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Didactopatogenia: Ataque al pensamiento. Metapsicología – prevención (página 4)




Enviado por Dr Jose Cukier



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

B3- Fractura por déficit en el proyecto identificatorio. Su incidencia en la estructuración de los ideales. ¿Qué significa proyecto identificatorio? Proyecto incluye algo de lo laboral, esto es, el esfuerzo por entender nuevos conceptos, lo cual implica el ejercicio de cierta coerción sobre uno mismo. El esfuerzo queda remunerado con la identificación, la cual le da significado al primero. La identificación puede ser múltiple: con el educador, con la institución, con las ideas de ésta, con los próceres, con los mediadores existentes en la red institucional, entre otros. Las identificaciones pueden ser armónicas entre sí, o conflictivas. Para que haya acuerdo entre el educando y los capilares institucionales, debe haber dos coincidencias mínimas en un proyecto: coincidencia en el trabajo y coincidencia en la identificación. El trabajo es lo opuesto al juego, contempla el miramiento por lo útil, de manera que a veces queda fuera del principio del placer. Para la adquisición del conocimiento, es necesario poner en juego, trabajo psíquico mediante, el ser del educando, sus identificaciones. La escucha pasiva implica adquirir un seudoconocimiento, pasando superficialmente sin que el estudio marque al educando.

Siguiendo a Bion (op. cit.) es posible entender tres tipos de vínculo entre la institución y el educando: a) de recíproca coexistencia entre el líder y la comunidad sin incidencia mutua; b) oposición destructiva recíproca; c) cada uno potencia al otro. Muchos de los resultados dependen, a su vez, del lado en que esté ubicado el poder político; este puede favorecer al educando si es demagógico o al educador si es tradicional. El esfuerzo, que culmina en identificación, tiene un reconocimiento ético desde el Superyó; y de esta manera le da legalidad al conocimiento. Una buena actividad educativa implica generar un espacio identificatorio, y un buen proyecto permite la identificación conciliable con el trabajo.

Podemos distinguir por lo menos dos tipos de proyectos:

A) Proyecto con identificación. En éste hay coincidencia en los ideales y el trabajo con mediación del esfuerzo. Se compensa con el cambio en el pensar del educando.

B) Proyecto con identificación superficial (como-si). No hay cambio estructural del educando, por falta de trabajo psíquico. Puede deberse a: 1) El educador. Este puede impartir una enseñanza enfermante que puede ser, por lo menos, de dos tipos:

a) Enseñanza demagógica y superficial. Vinculada al erotismo anal expulsívo y al erotismo fálico-genital.

b) Enseñanza coercitiva. Remito al, ideal de justicia y de amor. El ideal de justicia se liga a la humillación y al trato sádico; en el ideal del amor se utiliza la desvalorización como técnica de poder. También remito al erotismo oral canibalístico.

El grupo a, resuelve la falta de proyecto identificatorio con una ficción identificatoria super?cial. El grupo b también es super?cial, pero disfrazada de seriedad. En este caso, serio, es sobreexigencia de trabajo sin retribución con la identificación. El educador exige pero no enseña, está caracterizado por el despotismo.

2) Puede deberse al educando. Este se incluye en un proyecto inadecuado por:

a) equivocación en la elección del proyecto; es de fácil rectificación

b) equivocación en la elección del proyecto por razones debidas al vector temporal. Es decir, el educando se incorpora a un medio para el cual está inmaduro y en consecuencia se sobreadapta, o su madurez es superior a la que se requiere y en este caso siente que pierde el tiempo. Ambos son susceptibles de rectificación. El vector temporal también puede influir debido a la rigidificación de las defensas del educando (como en el caso del geronte).

c) El alumno desmiente el esfuerzo del trabajo y sólo persigue la convalidación formal del título. La rectificación es dudosa, si no media un cambio psíquico.

d) El alumno insiste masoquísticamente en un proyecto con el cual no coincide, desmintiendo las frases que provienen de la autoobservación. La rectificación, de no mediar un cambio psíquico, no es posible.

El grupo B, sea por causa del educador o del educando, constituye la marginalidad, no incluida en los capilares institucionales y susceptible de enfermar a educandos y educadores. En resumen, la creación de proyectos comunitarios implica ofrecer al educando opciones identificatorias variadas y el fracaso deriva en diversas marginalidades.

B4– Fracturas por fracaso de la función institucional. Efectos psicosomáticos. Se entiende por función institucional a la forma como se transmite el poder. Atañe a todos aquéllos que son representantes de la institución y que influyen en la estructuración de los ideales de los educandos. Dentro del equipo que tiene el poder se van distribuyendo funciones (ver Cap.de, liderazgos). Las funciones se van subdelegando y constituyen los capilares que articulan nexos entre los grupos dirigentes y el resto de 1a comunidad. Si la institución es muy precaria se produce una superposición de funciones con hipertrofia de la función de paragolpe, y éste es el lugar de descarga. Una medida de la adecuada función institucional implica detectar a tiempo en cuanto aparece la función de paragolpe, en cuanto es necesaria, en cuanto se excede y cómo se distribuye. La institución es un destino de la pulsión, y cuanto más los procesos pulsionales no encuentran cabida en aquélla, más aparecen estados tóxicos en los miembros y más la necesidad de descarga de estos estados. Esta toxicidad se puede evidenciar por un grado creciente de enfermedades orgánicas en la comunidad o de descarga en los directivos que ocupan la función de paragolpe. Los conflictos institucionales actúan en el tercer nivel de las series complementarias, en las vivencias actuales; pero es necesaria la disposición previa que dan las dos primeras series complementarias. La acción patógena depende de la historia institucional de los afectados (cuanto más tiempo en la institución mayor la posibilidad de enfermar).El destino de la pulsión en la vida institucional es su procesamiento, aunque siempre queda parcialmente insatisfecha. En la institución familia se reemplaza la sensualidad por la ternura (en su defecto aparecen las perversiones). En el vínculo de amistad hay mayor supresión del vínculo sensual y sustituido por pulsiones inhibidas; en el vínculo laboral puede suprimirse hasta la ternura. Cuando aparece el deseo de retornar al vínculo erótico perdido, se hace difícil sostener el vínculo laboral y se pierde la función .A veces, en la historia de las instituciones, suele verse la renuncia de un líder a la satisfacción pulsional directa en aras de la institución, pero luego puede adquirir carácter mítico, influyendo en los ideales de los educandos. Las siete funciones pueden sostenerse solamente si queda en suspenso el erotismo y también la ternura; no es que ésta no exista, sino que es un medio y no un fin en si mismo. Cuando se pierde la función, por transgresión del vínculo laboral, puede traer como consecuencia interferencias en la circulación de información (por ejemplo las directivas del coordinador general no son cumplidas, o las observaciones del líder intelectual son desoídas). Estos factores posibilitan el alejamiento del grupo conductor, de la población de educandos. En la medida que éstos no tienen espacio para hacerse oír, deviene angustia colectiva, desorganización institucional y trastornos de conducta con necesidad de reestructuración y reordenamiento para salir del caos. Junto con la pérdida de función, se pierde la posibilidad de sostener el proceso identificatorio en condición operante. Estas distorsiones son enfermantes Se coarta la capacidad sublimatoria del educando y con ello intoxicación y pérdida de la posibilidad de ligar la pulsión con el riesgo psicosomático consiguiente. El riesgo se puede expresar por enfermedad o accidente. Un intento de defensa puede ser el autoexilio y la marginalidad intrainstitucional, o la migración de la institución. Esto conlleva la pérdida de figuras identificatorias que afecta al ser del educando. El efecto patogénico es mayor cuando la institución está a merced de un líder paranoico, lo cual exacerba la función del paragolpe, que es el que tiene en juego el cuerpo. Cuando hay líderes paranoicos (habitualmente llamados halcones) se acompañan de otros líderes que quedan a merced de los primeros (los llamados palomas); otros, a su vez, se identifican con el líder a merced del paranoico. En los dos últimos suelen desarrollarse afecciones psicosomáticas, así como en los educandos, porque son objetos de la descarga del líder paranoico.

CONCLUSIONES

Las instituciones educativas pueden ser causa de la estructuración armónica o patógena de los ideales de los educandos.

-La incidencia en la forma de los ideales puede devenir tanto de enseñanzas demagógicas o coercitivas. La primera pierde el fin y con ello el estímulo a mayores complejidades, y la segunda, además, genera síntomas descriptos en la parte primera.

-La estructuración de los contenidos de los ideales puede derivar en coincidencias o fracturas con los proyectos comunitarios. Si deviene en fractura, puede encontrar transacciones en nuevos trabajos o bien en sobreadaptación con intoxicación y enfermedad psicosomática.

-Si hay dé?cit en el proyecto identificatorio puede generar identificación superficial sin cambio estructural, ya por enseñanza demagógica o autoritaria. Las identificaciones superficiales constituyen la marginalidad institucional.

