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Las comunas socialistas a lo Chavez




Enviado por CESAR DORTA



Partes: 1, 2

    – A manera de
    prólogo

    Nuevamente la Junta Directiva de INFOPRESCO se llama de
    regocijo, al publicar otra importante obra de nuestro Director
    General. el profesor César Dorta, dirigida a abrir camino
    a la nueva sociedad que estamos empeñados en construir, y
    que estamos construyendo.

    Hace algo más de un año publicamos el
    libro de César que él denominó "Manual de
    los Consejos Comunales", hasta entonces, el más importante
    de su cosecha. El Manual ya cuenta con 2 ediciones, y ha sido
    leído y estudiado por quienes, junto a él, creemos
    que los Consejos Comunales son vías para hacer efectiva la
    participación ciudadana, para concretar el rol
    protagónico que la Constitución reconoce y
    garantiza a cada uno de quienes vivimos en Venezuela.

    La nueva publicación, "Las Comunas Socialistas
    a lo Chávez
    ", constituye un aporte fundamental en esta
    hora de búsqueda y de parto. En este período
    histórico que iniciamos -Segunda Etapa de la
    Revolución– así lo ha definido el líder de
    la misma, Hugo Chávez Frías, las comunas y las
    empresas socioproductivas comunales, son motor indispensable para
    el avance decidido e indetenible del cambio económico,
    para fortalecer la transformación social y
    política. Este libro no es sólo teórico, que
    lo es, sino que aporta igualmente la experiencia de su autor,
    consagrado a la lucha social desde que era un
    niño.

    La Comuna "Frente Socialista del Bien Común", que
    reúne a guareneros y guatireños en un común
    esfuerzo de lanzamiento y puerta en marcha, en el valle
    Guarenas-Guatire, de una nueva realidad comunal y
    socioproductiva, es recogida como experiencia para el cierre del
    libro, dejando en manos del lector, ya no sólo la
    concepción teórica de lo comunal, sino
    información básica fundamental para abrir camino al
    esfuerzo socioproductivo exitoso. César conoce bien esta
    experiencia, fue su promotor, es su Presidente.

    El profesor César Dorta, en lo fundamental, un
    educador, un forjador, un sembrador de ideas e iniciativas,
    preocupado siempre en entregar herramientas que faciliten el
    proceso de cambio. Él insiste en su lucha social -y es su
    consigna- que no hay cambio sin hombres cambiados, ni
    revolución sin hombres revolucionados. Afirma con
    convicción, que la formación y el trabajo son
    músculos – igualmente importantes- para la
    construcción de una sociedad de hombres y mujeres libres.
    Esto explica claramente, la razón que lo mueve a
    entregarnos sus reflexiones y experiencias.

    Bienvenida "Las Comunas Socialistas a lo Chávez",
    que se suma a nuestras publicaciones dedicadas a la
    formación y capacitación para la
    participación ciudadana.

    Junta Directiva de

    INFOPRESCO


    Introducción: CHÁVEZ, UN SOCIALISTA EN PERMANENTE
    REVOLUCIÓN

    No podemos hoy, en Venezuela, hablar de Comunas, sin
    hacer referencia al Presidente Chávez Frías. Bien
    sabemos todos que él es el inspirador, el propulsor, el
    motor que da aliento a esa forma excelsa de justicia social, si
    bien tiene claro que las comunas no son suyas, ni quiere
    él que sea así. Ellas son el pueblo el soberano
    organizado en busca de su bienestar, de su realización y
    felicidad. Ellos son el Poder Popular.

    Recientemente en mi tarea de formar para la
    participación ciudadana, en un curso sobre gerencia
    comunal, me preguntó una de las voceras del Consejo
    Comunal de La Guairita por qué Chávez, líder
    del proceso revolucionario, no había orientado desde el
    principio de la Revolución hacia la constitución de
    comunas. Preguntaba, a manera de reclamo, ¿por qué
    avanzamos primero hacia las cooperativas, luego nos estimularon a
    constituir Consejos Comunales, y ahora abren puertas a las
    comunas? Buena e inteligente pregunta.

    La Revolución es un proceso en marcha: El
    Socialismo del Siglo XXI lo estamos escribiendo, no hay un Manual
    que indique qué hacer en cada comento, un paso a paso
    predeterminado. Además, Chávez, el inspirador del
    cambio, es un socialista en permanente revolución, en
    constante transformación, que no se detiene, que no reposa
    en los peldaños alcanzados, ni se regodea en tiempos y
    aciertos, sino que avanza en constante progreso.

    El Socialismo del Siglo XXI está en
    construcción, lo estamos pariendo. Él será
    lo que nosotros queramos que sea. Es nuestro desafío, es
    el reto que tenemos en las manos. Lo fascinante de esta aventura
    es que no existe un libro escrito que indique lo que debemos
    hacer; somos nosotros mismos, es el pueblo organizado quien hace
    camino, "camino que se hace al andar", como escribió el
    poeta español Antonio Machado:

    Caminante, son tus huellas el camino, y
    nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al
    andar.

    Al andar se hace camino, y al volver la
    vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a
    pisar.

    Caminante, no hay camino, sino estelas en
    la mar.

    No existe el camino, pero si las orientaciones y los
    valores que impiden nos equivoquemos, para lograr así el
    sendero que nos permita construir el Socialismo del Siglo XXI.
    Por eso hemos dedicado unas cuantas páginas de este libro,
    porque en la medida en que los principios nos guían, no
    hay forma de errar la ruta.

