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Fundamentos de la salud y del bienestar (página 3)



Partes: 1, 2, 3

Cuando el hombre eyacula tira un verdadero
tesoro por tierra. Enseguida siente el dolor de vivir, un fuerte
vacío, no tarda en surgir la sensación de
aislamiento, de agotamiento y un fuerte anhelo de dormir. El
hombre se siente engañado, burlado por la ilusión.
Lo cree tomar todo, lo mejor de la Vida y en realidad lo que hace
es perderla. Y es que todo él ha descendido al nivel de la
sexualidad animal. Eyaculando pierde también el equilibrio
que debe haber entre hombre y su mujer, pues el hombre debe
satisfacer plenamente a su pareja y no vivir como un saco
vacío. Este desnivel es el principal motivo de la
violencia que existe entre los dos sexos, la principal causa de
separación de las parejas. La retención del semen,
realizada de manera apropiada, es para algunos hombres
imprescindible y para todos sumamente beneficiosa para la
salud.

La mujer, a diferencia del hombre, viviendo
la sexualidad sin necesidad de aplicar determinados
conocimientos, se fortalece cada vez más. Se llena de
vitalidad gracias a sus propias secreciones orgásmicas y a
la asimilación de la potente esencia/semen que le deposita
el hombre.

La naturaleza diferente del orgasmo
femenino y de lo que se conoce como orgasmo masculino se refleja
en las diversas expresiones coloquiales con las que se describe
este momento mágico. El término chino más
corriente para referirse al orgasmo femenino es gao chao,
–marea alta–, una gráfica y poética
imagen que proviene de la Naturaleza. Cuando el hombre eyacula,
en cambio, los chinos dicen que ha "perdido su esencia", que la
ha "arrojado", que ha sufrido una "fuga de semen" o que se ha
"rendido". Si el hombre eyacula antes de que su compañera
haya alcanzado el orgasmo, los chinos dicen que ella lo ha
"matado". Los franceses describen la eyaculación como una
petite mort, o "pequeña muerte".

Pero existe una manera de vivir la
sexualidad en la que los hombres pueden obtener un beneficio
revitalizador de los impulsos sexuales, en lugar de hallarse
siempre a su merced. En vez de agotar las preciosas reservas de
esencia y de energía, precipitándose en la
debilidad, pérdida de vitalidad, enfermedad,
depresión, etc., el sexo puede realizarse de forma que
incremente la vitalidad y el bienestar. El conocimiento que se
necesita para ello se encuentra en la Naturaleza. Si la
observamos veremos que el macho se excita fácilmente, pero
también es rápido para retirarse. La hembra se
excita con lentitud, y también es lenta para saciarse. En
todo el mundo animal, incluso entre los insectos, la Naturaleza
ha conformado a la hembra como un elemento superior,
incomparablemente mejor equipada para la supervivencia y la
propagación de la especie. Según la "ley de la
selva", el macho sólo existe para proporcionar la semilla
de las futuras generaciones y proteger el nido mientras la hembra
cría a los retoños hasta que alcanzan la madurez.
En los animales, las relaciones sexuales son estacionales y, en
tanto que todas las hembras entran en celo para ser fertilizadas,
sólo una pequeña proporción de los machos
más robustos se encarga de esta tarea. Incluso entre los
primates, únicamente los machos más fuertes y
dominantes pueden fertilizar a las hembras, mientras que los
más débiles son excluidos o mantenidos al margen de
la manada. En algunas especies de insectos, como la viuda negra y
la mantis religiosa, la naturaleza concede al macho un brillo
aún más fugaz; en el instante en que ha depositado
su semilla en la hembra, ésta se apresura a matarlo y
devorarlo como si de un refrigerio postcoital se
tratara.

Sólo los seres humanos –y
algunos de los primates superiores, como el
orangután– sostienen relaciones sexuales durante
todo el año, de día o de noche, en cualquier
estación y bajo cualquier clima, y solamente los humanos
lo hacen principalmente por placer antes que por
procreación. Sin embargo, el macho humano, a pesar de su
ego superinflado, está sometido a las mismas limitaciones
que la Naturaleza ha impuesto a su género en todas las
especies.

