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La capacitación como herramienta esencial de la estrategia emprendedora (página 2)



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Puesto que el modelo universitario vigente en América Latina no garantiza que los jóvenes graduados obtengan un empleo estable al finalizar sus estudios, resulta fundamental que ellos desarrollen las competencias requeridas para crear nuevas empresas.

El fomento del espíritu empresarial debe considerarse tanto desde el concepto amplio de capacitación en actitudes y habilidades empresariales (que incluya el desarrollo de ciertas cualidades personales y la sensibilización respecto al emprendimiento de nuevos negocios), como desde un concepto más específico de formación dirigida a la creación de nuevas empresas (Gual, 1998; Galloway y Brown, 2002; Vohora, Wrigth y Lockett, 2003; Harper, 2003; BID, 2004; Markman, et al, 2005).

Aunque no se puede enseñar el impulso, ni el ingenio, ni la individualidad, ni tampoco se puede enseñar la forma en que trabaja la mente de los emprendedores, sí se puede estimular el espíritu creativo e innovador como atributo indispensable de todo emprendedor. Y también se pueden enseñar los comportamientos más frecuentes de los emprendedores basados en la motivación.

Un ejemplo de ese tipo de aprendizaje se tiene en el trabajo de McClelland (1989), quien elaboró un programa para aumentar la motivación al logro de los empresarios y, posteriormente, comprobó que, efectivamente, el entrenamiento tenía como efecto una conducta más emprendedora.

De conformidad con Vidal (2006), cuando los emprendedores latinoamericanos deciden iniciar un negocio pueden asumir todos los retos que ello significa por cuenta propia o apoyarse en diversas organizaciones públicas y privadas que forman parte de la "industria" de la capacitación empresarial

En esa "industria" pueden identificarse varios eslabones: entes del Estado, universidades públicas y privadas, parques tecnológicos, varias organizaciones no gubernamentales (ONG) y algunas empresas y gremios privados.

En cada eslabón de la cadena participan diferentes organizaciones que interactúan para apoyar la creación de nuevas empresas en diversos momentos: pre-incubación, incubación, financiamiento, consolidación y crecimiento (en algunos casos se agrega la etapa de internacionalización).

El concepto de pre-incubación hace énfasis en la etapa previa a la creación de una nueva empresa, es decir, el momento en que se realiza la concepción de la idea de negocio desde una perspectiva emprendedora.

El término "incubación" se refiere a la analogía establecida entre la protección requerida por los seres vivos durante el período de gestación y la conveniencia de hacer lo propio para auspiciar efectivamente la creación de nuevas empresas en su etapa previa al "despegue" (Barboza, 1998).

Un segmento notablemente importante de los aspirantes latinoamericanos a emprendedores recurre a los servicios de capacitación y asistencia crediticia ofertados por varias instituciones del Estado.

Dichas instituciones han puesto en práctica varias iniciativas dirigidas a fortalecer la capacitación para el trabajo independiente entre los sectores más desfavorecidos de la población, al tiempo que ha impulsado la creación de pequeñas empresas como estrategia para abordar los problemas de desempleo y empleo informal que padecen numerosas personas.

Igualmente, varias universidades alrededor del mundo han adelantado distintos programas para fomentar el espíritu emprendedor.

En América Latina, un buen ejemplo de este tipo de programas es la Red Universitaria Iberoamericana sobre Creación de Empresas, en la que participan las siguientes instituciones de educación superior (Espíritu Olmos y Sastre Castillo, 2007):

./ Universidad Politécnica de Madrid (España)

./ Universidad de Zaragoza (España)

./ Universidad de La Rioja (España)

./ Universidad de Sevilla (España)

./ Universidad de Valencia (España)

./ Universidad Nacional de Mar del Plata (Argentina)

./ Universidad de Antioquía en Medellín (Colombia)

./ Universidad ICESI de Cali (Colombia)

./ Instituto Tecnológico de Costa Rica

./ Universidad de Concepción (Chile)

./ Universidad de El Salvador

./ Universidad de Guanajuato (México)

./ Universidad de Panamá

./ Universidad Central de Venezuela.

