-VERSION ABREVIADA-
- Introducción
- El dios de los hebreos
- Creencias acerca de dios
- Jehová y señor
- La imagen de dios
- ¿Son tres seres divinos?
- El monoteísmo bíblico
- Dios es plural, pero no son tres dioses
Introducción
Nuestros pioneros lideraron la iglesia remanente bajo la influencia agustiniana del Dios
de un
solo Ser, manifestado en tres semi-personas, y
del
Dios trino y
uno
al mismo tiempo. Pero, con el
propósito de separarse
de toda doctrina
católica, Jaime White y otros, argumenta- ron que el Dios de tres en uno y uno en tres al mismo tiempo, era totalmente inaceptable.1
Pero, lamentablemente, se inclinaron a favor de la Deidad de los rabinos y de los arrianos.
Desde 1931 la Trinidad comenzó a ser aceptada por la mayoría. Y desde 1952 también la
divinidad de Cristo;2 aunque, como veremos, todavía no hay acuerdo que lo sea plenamente.
Por
eso hoy creemos que Dios son tres personas divinas y coeternas.
Pero si preguntamos
por
qué Cristo es llamado
el Hijo de Dios, la mayoría contestará como Roma, que deriva del Padre
por engendramiento en algún momento antes
de la
creación; y por lo tanto que el Padre
existió primero y que el Hijo
fue
engendrado dos
veces. Con esto no quieren decir que Cristo fue
engendrado
como nosotros.
La doctrina de la Trinidad se fue fortaleciendo desde 1946 hasta 1980. En las décadas
de los 60 a los 80, la enseñanza bíblica que propuso el Departamento de Educación de la Asociación General, fue
que
la Deidad consta de tres Seres separados y
distintos en uni- dad.3 Pero desde las últimas dos décadas del siglo pasado, el movimiento adventista pro evangélico ─en este tema liderado por el Dr. R. Dederen─, nos hizo retroceder a la
Trinidad influenciada por el gnosticismo
cristiano de
los seis primeros siglos de
nuestra era.
En 1996 los doctores Ángel Manuel Rodríguez y Gerhard Pfandl habían recibido la primera
versión de este estudio. Esto
movió al Dr. G. Pfandl a publicar en 2003 un artículo en inglés, rechazando la hipótesis de un solo Dios absoluto;4 regresando a
la
creencia expuesta antes del Dr. Dederen, y aprobando esta Trinidad de tres seres en
unión.5
Aún cuando la verdad encarnada vino a nuestro mundo envuelta en pañales, toda la
verdad ha sido así envuelta desde entonces. Tales pañales
deben ser retirados como
la mortaja de Lázaro cuando llega la hora de la actividad de la resurrección. Esta hora está amaneciendo para la iglesia adventista.6
El estudio de la encarnación de Cristo es un campo fructífero, que recompensará al
investigador que cabe hondo para encontrar las verdades escondidas.7 El conocimiento
de Cristo y las profecías referentes a él aumentarán grandemente al acercarse el fin de la historia de
nuestra tierra.8
Pero mientras esto ocurra, los
que no están dispuestos a
crecer en la gracia y
el cono- cimiento
de nuestro Señor (2 Ped. 3:18), se perderán en una
oscuridad mayor a
la
que te- níamos al principio. Por eso ella agrega: Antes
que ocurran los acontecimientos finales de la
gran obra de la apostasía, habrá una gran
confusión en lo que concierne a la fe. No habrá conceptos
claros y definidos con respecto al misterio de la
Divinidad. Una verdad
tras
otra se
irá corrompiendo.9
El dios de los hebreos
Generalmente se
dice
que nuestra doctrina
de
la
Deidad
tiene
una
base
judeo-
cristiana. Y esto es cierto no sólo porque está basada en los dos Testamentos de la Biblia,
sino también en parte, del
judaísmo. Pero el monoteísmo hebreo no es el
monoteísmo bíblico,
pues ellos creen en un Dios de una sola persona.
Para ellos sólo el Padre es verdadero Jeho- vá (YHWH) Dios (Elohim); y en
un sentido también
lo
fue en la doctrina de
nuestros pioneros.
Si bien algunos judíos entendían que el Hijo del Altísimo es un Ser enviado del cielo, el argumento de Pablo en su carta a
los
Hebreos, es que
Cristo
es más que un Ángel de Dios (Heb. 1:5-10); y más que
un elohim (dios) común, como ellos llamaban a los ángeles (Sal. 8:5 con Heb. 2:7) y
a los líderes de su pueblo (Sal. 82:6; Juan 10: 34,35). Por eso, el argumento
que eligió Jesús para hacerles ver su error, no fue el que nosotros empleamos generalmente
con los Testigos de Jehová, señalando
al Jehová que es Salvador, sino la
declaración de Salmos 110:1, donde Jehová aparece hablando con un Ser que también es Señor. Así
mostró
claramente que el monoteísmo absoluto de ellos no tiene base bíblica (Mat. 22:41-46). Y co- mo
ningún
otro profeta
bíblico quiso escribir en una
misma declaración, más
de una vez el nombre de Dios o Señor ─el Señor a mi Señor que aparece en el N.T., en lugar de YHWH
(Yahweh) y Adonai del A.T.─,
cuando Cristo lo empleó, causó una verdadera revolución rabí-
nica.