Debido a su potencia sexual natural, la
mujer es poseedora de grandes reservas de energía. De
hecho, en todo el mundo, las mujeres suelen vivir entre cinco y
diez años más que los hombres. La mujer
precivilizada disfrutaba de plena libertad sexual y a menudo era
totalmente incapaz de controlar sus impulsos sexuales. Hasta que
tales impulsos no fueron gradualmente sometidos a control
mediante unos códigos sociales estrictamente aplicados, la
vida "familiar" que conocemos, creadora de moldes y
cómplice del Poder en la programación de las
mentes, no pudo surgir.

Aunque el hombre asumió el control
de la familia, la aldea, la economía, la religión y
el estado, en la cama, debido a la ignorancia, siguió
encontrándose en un nivel inferior al de la mujer.
Ningún artificio humano puede enmascarar o modificar los
hechos fundamentales de la Naturaleza. De ahí que surgiera
una profunda contradicción entre la artificial
superioridad social del hombre y su auténtica inferioridad
sexual frente a la mujer, contradicción que dio lugar a
esa guerra de los sexos que aún hoy sigue
librándose en muchas alcobas. Esto también explica
el profundo miedo y el rencor que muchos hombres experimentan
ante las mujeres, a pesar de la supuesta "inferioridad" femenina.
El típico hombre –macho– es incapaz de
afrontar el hecho de que las mujeres son sexualmente superiores,
y no se atreve a admitir la realidad de su propia e inherente
debilidad sexual. Este lamentable estado de cosas se debe
principalmente a la ignorancia sexual. Cualquier hombre
inteligente, lo bastante amplio de miras como para estudiar y
reflexionar sobre ello y lo bastante disciplinado como para
practicarlo, descubrirá que una realización sexual
adecuada elimina completamente la desigualdad fundamental que
existe entre la potencia sexual masculina y la femenina. Una
adecuada realización sexual posibilita que el miembro
sexual masculino se convierta en un instrumento para toda
ocasión, tan competente como su equivalente femenino, que
hombre y mujer hagan el amor, y no la guerra, al tiempo que la
práctica sexual les protege la salud, les prolonga la vida
y les permite, a ambos, disfrutar de múltiples, profundos
y prolongados orgasmos.

Pocas personas han percibido plenamente
cómo la eyaculación masculina debilita al hombre,
pero tampoco se dan cuenta que unas relaciones sexuales
apropiadas mejoran su estado, su nivel de energía vital y
el rendimiento en sus actividades, aún más que si
se abstuvieran por completo. Los artistas, los atletas y los
filósofos necesitan unos niveles óptimos de
vitalidad física y mental para lograr sus objetivos, y por
eso son más sensibles que la mayoría de los hombres
a la pérdida de semen y de energía vital a
través de la eyaculación. Sin embargo, muchos otros
hombres padecen con igual intensidad las consecuencias de esta
pérdida, aunque no lleguen a ser plenamente conscientes de
ello. Así, por ejemplo, la tendencia masculina a quedarse
dormido como un tronco después de eyacular es un claro
síntoma de agotamiento. Si el orgasmo en sí fuese
tan agotador, también las mujeres experimentarían
el mismo efecto, pero es la pérdida física de semen
–no el orgasmo en sí mismo– lo que perjudica
al hombre.

El hombre puede vivenciar múltiples
orgasmos, al igual que lo puede experimentar la mujer, y llenarse
de vitalidad. La eyaculación es una cosa y el orgasmo otra
totalmente distinta. Casi ningún hombre conoce en realidad
lo que es el orgasmo. El hombre está convencido de que el
punto culminante de su experiencia sexual, el orgasmo masculino,
es la eyaculación y los pocos segundos que la preceden.
Pero es precisamente la eyaculación la que aparta al
hombre del orgasmo verdadero, del éxtasis sexual que lleva
a los niveles de conciencia superiores, cósmicos. La
eyaculación para en seco la experiencia, tanto para
él como para ella.

