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La Revelación de Dios acerca de la Iglesia de Cristo en el Libro de Efesios (página 3)




Enviado por Guido Russ



Partes: 1, 2, 3

Cómo se logra esto. Pablo nos da la respuesta al compartir la idea de que solamente Cristo es nuestra paz, vale decir, lo que ninguna otra cosa – sea esto la ley con sus ordenanzas, méritos humanos, obras de la ley en todo sentido, sacrificios, etc. – pudo hacer, Él solamente Él en su propia persona, lo hizo, porque Él es la encarnación misma de la paz68. Él mediante su sacrificio voluntario, hizo la paz una realidad, reconciliando al hombre con Dios, y por tanto entre gentiles y judíos. Los fundió en una unidad orgánica, y esta es, la iglesia.

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  • 67 El recinto del templo consistía en una serie de atrios, cada uno un poco más elevado que el anterior, con el templo propiamente dicho en el patio más interior. En primer lugar, se encontraba el Atrio de los Gentiles; luego, el Atrio de las Mujeres; después, el Atrio de los Israelitas; después, el Atrio de los Sacerdotes, y finalmente el Lugar Santo propiamente dicho.

Los gentiles no podían entrar nada más que al primero de esos atrios, entre ese y el de las mujeres había un muro, o más bien una especie de celosía de mármol, hermosamente trabajada, en la que se encontraban a intervalos tabletas que anunciaban que si un gentil pasaba más al interior se exponía a la muerte inmediata. Josefo dice en su descripción del templo: < Cuando se pasaba de estos primeros claustros al segundo atrio del templo, había una partición todo alrededor hecha de piedra, de tres codos (metro y medio) de altura. Su construcción era muy elegante; sobre ella había pilares a distancias regulares entre sí, con carteles en los que se exponía la ley de la pureza, algunos en letras griegas y otros en romanas, de que ningún forastero podía entrar en el santuario. (Las guerras de los judíos, 5, 5, 2). En otra descripción dice del segundo atrio del templo: < Este estaba rodeado de un muro de piedra a manera de partición con una inscripción que prohibía a todos los forasteros la entrada bajo pena de muerte» (Antigüedades de los judíos, 15, 11, 5).

68 Isaías 9.6

En su sacrificio Cristo abolió la ley. Por supuesto que esto no significa que haya terminado con la ley como principio moral alojado en la conciencia de todo hombre69, formalizado en el decálogo, resumido en la ley de amor hacia Dios y hacia el prójimo70 y que culminó en el "nuevo mandamiento" (Juan 13.34, 35). Es por la gracia de Dios y por medio del Espíritu que mora en los santos, que en principio el creyente obedece la ley en gratitud por la salvación recibida. Se deleita en ella71.

Cristo realiza una nueva creación al unir a ambos, judíos y gentiles. Teniendo presente que Cristo al mismo tiempo es "la simiente de la mujer", y "la simiente de Abraham", no debiera sorprendernos entonces que tanto el judío como el gentil se encuentren al fin para constituir "un nuevo hombre", una nueva humanidad (cf.4.24; Col. 3.10,11). ¡En Él ambos fueron hechos una nueva "creación"!

Ambos ahora como uno solo, y reconciliados con Dios por medio de Jesucristo son vistos ahora como un solo cuerpo, la iglesia

A través de la persona, el sacrificio y la mediación de Cristo, se permite a los pecadores acercarse a Dios Padre y son llevados con aceptación a su presencia, con su adoración y su servicio, bajo la enseñanza, inspiración del Espíritu Santo, como uno con el Padre y el Hijo.

h.- La familia de Dios y su casa.

Como ya hemos visto, no existen barreras solo la unidad entre dos pueblos, los judíos y los gentiles.

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69 Romanos 1.21; 2.14, 15

70 Mateo 22.34-40; Marcos 12.28-34; Lucas 10. 25-28; Romanos 13.8-10; Gálatas 5. 14

71 Romanos 7.22; Hendriksen W. "Efesios" p.147

Pablo enfatiza que los gentiles ya no son extraños, sino miembros en plenitud de derechos de la familia de Dios. En otras palabras, por medio de Jesús están en casa con Dios.

Gracias a Jesús hay sitio en la familia de Dios para todo el mundo. Lo que, si nos podemos dar cuenta, es que el mundo y la gente levantan barreras en contra de esto; las iglesias mismas puede que celebren la comunión exclusivamente para sus miembros; pero Dios no hace eso nunca. Lo malo que podemos decir de esta situación es que la iglesia a menudo es exclusiva cuando Dios no lo es.

Pablo visualiza un edificio en su transmisión de ideas. Ve cada iglesia como una parte de un gran edificio, y cada uno de los creyentes como una piedra de ese edificio. Por cierto, declara que la piedra angular, la que sustenta todo el edificio, y da la firmeza, es Jesucristo. Es un edificio que se sigue construyendo y que cada parte se va incorporando a Cristo.

A esto nos está guiando Pablo, inspirado por el Espíritu, a lo que debe ser la iglesia. Su fundamento no depende de la organización, ni del ritual, ni la liturgia, sino de Cristo. "Ubi Chistus, ibi Ecclesia", "Donde está Cristo, allí está la iglesia". Bajo la percepción del apóstol la iglesia solo presentará su unidad cuando se dé cuenta de que no existe, para propagar la idea de un grupo de personas, sino para ofrecer un hogar en el que pueda morar el Espíritu de Cristo, y en el que todas aquellas personas que aman a Cristo se puedan reunir en ese Espíritu

Dios habita en todos los creyentes; ellos llegan a ser el templo de Dios por la obra del Espíritu Santo. Es en este momento que debiéramos preguntarnos si nuestra esperanza está fijada en Jesucristo conforme a la doctrina de Su Palabra. Toda la gracia del evangelio y el gozo que contiene, vienen de Dios; es el medio por el cual el Espíritu Santo obra en las almas de los hombres, de los creyentes. Esto no estuvo tan claro en épocas anteriores a Cristo, esta es la gran verdad dada a conocer al apóstol, que Dios llamaría a los gentiles a la salvación por medio de la fe en Cristo. De esta manera el edificio se encuentra bien construido, bien concertado, y es entonces que el Espíritu sella a todos los creyentes como Hijos de Dios y herederos del cielo.

Está claro que esta casa (familia) de Dios que se levanta y edifica para ser un templo santo en el Señor, el lugar en donde Él habita, es una entidad espiritual y no física.

i.- El propósito eterno de Dios.

Pablo se considera a sí mismo como el receptor de una nueva revelación. Nunca consideró que él había descubierto el amor universal de Dios; Dios se lo había revelado.

Pablo se considera a sí mismo como el trasmisor de la gracia. Él ha sido encomendado a los gentiles, el Evangelio de la incircuncisión se le había confiado a él, y que a él se le había dado esa gracia72. Uno de los grandes hechos de la vida cristiana es que se nos han dado cosas preciosas del Evangelio para que las compartamos con otros. Ahora bien, si no las compartimos, las perdemos.

El apóstol nos dice que el don gratuito de la gracia de Dios le hizo servidor. Definitivamente no pensaba que el servicio fuera algo gravoso, sino más bien un privilegio radiante. No esperaba que el camino del servicio fuera fácil; no esperaba que el camino de la lealtad estuviera libre de obstáculos. El sufrir por Cristo no es un castigo, sino nuestra gloria; porque es compartir los padecimientos de Cristo mismo, y una oportunidad de demostrar que nuestra lealtad a Cristo es real.

Pablo se siente doblemente privilegiado, por un lado, que le fuera revelado que toda la humanidad estuviera reunida en el amor de Cristo, y por otra parte, el privilegio de darle a conocer este secreto a la Iglesia, y de ser el instrumento para que la gracia de Dios llegara a los gentiles. Estos privilegios más que conducirlo hacia el orgullo, todo lo contrario, lo hacían intensamente humilde.

El apóstol está constantemente recordándonos que la reunión de toda la humanidad era parte del propósito eterno de Dios. Normalmente aquí en este punto se comete un error cuando se habla de que el Evangelio se predicó a los gentiles solamente porque los judíos no lo quisieron recibir, lo rechazaron. La Salvación de los gentiles no es un añadido, o el plan "B" de Dios, sino que era parte del propósito eterno de nuestro Dios.

