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Historia del desprecio al placer sexual (eunucos por el reino de los cielos)



Partes: 1, 2

  1. Introducción: Jesús el del tribunal
  2. El antiguo tabú de la sangre femenina y sus repercusiones en el cristianismo
  3. El Nuevo Testamento y sus erróneas interpretaciones: la concepción virginal, el celibato y el nuevo matrimonio para los divorciados
  4. Los padres de la Iglesia hasta San Agustín

Introducción: Jesús el del tribunal

¿Era Jesús un redentor completamente ajeno al placer? Hay que distinguir diversos grados de placer que van desde el placer de escuchar música hasta el de un orgasmo pasando por comer y beber. El placer más bajo es del sexo por su relación estrecha entre el goce sexual y el concepto de pecado.

La antigua doctrina católica decía que no hay placer sexual sin pecado. Los teólogos celibatarios nos han transmitido de Jesús, la imagen de un redentor carente del apetito sexual y enemigo del placer. La aversión de Jesús al placer tuvo repercusiones, antes que nada, en la vida marital de su madre: ya desde antes de nacer, le impone ciertas condiciones. Si María hubiera deseado tener más hijos, entonces Jesús no habría tenido deseo alguno de aventurarse en la empresa de la redención y no hubiera tenido reparo alguno en buscarse otra madre. De aquí se sigue que tener hijos es una acción imperfecta, una falta de continencia, una caída en el placer y la concepción una impureza. A las madres hay que ponerlas en un plano de inferioridad porque no sirvan más que para traer hijos.

La aversión de Jesús al placer sexual también tuvo repercusiones en la vida de los sacerdotes, Himerio de Tarragona (385 d.C.)[1] calificó de crimen el matrimonio de los sacerdotes. Por el contrario, Joviniano convenció a muchas vírgenes consagradas a Dios y a muchos hombres para que se casasen. Puso fin a la virginidad de María. Algunos se dirigieron al Papa Siricio para que lo condenaran y el éste accedió.

Decir que Jesús desprecia el placer es desfigurar su obra y su persona. Cristo nunca fue asexuado ni hostil al placer. De ser así el hombre no se sentiría amado por Dios, sino considerado como un ser impuro digno de ser condenado.

1.- Las raíces no cristianas del pesimismo cristiano en materia sexual.

La hostilidad y el pesimismo sexual son más bien una herencia recibida de la Antigüedad que el cristianismo ha contribuido a conservar hasta nuestros días.

Galeno, un pagano griego y médico del Emperador Marco Aurelio, encuentra digno de alabanza que los cristianos consigan practicar durante toda la vida virtudes que, como la continencia sexual, tienen para él un alto valor. Son personas que tienen disciplina y autodominio en lo referente a la comida y la bebida como lo hacen los filósofos más genuinos.

El pesimismo sexual dimana de consideraciones eminentemente de orden médico. Pitágoras (VI a.C.) decía que las relaciones sexuales eran nocivas para la salud, los varones pierden energía con la pérdida del semen. Hipócrates (IV a.C.) piensa que la excesiva pérdida de semen conlleva a un peligroso derroche de energía. Sólo la procreación justifica la actividad sexual.

La actividad sexual ha evolucionado hacia una negatividad creciente a los largo de los dos primeros siglos del cristianismo. Las relaciones quedan autorizadas sólo dentro del matrimonio. Sexualidad y matrimonio llegan a ser uno mismo. Esta limitación en la actividad sexual recibe su impulso del estoicismo (escuela de pensamiento que alude a la ausencia de pasiones) que exalta la vida célibe.

Séneca (estoico del 50 d.C.) dice que no hay nada más degenerado que el amar a la propia esposa como si fuera una mujer adúltera. Pide que los maridos se comporten con sus mujeres como maridos y no como amantes. Esto le agradó tanto a Jerónimo, padre de la Iglesia, que lo citó en la obra contra Joviniano. Juan Pablo II habla también del adulterio con la propia mujer. Musonio (estoico del 50 d.C.) declara inmoral la actividad sexual que no estuviera destinada a la procreación y rechaza la contracepción junto con la homosexualidad. Afirma que la mujer no es inferior al hombre en virtud, como pensaba Aristóteles, y le concede los mismos derechos.

