Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Cuerpo de bomberos – Desafío al peligro (página 3)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

Como corresponde, se activa el plan de emergencia en dicho
objetivo, y nos movilizamos hacia el lugar; la situación
se torna compleja porque la temperatura de las paredes y de la
tapa del tanque comienza a elevarse notablemente, el humo era
denso y amenazaba con propagarse a través de los orificios
que se habían hecho para su reparación. Al observar
que no había control del incendio y que se hacía
muy difícil realizar las labores de extinción desde
la pasarela del borde superior del tanque, decido bajar,
conjuntamente con los compañeros Eustiquio, Osmany y dos
reclutas, hasta la tapa flotante que se encontraba en la p arte
inferior del mismo, y aplicar dos generadores de espuma a
través de los respiraderos para ir extinguiendo la
superficie del combustible del centro hacia el perímetro
del tanque. Aquella acción debía estar
acompañada de un enfriamiento permanente de las paredes
del tanque desde el exterior ya que los vapores iban a irse
desplazando hacia el perímetro del tanque. Por causas
ajenas a nuestra voluntad, la red exterior de agua de la
refinería se deteriora y, como consecuencia, disminuyen
los pitones designados para el enfriamiento, por lo que los
vapores del combustible comienzan a llegar a una pared caliente,
provocando una explosión y, con ello, el ascenso
vertiginoso de la tapa flotante donde estábamos nosotros.
Junto con la tapa fuimos lanzados, pero nos recuperamos
rápidamente y observamos que en todo el perímetro
del tanque las llamas y el humo nos rodeaban. Rápidamente
decidimos organizar una evacuación protegida, creando las
condiciones con los medios de protección personal que
teníamos. Por suerte, los compañeros que estaban en
el exterior del tanque se dieron cuenta de los sucedido y, a
pesar de que no nos veían, ubicaron chorros de agua
intensos en el borde superior donde se encontraba la escalera:
esa acción nos ayudó a ir saliendo paulatinamente
de entre las llamas que ya sobrepasaban el borde superior del
tanque, para salvar nuestras vidas. Posteriormente, los
implicados fuimos condecorados con la Medalla por la
Valentía de I Grado. Testimonio del mayor Luis
Álvarez Valdés, El Chama, 1963 En los momentos en
que el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz comparecía en
el programa de televisión Ante la Prensa, y siendo
aproximadamente las 10:30 p.m., se sintió una fuerte
explosión. Desde nuestra unidad se observó que se
había producido en la refinería Ñico
López, por lo que salimos hacia la misma a gran velocidad.
Al llegar al lugar, las postas de la refinería no dejaban
pasar a los carros de bomberos (ellos tenían su propio
cuerpo de bomberos, el cual, después de este incidente, se
subordinó directamente a nuestra institución). Por
el equipo de radio se escuchó la orden del jefe de los
bomberos, compañero Robertico, de que penetráramos
al lugar de inmediato. Así lo hicimos, cumplimentamos la
orden y pasamos para comenzar a trabajar en lo que se llamaba el
llenadero de las cisternas de gasolina. Lo que había
sucedido era que, durante la intervención del Comandante
en Jefe, le pusieron una bomba a una de las rastras que se
encontraba en el cargadero de gasolina. Se había violado
el régimen de protección aplicable al caso. Fue
significativo para los bomberos que durante toda la
actuación se mantuvo presente el presidente de la
República, Dr. Osvaldo Dorticós Torrado. Testimonio
de Humberto Soler Baldoquín (El Loco Baldoquín) En
ocasión de incendiarse una batería de tanques en la
refinería Ñico López, me senté cerca
del tanque incendiado para recuperar energía, había
un trabajador del lugar en la parte superior, pitón en
mano, combatiendo las llamas. En ese momento, por la alta
temperatura que soportaba, el tanque se pandea y el
compañero resbala y se desploma, perdiendo el
pitón. Al percatarme, me lanzo velozmente hacia él,
recobro el pitón y, maniobrando con el mismo, logro
protegerlo de las llamas y rescatarlo, con el apoyo de otros
compañeros que sofocaron el fuego. En otra ocasión,
al producirse un incendio de gran magnitud en la Planta
Desoladora nº 3 de la refinería, donde
combatían numerosos compañeros y medios
técnicos, observo el peligro inminente de
propagación del incendio hacia el área de las
trampas, donde fluye combustible derramado; así como hacia
otras baterías, con grave riesgo de explosión. Tomo
la decisión de avanzar hacia uno de los conductos de
gruesa capacidad de combustible que se encontraba completamente
en llamas, para maniobrar en una de las válvulas de paso
del combustible. Por ser enorme el volumen de las llamas,
solicito que tres compañeros me protejan con chorros de
agua; en ese momento me detiene Anselmo Llano, entonces jefe de
la Unidad de Incendios de la refinería, me dice que es una
locura penetrar en las llamas bajo esas condiciones y me
suministra una capa y unos guantes de amianto. Es así que
penetro en las llamas llegando a la segunda válvula de
cierre, ya que la primera estaba destruida. Cuando logro llegar,
cierro, y así, con el accionar de los restantes
compañeros, pudo controlarse este siniestro, que estuvo a
punto de provocar una gran catástrofe. Testimonio de
Francisco Guzmán Figueroa (Chin) Durante seis años
tuve que participar en varios fuegos y presenciar el coraje de
los bomberos, al igual que los trabajadores y jefes de la
refinería, pues todos tenían conocimiento para
extinguir un siniestro. Aunque fueron varios los fuegos, recuerdo
los que ocurrieron simultáneamente en los tanques 504 y
505, con más de un millón de litros de gasolina. Se
empleó toda la técnica y medios disponibles.
Aquí se destacaron varios compañeros, como Alonso
(hijo), Loreto y otros que subieron a los techos de los tanques
(de treinta y cinco metros de altura y de diámetro),
mientras que otros aplicaban el enfriamiento por los laterales.
Algunos ingenieros decían que las planchas no
resistían el fuego. Pero este siniestro también se
apagó después de mucho esfuerzo. Testimonio de
Bienvenido Caballero, ex chofer del carro M1 y ex jefe de Unidad
Ocurrió un incendio en la refinería Ñico
López en tanques almacenados en un área,
éste fue de grandes proporciones y de gran peligrosidad
pues los tanques incendiados rodaban, lo que dificultaba la labor
de los bomberos.

Hubo que tomar medidas precisas, no solo por nosotros, sino
también por la presencia en el lugar del Comandante en
Jefe. Testimonio del coronel ® Carlos Figueredo Rosales Otro
accidente de connotación fue un fuego en la
refinería Ñico López. Como se sabe los
tanques de combustible tienen un sistema de tapas que son
llamadas flotantes y con sello. Es una tapa con bordes de goma
que va bajando según esté más o menos lleno
el tanque y no deja el combustible expuesto. No obstante, por
accidentes, sobre todo por rayos, a veces se incendia el
combustible. Si los bomberos andan rápido, solamente con
el uso de un extintor logran dominar la situación antes de
que el combustible se gasifique por temperatura. Esto sucede con
bastante frecuencia, podría decirse que cuatro o cinco
veces al año en cualquier tanque. Pero en este caso hubo
un error de procedimiento, pues se utilizó una
tubería para trasegar nafta por la tarde, y al otro
día se utilizó la misma tubería para
trasegar alcohol. El día antes esta no se había
cerrado correctamente, por lo que se unieron la nafta y el
alcohol, y se produjo una expansión de gases que se
inflamó con las chispas del tubo de escape de un
camión que pasó cerca. Como resultado se
incendiaron tres tanques de fuel oíl, un tanque de
alcohol, al almacén de productos inflamables y un
laboratorio. Millones de litros de combustible, productos
explosivos, y todo cerca de un gran tanque de hidrógeno
líquido. El primer carro de combate de la refinería
comenzó las labores de enfriamiento desde dentro, o sea,
entre los tres tanques de fuel oíl, el de alcohol, que era
el que más encendido estaba, y el de hidrógeno.
Sabía que si trataba de enfriar desde afuera lo que
haría era dirigir el calor hacia el centro. Cuando
llegué al lugar ya estaban desplegados todos los equipos
de la refinería, unos seis carros, dos de ellos
especializados, que se abastecían de las líneas de
agua. Se formó el Estado Mayor y se cursó orden a
la policía de que interceptara cuantos autos cisternas de
servicio a la industria, turismo o población se
encontraran, y lo s dirigieran a la refinería como estaba
normado para estos casos. Se mandó a acercar el barco
contra incendios que estaba de guardia para la Bahía de La
Habana, para hacer succión desde al mar con sus poderosas
motobombas, y que sirviera también de abastecimiento en
las tareas de enfriamiento. El enemigo principal era el tanque de
hidrógeno, cuya explosión podría producir
daños catastróficos, no solo a la refinería,
sino a los cercanos pueblos de Regla y Casablanca. Todos los
bomberos sabían el riesgo que corrían. Lo primero
que mandé organizar fue la fluidez del tránsito
dentro del lugar, pues se podía producir un
embotellamiento de la técnica. ES decir, podíamos
situar mucha técnica, pero esta podía quedar
inmóvil. Se designó al capitán
Baldoquín para organizar la fluidez de mangueras y agua
desde la zona donde se situó el barco. Este tuvo que
improvisar un puente para trasladar algunos recursos y pasar las
mangueras. Baldoquín era un oficial preparado en los
menesteres de abastecimiento de agua "desde cual quier lugar que
la hubiera" desde la época en que el General Roberto
Valdés había sido jefe de Incendios. Según
fueron llegando carros de combate o primeros avisos desde
diferentes unidades de la Ciudad de La Habana y desde la
provincia de La Habana, se fueron rodeando los tanques de fuel
oíl, manteniendo el sistema de enfriamiento sobre el de
hidrógeno. Ya los de fuel oíl se habían
apagado con espuma y no representaban ningún peligro, no
obstante, se les mantenía refrescados debido a la
cercanía con el de alcohol, que ardía como una
antorcha. Para el caso del tanque de alcohol, la idea era dejar
que se gastara un poco el combustible, e ir disolviéndolo
con agua hasta lograr que no fuera inflamable o no combustionara.
El almacén de productos explosivos y el laboratorio fueron
apagados desde el primer momento. A las dos de la madrugada,
dieciséis horas después de comenzado el incendio,
solo quedaba encendido el tanque de alcohol. A las once de la
noche me informó el general Pascual Martínez, quien
había llegado una hora después que yo, que el
Comandante en Jefe Fidel Castro se dirigía al lugar. Le
dije que debíamos buscar la forma de no dejarlo pasar a la
zona de mayor peligro, o sea, cerca de los tanques, y si fuera
posible atajarlo antes de llegar a la refinería. Nosotros
sabíamos que el Comandante acostumbra a meterse en los
lugares más céntricos del combate. Lo que no sabe
el lector es que sobre mí pesa el dolor de haber estado
muy cerca del lugar en que cayó en combate de José
Antonio Echeverría durante los sucesos del 13 de marzo de
1957, y también el Comandante Piti Fajardo durante la
Lucha contra Bandidos en Escambray. En este caso se juntaron en
mí el trauma como consecuencia de estos hechos, el respeto
por el tamaño de la figura histórica de Fidel y su
papel principal en la Revolución y, por qué no
decirlo, el cariño y la admiración que le tengo.
Mandé organizar un puesto de mando de avanzada con mapas
de toda la situación operativa y oficiales de alta
graduación para tratar de que Fidel conociera las acciones
desde este lugar. Tuvimos la suerte de que llegara y viera desde
afuera de los cinco tanques todo el despliegue, y se dirigiera al
puesto de mando, donde el general Pascual lo puso al tanto y le
dijo que todo estaba bajo control y que teníamos asegu
rado el abastecimiento de agua para el enfriamiento necesario, y
que el tanque de hidrógeno estaba fuera de peligro.
Él había insistido en el control sobre dicho
tanque.

