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La confianza emocional, una perspectiva humanista



  1. Disparar gratuitamente
  2. La
    fuerza revitalizante
  3. La
    confianza emocional y Freud
  4. La
    confianza emocional y nuestros errores ante
    otros
  5. Como
    alcanzar la madurez emotiva
  6. El
    pasado personal y la confianza emocional
  7. Referencias
    bibliográficas

"El mayor error que un hombre puede
cometer es pensar en el error que va a cometer"

Séneca

La confianza, seguridad y perseverancia son fuerzas
interiores que nos permiten llevar a buen término las
cosas que emprendemos. Los que deciden aprovechar al
máximo estas fuerzas tienen una alta motivación y
un profundo sentido del compromiso que les impide abandonar las
actividades que comienza y lo anima a luchar hasta el
final.

Estas características son una cualidad
común en las personas de carácter solidó,
muchas de ellas líderes en su campo de acción, que
lejos de rendirse ante los obstáculos, se engrandecen y
redoblan sus esfuerzos, con gran determinación, para
conseguir los objetivos que se han fijado.

Si creemos en lo que hacemos y nos armamos de paciencia
para sortear los obstáculos que se nos presentan en el
camino, si no perdemos de vista nuestras metas y luchamos contra
el cansancio o el desánimo, sentiremos una incomparable
satisfacción cuando tengamos ante nosotros el fruto de
nuestro esfuerzo. (Fundación Televisa,
pág.126).

Y es que esto es de gran importancia ya que la capacidad
que tenga para poder reflexionar sobre lo que hacemos y hacia
donde queremos llegar afectará todo lo que decidamos
emprender, pues la confianza y seguridad que demostremos
hará que tanto de manera consciente como inconsciente
nuestra propia personalidad emocional como seres humanos que
somos harán que esto sea realidad, pues no es sencillo
poder hacer a un lado los problemas que nos inquietan y poner por
delante nuestras metas, ya que estas mismas preocupaciones nos
impulsan a no decaer y evitar la desconfianza en nosotros
mismos.

Ya que esta falta de confianza y seguridad emocional en
nosotros está asociada a la falta de voluntad de lo que
somos capaces, y esto permite el dejarse llevar con facilidad por
los estados de ánimo. Las dudas, las vacilaciones, los
titubeos, los aplazamientos son característicos de su
manera de trabajar y en la mayoría de los casos echan a
perder sus esfuerzos y deseos de superarse al no ser capaces de
tolerar la fuerza de las adversidades y acaban por dejarse vencer
por la frustración y la mediocridad.

DISPARAR
GRATUITAMENTE

Hay dos tipos de deseos o de
dependencias:

El deseo de cuyo cumplimiento depende la estabilidad
emocional del hombre y el deseo del cual no depende nada
más que la oscuridad de quien se permite caer en la
frustración y mediocridad.

El primero es una esclavitud, una
cárcel, pues se hace depender de su
cumplimiento, o no, la voluntad de decidir confiar en uno
mismo.

El segundo deja abierta otra alternativa: si se cumple
se ayuda a uno mismo, y si no, busco otras compensaciones. Este
deseo te deja más o menos satisfecho pero no te lo juegas
todo a una carta.

Pero existe otra tercera opción, hay otra manera
de vivir los deseos: como estímulos para la sorpresa, como
un juego en el que lo que importa no es ganar o perder; sino
jugar. Hay un proverbio oriental que dice:

"Cuando el arquero dispara gratuitamente
tiene con él toda su habilidad"

Cuando dispara esperando ganar una hebilla de bronce, ya
esta algo nervioso. Cuando dispara para ganar una medalla de oro,
se vuelve loco pensando en el premio y pierde la mitad de su
habilidad, pues ya no ve un blanco sino dos. Su habilidad no ha
cambiado pero el premio lo divide, pues el deseo de ganar le
quita la alegría y el disfrute de disparar. Quedan
apegadas allí, en su habilidad, las energías que
necesitaría libres para disparar. El deseo del triunfo y
el resultado para conseguir el premio se han convertido en
enemigos que le roban la visión, la armonía y el
goce (Anthony de Mello, pág. 19).

Solo lo que nace y se decide desde adentro es autentico
y te hace libre. Lo que haces como hábito y que no puedes
dejar de hacer porque te domina, te hace dependiente. Solo lo que
surge de dentro, lo analizas, lo pasas por tu criterio y te
decides a ponerlo en práctica
asumiéndolo; es tuyo y te hace libre; libre de tener
la voluntad de retar al supuesto destino que las mismas personas
se imponen al temor de no llegar o no cumplir en total las metas,
pues es de bien saber que la persona es la única sabedora
de su voluntad para luchar, de su confianza emocional en sus
actos y de su habilidad para saber determinar el momento en el
cual darnos un tiempo de descanso y después continuar
nuestro camino, analizando lo que hemos logrado y saber igual
cuando estas metas se convierten en fines y dejan de ser
proyectos de vida; es entonces cuando la voluntad y más
que nada la confianza emocional del hombre es lo que
decidirá que tan fuerte se convertirá el sobre si
mismo, pues al ser mayores los peldaños que hemos
escalado, mayor será la caída sino sabemos
manejarnos como personas sencillas y no perfectas.

