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¿Es Goldman Sachs "la mano que mece la cuna" del gobierno Trump? (página 2)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

En los bancos políticamente conectados, la compra de acciones del mismo banco por parte de sus altos ejecutivos (insider trading) durante el período previo al TARP específico al banco (cuando se anuncia públicamente que se rescata) se asocia con aumentos posteriores en los rendimientos anormales de acciones bancarias alrededor del TARP específico de cada banco. En el caso de bancos no conectados políticamente, las operaciones ex-ante de insider trading y los abnormal returns posteriores no están correlacionadas. Los resultados se mantienen cuando se compara a ejecutivos conectados y no conectados dentro del mismo banco (es decir, compra más acciones del banco donde trabaja el ejecutivo que tiene la conexión política si las acciones del banco incrementarán cuando se anuncie la ayuda gubernamental a ese banco que el ejecutivo de ese banco no conectado). Los resultados vienen dados por las conexiones políticas con las ramas financieras del gobierno, no con otras ramas del gobierno. Los resultados son robustos a muchos controles y sub-muestras, les invitamos a que lean nuestro paper.

Finalmente, a través de una solicitud FOIA (Freedom of Information Act) obtuvimos los fondos TARP solicitados (previamente desconocidos) por cada banco. La relación entre los fondos solicitados y los fondos recibidos se correlaciona fuertemente con los rendimientos anormales de retornos en las acciones a nivel de banco y también se correlaciona fuertemente con el comportamiento de insider trading de los bancos conectados.

En resumen, utilizando la mayor ayuda bancaria de la historia del gobierno a los bancos, concluimos que SÍ importan estás relaciones entre bancos y gobiernos.

– Multas en EEUU que llegan a los 200.000 millones (El Economista – 24/12/16)

(Por José Luis de Haro – Nueva York)

La administración del presidente Barack Obama aprovecha los últimos coletazos de su Gobierno para saldar sus cuentas pendientes con los bancos que jugaron un papel en los años previos a la crisis financiera de 2008, una hecatombe instigada por las hipotecas de alto riesgo.

Es por ello que Deutsche Bank acordó pagar un total de 7.200 millones de dólares (7.000 millones de euros) a las autoridades, casi la mitad de lo anteriormente previsto, mientras que la entidad suiza, Credit Suisse, saldará su causa con la justicia estadounidense con el desembolso de 5.300 millones de dólares (5.100 millones de euros).

Al mismo tiempo, el Departamento de Justicia previamente interpuso una demanda al británico Barclays por vender más de 30.000 millones de dólares en activos respaldados por hipotecas que acentuaron las consecuencias del cataclismo financiero registrado hace ocho años.

A la espera de lo que ocurra con el banco inglés, cabe recordar que los reguladores estadounidenses han impuesto multas multimillonarias, tanto a las entidades patrias como extranjeras, por las malas prácticas relacionadas con la emisión y suscripción de valores respaldados por hipotecas residenciales y otras actividades entre 2005 y 2007, aproximadamente.

Si contabilizamos sólo las sanciones impuestas a los principales bancos (J.P. Morgan, Citigroup, Bank of America, Goldman Sachs, Morgan Stanley, Deutsche Bank y Credit Suisse) superan los 60.000 millones de dólares. Según KBW, los más de 175 acuerdos alcanzados por la justicia americana a los bancos por sus fechorías previas a la crisis de 2008 superan los 204.000 millones de dólares. Esta cifra no incluye los acuerdos anunciados ayer con el gigante alemán y la entidad suiza. Es decir, la cifra supera los 200.000 millones de euros al cambio actual.

Castigo y compensación

En el caso particular de Deutsche Bank, muchos respiraron aliviados, ya que la cifra final se distancia de los 14.000 millones de dólares inicialmente sugeridos por las autoridades. Un hecho que provocó el desplome de las acciones del banco. Bajo los términos del acuerdo, Deutsche Bank accede a pagar una penalización civil monetaria de 3.100 millones de dólares y provee 4.100 millones de dólares en medidas de apoyo a consumidores en forma de modificaciones a préstamos y otras asistencias a propietarios de viviendas y prestatarios, así como otras iniciativas similares que serán determinadas más adelante y realizadas en un periodo de, por lo menos, cinco años. El banco provisionará 1.170 millones de dólares más para cubrir este impacto.

Por su parte, Credit Suisse pagará directamente 2.480 millones de dólares y adicionalmente abonará 2.800 millones de dólares para compensar a los consumidores. Esta última cantidad se desembolsará a lo largo de cinco años. Al igual que ocurre con Deutsche Bank, la entidad suiza realizará una provisión de 2.000 millones de dólares en el cuarto trimestre.

– La amenaza que se cierne sobre los estándares bancarios mundiales (Project Syndicate – 26/12/16)

Londres.- La crisis financiera del año 2008 dio un gran impulso a los creadores de estándares a nivel mundial. De un momento a otro, el Comité de Basilea (institución que establece las normas para la supervisión bancaria internacional) pasó a liderar las noticias financieras. Se celebraron cenas en Manhattan y Kensington en las que además de comida se consumieron los puntos más finos de Basilea II y los males del capital pro cíclico. Los gobiernos que habían tenido sospechas sobre la interferencia internacional estaban ansiosos por obtener reglas mundiales más duras para evitar que las crisis bancarias rebalsaran a través de las fronteras e infectaran a otros, cual si fuesen brotes de la gripe asiática.

Las consecuencias concretas de este entusiasmo fueron la creación del Consejo de Estabilidad Financiera (FSB), nacido de las cenizas del Foro de Estabilidad Financiera, en la Cumbre del G20 celebrada en Londres en abril del año 2009, y la inclusión de representantes de todos los miembros del G20 entre los formuladores clave de reglas en Basilea y en otros lugares. El dominio del G7 dio paso a la esperanza de que una membresía más amplia fuera a producir una aceptación más integral y un apoyo político más fuerte para aumentar el capital del sistema bancario.

Todo este cambio ha funcionado, hasta cierto punto. Los reglamentos de Basilea III, por ejemplo, más que duplicaron el capital que debe poseer un banco individual y mejoraron la calidad de ese capital. Como resultado, el sistema luce un poco más seguro. Sin embargo, ahora se perciben señales peligrosas sobre que el compromiso con estándares mundiales más fuertes -de hecho, el compromiso con cualquier estándar común- podría estar menguándose.

Muchos predijeron esta tendencia, pero por la razón equivocada. Los escépticos advirtieron que sería mucho más difícil llegar a un acuerdo entre 20 o más países de lo que había sido entre la docena de miembros del Comité de Basilea antes de la crisis (principalmente países europeos, con sólo Estados Unidos, Canadá y Japón representando al mundo ubicado más allá de Europa). En la práctica, ese no resultó ser un gran problema. Basilea III se acordó mucho más rápidamente que Basilea II. La presión política de los ministros de finanzas, expresada a través del FSB, resultó ser eficaz.

De hecho, las recientes tensiones han sido más al estilo antiguo, poniendo a Estados Unidos en contra de la eurozona, y al Reino Unido y otros atrapados en el medio de ese conflicto. Estados Unidos ha estado presionando para que apruebe controles más estrictos para los modelos internos de los bancos y para que establezca un límite sobre en cuanto los modelos de un banco pueden reducir sus activos sobre una base de riesgo ponderado. Hasta el momento, ha sido imposible llegar a acuerdos sobre estos llamados pisos de producción. Los europeos sostienen que los préstamos corporativos de sus bancos son inherentemente menos riesgosos. Después de todo, los bancos de la UE prestan más a las grandes empresas de mayor calificación, mismas que acceden a los mercados de capitales estadounidenses, en lugar de pedir prestado a los bancos. También tienen más hipotecas de bajo riesgo en sus balances, en ausencia de un equivalente europeo de Fannie Mae y Freddie Mac (los dos bancos hipotecarios cuasi públicos de Estados Unidos), que absorbieron las hipotecas estadounidenses titulizadas.

En su reunión en Santiago de Chile, en noviembre, el Comité de Basilea no logró llegar a un acuerdo sobre una solución y mandó el problema a una instancia superior, a la comisión de Gobernadores y Jefes de Supervisión, instancia que volverá a intentar llegar a un acuerdo el próximo mes de enero.

Probablemente encontrarán una manera de enhebrar esta aguja en particular. Pero el futuro de los estándares mundiales parece estar más incierto de lo que estuvo durante algún tiempo. Desde la crisis del año 2008, muchos países, mientras que paralelamente apoyan ostensiblemente al desarrollo de reglas más estrictas a nivel mundial, han tomado otras medidas para proteger sus propios sistemas financieros.

El colapso de Lehman Brothers y de otros demostró, tal como se lo expresa en la frase memorable del ex gobernador del Banco de Inglaterra Mervyn King, que los grandes bancos son "mundiales en su vida, pero nacionales en su muerte". En otras palabras, cuando un banco de nivel mundial se desmorona, los reguladores del país anfitrión deben recoger los pedazos locales. Es por eso que se han adoptado requisitos para establecimiento de filiales locales, que requieren de capital local. Atrás quedaron los días en que los bancos podían establecer sucursales en todo el planeta, con el apoyo de las hojas de balance de sus empresas madres. La subsidiarización es ahora la regla.

