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Inmigración y Literatura: Españoles en la Argentina (página 5)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

6 González Rouco, María: "María Rosa Lojo: la inmigración gallega", en El Tiempo, Azul 17 de marzo de 1991.

7 Lojo, María Rosa: Canción perdida en Buenos Aires al oeste. Buenos Aires, Torres Agüero Editor, 1987.

8 S/F: en Vázquez-Rial, Horacio: Frontera sur. Barcelona, Ediciones B, 1998.

9 Cabal, Graciela Beatriz: Secretos de familia. Buenos Aires, Sudamericana, 2003.

10 Pagano, Mabel: Agua de nadie. Buenos Aires, Editorial Almagesto, 1995.

11 Stamadianos, Jorge: Latas de cerveza en el Río de la Plata. Buenos Aires, Emecé, 1995. 229 pp.

12 Bañez, Gabriel: Virgen. Buenos Aires, Sudamericana, 1998.

13 Saccomano, Guillermo: El buen dolor. Buenos Aires, Planeta, 1999.

14 Mignogna, Eduardo: La fuga. Buenos Aires, Emecé, 1999.

15 Gusmán, Luis: Hotel Edén. Buenos Aires, Norma, 1999.

16 Torres Zavaleta, Jorge: La noche que me quieras. Buenos Aires, Emecé, 2000.

17 Feierstein, Ricardo: La logia del umbral. Buenos Aires, Galerna, 2001.

18 Alonso de Rocha, Aurora: La casa de Myra. Buenos Aires, Fundación El Libro, 2001.

19 Henestrosa, María Guadalupe: Las ingratas. Novela Sentimental. Buenos Aires, Clarín-Alfaguara, 2002.

20 Guerra, Ana María: Los jardines del Carmelo. Buenos Aires, Corregidor, 2003.

21 Latorre, Stella Maris: Amor migrante. Buenos Aires, De los Cuatro Vientos Editorial, 2004.

22 Lojo, María Rosa: Las libres del Sur, Una novela sobre Victoria Ocampo. Buenos Aires, Sudamericana, 2004.

23 Lojo, María Rosa: Finisterre. Buenos Aires, Sudamericana, 2005. 192 pp. (Narrativas)

24 Drucaroff, Elsa: El infierno prometido. Una prostituta de la Zwi Migdal. Buenos Aires, Sudamericana, 2006. 336 pp. (Narrativas históricas). Pág. 242.

Valencianos

En La canción de las ciudades, Matilde Sánchez evoca la inmigración alicantina. En esa obra -afirma Juan José Becerra-, "Alicante es un relato familiar de una familia anterior a la narradora, quien, excluida de los pormenores del relato paterno (que siempre es un arcano), intenta ajustarlos a su manera" (1).

Una hija de españoles acompaña a sus padres a visitar su tierra natal. Al regresar, la joven señala: "Después de un tiempo de descanso en Barcelona -mamá, siete días para pulir borradores, una semana de caligrafía china-, todos nos volvimos. Ante sus vecinos, ellos ponderarn la acelerada modernización de España. Pero yo sabía que su patria no era ésa sino el piso de la avenida Callao, ese alto contrafrente que los abstraía de todas las vicisitudes, suspendido en regiones del recuerdo. España había dejado de pertenecerles. El origen ya era un lugar desconocido" (2).

Notas

1 Becerra, Juan José: "Mapa familiar", en Clarín, Buenos Aires, 16 de mayo de 1999.

2 Sánchez, Matilde: "Alicante, 84", en La canción de las ciudades. Buenos Aires, Planeta, 1999.

Vascos

Lucio V. López relata cómo trataba a sus clientas vascas uno de los tenderos criollos: "Si él distinguía que era vasca, francesa, italiana, extranjera, en fin, iniciaba la rebaja, el último precio, el "se lo doy por lo que me cuesta", por el tratamiento de madamita. ¡Oh!, ese madamita lanzado entre 7 y 8 de la mañana, con algunas cuantas palabras de imitación de francés que él sabía balbucir, era irresistible. Durante el día, los tratamientos variaban entre hija e hijita, entre tú y usted, entre madamita y madama, según la edad de la gringa, como él la llamaba cuando la compradora no caía en sus redes" (1).

Pedro Antón, protagonista de una novela de Julián de Charras, añora cuanto dejó: "Veía, allá lejos, como en una neblina, las escarpadas pendientes de los Pirineos, las casetas ruinosas de los montañeses, las miserables veladas, con pan negro y escaso y luz humeante de candil de aceite; el padre, con su rostro anguloso y cetrino, en un rincón, con la barba en la mano, mirando fijamente la pared, como pensando en algo indefinido; la madre hilando, hilando en la penumbra, diestros los dedos, aunque fatigada la vista… Y él, rapaz, sin raciocinio, raídas las ropas, que remendaba la mano materna, al lado del fuego, hurgándose la nariz, recordando las consejas del oso negro, de las brujas sabáticas, del ahorcado…" (2).

En Secretos de familia (3), Graciela Cabal evoca al vasco que les vendía la leche: "El que sí viene con carro y caballo es el lechero. Cada vez que el carro se para delante de la ventana, el caballo, que tiene sombrero con claveles y dos agujeros para las orejas, hace pis. Un chorro que suena más fuerte que cuando mi papá va al baño. El lechero tiene pelo colorado, usa boina y nunca hace chistes porque es extranjero. Mi mamá deja la lechera en la puerta y el lechero, que viene con un tarro grande y un tarro chiquito, pasa la leche de un tarro al otro y después a la lechera, sin derramar una gota. Al rato viene mi mamá y derrama todo, porque a ella siempre le tiemblan las manos, pobre mi mamá".

Jorge Torres Zavaleta evoca, en La noche que me quieras, a los inmigrantes vascos (4).

Notas

1 López, Lucio V.: La gran aldea, Costumbres bonaerenses. Buenos Aires, CEAL. (Capítulo).

2 Charras, Julián de: "La historia de Pedro Antón", en La novela semanal, Año VII, N° 294, Buenos Aires, 2 de julio de 1923.

3 Cabal, Graciela Beatriz: Secretos de familia. Buenos Aires, Debolsillo, 2003.

Torres Zavaleta, Jorge: op. cit.

Sin mención de origen

Narra el protagonista de Divertidas aventuras del nieto de Juan Moreira, de Roberto J. Payró: "Acabé por acostumbrarme un tanto a la escuela. Iba a ella por divertirme, y mi diversión mayor consistía en hacer rabiar al pobre maestro, don Lucas Arba, un infeliz español, cojo y ridículo, que, gracias a mí, se sentó centenares de veces sobre una punta de pluma o en medio de un lago de pega-pega, y otras tantas recibió en el ojo o la nariz bolitas de pan o de papel cuidadosamente masticadas. ¡Era de verle dar el salto o lanzar el chillido provocados por la pluma, o levantarse con la silla pegada a los fondillos, o llevar la mano al órgano acariciado por el húmedo proyectil, mientras la cara se le ponía como un tomate! ¡Qué alboroto, y cómo se desternillaba de risa la escuela entera! Mis tímidos condiscípulos, sin imaginación, ni iniciativa, ni arrojo, como buenos campesinos, hijos de campesinos, veían en mí un ente extraordinario, casi sobrenatural, comprendiendo intuitivamente que para atreverse a tanto era preciso haber nacido con privilegios excepcionales de carácter y de posición" (1).

En Barrio Gris, Joaquín Gómez Bas presenta a una española que vende leche en Sarandí: "El agua cubre ya la mitad de la calle. La gente comienza a utilizar el puente esquinero para atravesarla. Es un artefacto endeble y cimbreante que se yergue a más de cinco metros sobre el nivel del camino ordinario. Representa una hazaña ascender la escalera de carcomidos peldaños de madera, recorrer su piso de tablas inseguras y bajar por el extremo opuesto aferrándose a la barandilla resquebrajada por el sol y las lluvias. (…) Doña Micaela sube trabajosamente la escalera del puente acarreando un tarro de leche en cada mano. Trastabilla en los tramos y acompaña el peligroso tambaleo con imprecaciones más sucias que su indumentaria. Es grotesca como una vaca que bailara sobre sus patas traseras" (2).

Mario, protagonista de Hermana y sombra, de Bernardo Verbitsky, recuerda al español que les vendía leche: "Dejamos en Bahía Blanca varias cuentas impagas, pero la que realmente nos preocupaba era la del lechero, un español bajito y menudo, a quien se le formaban unas arruguitas alrededor de los ojos al sonreír, lo que hacía con frecuencia. Vestía algo parecido a un chaleco oscuro, sin magas, usaba faja, y un chambergo negro echado ligeramente hacia la nuca. Teóricamente, le pagábamos mensualmente los cinco litros que nos dejaba cada día pero siempre fue tolerante para el cobro, aceptando los pretextos con que explicábamos nuestra condición de deudores morosos. En los últimos meses no pudimos darle un centavo sin que él suspendiera el suministro de nuestro principal alimento. Nuestra convicción, reafirmada más de una vez por mamá, era que a ese pequeño español bondadoso debíamos el no haber muerto de hambre, sobre todo nuestra hermanita a quien no le faltaron nunca varias mamaderas diarias para suplir los pechos casi secos de mamá" (3).

En El infierno prometido, de Elsa Drucaroff, Vittorio "Siguiendo las instrucciones de Beppo, el estibador del puerto de Buenos Aires, encontró a Julián en El Marinero Negro, uno de los bodegones de la calle Roca, frente al río. Era un hombre sombrío y corpulento de más de treinta años, usaba boina azul y chaleco de cuero sobre la camisa. Estaba sentado en el mostrador cuando se lo señalaron, Vittorio se abrió paso hasta él entre los marineros. Julián lo escuchó con el ceño fruncido, sin mover una ceja ni sacarse el cigarrillo de la boca". El español dice a Vittorio y Dina que es necesario que ella aprenda a tirar: "Si mi mujer hubiera sabido usar un arma, ahora estaría viva aquí conmigo. (…) me la mataron en Asturias los carabineros de Primo de Rivera. Habíamos tomado las minas, yo estaba en la toma y ella estaba sola en casa. Yo tenía un arma, ella no, y no tenía cómo defenderse. Lo hicieron a propósito, fueron por ella porque era el modo de matarme a mí… Saben lo que hacen… Bueno, basta pues, pasaron ya más de tres años y sin embargo aquí estoy, ¿no?" (4).

Notas

1 Payró, Roberto J.: Divertidas aventuras del nieto de Juan Moreira. Prólogo y notas por 2 Graciela Montes. Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo).

3 Gómez Bas, Joaquín: Barrio Gris. Buenos Aires, Compañía General Fabril Editora, 1963.

4 Verbitsky, Bernardo: Hermana y Sombra. Buenos Aires, Editorial Planeta Argentina, 1977.

5 Drucaroff, Elsa: El infierno prometido. Una prostituta de la Zwi Migdal. Buenos Aires, Sudamericana, 2006. 336 pp. (Narrativas históricas). Pág. 265.

Varios

Mempo Giardinelli escribió Santo oficio de la memoria, obra galardonada con el VIII Premio Internacional "Rómulo Gallegos" en 1993. En esa obra -a la que Carlos Fuentes se refiere como a una "saga migratoria tan hermosa, tan conmovedora, tan importante para estos tiempos de odio, racismo y xenofobia"-, habla de un oficio que desempeñaban algunos españoles. En 1886, "Había muchos policías, allí. Casi todos asturianos, gallegos. No sé por qué. También usaban bigote de manubrio y llevaban pistolas al cinto, capote invernal, quepís duro y alzado y linterna en mano. Cuando se hizo la noche, los policías se movían como luciérnagas nerviosas" (1).

En "Noticias secretas de América", Eduardo Belgrano Rawson evoca a los inmigrantes gallegos: "Cantabas un himno más light, como regía desde principios de siglo. Lo habían lijado un poco. ¿Qué otra cosa podían hacer? Necesitaban cortarla con los insultos, como explicó en su momento un operador del Ministro. "Tigres sedientos de sangre" y todo eso. Culpa del himno el embajador no pisaba la presidencia, sobre todo los 9 de julio. A decir verdad, tampoco mostraban mucho aspecto de tigres los vascos y los gallegos que desembarcaban todos los días frente al Hotel de Inmigrantes, pero ésta era otra cuestión" (2).

En Lunas eléctricas para las noches sin luna, escribe Belén Gache: "Bordeando el convento, la calle Viamonte se extiende alternando fondas llenas de marineros con casas de remates, regenteadas por catalanes, gallegos o andaluces que venden objetos dorados por oro fino y piedras transparentes por diamantes" (3).

Notas

1 Giardinelli, Mempo: Santo Oficio de la Memoria. Buenos Aires, Seix Barral, 1991.

Belgrano Rawson, Eduardo: Noticias secretas de América. Buenos Aires, Planeta, 1998.

2 Gache, Belén: Lunas eléctricas para las noches sin luna. Buenos Aires, Sudamericana, 2004.

Españoles y otros

A criterio de Delfín Garasa, "Una de las más cumplidas descripciones de un heterogéneo desembarco es la que ofrece Luis Pascarella en su novela-alegato documental, El conventillo. Llega el Christoforo Colombo y primero bajan los hombres de negocio con su apoplética cerviz, con el paso resuelto de los acostumbrados a dar órdenes y ser obedecidos, los turistas ingleses con sus máquinas fotográficas y algunas señoras un tanto perplejas por no ver en el muelle indios con plumas y taparrabos.

Por ese entonces, el viaje a Europa empezaba a otorgar prestigio social, y los argentinos que regresan cambian opiniones en alta voz sobre los modelos de París, el mobiliario inglés o la sinfonía escuchada en la Opera de Viena. Y, finalmente, aparecen los inmigrantes, tan fustigados en los azares de las proclamas políticas, un "enorme hormiguero" que había viajado en el mayor hacinamiento. Rostros curtidos, exhaustos, azorados. En todos se presiente la pregunta: ¿Qué les deparará esta nueva tierra? De pronto, una mirada se ilumina o un brazo se agita en alto porque se ha reconocido a alguien en la muchedumbre que espera. Van bajando los hebreos de desgreñadas barbas y gastados levitones, los "turcos" con sus espaldas combadas, los nórdicos enjutos, los napolitanos pequeños y retorcidos como raíces, los andaluces gárrulos, los gallegos pacientes, los holandeses esponjosos, los genoveses de músculo recio e insaciable voracidad. Una mujer besa la tierra que los acoge y tras su actitud ritual se adivina un pasado de penurias y recelos. Y agrega Pascarella: "La gran ciudad de calles dirigidas hacia el Oeste recibe en su seno aquella semilla que purificada en un ambiente de libertad (…) se reproducirá en su inmensidad desierta" (1).

En La gran aldea aparecen inmigrantes, vistos desde la perspectiva de un escritor que añora un pasado que no volverá. López compara a los tenderos de antaño con los del presente: "¡Y qué mozos! ¡Qué vendedores los de las tiendas de entonces! Cuán lejos están los tenderos franceses y españoles de hoy de tener la alcurnia y los méritos sociales de aquella juventud dorada, hija de la tierra, último vástago del aristocrático comercio al menudeo de la colonia" (2).

En la Bolsa de Comercio, Julián Martel encuentra "Promiscuidad de tipos y promiscuidad de idiomas. Aquí los sonidos ásperos como escupitajos del alemán, mezclándose impíamente a las dulces notas de la lengua italiana; allí los acentos viriles del inglés haciendo dúo con los chisporroteos maliciosos de la terminología criolla; del otro lado las monerías y suavidades del francés, respondiendo al ceceo susurrante de la rancia pronunciación española" (3).

Pedro Orgambide escribió la trilogía integrada por El arrabal del mundo, Hacer la América y Pura memoria (1984-1985). En Hacer la América (4), evoca a los inmigrantes que llegaban a nuestro puerto, alentados por la consigna que da título a la obra. Españoles, italianos, judíos, griegos, son los protagonistas de este relato que muestra la faceta más cruda del fenómeno social que conmovió al país al iniciarse el siglo XX.

La novela narra sucesos acaecidos en las postrimerías del siglo XIX y en los primeros años de la centuria siguiente; sin embargo, mediante un recurso de ficción, el autor avanza en el tiempo hasta la década del 50. Los vaticinios de uno de los personajes permiten al novelista señalar una perspectiva, un desarrollo ulterior de los hechos que está describiendo como presente.

No obstante conformar un grupo social, los inmigrantes poseen características propias que los diferencian. Orgambide no presenta tipos -sociales o nacionales- sino individualidades con su personal manera de encarar la existencia. Algunos inmigrantes sólo cuentan con sus hombros y su fuerza como instrumento de trabajo; otros, en cambio, poseen una habilidad innata para moverse en el mundo de los negocios, habilidad que puede transformarse, en ciertos casos, en oportunismo e insensibilidad. La obra describe incidentes cotidianos, vistos desde la perspectiva del hombre que llega sin otro capital que sus ambiciones. El lenguaje, adaptándose perfectamente a la singular visión propuesta por el autor, nos permite adentrarnos más en esta novela que presenta una realidad harto diferente de la evocada por los aristocráticos hombres del 80.

En Una ciudad junto al río (5), Jorge E. Isaac evoca la inmigración que llegó a la Argentina. El Gobierno de Entre Ríos la declaró, por iniciativa del Consejo General de Educación, de lectura complementaria en las escuelas superiores de la provincia, a partir del séptimo grado, recomendando su utilización en la enseñanza.

La acción transcurre durante el año 1925. El protagonista describe el desembarco de italianos, alemanes, españoles, judíos y árabes, señalando las peculiares características de cada grupo. Acerca de los españoles, escribe: "llegan solos o en parejas. De ellos, más bien habría que decir: siguen llegando. Se muestran desenvueltos, casi altaneros como si -por razones históricas- aún se sintieran un tanto dueños del país, del que en verdad lo han sido. No son pocos los que traen dinero suficiente como para establecerse en ésta u otras ciudades, villas o poblaciones con algún negocio de comestibles -las más de las veces "por mayor"- que es una de sus actividades preferidas. Si hay algo que en mí más llame la atención es su manejo preciso del idioma. Se me antoja que, en ellos, lo recibo en estado de real pureza, sin la contaminación que aquí ya está sufriendo por la influencia de los italianos que parecieran confabularse todos para deformarlo".

En Moira Sullivan (6), de Juan José Delaney, la protagonista escribe una carta fechada en 1932, en la que expresa:

"Debo decir que pese a que los hijos de Erín se jactan de haberse integrado con el resto de la población, la verdad no es exactamente así. Tienen sus propios colegios, sus propios templos y clubes, y quien comete la osadía de casarse con un "nap" (¿napolitano y por extensión italiano?) o con un "gushing" (derivado, probablemente, del verbo inglés to gush, que significa hablar con excesivo entusiasmo y que es un neologismo para aludir a los gallegos y también por extensión a los españoles), se aíslan o son lenta pero inexorablemente segregados. En verdad esto ocurre con casi todas las comunidades extranjeras que se han radicado acá: árabes, armenios, ucranios y, muy especialmente, judíos. Para no hablar de los británicos que a su injustificado desdén agregan cierto cinismo ancestral".

Tínkele, bielorrusa sobreviviente de Auschwitz, es uno de los personajes de Hija del silencio, de Manuela Fngueret. A ella "Se le mezclan las historias con la suya. La llegada a Buenos Aires, el primer día de trabajo en la fábrica de camisetas a unas cuadras de la casa de sus primos. Allí emplean también a otras mujeres inmigrantes como ella: italianas, españolas o polacas, con las que casi no intercambian palabra en agotadoras jornadas de trabajo. Una Babel de rostros e idiomas" (7).

En La última carta de Pellegrini, de Gastón Pérez Izquierdo, escribe el protagonista: "La afluencia de inmigrantes seguía transformando la fisonomía física y social de la metrópoli con sus gritos, sus palabras mal pronunciadas, sus risas y sus nostalgias por la tierra dejada. En ese fragor positivista algunas pequeñas señales cada tanto advertían que éramos de carne y hueso y no estábamos en el Paraíso Terrenal. Las condiciones deficientes de alojamiento de los inmensos contingentes de extranjeros que desembarcaban pronto causaron una alarma general: un brote de cólera amenazaba con expandirse como epidemia y salirse de control. Para una ciudad que todavía guardaba en su memoria colectiva los horrores de la fiebre amarilla la noticia cayó como el anuncio de la llegada de los cuatro jinetes. El Presidente convocó de urgencia al gabinete y concurrí a la reunión para proponer medidas intrépidas, como las que se recordaban de los tiempos de la epidemia maldita" (8).

En Lunas eléctricas para las noches sin luna, escribe Belén Gache: "Al igual que Mirko y mis padres, han llegado a estas tierras personas provenientes de Hong Kong, de Túnez, de Madeira, de Angola y del Orinoco. Si uno juntara los nombres de todas ellas, seguro se formaría, a su vez, un océano, un gran océano de nombres" (9).

Notas

1 Garasa, Delfín Leocadio: La otra Buenos Aires. Paseos literarios por barrios y calles de la ciudad. Buenos Aires, Sudamericana-Planeta, 1987.

2 López, Lucio V.: op. cit.

3 Martel, Julián: La Bolsa. Buenos Aires, Huemul, 1979.

4 Orgambide, Pedro: Hacer la América. Buenos Aires, Bruguera, 1984.

5 Isaac, Jorge E.: Una ciudad junto al río. Buenos Aires, Marymar, 1986.

6 Delaney, Juan José: Moira Sullivan. Buenos Aires, 1999.

7 Fingueret, Manuela: Hija del silencio. Buenos Aires, Planeta, 1999.

8 Pérez Izquierdo, Gastón: La última carta de Pellegrini. Buenos Aires, Sudamericana, 1999.

9 Gache, Belén: Lunas eléctricas para las noches sin luna. Buenos Aires, Sudamericana, 2004.

En novelas infantiles y juveniles

Gallegos

Stéfano, el protagonista de una de las novelas de María Teresa Andruetto, está alojado en el Hotel de Inmigrantes: "Cuando el sol baja, Pino y Stéfano salen a caminar por la ribera, hasta el muelle de los pescadores. Es la hora en que el organito pasa: lo arrastra un viejo de barba y gorra marinera que lleva un loro montado sobre el hombro. A veces, junto a las barcazas, se detienen a oír el mandolín que suena en una rueda y las canciones que cantan los hombres de mar. Pero no sólo hay italianos en el puerto. Ya el segundo día se habían hecho amigos, ni saben cómo, de unos gallegos que limpian pescado junto a la costa y van por la mañana a verlos, ayudan un poco, y regresan, los tres días siguientes, con algunas monedas" (1).

Notas

1 Andruetto, María Teresa: Stéfano. Buenos Aires, Sudamericana, 2001.

Valencianos

Fernando de Querejazu publica El pequeño obispo (1), una novela "absolutamente autobiográfica, aunque parezca un disparate lo que ocurre allí", surgida de "la necesidad de homenajear a mis padres, que eran admirables" (2).

El 10 de febrero de 1926 llegó a América el hidroavión Plus Ultra, piloteado por Ramón Franco, concretando así una proeza histórica. Ese mismo día, en un pueblo de inmigrantes de la provincia de Córdoba, veía la luz el protagonista de esta novela. Sus padres, de origen español, lo llamaron Fernando en homenaje a la isla Fernando de Noronha, en la que se produjo el aterrizaje. La evocación del escritor, que se inicia en la fecha de arribo del hidroavión, tiene como escenario el querido paisaje de Canals, provincia de Córdoba, donde "se vivía bien, atrayendo a las poblaciones cercanas, en un gran radio a la redonda, que buscaban los atractivos de este centro vitalizador".

En esta localidad, fundada por un naviero valenciano, no se conocían las desdichas; la naturaleza, pródiga, brindaba a los hombres todo lo necesario para ser felices. Su tesón y fe en el futuro de la nueva patria eran una fuerza vital y fecunda.

Notas

1 Querejazu, Fernando de: El pequeño obispo. Buenos Aires, Lumen, 1986.

2 Prebble, Carlos: "Fernando de Querejazu: la experiencia personal en la novela", en El Tiempo, Azul, 30 de abril de 1988..

En cuentos

Andaluces

Francisco Montes es el autor de Leyendas y Aventuras de Alpujarreños. En "El desafío" relata que, para las fiestas patrias, se realizaba una competencia de doma. Esa vez, la ganó un andaluz de dieciséis años: "El domador con carita de extranjero, flaco, velludo y colorado, de ojos azules era el mismo que desde las Alpujarras había llegado con dos años de edad en la búsqueda de insondables destinos" (1)."

En un cuento de Marta Lynch, "Chola, la hija del sastre, de la misma edad de Rosa, entró como si estuviera en su casa, con la pollera de volados de española en una mano y unas castañuelas alquiladas en la otra" (2).

Carmela, personaje de un cuento de María del Carmen García, era "una gitana como toda gitana, morena y habladora, activa y vigorosa, que criaba a sus siete hijos como si no le costara esfuerzo. La ropa siempre limpia y ordenada, la pieza pulcra donde no faltaba un altarcito para la Virgen del Rocío y una guitarra que a veces su Rafael sonaba con melancólicos rasguidos andaluces" (3).

Pierre Cottereau es el autor de "La abuela Augusta", cuento en el que evoca un episodio de la ancianidad de un inmigrante andaluz. En los recuerdos del hombre, "Las mesetas se extienden hacia un horizonte claro, lejano; desde muy lejos llega el perfume de las manzanas en flor y los almendros son ramos blancos por doquier. Más allá, las praderas que bordean la ría están salpicadas de florecillas, desborda la primavera sobre toda Andalucía" (4).

Notas

1 Montes; Francisco: "El desafío", en Leyendas y Aventuras de Alpujarreños, en Unisex. Buenos Aires, Bruguera. 163 pp.

2 Lynch, Marta: "Entierro de Carnaval", en Los cuentos tristes. Buenos Aires, CEAL, 1967. Pág. 129.

3 García, María del Carmen: "Ojos gitanos", en Cuentos de criollos y de gringos. Buenos Aires, Vinciguerra, 1996. En colaboración con Fanny Fasola Castaño.

4 Cottereau, Pierre: "La abuela Augusta", en El Tiempo, Azul, 12 de octubre de 1997.

Asturianos

En "Carroza y reina", cuento que da título al libro de Isidoro Blaisten premiado en el Concurso Literario de la Fundación Fortabat, aparece el asturiano Alvarez, mozo del café y bar El Aeroplano: "Los parroquianos empujan para llegar hasta las mesas del privilegio y arrastran al mozo, Alvarez el asturiano, el de los enormes pies, que se escurre entre los cuerpos con la bandeja en alto cargada de choppes, express y especiales de matambre que son la especialidad de la casa" (1).

María del Carmen García presenta, en el cuento al que nos referimos anteriormente (2), a unos asturianos: "Algún tiempo atrás habían llegado a Buenos Aires como otros tantos inmigrantes, esperanzados en un futuro sin miseria ni guerras. Primero llegó él; un año después ella. Ella era joven y bonita, pequeña y ágil en sus movimientos, alegre de carácter. El era alto y hosco, de hablar poco y trabajar mucho. Se habían conocido de niños en la aldea de Asturias en la que nacieron y se encontraron en Buenos Aires gracias a los oficios del padrino Manuel y como era de suponer se casaron en un septiembre lluvioso de 1910".

Es asturiano un personaje de uno de los relatos de Hilel Resnizky: "En 1870 su abuelo, José Molinas, era el propietario de grandes estancias, de casas de comercio, e incluso de buqyes y astilleros en la Patagonia. En 1870 apareció un judío ruso, Jacobo Alter Grun, quien se convirtió y casó a su hijo Marcos con la hija de Molinas (…) -El viejo José Molinas era testarudo y, para decirte la verdad, tacaño. Por muchos años alejó de sí a su yerno judío, enfrentándose con el rencor de su hija. Al final se rindió y lo hizo socio. Molinas & Grun. "San Jacobo". Así llamó Marcos Grun a la estancia que compró en Santa Cruz, en recuerdo de su padre" (3).

Notas

1 Blaisten, Isidoro: "Carroza y reina", en Carroza y reina. Buenos Aires, Emecé, 1986.

2 García, María del Carmen: "Ojos gitanos", en Cuentos de criollos y de gringos. Buenos Aires, Vinciguerra, 1996. En colaboración con Fanny Fasola Castaño.

3 Resnizky, Hilel: Puentes de papel. Buenos Aires, Milá, 2004.

Baleares

En "La niña de Ibiza" (1), Jorge Alberto Reale refleja la emigración y la nostalgia de una familia oriunda de esa localidad: "Esta historia comenzó un poco antes de la Guerra Civil Española del Año 36, en la baleárica isla de Ibiza, que es cuando los Ramallets decidieron abandonar su terruño y emigrar a Sud América. Fue así que un día del mes de febrero del año siguiente recalaron en Buenos Aires. No conocían a nadie. Estaban solos. Debían comenzar de nuevo. Primero se alojaron en el Hotel de Inmigrantes, después en otros albergues aún menos confortables hasta que Don Diego, el padre, consiguió un empleo remunerado y una casa" (1).

Notas

1 Reale, Jorge Alberto: "La niña de Ibiza", en el grillo, N° 42, Noviembre-Diciembre 2005.

Castellanos

En "Fuera de juego", cuento de Horacio Vaccari, el hijo de un italiano zapatero habla a su padre muerto: "Cuando conocí a Julia, tardé meses en explicarle cómo era mi familia y dónde vivía yo. A ella nada pareció importarle. Me presentó a los suyos. Su padre era dueño de una confitería del centro, un local deslumbrante de luces. Hablaba un español rotundo, aprendido en su pueblo castellano. Me apabullaba su seguridad. Lo sentí tan superior, que no supe explicarle cómo era usted" (1).

Notas

1 Vaccari, Horacio: "Fuera de juego", en Cuentos elegidos. Buenos Aires, Troquel, 1978. 138 pp.

Catalanes

H. Bustos Domecq es el seudónimo con el que firmaban Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares algunas obras escritas en conjunto. En uno de estos textos, que se titula "Las noches de Goliadkin", un personaje expresa: "-Comparto su aversión a la radio. Como siempre me decía Margarita -Margarita Xirgu, usted sabe- los artistas, los que llevamos las tablas en la sangre, necesitamos el calor del público. El micrófono es frío, contra natura. Yo mismo, ante ese artefacto indeseable, he sentido que perdía la comunión con mi público" (1).

En "Las señoritas de la noche", Marta Lynch presenta un almacenero catalán: "El almacenero arreció en su reyerta milagrosa, recrudeció en los gritos y en los golpes con su férrea y antigua furia de anarquista; los vecinos oían ahora incomprensibles vocablos catalanes y su recia decisión de no dejar al cura aquel que hiciera un marica de su hijo. La cabra, esa piojosa de almacén, su mujer que seguía siendo linda todavía pasó a un segundo plano. Por una vez en la vida, marido y mujer concordaron en mortificar al chico tapado hasta la cabeza en su diván cama, detrás del tabique, en la pieza, junto al gallinero. Ahora gritaban los dos en cada ocasión en que se establecía una tregua y gritaban contra el catecismo, contra el cura piojoso y contra todos los curas del mundo. Porque era preferible haber ahogado a Arturo antes de nacer que verlo convertido en una rata de la iglesia" (2).

Patricio Pron, escritor santafesino, es el autor de "La espera". El protagonista "era porteño. Había nacido allá por 1908 en La Boca, en el Hotel de Inmigrantes, un día de lluvias frías. Sus padres, llegados hacia días de Cataluña, le habían transmitido casi sin saberlo esa sensación de ya no pertenecer a ninguna parte, ni a Cataluña ni a Buenos Aires". El padre muere a poco de llegar a la Argentina. El hijo pregunta por qué murió. " "Porque sus ojos estaban acostumbrados a mirar el cielo azul de Cataluña" le dijo su madre, y a Juan Vera le bastó esa mentira para confirmarse, sereno, que Dios lo había olvidado" (3).

Notas

1 Bustos Domecq, H. (Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares): "Las noches de Goliadkin", en H. Bustos Domecq, A. Pérez Zelaschi y otros: El cuento policial. Selecc. de Jorge Lafforgue y Jorge B. Rivera. Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo).

2 Lynch, Marta: "Las señoritas de la noche", en Los cuentos tristes. Buenos Aires, CEAL, 1967.

3 Pron. Patricio: "La espera", en De manos abiertas… Cuentos por adolescentes. Buenos Aires, Tu Llave, 1992.

Gallegos

Relata el narrador, en "El convite de Barrientos", texto de Santiago Estrada de 1889: "Pero todo lo que llevo referido habría sido tortas y pan pintado, si el portero de mi alojamiento, desconociéndome la voz y tomándola entre sueños por la de un pariente que acababa de morir en El Ferrol, no se hubiera negado a abrirme la puerta, conjurándome a que, ánima en pena, volviera al sitio de donde había salido, en la seguridad de que en cuanto amaneciera daría de limosna a un pobre los cuartos que me adeudaba al embarcarse para América" (1).

En "Departamento para familias", cuento incluido en el volumen Pasos del gran bailarín, el sevillano Guillermo Guerrero Estrella presenta a Inés, una criada gallega (2).

Enrique Méndez Calzada incluye, entre los personajes de su "Cuento de Navidad", a un ordenanza, "el leal Lavandeira", quien "extrajo de su vieja maleta de inmigrante un haz de folletines amarillecidos ya por el tiempo y corcusidos con hilo negro en su margen izquierdo, a guisa de doméstica encuadernación. Se trataba, según pude observar, de El judío errante, pacientemente coleccionado, y recortado de las hojas de El Heraldo de Madrid, periódico que publicó en folletín esa lata inmortal hace cosa de doce o catorce años" (3).

En "La Casa Cerrada 1807", de Manuel Mujica Láinez, el protagonista escribe una carta a un sacerdote, en la que manifiesta: "La circunstancia de haber nacido en Orense, aunque mis padres me trajeron a Buenos Aires cuando empezaba a caminar, hizo que después de la primera invasión inglesa me incorporara al Tercio de Galicia. Intervine con esas fuerzas en acontecimientos que ahora, tantos años después, su osadía torna mitológicos" (4).

"Juan José Saer, en "Verde y negro", cuento incluido en Unidad de lugar, Saer escribe: "Eran como la una y media de la mañana, en pleno enero, y como el Gallego cierra el café a la una en punto, sea invierno o verano, yo me iba para mi casa, con las manos metidas en los bolsillos del pantalón, caminando despacio y silbando bajito bajo los árboles. Era sábado y al otro día no laburaba" (5).

En "El mundo, una vieja caja de música que tiene que cantar", Héctor Tizón presenta un cura gallego: "El cura comienza a pasearse despaciosamente por el salón. Está pensativo, cabizbajo y dice por ahí (sólo el Capataz y el Turco pueden escucharlo, los otros no están en este momento) aludiendo quizás a su pobreza: -Me ha tocado una parroquia estéril como una mula. Y poblada de locos" (6).

En "El Antonio", cuento incluido en La manifestación, Jorge Asís escribe: "Cómo no recordarlo, cómo olvidar los picados en las calles, y de la gallega neurótica que no daba la pelota cuando caía en su casa, o la devolvía cortada, y los piedrazos que caían de noche en su techo de chapa" (7).

A un personaje de Marta Lynch, "una rabia sorda, tan feroz como sus oscuros orígenes de india y de gallego la espantó de la prefabricada donde José dormía su mona cotidiana" (8).

Cuando "Doña Conce", la gallega del cuento de Jorge Dietsch, ve que se acerca su fin, pide sus zapatos, "e incorporándose en la cama, comenzó a bailar. Bailaba para adentro, se veía en la mirada y la sonrisa, con una gracia joven y movimientos que debían ser de tal agilidad que en la habitación entró un viento fresco de montañas, con olores de campo y de menta. Tarareaba al mismo tiempo una música tan extraña y bella que quienes escuchaban, a pesar de la gravedad de las circunstancias, no pudieron evitar acompañarla con movimientos de pies. Luego, agotada de tanta danza, apoyó la cabeza en la almohada, respiró profundo varias veces, y cerró los ojos sin dejar la sonrisa, como soñando un buen sueño" (9).

Elsa Gervasi de Pérez es la autora de "Carta a Galicia" (10), texto que mereció una Mención en el Certamen que el Rotary Club de Ramos Mejía organizó en el año 1994. Así empieza la carta: "Meus quiridos pai y miña nai Lorenzos. Y les dijo Lorenzos quirido pai prablar poco ya que usté y miña nai se llaman ijual y no es cosa dandar ripitiendo dos veces los nombres dustedes. Les escribo para dicirles que hemos llejado bien a la Arjintina. Nos acompañó la soerte a la Paca y a mí y a nuestra rapaza la Paquita".

El protagonista de "Esperanza", de Santiago Korovsky, "Con la gente del conventillo se había ido encariñando, había cinco polacos, una pareja de gallegos, una pareja de judíos con un hijo, tres italianos y dos alemanes. Era gente humilde, cariñosa, generosa y solidaria. Algunos habían probado suerte como él, pero, también, habían perdido" (11).

En "Los amigos", escribe Natalia Kohen, acerca de su personaje José Manolo Pérez Ortigueiras: "También Pepe consiguió su media naranja, pero no por medio de la agencia, que le parecía onerosa. Se había propuesto no gastar una sola peseta (como diría su padre) en este trámite, ni al contado, ni en cuotas. Recordó la época en que de adolescente había sido repartidor de "Al pan crocante". En una de las casas adonde llevaba diariamente pan y facturas, trabajaba Amparito, una galleguita recién llegada -de un lugar de Galicia que nadie pudo encontrar jamás en el mapa- donde ella había sido la reina de las romerías" (12).

Escribì mi cuento "Volver a Galicia", basàndome en una anécdota familiar. Acerca de esta mujer, digo: "Hasta que no lograra pisar esa tierra, nada tendría valor para ella, porque le faltaba su punto de partida, el origen que la había llevado a ser quien era" (13).

En "Un cielo para el gallego" (14), evoco los últimos días de mi abuelo materno. El cuento fue distinguido con una Mención Especial en el Concurso de Literatura convocado por el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Capital Federal, en noviembre de 1999. Integraron el Jurado María Angélica Bosco, Eduardo Gudiño Kieffer y Jorge Masciángioli.

Antonio González, nacido en Lugo en marzo de 1890, protagoniza "El regreso del indiano" (15), cuento en el que inventé para mi abuelo paterno una vida más feliz que la que realmente tuvo. Este cuento fue distinguido con una Mención del Jurado en el Concurso de Literatura convocado por el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Capital Federal, en noviembre de 1999. Integraron el Jurado María Angélica Bosco, Eduardo Gudiño Kieffer y Jorge Masciángioli.

En "La aventura olvidada de Sandokan", María Rosa Lojo escribe acerca de la relación entre Sandokan y una inmigrante gallega, en Buenos Aires: "Ninguno, tampoco, sentía ni hacía sentir de tal manera el dolor de la patria distante. En nada se asemejaban las intrincadas selvas de Borneo, el húmedo árbol del pan y el gigantesco sicomoro, a las sobrias castiñeiras y los ásperos pinares de los montes gallegos. (…) Pero la nostalgia por lo amado y lo perdido era la misma" (16).

En "El residente", de Teresa C. Freda, aparece una gallega, "pobre y santa enfermera, medio bruta pero buenaza" (17).