Le explicaron que el tanque de alcohol llevaría mucho
tiempo en ser liquidado, pero que no representaba peligro
mientras hubiera capacidad de enfriamiento, y este estaba
asegurado. Se fue y dijo que regresaría más tarde.
Me mantuve dentro del área de combate hasta las siete de
la mañana, hora en que se logró apagar el tanque
del alcohol, ya muy deformado. Hasta ahora no sé si
realmente volvió. El fuego duró veintitrés
horas y se otorgaron 122 medallas Por la Valentía Durante
el Servicio. Yo la obtenía por segunda vez. Testimonio de
Humberto Soler Baldoquín (El Loco Baldoquín)
Incendios de viviendas Uno de los casos que más
impactó mi vida de bombero ocurrió en el municipio
de La Habana Vieja, en una cuartería de dos plantas. En
esa etapa había gran escasez del combustible que se conoce
como luz brillante, y muchas personas lo almacenaban,
imprudentemente, en recipientes. En el número 667 de la
calle Habana, en una de las habitaciones de la planta alta,
había una cocina de presión. Al verter el alcohol
desde una botella a los quemadores, este se inflama, y la
señora, asustada, la tira hacia atrás, cayendo en
una cuna donde reposaban sus tres niños pequeños.
Inmediatamente se encendió el mosquitero y la
sábana. La madre, horrorizada, pide auxilio y trata de
proteger a los niños, incendiándosele así su
ropa. Atraído por los gritos, acude un familiar, el cual
ve un cubo en el piso y, creyendo que contenía agua, lo
arroja sobre las víctimas para sofocar las llamas. Pero el
contenido del mismo era la luz brillante inadecuadamente
almacenada, y esto ocasionó el fallecimiento inmediato de
la madre y los tres pequeños, y algunas quemaduras al
familiar. Hubo un incendio en la calle San Ignacio de regulares
proporciones en una vivienda, pero este fue muy doloroso y me
dejó marcado, pues en el mismo fallecieron dos menores que
se ocultaron debajo de la cama. La madre dejó la cocina
encendida y la puerta cerrada y fue a la bodega; cuando
llegó, estaba incendiada la vivienda, y aunque se
actuó rápidamente no pudimos, salvar a los
niños. Testimonio de José Antonio Mederos
García Incendio en un edificio de tres plantas en La
Habana Vieja A punto de morir por imprudencia Estando en el mando
práctico como jefe de pelotón en la Unidad No. 1 de
Corrales, suena la campana por un incendio en un edificio de tres
plantas en La Habana Vieja, el cual tenía una escalera de
madera en muy mal estado. Yo, como jefe de pelotón,
acompañado el primer pitón, realicé la
exploración. El incendio se localizaba en una torre
situada en el patio del edificio, a la cual los moradores
arrojaban basura a través de las ventanas de c ada piso;
alguien botó un colchón de huata y tupió la
torre; una colilla de cigarro o alguna brasa prendió fuego
al colchón, provocando una gran cantidad de humo que
llenó todo el edificio. Ordené un despliegue
combativo de tres tramos de manguera de 51 mm. y un pitón
neblinero. Al llegar el tendido le pido el pitón al
compañero que lo traía, me subo en el apoyo de una
ventana y comienzo a echar agua. De pronto, una nube de
cucarachas penetra por la ventana, cerca de mí
había una señora que se asusta, da un grito, abre
las manos y choca conmigo, por lo que pierdo el equilibrio, caigo
dentro de la torre y llego hasta aproximadamente la mitad, por
donde estaba tupida, pero no suelto la manguera. Ante esta
situación, mis compañeros comenzaron a gritar al
resto de la dotación: "Corran, corran, que el jefe del
pelotón se mató". Mientras, yo gritaba: "Estoy
vivo, no me quiten el agua y halen la manguera". Cuando me
rescataron y llegué a la superficie, me faltaba la
respiración, debido al humo, y tenía algunas
quemaduras leves. La señora gritaba: "Fue culpa
mía", pero le dije: "No, señora, el culpable soy
yo, porque lo primero que tenía que haber hecho era
retirar del lugar a todos los curiosos". Incendios por accidentes
del tránsito: a cada rato se producen accidentes de
tránsito de gran magnitud, donde dos autos chocan y el
impacto los lanza contra otros vehículos, o se vuelcan, o
reciben impacto directo de frente, o tumban un poste
eléctrico o telefónico. A veces, al accidentarse
los vehículos, se producen incendios que en numerosas
ocasiones cuestan la vida a los conductores y demás
ocupantes. En algunos de ellos queda personal atrapado y se
dificulta mucho la extracción de las víctimas del
interior del vehículo, incidiendo además, el que
está atrapado, se encuentra inconsciente, en estado de
gravedad o fallecido. Testimonio de Humberto Soler
Baldoquín (El Loco Baldoquín) Este hecho
ocurrió de madrugada en un ómnibus marca Leyland
que cubría la ruta Habana-Marianao por la Avenida 51. En
el entronque de la calle procedente de La Tropical surge
inesperadamente un camión, que se proyectó contra
la puerta delantera del ómnibus, motivando el incendio de
ambos vehículos. El impacto provocó el atascamiento
de las puertas impidiendo la salida de los pasajeros. En los
momentos iníciales escaparon varios pasajeros envueltos
completamente en llamas, parecían antorchas humanas
pidiendo auxilio en las calles, algunos vecinos acudieron con
mantas o frazadas para socorrerlos. Yo estaba al frente del
Comando de Incendios del Cerro y fui el primero en llegar al
lugar; maniobrando, tomé un pitón para combatir las
llamas y me percaté de que había personas atrapadas
en el ómnibus. Cogí una barreta y traté de
forzar la puerta delantera, pero no pude, entonces golpeé
fuertemente con el pi tón el parabrisas delantero,
quebrándolo. Por ahí mismo introduje el
pitón y con varios movimientos logré sofocar las
llamas de esa zona. Al mirar al interior, observo seis o siete
cadáveres consumidos, que parecían pequeños
maniquíes apretujados junto a la puerta, y otros
más en el pasillo. Al día siguiente se
publicó una hazaña, al decir de la prensa, por el
caso de un pasajero que logró escapar desprendiendo el
parabrisas trasero y, al percatarse de que había dejado
dentro un maletín con los salarios de los obreros de su
centro de trabajo, penetró nuevamente al ómnibus y
lo rescató. Esto, para mí, no fue ninguna
acción memorable, pues lo heroico hubiese sido rescatar a
algunas de las personas atrapadas, a pesar del dinero, pues en
esta escena dantesca hubo más de veinte pasajeros
fallecidos y ha sido uno de los hechos que más me
impactaron. Testimonio de Humberto Soler Baldoquín (El
Loco Baldoquín) Este accidente sucedió en
Vía Blanca y Entrada de Cayo Cruz al impactarse un auto
marca VW contra la parte posterior de una camioneta destinada a
traslado de cilindros de gas, estacionada completamente a oscuras
en la Vía Blanca. Producto del impacto, se incendió
el auto, quedando atrapada en su interior la esposa del
conductor. El hombre había sacado a su hijo que viajaba
con ellos.