Los estoicos como los cristianos tienden a descorporeizar el matrimonio, lo separan del campo de lo sexual. Séneca dice que el placer sexual fue dado al hombre para hacer subsistir la propia especie. Plinio en Viejo 70s d.C.) presenta al elefante como modelo de continencia porque sólo se aparea cada dos años. Quince siglos después San Francisco de Sales retomará la figura del elefante pero le agregara un año.

La valoración negativa del placer sexual cobró un nuevo impulso con la irrupción de la "gnosis" que predicaba la abstención del matrimonio, de la carne y del vino. Para ellos el cuerpo es un "cadáver" dotado de sentidos. El mundo no tiene su origen en un Dios bueno, sino en el demonio. Sólo el alma del hombre es buena y auténticamente él. Fuerzas demoníacas se apoderan de ella y la condenan a vivir en este mundo de tinieblas. El cuerpo es su cárcel.

Plotino (cristiano del 270 d.C.) quedó preso del pesimismo gnóstico y de su desprecio por el mundo y se avergonzaba de su cuerpo. San Jerónimo (420 d.C.) en la traducción que hizo de la Biblia al latín (Vulgata) alteró el texto en función de su ideal de virginidad. Mientras el texto original de Tobías dice que se acostó con su mujer en la noche de bodas, Jerónimo dijo que Tobías sobrevivió porque esperó tres noches pasadas en oración. Luego, algunos párrocos cobraban una tasa a los jóvenes que no deseaban atenerse tres noches antes de consumar su matrimonio.

La comunidad de Qumrán está fuertemente convencida de que el cuerpo es perecedero y las almas inmortales. Algunos de ellos ponen a prueba a sus mujeres durante tres años y cuando han demostrado su fecundidad, entonces se da por concluido el matrimonio. Durante la gestación no tenían relaciones sexuales para testimoniar que no se han casado por placer sino para engendrar hijos.

Filón de Alejandría (30 d.C.) sintetiza la cultura judía y la griega. Habla de los hombres lujuriosos que mantienen relaciones libidinales con sus esposas. Sólo legitima la relación sexual encaminada a la procreación de los hijos. Un hombre no se puede casar con una mujer estéril. Hasta 1977, el matrimonio sólo fue válido cuando ninguno era estéril. Filón condena la contracepción y a los homosexuales porque sus actos son estériles. Contra esos hombres "hay que proceder sin piedad, ya que las leyes disponen matarlos sin miramientos, no dejarlos con vida ni un solo día y ni una sola hora ….porque se deshonran a sí mismos, a la familia, al país, y todo el género humano. Buscan el placer contra naturaleza, contribuyen a la desertización y despoblamiento de las ciudades porque tiran su semen.

El antiguo tabú de la sangre femenina y sus repercusiones en el cristianismo

Filón sostenía que la concepción es imposible durante la menstruación. Prohíbe toda relación íntima mientras le dura la regla. La sangre menstrual debilita la fuerza vital del semen y lo destruye completamente. El Levítico 20,18 dice: "Dijo el Señor a Moisés: "si un hombre se acuesta con mujer durante el tiempo de las reglas, ambos serán exterminados de entre su pueblo." Una mujer en menstruación es impura durante siete días, todo el que la toque se vuelve impuro. Plinio (79 d.C.) dice que los niños concebidos en ese tiempo son niños enfermos, tienen la sangre infectada o nacen muertos. Jerónimo dice que nacen leprosos o hidrocéfalos. Cesáreo de Arles (542) reitera a Jerónimo y agrega que están poseídos por el demonio. San Isidoro de Sevilla (636), dice que la sangre menstrual una vez tocada, los frutos no germinan, las flores se marchitan, las plantas mueren… el hierro se oxida, el bronce se pone negro, los perros que la beben cogen la rabia. Bertoldo de Ratisbona (1272) opina que los hijos concebidos en la menstruación no tendrán ninguna alegría porque estarán poseídos o serán leprosos o epilépticos o jorobados o deformes. Afirma: "hasta un maloliente judío pone empeño en evitar ese tiempo." Juan de Hus (1400) piensa que los niños jorobados, bizcos, tuertos, epilépticos, cojos o poseídos son la consecuencia de las relaciones con la mujer menstruante. Tomás Sánchez (1610) no contempla ya como pecado las relaciones durante la menstruación, aunque la mayoría lo sigue viendo como pecado. Él no está de acuerdo con que la malformación de los hijos tenga tal causa.

