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El poder curativo de la risa



Partes: 1, 2

  1. El humor que sana
  2. Un análisis bíblico- Teológico del humor
  3. Pautas para fortalecer la práctica de un humor que sana en las personas enfermas
  4. Conclusiones
  5. Bibliografía

CAPITULO 1

El humor que sana

El humor es una particularidad de la especie humana sumamente difícil de definir no sólo en su concepto, sino en sus variedades. Menos sustantivamente, el humor o, por mejor decir, la comicidad es una forma de entretenimiento y de comunicación humana, que tiene la intención de hacer que la gente no se sienta infeliz y ría[1]

La risa es, además, una de las pocas cosas que individualizan al ser humano y a algunas especies de homínidos respecto a otros animales; los etólogos señalan que el humor es ante todo un rictus que aparece en los labios de los primates y se muestra cuando éstos se enfrentan a situaciones para ellos absurdas o incomprensibles: enseñar los dientes es una forma de desviar un impulso agresivo o de resumirlo mímicamente, un tipo de sublimación. De ahí que enseñar los dientes o reír entre los humanos esté frecuentemente ligado a disociarse de acontecimientos que suscitan normalmente profunda inquietud y que muchas veces se asocie con la desgracia (humor sádico). Incluso se habla a veces de la llamada risa nerviosa, como un acto fallido del subconsciente. Desde este punto de vista, el humor se constituye en un acto de purificación que permitiría evacuar esta violencia, nacida de la frustración y del sufrimiento.

El humor vendría pues a desempeñar una función catártica semejante a la de las lágrimas, pero diferente en cuanto a que el humor supone una separación de y no una identificación con el objeto que es soporte del mismo, un desaprecio y no una compasión. De ello deriva también la curiosa relación sadomasoquista entre el humorista y el auditorio, que se expresa en risa; el humorista se presenta muy frecuentemente ante sus oyentes como resentido y humillado. El origen del término humor viene de la teoría de los cuatro humores del cuerpo de la medicina griega, que regulaban el estado de ánimo: la bilis, la flema, la sangre y la bilis negra o atra bilis. El carácter humorístico corresponde al humor sanguíneo.

1.1.1. Sentido del humor y salud

Está comprobado que los estados de ánimo influyen de manera muy positiva en la salud de las personas, aún en las personas que se encuentran en estados terminales[2]

El sentido del humor es la capacidad de estimular el sentido de gracia en los demás. Hay formas de causar gracia, convirtiendo acciones que habitualmente carecen de sentido humorístico, asociándolas con acciones que alguna vez han despertado risa. Así también podemos asociar una acción con otra; esta ultima con un sentido poco usual o raro, incluso con acciones que a menudo no se dan porque si. La comparación del suceso con la nueva acción, permite comparar a seres humanos con animales, o viceversa, comparar personas de una posición social alta con una menos desafortunada, y así sucesivamente. Un ejemplo: "Tenia tanta hambre que comitanto, que me infle como un balón, y casi reventé" "Me hallaba tan desesperadamente alegre, que faltaba que me salieran chispas y cohetes por las orejas!"

1.1.2. La risa pertenece a la naturaleza humana

El fenómeno de la risa con sus diversos matices y desviaciones ocupa solamente un espacio fronterizo que se encuentra en la vida laboral humana, de la ciencia y de la religión. Si una persona saluda a otra con una sonrisa o riéndose, le da la bienvenida. Abre una pequeña ventana de su "castillo", de su aislamiento individual, y tiende con su risa un puente, aunque sin compromiso, sobre esta extrañeza que hoy en día amenaza cada vez más a penetrar entre los seres humanos.

– Una persona que nunca se ríe nos resulta inquietante; sin embargo, una que se ríe continuamente también.

– Excepto el ser humano, ningún otro ser del mundo tiene la capacidad de reírse. Ningún animal se puede reír, ningún ser vegetal y mineral.

– La risa es como un elemento vital en el que el ser humano sebe hundirse de vez en cuando para después volver en sí mismo como rejuvenecido[3]

En la risa se revela el secreto del Yo como fuente de toda sensatez, consagración de sin interés y comunicación. La sonrisa mas pequeña puede dar a entender que estamos abiertos a los problemas del prójimo/a, demuestra la disposición a un encuentro verdaderamente humano. Cuando la risa se hace expresión, entonces expresa la humanidad del ser humano en cada una de sus formas.

1.1.3. El humor – la fuente en el jardín de la humanidad

La palabra "humor" circunscribe un estado anímico de sosiego sereno en el que el ser humano contempla los actos de su vida de forma calmada y como desde un punto de vista elevado. La existencia extasiada de un asunto iluminado por el humor puede volver a perder su encanto mágico para aparecer de nuevo bajo la luz de la objetiva realidad cotidiana. Darío Lostado cree que:

La persona que posee humor, y a pesar de su distanciamiento "mundano", sigue ligada de forma comprensiva y calurosa a todas las cosas con las que se encuentra. El ser humano bajo la luz de su humor, se muestra más original de lo que normalmente seria posible. Sumergido en la tintura del humor, rompe la envoltura de sus límites humanos[4]

Según Carolina Gómez Mena[5]las y los niños ríen alrededor de 200 veces al día, los adultos sólo entre 15 y 20, y no por incapacidad, sino por falta de ocasiones propicias, y sobre todo por exceso de problemas. Pero no cabe duda de que la cuota debería aumentar, pues con cada risa se activan más de 400 músculos, se aumenta la capacidad pulmonar, se oxigenan los tejidos, baja la presión sanguínea, se alivia el estreñimiento, se libera adrenalina, se levanta la autoestima y se reducen el estrés y el miedo. Por eso no es conveniente escatimar una sola risa, y mucho menos si son carcajadas.

1.1.4. ¿Por qué cura reírse?

"Reírse es sano" o "la risa cura" es un saber popular que se ha convertido en proverbio y que por lo visto es confirmado por la experiencia cotidiana de muchas personas. ¿Por qué puede tener un efecto curativo hasta en el organismo físico? Esto tiene que ver con que este estado particular de la vida anímica se expresa tan intensamente en lo físico como en ninguna otra excitación interior y repercute en muchas en muchas funciones orgánicas fisiológicas. Agiliza toda la musculatura mímica que no esta fijada en huesos y articulaciones móviles y que dota el rostro con la expresión inequívoca de una expresión alegre.

Cuando el ser humano rompe en una risa abierta su actividad anímica se transforma en una mímica perceptible exteriormente. La ciencia espiritual describe que cuando nos alegramos y nos reímos se afloja lo anímico del ser humano, se ensancha y se eleva en sentido figurado, sobre el vínculo que lo une a la corporalidad física. Con la risa y el llanto se mueve el ser humano en el campo de tensiones de una polaridad necesaria para su desarrollo.

La "alegría es la mejor medicina", pues científicamente se ha comprobado que la risa genera endorfinas, el analgésico natural del cuerpo, y aumenta los niveles de células T, las cuales defienden al organismo del desarrollo de tumores y de infecciones virales[6]

Ante estos beneficios los expertos consideran que son pequeñeces aspectos como que a más risa más arrugas, porque también los ceños fruncidos las originan, así que "más vale una arruga obtenida a fuerza de risa". Además, los estudios apuntan que "un rostro siempre alegre aparenta menos edad de la que se tiene debido a que las mejillas se relajan, pero sobre todo la vida se ve de forma más optimista. Entonces no cabe duda que bien vale correr el riesgo de las arrugas alrededor de los ojos, más aun cuando la industria cosmética ha elaborado productos que las atenúan".

Asimismo se sabe que, mientras más espontáneas son las risas, mejor efecto tienen[7]La risa es, "más que un estado de ánimo, una realidad bioquímica que genera respuestas tales como duplicar la rapidez del pulso, bajar la presión sanguínea, incrementar la concentración de colágeno, tonificar y relajar los músculos, mientras en el aspecto sicológico facilita la comunicación, pues obliga a estar en contacto con otras personas, y eleva la autoestima y la confianza en personas deprimidas".

La risa produce varias reacciones físicas:

• Cada carcajada mueve casi 400 músculos, incluso algunos del estómago. También activa el sistema inmunológico.

• Se limpian y lubrican los ojos con las lágrimas. Además, las vibraciones que se producen en la cabeza despejan la nariz y oídos.

– Una risotada elimina toxinas, pues el movimiento del diafragma facilita la digestión y reduce los ácidos grasos y sustancias tóxicas.

• La piel se oxigena más, ya que entra el doble de aire a los pulmones.

• Al reír se liberan endorfinas, sedantes naturales del cerebro. Cinco minutos de risa actúan como analgésico.

• El estímulo de los músculos de la cara hace que la risa sea rejuvenecedora.

• Previene infartos, pues los espasmos que se producen en el diafragma también alcanzan al corazón y pulmones.

• Alivia la depresión.

• Reduce el estrés, ya que las endorfinas y adrenalina elevan el ánimo.

• Se exteriorizan emociones y sentimientos.

• Durante una situación dolorosa o negativa, la risa permite percibir el momento un tanto más positivo, como un mecanismo de defensa.

Lo que sí está más claro es la capacidad del humor para reducir el estrés y este beneficio tiene una evidente aplicación al mundo del trabajo. Numerosos estudios han demostrado, una y otra vez, que disfrutar de un vídeo cómico o un juego divertido inhibe el estrés, y por lo tanto podemos hablar de un efecto potencial indirecto sobre la salud, dada la notoria relación entre el estrés y un sinfín de enfermedades y condiciones: migrañas, enfermedades cutáneas, hipertensión arterial, depresión, problemas de corazón, cáncer, úlceras de estómago, alopecia, reumatismos, anorexia, bulimia y diarreas.

También existen buenas pruebas de los beneficios del humor para la salud mental. A corto plazo, la risa y el humor reducen las emociones negativas y aumentan el bienestar subjetivo. Y más a largo plazo existe una asociación estadística entre el sentido del humor (o más bien, los estilos de humor positivos y no los agresivos o los auto-destructivos) con diversos indicadores de salud mental: mayor autoestima y bienestar psicológico, menor depresión y ansiedad. Incluso se ha demostrado que el humor estimula capacidades cognitivas asociadas a la creatividad y el aprendizaje[8]

En definitiva, podemos afirmar que el humor reduce el estrés, potencia la salud y las capacidades mentales y al menos indirectamente puede influir positivamente sobre la salud física a largo plazo.

1.2. La risa patológica

No se dice solamente en un sentido popular que a veces uno "se pone enfermo/a de risa" o que "está muerto/a de risa"[9], de hecho existen realmente formas enfermizas de la risa. Walter Buhler tiene entendido que:

Hay incluso algunas ramas psicológicas que sostiene la opinión de que la risa se ha de entender como una especie de infantilismo, como fenómeno de regresión que lleva otra vez a la niñez. La total ausencia del Yo, que normalmente trasluce, hace que la risa sin motivo parezca hueca y espeluznante. Se conocen el historia de la medicina en los que las personas, a través de un choque u otras circunstancias, se desequilibraron de tal manera que rompieron en una risa sin fin y que murieron riendo, por ejemplo, por la rotura de un vaso cerebral[10]

Otro ejemplo se dio en la Edad Media cuando los juzgados ejecutaron a los condenados a muerte haciéndoles cosquillas.

1.2.1. Desviaciones anímicas de la risa

La risa desdeñosa, el humor sádico, la burla cruel y la sonrisa irónica intervienen, en las relaciones humanas, con violencia destructora y la enferman en vez de curar[11]Si él o la que se ríe se eleva sobre las cosas, él o la que se burla de manera despectiva se aparta y se aísla. Se ha alejado del ámbito de la humanidad.

La televisión, los espectáculos y otros juegos de sociedad entretenidos han convertido la risa y la diversión en un fin presuntuoso. La burla, la risa desdeñosa y el humor sádico ascienden, como evaporándose, de la periferia de un Yo oscurecido cuya fuerza está atada con las cadenas de una fantasía absurda. El arte no se puede crear sin el manantial de purificación desatado por el humor.

1.2.3. Chistes con tendencias a la violencia

Nos reímos del chiste porque a través de la risa adoptamos la aptitud correcta hacia el. El chiste no es otra cosa que un juego de la razón que busca el parecido en cosas muy alejadas, las junta y presenta una contradicción abierta. Él o la que no comprende la contradicción no comprende tampoco lo cómico.

Sobre las tendencias del chiste, Freud distingue el chiste inocente (que encuentra un fin en sí mismo y mantiene un juego de palabras) y el chiste tendencioso (que a la vez es hostil o agresivo y obsceno o erótico). La relación entre el chiste erótico del meramente sucio se encuentra en la asimilación infantil de las funciones sexuales y las de defecación, sustituyendo en estos chistes como en los hostiles la agresión de palabra a la de obra.

Hay chistes que han cruzado las fronteras de los países, incluso han sido modificados para acomodar la cultura donde se exprese, dígase el nombre del personaje principal del chiste o el pueblo al que el chiste hace referencia (dicho por alguien perteneciente al mismo pueblo).

También los chistes se han clasificado informalmente dependiendo de su "color", o sea qué tan pícaro, vulgar u ofensivo pueda resultar. Por ejemplo, los "chistes blancos" (o chistes de salón) son aceptables por "puros", mientras que los "chistes rojos" (o "chistes verdes") mencionan un contenido sexual.

También existen los llamados "chistes paródicos". Se trata de los chistes que burlan a personas particulares o a etnias en particular. Pretender reírse de uno imitando la voz, la cara y las frases más conocidas. En ocasiones, los parodiados se sienten molestos[12]

1.3. El humor en nuestro contexto latinoamericano

Todo ser humano tiene hambre de felicidad y de alegría, pero el espectáculo de nuestra realidad en América Latina no se presta excesivamente a la risa. Solo en la libertad es posible reír. Y la libertad se hace cada día más difícil de encontrar.

Reímos cuando se deshace todo aquello que nos oprime, cuando se alivian los pesares, cuando se rompen las ataduras, cuando sede lo que se nos resiste y las barreras empiezan a resquebrajarse. Brinca entonces el corazón en nuestro pecho y nuestra relación con las personas y circunstancias se torna ligera. Se distancia uno de si mismo y consigue sin estridencias lo que se proponía.

Se puede prorrumpir en carcajadas aun cuando se está sumido/a en la desesperación. Hay quienes ríen sarcásticamente, como habíamos visto en el capítulo anterior, con aire de superioridad o hacen muecas llenas de cinismo. Pero la risa jubilosa desde la libertad es siempre despreocupada e ingrávida, serena y alada.

¿Podemos reír así, cuando la situación de nuestra América Latina nos acongoja, nos oprime y atormenta? ¿Cómo puede uno reír, cuando hay muchas muertes violentas, personas enfermas, pobreza y no seguridad en la salud? ¿Tenemos derecho a reír, si al mismo tiempo no gritamos y trabajamos por aquellas personas que se consumen en la sombra de la vida?

