En lo que sigue preguntamos
por la técnica. Preguntar es estar construyendo un camino.
Por ello es aconsejable fijar la atención en el camino y
no estar pendiente de frases y rótulos aislados. El camino
es un camino del pensar. De un modo más o menos
perceptible, todos los caminos del pensar llevan, de una forma
desacostumbrada, a través del lenguaje. Preguntamos por la
técnica y con ello quisiéramos preparar una
relación libre con ella. La relación es libre si
abre nuestro estar a la esencia de la técnica. Si
correspondemos a aquélla, entonces somos capaces de
experienciar lo técnico en su
limitación.
La técnica no es lo mismo que
la esencia de la técnica. Cuando buscamos la esencia del
árbol, tenemos que darnos cuenta de que aquello que
prevalece en todo árbol como árbol no es a su vez
un árbol que se pueda encontrar entre los
árboles.
De este modo, la esencia de la
técnica tampoco es en manera alguna nada técnico.
Por esto nunca experienciaremos nuestra relación para con
la esencia de la técnica mientras nos limitemos a
representar únicamente lo técnico y a impulsarlo,
mientras nos resignemos con lo técnico o lo esquivemos. En
todas partes estamos encadenados a la técnica sin que nos
podamos librar de ella, tanto si la afirmamos apasionadamente
como si la negamos. Sin embargo, cuando del peor modo estamos
abandonados a la esencia de la técnica es cuando la
consideramos como algo neutral, porque esta
representación, a la que hoy se rinde pleitesía de
un modo especial, nos hace completamente ciegos para la esencia
de la técnica.
Según la antigua doctrina, la
esencia de algo es aquello que algo es.
Preguntamos por la técnica cuando preguntamos por lo que
ella es. Todo el mundo conoce los dos enunciados que contestan a
nuestra pregunta. El uno dice: la técnica es un medio para
unos fines. El otro dice: la técnica es un hacer del
hombre. Las dos definiciones de la técnica se
copertenecen. Porque poner fines, crear y usar medios para ellos
es un hacer del hombre. A lo que es la técnica pertenece
el fabricar y usar útiles, aparatos y máquinas;
pertenece esto mismo que se ha elaborado y se ha usado,
pertenecen las necesidades y los fines a los que sirven. El todo
de estos dispositivos es la técnica, ella misma es una
instalación, dicho en latín: un
instrumentum.
La representación corriente de la
técnica, según la cual ella es un medio y un hacer
del hombre, puede llamarse, por tanto, la definición
instrumental y antropológica de la
técnica.
¿Quién negaría que
esto es correcto? Está claro que se rige por aquello que
se tiene ante los ojos cuando se habla de la técnica. La
definición instrumental de la técnica es incluso
correcta de un modo tan inquietante, que además es
aplicable a la técnica moderna, de la que normalmente se
afirma, con una cierta razón, que, frente a la
técnica artesanal de antes, es algo completamente distinto
y por tanto nuevo. También la central energética,
con sus turbinas y sus generadores, es un medio fabricado por
hombres para un fin puesto por hombres. También el
avión a reacción y la máquina de alta
frecuencia son medios para fines. Por supuesto que una
estación de radar es menos sencilla que una veleta. Por
supuesto que la fabricación de una máquina de alta
frecuencia necesita del juego combinado de distintos procesos de
trabajo de la producción técnico- industrial. Por
supuesto que una serrería, en un valle perdido de la Selva
Negra, es un medio primitivo en comparación con una
central hidroeléctrica del Rin.
Sigue siendo correcto que también la
técnica moderna es un medio para fines. De ahí que
la representación instrumental de la técnica
determine todos los esfuerzos por colocar al hombre en el
respecto correcto para con la técnica. Todo está en
manejar de un modo adecuado la técnica como medio. Lo que
queremos, como se suele decir, es «tener la técnica
en nuestras manos». Queremos dominarla. El querer dominarla
se hace tanto más urgente cuanto mayor es la amenaza de la
técnica de escapar al dominio del hombre.
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