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Concilio de Nicea I. Cristo contra Constantino




Enviado por Apóstol Omar



Partes: 1, 2

    Cristo contra
    Constantino I

    Constantino I, que llevaba varios años como
    emperador de Roma, en ese entonces perseguidor de cristianos, se
    convenció que él no podía echar a los leones
    a más del 50% de la población romana que en ese
    momento ya se había convertido al cristianismo. Algunos
    sacerdotes y obispos, asistentes en el Concilio de Nicea I,
    aún tenían marcas físicas de torturas
    recibidas en recientes persecuciones; es decir, que la amenaza de
    ser echados a las fieras era real, si se hubiesen puesto en
    contra de los deseos del emperador.

    L a g r a n j u g a d a m a e s t r a d e Constantino I,
    fue convocar un concilio ecuménico para unificar su
    particular religión mitraísta, en decadencia, con
    la novedosa y fortalecida religión cristiana.

    Al concilio asisten los representantes cristianos,
    procedentes de Jerusalén y toda Palestina, con más
    de 40 evangelios, varias epístolas, muchos apuntes de los
    apóstoles, que describían la vida y obra de
    Jesucristo, de manera bastante completa. También se
    hicieron presentes los que tenían en su poder
    las cartas escritas por el romano mitraísta Saulo, alias
    Pablo, quien no conoció personalmente a Jesús e
    ignoraba sus enseñanzas.

    En dicho concilio convocado,
    financiado y presidido por Constantino I se decidió
    incluir nada más 4 evangelios y un apocalipsis de los
    más de 80 documentos que contenían
    información del cristianismo primigenio; y muy por el
    contrario, se decidió incluir todas las cartas y
    demás documentos que contenían lo predicado por
    Saulo-Pablo, que como ya se dijo era
    mitraísta, igual que el emperador. Sin ninguna posibilidad
    de oponerse a la voluntad del emperador y con la gran oportunidad
    de hacer parte del poder político romano, la
    mayoría de obispos apoyó lo propuesto por el
    emperador absolutista y tirano.

    A l i s t a i r K e e , u n r e c o n o c i
    d o historiador, escribió un libro titulado:
    Constantino contra Cristo y lo subtitula: El origen de la alianza
    entre la iglesia y el poder político. Leyéndolo
    encuentra amplia justificación al título contrario:
    Cristo contra Constantino.

    Teniendo en cuenta lo anterior, el libro VIDA OCULTA DE
    JESUCRISTOCRISTIANISMO PRIMIGENIO no está en contra del
    Vaticano ni de cualquier otra organización religiosa
    cristiana. En el capítulo I: JESUCRISTO ANTES Y
    DESPUÉS DEL CONCILIO DE NICEA I, con base en
    información histórica confiable se explica muy bien
    lo sucedido.

    Actualmente, con la aparición de t a n t o s d o
    c u m e n t o s c r i s t i a n o s desenterrados y sin una
    espada en la g a r g a n t a , d e b e m o s c o n v o c a r l a
    realización de un concilio ecuménico para compilar
    un Nuevo Testamento, ahora sí, más
    completo y sin mentiras, un Nuevo

    Testamento como debió ser.

    En el siglo IV se impuso el mitraísmo, en el
    siglo XXI debe imponerse el cristianismo. Una vez confirmada la
    veracidad histórica de la biografía de Jesucristo
    con todas sus enseñanzas, se puede tener en cuenta mi
    libro como un buen punto de partida para rescatar el cristianismo
    primigenio, original y auténtico.

    CAPÍTULO I

    JESUCRISTO ANTES
    Y DESPUÉS DEL CONCILIO DE NICEA I

    Introducción

    Este primer capítulo, que hace parte d e l l i b
    r o V I D A O C U LTA D E J E S U C R I S T O C R I S T I A N I S
    M O PRIMIGENIO, está escrito para ser publicado como un
    texto independiente, con todas las referencias necesarias a los
    otros tres capítulos, en caso de que el lector desee leer
    el libro completo.

    El autor, Apóstol Omar, lo escribe deseando que
    se convierta en razón suficiente para que los cristianos
    del mundo solicitemos, de manera cordial y r e s p e t u o s a ,
    a l Va t i c a n o C a t ó l i c o , apostólico y
    romano, a partir del 22 de diciembre de 2012, que convoque al
    CONCILIO ECUMÉNICO No. 22; para corregir los errores
    cometidos en el Concilio de Nicea I.

    El autor desea también que cualquier persona,
    ateo o creyente, seguidor o no de la doctrina cristiana, quede
    satisfecho con lo dado a conocer después de una
    responsable y exhaustiva investigación histórica;
    siendo lo más importante de este capítulo dar
    respuesta a los siguientes interrogantes.

    ¿Sabía usted que Constantino I fue quien
    convocó, financió y presidió el Concilio de
    Nicea I, que es donde se compila y nace el Nuevo Testamento
    tradicional?

    ¿Sabía usted que existía el peligro
    real de que todos los obispos y sacerdotes, asistentes al
    concilio, fueran asesinados en caso de que Constantino I no
    hubiese logrado imponer su particular religión?

    ¿Sabía usted que antes de dicho concilio
    un gran número de cristianos veneraba a Jesucristo como un
    Santo Profeta, enteramente humano, nacido el 21 de
    agosto del año judío 3753; y que los sacerdotes y
    obispos, que no firmaron la c o m p i l a c i ó n h e c h
    a d e l N u e v o Testamento, fueron excomulgados, exiliados,
    perseguidos, torturados y hasta asesinados?

