. La empresa de capital potenciado puede conformar un subsistema de producción por ella planificado (Levín, 1997). Los subsistemas son ámbitos de planificación intermedios entre la planificación puertas adentro de la fábrica y el capitalismo en su totalidad, como sistema anárquico no planificado.

«Entre las empresas de capital y el sistema productivo como un todo se interpone un ámbito intermedio, el subsistema de acumulación. La teoría reconoce lo que está a la vista de todos: las empresas de capital conforman un orden estrictamente jerárquico. La totalidad del sistema no es ya una globalidad indiferenciada, sino una estructura compuesta con subestructuras.» (Levín, 2008:99).

Entre capitales ya no se van a establecer contratos perfectos como suponía la mercancía del capital no diferenciado, sino que entablan contratos de adhesión. La empresa de capital simple sólo puede aceptar o no el contrato impuesto por la de capital potenciado. Esta última impone las condiciones en que se va a relacionar con el capital simple y, al hacerlo, impone las condiciones de producción y venta. Si la empresa de capital reducido es proveedor, la de potenciado impone el precio al cual comprará. Si es cliente, el capital potenciado decide unilateralmente su precio de venta. La empresa de capital simple sólo puede decidir una cosa: adherir o no, aceptar o no realizar la transacción (Levín, 1997).

Así, aparece la segunda fuente de plusvalía para el capital complejo. La primera provenía del monopolio de la innovación en su rama, que permite que la empresa de capital potenciado logre una tasa de ganancia superior a la media de forma permanente. La segunda fuente es la que puede obtener de las empresas de capital reducido. Al dominar las condiciones de producción de las demás empresas de su subsistema, la empresa de capital potenciado impone precios. Y así, el capital potenciado se apropia de parte de la plusvalía generada por todos los capitales simples de su subsistema en una relación de dominación. Aquella porción de plusvalía apropiada fue producida, evidentemente, no por sus trabajadores de forma directa sino por trabajadores ajenos. El capital potenciado vende a sus clientes a un valor mercantil que está estructuralmente por encima del valor. Y a sus proveedores les paga un valor mercantil ubicado estructuralmente por debajo de su valor. El valor mercantil de las mercancías así producidas se divorcia de su valor. Los autores del cc coinciden aquí con la dic en que ya no es coherente sostener la vigencia de la ley del valor (Marx, [1894]1973 y [1867]1973). Efectivamente, las mercancías ya no se cambian tendencialmente de acuerdo al tiempo de trabajo que lleva reproducirlas (Míguez y Sztulwark, 2012). Ello, aunque tal como señala Levín (1997) al nivel total de la sociedad, la producción de plusvalía es la misma. La distinción radica en cómo es apropiada estructural y diferencialmente.

Ahora bien, aunque la empresa de capital potenciado tiene la capacidad exclusiva y excluyente de planificar la innovación en su subsistema, no necesariamente debe producir las innovaciones, aunque en algún momento lo haya hecho. Bien puede, si le conviene, recurrir a otros arbitrios para mantener e incrementar su tasa de ganancia extraordinaria, característicamente desconcentrar capital manteniendo su carácter centralizado. Esto implica reforzar el orden jerárquico establecido entre las empresas. Las que produzcan innovación para el capital potenciado serán empresas de capital tecnológico (Levín, 1997). Se trata de firmas que igualmente quedan subsumidas al capital potenciado. Éste establece su dominio sobre ellas articulándolas en ámbitos de planificación. Y así, se completa el proceso de dominación, de «… subsunción del trabajo al capital mediante la explotación de un trabajo que es productivo pero no reproductivo.» (Levín, 1997: 346).

Las empresas de capital tecnológico son distintos contratistas encargados de producir un eslabón o toda la innovación. La innovación es el corazón de la empresa de capital potenciado y por eso se verá obligada de manera exponencial a financiar aquellos proyectos de investigación y desarrollo (i+d) que considere estratégicos, sin importar cuán gigantescas sean aquellas inversiones.

«Esta presión imprime una dirección particular a las líneas de investigación tecnológica, favoreciendo en general el desarrollo de ingenierías y técnicas productivas que tornan progresivamente viable en gran escala un modo de explotación compatible con un significativo descompromiso (centralización cum desconcentración) de capital.» (Levín, 1997:377).