Había un fuerte olor a carne quemada, y el hombre,
llorando, se golpeaba los brazos también quemados y
gritaba: "¡Coño, se quemó mi mujer y no pude
salvarla!" Él también sufrió algunas
lesiones, aunque leves. Incendio en la fábrica de gas
Evelio Rodríguez Curbelo en Luyanó Testimonio de
Humberto Soler Baldoquín (El Loco Baldoquín) En el
año 1976, cuando era jefe de Unidad del Comando nº 11
del Cotorro, recibo el aviso de un incendio de grandes
proporciones en la Planta de gas de Melones. Llovía
fuertemente y, como la técnica de la Unidad quedó
cubriendo zona, tomé una moto MZ destartalada y
salí lo más rápido que pude al lugar del
incendio. Se trataba de un tanque de gas (todos flotantes), cuyos
bordes estaban incendiados. Al lugar acudieron numerosas
unidades, técnicas agregadas y carros pipas desviados por
las patrullas y el Acueducto de Palatino. Mientras el
compañero Ángel Aragó Delgado organizaba el
enfriamiento del mayor de los tanques y las labores de
extinción, yo me ocupé de localizar al ingeniero
principal. Localizo a un hombre más bien bajito y
colorado, creo que era un alemán, e indago si se
podía evacuar el gas almacenado en ese tanque por la
válvula de acceso al depósito principal. El
ingeniero, después de analizar un rato, me comenta que de
los dos conductos instalados al tanque, uno conducía el
gas, y la otra línea era de vapor de agua, por lo que
existía la posibilidad de que, si disminuía la
presión del gas, se pudiera tragar las llamas y sobrevenir
una explosión. Me sugiere entonces que debía cerrar
lentamente la válvula de acceso del gas y a la vez ir
compensando la presión con la línea de vapor de
agua. El peligro en este sector eran unos balones que se
prendían bruscamente por momentos, por ello, para operar
los conductos, me protegí con varios pitones neblineros
que me bañaban constantemente y, coordinadamente a las
labores de enfriamiento y extinción, manipulé ambas
válvulas para compensar la presión de las
líneas. Así se logró la extinción,
evitando el peligro algo remoto de una monstruosa
explosión. Testimonio de Francisco Guzmán Figueroa
(Chin) Fuego en el cargadero de gas y almacén colindante
de la refinería Ñico López Eran las doce del
día y sonó la sirena. Todos corren a sus posiciones
y partimos al lugar del incendio que era esta vez en el cargadero
de gas. Solté la pistola y los carnés, los puse
sobre el muro y dije: "De ese lugar nadie sale vivo".
Había entre nosotros más de cincuenta
jóvenes del SMO. La situación era compleja, el
pistón para cargar las rastras se había roto, se
había prendido y el gas seguía saliendo y
prendiendo toda el área. Las balas de almacenamiento de
gas estaban como a cinco metros, el fuego casi llegaba al lugar,
y el almacén ya estaba ardiendo. Los ingenieros me dicen
que las válvulas de los cargaderos podrían resistir
hasta 400 grados. Había que cerrar una llave de paso que
conducía hacia el cargadero y se encontraba debajo de una
cortina de fuego. Se me acercó un empleado y me dijo: "Yo
la cierro". —Sé que eres capaz de eso —le
contesté. Este compañero, valiente bombero,
había sido jefe de una de nuestras Unidades. Lo empapamos
en agua, fue hasta el lugar y cerró la llave de paso. Le
dije, lleno de alegría: "Negro, sigues siendo un gran
bombero". Testimonio del teniente Roberto Agramonte Incendio en
la fábrica H. UPMANN En el año 1960 se produce un
incendio de grandes proporciones en los almacenes de cura de
tabaco en la fábrica H. UPMANN, en Ciudad de La Habana, en
el que participaron el personal y los equipos de las Uni dades de
Bomberos Nº 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10 y 11. En el
momento en que estas unidades se encontraban luchando contra el
incendio, se produce un derrumbe de los pisos de tabaco en cura y
los materiales cayeron sobre las mangueras que se encontraban
dentro del local incendiado y cortaron el agua a las
líneas que se estaban utilizando para la extinción,
por lo que queda atrapada en el interior del edificio en llamas
la dotación del carro M2. Entre los atrapados me
encontraba yo, que era jefe de esa dotación, y los
bomberos Argelio Collazo, Fausto Álvarez, Miguel
García y Raimundo Álvarez. Al darme cuenta de que
el almacén amenazaba con derrumbarse, y que ya no
teníamos tiempo para abandonarlo, decidí agrupar a
los bomberos debajo de un arquitrabe, para protegerlos.
Después que se produjo el derrumbe, todas las áreas
de la primera planta quedaron cubiertas por desechos de la
construcción y por tercios de tabaco en llamas,
además del humo tóxico del propio tabaco. Uno de
los compañeros que no cumplió la orden de agruparse
bajo el arquitrabe, pues se encontraba en estado de
pánico, quedó atrapado bajo los escombros. Con la
rápida actuación de todos, logramos sacarlo con
vida, aunque muy dañado y falleció al poco tiempo
ya que nunca se recuperó. Se nombraba Raúl
Rivó. Testimonio de Lic. Gabriel Alfonso Incendio en una
panadería El día 22 de marzo de 1960 se produce un
incendio de regulares proporciones en una panadería al
lado de la antigua Terminal de Ómnibus de la ruta 22 de
Marianao, cerca del puente de La Lisa. Al dirigirse las
técnicas de incendio del municipio de La Habana Vieja a
este incendio, el carro M2 se proyectó contra un auto en
el cruce de la Avenida de Boyeros y Calzada del Cerro. Como
consecuencia, uno de los bomberos salió por el aire y se
estrelló contra el poste de la luz de esa esquina,
perdiendo la vida. Su nombre era Jorge Román, y fue este
el primer mártir de los bomberos en la Ciudad de La
Habana. También resultaron heridos muy graves el jefe de
carro, Roberto Jiménez, quien me sustituía, pues
debí estar en ese turno de trabajo, Rolando Borroto
(bombero) y el chofer maquinista Oscar Álvarez.
Testimonios de Juan Terry Ferrín, ex chofer del carro M4 y
ex jefe Nacional de los Bomberos Un incendio lamentable fue el de
la calle Patria, que se produjo en un almacén de la
Empresa de Confección de Calzado y que se encontraba lleno
de Cemento Soleta. Por el frente de la nave se encontraba una
dotación de alumnos de la Escuela Nacional de Bomberos. En
dicha dotación había dos bomberos sin capa, las
cuales no alcanzaban en aquellos tiempos para todos los hombres,
por encima del agua vertida por los pitones, corría la
Zoleta incendiada, dichos hombres resbalaron y cayeron en el agua
con zoleta encendida y esta se les pego en el cuerpo, los mismos
salieron corriendo envueltos en llamas por la calle Patria,
sufriendo quemaduras en el 90% de sus cuerpos, falleciendo a la
mañana siguiente. Después de este lamentable
suceso, se le cambió el nombre a la Escuela Nacional de
Bomberos, por el de Escuela Mártires de la calle Patria.
Testimonio de Bienvenido Caballero, ex chofer del carro M1 y ex
jefe de Unidad Ocurre un incendio en el almacén de pintura
y otros productos de la calle Patria; al entrar los bomberos para
su extinción, ocurre una explosión, y la pintura
incendiada envuelve a dos combatientes, los cuales fallecieron.
Esto habla de lo riesgosa y dura que es la vida de los bomberos.
Este hecho me causó una gran conmoción. Testimonios
de Juan Terry Ferrín, ex chofer del carro M4 y ex jefe
Nacional de los Bomberos Incendio en la carpintería de
Concha y Porvenir.