La eyaculación corta en seco la
ascensión hacia el orgasmo masculino y mata el deseo, ese
magnetismo encantado que, en la pareja, debería ser una
música ambiental permanente, incluso fuera de los
contactos sexuales concretos. Con la eyaculación y la
desentumescencia del pene, el magnetismo y el hechizo de la
unión hombre/mujer se desvanecen; la pareja se separa para
reencontrarse en una situación lamentable, en la
vulgaridad. La existencia se experimenta entonces como algo
triste y trivial.

El hombre que conserva su semen y vivencia
el orgasmo interior suele vivir apacible, feliz, con buena salud
y siempre son ganas de hacer el amor. El acto sexual sin
eyaculación representa también la
eliminación de una tensión, pero sin
explosión. Es un placer que se traduce en un
apaciguamiento y no en violencia, es una fusión
voluptuosa, sensual, y prolongada en algo más amplio y
más trascendente que uno mismo. Es una vivencia de
comunión en un Todo, no una separación; es un
sentimiento de unión estrecha y de participación, y
no un espasmo individual y solitario que excluye a la pareja.
Todo contacto sexual sin eyaculación es una "ganancia
erótica neta" para la pareja. Cuanto más economiza
el hombre su semen más se incrementa su potencial de deseo
y su potencia sexual, hasta llegar al nivel femenino, y este
equilibrio es un factor de armonía para la
pareja.

En la experiencia ordinaria, los
últimos segundos antes del único movimiento "de
más" que desencadena el espasmo eyaculatorio constituyen
el tiempo de máximo placer masculino. Luego sobreviene el
espasmo que termina con todo, para la decepción de la
pareja. Ahora bien, el breve goce eyaculatorio es ya menor que el
del punto límite. La solución es de una gran
sencillez: prolongar la franja última, la más
intensa y la más interesante, y para eso inhibir el
espasmo eyaculatorio. Es necesario acceder al conocimiento que
permite ejercitar el arte permanecer indefinidamente en el punto
límite, la puerta que da acceso al "paraíso sexual
cerebral" y el verdadero orgasmo masculino.

El hombre realiza su plenitud
intercambiando su energía con la energía femenina,
y la sexualidad superior es un intercambio entre las
energías masculinas y las femeninas. Cuando el hombre y la
mujer se entregan libremente a la sexualidad y fluyen en el coito
en armonía con la Naturaleza pueden seguir, durante horas
y horas, alimentando y preservando constantemente su preciosa
esencia vital, curando todos los males y favoreciendo una larga
vida. Sin esta armonía básica de las
energías masculinas y femeninas, ni las mejores medicinas
ni los más potentes afrodisíacos servirán de
nada. Si las esencias vitales se agotan y se secan debido a un
exceso de emisión o a una completa negligencia, ya no
podrán reavivarse.

Salvo en el caso de que uno sea un iniciado
consumado que haya conseguido dominar la transmutación de
la energía sexual en pura energía espiritual, el
celibato resultará tan perjudicial para la propia salud
como los excesos desordenados. Como seres humanos, no debemos
hacer nada que contradiga la Naturaleza, y abstenerse de las
relaciones sexuales va completamente en contra de la
Naturaleza.

Muy frecuentemente, en la Naturaleza, lo
mismo que da vida puede quitarla, y la manera en la que uno lo
utilice depende del conocimiento. Si un hombre posee
conocimiento, cuanto más haga el amor más se
beneficiará su salud. Si es ignorante derrochará su
semen y apresurará su viaje hacia la tumba. Sólo el
conocimiento nos enseña cómo utilizar la sexualidad
para llegar a la salud, al bienestar y a la longevidad y no caer
en el sufrimiento y en la perdición.

Cuando la sexualidad es practicada
según los principios de la Naturaleza, más que ser
una prueba agotadora, se conviene en una fuente inagotable de
energía. Se convierte en lo que es, en un pozo de aguas
vivas que jamás se seca. Sin embargo, las aguas que brotan
del manantial del sexo también puede "ahogar" cuando se
ignora cómo realizar este tipo de sexualidad superior. En
esto, como en todo, uno debe investigar, discernir, aprender y
obrar adecuadamente.

