El derecho de autodeterminación –
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El derecho de
autodeterminación
Tras la publicación de mi libro Rumbo a la
democracia, he tenido el placer de tener interesantes
debates con algunos de mis lectores. Intercambios de opiniones
sobre algunas cuestiones polémicas del libro. Una de
ellas, lógicamente, es el reconocimiento del derecho a la
autodeterminación. El desarrollo de la democracia, tema
central del libro, implica, entre otras muchas cosas, la
conquista de este derecho.
El tema de los nacionalismos, del derecho a la
autodeterminación, es desde luego muy complejo y toda
concisión es complicada y puede dar pie a malentendidos y
posturas aparentemente intransigentes o simplistas. Es el precio
a pagar por la excesiva concisión. Ésta hace que
soltemos afirmaciones sin razonarlas suficientemente y esto puede
provocar la sensación de que dichas afirmaciones son
hechas a la ligera. En un tema tan complejo como éste
(como en tantos otros), el problema se puede enfocar de distintas
maneras, a veces igualmente válidas. Según
cómo se enfoque, se llega a conclusiones distintas. Por
consiguiente, a no ser que quede claro que un enfoque es
más acertado que otro, conclusiones correspondientes a
enfoques distintos pero igualmente válidos son igualmente
válidas (aunque sean opuestas). Con esto quiero decir que
el concepto de "erróneo" no es siempre absoluto. Lo que es
"erróneo" para uno puede ser "correcto" para otro y
viceversa. Esto no quita que si uno tiene la convicción de
que el otro está equivocado, el primero intente hacerle
ver su error al segundo.
Realmente así es como se avanza en las ideas y en
la resolución de los problemas. Pero también hay
que tener claro que no siempre se llega a un acuerdo sobre
qué enfoque es más correcto, de aquí surge
el concepto de opinión. Hay que intentar
convencer al prójimo de las ideas que uno defiende porque
cree que son más válidas, pero siempre hay que
tener presente que a lo mejor estamos equivocados, y por
consiguiente, debemos estar abiertos a cambiar nuestra postura si
el contrincante nos convence de que su enfoque es mejor. Dicho
esto, a continuación expongo mis argumentos a favor del
reconocimiento del derecho de autodeterminación, siendo
consciente de que este tema se puede enfocar de distintas
maneras. Pero antes de empezar, quisiera aclarar que defender el
derecho de algo, no significa necesariamente que uno esté
a favor de ejercerlo. Que yo defienda el derecho de
autodeterminación no significa que esté a favor de
la independencia, como tampoco a favor de la unión. Los
razonamientos expresados en este trabajo no dependen de las
preferencias personales del autor, no se trata de esto
aquí.
Pero por si acaso alguien se escuda en el simplista
argumento de que el autor defiende dicho derecho porque
está a favor de ejercerlo (de "romper" España, como
dirían algunos), diré, a título
anecdótico y personal, que yo desearía que las
distintas regiones o nacionalidades de lo que llamamos hoy
España permanecieran unidas, aunque tampoco es un tema que
me preocupe en exceso. Para mí lo verdaderamente
importante es que los ciudadanos (españoles, catalanes,
vascos, andaluces, etc) vivamos en paz, justicia y libertad, y
esto, en mi opinión, será posible en cuanto las
sociedades sean capaces de organizarse mediante verdaderas
democracias donde los derechos humanos se respeten
escrupulosamente en la práctica. Pero como
demócrata convencido que soy, defiendo el derecho
que tienen las partes que componen España a
que elijan libremente. Aunque yo piense que la conquista de la
verdadera democracia no se conseguirá necesariamente con
los separatismos, sin embargo, el hecho de reconocer un derecho
que aumenta el grado de libertad de los seres humanos es un paso
importante hacia un mundo más libre y justo. Y en mi
opinión, una España compuesta de partes que decidan
libremente permanecer unidas, resultaría en un Estado
más unido realmente. Una unión sustentada en la
libertad es una unión natural, con más futuro. El
reconocimiento del derecho de autodeterminación de las
partes que componen España posibilitaría, tras
cierto tiempo, zanjar definitivamente el eterno debate del "Ser
de España". Aunque también es cierto que existe el
riesgo de que España se desuna. Pero posponer
continuamente los problemas nacionalistas no es tampoco la
solución, ni la posible desunión de un país
es tan dramática como algunos nos quieren hacer
ver.
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