En cuanto a la existencia del Espíritu Santo, la mayoría de los hebreos
tuvo un cono- cimiento muy
oscuro (Hech. 19:1,2). Para ellos no podía ser otra persona divina, porque en- tonces Dios habría dejado de ser único. Más bien era un poder enviado de Dios por medida, así como una porción o parte de Dios (Núm. 11:25; 2 Rey. 2:9); como un soplo inteligente que viene de la boca del Padre (Job 32:8); y
principalmente como algo gas o emanación de
Dios que se puede derramar sobre el hombre (Isa. 32:15; 44:3; Eze. 39:29; Joel 2:28). Ese
fue
también el pensamiento de los creyentes de Éfeso (Hech. 19:1,2). Y los pocos
que sabían algo de él en los días apostólicos, también lo compararon con algo que se derramaba sobre
los
creyentes (Hech. 2:17,18; 10:45; Rom. 5:5), o que se añadía en porciones hasta llenarlos (Luc. 1:5,41; 4:1; Hech. 2:4; 4:8,31; 6:3; 7:55; 9:17; 11:24; 13:9; Efe. 5:18); como una luz que
se podía apagar (1 Tes.
5:19), y como
un soplo de Dios (Juan 20:22).
Es posible
que los
escritores bíblicos
se expresaran así porque ese
era el pensamiento
generalizado. Por lo menos sabemos
que Jesús así lo hizo una vez al soplar ante sus discípu-
los
(Juan 20:22). Pero cierto día el Revelador dijo que Dios no da el Espíritu por medida (Juan 3:34); por la sencilla razón de que
él es tanto una persona como Dios es una perso- na;10 y una persona no se da por
medida: Está plenamente o
no lo está.
Creencias acerca de dios
1. Un Dios verdadero
y un Hijo:
El monoteísmo absoluto del judaísmo se mantuvo en el cristianismo
con
el gnosticis- mo. En cierto modo también lo confirmaron algunos Padres de la iglesia y escritores antignos-
ticistas de los primeros siglos. Sostiene que Jehová Dios es una sola persona; y ésta es el
Padre. El
Hijo no es
eterno como
el Padre, pues es Hijo por naturaleza.
2. Un Dios
Padre que actúa
de tres maneras y con tres nombres:
Para la
mayoría
de los
teólogos de la iglesia
de Roma, Dios es un espíritu y uno
numé- ricamente, es decir en unicidad absoluta, por lo tanto no puede ser más de una persona ver- dadera. En un diccionario de Ciencias Eclesiásticas dice que Dios es una unidad, no sólo
específica, sino también numérica.11 Las tres personas divinas no son realmente distintas,
pues en ese caso serían tres esencias, tres substancias o tres naturalezas distintas.12 Aquí la Divinidad es comparada con una flor que se manifiesta simultáneamente de tres maneras: la forma, el color y su
perfume.
3. Un Dios
con tres emanaciones, vapores,
energías, aspectos o personas metafísicas: Una variante de esta posición, que viene de la antigua Babilonia y se generalizó entre
los griegos,
que la introdujeron en Judá en la época inter-testamentaria, y
pasando luego a
Justino Mártir (s. II), la Deidad está compuesta de tres personas; pero con respecto a Dios la
palabra persona no representa exactamente la misma noción que realmente al hombre.13
Creen que hay un solo Dios, por naturaleza, por sustancia y por esencia;14 pero no confun-
diendo las personas.15 Ésta es la creencia que sostiene que Dios es uno y tres a la vez, por- que son
personas metafísicas, y que Jaime White rechazó por
contradictoria e insostenible.
Esta posición tan generalizada en el cristianismo, no puede aceptar que haya más de
un Ser en la Trinidad. Dicen
que Dios
no puede decir somos (¿Juan
10:30; 17:22?), porque sería más de un Ser divino. Y si hubieran tres Seres con el significado
que le da la Biblia, ten- dríamos que creer en tres Personas de verdad y tres
Dioses.
El manual de teología de nuestra iglesia, impreso en 2000, y que nueve años más tar- de se tradujo al español como Tratado de teología, presenta una Trinidad semejante, pero en cierto modo más contradictoria, pues en lugar de la unidad bíblica ekjád, que no es absoluta, ni
la unicidad única de soledad, como lo es yakjíd ─y que nunca se emplea cuando se refiere a las tres personas de la Deidad, como veremos después─, se insiste que Dios no es una
agrupación de unicidades independientes que se reúnen con el fin de formar una unidad, porque
sería una pluralidad
de dioses.16
En primer lugar, aquí se confunde persona con Dios. Por lo tanto, si en la unidad ekjad del matrimonio bíblico (Gén. 2:24), hay más de una persona o
ser,
¿ese único matrimo-
nio
se transformaría en dos dioses? No tiene sentido, ¿verdad?
Y en segundo lugar, se niega a los Testimonios, cuando dice: El Padre, el Hijo, y
el Espíritu Santo obran juntos [
] Están unidos [ekjad].17 Y Cristo dijo, delante de sus discípulos: Padre santo, [
] que sean uno,
como lo somos nosotros (Juan
17:11); que sean
uno, así como
nosotros
somos uno (ver. 22).
La unidad que existe entre Cristo y sus discípulos no destruye la personalidad de uno
ni de otros. Son uno en propósito, en espíritu, en carácter, pero no en persona.
Así es como
Dios y Cristo son uno18 ─aquí se da el golpe de muerte a la doctrina metafísica que fue for- mada
en la antigua Babilonia.
4. Un ser con dos cuerpos en
unidad absoluta, con apariencia
de tres:
Parece increíble, pero esta posición existe dentro de nuestra iglesia desde 2010. El Dr.