En el caso venezolano, los siguientes centros educativos superiores han incorporado a su oferta académica materias y programas dirigidos a la creación de nuevos negocios y al desarrollo de la iniciativa emprendedora:

./ Universidades Simón Bolívar (USB) y Metropolitana (UNIMET), e Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), en la ciudad de Caracas (Distrito Capital)

./ Universidad de los Andes (ULA), en la ciudad de Mérida (Estado Mérida)

./ Universidad Rafael Belloso Chacín (URBE), en la ciudad de Maracaibo (Estado Zulia)

./ Universidades de Yacambú y Centro Occidental Lisandro Alvarado (UCLA), en la ciudad de Barquisimeto (Estado Lara)

./ Universidad Nacional Experimental del Táchira (UNET), en la ciudad de San Cristóbal (Estado Táchira)

./ Universidad Valle del Momboy (UVM), en la ciudad de Valera (Estado Trujillo).

Estas instituciones forman parte del Sistema de Apoyo a la Creación de Empresas en Venezuela, en el cual también participan la Corporación Andina de Fomento (CAF), la Fundación Ideas y la empresa consultora McKinsey, cuyos objetivos principales son desarrollar una cátedra común de promoción de la capacidad emprendedora y una red de apoyo y asesoría a nuevos emprendedores en Venezuela fundamentada en las siguientes líneas de acción:

./ Sensibilización sobre temas primordiales de la cultura emprendedora, mediante asignaturas de pregrado y postgrado

./ Desarrollo del espíritu emprendedor con el apoyo de cursos especializados, que le permiten a los participantes conocer el proceso de desarrollo de una idea y su puesta en marcha, a través de experiencias vivenciales

./ Promoción de la cultura emprendedora mediante el levantamiento de una base de datos que contiene información sobre casos y experiencias exitosas, que puedan servir de modelos para futuras iniciativas

./ Servicios de atención al emprendedor mediante consultas y asesorías orientadas al desarrollo de iniciativas empresariales.

No obstante, muy pronto se hizo evidente que las rígidas estructuras burocráticas de las universidades latinoamericanas no resultaban las más adecuadas para responder a los desafíos que impone el fomento de nuevos emprendedores.

Para resolver esta deficiencia, desde mediados de la década de 1990 una de las vías adoptadas por ellas para generar vínculos eficientes con el sector empresarial ha sido la creación de organizaciones de intermediación entre ellas, las empresas ya establecidas en el mercado y los potenciales emprendedores, a través de los denominados parques tecnológicos.

Estas instituciones se han convertido en una alternativa válida para facilitar los mecanismos de transferencia de conocimientos desde la academia hacia los sectores empresariales, principalmente en sectores tecnológicos.

La colaboración entre parques tecnológicos y empresas crea valor agregado tanto para los primeros como para las segundas, que se benefician del conocimiento que generan las universidades e institutos de investigación académica.

Los parques tecnológicos se han convertido en una herramienta de mucha utilidad para que los resultados de la investigación en las universidades se concreten en productos comercializables que le generen beneficios a la sociedad.

En general, esas instituciones están relacionadas con algún centro de investigación y con una o varias universidades a la vez, las cuales deben brindar el apoyo técnico, administrativo y legal requerido por los emprendedores para la ejecución de sus proyectos de negocio (Lalkaka, 2000).

Entre los servicios que los parques tecnológicos ofrecen a las empresas está el de proporcionar asesoría en el área jurídica, es decir, en todo lo relacionado con el registro de empresas, patentes, licenciamiento, propiedad intelectual y mercantil.

Además, orientan a las emprendedores en los documentos que tienen que preparar para solicitar un financiamiento, a dónde deben acudir y con quién podrían hacer la solicitud, así como la ayuda necesaria para la búsqueda de aliados estratégicos que puedan trabajar con ellos en el desarrollo de nuevos productos, y en la ubicación de socios para la distribución de los mismos.

Asimismo, cuentan con la ayuda para la realización de estudios de mercado y de factibilidad, así como del apoyo de los laboratorios o centros de investigación vecinos a los parques.

En este proceso, uno de los principales servicios ofrecidos por los parques tecnológicos ha sido el de las "incubación de empresas", mediante la provisión de espacios físicos para que un grupo de nuevas empresas pueda instalarse y funcionar compartiendo servicios básicos y administrativos. De esta manera, hacen posible que las empresas nacientes incurran en menores costos que si funcionasen de manera independiente.

La idea es que las empresas permanezcan físicamente en la incubadora por períodos no superiores a cinco años, para luego crecer de manera independiente y dejar libre el espacio para la incubación de otras empresas.

La incubación de empresas se puede definir como un espacio o ambiente en el cual una nueva empresa pueda alojarse y tener acceso a herramientas, recursos y relaciones, todos ellos necesarios para fortalecer su crecimiento y poder desarrollar su capacidad para sobrevivir en mercados competitivos. Lo que hacen, por tanto, es una transferir "saber hacer" a los nuevos emprendedores que tienen ideas de negocio innovadoras.