    ¿Sabía usted que la divinización de
    Jesucristo (afirmar que él era el mismísimo Dios)
    se decidió por votación, en dicho concilio, a pesar
    de haber tenido un gran número de obispos opositores,
    aunque fuese de manera tímida y prudente?

    ¿Sabía usted que la vida y obra de
    Jesucristo, antes del Concilio Ecuménico de Nicea I, era
    bastante diferente a como quedó consignada en dicho
    Concilio?

    ¿Sabía usted que los 318 obispos que
    asistieron a dicho concilio, se presentaron con más de 80
    documentos cristianos (más de 40 evangelios, apuntes de
    Andrés y otros seguidores, hechos, epístolas,
    apocalipsis, etc.); y que de los más de 1000 obispos que
    no pudieron asistir, un alto porcentaje no estuvo de acuerdo con
    incluir tan sólo cuatro (4) evangelios; y que solo
    firmaron las actas finales 220 obispos?

    ¿Sabía usted que destacados
    teólogos y prestigiosos profesores de religión, de
    las más importantes facultades de teología del
    mundo, sostienen que lo que se compiló en el
    Concilio de Nicea I es, básicamente, la doctrina de Saulo
    Pablo, muy distante de las enseñanzas de Jesucristo, pero
    sí, muy similar al mitraísmo del emperador
    Constantino I?

    ¿Sabía usted que llevamos
    21 concilios ecuménicos, y que hace
    más de 47 años no se convoca a un
    nuevo concilio, es decir, al C22?

    Si está interesado en saber todo sobre el primer
    Concilio de Nicea I, tiene usted, a la mano, la
    investigación más seria, objetiva y completa que se
    haya escrito al respecto.

    Quien lea este primer capítulo, encontrará
    suficientes razones para que se convoque el Concilio No.22
    Vaticano III.

    Antes del Concilio de Nicea I, la mayoría de los
    escritos sobre la vida y obra de Jesucristo fueron tenidos
    como «canónicos»,
    legítimos y verdaderos por grandes comunidades cristianas.
    En el siglo IV, bajo amenaza de muerte, los verdaderos cristianos
    fueron derrotados por Constantino I; se impuso Saulo-Pablo sobre
    Jesús; el obispo Alejandro, defensor y amigo del
    emperador, sobre el sacerdote Arrio, exponente y defensor del
    cristianismo primigenio, autentico original. En este concilio se
    impuso la fantasía sobre la realidad, el mitraísmo
    sobre el cristianismo. En el Siglo IV, en el Concilio de Nicea I,
    se dio una pelea teológica de Constantino I contra
    Jesús, en condiciones muy desiguales; numerosas espadas
    contra documentos cristianos, en manos temerosas e indefensas. En
    el siglo XXI, si se logra convocar el C22, las condiciones son
    más favorables para que Jesús, contra Constantino,
    resulte triunfador.

    El autor consideró de suma
    importancia investigar qué motivos, circunstancias
    materiales, económicas, políticas y religiosas
    propiciaron la realización de dicho concilio; qué
    se creía, cuáles eran las más
    importantes doctrinas cristianas que se discutían entre
    los más de 1500 obispos de la época; cuántos
    asistieron al concilio y cuántos firmaron las actas;
    cuántos estuvieron de acuerdo con lo decidido en
    él, y a dónde fueron excomulgados y exiliados los
    que no aprobaron ni el credo definitivo ni las actas finales;
    qué explicación se dio para incluir
    únicamente 4 de los más de 40 evangelios que
    circulaban libremente; qué tanto se conocía de la
    vida y obra de Jesucristo, y qué tuvo que ser ocultado
    para no contradecir lo acordado; qué se discutió,
    en reuniones previas, antes de compilar y formalizar lo que hoy
    conocemos como el Nuevo Testamento tradicional, y en qué
    se diferenciaba del original, que circulaba de manera dispersa y
    espontánea entre los apóstoles de Jesús;
    qué sectas nuevas crearon los obispos y sacerdotes que no
    aceptaron el credo niceno (acordado en Nicea) y que, por lo
    tanto, pasaron a ser herejes, y como tales, excomulgados,
    perseguidos, torturados y asesinados en las tenebrosas cruzadas y
    vergonzantes inquisiciones, posteriores.

    1. Breve marco
    Conceptual

    Quienes persistieron, después del
    Concilio Ecuménico de Nicea I, admirando y reconociendo a
    Jesucristo como un Santo Profeta, enteramente humano, ungido
    (Cristo), elegido por Dios, con la misión divina de darnos
    ejemplo de vida y sabios consejos, fueron acusados y condenados
    por blasfemia, por herejía; fueron responsabilizados del
    cisma o división religiosa dentro del imperio romano;
    declarados malditos, anatematizados; y como tales, huyeron y
    tuvieron que esconder todos los documentos cristianos no tenidos
    en cuenta en el Nuevo Testamento Niceno, que, además, ha
    sido modificado en 20 concilios posteriores. En este documento se
    escribe claramente Concilio de Nicea I para
    diferenciarlo del Concilio de Nicea II (Segundo) convocado en el
    año 787 de nuestra Era por el Papa católico y
    romano Adriano I.

    A partir de este primer Concilio, lo que no fue incluido
    en el naciente Nuevo Testamento, fue considerado apócrifo,
    prohibido, falso, herético, y, por lo tanto, debía
    recogerse para ser ocultado o quemado.

