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Alma inmortal




Enviado por Jesús Castro



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Caín y Abel
  3. Sociedad prediluviana
  4. Sociedad posdiluviana

Este articulo pretende contestar lo mas eficaz y
sencillamente posible Ia siguiente pregunta, basada en los
estudios profundos del Genesis: De que manera Ia humanidad se
desvi6 del concepto original que de­ notaba Ia palabra
"nefesch", Ia cual en espanol blblico contemporcineo se vierte
"alma"?

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Introducción.

Del relato del Génesis se desprende que cuando
Adán y Eva fueron creados, su deseo innato de
transcendencia estaba cubierto. Ellos sabían que la muerte
era algo ajeno a su condición de perfección humana
y que sólo la desobediencia grave podía acercarla a
sus vidas. Por lo tanto, la idea de un alma inmortal era
absolutamente ignota e innecesaria para ambos. Si no se hubiesen
rebelado contra su Creador, la noción de "néfresch"
(alma bíblica, ver G049) sería la que hubiera
prevalecido, tanto para ellos como para sus hijos.

Ahora bien, una vez fuera del
paraíso edénico y en completa desvinculación
con el Creador, la primera pareja humana
debió experimentar de manera progresiva el peso de su
error. Constaron inequívocamente que comer del fruto del
árbol del "conocimiento de lo bueno y lo malo" no les
había producido una mejor vida, sino todo lo contrario.
Descubrieron que su propia conciencia (o capacidad para juzgarse
a sí mismos; ver Nota, a continuación) los
condenaba eternamente, por lo que el arrepentimiento de sus
acciones contra Dios era impracticable en su caso. Habían
caído, insensatamente, en lo que más tarde la Santa
Escritura llamaría "el pecado imperdonable" (ver Nota, a
continuación).

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NOTA:

La obra PERSPICACIA PARA COMPRENDER LAS ESCRITURAS,
editada en español y otros idiomas en 1991 por la Sociedad
Watchtower Bible And Tract, tomo 1, páginas 520-521, dice
en parte:

«[La] palabra [CONCIENCIA] se traduce del griego
"sy·néi·de·sis", de "syn" (con) y
"éi·de·sis" (conocimiento), de modo que
significa "co-conocimiento", o "conocimiento con uno mismo". La
"conciencia" es la capacidad de la persona de mirarse a sí
misma y enjuiciarse, de darse testimonio a sí misma… La
conciencia es inherente al ser humano; Dios la hizo parte de la
persona. Es un sentido interno de lo correcto y lo incorrecto,
sentido que excusa o acusa al individuo. Siendo así, la
conciencia dicta juicio. Los pensamientos y las acciones, las
creencias y las reglas que el estudio y la experiencia implantan
en la mente humana también pueden educarla. La conciencia
compara este conocimiento con la acción que se emprende o
que se piensa emprender, y da una advertencia cuando las normas
de la persona entran en conflicto con la acción que piensa
llevar a cabo, a menos que violaciones continuas de sus
advertencias la hayan "cauterizado" o insensibilizado. La
conciencia puede ser un mecanismo moral de seguridad, ya que da
satisfacción o le hace sentir dolor por el comportamiento
bueno o malo de la persona… El hombre ha tenido una conciencia
desde el mismo principio. Adán y Eva así lo
mostraron, pues se escondieron tan pronto como quebrantaron la
ley de Dios (Génesis 3:7)… Esta facultad pasó de
Adán y Eva a toda la humanidad… La conciencia puede
convertirse en una guía insegura, y como tal, puede
engañarnos, a menos que se la eduque según normas
justas, de acuerdo con la verdad. El ambiente, las costumbres, la
adoración y los hábitos pueden educar
erróneamente la conciencia. Al amparo de estas normas o
valores erróneos, la conciencia podría
equivocarse al juzgar lo correcto o incorrecto de un asunto…
Tan sólo una conciencia educada de manera adecuada por la
Palabra de Dios puede evaluar y rectificar con corrección
los asuntos de la vida… Para este fin hemos de tener normas
rectas y estables: las normas de Dios».

La misma obra, PERSPICACIA PARA COMPRENDER
LAS ESCRITURAS, tomo 2, páginas 616-617, explica en
parte:

«El conocimiento conlleva mayor
responsabilidad. El pecado de Pilato no fue tan grande como el de
los líderes religiosos judíos que
entregaron a Jesús al gobernador, ni como el de Judas, que
traicionó a su Señor (Jn 19:11;
17:12). Jesús dijo a los fariseos de su día
que si fuesen ciegos, no tendrían pecado, con lo que
probablemente quería decir que Dios
podría perdonar sus pecados debido a su ignorancia; sin
embargo, como negaron hallarse en ignorancia, "su pecado
permaneció" (Jn 9:39-41). Jesús dijo que no
tenían "excusa de su pecado", porque habían sido
testigos de sus palabras y obras poderosas (milagros) que
había realizado por la acción del espíritu
de Dios (o gracias al poder conferido por la fuerza activa
divina) (Jn 15:22-24; Lu 4:18). Los que blasfemaron
voluntariosamente y a sabiendas contra el espíritu de Dios
así manifestado (negando irrespetuosamente la evidencia
inequívoca de que el poder divino estaba actuando), fuera
de palabra o por su proceder, serían culpables "de pecado
eterno" y no tendrían ninguna posibilidad de
perdón. (Mt 12:31,32; Mr 3:28-30; compárense con Jn
15: 26; 16:7,8). Hebreos 10:26,27 dice que "si
voluntariosamente practicamos el pecado después de haber
recibido el conocimiento exacto de la verdad, no
queda ya sacrificio alguno por los pecados, sino que hay cierta
horrenda expectación de juicio y hay un celo ardiente que
va a consumir a los que están en
oposición"».

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Judas Iscariote, el discípulo que
traicionó a su Maestro, es el modelo por antonomasia del
pecador que ha traspasado la frontera del arrepentimiento; quien,
cuando toma consciencia de la insoportable magnitud de su error,
opta por aliviar su mente recurriendo al suicidio como vía
de escape. De él dijo Jesucristo que "más le
hubiera valido no haber nacido", y lo llamó "el hijo de la
destrucción".

Es frecuente que un estudiante
neófito de las Santas Escrituras no acepte ni asimile en
principio la noción de "pecado imperdonable",
puesto que tal concepto le es extraño, hostil y limita la
idea experiencial que personalmente tiene del arrepentimiento.
Sin embargo, la realidad de las cosas difiere frecuentemente de
nuestras nociones preconcebidas, y en este sentido la Sagrada
Escritura nos informa acerca de peligros insospechados que
pudieran poner en "jaque mate" nuestra relación con el
Creador.

Al parecer, la "conciencia" es una facultad que Dios
implantó en el ser humano para evitarle un camino
doloroso, al actuar como una especie de fina intuición
moral que previniera contra el error y sobretodo contra el error
grave que conllevara el alejarse del Creador. Sin embargo, como
efecto colateral, dicha "conciencia", al ser capaz de emitir
juicios, también podría condenar a su poseedor si
éste violaba su "voz de alarma" y optaba por pasarla por
alto. En consecuencia, dependiendo de la gravedad del error, la
"conciencia" podría constituirse o no en juez que
sentenciara más o menos severamente, siendo el "pecado
imperdonable" el extremo máximo de sentencia adversa que
podría pronunciar.

A finales del siglo XX, Daniel Goleman hizo importantes
contribuciones bajo del denominador común de "inteligencia
emocional". A partir de entonces, se abrió un camino que
se ha ido ensanchando con el paso de los años y que ha
generado valiosas aportaciones psicológicas.

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Goleman ha afirmado que "en un sentido muy real, todos
nosotros tenemos dos mentes, una mente que piensa y otra mente
que siente, y estas dos formas fundamentales de
conocimiento interactúan para construir
nuestra vida mental. Una de ellas es la mente racional, la
modalidad de comprensión de la que solemos ser
conscientes, más despierta, más pensativa,
más capaz de ponderar y de reflexionar. El otro tipo de
conocimiento, más impulsivo y más poderoso […] es
la mente emocional" (Emotional Intelligence, edición de
enero 2008, en español, editorial Kairós,
página 43).

"La mayor parte del tiempo, estas dos mentes […]
operan en estrecha colaboración, entrelazando sus
distintas formas de conocimiento para guiarnos adecuadamente a
través del mundo. Habitualmente existe un equilibrio entre
la mente emocional y la mente racional, un equilibrio en el que
la emoción alimenta y da forma a las operaciones de la
mente racional y la mente racional ajusta y a veces
censura las entradas procedentes de las emociones.
En todo caso, sin embargo, la mente emocional y la mente
racional constituyen […] dos facultades
relativamente independientes que reflejan el funcionamiento de
circuitos cerebrales distintos aunque interrelacionados. En
muchísimas ocasiones, pues, estas dos mentes están
exquisitamente coordinadas porque los sentimientos son esenciales
para el pensamiento y lo mismo ocurre a la inversa… Pero,
cuando aparecen las pasiones, el equilibrio se rompe y la mente
emocional desborda y secuestra a la mente racional" (Emotional
Intelligence, edición de enero 2008, en español,
editorial Kairós, página 44).

Es interesante que Goleman hable de las
pasiones como causas capaces de romper el equilibrio entre
emotividad y racionalidad, dando lugar a un secuestro o
dominancia absoluta de la mente emocional en la vitalidad
cerebral. Esto explicaría aparentemente la irracionalidad
de la actuación de la criatura espiritual que
manipuló a la serpiente edénica para engañar
a Eva (ver NOTA-BIS, a continuación), así como la
insensatez de la mujer " mordiendo el
anzuelo"; y también la estupidez de
Adán al decantarse "pasionalmente" a favor de su bella y
desobediente esposa.

"Joseph LeDoux, un neurocientífico del Center for
Neural Science de la Universidad de New York, fue el primero en
descubrir el importante papel desempeñado por la
amígdala [encefálica] en el cerebro emocional.
LeDoux forma parte de una nueva hornada de
neurocientíficos que, utilizando métodos y
tecnologías innovadoras, se han dedicado a cartografiar el
funcionamiento del cerebro con un nivel de precisión
anteriormente desconocido que pone al descubierto misterios de la
mente inaccesibles para las generaciones anteriores. Sus
descubrimientos sobre los circuitos nerviosos del cerebro
emocional han llegado a desarticular las antiguas
nociones existentes sobre el sistema
límbico, asignando a la amígdala un papel central y
otorgando a otras estructuras límbicas funciones muy
diversas… La investigación llevada a cabo por LeDoux
explica la forma en que la amígdala asume el control
cuando el cerebro pensante, el neurocórtex, todavía
no ha llegado a tomar ninguna decisión… El
funcionamiento de la amígdala y su interrelación
con el neurocórtex constituyen el núcleo mismo de
la inteligencia emocional" (Emotional Intelligence,
edición de enero 2008, en español, editorial
Kairós, páginas 52 y 53).

"Anatómicamente hablando, el sistema
emocional puede actuar independientemente del neurocórtex.
Existen ciertas reacciones y recuerdos emocionales que tienen
lugar sin la menor participación cognitiva consciente…
La amígdala puede albergar y activar repertorios de
recuerdos y de respuestas que llevamos a cabo sin que nos demos
cuenta del motivo por el que lo hacemos, porque el atajo que va
del tálamo a la amígdala deja completamente de lado
al neurocórtex. Este atajo permite que la amígdala
sea una especie de almacén de las impresiones y los
recuerdos emocionales de los que nunca hemos sido plenamente
conscientes" (Emotional Intelligence, edición de enero
2008, en español, editorial Kairós, página
56).

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"Una señal visual va de la retina al
tálamo, en donde se traduce al lenguaje del
cerebro. La mayor parte de este mensaje va después al
córtex visual, en donde se analiza y evalúa
en busca de su significado para emitir la respuesta
apropiada. Si esta respuesta es emocional, una señal se
dirige a la amígdala para activar los centros emocionales,
pero una pequeña porción de la señal
original va directamente desde el tálamo a la
amígdala por una vía más corta, permitiendo
una respuesta más rápida (aunque ciertamente
también más imprecisa). De este modo la
amígdala puede desencadenar una respuesta antes de que los
centros corticales hayan comprendido completamente lo que
está ocurriendo" (Emotional Intelligence, edición
de enero 2008, en español, editorial Kairós,
página 57).

"Durante los primeros milisegundos de cualquier
percepción, no sólo sabemos inconscientemente de
qué se trata, sino que también decidimos si nos
gusta o nos desagrada. De este modo, nuestro inconsciente
cognitivo no sólo presenta a nuestra conciencia la
identidad de lo que vemos sino que también le ofrece
nuestra propia opinión al respecto. Nuestras emociones
tienen una mente propia, una mente cuyas conclusiones pueden ser
completamente distintas a las sostenidas por nuestra mente
racional" (Emotional Intelligence, edición de enero 2008,
en español, editorial Kairós, página
58).

"El diseño del cerebro pone de manifiesto que
tenemos escaso o ningún control con respecto al momento en
que nos vemos arrastrados por una emoción y que tampoco
disponemos de mucho margen de maniobra sobre el tipo de
emoción que nos aquejará. Lo que tal vez sí
se halla en nuestra mano es el tiempo que permanecerá una
determinada emoción. El problema no estriba tanto en la
diversidad emocional que reflejan, por ejemplo, la tristeza, la
preocupación o el enfado (ya que normalmente estos estados
de ánimo desaparecen con el tiempo y paciencia), como en
el hecho de que su desmesura y su inadecuación conlleva
los más sombríos matices: la ansiedad
crónica, la furia desbocada y la depresión. Tanto
es así que, en sus manifestaciones más graves y
persistentes, su erradicación puede llegar a requerir
medicación, psicoterapia o ambas cosas a la vez"
(Emotional Intelligence, edición de enero 2008, en
español, editorial Kairós, páginas 110 y
111).

"La mente emocional es mucho más veloz que la
mente racional y se pone en funcionamiento sin detenerse ni un
instante a considerar lo que está haciendo. Su rapidez
hace imposible la reflexión analítica deliberada
que constituye el rasgo característico de la mente
pensante… Las acciones que brotan de la mente emocional
conllevan una fuerte sensación de certeza, un subproducto
de la forma simplificada de ver las cosas que deja absolutamente
perpleja a la mente racional. Cuando las cosas vuelven
después a su lugar (o incluso, a veces, a media respuesta)
nos descubrimos pensando '¿por qué he hecho esto?',
señal de que la mente racional está comenzando a
activarse con una velocidad mucho más lenta que la de la
mente emocional" (Emotional Intelligence, edición de enero
2008, en español, editorial Kairós, páginas
435 y 436).

"La modalidad más rápida de
percepción sacrifica la exactitud a la velocidad,
confiando en las primeras impresiones y reaccionando a la imagen
global o a sus aspectos más sobresalientes. Capta las
cosas de una vez, como una totalidad, y reacciona sin tomarse el
tiempo necesario para llevar a cabo un análisis completo.
Los elementos vívidos pueden determinar esa
impresión, dejando de lado la evaluación cuidadosa
de los detalles. La gran ventaja es que la mente emocional puede
captar una realidad emocional […] en un instante, haciendo
juicios intuitivos inmediatos que nos dicen de quién
debemos cuidarnos, en quién debemos confiar o quién
está tenso. En este sentido, la mente emocional funciona
como una especie de radar que nos alerta de la proximidad de un
peligro… Según Paul Ekman, esta velocidad, en la que las
emociones pueden apoderarse de nosotros antes de seamos
plenamente conscientes de lo que está ocurriendo, cumple
un papel esencialmente adaptativo: movilizarnos a
responder ante cuestiones urgentes sin perder el
tiempo en ponderar si debemos reaccionar o cómo debemos
hacerlo (Emotional Intelligence, edición de enero 2008, en
español, editorial Kairós, páginas 436 y
437).

Es posible que las dos mentes de Eva, una que pensaba y
otra que sentía, las cuales estaban en interacción
continua para construir su vida mental y que operaban en estrecha
colaboración entre sí, entrelazando sus distintas
formas de conocimiento para guiarla adecuadamente a través
del entorno paradisíaco, teniendo asida la advertencia
divina para que no tomara del fruto prohibido, le haya
proporcionado, en principio, un sentido de seguridad agradable.
El equilibrio entre la mente emocional y la mente racional, un
equilibrio en el que la emoción alimenta y da forma a las
operaciones de la mente racional y la mente racional ajusta y a
veces censura las entradas procedentes de las emociones, era
perfecto en el caso de Eva, pues tanto su arquitectura corporal y
cerebral como el entorno de calma y armonía circundante
contribuían a ello, siendo, pues, la perfección
ecológica la tónica dominante, o el estado de cosas
natural allí, en Edén. El desequilibrio era la
extrañeza, lo raro, lo inusual; de hecho, era
inexistente.

Sin embargo, la mente emocional y la mente racional son
relativamente independientes y reflejan el funcionamiento de
circuitos cerebrales distintos pero interrelacionados. En
Adán y Eva estas dos mentes estaban exquisitamente
coordinadas, porque los sentimientos son esenciales para el
pensamiento y lo mismo ocurre a la inversa. Pero cuando Eva fue
tentada por la "serpiente" el equilibrio comenzó a
resquebrajarse, pues la mujer permitió que su mente
emocional desbordara y secuestrara a su mente
racional.

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En ese estado de secuestro emocional, el sistema de los
sentimientos comenzó a actuar cada vez más
independientemente del neurocórtex. Probablemente se
empezaron a generar ciertas reacciones emocionales que tuvieron
lugar sin la menor participación cognitiva consciente. El
relato sagrado da a entender que antes de que Eva tomara el fruto
prohibido se produjo un proceso progresivo de polarización
mental, en dirección emocional, desarrollándose en
ella un fuerte anhelo egoísta: "Por consiguiente, la mujer
vio que el árbol era bueno para alimento, y que a los ojos
era algo que anhelar, sí, el árbol era deseable
para contemplarlo…" (Génesis 3:6).

El hecho de que Eva hubiera permitido que su mente
emocional prevaleciera sobre su mente racional debió tener
connotaciones de pecado voluntarioso, similar al caso de un
conductor embriagado que atropella y mata a alguien y que antes
de emborracharse (deliberadamente) fue avisado del peligro.
Parece que, una vez embargada por su propio impulso emocional, la
amígdala cerebral de Eva desencadenó una respuesta
antes de que sus centros corticales adormecidos pudieran
percatarse completamente de lo que estaba ocurriendo: "Por
consiguiente, la mujer vio que el árbol era bueno para
alimento, y que a los ojos era algo que anhelar, sí, el
árbol era deseable para contemplarlo… De modo que
empezó a tomar de su fruto y a comerlo… Después
dio de éste también a su esposo cuando él
estuvo con ella, y él empezó a comerlo"
(Génesis 3:6).

La astucia manifestada por la criatura
espiritual que sedujo a Eva, utilizando una "serpiente" como
señuelo, se materializó en una
estrategia mediática bien urdida, cuya efectividad tal vez
no seamos capaces de entender fácilmente. De todas formas,
parece que durante los primeros milisegundos de la
percepción de Eva dicha estrategia logró hacer que
ésta insensatamente se decantara hacia el error en su
inconsciente cognitivo, engañando su conciencia con la
idea de que lo que veía en el árbol era
legítimo y lícito para ella, cuando el caso es que
Dios lo había prohibido claramente. Las emociones cobraron
una mente propia en la cabeza de la mujer, una mente cuyas
conclusiones fueron completamente distintas a las sostenidas por
su mente racional.

A partir del error ya consumado, el equilibrio mental de
Adán y Eva se rompió definitivamente. Es posible
que la ruptura fuera de proporciones fisiológicas
descomunales, afectando en breve también a estructuras
anatómicas microscópicas en la arquitectura
cerebral y posteriormente al resto del organismo de manera
más o memos marcada. Esto debió dejar su impronta
en el epigenoma, causando lo que hoy llamamos
"imperfección heredada" o "pecado original", el cual se ha
ido engrosando a través del acúmulo
histórico de desaciertos de generaciones
posteriores.

Es interesante, por otra parte, tomar en cuenta hasta
qué punto el cerebro puede ser secuestrado por una
pulsión emocionalmente malsana. Por ejemplo, determinados
asesinos en serie, violadores de mujeres y conectados con el
mundo de la pornografía dura, como el famoso Ted Bundy,
han afirmado que han ido más allá de sus
posibilidades de arrepentimiento. Llevan por fuerza una doble
vida, por un lado como personas normales y por otro lado como
asesinos. Y parece que en ellos conviven dos individuos
diferentes, uno bueno y otro malo.

La persona de Ted Bundy resultó ser
una sobrecogedora combinación de chico guapo y bueno y
degenerado sexual perverso, ocultando un lado oscuro tormentoso
esclavizado a fantasías eróticas que desembocaron
en extremos escalofriantemente crueles. Persiguió,
amenazó y asesinó a más de un centenar de
mujeres, quienes en principio eran absolutamente ajenas a esta
terrible amenaza bajo la forma de hombre afable y
atractivo.

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Estudió la carrera de Derecho y colaboró
activamente con un partido político. Su primer crimen lo
cometió en 1974 en Washington, atando a una mujer mientras
dormía y golpeándola con una barra de hierro. Un
mes más tarde asesinó a una joven universitaria en
un campus donde estudiaba la chica, llevándose el cuerpo
de la víctima y dejando su habitación llena de
sangre. Así comenzó su andadura criminal, de la
cual ya no cabía marcha atrás.

En todos sus crímenes adoptaba el
mismo comportamiento ritualista. Primero seguía a la
víctima elegida por la calle o dentro del supermercado,
entonces fingía tener el brazo roto o lastimado, para que
la víctima le ayudara a conducir el coche; luego
estrangulaba y golpeaba a la víctima en la propia casa de
ella y finalmente sodomizaba o vejaba el cadáver y
mordía el cuerpo muerto. Al principio cometía sus
crímenes al amparo de la noche, pero posteriormente se
hizo más confiado y atacaba de día. Apoyado en su
atractivo físico y carisma, conseguía
fácilmente que las mujeres confiaran en él y le
ayudaran a conducir su Wolkswagen. Viajó por diversas
ciudades norteamericanas de Washington, Utah, Colorado y Florida,
dejando a su paso una estela de crímenes y
secuestros.

Este infame asesino en serie le
otorgó una entrevista al psicólogo James Dobson,
antes de su ejecución. En dicha entrevista
describió la agonía de su adicción a la
pornografía y se adentró en sus raíces,
explicando el desarrollo en él de esta conducta sexual
compulsiva. Reveló también cómo la
pornografía "hardcore" (dura, extrema o máxima)
encendió en su mente los motores para cometer sus
terribles crímenes.

Cuando Ted tenía 13 años
descubrió unas revistas pornográficas en un
basurero cercano a su casa, y lo que
contempló cautivó su interés
rápidamente. Fue el comienzo de una andadura que, con el
tiempo, lo hizo adicto a vídeos y revistas de contenido
sexual sadomasoquista y violento. Más adelante, buscando
un estímulo más fuerte, cayó en la
aberración de aficionarse a los adiovisuales en los que
aparecían mujeres siendo torturadas y asesinadas (sadismo
criminal). Posteriormente, cuando se cansó de ser un
simple espectador y su líbido le demandaba mayores niveles
de excitación, sólo le quedaba ya pasar, pues, de
la fantasía a la realidad: el salto obligatorio y final
para conseguir un estado placentero mayor, es decir, la puesta en
práctica de violencia sádica y sexual contra
mujeres reales.

Había estado jugando con fuego y
ahora había provocado un incendio imparable en su
interior, una especie de vorágine
térmica arrasadora generada por su esclavitud a una
piromanía sexual que comenzó durante su
adolescencia. Dentro de él había entrado en
erupción un volcán pasional morboso, cuya lava
tenía la forma de sadismo maligno
autoalimentado.

Finalmente, Bundy fue convicto y
sentenciado a muerte por el asesinato de una niña de 12
años, cuyo cuerpo arrojó en una
pocilga. Sin embargo, la ejecución se demoró
más de 10 años a causa de apelaciones y maniobras
legales astutas. Por último, un juez dio la orden de
ejecutar a este asesino sin más demora.

Durante su última semana de vida, Bundy
pidió a un abogado que llamara a James Dobson para una
entrevista final en la prisión del estado de Florida. El
señor Dobson comentó: "Bundy tenía algo
importante que decir y pensaba que el medio noticiero no era
suficientemente confiable. Por lo tanto, fui invitado, en calidad
de psicólogo, a traer un grupo de camarógrafos para
grabar sus últimos comentarios, estando ya, como estaba, a
las puertas de la muerte. Nunca olvidaré tal
experiencia… Finalmente,
llegué a una recámara donde esperé a
Bundy. Fue traído, rodeado de 6 guardias de la
prisión, después de haber sido
completamente registrado".

Con lágrimas en los ojos, Bundy
describió hábilmente el espantoso
monstruo que tomó posesión de él y que
dominó por completo su voluntad por el hecho
agravante de haber cedido también al consumo
de bebidas alcohólicas. Sin embargo, su ansiosa locura por
matar siempre estuvo alimentada por la pornografía
violenta. Quizás no pensó que jamás
llegaría tan lejos, y por eso se dejó llevar sin
ninguna aprehensión por la excitación libidinosa de
la pornografía. Pero, aunque ignorante del peligro al que
exponía su corazón (mente emocional), lo cierto es
que cayó en una trampa traicionera que lo subyugó
al poder del imperio enmascarado de los bajos
instintos.

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Dobson le preguntó a Bundy:
"¿Cuáles son los antecedentes de su
comportamiento?". A lo que Bundy respondió en
parte: "Contacté con la pornografía suave, en la
tienda y en la farmacia del barrio. Como
solían hacer otros jóvenes,
exploré sitios donde la gente tiraba basura y allí
encontré un tipo de pornografía más
dañina, que conjuba sexo y violencia. El matrimonio entre
estas dos fuerzas, como bien conozco, hace que surja una clase de
comportamiento demasiado terrible para poder describirlo".
Dobson: "¿Qué ocurría en su mente,
pues?". Bundy: "Esa clase de
literatura ayudó a formar y moldear las diferentes facetas
de mi conducta violenta. Al principio encendió mis
fantasías y luego, en un momento determinado,
contribuyó a cristalizarlas; hizo que se
formara algo dentro de mí, como si
fuera una entidad separada". Dobson: "Después de cometer
su primer crimen, ¿qué efectos emocionales
sintió?". Bundy: "Es muy difícil rememorar esto y
es muy desagradable conversar sobre ello, pero me sentí
como si emergiera de un horrible sueño o de un terrible
trance; como si hubiera estado poseído por algo atroz y
perteneciente a otro mundo. Al día siguiente, por la
mañana, tras recordar vívidamente lo sucedido, supe
que era responsable ante la Ley y ante Dios. Me levanté
con la mente clara y despejada, y experimenté
una absoluta horripilancia de mí
mismo". Dobson: "¿Se imaginó usted, con
anterioridad, capaz de hacer esto?". Bundy:
"No hay forma de expresar lo brutal que es el ansia que te
empuja a hacerlo. Pero una vez satisfecha tal ansia,
retrocedía su control sobre mí y volvía a
ser yo mismo, una persona de comportamiento normal; no un
holgazán que frecuentara bares ni un pervertido de mirada
extraña e inquietante. Me portaba como una persona
común, con sus buenos amigos y su comportamiento normal,
excepto, claro está, por ese pequeño segmento de mi
vida tan potente y destructivo, el cual se escondía muy
secretamente dentro de mí".

Esta experiencia muestra que la conducta
humana puede llegar a situaciones en las que el
arrepentimiento sincero sea difícil o hasta
imposible, al quedar la mente permanentemente secuestrada por un
lado oscuro emocional del que no tenemos idea de su peligrosidad.
Sólo descubriríamos, más tarde, que hemos
quedado entrampados y que no es posible salir del atolladero. La
Sagrada Escritura nos previene. La desobediencia de nuestros
primeros padres produjo en ellos, según parece, un estado
irreversible en el que la conciencia dictaba que no podía
esperarse ya ninguna disculpa ni enmienda humana del
error.

NOTA-BIS:

La revista DESPERTAD del 8-3-1990, páginas 20 y
21, editada por la Sociedad Watchtower Bible And Tract, dice, en
parte:

«Al igual que los seres humanos, los
ángeles tienen sentimientos. Se nos dice que
después de ser testigos oculares de la creación de
la Tierra, "gozosamente clamaron a una" y hasta "empezaron a
gritar en aplauso" (Job 38:7). La Biblia
también revela que "surge gozo entre los ángeles de
Dios por un pecador que se arrepiente" (Lucas 15:10). Desde
luego, el inmenso gozo descrito en esos versículos no
podría ser experimentado por ningún "poder"
impersonal… [Los] ángeles son personas concretas [y] en
la Biblia […] aparecen los nombres de dos de ellos: Miguel y
Gabriel. (Daniel 12:1; Lucas 1:26). Además, son seres
inteligentes y no fueron programados para actuar de cierta manera
determinada como si fueran un ordenador o un robot. Al contrario,
los ángeles tienen el don de poder razonar y la libertad
de tomar decisiones morales. Así, ya que son criaturas con
libre albedrío, algunos ángeles optaron por
rebelarse contra Dios, y de esa rebelión surgieron
Satanás y sus demonios (Génesis 6:1-4;
Judas 6; Revelación 12:7-9)».

La revista LA ATALAYA del 1-6-1998, página 16,
párrafo 6, editada por la Sociedad Watchtower Bible And
Tract, dice con respecto al Creador, que "cuando sus siervos
violan a sabiendas Sus leyes, contaminándose a sí
mismos y a otros, él lo ve. Tales actos le duelen mucho
(Génesis 6:6; Salmo 78:40). Impresiona pensar que
nosotros, simples seres humanos, podemos afectar los
sentimientos del Señor Soberano del universo".

De todo ello se desprende que aparentemente existe una
semejanza estructural entre la mente del Creador y la de sus
criaturas inteligentes. Por lo visto, el Supremo Hacedor trajo a
la existencia a seres angélicos y humanos dotados de una
mente semejante a la Suya, formada fundamentalmente por 2
bloques, uno emocional y otro racional, los cuales, salvo en el
caso de los demonios y los hombres, se encuentran en perfecto y
exquisito equilibrio. Un mismo modelo mental para todos, en
imitación del Creador, aunque con diferentes soportes. Tal
como una misma melodía puede estar contenida en un disco
de vinilo, o en una cinta magnetofónica o en un disco
compacto. Concretamente, para el caso del hombre el soporte de la
mente es material (el cerebro) y está formado por
elementos pertenecientes a nuestro particular universo
físico.

Caín y
Abel.

Según el relato sagrado, Adán y Eva no
figuran entre los primeros humanos que trataron de reconciliarse
con el Creador. Más bien, fueron los dos primeros hijos de
éstos, Caín y Abel, los que sintieron la necesidad
de hacer ofrecimientos a Dios con el objeto de atraer hacia
sí alguna clase de favor que los librara del aplastante
peso del error heredado. Puede ser que el primogénito,
Caín, hubiera sido el que inició la
práctica, a instancias de su madre, Eva. Pues es posible
que la primera mujer haya albergado alguna clase de esperanza
egoísta tras la declaración divina: "Pondré
enemistad entre ti (la serpiente) y la mujer, y entre tu
descendencia y la descendencia de ella. Él (un supuesto
descendiente de la mujer) te magullará en la cabeza y
tú (la serpiente) le magullarás en el talón"
(Génesis 3:15).

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Si tal fue el caso, cabe pensar que Eva criara a su
primogénito (Caín) con esmero y esperanza, dejando
entrever su expectativa en cuanto al muchacho e
influenciándolo para que éste desarrollara la idea
de acercarse al Creador y obtener así su
favor. Quizás Eva pensó que Caín
podría llegar a ser esa "descendencia"
prometida por Dios, que magullaría a la "serpiente"
en la cabeza. ¿Supuso, entonces, que su hijo
primogénito llegaría convertirse en un
libertador de la raza humana, capaz de sacar de la
condición de desahucie pecaminoso a sus padres,
Adán y Eva?

De haber supuesto esto, no habría hecho otra cosa
que repetir un impulso mental similar al que tuvo cuando
instó a su esposo a comer del fruto prohibido, con la
malsana esperanza de librarse a sí misma y librarlo a
él de la sujeción al Creador. Pero ahora, en este
caso, y por medio de Caín, quizá pretendía
una liberación de los grilletes de la condenación a
muerte, tanto para ella como para su esposo y también para
la prole de ambos.

Tal vez por influjo materno, Caín se
sintió impulsado a presentar ofrendas quemadas a
respetable distancia de la entrada al jardín de
Edén, delante de los querubines y de la "espada llameante"
disuasoria (ver G030, La importancia del Génesis,
página 17). Posteriormente, su hermano Abel, ya crecido,
aunque más pequeño en edad, se sumaría a
estos ofrecimientos. Sin embargo, el hecho de que las ofrendas de
Abel recibieran aceptación divina y las de Caín no
supuso un duro golpe emocional para este último, quien,
dejándose llevar por la envidia corrosiva, acabó
asesinando a su hermano más joven (Génesis 4:
1-16).

La muerte de Abel debió ser un golpe
fatal para Adán y Eva, quienes antes de eso no se
imaginaron siquiera el terrible efecto que su desobediencia
traería sobre la prole. Además, para Eva misma, el
que su hijo primogénito se hubiera convertido en un
asesino (el primero de la historia humana), tenía
quizás un significado calamitoso añadido: La
presumible esperanza de que el "libertador" que magullase a la
serpiente en la cabeza fuese Caín había quedado
completamente aniquilada.

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Caín fue desterrado a la tierra de
Nod ("la tierra de la Condición de
Fugitivo"), al este de Edén, y se llevó consigo a
su esposa, una hija de Adán y Eva de quien no se dice el
nombre. Después del nacimiento de su hijo Enoc,
Caín "se ocupó en edificar una ciudad", a la que
llamó por el nombre de su hijo. Es posible que tal ciudad
sólo haya sido un pueblo fortificado, según los
conceptos actuales, y no se dice cuándo se terminó.
El registro bíblico menciona a parte de los descendientes
de Caín, algunos de los cuales se distinguieron por la
cría nómada de ganado, tocar instrumentos musicales
y el forjado de herramientas de metal, así como por
practicar la poligamia y por su violencia. La línea de
Caín terminó con el diluvio global del día
de Noé (PERSPICACIA PARA COMPRENDER LAS ESCRITURAS, tomo
1, edición de 1991 en español, página
387).

Sociedad
prediluviana.

El hecho de que los primeros hijos de Adán y Eva
hicieran ofrendas a Dios con objeto de recobrar su favor para la
humanidad muestra el reconocimiento implícito de la
caída en desgracia del ser humano, el cual fue creado para
trascender la futilidad, a la que ahora, tras la rebelión
edénica, estaba atado. Este sentimiento de "anhelo de
trascendencia" fue transmitido de padres a hijos, y hacia las
generaciones posteriores, por lo que la práctica de hacer
ofrendas quemadas o sacrificios a la deidad se perpetuó
socialmente y dio lugar a la Religión (G030: Importancia
del Génesis, páginas 16-18), y no se puede
descartar la idea de que un impulso tan vehemente y
tan persistente en la colectividad humana afectara al epigenoma.
Sin embargo, parece que el sentimiento religioso tiene otras
causas también, una de las cuales emerge de la mente
misma, de su sed de coherencia y pervivencia significativa, es
decir, de su intuición profunda de que hay un
diseño superior que se manifiesta en ella misma, en el
cuerpo que la soporta y en el entorno que la circunda (ver G039:
Gran impacto, páginas 15-18; ver también G050:
Trascendencia, página 9).

El relato sagrado informa: «Y Abel llegó a
ser pastor de ovejas, pero Caín se hizo cultivador del
suelo. Y al cabo de algún tiempo aconteció que
Caín procedió a traer algunos frutos del suelo como
ofrenda a Jehová. Pero en cuanto a Abel, él
también trajo algunos primogénitos de su
rebaño, aun sus trozos grasos. Ahora bien, aunque
Jehová miraba con favor a Abel y su ofrenda, no miraba con
ningún favor a Caín ni su ofrenda. Y Caín se
enardeció de gran cólera, y empezó a
decaérsele el semblante. Por lo cual Jehová dijo a
Caín: "¿Por qué estás enardecido de
cólera, y por qué se te ha decaído el
semblante? Si te diriges a hacer lo bueno, ¿no
habrá ensalzamiento? Pero si no te diriges a hacer lo
bueno, hay pecado agazapado a la entrada, y su deseo vehemente es
por ti; y tú, por tu parte, ¿lograrás el
dominio sobre él?"» (Génesis 4:
2-7).

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El tomo 1 de PERSPICACIA, página
387, dice en parte: «Caín (cuyo significado es "Algo
producido") fue el primer niño nacido en la Tierra de la
pareja humana original, Adán y Eva. Después del
nacimiento de Caín, Eva dijo: "He producido un hombre con
la ayuda de Jehová" (Gé 4:1).

¿Significaban estas palabras que Eva pensaba que
podía ser la mujer predicha que produciría la
descendencia por medio de la que vendría la
liberación? (Gé 3:15). Si ese fue el caso, estaba
muy equivocada… Caín se hizo cultivador del
suelo, y "al cabo de algún tiempo", tanto él como
Abel, su hermano más joven, le presentaron ofrendas a
Jehová, pues sintieron la necesidad de ganarse el favor
divino. Sin embargo, Dios "no miraba con ningún favor" la
ofrenda de Caín, compuesta de "algunos frutos del
suelo"… Aunque se ha señalado que el registro no
especifica que la ofrenda de Caín fuese de los frutos
más selectos, mientras que sí dice que la de Abel
era de los "primogénitos de su rebaño, aun sus
trozos grasos", el problema no radicaba en la calidad de los
productos que Caín ofreció. Más bien, como
se registra en Hebreos 11:4, la ofrenda de Caín
carecía de la motivación de la fe, que fue lo que
hizo aceptable el sacrificio de Abel… No se especifica
cómo se hizo la distinción entre la ofrenda
aprobada y la que no lo era, pero debió ser evidente tanto
para Caín como para Abel. Jehová, que lee el
corazón del hombre, conocía la actitud incorrecta
de Caín, que se manifestó con claridad una vez fue
rechazado su sacrificio. Entonces empezó a mostrar
abiertamente las "obras de la carne", entre ellas, "enemistades,
contiendas, celos y arrebatos de cólera". Jehová
mostró a este hombre resentido que podía ensalzarse
si sencillamente se dirigía a hacer lo bueno. Pudo haberse
humillado y haber imitado el ejemplo aprobado de su hermano, pero
prefirió pasar por alto el consejo divino de lograr
dominar el deseo pecaminoso que "estaba agazapado a la entrada"
deseando con vehemencia someterle. Este proceder irrespetuoso fue
la "senda de Caín"…».

El relato informa que Dios dijo a
Caín: "¿Por qué estás enardecido de
cólera, y por qué se te ha decaído el
semblante? Si te diriges a hacer lo bueno, ¿no
habrá ensalzamiento? Pero si no te diriges a hacer lo
bueno, hay pecado agazapado a la entrada, y su deseo vehemente es
por ti; y tú, por tu parte, ¿lograrás el
dominio sobre él?". No se sabe si estas palabras las
escuchó Caín por medio de un sueño, o por
una voz procedente de la entrada al jardín edénico,
donde estaban apostados los centinelas querubines, o de alguna
otra manera; pero lo interesante es que el Creador mostró
respuesta a las ofrendas que presentaron los hijos de Adán
y Eva, y en buena medida trató de ayudarlos o
guiarlos.

El tomo 1 de PERSPICACIA, página 387,
también dice: «Más tarde, Caín le dijo
a su hermano: "Vamos allá al campo" (Gé 4:8)…
[Entonces] Caín atacó a Abel en el campo y lo
mató, de modo que llegó a ser el primer asesino
humano. Como tal, se podía decir que "se originó
del inicuo", el "padre" de los homicidas y de la
mentira».

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