Dentro de los servicios que integran la incubación están el espacio físico (oficinas o laboratorios), varios servicios compartidos (como secretarias y equipos de telecomunicaciones, recepción telefónica, internet, sala de reuniones y exposiciones), acompañamiento y asesorías, establecimiento de contactos para posibles alianzas y ayuda en la búsqueda de financiamiento, entre otros (Hulet y Pérez, 2002).

Los servicios de incubación regularmente no incluyen el financiamiento de proyectos ni la comercialización de los productos o servicios de las nuevas empresas, funciones que por lo general asumen otras instituciones que pueden o no actuar de manera coordinada con los Parques Tecnológicos.

Lo que sí hacen casi todos es orientar a los emprendedores con el fin de buscar soluciones y correctivos a las fallas que puedan tener, para que, de esa manera, las nuevas empresas pasen a sus siguientes etapas de desarrollo con mejores posibilidades de éxito.

Los servicios de incubación permiten llevar a cabo el diagnostico temprano de las fallas que puedan presentar las nuevas empresas, con el fin de buscar soluciones y correctivos a las mismas para que ellas pasen a sus siguientes etapas de desarrollo.

En teoría, esa detección temprana de fallas permitiría que una gran porción de empresas incubadas salgan rápidamente del período de incubación y sobrevivan con éxito, al contrario de lo que ocurre con los emprendimientos no incubados, cuya tasa de fracaso es alta.

Por su parte, los programas de capacitación de nuevos emprendedores que ofertan varias organizaciones no gubernamentales (ONG) están volcados preferentemente a atender las demandas de apoyo a pequeños emprendimientos comunitarios muy tradicionales, aunque algunas de ellas destacan por el fomento de emprendimientos innovadores.

Finalmente, debe decirse que la mayor parte de las empresas privadas que ofertan capacitación empresarial no cubren los requerimientos de los nuevos emprendedores, aunque proporcionan capacitación técnica y gerencial básica para la gestión de negocios ya establecidos.

Limitantes generales de los enfoques de capacitación de emprendedores

A pesar de la explosión de distintos programas de capacitación de nuevos emprendedores que ha ocurrido en América Latina, sus enfoques, diseñados casi todos en una especie de "molde de talla única", no parecieran ser idóneos para atender la demanda existente, caracterizada por la amplia variedad de emprendedores potenciales.

La experiencia demuestra que los emprendedores no constituyen un mercado homogéneo que se pueda atender con éxito mediante un enfoque de "talla única". Por el contrario, entre ellos se presentan dramáticas diferencias en cuanto a su repertorio de capacidades, actitudes, intereses, nivel educativo, tipo de emprendimiento buscado, conocimientos específicos en sus áreas de interés y experiencia previa de negocios.

Algunas de las deficiencias más notables asociadas a los enfoques de capacitación utilizados en la mayoría de los programas latinoamericanos de capacitación de nuevos emprendedores se refieren a los siguientes factores de interés:

./ Predominio del enfoque asistencialista en los programas estatales

./ Marcado enfoque academicista en los programas de universidades y parques tecnológicos

./ Notable enfoque tradicionalista en los programas de las ONG

./ Escasa atención al desarrollo de los conocimientos y habilidades emprendedoras.

Tales deficiencias se explican a continuación. Debe aclararse que no es el propósito de este análisis el señalamiento de ningún programa de capacitación en particular, sino destacar un conjunto de rasgos que parecen comunes a la mayoría, aun cuando se entiende que no existe un modo único de calificar las bondades o debilidades de un programa sobre otro.

Predominio del enfoque asistencialista en los programas estatales

La casi totalidad de los programas ofertados por instituciones del Estado poseen muy buenas intenciones, pero son enormemente difusos en la selección de métodos y contenidos, ya que no poseen fundamentos teóricos y metodológicos claros.

Adicionalmente, tales programas están ligados al fomento de emprendimientos muy tradicionales, poco dinámicos y escasamente competitivos, por lo que su supervivencia depende de los cuantiosos recursos públicos utilizados para subsidiarlos, una práctica que no es sostenible en modo alguno.

Dondequiera que ese enfoque se ha ensayado ha dado muestras contundentes de que no funciona, porque implica el surgimiento de nuevos emprendimientos enfermizos, que difícilmente podrán sobrevivir cuando concluya la ayuda del Estado.