    Según el Diccionario de la Lengua Española
    (Larousse Ilustrado), «apócrifo» significa
    fabuloso, supuesto o fingido; pero la definición
    más utilizada para el término apócrifo
    presenta una connotación de falsedad, de no
    auténtico. En general, el término
    «apócrifo» deriva del verbo griego
    «apokrypto» que significa esconder, poner
    aparte.

    H e r e j í a , s e g ú n e l d i c c i o
    n a r i o Larousse, significa error en materia de fe, creencia no
    ajustada a lo establecido por un credo o dogma religioso. Hereje
    es la persona que profesa o defiende una
    herejía.

    En latín, hereticus significa opción; y,
    todos los que optaron por preferir la historia original de
    Cristo, expuesta por el sacerdote Arrio, fueron llamados Herejes
    porque se desviaron de la orientación imperial y papal; es
    decir, que los herejes perseguidos y asesinados por los
    católicos, han sido los que han preferido al Jesucristo de
    antes del Concilio de Nicea I, negándose a aceptar el
    Nuevo Testamento Niceno (llamado así por ser compilado en
    Nicea), optando por continuar con el cristianismo original,
    legítimo, primigenio, defendido por los obispos
    arrianistas. Aclárese, de una vez por todas, que la
    palabra hereje nada tiene que ver con lo diabólico o
    perverso; su verdadero significado etimológico es
    opción, desviación.

    Anatema significa, etimológicamente, ofrenda;
    pero dentro del concilio pasó a significar "maldito, fuera
    de la Iglesia". Es una sentencia mediante la cual se expulsa a un
    hereje del seno de la sociedad religiosa; se le destierra,
    exilia, incomunica; es una pena aún más grave que
    la excomunión.

    Cisma significa división, discordia o
    desavenencia entre los individuos de una misma comunidad. El
    primer cisma o división en el seno de la religión
    cristiana lo propició Saulo Paulo o Pablo, cuando el
    Consejo Cristiano de Jerusalén lo desautorizó por
    sus afirmaciones distantes de lo verdaderamente enseñado
    por Jesucristo y no coincidir con los sucesos reales de su
    vida.

    La herejía es vista entonces como una
    desviación sobre el contenido de la fe; y puede llegarse a
    un cisma o división en el seno de la comunidad religiosa o
    a una condena de carácter disciplinario por desobedecer a
    la autoridad eclesiástica considerada
    legítima.

    Al leer diferentes versiones de biblias impresas antes y
    después de los concilios ecuménicos, como
    recordará el lector hasta la fecha van 21, es posible
    descubrir interpolaciones o frases agregadas o eliminadas por
    conveniencia de actualización del credo niceno. Ya
    tendremos la oportunidad de ver algunas clarísimas
    modificaciones.

    2. ¿Por
    qué nada más 4 evangelios?

    Cuando los asistentes al Concilio se vieron frente a la
    necesidad de explicar al pueblo de Nicea el por qué de la
    elección de los 4 evangelios y la razón para
    desechar el resto, pusieron a circular, anónimamente, un
    documento titulado Libelus Synodicus. La razón que dieron
    explica el anonimato del documento.

    En resumen, el documento
    anónimo Libelus Synodicus decía que
    los más de ochentas documentos cristianos fueron colocados
    sobre un altar, en torno al cual se arrodillaron los obispos y
    pidieron en oración a Dios que los Evangelios que
    debían ser incluidos en el Nuevo Testamento permanecieran
    en el altar y que los no elegidos cayeran al piso. La respuesta
    de Dios fue un fuerte viento que tumbó al piso muchos
    escritos, quedando sobre el altar los que hoy aparecen en el
    Nuevo Testamento tradicional. Y para estar seguros de que no
    existiera una sola palabra dentro de los evangelios "verdaderos",
    "canónicos" que no fueran aceptados por Dios, los obispos
    iniciaron fervientes oraciones para pedir al Todopoderoso que
    tumbara al piso el evangelio que contuviera alguna palabra
    indigna. La respuesta de Dios fue: ausencia de viento, y los 4
    evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan permanecieron sobre el
    altar. Y para que no quedara la más mínima duda de
    lo acertada de la elección, asegura el documento
    anónimo que el Espíritu Santo entró en el
    recinto del concilio en forma de paloma; entró a
    través del cristal de una ventana sin romperlo,
    voló por el recinto y se posó sobre el hombro
    derecho de cada obispo y, al oído de cada uno,
    empezó a decir: de todos, esos son los evangelios elegidos
    por Dios.

    Y con esta explicación, para nada racional ni
    creíble, los demás evangelios, epístolas y
    hechos evangelistas fueron declarados apócrifos. Quienes
    no aceptaron la explicación del Libelus Synodicus fueron
    llamados Herejes.

    La decisión de elegir nada más cuatro
    también se debió a la influencia ejercida por
    Ireneo, obispo de Lyon, quien escribió contra los
    gnósticos en su obra titulada: Contra las Herejías,
    y en ella justificaba su preferencia por los cuatros evangelios
    en los siguientes términos: "El Evangelio es la columna de
    la Iglesia, la Iglesia está extendida por
    todo el mundo, el mundo tiene cuatro regiones, y conviene, por
    tanto, que haya cuatro Evangelios. El Evangelio es el soplo o
    viento divino de la vida para los hombres, y, puesto que hay
    cuatro vientos cardinales, de ahí la necesidad de cuatro
    Evangelios. El Verbo creador del universo reina y brilla sobre
    los querubines, los querubines tienen cuatro formas, y he
    aquí por qué el verbo nos ha obsequiado con cuatro
    Evangelios"