En el contexto del cc, Corsani et al. (2001) también reconocen a los laboratorios de i+d como un nuevo tipo de empresa que es coherente con las especificidades de esta etapa de acumulación del capital. Sin embargo, el eje está puesto en este nuevo tipo de empresas, sin dar cuenta de que éstas permanecen bajo la órbita de las empresas de capital potenciado. Lo mismo sucede con un tipo particular de empresa de capital tecnológico: las empresas unipersonales donde un trabajador independiente participa del proceso creativo. Este trabajador, que entienden como específico de la etapa de capitalismo cognitivo, es reconocido por Corsani et al. (2001) como la nueva forma del trabajo que supera a, aunque convive con, el trabajador asalariado del capitalismo industrial. Pero, a diferencia de estos autores, en el marco de la dic, el desarrollador free-lance se ve sometido a la dominación de empresas de capital potenciado. Aunque pueda producir nuevo conocimiento, la utilidad del mismo depende de que el capital potenciado lo inserte dentro de un circuito de innovación.

Corsati el al. (2001) también mencionan –aunque sin profundizar en ello– que las grandes empresas se aprovechan, vía fusiones o alianzas, de los resultados de empresas pequeñas o start-up. Pero este mecanismo mediante el cual se conquistan los frutos de la innovación ajena es coherente con el escenario de concentración y centralización del capital donde la manera de apropiarse de la plusvalía generada en otros ámbitos de manera sistemática era la incorporación horizontal o vertical.

En el marco de dicha jerarquía de empresas propuesta por Levín (1997), Santos (2009) sostiene que la Universidad se constituye como una empresa de capital tecnológico. En esa misma línea argumentan Slaughter y Leslie (1999) cuando dicen que las universidades han adoptado las funciones que antes desempeñaban los laboratorios industriales, proceso que, aunque para los autores afecta la autonomía universitaria, le permite a las universidades contar con recursos suficientes para llevar a cabo sus investigaciones.

Levín (1977), por su parte, ya había reconocido que los capitales potenciados y las universidades conforman circuitos de innovación junto con otras instituciones científicas y técnicas: laboratorios (públicos, privados, mixtos), dependencias públicas, instituciones de vinculación, etc. Los subsistemas se conjugan con los circuitos de innovación. En los primeros predomina la reproducción, en tanto que los segundos concentran la producción no reproductiva pues se organizan a partir del chispazo creativo del descubrimiento. Al igual que en el subsistema, en cada circuito de innovación una empresa de capital potenciado planifica la producción, es la única que necesariamente conoce todo el circuito. La innovación es el resultado del proceso que tiene lugar en todo el circuito, pero la misma es orientada en función de los intereses de la empresa de capital potenciado que lo domina y, en ese sentido, planifica la innovación. Corsani et al. (2001) coinciden en que se desarrolla una capacidad creciente de planificación o programación de la innovación, aún cuando se siga manteniendo la cuota de imprevisibilidad en el caso de innovaciones radicales. Sin embargo, esta observación no se enmarca en un proceso de dic. A su vez, Levín (1997) agrega que el riesgo económico asociado no es principalmente afrontado por la empresa de capital potenciado. En tanto tal, ésta tiene la capacidad de derivarlo a otros eslabones del circuito, por ejemplo al desarrollador free-lance.

Como síntesis para Levín (1997) se ha reconfigurado el capitalismo como un sistema intrínsecamente diferenciado y crecientemente planificado. La crítica principal que podemos pensar realiza la dic al cc, remite a la imposibilidad de concebir el surgimiento de relaciones de dominación, relaciones de poder sistemáticas dentro de la Sociedad Civil, retomando el significado utilizado por Marx ( [1859]2011). El cc no reconoce la jerarquización de empresas, el quiebre con el contexto de capitales homogéneos. La dic, en cambio, nos exige pensar a la Universidad como empresa productora de ciencia y tecnología en un escenario desigual. La Universidad no se suma a competir con capitales homogéneos, sino que se integra a subsistemas de producción y circuitos de innovación como un eslabón crecientemente planificado por empresas de capital potenciado.