La gran debilidad de los programas estatales radica precisamente es su escasa capacidad para promover emprendimientos sostenibles a largo plazo, que no se desvanezcan una vez terminada la ayuda gubernamental (Neck, 1997; Morris, 1998; Jaramillo y Parodi, 2003).

Cualquier programa público de capacitación que no potencie la cultura y las habilidades emprendedoras, disminuirá sensiblemente la capacidad de los potenciales emprendedores para sostenerse por sí mismos en el tiempo.

Las causas del escaso éxito de tales programas ¾medido según la proporción de emprendedores que termina creando una nueva empresa rentable y logra sobrevivir a mediano plazo (de 3 a 5 años)?, pueden ser externas e independientes de ellos (inflación, cambios en las políticas económicas gubernamentales y otros imprevistos, etc.).

Pero en la mayoría de los casos tales causas son de carácter interno. Se deben, en buena parte, a las deficiencias propias de programas diseñados por funcionarios públicos que nunca han tenido experiencia empresarial verdadera.

Quienes trabajan en programas gubernamentales de este tipo sienten que la mejor manera de fomentar la creación de nuevos emprendimientos es la combinación del financiamiento estatal barato con la capacitación en un oficio técnico y en distintos temas básicos de la administración de empresas.

Se piensa así porque normalmente sólo un pequeño porcentaje de los emprendedores que solicita un préstamo es capaz de presentar un registro de sus transacciones comerciales de una manera ordenada, o de presentar un balance de resultados y un estado de pérdidas y ganancias medianamente aceptables.

Pero el hecho es que muchos emprendedores perciben esos programas de

capacitación como un costo adicional para optar a un crédito del Estado.

Otra característica común del enfoque de los programas estatales de capacitación de nuevos emprendedores en Latinoamérica consiste en proveerles capacitación técnica con la esperanza de estimular la rápida formación de nuevas empresas.

Por tanto, dichos programas se pueden describir como una extensión del concepto convencional de educación para el trabajo, cuya utilidad para incentivar la formación de nuevos emprendedores es totalmente nula.

Las personas así capacitadas rápidamente se vinculan a la profundización de los saberes técnicos, lo que tiene un efecto positivo de capacitación en la capacidad productiva, pero no en el proceso emprendedor.

Naturalmente, en esos programas se forman técnicos especializados en diversos oficios valiosos para la sociedad, pero no se forman emprendedores, sino panaderos, carpinteros, modistas, electricistas, mecánicos, etc.

No obstante, sin menoscabo de la importancia de la capacitación técnica específica para desarrollar una actividad productiva, es necesario entender que la capacitación de nuevos emprendedores no se refiere en modo alguno a los aspectos vinculados a la formación en los aspectos técnicos propios de un oficio o profesión.

Marcado enfoque academicista de los programas universitarios

Las universidades y parques tecnológicos ofertan mayormente servicios de capacitación de nuevos emprendedores en áreas con fuerte contenido tecnológico.

El hecho de concentrar su atención casi exclusivamente en emprendimientos tecnológicos hace que sus nichos de mercado sean sumamente reducidos, pues se orientan en gran medida a estudiantes o egresados universitarios interesados en crear nuevos negocios en áreas científico-tecnológicas

De hecho, este tipo de emprendimientos se vinculan escasamente a las necesidades de muchos emprendedores potenciales, razón por la cual se muestran poco interesados en negocios de ese tipo (EMPRETEC, 1998; Rea, Maggiore y Allegro, 1999; Vohora, Wrigth y Lockett, 2003).

Una de las herramientas fundamentales utilizadas en los programas de formación de emprendedores de universidades y parques tecnológicos es la asesoría para el desarrollo de planes de negocios y al asesoramiento en los trámites de apertura de nuevas empresas.

Incluso, desde hace unos años estas instituciones fomentan concursos de planes de negocios cuyos ganadores reciben un pequeño capital semilla que pueden utilizar para complementar los recursos necesarios para la creación de sus empresas.

Estos concursos cumplen la doble función de promover la cultura emprendedora entre los potenciales emprendedores participantes y capacitarlos en el proceso de concretar la creación de nuevas empresas.

Lamentablemente, el enfoque de capacitación de nuevos emprendedores utilizado por las universidades y parques tecnológicos, centrado casi exclusivamente en la preparación de planes de negocio, se asienta en la utilización de métodos con frecuencia excesivamente teóricos e incompletos que dejan por fuera el desarrollo de habilidades emprendedoras de mayor importancia, tales como el mercadeo, la venta y las técnicas de negociación, por ejemplo.