Un nuevo estilo de
vida

Vivimos de manera sedentaria y confundimos
la pereza con la comodidad. Estamos acostumbrados a vivir con
niveles muy bajos de energía, corpulentos y a que nos
muramos relativamente jóvenes. Pero este no es nuestro
destino. Es necesario que evitemos estilos de vida nocivos y
modifiquemos las pautas de conducta que provocan agotamiento,
obesidad, enfermedades mentales, coronarias, hipertensión
sanguínea, úlceras, dolores de espalda,
migrañas, artritis, apoplejía, cáncer, etc.
Y aquí estamos hablando de una nueva forma de vivir, no de
cambiar temporalmente el comportamiento.

Muy pocas son las personas que se dan
cuenta hasta qué punto nuestro cuerpo se alimenta del aire
que respiramos. El aire fresco y limpio es una fuerza vital
valiosísima, lo mismo que la luz del sol, que es la fuente
de toda la vida que hay sobre el planeta. Es necesario que
respiremos profundamente aire puro; esta es una condición
indispensable para gozar de una buena salud. Una caminata por los
bosques o la playa, o un paseo a pie por el campo hacen
maravillas por nuestro bienestar físico, renuevan nuestros
diferentes planos y, sin duda, mejoran nuestra perspectiva de las
cosas. Además, es importantísimo mantener una
ventana abierta mientras dormimos; aunque necesitemos agregar una
manta para no tener frío, los beneficios del aire fresco
durante el sueño son inapreciables. El cuerpo puede
efectuar con más eficacia los ciclos de asimilación
y de eliminación si se le ofrece aire fresco mientras
trabaja, en vez de obligarlo a respirar el aire cargado con las
toxinas que acaba de eliminar.

A la mayoría de deportes les
acompaña siempre la vanidad o el interés y,
además fomentan la competición en lugar del apoyo
mutuo. Sin embargo, es necesario que nos ejercitemos asiduamente
realizando deportes que sepamos con seguridad que nos benefician.
Por otro lado, es bueno adecuar nuestro modo de vida a
levantarnos con el sol, o antes, y durante el verano acostarnos
cuando se pone. Si se puede, siempre es positivo habitar en el
campo o en los barrios más aireados de la ciudad y evitar,
en la medida de lo posible, las profesiones antinaturales por su
nocturnidad, por sus cambios de turnos, o porque le obligan a uno
a permanecer en ambientes tóxicos, viciados, con luz
insuficiente, etc. También es necesario tener la
intención y la voluntad de que la toxicidad y la
peligrosidad de estas profesiones sean reducidas al mínimo
o, incluso, que desaparezcan esas mismas profesiones.

Es conveniente exponer nuestro cuerpo
desnudo al aire y al sol durante algún tiempo todos los
días para alimentarlo, templarlo, curtirlo y facilitarle
la necesaria respiración cutánea. Aunque
actualmente circulan informaciones que consideran que el Sol es
peligroso, el Sol es la fuente de toda vida que pueda haber sobre
el planeta, y esto es una verdad que nunca se debe olvidar. Sin
el Sol no puede existir la vida que conocemos. Con la ayuda de la
luz solar el organismo crea valiosas sustancias nutritivas, y el
Sol también contribuye a la desintoxicación, a la
pérdida de peso excesivo y a la vitalización de
todo el ser, abre los poros y permite que las toxinas sean
expulsadas por la piel.

Claro que todo de lo que se abuse puede ser
peligroso, y en el Sol hay un peligro potencial, pues tomar
demasiado sol puede quemarnos. No debemos evitar el Sol, sino
obtener provecho de él, por ello debemos cuidar la forma y
el tiempo que nos exponemos a sus rayos. Las lociones y pantallas
solares no son del todo recomendables. Es mucho mejor ir
alcanzando lentamente nuestra propia tolerancia al sol que usar
aceites, pantallas o lociones que impiden la absorción de
los rayos infrarrojos y ultravioletas y, además, inhiben
la acción de las glándulas secretoras de grasas. Lo
importante es recordar que lo que obtenemos del Sol no es un
simple tono bronceado, sino una revitalización de todo el
organismo que no se limita a la piel. Si nos ponemos aceites o
lociones, hay que evitar los que contengan sustancias
químicas. Es muy recomendable pasar una media hora al sol
todos los días, o con toda la frecuencia que nos sea
posible, preferiblemente de mañana. Ese resplandor dorado
que por ello aparece en nuestra piel es parte de nuestro nuevo
estilo de vida, evidencia de salud y energía.