-La fractura de la función puede derivar en déficit en la circulación de información y en la estructuración de las identificaciones; la primera es causa de estados tóxicos que pueden desembocar en enfermedad psicosomática y accidentes.Todos estos factores actúan desde la 3° serie complementaria sobre la disposición previa (Herencia y factores infantiles).

CAPÍTULO 5

Desvalimiento

INTRODUCCIÓN.Concepto de desvalimiento. Significa: abandono,
falta de ayuda o favor, olvidar, descuidar .Citando las definiciones que proporciona
el diccionario enciclopédico Espasa, podemos comenzar a pensar en una
problemática que aqueja a algunas personas en diferentes momentos de
su vida, pero especialmente durante períodos en los cuales se encuentra
potencialmente vulnerable y dependiente, ya sea física y o psíquicamente. Esto
ocurre especialmente en la niñez. Dicha vulnerabilidad muestra un gradiente
que debiera decrecer con la edad y sobretodo disminuir notablemente al finalizar
la adolescencia. En tales épocas la personalidad se ha definido y el
individuo suele encontrarse en el máximo de sus capacidades y potencia
generatriz. Sin embargo bien sabemos que existen períodos críticos
tanto evolutivos como situacionales y accidentales en los cuales el sujeto ve
puesto a prueba sus recursos, su resistencia y responde de acuerdo a su resilencia.
Según el diccionario antes mencionado (pág. 9972) resilencia
se define como la propiedad de la materia que se opone a la rotura por
el choque o percusión. Este concepto proviene de la mecánica y
da cuenta de la capacidad de algunos sujetos para resistir la adversidad transformándola
en un desafío que los lleva a crear algo nuevo y superador. 

La resiliencia de cada quién, dará resultados diferentes y dichos resultados dependerán de una multiplicidad de factores que se han ido articulando de manera muy compleja (en el sentido de las series complementarias, descritas por S. Freud) y que determinan que un sujeto se constituya como tal. En esta perspectiva consideraremos el efecto gravemente traumático de algunas situaciones vividas tempranamente, las cuales suelen dejar efectos que pueden durar toda la vida. El mundo del desamparo orgánico, psíquico y comunitario es sumamente abarcativo, e incluye condiciones muy diversas, desde las discapacidades físicas, las afecciones psicosomáticas, las enfermedades crónicas y las adicciones, hasta los desfallecimientos psíquicos (autismo, neurosis traumáticas) y los desamparos sociales (minorías nacionales en crisis, marginalidad, violencia, segregación, neurosis traumáticas colectivas). Todas estas situaciones pueden, por otra parte quedar fuera del amparo institucional. . El vacío interior, las patologías psicosomáticas, la aceleración del cotidiano vivir, la enajenación en el trabajo, la drogadicción, el maltrato corporal, el uso especulativo del prójimo y la entronización del dinero, la violación de lo humano en general, la pérdida y la tergiversación de los valores humanamente deseables… y la enumeración podría continuar; aparecen como los males de nuestro siglo. En la nueva condición cultural predomina la imagen sobre la cultura letrada, la inmediatez sobre la memoria la reflexión y la elaboración, la experiencia sobre la razón, la incertidumbre sobre las certezas.

Patologías generadas por desvalimiento de origen exógeno-social-migración.

El desvalimiento (Freud, 1926) puede originarse en dos fuentes, las exógenas que corresponden a los estímulos provenientes del mundo exterior, y las endógenas provenientes de esos estímulos internos a los que llamamos pulsiones. Ambos tipos de desamparo suelen imbricarse ya que la indefensión ante el mundo exterior provoca un estado de dolor que determina el drenaje de la energía pulsional con el consiguiente debilitamiento psíquico, que puede llevar a una alteración de la autoconservación que culmine en la muerte

Como fenómeno universal presente desde los inicios en la historia de la humanidad ha sido estudiado en la multiplicidad de niveles que abarca, en cuanto a sus causas, características y formas. Desde el punto de vista de los fenómenos psíquicos aparejados, uno de los aspectos más relevantes es el estado de desvalimiento o vulnerabilidad que padecen algunas de las personas involucradas en los movimientos migratorios. Existe un amplio abanico de posibilidades en cuanto a la tendencia migratoria que manifiestan los individuos. En el mismo se puede incluir tanto a aquellos que experimentan la más fuerte necesidad de permanecer ligados a espacios conocidos y vidas rutinarias como a los entusiastas a ultranza de cambios de lugar físico y contactos interpersonales. Sin embargo la mayoría de los estudiosos del tema están de acuerdo en que aún en el mejor de los casos, cuando la migración se resuelve en nuevos proyectos y realizaciones y aunque el individuo no lo registre, esta situación implica atravesar una crisis, siempre dolorosa y en ocasiones traumática. La diferencia entre una posibilidad y la otra depende tanto de las condiciones externas que hacen al proceso migratorio mismo, (ecológicas, socio- políticas, e histórico- culturales) como a condiciones internas vinculadas con el estado de organización del psiquismo alcanzado por el individuo. Cuando se trata de grupos familiares es necesario agregar al nivel individual de los componentes del grupo, el de estructuración de los vínculos interpersonales de la familia misma. Una migración se vuelve traumática cuando la persona, la familia o el grupo se encuentran en estado de desvalimiento o vulnerabilidad. Ambos tipos de desamparo suelen imbricarse ya que la indefensión ante el mundo exterior provoca un estado de dolor que determina el drenaje de la energía pulsional. En estos casos parece ocurrir una catástrofe, una situación traumática equivalente a las que aparecen en las neurosis de guerra. Para definir en que consiste el trauma en esta "neurosis de migración" deberíamos describir una constelación de elementos bastante compleja que podemos sintetizar en torno a tres: Pérdida de contexto, sentimiento de autoexpulsión y pérdida de idioma originario. (Maldavsky 1996). 

Pérdida de contexto. En la literatura sobre el tema se
ha destacado el papel del duelo por la pérdida de objetos, espacios y
tiempos. En los casos en que predomina el desvalimiento es importante destacar
que la pérdida fundamental no es la de objetos sino la de un contexto
(la casa, el barrio, los olores, la comida, el futbol, el bife de chorizo, el
tango,….). Definimos al contexto como un conjunto de incitaciones monótonas,
rítmicas, no diferenciadas ni investidas, de enorme valor en la economía
libidinal ya que su establecimiento permite conciliar el sueño y dormir
de un modo reparatorio. (Freud, 1940).Este tipo particular de estímulo
neutro se despliega en un marco familiar, en un clima afectivo tierno caracterizado
por la ternura, como opuesto a los desbordes afectivos de cualquier índole,
eróticas u hostiles. Ternura y monotonía parecen esenciales para
el que el dormir, asociado con la autoconservación (rescatado de la pulsión
de muerte y también de la sexualidad) represente un descanso reparador
de energías y no un peligro de retorno a lo inerte. En los casos en que
la función del dormir aparece trastocada ésta puede transformarse
en una forma de dejarse morir o de vivir en estado de sonambulismo, carente
de vida psíquica. En tales circunstancias junto con el letargo y el sopor
puede aparecer el insomnio como derivado tanto de un exceso de sensualidad
que no se doblega ante la necesidad de dormir, y no encuentra una tramitación
a través de los sueños, como por una falta de energía tan
acentuada, que dormirse puede transformarse en un dejarse ir, en un camino hacia
la muerte, y el insomnio pasa a constituirse en la última barrera contra
esa muerte. El despertar pleno también requiere de un contexto monótono
que progresivamente pierda ese carácter y se vuelve diferencial. Si ello
no ocurre y los estímulos se vuelven disruptivos o faltan por completo
el despertar se produce en estado de pánico y aturdimiento al que le
sigue una vigilia aletargada una pesadilla en vigilia de la que no se puede
despertar. (Maldavsky 1995). La combinatoria entre somnolencia e intrusión
puede derivar en afecciones tóxicas del tipo de las psicosomáticas,
las adicciones o la violencia, en las que cobra especial relieve un universo
numérico (contar ovejitas)que muestra la tentativa de organizar un universo
rítmico, monótono que dé lugar a un contexto. Una característica
de estos cuadros es que cuando este intento falla, el paciente queda a merced
de números ajenos (suelen aprovecharse de él) y sobreviene el
síntoma orgánico, la adicción o el golpe. Sentimiento
de autoexpulsión
. La ingesta de alcohol o droga puede considerarse
una vía de acceder a la pérdida de conciencia como entrega a la
muerte. En tales casos el espacio familiar protector es reemplazado por un ámbito
dominado por un sujeto hostil que toma a sus habitantes como intrusos a los
que pretende expulsar. 