Casi todos los programas ofertados por las universidades y parques tecnológicos son excesivamente teóricos. En un programa de capacitación de ese tipo solamente los emprendedores intelectualmente más curiosos pueden progresar, mientras que la mayoría de quienes asiste a ellos se aburre, no entiende cabalmente los contenidos y, por ello, no los aprovecha en su totalidad.

El enfoque de la mayoría de los programas impulsados por instituciones universitarias y parques tecnológicos del país es tan académico que resulta dudoso si realmente fomentan el espíritu emprendedor o si, por el contrario, los participantes en dichos programas ya habían desarrollado en otros contextos las actitudes emprendedoras deseadas.

En ocasiones, algunos de esos programas incorporan contenidos motivacionales con la finalidad de incidir en el desarrollo de valores, creencias y actitudes favorables a la creación de nuevas empresas.

Incluso, emplean el análisis de historias de emprendedores famosos, tanto nacionales como extranjeros, con el propósito de fomentar la clase de comportamientos típicamente asociadas con el éxito empresarial.

Naturalmente, es muy discutible determinar en qué medida las motivaciones de los emprendedores pueden ser influenciadas durante un programa de sólo unas cuantas semanas de duración, o si la jerarquía de motivos de alguno de los que asiste a ellos puede experimentar un cambio significativo en un período tan corto de tiempo.

Tanto en las universidades como en los parques tecnológicos que ofertan estos programas no son objeto de aprendizaje las habilidades y actitudes típicas que pueden mejorar las posibilidades de éxito de los nuevos emprendedores.

En consecuencia, la capacitación se limita a ser una mala copia de cursos universitarios impartidos en las carreras de economía y administración, orientados principalmente a impartir conocimientos administrativos y gerenciales básicos.

Sin embargo, de modo sorprendente, ni siquiera los egresados de esas carreras universitarias se muestran preparados para poner en marcha una empresa propia. Tienen conocimientos teóricos segmentados y desconocen cómo identificar y evaluar las oportunidades del mercado en el que van a actuar.

La mayoría de los recién licenciados en esas carreras sólo son buenos candidatos para trabajar como empleados, pero no para crear una empresa propia.

En general, la formación académica que recibe la mayoría de los estudiantes universitarios latinoamericanos no los motiva a ser emprendedores, por lo que, una vez graduados, se convierten en buscadores de empleo. La realidad venezolana confirma que escasean los profesionales universitarios dueños de empresas.

Por el contrario, muchos emprendedores exitosos no poseen formación universitaria, pero han sabido tomar decisiones en el momento adecuado, sobre el tópico conveniente, y con la firmeza necesaria para poder crearse un mejor futuro económico.

Peor aún, la mayoría de los docentes universitarios que imparten los programas de capacitación de nuevos emprendedores no parecen ser los más idóneos para diseñarlos o dirigirlos, ya que en la mayoría de los casos no han creado ninguna empresa en su vida, por lo que no saben lo que es trabajar en un entorno de negocios altamente competitivo.

Esta es una característica que comparten con los funcionarios públicos que actúan como facilitadores de cursos de capacitación de emprendedores en los programas ofertados por el Estado.

Además, casi todos ellos poseen actitudes esencialmente conservadoras y adversas al riesgo, evidenciadas en que han elegido un empleo seguro que paga por tiempo utilizado y no por resultados obtenidos.

De hecho, descontando el escalafón en el que se encuentren, todos ellos cobrarán lo mismo sea cual sea el resultado de su trabajo.

Como consecuencia, cada vez más emprendedores potenciales se dan cuenta de que, aun cuando hasta ahora haya sido "lo normal", los docentes universitarios no son las personas más adecuadas para enseñar a crear nuevas empresas.

Son percibidos de esa manera por cuanto, en su mayoría, no han creado ninguna nueva empresa real en su vida y mucho menos han gestionado alguna empresa exitosa. Sólo son "devoradores" de teorías documentadas en libros de diverso origen.

Notable enfoque tradicionalista en las ONG

Sólo uno pocos programas de capacitación ofertados por organizaciones no gubernamentales poseen respaldo evidente en investigaciones serias y en planteamientos metodológicos coherentes y validados con el tiempo, diseñados de modo flexible para adaptarse a contextos diversos. Lamentablemente, son la minoría (Reynolds y White, 1997; Mateu, 1999; Cepeda, 2003; Hisrich, Peters y Shepherd, 2005).