En relación al vestido y al calzado,
no tenemos que usar nada que nos oprima o presione al cuerpo. Lo
ideal es vestir blusas sobre camisas flexibles, sin cuello alto
ni justo, pantalones amplios sobre la ropa interior y sandalias o
zapatos abiertos al aire. Hay que sustituir el calzado de
tacón alto y punta estrecha por un calzado elegido con
sentido común. Tampoco son adecuados los anillos, aros o
pircings. Respecto a la alimentación, el ser humano tiene
que abandonar el consumo de animales y nutrirse con alimentos
vegetales y naturales.

Los placeres que trae consigo el ser
consciente y el obrar apropiadamente en los diversos planos son
los placeres más elevados que una persona puede disfrutar.
En este sentido, educar a los hijos y formar a las personas de
acuerdo con el conocimiento espiritual, contribuir a la
regeneración de la humanidad y trabajar para que el bien
en la humanidad sea un hecho aquí y ahora les proporciona
uno de los mayores goces. Las personas superiores rechazan, en
consecuencia, la mayor parte de lo que ofrece la sociedad, como
son el hábito de fumar, el frecuentar cafés o
tabernas, el asistir a bailes nocturnos, los juegos de azar, el
amor mercenario y todas las degradaciones sensuales, las
diversiones a costa de la vida o sufrimiento de los animales o de
las personas –desde el boxeo a las corridas de
toros–, la locura consumista, etc.

Únicamente siendo conscientes y
obrando adecuadamente surgen la calma espiritual, la paz mental y
la buena forma física. Sí, debemos vivir
así, inteligentemente, de una forma completamente
diferente a como lo hacemos ahora.

Higiene
social

Esta civilización recorre un camino
equivocado. Debemos conocer sus errores para devolverla a lo que
debería ser, a su cauce natural. Es cierto que el ser
humano se ha apartado de las leyes de la Naturaleza, tanto en su
obrar individual como social, y que con ellos se atrae el
desorden y, en muchos casos, la destrucción. Pero, aun
así, todos estamos llamados a regenerarnos. Hemos visto en
esta obra que las acciones higiénicas y naturales para
regenerarnos son muy sencillas pero quizás, por eso mismo,
son difíciles de realizar.

La armonía surge de una
relación adecuada entre todos los seres; a nada ni a nadie
aislado se le puede otorgar un valor por sí mismo, sino
por la calidad de sus relaciones con las demás partes. El
ser humano puede desarrollar una forma de vivir que cree
armonía en sí mismo, en las personas y en el
conjunto de todos los seres y elementos que habitan en el
planeta. Esta armonía nace de vivir espiritualmente, de
obrar con justicia en el dar y en el recibir.

En la Naturaleza se encuentran los medios
que nos permiten la subsistencia, pero sólo podremos
acceder a ellos si no les quitamos a los demás seres la
parte que les corresponde. Además, debemos perfeccionar la
Naturaleza, de manera inteligente, en beneficio del conjunto.
Sólo se vive de acuerdo con la ley natural desarrollando
actitudes respetuosas y constructivas que no son, por ejemplo, el
matar o martirizar animales para comer, el destruir los
ecosistemas de la Tierra ni tampoco el albergar sentimientos de
odio o ser violento y egoísta.

Una persona no puede darse por satisfecha
sólo con resolver su dieta o su terapéutica, sino
que debe aspirar también a regenerar la dimensión
moral y social, pues a ello está tan obligado como a la
regeneración en el plano material. Cuesta sólo
reflexionar un poco para darse cuenta que a la vida
íntegra natural se le opone el régimen autoritario,
cruel y antinatural que impera en la civilización
actual.