La Iglesia Oriental (en el 264) desaprobó que la mujer menstruante se acercara a comulgar. En Occidente no se le prohibió y ni mucho menos entrar al templo. Pero alababa a las que no se acercaban. Mathias Janow (1394) encara a los sacerdotes que no permiten comulgar a las mujeres que están en período. Pero hasta 1684 las mujeres con la regla se tenían que quedar fuera del templo y si entraban se les hacía pasar vergüenza.

Más nefasta que la sangre de la menstruación es la sangre de la puérpera o recién parida. Hasta María pudo entrar en el templo sólo después de transcurridos los cuarenta días y una vez hecha la ofrenda de la purificación. A las puérperas que morían durante la purificación se les negaba la sepultura en un cementerio cristiano. El féretro no se colocaba en el centro de la iglesia, sino que de dejaba en la puerta. Hasta 1632, se enterraba en secreto a las puérperas que morían sin haber recibido la bendición por su purificación. En 1200, Inocencio III determinó que todas las iglesias de Francia permanecieran cerradas y que se las abriese sólo para bautizar y las puérperas no podían ni purificarse, ni participar en el bautismo de sus hijos.

El Nuevo Testamento y sus erróneas interpretaciones: la concepción virginal, el celibato y el nuevo matrimonio para los divorciados

En el desarrollo de la moral sexual cristiana jugaron un papel muy importante el judaísmo y la gnosis. Los cristianos salieron al paso del avance del pesimismo de la gnosis pero asumieron de ella la exaltación de la virginidad y del celibato, concebidos como modos de estar más próximos a Dios. En el Apocalipsis de San Juan se habla de los 144, 000 que no se han manchado con mujeres. Aquí se cita el Antiguo Testamento (Isaías 53,9) que dice: "en su boca no se encontró mentira: son irreprochables". No habla de vírgenes.

En 1520, Lutero dice que la cátedra de Roma ha llegado a prohibir el matrimonio a los sacerdotes por orden del diablo pues San Pablo (en Timoteo 4,3) dice que: "vendrán maestros que traerán doctrinas del diablo que prohibirán casarse". Demandaba que el celibato fuera voluntario (como lo es hoy en día en la Iglesia Ortodoxa).

El Nuevo Testamento no presenta la virginidad como opuesta hostilmente a la sexualidad y al matrimonio. Pero se ha malinterpretado. Isaías (VIII a.C.) nunca habló de concepción virginal. Su texto decía: "He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz". La palabra doncella no significa necesariamente virgen. Además en el supuesto de que Isaías hablara de una doncella virgen, no significa que hablara de la concepción virginal. De esto se deduce que el Antiguo Testamento no habla nunca de la concepción virginal de María. Tampoco aparece en la mayoría del Nuevo Testamento, sólo en Mateo y Lucas y tampoco en ellos se tiene la idea de la concepción virginal y afirman ambos que José es el padre de Jesús y por eso es descendiente del Rey David.

El Nuevo Testamento no atribuye a la idea de concepción virginal el valor de un relato histórico. Es sólo una imagen que comunica que tanto la creación de Adán (primer hombre) como la de Jesús (el hombre nuevo) es obra de Dios. Sólo en la antigüedad se toma la concepción virginal (partenogénesis) para expresar la descendencia divina de personajes con cualidades extraordinarias con las que ornaban a dichas personas. Las personas ilustradas nunca admitían dichas imágenes magnificadoras como reales. El Nuevo testamento nunca relaciona la virginidad con una aversión a la sexualidad. Los evangelios canónicos mencionan a los hermanos de Jesús que después del siglo II pasarán a ser hermanastros de Jesús en los evangelio apócrifos y que Jerónimo convertirá en primos de Jesús. A María se la convertirá en virgen antes y después del parto alegando que su himen quedó intacto incluso después de nacer Jesús.