Y, mirando hacia el futuro, podemos ver que los dos participantes más grandes en el FSB y Basilea tienen otras preocupaciones. La entrante administración gubernamental estadounidense de Donald Trump ya ha señalado su sospecha sobre enredos extranjeros y compromisos internacionales. Hacer que América sea grandiosa de nuevo probablemente no incluya una nueva ola de entusiasmo a favor de reglas más intrusivas preparadas en Basilea. Aquellos que abogan por revertir gran parte de la legislación de reforma financiera Dodd-Frank del año 2010, favoreciendo un mayor ratio de apalancamiento, tal como se promueve en un proyecto de ley impulsado por el miembro de la Cámara de Representantes Jeb Hensarling, proyecto que concibe una versión de las regulaciones bancarias "Hecha en EEUU". Si bien la idea tiene algún mérito, no se acomodaría fácilmente dentro del actual marco de Basilea.

Europa se enfrenta a otras preocupaciones. Los reguladores ahora están enfocados enfáticamente en las implicaciones de Brexit, que requerirán arreglos complejos para manejar una nueva relación entre Londres y la eurozona. La principal prioridad del Banco Central Europeo debe ser preservar la integridad de la unión bancaria de la UE, que está bajo presión tanto por el lado de Brexit como por la crisis en la que se encuentran atrapados los bancos de Italia.

En este contexto, será un reto mantener la primacía de los estándares mundiales y garantizar la continuidad del proceso de Basilea. El nuevo gerente general del Banco de Pagos Internacionales, Agustín Carstens, quien es ex gobernador del Banco Central de México, tendrá un papel clave que desempeñar, al igual que quien reemplace a Mark Carney (el actual Gobernador del Banco de Inglaterra) el próximo año en su calidad de Presidente del FSB. Es probable, también, que pronto se tenga un nuevo Presidente del propio Comité de Basilea. Stefan Ingves, de Suecia, debe dejar el puesto el próximo mes de junio.

Estos tres nuevos líderes necesitarán echar mano a todas sus habilidades diplomáticas para navegar por aguas políticas traicioneras. Lo que está en juego es muy valioso. Si el compromiso con los estándares mundiales disminuye, todos sufrirán a largo plazo. Los países impondrán requisitos locales incompatibles, lo que reducirá la eficiencia de la utilización del capital y hará que el sistema sea menos robusto en caso de una renovada inestabilidad financiera.

(Howard Davies, the first chairman of the United Kingdom"s Financial Services Authority (1997-2003), is Chairman of the Royal Bank of Scotland. He was Director of the London School of Economics (2003-11) and served as Deputy Governor of the Bank of England and Director-General of the Confederation of…)

– Por qué Goldman Sachs tiene tanto poder (El Confidencial – 9/1/17)

Lloyd Blankfein, CEO de la empresa de inversión, dijo de Trump que es un tipo listo. La confianza debe ser mutua, porque hay varios ex de la firma en su gobierno. Como en otros

(Por Esteban Hernández)

En cuanto Trump fue elegido presidente, las acciones de Goldman Sachs subieron más de un 30%. Lloyd C. Blankfein, el CEO de la firma, decía del magnate estadounidense que era una persona lista, que confiaba en él, que era un hombre de negocios. La confianza debe ser mutua, porque Trump eligió al presidente de Goldman Sachs, Gary Cohn, para dirigir el Consejo Económico Nacional, el encargado de coordinar la política económica estadounidense. "Como mi principal asesor económico, Cohn va a poner todo su talento como un exitoso hombre de negocios para trabajar por la gente de este país", aseguró el nuevo inquilino de la Casa Blanca. Además, ha nombrado a Steven Mnuchin secretario del Tesoro, asesor a Steve Bannon, especialista en fusiones bancarias, y figura también en su equipo de transición Anthony Scaramucci, todos ellos ex Goldman Sachs.

La sorpresa no es que GS esté presente en un gobierno estadounidense, sino la cantidad de ellos que rodean al presidente en esta ocasión. Personas de la firma han sido secretarios del Tesoro estadounidense durante los mandatos de Clinton y George W. Bush, y GS fue el mayor donante de la campaña de Obama, además de contar con una relación estrecha con Hillary Clinton, a la que pagaron generosísimas sumas a cambio de sus conferencias.

La presencia de Goldman es una constante en aquellos ámbitos donde el poder ha de tomar decisiones, sea político o económico. En la UE también ocurre: Durao Barroso ha sido contratado por la firma, donde es presidente no ejecutivo, y Mario Monti y Romano Prodi son otros nombres con pasado en el banco de inversión y que han tomado o toman importantes decisiones políticas, como lo es Mark Carney, actual gobernador del banco de Inglaterra. GS es, además, una firma habitual en los pasillos de Bruselas.

Puertas giratorias a la inversa

Esta es una de las claves del triunfo de la firma. Como asegura Marc Roche, ex corresponsal de Le Monde en Londres, y autor de "El banco. Cómo Goldman Sachs dirige el mundo" (Editorial Deusto), su éxito puede explicarse por "su red de influencia, que es más poderosa que la de sus competidores, y por sus dirigentes, que son más brillantes. GS sabe muy bien cómo practicar el entrismo, como hicieron los troskistas".

Esa imbricación con los poderes públicos, que Goldman define de una manera peculiar ("nos congratula que gente que ha estado en nuestra empresa y ha hecho dinero aquí pueda devolver algo a la sociedad"), ofrece una suerte de puertas giratorias a la inversa que permite a la firma asegurarse de que las instituciones, a la hora de tomar decisiones o de regular, tengan una manera de enfocar los problemas cercana al banco de inversión.

La segunda clave está en su ansia de ganar. Lloyd C. Blankfein ya había explicitado que no son una empresa como las demás cuando declaró que "hacemos el trabajo de Dios" o que, a pesar de la crisis, "nuestros profesionales tienen que seguir haciendo lo que hacen. No estoy dispuesto a poner límites a su ambición". Los empleados de Goldman viven en un ambiente de continua presión, a medio camino entre el estajanovismo y el estalinismo, en el que están vigilados por sus pares, y en el que siempre deben demostrar su hambre de alcanzar mayores metas y de hacerse más ricos.

Se trata de una cultura, explica Roche, "que se parece a la de un equipo deportivo, salvo que allí no hay estrellas. Uno debe matarse por el bien de la entidad y por el bonus propio. La filosofía es o nadas o te ahogas, como demuestra el continuo caudal de gente que es invitada a marcharse, al menos un 10% anual, y la retirada a los 40 años de sus directivos".

La gestión de la información

La tercera está en la relación privilegiada con la información con la que cuenta Goldman Sachs. Dispone de asesores que conocen muy bien los engranajes del Estado, en particular ex comisarios europeos y ex gobernadores de bancos centrales, "lo que les permite anticipar las decisiones de los poderes públicos de ambos lados del Atlántico, consiguiendo datos fiables tanto para sus operaciones de trading como para su gestión del patrimonio". Goldman no es sólo un banco de inversión; también, asegura Roche, "es una importante agencia de obtención de información en cuyo seno esta circula fácilmente, al revés de lo que ocurre en las casas de sus competidores".

Esto tiene consecuencias obvias. Como subraya Greg Smith, otro exGS, en "Por qué dejé Goldman Sachs" (Ed. Deusto) hay agentes muy bien valorados de bancos como GS, Morgan Stanley y JP Morgan que se establecen por su cuenta, fundan sus propios hedge funds pero no triunfan. El motivo es obvio: "Porque ya no tienen la ventaja de poder ver las cartas de todo el mundo. Se les acaba la información asimétrica, ya no hay más seguridad al ciento por ciento cuando estás solo y sin poder aprovecharte de esa ventaja".

Las cartas de la baraja

Las tres claves son esenciales a la hora de funcionar en el mundo actual. Si tienes relaciones políticas y puedes influir en las decisiones de los gobiernos, cuentas con la suficiente información como para anticipar los movimientos del mercado, y por tanto con un margen notable de seguridad en las inversiones que realices, y además tus filas están integradas por un montón de soldados hambrientos de gloria (económica) tienes casi todas las cartas de la baraja en tu poder.

Es cierto que tanto poder genera problemas a los demás, y esto es muy típico de nuestro tiempo. En la medida en que quienes están en las posiciones de privilegio siguen aumentando su diferencial de poder, la historia se convierte en un juego de suma cero. Ocurre con las consecuencias sociales que generan esas decisiones que llevan a ganar mucho dinero a la firma, pero no tanto a sus clientes: en la medida en que la empresa se hace más grande, comienza a pensar en sus clientes como proveedores de beneficios y no como personas a las que tiene que prestar un servicio: no en vano, en Goldman Sachs a los clientes les llamaban marionetas.

Codicia y avaricia

Es lógico que ocurra así en un contexto que lo favorece, señala Greg Smith, porque el intermediario tiene todas las de ganar: "Con los opacos derivados extrabursátiles, que no son transparentes, existe la máxima tentación de intentar explotar a los clientes". Si el mediador saca más partido con un producto que con otro, es normal que oriente hacia ellos a quienes quieren invertir. En cierta medida, asegura Smith, los bancos de inversión, y GS entre ellos, son el croupier y el casino a la vez, con lo que no te puedes fiar demasiado de lo que el croupier te diga. Este hecho es también lo que provoca, como señala un exbanquero de Wall Street, William D. Cohan y autor de "Money and Power: How Goldman Sachs Came to Rule the World", que "GS sea visto como el referente perfecto de codicia y avaricia".

Según Smith, que dice de sí mismo ser un creyente capitalista ("estoy a favor de que la gente se haga rica y de que las empresas ganen todo el dinero posible"), este tipo de economía, la que instigan empresas como Goldman, no tiene un modelo de negocio basado en el largo plazo, ni contiene una responsabilidad fiduciaria de tratar bien los clientes. "Si se hiciera esto se podría ganar el mismo dinero, sólo con más lentitud y transparencia. Hoy se está en un modelo de "toma el dinero y corre", y eso no es bueno para nadie".