Se produce un gran incendio en un taller de
carpintería, situado en Concha y Porvenir, en una
edificación de madera de tres plantas. Fue tan intenso el
incendio, que al carro M4, que estaba situado a veinticinco
metros del edificio en llamas, se le derritió el
parabrisas, en un edificio situado en la acera del frente, como a
treinta metros, se incendiaron las tendederas llenas de ropas, y
de un gallinero que había en el lugar salían las
gallin as con las plumas encendidas, corriendo. Incendio en un
almacén de la Empresa del Fósforo Un incendio muy
violento fue el de la calle de la Rosa e Infanta, en un
almacén de la Empresa del Fósforo, donde se
producían explosiones esporádicas, que
hacían volar los tanques de 55 galones hacia los techos de
las casas de las manzanas colindantes. Hubo un momento en que
tuvimos incendiadas cuatro manzanas a la vez, pues los techos de
las casas de esta zona eran de tejas y madera. Testimonio del
coronel ® Osvaldo Antonio Castell Valdés, ex jefe de
los Bomberos Incendio en el local de la CTC. Otro hecho a
destacar en mi paso por los Bomberos es el incendio provocado por
la contrarrevolución en el local de la CTC. Recuerdo que
me encontraba en una casita en la azotea del edificio observando
por donde debíamos atacar para extinguirlo, cuando
llegó a lo alto de la casita el compañero
Lázaro Peña, entonces secretario general de la CTC,
para acompañarnos. A los pocos minutos de haber bajado el
compañero Lázaro y yo, se desplomó la
casita. Testimonio de Bienvenido Caballero. Fui a un incendio en
la CTC, iba por la calle Reina y, al doblar en Belascoain, por ir
con tanta velocidad, el carro patinó y dio dos vueltas en
redondo. No hubo daños personales, ni al carro le
sucedió nada. Llegué al incendio con un susto
tremendo y tembloroso, pero a pesar de todo, fue elogiada mi
actitud por el dominio del carro. Fui chofer durante dos
años. Incendio en una carpintería en Marianao: En
una carpintería en Marianao, bastante grande, sobre todo
en su área de almacenaje exterior, repleto de tablones y
tablas de diferentes tamaños, ardiendo la mayoría,
además de que gran parte de la construcción del
local era de madera, con algunas paredes laterales de ladrillos,
nuestras fuerzas atacaron directamente un incendio.
Acompañados por la roja lluvia de chispas, nuestros
hombres avanzan dentro de aquel viejo local, alguno de ellos
arrastrados por los pisos, manteniendo mojadas las paredes y los
locales aledaños para evitar la propagación, pero
el fuego se extendía rápidamente estimulado por el
fuerte viento con peligro de propagación en todo el
vecindario. Ya se habían desprendido varios de sus altos
ventanales, explotaban llamaradas dentro del material inflamable,
creando confusión y pánico. Algunos de los vecinos
estaban despavoridos, de pronto las llamas lo envolvieron todo y
se extendieron a dos edificaciones aledañas. Los bomberos
se abrían paso guiados, en ocasiones, por el resplandor
del incendio, había un calor asfixiante y el humo sofocaba
y hacía cada vez más difícil la
respiración, las llamas parpadeaban siniestramente,
mientras gases peligrosos flotaban en el ambiente. La
carpintería se había convertido en una funesta pira
de madera: el edificio soltaba pedazos de madera ardiendo que
caían muy cerca de nuestros hombres, y los ladrillos de
algunas de sus paredes laterales se rajaban abriendo grandes
brechas por donde caían fragmentos como pequeña
lluvia de piedras; nuestros hombres se encontraban fatigados y
extenuados por el calor, el agua inundaba todo el local, el fuego
emitía llamas de color amarillo-naranja y fuerte humo gris
carmelitoso. Se utilizaron múltiples fuentes de suministro
de agua cercanas al lugar: hidrantes, cisternas de las casas,
pipas de agua y otras. Al penetrar, llevaba en mis manos la capa,
el casco, la linterna y unas botas de goma, me acompañaban
varios compañeros a los que iba dando indicaciones para
las diferentes áreas; ya nos encontrábamos bien
adentro de aquella inmensa nave y muy cerca de las llamas. De
pronto, cuando me puse la capa, sentí un escalofrío
tremendo en todo el cuerpo: algo raro, muy raro me estaba pasando
y me producía esa sensación. De inmediato me
coloqué el casco, solté las botas y comencé
a revisar la capa; al abrirla sentí un fuerte olor a
gasolina. Efectivamente, mi capa estaba totalmente bañada
en gasolina, rápidamente me la quité y, en un gesto
instintivo, la lancé hacia un costado muy cerca de las
llamas, al llegar al suelo ardió como una gran antorcha en
fracciones de segundo. ¿Qué me produjo aquel fuerte
escalofrío? Antes les había contado que
después del fuego que bautizamos Papel y Tinta, me
había intoxicado con plomo en la sangre, por un
baño que me di con una estopa y un cubo lleno de gasolina,
al mantenerme encerrado durante mucho tiempo en un pequeño
baño de la pizarra telefónica de Corrales , para
poder limpiarme la gran cantidad de tinta que se me había
impregnado en el cuerpo. Cuando se investigó de
dónde había salido aquella cantidad de gasolina, se
supo que el compañero que estaba a cargo del carro,
había colocado una vasija con gasolina, y esta
tenía salidero y se había vaciado totalmente sobre
mi capa. Pasé tremendo susto, pero la intoxicación
con gasolina me había hecho alérgico a aquel
producto, cosa que en esta ocasión me salvó la
vida. Incendio en el Hotel Habana Libre. Por la planta de radio
de la PNR, (Policía) escuche que mencionaban mi nombre,
favor de localizar a Robertico. Pregunte de que se trataba. Me
informa el oficial de guardia superior que se estaba produciendo
un incendio de grandes proporciones en el hotel Habana Libre y
que los compañeros Arsenio Franco, entonces Vice Ministro
del Interior, y Carlos Figueredo Rosales (El Chino Figueredo),
jefe de bomberos en aquellos momentos, solicitaban que yo fuese a
ese lugar lo antes posible. Inmediatamente me presenté al
Puesto de Mando Móvil de los bomberos, que estaba situado
en la esquina de 23 y M. Los dos compañeros
valiéndose de varios planos del edificio en llamas y con
uno de los directivos del hotel presente, me explicaron la
situación del siniestro, sus grandes proporciones y sus
preocupaciones por las elevadas temperaturas ya alcanzadas dentro
de los locales del Hotel y que ya las columnas de humo caliente,
estaban saliendo a los pisos superiores por los túneles de
los elevadores, con peligro de propagación inmediata a
toda la edificación. De acuerdo a lo que me explicaron,
tomamos de conjunto la decisión de que yo tomaría
el mando dentro del área del incendio y que ellos
apoyarían mis demandas en cuanto a recursos, equipos,
personal y otras necesidades desde el puesto de mando. Ya
teníamos clara la situación operativa y la
dirección principal del incendio. La idea era penetrar por
uno de los sótanos hasta llegar a los autos que estaban
explotando, donde se encontraba concentrado el fuego.

Por la puerta principal del sótano teníamos dos
pistones de 2 ½ pero la densidad del humo y lo peligroso
de las explosiones, no permitían avanzar hacia la
profundidad, que era donde explotaban los autos constantemente,
esparciendo gasolina ardiendo en todas las direcciones.
Aquí me sucedió lo que en otras ocasiones; el
responsable del área me planteó que era imposible
cruzar por aquel lugar, por la existencia de gran cantidad de
cables de alta tensión que estaban bajo el agua, que ya se
habían producido varios chisporretazos y se
mantenían con electricidad en vivo, y que era un peligro
extremo, además de que si lográbamos pasar,
chocaríamos directamente, con los autos explotando
constantemente. Con esta "agradable" noticia, comencé a
ejecutar la misión encomendada. Considerando su alerta,
con mucho cuidado tuvimos que entrar por esa misma zona a uno de
los sótanos, (creo que era la tintorería). Para
poder penetrar al área cercana a los autos que
ardían y explotaban, se procedió a cortar una
gruesa malla metálica alargada, en forma de rombos, es
decir, no muy alta, que aislaba y protegía los cables de
alta tensión; después de haberla cortado de forma
tal que cupieran los bomberos con todo su equipamiento, se
colocaron unos neumáticos viejos, y sobre estos, unas
alfombras de goma de automóviles, con el propósito
de ganar en altura y protección, en relación a
dichos cables. Gateando sobre las alfombras de goma llegamos
hasta una pared colindante al área incendiada. Mandarria
en mano se abrió un hueco, y por ahí penetramos.
Desde esa posición logramos controlar y liquidar el
incendio en ese sector principal. En esta ocasión se
tomó la decisión de trabajar con la corriente
eléctrica conectada, ya que el humo, acompañado de
un calor insoportable, se estaba introduciendo por los
túneles de los elevadores, con peligro inminente de
propagación por conducción hacia las habitaciones
de las plantas superiores del hotel, con lo cual se
incendiarían las cortinas, colchones, sábanas,
alfombras y muebles forrados de tela, que arden con temperaturas
más bajas. Las plantas eléctricas auxiliares se
encontraban cubiertas a media agua en el sótano
aledaño. La conclusión fue: "Si desconectamos la
corriente eléctrica y nos quedamos totalmente a oscuras,
se nos va el hotel". La decisión tomada: "Continuar
trabajando con la corriente en vivo, alertando uno a uno, sobre
todo a los pitoneros actuantes del riesgo que se corre" y hacia
donde debían aplicar los chorros de agua. De esta forma
los bomberos salvaron esa valiosa instalación
turística, bajo un riesgo total para sus vidas. En las
notas del autor les comentaba que, en ocasiones, dentro de tanto
riesgo y peligro, suceden cosas simpáticas. En este caso
les contaré algo que me sucedió a mí
personalmente relacionado con este incendio en el hotel Habana
Libre. En medio que aquella situación tan peligrosa
provocada por el intenso humo resplandeciente por las llamas y
explosiones de los autos, y acompañado de un penetrante
calor y el peligro de accidente eléctrico, me encontraba
muy concentrado en que no se fuese a cometer ningún error
fatal, y al tener que arrastrarme y cruzar sobre el área
que habíamos cortado para poder acceder al foco principal
del incendio y con el constante subir y bajar por nuestras
pequeñas y estrechas escaleras, se me descosió el
pantalón de banda a banda por su parte baja: se
descosió por las dos piernas a la vez, era como si tuviese
puesta una saya pantalón, pero descosida por la mitad, es
decir, se veía totalmente el calzoncillo. En los momentos
en que venía bajando por una de las escaleras, siento a
mis espaldas una voz femenina que exclama: "¡Qué
valientes! ¡Qué valientes!" Y se dirige a mí:
"Compañero, yo soy la periodista fulana de tal, de tal
emisora de radio y quiero hacerle una entrevista". Yo, que
sabía que me encontraba semi desnudo, empapado en agua,
con la cara sucia, etc., pasé tremenda pena y le tuve que
pedir de favor a aquella distinguida periodista que abandonara el
lugar de inmediato, ya que se encontraba en una zona de muy alto
riesgo, cosa que, además, era real. Testimonio de Humberto
Soler Baldoquín (El Loco Baldoquín) Círculo
infantil Le Van Tan Este fue el producto de un criminal sabotaje
que puso en peligro la vida de decenas de pequeños
inocentes. Ocurrió en el año 1976, en el antiguo
círculo infantil Le Van Tan, en las calles 49 y 120 (al
fondo del Anfiteatro de Marianao) donde hoy radica el Poder
Popular municipal. Al llegar, penetro por una ventana del primer
piso que daba a la calle del fondo, e inicio una
exploración por los distintos cubículos, teniendo
presente que, ante el peligro, los niños tienden a
ocultarse debajo de las camas, en los closets o sitios similares.
Ya los vecinos, estudiantes y bomberos prácticamente
habían evacuado a los infantes, pero el humo era tan
intenso que apenas podía respirar. Entonces saco la cabeza
por la ventana para tomar aire puro y veo al compañero
Fidel en compañía de Pepín Naranjo: nadie
los acompañaba. De seguro, al conocer el hecho,
escapó de su escolta y acudió al incendio. La
población se concentraba en la entrada principal,
Pepín me reconoce y me hace señas para que me
acercara. Me presento, saludo a Fidel, y este me hace numerosas
preguntas, si habían víctimas o más
lesionados o en personas peligro, si se trataba de un acto de
sabotaje, dijo que había que informar a la
población sobre este acto bárbaro contra
niños indefensos. Le respondo: —Comandante, que yo
conozca no hay niños afectados, pero no puedo asegurarle
del todo que sea sabotaje, pues hasta el momento solo exploraba
los locales por si había algún niño oculto o
atrapado. Mire, al frente del edificio está el jefe del
Departamento, Juan Terry Ferrín; si usted desea, voy a
buscarlo. Me dice: —Sí, anda a buscarlo. Me dirijo
al área de extinción y le digo a Terry:
—Jefe, el Comandante quiere verlo.
—¿Qué comandante? —me dice casi sin
atenderme. Y respondo: —Fidel. Da un salto y pregunta:
—¿Dónde está? —Sígame
—le digo y avanzo hasta la calle 47. Aún la
población no se había percatado de la presencia de
Fidel, ya había llegado la jefa del Laboratorio Central de
Criminalística, el viceministro del Ministerio del
Interior y dos militares más. —Comandante, permiso
—le digo a Fidel—, él es el jefe del
Departamento y pido permiso para retirarme —pues me
pareció que no debía inmiscuirme en aquel
diálogo. Estoy seguro de que Fidel recuerda aquel
encuentro, sorpresivo para mí. Al día siguiente la
prensa, la radio y la televisión denunciaban aquel
monstruoso hecho criminal. Testimonios de Juan Terry
Ferrín, ex jefe Nacional de los Bomberos Cuando el
incendio del Le Van Tan, yo estaba en la Víbora, y
escuché por la planta de radio al exagerado jefe del carro
M7 que decía que estaba en el círculo y que la
candela iba subiendo por las escaleras, imagínense
cuánto corrí hacia aquel lugar. Comprobé
rápidamente que no era así, pues el principio del
incendio se había producido en el escenario del teatro, y
este era pequeño.