"El Orensano" protagoniza "Se abrió el cielo", de Jorge Alberto Reale. El inmigrante "es de Orense el pueblo de la chispa y los dulces arpegios. Enjuto, desdentado, recóndito. El pobre está un poco arqueado, su cara afilada, parece disecarse. Nadie sabe si tiene familia. Cuando se lo indaga, dice con orgullo: -Soy descendiente de Rosalía de Castro-, más aún, afirma, ser de cuna noble, dijéramos de escudos y blasones, no solamente porque se lo crea buena persona. Dice de paso y por lo bajo: -Ser bueno no quiere decir ser inofensivo, la bondad sin talento no vale nada. Y así va, así viene y así pasa con su anticuada armadura, entre esmeriles y calderones. Es todo uno con algo de músico y filósofo trashumante" (18).

En "El sueño de Dyusepo", de Luis León, se hace referencia a un inmigrante que tenía un horno en el fondo de su casa; "Un antiguo horno de ladrillos, lleno de pequeñas puertas de hierro ya oxidadas, donde un gallego muerto al llegar el siglo, hacía pan para vender" (19).

Monografias.com

 En 2010, mi cuento "Carmiña hace la Amèrica" (20) fue distinguido con Medalla de Oro y Diploma de Honor por la Federación de Sociedades Españolas de Argentina y la Asociación Patriótica y Cultural Española, según el fallo del Jurado integrado por José María Castiñeira de Dios, María Esther Vázquez y José Vidaller Nieto.

Notas

1Estrada, Santiago: "El convite de Barrientos", en Varios autores: 20 relatos argentinos. 1838-1887. Selección y prólogo de Antonio Pagés Larraya. Ilustraciones en colores de Horacio Butler. Buenos Aires, Eudeba, 1969.

  • 2 Guerrero Estrella, Guillermo: "Departamento para familias", en R. J. Payró, J. C. Dávalos, R. Mariani y otros: El cuento argentino 1900-1930 antología. Sel. y pról. de Eduardo Romano, notas de Alberto Ascione.Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo).

  • 3 Méndez Calzada, Enrique: "Cuento de Navidad", en R. J. Payró, J. C. Dávalos, R. Mariani y otros: El cuento argentino 1900-1930 antología. Sel. y pról. de Eduardo Romano, notas de Alberto Ascione. Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo).

  • 4 Mujica Láinez, Manuel: "La casa cerrada 1807", en Misteriosa Buenos Aires. Buenos Aires, Sudamericana, 1977. Séptima Edición. (Colección Piragua). Pp. 184-5.

  • 5 Saer, Juan José: "Verde y negro", en J. J. Hernández, H. Tizón, Isidoro Blaisten y otros: El cuento argentino 1959-1970** antología. Selección, prólogo y notas del Seminario Crítica Literaria Raúl Scalabrini Ortiz. Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo).

  • 6 Tizón, Héctor: ""El mundo, una vieja caja de música que tiene que cantar", en J. J. Hernández, H. Tizón, Isidoro Blaisten y otros: El cuento argentino 1959-1970** antología. Selección, prólogo y notas del Seminario Crítica Literaria Raúl Scalabrini Ortiz. Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo).

  • 7 Asís, Jorge: "El Antonio", en A. Castillo, D. Sáenz, H. Conti y otros: El cuento argentino 1959-1970* antología. Seminario Crítica Literaria Raúl Scalabrini Ortiz (sel., pról. y notas). Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo).

  • 8 Lynch, Marta: "Entierro de Carnaval", en Los cuentos tristes. Buenos Aires, CEAL, 1967. Pág. 129.

  • 9 Dietsch, Jorge: "Doña Conce o la despedida", en El Tiempo, Azul, 14 de marzo de 1999.

  • 10 Gervasi de Pérez, Elsa: "Carta a Galicia", en Rotary Club de Ramos Mejía. Comité de Cultura. Buenos Aires, 1994.

  • 11 Korovsky, Santiago: "Esperanza", en "Bienvenidos al Concurso Literario 1997", El Jardín de la Esquina / Aequalis.

  • 12 Kohen, Natalia: "Los amigos", en Todas las máscaras. Buenos Aires, Temas, 1997.

  • 13 González Rouco, María: "Volver a Galicia", en El Tiempo, Azul, 27 de diciembre de 1998.

  • 14 González Rouco, María: "Un cielo para el gallego", en Volver a Galicia. Buenos Aires, Ediciones El Escriba, 2009.

  • 15 González Rouco, María: "El regreso del indiano", en El Tiempo, Azul, 16 de enero de 2005.

  • 16 Lojo, María Rosa: "La aventura olvidada de Sandokan". Publicado en la revista SIBILA, 12, Revista de Arte, Música y Literatura, Sevilla, Abril 2003, pp. 43-47.

  • 17 Freda, Teresa C.: "El residente", en El Tiempo, Azul, 26 de junio de 2002.

  • 18 Reale, Jorge Alberto: "Se abrió el cielo", en el grillo, N° 36, Noviembre-Diciembre 2003.

  • 19 León, Luis: "El sueño de Dyusepo", en León, Luis et al.: Rostros de una identidad. Relatos premiados del Concurso Internacional de Cuentos de Temática Judía. Buenos Aires, Editorial Milá, 2004. 96 pp.

  • 20 González Rouco, María: "Carmiña hace la América", en Volver a Galicia. Buenos Aires, Ediciones El Escriba, 2015.

Madrileños

En "Invocaciones a la dama del espejo", de María Rosa Lojo, un personaje escribe sobre su madre: "Erase una vez una reina, venida de un lejano país a otro caído en el extremo del mundo, casi allí donde empiezan los grandes hielos. Era orgullosa y nostálgica, y la devoraba el temor secreto de haber perdido su rostro verdadero. Para eso se miraba todos los días en el gran espejo de su cuarto regio, para reconocerse. En realidad -desdichada reina-, ella nunca supo cuál era ese rostro suyo buscado y preservado y lo que con tanto afán perseguía, lo quiso en vano" (1).

Notas

1 Lojo, María Rosa: "Invocaciones a la dama del espejo", en el grillo, N° 41, Julio-Agosto de 2005.

Vascos

En "La pesquisa" (1), de Paul Groussac, aparece una sirvienta vasca. La mujer es descripta por el empleado de correo: "joven aún, vestida como sirvienta y de aspecto extranjero, había retirado una carta, exhibiendo un pasaporte español a su mismo nombre".

En "El Hombrecito" (2), escribe Benito Lynch: "A fuerza de transpirado y jadeante, Bustingorri casi no habla, y recuerda, por su aspecto, a un gran buey cansino y sudoroso volviendo del trabajo".

En "Una conversación interesante", de Conrado Nalé Roxlo, uno de los personajes se refiere a un turco que se va a casar, y afirma que un vasco piensa frustrar ese matrimonio: "creo que se le va a aguar la fiesta porque el vasco Indurrimendi se ha enterado de que Flores es casado en Turquía y, como usted sabe que tienen rivalidad por los negocios, ha dado parte al comisario y al registro civil y hasta creo que les ha mandado el pasaje a las esposas turcas del turco para que se presenten el día del casamiento y armen un escándalo. Si vienen todas va a ser divertido" (3).

En "Hotel Comercio", Bernardo Kordon presenta un comerciante vasco: "Efraín Gutiérrez, el dueño de "El Vasquito" " (4).

En "Los trotadores", de Elías Carpena, dice uno de los personajes: "-¡Mire, patrón: de los troteadores que ahí, en la Coronel Roca, corrieron el domingo, ni los que corrieron antes, le hacen ninguna mella… : ni siquiera el del vasco Estévez, que ganó sobrándose por el tiro largo, ni el de la cochería Tarulla, que ganó con el oscuro a la paleta! ¡Usted tiene el oro y lo confunde con el cobre!" (5).

Es vasco un personaje de "Mundo, mundo" (6), de Cristina Siscar.

En "La fotografía", Celia Matilde Caballero relata que un vasco logra ingresar a la foto en la que estaban su esposa y sus hijos (7).

En la provincia de Buenos Aires se afinca el protagonista de un cuento de Arturo M. García: "Don Javier Echegaray y Tarragona, oriundo de San Sebastián en el país vasco y como su nación, fuerte de temperamento, férrea voluntad, constante en el trabajo y perseverante en sus ideas había llegado a la Argentina a los doce años con unas ansias inconmensurables de hacerse la América. Recaló en Buenos Aires, pero la ciudad que crecía no le brindaba muchas ilusiones y esperanzas, eran los resabios de la generación del 80 con su crisis económica, financiera y social y Javier evocando las praderas vascuences y las montañas pirenaicas, solo, se exilió de nuevo. Viajaba como linyera en trenes de carga hacia el Sur, comenzó a admirar las extensas pampas, se asombraba contemplando la cantidad de ganado pastando a la vera de los rieles del ferrocarril, asentándose por fin como peón en las regiones de Pigüé, Coronel Suárez y Saavedra. Trabajó mucho y fuerte, ahorró dinero y junto con las pocas pesetas que le mandaban los tíos desde la patria, fue haciendo un capital que le permitió comprar primero unas pocas hectáreas, luego más terrenos, una granja después y por fin una estancia en la zona de Tornquist" (8).

Arturo M. García relata, en "Ella eligió así", lo sucedido a Raquel Amanda Olascoaga, hija de vascos tomada cautiva por Biguá, con quien pidió contraer matrimonio cristiano, rehusando volver a la sociedad. Cuando la llevaron los indios, ella era una "mujer de treinta años de edad, dama de recio temple y extraordinaria hermosura, hija única de un matrimonio de origen vasco, que después de haber habitado muchos años en el Río de la Plata, donde cosecharon una ingente fortuna a través de negocios de importación de bebidas espirituosas, traídas de Europa, se volvieron a su país natal, dejando a su hija ya madura, al frente de sus casas en Buenos Aires y Montevideo" (9).

Notas

  • 1 Groussac, Paul: "La pesquisa", en H. Bustos Domecq, A. Pérez Zelaschi y otros: El cuento policial. Selecc. de Jorge Lafforgue y Jorge B. Rivera. Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo).

  • 2 Lynch, Benito: "El hombrecito", en Lynch, Benito: Cuentos. Selección, prólogo y notas por Ana Bruzzone. Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo, vol. 70).

  • 3 Chamico (Conrado Nalé Roxlo): El muerto profesional. Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo).

  • 4 Kordon, Bernardo: "Hotel Comercio", en R. Arlt, J. L. Borges y otros: El cuento argentino 1930-1959*** antología. Selección y prólogo de Eduardo Romano, notas de Marta Bustos. Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo).

  • 5 Carpena, Elías: Los trotadores. Buenos Aires, Huemul, 1973.

  • 6 Siscar, Cristina: "Mundo, mundo", en Reescrito en la bruma. Buenos Aires, Per Abbat, 1987.

  • 7 Caballero, Celia Matilde: "La fotografía", en Fantasía y amor. Buenos Aires, Ediciones Arlequín de San Telmo, 1998.

  • 8 García, Arturo: "El cóctel", en el grillo N° 22. Buenos Aires, 1999.

  • 9 García, Arturo M.: "Ella eligió así", en el grillo, Suplemento: Gabinete de Letras y Arte El tema es la libertad, N° 18, 2004.

Sin mención de origen

En "La pesquisa" (1), de Paul Groussac, aparece un español que había logrado un buen pasar: "La señora de C., viuda de un comerciante español, después de liquidar la sucesión había colocado en diferentes bancos el importe de su modesta fortuna, para retirarse a aquella casita-quinta de su propiedad".

Ante la posibilidad de que su hija se case con un cristiano, dice a la joven el protagonista de "Mate amargo", de Samuel Glusberg: "-Es imposible. No se van a entender. En la primera pelea -y son inevitables las primeras peleas- él a manera de insulto, te llamará judía, y tú le gritarás cabeza de goi. Y puede que hasta se burle de cómo tu padre dice "noive"… él, que ha oído decir siempre al suyo: "Madriz" " (2).

En "El hombre de la radio a transistores", cuento incluido en El yugo y la marcha, Andrés Rivera relata que al restorán Aguila llegó El Español: "A las ocho menos cuarto de la noche de ese martes se levantaron las persianas del restorán; se prendieron las luces; llameó, pálida, la pantalla del televisor. A la ocho y media llegó El Español. Era fuerte y alto, la nuca rapada en una cabeza pequeña; los ojos verdes, estrechos, jóvenes. La piel del rostro, quemada por el sol, tenía un color rojizo, vestía overall y saco, camisa de algodón, oscura, boina y borceguíes. Saludó a Pichón y a otros amigos desparramados por el local, y se sentó cerca del mostrador" (3).

En "Historia de José Montilla", Fernando Sorrentino da vida a un tendero inmigrante: "don José Montilla era, pues, un próspero comerciante español. No era panadero, no era almacenero, no atendía una casa de comidas: queden esos menesteres para los compatriotas de Galicia. En donde mostró escasa originalidad fue en el nombre que eligió para su tienda: Al Caballero Elegante. Aunque en realidad no sé si lo eligió don José o el comercio ya se llamaba así antes de que él lo comprara. Era un local profundo y ancho: brillaban las largas maderas de los pisos y brillaban las olorosas maderas de los cajones y de las estanterías, y brillaban los metales de manijas y llaves y esquineros, y brillaban los cristales y los espejos. «Todo para el caballero elegante»: medias, ropa interior, camisas, corbatas, trajes, sobretodos, sombreros, cinturones, tiradores, billeteras" (4).

Para conjurar la nostalgia, algunos inmigrantes traen de su tierra algo que les resulta especialmente querido: un retrato, un mantón, fotos… O el olivo que la española plantó en el fondo de su casa, en el cuento "Don Paulino", de Marita Minellono (5).

En "El encuentro", de Jonatan Gastón Nakache, encontramos un mozo español. (6).

El protagonista de "La foto", de Alicia Pombar de Tourón, es un descendiente de hispanos: "Se llamaba Juan Carlos, era argentino, porteño, y había nacido en Versalles (…) Era nieto de inmigrantes españoles, agricultores por parte paterna, que buscaron alejar a sus hijos mayores de la guerra, y dejaron sus campos soñando volver. Su padre, uno de los menores, no compartía ese sueño. Había hecho de Argentina su patria y, pese a que desde los catorce años tuvo que empezar a trabajar para ayudar a sus padres, se convirtió en un autodidacta, esforzado por inculcar en sus hijos el apego por el estudio" (7).

Notas

  • 1 Groussac, Paul: "La pesquisa", en H. Bustos Domecq, A. Pérez Zelaschi y otros: El cuento policial. Selección, Jorge Lafforgue y Jorge B. Rivera. Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo).

  • 2 Glusber, Samuel ("Enrique Espinoza"): "Mate amargo", en La levita gris. Cuentos judíos de ambiente porteño. Buenos Aires, BABEL.

  • 3 Rivera, Andrés: "El hombre de la radio a transistores", en A. Castillo, D. Sáenz, H. Conti y otros: El cuento argentino 1959-1970* antología. Selección, prólogo y notas del Seminario Crítica Literaria Raúl Scalabrini Ortiz. Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo).

  • 4 Sorrentino, Fernando: "Historia de José Montilla", en www.badosa.com.

  • 5 Minellono, Marita: "Don Paulino", en Reunión. Buenos Aires, Corregidor.

  • 6 Nakache, Jonatan Gastón: "El encuentro", en Escritura Joven III Concurso Literario para Jóvenes "Clara Kliksberg". Buenos Aires, Milá.

  • 7 Pombar de Tourón, Alicia: "La foto", en el grillo, Suplemento: Gabinete de Letras y Arte El tema es la libertad, N° 18, 2004.

Españoles y otros

El protagonista de "Unisex", de Francisco Montes expresa: "Yo, Tufic Farjat Gurruchaga (hijo de libanés y catalana) funcionario municipal de la noble San Luis de la Punta de los Dos Venados, mercedino de nacimiento, categoría 22 en el escalafón municipal, con tres años de filosofía (que no me sirven para nada) y tres de francés en la Alianza Francesa (que de algo me sirven ahora), tomé la excursión a Europa con mi mujer y dos parientes, antes de jubilarme y quedar anclado por secula seculorun" (1).

Notas

  • 1 Montes, Francisco: "Unisex", en Unisex. Buenos Aires, Bruguera.

En cuentos infantiles y juveniles

Catalanes

Había catalanes entre los personajes de "No hagan olas", de Elsa Bornemann: "En aquel conventillo de Buenos Aires, cercano al puerto y donde vivían hace muchos años, los inquilinos argentinos tenían la costumbre de poner apodos a los extranjeros que -también- alquilaban alguna pieza allí. No eran nada originales los motes, y errados la mayoría de las veces, ya que -para inventarlos- se basaban en el supuesto país o región de procedencia de cada uno. Tan supuesto que -así, por ejemplo- don José era llamado "el Ruso", aunque hubiera nacido en Ucrania… A Sabadell, Berenguer y sus esposas les decían "los gallegos", si bien habían llegado de Barcelona sin siquiera pisar Galicia… Apodaban "los turcos" al matrimonio de sirilibaneses; "los tanos", a la pareja de jóvenes italianos de Piamonte que jamás habían conocido Nápoles e -invariablemente- "el Chino", a cualquier japonés que diera en fijar allí su transitorio domicilio. Sin embargo, podríamos deducir un poco más de conocimientos geográficos, de información y hasta cierto trabajo imaginativo por parte de aquellos pensionistas argentinos, de acuerdo con los sobrenombres que les habían adjudicado a la dueña de la casona y a su hijo. Ambos eran griegos. Por lo tanto "la Homera" y "el Homerito", en clara alusión al autor de La Ilíada y La Odisea, el genial Homero. Por supuesto, a todas las criaturas que habitaban esa construcción tipo "chorizo" (cuartos en hilera, cocina y bañitos ídem, abiertos a ambos lados de un patio), los `rebautizaban" con los mismos motes que sus padres, sólo que en diminutivo" (1).

Notas

1Bornemann, Elsa: No hagan olas (Segundo pavotario ilustrado. 12 cuentos). Ilustraciones: O´Kif. Buenos Aires, Alfaguara, 1998.

Gallegos

Elena Guimil es la autora de "Mi búho" (1), uno de los seis relatos del Premio La Nación 1999 de Cuento Infantil. En ese relato, la escritora recuerda la oportunidad en que su padre, "un gallego fornido" le trajo un pichón. Acerca del texto premiado, afirma la autora: "Este cuento nació en un momento muy especial de mi vida, donde los recuerdos de la niñez se hacen vívidos, provocados por un hecho sutil: encontrarme de frente con los grandes ojos amarillos de un pichón de lechucita, parado en un alambre de un camino de tierra rumbo a un campo".

Notas

1 Guimil, Elena: "Mi búho", en El desafío. Buenos Aires, Sudamericana, 2000.

En poesía

Andaluces

En su poema "En el patio", Evaristo Carriego elogia a una inmigrante de este origen:

Me gusta verte así, bajo la parra,

resguardada del sol de mediodía,

risueñamente audaz, gentil, bizarra,

como una evocación de Andalucía.

Con olor a salud en tu belleza,

que envuelves en exóticos vestidos,

roja de clavelones la cabeza

y leyendo novelas de bandidos.

Monografias.com

En 2010 aparece el cuarto volumen de Mi manera de decir, por José Antonio Jesús García. En este nuevo libro, el poeta almeriense afincado en Adrogué comparte con nosotros su sentir acerca de la experiencia de la inmigración –la pobreza, el padre conduciendo el carro, la partida, el desgarro, el no pertenecer a ninguna de las dos tierras… -, cantada con voz original, en la que se aúnan la emoción y la riqueza de recursos estilísticos, entre los que destaco muy especialmente la utilización de imágenes cromáticas.

Pero no es la pérdida del solar natal el único asunto de este poemario. José Antonio se refiere también a su madre, a sus hijos, a los amigos, a celebridades que admira, a nuestro amigo en común Juanjo Linares, a los toros, a España. Al paso del tiempo, conjurado por el amor a Isabel. Y brinda su experiencia de vida, resumida en un código ético que se basa en la humildad, la sinceridad y la fidelidad a los afectos.