La pregunta es: si no es bueno para los negocios, si tiene los riesgos evidentes de concentrar más el poder, y de tomar cada vez más decisiones que benefician a muy pocos y perjudican a muchos, ¿qué significa este aumento de la presencia de Goldman en el gobierno de Trump? ¿Es positivo, como dicen, que personas exitosas en las empresas acaben dirigiendo las instituciones públicas? ¿Son los culpables de que Wall Street esté acabando con Main Street los mejores gestores para la economía de una nación? ¿Son este el tipo de dirigentes que los Estados necesitan? Probablemente no, pero lo están haciendo. Y el triunfo de Trump no hace más acelerar esa dirección.

– Spence (premio Nobel): "La regulación es la mejor defensa contra abusos en el mercado" (El Confidencial – 14/1/17)

15 años después de obtener el premio Nobel de Economía, su investigación mantiene la máxima vigencia: en la asimetría de la información está la clave de quien ostenta el poder

(Por Juan Cruz Peña)

Michael Spence (EEUU, 1943) ganó el premio Nobel de Economía en 2001. Esta galardón fue compartido con George Akerlof, cónyuge de la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, y con Joseph Stiglitz, mediático economista por sus críticas al sistema capitalista de globalización y la visión liberal de la economía. La idea central por la que obtuvieron el galardón es que las asimetrías de información en el mercado generan desventaja de la parte menos informada sobre la parte más informada en una transacción. Esta grandilocuente afirmación tiene una traslación popular mucho más conocida: "Quien tiene la información, tiene el poder", un breve aforismo cuyo atribución se pierde en la ilustración escocesa del siglo XVIII. Se pone en boca del padre del empirismo, David Hume.

A pesar de la antigüedad de la aseveración y de los trabajos que valieron un premio Nobel a estos académicos, que datan de la década de los 70, su vigencia es palpable en pleno 2016. "En los mercados financieros siempre hay asimetrías", explica Michael Spence a este diario en la cafetería de un lujoso hotel de la capital de España, minutos antes de dirigirse a un foro completo junto con los responsables de la mayor gestora de renta fija del mundo, Pimco, y otras personalidades del mundo empresarial, político y financiero español. Mientras se ajusta la corbata y apura un café, afirma que "contra las asimetrías en la información, una buena regulación es la mejor defensa".

Han pasado 15 años desde que recibiera el premio Nobel pero tiene ejemplos posteriores que apoyan su tesis. "Cuando hay un fallo o vacío en la regulación, los inversores más sofisticados lo aprovechan", señala. "Mira lo que pasó durante los años previos a la crisis: los bancos estaban dando hipotecas que presionaban al alza a mercados como el hipotecario con unos requisitos ridículos, sin investigaciones serias de los ingresos de los hipotecados. Estos créditos sólo tenían sentido si tienes la firme creencia de que los mercados van a seguir subiendo siempre".

Cabe destacar que los bancos que dieron estas hipotecas, las titulizaron y paquetizaron para posteriormente poner en circulación unos peligrosos bonos por todo el mercado financiero. Cuando pasó lo que tenía que pasar, que muchos deudores no podían pagar sus hipotecas, se desató la crisis financiera mundial, con quiebras bancarias incluidas. "Esto fue un completo fallo de regulación que provocó un parón económico", apunta. Años más tarde, el escritor Michael Lewis puso de manifiesto el valor de la información en su libro "The? big short": unos pocos analistas y gestores de Wall Street decidieron analizar a fondo los bonos respaldados por hipotecas y vieron que era un castillo de naipes que acabaría desmoronándose. Apostaron contra ellos y se forraron. Su información era más sólida que la de los grandes bancos de Wall Street o las agencias de calificación, afanados en una carrera sin fin por ganar más y más con estos productos.

Este ejemplo de "fallo en la regulación" del que habla Michael Spence se puede acompañar de otros debidos al "vacío de regulación" que también pone sobre la mesa. Todavía está por resolver el aprovechamiento que hacen las máquinas de trading de alta frecuencia, que no es más que una máquina capaz de intermediar en las operaciones bursátiles en tiempo inapreciable para el ser humano. Su truco una vez más está en la desigualdad de información. Como su propio nombre anglosajón indica, "Frontrunning", la ventaja está en ir un paso por delante del mercado en información de precios, para meterse en medio de las operaciones y sacar tajada.

Quizás por las malas experiencias vividas en el pasado, este académico cree que los bancos cada vez se aprovechan menos de su posición de privilegio en la información: "Son los más regulados del sistema económico". Paradójicamente, esta visión que muestra ahora el premio Nobel coincide con la muerte del histórico banquero y presidente del Banco Bilbao Vizcaya, precuela del actual BBVA, José ángel Sánchez Asiaín, que solía decir que la materia prima de los bancos no era el dinero sino la información. Una información, por supuesto, asimétrica. Toda una alegoría. Hoy la banca paga su posición de dominio en el pasado en forma de regulación e imagen. "No sé qué pasará en Europa, pero en EEUU, Wells Fargo, el mayor banco del mundo, está teniendo serios problemas de reputación por su comportamiento incorrecto", concluye el premio Nobel. Un pensamiento que compartió en el mismo acto promovido por El Confidencial el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri: "Los bancos tienen un problema de reputación".

Spence, en el momento presente, se muestra escéptico: "La democratización en el acceso a la información tiene efectos de igualdad pero vemos que esto no pasa en muchos países con fuerzas muy poderosas. Si me hubieses preguntado hace diez años si internet mejora la distribución de la información y las oportunidades hubiese dicho que sí y no me hubiera equivocado", señala el premio Nobel. Curiosa esta visión de la tecnología en la recién nacida era de la "posverdad", término de moda, sobre todo desde la victoria de Trump. Ese uso de la realidad que exalta los sentimientos pero sin decir la verdad tiene uno de sus máximos exponentes en el consejero presidencial de Donald Trump. Stephen Bannon, director de la página web Breitbart News, un canal en alza, que tiene en mente abrir sedes en Europa, y que se ha hecho popular por su manejo ideológico y partidista de sus noticias a favor del conocido como Alt-Right (nueva derecha conservadora que encabeza Trump). Sea como fuere, la ventana que ofrece internet la lleva el estadounidense-canadiense Michael Spence pegada al cuerpo, como demuestra el reloj inteligente de última generación que asoma en su muñeca por debajo del traje.

Su aportación al Nobel, concretamente, está en las señales que emite el mercado y sirven de información. De ahí que crea que la educación, la formación o la capacidad de movilidad sean los activos intangibles más valiosos del mundo. Señales de información que dentro del mercado laboral convierten a quienes las poseen en más valiosos. Es su respuesta después de considerar un "desastre" la tasa de paro de España, especialmente dura para los jóvenes. Nada nuevo. Pero su consejo se hace más valioso que nunca en un mundo cada vez más acomplejado ante la globalización.

– Hechos alternativos para Trump y el mercado de acciones (The Wall Street Journal – 24/1/17)

(Por James Mackintosh)

Las relaciones entre el presidente y los corresponsales que cubren la Casa Blanca no habían sido así de malas desde que Richard Nixon se enfrentó a los medios. Una brecha similar se abrió entre los medios y el mercado bursátil después de las elecciones, algo que debería preocupar a los inversionistas.

Es un cliché que los mercados detesten la incertidumbre, a tal punto que una medida académica de la incertidumbre económica derivada de artículos en los grandes periódicos estadounidenses (incluyendo este) se ha convertido en una forma de representar los riesgos de políticas por parte de Wall Street. Pero a medida que la incertidumbre se disparó después de las elecciones a su punto más alto desde mediados de 2011, cuando un enfrentamiento en el Congreso amenazó con una cesación de pagos de bonos del Tesoro estadounidense, el mercado dio un salto y la volatilidad se redujo.

Muchos temen que la brecha entre la incertidumbre y los mercados muestra que los inversionistas están ignorando los peligros que el presidente Donald Trump representa para el comercio y la seguridad global.

"Genuinamente se siente que la incertidumbre política es muy alta", dijo Nicholas Bloom, profesor de Stanford y codesarrollador del índice de incertidumbre. "¿Por qué el Vix no los está registrando?"

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El Vix es el índice de la volatilidad implícita del S&P 500 durante el mes siguiente. En el pasado, los saltos en incertidumbre también implican saltos en volatilidad y declives en los precios de las acciones.

Los inversionistas deberían considerar tres explicaciones posibles para la divergencia entre acciones e incertidumbre.

La primera es la más preocupante: los mercados están ignorando grandes incertidumbres debido a que no las pueden calcular de manera adecuada. Es casi imposible asignar una probabilidad a riesgos como el reajuste del orden global y la posibilidad de una guerra comercial. La retórica de Trump sobre la Organización del Tratado del Atlántico Norte y los aranceles sugieren que ambos son más probables que antes, pero no hay una forma sensible de asignarles un precio.

"El peligro es que la realidad nos golpee", dice Ian Harnett, cofundador de Absolute Strategy Research, con sede en Londres. "Es una de las razones por las que estoy ligeramente nervioso".

Una segunda explicación de la divergencia entre los mercados y la incertidumbre es que la actual es "incertidumbre buena", ya que saltos anteriores en esa medida han provenido de preocupaciones sobre desenlaces malos. No es claro cuánto se recortarán los impuestos corporativos, qué tan grande será el estímulo fiscal que aprobarán los republicanos del congreso o qué regulaciones se eliminarán. Pero este es el tipo de incertidumbre con la que los inversionistas pueden vivir felices.