Daniel Plenc, Director del Centro White de la Universidad Adventista del Plata, recibió, esta
posición, y por medio de él llegó a mis manos. Mantiene la creencia anterior, con el agregado de la
corporalidad del Padre
y del
Hijo, en una Trinidad
de personas relativas; porque dice que en realidad no son tres sino una en unidad absoluta. Pero al mismo
tiempo, sostiene que el Espíritu Santo es una verdadera persona. Esto nos lleva a preguntarnos, si entonces es la
única verdadera, ¿el Padre y
el Hijo serían corpóreos
pero al mismo tiempo aparentes o rela-
tivos? La respuesta que
se da es: La unicidad de Dios es absoluta, mientras
que
su plurali- dad es relativa [
]
es como si Dios fuera tres, pero no es realmente tres.19
Otra posición cercana a esta, sostiene que la Trinidad no tendría tres rostros; ni dos
cuerpos ni tres personas reales, sino que las visiones bíblicas del Padre, del Hijo a su diestra
y del Espíritu Santo, serían como una especie de máscaras teatrales de un solo Dios real con rostro. Y se lo trata de explicar con la persona
y personalidad que dialogaba en las obras teatrales, y dejaban de serlo
fuera de la
escena pública. Si habían actuado con varias caretas, entonces las dejaban y quedaban con una sola: la real. Por lo tanto, todas las descripciones
bíblicas de
un Padre con inmensa
gloria, y al
Hijo sentado a
su diestra intercediendo
por noso- tros, serían como una especie de obra de teatro
en visiones simbólicas. Y, lógicamente, sería correcto
bautizar en el nombre de una sola
persona: La real que sería la
del Dios Padre.
Pero en Génesis 1:26, leemos: Hagamos al hombre a nuestra imagen. Quien lo dijo
fue
el Padre.20 Por lo tanto, según esta posición, el Padre sería la única persona con rostro, con imagen. Pero Dios no
dijo
a mi
imagen, sino a nuestra imagen. Más
tarde
el Hijo dijo a Moisés que lo vería, pero no permitiría que viera su rostro para que no muriera
(Éxo. 33:20).
Pero veremos su rostro en la segunda
venida (Apoc. 6:16). Y
en Colosenses 2:9 se nos con- firma que además del Padre, también el Hijo tiene corporalmente toda la plenitud de la Dei- dad. Vemos que, por lo menos, hay dos Seres divinos corporales con rostro. Y después veremos que Ezequiel
y Elena G. de White
agregan la
tercera con imagen visible.
5. Tres personas de una:
Desde los tiempos de Arrio, la iglesia romana derramó mucha sangre hasta llegar a la posición admitida por la mayoría de la cristiandad. Es a saber, que Jesús
es Hijo, no por crea-
ción sino por engendramiento del Padre. Nacido del Padre antes de
todos los siglos según la
divinidad [
] nacido en los últimos tiempos, de la Virgen María.21 Por eso concluye: Reco- nocemos esta doble generación.22
Pero luego veremos que
no fue engendrado por naturaleza antes de la fundación del mundo, sino por pacto eterno. Su nacimiento se produjo una sola vez
en Belén, después de los
días de David, por un decreto futuro (Sal. 2:7;
89:3,4; Hech.13;33,34;
Rom. 1:4).
6. Una trinidad
por
omnipresencia:
Acercándose en cierto modo a la idea de la mayoría
de los
escritores de
los
siglos II y
III, es decir de un Dios en tres por
emanación, por vapor, energía o aspectos del Padre,
hay
también quienes admiten la posibilidad de explicar la insostenible posición romana de
tres
personas y una al
mismo tiempo, por
medio
del poder infinito de la
omnipresencia.
Pero se apartan del concepto bíblico de persona y entran en contradicciones insupe- rables, pues, por un lado, si Dios se manifiesta en tres personas por la
omnipresencia, y al mismo
tiempo
también está en cada
criatura por la misma
facultad, Dios
no sería tres perso- nas, sino un número
infinito, entre las cuales
tres
formarían la Trinidad. Y por otro lado, si las omnipresencias del Espíritu
Santo
no forman
otras personas, sino
que
siguen siendo la
misma persona Espíritu de Dios, como se nos enseña en Mateo 3:16, las omnipresencias de la Dei- dad tampoco formarían tres personas divinas, sino una y la misma que sería la que formaría las
omnipresencias. Por lo
tanto, esta atrayente propuesta tampoco tiene validez bíblica.
7. Una
deidad de tres Dioses:
Desde que Orígenes
cambió su idea de Dios, argumentó
que, puesto
que
el Hijo es una hypostásis separada, es un segundo Dios.23 Otros se acercaron
al pensamiento de
Marción,24 o a la trinidad social de Novaciano,25 concluyendo que la Deidad está constituida por tres Dioses. Pero el Dios plural Elohim, en el N.T. siempre se traduce en singular. Como ya vimos, Dios es una unidad ekjád como
lo es un solo matrimonio donde hay más de un ser
(Gén. 2:24). Si son dos seres, no significa que dejan de ser una unidad ekjád y llegan a ser
dos
matrimonios, sino que los dos seres siguen siendo una sola unidad matrimonial. Esto no es ningún
misterio. Y tampoco lo es
si sabemos que las tres personas reales divinas siguen
siendo
un solo Dios; una sola unidad ekjád.
Es verdad que
Cristo, siendo el Yo Soy y una persona
de la Trinidad, empleó
el verbo ser con el plural
somos. Esto significa que nosotros podríamos dirigirnos a las tres Personas
como ustedes (Gén.1:26; 11:7; Juan
17:11,21,22). Pero, por ser una unidad ekjád, a Dios
no corresponde decirle ustedes. Así también decimos: María y Juan están viajando. Pero no
decimos que este matrimonio están viajando,
sino está, porque es una unidad ekjád.
8. Una biunidad:
En la década de los 80 hubo un renacimiento adventista antitrinitario,
que
en 1988 mo- vió a un grupo de hermanos a separarse de nosotros y formar una nueva iglesia, que en 1991
denominaron: Iglesia Adventista del 7mo Día de la Creación. Desde entonces, estos herma- nos, y algunos de
los
nuestros, proponen
que
la Deidad es en verdad una Biunidad, pues aseguran que a pesar
que
entre los 5.300 manuscritos más
antiguos que se
conocen, ninguno niega la existencia del Espíritu Santo, toda vez que se lee más de dos personas de la Deidad, dicen
que
se trata de una
adulteración posterior al canon. Por lo tanto,
que
aparte de Cristo
no hay otro [állos] Consolador (Juan 14:16). Por ejemplo, en Mateo 8:19 sólo debería leerse:
En
el nombre del Padre, y del Hijo, que
es nuestro consolador.