    3.
    Información para reconstruir la vida de
    Jesucristo

    Se calcula que, con lo no incluido en el Concilio de
    Nicea I, hay material suficiente como para editar más de
    80 libros que contengan la vida y obra de Jesucristo. Quienes
    lean las fuentes consultadas relacionadas por el autor del libro
    VIDA OCULTA DE JESUCRISTOCRISTIANISMO PRIMIGENIO y lo que hay
    disponible actualmente en Internet no se sorprenderán al
    ver que fue posible realizar, con rigurosidad documentaria, una
    biografía de Jesucristo, admirablemente más
    completa, cronológica y que registra lo que está
    mejor sustentado, lo que es más racional, coherente,
    lógico y creíble. Es falso decir que de Jesucristo
    no se sabe su verdadera fecha de nacimiento ni su vida entre los
    13 y 29 años, y muchos otros datos que seguramente le
    fascinará saber.

    En el año 303 de nuestra era, sólo 22
    años antes del Concilio de Nicea I, el emperador pagano
    Diocleciano se propuso destruir todas las escrituras cristianas
    que pudiese encontrar; resultando que las copias de los
    documentos apostólicos, que circulaban en Roma,
    provenientes de Jerusalén, se perdieran casi todos mas no
    los que circulaban dentro de Palestina. Cuando Constantino I
    mandó hacer nuevas versiones de estos
    escritos para la compilación del Nuevo Testamento,
    dio la oportunidad a los custodios de la ortodoxia paulina
    católica romana, revisar, arreglar y rescribir sus
    contenidos para que coincidieran con su doctrina y convenios. Es
    indudable, que en este momento, se hizo la mayoría de las
    alteraciones cruciales a las copias y originales de escritos
    cristianos, que sobrevivían en ese momento en
    Roma.

    Fue de gran importancia y trascendencia este decreto de
    Constantino I, y, por ello, se sabe, que de las más de 500
    v e r s i o n e s m a n u s c r i t a s d e l N u e v o
    Testamento, muy pocas son anterior al siglo IV de nuestra era. El
    Nuevo Testamento, tradicional e incompleto, como existe hoy en
    día, es, esencialmente, reproducción de la obra de
    los editores y copistas de la época de Constantino I El
    Grande, con alteraciones realizadas en los concilios nacionales y
    ecuménicos de fechas posteriores.

    En 1976, se descubrió un gran depósito de
    manuscritos cristianos antiguos en el monasterio de Santa
    Catalina en el Monte Sinaí. El descubrimiento se mantuvo
    en secreto hasta que lo publicó un periódico
    alemán en 1978. Hay miles de fragmentos, algunos
    anteriores al año 300 de nuestra era, incluyendo ocho
    páginas que faltaban del Códice Sinaítico
    del Museo Británico.

    Gran parte de los manuscritos cristianos escondidos
    fueron encontrados en el pueblo de Nag Hammadi, Egipto, en
    1945 y en Hirbert Qumram, en 1947, y en otros sitios, que
    se puede investigar en varios libros escritos por
    arqueólogos, de r e c o n o c i d a i d o n e i d a d p r
    o f e s i o n a l , relacionados en la amplísima
    bibliografía de VIDA OCULTA DE JESUCRISTO, y del cual,
    hace parte este primer capítulo.

    Si el lector está interesado en
    saber más sobre el tema, son infinitas las
    ventajas que le ofrece Internet. Es de gran facilidad,
    encontrar en la Red gran parte de los documentos cristianos, que
    por varios siglos estuvieron ocultos. A continuación
    relaciono unos cuantos: el de María Magdalena, el de
    Abner, el de José de Arimatea, el de Lázaro, el de
    Nicodemo, el de Bartolomé, el de Santiago Zebedeo, el de
    Matías, el de Tadeo, el de Bernabé, el de Felipe,
    el de Marción, el de Apeles, el evangelio de la
    Perfección, el de la Natividad de María, el de la
    infancia de Jesús, el de los Egipcios, el de Felipe, el de
    la Verdad, el de Tomás, el Copto de los Egipcios, entre
    otros tantos evangelios ignorados en dicho concilio.
    También se han encontrado: el Libro Secreto de Santiago,
    el Libro Secreto de Juan, El Libro de Tomás el
    Contendiente, la Epístola de Eugnostos, la Carta de Pedro
    a Felipe, los Actos de Pedro y los doce Apóstoles,
    Sofía de Jesucristo, Diálogo del Salvador, El
    Testimonio de la Verdad, Primer Apocalipsis de Santiago, Segundo
    Apocalipsis de Santiago, Apocalipsis Gnóstico de Pedro,
    Apocalipsis de Adam, El Trueno, Mente Perfecta, Enseñanzas
    Autorizadas, Concepto de nuestro Gran Poder, Segundo Tratado del
    Gran Seth, E n s e ñ a n z a s d e S i l v a n u s , Tr a
    t a d o Tr i p a r t i t o , Tr e s E s t e l a s d e S e t h ,
    Zostrianos, etc. Más de 40.

    En 1977, se publicaron todos los códices de Nag
    Hammadi, en edición facsimilar y popular, para un total de
    44 libros, aproximadamente, más algunos fragmentos no
    identificados, disponibles para leer gratis en
    Internet.