"Está claro que los mercados están tratando a Trump como una buena noticia", dice Bloom.

Un desglose de informes relevantes de prensa respalda esta perspectiva. En el pasado, grandes aumentos de incertidumbre fueron dominados por un gran salto en una de las 10 categorías de noticias monitoreadas por Bloom y sus colegas, la deuda soberana acaparó los titulares en 1998, y la seguridad nacional luego del 11 de septiembre, pero esta vez está disperso a lo largo de muchas categorías. "Es más como un cambio de régimen que está afectando todo", dice.

Una tercera explicación se resume en el hashtag #fakenews (noticias falsas): los periodistas están indignados por la relación de Trump con la verdad, su postura frente a las mujeres y minorías, sus conflictos de interés y sus acercamientos amigables a Rusia. Pero el dinero no tiene moral y las acciones no necesitan un líder impoluto para subir. Si Trump amenazara el estado de derecho o la separación de poderes, seguramente golpeará a las acciones. Los inversionistas tienen suficiente confianza en la constitución de EEUU como para ignorar las comparaciones con los años 30.

Todas estas explicaciones importan. Los mercados probablemente tienen razón al pensar que Trump representa una perspectiva más favorable hacia las empresas, en la forma de impuestos más bajos y menor regulación y que la inflación tiene más probabilidades de subir si se aprueba un estímulo fiscal. Esto se incluyó en el aumento de las acciones y los rendimientos de bonos luego de la elección.

Es cierto que a diferencia de los brotes anteriores de incertidumbre, no hay nada específico que haga entrar en pánico a los inversionistas. También es cierto que existen incertidumbres más profundas a las que se les debe prestar atención. A medida que se incrementan las posibilidades de una guerra comercial o de una retirada de EEUU del resto del mundo, las acciones deberían valer menos para compensar por los riesgos más altos.

Cuanto más enfatice Trump el proteccionismo y el conflicto, más inversionistas se verán forzados a tratar a estas incertidumbres como riesgos. Para aquellos que creen que sus palabras son solo una forma de fijar una posición de negociación, cada venta masiva debería ser una oportunidad de compra.

– Las reformas de Trump frenan los planes de Basilea sobre regulación bancaria en Europa (El Confidencial – 30/1/17)

El comité de Basilea que define las normas de regulación bancaria no moverá ficha hasta conocer el grado de las reformas anunciadas por el nuevo presidente de Estados Unidos

(Por José Antonio Navas)

No saben, no contestan. Más o menos, esta es la conclusión que los grandes banqueros españoles extraen de los contactos profesionales que mantienen en las últimas semanas con los reguladores y demás interlocutores del Banco Central Europeo (BCE). La razón que atenaza las decisiones sobre la normativa bancaria en el viejo continente está en Basilea, la capital mundial de la supervisión financiera, que ha sido alcanzada por el "tifón Trump". Las reformas anunciadas por el nuevo presidente de Estados Unidos para desmantelar la legislación desarrollada por Barack Obama en Wall Street han puesto en cuarentena el proceso de ajuste de la banca europea y amenazan con provocar una involución del marco regulatorio adoptado a raíz de la última y gran crisis financiera.

El terremoto que se avecina tiene, a día de hoy, su epicentro en la anunciada derogación de la Ley Dodd-Frank aprobada en 2010 y que fue el colofón de toda la regulación impuesta en Estados Unidos tras la quiebra del modelo de liberalización bancaria que supuso la caída de Lehman Brothers en 2008. El Gobierno de Washington tomó cartas en el asunto después de abordar un programa mastodóntico de rescate por importe de 700.000 millones de dólares, y estableció entonces una legislación mucho más restrictiva con el fin de proteger a los consumidores, fortalecer las entidades de crédito y controlar los riesgos en el sistema bancario a nivel federal.

El nuevo inquilino de la Casa Blanca no dedicó mucho tiempo de su campaña a hablar de los bancos, pero los buenos entendedores del sector tampoco necesitaron mayores explicaciones para albergar fundadas esperanzas sobre la posibilidad de liberarse de los grilletes de Obama si Trump ganaba las elecciones de noviembre. Hecho y dicho, porque el nuevo secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, no ha tardado en criticar los efectos provocados por la mencionada Ley Dodd-Frank, que en su opinión resulta demasiado complicada, lo que ha obstaculizado la evolución del crédito bancario en Estados Unidos. Toda una declaración de intenciones que no induce buenos augurios sobre el desarrollo de la normativa en cuestión.

La poderosa banca de inversión estadounidense se mantiene a la expectativa y no termina de despejar las incertidumbres que todavía suscita Trump en los mentideros de Wall Street. Sin embargo, en Europa los vientos de cambio procedentes del otro lado del Atlántico están generando un verdadero huracán de preocupaciones a nivel regulatorio, que hacen temblar los cimientos de Basilea y su célebre comité de supervisión financiera. De momento, y antes de que se confirmen los temores, el sanedrín de reguladores que se reúne en la ciudad suiza ha decidido retrasar a marzo su cónclave previsto para este mes de enero, con el fin de no precipitar ninguna decisión que luego deba ser revocada a instancias de Estados Unidos.

La posibilidad de que Trump desentierre la política económica de la etapa de Ronald Reagan ha dejado de ser una quimera y, en estos momentos, nadie se atreve a descartar una política de desregulación a ultranza que socavaría toda la estrategia mundial de supervisión bancaria desplegada estos últimos años. El Banco Central Europeo es consciente del cambio de marcha y sentido que deberá adoptar, a poco que la nueva Administración de Estados Unidos se ponga a regatear en corto sobre los actuales mecanismos de control y vigilancia financiera. De ahí también la fase de "letargo invernal" en la que ahora parece haber caído el equipo directivo que encabeza Danièle Nouy como presidenta del Mecanismo Único de Supervisión del BCE.

La mayor amenaza que se le plantea a la banca continental, todavía en fase de rehabilitación facultativa, reside en la desventaja competitiva de un exceso de regulación que obliga a caminar con pies de plomo mientras los rivales se calzan las botas de siete leguas. Los altos niveles de solvencia exigidos por las autoridades europeas deberían ser revisados para no provocar la paralización efectiva de actividad antes de que la política monetaria a tipos cero termine por arruinar cualquier perspectiva de negocio futuro. Con este panorama de clara incertidumbre, los legisladores de Basilea y Fráncfort han preferido abrir un compás de espera que puede ser premonitorio de trascendentes cambios en el mercado financiero.

La presión inducida desde Estados Unidos se junta además con la más directa y permanente del Brexit, que tiene también un efecto perverso para el sistema bancario europeo. La ruptura con la Unión Europea obliga al Gobierno de Theresa May a cerrar filas con los bancos británicos para proteger la posición de la City de Londres y evitar la diáspora de las entidades. Las ayudas fiscales y demás prebendas normativas van a constituir moneda de uso corriente en el mercado bancario del Reino Unido, lo que obliga también a las autoridades europeas a cambiar el paso si no quieren quedarse rezagadas ante el ritmo de lo que se vislumbra como la gran contrarreforma del sistema financiero global.

– Sobrevivir al próximo huracán del mercado inmobiliario (Project Syndicate – 31/1/17)

Key West.- Andando en bicicleta por la playa para tener una buena vista del atardecer, mi foco delantero ilumina carteles que indican la ruta de evacuación hacia Miami en caso de huracanes. No son ninguna sorpresa, dada la intensidad de las tormentas que pueden caer sobre los cayos de Florida. Más sorprendente es el hecho de que estos carteles reserven lecciones importantes para la normativa financiera.

Los cayos de Florida están mucho más desarrollados que, digamos, durante la vida de Ernest Hemingway. A todo lo largo del archipiélago de cien millas, hay importantes protecciones contra los huracanes. Los estándares de construcción son más exigentes, por lo que los residentes pueden esperar las tormentas en sus casas o, al menos, en edificios locales. Si es necesario evacuar, está la llamada autopista de ultramar ("overseas highway") una proeza de ingeniería de alto coste que comunica las islas del archipiélago entre sí y con el continente.

Pero si el plan de evacuación no se ejecuta bien, los atascos a lo largo de la ruta de 113 millas podrían atrapar a los evacuados. Si en esa carretera uno queda encallado en el tráfico, no hay mucho más que hacer aparte de esperar y confiar en que la situación mejore.

Los planes actuales para proteger el sistema financiero sufren de debilidades parecidas.

Desde la crisis financiera, los reguladores de Estados Unidos y otros países han ido preparando a los bancos para capear una crisis bancaria similar a las de 2008 y 2009. Hoy tienen más confianza, y con razón, en que un banco en problemas se puede reestructurar de manera eficaz y que los depositantes y otros acreedores de corto plazo no causarán un colapso al retirar su dinero de manera repentina. Confían en que los acreedores de más largo plazo lo podrían asumir.

Pero han surgido inquietantes evidencias de que, como un todo, el sistema financiero global no es más seguro hoy de lo que era en 2007. Cuando comenzó la crisis global de 2008, el mercado inmobiliario en ebullición de Estados Unidos había funcionado por años como un mercado de dinero. Los directores financieros de las compañías (y otros que disponían temporalmente de un exceso de dinero) usaban su efectivo para comprar valores respaldados por grupos de hipotecas, que a su vez venderían al banco al día siguiente, obteniendo atractivas ganancias por los intereses. Este mercado a un día era enorme –y lo sigue siendo- y rivalizaba en tamaño con todo el sistema bancario basado en depósitos.

Pero un sector inmobiliario sin liquidez no puede sostener indefinidamente y con solidez las obligaciones a un día de un mercado estable. Y, de hecho, cuando estalló la burbuja inmobiliaria, cayó el mercado de dinero de las hipotecas. Puesto que los directores financieros (y otros ahorristas institucionales) ya no querían arriesgar grandes sumas de dinero puestas en carteras hipotecarias, dejaron de comprarlas, dejando a los bancos sin fondos que prestar a las empresas. Este desastre arrasó como un huracán el sistema financiero, que no pudo absorber las pérdidas con fluidez.

Así, los reguladores están construyendo edificaciones más sólidas que puedan resistir un huracán financiero. Quieren asegurarse de que los bancos paguen primero las carteras de créditos hipotecarios. De ese modo, es menos probable que los compradores de este tipo de carteras se asusten, corran a sus coches y atasquen la ruta de evacuación ante la primera señal de problemas en un solo banco.

Suena genial… si funciona. Pero, ¿qué pasaría si los compradores de carteras de créditos hipotecarios a un día decidieran ante una crisis que no merece la pena esperar a ver si funcionan de verdad los mecanismos altamente complejos diseñados para asegurar que se les pague? ¿Qué si lo que les preocupa es todo el mercado de créditos hipotecarios y no solo la seguridad de un único banco? Podrían huir en masa y llevarse con ellos su dinero.

El problema va incluso más allá. Si quienes usan carteras a un día de créditos hipotecarios tienen prioridad sobre otros acreedores, como es hoy el caso, no hay duda de que el mercado a corto plazo de valores inmobiliarios crecerá. Después de todo, resulta atractivo para los inversionistas tener lo que es virtualmente dinero en efectivo y, al mismo tiempo, beneficiarse de mejores tasas de interés que la tasa cercana a cero de los depósitos. De manera similar, los bancos preferirán las tasas de interés sobre esas compras a un día a las tasas sobre la deuda de largo plazo. El resultado bien podría ser una dependencia incluso mayor sobre las carteras hipotecarias, que son lo suficientemente seguras por separado, pero que juntas hacen que el sistema completo se vuelva más frágil.

Este peligro se puede ilustrar con la situación de los cayos de Florida. Si a principios del siglo veinte solo un 50% de la infraestructura del archipiélago podía resistir un huracán, entonces digamos que la mitad de la población podía ser evacuada en caso de que llegara uno. Si la estrecha ruta de escape (hasta 1935, una conexión ferroviaria que de hecho fue destruida por un huracán) se congestionara demasiado, se produciría una tragedia.

Así que las autoridades endurecieron el código de construcción, ofreciendo con ello un nuevo nivel de seguridad que atrajo más habitantes. Si una edificación se inunda, es más probable que resista el embate. En cualquier caso, sus ocupantes tienen muchas opciones: pueden escapar a una edificación cercana o tomar una carretera sin congestión. ¿Pero qué ocurre si toda la ciudad de inunda? Con el doble de residentes, la ruta de escape se atascaría y se volvería peligrosa si todos fueran hacia ella al mismo tiempo.

La calidad de la protección contra huracanes en los cayos de Florida parece formidable. Incluso si las edificaciones no son 100% seguras y la ruta de evacuación no es 100% fluida, están lo suficientemente cercanas como garantizar la seguridad de todos los residentes.

Sin embargo, en el sector bancario no se puede estar tan seguro. Es probable que hoy en día el nivel de seguridad de un solo banco fallido sea alto. Pero parece que en el conjunto del sistema hay demasiados puntos débiles como para garantizar protección ante una corrida bancaria si varios bancos fallan en simultáneo o, peor aún, si todo el mercado inmobiliario, cimentado en un mercado inestable de préstamos a un día u "overnight", sufre otra de las crisis que lo afectan una vez por generación. Estamos buscándonos problemas al hacer más atractiva la deuda de corto plazo basada en la vivienda que otros canales de ahorro.

Puede que funcionen los sistemas que los reguladores han implementado desde la crisis de 2008. Si se localiza en punto de fallo, lo más probable es que resulten bien. Pero a estas altas resulta casi imposible, incluso para los reguladores, saber a ciencia cierta si el sistema puede resistir un fallo generalizado. Puesto que el mundo padece importantes burbujas inmobiliarias más o menos cada diez años, es posible que no tengamos que esperar mucho para averiguarlo.

(Mark Roe is a professor at Harvard Law School. He is the author of studies of the impact of politics on corporate organization and corporate governance in the United States and around the world)

– Washington abandona los órganos de supervisión creados tras la crisis de 2008 (Cinco Días – 3/2/17)

El futuro del Comité de Basilea y del FSB, quedan en entredicho

(Por Bernardo de Miguel – Bruselas)

El marco de supervisión y coordinación financiera creado tras la crisis de 2008 se perfila como la primera víctima de la ruptura de Donald Trump con el orden mundial. Las reuniones de algunos organismos ya están paralizadas, según reconocen fuentes europeas. Y las citas previstas han quedado entre paréntesis ante el temido boicot de Washington.

La mayor arremetida ha llegado a través de una carta de Patrick McHenry, vicepresidente del Comité Financiero de la Cámara de Representantes, en la que exige a la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, que deje de participar en las reuniones de los foros internacionales como la FSB (Financial Stability Board) o el comité de Basilea, donde la UE, EEUU y el resto de países del G-20 pactan la regulación financiera.

La carta de McHenry, a la que ha tenido acceso CincoDías, acusa a esos organismos de "penalizar injustamente al sector financiero estadounidense" y "de ralentizar el crecimiento económico de EEUU". McHenry plantea la ruptura con el modelo actual e, incluso, la revisión de los acuerdos ya suscritos.

La misiva del congresista republicano también arremete contra "las estructuras secretas de estos foros internacionales". Y considera que los acuerdos se negocian "con un proceso opaco" y se y firman "sin que el pueblo americano apenas se percate".

El texto de McHenry contra el FSB y el Comité de Basilea evoca el tono de las diatribas lanzadas contra ese tipo de organizaciones por parte de los movimientos antiglobalización. Y concluye pidiendo "una revisión de los acuerdos internacionales que aniquilan puestos de trabajo en América" y exigiendo a la Reserva Federal que "ponga fin a todas las negociaciones" al menos hasta que "el presidente Trump tenga ocasión de designar y nombrar a funcionarios que prioricen los mejores intereses de América".

La primera negociación a punto de saltar por los aires es la del llamado acuerdo de Basilea IV, para endurecer el control de la evaluación de riesgos del sector bancario. La reunión de noviembre de 2016, la última con Barack Obama en la Casa Blanca, no logró rematar el acuerdo. Se convocó otra cita para el 8 de enero, pero esa reunión, a solo unos días de la investidura de Trump, ni siquiera llegó ya a celebrarse.

"No lograr un acuerdo sería un duro golpe a la credibilidad de todo el proceso", señalaba anteayer Olivier Guersent, director general de Mercados Financieros de la Comisión Europea. "Sería una señal terrible en el clima actual de políticas de postverdad y de creciente proteccionismo", añadió ese alto cargo comunitario en una conferencia del sector financiero.

Fuentes europeas reconocen que, aparte de los acuerdos concretos, la sacudida de Trump hace tambalearse toda la estructura de coordinación internacional. Los organismos que más peligro corren son el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, en sus siglas en inglés), que desde 2009 revisa los puntos vulnerables de la banca internacional; el Comité de Basilea, que elabora las directrices de la regulación bancaria; y la Asociación internacional de Supervisores de Seguros, que agrupa a las autoridades del sector asegurador.

Temor en la banca

En el sector financiero, algunas fuentes apuntan que la espantada de EEUU hiere de muerte el marco regulador actual. "Se entra en un período de parálisis total", apuntan esas fuentes, que anticipan una "peligrosa etapa de incertidumbre en cuanto a la regulación financiera internacional".

La banca europea teme quedar en desventaja competitiva una vez que Trump consume su decisión de desmantelar las normas adoptadas durante el mandato de Obama. El sector cree que la UE no secundará esa marcha atrás. Pero pronostican que Bruselas pisará el freno y suavizará o retirará las normas pendientes.

Fuentes bancarias auguran que el parón de la UE se llevará por delante, con toda probabilidad, iniciativas como la separación estructural de banca comercial de inversión, los nuevos requisitos de capital o el impuesto sobre las transacciones financieras.

"Burócratas mundiales en tierras extranjeras"

El Consejo de Estabilidad Financiera o Financial Stability Board (FSB) nació en abril de 2009 como la primera respuesta del G-20 a la debacle financiera del año anterior. Mario Draghi, entonces gobernador del Banco de Italia, fue su primer presidente. En el FSB participan representantes de los ministerios de Finanzas y de los bancos centrales. Algunos países, como EEUU, Alemania o Brasil, cuentan con tres miembros y el resto de los países, entre ellos España, con dos. Las directrices se aprueban por consenso. Y aunque carecen de fuerza legal y no son vinculantes, encauzan de manera decisiva la regulación financiera, en particular, en la UE y en EEUU.

Su funcionamiento ha sido criticado por opacidad y se han estudiado diversas fórmulas para dotarle de mayor transparencia, pero nunca se han aplicado. Ahora que las críticas llegan desde Washington tal vez sea demasiado tarde. El congresista estadounidense, Patrick McHenry, en su carta para exigir a la Reserva Federal que abandone el FSB y organismos similares, describe esos foros como "burócratas mundiales en tierras extranjeras sin transparencia, control ni autoridad para hacer lo que hacen". Unas palabras que pueden ser el principio del fin del FSB.