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72 Gálatas 2.7,9

"Por esta causa". Pablo está haciendo referencia a este plan eterno del cual él, es el portador, y la vida del creyente que Él ya ha tratado. Es decir, Pablo vuelve a hacer referencia a la gran salvación y nacimiento de la iglesia que Dios ha creado a través de Cristo. Por eso dobla sus rodillas, para pedir que se complete la obra de salvación y la construcción del cuerpo de creyentes, la iglesia.

Pablo dirige su oración a Dios el Padre de nuestro Señor Jesucristo.

Jesucristo vino a revelar a Dios, a demostrar cómo es Dios73.

Ora a Dios, porque sabe que él le oirá y responderá a su oración. También estaba dirigida al "Padre de toda la familia de Dios". Es decir, Dios es el Padre de todos los creyentes que alguna vez creyeron y confiaron en su promesa tanto en el pasado como en el presente.

La iglesia necesita de la fortaleza y poder, que es lo que Pablo está pidiendo, de otra manera no pueden llevar adelante este plan divino y eterno. Esto sólo se logrará con la intervención del Espíritu Santo, al interior del "Cuerpo de Cristo", porque es la única manera que el creyente puede, no sólo reclamar las bendiciones de Dios, sino también cumplir con este propósito de Dios. Es el Espíritu Santo que mora en el "hombre interior", por tanto; es Él el que le ayuda a seguir adelante y hacer la tarea.

Debe morar Cristo al interior de la Iglesia, esto, dicho de otra manera: Cristo debe gobernar. Esto significa que debe tomar residencia permanente, y tomar conciencia de que realmente esto es así. Mientras más conocimiento tome, la iglesia, de el propósito de Dios, más andará y vivirá en Cristo.

j.- Conocer el amor de Cristo: la Iglesia.

Este mundo es un caos, que va desintegrándolo todo. El designio de Dios es que todos los elementos discordantes, aquellos que están produciendo división en todo, se reúnan en Cristo Jesús. Esto no se logrará, dice Pablo, a menos que la Iglesia proclamen el mensaje de Cristo y el amor de Dios a todo el mundo. Por esto es que ora Pablo, a lo cual nosotros debiéramos unirnos, y es que los que están dentro de la iglesia sean tales que toda la Iglesia sea el verdadero "cuerpo de Cristo".

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73 Juan 3.16

Debemos estar cimentados en Cristo. Cuál es la manera. La respuesta nos la da el apóstol, y esta tiene que ver con el "amor". La expresión que se usa aquí es "ágape", que es el mismo amor que encontramos o que tiene Dios para con su creación. Este es el amor que se debe encontrar al interior de la Iglesia, para que realmente tenga el cimiento y el arraigo que la sustentará a pesar de las dificultades. Este es el amor que encontramos de parte de Dios y de Jesucristo en todo el Nuevo Testamento.

El amor nos llevará a una total comprensión y plenitud de lo que Dios está realizando. Todos deben entender el ancho, el largo y la profundidad y altura de lo que Dios ha hecho por todos y la iglesia. Es como si Pablo nos invitara a mirar al universo – al cielo infinito sobre nosotros, a los horizontes ilimitados a cada lado, a la profundidad de la tierra y de los mares por debajo de nosotros, y dijera "El amor de Cristo es tan inmenso como todo eso".

"Si queremos podemos decir que, en su anchura, el amor de Cristo incluye a todas las personas de cualquier clase, edad y mundo; en su longitud el amor de Cristo estuvo dispuesto a llegar hasta la cruz; en su profundidad descendió hasta la experiencia de la muerte; en su altura nos sigue amando en el Cielo, donde Él está intercediendo constantemente por nosotros (hebreos 7.25). Ninguna persona queda excluida del amor de Cristo; ningún lugar está fuera de su alcance"74.

Es cierto que no logrará comprender el amor de Cristo en toda su magnitud, pero es allí en donde se debe orar para que Dios ayude y así aprender cada vez más de Su amor.

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74 Barclay W. "Gálatas y Efesios" p. 221

El amor de Cristo es experimentado con todo el pueblo consagrado a Dios, es decir, lo encontramos en la comunión con la iglesia. La Iglesia puede tener sus faltas; los miembros de ella pueden estar todavía tratando de caminar como corresponde; pero en la comunión de la Iglesia debemos encontrar el amor de Dios.

k.- La unidad interna y orgánica de la Iglesia.

El creyente posee la presencia del Espíritu Santo. Cuando Cristo lo prometió que lo enviaría, Él estaba prometiendo que la Trinidad – el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo – vendrían a morar en el creyente. Es de esta unidad de la que debemos aprender y ser llenos constantemente, de ella es que la plenitud de Dios se encuentra en el creyente.

La Unidad en la iglesia, no es impuesta por alguna autoridad externa sino, por el poder de Cristo que mora en los creyentes, opera desde dentro de este organismo que es la iglesia.

La iglesia es espiritualmente una. Esto implica que los creyentes deben "hacer todo esfuerzo posible para preservar la unidad impartida por el Espíritu Santo mediante el vínculo de la paz". Esto no significa que el individuo pasa a ser un diente de un engranaje, tampoco la unidad es un fin en sí mismo. Al contrario, es una unidad que tiene el propósito de constituirse en bendición de los unos para con los otros, de modo que la iglesia pueda ser edificada y así ser una bendición para el mundo.

Lo anterior se logrará cuando cada creyente coopere, contribuya con su parte en el crecimiento interno de la iglesia.

Pablo dirige nuestra mirada no sólo a la unidad, y al crecimiento en cuanto a Cristo, sino que debemos detenernos para fijarnos en algunas de las palabras que menciona, que constituyen la amalgama de esta construcción orgánica que es la iglesia. La primera es la "humildad"75, viene del conocimiento de sí mismo.

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  • 75 En griego no hay una palabra para humildad que no contenga algún atisbo de mezquindad. Posteriormente, Basilio había de describirla como "el joyero de todas las virtudes;" pero antes del cristianismo la humildad no se consideraba ni siquiera como una virtud. El mundo antiguo consideraba la humildad despreciable. (Barclay W. Efesios. P.224)

Es vernos a nosotros mismos tal como somos. La humildad cristiana se produce cuando nos colocamos al lado de Cristo y cuando consideramos lo que Dios espera de nosotros.

Dios es la suma perfección, y es imposible satisfacer a la perfección. La propia satisfacción depende del nivel con el que nos comparemos. Si nos comparamos con nuestros semejantes, puede que nos demos por satisfechos. Pero el modelo cristiano es Jesucristo, y Dios nos demanda la perfección; y al colocarnos bajo ese nivel no nos queda lugar para el orgullo.

La segunda de las grandes virtudes que menciona Pablo, es la mansedumbre. Es el hombre que está tan controlado por Dios que se indigna cuando debe indignarse, y nunca cuando no debe.

La tercera es paciencia, que en algunos casos se ha traducido por "longanimidad". Para el creyente partícipe de la iglesia, habla de paciencia con los hermanos. Es aquel que tiene poder para vengarse, pero no se venga. (Crisóstomo). Para el cristiano debe tener con sus semejantes la paciencia que Dios ha tenido con él innumerables veces.

La cuarta y no menos importante es el amor. El amor cristiano era algo tan nuevo en el mundo antiguo que los escritores cristianos tuvieron que inventar una palabra nueva para definirlo; o, por lo menos tuvieron que usar una palabra muy rara en griego, dándole un sentido totalmente nuevo: agápe76

El sentido auténtico de agápe es una benevolencia a toda prueba. Es la cualidad de la mente y del corazón que impulsa a un cristiano a no sentir nunca ninguna enemistad ni ningún deseo de venganza, sino a buscar siempre el mayor bien posible para todos, sean como sean.

Estas cuatro virtudes desembocan en una quinta: la paz. Pablo está muy interesado en que los que leen esta carta puedan e intenten con dedicación la "unidad" que debe caracterizar a la verdadera iglesia.

Las bases que establecen el fundamento de la unidad cristiana son: (a) "Hay un solo Cuerpo". Cristo es la Cabeza, y la Iglesia es el Cuerpo. Si no hay una unidad coordinada con el cuerpo, los propósitos de la cabeza se frustran.