Yo y el Padre uno somos (Juan 10:30), es su base doctrinal ─destacando la expre- sión uno, pero haciendo silencio de la palabra que sigue en el texto─.
Creen que el Hijo as-
cendió con la carne para volver sin ella con el nombre de Espíritu Santo, pero siendo él
mis-
mo;
que a su vez es el mismo Padre, porque Dios es uno en unicidad absoluta. Con esta
idea, también los
Adventistas del 7º Día de la Creación creen que las personas de la Deidad
no son reales, sino
aspectos de un único
Dios: El asunto no
radica
en si
el Espíritu Santo es o no
parte de los aspectos de
Dios, como el Hijo lo es.
Después de su resurrección, Cristo no vivió en Judá como antes. Por eso se presentó
[
] apareciéndoseles [optanómenos, en
participio presente] durante cuarenta días (Hech.
1:3). Y no sólo a 500 discípulos, sino también a Pablo cerca de 4 años después del Pentecos-
tés
(Hech. 26:16; 1 Cor. 15:6-8), y
ante Juan en un día sábado del año 96 (Apoc. 1:10-18). Pero en ningún momento se le llamó Espíritu Santo, porque la
tercera persona divina no es
Cristo
espiritualizado, sino
otro Consolador.
Como la mayoría de los judíos no sabía nada de la importante obra del
Espíritu, Pablo
recibió instrucciones divinas para que rebautizara a los que sólo creían en el Padre y en el Hijo (Hech. 19:1-5). Y eso
es lo que seguramente haría hoy el
apóstol con los que sostienen
la biunidad.
Los Adventistas del 7º Día de la Creación, dicen que en la Biblia no hay un lugar que
diga
que el Espíritu Santo es una persona. Se
entiende, pues en la Biblia las expresiones
paneh y prósopon significan rostro, cara, o un ser que se ve
físicamente. Pero, como veremos
después, no es verdad que, además de la paloma simbólica que descendió en el bautismo de
Jesús, ningún profeta vio la imagen expresa del Espíritu en las visiones, como prueba con-
cluyente
de que
es una tercera persona.
Y a pesar que algunos de los de la biunidad adventista creen en la inspiración de Ele-
na G. de White, rechazan toda declaración que mencione a tres personas vivientes, tres personalidades, tres dignatarios, tres poderes del mundo celestial; los tres Seres
más santos del cielo, y
toda declaración de los Testimonios donde se nombre al Espíritu Santo como otra persona. Y, por supuesto, también toda declaración bíblica donde se nombren a
las
tres personas divinas (Núm. 6:24-26; Deut. 6:4; Sal. 45:6,7 con Heb. 1:8,9; Isa. 6:3; 33:22;
42:1 con Mat. 12:18; 48:16;
61:1,2; Mat. 3:16,17; 28:19; Mar. 12:29; Luc. 1:32-35; 1 Cor.
2:10,16; 12:4-6; Efe. 4:4-6; 2 Tes. 2:13;
1 Ped. 1:2; los tres del cielo que dan testimonio:
1 Juan 5:6,9,10;
Apoc. 4:8).
9. Una binidad:
Cercanos a esta posición, están los adventistas que creen
que debemos regresar al pen-
samiento de los pioneros, argumentando que ellos fueron los
que proclamaron la verdad res- pecto a la
Deidad; y que esta verdad se
contaminó desde
la
muerte de Elena
G.
de White.
Pero, como vimos, ella dice exactamente lo contrario: Que en su tiempo la doctrina de la Deidad
estaba
en pañales,
pero que
en estos tiempos
finales los
conocimientos aumentarán grandemente.26 Eso a pesar que la divinidad de las tres personas divinas fue anunciada y
publicada claramente
por la
Hna. White, desde
1850
hasta 1905. Lo que sí es
verdad, y ella lo anunció preocupada, es que mientras buena parte del pueblo de Dios comprendería mejor esta
verdad, para algunos una verdad
tras otra se
irá corrompiendo.27
Ellos insisten en un engendramiento o derivación real del
Hijo que salió del
Padre de su seno, porque Jesús mismo dijo que es el Hijo de Dios; porque es
menor que el Padre, y que él es su Dios. Pero en ese caso deberían explicar por qué debemos adorarlo como al
Padre, como pide Dios (Juan 5:23; Heb. 1:5,6), siendo que también llegó a ser menor
que los ángeles y que nosotros mismos, pues vino a ser nuestro siervo (Fil. 2:5-8). ¿Tenemos que adorar a ese Siervo o no? Más adelante veremos cuál es el sentido que da la Revelación a
la expresión: Hijo de
Dios que no tiene origen,
y por eso debe ser adorado.
Y
llevados por un marcado prejuicio, a la declaración inspirada que dice:
En Cristo hay vi- da original, que no proviene ni deriva de otra,28 ellos la interpretan así: Dios Padre la tiene
por
sí mismo; el Hijo la tiene por herencia porque no tendría vida original, ya que sí deri- varía de otra
(?).
También se basan en una larga lista de declaraciones inspiradas que dicen que el
Espíritu Santo es el Espíritu de Cristo, argumentando que no es otro Consolador, sino el mismo Hijo de Dios espiritualizado entre nosotros. Pero hacen silencio de las declaraciones
que lo mencionan como el Espíritu de Dios el Padre, y
por
qué Eliseo dijo que
el Espíritu lo recibiría de Elías (2 Rey. 2:9,15). Entonces, deberían entender que el Espíritu es
de Cristo, de Elías o
del
Padre, no como la espiritualización de sus mismas personas, o como un poder que se
deriva, sino según quién anuncie su descenso y
su obra personal entre nosotros. Y Jesús fue
quien más habló de él.
Otro argumento de los binitarios adventistas, es
que el Espíritu no es una persona sino
una personalidad. Entonces las otras dos personas divinas tampoco lo serían, pues la Hna.
White dijo: Esta
capítulo
[de Hebreos] claramente
indica las
personalidades individuales del
Padre y del Hijo.29 El Espíritu Santo "es una persona así
como Dios es persona".30 (Ev 447).
La personalidad o persona del Espíritu se ve en toda la Biblia cuando llora, escudriña,
re- sucita, clama, envía, se entristece, enseña y convence; pero más claramente cuando él se
presentó un día a Pedro:
Y mientras Pedro pensaba en la visión, le dijo el Espíritu: [
] leván-
tate, pues y desciende, y no dudes de ir con ellos, porque yo (egó) lo he enviado (Hech.
10:19,20). Sabemos que ninguna fuerza impersonal puede decir: Yo lo he enviado, porque no es
egó.
La Biblia habla de Creadores en plural (Bore áka, Ecle. 12:1), porque cuando el Padre dijo
hagamos, el Espíritu obró con Cristo en la creación (Gén. 1:2,26; Job 26:13; 33:4; Sal.
104:30; 139:7-15; Isa. 34:16). Por eso también leemos: Envías tu Espíritu, son creados (Sal.
104:30). Pero si creemos que no es
más que un poder impersonal; una
energía de Dios o de Cristo, caemos en el mismo error
que señalamos
a los evolucionistas, cuando dicen que todo
se hizo por azar; por una fuerza o energía natural impersonal inconsciente. Y
es razonable: Si el Espíritu es algo semejante, no tendría por sí mismo el poder y la sabiduría de crear y dise- ñar de la tierra seres vivientes, como leemos en Salmos 139:7,15. Poder que
los
científicos más
destacados del mundo
no lograron,
a pesar de ser personas inteligentes.
Jehová y señor
En la Biblia, el llamado Tetragrámaton YHWH (YaHWêH) aparece
más
de 6.800 ve- ces siempre en singular. Y los masoretas
(s. VIII d.C.) le agregaron las vocales de la expre-
sión hebrea Ădônây, que significa Señor, pronunciando Jehová. Pero los eruditos están de acuerdo que la verdadera pronunciación debería ser Yahweh (Iajvé), como se lee en las ver- siones
bíblicas de
la Iglesia Católica.
Cristo tradujo Yahweh al griego, Kúrios: Señor, en un diálogo con otro Señor (Sal.
110:1; Mat. 22:44). Por eso los vocablos singulares Jehová y Señor, repetido más
de una
vez en una misma declaración, se torna una pluralidad divina. Y como Yahweh viene de la raíz
hayah (ser), y significa el Eterno, el que siempre es y el que existe por sí mismo (Éxo.
3:14,15; Juan 8: 58), esto nos revela que Dios es una unidad plural de más de un Ser eterno.
Y en Isaías 33:22 leemos: Jehová es nuestro Juez Padre, Jehová es nuestro legislador
Espíritu Santo en nuestra mente, Jehová es
nuestro rey, él mismo nos salvará Cristo es
Rey y Salvador.
Ahora tenemos tres eternos. Tres que no llegan a ser Dioses, porque no olvidemos
que Dios
es una unidad ekjád. Es
decir, que Dios
Padre, más
Dios Hijo, más Dios Espíritu Santo no suman
tres unidades divinas ekjád, sino una unión
de tres Seres como existe en
la unidad matrimonial y en una sola familia. Por eso
en hebreo, el Dios
de la
Trinidad se escribe
con el plural Elohim, pero nunca se traduce
al griego Dioses, porque veremos que allí no exis-
te una palabra que se corresponda perfectamente con ekjád.
LAS PERSONAS DE LA DEIDAD
En la Biblia, la palabra persona no tiene el significado que se le da desde que la filo-
sofía griega introdujo al judaísmo la doctrina metafísica de la Babilonia antigua. En hebreo es
paneh: rostro, faz, semblante, persona, frente a una persona, y presencia visible (Gén. 3:8;
32:30; Deut. 1:17; 5:4; 7:10; 10:17; 16:19; 34:10; 2 Sam. 17:11; 1 Rey. 19:2; 2 Rey. 12:4; 1
Crón. 5:21; 2 Crón. 19:7; Job 13:8,10; 32:21; 34:19; Sal. 82:2; 109:18; Prov. 18:5, 24:23;
28:21, etc.); y
equivale al vocablo griego prósopon,
que se lo emplea como rostro, faz, cara (Mat. 6:16,17; 16:3; 17:2; 1 Cor. 13:12, etc.), persona (Mat. 22:16; Luc. 20:21;2 Cor. 2:10),
presencia y apariencia (Mar. 12:14; Luc. 2:31; Hech. 2:28; 7:45; Gál. 2:6, etc.). Vemos que en
la Biblia no se puede
llamar persona a alguien que no se muestre físicamente.
Lo que nos llama la atención, es que la Biblia usa las palabras paneh y
prósopon tanto
para la persona humana
como para las personas de la divinidad, sin hacer ninguna distin- ción. Por ejemplo, en Génesis 32:30 leemos: Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel [paneh-El: rostro o persona de Dios singular]; porque dijo: Vi a Dios cara [panim] a cara [pa- nim: Es plural como una expresión idiomática, pero se entiende en singular]. Es decir, que
Moisés vio la persona de
Dios frente a su persona humana. Algo semejante
dijo
Moisés
cuando habló con Cristo oculto en una
nube, pero frente a
él (Éxo. 33:19,20). Después lo vio directamente, pero
solo la espalda de su
persona (33:23).
Y en Deuteronomio 5:4, cuando Moisés se refiere a la presencia del Padre con el
Hijo,
hablando al pueblo sobre el monte Sinaí,31 escribe caras con caras.32 Aquí no aparece la
expresión idiomática caras a caras, como una singularidad, sino con caras. Como nadie
pudo ver el rostro de Dios sin morir, debe entenderse personas o presencias y no caras. Y dos ejemplos conocidos en el N.T., podemos encontrarlos en el regreso de Cristo, cuando
los
malos tratarán de esconderse de su rostro (Apoc. 6:16); y el rostro del Padre que ven en el cielo los seres que nunca cayeron (Mat. 18:10) y que también verán los redimidos (Sal.
17:15).
Elena G. de White apoya esta interpretación, cuando escribió: Hay tres personas vi- vientes en el trío celestial.33 Aquí están las tres personalidades vivientes del trío celestial
[
y habla] del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.34 Note que ella emplea persona y
personalidad con el mismo significado físico de la Biblia; es decir personas divinas como seres
físicos y no metafísicos, pues escribe persona en plural (Juan 10:30). Y por eso también relaciona persona con forma y cuerpo:
Admiré su persona [ ] tenía forma [ ] la gloria de su persona; y vi este cuerpo
[
] o excelencia de su forma [
] su persona
.35 Y por eso la unidad de Dios no es real- mente en
persona, con el sentido metafísico que muchos le dan, sino en
carácter:
La unidad que existe entre Cristo y sus discípulos no destruye la personalidad de uno
ni de
otros. Son uno en propósito, en espíritu, en carácter, pero no en persona. Así es como
Dios y Cristo son uno.36
La imagen de dios
Las palabras griegas jaractér (Heb. 1:3) y eikón (Mat. 22:20, etc.) son equivalentes, y
se refieren a
una figura física (Mat. 12:16; Luc. 20:24; 1 Cor. 11:7; Heb. 10:1); a una
forma o imagen (Rom. 1:23; 1 Cor. 15:49); a una imitación (Apoc. 13: 14,15, etc.); y unas pocas veces
a carácter (Rom. 8:29;
2 Cor. 3:18;
Col. 3:10).
En el A.T., tselem: imagen, se lee 17 veces, y
significa figura y apariencia (Gén. 5:3; Sal. 73:20; Eze. 8:3,5), una escultura y
una
estatua (Lev. 26:1; Sal. 106:19, etc.). A diferencia del platonismo que
prevalecía en los días apostólicos, para los hebreos no podía existir una
tselem que no se la pudiera ver (Isa. 40:18). Por ejemplo, cuando Adán engendró un hijo a su
semejanza, conforme a su imagen (Gén. 5:3), significaba
que Set aventajaba en estatura a
Caín y Abel, y
se parecía a su padre
Adán más que sus otros hermanos.37
La
estrecha relación que da la
Revelación
a las palabras
imagen, forma y persona,
se ve también aquí, pues
la pluma inspirada escribió: Entonces [en
la creación de Adán] un
Dios personal, existente de por sí, sopló en ese cuerpo el aliento de
vida [
] Por Jesucris- to un Dios personal creó al hombre [
] Como ser personal, Dios se revela en su Hijo. Je- sús, el resplandor de la gloria del Padre, y la misma imagen de su sustancia (Heb. 1:3), vino
a esta tierra en forma de
hombre.38
Vemos que
cada persona
divina
es un Dios personal, porque
tiene imagen con forma y existencia propia. Además, cabe destacar aquí que cuando la Hna. White cita He- breos
1:3, donde Pablo habla de la imagen misma de su sustancia, con el
fin de relacionar esta imagen con la persona y la forma del Hijo, rompe con el concepto tan generalizado de sustancia (hipóstasis: lo
que sustenta su
imagen) divina que viene desde los Padres
apostólicos. Sin embargo, veremos
que
la pluralidad de personas divinas corpóreas y consus-
tanciales, nunca llegan a ser tres Dioses. Sólo revelan que son seres o somos, como dijo
Jesús.
La Hna. White también escribió: Cuando Dios hubo hecho al hombre a su imagen,
el cuerpo humano quedó perfecto en su forma y organización, pero estaba sin vida.39 Ella dice que Adán era imagen de Dios antes de tener vida; antes de poseer una semejanza espiri- tual. Ya lo era por poseer una forma, un cuerpo. Es decir que, si los creadores divinos fue-
ron el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; y Adán fue hecho a imagen de Dios por su forma,
no sólo tenemos que
aceptar que el Padre
y el Hijo
tienen forma visible semejante
al hombre que hicieron, sino que también la debe tener la persona divina que se dio a sí misma y llegó a
ser Espíritu,40 para poder obrar al
mismo
tiempo en
toda
la creación; y mantener vivas, minu- to
a minuto, a todas
las
criaturas mediante la omnipresencia
(Hech.17: 28).
Es decir que, contrariamente a lo que creen muchos cristianos, no sólo el
Padre y el
Hijo son verdaderas personas, sino también el
que
se hizo Espíritu. La sierva del Señor escri- bió
al respecto: Necesitamos comprender que el
Espíritu Santo, que
es tanto una
persona como Dios es persona, está caminando
por estos terrenos.41
Para ella, el Espíritu de Dios no es una semi-persona que deriva de la única divina,
sino una persona como Dios es persona. No la deriva, sino que la compara. Al principio, el hombre fue creado a la semejanza de Dios, no sólo en su carácter, sino también en lo que se
refiere a la forma y a la fisonomía. El pecado borró e hizo desaparecer casi por completo
la imagen divina; pero Cristo vino a restaurar lo que se había malogrado. El transformará nuestros cuerpos viles, y los hará semejantes a la imagen
de su cuerpo glorioso.42
Esta última declaración
inspirada
relaciona las
expresiones bíblicas semejanza e
imagen con nuestros cuerpos, y
con el cuerpo glorioso del Creador (Fil. 3:21). De esta manera echa por tierra
casi 19 siglos de doctrina cristiano-helenista, y concluye con esta revo- lucionaria
declaración:
El
Padre no
puede describirse mediante las cosas de la tierra. El Padre es
toda la plenitud de la Divinidad corporalmente, y
es invisible para
los
ojos mortales.
El Hijo es toda la plenitud de la Divinidad manifestada. La Palabra de Dios declara que él es
la imagen misma de su sustancia (Heb. 1:3) [
] Aquí
se muestra la personalidad del
Padre. El Consolador que Cristo prometió enviar después de ascender al cielo, es el Espíri- tu en toda la plenitud de la Divinidad [
] Hay tres personas vivientes en el trío celestial;
en el nombre de estos tres grandes poderes el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo son bautizados los que reciben a Cristo mediante la fe, y esos poderes colaboran con los súbdi- tos obedientes del cielo
en sus esfuerzos por vivir la
nueva vida en Cristo.43
Pero no podemos
evitar que estas revelaciones
nos lleven a
formularnos estas pregun- tas: ¿Por qué en la
Biblia Dios es
espíritu (Jn.
4:24) y es invisible(Col. 1:15)? ¿Por qué
dice que ninguno de los hombres ha visto ni
puede ver a Dios (1 Tim. 6:16; Juan 1:18)? Exami- nemos estos pasajes:
En Juan 4:24 dice que Dios es espíritu (pneuma), y el hombre debe adorarlo de la misma
manera
(pneuma). Pero, ¿puede
el hombre espiritualizar su naturaleza para adorar a Dios? Sólo puede hacerlo en el sentido espiritual que le daban los profetas en los días de Cristo, de acuerdo a lo que conocían de 1 Crónicas 16:29 y de Salmos 29:2. Allí
dice que de-
bemos adorar a Dios en
la
hermosura de la santidad. Es decir con mente espiritual o santa, no con el cuerpo espiritualizado.
Elena G. de White comenta Juan 4:24, diciendo: Adoramos en espíritu y en verdad
en la hermosura de la santidad.44 Justamente, a los santos que debemos imitar, Pablo les llamaba espíritus (Heb. 12:9). Para ser santos, nosotros debemos
matar el cuerpo y vivir en
espíritu (Rom. 8:9,10; Fil. 3:3); pues Cristo también es espíritu vivificante (1 Cor. 15:45).
Así que el que se une
al Señor, un espíritu (pneuma) es con él (1
Cor. 6:17).
Entonces, ¿con qué autoridad se está interpretando el primer espíritu de Juan 4:24
en sentido literal, de ser incorpóreo, y el segundo pneuma en sentido de santidad? La Biblia no nos permite hacer esto, porque dice
que un espíritu es con él no
dos
distintos, en la
hermosura de la santidad. Éste es el
sentido que le da la pluma inspirada: Dios es santo y
[
]
únicamente seres santos podrán morar alguna vez en su presencia.45 Por lo tanto, la
expresión paulina: un espíritu es con él, quiere decir que el que adora a Dios una santidad
es con él. La única persona de la Trinidad que es llamada espíritu, porque es una
persona como
el Padre pero se presenta de esta manera, es el Espíritu Santo.
En Colosenses 1:15 y 1 Timoteo 6:16, Pablo dice que
Dios es invisible. Pero en He- breos 11:27, él mismo aclara que el Invisible se puede ver. De hecho, Moisés, de quien viene hablando el apóstol (11:24), fue el
único que pudo ver Cristo de espalda, cuando retiró su
mano
de la hendidura de la peña (Éxo. 33:22,23).
Ya sabemos que fue Cristo, quien
habló
con Moisés cara a cara, pero detrás de la nube (1 Cor. 10:4); y fue antes de
encarnarse, estando
en su gloria, cuando le dijo que podría ver directamente la apariencia de Jehová (Núm.
12:8), aunque
no su rostro (Éxo. 33:20). Y Aquel
en quien moraba la plenitud
de la Deidad
corporalmente, se manifestó después en
el desvalido bebé del pesebre.46 Por lo tanto, Cristo no se encarnó porque era incorpóreo, como se cree desde los cristianos
helenistas, sino
porque tomó nuestra
naturaleza.
Pero, ¿Por qué el Hijo de Dios se presenta con menor gloria de la que poseía al princi- pio (Juan 17:5),
quedando sólo el Padre con toda la plenitud de la divinidad corporalmente?
Para poder entenderlo, es necesario que nos preguntemos primero, por qué siempre que el Padre se presentó junto
al Hijo en este mundo, lo hizo ocultándose detrás de una nube espe-
sa y oscura (Éxo. 19:16,17; Luc. 23:44-46). Cuando Cristo
mostró su gloria, no siempre
lo hizo de esa manera (Éxo. 33:19-23; Mat. 17:1,2). ¿Por qué, cuando
venga Cristo, el Padre perma-
necerá en el cielo?47 ¿Por qué cuando, por orden de Cristo se abran las puertas de la ciudad, los ángeles
y los representantes de otros mundos nos darán la bienvenida, pero
el Padre
permanecerá en el trono, donde Jesús nos presentará pidiendo su probación,48 y bajará luego
para ofrecer el fruto del árbol de la vida a Adán, mientras el Padre nos verá desde arriba
(Apoc. 7:10)?49 Momentos antes del juicio final, Cristo recibirá la corona del Padre. Sin em- bargo, también llama la atención que no será el
Padre quien colocará la corona sobre Cristo,
sino que lo hará
un ser inferior a él.50 La respuesta la da Elena G. de White en la
misma pági- na, diciendo que todavía la gloria del Padre eterno envolvía a su Hijo. El resplandor de su
presencia invadía la ciudad de Dios y
trasponía sus puertas, inundando toda la tierra con sus
rayos.51
Es evidente que si en todos estos casos el Padre se presentara al lado de Cristo, por
su gran gloria nadie podría ver a ninguno de los dos en el Sinaí ni en la cruz. Nadie podría ver su rostro en su venida (Apoc. 6:16); ni cuando ofrezca el fruto esperado a Adán, ni en el momento que Cristo sea coronado. Aunque el Hijo mostrará toda su gloria corporalmente en
el momento de la coronación, sólo lo hará por un momento. De lo contrario, tampoco
podría- mos ver el rostro de nuestro Salvador, sino, como dice Ezequiel, una indefinida apariencia
como de bronce refulgente, como apariencia de fuego dentro de ella en derredor (Eze. 1:27).