La Universidad del Capital Tecnológico

La ficción analítica de ui como institución plenamente autónoma se consolidó como figura dominante durante el siglo xix apoyándose en la contraposición con otro modelo ideal de su época, la Universidad Imperial luego popularizada como Universidad Napoleónica, donde está totalmente ausente la idea de autonomía. Es posible detectar en los rasgos característicos de esta última un anticipo de la uct, fundamentalmente en su carácter profesionalista y en el foco puesto en la enseñanza como la tarea a desarrollar en la Universidad, relegando la investigación. En el caso francés, ésta debía realizarse en las Academias de Ciencias.

Poco a poco desde fines del siglo xix y decididamente luego de la Segunda Guerra Mundial, la experiencia práctica marcó los límites de la ficción ilustrada. Las propuestas de autonomía política y de la razón comenzaron a chocar con los profundos cambios del capitalismo1, que recién resumimos a partir de la tesis de diferenciación intrínseca del capital. Sin embargo, estos cambios no anularon la premisa de autonomía universitaria. Su vigencia se mantiene, pero su concepto atraviesa un nuevo estadio, se reconfigura en un nuevo contexto.

El nuevo mundo capitalista demanda la construcción de una nueva ficción ideal de Universidad, la cual convive con un sinnúmero de instituciones que participan en el proceso de cambio técnico; he aquí la fertilidad de la uct. El nuevo modelo debe enfrentar la manifiesta incongruencia entre el desiderátum de Universidad implícito en la doctrina heredada y las nuevas exigencias de la vida práctica. Seguidamente, entonces, desarrollamos una primera aproximación muy somera de las tres características que interpretamos son centrales en el proyecto de uct.

  • La concepción sobre el conocimiento

«The mission of technology transfer implied that science was not valuable for its own sake, or at least not nearly as valuable as it would be if it were applied in the outside world.» (Berman, 2012:157).

La relación científica, entendida a partir de la idea de ciencia que primó hasta el siglo xix ha expirado. La Ciencia ya no presidirá la producción en la uct. Aquella pasa a estar subordinada a la producción tecnológica, a la producción de innovaciones. La uct dirige su esfuerzo tecnológico a las fases tardías de desarrollo de la innovación. En ese contexto, hasta las políticas de Estado promueven un viraje de la investigación básica u orientada por la curiosidad, a investigaciones aplicadas, comercializables o estratégicas (Etzkowitz, 2008; Slaughter y Leslie, 1999).

  • La Universidad como eslabón planificado de subsistemas de producción

El capital potenciado, a nivel global, planifica la formación profesional de la fuerza de trabajo como un proceso de producción reproducible. El trabajador debe manejar con fluidez y destreza las técnicas vigentes. No es necesario que conozca el proceso de producción completo, el subsistema, sino que pueda insertarse en él como un eslabón disciplinado y eficiente. De la mano de la inserción de la Universidad en diversos subsistemas de acumulación, las variadas carreras que en ella se estudian se vieron también modificadas, cada vez en mayor medida, para ser adaptadas a las nuevas necesidades del capitalismo.

El objetivo de empleabilidad, central en el Proceso de Bolonia (Espacio Europeo de Educación Superior, 1999), va en línea con este cambio. Supone la reorientación de las profesiones tradicionales a las demandas del mercado, a la par que surgen nuevas carreras orientadas a satisfacer tales exigencias. El capital tecnológico necesita una gran masa de técnicos-universitarios y un grupo reducido de científicos-tecnólogos con formación de frontera. Para Bok (2003) basta mirar la opulencia de las escuelas de negocio frente a las facultades donde se enseñan ciencias sociales, para ilustrar cómo el financiamiento privado altera la estructura de la Universidad.

El paso a una uct implica, en lo que a enseñanza superior respecta, la priorización de determinadas disciplinas o áreas de conocimiento por sobre otras. Se destaca el incentivo y mayor financiamiento a aquellas que son centrales a las necesidades de las empresas de capital tecnológico (física, biología, ingeniería, carreras de negocios o marketing y derecho), al tiempo que las profesiones que a dichas empresas no les resultan relevantes, fundamentalmente porque no contribuyen a la innovación ni, por ende, a una mayor competitividad, quedan sensiblemente marginadas, principalmente las llamadas ciencias sociales, artes y las humanidades (Slaughter y Leslie, 1999). Predomina la demanda de conocimientos aplicados y aplicables (Rothblatt, 2011).