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Es vital la unidad de la Iglesia, y es esencial para la obra de Cristo. (b) "Hay un solo Espíritu", la palabra que se usa para espíritu es "pneúma", que también se traduce como aliento, y es la que más comúnmente se usa. A menos entonces que haya aliento en el cuerpo, el cuerpo está muerto; y el aliento visualizador del Cuerpo de la Iglesia es el Espíritu de Cristo. No puede haber iglesia sin el Espíritu; y no puede recibir el Espíritu más que deseándolo y esperándolo en oración. (c) "Hay una sola esperanza de nuestra vocación". Todos, cual más cual menos, estamos en dirección y en movimiento hacia la misma meta. Este es el gran secreto de la unidad de los cristianos. Entendemos que, aunque nuestros métodos, nuestra organización, hasta algunas de nuestras creencias puede que sean diferentes; pero todos nos esforzamos para alcanzar la meta de un mundo redimido en, por y para Cristo. (d) "Hay un solo Señor". "Jesucristo es el Señor" (Flp.2.11), un día la humanidad hará esta confesión, es lo que Pablo nos transmite. Para los creyentes están unidos porque son propiedad y están al servicio de un Dueño y Rey. (e) "Hay una sola fe". Pablo no está hablando ni quiere decir que hay un solo credo. Tiene que ver con la entrega incondicional del cristiano a Jesucristo. Puede que se pueda expresar de diferentes maneras, pero en el fondo es rendirse a Cristo. (f) "Hay un solo bautismo". Aprendemos que el bautismo es una confesión pública de fe en Jesucristo. Ocurría en la Iglesia primitiva, y lo es en el día de hoy. No hay otra manera de ingresar en la Iglesia de Jesucristo, que no sea mediante la confesión pública de la fe en Jesucristo. (g) "Hay un solo Dios", Este Dios es Padre de todos. Lo más grande que puede decir un creyente, no es que es Rey, ni Juez, sino que es Padre, y esto nos muestra el "amor" de Dios, hacia nosotros. Él es por encima de todas las cosas. Tiene el control de todo. Está detrás de todo, esto nos lleva a la idea de la "providencia" de Dios.

Cuando la iglesia reconoce su unidad y se esfuerza más y más en preservarla, cooperando cada miembro con todos los demás, y que el evangelio se propague, la iglesia estará gozosa de hacer la tarea, Satanás entonces temblará y el nombre de Dios será glorificado.

l.- Los dones dados a la iglesia.

Al introducirnos en este tema, debemos inmediatamente reconocer que todo lo bueno que puede tener un creyente es don de la gracia de Cristo. A cada creyente es dado algún don de la gracia para que se ayuden mutuamente. Todo se da según Cristo le parezca bien otorgar a cada uno, esto es el equipamiento que Él le da a la iglesia, para llevar adelante la tarea en la tierra.

Debemos entender el gran costo que pagó Cristo para obtener el derecho a dar dones a los creyentes. Tuvo que morir y descender a las partes más bajas de la tierra. Entonces Él da los más grandes dones, dones que hacen que un creyente esté ocupado de su vida con mayor significado y propósito. Cuando esto no ocurre entonces encontramos a personas (creyentes), que se sienten insatisfechos, vacíos sin propósito y deseando un cambio. (1) son personas que no han comprometido sus vidas a Cristo, en otras palabras, ni se niega a sí mismo, ni sigue a Cristo. (2) no se ha sacrificado, todo lo que es, ni lo que tiene, para servir a Cristo. (3) es una persona que siembra en la carne y no en el Espíritu.

El gran valor de lo que Cristo realizó es glorioso. Murió para poder ascender a los cielos y llenar todas las cosas, Jesucristo es la Majestad Soberana del Universo. Él puede salvar y entregar dones a los hombres.

Son estos dones dados y ganados por Cristo, para la iglesia. Esta es la forma en que este organismo se mueve, y crece orgánicamente. Es el Espíritu Santo que impulsa a que estos dones se usen para lograr la unidad a la cual Dios nos está convocando, a formar verdaderamente el "cuerpo de Cristo", la Iglesia.

m.- Los responsables de la Iglesia.

Este pasaje nos ayuda a entender la organización y la administración de la iglesia primitiva. En la Iglesia Primitiva había tres clases de responsables. Había unos pocos cuya autoridad se extendía por toda la iglesia. Había bastante cuyo ministerio, no estaba circunscrito a un lugar, sino que tenían un ministerio ambulante e iban adonde el Espíritu los movía. Y también estaban los que se limitaban a una congregación y a un lugar.

Los apóstoles eran los que tenían autoridad en toda la iglesia. Debemos entender que los apóstoles incluían a más de los doce.

Para ser apóstol debía cumplir dos grandes cualificaciones: (a) haber conocido a Jesús personalmente. (b) tenía que ser un testigo de la Resurrección de Jesús. Ahora bien, en algún momento tenían que acabarse los apóstoles, porque al cabo de cierto tiempo ya se habían muerto todos los que habían conocido a Jesús. Pero en este punto debemos hacer un alcance y es que en un sentido todavía la cualificación para escoger apóstoles continúa abierta. El que debe presentar a Cristo, debe conocerle personalmente; y el que haya de manifestar el poder de Cristo a otros debe haber experimentado el poder del Cristo Resucitado.

Estaban los profetas. Su tarea o misión no era exclusivamente de "pronosticar" el futuro, sino de "proclamar" la voluntad de Dios. Los profetas se movían por todas las iglesias. Su mensaje era revelación directa del Espíritu Santo, y no producto de pensamientos o estudios. No tenía hogar ni familia, ni medios de subsistencia.

Los profetas, como un ministerio reconocido, desaparecieron de la Iglesia antes que muchos. Eso sucedió por tres razones. (a) En tiempos de persecución, los profetas eran los primeros en caer. (b) Los profetas llegaron a ser un problema. A medida que las iglesias iban creciendo se desarrollaba su organización local. Cada congregación se iba volviendo una organización con un pastor permanente. Los ministros establecidos empezaron a objetar la intrusión de estos profetas ambulantes, que a menudo inquietaban a sus congregaciones. El resultado inevitable fue que los profetas fueran desapareciendo poco a poco77.

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  • 76 El libro más antiguo de administración eclesiástica que se conoce es la Didajé, La Enseñanza de los Doce Apóstoles, que surgió allá por el año 100 d.C. En él se ven claramente tanto el prestigio como las sospechas que despertaban los profetas. Se establece el orden del culto de comunión, así como las oraciones que se habían de usar; y a continuación se dice que un profeta puede dirigir el culto como quiera. Pero hay algunas otras disposiciones. Se establece que un profeta ambulante puede quedarse uno o dos días en una congregación, pero si quiere quedarse tres días es un falso profeta; se establece que si un profeta ambulante, en un supuesto momento de inspiración, solicita dinero o una comida, es un falso profeta

Estaban los evangelistas, era un ministerio ambulante. Corresponden a los que nosotros llamaríamos misioneros. Pablo le dice a Timoteo: < Haz la obra de evangelista» (2Tim.4: 5). Eran los que daban a conocer la Buena Noticia. No tenían el prestigio ni la autoridad de los apóstoles, que habían visto al Señor; ni ejercían la influencia de los profetas inspirados por el Espíritu; eran los obreros habituales de la Iglesia que llevaban la Buena Nueva a los que todavía no la conocían.

Los pastores y maestros. La gran mayoría de los comentarios favorecen el hecho de analizarlos como un grupo. En cierto sentido tenían la tarea más importante de toda la Iglesia: no eran ambulantes sino fijos en una congregación. Tenían una triple función. (a) Eran maestros. En la Iglesia Primitiva había pocos libros. La imprenta no se había de inventar hasta mil cuatrocientos años después. Todos los libros tenían que escribirse a mano, y un libro del tamaño del Nuevo Testamento costaría por lo menos el sueldo de todo un año de un obrero. Eso quería decir que la historia de Jesús se tenía que transmitir principalmente de viva voz. La historia de Jesús se fue contando oralmente antes de que se escribiera, y estos maestros tenían la tremenda responsabilidad de ser los depositarios de la historia del Evangelio. Era su función el conocer y el transmitir la historia de la vida de Jesús. (b) Las personas que se incorporaban a la Iglesia procedían directamente del paganismo. No sabían absolutamente nada del cristianismo, excepto que Jesucristo había tomado posesión de sus corazones. Por tanto, estos maestros tenían que desplegar la fe cristiana ante los conversos, tenían que explicar sus grandes doctrinas. Es a ellos a los que debemos que la fe cristiana se mantuviera pura y no fuera distorsionada en su transmisión. (c) Estos maestros eran también pastores. Pastor era la palabra latina que designaba, lo mismo que la española; al que cuidaba de un rebaño. Las personas que venían a ella acababan de salir del paganismo, y estaban en constante peligro de volver a él; y el deber del pastor era guiar su rebaño y mantenerlo a salvo.