En Mt 19, Jesús nunca habla del celibato. Es un texto mal interpretado y usado incluso por Juan Pablo II para fundamental la castidad sacerdotal. En la cita, a Jesús no le preguntan por el celibato, sino por el asunto del divorcio. (en ese tiempo un hombre podía divorciarse de su mujer si no le gustaba la comida por su mujer). Jesús dice: "el que se divorcia de su mujer y se casa con otra es un adúltero." Eso no les convenció ni siquiera a los mismos discípulos y Jesús añade: "No todos comprenden esta palabra." Y prosigue: "hay una auto castración por amor al reino de los cielos. Lo que en realidad significa es que hay que renunciar a unas segundas nupcias (que son un adulterio) porque quien se divorcia de su mujer por esos motivos, claro está que no sirve para el matrimonio. Celibato se refiere pues a la "inaptitud para el matrimonio". Por eso los discípulos agregan que: "sería mejor no casarse" ya que haciéndolo van a perder la libertad sexual y la posibilidad de desembarazarse de nuevo de la propia mujer (lo cual manifiesta que están de lado de los que no entienden). Los discípulos objetan por su punto de vista machista. La doctrina de Jesús es inaudita y no tiene nada que ver con el celibato obligatorio. Los discípulos le mencionan a Moisés y el les reprocha la dureza de corazón que ya no debe haber entre los casados. La palabra de Jesús desbarató la idea de matrimonio que los discípulos tenían.

Cuando en el decálogo se mencionaba: "no cometerás adulterio" se entendía que el hombre podía cometer tener relaciones con otras mujeres sin cometer adulterio. El adulterio es una variante del delito contra la propiedad y por ello para el varón, la relación sexual con una mujer no casada no constituye un delito. La mujer incurre en adulterio sólo en caso de que sea casada. Jesús acaba con la idea que sólo privilegia a los varones. Los judíos aceptaban la poligamia alegando que la mujer pertenece al marido y no viceversa.

El mismo texto de Mt 19 acentúa la indisolubilidad del matrimonio, pero resaltó que no todos entienden eso y esto último es traducido por la iglesia ortodoxa y protestante como "excepto en caso de adulterio" y por la iglesia católica como "ni siquiera en caso de adulterio."

Más tarde se tomó el divorcio de otra manera. En el sínodo español de Elvira (s. IV) se dice que la mujer divorciada que se vuelve a casar está excomulgada no así el varón divorciado. El concilio de Trento (1536) declaró prohibido el matrimonio de los divorciados, sean cuales fueren las razones. Está condenado quien diga que la Iglesia católica está en el error.

Juan Pablo II considera que el celibato obligatorio en la Iglesia católica no es sólo una recomendación de Jesús, sino también una doctrina apostólica. (1979, c8) En realidad, todos los apóstoles estaban casados. El día jueves santo de 1979, el Papa los eleva a la categoría de predicadores y maestros del celibato obligatorio.[2] La cuestión. La cuestión del matrimonio de los sacerdotes contribuyó de modo sustancial a la separación de la Iglesia oriental (1054).[3] También más tarde será una de las causas de la separación de la Iglesia protestante.

La carta a los Corintios 9,5 afirma literalmente que los apóstoles tienen el derecho a llevar consigo a sus mujeres (esposas = uxor) en sus viajes de evangelización. Pero Jerónimo (420 d.C.) prefiere traducir como: "Los apóstoles tienen derecho a llevar a una mujer (como hermana colaboradora). Este cambio se operó a consecuencia de la carta que el Papa Siricio escribió en el año 385, al Obispo de Tarragona, y en la cual sostenía que los sacerdotes casados que mantenían relaciones con sus esposas incurrían en lujuria.

Algunos cristianos influenciados por el gnosticismo preguntaron a Pablo si no sería mejor para el hombre abstenerse de tocar a una mujer (1Cor 7,1) Pablo mantiene que cada hombre tenga su mujer, y cada mujer su marido. No toma parte a favor de quien proponga la abstinencia conyugal: "volved a estar juntos, para que Satanás no os tiente por vuestra incontinencia".