– Trump ordena paralizar la reforma financiera de Obama (Cinco Días – 3/2/17)

Pretende eliminar los actuales requerimientos de capital exigidos a las entidades financieras

(Por Fernando Sanz)

El presidente de EEUU, Donald Trump, firmó hoy dos órdenes ejecutivas para iniciar el proceso de revocación de parte de la "desastrosa" reforma financiera impulsada tras la crisis de 2008 por su predecesor Barack Obama.

La ley Dodd-Frank, aprobada en 2010, tenía como objetivo elevar la regulación y la supervisión sobre las grandes entidades financieras y evitar la toma de riesgos como los que provocaron la crisis que estalló en 2008, la más profunda que ha vivido EE UU en ocho décadas.

El presidente estadounidense ha ordenado una revisión de las regulaciones bancarias introducidas después de la crisis, incluida la revisión de una norma sobre el asesoramiento en materia de jubilación.

Trump prometió durante su campaña para reemplazar la ley Dodd-Frank introducida bajo la administración de Obama, y que sirvió para aumentar los requisitos de capital para la banca, restringieron su negociación y en paralelo creó la Oficina de Protección Financiera del Consumidor.

Las normas establecidas por Obama y que ahora Trump pretende eliminar incluían estrictos nuevos estándares de capital para los bancos, exigía test de stress anuales para las entidades financieras consideradas demasiado grandes para caer. Establecía una mayor supervisión en el comercio de derivados. La legislación también creó un nuevo organismo de protección del consumidor para defenderlos de eventuales préstamos depredadores.

"Tenemos una necesidad desesperada para reformar cómo nos enfrentamos a la regulación financiera (…). La ley Dodd-Frank es una política desastrosa que está entorpeciendo los mercados y reduciendo la disponibilidad de crédito", aseguró el portavoz presidencial, Sean Spicer, en su rueda de prensa diaria.

Trump rubricó los decretos en el Despacho Oval después de sostener un encuentro con destacados líderes empresariales como el consejero delegado de JP Morgan, Jamie Dimon; la consejera de General Motors, Mary Barra; y el consejero de General Electric, Jack Welch, entre otros.

Al comienzo de la reunión, el presidente estadounidense criticó que hay "mucha gente", como amigos suyos, que tienen "buenos negocios y no pueden pedir dinero prestado debido a las normas y regulaciones de Dodd-Frank".

La primera de las órdenes firmadas por Trump urge a una revisión integral de esta ley, algo defendido por parte de la industria financiera; mientras que la segunda analiza cómo revertir una norma que fija las condiciones de inversión de los planes de retiro de los trabajadores.

Para llevar a cabo la revocación de la reforma financiera, no obstante, el presidente estadounidense necesita el respaldo del Congreso, algo para lo que buscará la ayuda de la mayoría republicana (su partido) en ambas cámaras.

– ¿Ha perjudicado la reforma financiera de Obama a la economía de EEUU? (Expansión – FT – 14/2/17)

(Por Ben McLannahan – Financial Times)

Los republicanos culpan a la legislación de obstaculizar el crédito, pero las cifras dicen otra cosa.

Jeb Hensarling no se contuvo la semana pasada cuando se le preguntó en la CNBC por los fallos de Dodd-Frank. "Obstruye las arterias del capitalismo en nuestro sistema. Perjudica a los trabajadores. Perjudica a los consumidores. Tiene que desaparecer", advirtió el presidente del Comité de Servicios Financieros de la Cámara, en relación al elemento distintivo de la regulación financiera de la era Obama. "No se puede tener una economía saludable mientras exista Dodd-Frank".

Se espera que el republicano de Texas presente un conjunto de normas alternativas en los próximos días, que podrían deshacer muchas de las reformas aplicadas hace siete años. ¿Pero hace bien? ¿Se excedió la Ley Dodd-Frank de Reforma de Wall Street y Protección del Consumidor, aprobada en julio de 2010, yendo demasiado lejos e impidiendo a los bancos dar crédito? Los datos no sugieren que sea demasiado difícil obtener préstamos. Las cifras de la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC por sus siglas en inglés) muestran que los préstamos brutos entre los bancos comerciales estadounidenses han aumentado de forma constante durante al menos tres años, en todas las categorías excepto en las líneas de crédito para segundas hipotecas y en los préstamos a otros bancos.

Los créditos se mantuvieron relativamente planos entre 2010 y 2012, pero el volumen global ha crecido desde unos 7,5 billones de dólares a 9,24 billones desde entonces. Esto supone casi un 6% anual, prácticamente el doble del crecimiento de la economía. "Subimos como el resto", aseguró el director financiero de Wells Fargo, John Shrewsberry, en una conferencia la semana pasada en Miami, refiriéndose a un aumento del crédito del 7% el año pasado.

"El crecimiento de los préstamos sigue siendo sólido", aseguró Marianne Lake, su homóloga en JPMorgan Chase, al presentar unos beneficios anuales récord de 24.700 millones de dólares el mes pasado.

Titulares aparte, hay indicios de que ciertos segmentos se han visto afectados. En productos como las tarjetas de crédito y los préstamos personales, por ejemplo, los analistas aseguran que la actividad se ha hundido por el miedo a la censura de la Oficina para la Protección Financiera del Consumidor (CFPB por sus siglas en inglés)

La CFPB fue una de las agencias salidas de Dodd-Frank; impone el cumplimiento de 19 leyes federales de protección del consumidor que afectan a todos los segmentos, desde los créditos hipotecarios a los préstamos a estudiantes, las tarjetas de crédito y las prácticas bancarias. Dodd-Frank ordenó a la agencia estar atenta a las prácticas "injustas, engañosas o abusivas" en cualquier producto financiero o servicio ofrecido a un consumidor. Esto puede haber inducido a los bancos a evitar a los clientes con bajos ingresos, explica Justin Schardin, el director de reforma regulatoria financiera del Centro de Política Bipartidista. Schardin hace referencia a un estudio del año pasado que muestra que los clientes con una baja calidad crediticia recibieron menos de un 20% de las nuevas cuentas de tarjetas de crédito en 2015, frente al 29% en 2007.

Con respecto a las hipotecas residenciales, los bancos y los lobbies también se quejan de los nuevos requisitos para determinar si el consumidor posee una "capacidad razonable" para devolver el préstamo, en base a su historial crediticio, ingresos, obligaciones, ratio deuda-ingresos, condición laboral y otra información.

Pero Laurie Goodman, codirectora del Housing Finance Policy Center del comité liberal de expertos Urban Institute, expone que hay otros factores que han tenido un efecto mayor. El préstamo sigue siendo "extremadamente escaso", explica, porque las entidades de crédito están preocupadas por los modelos y garantías que tienen que aportar a Fannie Mae, el comprador de hipotecas respaldado por el Gobierno, y por el alto coste de la gestión de los préstamos morosos, entre otros factores. Nada de esto estaba en Dodd-Frank.

El crédito a las pequeñas empresas también ofrece señales opuestas. Los préstamos no hipotecarios de menos de un millón de dólares a empresas no agrícolas tocaron techo en 375.000 millones de dólares en 2007, según los datos de la FDIC, y desde entonces han caído a 284.000 millones. Para Douglas Holtz-Eakin, el presidente del Foro de Acción Americano, un think-tank de centro derecha, esto es un indicio de las cargas extra por el cumplimiento.

Pero otros analistas apuntan que es difícil desligar los efectos de Dodd-Frank de la precaución adicional de los bancos mientras reconstruían su capital; de una economía relativamente débil; y de la competencia de numerosas plataformas no bancarias. Hay quienes señalan que la parte central de Dodd-Frank que afecta a los préstamos a las pequeñas empresas, y que exige a los bancos recopilar y comunicar más datos, todavía tiene que entrar en vigor.

Aunque las evidencias de que Dodd-Frank daña al crédito bancario son poco convincentes, según Michael Barr, un catedrático de la Universidad de Michigan, esto no detendrá a los republicanos decididos a retirarla. Barr, que ayudó a diseñar Dodd-Frank durante su estancia en el Departamento del Tesoro de Tim Geithner entre 2009 y 2010, asegura que las declaraciones sobre ayudar a los bancos a dar más préstamos son una estratagema para obtener apoyos a un paquete de reformas que favorezca más a Wall Street que a la población.

Señala que los miembros de lobbies ya hablan de eliminar la prohibición Volcker a la negociación con capital propio, y de abolir el Consejo de Supervisión de la Estabilidad Financiera, cuya función se suponía que tenía que ser la de controlar los riesgos que se desarrollen fuera de los bancos que gestionan depósitos. Nada de esto tiene mucho que ver con facilitar el flujo de crédito.

La alternativa de Hensarling a Dodd-Frank, conocida por el momento como Ley de Elección Financiera, es poco probable que traiga "cambios a mejor para el país", advierte. "Corremos el riesgo de retrasar las agujas del reloj a la antesala de la crisis financiera, y de volver a repetirlo todo".

– El "caldo de incertidumbres" de Trump pone en alerta a los fondos de cobertura (The Wall Street Journal – 15/2/17)

(Por Rob Copeland y Aaron Kuriloff)

La euforia inicial de Wall Street respecto de la elección de Donald Trump está dando paso a una reticencia y, en algunos casos, a pura hostilidad.

Los multimillonarios gestores de fondos de cobertura y los corredores intradía inicialmente festejaron la sorpresiva victoria de Trump, lo cual impulsó los índices bursátiles estadounidenses a sus niveles más altos de la historia sobre la esperanza de un aumento en los gastos del gobierno, recortes de impuestos y menores regulaciones.