En el Nuevo Testamento está indeleblemente retratado la figura del pastor. Es el que expone su vida, busca, cuida, guía a sus ovejas y las mantiene en el rebaño. El pastor del rebaño de Dios es el que lleva al pueblo de Dios en el corazón, los alimenta con la verdad, los busca si se extravían y los defiende de todo lo que pueda dañar sus almas. Su objetivo es que los miembros de la iglesia estén debidamente equipados.

La idea entonces de la función de los responsables de la iglesia, es asegurarse de que los miembros sean instruidos, guiados, cuidados, buscados, para que lleguen a ser como Dios quiere. Su finalidad también es comprobar que el Cuerpo de Cristo es edificado. Sus obras son siempre para la construcción y no la destrucción. Su objetivo no es causar problemas, sino resolverlos, fortalecer siempre, y nunca debilitar la obra de la Iglesia.

El fin más importante para cada uno de ellos es que los miembros de la iglesia lleguen a la unidad perfecta. Su ejemplo y comportamiento es el que guía a la iglesia a fortalecer la unidad en Cristo.

Los miembros de la iglesia deben llegar a un pleno desarrollo. La iglesia no puede contentarse que sus miembros vivan vidas respetables. Su tarea y misión es que sean ejemplo de la perfecta vida cristiana, tanto para hombres como para las mujeres.

Pablo nos indica el objetivo de la iglesia y es que sus miembros alcancen la estatura que se mide mediante la plenitud de Cristo. La finalidad de la iglesia no es nada menos que engendrar hombres y mujeres que son el reflejo perfecto de Jesucristo mismo.

La lección importante que debemos aprender y es la que se enseña a través de estas líneas, es que no solamente los apóstoles, profetas, evangelistas, y aquellos llamados "pastores y maestros", sino que la iglesia entera debe estar ocupada en la labor espiritual. En otras palabras, los creyentes también deben ocuparse de aprender y profundizar en la Palabra, para transmitir el Evangelio de la manera correcta. Es aquí en este punto en dónde se está poniendo de realce "el sacerdocio universal de los creyentes".

La tarea de quienes ejercen el ministerio (el servicio), es equipar a la iglesia, a los creyentes, para las tareas que a ella le corresponde. ¡Predicar el Evangelio! Sin embargo, debemos añadir a esto que la efectividad del testimonio positivo y consciente del creyente depende en gran manera de aquellos momentos en que se debe dar testimonio. Para todos es siempre y en cada momento de las vidas de quien ha aceptado y reconocido a Cristo como su Señor.

n.- El crecimiento de la Iglesia en Cristo

Es importante en entender que, en la iglesia, hay todo tipo de personas, y también están aquellos creyentes que hay que proteger. Pablo nos está señalando que dentro de los miembros hay algunos que son como niños, dominados por el deseo de las novedades y también son capturados por la última moda en religión. A través de la historia podemos darnos cuenta que existen y han existido modas religiosas, que van y vienen, pero la Iglesia establecida en el fundamento correcto, que es Cristo, esa perdurará.

Debemos poner atención al interior de la iglesia, porque encontraremos aquellos de los cuales hay que guardarse. Son aquellos que tratan de apartar a otros de la fe con argumentos y argucias. Estamos en tiempos en que se habla mucho más de religión que otros tiempos. Y los jóvenes especialmente, deben enfrentar argumentos que se levantan contra la iglesia y contra Dios. Solo existe una sola manera de enfrentar estas situaciones, de un tipo de personas, o de otra, o de argumentos contaminantes, y esto es crecer constantemente en Cristo.

Lo que estamos diciendo es que, si realmente la iglesia verdadera en donde Cristo es su cabeza, producirá la coordinación de sus miembros como cuerpo, y entonces caminarán sin tropezar o ser desviados. Es estar bajo el control de Cristo. La Iglesia se mantendrá sana y eficaz cuando todos sus miembros como cuerpo estén en íntima conexión con Jesucristo, que es la Cabeza y la mente que marca la línea de operación del Cuerpo.

A la iglesia se le pide no solamente unidad sino también crecimiento. Debemos enfocarnos en la meta, llegar a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, debe ser el anhelo, que motive y mueva, a todos en la dirección correcta. Se debe enfatizar entonces la enseñanza de la sana doctrina, aquella que es transmitida por los apóstoles y quienes lo recibieron del Señor, para nosotros es la Palabra de Dios en la Biblia. La iglesia no sólo debe hablar de la verdad, sino practicar la verdad; no obstante, debe ser siempre en el contexto del amor.

Pablo hace una analogía con el cuerpo humano, y nos dice que, estando bien constituidos, mediante cada coyuntura, crece en fortaleza, así también lo debe hacer la iglesia, cuando recibe el apoyo activo de cada miembro, cada uno obrando de acuerdo a su habilidad, será edificado en amor.

Para lograr este crecimiento, y que el "cuerpo" funcione de la manera correcta y que sea guiado por Cristo como "cabeza de la iglesia", es que se nos exhorta a dejar nuestra vieja manera de vivir, y comenzar a tomar la vida de Cristo como nuestro principal y único ejemplo.

Pablo se toma el tiempo para recordarnos lo que hacen los paganos, quienes tiene el corazón petrificado, duro sin capacidad de entendimiento. Hemos aprendido que una de las cosas horribles del pecado es su efecto petrificador, que hace que la persona pierda toda sensibilidad. El mundo gentil, del cual vienen todos, traen cosas terribles de las cuales diremos: (1) corazones humanos petrificados que ni cuenta se dan que están pecando; (2) personas tan dominadas por el pecado que habían olvidado y perdido toda vergüenza y la decencia; (3) las personas están tan a merced de sus deseos que ya no le importan los demás, llevándolos al extremo de destruir toda inocencia con tal de satisfacer sus deseos.

Debemos romper con esta clase de vida. Debemos asumir la santidad y la integridad a la cual Dios nos ha llamado.

El apóstol es bastante practico cuando nos habla de las vestiduras, de cuáles nos debemos despojar y de cuáles debemos vestirnos. Cuando una persona se viste, normalmente quiere estar seguro de que se pone la ropa correcta. Si esa persona se pone ropas inadecuadas y usa ropa que a todos le molesta, será rechazado o rechazada. Debemos reconocer que la gran mayoría evita a la persona que está vestida de una manera que no corresponde a la ocasión y provoca que los demás se avergüencen. Lo mismo nos dice Pablo que Dios se avergüenza de las vestiduras inadecuadas. No debemos usar aquellas que producen vergüenza y usar aquellas que den honra.

Si deseamos una Iglesia en crecimiento, conforme a la guianza del Señor, entonces debemos dejarnos enseñar para usar la ropa adecuada, siguiendo la analogía de Pablo. Entonces se nos insta a tener una iglesia sin: mentiras, enojos pecaminosos, robos, palabras que no edifican78, amarguras, griterías, maledicencias, etc. Si mantenemos algunas de estas cosas, no seremos una iglesia que atraiga a creyentes en Cristo para su edificación y lo único que lograremos, es tener una iglesia que sólo avergüence y deshonre a Dios. Y lo más seguro es que el Espíritu Santo no está en medio de esa iglesia, ni tampoco habrá crecimiento sano y efectivo.

Si deseamos ver una iglesia guiada por el Espíritu Santo como "cuerpo de Cristo" y en crecimiento debemos ver: (a) Benignidad, creyentes cuidadosos, gentiles, dispuestos a bendecir, hermanos entre sí, unidos en Cristo79. (b) Misericordia. Creyentes que manifiesten compasión, comprensión, amor, calidez. En palabras simples, que estén conscientes de los dolores y sufrimientos de un hermano. (c) Perdón. Siempre dispuestos a perdonar a la persona por algo que hizo mal. El mandamiento sigue siendo "perdónalo". Esto es porque Dios nos ha perdonado. No importa cuánto una persona ha hecho en nuestra contra, nunca se podrá comparar con lo que nosotros hemos hecho en contra de Dios. Sin embargo, Dios nos ha perdonado.

Poniendo atención a todo esto es que lograremos una iglesia sana y efectiva y en crecimiento, y las personas estarán dispuestas a compartir y comprometerse, en la tarea que para la iglesia ha sido dado.

o.- Una Iglesia que sigue el ejemplo de Dios

Una de las tareas difíciles que nos transmite Pablo es que debemos ser creyentes que sigamos el ejemplo de Dios. Esto pone un nivel alto a la Iglesia.

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79 Romanos 12.10

Oportunidad tras oportunidad, Jesús y los apóstoles enfatizaron el hecho de que los creyentes deban enfocarse en ser imitadores de Dios80.