Y en cuanto al Espíritu Santo, no lo podemos ver en su imagen igual al Padre y al Hijo, para
poder obrar en
omnipresencia
y sostener así todo lo
creado.
LA EXPRESA IMAGEN DEL ESPÍRITU
Hemos visto que en el cielo, los ángeles tienen hermosura física,52 y sin embargo aquí no se los ve. Por eso le
llaman espíritus
ministradores (Heb.1:14). Jesús se espiritualizó para traspasar la puerta cerrada o las paredes del aposento alto, después de su resurrección,
y sabemos que es una persona, porque tiene rostro (Éxo. 33:21-23). Por lo tanto, si los Tes- timonios dicen que el
Espíritu es una persona, es porque debería tener una imagen con
rostro. Veamos qué dice la
Revelación:
¿Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador [ ]. ¿Escogemos ser clasificados
entre aquellos que no disciernen la verdad, que están tan cegados por el poder engañoso del
enemigo que sus ojos no ven a Aquel que es la expresa imagen de la persona del Pa-
dre?53
Aunque
al principio se dudaba
de la divinidad de Cristo, en
nuestra iglesia no
hubo problemas para que
se aceptara al Hijo de Dios con una imagen igual o semejante al Padre.
Porque si era un Hijo engendrado literalmente de la naturaleza del Padre, era de esperar que
tuviera una imagen parecida, como ocurre
con los hijos humanos. Por
lo
tanto la ceguera que
destaca la Hna. White, es por no querer aceptar que el Espíritu tenga una imagen real como las
otras dos personas.
¿Es bíblica esta sorprendente declaración? Sí, lo venía diciendo el profeta Ezequiel. Él primero vio la gloria del Padre con el Hijo en el trono; y describió la escena así: Y sobre la figura del
trono había una semejanza que parecía de hombre
sentado sobre él
[Cristo]. Y vi apariencia [el Padre] como de bronce refulgente, como apariencia de
fuego dentro de ella en derredor, desde el aspecto de sus lomos [cintura] para arriba; y desde sus lomos para abajo, vi
que parecía como fuego, y que tenía
resplandor alrededor (Eze.1:26,27).
Después, estando en su
casa, Ezequiel vio la tercera persona divina, con una descrip-
ción semejante a la del
Padre, pero no la vio sentada en el
trono, sino en más de un lugar: Miré, y vi una semejanza de fuego. Desde
su cintura hacia abajo, parecía fuego; y desde
su cintura hacia arriba, parecía como resplandor de bronce refulgente. Aquella semejanza exten- dió la mano, y me tomó por el pelo de mi cabeza. El Espíritu me alzó entre el cielo y la tierra,
y me
llevó en visiones de Dios a Jerusalén, a la entrada de la puerta norte del atrio interior,
donde estaba el ídolo del celo. Allí estaba la gloria del Dios de Israel, como la visión que yo
había visto en
el
campo (Eze. 8:2-4).
¿Son
tres
seres divinos?
El significado que hoy se le da a ser, no es el
mismo que la Biblia emplea para refe- rirse
a Dios. Se puede decir que una
silla debe ser negra, pero se entiende que
no llega a ser un
ente negro. Además se cree en la existencia de almas incorpóreas e inmortales. La
mayo-
ría en una Deidad etérea, y
que
el Espíritu Santo, aunque actúe como
una
existencia inde-
pendiente del Padre, puede ser sólo una
energía activa. Por eso también en nuestra iglesia,
algunos eruditos
que están influenciados por la teología agustiniana de la Reforma, sostienen la conocida Deidad de tres personas en un solo Ser; en una
Trinidad relativa, y últimamente en una biunidad como un Ser en dos personas. Y por eso, desde que se liberaron algunos escritos de Elena G. de White, donde se habla de tres Seres para confirmar la declaración:
uno Somos de Jesús, se pone en duda
que sean Seres o entes con rostro, que tengan
existencias independientes.
Rechazan a tres Seres porque argumentan que, si fuera cierto, Dios dejaría de ser
una sustancia o una naturaleza. Pero la palabra griega hypóstasis aparece 5 veces en el N.T.; y nunca significa ser. ¿Por qué creen que si fueran tres individuos no podrían tener la misma
sustancia? Porque para la Iglesia Católica, que está
fundada en
la teología helénica, la
sustancia divina es sinónimo de ser o existencia.54 En el mundo somos 7.000 millones de seres
humanos. Sin embargo, todos tenemos la misma substancia humana.
Teniendo el concepto de imagen (tselem) que encontramos en el A.T., Pablo dijo de
Cristo: El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de
su sustancia (Heb.
1:3). Aquí, el apóstol compara la imagen divina del Hijo con la del Padre, revelando que es la misma
que su sustancia (hypóstasis).
Y Pablo está dando énfasis a su apariencia visible en gloria. Por lo
tanto,
él se refiere
a la
sustancia divina de lo
que constituye principalmente su imagen visible. No
olvide
esto.
En Juan 10:30 leemos: Yo y el Padre
uno somos (ésmen): Primera persona plural
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