Su pluma le ha valido distinciones en la Argentina y en España, lo ha hecho merecedor del prólogo de Sergio Poves Campos y el epílogo de Beba Viqueira, pero, lo que es más importante, lo ha hecho brillar en la comunidad andaluza, que ha encontrado en él el portavoz de su nostalgia.

Notas

1 Carriego, Evaristo: "En el patio", fragmento incluido en Wolf, Ema (texto) y Patriarca, Cristina (investigación): La gran inmigración. Ilustraciones de Daniel Rabanal. Buenos Aires, Sudamericana, 1997. Sexta edición. 226 páginas. (Sudamericana Joven Ensayo). Pág- 53.

Asturianos

En "Los pájaros ciegos" (1), escribe José Portogalo:

Junto a un charco de sangre estaba yo,

Juan Pérez, asturiano, profesión panadero,

veinte años de Argentina, con tres hijos,

un río de esperanza entre mis manos,

el corazón del mundo en mi garganta

y una copla en mi pecho.

La primavera, ciega, se amontonó en mi sangre.

Desde entonces mi copla perdura entre los pájaros.

El padre de Javier Martinez nació en San Julián de Bimenes, zona de la cuenca minera, centro de Asturias. El hijo cree recordar a La Camocha, como uno de los pozos o explotaciones mineras donde trabajó. Ingresó a Argentina en marzo de 1955. El 6 de agosto de 2017, en el Club Tinetense, Javier leyó el poema que le dedica:

A Asturias y a mi Padre

Asturias,con él viniste

con mi Padre que te trajo

Asturias,aquí te quedas

conmigo y con su trabajo.

El hacha de entibador

con mi Ángel se ha marchado

La lámpara de minero

me ilumina por donde ando.

Asturias,aquí te quedas

en mi alma y en la de tantos.

Notas

1Portogalo, José: "Los pájaros ciegos" (Fragmento), en Portogalo, José: Los pájaros ciegos y otros poemas. Selección: José Portogalo. Prólogo: Josefina Mercado Longhi. Buenos Aires, CEAL, 1982. Pág. 72. (Capítulo, Vol. 132).

Cántabros

A su abuela española canta Baldomero Fernández Moreno, en "Inicial de oro":

"Nací, hermanos, en esta dulce tierra argentina,

pero el primer recuerdo nítido de mi infancia

es éste: una mañana de oro y de neblina,

un camino muy blanco y una calesa rancia.

Luego un portal oscuro de caduca arrogancia

y una abuelita toda temblona y pueblerina,

que me deja en la cara una agreste fragancia

y me dice: -¡El mi nieto, que caruca más fina!-

Y me llenó las manos de castañas y nueces,

el alma de leyendas, el corazón de preces,

y los labios recientes de un divino parlar.

Un parlar montañés de viejecita bruja

que narra una conseja mientras mueve la aguja.

El mismo que ennoblece, hermanos, mi cantar (1).

El poeta y ensayista César Fernández Moreno es el autor del poema "Argentino hasta la muerte", en el que se refiere a su condición de descendiente de españoles:

a buenos aires la fundaron dos veces

a mí me fundaron dieciséis

ustedes han visto cuántos tatarabuelos tiene uno

yo acuso siete españoles seis criollos y tres franceses

el partido termina así

combinado hispanoargentino 13 franceses 3

suerte que los franceses en principe son franceses

si no que haría yo tan español (2).

Notas

Fernández Moreno, Baldomero: "Inicial de oro", en Cantan los pueblos americanos. Selección de Germán Berdiales; ilustraciones de David Cohen. Buenos Aires, Ediciones Peuser, 1957.

Fernández Moreno, César: "Argentino hasta la muerte", en L. Lugones, B. Fernández Moreno, R. Molinari y otros: La poesía argentina. Antología, prólogo y notas por Alberto M. Perrone. Buenos Aires, CEAL, 1979. (Capítulo).

Castellanos

En "Regreso", Rubén Benítez canta a su madre española:

Nuestra madre,

la pobre exclamaría

Has vuelto muy cambiado

como si fueras otro.

Jamás serás el mismo

que se ha ido.

Naciste con silencio

de abismo

en tu costado

y cuando te mecía

velaba ya en tu piel la indiferencia.

Tu cuna ya era un barco

de mares demorados

y de ausencias.

Pobre madre,

portaba en su mirada

distante y abatida

la luz del desencanto

triste flor de su tierra prometida (1).

Notas

1 Benítez, Rubén: "Regreso", en La Nueva Provincia, Bahía Blanca, 3 de septiembre de 1998.

Gallegos

Federico García Lorca es el autor de la Cantiga do neno da tenda (1), que dice así:

Bos Aires ten unha gaita

Sobro do Río da Prata,

Que toca o vento do norde

Coa súa gris boca mollada.

¡Triste Ramón de Sismundi!

Aló, na rúa Esmeralda,

Basoira que te basoira

Polvo d"estantes e caixas.

Ao longo das rúas infindas

Os galegos paseiaban

Soñando un val imposibel

Na verda riba da pampa.

¡Triste Ramón de Sismundi!

Sinteu a muñeira d"ágoa

Mentre sete bois da lúa

Pacían na súa lembranza.

Foise para veira do río,

veira do Río da Prata.

Sauces e cabalos múos

Creban o vidro das ágoas.

Non atopou o xemido

Malencónico da gaita,

Non viu o imenso gaitero

Coa boca frolida d"alas;

Triste Ramón de Sismundi,

Veira do Río da Prata,

Viu na tarde amortecida

Bermello muro de lama.

Dice Vacarezza en un conocido soneto (2):

La escena representa un conventillo.

Personajes: un grébano amarrete,

un gallego que en todo se entromete,

dos guapos, una paica y un vivillo.

En "El espiante" (3), escribe Bartolomé R. Aprile:

Se junaban con bronca las viejabas

-gaitas tolas, cabreras por un cuento-

y se fajaban a lo potro biabas

al lado "e la pileta del convento

Una decía: -¡Se le van las tabas

a ese reo por m"hija de contento!-

Otra decía: -¡Se le caen las babas

a esa lora por m" hijo y le da vento!-

Se fajaban de nuevo: el amasijo

para los "cosos" era espiant"en fija

hacia el nido de amor que cabuliaron.

Y al gritar una: -¡M"hija nos pa su hijo

y la otra: -¡Qué más quisiera su hija!

los chingolos el vuelo levantaron.

Arturo Capdevila escribió su Canto Gallego para rendir "…Homenaje a tantos y tantos gallegos de ejemplares virtudes como cruzaron el Océano para ser fundadores de dignísimas familias en mi patria argentina.". (4).

En el poema "Cuando mi padre habló de su infancia" (5), José González Carbalho enumera las posesiones que el niño inmigrante tenía en Galicia: un río, un monte, un horizonte, su perro y sus canciones. En América, ya nada tiene de eso, y se lamenta:

Ay, el dueño de valles

y misteriosos bosques

por el que andaba yo

mi perro y mis canciones.

Mis canciones que vuelven

sólo para que llore.

Mi perro ya olvidado

de obedecer al nombre.

Yo, que perdí mis cielos,

¡y soy tan pobre!.

Francisco Luis Bernárdez llora a su madre gallega (6):

Nuestras pequeñas bicicletas iban por aquella carretera de España.

Detrás quedaba Carballino, con sus casas envueltas por la madrugada.

Dejando mi corazón mucho más a obscuras, el amanecer despuntaba.

¿Era posible que pudiera venir, como todos los días, la mañana?

El silencio de mis hermanos era el eco de la soledad de sus almas.

Yo sentía sobre mis hombros algo parecido al peso de una montaña.

El paisaje abría los ojos como si no se hubiera enterado de nada.

Nunca olvidaré que en el monte de Corzos había un ruiseñor que cantaba.

Al llegar a Dacón oímos el nombre querido en la voz de la campana.

Mamá y el mundo habían muerto para siempre y sólo aquella voz los lloraba.

En "Tríptico a Galicia" (7), Enrique Urbina García canta la nostalgia del inmigrante de esa región:

Y aquel que por Vigo, apabulló su sombra;

en su misterio -pompas de luna- ocultará olvido

y por las vides de Galicia como raíz sangrante

tendrá su mente endulzando retornos válidos.

(…)

Todo el que con un gallego trata, alcanza

sólo un poco lo que el corazón de ese hombre

desparrama, porque el amor, vive en su España.

Carlos Penelas es el autor del poema "Los trasterrados" (8), que dedica a sus abuelos Pedro Penelas y Tomás Abad. En él dice:

Se ocupaban de las cosas comunes:

del trabajo, del pan, de los hijos.

No expresaron fatiga ni dolor. Morían en silencio.

Llevaban en la sangre

el honor, la palabra, la brisca.

Bebían vino tinto. No reclamaron nada.

Caminaban el tiempo de otro tiempo.

Manuel Castro Cambeiro y Eliseo Mauas Pinto son los autores de Legado Celta. En el poema "Soy el llamado ancestral" (9), incluido en ese libro, expresan:

Son a voz que pradica, incansabele

antre os do meu pobo

lonxe da terra,

a qu"os exhorta

a non anuzar de si mesmos.

"De España" es uno de los tres poemas que presenté en 1995 en el Concurso Literario convocado por el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Buenos Aires, Categoría Familiares de Profesionales. Esos poemas fueron distinguidos con el Segundo Premio, por el Jurado que integraron María Angélica Bosco, Nicolás Cócaro y Eduardo Gudiño Kieffer. Transcribo el fragmento referido a Galicia:

Rosalía, triste,

junto a la ventana,

escribe al amor

de la antigua llama.

Hermosa y doliente,

la tierra gallega,

crece entre sus manos,

libre, sin fronteras.

"El señor Santiago" (10) se titula uno de los poemas de tema gallego de María Rosa Lojo: "Por todos los caminos -te han dicho- se llega a Santiago. Pero las brujas siempre llegan antes, montadas en antiguas escobas de toxo y cubiertas con el sombrero redondo de las campesinas. El Apóstol las espera encaramado en el Pórtico de la Gloria y en la Quintana Dos Mortos, y sentado en el altar mayor y acostado en la urna de su sepultura, y ofrecido como una estatuita de piedra molida en las mesas de recuerdos turísticos, y pintado en las marquesinas de los restaurantes".

En su poema "Madre gallega" (11), Ricardo Ares escribe:

Madre gallega,

Pestañas como arcos de ceniza

Sobre ojos de pájaro en vuelo,

(…)

Noche infinita

encastrada en la singer,

bajo la parra encendida de enero

viajabas a Lugo,

montada en tu infancia

y te perdías…

Monografias.com

 

En 2008, mi poema "Mi abuelo" fue premiado. Mereció el Tercer Premio en el Concurso Literario del Consejo Profesional de Ciencias Económicas (familiares de matriculados). Integraron el Jurado: Paula Margules, Horacio Semeraro y Fernando Sánchez Sorondo.

Dos patrias

tuvo mi abuelo.

Una,

la de la cuna.

Otra,

la de la tumba.

Una,

la de la infancia y la mocedad,

la de los sueños y la esperanza.

Otra,

la de la madurez y la enfermedad,

la del desengaño y la añoranza.

Allá,

fue joven y valiente.

Aquí,

fue mayor y resignado.

Fue gallego y argentino.

Y -como dice el poeta*-

"quizá más lo primero

que lo segundo

y también

viceversa"

* Mario Benedetti

Francisco López Santos es el autor de un libro publicado en 2009. Acerca de la obra, afirma Marta Braier: "Desde el título, Memorias de un rostro en la escotilla,  el poemario nos invita a viajar con la mirada, que se detiene en el aire, en los pinos, en el pueblo de la infancia, allá en la Galicia natal, en la corriente del río o en un presente de metrópoli que oprime y aturde con "feroz zumbido". Nada de lo humano le es ajeno a nuestro autor, poeta-inmigrante; a éste ángel-hombre, ultrasensible, venido de la Coruña a Buenos Aires. A la fugacidad de la vida, a la pérdida de las ilusiones, al dolor del desarraigo, el poeta opone, su quehacer empecinado, la belleza y riqueza de su palabra. Una estética personal. Alma abierta al paisaje y su vibración, los sentidos alertas: vida y muerte; tiempo y olvido; encuentro y soledad".

Notas

1García Lorca, Federico: "Cantiga do neno da tenda", en Alposta, Luis: Lorca en lunfardo. Los "Seis poemas galegos" en ediciòn bilingûe. Traducciòn de Luis Alposta. Estudio preliminar de Antonio Pèrez-Prado. Buenos Aires, Corregidor, 1996.

  • 2 Vacarezza, : "Un sainete en un soneto", en Cantos de la vida y de la tierra. 1944.

  • 3 Aprile, Bartolomé R.: "El espiante", citado en Páez, Jorge: El conventillo. Buenos Aires, CEAL, 1970.

  • 4 S/F: en www.superlibro.com.

  • 5 González Carbalho, José: "Cuando mi padre habló de su infancia", en Requeni, Antonio: Un poeta arxentino en Galicia: González Carbalho. Separata del Boletín Galego de Literatura.

  • 6 Bernárdez, Francisco Luis: "Poema de las cuatro fechas", en Cielo de tierra. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1948. Ilustraciones de Horacio Butler.

  • 7 Urbina García, Eugenio: "Tríptico a Galicia", en La Capital, Mar del Plata, 28 de febrero de 1999.

  • 8 Penelas, Carlos: "Los trasterrados", en El mirador de Espenuca. Buenos Aires, Torres Agüero Editor, 1995.

  • 9 Castro, Manuel, y Mauas Pinto, Eliseo: Legado Celta. 1993.

  • 10 Lojo, María Rosa: "El señor Santiago", en Esperan la mañana verde. Buenos Aires, El Francotirador, 1998.

  • 11 Ares, Ricardo: "Madre Gallega", en El Barrio Villa Pueyrredón, Año VI, Septiembre 2004, N° 65.

Vascos

En Martín Fierro, de José Hernández, aparece el vasco pulpero:

Se tiró al suelo; al dentrar

le dio un empellón a un vasco

y me alargó un medio frasco

diciendo: «Beba, cuñao».

«Por su hermana», contesté,

«que por la mía no hay cuidao».

Fernando Sorrentino alude al inmigrante, analizando otra cuestión:"¿Cómo debe interpretarse esta magnífica escena literaria, de vividez cinematográfica? La actitud insolente del gaucho, con su entrada ampulosa de meter el caballo hasta casi dentro del boliche, darle un empujón a uno —el consabido vasco pulpero— de los dueños del local, etcétera, sirve de contexto para que la palabra cuñado, que solía tener un matiz afectuoso, se cargue de agresividad" (1).

Leopoldo Lugones, en la "Oda a los ganados y las mieses" (2), canta al vasco:

¡Oh alegre vasco matinal, que hacía

Con su jamelgo hirsuto y con su boina

La entrada del suburbio adormecido

Bajo la aguda escarcha de la aurora!

Repicaba en los tarros abollados

Su eclógico pregón de leche gorda,

Y con su rizo de humo iba la pipa

Temprana, bailándole en la boca,

Mezclada a la quejumbre del zorzico

que gemía una ausencia de zampoñas.

Su cuarta liberal tenía llapa,

Y su mano leal y generosa,

Prorrogaba la cuenta de los pobres

Marcando tarjas en sus puertas toscas.

Notas

  • 1 Sorrentino, Fernando: "El trujamán Por su hermana»:no confundir una burla con un brindis (II)", Centro Virtual Cervantes, 29 de diciembre de 2004.

  • 2 Lugones, Leopoldo: "Oda a los ganados y las mieses", en Antología poética. Buenos Aires, Espasa, 1965.

Varios

En su Canto a la Argentina (1), expresa el nicaragüense Rubén Darío:

Hombres de España poliforme,

finos andaluces sonoros,

amantes de zambras y toros,

astures que entre peñascos

aprendisteis a amar a la augusta

Libertad, elásticos vascos

como hechos de antiguas raíces,

raza heroica, raza robusta,

rudos brazos y altas cervices;

hijos de Castilla la noble,

rica de hazañas ancestrales;

firmes gallegos de roble,

catalanes y levantinos

que heredásteis los inmortales

fuegos de hogares latinos;

íberos de la península

que las huellas del paso de Hércules

vísteis en el suelo natal:

¡he aquí la fragante campaña

en donde crear otra España

en la Argentina universal!

Enrique Larreta canta, en "Las criadas y el niño" (2), a las domésticas españolas:

Que otros digan de escuelas y de universidades.

Yo canto el cuarto aquel de plancha y de costura

y sus buenas mujeres. ¡Galicia! ¡Extremadura!

y las que me enseñaban a palmear soledades.

España de las tierras y no de las ciudades.

También las castellanas de grave catadura.

La blanca, la trigueña; la moza, la madura.

De todas las pellejas, de todas las edades.

¡Ay, qué cuentos aquellos! Fablas de romería.

Consejas de la lumbre. ¡Y qué linda manera

de nombrar cada cosa! ¡Cuánta sabiduría!

entre aquellos refajos! Erase que se era

un juglar que les debe toda su nombradía.

Gaita sentimental y sonaja parlera.

En su poema "En el día de la recolección de los frutos" (3), Alfredo Bufano homenajea a la inmigración española:

¡Salud, nietos sin mengua de Francisco Pizarro

y de Ruy Díaz de Vivar;

hijosdalgo de Avila de los Caballeros,

sudorosos hacheros de Ontoria del Pinar,

labriegos de las rudas mesetas castellanas,

pescadores galaicos de las rías y el mar,

hortelanos de Murcia, vascos roblizos, fuertes

extremeños: ¡larga gloria tengáis

todos vosotros, hijos de las viejas Españas,

hombres de eterna y recia y heroica mocedad,

en cuyas venas corre la misma sangre nuestra

y cuyas bocas se abren con nuestro mismo hablar!.

A sus abuelas, inhumadas en tierra americana, canta Ricardo Adúriz (4):

Dulces abuelas trashumadas

desde estos cielos

a aquellos cementerios.

Que vuestros nombres, en medio del océano

de sombra, sajados vivos de la noche larga,

os devuelvan la luz de un tiempo suave

en Freas de Eiras -tierra de Galicia-y en el Madrid de fin de siglo.

Vuestras son estas últimas luciérnagas,

fragmentos puros de un espejo roto,

donde brillan los rostros del olvido.

Leonie J. Fournier (5) evoca a los hispanos en un poema:

La Avenida donde están

Las agencias del lotero,

Los hoteles, los cafés

Donde nunca van de acuerdo

Los que discuten "sus cosas",

andaluces, madrileños

que la Avenida de Mayo

es como la casa de ellos.

Notas

  • 1 Darío, Rubén: "Canto a la Argentina", en Obras completas. Buenos Aires, Editorial Anaconda, 1949. 347 pp.

  • 2 Larreta, Enrique: "Las criadas y el niño", en Cantan los pueblos americanos. Selección de Germán Berdiales; ilustraciones de David Cohen. Buenos Aires, Ediciones Peuser, 1957.

  • 3 Bufano, Alfredo: "En el día de la recolección de los frutos", en Para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino. Buenos Aires, Clarín.

  • 4 Adúriz, Ricardo: Torre del homenaje. Madrid, Ediciones Cultura Hispánica del Centro Iberoamericano de Cooperación, 1979.

  • 5 Fournier, Leonie J.: "Mi Argentina", incluido en Wolf, Ema (texto) y Patriarca, Cristina (investigación): La gran inmigración. Ilustraciones de Daniel Rabanal. Buenos Aires, Sudamericana, 1997. Sexta edición. 226 páginas. (Sudamericana Joven Ensayo). Pág. 48.

Españoles y otros

De Leopoldo Díaz es el poema "Tierra prometida" (1), en el que expresa:

¡América! te anuncia el nuevo día

en que el arte y la ciencia te den gloria.

Serás del pensamiento la victoria,

no la victoria de la guerra impía.

La voz del porvenir es la voz mía;

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6
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