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La Paz con el Imperio de Brasil y el nacimiento de la República Oriental del Uruguay (página 2)




Enviado por Alberto Pereira Rios



Partes: 1, 2

La independencia de la Banda Oriental la solución impuesta por el Foreig Office

La solución apoyada por Inglaterra era sin duda la que mejor consultaba a sus intereses comerciales los que, sobre todo, necesitaban de la paz en el Río de la Plata. Por otra parte, dado el estado poco satisfactorio de los gobiernos en puja, la Banda Oriental independiente podía, en ciertas circunstancias, servirle como contrapeso a posibles actitudes contrarias a los intereses británicos, ya sea, por parte de Buenos Aires como de Brasil. Los argumentos usados por Ponsomby en sus informes a su gobierno, poniendo énfasis en favor de la independencia oriental, son interesantes. Dijo que la Banda Oriental odiaba indistintamente tanto a Buenos Aires como a Brasil, pero era amiga de los ingleses (Seguramente se refería a los comerciantes de Montevideo) La obsesión de los ingleses era entonces el temor a la política francesa y a la norteamericana, se nota cuando dice que, si la Banda Oriental siguiese siendo brasileña, el Brasil, con la ayuda francesa podría impedir el comercio británico en el Ríos de la Plata; si fuera Argentina, podría suceder lo mismo, si Buenos Aires se pusiera de acuerdo con Brasil, Francia, y los Estados Unidos. Sin duda la idea de Ponsomby era mantener a Montevideo, llave del Río de la Plata, en una situación política tan débil que quedase semi dependiente de Inglaterra y, por lo tanto, un puerto asegurado para el comercio inglés con la República Argentina y con el sur del Brasil, y, si fuera necesario, a través del contrabando tal como había sucedido durante el período colonial. Dorrego en un principio no fue partidario de aceptar que el mediador ofreciera al emperador como prenda de paz la provincia Oriental. Pero las dificultades tanto como el estado ruinoso en que había quedado el país con las extravaganciasy el desmanejo de la presidencia, el riguroso bloqueo del Plata y la situación de las provincias después de dos años de guerra civil, le inclinaron a contemporizar. En los primeros meses del año, se mostró dispuesto a oir proposiciones de arreglo honorables con el Brasil y Ponsomby insistió ante él, sobre la importancia de las concesiones hechas por el emperador "Las cuales, no escaparán a S.E. -decía_ 1°Renuncia su majestad a su título de la provincia Cisplatina. 2° Acepta que se negocie sobre el principio del statu quo de los beligerantes en vez del statu quo ante bellum …" El lord, con fina diplomacia, lograba concesiones por intermedio de Mr.Gordon, ministro inglés en Río de Janeiro. Dorrego dijo a Ponsomby que le sería dificil convencer al pueblo argentino de una independencia permanente, aunque sí temporaria. Y surgió la sugerencia de la independencia provisoria, porque confiaba en que, manteniendo al país en confederación, el imperio podría desintegrarse y la provincia restituírse fácilmente a la unión argentina (1) Arbitrio digno de un patriota. Dorrego solo cedió a las circunstancias, cuando no pudo hacer más para conservar como provincia a la Banda Oriental "Dicen que Dorrego está furioso con la independencia de la Banda Oriental", escribió confidencialmente el ministro Ponsomby; Los jefes argentinos del ejército, los mismos que habían aceptado la paz de García, empezaron a demostrar, según Ponsomby, "Un sentimiento de humillación por haber peleado en beneficio de los bárbaros" (2)

2)"Tal cambio de actitud fué fruto de los manejos de los personeros de la camarilla unitaria; o sea, el natural sentimiento de una oligarquía despechada y aviesa que, como en tiempos de Artigas, ya estaba poniendo en evidencia su apetito de venganza" José Luis Busaniche, Historia Argentina, P.478, Solar Hacette Bs. As. 1975

1)Carlos Roberts, Las Invasiones inglesas del Río de la Plata, Ps.572/573

2)Alución a los caudillos provinciales. Luis Alberto de Herrera La Misión Ponsomby