Este proceso de priorización o jerarquización se corresponde con la ejecución de recortes presupuestarios en aquellas áreas relegadas tanto en lo que atañe a enseñanza como a investigación, y mayor financiamiento para las prioritarias (Martin e Irvine, 1992). A modo de ejemplo, en Estados Unidos, esta jerarquización redundó en mejores salarios y mayores porcentajes de aumento salarial para los docentes que enseñaban materias de carreras vinculadas a la tecnología, como ingeniería e informática, carreras de negocio o leyes y ciencias de la salud (Berman, 2012).

A su vez, al interior de las disciplinas elegidas como centrales, hay áreas particularmente promocionadas (como la biología molecular que es indispensable para la producción de biotecnología), en tanto otras quedan olvidadas.

«In terms of curricula, national policies exhibit a strong preference for departments and colleges close to the market.» (Slaughter y Leslie, 1999:24). Otra característica distintiva de la uct es la inclusión de la educación técnica como formación universitaria. En la ui las ingenierías no estaban incluidas dentro de las universidades y eran reconocidas como eslabones inferiores en el Sistema de Educación Superior. Recién en el siglo xx se incorporaron paulatinamente. Adicionalmente, fue a partir de la primera década del siglo xx que las instituciones técnicas se abrieron a crear espacios para investigación. Al mismo tiempo, los avances en materia de innovación produjeron nuevos campos de conocimiento (ciencia de los materiales, óptica, comunicaciones electrónicas, biotecnología, etc.) que se incorporaron a la Educación Superior (Slaughter y Leslie, 1999).

  • La Universidad como eslabón planificado en los Circuitos de Innovación

«[M]arket logic in academic science involves treating science as an activity that is worthwhile because it, or what it produces, has specifically economic value […] Academics "sell" science, and industry representatives "buy" it, by licensing inventions, funding research projects, and supporting university-industry research centers(Berman, 2012:170).

«Faculty and institutions began to generate funds from external source by recruiting overseas students who would pay full fees, by developing partnerships with industry for research and training, and by developing products and processes suitable for the market.» (Slaughter y Leslie, 1999:113-114).

La uct también se inserta en múltiples circuitos de innovación como un eslabón que no tiene por qué conocer el proceso completo. A ella, en su forma más simple, llega un pedido particular de desarrollo y/o aplicación de los principios de la ciencia. Una vez alcanzado el resultado, la Universidad completó su parte; entrega el producto a cambio del cual, en general, ya obtuvo una cuantiosa suma de dinero.

No se trata aquí de contraponer una noción de ciencia aislada de la práctica con una que sí se vincula a ella. La ciencia siempre ha tomado ideas de la experiencia práctica, ella es su principal fuente de preguntas y problemas. Pero en la ui el desarrollo del conocimiento que partía de esas ideas no apuntaba concientemente a la aplicación práctica de los resultados de las investigaciones. El propósito del conocimiento científico para el proyecto de ui era el conocimiento mismo, más allá de que éste luego pudiera o no devenir en aplicaciones exitosas.

Esta relación accidental o individual entre la producción científica y su aplicación productiva fue profundamente trastocada en la uct. Un momento de quiebre en las relaciones entre la Universidad y la Industria se corresponde con la Segunda Guerra Mundial. Allí, la importancia de la producción tecnológica como arma para ganar la guerra impulsó la coordinación de iniciativas entre el ejército, la Universidad y la Industria (Berman, 2012; Guagnini, 2004). A partir de entonces, ha predominado la propuesta de incorporación de la Universidad a la Sociedad Civil como agente que intercambia y produce en conjunto con las empresas de capital. En este proceso, la Universidad busca modificar sus estructuras y procesos productivos orientándolos, como haría cualquier empresa de capital, a aquello que le reporta mayores ganancias mercantiles.