La relación con este personaje despótico, deriva de una
convicción que puede aparecer en el que emigra quien se supone borrado
de la memoria de los que permanecen, arrojado fuera de ella. De ese modo la
migración semeja una expulsión padecida desde un otro y pasa a
ser concebida como una verdadera autoexpulsión mediante la cual el propio
yo ejecuta la acción impuesta por el déspota que desea suprimirlo.
(He aquí que no es que me fui por mi propia voluntad sino que me echaron). Esta
situación remite a la significación que puede tener la pérdida
de contexto en alguien que lo padeció en los momentos fundantes de su
aparato psíquico. Debemos suponer una situación previa en que
el desvalimiento propio del ser humano no fue sostenido por un contexto tierno
en los comienzos de la vida. La carencia de un primer vínculo empático
genera una incapacidad para sentir, ya que la captación de los propios
sentimientos solo es posible en el encuentro con un otro que otorgue un determinado
matiz afectivo en lo que para el niño es un puro desborde pulsional.
Los afectos propios, independientemente de su carácter placentero o displacentero
son el testimonio de la vitalidad de cada persona. A partir de ellos surge la
actividad psíquica, y luego la posibilidad de registro de percepciones
que generan un mundo exterior. Si no hubo alguien que sostuviera el sentimiento
de estar vivo, esa ausencia es llenada por un ser vivido como arbitrario que
pretende la desaparición del sujeto y los afectos en toda su variedad
quedan sustituidos por un estado de apatía como expresión de un
dolor no sentido. Desde esta circunstancia desfavorable en la historia vital
suelen significarse otros momentos de crisis, generando traumas muy difíciles
de superar. La organización alcanzada resulta frágil para enfrentar
nuevas pérdidas de contexto, que se constituyen en desgarros y catástrofes
anímicas.

Una característica de las personas afectadas es la particular
forma de percibir en la cual no se registra la materia sensible en forma de
matices diferenciales, sino de frecuencias o ritmos que son formas más
elementales de organización. Cuando se trata de niños, un problema
que aparece frecuentemente es el fracaso escolar, asociado muchas veces al llamado
déficit atencional, son niños distraídos, desconectados
del mundo que los rodea. Parecen inmersos en un universo sensorial brumoso,
viscoso dentro de cual la captación de los estímulos del mundo
resulta intrusiva, a la manera del despertar de la somnolencia por efecto de
un golpe y padeciendo un estado de vértigo. Pérdida de idioma
originario
– El idioma, las armonías y timbres sonoros también
forman parte del contexto que se pierde aún cuando la migración
sea a un país en que se hable el mismo idioma. En los casos extremos
esta pérdida lleva a la desemantización. El universo sensorial
auditivo y visual pierde su significado, lo que implica no simplemente una imposibilidad
de traducir de un idioma a otro sino un fracaso identificatorio que da lugar
al enmudecimiento de la subjetividad. El lenguaje en tanto posibilidad de comunicarse
con un otro y de expresión de expresar deseos desaparece, y en su lugar
puede surgir un lenguaje críptico, hermético en el que las palabras
no se desarrollan, fundamentalmente por falta de interlocutor, de destinatario
para ese decir. En algunas personas aparecen pesadillas durante el dormir, como
forma de procesamiento del trauma. En otras, las pesadillas no llegan a desarrollarse
por pérdida del idioma originario, aquel en el que se acuñó
la maraña de fantasías que es el fundamento imprescindible para
la producción onírica. En los casos en que se preserva el idioma
originario lo suficiente como para producir pesadillas, las mismas pueden llegar
a tener una función en la trasmisión del trauma de generación
en generación como intento de procesamiento. Estas historias son indecibles
por insoportablemente dolorosas o porque no hay destinatario para las mismas.
En muchos casos contribuye el rechazo que los hijos sienten por el idioma original
de sus padres, que es el idioma de la intimidad familiar. El resultado de ello
es que en los descendientes puede aparecer como modo de herencia la problemática
que estamos describiendo como lenguaje críptico a ser descifrado, como
rasgo de carácter o en el cuerpo o en la conducta, como sustituto de
lo que se rompe en la transmisión simbólica de los ideales, los
mitos familiares, las metáforas comunitarias. 

Globalización. El cambio climático global afectará a la vida de todo el mundo. Miles de científicos de más de cien países informaron recientemente de que hay nuevas y sólidas evidencias de que la mayor parte del calentamiento observado en los últimos 50 años es atribuible a las actividades humanas, y se prevé que las temperaturas promedio a nivel global aumenten entre 1,3 y 5,5 grados centígrados en el siglo XXI. El resultado podría ser una variación aún más severa del clima, con demasiada agua en algunas regiones y escasez en otras. Entre los efectos, habrá tormentas y huracanes más fuertes, inundaciones y sequías más prolongadas y más desprendimientos de tierras. En muchas regiones el aumento de la temperatura ha alargado la estación de deshielo y los glaciares se están derritiendo. El ritmo al que subió el nivel del mar en el último siglo fue 10 veces más rápido que el promedio de los últimos tres milenios. También está la globalización militar, que consiste en las redes de interdependencia en las que se utiliza la fuerza o la amenaza del uso de la fuerza. Las guerras mundiales del siglo XX son un ejemplo. La anterior era de globalización económica llegó a su cúspide en 1914 y las dos guerras mundiales significaron un retroceso. Pero si bien la integración económica global no recuperó el nivel que tenía en 1914 hasta medio siglo después, la globalización militar creció a medida que la económica se contraía. Durante la guerra fría, la interdependencia estratégica global entre Estados Unidos y la Unión Soviética fue aguda y clara. No sólo produjo alianzas que abarcaban todo el mundo, sino que cualquiera de los bandos pudo haber utilizado misiles intercontinentales para destruir al otro en menos de 30 minutos. Éste fue un rasgo distintivo no porque fuera totalmente nuevo, sino porque la magnitud y la velocidad de un potencial conflicto derivado de la interdependencia militar eran enormes. Actualmente, Al Qaeda y otros actores transnacionales han formado redes globales de agentes y desafían los enfoques convencionales de la defensa nacional mediante lo que se ha dado en llamar la "guerra asimétrica". Por último, la globalización social consiste en la propagación de pueblos, culturas, imágenes e ideas. La migración es un ejemplo concreto. En el siglo XIX, alrededor de 80 millones de personas atravesaron los océanos para buscar un nuevo hogar, muchas más que en el siglo XX. Al inicio del siglo XXI, 32 millones de los residentes en Estados Unidos (el 11,5% de la población) habían nacido en el extranjero. Además, aproximadamente 30 millones de personas (estudiantes, empresarios, turistas) entran cada año a este país. Las ideas son un aspecto igualmente importante de la globalización social. La tecnología hace que la movilidad física sea más fácil, pero las reacciones políticas locales contra los inmigrantes ya estaban creciendo antes de la actual crisis económica. El peligro actual es que las miopes reacciones proteccionistas a la crisis económica puedan contribuir a asfixiar la globalización económica que ha distribuido crecimiento y ha sacado de la pobreza a millones de personas en el último medio siglo. Pero el proteccionismo no frenará las demás formas de globalización. La tecnología moderna significa que los agentes patógenos viajan más fácilmente que en periodos anteriores. Las facilidades para viajar aunadas a los tiempos de dificultades económicas implican que las tasas de migración podrían acelerarse hasta el punto de que las fricciones sociales superen el beneficio económico general. De manera similar, las dificultades económicas pueden empeorar las relaciones entre Gobiernos y los conflictos internos que podrían llegar a la violencia. Al mismo tiempo, los terroristas transnacionales seguirán beneficiándose de la tecnología de la información moderna como Internet. Y si bien la depresión de actividad económica puede desacelerar en cierta medida el ritmo de concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera. También desacelerará el tipo de programas que los Gobiernos deben aplicar para abordar las emisiones ya existentes. Así pues, a menos que los Gobiernos cooperen para estimular sus economías y se resistan al proteccionismo, el mundo podría encontrarse con que la crisis económica actual no significa el fin de la globalización sino sólo de la del tipo positivo, con lo que quedaríamos en la peor de las situaciones posibles. 

Transculturación. Para el desarrollo de este tema, propongo un análisis aplicado de un cuento del Inca Garcilaso y estudiar desde la perspectiva de las patologías psicosomáticas y adictivas, la influencia que los conquistadores de América tuvieron en la mente de los aborígenes. Trataré de inferir los mecanismos puestos en juego por el español y las consecuencias enfermantes en el psiquismo del nativo.

La narración del Inca Garcilaso de la Vega. "Un conquistador, apellidado Solar, avecindado en Los Reyes (Lima), tenía una heredad en Pachacamac. El capataz español que miraba por ella envió, por intermedio de dos aborígenes, diez melones, fruto de las primeras semillas plantadas en esta tierra, y una carta, advirtiendo a los nativos al entregársela que no comieran ningún melón pues si lo hicieren, ésta lo habría de decir. A media jornada uno de los aborígenes quiso saber a que sabía la fruta del amo. El otro, temeroso, dijo que no debían hacerlo porque la carta lo diría. El primero puso la carta detrás de un paredón; así, al no ver lo que se disponían a hacer, no podría decir nada". Garcilaso recuerda que los aborígenes del Perú no sabían lo que eran las letras. Imaginaban que las cartas que los españoles se escribían unos a otros eran una suerte de mensajeros y espías que decían de palabra lo que veían por el camino."Comido el primer melón decidieron que era conveniente emparejar las cargas y para ocultar su delito comieron un segundo melón. Llegados a los Reyes presentaron los ocho melones al encomendero. Este, luego de leer la nota, preguntó por los melones que faltaban. Dado que negaron la falta, les señaló que mentían pues la carta decía que fueron diez los melones y que 'habían comido dos'. Al ver que el amo les dijo lo que habían hecho a escondidas, no supieron contradecirlo y salieron diciendo que con mucha razón llamaban a los españoles con el nombre de Viracochas, "pues alcanzaban tan grandes secretos'." 