    Si bien no existe un recetario socialista por aplicar,
    es bien cierto que si existe una realidad cambiada y cambiante
    hacia el Socialismo. Mucho de lo que ha venido haciendo el
    Presidente

    Chávez y el equipo revolucionario de gobierno – y
    nosotros apoyándolo y estimulándolo, afianzando los
    logros – tiene claros rasgos de Socialismo, de camino hacia la
    sociedad que estamos haciendo.

    El Socialismo del Siglo XXI lo escribimos y construimos
    de manera colectiva. Sería falso e inconveniente si
    él fuese obra de una sola persona, aún cuando
    ésta se llame Hugo Chávez Frías, quien juega
    un rol preponderante en el proceso y le da luz al camino, con sus
    ideas y propuestas, pero es inspiración colectiva. El
    Comandante ha dicho que el camino lo construimos entre todos, o
    no será Socialismo del Siglo XXI lo que estamos haciendo.
    Por eso ninguno como él impulsa la participación y
    estimula el Poder Popular, toda la fuerza y el empuje en manos de
    los ciudadanos, desde allí radica la verdadera
    revolución, la base fundamental del Socialismo
    nuevo.

    Una revolución pacífica pasa por la
    búsqueda y logro de amplios consensos, también el
    desarrollo del país requiere el concurso de todos; por eso
    necesita el apoyo del Estado, pero igualmente le es indispensable
    el aporte de las comunidades organizadas.

    En este Socialismo en construcción, estamos ahora
    atravesando un período de transición, de traslado
    de la vieja a la nueva sociedad, transición que se impulsa
    con las relaciones socialistas, y con la satisfacción de
    las necesidades reales de la gente. De esas necesidades
    insatisfechas durante años y años, que hemos dado
    en llamar la deuda social, deuda que el Socialismo del Siglo XXI
    ha de saldar a plenitud.

    Estamos construyendo un ordenamiento
    jurídico para el cambio. La nueva Constitución
    de 1999 en algunos aspectos se quedó
    atrás, se hace imperiosa la adecuación a las etapas
    más avanzadas que comenzamos a transitar. Son
    indispensables leyes que concreten y hagan realidad los
    postulados de cambio.

    Generamos una conciencia socialista, una nueva cultura
    que nos obliga a continuar y profundizar los programas
    gubernamentales de claro corte social, así como estamos
    obligados a acelerar – como el Presidente Chávez lo
    está haciendo – el proceso de plena participación
    ciudadana hacia el Poder Popular. Esa es la meta y las comunas
    son el instrumento.

    La propiedad de los medios de producción debe ser
    mixta, combinando distintas formas para facilitar la
    revolución pacífica en la que estamos
    empeñados. La dinámica dirá los tiempos. El
    Estado se reserva la propiedad de los medios estratégicos,
    lo que ha llevado al Presidente de la República a
    nacionalizar plenamente nuestra industria de los hidrocarburos,
    la energía eléctrica, la telefonía y otros
    medios fundamentales para la seguridad
    estratégica.

    Junto a la propiedad estatal nacen, conviven y se
    fortalecen medios cogestionarios y autogestionarios de propiedad;
    se fomentan, construyen y estimulan las empresas
    socioproductivas; mientras se respeta – de conformidad a la
    Constitución – la empresa privada, que necesariamente debe
    ser concebida dentro de una clara vocación
    social.

    Esta es hoy, en este tiempo de transición, la
    realidad de la propiedad de los medios de producción.
    Será el proceso, seremos nosotros -los ciudadanos y
    ciudadanas organizados – quienes iremos decidiendo el formato a
    adoptar, el camino a seguir, siempre en el marco de la
    Constitución.

    Chávez un socialista en permanente
    revolución
    . Lo dijimos y reiteramos. Quien no se
    revoluciona y hace revolución constante, se fosiliza y
    deja morir los cambios. La transformación es permanente.
    Cambian los mecanismos y los instrumentos de la
    revolución, lo que no cambian son los valores, ellos
    permanecen inalterables.

    Los valores no cambian. Ellos son la guía,
    nos permiten saber si nos mantenemos en el camino del socialismo,
    o si erramos la ruta. A los valores dedicamos dos importantes
    espacios en este libro, bajo los títulos "Cuarenta valores
    que definen al hombre y a la mujer de la comuna socialista", y
    "Cuarenta principios de la comuna y del modelo socioproductivo
    comunitario". Ellos se resumen en lo que yo llamé
    "Decálogo del Socialismo del Siglo XXI", en el libro de mi
    autoría "Manual de los Consejos Comunales": libertad e
    igualdad; democracia, pluralismo; solidaridad; fraternidad y
    unión; complementación; justicia y paz; desarrollo
    y bienestar; honestidad y transparencia; trabajo, responsabilidad
    y perseverancia, y por último, el valor que sintetiza y
    acrisola los anteriores, amor.

    Decimos el amor mueve montañas, mientras Dante
    Alighieri dice "mueve el sol y las estrellas". "Amar no es
    mirarse el uno al otro, es mirar en la misma dirección",
    expresa Antoine de Saint-Exupéri.

    "El gran poder existe en la fuerza
    invencible del amor", escribió Bolívar (1827),
    mientras Chávez (2005) expresó "Por
    amor es nuestra lucha, por amor combatimos el
    imperialismo".

    Los antivalores tampoco cambian, al igual que los
    valores
    . Ellos están allí, están vivos
    pretenden colearse, meterse y matar el proceso de
    cambio.

    Los antivalores siguen inspirando a los adversarios de
    la Revolución. Eso no es tan grave, porque lo sabemos, los
    conocemos. Grave es que compatriotas que se dicen
    revolucionarios, pero no habiéndose revolucionado, no
    habiendo cambiado -de manera conciente o no- siembran antivalores
    en terreno de la Revolución.

    Grave es que compatriotas que habiendo interiorizado los
    nuevos valores, habiendo cambiado, más tarde se marean en
    las alturas de la representación que el pueblo les ha
    encomendado, olvidan los valores socialistas, y comiencen a
    actuar movidos por los viejos antivalores. Esto no es
    teoría, es realidad que el Presidente Chávez
    combate, pero que aún en muchos persiste.

    Los antivalores son como esas hierbas difíciles
    de arrancar, de execrar de manera absoluta; cuando las creemos
    muertas, renacen. De alguna manera es como el delito o el pecado,
    como esa inclinación a lo fácil, sin importar las
    consecuencias del camino corto, sin ponderar los daños que
    pueda causar.

    Los valores de antes, antivalores del
    Socialismo del Siglo XXI, son muchísimos, pero
    podría concretarlos en diez, lo suficientemente graves
    como para impedir que el cambio avance.

    El reino de los antivalores, es la muerte
    del Socialismo del Siglo XXI.

    § Privilegios para unos
    pocos

    § Explotación del hombre por el
    hombre

    § Lucha de unos contra otros, en
    competencia feroz

    § Dar sólo para recibir a
    cambio

    § La acción por encima de los
    valores

    § Resignación a ser
    oprimido

    § El trabajo como materia
    prima

    § El individualismo y
    egoísmo

    § El consumismo

    § La intolerancia

    Puedo confesar que estoy orgulloso de nuestro avance
    como pueblo, pero no estoy ni puedo estar satisfecho por las
    oportunidades que hemos perdido y por los errores que hemos
    cometido. No han operado suficientemente los órganos de
    evaluación y control.

    De las fallas que, con sobradas razones preocupan al
    Presidente, todos, en mayor o menor grado, somos responsables,
    según las capacidades y las posibilidades reales de
    decidir y ejercer influencia. Para que estemos claro, yo
    también he fallado, aún no teniendo responsabilidad
    pública alguna en estos diez años, en los que he
    estado dedicado a la formación y capacitación de
    líderes y conductores municipales. No sólo los
    funcionarios han fallado, también nosotros, ciudadanos y
    ciudadanas.

    No todos los equipos humanos de los órganos del
    gobierno nacional, regional y local, han estado a la altura, a
    veces tienden a convertirse en pesadas burocracias que, antes que
    ayudar, se convierten en obstáculos. El propio Presidente
    Chávez ha criticado el burocratismo de beneficios
    particulares en algunos funcionarios públicos, ha
    expresado que está viva la Cuarta República a esos
    niveles y que hay que demolerla.

    Después de lo dicho no es difícil
    entender, por el contrario es fácil comprender, que la
    Revolución es un proceso de transformación
    constante
    , y que en perfecta sintonía,
    Chávez es un socialista en permanente
    revolución
    , que cambia él, y que
    indeteniblemente estimula cambios.

    En ese cambio constante, al inicio de la segunda
    década de la Revolución; de lo que el Presidente ha
    llamado la Segunda Etapa, nos encontramos con las comunas y las
    empresas socioproductivas. Ellas son un desafío. Ellas son
    instrumentos de la Revolución del pueblo y para el pueblo.
    Ellas son el Poder Popular. A ellas consagramos este libro que
    hemos denominado "La Comuna Socialista a lo
    Chávez
    ". No será difícil adivinar el por
    qué del título. Si bien las comunas son del proceso
    y de la gente, es innegable el sello del inspirador.

    César Dorta

    1) EL SOCIALISMO
    DEL SIGLO XXI Y EL DESARROLLO ENDÓGENO

    El Socialismo es el nombre genérico e
    histórico dado a distintas doctrinas económicas,
    políticas y sociales que, a lo largo ya de varios siglos,
    han propugnado y propugnan una más justa
    distribución de la riqueza. Socialismo del Siglo XXI es
    aquel que con sello de facturación venezolana, con
    especificidades de los tiempos nuevos y respondiendo a realidades
    diferentes, surge desde nuestras tierras, par nosotros y para el
    mundo.

    La denuncia de las desigualdades sociales y la promesa
    de una nueva sociedad son bases del socialismo que, desde
    Platón, no habían tenido sino un fundamental o
    moral. Las explicaciones técnicas de esas desigualdades
    sociales vinieron luego, y más tarde las proposiciones de
    Sismondi y Saint-Simon. A finales del siglo XIX, y dentro de la
    misma línea, surge el socialismo de Estado, para ver
    aparecer en el Siglo XX la planificación.

    Enfantin Bazard y otros sainsimonianos, así como
    los asociacionistas franceses Fourier y Luis Blanc, y el
    inglés Owen, preconizan la sustitución del
    régimen de propiedad privada por una socialización
    estatal o por un federalismo de las asociaciones de productores,
    concretizado en cooperativas de consumo y de producción.
    El socialismo científico, el marxismo, surgirá con
    Marx y Engels, al declarar que la transformación de las
    estructuras sociales es ineludible, y es consecuencia
    lógica de las contradicciones del capitalismo. El marxismo
    será fundamento y base doctrinal del comunismo y de
    diferentes manifestaciones socialistas en el mundo, algunas de
    ellas exitosas, otras fracasadas, como bien se conoce a lo largo
    de la historia.

    El Socialismo del Siglo XXI, sin negar la historia, al
    contrario, aprendiendo de sus lecciones, de sus aciertos y
    errores, pero particularmente partiendo de la nueva realidad y de
    lo específico de hoy, surge para la justicia social, la
    riqueza para todos y la nueva sociedad de igualdad de
    oportunidades y de mejor calidad de vida.

    A la cabeza del movimiento en marcha, abriendo camino
    junto al pueblo, el de Venezuela y el de otras latitudes, avanza
    con Hugo Chávez Frías.

    "El Socialismo del Siglo XXI es un sistema y una idea
    que edifica una nueva sociedad, regida por el poder popular, en
    profunda democracia participativa y protagónica, con
    igualdad material y cultural entre las personas, al recibir de la
    sociedad, cada cual, lo que requiere para satisfacer sus
    necesidades y para su vida digna, y dar en retribución
    todo aquello que pueda según sus capacidades, en pos del
    desarrollo integral de los seres humanos".

    En esta aproximación del ideólogo del
    socialismo moderno, Haiman El Troudi, lo primero que resalta es
    la nueva sociedad, vale decir, una manera distinta de
    interrelacionarse los hombres que integramos la sociedad, no
    sólo entre nosotros mismos como Nación, sino con
    otras sociedades del mundo. Hablar de nueva sociedad, es hablar
    de hombre nuevo, de mujer nueva.

    El Poder Popular es la fuerza que dinamiza la nueva
    sociedad, no habrá hombre nuevo, ni mujer nueva si el
    poder y la fuerza transformadora no se encuentran en sus propias
    manos. Es eso lo que llamamos Poder Popular, la fuerza del cambio
    en manos de la gente.

    El Poder Popular requiere indefectiblemente para su
    concreción de una profunda democracia participativa y
    protagónica. Dicho de otra manera, sin democracia directa
    y participativa del pueblo, donde éste juegue el rol
    fundamental que la propia Constitución le da, es imposible
    hablar de Poder Popular.

    Hemos dicho y reiteramos que no hay poder popular sin
    democracia. Ampliemos el concepto: no sólo no hay Poder
    Popular sin democracia política, participativa y
    protagónica como antes dijimos, sino que tampoco hay Poder
    Popular sin democracia social y económica. Igualdad de
    oportunidades para todos, iguales posibilidades de acceso a la
    cultura y a los bienes materiales. Como bien lo define El Troudi
    el ciudadano y ciudadana deben "recibir de la sociedad lo que
    requiere para satisfacer sus necesidades y para su vida digna, y
    dar en retribución todo aquello que pueda según sus
    capacidades en pos del desarrollo integral de los seres
    humanos".

    El Socialismo del Siglo XXI es en plenitud un
    sistema
    . El Socialismo tras el cual marchamos, pretende ser y
    debe ser un sistema que abarque, por igual, la sociedad en todos
    sus aspectos, vale decir, en lo político, social,
    económico, territorial, internacional y
    vico-militar, por sólo abordar seis
    tópicos fundamentales.

    El Socialismo del Siglo XXI es un sistema
    político
    , basado en el Poder Popular, en el rol
    protagónico de ciudadanos y ciudadanas, que está
    por encima del partido y de cualquier otra institución
    intermedia que pretenda arrebatarles su derecho a decidir; me
    atrevería a decir de arrebatarles un derecho que
    sólo tiene como límite el derecho de Dios y el de
    los otros hombres, por aquello que tantas veces se ha repetido,
    el derecho de cada quien concluye donde comienza el derecho del
    otro.

    El Socialismo del Siglo XXI es un sistema social,
    orientado hacia la inclusión, para que nadie quede afuera;
    la sociedad socialista no puede repetir la vieja realidad de
    excluidos y excluidas, de ciudadanos y ciudadanas de segunda, sin
    acceso a la cultura, a los bienes, al poder.

    El Socialismo del Siglo XXI es un sistema
    económico, que transforma la manera de producir riquezas,
    así como la distribución de éstas.
    Está concebido como una economía mixta, donde
    veremos convivir y conciliar distintas relaciones de
    producción. Simultáneamente marcharán
    empresas del Estado, incluidas en éstas todas las
    industrias básicas, empresas de cogestión, de
    participación conjunta del Estado y sus trabajadores;
    empresas cooperativas y de autogestión, empresas
    socioproductivas donde los socios son a la vez propietarios y
    trabajadores que aportan al mismo tiempo capital, ideas y
    trabajo; y empresas privadas que necesariamente estarán
    enmarcadas dentro de un concepto de justicia social, para que
    puedan convivir con los modelos antes descritos.

    El Socialismo del Siglo XXI es un sistema
    territorial
    , donde, como bien lo ha dicho el Presidente
    Chávez, debe haber un reordenamiento socialista de la
    geopolítica de la Nación, para lograr una nueva
    geometría del poder. Simultáneamente, en lo
    territorial apuntamos hacia un eco desarrollo armónico
    descentralizado, coordinadamente desconcentrado.

    El Socialismo del Siglo XXI es un sistema que en lo
    internacional busca la paz y la armonía entre los
    pueblos
    , que tiene como prioridad la integración de la
    América Latina, de conformidad con la visión del
    Libertador, una gran República integrada por nuestro
    sub-continente, y que tiende sus brazos con
    solidaridad y respeto a todos los pueblos del mundo, reclamando
    para nosotros, en contra partida, igual solidaridad y
    respeto.

    El Socialismo del Siglo XXI es un sistema en lo
    cívico-militar
    , centrado en tres conceptos
    básicos: independencia, soberanía y
    autodeterminación. Somos irrevocablemente una
    República independiente, que defiende su soberanía
    y que hace respetar su autodeterminación. No hay amo sobre
    nuestras cabezas; el Poder Popular, la voluntad de nuestra gente,
    priva y privará por siempre en la sociedad que estamos
    construyendo.

    En síntesis, y como ya lo dijimos, el Socialismo
    del Siglo XXI es un sistema integral que no está
    preestablecido, que no está escrito en ningún lado,
    que tiene en la experiencia de los pueblos ejemplos buenos y
    malos de lo que fue el Socialismo en el Siglo XX, en el Siglo XIX
    y en épocas anteriores, en manifestaciones que pueden
    remontarse hasta las comunidades socialistas de los primeros
    cristianos, en el Siglo Uno, e incluso en manifestaciones
    aún anteriores.

    Digámoslo en una frase que lo expresa cabalmente,
    que si bien no es original, si resume lo que queremos decir: El
    Socialismo del Siglo XXI no está escrito, tiene claras
    guías en las palabras y propósitos orientadores del
    Presidente Chávez, pero en definitiva será lo que
    decidamos que sea.

    Nadie duda hoy, ni la historia podrá
    desmentirnos, que Hugo Chávez Frías, ha sido y es
    el gran impulsor, el guía de este proceso de
    transformación nacional que llamamos Socialismo del Siglo
    XXI. No obstante, la historia no está constituida por
    etapas cerradas, por bloques de vida que se suceden unos a otros,
    sin interrelación entre ellos. Los hechos
    históricos se van sucediendo cronológicamente y se
    interrelacionan entre sí, para generar transformaciones y
    cambios que resultan, como ya hemos dicho, de la
    concatenación de unos hechos con otros. Para no
    remontarnos demasiado lejos podríamos hablar de una
    cronología reciente que, de una u otra forma, va abriendo
    caminos a la implantación del Socialismo del Siglo
    XXI.

    Puede ubicarse el 27 de febrero de 1989, como el primer
    paso reciente hacia el proceso que hoy vivimos, según lo
    ha señalado el Presidente Chávez. A escasos
    días, a menos de un mes de haber asumido la Presidencia de
    la República el Presidente Carlos Andrés
    Pérez, se escucha un grito de rebeldía contra el
    Gobierno que entonces se iniciaba; es el pueblo indignado ante
    medidas económicas que van a apretarle,
    simultáneamente, el estómago y el bolsillo, luego
    de los discursos prometedores y demagógicos que le llevan
    al triunfo electoral de 1988. El incremento de precios de
    productos esenciales fue el detonante. Lo llamaron Caracazo,
    porque fue en la capital de la República donde se
    escenificó, con mayor contundencia, el combate contra las
    mentiras del oficialismo de entonces.

    Somos de la tesis "que en vez de hablar" del Carachazo,
    tendría que llamarse Guarenazo lo que entonces
    ocurrió. Fue en nuestra laboriosa comunidad de Guarenas
    donde se escenificaron las primeras y más importantes
    acciones de rebeldía, contra las imposiciones que
    afectaban al pueblo. Pero Guarenazo o Caracazo, como se le quiera
    llamar, convirtieron la rebeldía de la gente en
    represión y masacre del pueblo. El Presidente Pérez
    ordena a la Fuerza Armada Nacional a disparar sus fusiles y sus
    armas contra el pueblo indefenso, enrojeciendo las calles con
    sangre patriota, con sangre de la gente nuestra, de los
    venezolanos aguerridos, cuya piel, carne y hueso no
    resistió las balas que a mansalva le dispararon. Miles
    cayeron en las calles de combate.

    Despertó Bolívar, lo hace "cada cien
    años" para reordenar las cosas, para reimpulsar la
    historia.

    La gente enardecida comenzó a organizarse, a
    preparar su defensa, para disponerse a la toma del
    poder.

    El 4 de febrero de 1992 irrumpen en el escenario
    nacional un puñado de jóvenes militares patriotas,
    con el Comandante Hugo Chávez Frías a la cabeza,
    quienes se revelan para abrir camino al cambio. Derrotados
    militarmente, por la mayor fuerza de ataque del régimen de
    Carlos Andrés Pérez, coronan triunfo en el
    corazón del pueblo. El "por ahora" se convierte en
    bandera, en esperanza que va sumando voluntades. Había
    fracasado la sublevación patriota, pero habría
    triunfado en el ánimo del pueblo. Se enquista en el alma
    de la gente la decisión de cambiar el estado de las
    cosas.

    En noviembre del mismo año 1992, una nueva
    sublevación militar, en respaldo a la de febrero, y en
    procura de acelerar los tiempos, es nuevamente derrotada
    militarmente, pero sigue sembrando semillas de cambio.

    En mayo de 1993 el Congreso destituye al Presidente
    Pérez, para someterlo a juicio por corrupción, es
    cuando se inicia un gobierno de transición que encabeza el
    historiador Ramón J. Velásquez, poniendo de
    manifiesto la podredumbre oficial de entonces.

    En las elecciones que se celebrarían en diciembre
    de ese año 1993 se manifiesta la disposición del
    pueblo a buscar electoralmente, en sufragios populares, un nuevo
    camino. Acción Democrática y COPEI, los partidos
    tradicionales, son desplazados por la Causa R y el recién
    nacido Partido Convergencia. Más de uno tiene la
    convicción que Andrés Velásquez,
    sindicalista de Guayana, triunfa pero no cobra,
    asignándosele la Presidencia a Rafael Caldera,
    quién siendo vocero del continuismo, al darle la espalda a
    AD y COPEI, se asoma como nuevo; es lo viejo que se muestra
    remozado. El pueblo despierta, la vía electoral indica que
    si puede ser transitada de manera victoriosa.

    En 1994 el Presidente Caldera, presionado por la
    conciencia y fuerza popular, dicta sobreseimiento de la causa
    judicial que pesaba contra Chávez y sus compañeros
    de arma sublevados contra la corrupción. Se abren las
    puertas de la cárcel de Yare, para permitir el abrazo de
    Chávez con el pueblo, fraternidad que se consolida con el
    triunfo electoral en diciembre de 1998, dando entrada a la Quinta
    República, camino al Socialismo del Siglo XXI.

    Todo cambio social y político implica
    períodos de sueños, de idealización del
    objetivo y del camino; exige tiempos de concreción de la
    propuesta y de planificación de la misma; demanda horas de
    ensayo y corrección, así como momentos de
    relanzamiento, a partir de la valoración de lo hasta
    allí logrado, fijando nuevas metas y retomando el camino,
    a partir de ese momento con alforjas llenas de experiencias y
    conocimientos, para intentar no caer en los viejos errores y
    avanzar más rápido.

    La Revolución Bolivariana tuvo un largo
    período de pregestación en la calle, en los
    barrios, en las universidades, en las fábricas y en los
    cuarteles; tuvo en 1992, el 4 de febrero, su hora de
    clarín, de anuncio que algo venía, Chávez lo
    dijo ese día: "vendrán nuevas situaciones y el
    país tiene que enrumbarse definitivamente hacia un destino
    mejor
    "; es cuando proclama el "por ahora", es
    cuando hace saber que arrancó el camino, que
    llegará el día; es invitación al trabajo, es
    siembra de fe y esperanza.

    El primer año del Gobierno Revolucionario, es de
    fijación del camino que se concreta en la nueva
    Constitución de la República Bolivariana de
    Venezuela, inspirada por el Presidente Chávez, concebida
    por la Asamblea Constituyente y sancionada por el pueblo en
    referendo aprobatorio, el 15 de diciembre. La Constitución
    encierra el ideal transformado en artículos, en normas que
    tendrán que echar carne y músculos para
    transformarse en nueva realidad social, económica y
    política.

    En principio nos dimos una Constitución con
    visión de nueva sociedad por construir, idealista en sus
    propuestas, pero con instituciones y mecanismos que, de
    seguirlos, nos harían entrar en el Socialismo que
    aspiramos.

    Con la Constitución en mano marchamos durante
    diez años, es hora en que la enmienda constitucional del
    pasado febrero 2009 que permite la reelección del
    Presidente Chávez, se convierte en invitación para
    evaluar el término recorrido, el trecho ya andado, y
    relanzar el Proyecto.

    El tiempo que ahora transitamos, es la
    convulsionada hora de redefinición y relanzamiento. El
    líder del proceso anuncia la segunda etapa, los siguientes
    diez años.

    El lapso transcurrido bajo la orientación de la
    nueva Constitución, ha sido tiempo para el asomo de lo que
    queremos. Lo que ha venido haciendo el Presidente, y junto con
    él, quienes estamos en el proceso, tiene un claro sello
    socialista, marcha hacia una nueva realidad y por un camino
    distinto, si bien no existe ni un recetario para aplicar, ni un
    librito que nos señale cada paso a dar. El pluralismo en
    que vivimos y estimulamos, nos obliga a la discusión y
    búsqueda de consenso, es permanente invitación a
    todos a sumarse con sentido crítico a la
    transformación que aspiramos.

    El Socialismo del Siglo XXI no es sólo
    político y social, sin dejar de ser político y
    social. Lo que quiero decir es que hay más. Adicional a
    los cambios sociales y políticos, el cambio debe ser
    también económico, y hacia allí van
    dirigidos los esfuerzos de esta segunda década de la
    Revolución Socialista Bolivariana.

    El desarrollo de una economía nueva, de verdadera
    justicia social, nos mueve. El desarrollo endógeno, el
    producido por nosotros y para nosotros, partiendo de nuestras
    realidades, saberes y posibilidades, es el objetivo. Las comunas
    y las empresas socioproductivas son el instrumento. Hacia
    allá vamos, y ese es el objetivo de este libro.

    2) EL INSTINTO
    COMUNITARIO DEL HOMBRE SE HA MANIFESTADO
    SIEMPRE

    Tan antiguas como la humanidad misma, son las
    manifestaciones que el hombre ha dado de su espíritu
    comunitario, de su disposición a la ayuda mutua, al
    crecimiento conjunto.

    En su libro "La Doctrina Cooperativa", el maestro del
    cooperativismo Paul Lambert escribe que "Se han encontrado
    asombrosas analogías entre ciertas instituciones de la
    antigüedad y de la Edad Media, con instituciones
    cooperativas contemporáneas. Citemos las lecherías
    comunes en Armenia, las asociaciones de arrendamiento de tierras
    en Babilonia, las confraternidades de sepultura y
    las compañías de seguros artesanales entre los
    griegos y romanos, las sociedades de drenaje, riegos y
    construcción de diques en Germania, los ágapes de
    los primeros cristianos, los pastos colectivos y las asociaciones
    de pescadores de Rumania, los "fruteros", asociaciones queseras
    del Jura y de Saboya, las colectividades agrícolas
    llamadas "madruga" entre los servios y "mir" en Rusia, las
    comunidades del trabajo, "artels", en Rusia, la mansión
    solariega o villa señorial e incluso -a los ojos de
    algunos autores- las corporaciones", así se expresa Paul
    Lambert en su clásico "La Doctrina Cooperativa.

    El Dr. Caros Molina Camacho, ex-Superintendente Nacional
    de Cooperativas de Venezuela, a propósito de esas
    diferentes manifestaciones comunitarias, afirma que no se trata
    sino de analogías, y no existe ningún nexo
    histórico entre estas manifestaciones antiguas del
    instinto comunitario y las cooperativas del Siglo XX, las
    expresiones del comunitarismo moderno. Por otra parte, se
    encuentran, sobre todo en os Siglos XVIII y XIX, numerosas
    colonias religiosas que viven en régimen de
    economía colectiva, tales como los Labadistas, en
    Maryland, desde 1680; la colonia de los shakers que data de 1774;
    los "rappites", emigrados de Alemania donde estaban agrupados
    desde 1787, y que fundaron en los Estados Unidos una
    colonia llamada "Harmonie", en 1805.

    Existe una diferencia fundamental entre las colonias del
    primer tipo, esencialmente religiosas, y las colonias fundadas
    por Robert Owen, así como las constituidas por Fourier:
    las comunidades de inspiración religiosa no
    pretendían en absoluto presentar al mundo una nueva
    institución apta para resolver el problema social. Se
    trataba, casi siempre, de hombres que creían inminente la
    llegada del Juicio Final y que deseaban vivir de una forma
    sumamente sencilla esperando el fin del mundo.

    Tal vez conviene recordar las comunidades de los
    primeros cristianos, las que están reseñadas en el
    Evangelio, en los Hechos de los Apóstoles, donde se lee
    que "…todos tenían un solo corazón, no
    había pobres entre ellos, porque nadie llama suyo a lo
    suyo y todo lo ponían en común". Los primeros
    cristianos vivían una perfecta comunidad de
    bienes.

    Paul Lambert, en su obra antes citada, nos dice que "las
    cooperativas que después habían de desarrollarse,
    hasta constituir el movimiento cooperativo de hoy, son sociedades
    nacidas espontáneamente de la acción obrera, en el
    momento y en los países por donde se extendía la
    revolución industrial. Las más antiguas se remontan
    a 1760, once años antes del nacimiento de Owen: son las
    cooperativas inglesas de producción, concretamente,
    molinos explotados por los obreros en Chatham y en Woolwich. Pero
    estas sociedades no alcanzaron consistencia, ni llegaron a tener
    fuerza y a conseguir el triunfo, más que cuando se han
    alimentado del pensamiento de los asociacionistas: Owen y
    Fourier".

    La primera cooperativa moderna, concebida como empresa
    económica pero manejada bajo el esquema de
    asociación solidaria, es la cooperativa de consumo de
    Roschdale, quienes comenzaron a abrir camino en 1843, pero
    sólo fue al año siguiente, en la Calle del Sapo de
    esa comunidad, ubicada en Manchester, Inglaterra, donde se dio
    inicio a un tipo de empresa que hoy constituyen una fuerza en el
    mundo, y ocupa un lugar que hace imposible comprender la realidad
    económica y social de hoy, si no se estudia la
    cooperación.

    Corría el año 1844 -comenta el Dr. Molina
    Camacho- cuando nace la Cooperativa de Roschdale, pionera del
    cooperativismo moderno, hace ya más de 160 años.
    Las condiciones en que trabajaban los obreros de las grandes
    fábricas textiles inglesas eran de verdad deplorables.
    Igual sucedía con empresas industriales de
    otra naturaleza. Se laboraba 12 y 14 horas diarias. No
    existían leyes protectoras del trabajo. Las mujeres y los
    niños realizaban también trabajos como obreros y no
    había para ellos consideraciones especiales. Por lo
    contrario, sus salarios eran aún más bajos que los
    devengados por los hombres.

    Los ingresos no cubrían las necesidades
    más esenciales de un ser humano. Lo poco que ganaban esos
    asalariados tenían que dejarlo en los negocios de venta de
    alimentos propiedad, las más de las veces, de los mismos
    patronos. Por lo general quedaban endeudados con esos patronos-
    comerciantes porque no alcanzaba lo recibido por su trabajo para
    pagarles. En esas terribles circunstancias surgió la idea
    en las mentes de un grupo de obreros tejedores de hacer una
    huelga para reclamar mejor paga, aún corriendo los riesgos
    que una decisión de esa naturaleza traía consigo,
    pues podían ser despedidos todos y quedar entonces en
    peores condiciones.

    Se reunió un pequeño capital de 28 libras
    esterlinas, la moneda inglesa, una libra por cada obrero
    comprometido en la huelga, con el fin de poder resistir el tiempo
    que estuvieran sin recibir sus míseros sueldos. Eran 27
    hombres y una mujer. Por razones que no son del caso analizar en
    este momento la huelga fracasó. Ante esa situación
    inesperada se decidieron a organizar una cooperativa de consumo
    con el fin de adquirir los alimentos que necesitaban ellos y sus
    familias a un precio menor al que reinaba en las tiendas
    propiedad de los patronos.

    Para lograr esa meta debían comprar los alimentos
    al mayor directamente de los fabricantes o de los que los
    producían en los campos o cultivos cercanos. La
    mayoría de ellos eran discípulos de un reformista
    inglés, Roberto Owen, a quien se considera,
    históricamente, el principal precursor o inspirador de las
    ideas cooperativistas. El día 21 de diciembre del citado
    año 1844 abrió sus puertas la tienda propiedad de
    ese grupo de consumidores y obreros de Roschdale. Hoy en
    día el local que ocupaban en esa época es un museo
    visitado, con gran respeto y admiración, por los
    cooperativistas de todo el mundo.

    Comenzaron vendiendo muy contados artículos, pero
    poco a poco, y animados por el éxito que iban alcanzando,
    aumentaron el número de productos alimenticios para la
    venta. La victoria no se hizo esperar. Cada vez se incorporaban
    más socios, vendían un mayor volumen de
    mercancías y los ingresos iban en aumento. Cuantos
    más productos adquirían de los fabricantes o
    productores agropecuarios mejores precios iban
    obteniendo.

    Siendo cooperativa no tenía, claro está,
    fines de lucro. Lo único que se pretendía era
    obtener ahorros en la compra de los alimentos. Si quedaba alguna
    ganancia en la tienda cooperativa al final del año, esos
    beneficios económicos obtenidos se devolvían a los
    socios en proporción a sus compras: quien más hubo
    comprado a lo largo del año más excedentes o
    beneficios económicos recibía al momento de la
    distribución de éstos. De tal manera que nadie se
    lucraba y todos se beneficiaban de la organización
    cooperativa. Sin embargo, y con el deseo de que la cooperativa
    fuera cada vez más grande y poderosa, los socios
    decidieron dejar al menos parte de sus excedentes en la
    cooperativa, a cambio de unos certificados a su nombre, que
    podrían reclamar más adelante.

    De los alimentos pasaron a la venta a los socios de
    ciertos artículos del hogar, ropa, zapatos, etc., logrando
    así también ahorros significativos en esos otros
    rubros. Todo un éxito alcanzado gracias a la solidaridad
    cooperativa. El ejemplo de Roschdale fue imitado por otros grupos
    de obreros tanto en Inglaterra como en otros países
    europeos y aún de otros continentes. Los
    trabajadores se dieron cuenta de lo que pueden lograr si se
    unen, si se organizan. A esas cooperativas e consumo siguieron
    otras de ahorro y crédito, de producción artesanal
    o industrial, agropecuarias, y de otros tipos, todas ellas
    uniendo a los trabajadores, consumidores y usuarios, en un
    poderoso movimiento económico de raíces populares,
    que dio origen al llamado movimiento cooperativo.

    De esas 28 personas que dieron vida a la primera
    cooperativa en el año 1844 se pasó a la cifra
    actual, muy respetable por cierto, superior a los 800 millones de
    socios cooperativistas, según estimaciones hoy en
    día de la Alianza Cooperativa Internacional.

    Así nació el sistema socioeconómico
    del cooperativismo que se basa en valores y principios que lo
    diferencian tanto del sistema capitalista o de empresas privadas
    con fines de lucro, como del estatismo.

    3)
    ¿QUÉ SE HA CONOCIDO Y CONOCE COMO
    COMUNA?

    El término comuna ha sido utilizado para
    denominar diferentes organizaciones o entidades a lo largo de los
    años. Si consultamos el diccionario nos hemos de topar
    cono que se ha entendido entiende por Comuna un "conjunto de
    personas que viven en comunidad", pudiendo ser comunidad
    religiosa, económica, social o de cualquier otro tipo,
    XXXXXXXX hay o las ha habido, siempre o casi siempre surgidas al
    margen de la sociedad organizada. Podríamos decir que de
    alguna manera es revolucionaria, que revoluciona el estatus, que
    cambia lo usualmente admitido.

    En el mismo diccionario se leerá que por comuna
    se conoce una "Forma de organización social y
    económica basada en la propiedad colectiva y en la
    eliminación de valores tradicionales". Es así,
    entonces, como el término comuna identifica un tipo de
    empresa, de manejo de la propiedad y la producción,
    inspirado en la solidaridad y el bienestar común.
    Allí tal vez caben por igual -dentro de esta
    definición- la ""comuna popular" china, los "soviets", en
    los primeros tiempos de la revolución, el Kubertz y la
    empresa socioproductiva que contempla la más reciente
    legislación revolucionaria de Venezuela.

    Por último, también en el diccionario se
    lee que por comuna puede entenderse Municipio, conjunto de
    habitantes de un mismo término. En este caso, la Comuna es
    una subdivisión administrativa menor y básica, que
    corresponde por igual a una zona urbana, rural o
    mixta.

    Es equivalente al municipio o concejo, u otras
    instancias de administración local. El origen del nombre y
    función proviene de la Edad Media, época en la cual
    se designaba así a las ciudades italianas independientes
    de un señor feudal.

    Partes: 1, 2

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