Ponsomby se saca la careta

A pesar de la hostidad que Ponsomby experimentaba por Dorrego, y de su preferencia por Moreno (ministro de gobierno) la renuncia de éste, abrió el camino para que fuera posible al ministro británico, una renovada y positiva actividad de mediación. Esto ocurría a principios de enero de 1828. Por entonces, "el lord", contaba con renovados argumentos para presionar a Don Pedro: 1°) El aspecto favorable que le brindaba la situación política y económica de la República pacificada, luego de la caída del régimen unitario. 2) El gobernador fortaleció considerablemente su posición al convocar a elecciones, y ganarlas ampliamente, contando además con el apoyo que recibió de hombres como Manuel J. García. Con tales avales, convino con los suyos, enviar una misión a Río de Janeiro. (1)En su entrevista con Ponsomby, el gobernador aceptó un armisticio, y se avino a negociar un arreglo de paz, sobre la base de la de la independencia de la Banda Oriental. El 8 de agosto Ponsomby se embarcó para Río, pero antes que la nave saliera del fondeadero le escribió a Dorrego para advertirle que no usara triquiñuelas. (2) y le dejó una carta absolutamente esclarecedora de las intenciones de Gran Bretaña respecto de los nuevos paises sudamericanos: "Vuestra exelencia no puede tener ningún respeto por la doctrina expuesta por algunos torpes teóricos que América, debería tener una existencia polítca separada de la existencia política de Europa. El comercio, y el común interés de los individuos, han creado lazos entre Europa y Amérca, lazos que ningún gobierno, ni tampoco acaso ningún poder, que el hombre posea, pueda ahora disolver. Y mientras estos lazos existan, Europa tendrá derecho, y ciertamente no carecerá delos medios ni de la voluntad de inrtervenir en la política de América, por lo menos en la medida necesaria, para dar seguridad de los intereses europeos" (3)

La carta contiene advertencias y aún veladas amenazas expresadas en base al conociendo que el lord tenía del acendrado patriotismo de Dorrego, pensando que el gobernador había accedido a tales condiciones, solo obligado por las circunstancias, el lord albergaba aún algún temor de que aquel cambiara de opinón en su ausencia.

La misión enviada a Río, encontró un campo propicio ya que a los notorios contrastes de las armas imperiales en tierra y en mar, tanto como los enérgicos e intencionados anuncios de Dorrego para continuar la guerra, avalados con determinación por la opinión pública argentina que lo reclamaba, y que había respondido de inmediato a un llamado del almirante Brown para proveer los fondos necesarios para la adquisición de naves para la escuadra. En efecto, los preparativos navales y militares argentinos, con ser tan serios, como era posible en esos días, revelaban el propósito y la firme determinación de dar nueva actividad a la guerra. Tales declaraciones llegaron abultados a Río, lo cual no era extraño, pues se exageraban en Buenos Aires con tal objeto.

Completaban el cuadro, la invasión de la Misiones Orientales (territorio Brasileño) por las milicias de Rivera, (4) y la actitud defensiva de Lecor (5) que era empujado al norte con su ejército desmoralizado. Y sobre todo, tal como fuera ya expresado sus finanzas al rojo vivo. Todo lo cual, jugó en el ánimo del emperador, trabajado además con antelación por el el ministro inglés, que lo incitaba a concertar la paz con la delegación argentina enviada a tales efectos.

Finalmente se firmó el protocolo de la Convención Preliminar de paz la paz, pero las firmó, profiriendo palabras hijas de su vanidad herida, más que de su patriotismo, y que no merecían ni su país, ni sus soldados ni sus marinos, que habían batallado con bravura y con honor. Por muy mortificante que fuera a Don Pedro el tener que iniciar las tratativas de paz, lo hizo procurando salvar las formas bajo los auspicios de lord Ponsomby, el que entregó, finalmente al gobernador Dorrego el protocolo de paz por intermedio del encargado de negocios en Buenos Aires W. Parish y que llevaba la fecha del 18 de marzo de 1828, autorizado con la firma del Ministro de Negocios Extranjeros del imperio, Marqués de Aracaty. Esta Convención tenía como base tal como fuera ya mencionado, la renuncia del Brasil a sus pretendidos derechos de soberanía sobre la provincia Oriental, la que debía erigirse en Estado Independiente. Este cambio radical de la política imperial, no era sin duda extemporáneo. Aparte de los hechos citados, y de la situación política y militar de ambos países beligerantes, que obraban en tal sentido, había otra fuerza secreta y pesuasiva que imponía esa solución. La mediación de Ponsomby, respondía a resoluciones é instrucciones precisas e imperiosas de la corte de Saint James. (6)

1)La misión estuvo a cargo de los generales Tomás Guido y Juan Ramón Balcarce

2)Ferns. P.199. A través de esa nota se percibian sus temores que Dorrego diera marcha atrás en lo acordado.

3) Ferns. F.O. 13/50, Ponsomby a Dorrego, 8 de agosto de 1828. Ob. Cit. P. 200

4)Caudillo oriental, de larga y singular y ambigua militancia en el órden militar y político en la historia rioplatense. 1784-1854

5) Detentaba en ese tiempo la comandancia del ejército imperial.

6)El gabinete británico, a quien en esa época se atribuía
en el mundo diplomático europeo y americano, intensiones y planes ambiciosos
sobre la provincia.

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"La paz con el Brasil, aunque recibida con satisfacción en Buenos Aires, no produjo explosiones de jubilo popular. En el ambiente flotaba algo así como el amargo dejo de una obra incompleta, que esterilizaba triunfos y sacrrificios. Pero se la aceptó como una necesidad y una solución decorosa y digna que permitiría al país consagrar todas sus fuerzas a su progreso y organización interna. La separación de la provincia oriental, que era al fin la consecuencia magna de la paz, tampoco se consideró con amargura ni mucho menos con encono, antes bien, como un timbre glorioso de la República. El hecho era doloroso y nada más que doloroso". Baldrich, ob. cit. p.332

Afirmaciones y Premoniciones

Firmada la paz, Manuel García, consecuente con su crítica visión acerca de la guerra y sus protagonistas, habría dicho: "Los orientales cumplieron sus inocultables deseos, los brasileños no obtuvieron lo que no le era propio, y nosotros los argentinos, tal como siempre sostuve, pusimos al país, al borde del colapso, sin ninguna clase de beneficios".

Por su parte, el coronel Dorrego requirió la opinión de Rosas en base a la intimidad política que mantenían. Este le contestó con su proverbial agudeza: -"Y, será ventajoso como usted dice; pero no es menos cierto, que usted ha contribuído a formar una grande estancia con el nombre de Estado del Uruguay; y eso, eso, no se lo perdonarán. Quiera Dios, que usted no sea el pato de la boda"

A todo esto, rencoroso, irreconciliable y vengativo, la eminencia gris del unitarismo, nuestro recordado don Julián S. de Aguero, decía también a ese respecto: "Nuestro hombre está perdido; el mismo se ha labrado su ruina" Y así fué en efecto, a nadie ya pudo ocultarse que el gobierno de Manuel Dorrego tenía sus días contados. No solo eso, los hechos se fueron encadenando de tal forma, que culminaron en tragedia, de tal dimensión, que La Argentina demoró más de veinte años en rencontrarse con los postulados de Mayo.

Epílogo

1°de diciembre de 1828

Tenía razón el doctor Aguero, cuando el general Lavalle desembarcó en el puerto de Buenos Aires con sus tropas; Dorrego estuvo perdido.

13 de diciembre de 1828

Frente al pelotón de fusilamiento, tal vez, nuestro hombre, habra pensado en las proféticas palabras de Juan Manuel de Rosas "Quiera Dios que usted no sea el pato de la boda". Habían trascurrido solo, tres meses y dieciocho días de la paz con el imperio.

Obras consultadas

Cárcano, Miguel Angel, La Política Internacional en la Historia Argntina, T. II, Eudeba Bs. aS. 1973

Baldrich, J. Amadeo, Historia de la Guerra del Brasil, Universitaria, Bs. As. 1974

Beruti, Juan Manuel, Memorias Curuosas, Emecé, 2001

Busainche, José Luis, Historia Argentina, Solar Hachette, Bs. As. 1975

Ferns, H.S. Gran Bretaña y Argentina en el Siglo XIX. Solar Hachette Bs. As. 1968

Herrera, Luis Alberto, La Misión Ponsomby,

López, Vicente, Historia de la República Argentina.

Parish, Woodbine, Buenos Aires y las Provincias del Río de la Plata, Hachette, Bs. As. 1953

Roberts, Carlos, Las Invasiones Inglesas.Emece, Bs. As. 2000

Rosa, José María, Historia Argentina, T.4, Oriente. Bs. As. 1974

Saldías, Adolfo, Historia de la Confederación Argentina, t.1, Universitaria, Bs. As. 1978.

The British Packet, De Rivadavia a Rosas 1826-1832. Solar Hachette. Bs. As. 1976

Wright, Iones – Nekhom, Lisa M. Diccionario Histórico Argentino, Emecé, Bs. As.

1990.

 

 

 

Autor:

Alberto Pereira Ríos

Septiembre de 2017

Mar del Plata, Argentina.

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