Los habitantes del Perú, antes de venir los españoles, no conocieron ningún género de escritura, ni letras ni caracteres, ni cifras ni figurilla. Las civilizaciones andinas no lograron establecer las bases de un sistema de notación simbólica que tuviera las características de un genuino código de escritura. Distinto fue el caso de los mayas quienes alcanzaron a establecer una escritura cuyo arduo desciframiento permite entrever que combina ideogramas con elementos fonéticos. Los aztecas con sus estilizados pictogramas habían logrado un método mnemotécnico más no un sistema de notación del lenguaje. En la inquietante observación de Todorov (1982), las tres grandes civilizaciones americanas que encontraron los españoles y que se hallaron situadas a diversos niveles de la evolución de la escritura tomaron, tal vez por ello, diversas actitudes frente al invasor. Los incas creyeron en la naturaleza divina del conquistador, los aztecas tan sólo durante los primeros momentos. Solamente los mayas cuando se preguntaron por la naturaleza de los españoles se respondieron que no se trataba de dioses: apenas de extranjeros. Lo dicho debe pensarse teniendo en cuenta que en los siglos XVI y XVII se insistía en una nítida distinción entre la palabra hablada y escrita. Entre otras cosas porque el uso del signo escrito separaba a los pueblos en civilizados y bárbaros. El haber creado un sistema de escritura indicaba la superioridad de los civilizados. Ya Santo Tomás de Aquino había calificado de 'bárbaros en segundo grado' a los grupos que carecían de escritura.

El problema de la escritura. De este texto, parece inferirse que leer, es sólo leer las letras escritas, ´o que la letra es sólo letra escrita en el papel. Pero, ¿no leemos a veces el rostro del otro? y de los rasgos inferimos un nombre?; o no leemos dibujos?; o jeroglíficos? Para el nativo, que no sabe que son las letras, leer debía tener otro significado. Derivar un nombre de unos rasgos, es leer, porque deriva de lo que se ve (no hay consideraciones estéticas ni afectivas). 

Veamos algunos conceptos acerca de lectoescritura. Freud decía en 1930 en "El malestar en la Cultura": "[…] la escritura es el lenguaje del ausente". Esta ausencia en un comienzo, es temporaria. Posteriormente, la complejización del psiquismo, produce ausencias más radicales; y esta es saldada por la escritura. La escritura consistió en una progresiva apropiación de la palabra oída. Los ideogramas significan lo que representan; los fonogramas con valor sonoro; las sílabas, la fonetización, todos ellos ponen de manifiesto el esfuerzo cada vez más sofisticado para expresar frases y nombres. Seguramente hay una vinculación entre técnicas de escritura más refinadas, conquistas de lógicas más complejas que sostienen un andamiaje formal, que dan apoyatura a otras organizaciones sociales. Las nuevas organizaciones de poder se unen no sólo por caminos o las armas. La escritura es el medio cohesionante esencial. Es importante hacer una articulación entre lógicas de pensamiento, (ver cap. 1 ) escritura y organización social que tiene que ver con el texto. Los Incas estaban en un nivel fundado por la lógica entre totémica y mítica. En esta lógica totémica, son suficientes los pictogramas. Estos son dibujos que representan de manera condensada frases. En una complejización mayor se conquistan los números; y en este proceso se da lugar al pensar mítico, más complejo. Este tiene el héroe que pasará a mito y cuyo nombre debe escribirse logográficamente. El objeto en vez de ser representado, es sustituido por la escritura del nombre. La escritura de ideogramas sigue criterios estéticos y evidencia una unidad entre el arte y la razón; la pintura y la caligrafía. La escritura alfabética, en cambio, ofrece la posibilidad de expresión más abstracta y racional. Asistimos a la transformación de los pensamientos en religioso y científico (que es el de los españoles de la narración). Intentaré articular los pensamientos totémico y mítico en la evolución de la humanidad, y la evolución infantil de las hipótesis de escritura.

E. Ferreiro y Ana Teberosky, (1979), sostienen que en ambos casos se
superaron obstáculos cognitivos similares, que permitieron los respectivos
desarrollos. En un principio en el niño, dibujo y escritura no se diferencian.
Las letras coinciden con el rasgo del objeto. Luego se diferencia, y las letras
son letras que posteriormente representan nombres. Esto es, primero las "letras
dicen que son letras"; y luego dicen "algo diferente de ellas mismas",
y ese algo diferente se vincula con una imagen de un objeto y le da el nombre
a éste. Las letras pasan a representar la propiedad nuclear de los objetos,
el nombre. Luego la escritura supone otros requisitos; por ejemplo, un signo
para cada objeto o imagen, con límites superior e inferior. La escritura,
obviamente, surge como un efecto de la lectura. Esta implica remitir un complejo
percibido a un conjunto de representaciones palabra. Leer, es descomponer, analizar
y distinguir entre aquello que se expresa en palabras y aquello que no puede
serlo. El Yo se esfuerza por descomponer el complejo sensible, y los elementos
descompuestos son remitidos a distintas entidades intrapsíquicas. Cuando
el pensar es reproductivo, se compara lo percibido con las huellas mnémicas
de objetos. Lo esencial para el Yo es reconocer que el objeto actual es el mismo
que el de la representación. Cuando el pensar es judicativo, se compara
lo percibido con huellas mnémicas y percepciones del propio cuerpo, y
lo esencial para el Yo es comprender. Cuando fracasaron estos procesos, y esto
es tanto mayor cuanto más sofisticada la diferenciación psíquica,
surge la palabra. La palabra cubre la diferencia entre la percepción
y lo dado, dota de significado a los fragmentos constantes y permanentes (los
rasgos). Cuando a los rasgos del otro, se les adscribe un nombre, estamos ante
la lectura. Y para ello, el Yo debe tener inscripción de palabra y haber
generado rasgos. El rasgo se constituye cuando a ciertos fragmentos inscriptos
y a la complejización de éstos se les articula un nombre, y con
ello se diferencia familiar y extraño (heimlich y unheimlich). Aparece
lo Siniestro. En este momento leer, es remitir los rasgos a nombres, con el
agregado de atributos, funciones, y expresado en palabras. Leer, es lectura
con la presencia del objeto, no hay texto sustituto. Tal es el caso de los aborígenes
de la narración que nos ocupa. El paso evolutivo siguiente consiste en
leer las huellas del objeto. Es la lectura en ausencia, y ya la pérdida
deja su marca. Se logran nuevos ensambles psíquicos, la representación
cosa ya no solo se une a la palabra, sino que aparece el pensar que enlaza palabras
con un proceso creciente de complejización psíquica. Tal el caso
de los conquistadores que envían la carta. Los aborígenes de la
narración, estarían en un pensamiento entre lo totémico
y mítico en donde se van intrincando dibujo y escritura, pero escritura
no con letras como las entiende el español, sino letras equivalentes
a los rasgos visuales del objeto graficado. Si la carta del español no
tiene dibujo de melón, no puede decir melón. Los objetos tienen
existencia en tanto son percibidos, no hay marca para significar ausencia.

Antes de entrar plenamente, a la consideración del texto, quisiera
hacer otra reflexión. Los estudios acerca del número,
que hiciera Emilia Ferreiro, son pertinentes para comprender la anécdota
(diez melones, dos aborígenes…). Nos dice esta autora, que en un comienzo,
para el niño, letras son números (no a la inversa). Esto significa
que una grafía puede ser letra. La "C", se puede leer si se
combina por ejemplo – "CAMA"- Pero la grafía "4"
sola, vale por si misma, sirve para contar. La agrupación de letras remite
a rasgos del objeto y a la posibilidad de la identificación. Al número,
este proceso le está prohibido (dos aborígenes sin nombre en la
narración, los nativos son sólo cantidad).Las transformaciones
de la escritura, devienen de conquistas lógicas del Yo, cada vez más
complejas. Las investiduras tanto de objeto como narcisistas, van plasmándose
en conquistas psíquicas y culturales, lo escrito conserva la atención
hacia una producción permanente. Tiene valor identificatorio, y se puede
transmitir a otros (la carta del español). La diferenciación y
complejización anímica dejan restos de los estadíos anteriores,
que tratan de ser restablecidos. El pensamiento mágico totémico,
y su palabra, es superado en el pensamiento mítico. La palabra hablada
no alcanza para expresar la sofisticación de pensamientos derivados de
procesos pulsionales. Y es la palabra escrita la encargada. Pero en la escritura
(propia del pensamiento religioso – en nuestro caso el español-) recurre
la aparición de la magia, expresada en la carta críptica (para
el aborigen). Este anhelo de algo presuntamente vivenciado, es el fundamento
que proyectado al futuro, mantiene los interrogantes vivos. "[…] De la
diferencia entre el placer de satisfacción y el exigido surge el factor
impulsor […] como dijo el poeta 'Tiende indomado, siempre hacia adelante'
(Fausto I) […] no queda otro remedio sino avanzar […]", Freud, (1920g). 