Viene a continuación el versículo 6 que Agustín interpretó erróneamente y sobre el cual elaboró la funesta teoría de la exculpación de las relaciones sexuales habidas en el matrimonio. Para Agustín, la relación sexual está cargada de culpa y necesita de una razón que la exculpe. Pablo se preocupa más bien de orientar a aquellas personas, que llevadas de una falsa piedad, niegan a su pareja la relación marital. Sorprende que en ninguno de los tres textos del Nuevo Testamento que conciernen al matrimonio se apele a la procreación, en la cual Agustín vio la mejor excusa para perdonar la relación sexual.

Pablo confiesa que Jesús no se pronunció sobre el celibato. Jesús no siguió la ascética de Qumrán, ni ninguna tendencia a exaltar la virginidad como medio para acercarse a Dios. Según Ben Chorin, especialista judío en religión, Jesús estuvo casado:

1.- Jesús se insertó en el ritmo de la vida que llevaba toda la gente. Si Jesús se sometió a la voluntad de sus padres (Lc 2, 51) es muy probable que éstos le hubieran buscado una esposa adecuada, y que él, como cualquier joven se hubiera casado.

2.- Quien rechazaba en matrimonio, falta al mandamiento de la multiplicación de los hombres y hay que considerarle como un asesino. Si Jesús hubiera despreciado el matrimonio, sus enemigos los fariseos se lo hubieran echado en cara y sus discípulos le hubieran preguntado por este pecado de omisión.

3.- Si Pablo hubiera tenido delante de sus ojos el ejemplo de la vivencia del celibato de Jesús, difícilmente se hubiera contentado con decir que, por cuanto él conoce, Jesús no pronunció una palabra al respecto. Es muy poco probable que no se hubiera referido a la mejor palabra de Jesús sobre el tema: el ejemplo vivo e insólito del mismo Jesús.

Los padres de la Iglesia hasta San Agustín

Ignacio de Antioquía (110 d.C.) en una carta que dirige a Policarpo, menciona a personas que viven en castidad para honrar la carne de nuestro Señor. Pero él no alaba a estas personas, sino que más bien las pone sobre aviso. Justino narra, lleno de admiración, el caso de un joven cristiano que solicitó a la autoridad romana el permiso para castrarse. El Emperador Domiciano (96 d.C.) había dictado penas contra la castración. El Emperador Adriano (138) amplió esta prohibición también a quienes se sometían voluntariamente a la operación. Sancionaba con pena de muerte para el castrado y su doctor. Justino quiso dar, con el ejemplo del joven, testimonio de la alta moral del cristianismo. La virginidad y el celibato impactaban también a sus contemporáneos.

Numerosos gnósticos habían incorporado a Jesús a su sistema por considerarlo revestido de un cuerpo aparente (docetismo) y que enseñaba al alma humana cómo huir del cuerpo para llegar al reino de la luz pura. Se consideraban a sí mismos como cristianos de grado superior. Taciano, uno de ellos, declara que el matrimonio es fornicación. Clemente de Alejandría dice acertadamente que el texto de Mt 19 se refiere al tema del divorcio y lo defiende de la apropiación que han hecho de él los gnósticos aunque tomó de ellos la idea según la cual la finalidad primaria del matrimonio es la procreación. Leemos en él: "comete adulterio con la propia esposa quien, en el matrimonio, se comporta con ella como si se tratase de una prostituta" (Pedagogo II, 10, 93, 3) Rechaza como disonante con el ideal cristiano la relación sexual con la esposa embarazada (ibid., 92,2) o entre los esposos ya ancianos (ibid. 95,3).

Orígenes malentiende la cita de Mt 19 en un doble sentido: no solamente descubre en ella una intimación al celibato, sino también una invitación a la castración en sentido literal. Más tarde cayó en la cuenta de su error, pero continuó reconociendo la superioridad del celibato ante Dios. Orígenes fue un asceta que no comió carne, ni bebió vino, ni tocó una mujer. Él afirmaba que el cuerpo y el alma tienen un origen en Dios pero el cuerpo es un castigo. Influyó en Gregorio Niseno quien no comparte la idea de que las almas antes de animar el cuerpo, hubieran caído en pecado. Sin embargo, rechaza el cuerpo.

Afirma que de no haber cometido el pecado, Adán y Eva se hubieran multiplicado a la manera de los ángeles. "Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya", la diferenciación sexual es un añadido posterior, es un componente animal, que originalmente estaba pensado sólo para los animales.