Las actuales generaciones que hacen declaraciones como: "Nosotros hemos conquistado el espacio", y que hace descender a Dios a su nivel, poniéndolo al lado, puede no parecer tan vergonzoso el tratar de imitar a Dios. Pero si, por la gracia del verdadero Dios, las palabras "Estad quietos y conoced que yo soy Dios" tienen algún significado en nuestras vidas, esto de imitar a Dios podría resultar frustrante.

¿Cómo podríamos imitar a quien no podemos comprender?

¿Descubrirás tú los secretos de Dios?

¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso? Es más alta que los cielos; ¿qué harás?

Es más profunda que el Seol; ¿cómo la conocerás? (Job 11.7,8)

Con Isaías lo vemos sentado en un trono, rodeado de serafines y voces que dicen: "Santo, santo, santo Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria" (Is. 6.1-5). Podríamos declarar lo que Pedro: "Apártate de mí que soy un pecador" (Lc.5.8) y comprendemos a Juan igualmente cuando dice: "Cuando le vi, caí como muerto (Ap.1.17).

La única manera que tanto creyentes como la iglesia podamos comprender lo que significa "imitar a Dios" es movernos en un espíritu de temor reverente. Sólo entonces pondrá el Señor su diestra sobre la Iglesia, sobre los creyentes y dirá, "¡No temas!". Si tomamos obedientemente este mandato que Pablo nos hace, y que tomamos como mandamiento de Dios, es posible, y para esto podemos tomar las siguientes razones: (a) somos creados a imagen suya; (b) El Espíritu que nos capacita vive en nosotros; (c) Por medio de su gracia regeneradora y transformadora hemos llegado a ser sus hijos, vale decir, imitadores81.

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81 Hendriksen W. "Efesios" p.245

Debemos entender que no podemos creer que podremos imitarle en cómo es Él no es así, lo que, si podemos hacer en nuestra forma finita, y debemos hacerlo, es copiar su amor. Andad en amor, o, dicho de otra manera, dejar que el amor sea la norma de su vida, que sea lo que caracterice a la iglesia y a quienes son sus miembros, y esto se traduzca en sus palabras pensamientos, y hechos. Esto nos invita al autosacrificio, ejemplo nos ha dado Cristo, con su sacrificio redentor.

El creyente debe caminar por la vida siguiendo a Dios, amando como amó Cristo, siendo limpio de cuerpo, es decir moralmente puro, siendo de boca limpia, conocedores de las advertencias que Dios hace y que debemos rechazar de nuestras vidas (fornicación, inmundicia, avaricia, idolatría), es separarnos de toda inmundicia.

Si la iglesia sigue el ejemplo de Dios, que es Cristo, hará que la iglesia y sus miembros brillen con la luz de Él. No olvidemos que la luz produce buen fruto. La luz que Cristo trae nos hace ciudadanos útiles en este mundo. Nos permite distinguir lo que es del agrado de Dios de lo que no lo es. En palabras simples, la luz expone lo malo, lo deja en evidencia. Esto significa que no sólo le muestra a la iglesia como lo está haciendo, sino que además esta luz hace que a los creyentes se manifieste lo íntimo del corazón. Esta luz tiene en sí una cualidad purificadora.

p.- Como debe caminar y actuar el creyente perteneciente a la iglesia

Pablo con respeto a la gloria de Cristo manifestada en la iglesia escribe: "Tened mucho cuidado pues cómo andéis". Es necesario para todos los creyentes mostrar en toda forma y en todo tiempo que realmente han rechazado, repudiado su vieja naturaleza y han abrazado la nueva y devota vida a Cristo. Debemos reconocer que esta es la única forma efectiva de comprobar el estado de nuestra salvación, exponiendo las infructuosas obras de las tinieblas, a la luz de Cristo en la iglesia.

Los tiempos en los que vivían eran malos, por eso Pablo hace esta indicación, tiempos que en la actualidad no son mejores. Hace una comparación entre el mundo pagano y el del creyente. Por un lado, los paganos se reunían siempre y sus reuniones terminaban en orgías, ellos encontraban lo que buscaban emborrachándose de vino y entregándose a los placeres mundanos. Por el contrario, el cristiano encuentra la felicidad en estar lleno del Espíritu Santo. Pero el cristiano debe buscarlo, no debe esperar a que caiga del cielo, sin escatimar el costo, de lo que esta búsqueda le signifique.

La iglesia primitiva era una iglesia que cantaba y se caracterizaba por los salmos e himnos y canciones espirituales. Era una iglesia feliz. También era una iglesia que daba gracias a Dios. Para ellos era natural el darle gracias a Dios por todas las cosas, en todo lugar en toda circunstancia. Era una iglesia que se honraban mutuamente. Pablo nos indica que este respeto y mutuo honor era porque honraban a Cristo.

Una persona llena del Espíritu Santo tiene un espíritu sumiso y respetuoso. Lo mismo se aplica a la Iglesia. Una iglesia llena del Espíritu Santo tiene un cuerpo de creyentes que son sumisos, saliendo de su confort para ministrar y servir unos a otros. Ante el Temor a Dios, se someten a cada uno antes de quebrantar la plenitud del Espíritu de Dios.

Pablo dirige nuestra mirada hacia la institución más sagrada que existe en la tierra, que es la familia. Según sea la atmósfera religiosa de compromiso y devoción en la familia, así lo será en la iglesia.

Si hay un pasaje controversial, es el que nos habla que la "esposa debe someterse a su marido, como al Señor". Normalmente se ha hecho y es una manipulación, se elimina la parte "como al Señor", dejando la primera parte y esto definitivamente es un acomodo no en el Espíritu para justificar malas acciones, tales como que debe sujetarse, y obedecer a toda costa al marido, no importa lo que exija y pida. ¡Esto no está bien!

Lo que Pablo nos está diciendo, es que el ejemplo de la familia, el matrimonio, los hijos, es como la iglesia y Cristo, y ante este tema debemos al menos tomarnos un tiempo para entenderlo de la manera que está siendo transmitido.

Si ya se nos ha dicho que debemos someternos los unos a los otros en el temor de Dios, no debiera causarnos extrañeza lo que luego se nos dice respecto a la sumisión de la esposa con respecto a su marido. Ahora bien, con una comprensión más profunda que la nuestra, el Señor, que sabe perfectamente que dentro del núcleo familiar la mayor parte del cuidado de los hijos descansa sobre la esposa, se agradó en no sobrecargarla de tareas y responsabilidades. Es por esto que colocó la responsabilidad fundamental en lo que respecta a la familia sobre los hombros del esposo. Por inspiración de Dios, Pablo nos escribe que el Señor le asignó a la esposa el deber de obedecer a su esposo. Pero diremos que esta obediencia está referida a una "voluntaria sumisión", no a cualquier hombre sino a su esposo. Este tiene la gran responsabilidad de dar ejemplo de un buen comportamiento, de bondad, de misericordia, de abnegación. Lo que debiera facilitar esta obediencia es que sea "como al Señor", que murió por ella. Debemos reconocer que un hogar sin cabeza es una invitación al desorden y al caos. Esto de ser cabeza, implica algo más que sólo tener el mando, aquí el apóstol nos lleva al siguiente nivel y compara con Cristo como cabeza de la iglesia. Entonces el marido es cabeza en cuanto a estar vitalmente interesado en el bienestar de ella. Es su protector. Diremos entonces que la esposa debe someterse voluntariamente a su esposo a quien Dios le ha asignado como cabeza suya. Ella ha de reconocer que, en su calidad de cabeza, su esposo se halla tan íntimamente unido a ella y tan profundamente preocupado de su bienestar, ¡que su relación hacia ella tiene como base el interés sacrificial de Cristo por su Iglesia, la cual compró con su propia sangre!

El amor requerido en el vínculo matrimonial, así como dentro de la iglesia, es la analogía que Pablo desarrolla, debe ser bien cimentada, íntegra, inteligente, y definido, un amor en que toda la personalidad – no sólo las emociones, sino también la mente y la voluntad – se exprese. No obstante, todo esto es que debe ser espontáneo y abnegado, puesto que está siendo comparado con el amor de Cristo que lo lleva a darse a sí mismo por la iglesia.

Cuando un marido creyente ama a su esposa de la manera antes descrita, la obediencia por parte de ella se hace fácil.