Todos los niños estaban encerrados en los salones de
los pisos superiores. Subí inmediatamente por la escalera
y comencé a orientar que los bajaran por las escaleras,
cosa esta que se produjo inmediatamente, al llegar al segundo
piso, vi que los estaban evacuando por la terraza en bolsos de
cartero y por el carro escalera. Los dejé que continuaran
de esa forma, pues cambiar a esa hora el ritmo de la
evacuación podría traer problemas. Después
los internamos a todos en el anfiteatro. Me avisaron que el
Comandante en Jefe se encontraba al fondo del círculo, fui
allí conjuntamente con Pascual Martínez. Cuando
llegamos, el Comandante me preguntó cuántos
niños se habían quemado, ya que sintió olor
a carne quemada. Le contesté con gran satisfacción
que a ningún niño le había ocurrido nada,
que todos estaban a salvo. Me preguntó qué
había pasado, dijo que necesitaba conocer de inmediato las
causas de lo sucedido. Le contesté que cuando se
determinaran las causas, se lo enviaría con urgencia. Le
informé que según las normas soviéticas no
se podían tener niños más allá de un
segundo piso. El comandante mandó a buscar a las
autoridades del municipio y les orientó que no
debían tener más niños en ese lugar,
instruyéndolos para trasladarlos al otro día para
otros lugares. Después de una exhaustiva
investigación, determinamos que había sido
saboteado el círculo, pues había trazas de
hidrocarburos en la madera del escenario, lo que indicaba que se
había utilizado algún líquido combustible en
el inicio. Así concluyó esta historia sobre
él Le Van Tan. Incendio en una refinería en
Nicaragua Testimonio del coronel ® Carlos Figueredo Rosales
Otro incidente fue el de la refinería o reservorio de
Nicaragua. Casualmente, durante un despacho con el viceministro
primero, general Pascual, este recibió una llamada del
ministro en que le decía que, desde Nicaragua, el
presidente Daniel Ortega le había pedido al Comandante
Fidel Castro que le enviara cincuenta tanques de espuma y
cincuenta o cien tramos de manguera, pues la refinería de
Masaya había sido cañoneada por una
embarcación enemiga, encendiéndosele los tanques de
combustible, y no lograban apagarlos. Que temían que fuera
el preludio de una invasión, pues ahí estaba el
combustible de reserva de sus medios militares. Como yo
conocía el lugar por mis visitas de asistencia a
Nicaragua, pensé que lo mejor era que yo me encargara del
asunto y solicité permiso para trasladarme al lugar con
los tanques de espuma, los cien tramos de manguera, dos
motobombas portátiles, cuatro ingenieros, un asesor legal
y veintiséis hombres, y, además, llevar al
capitán Baldoquín para asegurar alguna necesidad de
agua. Calculé que dichos tanques estaban cerca del mar,
pero había una línea férrea por el medio, y
lo mejor era llevar las motobombas que se pueden acarrear a mano.
El general Pascual se comunicó con el ministro y este le
respondió en pocos momentos que el Comandante Fidel
aprobaba todo menos los veintiséis hombres. Me daban el
avión Britania, único que quedaba en Cubana de
Aviación. Pensé en el riesgo que representaba pasar
por encima de El Salvador con este avión, ya que
ahí estaban en guerra. Al llegar a Nicaragua, nos
esperaban en el aeropuerto el general Roberto Escalante y algunos
altos jefes de Nicaragua. En ese momento me dijeron que estaba
aterrizando una ayuda de México en un avión C130.
Le dije al tte. Coronel Lescaille, jefe de los bomberos de Ciudad
de La Habana, que viera los medios que traían. Al poco
rato volvió y me dijo que había llegado un
comandante con cuatro ingenieros, un asesor legal, cincuenta
tanques de espuma, cien tramos de manguera y dos motobombas
portátiles. Me di cuenta de que, o el comandante
conocía el lugar, o había obtenido los planos, o la
información, del planteamiento operativo. El comandante
era Benito, como solo lo conocí después, jefe de
los bomberos de PEMEX. Después llegaron los bomberos de
Colombia con un comandante, cuatro ingenieros y un asesor legal,
sin más recursos. Como el comandante Benito era unos diez
años mayor que yo y tenía más tiempo
servicio, le correspondía dirigir las operaciones.
Prácticamente comenzó dándome
órdenes. Su abogado le susurró algo al oído,
y él me dijo entonces que le presentara el plan y que
él lo aprobaría, si estaba de acuerdo. Los dos
abogados y los dos ingenieros se reunieron y en cinco minutos
tenían mi propuesta a la firma de ambos. Estuvo de acuerdo
y firmó, cosa que es muy importante, por la
responsabilidad con las compañías aseguradoras.
Cuando el comandante Benito planteó que había que
chequear la temperatura de los planos inferiores de los tanques,
ya el Tte. Coronel Lescaille lo había hecho, y yo tomaba
las medidas de enfriamiento. El día anterior, en uno de
los tanques de aceite, se había producido el efecto broil
up, que es que al haber siempre agua en estos tanques, y esta es
más pesada que el aceite, se deposita en los planos bajos.
Como el aceite y el fuel oíl hierven a más de 300
grados, y el agua a 100, se produce una especie de pistón
que bota el combustible incendiado hacia fuera, como pasó
en Venezuela (esto costó las vidas de más de
doscientas personas entre bomberos, policías y periodistas
un tiempo atrás). Con los recursos que habíamos
llevado los mexicanos y nosotros, y parte de ayuda de los
colombianos, logramos controlar la situación en unas tres
horas después de haber ardido aquello durante
veintitrés horas. El resto del tiempo, o sea, dos
días más, no me separé del comandante
Benito, pues me contó muchas cosas que fueron como clases
para mí y mis subordinados. Era un hombre de gran
experiencia y se dirigía a mí como a un hijo,
aunque me trataba de comandante. Testimonio del coronel Mario
Álvarez Martínez, actual Segundo Jefe del Cuerpo de
Bomberos. Incendio en el antiguo Ministerio de
Agricultura. transcurría el mes de octubre del año
1989.