El problema del iniciador. ¿Serían los españoles
los iniciadores esperados, como producto de la complejización anímica
necesaria del Inca? ¿Un fenómeno necesario y no contingente? ¿Traumático?
– aunque no deba serlo necesariamente – . ¿La plasmación social
de un proceso evolutivo de psiquismo? ¿El encuentro en el exterior, –
ahí la desgracia- de un corruptor y no el maestro esperado? Freud mencionó
fragmentariamente el concepto de iniciador, (1905e, 1908e, 1910c, 1918a, 1928b,).
Cada tipo de pensamiento más complejo, no disuelve el anterior, sino
que entra en relaciones, lo incluye de diferente manera. En general puede comprobarse
lo siguiente: el último tipo de pensar y el primero siguiente tienen
como destino la destrucción. La destrucción de la última
forma de un ideal y la primera del siguiente, parece una necesidad inherente
al devenir psíquico y acompañado de violencia. La complejización
creciente de los ideales, es una expresión de que la pulsión tiene
una exigencia constante. El aparato mental necesita dar cabida a una realidad
traumática; es imposible consumar totalmente un deseo, no hay vivencia
que permita acceder a la felicidad absoluta. Este anhelo es colocado en el futuro.
Con la complejización de los ideales, se generan intrapsíquicamente,
funciones que se relacionan con un iniciador. Este es un operador que conduce
al Yo, de un tipo de configuración simple a otra más elaborada.
Anterior al vínculo interpersonal, se presenta como relación del
Yo con las representaciones y solo luego, por proyección, busca plasmarse
en el mundo. Es recibido de alguien en verdad esperado y que es traumatizante
respecto del Yo.

Las representaciones del iniciador son preconscientes. Es una transacción
entre los deseos edípicos y narcisistas por un lado; y la imposición
cultural de inscribirse en ámbitos extrafamiliares, amorosos y culturales
diferentes, por el otro. Existen iniciadores laborales, del lenguaje comprensivo,
de la sensualidad (masturbación, secretos del sexo o la actividad erótica),
iniciadores de la actividad sexual, intelectuales. Debemos tomar en cuenta que
en el pensamiento totémico, la desmentida es la regla (recordemos que
es sencillo acceder al ideal, saldando la diferencia entre el Yo y el ideal
con algún acto de magia), y en el pensamiento mítico, aunque posible,
es más difícil. En el caso de nuestro relato, se ve el predominio
de la desmentida y la desestimación. El Conquistador blanco, esperado,
es tomado como ideal (desmentida mediante). No puede ser reconocido como un
extranjero invasor, como sucedió por ejemplo con los mayas y los aztecas,
(Inca Titu Cussi Yupanqui, Martín Pardo – 1570- , Luis Millones – 1985-
, Victoria de la Jara, Iaccovlev, Larco Hoyle, BurnsGlynn – 1981- ). Con el
predominio de la desmentida, el proceso de iniciación queda interferido.
En lugar del iniciador esperado, puede ponerse un salvador; y a veces el salvador
puede sustituirse por un corruptor social (como sucedió en el caso que
estudiamos). En el pensamiento totémico, aún no se diferencia
entre animal y humano (los españoles se referían al nativo como
"bestia") y la falta de escritura los colocaba en el lugar de "bárbaros
de segundo grado", según la expresión de Santo Tomás
de Aquino. La lógica necesaria, para que el pensamiento mítico
supere al totémico es aquella en que el trabajo empieza a diferenciarse
del juego y corresponde al de las operaciones concretas, Piaget, 1942. Ciertamente
que en los ideales, se advierte la eficacia de la marca cultural y de las condiciones
dominantes. Pero para que esto tenga eficacia, requiere de la disposición
psíquica previa, que genera los ideales esperados en la exterioridad.
El contenido del discurso ideologizante, es eficaz intrapsíquicamente
si se entrama con las metas y los objetivos pulsionales. El valor social pasa
a ser expresión, en el interior del Superyó, de la transacción
entre la pulsión y la autoridad parental. En el pasaje de un pensamiento
a otro, suelen transcurrir situaciones de injusticia y explotación. Quién
es portador de la letra y con la cual marca al iniciado; ostenta orgullosamente
el poder, sin advertir que él también quedaría marcado.
Y esa marca finalmente retorna.

Las contradicciones. En la narración que analizamos,
los dos nativos son objeto de contradicciones por parte del español.
Pero antes de estudiarlas en el texto, quiero referirme a las mismas (ver cap.
4 de didactopatogenia; en particular las contradicciones lógicas, pragmáticas
y orgánicas. Intentaré inferirlas a partir de los afectos que
se observan en el aborigen, como defensa, ante los efectos sobre su preconciente.
Nos dice el texto: "El capataz español advierte que no coman […].
El otro temeroso […] pone la carta detrás del paredón".
Se nota un discurso persecutorio, paranoico ligado a la vergüenza y a la
humillación, con fijación a un goce anal primario. Otro fragmento
dice luego que descubrieron la falta de los melones: "Al ver que el amo
les dijo lo que habían hecho a escondidas no supieron contradecirlo y
salieron diciendo que con mucha razón llamaban a los españoles
con el nombre de Viracochas […] pues alcanzaban grandes secretos…"
Discurso con deseos cognitivos ligado a un goce oral primario con afectos del
temor y pánico. (Me permitiré hacer una breve construcción:
Imaginar que el aborigen cuando fue enviado podría sentirse humillado,
avergonzado – sentimientos de la analidad primaria- y cuando descubrieron la
"magia" de la carta que denunciaba sus actos, se sintieron aterrorizados-
afectos de la oralidad primaria-). "Comido el primer melón […]
comieron el segundo melón". Está ligado al universo de las
adicciones, porque no puede substraerse a la tentación de comer el segundo
melón. Hay un argumento que se refiere al goce creciente de comer el
melón, y una amenaza de depresión si no lo come. A su vez, el
deseo de goce, está reforzado por la amenaza del amo si lo come, con
lo cual se estimula la tentación. Hay refuerzo de la contradicción
porque no puede ni fugar, ni dejar de entregar la carta (por sumisión
al amo).El mandato tiene eficacia intrapsíquica. La contradicción
orgánica implica oposición entre pulsión sexual (ganas
de comer), y pulsión de autoconservación, D. Maldavsky, (1988).
No discrimina si lo que le gusta es lo que le conviene. Esta contradicción
es propia de las adicciones y las enfermedades psicosomáticas con la
siguiente diferenciación: el adicto reúne la contradicción
orgánica más la lógica, y el psicosomático la orgánica
más la pragmática.

Y finalmente para agregar algo más al problema de la adicción
y el padecimiento psicosomático, señalaré las características
de las fantasías primordiales. La seducción es presentada como
ser objeto de un deseo especulativo despertado en otro (el español que
obtiene provecho); la escena primordial es sufrir la estimulación gozosa
de otro (en nuestro caso, comer el melón; formulado por su opuesto);
y la castración como ser despojado Los aborígenes fueron despojados
de su secreto, los melones comidos. La contradicción pragmática
ha sido descrita en términos de vínculos interpersonales como
mandato paradojal. Hay dos órdenes contradictorias, ambas presentes;
una a veces bajo la forma de un supuesto o de una orden recordada anterior,
o de una orden general común a toda una sociedad y la otra orden como
específica. Se agrega además, una prohibición de alejarse
del campo y de comentar la contradicción. La contradicción estriba
en una prohibición de comer el melón, dicho de palabra y sin acto
prohibitivo; y un supuesto de permiso de comer bajo la forma de tentación
y exponiendo los melones al deseo. A la vez debe cumplir lo encomendado; no
hay posibilidad de fuga. Cuando el aborigen cede a la tentación y come
el primer melón, intenta rectificar, pero desde su lógica numérica.
Esta es diferente a la del blanco. Para el nativo, no falta nada en tanto sea
de a pares. "Comido el primer melón decidieron que era mejor emparejar
las cargas y para ocultar su delito comieron un segundo melón".
Desde la lógica de los pares, no puede comprender como el blanco nota
la falta. La contradicción pragmática es propia de la paranoia.
Y al surgir la contradicción el Yo se escinde, facilitado por un psiquismo
de nivel totémico con predominio de la desmentida. El Yo real definitivo
del aborigen, al no poder transformar lo sufrido pasivamente en activo, sufre
un estado de indefensión. El efecto deriva en una regresión a
la analidad primaria; con predominio motriz (el desplazamiento desde los Reyes
al encomendero) y de la mirada (proyectivamente ubicada en la carta que ponen
detrás del paredón) con afectos de la gama de la humillación.
Se observa asimismo la regresión oral secundaria con los reproches que
formula el encomendero y la sanción por el incumplimiento, consistente
en el sufrimiento de quién depositó la confianza.

En nuestro caso el capataz que confió y fue defraudado en su anhelo. La contradicción lógica se presenta como la oposición entre una afirmación específica y otra más amplia. Ambos términos están presentes, es posible el contraste, pero una afirmación es genérica y la otra aparece bajo la forma de una presunta percepción; percepción ligada a un juicio de existencia que profiere el Yo de realidad definitivo. En algunos casos existe coincidencia marcada entre las relaciones interindividuales y la organización psíquica; en otros casos no. Importa la tramitación psíquica de cada cual. Cuando un Yo, es tomado como auxiliar para sostener la condición de ideal del otro (en nuestro caso el nativo es usado por el español para sostener su idealización), está particularmente indefenso. El efecto, no es necesariamente inmediato, sino a posteriori, cuando el Yo se va organizando con mayor complejidad. Las órdenes inscriptas como huellas mnémicas, son incompatibles entre sí; y esto hace imposible al Yo el cuestionamiento o la fuga. La paradoja se hace eficaz a medida que el preconciente se organiza.

En el fragmento de Garcilaso, puede observarse la contradicción lógica entre dos registros perceptuales. El registro auditivo en que le dicen al nativo (que la carta dice) que "fueron diez melones y habían comido dos" (en verdad deducción lógica del español), y el registro visual (en que las letras no son reconocidas). Registro visual que contradice la palabra del amo. Desde la lógica del nativo, la explicación pasa por la magia que atribuye al español. Magia de su pensamiento primitivo, anhelada y proyectada como esperanza en el pensamiento ajeno. La contradicción hiere a un Yo, que por su estadío es escindido, y refuerza la desmentida. La escisión, conspira contra la posibilidad de desarrollo hacia nuevas lógicas, que la cultura española le puede brindar. El Yo, escindido, se conecta con la realidad a través del Yo oficial, pero el Yo placer, se conecta con el ideal mágico. Y de ésta manera, no hay aprendizaje porque no hay vivencia. Solo hay seudoaprendizaje, repetición, memorización (¿seudoevangelización?). Los nuevos conceptos, las nuevas lógicas no son asimiladas al Yo. Solo son un barniz. El Yo escindido queda con su nivel profundo unido al pensamiento mágico, y su nivel oficial al pensamiento religioso o científico. Otro modo de resolver la contradicción es con la sublimación. La contradicción del consenso, en lugar de producir una pérdida de la realidad, impulsa un cuestionamiento que se resuelve pasando a un nivel superior y en la creación de un producto, por ejemplo literario, como es el caso del Inca Garcilaso. Y este pasaje permite una profundización en los orígenes, en que final y comienzo se puedan reunir. El Yo, más organizado, puede regresar hacia estructuras psíquicas y familiares que constituyen la contradicción, y de ahí emerger en una nueva lógica. La sublimación, trasciende la necesidad de transformar el trauma de pasivo en activo. La perturbación es mutada y la transgresión aceptada por el Yo y la cultura. El Yo ha logrado conciliar a sus tres amos, tal el caso de los adelantados a su tiempo, como el poeta. 

Los tipos de pensamiento.( Ver la descripción en el capítulo 1).

Una interpretación de la narración desde la perspectiva de las patologías psicosomáticas y adictivas. Nos encontramos ante dos tipos de producciones, dos lógicas. La del poderoso, que ostenta su certeza acerca de sus verdades, y la de quien padece el desamparo. Desamparo producido por la dependencia de la palabra del español, palabra oral contradictoria y palabra escrita imposible de comprender. Palabra del conquistador que no concuerda con las necesidades vivenciales; no le da un nombre, solo un número. Son dos indios, diez melones con lo cual que promueve la ignorancia. Contradicciones mediante, no le da espacio para la identificación, y el desarraigo queda marcado por el andar del Inca (de Pachacamac a los Reyes). Hay un poderoso, el español (¿un loco para el nativo?), de cuya palabra se depende para ser. La palabra le da sentimiento de sí, júbilo o futilidad. El amo es inflexible en su función desconocedora, sólo le interesan los números, las ganancias. Suprime el significado que sus actos tienen en el ánimo del otro; y el Inca anhela un encuentro imposible con esas palabras. Palabras que vienen desde el ideal, pero que no llegan y sólo son desamparo y descrédito. El blanco dice que "mentían.", que "habían comido dos…"El ideal no cree, y no hay posibilidad de contradecirlo ni de rectificar. Sólo le cabe al Yo dejarse morir por falta de amor y de amparo ético o sumirse en la droga? La droga puede ser el atajo que suprime el acto psíquico necesario (pero inútil) que reclama una identificación con el amo. El acto adictivo (el impulso irresistible de comer los melones) intenta sustituir la identificación que el blanco no le da. Este enmudece ante el reclamo, y el Yo del aborigen se siente víctima de la desestimación, en lo anímico de ese dios loco todopoderoso (Viracocha). El nativo mandado, es en su movimiento el carretel del juego del nieto de Freud, (1920g). Se ve espacialmente la expulsión de que es objeto de la memoria blanca. No queda en ésta marca alguna. El nombre del adicto es sólo un número, tachado no por represión, sino por expulsión del Yo del blanco. Queda el nativo en un estado de no muerte y no vida, en que su cuerpo se doblega ante el castigo; cuerpo que es sólo doble imperfecto de su espíritu indomable. Desafiante y hasta vindicatorio. Espíritu que simula aprender y doblegarse. A esta agonía eterna accede con la droga, el alcohol, la promiscuidad, el hambre y los golpes. No hay proyecto identificatorio, no hay posibilidad de tener un nombre. ¿Qué posibilidades quedan? La libido narcisista no encuentra su objeto, y en vez de consumarse en un acto identificatorio, que le de el ser; se consume en actividad autoerótica (droga). La libido estancada, dispone a la enfermedad psicosomática. La única manera que le queda al nativo para sentirse con algún valor, para su ideal español, ya no es con su nombre que le da cualidad, sino como cantidad. Y esa cantidad termina por refrendar la agonía, reclamante, muda, desafiante, vengativa y triste hasta el infinito. El destino se vuelve implacable, y la nostalgia de la muerte una forma de vida. Nostalgia de la muerte como expresión del conocimiento de ser sólo una cifra insignificante, resto de un pasado y despojado de vigencia. El horizonte del nativo, sumido en la adicción, está poblado de poderosos y calculadores, que lo suprimieron de su memoria. Un olvidado que anhela una identificación, y en el que la adicción como recurso tóxico, contiene el resto del melón anhelado y a la vez, la supresión vengativa del deseo identificatorio. La vida del aborigen carece de encanto, porque deriva de la falta de significado anímico que le debe el blanco. Encanto y alegría de vivir se hace encarnadura con significatividad; ambos invisten el mundo exterior. Pero despojado de ambos, se vuelve caótico, no hay proyectos, sólo magnitud pulsional que amenaza con catástrofes, proyectadas en el porvenir. Se produce una secuencia de euforia narcisista tóxica por la droga, dolor orgánico que permite la conexión con el mundo sensible; aturdimiento tóxico y entrega a la muerte por falta de amor, se constituyen con estallidos de afecto. A la vez obstinación por morir y no morir, perpetuando el dolor como recurso para mantener el vínculo con el mundo sensible. Pero la esperanza de que alguien fije su mirada a este acto, se pierde en la indiferencia. No hay quien le de significatividad y lo inscriba en su memoria. El llamado, no concluye en la introyección de una huella mnémica, sino en una supresión de todo recuerdo. La víctima queda paralizada ante la mirada más poderosa del amo que se aproxima no para percibirlo, sino para devorarlo. El hambre y la droga, a pesar de que lo matan, le producen dolor, y con ello la existencia del mundo sensible, y la posibilidad de ser recordado. Cuando esta alternativa queda suprimida, no queda esperanza, sólo la alucinación como milagro que le proporciona la tabla de salvación identificatoria. Medida extrema, y vana, para preservar la existencia.