    En el año 2010, se concretó
    un proyecto entre la empresa Google y la Autoridad de
    Antigüedades de Israel, con un costo de 3,5 millones de
    dólares, que tiene como objetivo digitalizar muchos rollos
    enteros y más de 3.000 fragmentos, encontrados en Qumram,
    que estarán disponibles en Internet en un
    plazo de 5 años, cuando se complete la edición de
    34 volúmenes previstos, que serán traducidos a
    varios idiomas. Cuando eso suceda, quedará en evidencia
    que es imposible sostener que su contenido no tiene nada que ver
    con el cristianismo primigenio, cuyo camino, indudablemente, fue
    allanado de varias formas por los esenios, autores de los
    Manuscritos del Mar Muerto. Con lo que ya se sabe, son muy
    llamativos los numerosos paralelos y coincidencias entre textos
    esenios de Qumram y textos cristianos encontrados en Nag
    Hammadi.

    Realmente, los documentos cristianos, tenidos en cuenta
    en el Concilio de Nicea I, fueron muy pocos y son,
    básicamente, paulinos (doctrina de Saulo-Paulo) y
    mitraísta (La religión de Constantino I); por ello,
    es más acertado hablar de Paulismo Católico y no de
    cristianismo. Hasta aquí, ya tenemos suficientes razones
    para solicitar la convocatoria al Concilio No. 22 Vaticano
    III.

    4. Cristianismo,
    Paulismo y Catolicismo

    Si no entendemos las diferencias conceptuales de estas
    tres corrientes o tendencias religiosas cristianas, no
    comprenderemos lo sucedido antes, durante y después del
    Concilio Ecuménico de Nicea I.

    Primero, debemos responder la pregunta
    ¿Qué es Iglesia?

    La palabra «Iglesia» designa asamblea de
    carácter religioso. Es el término frecuentemente
    utilizado para designar la asamblea del pueblo reunida con la fe
    de estar en presencia de Dios.

    El Cristianismo es una religión basada en la vida
    y enseñanzas de Jesús, aceptándose que fue
    elegido, ungido (Cristo) por Dios para darnos un nuevo evangelio.
    Después de la muerte de Jesucristo, sus
    enseñanzas fueron transmitidas por los apóstoles y
    demás seguidores, desde el Consejo Cristiano de
    Jerusalén, con sucursales en Palestina, Alejandría
    y Antioquía, predicadas prioritariamente para los
    israelitas galileos, samaritanos y judíos.

    El Paulismo es una religión basada en la vida y
    doctrina particular del romano mitraísta Saulo, alias
    Paulo o Pablo, quien predicaba básicamente a gentiles
    romanos y paganos. Saulo Pablo, espía romano, no
    conoció personalmente a Jesús ni tuvo el privilegio
    de escucharlo directamente. Por lo tanto, Pablo difundió
    su propio mensaje personal, impregnado fuertemente de tradiciones
    paganas y elementos de varias escuelas mistéricas, que
    veremos más adelante. La nacionalidad de Pablo se puede
    confirmar en Hechos de los apóstoles 22, 25-29, donde se
    puede leer: "Cuando le estiraron para azotarle, Dijo Pablo al
    centurión que estaba presente:

    ¿Os es lícito azotar a un romano sin
    haberle juzgado? Al oír esto el centurión, se fue
    al tribuno y se lo comunicó, diciendo: ¿Qué
    ibas a hacer? Porque este hombre es romano. El tribuno se le
    acercó y dijo: ¿Eres tú romano? El
    contestó: Sí. Añadió el tribuno: Yo
    adquirí esta ciudadanía por una gran suma. Pablo
    replicó: Pues yo la tengo por nacimiento. Al instante se
    apartaron de él los que iban a darle tormento, y el mismo
    tribuno temió al saber que, siendo romano, le había
    encadenado."

    El Catolicismo es una religión basada en la
    persona de Jesucristo y en las enseñanzas de Saulo Paulo
    (Pablo). Católica es una palabra que significa universal.
    La principal característica distintiva de la Iglesia
    católica es el reconocimiento de la autoridad y
    primacía del Papa, obispo de Roma. Después del
    Concilio de Nicea I, los cristianos católicos
    decían "cristiano es mi nombre, católico es mi
    apellido". En otras palabras
    «católico» es un adjetivo que
    corresponde al sustantivo «cristiano». Sin embargo,
    hay varias Iglesias que comparten también el adjetivo
    calificativo de «católicas», como la Iglesia
    ortodoxa y las Antiguas iglesias orientales, la Iglesia asiria
    del Oriente y las Iglesias que constituyen la Comunión
    Anglicana.

    En esta investigación histórica, por
    cuestiones estrictamente doctrinales y m e t o d o l ó g i
    c a s , s e h a b l a r á d e Cristianismo
    Apostólico para hacer referencia al cristianismo
    primigenio, autentico y original, defendido por el sacerdote
    Arrio; y se hablará de Paulismo Católico para hacer
    énfasis en la religión fusionada en el Concilio de
    Nicea I, que se impuso a la doctrina arrianista, al ser apoyado
    por el poder político, militar y económico de
    Constantino I. Y para hacer referencias a ambos, se usará
    el termino Cristiandad.

    5.
    ¿Quién era Constantino I?

    Su nombre completo era Flavio Valerio Aurelio
    Constantino, posteriormente conocido como Constantino I El Grande
    y elevado por la iglesia católica como San Constantino I.
    Nació en Naissus (actual ciudad de Nis) el 27 de febrero
    del año 272 y murió a los 65 años el 22 de
    mayo del año 337 de nuestra Era.

    Constantino I es conocido también por haber
    refundado la ciudad de Bizancio (actual Estambul, en
    Turquía) llamándola Constantinopla
    (Constantini-polis, la ciudad de Constantino) la Nueva
    Roma.

    Constantino I representa el nacimiento de la
    monarquía absoluta, hereditaria y por derecho divino.
    Varios historiadores afirman que, después de participar en
    numerosas batallas dentro y fuera de los campos de guerra y haber
    logrado el poder absoluto, él se consideraba un elegido,
    un ungido (Cristo en griego) por su dios para
    gobernar a los romanos.

    Muchos afirman que esta fue la razón por la cual,
    después de la batalla del Puente Milvio, el 28 de octubre
    de 312, en la que vence a Majencio, Constantino I
    instituyó un nuevo estandarte para marchar en
    próximas batallas, al que llamaría Lábaro,
    que contenía las dos primeras letras XP del alfabeto
    griego usadas para escribir Cristo
    (÷ñéóôóò: Ungido,
    Elegido).

    Monografias.com

    «In Hoc Signo vinces»
    Símbolo llamado Crismón Constantino I, al creerse
    un Cristo (Ungido, elegido), exigía a sus
    soldados que llevaran al campo de Batalla dicho estandarte, con
    el lema «In Hoc Signo vinces» que significa
    «Con este signo vencerás», y de esta manera,
    alentaba a sus soldados para que lucharan por él, un
    elegido por Dios para gobernarlos.

    En otras versiones del crismón (XP) encontradas,
    la Ñ se sustituye por la Ô (tau) o una
    pequeña cruz latina, y en otros, aparecen las letras
    á (alfa) y ù (omega), que representan el principio
    y fin de todas las cosas; para dejar bien claro su poder absoluto
    humano y divino.

    Todo lo demás fue historia acomodada por el
    obispo Eusebio de Cesarea, uno de los más importantes
    asistentes al Concilio de Nicea I; y cuya leyenda particular no
    es confirmada por ningún historiador. Las
    imágenes referidas también se pueden ver en
    Internet.

    En el año 321 de nuestra era, es decir, nueve
    años después de la supuesta conversión de
    Constantino I, en el año 312, estaba firmando
    el siguiente decreto de adoración: «Constantino I,
    Emperador Augusto, a Helidus: En el venerable día del sol
    (domingo) dejen que los magistrados y las gentes residentes en
    las ciudades descansen, dejen que todos los talleres sean
    cerrados. En el país, no obstante, personas encargadas de
    la agricultura tienen la libertad y el derecho de continuar sus
    tareas»

    La conversión de Constantino I, si se la puede
    llamar así, no fue cristiana, sino que definitivamente
    pasó del culto mitraísta antiguo, al culto del Sol
    Invictus, reformulado en su época, con el que
    existían grandes similitudes mitráicas.

    Constantino I tuvo un tipo de visión o
    experiencia extraña en los recintos de un templo pagano,
    dedicado al dios Apolo Gálico. Según un testigo
    perteneciente al ejército de Constantino I, la
    visión fue del dios Sol, deidad adorada en ciertos cultos
    de misterios, bajo el nombre de Sol invencible (Sol
    Invictus).

    Hay evidencia histórica que muestra que
    Constantino I fue iniciado en uno de estos cultos al Sol Invicto
    poco antes de tener su visión celestial. La prueba
    más contundente de ello, es que el Senado Romano
    erigió, después de la batalla del Puente Milvio, un
    arco triunfal. De acuerdo a la inscripción en dicho arco,
    la victoria se debió a la mano de la deidad solar, no a
    Jesús, quien aún no era considerado el
    mismísimo Dios por las autoridades religiosas romanas ni
    por los cristianos de Palestina.

    L a r e l i g i ó n d e l e s t a d o , b a j o
    Constantino I, era la pagana adoración del sol; y
    Constantino I fue el Sacerdote Supremo. De hecho, su
    reinado se llamó "La Imperatoria del sol" y el Sol Invicto
    figuraba por doquier, incluso, en los símbolos reales y
    las monedas acuñadas en el Imperio.

    Una inscripción con el crismón (XP) fue
    encontrada en una tumba en Pompeya, dos siglos y medio antes de
    la batalla del puente Milvio, perteneciente a otro gobernante
    romano que también se había proclamado ungido
    (Cristo, en griego).

    El culto al Sol Invicto era originalmente sirio, y fue
    impuesto por los emperadores romanos a sus súbditos un
    siglo antes de Constantino I. A pesar de contener elementos del
    culto de Baal y Astarte, era esencialmente monoteísta,
    porque asumía que el dios sol era la suma de los atributos
    de todos los otros dioses.

    El culto del Sol Invicto era contemplado dentro del
    mitraísmo, tanto, que se los confundía. En dicha
    época, indistintamente se hablaba del dios Mitra y del
    dios Sol. Ambos cultos enfatizaban el elevado status divino del
    sol. Prácticamente, el dios Mitra era hijo del gran dios
    Sol. El culto de Mitra declaraba la inmortalidad del alma, un
    futuro juicio y la resurrección de los muertos. Ya veremos
    un poco más en detalle las religiones de misterio y,
    dentro de ellas, el mitraísmo, para que se aprecie
    claramente que el catolicismo es mitraísmo paulista y
    constantiniano.

    Constantino I, convencido de ser un gobernante por
    voluntad divina, un ungido (Cristo), y frente a la gran amenaza
    cristiana que le impedía gobernar en paz, firma y da a
    conocer el Edicto de Milán en el año 313, con el
    que establece la libertad de culto para los seguidores del otro
    Cristo, Jesucristo. Con este edicto, buscaba una alianza entre
    Constantino Cristo y Jesús Cristo.

    En el 320, Licinio, emperador de la parte oriental del
    Imperio, renegó de la libertad de culto,
    promulgada en dicho edicto, e inició una nueva
    persecución de los cristianos, a pesar que su esposa
    Constancia, hermanastra de Constantino I, era una devota
    cristiana. En este momento histórico, el Mitraísmo
    estaba en decadencia y, en cambio, el Cristianismo estaba en su
    mayor apogeo, era una religión más inspiradora y
    crecía. Esto derivó en una disputa con Constantino
    I, en el oeste, que generó la gran guerra civil del
    año 324. Licinio, ayudado por mercenarios godos,
    representaba el pasado y la antigua fe del paganismo. Constantino
    I y sus numerosos aliados cristianos, marcharon bajo el
    estandarte del lábaro o crismón, y ambos bandos
    concibieron el enfrentamiento como una lucha por o en contra de
    la unificación de religiones.

    El ejército de Constantino I resultó
    finalmente victorioso, primero en la batalla de
    Adrianópolis en 324, y más tarde, su hijo Crispo
    dio el golpe de gracia a Licinio, en la batalla naval de
    Crisópolis. Constantino I se convertía en el
    único emperador de un Imperio romano reunificado
    militarmente; ahora resultaba conveniente unificar las dos
    religiones en el Concilio de Nicea I, al año
    siguiente.

    Constantino I también fue conocido por su falta
    de piedad para con sus enemigos políticos; como por
    ejemplo, la ejecución de su cuñado, Emperador
    romano, de Oriente, Licinio, en el 325, a pesar de que
    había prometido, públicamente, no ejecutarle
    después de su rendición el año anterior. En
    el 326, Constantino I ejecutó también a su hijo
    mayor Crispo, y unos meses después, a su segunda esposa
    Fausta, por desconfianza a perder el poder. Crispo era el
    único hijo q u e tu v o co n s u p r imer a es p o s a
    Minervina.

    No existía la menor duda, que
    si Constantino I no hubiese logrado la
    unificación de su decadente religión con la
    próspera doctrina cristiana, las fieras del circo hubiesen
    tenido un suculento banquete con carne de obispos y sacerdotes.
    Muchos de ellos tenían las cicatrices físicas de
    torturas recientes; era una amenaza real, pasar del recinto del
    Concilio a las fieras del Circo; pues hacía poco tiempo
    que se había declarado la libertad de culto, con el edicto
    de Milán, al que nos acabamos de referir.

    Constantino I vivió atormentado por la muerte de
    Crispo y de su segunda esposa Fausta, hasta que en el lecho de
    muerte fue bautizado por cristianos, con la promesa de que esta
    ceremonia lavaría sus pecados y le permitiría
    descansar en paz, después de que había dirigido y
    participado en muchas guerras que le permitieron consolidarse en
    el trono.

    Fue sucedido por los tres hijos de su matrimonio con
    Fausta: Constantino II, Constante y Constancio II. También
    nombró césares a sus sobrinos Dalmacio y
    Anibaliano. El proyecto de Constantino I, de reparto del Imperio,
    era exclusivamente administrativo. El mayor de sus hijos,
    Constantino II, sería el destinado a mantener a los otros
    dos, supeditados a su voluntad. El último miembro de la
    dinastía fue su yerno Juliano, quien trató de
    restaurar el paganismo.

    6.
    ¿Qué motivos tuvo el emperador Constantino
    I?

    El objetivo primordial de Constantino I, una
    obsesión de hecho, era lograr una unidad política,
    religiosa y territorial. Un culto o religión estatal, que
    incluyera a todos los demás cultos, ayudaría,
    obviamente, a la estabilidad del imperio romano.

    La decisión de convocar a un concilio, en la
    ciudad de Nicea, no la tomó porque fuera buena persona o
    porque quisiera convertir a su pueblo al
    cristianismo. Esta decisión la tomó
    obligado por las circunstancias político-religiosas del
    momento. Más del 50% de los habitantes, q u e t r i b u t
    a b a n e n e l r e i n a d o d e Constantino I, eran paulinos y
    cristianos apostólicos.

    Los enfrentamientos a muerte entre las diferentes sectas
    cristianas y de éstas, con los paganos, amenazaban la
    estabilidad. La realización del concilio fue una
    decisión altamente conveniente para detener una guerra
    más amplia que podía dividir su imperio. El poder
    del obispo de Roma y otras amenazas exteriores, ponían en
    peligro el poder del emperador. La única salida oportuna
    era unificar Roma bajo una sola religión; una
    religión híbrida que pudiera ser aceptada por la
    mayoría. Y la mejor manera de hacerlo era fusionando las
    dos religiones en un concilio, financiado y supervisado por el
    emperador. La fe, para Constantino I, era más de
    conveniencia política que de necesidad
    espiritual.

    De su puño y letra, el emperador Constantino I El
    Grande, con sello imperial, invitó a los obispos de todos
    los países. En respetuosas cartas rogó a los
    obispos de los distintos puntos cardinales del mundo que
    acudieran, sin demora, a Nicea, con la insistencia de
    garantizarles la vida, y costear todos sus gastos.

    Con objeto de facilitar la asistencia al Concilio, el
    emperador puso, a disposición de los obispos, los medios
    de transporte públicos y los correos del imperio; y
    aportó provisiones abundantes para una confortable
    estadía de los asistentes.

    –Pero antes de ver el desarrollo del concilio niceno,
    es importante ver qué doctrinas se predicaban en ese
    momento histórico.—

    7.
    ¿Qué doctrinas se predicaba antes del Concilio de
    Nicea I?