Es cierto que hoy en día quienes se
acercan a reflexionar sobre las leyes de la Naturaleza son, la
gran mayoría, enfermos que no buscan nada más que
la salud física. Pero esto no tiene nada que ver con esas
personas evolucionadas, repletas de salud y vigor en el cuerpo y
en la mente, llenas de amor a la humanidad, que desean la
regeneración personal y comunitaria mediante la
consciencia, el conocimiento y el obrar apropiado, y que trabajan
por la transformación social, para que ocurra esa
revolución que tanto necesitamos.

Así, ese hombre superior se
encuentra en armonía con las leyes de la Naturaleza pues,
a la vez, son las leyes que rigen sobre él y sobre la
Tierra en la que habita. En estas leyes se encuentran
implícitas determinada coherencia y sistematicidad, por lo
que, con estudio y trabajo, el ser humano desarrolla la capacidad
para conocer el Orden Natural, que aparentemente se encuentra
dominado por el caos. Caos que el oscurantismo religioso intenta
mantener con sus dogmas.

La moral del amor y del respeto a toda
forma de vida es insuperable, aunque la Naturaleza en la que
vivimos no tiene nada de "moral". Y aquí se encuentra el
origen del mal. Los seres humanos soportamos una absurda y
tiránica organización social que estimula y fomenta
la corrupción, la perversión y el triunfo del
fuerte sobre el más débil, pero esto ya viene, en
parte, inherente a la Naturaleza, que es imperfecta y cuya ley es
matar para vivir. Teniendo tal madre, así son sus hijos,
ya de nacimiento más predispuestos al mal que al
bien.

Hay quienes, poéticamente, rinden
culto a la "Gran Madre Tierra". Pero no es muy acertada la
creencia en una sociedad corrupta que se encuentra frente a una
Naturaleza perfecta e ideal, tampoco es muy inteligente la idea
de un ser humano natural, bueno, corrompido por la sociedad y el
capitalismo. Los seres humanos nos encontramos inmersos en una
Naturaleza que tiene sus propias leyes, ella es la que impone el
precepto de "comeos los unos a los otros", y ya en nuestro
interior se encuentra el ego, que se suma al desorden que reina
en el exterior y es la causa del sufrimiento. Todo esto se
traspasa inevitablemente al medio social; vivimos en este medio y
es en él donde debemos ser conscientes y obrar
adecuadamente.

Para regenerar la sociedad uno mismo debe
antes regenerarse, vivir exuberante de esa vitalidad y plenitud a
las que siempre acompañan la acción, la lucha, la
rebeldía y el valor del poder sexual. Aunque muchos,
pobres de espíritu y de conocimiento, ven todo esto con
cierta nostalgia, como un ideal que el afán de lucro
capitalista ha sustituido por la injusticia, la miseria y la
opresión.

No debemos olvidar que la libertad es un
estado del ser humano, no un derecho –los derechos son para
los esclavos. La libertad no es una teoría, sino un hecho
que la misma Naturaleza permite en el ser humano cuando
éste se encuentra en contacto con ella, cuando la conoce y
obra adecuadamente. Desde que los seres humanos dejaron de vivir
en contacto directo con la

Naturaleza, puede decirse que dejaron de
ser seres humanos, que perdieron una parte importante de su
integridad.

La nocturnidad, los aires viciados, el
consumo de bebidas perjudiciales y de drogas o la
aceleración del ritmo cardiaco mediante productos
tóxicos estimulan sentimientos antinaturales como el
afán de lucro, la ambición de poseer, la crueldad,
la confrontación y la sexualidad enfermiza y animal. A
todo ello ayuda el consumo de sustancias enervantes como el
café o el chocolate y, especialmente, las bebidas
alcohólicas. Estos son vicios funestos de los que hay que
abstenerse, pues toda concesión suele conducir al
hábito que degenera a uno mismo y a su
descendencia.

Existe en la relación social la
presión de los convencionalismos y de la censura de los
demás. Esta aparece cuando uno se siente en la
obligación de realizar actos contrarios a la Naturaleza y
la sociedad le impide obrar naturalmente. En estos casos, la
persona superior deberá obrar apropiadamente, ofreciendo
lo más adecuado para las personas y para la sociedad. Lo
hará con sensibilidad y delicadeza, con respeto, sin
lesionar los derechos de nadie, obrando con libertad respecto de
los convencionalismos y lejos del fanatismo. En este obrar es
lícito sentir la felicidad y el orgullo de combatir con el
ejemplo los errores de las personas y de la sociedad. Sin
embargo, también es bueno sentirse bien cuando lo
más adecuado es ceder a ellas.

Es necesaria una evolución
psicológica y moral en el ser humano, y para que esta
evolución se haga realidad es imprescindible que
conozcamos la Naturaleza. Es importante que el ser humano respete
el Orden natural y que aprecie la higiene física, pero no
es menos importante que la higiene social se convierta en
realidad, pues ésta se encuentra severamente limitada por
el Poder y el estado actual de las cosas –que el mismo
Poder implanta.

El verdadero Poder oculto dirige siempre a
los Estados represores. Éstos son centralistas, y se
apoyan en las religiones, que rechazan la pasión y la
vitalidad natural, y mantienen al ser humano en la ignorancia.
También se fundamentan, en esta Tierra, en el insaciable
egoísmo capitalista, generador de casi todos los males que
sufre la humanidad, pues conforma a los seres humanos y a las
sociedades lejos de esa armonía con la Naturaleza que es
tan necesaria. El origen de todos los males que sufre la
humanidad se encuentra en la ignorancia y en la codicia,
imperfecciones que alimenta y fortalece el Poder mediante la
manipulación y la represión que impone a los seres
humanos.

La única solución a estos
graves problemas es vivir espiritualmente. Ser consciente y obrar
adecuadamente, con firmeza y virilidad, lejos de fanatismos y de
ideas fantasiosas, es la única condición para
erradicar el sufrimiento y la enfermedad, para permitir que surja
la salud, la felicidad y la paz tanto en uno mismo como en la
sociedad. Vivir espiritualmente es respetar los caminos y los
ritmos de la Naturaleza, por la consciencia y el conocimiento de
la verdad, sin esfuerzo y en paz, como lo hace un pez que nada
acompañando a la corriente.

La colección "Serie Verde" forma
parte de las publicaciones de la ONG La Página de la
Vida.

Estas obras se han realizado para ayudar a
todas las personas que quieren despertar del sueño de la
ignorancia y salir, por sus propios medios, de la
confusión y del sufrimiento.

Podrás acceder a otros libros,
cuadernos y recursos, conocer sobre los autores y contactar con
ellos desde la dirección de Internet

www.proyectopv.org

Ni los autores ni La página de la
Vida tienen ningún fin lucrativo. Los beneficios
económicos que se obtengan por esta obra, y por las
futuras, serán siempre empleados con fines
humanitarios.

Estas obras no son un trabajo personalista,
ninguno de los dos autores se considera artífice de los
conocimientos que ellas encierran. Su labor ha consistido en
reunir y desarrollar unas enseñanzas que son patrimonio de
la humanidad.

Detrás de nuestros trabajos no hay
ninguna religión o doctrina. Todo el saber que se
encuentra en estas páginas es el resultado de la
reflexión, la constancia y el sacrificio de muchas
personas que han vivido a lo largo de todos los tiempos. A ellas
queremos agradecer los fundamentos indispensables que nos han
permitido realizar unas obras largamente maduradas.

A pesar de que, por diferentes motivos,
todas las obras están inscritas en el registro de la
propiedad intelectual, éstas son un bien heredado que no
pertenece a ninguna organización, hermandad o secta, y
deben estar siempre disponibles para toda persona que las
necesite. Por ello, la reproducción total o parcial de
este cuaderno está autorizada haciendo la
mención:

"Cuadernos de La Página de la Vida,
www.proyectopv.org"

Edición: Junio de
2005

 

 

Autor:

José Manuel Molina
Ruiz
y David Subirons
Vallellano

La Página de la Vida

Serie Verde nº 1

Barcelona Junio de 2005

Partes: 1, 2, 3
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