A pesar de ser un país con una
diversidad de etnias y una diversidad multicultural, existe mucho
racismo en el Perú. La discriminación racial no es
una novedad. Es una consecuencia de un largo proceso que ha
durado siglos, en los que se excluye a un sector de la
población sobre la base de su etnia y se menosprecia sus
manifestaciones culturales. El racismo apareció en Europa
el Siglo XIX con el fin de justificar la supremacía de una
supuesta "raza" blanca sobre el resto de la Humanidad.
El racismo en el Peru es una forma de
discriminación de las personas recurriendo a motivos
raciales tono de piel, de tal modo que unas se consideran
superiores a otras. El racismo tiene como fin intencional o como
resultado, la disminución o anulación de los
derechos humanos de las personas discriminadas. El racismo suele
estar estrechamente relacionado y ser confundido con la
xenofobia, es decir el "odio, repugnancia u hostilidad hacia los
extranjeros". Sin embargo existen algunas diferencias entre ambos
conceptos, ya que el racismo es una ideología de
superioridad, mientras que la xenofobia es un sentimiento de
rechazo; por otra parte la xenofobia está dirigida
sólo contra los extranjeros, a diferencia del racismo. El
racismo también está relacionado con otros
conceptos con los que a veces suele ser confundido, como el
etnocentrismo, los sistemas de castas, el clasismo, el
colonialismo, e incluso la homofobia.
Al revisar nuestra historia, entendemos cómo las
decisiones políticas se han tomado a partir de una
exclusión de la población, y de las etnias
diferentes a la blanca (andina, amazónica, negra,
criollos, mestiza y otras etnias). La etnia con este nombre se
designa a un grupo humano que posee rasgos físicos y
biológicos similares, además de compartir
tradiciones históricas, lengua, cultura, creencias y
valores y, es decir, un grupo que forma una comunidad
socio-cultural forjada históricamente. Las etnias en el
Peru poseen un árbol genealógico evolutivo
común, y se asientan sobre relaciones de parentesco y de
herencia que se remontan hacia lejanas épocas del pasado
milenario del Peru.
En 1821, el año en que se declaró la
independencia, se oficializó como idioma nacional el
castellano, a pesar de que solo lo hablaba el 10% de la
población, lo que señalaba claramente una
independencia solo para la elite. Del mismo modo, las comunidades
indígenas fueron desapareciendo, dejando que los
hacendados tomaran sus tierras, empujándolos a una especie
de sistema feudal y paternalista. Las diferencias se abismaban
cuando se les negó participación política a
los indígenas. Solo los hacendados, relacionados
directamente con la oligarquía, tenían acceso a los
asuntos del poder. En la migración europea, el panorama no
cambio: los migrantes fueron absorbidos por las familias
criollas, incorporándolos a sus prejuicios.
A lo largo del siglo XX, hubo cambios en la sociedad
peruana al convertirse en un país centralista. Esto
generó la sobrepoblación de Lima, lo que obligo a
las autoridades a ejercer ciertas medidas para evitar más
migraciones campo-ciudad (una de ellas se originó entre
algunos congresistas, quienes presentaron la idea de construir un
muro o peaje, que obstaculizara la inmigración andina). De
esta manera, el racismo se intensifico en los criollos
limeños, quienes se distanciaron de sus lenguas
aborígenes.
El siglo XX no sólo significó en el
Perú nuestra incorporación al capitalismo en
calidad de país dominado y de una economía
neocolonial, sino también, dio inicio a una serie de
discursos racistas por parte de muchos de intelectuales de origen
aristocrático. José de la Riva Agüero y Osma,
Víctor Andrés Belaunde, Alejandro Deustua,
Francisco García Calderón y Honorio Delgado, entre
otros.
Para Riva Agüero en el indio vivía
secretamente una posición hostil y vengativa; para Deustua
los indios eran pobres infelices y analfabetos, mientras que
Delgado se convirtió en un defensor del nazismo (Yarasca
2003).
El asunto de la identidad y la peruanidad ha sido es
sumamente conflictivo en la historia social del Perú.
Ciertamente desde la "independencia" del Perú una de las
características constantes del pensamiento y de los
proyectos políticos peruanos fue la negación del
pasado y de las tradiciones de Perú como una nación
multiétnica en vistas a instaurar nuevos modelos de
sociedad.
El liberalismo decimonónico renegó del
pasado hispánico desde un primer momento y
pretendió recrear los modelos jurídicos y
políticos de las revoluciones francesa y americana en una
realidad radicalmente distinta.
Probablemente, el utopismo formalista de las elites
intelectuales y su incapacidad de crear instituciones adecuadas a
la realidad social del país fue una de las muchas causas
del constante conflicto entre la legalidad del estado peruano y
el poder real ejercido por los caudillos.
Posteriormente los positivistas, entre los cuáles
destacó Javier Prado, además de plantear un oscuro
enfoque del pasado virreinal esbozaron una visión racista
de la población indígena inspirada en el Darwinismo
social. Para ellos el pasado debía ser superado por los
ideales de orden y progreso tomando como paradigmas a los pueblos
anglosajones y germánicos.
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