No olvidemos que la vida es la que nos enseña a
vivir y crecer y que tomáremos de ello lo necesario para
ello, pero que igual la vida misma tomara lo necesario de
nosotros para probar ser capaces de manejar y aprender de la
confianza emocional que podamos desarrollar y
experimentar.

LA FUERZA
REVITALIZANTE

Al quedar libre de preocupación y ansiedad, es
probable que encuentres otras maneras de invertir tus
energías y descubras actividades más satisfactorias
y agradables con las cuales llenar tu tiempo. Tendrás
algunas percepciones que quizá te sorprendan. Influido por
estas revelaciones, que a menudo son de una sencillez
deslumbrante, comenzaras a ver tu vida no como un conglomerado de
problemas sino como un trayecto natural en una dirección
que sientes perfectamente adecuada para ti (Urí Geller,
pág. 58).

Este conocimiento interior se convertirá en una
armadura invisible que te protegerá y guiara. Pues si
preguntamos a las personas que se negaron a luchar y a arriesgar
sin temor de perder, más solo vivir y confiar en su
momento, cuál fue la razón, es posible que les
cueste trabajo responder. Pero conforme el tiempo de vivir pasa,
el descubrimiento de si mismos igual avanza, y tal vez se
explique a si mismas que sus instintos más profundos les
recordaron que esconderse de la verdad no era una buena ruta de
escape. Escuchando y fiándose de su voz interior
aprendieron a creer en ellos.

LA CONFIANZA
EMOCIONAL Y FREUD

Estar solo comporta un sentimiento de soledad, pero
también puede representar ser feliz con la propia
compañía de nuestra conciencia. Freud creía
a si mismo que lo sucedido en la infancia quedaba grabado en el
inconsciente y que nuestra personalidad se desarrollaba apartir
de esas experiencias, determinando nuestro comportamiento y la
manera que tenemos de enfocar la vida.

Definía tres niveles de
conciencia:

Consciente.

Preconsciente.

Inconsciente.

El primero es lo que percibimos y nos damos cuenta de
ello; el segundo, lo que recordamos si queremos hacerlo, y el
tercero, el nivel de inconsciencia que no recuperamos en
circunstancias normales, pero que puede gobernar nuestros actos,
y a menudo es la fuerza impulsora de nuestro
comportamiento. Según Freud, aunque estamos condicionados
por esas fuerzas, en general desconocemos su existencia y optamos
por racionalizar, engañarnos o justificar nuestros actos
porque preferimos no ver nuestra autentica motivación
(Freud, citado en Urí Geller, pág. 90).

Y aquí cada persona se encuentra a si misma, en
una situación de no luchar por temor a no ganar o de temor
a poner en tela de juicio la confianza que nos tenemos y con ello
perder la credibilidad ante nuestros propios ojos. Pues los
problemas generan todo tipo de energía. Estimulan actos
positivos, generan retos de interés para la persona misma
y conducen a una estupenda sensación de
realización, a menudo sólo porque hemos intentado
afrontar la situación. Lo contrario de asumir un reto es
dejar que el obstáculo nos encierre. Esto sucede cuando
nos creemos impotentes, incapaces de solucionar nada.

LA CONFIANZA
EMOCIONAL Y NUESTROS ERRORES ANTE OTROS

Que seamos sociales por naturaleza no significa no Ser
único, capaz de cometer errores, la importancia radica en
como los tomes, pues es bien sabido por las personas que la vida
es un sistema si así lo quieren, pero que igual la persona
misma decide si así lo quiere, ya que no estamos separados
de los demás, pero si somos distintos de ellos, tenemos
nuestro propio carácter, identidad y valor (Duke Robinson,
pág. 232). Así pues, nos debemos a nosotros mismos
el no permitir que los demás nos definan o consuman. Somos
responsables ante ellos, pero no de ellos.

El objetivo es lograr hacer que nuestra confianza en
nosotros mismos, resulte en una experiencia emocionalmente
estimulante sea de fracaso o victoria. El como lograrlo consiste
en establecer donde termina nuestro temor y en dónde
inicia el de los demás. Tienes que saber y comunicar a los
demás quién eres, qué harás y
qué no harás por ellos. Para hacerlo, antes debemos
confiar en nuestras propias ideas y seguridad de sostenerlas para
permitirnos seguir adelante en nuestros objetivos.

COMO ALCANZAR LA
MADUREZ EMOTIVA

La felicidad diaria y la eficiencia del individuo
dependen de su capacidad para controlar y dirigir su vida
emotiva. Sus sentimientos y emociones pueden hacerle la vida
miserable o feliz, según el grado de control que haya
alcanzado sobre ellos. (Carlos S. Bernhart citado en M. I.
Fayard, págs. 96 y 97).

La persona que pasa frecuentemente de la extrema
alegría a la depresión profunda necesita
reeducación emocional… nadie necesita continuar
trabado por los temores o un genio indisciplinado. Estas cosas
son asuntos de hábito; y los hábitos pueden
cambiar…. El control y confianza de las emociones…
se adquiere.

El tiempo más favorable para ello es durante el
desarrollo. Sin embargo, si uno llegó a adulto sin haber
alcanzado la madurez emotiva, no es demasiado tarde; porque para
el que realmente quiere obtenerlos, el control y confianza de las
emociones y su reeducación son posibles.

Entre las sugestiones que el autor citado
ofrece para realizar esta reeducación, se
encuentran las siguientes:

Reducir las posibilidades de perturbar las
emociones mediante planes prudentes con referencia al ambiente
para evitar las situaciones que provocan
emociones.

Otra forma de disipar una incipiente perturbación
emotiva consiste reírse de ella. La risa es en realidad
una válvula de escape para la emoción. Lo notamos
en el niñito que estalla en carcajadas cuando uno lo
recibe en el aire al descender después que se lo
lanzó hacia arriba. Experimentó uno de los pocos
temores que siente instintivamente, y al notarse él en
salvo, la energía que el miedo liberó se disipa por
el acceso de risa. Necesita esta válvula de
seguridad.

¡Ojalá que más adultos la usaran a
menudo o por lo menos cada vez que sienten que sus emociones
están por desencadenar energías que, reprimidas o
mal empleadas, causarán graves perjuicios! Es muy
difícil pasar inmediatamente de la risa cordial a un
estado de temor o de ira cuando la confianza en nuestra voluntad
emociones no es tan fuerte como quisiéramos que lo
fuera.

EL PASADO
PERSONAL Y LA CONFIANZA EMOCIONAL

Emocionalmente, a usted lo programaron con lo que
había al alcance de la mano. Es fácil de comprender
si la persona misma lo reconoce; si es una persona débil,
esto no se debe a que haya elegido ese modo de ser. Si es usted
una de esas personas que resurgen de las cenizas
como el ave fénix, se debe a un afortunado accidente que
lo enfrenta a ser fuerte, siempre y cuando usted así lo
haya decidido (James H. Hoke, pág. 23). Por mencionar un
porqué, analicemos este ejemplo: la reacción de un
niño ante el descuido emocional puede ser negativa o
positiva. Si es negativa, el niño descuidado
cruzará por la vida en busca de alguien que le dé
el cariño, la confianza y el cuidado que no le dieron de
pequeño. Andará todo el tiempo buscando mimos y
abrazos porque el problema del descuido sigue sin solución
en él. Intelectualmente no reconoce su problema porque se
trata de algo inconciente que no puede controlar. Si la
reacción al descuido es positiva, el problema está
resuelto. El niño decide: "Como nadie se va a preocupar
por mí, es mejor que yo mismo lo haga". Tuvo suerte de que
su subconsciente programara una actitud madura.

Cada vez que una persona fracasa en su intento de llevar
a cabo el cambio que desea, la razón es el temor, temor al
fracaso. A algunas personas les cuesta trabajo aceptar que el
fracaso no existe en lo absoluto según así lo
quiera la persona. Lo que pasa es que uno mismo puede crear
diversos grados de éxito.

Y aunque no todos los grados son impresionantes te dejan
experiencias; si rehúsa efectuar un cambio mental que
desea a causa del miedo al fracaso, usted se estanca y queda
atrapado por aquellos temores de no ser capaces, que a pesar de
no haber decidido que se cruzaran en su vida, teme modificar;
pero como el ejemplo anterior, si queremos salir adelante y
aprender de la vida, será necesario que empecemos a ver
por nosotros mismos de manera interna a lo que deseamos en
conjunto con lo que queremos lograr y consolidar que la
decisión está en uno mismo, si lograr o no, una
confianza emocional.

"De cuanto te haya sucedido haz aprendido
algo, aunque quizás ahora ignores qué es. Yo te
prometo sin embargo, qué lo sabrás"

Urí Geller

REFERENCIAS
BIBLIOGRAFICAS

Fundación Televisa. El libro de los
valores, ¿tienes el valor o te vale? Edit.
Televisa, México, 2005, pág. 126.

Mello, Anthony. Autoliberación
interior Edit. Lumen, Argentina, 1988, pág. 19.

Urí Geller, et al. Despierta tu
capacidad para sanar, curar con la mente Edit.
Integral, España, 1999, págs. 58 y
90.

Robinson, Duke. Las mejores intenciones,
los errores inconscientes de las buenas personas
Edit. Vergara, Argentina, 2000, pág. 232.

Fayard, M. I. La clave de la felicidad y la
salud mental Edit. EI, E.U.A, 1997, págs. 96
y 97).

Hoke, James. Lo haría si pudiera,
¡y puedo! Edit. Diana, México, 2003, pág.
23.

 

 

Autor:

Luis Antonio De la Serna

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