Algunos de los mejores programas de tales organizaciones son de carácter integral, es decir, no sólo incluyen capacitación sino también un conjunto de servicios complementarios de apoyo, entre los cuales destacan los siguientes:

./ Diversos tipos de asesorías puntuales

./ Retroalimentación de los aprendizajes logrados por los participantes

./ Concursos de planes de negocios

./ Mentores de apoyo a la gestión de dichos planes

./ Pasantías en empresas para llevar a cabo diagnósticos de desempeño y planes de mejoramiento

./ Gestión de financiamiento

./ Obtención de capital semilla

./ Asistencia técnica empresarial

./ Servicios de incubación empresarial

./ Servicios de gestión de proveedores y clientes.

Por el contrario, la mayoría de los programas ofertados por este tipo de organizaciones han sido diseñados de manera muy discutible o poco relacionados con las condiciones socioculturales y económicas imperantes en el entorno en los que se imparten.

Algunos parecen más una "receta multiuso", que se ofrece como una solución aplicable a cualquier situación. Otros fueron diseñados originalmente para brindar asesoría a grandes empresas, los cuales se "empaquetan" de modo atractivo para ofrecerse a pequeños emprendedores, que en América Latina son la norma y no la excepción.

Por lo que se ve en muchos de tales programas, pareciera que todo el asunto se reduce a un conveniente cambio de nombres y a un proceso de "copiar y pegar",

procedimiento con el cual se pretende entrar a competir rápidamente en el mercado de la capacitación de emprendedores, asumiendo – erróneamente – que se trata de un mercado indiferenciado, es decir, uno en el que todos los emprendedores son muy parecidos.

Escaso desarrollo de conocimientos y habilidades emprendedoras

Una de las deficiencias más importantes observadas en la mayoría de los programas de capacitación de nuevos emprendedoras en América Latina consiste en el notable desfase existente entre las exigencias de cada una de las etapas del proceso emprendedor y los contenidos que se imparten en tales programas, centrados casi totalmente en la etapa de pre-incubación.

La creación de nuevas empresas viables y exitosas es un proceso y, por ello mismo, los esfuerzos que se hagan en tal sentido deben considerar los requerimientos de sus distintas fases o etapas.

De acuerdo con Reynolds y White (1997), Kantis, Ishida y Komori (2002) y el Centro Emprende (2002), las distintas etapas del proceso emprendedor se inician cuando una o más personas tienen una idea empresarial y finalizan cuando la empresa ya está establecida y ha superado los primeros años de actividad, logrando consolidarse en el mercado.

A partir de las propuestas de estos autores, es posible identificar hasta seis fases en el proceso de creación de nuevas empresas viables, las cuales deben ser tratadas en cualquier programa de capacitación de nuevos emprendedores:

  • La fase de concepción del proyecto empresarial forma parte de la etapa de pre-incubación comprende, por una parte, el fomento de la cultura emprendedora, una fase motivacional orientada a afianzar la valoración social del proceso de creación de nuevas empresas y, por la otra, el impulso a la generación de ideas de negocio, cuyo propósito es identificar y evaluar aquellas que tengan potencial comercial.

  • La fase de gestación del proyecto empresarial corresponde a la etapa de pre-incubación, es decir, al período en el cual los emprendedores, ya motivados y habiendo identificado en forma preliminar una oportunidad comercial que deberán convertir en un concepto de negocio, pasan a realizar actividades preparatorias del proyecto empresarial. Ello comprende la formación económica y empresarial básica, la definición de las estrategias comerciales y la elaboración del plan de negocio que le dará sustento concreto al proyecto empresarial

  • La fase de la puesta en marcha de la empresa incluye el proceso de decisión final sobre el inicio de la empresa y las actividades necesarias para conseguir y organizar distintos tipos de recursos necesarios (tales como información, tecnología, fondos, capital humano, materiales, etc.) para lanzar el nuevo emprendimiento

  • La fase de gestión inicial se extiende durante los primeros tres años de vida de la empresa, considerados tradicionalmente como clave para su supervivencia. En esta fase, los emprendedores deben enfrentar el desafío de ingresar al mercado, superar los problemas iniciales ligados a la supervivencia de sus empresas, demostrar su capacidad de gestión del negocio y definir las bases para su futura expansión

  • Una vez garantizada la supervivencia inicial, la siguiente es la fase de consolidación de los cimientos básicos del negocio, es decir, asegurar que el concepto empresarial definido realmente funciona en el mercado, para lo cual se requiere dominar varias actitudes, habilidades, conocimientos y técnicas

  • Asegurada la viabilidad de la empresa en el mercado, la última es la fase de expansión del concepto empresarial en términos productivos (nuevas líneas de productos o servicios) o geográficos (nuevos mercados) como estrategia contra las amenazas del estancamiento y la debilidad frente a los competidores.

Siendo la creación de una empresa viable un proceso consistente en la superación de estas etapas sucesivas, sólo aquellos emprendedores que afronten y superen las primeras etapas estarán en disposición de encarar y superar las siguientes.

Sin embargo, la mayor parte de los programas de capacitación en Latinoamérica han sido diseñados sin tener presentes las diferentes exigencias de cada una de esas etapas.

En particular, luego de creadas las nuevas empresas, casi todos los programas existentes se desentienden de la necesidad de continuar profundizando la capacitación de los emprendedores.

En el caso específico de la fase de pre-incubación, los primeros programas de capacitación específica de emprendedores fueron desarrollados en Estados Unidos y se basaron en la invitación a empresarios exitosos a contar sus historias frente a un grupo de aspirantes a iniciar sus propios negocios.

Tales programas cubrían básicamente las exigencias de formación de nuevos emprendedores durante la etapa de pre-incubación y eran más de carácter motivacional, lo que obviamente era positivo, pero no brindaban las herramientas necesarias que permitieran a los participantes desarrollarse como emprendedores.

El componente motivacional es fundamental para desarrollar programas de capacitación de nuevos emprendedores. Ello se debe, de conformidad con Castillo Holley (1999), a que es necesario sensibilizar a los emprendedores sobre la necesidad de potenciar sus capacidades individuales. Pero, en opinión de esta misma autora, no se debe esperar que solamente la motivación permita el desarrollo de nuevas empresas.

Un buen curso de emprendimiento también debe brindar herramientas efectivas para la gestión de las nuevas empresas, para desarrollar nuevos mercados o para expandir los existentes.

Otros modelos posteriores de capacitación emplean enfoques orientados a la acción y métodos experimentales de aprendizaje, orientados a desarrollar y mejorar las competencias personales, diseñados para generar un comportamiento emprendedor y capacidad en una gran variedad de situaciones.

La hipótesis fundamental de esos modelos de capacitación es que las personas con una visión más clara de sus objetivos y provistas de especialización para alcanzarlos tienen mucho mayores probabilidades de convertirse en individuos productivos dentro de la sociedad.

Su propósito es mejorar las capacidades básicas de los emprendedores a través de autoanálisis guiado, estimulación del comportamiento emprendedor y fortalecimiento de las aptitudes empresariales

Uno de los precursores en el diseño de programas de capacitación para nuevos emprendedores fue Jeffrey Timmons, profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard, quien desarrolló un modelo de creación de empresas basado en más de 20 años de estudios y en su experiencia como fundador de empresas e inversionista privado (Timmons y Spinelli, 2004).

El Modelo Timmons, como ahora se le conoce, se basa en el desarrollo de capacidades adquiribles y no en la selección a priori de personas con una supuesta "capacidad emprendedora" innata, al considerar que los emprendedores no nacen, sino que se hacen mediante la capacitación específica y que, independientemente de la formación del individuo, en cualquier etapa de su vida pueden adquirir la motivación, los conocimientos y las habilidades para ser emprendedores.

Este modelo de capacitación de emprendedores utiliza dos herramientas básicas. Una de ellos es la elaboración de un plan de negocio y la otra es el contacto con la realidad mediante el análisis de casos reales.

El valor fundamental de un plan de negocio consiste en la creación de un bosquejo escrito que evalúa todos los aspectos de la factibilidad técnica y económica de un nuevo negocio, convirtiéndose en una especie de "currículum vitae" de los proyectos empresariales.

Adicionalmente, el plan de negocios es también una herramienta de trabajo, ya que durante su preparación se evalúa la factibilidad de la idea, se buscan alternativas y se proponen cursos de acción. Y una vez concluido, orienta la puesta en marcha de las nuevas empresas.

Este plan reúne en un solo documento toda la información necesaria para evaluar un negocio y los lineamientos generales para ponerlo en marcha. De esta manera, el plan de negocio:

./ Obliga a los emprendedores a analizar sistemáticamente sus ideas de negocio, lo que asegurará que éstas tengan realmente una gran viabilidad

./ Muestra las lagunas de conocimiento existentes y ayuda a subsanarlas de forma eficaz y estructurada

./ Asegura que se toman decisiones bien enfocadas

./ Sirve como herramienta central de comunicación para los diversos participantes en el proyecto

./ Permite identificar los recursos que se van a necesitar y, de ese modo, permite conocer los recursos que habrá que adquirir

./ Constituye una exploración de lo que será la realidad. Si en la fase de creación del plan de negocio se descubre que existe la posibilidad de "estrellarse", no se habrá producido ningún daño irreparable. En cambio, si se descubre más tarde, dicha posibilidad podría tener efectos desastrosos sobre los emprendedores.

Por su parte, el análisis de casos reales se refiere a situaciones presentadas en la práctica por empresarios exitosos ya establecidos para ilustrar las condiciones que explican el crecimiento de sus negocios.

Puesto en términos simples, el método busca dar a los emprendedores la oportunidad de relacionar los conocimientos teóricos con ambientes de aplicación práctica, desarrollando discusiones a partir del análisis de situaciones reales que empresarios ya establecidos han debido enfrentar.

El propósito de este método es dar a los aspirantes a emprendedores la oportunidad de adquirir un entendimiento generalizado de los problemas que pueden encontrar y de ayudarles a desarrollar habilidades y destrezas para su solución, de una forma sistemática, que conduzca a soluciones viables.

Como en la vida real, el método proporciona sólo unas cuantas y muy claras respuestas. Su verdadero valor radica en ayudar al participante a desarrollar su capacidad de diagnóstico y su poder analítico, incorporándolo así en un extraordinario proceso de aprendizaje.

Por tanto, puede contribuir grandemente al desarrollo de las habilidades de los emprendedores en la medida en que los vincula con hechos reales y le permiten desarrollar su propio análisis y adoptar una solución que considere adecuada.

El empleo de estas herramientas persigue como objetivo fundamental la promoción del pensamiento estratégico mediante la discusión creativa y la reflexión atenta a los detalles.

En general, a partir de los esfuerzos iniciales del Modelo Timmons, los mejores programas de capacitación de nuevos emprendedores se desarrollan de forma participativa conjugando teoría y práctica, por lo que comprenden talleres de trabajo, charlas, discusiones de grupo, análisis de casos reales, juegos de roles y elaboración de planes de negocio.

Adicionalmente, se plantean consolidar los conocimientos de los emprendedores sobre el funcionamiento de la economía en general y del sector empresarial privado en particular, especialmente en lo relativo a la gestión de emprendimientos dinámicos.

En dichos programas también se pretende lograr en el participante una visión sistémica de la empresa del siglo 21, del proceso de lanzamiento de nuevos emprendimientos y del contexto económico en el que ellos se desenvolverán.

No obstante, tales casos son minoría en el contexto de la mayor parte de los programas de capacitación que se imparten en América Latina.

Destacan en particular las deficiencias relativas a las formas como se enfrenta la detección de ideas de negocio, la elaboración de los planes de negocio, el modelo de emprendimiento general, las formas de organización y los enfoques de gestión de empresas que se promueve en tales programas.

Debido a su importancia decisiva para el fomento de la estrategia emprendedora, cada una de esas deficiencias se trata por separado en los cinco artículos siguientes que componen esta serie del autor.

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Autor:

Lic. José Leonardo Méndez

Consultor en sistemas de desarrollo local sostenible Mérida – Venezuela

El autor es egresado de la Universidad de Los Andes (Mérida, Venezuela), en la cual obtuvo una Maestría en Planificación, y se ha especializado en varios aspectos del desarrollo local sostenible. Su experiencia profesional abarca numerosas actividades en el campo de la planificación y gerencia de proyectos de desarrollo. Es autor de varios libros en su área de conocimiento, entre los cuales destacan los siguientes: La Evaluación Social de Proyectos de Desarrollo: Un Análisis Interpretativo (1993); Modelo de Evaluación de Impactos Socioterritoriales de Proyectos de Desarrollo (1996); Evaluación Socioambiental de Proyectos de Desarrollo en Ámbitos Municipales (1997); Mérida en las Perspectivas del Siglo XXI (1998. Coautor); Ordenación del Territorio: Proceso de Revisión, Modificación y Gestión del Plan (2002. Coautor); Planificación del Desarrollo Rural Sostenible en Ámbitos Municipales (2003); Gestión del Desarrollo Sostenible en Comunidades Locales (2004); Alcances y Posibilidades de la Planificación Territorial en Ámbitos Municipales (2004); Los Estudios Prospectivos en Planificación Territorial: Métodos y Enfoques (2005); Alternativas de Desarrollo para Pequeños Emprendedores en Entornos de Alta Incertidumbre (2006). Desde el año 2006 se dedica a la capacitación y asesoramiento de pequeños emprendedores en el sistema de negocios de respuesta directa.

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