En línea con los objetivos del capital intrínsecamente diferenciado, podemos pensar que la uct se ha transformado en una empresa que adapta sus productos y modifica las políticas académicas y de investigación de acuerdo a demandas externas. Adicionalmente, la uct ha desarrollado principios de gestión tradicionalmente pensados para las empresas de capital, que hoy se aplican a la gestión de la investigación y a su transferencia (Llomovatte, 2006). Las universidades advirtieron que es factible licenciar sus descubrimientos y que pueden conseguir financiamiento de sponsors privados (Bok, 2003).

El lugar de la ciencia en el proceso de investigación se transformó. La ciencia básica o investigación teórica sigue siendo relevante, pero en tanto insumo que sirve de base para el desarrollo de aplicaciones, es decir, como productora de innovaciones que favorecen a las empresas de capital potenciado. Es concebida entonces como «energía impulsora del progreso técnico» (Levin, 2014:13). En ese sentido, las posiciones más críticas claman que la ciencia fundamental o básica avanza hacia convertirse en sirviente de la tecnología (Pestre, 2005). En el contexto actual, el ideal que orienta la investigación universitaria es la producción tecnológica.

La relegación de la investigación básica o fundamental frente a la investigación aplicada o básica pero orientada a futuras aplicaciones se corresponde con la posibilidad de entablar relaciones mercantiles desde la Universidad. Las empresas de capital potenciado no demandan, en general, productos de ciencia básica sino productos que podríamos llamar tecnocientíficos, innovaciones e incluso asistencia técnica. Este proceso se hizo visible ante el aumento de contratos de las universidades con el sector productivo. Ya hemos explicitado al respecto que las empresas de capital potenciado, para mantener su jerarquía, requieren de manera constante y creciente de nuevas innovaciones.

Es muy amplia la bibliografía que trata este tema. A continuación se repasan sólo algunos señalamientos. Varela (1997) interpreta esta transformación señalando que si la primera revolución académica fue la que conectó a la docencia con la investigación, la segunda es aquella que consiste en una pronunciada conexión entre el conocimiento producido en las universidades y su aplicación. En esa misma línea, Plastino (2008) llama la atención sobre la velocidad actual de aplicación de los resultados de las investigaciones frente al progreso lento del pasado. Según el autor, en el siglo xix debían pasar alrededor de cuarenta años entre un descubrimiento en un laboratorio científico y su aplicación ingenieril. La uct procura sepultar aquel abismo entre la ciencia y la tecnología.

Gibbons et al. (1994) abordan los cambios en el financiamiento de la Universidad y sostienen que todas las disciplinas universitarias se estarían alineando con el Mercado. Estos cambios son interpretados por Fernández de Lucio et al. (2000) como la conformación de una universidad empresarial, pues aquella debe producir conocimiento e innovación con criterio empresarial. Este planteo concuerda, en líneas generales, con la Modalidad 2 de Universidad (Gibbons, 1998) en la cual ya no hay distancia entre un descubrimiento y su aplicación. Plastino (2008) agrega que la Universidad debe influir en cómo se usa y aplica el conocimiento que produce.

Frente a este escenario, Neffa (2000) hace hincapié en que, frecuentemente, son los científicos quienes buscan concretar convenios que les garanticen recursos para investigar. A su vez, el discurso a favor de los lazos entre universidades y empresas pasó a ser moneda corriente entre los presidentes de las principales universidades del mundo. Es el caso de Derek Bok, presidente de Harvard en 1980, quien para entonces insistía en que la ciencia producida en la Universidad era clave para superar los rezagos de productividad de la economía norteamericana. De hecho, esto mismo pensaba el 67% de los líderes de las universidades de Estados Unidos para 1986, según una encuesta de la National Governors Association (Berman, 2012). En conjunto, y a pesar de sus diferencias, las interpretaciones esgrimidas hasta aquí comparten la idea de triada entre Universidad, Empresa y Estado. Por su parte, el modelo de Triple Hélice, retoma aquella idea y agrega a la Universidad la función de motorizar el desarrollo económico por medio del vínculo con la Empresa (Etzkowitz, 2008; Etzkowitz y Leydesdorff, 2000). Para ello, la Universidad incuba empresas y organiza la innovación regional; el sector privado puede hacerse cargo de la dimensión académica (Llomovatte, 2006).

Partes: 1, 2, 3

Página siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter