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Aprendizaje por competencias. Un reto educativo para las escuelas de medicina en México



  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Definición y características generales
  4. Componentes esenciales y específicos para la formación de competencias
  5. Formación por competencias y medicina
  6. Conclusión
  7. Referencias

Resumen

Se sabe desde hace tiempo que las estrategias didácticas sustentadas en la formación de competencias, representa un enfoque mucho más integral, dinámico y flexible en la enseñanza. La formación basada en competencias, constituye una tendencia que se va desarrollando en muchas instituciones educativas universitarias de medicina en diferentes países. Esta nueva realidad plantea nuevos desafíos para los profesores, sobre todo en su forma de abordar el proceso de enseñanza-aprendizaje. El objetivo de este trabajo es conocer los atributos generales y específicos del aprendizaje por competencias; para ello, se realiza una exhaustiva revisión de la bibliografía relativa al enfoque por competencias enfocada en la educación superior, especialmente en el ámbito de la formación médica.

Palabras clave: aprendizaje, competencias, estudiantes, medicina, enseñanza

Competencies in teaching. An educational challenge for Medicine Schools in Mexico.

Abstract

Since time ago, the academic institutions know how the didactic strategies based in the competence formation show more integral, dynamic and flexible approach. Therefore the competence formation constitutes a trend that is developing in many educational institutions as medical universities in different countries. This new reality formulates new challenges to the professors, especially in their own way to approach the learning-teaching process. The objective of this project is to determine the general and specific attributes of learning skills; for this an exhaustive literature review related to competence approach in high level education, specifically in medical formation field is conducted.

Key words: learning, competencies, students, medicine, teaching

INTRODUCCIÓN

Las realidades que vivimos actualmente en ámbitos tan diversos como los económicos, sociales, y culturales, por solo citar algunos, exigen cambios sustanciales en los procesos educativos y en los modelos de formación profesional que tienen lugar en las instituciones de educación superior, donde se forman los profesionales universitarios que en el futuro próximo se incorporarán precisamente a esos escenarios diversos.1

Es interesante observar que desde las últimas décadas del siglo XX, se ha dado un incremento en la demanda por la educación superior, y una mayor conciencia de la importancia que este tipo de educación tiene para el desarrollo individual y social.² La carrera de medicina indudablemente que no es ajena a esta situación.

Aunque la medicina ha evolucionado a pasos agigantados, persiste la visión arquetípica del médico en donde se le identifica básicamente como un clínico, es decir, como un profesional que atiende pacientes. Lo cierto es que ahora debe visualizarse al médico como alguien que verdaderamente tiene habilidad y destreza para atender enfermos, y que además muestre actitud o disposición para ayudarlos auténticamente. Para algunos autores, el médico del siglo XXI deber ser capaz de desarrollar un conjunto de competencias que deben ser adquiridas a través de su formación educativa y aplicadas en el ejercicio de su práctica profesional.3

De hecho, es sabido desde hace tiempo cómo la formación de competencias (reflejadas en estrategias didácticas) representa un enfoque mayormente flexible, integral y dinámico en la enseñanza, en contrapartida con la tradicionalmente utilizada en el campo de la educación médica. La formación de competencias es una opción que busca generar procesos formativos de mayor calidad, pero sin perder de vista las necesidades de la sociedad, la ética de la profesión, el desarrollo de la disciplina y el trabajo académico.1

Diversas instituciones educativas universitarias de medicina han incorporado en su filosofía de aprendizaje la formación basada en competencias, constituyendo una tendencia educativa que ha sido aceptada en diferentes países. Como consecuencia de esta realidad, se han generado nuevos desafíos principalmente para los docentes, tales como la manera de abordar el proceso de enseñanza-aprendizaje, así como las estrategias para lograr dicho fin.

La formación basada en competencias es un modelo que tiene como propósito principal vincular el proceso educativo con los requerimientos y necesidades laborales, por lo que su implementación requiere adoptar como punto de partida precisamente estas variables.

Trabajar con las competencias entendiendo su pleno sentido, exige la necesidad de conocerlas, analizarlas y desarrollarlas en las aulas de los centros educativos. La tarea no es fácil ya que esto implica cambiar modelos, enfrentar inercias, y vencer resistencias de algunos profesores.

Tomando en cuenta la importancia del modelo de formación de competencias y considerando que es un tema de actualidad en la investigación educativa en general y en la educación médica en particular, es que se consideró relevante efectuar esta revisión. El objetivo de esta investigación fue conocer qué atributos generales y específicos caracterizan a este modelo educativo.

DEFINICIÓN Y CARACTERÍSTICAS GENERALES

La palabra competencia procede del latín competentia, que significa disputa o contienda sobre algo entre dos o más personas y se relaciona con los siguientes significados: capacidad, pericia, aptitud, idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado.4

De acuerdo con la mayoría de expertos que estudian el concepto de competencia, en él se combinan el "Saber", dominio de los conocimientos teóricos y prácticos, "El saber hacer", que implica la adquisición de habilidades, destrezas y procedimientos que garantizan la productividad, y el "Saber ser y estar", que se refiere al desarrollo de actitudes personales, normas y valores

Una competencia entonces es la habilidad para desempeñar las funciones y tareas requeridas en el trabajo, y que se apegan a estándares de ejecución específicos, es decir, es lo esperado desde el punto de vista laboral y debe ser otorgado por un programa educativo.5

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) define la competencia como el conjunto de comportamientos socio-afectivos y habilidades cognoscitivas, psicológicas, sensoriales y motoras que permiten llevar a cabo adecuadamente un desempeño, una función, una actividad o una tarea.4

Actualmente se define también a la competencia profesional como "el grado de utilización de los conocimientos, las habilidades y el buen juicio asociados a la profesión, en todas las situaciones que se pueden confrontar en el ejercicio de la práctica profesional".6

El enfoque de competencias dentro del contexto educativo se ha difundido por el mundo; así, por ejemplo, en las universidades australianas se denominan "key competence"; en Nueva Zelanda se usa el concepto de "core skills"; en Canadá, "employ ability skills; en los Estados Unidos "workplace know-how". Hoy por hoy, el enfoque de educación por competencias esta influyendo en la organización laboral y educativa de la Comunidad Económica Europea, Estados Unidos, Canadá, Australia, México y otras naciones.7

La formación basada en competencia, como alternativa en los procesos académicos, remonta su origen al Siglo XX en los Estados Unidos de NorteAmérica (EEUU), durante el desarrollo de cursos en trabajos manuales para niños.

En 1906 tienen lugar experiencias con este enfoque algunos cursos de ingeniería en la Universidad de Ohio EEUU, donde además se establecieron criterios de desempeño en la aplicación de conocimientos, y cuyos resultados positivos aconsejaron su generalización y masificación en la década de 1930.1

En 1973, el Departamento de Estado de EE.UU. encomendó al profesor, David Mc Clelland de la Universidad de Harvard, experto en trabajos sobre motivación, la realización de un experimento orientado a mejorar la selección de su personal; sus resultados concluyeron con la afirmación de que el desempeño en un puesto de trabajo está más relacionado con las características propias de la personas y sus competencias, que con aspectos relacionados con los conocimientos y habilidades, criterios utilizados normalmente como principales factores de selección de personal.1

En los últimos diez años, en el campo de la educación, se pueden observar diversas formulaciones y expresiones en torno al tema de las competencias, entre ellas destacan: formación por competencias, planes de estudio basados en el enfoque por competencias, propuestas educativas por competencias, etc.8

Uno de los elementos dinamizadores del debate sobre la formación en competencias es el de considerarlo un modelo, el cual, junto a aspectos cognitivos (conocer y comprender), presta mayor atención a las habilidades psicomotoras (saber cómo actuar) y a la formación en valores y actitudes (saber cómo ser).9

La tendencia a la globalización de diferentes aspectos de la sociedad, hace necesario que se vinculen más estrechamente las necesidades del mercado de trabajo con la enseñanza. La UNESCO señala la necesidad de propiciar el aprendizaje permanente y la construcción de las competencias adecuadas para contribuir al desarrollo cultural, social y económico de la sociedad del conocimiento.4 Esta misma instancia internacional señala que entre las funciones de la educación superior, es necesario asumir métodos educativos innovadores que conduzcan al desarrollo de pensamiento crítico y creativo.

En el entorno de la salud, este principio es ampliamente compartido por las autoridades desde la década de 1990, hay acuerdo que el mejoramiento de la calidad en la formación de recursos humanos en salud a través de competencias, debe ser una estrategia central para el mejoramiento de la calidad de la atención a los pacientes.

Estos cambios indudablemente impondrían a las carreras de medicina y a sus unidades curriculares una conformación diferente, pero sin dejar de dar respuesta a las demandas y necesidades de atención de salud de la población, en el contexto de cada país.

El tema no es nuevo, ya que internacionalmente se le ha prestado gran atención en las dos últimas décadas del pasado siglo. La Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Organización Mundial y Panamericana de las salud (OMS/OPS respectivamente), la Federación Panamericana de Asociaciones de Facultades de Medicina y la Confederación Iberoamericana para el Diseño de Formación Profesional, son algunas de las instancias que han visto en el diseño de formación por competencias, una aproximación más real a las necesidades de desempeño personal en la práctica cotidiana.

En Cuba, por ejemplo, la formación por competencias se ha utilizado en el sistema de formación de ciencias médicas, y en estos momentos, de acuerdo con el proceso de revitalización en que se encuentra el Sistema Nacional de Salud (SNS) de ese país, cobra mayor importancia como elemento que coadyuvará al cambio que se espera en función de mayor eficacia y eficiencia en los servicios de salud que se brindan. En Bolivia, se sabe que solamente la Escuela de Medicina de la Universidad de San Simón en Cochabamba ha implementado un plan de estudio integrado por "problemas de salud" cuyo diseño curricular se sustenta en competencias.1

Países como México, Brasil, Argentina, Costa Rica y Chile, entre otros, están ejecutando o iniciando proyectos de certificación de competencias para el medio laboral, lo que hace necesario que los cambios en la educación universitaria se transforme más rápidamente. Las reformas educacionales en general no deben ser indiferentes a las competencias, como puede observarse en las reformas realizadas en el Reino Unido, España y México.

Conviene señalar que muchas instituciones académicas, han expresado su preocupación por los desafíos y retos que deben enfrentar; y han elaborado informes que recogen orientaciones y lineamientos a tener en cuenta en la confección de programas de intervención-acción que no solo mitiguen las dificultades existentes, y den respuesta a los desafíos, sino que permitan el perfeccionamiento y desarrollo de la educación médica a futuro.

COMPONENTES ESENCIALES Y ESPECÍFICOS PARA LA FORMACIÓN DE COMPETENCIAS

Para Tobón y colaboradores, la formación de competencias requiere de tres componentes fundamentales (Cuadro1).10

Es por ello que las competencias son mucho más que un «saber hacer en contexto», pues van más allá del plano de la actuación e implican compromiso, disposición a hacer las cosas con calidad, raciocinio, manejo de una fundamentación conceptual y comprensión.

En esta misma línea es importante supone reconocer la complejidad de las competencias y la integración de factores cognitivos, de valoración y funcionales.

Cuadro 1. Componentes fundamentales de las competencias

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Coll desde una perspectiva más analítica y apoyándose en valoraciones de la Comisión Europea y el informe DeSeCo, informe importante que estableció aspectos teóricos para la selección y definición de las competencias, en el contexto de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), explica algunos de los componentes característicos de la competencia (Cuadro 2). 11

Cuadro 2. Características de las competencias.

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Revisando la literatura sobre esta temática es interesante observar las diversas propuestas que existen para clasificar los tipos de competencias, sin embargo existe un consenso importante en clasificarlas en tres grandes grupos:

Las competencias básicas, claves o esenciales

Se refieren al conjunto de conocimientos, habilidades, actitudes y valores mínimos necesarios que debe poseer todo profesionista. Dicho de otro modo, son los aprendizajes fundamentales que debe adquirir todo educando. Estas competencias son esenciales para evitar carencias y deficiencias escolares que pueden repercutir inevitablemente en contextos académicos superiores.12

Como en otros tipos de competencias, las esenciales requieren de un enlace de conceptos, habilidades, destrezas, actitudes, valores y estrategias, a fin de enfrentar de manera adecuada los diversos retos que la cotidianidad nos presenta.13

En la Facultad de Medicina de la UNAM se ha establecido que las competencias básicas que los alumnos de medicina (pregrado y postgrado) deben desarrollar son: profesionalismo incluyendo aspectos éticos y responsabilidades legales, comunicación afectiva y conocimiento y aplicación de las ciencias biológicas y socio-médicas en el ejercicio de la medicina.

Las competencias genéricas o transversales

Están determinadas por las instituciones de salud y educativas e integran aspectos cognitivos y de habilidades, así como los elementos éticos y el pensamiento crítico requerido para asegurar la calidad del conocimiento.5

Las competencias genéricas para la vida social y personal son aquellas cuya formación permitirá el mejor desempeño ciudadano. No hay que olvidar que ese fue uno de los temas centrales del debate pedagógico con el que se inició el siglo XX, donde Durkheim establece que la función de la educación debe ser la transmisión de los valores de una generación adulta a una generación nueva.8 Estas competencias no son propias de una actividad, sino que son necesarias para todas, de ahí que también sean llamadas transversales.14

Las competencias transversales pueden ser de dos tipos: aquellas más vinculadas con el ámbito de desempeño profesional, lo que en otros términos podría denominarse una habilidad profesional, y la vinculada con la denominada práctica profesional, en donde convergen los conocimientos y habilidades que un profesionista requiere para atender diversas situaciones en el ámbito específico de los conocimientos que ha adquirido.8

Para formar buenos profesionales desde un principio, no debe dejarse en manos de la improvisación la consecución de los objetivos académicos, por ello, las competencias transversales deben formar parte de las ciencias de la salud.12 Existen pocas dudas respecto a que dentro de las competencias transversales, los aspectos cognitivos son esenciales para el ejercicio de las

diversas áreas de la medicina, toda vez que la capacidad analítica y sintética, su aplicación a la resolución de problemas y la consecuente toma de decisiones forma parte de su actividad diaria. A ello debe añadirse la presencia de un razonamiento crítico que permite que los profesionales de la salud funcionen como expertos que deciden en función de la aplicación de principios racionales a situaciones específicas, y no solo en forma automática.

Las competencias específicas

Son las relacionadas a una profesión determinada, se considera que este es el grupo de competencias que alcanza mayor prioridad. Entre ellas se destacan los conocimientos sobre el área de estudios y la profesión; la capacidad de abstracción, análisis y síntesis; la capacidad de aplicar conocimientos en la práctica; la capacidad para identificar, plantear y resolver problemas, y la capacidad de investigación.15

En los modelos educativos actuales se busca plantear una educación basada en competencias a partir de un enfoque holístico que haga énfasis en el desarrollo constructivo de habilidades y destrezas de los estudiantes. De esta manera el alumno tendrá la habilidad de reconocer, analizar y resolver situaciones de la vida cotidiana u otras de índole más compleja, a partir de sus conocimientos y experiencias que se enriquecerán de manera permanente.11

FORMACIÓN POR COMPETENCIAS Y MEDICINA

Frente a este escenario se debe reconocer la importancia del desempeño docente para crear y adecuar diversos métodos didácticos que orienten el desarrollo de sus competencias y su aplicación al contexto sociocultural, donde la evaluación se transforme en una herramienta que procure la mejora del educando y del proceso educativo en general.16

El modelo basado en competencias aplicado en la formación del estudiante de medicina, plantea el reto de lograr estimular la creatividad, la innovación, la potencialidad que tiene el ser humano para ir más allá de lo que la cotidianeidad demanda y en consecuencia crear su propio futuro.16

El desarrollo de las competencias sólo será posible en tanto los docentes conozcan y desarrollen los estilos de aprendizaje de sus alumnos, lo cual implica que ayuden a los educandos a resolver problemas reales, a distinguir lo superficial de lo significativo, y a entender sus capacidades, cualidades y limitaciones. Para el desarrollo de las competencias, el educando no solo debe saber manejar sus conocimientos, sino que también debe tener bajo control sus interacciones sociales, sus emociones y sentimientos, así como sus actividades pero sin pasar por alto las emociones y los sentimientos de los demás.

La evaluación de la competencia requiere siempre la aplicación de un juicio por parte de un experto, preferiblemente en la tarea o procedimiento evaluado.10

En medicina resulta necesario encontrar mecanismos que promuevan, cada vez más, la formación de profesionales competentes. Esta es la meta de la educación médica, sencilla en su planteamiento pero compleja para su consecución.6

Este modelo educativo requiere ser organizado, entendiéndolo como la combinación de destrezas, conocimientos, aptitudes y actitudes, y a la inclusión de la disposición para aprender de esta manera, además del saber cómo hacerlo.16 La formación de un médico es una tarea compleja que implica el dominio de las ciencias biomédicas, socio médicas y humanísticas aplicadas a la clínica con el fin de solucionar los problemas de salud de los pacientes. Como tradición, se considera que el médico es suficientemente competente

para trabajar en forma inmediata con los enfermos, sin embargo, existen al menos un par de razones del por qué eso no refleja en sí mismo una adecuada competencia profesional.4

En primer término hay que señalar que diferentes estudios muestran que hay diferencias entre lo que puede hacer el médico en escenarios altamente controlados, (como ocurre en la evaluación de competencias) y lo que hace realmente en la práctica clínica cotidiana. Existen publicaciones que evidencian una correlación positiva muy baja entre el desempeño de los médicos durante los exámenes comparado con la práctica clínica real. Segundo, el rápido cambio tecnológico, las regulaciones legales, presiones sociales, prioridad de reducción de costos, y otros aspectos, hacen que la evaluación de las competencias clínicas en este contexto se torne complejo.4

El contexto en el que se desenvuelve la humanidad en la actualidad, plantea la necesidad de desarrollar este modelo educativo que considera los procesos cognitivo-conductuales, y los comportamientos socio afectivos (aprender a aprender, aprender a ser y convivir), para llevar a cabo una función o una tarea. Bajo esta perspectiva el conocimiento debe ser producto de contenidos multidisciplinarios y multidimensionales, que demanden una acción personal en el marco de las interacciones sociales donde tienen y tendrán su expresión concreta.16

El reto de la educación por competencias en medicina, es educar a los estudiantes para comprender la interacción entre la biología de la enfermedad y el contexto social del padecimiento; la atención de la salud del individuo y la salud pública; la comunicación humana y la tecnología.

La implementación de un modelo de enseñanza de este tipo, debe tomar en cuenta que se trata de una innovación importante por lo que precisa que las personas encargadas de su implementación re-diseñen el significado de lo que es el aprendizaje. En la medida en que el profesor-tutor y el estudiante comprenden y utilizan las competencias para el aprendizaje, estas últimas lograrán coherencia y congruencia.

Se ha observado que los médicos entrenados bajo sistemas tradicionales pueden mostrar un gran repertorio de habilidades y comportamientos aprendidos, pero no manejan las herramientas necesarias para aplicar estas habilidades dentro de un determinado contexto social, humano y científico, es decir, tienen conocimientos pero carecen de la sabiduría práctica para saber cuándo y cómo aplicar este conocimiento. La formación por competencias ayudaría precisamente a revertir esta tendencia.

Por su naturaleza, las competencias no se adquieren (o desarrollan) en abstracto, sino a partir de situaciones concretas, en espacios concretos, con y por personas concretas, a través de actividades "concretas" que forman parte del quehacer del educando.

La educación por competencias implica transitar del enfoque centrado en la enseñanza hacia el enfoque centrado en el aprendizaje, para lograr que el estudiante se apropie del control de su proceso formativo. De esta manera, la adquisición de una competencia está indisolublemente asociada a la adquisición de una serie de saberes (conocimientos, habilidades, valores, actitudes, emociones) por parte del sujeto, y que demandan de éste: "desempeños voluntarios, conscientes y racionales reflejados en actitudes que demuestren valores éticos".16

La publicación de Miller, en 1990, acerca de la evaluación de habilidades, competencias y desempeño, marca un hito en la educación médica. Su propuesta hace énfasis en el trayecto que habrá que recorrer el alumno de la teoría a la práctica.4

Los mejores métodos de enseñanza y evaluación de competencias clínicas necesitan del establecimiento de la práctica clínica diaria supervisada.4 Los modelos teóricos de aprendizaje denominados "pirámide de Miller" y "cono de aprendizaje de Dale" plantean una forma muy eficiente de formación del estudiante adulto. Miller propone que la curva de aprendizaje de una persona adulta pasa por distintos niveles, desde la adquisición de conocimientos teóricos hasta saber cómo integrar esos conocimientos en la práctica.17

Por otro lado, Dale comenta que para recordar un alto porcentaje de esos conocimientos adquiridos, hay que simular experiencias reales. La educación a través de la simulación es, por tanto, una respuesta clara a la necesidad de proteger la seguridad del paciente y de garantizar una formación continuada eficiente.17

Miller propone un modelo de competencia profesional a partir de los distintos tipos de saberes, siguiendo la referida pirámide, podemos referirnos a cuatro niveles de evaluación en relación directa con el tipo de saber.18 La base de la pirámide, "saber", abarca los conocimientos necesarios para el desempeño profesional de tareas. El siguiente nivel representa la aplicación del conocimiento, "saber cómo". El tercer nivel hace referencia a "mostrar cómo", que indica cómo actúa y lleva a cabo sus funciones en una determinada situación. Por último, en el vértice "hacer", implica una situación que requiere observación directa del estudiante o profesional en su práctica cotidiana con pacientes y situaciones clínicas reales.6

Desde la perspectiva de este autor, se puede evaluar el saber por medio de pruebas teóricas, que a su vez podemos clasificar en pruebas de lápiz y papel o pruebas orales, estos instrumentos permiten verificar el nivel de logro teórico de los individuos. Mostrar el saber cómo, mostrar cómo requieren de pruebas de desempeño más elaboradas, por ejemplo por medio de realización de proyectos o estudio de casos, y por último el hacer necesita para su evaluación, de la observación, estructuración y práctica profesional cotidiana.18

Si los programas evolucionan hacia observar y valorar la competencia de cada individuo con base en las aptitudes médicas, en vez de asumir que la competencia se logra al terminar un periodo de enseñanza predeterminado de entrenamiento, ocurrirá un cambio en el paradigma.

Para enfrentar los retos y los problemas que sin lugar a dudas se presentarán, es necesario que el aprendizaje y la enseñanza logren sentido, tanto para el que aprende como para el que enseña.15 Los desafíos son mucho más complejos cuando se va ascendiendo en la pirámide de Miller; cuando queremos evaluar el desempeño, enfrentamos situaciones taxonómicas de otro nivel.19

En México, los médicos que se encuentra en formación en las diferentes especialidades médicas o quirúrgicas, lo hacen en modalidades educativas conformadas por planes y programas académicos que no necesariamente coinciden, porque emanan de universidades, facultades o escuelas distintas,19 independientemente que los sistemas de evaluación se basan en la exploración de la información que el alumno puede recordar.20

Lo más adecuado sería la existencia de un "Modelo Educativo Nacional en Salud por Competencias Profesionales", a partir del cual surgieran modelos específicos por especialidad médica, adecuados en criterios, contenidos programáticos y estrategias claramente definidas, para que los médicos en formación pudieran desarrollar competencias metódicas que se reflejaran como aptitudes cognitivas, psicomotoras y afectivas.19

Las nuevas tendencias de la educación y atención médica insisten en la formación activo–participativa con una educación centrada en el aprendizaje, que sea significativa, perdurable y mensurable, en donde el alumno sea el protagonista y donde el proceso cognitivo favorezca la elaboración de la información y no sólo la memorización de la misma.5

En el ámbito docente debe cambiar el enfoque de la enseñanza superior "centrada en el profesor", por la "centrada en el alumno", donde el profesor modifique su función de transmisor de información por la de guía, orientador, u organizador de los aprendizajes, es decir, un modelo educativo abierto donde la educación se centra en la capacidad de aprender, en saber encontrar información y en la adaptación a situaciones nuevas y cambiantes. ²

El modelo educativo en medicina para las próximas generaciones deberá potenciar las capacidades de cada ser humano de manera individual, pero, a la vez, deberá permitir la confluencia de todas estas capacidades individuales como una sola fuerza.

En la realidad los egresados de las escuelas de medicina presentan asimetrías formativas que se hacen evidentes a la hora de prestar sus servicios como responsables de pacientes, y que se manifiestan como desigualdades de preparación y capacidad.19

Hoy en día se cuestionan algunas estrategias educativas que en sí mismas son irrespetuosas y que se han dado por mucho tiempo con los pacientes, sin contemplar los efectos psicológicos que pueden tener para el enfermo,3 es lamentable que todavía existan estas prácticas en algunos docentes, muchas de las cuales en ocasiones se pretenden disfrazar como bromas.

La educación por competencias es en la actualidad un buen modelo, por ahora es la corriente que más domina y seguramente no cambiará hasta en tanto haya otra que la sustituya. Esto debe ser motivo de reflexión, sobre todo si tomamos en cuenta que las formas en el cuidado de la salud están más definidas,21 y considerando la tendencia actual hacia una mayor rendición de cuentas por parte de los médicos.22

CONCLUSIÓN

Mucho se ha dicho sobre las competencias, pero todavía hay grandes vacíos y desacuerdos para su definición y aplicación en las escuelas o facultades de medicina. Esto constituye un serio obstáculo para la estructuración de programas educativos con base en este enfoque.

Además del aspecto conceptual, otro problema que se enfrenta es la necesaria capacitación del personal docente quienes finalmente son los que están frente a un grupo de estudiantes en formación. Cada vez son más las necesidades en el sector salud de nuestro país de contar con personal médico egresado de las escuelas que tenga un perfil idóneo de habilidades, destrezas y capacidades para enfrentar los diferentes retos que se dan en el trabajo clínico diario. El cambio de paradigma educativo no es tarea fácil, pero las autoridades y el personal docente deben mostrar disposición y voluntad para que el aprendizaje no esté centrado en el profesor, sino preferentemente en el alumno.

El principal atributo general de este modelo educativo está relacionado con el hecho de que el educando puede desarrollar una capacidad de respuesta a las exigencias en el desempeño de las funciones laborales, a través de la combinación de habilidades prácticas y cognitivas, lo que da lugar a una mejor y mayor multifuncionalidad laboral.

De los atributos específicos, es relevante mencionar que a través del aprendizaje por competencias se logra un desempeño más integral en diferentes contextos, es factible tener indicadores de desempeño y permite que el individuo pueda reflexionar sobre sus actuaciones en función de valores personales y sociales.

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Autor:

Gerardo García Maldonado 1-2

Wilberto Sánchez Márquez 1

Héctor Rafael Sánchez Nuncio 1

Fabiola Pérez Rivera3

1 Profesor/Investigador Facultad de Medicina de Tampico "Dr. Alberto Romo Caballero" de la Universidad Autónoma de Tamaulipas. Dr. Gerardo García Maldonado, Especialista en psiquiatría infantil: Dr. Wilberto Sánchez, Doctor en Desarrollo Educativo. Dr. Rafael Sánchez, Maestro en Ciencias Biomédicas.

2 Jefe de Enseñanza e Investigación del Hospital Psiquiátrico de Tampico, Secretaría de Salud.

3 Pasante de Medicina de la Facultad de Medicina de Tampico "Dr. Alberto Romo Caballero" de la Universidad Autónoma de Tamaulipas.

REVISTA ELECTRÓNICA MEDICINA, SALUD Y SOCIEDAD

Universidad Veracruzana, Veracruz, México.

Forma sugerida de citar: García Maldonado G, Sánchez Márquez W, Sánchez Nuncio R, Pérez Rivera F. Aprendizaje por competencias. Un reto educativo para las escuelas de medicina en México. Revista Electrónica Medicina, Salud y Sociedad. [Serie en internet] 2013 mayo [citado mayo 2013];3(3); [aprox. 19 p.]. Disponible en: http://www.medicinasaludysociedad.com.

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