Cobra importancia esta comparación del matrimonio, esposo y esposa, en cuanto a su misión, obediencia, entrega, amor sacrificial pureza y perfección, es lo que Cristo le entrega a la Iglesia, "esposa de Cristo". La iglesia debe someterse y obedecer a quién es Su cabeza, su esposo, a Cristo. Él se entregó por completo para santificarla, limpiarla, purificarla. La iglesia está comprometida con Cristo. Cristo ha pagado la dote82 por ella. Ha comprado a la que es en esencia – y lo será escatológicamente – su esposa.

Estamos viviendo el tiempo entre la ascensión de Cristo al cielo y su regreso. Es durante este período cuando la "novia", la iglesia, debe prepararse, ataviarse de lino fino, puro y resplandeciente, no obstante, Pablo mira esta preparación de la esposa desde el punto de vista divino. Es el esposo mismo, Cristo, a quién se le describe preparando a la novia que un día será manifestada como su esposa, a fin de que sea "esplendorosa en pureza". Es extraordinario entender que la iglesia por su propio esfuerzo no lo podrá lograr, sino sólo con la intervención de Cristo. Él la está preparando a fin de presentársela a sí mismo.

Pablo enfatiza en esta relación entre esposo y esposa, como Cristo es a la Iglesia, y profundiza aún más cuando le dice a los esposos que deben amar a su esposa como a sus propios cuerpos. Esto debemos entenderlo que no está diciendo que la ame como ama a su cuerpo, lo que se nos dice es que debe amar a su esposa como siendo esta su propio cuerpo. El esposo es la cabeza de la esposa como Cristo es la cabeza de la iglesia. Entonces, así como la iglesia es el cuerpo de Cristo, así también la esposa es en un sentido el cuerpo del esposo. De esta forma es la íntima relación que existe entre ambos.

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82 Es necesario recordar las costumbres nupciales implicadas en las Escrituras. Primero, existía el compromiso. Esto era considerado más serio que lo que es un "noviazgo" en el día de hoy. Los votos del matrimonio eran pronunciados y aceptados ante testigos para luego recibir la bendición de Dios. Desde aquel día el novio y la novia son legalmente esposo y esposa (2 Cor. 11:2). Luego viene el intervalo entre el compromiso y la fiesta de bodas. Tal vez el novio pudo haber

elegido este período para pagar la dote al padre de la novia, esto es, si no ha sido hecho antes (Gn. 34:12). Luego viene la preparación y la procesión, preludio de la fiesta de bodas. La novia se prepara y adorna. El novio se atavía con su mejor traje, y, acompañado de sus amigos, quienes cantan y llevan antorchas, se dirige a la casa de su prometida. El recibe a la novia y la conduce, con una procesión de retorno, al lugar donde se realizará la fiesta de bodas. Finalmente llega el gran momento: la fiesta de bodas, incluyendo el banquete de bodas. Las festividades pueden durar siete días o aun catorce (Mt. 22:1–14).

Ahora bien, vez tras vez las Escrituras comparan la relación de amor entre Jehová y su pueblo, o entre Cristo y la iglesia, con la relación del esposo con su esposa (Sal. 45; Is. 50:1; 54:1–8; 62:3–5; Jer. 2:32; 3:6–18; 31:31–34; Os. 1–

3; 11:8; 14:4; Mt. 9:15; Jn. 3:29; 2 Co. 11:2; Ap. 19:7; 21:2, 9).

Es claro que el apóstol nos quiere llevar a las profundidades de la relación y comportamiento que debemos tener con Cristo, nuestro Salvador, purificador, etc. Es por esto que se adentra en este tema, que tiene que ver con vínculo e intimidad, que finalmente es la que debemos desarrollar y entender todos los creyentes de la iglesia. Cristo considera que la iglesia se ha convertido en su propio cuerpo, por medio del compromiso que es el vínculo matrimonial, que él hace todo por su bien y con todo amor, comportamiento que debe tener el esposo por su esposa. Ambos están unidos en una sola carne. Pablo conoce el significado literal de Génesis 2,24, pero considera el misterio de la unidad universal en Cristo, y especialmente la unión entre Cristo y su cuerpo, prefigurados en cierto sentido en el lazo matrimonial. Esa unidad original nunca estuvo mejor que la unión de Cristo con su iglesia es su contraparte redentora.

Un verdadero amor es un misterio. Es un hecho espiritual que tiene que ser revelado por Dios si va a ser experimentado por la pareja. Es un misterio espiritual, de la única manera que podamos comprenderlo es con la ilustración del amor que Cristo siente por su iglesia. Cristo y su amor son el ejemplo simbólico para el esposo. La iglesia y el amor que debe manifestarle a Cristo, son también el ejemplo simbólico para la esposa.

La imagen que nos da el apóstol nos sirve para expresar algunas cosas prácticas, que nos ayudan a entender cuál debe ser nuestra actitud y comportamiento en la iglesia, como creyentes genuinos.

  • 1. El hogar cristiano debe vivirse en la misma presencia y atmósfera del Señor. Esto no es muy lejano a lo que debemos experimentar al interior de la iglesia. Si lo hacemos en nuestros hogares, entonces la iglesia se verá beneficiada y edificada.

  • 2. El hogar cristiano debe ser gobernado por el Señor. Sus decisiones deben tomarse a la luz de su Palabra y su voluntad. Si hacemos esto en nuestros hogares, no costará aplicar esto en la iglesia, y no tendríamos problemas con la obediencia a la voluntad de Dios.

  • 3. El hogar cristiano no debe tener dos "socios", sino tres: el esposo, la esposa y Cristo. Si Cristo le dejamos funcionar como cabeza en la iglesia, como lo hacemos en el hogar, lograremos prepararnos como la novia que Cristo viene a buscar.

Pablo no excluye de sus indicaciones de cómo debemos comportarnos, a los padres y a los hijos. Por un lado, dice que los hijos deben obedecer y respetar a sus padres que es el primer mandamiento83, y esto no de labios sino una disposición del corazón, que es la actitud que también debemos tener con nuestro Padre, en los cielos, que no sólo digamos obedecerle y respetarle de labios, sino con un corazón sumiso y obediente. De la misma manera el apóstol no deja afuera a los padres y les dice que no hagan rabiar a sus hijos.

La Palabra exhorta a los padres a no criar a sus hijos en consonancia con sus ideas y nociones de lo que es mejor para el niño, sino con la disciplina y amonestación del Señor. Dicho en forma simple, la Palabra del Señor debe ser la guía para los padres cristianos, en cuanto a la crianza de los hijos. Para los hijos no es menor, ellos deben obedecer en el Señor. Advirtamos que el énfasis no es que los niños obedezcan a sus padres porque le complace al padre o a la madre, sino porque le complace al Señor. Evidentemente, complacer a los padres es un motivo para obedecerles. El niño debe conocer al Señor, hasta el punto que sus pensamientos estén de continúo pensando en Él. Cuando conoce al Señor íntimamente, entonces obedecer a sus padres se volverá una respuesta automática.

Si la iglesia tiene familias, esposos y esposas amándose como Cristo a la iglesia, hijos obedientes a sus padres y padres sujetos a la Palabra de Dios, entonces la iglesia funcionará conforme al plan divino que Dios a establecido, por esto es que necesitamos constantemente la intervención de Cristo a través del Espíritu Santo para fortalecer, animar, corregir y enderezar las sendas de quienes integran la iglesia.

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83 Lo más probable que Pablo hace referencia a este mandamiento como el primero que los niños cristianos se aprendían de memoria

El verdadero problema que enfrenta el mundo, no es un problema económico sino espiritual. De la única manera que se puede resolver es cuando los hombres se vuelquen al Señor Jesucristo. Él es el Señor de la iglesia, y por ende de nuestras vidas, y cuando le servimos a Él, le servimos en todo lo que hacemos, así debiera ser. Esto se traduce en que trabajan para Él, y al hacerlo, trabajan no solo para proveer para sí mismos, sino también para asegurarse lo suficiente como para darle a los demás. Esa es la voluntad de Dios para todo hombre y para el mundo que Él hizo. Lo que nos debe motivar es el compromiso con Cristo.

El hablarle a los esclavos84, que abundaban en el período de Pablo, cuando escribe, es indudable que le está escribiendo a todos los trabajadores de todos los tiempos.

El consejo que nos da el apóstol a los esclavos, no es nada más ni nada menos que el Evangelio del obrero cristiano.

Pablo no les está diciendo a estos que se rebelen, nos dice que debemos ser cristianos donde y como estén. Las circunstancias puede que no sean las más apropiadas o sean contrarias, pero eso solo hace mayor el desafío. El Evangelio nos no nos ofrece una evasión de las circunstancias, sino por el contrario nos da la posibilidad de conquistarlas.