Agustín y los teólogos medievales verán la imagen de Dios en el hombre allí donde la diferenciación sexual no existe. No llegaron a comprender que la sexualidad es la dimensión del ser humano contemplado como ser único, total, personal y espiritual, y por tanto es algo más que la sexualidad considerada como posibilidad puramente biológica de la reproducción. La sexualidad no es algo que el ser humano también tiene entre otras muchas cosas, sino un modo de ser fundamental.

Gregorio, además de sostener que la sexualidad es buena porque viene de Dios, afirma que los órganos sexuales son valiosos porque con ellos el hombre lucha contra la muerte. Después del pecado original comienza la reproducción animal y surgen las pasiones animales en el hombre. Será hasta el tiempo de la plenitud cuando el la vida humano se vea liberada y reducida a feliz estado original. La resurrección será el retorno a la primera forma de vida, similar a la angélica.

Juan Crisóstomo (407) comparte en muchos puntos las ideas de Gregorio. Afirma también que Adán y Eva no tuvieron relaciones sexuales en el paraíso. Vivían como los ángeles y no ardían en pasión alguna… no tenían ningún deseo de unión marital, ni había concepción ni dolor, ni nacimiento, ni forma alguna de deterioro. Con la falta recibieron la destrucción de la muerte, la maldición, el sufrimiento, la vida asediada por la fatiga, el sufrimiento y el matrimonio. El matrimonio es el resultado de la desobediencia, de la maldición y de la muerte.

Sostiene que en el paraíso se daba otro modo de reproducirse distinto del sexual. Se aferra a la idea de la virginidad perpetua de Adán y Eva en el paraíso. Superpone la valoración gnóstica del matrimonio y la magnificación de la virginidad a la Biblia judía, al Antiguo Testamento, a pesar del esfuerzo, tan característico en él, de retornar ala fuente bíblica.

Piensa también que el matrimonio fue instituido para la procreación de los hijos, pero mas bien para apagar el fuego de la naturaleza. Dado que ahora la tierra está poblada de hombres, queda solamente una finalidad para el matrimonio: evitar el desenfreno y la concupiscencia. Únicamente por esta razón hay que tomar esposa, para huir de los pecados, para evitar toda impudicia. No se encuentra en él la prohibición de las relaciones sexuales con la mujer encinta o en la menopausia. Incongruentemente con su visión del matrimonio, condena la contracepción.

En opinión de Ambrosio (397) la virginidad es la auténtica novedad del cristianismo. No la practican los pueblos que viven todavía en estado salvaje. Exigía a los sacerdotes que no tuvieran relaciones sexuales con sus esposas. Para Ambrosio[4]el matrimonio no es como un pecado del que haya que huir, sino un peso del que hay que liberarse en lo posible. El fin primario del matrimonio es la procreación, condena con todo rigor la relación marital con la mujer encinta[5]Y lo mismo con los esposos de edad avanzada.[6]

El cristianismo, con su afán de transformar a los laicos en monjes, se ha alejado del origen judío del Antiguo Testamento y del judaísmo en general. El cristianismo virginal condenó al carnal judaísmo. Ningún padre de la Iglesia ha escrito tan hirientemente sobre el matrimonio ni despreciado más la sexualidad que Jerónimo (420) y sin embargo, ninguno ha sido tan querido por las mujeres. En el año 383 elaboró un escrito (contra Elvidio) sobre la virginidad perpetua de María. Se puede decir que Jerónimo impregnó sustantivamente con su doctrina la manera de entender la virginidad de María hasta el presente. Bonoso, en cambio, siguiendo a Elvidio su maestro, sostenía que María, después del nacimiento de Jesús, llevó una vida matrimonial con José y tuvo otros hijos. Su virginidad luego del nacimiento de Jesús sería inmoral e intolerable. Bonoso también fue excomulgado por Siricio. Jerónimo retomó una frase pagana que reza: "el matrimonio fue instituido para la procreación de los hijos; por ello quien ama demasiado apasionadamente a su mujer va contra el bien del matrimonio y puede ser considerado como adúltero." Santo Tomás la tomará juntamente con San Agustín y Juan Pablo II.

Enviado por:

Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.

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Santiago de los Caballeros,

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