    Para entender lo poco discutido e impuesto en dicho
    concilio, es necesario saber qué se
    venía discutiendo desde el cristianismo del siglo
    primero.

    En la antigüedad, la vida y obra de Moisés y
    de los profetas anteriores a Jesucristo, estaba compilada en el
    Antiguo Tes t a m e n t o ; n o e x i s t í a e l N u e v
    o Testamento. Con la llegada de Jesucristo, con un nuevo
    evangelio predicado y escrito por sus apóstoles y
    demás asociados, que le escucharon y convivieron con
    él, se fue dando a conocer, en numerosos documentos, la
    vida de Jesús y sus enseñanzas, los cuales fueron
    usados parcialmente como material para compilar el Nuevo
    Testamento; es decir, su Nuevo Evangelio; pero,
    desafortunadamente, de manera incompleto y demasiado
    tergiversado, por la consecuencia natural de haberse desechado
    más del 90% de la información que se tenía
    acerca de la vida y obra de Jesucristo.

    Antes del Concilio de Nicea I, circulaban, más
    que todo dentro de Palestina, numerosos documentos
    (apocalipsis-revelaciones, epístolas y evangelios)
    escritos por los apóstoles hombres y mujeres, que
    escucharon las enseñanzas de boca de Jesús, y que
    fueron testigos directos, presenciales de los hechos que rodearon
    la verdadera vida de Jesucristo, que conocieron a la madre de
    Jesús y a todos sus hermanos, que lo vieron y compartieron
    su vida como humanos. En otras palabras, circulaban libremente
    las evidencias escritas sobre el Cristianismo Apostólico,
    en arameo y hebreo, expuesto por los obispos pro arrianistas en
    el Concilio de Nicea I. Ya veremos en detalle la doctrina
    defendida por el sacerdote Arrio.

    Por fuera, muy lejos de Palestina, circulaban las
    epístolas (cartas) escritas por el romano Saulo Paulo o
    Pablo, inicialmente perseguidor de cristianos. Fuentes
    históricas aseguran que Lucas fue su
    médico personal. Ninguno de los dos conoció
    personalmente a Jesús y, por lo tanto, no conocían
    bien sus enseñanzas. En otras palabras, en el exterior,
    lejos de los oídos de los verdaderos cristianos
    apostólicos, circulaban libremente los escritos sobre la
    vida y enseñanzas particulares de Saulo-Pablo, lo que
    podemos llamar doctrina paulina o Paulismo Católico,
    defendido por los obispos anti arrianistas.

    Cuando los apóstoles y demás
    discípulos directos de Jesús se enteraron de lo
    predicado por Saulo Pablo, quien había estado presente en
    la lapidación de Esteban, un cristiano muy querido por
    todos los seguidores de Jesús, Santiago, Pedro y Juan,
    líderes del verdadero movimiento cristiano, convocaron el
    primer Concilio Nacional Cristiano en el año 50 de nuestra
    era. A este concilio asistió Saulo-Pablo, quien hizo caso
    omiso de los reclamos y aclaraciones, y siguió predicando
    sus particulares conceptos, para nada cristianos y,
    además, muy lejos de la supervisión del verdadero
    cristianismo.

    Saulo-Pablo fue un teólogo Mitraísta
    romano, que hábilmente usó la figura de Jesucristo
    para propagar su particular doctrina. En el cuarto
    capítulo, titulado CRISTIANISMO O PAULISMO, se documenta
    ampliamente estas afirmaciones.

    Lo predicado por Saulo-Pablo, le generó serios
    enfrentamientos con los apóstoles, que sí
    acompañaron y escucharon las enseñanzas
    persistentes de su maestro. Era tan diferente lo predicado por
    Pablo, que los apóstoles le apodaron El Mentiroso, El
    Loco; y Pablo se refería a ellos despectivamente, los
    trató de eximios y de ineptos, hasta se atrevió a
    decir que se afanaba él más que todos ellos en la
    predicación, y que sus revelaciones eran
    más excelsas. Los cristianos apostólicos le
    corregían y le contradecían, y jamás le
    reconocieron como apóstol de Jesucristo.

    Son muchos los versículos del Nuevo Testamento
    niceno que constituyen evidencia de la rivalidad entre Pablo y
    los apóstoles de Jesús. A manera de ejemplo,
    transcribo los siguientes:

    «… que no soy digno de ser llamado
    apóstol, pues perseguí a la iglesia de Dios. Mas
    por la gracia de Dios soy lo que soy, y la gracia que me
    confirió no resultó vana, antes me he afanado
    más que todos ellos, pero no yo, sino la gracia de Dios
    conmigo.» (1 Corintios 15, 9-10)

    «Si quisiera gloriarme, no haría el loco,
    pues diría verdad. Me abstengo, no obstante, para que
    nadie juzgue de mí por encima de lo que en mí ve y
    oye de mí, y a causa de la excelsitud de las
    revelaciones.» (2 Corintios 12, 6-7). Y en el
    versículo 11 de este mismo capítulo Pablo dice:
    «he hecho el loco; vosotros me habéis obligado.
    Porque necesitaba ser recomendado de vosotros, pues en nada fui
    inferior a los más eximios apóstoles, aunque nada
    soy.»

    Los cristianos apostólicos no estuvieron de
    acuerdo con Pablo, por lo predicado por él, respecto a la
    resurrección. Veamos lo que el mismo Pablo
    afirma:

    Partes: 1, 2

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