Conclusiones, ideas y problemas de 1492. Aperturas e interrogantes para pensar en el siglo XXl 

a) El Inca, con su lógica entre totémica y mítica, sufre una regresión anal primaria ante el infortunio. Se evidencia por el desplazamiento motriz (es mandado de un lado a otro) y por la paranoia. El pensamiento totémico implica una identificación hombre– animal (eran vistos como bestias iletradas). El relato muestra un hombre inculto, pero los líderes políticos e intelectuales fueron ejecutados.

b) El español, como iniciador esperado, aunque corrupto, incluye el concepto de "lo nuevo". Esto es, la capacidad psíquica de una intelección que antes no tenía. Está generada por el incesante pujar pulsional. La función anímica genera contradicciones y diferencias, y luego las proyecta y capta en el mundo sensible. La creación de "lo nuevo", frente a lo ya dado, genera cada vez que muestra su eficacia, un desgarrón, una catástrofe, a la manera que describe Freud, (1932a).Es que los dioses, que son los procesos pulsionales, quedan postergados porque sólo así puede accederse a una conquista anímica y cultural. Y luego regresan, como catástrofe anunciada. Los afectos pueden ser lo nuevo ante la pulsión, luego la sensorialidad lo es respecto de los afectos; las huellas mnémicas en relación a las percepciones y los pensamientos respecto a las representaciones. Finalmente, lo nuevo es proyectado y hecho venir desde la instancia paterna. Este pensar, es capital en el desarrollo de la cultura, y da tramitación anímica a los procesos pulsionales. Esto nuevo, puede sufrir los siguientes procesos: 

1. Ser aceptado, como una complejización inevitable que tiene que ver con el ser, y conquistado para asimilarse al Yo, como hizo el Inca Garcilaso. 2. Puede ser rechazado, desestimado. Pero no por ello lo nuevo deja de producirse. Queda fuera del Yo, exiliado, y no se accede a lógicas más complejas. El ser, entonces, tiene una falla en su identificación primaria y con ello queda fracturado; el narcicismo se desmorona ¿sucederá algo semejante en el ser nacional indígena, no integrado, que rechaza con violencia supresora al blanco, mensajero de lo nuevo? El aborigen desestima al blanco y éste al aborigen, cada uno con violencia expulsa al otro. La salida, sería aceptar al iniciador, al blanco con su pensamiento, dejarse fecundar por su marca que complejiza las propias estructuras. 

c) En la narración, el Inca Garcilaso marca una oposición entre el número y la letra. Decía antes, que las letras confieren un nombre, y con él, la posibilidad de acceder mediante la identificación, a la condición de sujeto. El número interfiere esta posibilidad. Y el nativo es un número. El blanco es un especulador (piensa en números, saca ganancias y extrae diferencias a costa del aborigen), un aventurero que vino a "hacerse solo", una "posición", un desmentidor de su padre. Es su propio padre; Yo y padre se condensan. Pero, ¿no es el español también un número para sus semejantes cultos? ¿Un bárbaro iletrado despojado de su riqueza material e intelectual; y que encuentra en el aborigen a su doble? ¿Un desmentidor del juicio de autobservación, que afirma que ciertos actos le son nocivos pese a su carácter placentero? ¿Un adicto al dinero, un adicto al nativo que es su droga, porque lo calma? Nativo- droga que con su trabajo, aplaca la voracidad blanca. Los melones del cuento, mestizos de simiente española y tierra americana ¿no representarían al gran mestizaje que se dio en América, dónde vienen y se transforman las adquisiciones culturales de la humanidad? Pero el conquistador necesita desmentir su propia enfermedad, su propia adicción, para mantenerse en lugar de ideal, en un goce autoerótico. Está sostenido por el aborigen en posición de auxiliar; de doble (enfermo, drogadicto, un mero número). Doble que puede volver desde lo siniestro, como droga y enfermedad, como violencia y corrupción hacia los países "civilizados". Aquello que durante la conquista, fue sepultado como iletrado, vuelve. Vuelve como furia que unifica y marca. Hay una violencia que forma parte del cambio, que no se puede ahorrar, no diría inevitable porque sería comulgar con los doctrinarios violentos que nos guiaron al fracaso…pero hay una violencia."La doctrina según la cual la mente humana es en un principio maleable y no estructurada […] se ha asociado a menudo a un pensamiento políticamente progresista e incluso revolucionario, mientras que las especulaciones relativas al instinto humano poseen a menudo un resabio conservador y pesimista. Puede verse fácilmente porque los reformistas y los revolucionarios se convierten gustosamente en ambientalistas radicales […]. Sin embargo, un análisis más preciso muestra que el concepto de organismo vacío, maleable y no estructurado – al margen del hecho de ser erróneo- sirve también de soporte natural a las doctrinas sociales más reaccionarias. Si las personas son efectivamente plásticas y maleables, sin naturaleza psicológica propia ¿por qué no se las controla y se las somete a aquellos que se jactan de una autoridad, de un saber especializado y de una intuición irremplazable, necesarios para quienes carecen de dichas cualidades?

La desocupación – una endemia social - 

a) Los procesos de precarización de la vida cotidiana aparecen por las nuevas formas de pobreza, que difícilmente pueden ser contenidas por el tejido social o la estructura familiar. El individuo que se siente marginado del mundo del trabajo se halla extraño, distinto, discriminado, atrapado en un círculo vicioso de retracción: enfrentarse a la eventualidad de un rechazo que incrementa la frustración y que a su vez disminuye la autoestima. Estas personas frecuentemente ocultan su nueva condición, porque sienten vergüenza social. Esta realidad hace que la desocupación y la precarización se conviertan no sólo en fenómenos masivos, sino también en procesos que se instalan definitivamente, como las endemias. Tal como ocurre con ciertas enfermedades infecciosas, cuando la desocupación viene para quedarse genera la ruptura del vínculo social y los individuos que la padecen forman una verdadera "subespecie humana" estigmatizada y sin contención social, vulnerables, con alto riesgo de perder la salud. Al hablar de tejido social, se quiere expresar que es una trama dinámica y vital compuesta por elementos más simples y más reducidos: instituciones, familias, individuos. Como sucede en los tejidos biológicos, donde las células enfermas terminan afectando al órgano correspondiente y esto puede comprometer la salud del organismo, en la trama social se desencadena un proceso similar: el hombre que no responde a las exigencias del sistema económico globalizado, impedido de producir, se convierte en un desocupado, que no puede integrarse al nuevo tejido social, por lo que sucumbe, por carecer del nutriente social primario, que, en un país de excluidos, es el trabajo. Cuando el fenómeno de la desocupación excluye a grandes grupos de individuos, muchos de ellos se hallan sin vínculos y, como ocurre con los tejidos biológicos, cuando la exclusión abarca a más de la mitad de los individuos de un país esa sociedad enferma gravemente, con gran deterioro del sistema social: cambio de códigos de convivencia, desde la pérdida de valores éticos y morales de los que ejercen el poder económico, muchos de ellos convertidos en ladrones de guante blanco, hasta el drama de la mendicidad callejera y los que roban para comer, Las dos pobrezas. Sólo por el hecho de haber nacido en el seno de una familia con pobreza estructural, los individuos crecen en una cultura de pobreza, caracterizada por la ausencia de niñez, hondos sentimientos de marginación, desvalimiento, inferioridad o dependencia, baja autoestima, sentido de resignación y fatalismo. Viven el presente en función de su ambiente inmediato y carecen del conocimiento que les permita tomar conciencia de sus problemas y de sus iguales en el conjunto social (no tienen conciencia de clase). Son enfermos sociales congénitos, y desde su primera infancia serán vulnerables al daño que producen las calamidades sociales (hambre, abandono, analfabetismo, violencia familiar, etcétera) que acechan a su alrededor. Este grupo nunca tendrá oportunidad de formar parte del tejido social productivo y muchos de ellos sufrirán de una muerte precoz, previsible y por lo tanto prevenible. La desocupación llevó al hombre, único sostén económico de su grupo familiar, no sólo a padecer estrés, ansiedad o depresión, sino que éstos resultaron ser los disparadores que precipitaron el temido accidente cardiovascular, en muchos casos mortal. En ciertos países emergentes, la globalización produjo desocupación, la cual trajo de su mano pobreza, desigualdad y exclusión social

Víctimas de la globalización La Argentina es una víctima más del proceso de globalización sin rostro social. Un país sumergido en una crisis social inédita, con una sociedad (competitiva, agresiva, individualista) donde se produjo un proceso de "dualización" legitimado y fortalecido por nuevos códigos, donde la competitividad salvaje, la insolidaridad y el triunfo de los más fuertes generan en el sistema social una división dramática: 1) los incluidos, grupo heterogéneo que abarca desde las elites (económicas, políticas y sociales) hasta los trabajadores con empleo estable y remunerado, y 2) los excluidos, grupo que forman los nuevos pobres (desocupados, subocupados, familias monoparentales femeninas, jóvenes que no pueden acceder al mercado laboral aun con estudios terciarios), y los pobres estructurales (los minusválidos físicos o psíquicos, los que carecen de calificación laboral y no pueden acceder al mundo del trabajo, los jubilados y pensionados con pobreza material y necesidades básicas insatisfechas, niños de la calle, mendigos, conglomerados de grupos urbanos marginales inmigrantes de zonas rurales, en fin, todos los individuos atrapados en el "círculo de la pobreza"). 

b) El desempleo como factor desencadenante de las enfermedades psicosomáticas- Todos estamos enterados del problema de la recesión y de la desocupación no sólo en nuestro país, sino a nivel mundial. Estamos anoticiados de los conflictos étnicos y sociales, las guerras y el resurgimiento de los nacionalismos que el fenómeno desencadena.. El tema tiene varias aristas de abordaje, por ejemplo el displacer de efectuar tareas con las cuales el sujeto no está a gusto. Que lo hace porque tiene necesidad de ganar dinero. Pero es un dinero carente de significado, sólo dinero. Y puede encontrase así a la persona que, teniendo todas las comodidades padece de tedio crónico, del cual procura emerger con estímulos espúreos como la drogadicción. O bien porque la falta de enlace entre lo que hace y lo que le gustaría hacer está fracturado, en consecuencia acumula tensión predisponiéndose al probable desenlace psicosomático. 