No deben trabajar bien sólo cuando lo estén mirando, debemos hacerlo sabiendo que Dios si nos está viendo. Por lo tanto, nuestro trabajo debe ser siempre suficientemente bueno para presentarlo al Señor.

El consejo también se extiende a los amos o empleadores. Deben recordar que también se encuentran al servicio de Dios. No deben ni por un momento creer que Dios no ve lo que hacen, muy por el contrario. No deben olvidar que tanto a los que ellos mandan como ellos mismos, deberán presentarse un día ante el juicio de Dios, y entonces los estándares del mundo no serán los que se apliquen.

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84 Se han calculado que había 60.000.000 de esclavos en el imperio romano. En los días de Pablo, una terrible especie de pereza se cernía sobre los ciudadanos de Roma. Roma era el amo del mundo, y por tanto estaba por debajo de la dignidad de un romano el trabajar. Casi todos los trabajos los hacían los esclavos. Hasta los médicos y los maestros, los amigos

más íntimos de los emperadores, los secretarios que estaban a cargo de su correspondencia y sus finanzas, eran esclavos.

(Barclay W. "Gálatas y Efesios" p.296)

Definitivamente todos los problemas se resolverían si trabajadores como empleadores siguieran las instrucciones de Dios.

Como hemos visto esta sección si bien tiene referencia a la iglesia en general, también tiene hacia el miembro individual. Es aquí en donde el Señor nos da luces de que debemos desprendernos de todo nuestro viejo comportamiento y debemos vestirnos del hombre nuevo. Nos lleva a ser abnegados en nuestros compromisos, y reconocer que el Espíritu Santo está obrando en nosotros, pero no podemos dejar fuera nuestra responsabilidad humana, en la tarea que se nos asigna como miembros y partes de la iglesia. No podemos dejar fuera nuestro comportamiento como esposos, o esposas conforme al mandato de Dios, y que nuestro mejor ejemplo es Cristo, y a Él debemos mirar para que nosotros hagamos lo mismo y sirvamos de ejemplo a otros. Lo mismo para los hijos, los padres, los trabajadores y empleadores, todos deben estar conforme a la guianza del Espíritu que es el que se nos ha dado para ayudarnos en todo lo que debemos enfrentar y salir victoriosos de todas ellas. Que es el fin de la Iglesia, salir victoriosa como Cristo lo hizo.

q.- La protección de los miembros de la iglesia

Los que nos va restando es la exhortación a los creyentes que se armen a sí mismos con lo que Dios proveyó a la iglesia para este fin.

Pablo nos cambia el rumbo que trae para hablarnos de cómo debemos ser y comportarnos en la iglesia. Y comienza a decirnos que la vida del creyente es un campo de batalla. Inmediatamente después de recibir a Cristo, el creyente se encuentra en una lucha constante. Se transforma en un combatiente, un soldado en conflicto. Aunque nos parezca un contrasentido, el llamado al creyente no es una vida de gozo y comodidad, sino a una vida de duro conflicto.

No cabe duda que la vida era mucho más aterradora para los primeros cristianos que para nosotros hoy. Creían implícitamente en los espíritus malos que llenaban el aire y estaban empeñados en hacer daño. Las palabras que usa Pablo

  • poderes, autoridades, gobernadores del mundo – son los nombres de las diferentes clases de esos espíritus malos. Para Pablo todo el universo era el campo de batalla. En pocas palabras el creyente no sólo tenía que lidiar con los ataques de otras personas, sino con los de fuerzas espirituales, que luchaban contra Dios.

Existen, y no debemos dejar de reconocer que hay estrategias que el enemigo usa para vencer a los creyentes y hará todo lo posible por capturarlos.

  • Algunas tienen que ver con atractivos para la lujuria de los ojos.

  • Enviar falsos maestros. No olvidemos que puede transformarse en un mensajero de luz. Su mensaje es para atraer a la carne del hombre

La guerra a la cual el creyente es introducido cuando Cristo comienza a operar en su vida, es espiritual. No es contra carne ni sangre, su enemigo no es humano, ni físico, sino espiritual. Fuerzas espirituales que poseen un increíble poder.

El apóstol, para enfrentar estas fuerzas, nos indica el deber del cristiano, y es tomar toda la armadura de Dios. Esto nos indica lo fundamental es la armadura, para enfrentar lo que viene, son días malos, esto es hoy día, cualquier día, y también al día de tentación y prueba inusual.

Debemos soportar el día malo. No podemos hacerlo a no ser que hayamos cumplido con nuestro deber, a no ser que hayamos obedecido y nos hayamos preparado, a no ser que hayamos tomado toda la armadura de Dios.

Pablo está encarcelado, atado a su mano con cadena tiene, día y noche, un soldado, para evitar que huya. Tiene delante de él a este soldado romano con su vestimenta y nos lo traduce en términos cristianos.

  • Está el cinto de la verdad. La túnica del soldado se sujetaba con un cinto del cual se colgaba la espada y le daba libertad de movimiento. El cristiano debe conocer la verdad y esto le dará libertad de movimientos

  • Esta la coraza de justicia. Debemos vestiros de justicia, de integridad, esto nos hace invulnerables. Las palabras no nos pueden defender siempre de las acusaciones, pero si una vida íntegra

  • Están las sandalias que calzan nuestros pies. Esto nos indica que debemos estar dispuestos para la marcha. Esto significa dispuestos a compartir el Evangelio.

  • Está el escudo. Sabemos que Pablo se refiere a un escudo grande que cubría prácticamente completo al soldado. La fe puede detener los dardos de la tentación. Para el creyente, así como lo fue para Pablo, la fe es siempre la confianza absoluta en Cristo. Cuando caminamos cerca de Él estamos a salvo de la tentación.

  • Está la salvación como yelmo. La salvación no es algo del pasado. Nos da el perdón de los pecados del pasado, y también la fuerza para conquistar el pecado en los días que han de venir.

  • Está la espada que es la Palabra de Dios. Su Palabra es nuestra arma defensiva más efectiva contra el pecado y también nuestra es nuestra arma de ataque contra el pecado del mundo. Nunca podremos ganar las batallas si no es con el Libro de Dios, la Biblia.

  • Por último, llegamos al más poderosa de todas, la oración. En esto debemos rescatar lo siguiente: (a) debe ser constante. En ella encontramos la fortaleza para la fuerza diaria; (b) debe ser intensa. Una oración vacilante no nos llevará a ninguna parte; (c) No debe ser egoísta. Tenemos que aprender a orar por los demás y con los demás, tanto a solas como en grupo.

Una de las tareas de la iglesia y que se traduce en protección, es la oración por quienes la lideran o dirigen. Todos necesitan de la oración especialmente aquellos que están en eminencia. Se debe orar especialmente por ellos porque están expuestos a grandes dificultades y peligros en su tarea u obra. No debemos descuidar esta tarea tan importante que trae la cobertura y protección espiritual a quienes se les ha dado la responsabilidad de dirigir.

Por un lado, debemos ocuparnos de nuestra propia cobertura y protección y por otra es la cobertura que damos como cuerpo a quienes se han nombrado, como servidores responsables de la obra.

Esto traerá la paz. Por paz entendamos toda clase de paz: paz con Dios, paz de conciencia, paz entre los miembros de la iglesia. El favor de Dios y todos los bienes espirituales y temporales, que son de la iglesia, es y será con todos los que así amen a nuestro Señor Jesucristo con sinceridad y sólo con ellos.

Somos exhortados para buscar nuestra fuente de poder en el Señor, Él es la fuente de la cual brota ese poder. Pero debemos tener cuidado de que no nos falte alguna pieza de la armadura que nos fue dada, para nuestra protección. No podemos olvidar nuestra oración intercesora, no sólo ocuparnos con sosiego en la intimidad con nuestro Señor, sino que además debemos gozarnos en ocuparnos por las necesidades de otros, para cubrirlos con nuestras oraciones.

Como resultado hemos visto, que la paz que sobrepasa todo entendimiento, el amor que entre todas las virtudes es la más grande, y la fe que vence al mundo, son regalados a todo el que sinceramente los pide a Dios el Padre y el Señor Jesucristo.

Conclusión

Unos de los principales problemas que el mundo enfrenta es la felicidad como un elemento a conquistar, y hace todos sus esfuerzos por lograr este cometido, y siempre lo hace pensando en cubrir las necesidades desde afuera hacia adentro. El mundo se ha convencido que, si se mejora, por ejemplo, el medio ambiente será entonces mejorada la condición interna del hombre. Lo mismo en cuanto al trabajo, los sueldos en fin todo aquello que se pueda catalogar como una mejoría en la calidad de vida de las personas, para obtener esa felicidad, que sigue tan esquiva, de antes de hacer cambios como después.

Pero se olvida que la condición interna del hombre es tal que no ofrece ninguna esperanza para el éxito de este método que se está empleando. Está "muerto a causa de sus transgresiones y pecados". Para lograr el cambio significativo y trascendente, debe existir una intervención, un acto de Dios. No es suficiente la eliminación de la culpa por el pecado. Debe haber una obra poderosa en el corazón del hombre, para que, como resultado, sea transformado por la obra del Espíritu Santo, y pueda en consecuencia, comenzar a actuar desde adentro hacia afuera, sobre su medio ambiente. Esta obra regeneradora y transformadora del Espíritu Santo, se obtiene por medio de la muerte de Cristo.

Es así como la obra de Dios que alcanzó a judíos y a gentiles, que fueron reconciliados con Dios y también entre ellos, eliminando toda barrera por medio de la cruz que hizo la paz entre Dios (ofendido) y el pecador (ofensor). De esta misma manera es el ofrecimiento que sigue haciendo Dios hoy a toda la humanidad. Esto es la Iglesia Universal Revelada.

Pablo dirige nuestra mirada hacia Dios, ya que es Él mismo que "en Cristo" ha provisto el camino para salir de las tinieblas, con la ayuda e intervención del Espíritu Santo. Es tarea de la iglesia "hacer que todos los hombres vean" que ésta es la única solución para hallar la felicidad, y la plenitud de la vida. La iglesia es la portadora del mensaje de esperanza, no de condenación, para la salvación por medio de Jesucristo. La iglesia declara "la verdad en amor". Su vida diaria es de hecho un andar en amor, por cuanto imita al Dios de amor.

La iglesia es encontrarse con Cristo, es Cristo mismo, con su poder, amor, misericordia, y su perdón, es donde la persona es restaurada y regenerada, de una vida de pecado, de oscuridad, de maldad, a una vida de luz, de verdad, de amor. La obra de la iglesia jamás es en vano, por cuanto no es ocurrencia del hombre sino de la soberana gracia de Dios.

Se ha descrito la labor de la iglesia con un espíritu pródigo, exponiendo algunos detalles sobre su fundamento eterno, propósito universal, sus ideales elevados, unidad en la diversidad y crecimiento orgánico, su tarea de gloriosa renovación, y armadura eficaz. Es una iglesia que existe con el fin de servir. Es Cristo entregándolo todo para servir por amor, esa es la iglesia.

La Carta a los Efesios es una obra maestra de la revelación de la obra que se encontraba escondida en el "corazón de Dios", siendo revelada a través del Apóstol Pablo, quién por medio de la revelación del Espíritu, nos lo da a conocer. Esta revelación de que Cristo y la Iglesia son uno, es lo que debemos entender, comprender, enseñar y proteger, no permitiendo que existan ideas foráneas que contaminen esta revelación.

Hoy tenemos el drama de enfrentar ideas que parecen novedosas y originales, pero como hemos visto no están distantes a las circunstancias que Pablo tuvo que enfrentar en su tiempo. No hay novedades, en cuanto a ensuciar la obra de Dios, de tratar de desunir, y de dividir Su obra, y de entorpecer la obra del Espíritu Santo. Nos encontramos hoy con pensamientos tan antiguos como esta carta. Cada persona busca la verdad para sí misma, aquella que le traiga la paz que necesita y anhela, entonces la que logra concebir esa tranquilidad es "su verdad". Esta misma persona comienza a moverse entonces bajo su perspectiva de vida, bajo la visión de su verdad, porque al mirar más allá ve que todo es muy complejo para entender y da lugar a la tolerancia, y cree en el "vive y deja vivir, como ellos quieran. Desean formar grupos que traigan respuestas prácticas naturales y no esquemas idealistas. Siente la necesidad de la espiritualidad, pero no sabe cómo resolverlo, y se abre a cualquier propuesta espiritual, que satisfaga esa necesidad. Por eso se hace tan necesario como prioritario que la Iglesia y sus miembros sean la respuesta honesta, comprometida, testimonial de lo que es el Evangelio de Jesucristo. Debemos darnos a la razón de que el testimonio habla más fuerte de lo podamos decir. Es por esto que debemos caminar y hacer conforme a la guianza del Espíritu Santo que nos conducirá en dirección de colisión con el pecado, para que hallan más personas que entreguen sus vidas a Cristo. No lo lograremos si n o caminamos unidos y en armonía, como debe ser la Iglesia de Cristo. No hablamos de una forma o esquema, o de una denominación, lo único que debe haber es Cristo como cabeza y la iglesia universal, no importa como se llame sea su cuerpo.

Hoy nos enfrentamos también en el ámbito cristiano a pensamientos que nos han desviado de nuestra cosmovisión bíblica. Como creyentes cristianos, diríamos que sólo el punto de vista de Dios es el correcto. Como cristianos se debe afirmar que Jesucristo no sólo hablo la verdad, sino que también es la verdad. Varias iglesias han confundido las cosas permitiendo sintonizarse con la cultura moderna, y se han visto atrapados en estas profundidades oscuras de la modernidad, que no pueden separarse y dar lugar a la luz de la Palabra. Cada día que pasa más y más se entorpece la visión, hasta que ya es muy tarde y su visión de la Iglesia dista mucho de lo que Dios nos ha revelado

Para evitar cualquier desliz de la doctrina debemos estar atentos a lo que el Señor nos demanda y nos enseña a través de su Palabra. Si en la Iglesia contamos con un liderazgo responsable, de servicio y de capacitación; permitiendo un ministerio conforme a los dones otorgados por el Señor, creyentes sujetos y obedientes a la Palabra de Dios, y actuando conforme a ella, teniendo claridad en que somos el "cuerpo de Cristo" y Él la cabeza, y que toda obra en la Iglesia es dirigida por el Espíritu Santo, entonces podremos hablar de una iglesia sana, que crecerá unida y orgánicamente correcta. De esta manera estará preparada para la venida de Cristo.

Por esto es la iglesia debe orar para no desviarse de lo que Dios ha establecido para su funcionamiento y tarea, en la cual los miembros tienen una especial e importante función, y esto no sólo de hacer lo bueno, sino que involucrarse en el servicio para llevar el Evangelio a todos, y compartir la esperanza a la cual hemos sido llamados. Orar por la iglesia, especialmente por aquellas que han desviado su ruta y se han dejado contaminar por la mundanalidad, vuelvan a lo que la Palabra enseña, porque es conforme a ella que será juzgada.

"¡Dios nos guarde de confundirnos y de desviarnos!"

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Agradecimientos

Para mi es importante y prioritario dar gracias a cada uno de quienes han aportado ya sea, con sus conocimientos, o con palabras de aliento y ánimo para continuar, tarea que es, en algunos casos difícil, pero gratificante. Tal vez no mencione a algunos, y olvide a otros, pero sepan que todos ocupan un lugar de gratitud en mi corazón.

Dar gracias primeramente a mi Dios por darme la oportunidad, la salud y los recursos para lograr este cometido.

Agradecer a mi amada esposa Marcia, que ha sido y es el apoyo constante, necesario y permanente, especialmente en momentos de desánimo y de cansancio. Allí estuvo para darme el ánimo y palabras que me ayudaron a seguir adelante.

Agradecer a quién me impulsó con su apoyo en palabras y en acciones prácticas, a tomar este desafío del estudio, me refiero al Pastor Peter Keevil y a su esposa Janet, aun cuando ellos están lejanos geográficamente, se encuentran muy cercano a mi corazón.

Agradecer a mis hijos, sus cónyuges y nietos que con su alegría y amor me ayudaron a creer en mí, para seguir hasta terminar.

Agradecer a la congregación de la Iglesia Cielo Abierto, que creyeron en que era capaz de lograrlo.

¡Gracias!

 

 

 

Autor:

Guido César Russ Vaccarezza

Profesor

Nombre: Doctor Guillermo S. Olivera R.

Instituto Superior de Educación

Teológica Internacional "ISETI-CHILE"

Facultad de Teología

Monografias.com

Monografía para optar al título de Licenciado en Teología

Quilpué – Chile Mayo – 2017

Partes: 1, 2, 3
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