Sin embargo, estas políticas económicas y tributarias que favorecerían a Wall Street están quedando en segundo plano en comparación con las polarizantes medidas de Trump sobre la inmigración y su predilección por interacciones desmedidas con otros países y potenciales aliados en el Congreso.

En respuesta, algunos de los corredores más seguidos por el mercado están advirtiendo en cartas a sus adinerados inversionistas que no todo es color de rosa.

Paul Singer, fundador de Elliott Management Corp., advirtió sobre el riesgo de una "profunda complacencia subyacente" respecto del mercado bursátil estadounidense, que continúa subiendo a niveles récord. Seth Klarman, de Baupost Group, conocido por sus sermones sobre la inversión de valor, advirtió que "la explotación cínica de las noticias falsas es una nueva amenaza ante la cual todos debemos mantenernos vigilantes".

Howard Fischer, un veterano de 30 años en fondos de cobertura, actualmente en Basso Capital Management, resumió el mundo inversionista como "un caldo de incertidumbres". También condensa su opinión de las primeras semanas de Trump con esta frase: "Vertiginosas, alarmantes y sorprendentes".

En una entrevista, agregó otro adjetivo: "desorientadoras".

"Tengo que divorciar lo que siento personalmente de la forma en la que transo e invierto", dijo. "Podría decir que es un conflicto interno".

Muchos fondos de cobertura se están aprovisionando de dinero y protegiendo sus portafolios de los riesgos de un futuro incierto.

Por ejemplo, Paul Tudor Jones, gestor de fondos de cobertura y uno de los principales corredores macroeconómicos del mundo, se está alejando de las transacciones en ciertas divisas, incluyendo el peso mexicano, en parte debido a que cree que la imprevisibilidad de Trump puede conducir a oscilaciones severas del mercado, según fuentes cercanas a la firma. Tudor ha creado alertas por email para que envíen mensajes a sus corredores inmediatamente después de que Trump escriba en Twitter, dijeron las fuentes.

Su principal fondo registró un ligero descenso en enero. El peso ha tenido un comportamiento volátil este año.

Keith Meister, otrora lugarteniente de Carl Icahn -elegido por Trump como su asesor especial-, dice que ahora tiene "un grado saludable de escepticismo en torno a la facilidad con la que los planes del gobierno de Trump podrían volverse realidad y las probabilidades de una gran aceleración de la economía", según una carta enviada a los inversionistas en febrero y a la que tuvo acceso The Wall Street Journal.

El fondo de cobertura de Meister, Corvex Management, redujo sus participaciones en empresas difíciles de vender, incluyendo el operador de oleoductos Williams Cos., e incrementó sus apuestas contra empresas multinacionales de fertilizantes como Mosaic Co. El gestor tiene la mirada puesta en "malentendidos que serán inevitables" a causa de las políticas comerciales de Trump, según indica la carta.

Los escépticos en los fondos de cobertura no están solos en su dilema acerca de cómo invertir en la era de Trump.

"Uno ve nuevos récords día tras día, una trayectoria con una volatilidad muy baja y mediciones de valuación que meten miedo. Uno se aterra cuando compra y cuando vende", dice David Kotok, director de inversiones de Cumberland Advisors, en Sarasota, Florida. El gestor tenía 20% o más en efectivo en algunas cuentas en las últimas semanas, buena parte del cual invirtió posteriormente.

Un número relativamente reducido de inversionistas prominentes respaldó abiertamente la candidatura de Trump y muchos, incluido Meister, han reconocido que les sorprendió su victoria.

Esta no es la primera vez en los últimos años que los gestores de fondos de cobertura, entre otros, han advertido de los problemas que se avecinan, para luego tener que tratar de subirse al tren alcista del mercado. Muchos gestores de dinero tienen un incentivo para hacer pronósticos pesimistas, ya que son promocionados como una protección de portafolio en un mercado a la baja.

Por ahora, la elección de Trump ha sido el maná que los fondos de cobertura necesitaban con desesperación, tras una floja racha. El fondo de cobertura promedio ganó 3% durante los últimos tres meses, según HFR. El S&P 500 ha subido 4% este año.

Aquellos que reaccionaron demasiado rápido al efecto aparente de las medidas de Trump han sido tomados por sorpresa últimamente. En las semanas posteriores a la elección, la mezcla entre ataques y alabanzas de Trump a compañías tan diversas como Lockheed Martin Corp., Rexnord Corp. y Ford Motor Co., hicieron fluctuar sus acciones, dependiendo del tono de sus comentarios.

Sin embargo, después que el miércoles pasado Trump criticó a Nordstrom Inc. por descontinuar la marca de moda de su hija, las acciones del minorista de lujo subieron 4% durante el día, destacándose en una sesión en que, en general, el mercado no avanzó mucho.

"Creo que el mercado se está volviendo inmune a ello", dice Erik Davidson, director de inversiones de Wells Fargo Private Bank, en referencia a los tuits de Trump.

Aun así, algunos inversionistas influyentes, usualmente contentos con mantener un bajo perfil, se han pronunciado abiertamente contra Trump y el impacto de sus políticas.

Baupost, de Klarman, tiene cerca de US$ 10.000 millones, o un tercio de su cartera, en efectivo, dijeron dos fuentes cercanas a la firma, mientras espera a ver qué sucederá. "Si las cosas empeoran, podríamos encontrarnos en el inicio de un largo declive de la hegemonía del dólar, un rápido aumento en las tasas de interés y la inflación, y una angustia global sobre la estabilidad y la sabiduría del liderazgo estadounidense", escribió Klarman.

– "Estados Unidos primero": ¿también en regulación financiera? (Project Syndicate – 1/3/17)

Londres.- Mientras el presidente Trump lucha para llenar su administración de simpatizantes que lo ayuden a convertir los tuits en políticas, no se detiene el éxodo de funcionarios nombrados por Obama en el gobierno federal y otras agencias. Para el mundo financiero, una de las partidas más significativas fue la de Daniel Tarullo, director de la Reserva Federal que condujo su trabajo en regulación financiera los últimos siete años.

Sería exagerado decir que Tarullo gozó del aprecio de todos en la comunidad de los banqueros. Tarullo fue el principal promotor de un gran incremento de los ratios de capital en Estados Unidos y en otros países; un duro negociador, con un fino instinto para detectar pedidos de trato especial infundados de las compañías financieras. Pero su renuncia será saludada en Europa con lágrimas de cocodrilo. A los bancos europeos, e incluso a sus reguladores, les preocupaba su encendida defensa de la introducción de normas aún más estrictas en el Acuerdo de Basilea 3.5 (o Basilea 4, como gustan llamarlo los banqueros), que de implementarse según la propuesta estadounidense, exigirían nuevos incrementos sustanciales de la capitalización de los bancos europeos en particular. Tras su partida, el destino de estas propuestas es incierto.

Pero Tarullo también fue un entusiasta promotor de la cooperación internacional en materia de regulación (y puede mostrar sus millas de viajero frecuente para probarlo). Presidió varios años el Comité Permanente de Cooperación Supervisora y Reguladora, una dependencia poco conocida pero importante del Consejo de Estabilidad Financiera (FSB por su sigla en inglés). Su dedicación a trabajar codo a codo con colegas de organismos internacionales como el FSB y el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea, con el fin de alcanzar acuerdos globales en cuestiones regulatorias que permitieran a los bancos competir en condiciones parejas, fue innegable.

Ya hay algunos que en su momento lo criticaron abiertamente y ahora están preocupados por su partida. ¿Quién lo reemplazará? La ley Dodd-Frank de 2010 creó un puesto (que siempre estuvo vacante) de vicepresidente en la Junta de la Reserva Federal, encargado de dirigir el trabajo de la Reserva en temas regulatorios. ¿Tendrá el futuro designado de Trump la misma actitud internacionalista de Tarullo? ¿O acaso su principal tarea será erigir un muro regulatorio que proteja a los bancos estadounidenses de normas internacionales?

Todavía no conocemos las respuestas a estas preguntas, pero una carta enviada el 31 de enero por Patrick McHenry, vicepresidente del Comité de Servicios Financieros de la cámara baja del Congreso estadounidense, a la presidenta de la Reserva, Janet Yellen, alarmó a los observadores. McHenry no se anduvo con rodeos, y escribió: "A pesar del claro mensaje enviado por el presidente Donald Trump respecto de priorizar los intereses de Estados Unidos en las negociaciones internacionales, parece que la Reserva Federal sigue negociando criterios regulatorios internacionales para las instituciones financieras, con burócratas globales, en el extranjero, sin transparencia, responsabilidad o autoridad para hacerlo. Esto es inaceptable".

En su respuesta fechada el 10 de febrero, Yellen rechazó de plano los argumentos de McHenry. Señaló que la Reserva Federal tiene de hecho la autoridad que necesita, que los acuerdos de Basilea no son vinculantes y que, en cualquier caso, unos "criterios regulatorios firmes mejoran la estabilidad del sistema financiero estadounidense" y promueven la competitividad de las empresas financieras.

Pero la historia no está terminada. Las líneas de batalla están trazadas, y la carta de McHenry muestra la clase de argumentos que emplearán en el Congreso algunos republicanos cercanos al presidente. Siempre hubo en Washington una línea de pensamiento que rechaza los compromisos con el extranjero, en esta y otras áreas. Si bien los argumentos de Yellen son correctos, el derecho de la Reserva Federal a participar en negociaciones internacionales no implica obligación de hacerlo, y la persona que resulte designada en lugar de Tarullo tal vez sostenga que tiene obligación de no hacerlo.

Este cambio de dirección puede generar tensiones dentro de la Reserva Federal, y no está claro en qué lugar dejaría al FSB o incluso al Comité de Basilea. En los primeros días del Banco de Pagos Internacionales (lugar donde funciona la secretaría del Comité de Basilea) allá por los treinta, el gobierno de Estados Unidos no aceptó un puesto en la junta, y su representación quedó a cargo de JP Morgan. Cuesta ver que ese esquema pudiera funcionar hoy.

La importancia de estas cuestiones para Europa no es tangencial. Las directivas de capitalización europeas suelen trasladar los acuerdos de Basilea al ámbito de la legislación europea. Si el proceso de Basilea se detiene, será mucho más difícil alcanzar acuerdos transatlánticos, que son el fundamento crucial de los mercados de capitales occidentales.

A esto se agrega la complicación del Brexit. De no mediar un acuerdo especial entre la nueva Unión Europea de 27 miembros y el Reino Unido, los reguladores británicos y de la UE se reunirán en Basilea, no en la Autoridad Bancaria Europea. Si Basilea se convierte en un mero foro deliberativo sin capacidad real de fijar normas firmes, se habrá roto otro eslabón clave de la cadena, y al RU le será más difícil sostener que si los bancos londinenses cumplen las normas internacionales, debe otorgárseles trato igualitario en la UE.

Ahora que los bancos centrales tienen que despedirse del "verdugo" conocido, la regulación financiera entra en un período de gran incertidumbre, y de mucha ansiedad para los encargados de la formulación de políticas, que aguardan un anuncio desde la residencia de Trump en Mar-a-Lago (Florida). No se han visto candidatos probables a un puesto en la Reserva Federal ni al lado de las piscinas ni en el campo de golf, pero la decisión ha de estar cerca. Todo puede pasar, y todo el mundo financiero contiene el aliento.

(Howard Davies, the first chairman of the United Kingdom"s Financial Services Authority (1997-2003), is Chairman of the Royal Bank of Scotland. He was Director of the London School of Economics (2003-11) and served as Deputy Governor of the Bank of England and Director-General of the Confederation of…)

– Trump se carga Basilea III y aboca a la banca mundial a un sistema de arbitraje (El Confidencial – 5/3/17)

El presidente de EEUU está provocado un terremoto en el sistema de regulación bancaria tras reprochar a la Reserva Federal su participación en los acuerdos de Basilea III

(Por José Antonio Navas)

Los peores presagios se han cumplido y lo que se advertía como una amenaza general entre las muchas que promueve Donald Trump ha provocado un terremoto que está convulsionando desde los propios cimientos toda la arquitectura del sistema de regulación bancaria a nivel mundial. Los exabruptos de los congresistas republicanos contra la Reserva Federal y su presidenta, Janet Jellen, han supuesto el certificado de defunción de los principales foros internacionales de supervisión, con mención especial para Basilea III, lo que dará lugar a una nueva etapa de incertidumbre en los mercados financieros de toda Europa.

Primero fue el vicepresidente del Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes, Patrick McHenry, quien reprochó en una carta fechada el pasado 31 de enero la actuación del banco central de Estados Unidos por el mero hecho de participar en las deliberaciones internacionales sobre regulación bancaria. La misiva condenaba la elemental capacidad de independencia de la Reserva Federal, pero al mismo tiempo daba la puntilla a todo el desarrollo normativo del Comité de Estabilidad Financiera de Basilea, al que acusaba de trabajar en la opacidad y en contra de los intereses económicos de Estados Unidos.

Estas mismas lindezas, aunque expresadas incluso de modo más tajante, fueron reiteradas hace menos de una semana por una treintena de miembros de la Cámara de Representantes como respuesta a las declaraciones efectuadas días antes por Janet Jellen cuando defendió ante el Congreso de Estados Unidos su derecho a participar en las decisiones supranacionales sobre regulación del sistema financiero. El desafío de la presidenta de la Reserva Federal consagra la soberanía de su institución como virtud inmutable pero sitúa en el ojo del huracán toda la normativa esencial de vigilancia desarrollada durante los últimos ocho años por el Banco Internacional de Pagos de Basilea.

Trump ha declarado la guerra a Basilea o, al menos, esto es lo que se desprende de la inquietud que los altos cargos del Banco Central Europeo (BCE) están empezando a transmitir, de forma más o menos explícita, a los diferentes organismos locales de control en cada uno de los Estados miembros. En España la voz de alarma se ha empezado a propagar a raíz de la visita realizada a principios de año por el director general del Mecanismo Único de Supervisión (MUS), Ramón Quintana, quien se mostró incapaz de aclarar las múltiples dudas que existen sobre la eficacia real de las disposiciones, cada vez más restrictivas, adoptadas por los organismos globales de regulación.

Los grandes bancos europeos temen que las diferentes sensibilidades dentro del Viejo Continente impidan a las autoridades de Fráncfort actuar con la celeridad necesaria para adaptar la normativa comunitaria a los planteamientos que impone la nueva Administración de Estados Unidos. La desregulación que esbozó Donald Trump nada más jurar su cargo en enero ha ido tomando cuerpo en las últimas semanas con la pretensión de derogar de golpe y porrazo la Ley Dodd-Frank. Dicha normativa fue refrendada por Obama a finales de 2010 con el fin de meter en vereda a las instituciones de crédito y ha supuesto enormes restricciones regulatorias en todo el sistema financiero de Estados Unidos a lo largo de la presente década.

La posibilidad de que los estándares de control bancario homologados a nivel global salten ahora por los aires al otro lado del Atlántico es una amenaza de imprevisibles consecuencias que, de entrada, constituye un fuerte agravio para las instituciones bancarias en Europa. El mercado financiero puede verse abocado a funcionar a través de lo más parecido a un sistema de arbitraje que redoblará la apuesta de los fondos de inversión por los bancos estadounidenses utilizando a las entidades del Viejo Continente como meros colchones de seguridad y cobertura de riesgos. La diferencia de precios derivada de una regulación asimétrica será cada vez más acusada a menos que el BCE cambie el libreto para adaptarse al ritmo que marca el inquilino de la Casa Blanca.

El ministro de Economía, Luis de Guindos, ha insistido recientemente en que la regulación del mercado financiero debe ser global, poniendo el dedo en la llaga del grave problema que se avecina para los bancos europeos. No parece muy factible, sin embargo, que los supervisores del BCE, encabezados por Danièle Nouy, estén en condiciones de abrir la mano en medio de un proceso de reestructuración que tiene muchas cuentas pendientes que resolver. La gran banca europea sigue arrastrando los pies ante la crisis y necesita todavía un tiempo para culminar un programa de ajuste y saneamiento que despeje todas las incertidumbres sobre el futuro inmediato del sector.

Los nubarrones que acechan al Deutsche Bank como entidad con mayor riesgo sistémico del mundo se conjugan con las suspicacias que suscitan los rescates de los bancos italianos y los mayores temores de la comunidad financiera ante la deriva de los principales bancos portugueses en crisis. En realidad, solo España ha acometido una verdadera "cura de caballo" en su mercado crediticio, aunque eso no significa que la consiguiente rehabilitación esté siendo sencilla. La resaca de la gran crisis perdura a fecha de hoy en entidades señeras del sector, como es el caso del Banco Popular, sin contar el enorme desgaste de imagen sufrido en general por todas las entidades bancarias en nuestro país.

La tormenta desatada por Trump contra Basilea se produce en el peor momento para las autoridades comunitarias, acostumbradas a imponer sus criterios burocráticos de manera implacable bajo el envoltorio de la crisis. La irrupción del presidente de Estados Unidos y su consabido relato en defensa de los intereses de América es un misil directo contra la línea de flotación de los que se presumían intocables reguladores financieros en Europa. La lucha de poder que el BCE ha mantenido con alguno de sus Estados miembros deberá extenderse ahora al nuevo frente de batalla de Washington. Las posibilidades de éxito parecen escasas y las pocas que existen dependen de la capacidad de los funcionarios de Fráncfort para alinear a la banca europea con el nuevo marco de competencia de sus rivales estadounidenses.

– Déjà Vu de la burbuja inmobiliaria (Project Syndicate – 10/3/17)

Cambridge.- La crisis financiera del período 2008-2009 puso de manifiesto una seria debilidad en la arquitectura del sistema financiero mundial: un mercado de fondos a un día de plazo para valores respaldados por hipotecas sin la capacidad de manejar la implosión de una burbuja inmobiliaria. Aproximadamente nueve años después, aún no se ha abordado adecuadamente esa debilidad.

Cuando estalló la crisis, las empresas e inversionistas en Estados Unidos prestaban el dinero en efectivo extra que tenían a bancos y a otras firmas financieras por una noche; estos préstamos, más sus respectivos intereses, se debían pagar a la mañana siguiente. Debido a que el seguro de depósito bancario cubría sólo hasta la suma de $100.000, aquellos que tenían millones de dólares para almacenar, frecuentemente, preferían este mercado a un día, utilizando como garantía los ultra seguros valores de deuda a largo plazo del Tesoro de EEUU.

Pero, los prestamistas de dineros a un día tenían la posibilidad de obtener tasas de interés aún más altas si tomaban como garantía una cartera menos segura compuesta por deudas hipotecarias, y eso es justamente lo que muchos hicieron. Pronto, un candente mercado estadounidense de la vivienda operaba a sazón de un mercado de dinero de varios millones de millones de dólares.

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