A tenor de decisiones tomadas por la dirección del
país el Órgano de Protección contra
Incendios había sufrido transformaciones estructurales,
que en el caso de la Ciudad de la Habana, consideraban la
constitución de un Departamento Nacional y un Departamento
Provincial atendido por una Jefatura de Orden Interior. Era un
sábado por la noche y los oficiales a quienes nos
asignaron la misión de estar en el Departamento Nacional
nos mudábamos desde la sede ubicada en la Avenida de las
Misiones nº 5 y 7, para unas oficinas en el 5to. piso del
edificio de Lombillo y Boyeros. Ya habíamos hecho varios
viajes llevando muebles, documentos y equipos, cuando por la
planta de radio escuchamos que a pocas cuadras de la nueva sede
se estaba presentando una emergencia y que salía mucho
humo del edificio que en aquel momento era el Ministerio de
Agricultura. Con inmediatez nos presentamos en el lugar
observando en la oscuridad de la noche que por las ventanas del
2do. nivel ya había abundante combustión,
notándose el reflejo de las llamas; en el lugar ya estaban
trabajando las dotaciones de los bomberos del Cerro, así
como los compañeros de Rescate y Salvamento. Recuerdo que
al entrar en la edificación ya se había establecido
el servicio de iluminación a través de las
técnicas del Comando 15, el local en su interior estaba
colmado de humo y se sentían los efectos de la
temperatura, pero lo más preocupante no eran los
parámetros resultantes del proceso de la
combustión, sino que la edificación, que por suerte
sólo tenía cuatro pisos, se construyó sobre
vigas de acero sin la correspondiente protección, lo cual
había sido señalado desde la etapa de proyectos por
los compañeros de prevención. Transcurrieron unos
minutos y me di cuenta de que el incendio estaba sin control, ya
que corría a gran velocidad por los falsos techos del 2do.
y 3er. pisos, y ahí teníamos un grupo importante de
compañeros trabajando. A todo eso se sumaba que el
sótano se utilizaba como depósito de armamentos de
las milicias de tropas territoriales, y paralelamente ya
había comenzado con un grupo grande de compañeros
el proceso para su evacuación. Yo, dentro del local, no
hacía más que atender a cada sonido que se
manifestaba, pues durante la carrera había estudiado que
este tipo de edificación de columnas, vigas y elementos de
cierre metálicos constituían estructuras muy
frágiles, y ante el incendio sostenido por un espacio de
tiempo superior a los 40 minutos, comenzarían a
manifestarse síntomas de falta de estabilidad. Tales
conocimientos y la acción compartida de otros jefes que
estaban en el local, unido a los sonidos estridentes que ya
habíamos sentido, nos indicó la necesidad de ir
creando condiciones para desmontar todo el equipamiento instalado
en el interior de la edificación. La realidad fue
imperiosa, y la decisión, inmediata. Indicamos a todos los
subordinados la rápida salida de la edificación
porque el derrumbe no iba a esperar mucho: hubo que correr y,
saliendo por la puerta principal, la misma se desplomó.
Preocupados, en medio de la confusión, contábamos
con los dedos de las manos y dentro de aquella oscuridad a los
bomberos de los Comandos 3 y 5. Felizmente todos pudimos salir,
pero quedaron en el interior de la edificación el sistema
de iluminación, cables, pitones, mangueras,
ramificaciones, etc. El derrumbe fue impresionante y hubo que
terminar de sofocar el fuego en los escombros desde el exterior y
des de los planos superiores con el carro articulado. Hay que
significar el papel jugado por los bomberos del Comando nº
1, quienes, con indicaciones precisas de nuestra jefatura,
cortaron las vías principales de propagación cuando
las llamas se dirigían hacia el edificio principal. El
incendio se sofocó al amanecer del domingo, y ya con la
claridad de los primeros rayos del sol, observamos como
yacían retorcidas inmensas vigas de acero. Testimonio del
coronel Mario Álvarez Martínez, actual Segundo Jefe
del Cuerpo de Bomberos. Incendio en la droguería
Taquechel. Corría el mes de noviembre de 1995 y ya
llevaba unos meses dirigiendo el Comando nº 1, el más
operativo de Cuba, el cual, por estos tiempos, radicaba en la
calle Zulueta nº 258, entre Neptuno y Ánim as, en el
municipio de La Habana Vieja. Algunos identifican esta
instalación como el Cuartel de Bomberos de Mogoón.
Una noche estaba de guardia combativa, y junto a mí, el
jefe de compañía capitán Betancourt, y como
jefe de pelotón el teniente Oruña. Alrededor de las
tres de la madrugada suena la alarma anunciando que
teníamos una emergencia en la droguería Taquechel
ubicada en la calle Obispo, frente al Ministerio de
Educación, en aquel momento el Comando nº 1 contaba
con dos auto-cisternas (un ZIL 130 y un Pegasso), dos cisternas
ZIL 130, un carro articulado de 14 m y un jeep Waz de
intervención rápida. Todos estos medios con sus
respectivas fuerzas salieron, y al llegar, observamos que
había llama abierta en los niveles superiores, y que por
la calle lateral colindante con el hotel Ambos Mundos se
observaba gran acumulación de humo. Rápidamente el
capitán Betancourt y el teniente Oruña realizan una
exhaustiva exploración, determinando que la
dirección principal del ataque no estaba por la calle
Obispo, sino por Mercaderes. A pesar de que las acciones
comenzaron de acuerdo a lo planificado y con la sustancia
extintora que teníamos sobre ruedas, me comuniqué
de inmediato con el Puesto de Mando, clasificando el servicio
como Q 105 y pidiendo, sobre todo, tre s cisternas de agua para
poder organizar un ciclo de abastecimiento continuo. Pasaron unos
minutos y, como era de esperar, nos quedamos sin agua y con la
preocupación de que este edificio rodeaba al hotel Ambos
Mundos y colindaba con un sinnúmero de viviendas.
¡Qué triste es quedarse sin agua en un incendio!
Cada instante que pasa resulta mucho tiempo, pero es más
triste aún sentir las sirenas de las técnicas que
vienen en tu apoyo y no pueden llegar porque no tienen acceso:
así estuve más de quince minutos, hasta que
decidí, ya con un grupo de rescate en el lugar, empezar a
tumbar los postes limitadores que se han puesto en el Centro
Histórico, para evitar el acceso de vehículos. En
aquel momento teníamos en la ciudad dos o tres cisternas
Román, y gracias a sus defensas delanteras e
indiscutiblemente a la potencia de sus motores, logramos ir
abriéndonos paso para aproximar al incendio el agua, los
carros escaleras, otros auto-cisternas que vinieron en apoyo y
hasta el carro articulado de 50 m.Ya con todos los recursos
humanos y materiales en el lugar se logró sistematizar el
abastecimiento de agua de los tres sectores de combate creados, y
localizarlo con vistas a evitar que la propagación
alcanzara las edificaciones colindantes para preservar de esta
forma la estructura del edificio. Debo significar que la
edificación nos era conocida, ya que un par de meses antes
yo había participado junto a la inspectora que
atendía dicho objetivo, en la discusión del
dictamen de infracciones con el administrador del cent ro, y,
posteriormente, observando la carga combustible que
existía, así como las dificultades para la
extinción, había organizado una visita pre
operativa con los compañeros del Comando.

Los trabajos de escombreo continuaron hasta el mediodía
y la droguería Taquechel quedó muy afectada.
Incendio en la Central Termoeléctrica Otto Parellada
Testimonio del coronel Mario Álvarez Martínez,
actual Segundo Jefe del Cuerpo de Bomberos En enero de 1996 la
Comisión Superior de Cuadros del MININT me designó
2do. Jefe del Cuerpo de Bomberos. Durante los últimos diez
años han sucedido cantidad y variedad de incendios,
así como otros servicios de emergencias en los cuales,
colegiadamente, hemos tenido que tomar un sinnúmero de
decisiones, no obstante hubo dos incendios de grandes
proporciones en los que la casualidad de la vida ha puesto a
prueba nuestra capacidad para la toma de decisiones y en ambos
servicios he tenido el honor de recibir para el control, la
supervisión y el apoyo al General de Cuerpo de
Ejército Abelardo Colomé Ibarra, ministro del
Interior. El primero sucedió en septiembre de 1997: el
coronel Rafoso se encontraba fuera del país y,
después de varios pequeños incendios, se produce
uno de grandes proporciones en la Central Termoeléctrica
Otto Parellada, co nocida por todos como Tallapiedra. Debido a la
desatención de un operador de la planta, se rebosa un
tanque de aceite y este cae sobre las tuberías de vapor de
la unidad de generación eléctrica nº 6,
provocando un incendio de grandes proporciones, ya que se
incendió el propio generador. El siniestro se propagaba
vertiginosamente hacia el panel de mando y control de la
instalación, el volumen de llama y el humo resultante
colmaban toda la edificación, y a varias cuadras del lugar
se observaba el descontrol de la combustión. El mayor
peligro consistía en que en el lugar se acumulaba un
número significativo de cilindros de hidrógeno:
esta sustancia se utiliza como refrigerante del generador
eléctrico. Las dificultades principales para enfrentar
este hecho radicaron en la insuficiente cantidad de agua, ya que
había combustión en varios niveles superiores, y en
el déficit de equipamiento de corte. En medio de todo este
volcán hubo que tomar la decisión de dejar en el
lugar solo aquellas fuerzas y medios que resultaban
imprescindibles debido a la posibilidad real de una
explosión. En el medio de aquella situación lo que
menos esperaba era el aviso de que el Ministro del Interior se
encontraba en la puerta del objetivo. Tomé todas las
medidas organizativas y recibí al jefe,
informándole pormenorizadamente el estado en que se
encontraba el servicio y que aún no había control
sobre el mismo. Como resultado de los intercambios constantes se
tomó la decisión de adquirir tres rastras de agua
con su correspondiente sistema de bombeo en el menor tiempo
posible, con vistas a tener garantía de abastecimiento de
agua en los caudales, y presiones necesarias ante futuros
incendios con estas características. Finalmente, al cabo
de las tres horas y con el apoyo de las pipas del acueducto de la
ciudad se logró localizar y liquidar el incendio. Cuatro
meses después del hecho se recibieron tres
vehículos con las características que había
solicitado el ministro del Interior.