Nos atrevemos a hablar de la alegría y de la libertad a pesar de toda esa desdicha que nos atormenta cada día de nuestra vida. Nos identificamos con las y los que se entristecen, se compadecen y con los que protestan y están oprimidos por la enorme miseria de la sociedad y por su propia impotencia hasta el punto de desesperar o querer sumergirse en el olvido.

Mejores son las palabras que nos comparte Jurgen Moltmann cuando dice que:

Para descubrir las huellas de este misterio es preciso discernir críticamente entre una risa atormentada y una risa liberada. Hay que saber distinguir entre las formas alienantes de una felicidad solo aparente y las formas liberadoras de la alegría. Fácilmente se deja uno engañar por entretenimientos, distracciones y diversiones confundiéndoles con la peligrosa, pero verdadera felicidad de la libertad. Por otra parte, se puede anticipar la liberación riendo la senda que nos aliena de la verdadera vida[13]

CAPITULO 2

Un análisis bíblico- Teológico del humor

2.1. Un acercamiento bíblico

En la tradición bíblica judía y cristiana llama la atención la progresiva desvalorización de la risa en la medida que es percibida como expresión de independencia ante Dios, y en los hebreos, el temor que sienten ante la risa de

Yahvé. El Antiguo Testamento distingue entre la risa alegre o festiva, sahak, permitida como expresión de regocijo y esperanza, y la risa despreciativa, la"ag, prohibida en cuanto expresión de soberbia. Al respecto recordemos de paso la risa burlona de Sara, nonagenaria, cuando Yahvé le anuncia su próximo embarazo ("¿Ahora que estoy pasada, sentiré placer, y además con mi marido viejo?", Génesis 18:12), por cierto que muy diferente a la risa gozosa –"metáfora del placer" que se menciona en Génesis 26: 8 cuando Isaac se ríe [sakhaq, "retozar", "entregarse a juegos amorosos"] con su mujer Rebeca.

Pero la tendencia dominante es adversa a la risa, propensión explícita en el versículo "más vale llorar que reír" del Eclesiastés 7: 3. Y este rechazo se intensifica aun más en el Nuevo Testamento debido a las burlas de que es objeto Jesús[14]y por su advertencia: "Bien aventurados los que lloráis ahora, porque reiréis" (Lucas 6: 21). Consecuentemente, en atención al llamado de Jesús, "Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos" (Mateo 5: 12), sólo se acepta la risa como anticipación jubilosa del Reino de Dios.

No cabe duda que la risa se censura en los libros de la Biblia porque denota una cierta autonomía ante Dios, independencia que surge del conocimiento de las posibilidades y limitaciones de la condición humana y terrenal. En otras palabras, los redactores de los textos bíblicos buscan imponer a través de sus escritos la gravedad de la fe como un poder espiritual y trascendente por sobre la risa escéptica liberadora de esa autoridad. La risa de Yahvé en el Antiguo Testamento no es sino la máxima expresión de ese afán por desvalorizar la existencia corporal y material de los seres humanos y su realización en proyectos que se consideran presuntuosos a la vez que inútiles. "¿Por qué se agitan las naciones / y los pueblos mascullan planes vanos? / … / El que se sienta en los cielos ríe, / Yahvé se burla de ellos" (Salmo 2: 1 y 4)[15].

2.1.1. Carácter de la risa en los textos gnósticos

Con el objeto de clarificar el panorama textual, resultara convincente comenzar por intentar discernir los distintos sentidos que la imagen de la risa posee en los textos agnósticos. Si bien la risa no esta ausente de la tradición valentiniana –como en Ptolomeo o en el Evangelio de Felipe- su presencia es mas evidente y conspicua en Basilides, en la tradición calificada de "setiana" y en algunos otros tratados de difícil adscripción[16]

2.1.2. El diálogo del Salvador con sus discípulos

En esta modalidad, es siempre Jesús quien ríe al responder a preguntas de sus discípulos o ene. Curso de una conversación con ellos, y la risa expresa una comprensión mas elevada de la realidad. Este es el caso de apócrifo de Juan y del evangelio de Judas.

Sin embargo en estas obras el motivo de la risa no parece tener el mismo sentido. En efecto, en el caso de del apócrifo de Juan el discípulo al que se le revelan los misterios es considerado explícitamente como "uno de los que proceden de la raza inconmovible del ser humano perfecto[17]Así pues la risa con la que en tres pasajes diferentes Jesús acompaña sus respuestas no parece tener sentido desdeñoso o despreciativo, sino más bien indicar la serena alegría del revelador que se halla en posesión de una comprensión espiritual superior a la de la tradición compartida por el judaísmo y la Gran Iglesia.

2. 2. Un acercamiento teológico: La edad media

La Edad Media[18]se presenta como un mundo rígidamente ordenado en una pirámide de valores y de estamentos, consagrada por la Iglesia, garantizada por el Estado y comprendida en esta conformación como obra de Dios. Obviamente hallaremos en dicha época las diversas manifestaciones de la risa, pero a condición de que surjan y se mantengan en el interior de cada uno de los estratos del orden establecido. Consecuentemente, no habrá lugar previsto para que aquella otra risa, la perturbadora y díscola, pueda reírse de la realidad toda, de su orden estratificado, jerárquico, y transformarse en una risa universal. Por el contrario, "desde el momento en que se asienta a él dogmáticamente o se le presta una adhesión consustancial, este orden no puede ser puesto en duda, y el primer modo de creer es no mofarse de él"[19].

El Medioevo sospecha, pues, de la risa universal, teme su poder subversivo y desestabilizador, lo cual explica todos los esfuerzos por reprimirla o someterla a una reglamentación estricta y rigurosa. Expresión del primer propósito es, por ejemplo, la celebración de una secuencia de fiestas oficiales, todas ellas destinadas, como señala Bajtín, a "consagrar el orden social presente", esto es, "la estabilidad, la inmutabilidad y la perennidad de las reglas que regían el mundo: jerarquías, valores, normas y tabúes religiosos, políticos y morales corrientes". Sin embargo, en clara oposición a esos eventos que representan una confirmación del poder establecido y la victoria del discurso de la gravedad, surgen las fiestas carnavalescas que significan "el triunfo de una especie de liberación transitoria, más allá de la órbita de la concepción dominante, la abolición de las relaciones jerárquicas, privilegios, reglas y tabúes"[20] .

El principio rector de estas fiestas es la risa que surge como respuesta ante la transferencia de lo espiritual y elevado al plano de lo material y corporal, lo cual hace comprensible que se la perciba desde el poder como una amenaza y que se tema su fuerza trasgresora. Sin embargo, la risa carnavalesca es también creación, por cuanto "no excluye lo serio", sino que "lo purifica de dogmatismo (…), de esclerosis, de fanatismo, (…), del miedo y la intimidación, (…) y del agotamiento"[21]. El discurso de la risa es, pues, una expresión de vitalidad y vida que retorna a través de formas carnavalescas y se instala en la sociedad medieval. Representan un triunfo sobre las diversas manifestaciones del discurso de la gravedad, de la vida sobre la muerte, del futuro germinante sobre un pasado que consagra y legitima las estructuras del poder establecido. Ante la risa "la situación mide su fuerza: lo que sale indemne de la risa es válido; lo que se derrumba, debe morir"[22]. Notemos, además, que esta risa liberadora se impondrá con cada vez más fuerza en el Renacimiento, en su cultura y literatura, desde la Utopía de Tomás Moro y el Elogio de la Locura de Erasmo[23]hasta el Gargantúa de Rabelais.

2.2.1. Risa ritual

Bajtín ha expuesto con su conocida lucidez y perspicacia el carácter de la risa en el Medioevo y el Renacimiento (rasgo que cambió a partir del siglo XVII): implica un sentido universal del mundo y de la vida. Esta risa "ritual", especialmente en el rito del carnaval, se ríe de los mismos que se ríen. Nada ni nadie queda inmune o a salvo de sus burlas y risoteo desenfrenados. Su mofa risueña quita seriedad al mundo. Lo vuelve "nada": es nihilista. Por eso fue chocante para el severo y estricto hombre moderno. Se le hizo difícil (aún hoy) entender la farsa burlona y la carcajada sin prejuicios de los carnavaleros que no se cuidan de los discursos "políticamente correctos".

Risa extraña, ambivalente porque no perdona a nadie y sin embargo está destinada a la absolución de todos y a ser fuente de vida. Una risa a veces desaforada hasta ver ridículo su propio grotesco y se ríe entonces de sus propios desafueros. He aquí unas de las peculiaridades del carnaval: no está siquiera atado a su propia bufonada, ni a sus bromas ni a sus chanzas. Por eso se burla de sí (o puede hacerlo… si se le da la gana). Absuelto de todo, se absuelve a sí mismo. Bajo esta perspectiva, es el perdón universal, ¡aun de aquellos que ridiculiza y condena! Una vez que ha sancionado, se sanciona a sí con la muerte.

La risa del carnaval, al quitar temporalmente seriedad al mundo entero no sólo es universal sino también crítica. Enjuicia, si lo cree oportuno, las iniquidades, injusticias y estupideces del diario vivir. Sabe que es capaz de conocer y experimentar lo que los bien-pensantes desconocen, niegan, ocultan o rechazan. Puede ridiculizar a quienes se oponen y combaten al carnaval con discursos y moralinas que no corresponden al sentido autónomo que posee la fiesta para sus participantes. Y es avezada en mofarse de quienes creen entenderlo todo acerca de sus acciones festivas con sesudas interpretaciones intelectuales. Pero como se ha dicho: esa crítica universal es al mismo tiempo benevolente: perdona a los mismos que condena o pone en ridículo. Y su enjuiciamiento tiene una vigencia ocasional, corta y pasajera: sólo durante la época del festejo y dentro de sus códigos y cautelas rituales.

El bufón o clown[24]ceremonial es quizás la figura más conocida y estudiada de la risa sagrada. Personaje enmascarado, hace su aparición en muchas fiestas y rituales de Africa, Norteamérica, Asia, Europa (especialmente en el Medioevo) y Latinoamérica. Con frecuencia encarna el célebre burlador tramposo (Trickster) de tantos mitos de la literatura religiosa universal.

En las reuniones tribales más solemnes y sacrosantas, el bufón trae a la escena ritual y expone delante de todos, sin pudores ni censuras, lo rechazado y excluido: violencias, escarnios, locuras, insultos, malas palabras y gestos, explícitamente sexuales, irreverentes y sin decoro. Transgrede y quiebra sacrílegamente las normas y las convenciones de la vida ordinaria. O sea, conculca los cuidados establecidos en todo grupo humano para evitar males irreparables, generadores de conflictos y enfrentamientos peligrosos. Juega con el fuego. Se ríe de las creencias, leyes y costumbres más veneradas y temidas; y provoca afecto, risa, burla, odio y angustia por sus transgresiones sacrílegas. No respeta nada ni a nadie, su licencia es total y golpea con tanta más saña cuanto más digno de veneración y respeto es el objeto blanco de sus escandalosas agresiones. Goza porque puede exponer la verdad cuando lastima o levanta los velos de la hipocresía.

Es, pues, un creador de desorden por medio de la dramatización sagrada del ritual. Un actor necesario, un antihéroe, un trasgresor de todos los límites prohibidos, cuya máscara revela, por un lado, el carácter convencional y contingente de los ordenamientos humanos, incluidos los más sacrosantos y constrictores. Por otro lado, en clave más psicológica pero no la más decisiva, hace públicos los deseos, fantasías y transgresiones de la comunidad que el orden de la vida "ordinaria" ha de censurar y reprimir necesariamente para evitar conflictos y desórdenes que la amenazarían. Ninguna cultura podría soportar en el ordenamiento de la vida diaria de su gente sus transgresiones sacrílegas o irreverentes. Sólo son aceptables, con los debidos recaudos rituales, en el recinto sagrado de la celebración; jamás fuera de él. Uno de esos recaudos, dado que se ha de volver al tiempo normal, es con frecuencia la sanción que recibe por sus procacidades, desmesuras y profanaciones sagradas.

Y, además, con su risa sagrada, hiriente e irrespetuosa, escarnece y ultraja a la autoridad política a la que enrostra sus abusos, iniquidades o felonías. Pero, por sobre todas las cosas, subraya el carácter extraordinario del ritual, su poder de purificación y su separación tajante con el orden cotidiano de la vida normal sujeta a reglas y prohibiciones.

2.2.2. El cuerpo, la risa y las sociedades de soberanía

Parece ser que en la medida en que la distancia entre el sujeto risible y el sujeto que ríe aumenta, lo cómico genera menos efectos revulsivos. En el reírse-con el otro los efectos de la risa se amplifican y, creemos, hacen tolerable el enfrentamiento con las potencias hostiles a la vida que afectan a los sujetos en la red social. Desde este acceso, son significativos los estudios sobre el carnaval medieval desarrollados por Mijail Bajtín. En estas festividades, que representan a la compleja, contradictoria y mutante vida sobre la base de los elementos característicos del juego[25]hombres y mujeres se incorporan al ilimitado universo del carnaval, experimentándolo como un verdadero acontecimiento renovador. Por lo mismo, no existe distancia entre la producción y la recepción, entre el sujeto risible y el sujeto que ríe. El cuerpo de los individuos, entonces, se convierte en objeto y sujeto de la risa carnavalesca[26] Bajtín, en su análisis del contexto de Gargantúa y Pantagruel, plantea que el principio material y corporal cifra uno de los signos distintivos del realismo grotesco de François Rabelais. En el mismo cuerpo de los sujetos el carnaval produce una escritura inconclusa, siempre festiva y utópica[27]que traspone el cuerpo individual, desplegándose y cristalizando en el cuerpo de los otros. Todo movimiento del sujeto que ríe implica una variación similar en los cuerpos de los otros y en el cuerpo telúrico de la tierra, porque "El principio material y corporal es percibido como universal y popular, y como tal, se opone a toda separación de las raíces materiales y corporales del mundo, a todo aislamiento y confinamiento en sí mismo, a todo carácter ideal abstracto o intento de expresión separado e independiente de la tierra y el cuerpo. El cuerpo y la vida corporal adquieren a la vez un carácter cósmico y universal"[28] . El cuerpo que ríe "flanquea sus propios límites"[29] crece en múltiples direcciones y establece alianzas con cuerpos heterogéneos. La insistencia del realismo grotesco en aludir, por ejemplo, a las zonas corporales del bajo vientre, a la serie de entradas y salidas que los procesos fisiológicos hacen evidente, al nacimiento y la agonía de la muerte, tiene que ver, precisamente, con el deseo de mostrar los pasajes por los cuales el cuerpo abandona simbólicamente la rigidez y gravidez de la identidad impuesta en la red social, para devenir en un cuerpo colectivo, múltiple y heterogéneo.

2.2.3. El cuerpo, la risa y las disciplinas

El carnaval comienza a perder injerencia social desde la segunda mitad del siglo XVII. Su declinación coincide con los albores de la sociedad disciplinaria y, por lo mismo, con una variación en el ejercicio del poder. La iglesia y el estado feudal intentaron, infructuosamente, controlar y anular las profanas y antiautoritarias celebraciones del cuerpo. Aquello que siempre fue huidizo para el poder de soberanía va a constituirse en la preocupación fundamental de la sociedad disciplinaria. Por lo mismo, uno de los propósitos de las disciplinas es la clausura de las zonas de ruptura y fuga que dificultan el desarrollo de sus programaciones moral, política, económica, social.

El cuerpo de los sujetos constituye, precisamente, una de esas zonas conflictivas. Para controlar y dirigir las energías de los sujetos, las disciplinas dividen a las comunidades en cuerpos individuales, porque sólo aislada de los otros, doblada sobre su propio cuerpo, la singularidad del sujeto puede ser vigilada, adiestrada, utilizada y, en ocasiones, castigada. Foucault señala:

De manera que muchas cosas escapaban a la vieja mecánica del poder de soberanía, tanto por arriba como por abajo, en el nivel del detalle y en el nivel de la masa. Para recuperar el detalle se produjo una primera adaptación: adaptación de los mecanismos de poder al cuerpo individual, con vigilancia y adiestramiento; eso fue la disciplina[30]

El poder disciplinario, en efecto, opera sobre el cuerpo de los sujetos, con la intención de producir las señas de un individuo. Este, ejercido por las instituciones, tiene como finalidad "(aumentar) las fuerzas del cuerpo (en términos económicos de utilidad) y (disminuir) esas mismas fuerzas (en términos políticos de desobediencia)"[31]. Mediante el poder disciplinario, el territorio social consigue una estabilidad a partir de la creación de un sujeto disciplinado, apto para las labores de producción. Los efectos más significativos en la dimensión corporal se elucidan en la clausura de la serie de entradas y salidas que posibilitaban, por ejemplo, la apertura corporal y el estallido de la risa y el erotismo. Los cuerpos abiertos y colectivos son comprendidos como peligrosos, por lo que son excluidos o puestos en interdicto por los dispositivos y las tecnologías del poder disciplinario.

El cuerpo abierto, inacabado, colectivo, popular, en devenir, característico del sujeto entregado a la renovación inmanente al carnaval, es reemplazado por un cuerpo cerrado, sobrecodificado, limitado, individualizado; en efecto, "(En la modernidad) el cuerpo individual es presentado como una entidad aislada del cuerpo popular que lo ha producido"[32]. El cuerpo se convierte en un dispositivo cerrado, similar a otros cuerpos-dispositivos, que privilegiará la sociedad disciplinaria, como la familia, la escuela, la prisión, etc.

El humor, que permite lidiar con la seriedad, la norma y el miedo, es desplazado fuera de las experiencias intelectuales que buscan descubrir las claves de la justicia, la sabiduría y la felicidad. El autor de Pantaleón y las visitadoras, novela en la que lo cómico es significativo, no excluye de su análisis la reflexión sobre los sentidos del humor en la escritura de García Márquez:

La "exageración" es usada con más moderación en Cien años de soledad[33]que en Rabelais, y, de otro lado, la magnificación de los apetitos sexuales y sensuales es, en el mundo de Gargantúa y Pantagruel, un rasgo principal y constante, en tanto que en Macondo es una nota muy llamativa pero esporádica y menos significativa que otras. Lo mismo ocurre con el humor, otra característica distintiva de ambos mundos ficticios, en los que adopta, generalmente, las formas de la truculencia, la ferocidad sarcástica y el puro delirio, pero en Rabelais es más directo y crudo, incluso más sano que en Cien años de soledad, donde está contrapesado por experiencias como la soledad y la frustración, y por un sentido corrosivo de fatalidad.

Una de las características de la comedia se elucida en la armónica coexistencia de los contrarios, situación que es impensable en la dimensión social dominada por el rechazo de la diferencia. La desaparición de la comedia y la risa, provoca que la sociedad carezca del poder de aceptar las diferencias del otro, así como del poder de fracturar el absolutismo de las ideologías, las verdades y los valores absolutos, para promover una visión de mundo más plural, tolerante y flexible.

¿Será una de las razones de la guerra sistemática –externa e interna– que ha predominado en los últimos siglos, la exclusión de la risa?. Es factible que el predominio del discurso de la seriedad haya intensificado en Occidente los dominios de la tristeza. Una de las formas de la tristeza, sin duda, se encuentra cifrada en la negación de la alteridad, la cual, queda condenada a una aceptación regulada o a su violenta destrucción.

Esta violencia hacia el otro resulta inimaginable en el escenario donde los cuerpos danzan y ríen celebrando el encuentro con la alteridad. Nicolás Guillén reactualiza los poderes del canto, de la danza y de la risa, con los cuales conjuraron los esclavos africanos los horrores del cautiverio. El lenguaje de la fuga y la resistencia del esclavo negro se convierte en la escritura del poeta cubano en un medio que promueve la utopía del encuentro entre todos los hombres de la tierra:

"¡Ay del que separa niños, / porque a los hombres separa! / El sol sale cada día, / va tocando en cada casa, / da un golpe con su bastón, / y suelta una carcajada… La vida vida saltando, / la vida suelta y sin vallas, / vida de la carne negra, / vida de la carne blanca, / y de la carne amarilla, / con sus sangres desplegadas…"[34].

Bajtín advierte que en la modernidad la risa que impera es, fundamentalmente, destructiva. Nos sugiere que en el siglo XIX la risa funciona como un verdadero regulador que señala y sanciona a quien no es capaz de adecuarse a la movilidad social. La risa regeneradora, la risa positiva que se manifiesta en las escrituras de Aristófanes, Rabelais, Cervantes, sin embargo, persiste en las voces del pueblo afectado por el poder y en los textos literarios que posibilitan que esas voces se desplieguen. Desde allí tapona las profundidades de sentido, para instalar una superficie en la que la esperanza edifica su precaria morada.

2.2.4. El cuerpo, la risa y las sociedades de control

Después de la Segunda Guerra Mundial, el poder disciplinario experimenta una crisis. El debilitamiento de los dispositivos de disciplinamiento, que operaron con éxito durante el siglo XIX y principios del XX, trae como correlato, por un lado, un intento de renovación de las instituciones y, por otro, el surgimiento de un ejercicio del poder distinto al desplegado por las disciplinas. El repliegue de las disciplinas y el panoptismo coincide con la irrupción del sinóptico, lo que ha dado lugar a que existan intentos por definir la cultura contemporánea a partir del influjo de los medios masivos de comunicación.

Son las sociedades de control las que están reemplazando a las sociedades disciplinarias. Control es el nombre que Burroughs propone para designar al nuevo monstruo, y que Foucault reconocía como nuestro futuro próximo (…) El marketing es ahora el instrumento de control social, y forma la raza impúdica de nuestros amos. El control es a corto plazo y de rotación rápida, pero también continuo e ilimitado, mientras que la disciplina era de larga duración, infinita y discontinua. El ser humano ya no es el ser humano encerrado, sino el endeudado[35]

Examinemos uno de los aspectos de las sociedades de control, a saber, la movilidad de los sujetos. Esta constituyó un problema básico para los dispositivos disciplinarios. El ansia de ruptura, nomadismo y desterritorialización, que caracterizó a los movimientos artísticos de vanguardia que irrumpieron en la segunda década del siglo XX, por ejemplo, puede explicarse como reacción a la rigidez impulsada y defendida por el poder disciplinario. Actualmente, el nomadismo ha dejado de ser un problema; por el contrario, funciona como una de las características fundamentales de la sociedad contemporánea. Las puertas de los lugares de encierro paradigmáticos de los siglos XIX y XX se abren.

En el siglo XXI, el cuerpo, por un lado, se aprecia reducido a su utilización como estrategia para incrementar el consumo, ya sea como instancia seductora o superficie potencialmente transformable. Pero también el cuerpo viviente se ha convertido en un territorio que está siendo colonizado "mediante biotecnologías, y, en esa medida, sólo puede utilizarse la palabra "drama".

Debemos abandonar de una vez por todas esta "carnalidad" del cuerpo. "El cuerpo" está menos unificado, es menos material de lo que habitualmente pensamos. Quizás no existe tal cosa denominada –el cuerpo–: un recipiente limitado que contiene en sus profundidades un conjunto de leyes y operaciones. No tratamos, al menos en el tipo de investigaciones expuestas aquí, con cuerpos sino con conexiones establecidas entre superficies particulares, fuerzas y energías. Más que hablar del "cuerpo", necesitamos analizar cómo un régimen particular de corporidad se produce, la canalización de sus procesos, órganos, flujos, conexiones, la relación de un aspecto con otro. En lugar del "cuerpo", por tanto, tenemos series de posibles máquinas, ensamblajes, con varias dimensiones, de humanos con otros elementos y materiales…[36].

¿Cuál es el lugar del cuerpo y de la risa en la cultura contemporánea? ¿Es pertinente plantear que la literatura y la risa pueden instalar la defensa de la vida? Sabemos que la risa requiere para su actualización del cuerpo, pues ella es, entre otros aspectos, un estremecimiento corporal que libera, exorciza, hace surgir la esperanza, produce una terapéutica, abre una dimensión utópica, transforma en pura levedad los ejercicios de la tristeza. Por otro lado, consideramos que el cuerpo y la risa encuentran una dimensión propicia en el espacio literario.

CAPITULO 3

Pautas para fortalecer la práctica de un humor que sana en las personas enfermas

Las personas enfermas han de mantener su alma libre y abierta al humor que cura, esto es un buen medio para tomar en serio lo serio de la realidad que viven. Poder reírse y los medios del arte para provocar la risa, entonces, han de tomarse lo mas serio posible.

3.1. Como se cultiva el sentido del humor

  • Cada persona tendrá que buscar un camino a través de la abundancia de la "cultura risoria" que nos ofrece el teatro, la literatura y los medios humorísticos.

  • Practicar el humor sano muy a menudo es algo que tiene que estar presente en las personas que quieran resultados satisfactorios en su salud.

Partes: 1, 2

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