– Consideraciones acerca del trabajo y el dinero. El trabajo posibilita desplazar componentes vitales y agresivos y tiene un valor fundamental para vivir en sociedad. Desvía la agresión, evita la violencia fraterna, posibilita la ligadura de la pulsión homosexual, fortalece los lazos sociales, es una bendición. Cuando claudica la inserción laboral, la transformación de violencia en trabajo se pierde y la falta de descarga vuelve sobre sí convirtiéndose en factor capital de envejecimiento prematuro. Brinda una satisfacción particular cuando ha sido elegido libremente acorde a las disposiciones y vocación de cada cual. Es fundamental para la tramitación socialmente adaptada de la violencia. El dinero es la relación entre distintos trabajos a través de un número que articula distintos valores, y el trabajo adquiere una dimensión significativa cuando además de producir un rédito es la expresión de una actividad valorada para el sujeto o la comunidad. Cuando el trabajo es resultado de un acto que no está en relación con la satisfacción, con el placer, produce un dinero que si bien satisface necesidades deja un remanente de disconfort.  Esto es expresión de que algunos individuos no han logrado enlazar sus proyectos con los capilares institucionales. –

Consecuencias psicosomáticas. Cuando hay proyectos individuales
que no tienen a qué ligarse en lo social, o entran en colisión,
el dinero, que es consecuencia del trabajo y adquiere valor en tanto es trabajo,
pasa a ser sólo dinero, sin proyecto. Hay acumulación tensional
y disposición para las enfermedades psicosomáticas (úlcera,
asma, hipertensión, disminución del apetito sexual, gastritis,
entre otros), insomnio, angustia, depresión, congoja, amenazas catastróficas
de pobreza, retracción social, vergüenza, conflictos de pareja y
familiares, desarticulación de los ritmos diarios. Los índices
de enfermedades cardiovasculares, obesidad, musculoesqueléticas y el
cáncer son mayores en los desocupados que en las personas activas. La
caída de la capacidad adquisitiva, trae aparejado cambios en la relación
familiar y social, el desocupado no es alguien deseable para asociarse .El terreno
de la salud y el trabajo ha sido abonado desde diversas disciplinas, tales como
la medicina laboral, la sociología industrial, la antropología,
el derecho, la economía y la psicología, entre otras. Cada una
de ellas ha ido identificando distintos factores presentes en el ámbito
laboral (físicos, químicos, relacionales, culturales, organizacionales,
etc.) que de un modo u otro inciden en la salud de los individuos. Según
el espíritu científico de Freud, "no todo saber se traspone
en poder terapéutico; pero aun la mera ganancia teórica no debe
ser tenida en menos, y cabe aguardar con confianza su aplicación práctica"
(1925, pág. 57). Así, creemos que los hallazgos que resulten de
los esfuerzos teóricos podrán encontrar lugar en el mundo de las
organizaciones. La medicina laboral y su historia. Existe una larga historia
en cuanto al desarrollo de la práctica médica y su aplicación
al mundo del trabajo. Tal es así que la bibliografía especializada
remite sus inicios al Código de Hammurabi (1800 a.C.) el cual, entre
otras cosas, establecía normas para impedir que el fuerte oprimiera al
débil y, además, detallaba indemnizaciones y la creación
de tribunales de conciliación ante eventos dañosos.

La medicina del trabajo, entonces, recorre un extenso trayecto y una
compleja evolución. Hipócrates (460- 375 a.C.), por ejemplo, describió
enfermedades que aquejaban a los trabajadores de las minas de plomo. Así,
se sucedieron Jenofonte, Catón, Diodoro de Sicilia, Plinio el Viejo,
Galeno y Maimónides. En el siglo XV, a partir del descubrimiento de América,
se identifica el denominado escorbuto de los navegantes e, incluso, en las leyes
de los Reinos de Indias se establecía la protección de los trabajadores
de las minas así como un horario de trabajo y un límite al peso
que los indios podían cargar. Dentro de las obligaciones de los patrones,
estos debían curar a los indios toda vez que se enfermasen o accidentasen
a causa del trabajo. En el siglo XVI aparecen dos figuras relevantes. Por un
lado, Paracelso (1494- 1541) a quien se le atribuye la frase "no hay nada
que no sea tóxico, solo la dosis diferencia un tóxico de un medicamento"
y el apelativo de médico de los pobres. La primera monografía
científica sobre enfermedades profesionales es de él y su valor
residía en que el eje estaba puesto en el trabajador. Por otro lado,
Agricola (1490- 1555) prestó especial interés a la prevención
de accidentes y, en general, consideraba responsable a la superioridad que no
adoptaba las precauciones necesarias. En esta sucinta reseña histórica
debemos mencionar a Bernardino Ramazzini (1633- 1714) a quien se lo reconoce
como el padre de la Medicina del Trabajo. Este médico aconsejaba a sus
discípulos el estudio de las condiciones de los trabajadores en sus puestos
de trabajo así como sobre la utilidad de dialogar con los enfermos, no
solo acerca de sus dolencias sino de su vida cotidiana. A él se le atribuye
la frase "la mejor escuela de aprendizaje es el taller o la casa del obrero".
Esta cronología continúa extensamente, numerosos autores se han
sucedido, y baste mencionar para tener una idea de ello que aun faltaría
hablar, por ejemplo, de la Revolución Industrial. Pilar Nova Melle (1995),
sintetiza las consecuencias de dicho período, entre las que menciona
la descripción de la histeria proletaria, denominación que aludía
a los campesinos que no lograban adaptarse a la forma de vida urbano- industrial
y caían en el alcoholismoEl estrés. Desde los trabajos
pioneros de Selye (1956) en adelante se ha conceptualizado el estrés
como una experiencia (o un conjunto de ellas) cuya exigencia es excesiva en
relación con los recursos del individuo. Así, se han considerado
el ambiente físico de trabajo, los contenidos del puesto, el desempeño
de roles, las relaciones interpersonales, el desarrollo de carrera, las nuevas
tecnologías, los nexos entre trabajo y familia, rutinas reiterativas
y monótonas, el ritmo de trabajo determinado por las máquinas,
la carga de trabajo o responsabilidad excesivas, las exigencias insuficientes
en relación con la capacidad del trabajador, la insatisfacción
profesional, el horario de trabajo, las condiciones, el contenido de la tarea,
la falta de participación en las decisiones sobre las formas de realizar
las tareas, la inseguridad en el empleo, aislamiento social, etc. Los signos
e indicadores de estrés comprenden: irritación, preocupación,
tensión, depresión, afecciones psicosomáticas, sensación
general de insatisfacción ante la vida, baja autoestima, depresión,
perturbaciones de la atención, la percepción, de las funciones
cognoscitivas y motoras, aburrimiento, baja en el rendimiento, ausentismo
,
etc. Al mismo tiempo, las definiciones más específicas varían
según se lo conceptualice como estímulo, respuesta, percepción
o transacción, pero lo que de alguna manera está presente en todas
las descripciones es la importancia de la relación del sujeto no solo
con el trabajo (actividad) sino con la organización en la que este se
desarrolla. Los diversos autores, en general, coinciden en que deben distinguirse
tres etapas en el desarrollo del estrés laboral: la percepción
de la amenaza, los intentos de afrontarla y el fracaso de estos. También
se consideran la intensidad de la amenaza y/o la duración (continua o
discontinua) de la misma. Al mismo tiempo, se han incluido como factores estresores
no solo la carga de trabajo o responsabilidad excesivas sino también
las exigencias insuficientes en relación con la capacidad del trabajador,
con las consecuentes aspiraciones frustradas e insatisfacción (1). El
modelo explicativo usado habitualmente, en última instancia, remite al
esquema causa (agente, trabajo) – efecto (daño), aun cuando la
literatura existente no deja de anunciar que "la relación entre
los factores psicosociales presentes en el trabajo y la salud se complica por
gran número de variables de carácter individual y subjetivo los
individuos pero sí provocan trastornos en algunos otros. Las características
de personalidad, para este autor, presentan diferencias interindividuales, por
ejemplo, en cuanto a la propensión a sentirse dañado, amenazado
o puesto a prueba, tres percepciones que pueden ser estresoras. Una de las variables
de la personalidad es la pauta de compromisos característica del individuo.
Los compromisos de una persona son la expresión de sus ideales y metas
y de los caminos que se propone seguir para realizarlos. El grado de importancia
de los compromisos influye en la vulnerabilidad al estrés pues es más
probable que se evalúen como una amenaza o un daño las situaciones
que ponen en peligro compromisos fuertes que las que ponen en peligro compromisos
débiles. La manera como influyen los compromisos en la vulnerabilidad
al estrés es compleja, ya que el compromiso no solo puede ser causa de
vulnerabilidad sino también un recurso, en tanto protege contra el aburrimiento,
la falta de sentido y la alienación.

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