Testimonio del coronel Mario Álvarez
Martínez, actual Segundo Jefe del Cuerpo de Bomberos

Incendio en Radio Progreso: El siguiente hecho ocurre en
abril de 2004, momento en que el jefe de la Dirección se
encontraba cursando el Colegio de Defensa Nacional. Eran
aproximadamente las 10:30 a.m. cuando se me informa q ue
combustionaba un banco de transformadores ubicado en el
sótano del edificio de Radio Progreso, ubicado en la calle
Infanta No. 105. Al llegar al lugar ya el humo había
inundado la única escalera que posee esta
edificación, lo cual trajo como consecuencia que 79
trabajadores que se encontraban en los niveles superiores, en vez
de bajar, tuvieran que subir directamente a la azotea, pues los
pisos se iban colmando paulatinamente de los productos
resultantes de la combustión. La situación era
extremadamente compleja, ya que la primera misión era
evacuar, con toda la seguridad que requería el caso, a las
personas que se mantenían nerviosas en el techo. Hubo que
designar compañeros, así como a los servicios de
urgencia médica para que alcanzaran ese nivel y tra
smitieran tranquilidad y seguridad de que todo se iba a resolver.
Por otra parte nos manteníamos a la espera de que la
Empresa Eléctrica desconectara el servicio
eléctrico para poder comenzar las labores de
extinción: téngase en cuenta que el incendio
avanzaba con significativa velocidad por otras instalaciones y
canales tecnológicos del sótano del edificio. En
medio de toda esta confusión y preocupación por las
personas que aún debíamos evacuar me avisan de la
aproximación al lugar del Ministro del Interior junto al
primer secretario del Partido de la ciudad. Como es
lógico, estos dirigentes me insistieron en la necesidad de
acabar de realizar la evacuación de las personas
atrapadas. Recuerdo que les dije que hasta tanto la Empresa
Eléctrica no me garantiza ra el corte total del fluido
eléctrico, la combustión no se podía
interrumpir y, por tanto, los productos de la combustión
continuarían elevándose por la escalera que
resultó ser la chimenea principal en dicho fuego;
además les expliqué que resultaba extremadamente
riesgoso realizar la evacuación por el vehículo
auto escalera ubicado en el exterior. Les expliqué,
además, a ambos dirigentes que tuvieran confianza en que
las decisiones que estábamos tomando eran las adecuadas
para ese caso, y que en el momento oportuno las fuerzas del
Cuerpo de Bomberos iban a garantizar la correcta
evacuación, sin afectaciones a la integridad física
de las personas. Así sucedió, pasados 40 minutos se
realizó la evacuación de las 79 personas.
Después el caso se complicó, ya que había
tenido mucho tiempo libre y se propagó hacia el estudio
nº 1 de Radio Progreso, pues en el sótano se
encontraban los equipos de aire acondicionado con toda su
canalización. Este incendio después duró
hasta las primeras horas de la noche.

Capítulo IV

Rescates

Al llegar al área donde se ha producido un derrumbe o
una catástrofe, lo primero que nos encontramos es a
personas y familiares abrumados. Es inenarrable tristeza que se
experimenta al ver personas enloquecidas de sufrimiento y
tristeza por la pérdida de sus seres queridos. Otros se
encuentran totalmente histéricos, con ataques, con fuertes
gritos de dolor. A veces solamente se observan ruinas, los
desplomes de techos y paredes simultáneamente, y muchas de
ellas tienen debajo personas atrapadas. Otras, el trabajo resulta
arriesgado y excepcionalmente peligroso, ya que los derrumbes son
parciales, se encuentran personas atrapadas en parte de las
edificaciones y pedazos de placas o paredes colgando
amenazadoramente. El Cuerpo de Bomberos cuenta con unidades de
rescate fuertemente equipadas y con personal altamente
calificado, preparado para actuar en el agua, en alturas y en
diferentes y complejas situaciones que se presentan en su trabajo
diario. Cuando alguien cae al agua y logra mantenerse a flote,
hay que actuar con extrema rapidez para evitar que se ahogue, es
muy difícil que sobreviva una persona que se ha mantenido
sumergida durante varios minutos, de ahí la necesidad de
actuar con premura y eficacia, además de tener todos los
recursos y medios en sus carros. Los bomberos rescatistas se van
colocando los equipos desde que salen de su unidad, para estar lo
más preparados posible al llegar al lugar del hecho y
poder lanzarse al agua en el mismo momento de su llegada. Llevan
listos los espejuelos, patas de rana y snorquels, o los tanques
de oxígeno, para utilizarlos en caso de necesidad. Cuando
el agua está muy fría se usa el traje especial para
buzos, de goma o neopreno. Muchas veces los bomberos rescatistas
tienen que pasarse horas y horas en las profundidades rastreando
a algún desaparecido. En estos casos los buzos trabajan en
dúos o tríos, o en grupos mayores, revisando los
fondos, palmo a palmo, buscando las víctimas, en ocasiones
de noche, o en zonas marinas muy pobladas de gorgóneas,
corales y otras plantas, o en cuevas y grietas de los fondos
marinos. En ocasiones se debe trabajar a grandes profundidades,
en lugares sumamente estrechos, con fuertes corrientes marinas o
muy oscuros. Los bomberos de rescate montan su equipamiento en
los botes, y para cumplir sus misiones utilizan boyas con
cuerdas. Cuando existe algún hecho de rescate se solicita,
a la mayor brevedad posible, la concurrencia de ambulancias y
médicos, se mantienen alerta los hospitales más
cercanos y se toman otras medidas que garanticen la ayuda de
emergencia. Testimonio del Tte. Coronel Enrique Mederos
García (1) Actual Jefe de la Sección de Menores de
la Provincia Matanzas. Bombero durante 17 años (NOTA AL
PIE) El caso del pozo Transcurría un día del
año 1966 en el cuartel de bomberos de Matanzas y a las
11:15 horas se recibe una llamada del jefe de la unidad de
bomberos del poblado de Colón, para solicitar nuestra
presencia en el central Reynol García del municipio
Calimete, donde varios obreros se encontraban occisos en la
plataforma, en el fondo de este. De inmediato salimos para el
lugar el 2do. Jefe del órgano provincial, un chofer y yo.
Al llegar, comenzamos las verificaciones y valoración de
la situación, comprobamos que los cuatro cadáveres
estaban en el fondo del pozo, sobre la plataforma metálica
que soportaba una turbina de agua, y se desconocían las
causas de muerte. El hecho ocurrió así: se
presentó una avería en la turbina y, como de
costumbre, el técnico bajó por una escalera lateral
acoplada a la pared del pozo y al llegar a la plataforma quedo
inerte. El ayudante, quien se encontraba observando desde arriba,
baja en su auxilio, después de haber dado la alarma, y al
llegar también cae inerte; bajó un tercero, hermano
del primero , y también muere instantáneamente y,
por imprudencia, baja el cuarto hombre y fallece de igual forma
que los anteriores, cayendo unos sobre los otros. Se crea una
situación tensa, de extrema alarma. Los familiares esperan
nuestra actuación y la exigen con vehemencia. Durante el
análisis llegamos a la conclusión de que se trataba
de algún gas venenoso que había en el lugar, pero
no sabíamos cuál, por lo que se hacía
más difícil el rescate de los cuerpos, pues para
ello no existía otra alternativa que no fuera la de bajar
al pozo para llegar a los cuerpos, máxime que en esa
época no teníamos ni equipos de respiración.
Realizamos comprobaciones con una gallina amarrada con un cordel,
la bajamos y al llegar a la mitad del pozo, murió
instantáneamente. Se realizó la segunda prueba con
un conejo, que murió mucho antes de llegar a la mitad del
pozo. Era evidente que existía una gran
concentración de gas mortal, pero había que
rescatar a los obreros que yacían desde hacía
más de seis horas en el fondo del pozo.
"¿Qué hacer?", era la pregunta. Las decisiones
fueron las siguientes: —Con un compresor de aire del
central, bombear aire hacia el interior del pozo para disminuir
la concentración del gas mortal. —Se pidió
ayuda por teléfono al director de la Empresa "Cubanito" de
Matanzas que era, en esa época, la única que
poseía tres equipos de oxigeno para trabajar en casos de
averías de amoniaco, y nos los enviaron en un auto. Esta
gestión demoró cuatro horas, durante las cuales
estuvimos suministrando aire al pozo, lo que produjo efectos
positivos. Cuando llegó el equipo de respiración
artificial, hicimos una nueva prueba, bajamos una gallina
amarrada y esta murió al llegar al fondo, sobre los
cadáveres, lo que indicaba que la concentración
venenosa había bajado a la superficie del agua y que mucho
menor. Estaban creadas las condiciones más seguras a que
en ese momento podíamos aspirar para realizar el rescate
antes de que llegara la noche. Un momento difícil y de
discrepancias fue el de decidir cuál de los cuatro
bomberos que allí estábamos debería bajar,
todos queríamos ser el primero y cumplir la riesgosa
misión. El segundo jefe del órgano, quien a su vez
era mi hermano, imponiendo su jerarquía y autoridad,
dispuso que sería él. Después de una larga
discusión logré convencerlo de que debería
de ser yo, pues era el más joven del grupo, no
tenía hijos y era muy delgado, por lo que me
resultaría más fácil pasar por dentro de los
dos raíles que sujetaban la tubería de agua, ya que
el rescate debería hacerse amarrado con una cuerda, pasar
por un hierro y por ahí mismo extraer los
cadáveres, uno a uno, es decir, tenía que subir y
bajar cuatro veces. Me acoplé el equipo de
respiración, se realizó el amarre y comenzó
el descenso hacia la muerte o la victoria: era un momento de
extrema tensión. Cuando bajaba lentamente y ya
había rebasado los raíles atravesados, como
habíamos previsto, quedaba un estrecho margen. Alguien del
público se acercó al pozo, al mirar observó
el brillo del botellón de oxígeno que yo llevaba en
la espalda y gritó: "¡Murió también!
tiene la cabeza colgando hacia atrás". Yo que oigo eso,
comienzo a hacer señas, pero el nerviosismo se apodera de
todos, en especial de mi hermano, y comienzan de inmediato un
ascenso acelerado, de manera que en cuestión de segundos,
yo me encontraba arriba, lo grave fue que me pasaron por dentro
de los dos raíles a una velocidad tal, que si tropiezo con
ellos, no estuviera haciendo el cuento, me hubieran matado, aun
no me he podido explicar cómo fue posible que ni me rozara
un hierro. Comienzo de nuevo el descenso, no sin antes prohibir
el acceso al pozo de personas ajenas a los bomberos. Ya abajo,
encima de los cadáveres, comienza la etapa más
difícil e impresionante, los cuerpos se encontraban
rígidos por la cantidad de horas que llevaban inertes. A
dos de ellos tuve que partirles las manos y a otro una pierna,
para poder pasarlos por dentro de los raíles. Subí
con el primero, y al bajar al segundo rescate, llegando a la
plataforma, se me traba la máscara de goma con la soga,
penetra el gas, me produce un gran mareo y pierdo en conocimiento
por varios segundos, me recupero y realizo el segundo rescate.
Tomé las medidas para evitar un nuevo accidente que pudo
ser mortal. Cuando realizo el tercer rescate, realmente me faltan
fuerzas y tengo una gran tensión; se decide que no bajara
más y el último rescate lo realizara otro bombero
de Colón. Concluida la labor, los familiares, la
población y la administración del Central,
manifestaron su agradecimiento y nosotros la satisfacción
del deber cumplido. Poco tiempo después, en las
investigaciones practicadas por los organismos competentes,
conocimos que se trataba de altas concentraciones de gas
cianhídrico, que se produce por la descomposición
de la materia orgánica, altamente venenoso y mortal, pues
revienta el bulbo raquídeo, y además penetra por
los poros y produce la muerte instantánea, por ello lo
más efectivo en el trabajo fue el intercambio de aire con
el compresor, pues de lo contrario, aun con el equipo de
oxígeno no hubiéramos sobrevivido en la
acción. Tuvimos afectaciones secundarias y
permanecí tres días ingresado en el Hospital
Militar.

La niña en el pozo Testimonio del 1er. Tte.
Ingeniero Lázaro León Corrales Una llamada
telefónica atendida por el Tte. Corp. José A.
Mederos puso punto final a la reunión de trabajo del mes,
pues la información ocupó la atención de los
presentes. Era el día 20 de marzo de 1985, alrededor de
las 16:20 horas, cuando fuimos convocados por el jefe del
Departamento de Prevención y Extinción de Incendios
de Pinar del Río, quien ultimó detalles con el
grupo. La cuestión era la desaparición de una
niña de cuatro años de edad, en las afueras de la
localidad del municipio de Candelaria; teniéndose como
indicio que aparentemente había caído en un pozo de
má s de 300 pies de profundidad y 40 cm. de
diámetro; a donde se dirigieron de inmediato los
técnicos de Rescate y Salvamento. Transcurridas dos horas
y quince minutos llegamos al lugar conocido por C.P.A. Comandante
Pinares, realizándose de inmediato, junto con los
compañeros de la P.N.R., el acordonamiento que facilitara
aislar el personal ajeno de las acciones que se
realizarían y, con ello, la mejor ejecución de la
operación. Cabe también preguntarnos si estas
irresponsabilidades no significan un crimen, c uando se deja
tapado de forma inadecuada el brocal de un pozo, que representa
una trampa contra la vida.

A la altura de los acontecimientos, esta labor no
resultó nada fácil, pues cerca del brocal ya se
encontraban alrededor de cien personas, mientras que,
atraídos por la noticia, se sumaban más vecinos de
aquellos confines. Era lógico que cualquier persona en su
sano juicio pensara que, si la niña había
caído a semejante profundidad —aproximadamente la
altura de un edificio de 36 pisos—, ya no tenía
vida, lo que justificaba la presencia de los técnicos de
Criminalística, el forense y hasta el carro
fúnebre. Después de un rápido estudio del
caso, ya en el terreno, y del fallido intento del técnico
de rescate José A. Martínez, quien descendiera al
pozo con equipo de respiración artificial, se
procedió a la ejecución del rescate tal y como se
había concebido desde el mismo momento en que se
recibió la información. Al lanzar la soga con un
grampín de 14 cm. de largo desde la base hasta su extremo
superior, este se trabó en dos ocasiones con la camisa
metálica del pozo, siendo salvado el escollo con singular
destreza por el compañero Rolando Padrón, quien lo
manejaba con serenidad y firmeza. Al sentir que el gancho
había atrapado algo en el fondo del pozo, Rolando
comenzó a tirar de la soga suavemente y, de repente, cree
escuchar una voz apagada que le dice "Aguanta, aguanta", por lo
que se quedó pasmado y detuvo el ascenso, moviendo la
cabeza en un gesto de incredulidad; no obstante, lo atribuye a
alguno de los combatientes que se encontraban a su alrededor, o a
su imaginación. Continúa tirando de la soga,
tratando de que lo que ascendía no se golpeara con las
paredes, ni se desprendiera del grampín. Cuando,
según sus propios cálculos, la soga iría por
lo menos a mediación del trayecto, vuelve a escuchar, con
más claridad ahora, la misma voz apagada, pero esta vez
sin pronunciar palabras, sólo un gemido. Estupefacto,
detiene de nuevo el ascenso y refiere lo sucedido a uno de sus
compañeros, quien lo mandó a callar para evitar una
falsa alarma. Pero en la mente de Rolando ya no hay dudas, sabe
que lo que asciende es la niña, y sus dedos se aferran a
la soga como, sin saberlo él, los garfios del
grampín se aferran al dobladillo del pantalón de la
niña. Tal parece que supieran, como Rolando, que esta vez,
posiblemente la primera en la historia de hechos similares, le
jugaban a la muerte una mala pasada: arrancar de sus garras a la
Sulanis enamorada de la vida. Con los músculos en
tensión y la respiración entrecortada, el
combatiente continuaba trabajando. Mientras tanto, de su mente no
se apartaba una idea que tal vez explicara aquel gemido que
escuchara: "Seguramente que, como la camisa metálica del
pozo no llega hasta el fondo, al llegar su cuerpo a la entrada de
esta, y yo halar para que entrara, se arañó, y por
eso gimió". De repente, el cuerpo sale por la boca del
pozo, con los pies hacia arriba, y por ahí Rolando la
sujeta firmemente. Guillermo, quien se encontraba cerca de
Rolando, también la sostiene por un brazo y ambos la
depositan en la camilla.

Por la forma en que estaba, desmadejada y fría,
reinó de momento un silencio sepulcral, y entonces, ante
el asombro de todos los que la miraban, la niña
abrió los ojos y movió sus manitas tratando de
incorporarse.

Andrés, jefe del carro, no le dio tiempo a que
persistiera en su intento, pues como un bólido la
arrancó de la camilla, al tiempo que gritaba:
—¡Está viva, está viva! —y se
lanzó a correr hacia un jeep de la Policía, cuyo
conductor estaba tan emocionado que, para pedir vía, en
vez de conectar la sirena se colocó el silbato en la boca
y no dejó de soplarlo hasta llegar al policlínico
de Candelaria. Una vez allí, se le suministró
oxígeno a la niña y se procedió enseguida a
extraerle las flemas, despoj ándola de sus ropas empapadas
en agua. Con varias lámparas, y con el objetivo de que
regulara rápidamente la temperatura, comenzó a
dársele calor con cuidado. Mientras el médico la
reconocía, hizo el intento de chuparse el dedo.
—¿Tienes hambre? —le preguntó
Andrés, quien no se había separado de ella ni un
minuto e incluso participaba en la aplicación de los
primeros auxilios. —Sí —respondió la
niña. —¿Quieres leche o jugo? —Leche.
—¿En pomo o en jarrito? —En pomo. —Mira,
el pomo está en la casa, mejor te la tomas en el jarrito.
—¿Eh?

Un vecino trajo la leche y después de tomarla,
trató de dormirse, pudiendo al fin chuparse su dedito.
Momentos después fue trasladada hacia el hospital docente
de San Cristóbal. Al ser auscultada, la pequeña
Sulanis presentaba hipotensión arterial ligera, los
miembros estaban fríos y había comenzado a regular
la temperatura de su cuerpo, reportando 35,6 grados. Tenía
aliento acetónico debido a la hipoglucemia, algunas
escoriaciones, un pequeño hematoma y ligeras quemadura s
en la parte inferior de ambos pulgares, así como un golpe
en la espalda, por lo que fue ingresada bajo el
diagnóstico de politrauma y pronóstico reservado,
debido a la posible rotura de vísceras. Tras una
rápida recuperación, pedía alimentos y
reclamaba la presencia de la madre. El dramático rescate
de Sulanis representa, en la actualidad, una experiencia
única en el mundo, a la cual ayudaron, además, los
fenómenos físicos que, debido a la ausencia de
lluvias, se producían en esos momentos en el pozo. La
prolongada sequía produjo un gran descenso en el nivel del
manto freático, dejando al descubierto las galerías
subterráneas por donde llegaba el agua hasta ese lugar.
Estas cavernas, frecuentes en la topografía cársica
de la provincia, se comunican con grietas y cuevas que llegan a
la superficie, lo que explica la presencia de aire a esa
profundidad. La fuerza de este elemento actuó sobre el
cuerpo de la pequeña, quien, con su ropa inflada, ocupaba
al caer la casi totalidad del túnel, permitiéndole
de esta forma disminuir considerablemente la velocidad y
convertirse a la vez en una especie de émbolo que
descendía suavemente a través del tubo. El poco
diámetro le impidió variar de posición
durante todo el trayecto. Pero, sin lugar a dudas, lo que la
mantuvo con vida durante más de diez horas fue la
magnífica ventilación existente, ya que en un
agujero tan estrecho, y a esa profundidad, la atmósfera se
encuentra generalmente enrarecida y caliente, haciendo
prácticamente imposible la respiración. De haber
sido este tiempo menos seco, al punto de elevar el nivel de las
aguas subterráneas de esa zona, la corriente de aire que
detuvo su caída no hubiera existido y, en lugar de aire
fresco, el agua habría llenado los pequeños
pulmones de la que hoy todos han dado en llamar LA NIÑA DE
LOS DOS CUMPLEAÑOS.

Capítulo V

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter