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El Espíritu Santo en la Iglesia



  1. Introducción
  2. La
    obra del Espíritu Santo en la
    Iglesia
  3. La
    obra del Espíritu Santo a nivel
    personal
  4. Conclusión
  5. Bibliografía

INTRODUCCIÓN

El trabajo que tienes delante, más que un trabajo
es un corto resumen, expuesto de forma breve, resumida pero a la
vez concisa, de la Gran obra del Espíritu Santo en la
Iglesia Primitiva, o Iglesia de los Orígenes como dicen
algunos. Un trabajo que sin duda ofrece sus retos. Primeramente
porque no es fácil expresar en unas pocas páginas
la Gigantesca Obra que ha hecho el Espíritu Santo en la
Iglesia Primitiva. Tanto es así, que tenemos
prácticamente todo el Nuevo Testamento que habla de ello,
y son muchas más páginas que un breve trabajo como
este, y aun así vemos que ellos expresan también de
forma resumida lo que han visto y oído, puesto que no
habrían folios para exponer todo lo que estaba haciendo el
Espíritu Santo.

Empezaremos exponiendo resumidamente la obra del
Espíritu Santo, hablando acerca de Él en la
historia, o sea, en los primeros siglos, cuando aún no se
había formado una doctrina solida del mismo. Luego de
exponer como veían el tema del Espíritu Santo los
padres de la Iglesia, volveremos al inicio de la misma, el
Pentecostés. Y trataremos de relatar apoyándonos en
la Biblia así como en algunos otros autores actuales el
gran acontecimiento que ha sido el Pentecostés.
Reconociendo primeramente que este ha sido uno de los mayores
acontecimientos de la historia de la humanidad. Acontecimiento
que da inicio a la "era cristiana". A partir de este
acontecimiento es cuando empieza la explosión del
cristianismo a esparcir por todo el mundo.

Al hablar una poco de la obra del Espíritu Santo
en la iglesia como una comunidad unida en Cristo y no una
organización tipo gubernamental o política,
repasaremos como la cuida, la prepara, la capacita y la
guía para que haga la obra que le ha sido encomendada.
Luego hablaremos también de la Obra que hace el
Espíritu Santo en la vida personal de cada miembro de este
Cuerpo que es Cristo. Cómo actúa, cómo
realiza en el hombre la conversión y otros aspectos
más. Te invitamos a conocer un poco más de esta
historia tan espectacular que desde hace mucho está siendo
formada, y que no terminará hasta que el mismo fundador
venga para concluirla, una historia llamada
cristianismo.

1. LA OBRA DEL
ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA

1.1 El Espíritu Santo En La
Historia

Podemos decir que el cristianismo es lo que es hoy
porque se ha concientizado que el Dios revelado en las Escrituras
es Padre, Hijo y Espíritu Santo. El cristianismo es no en
tanto, activo, dinámico y progresivo tanto en su forma,
desarrollo y progreso. "Es sabido que desde los días
en que se redactan los escritos neotestamentarios y a lo largo de
los tres primeros siglos de cristianismo, la ocupación
teológica primaria fue la cristología, la persona
de
Jesucristo. Y en oblicuo, y paulatinamente,
la pneumatología, el Espíritu
Santo."1 Pero fue

solamente con el correr del tiempo que la Iglesia
transformó el legado escritural de la verdad concerniente
al Espíritu Santo en una formulación doctrinal y
teológica. Muchos de los Padres de la Iglesia Primitiva y
la mayoría de los primeros credos hicieron referencia al
Espíritu Santo, pero por lo general la doctrina no fue
hecha objeto de controversia, y por consiguiente no fue
desarrollada. El credo de los Apóstoles que simplemente
dice: "Creo en el Espíritu Santo", data del primer siglo
en su compilación original. "La primera
teología madura sobre el Espíritu Santo aparece
propiamente en el siglo II se prolonga en el III y

llega a su culmen en los siglos IV y
V."2 Recién en el siglo cuarto
(IV) le dio su forma moderna.

Es evidente que las primeras décadas de la
Iglesia por lo menos estaba entregada a la verdad de la
existencia y el ser del Espíritu Santo. Pero si volvemos
al primer siglo y echamos un vistazo en el libro de los Hechos,
vemos que el acontecimiento más grande es la
irrupción, la efusión del Espíritu Santo. El
Espíritu Santo es, prácticamente, el motor de todo.
Si comparamos Hechos con las Epístolas de Pablo, es cierto
que no encontramos en los Hechos grandes declaraciones
teológicas sobre el mismo pero si uno lee atentamente se
da cuenta que es una realidad que lo impulsa todo.

Uno de los primeros autores que mencionaron
el Espíritu Santo fue:

Clemente de Alejandría (155-220 D. C.).
Escribió: "El espíritu Santo es uno y el mismo por
todas partes". Él enseñó que el
Espíritu Santo, descendiendo del cielo sobre el hombre, le
hacía capaz de contemplar las cosas divinas.

Tertuliano describió en el (160-222
D. C.), sobre el bautismo en aguas, una confesión
específica de fe en el Espíritu Santo es
indicada, antes de la inmersión. Tertuliano fue el
2 Ibid., pp.68-69 primer Padre
de la Iglesia que usó el término "trinidad"
aplicado en referencia a las personas de la Deidad, colocando
consecuentemente al Espíritu en la misma base con el Padre
y con el Hijo.

En cierta ocasión Tertuliano se refirió al
Espíritu Santo como el "Vicario" de Cristo. Esta palabra
significa "substituto", pero desde entonces ha sido adoptada por
la Iglesia Romana y es usada para el Papa.

Orígenes (186-253 D. C.) En una
declaración de las doctrinas de su tiempo dijo: "El
Espíritu Santo es asociado con el Padre y el Hijo en honor
y dignidad. No es claro si fue o no engendrado. Él
inspiró a los escritores sagrados". De otros escritos es
evidente que Orígenes adoptó la posición de
creer que el Espíritu Santo es increado.
Enseñó que el ministerio del Espíritu Santo
era para otorgar santidad, y que la doctrina del Espíritu
emanaba solamente de la revelación.

Por otro lado no todos los registros
antiguos concuerdan con la ortodoxia.

Los Monarquíanos Al comienzo del
(segundo) II siglo, enseñaban que el
Espíritu Santo no es distinto del Padre y del
Hijo.

Pelagio (360-420 D. C.) rechazó la doctrina de la
obra creativa del Espíritu en regenerar a los creyentes, y
con esto comenzó una línea de pensamientos que ha
llegado a estar representada por el Unitarianismo y ciertos
liberales extremados.

La Escuela Macedonia Anterior al concilio de Nicea (425
D. C.) negó la personalidad y la Deidad del
Espíritu.

Hipólito (Siglo III) es responsable de haber
presentado al Espíritu Santo como una mera fuerza en vez
de una persona.

Aún los creyentes ortodoxos no siempre estaban de
acuerdo con la sana doctrina. Las funciones de la Palabra y el
Espíritu eran evidentemente confundidas.

1.2 El Espíritu Santo
Establece la Iglesia

El libro de los Hechos es sin duda el libro por
excelencia en la presentación de la Iglesia desde sus
inicios en Jerusalén hasta que Pablo, el mayor
"héroe" de la Iglesia primitiva, llega la principal ciudad
del Imperio Romano. El libro nos ofrece además una
panorámica de la vida y de la predicación de esta
comunidad primitiva que ya en sus inicios fue llamada
"cristianos". Nos muestra como desde Jerusalén
siguió su expansión del Evangelio hacia Samaria,
Antioquía, Asia Menor, Grecia hasta llegar a Italia. Es
también en este libro donde vemos de una forma clara y
eficaz que la Iglesia debe su origen y existencia

misma al Espíritu Santo. Al hablar de la Iglesia
Primitiva, por supuesto que nos referimos a la Iglesia o
comunidad del primer siglo, la primera comunidad de Cristianos,
la cual cómo el mismo libro de los Hechos nos relata, tuvo
su inicio en Pentecostés. Día en el cual los mismos
discípulos de Jesús aguardaban todos
unánimes el cumplimiento de la promesa (Hch.

2:1). Aguardaban conforme al mandato del Mismo
Jesús, que les dijo que no saliesen de Jerusalén
sino que esperasen la promesa del Padre (Hch. 1:4). Y así
lo hicieron como nos relata Lucas en el libro de Hechos, y el
día de Pentecostés el principio de vida fue
impartido a la Iglesia, poniendo así el combustible a su
motor para que empezara a funcionar y avanzar. Y mientras que la
Iglesia exista aquí en la tierra, ese mismo
Espíritu Santo continuará morando en la Iglesia y
dándole la vida tan especial. "Jesús
consideró a sus discípulos como el remanente de
Israel que aceptó su proclamación del Reino y que
después formó el
verdadero pueblo
de Dios, el Israel espiritual."3 Los
doce apóstoles elegidos por Cristo para dar
inicio a Su movimiento, el cristianismo, ellos son los encargados
a partir de Pentecostés de esparcir el Evangelio de
Salvación al Mundo. El Espíritu Santo, que
allí les fue concedido, es quién les dará la
fuerza y la entereza para evangelizar. "Esta actuación del
Espíritu del Señor tendrá una continuidad
ininterrumpida en todo el tiempo de la Iglesia que entonces se
inicia"4

Una de las contribuciones importantes del
Espíritu Santo a la Iglesia es constituida
por el hecho que ha dado y confirma la Palabra escrita. Por
medio de una intuición directa en el corazón del
creyente el Espíritu Santo constituye una
declaración de que Dios es el Autor de las Escrituras. Eso
es lo que le da al cristiano la seguridad de que la palabra que
es manual de su vida, la Guía de la Iglesia, es la
verdadera Palabra de Dios, confirmada por Cristo y sellada por el
Espíritu Santo.

Dios tiene una Iglesia sobre la Tierra, la cual
está compuesta por todos los verdaderos cristianos. Esta
Iglesia podríamos decir, es un organismo espiritual del
cual es miembro todo creyente verdadero, sea cual fuere la
afiliación a organización externa que tenga. Esta
iglesia no es otra sino el cuerpo en el cual todos los miembros
están vitalmente unidos, de manera que ellos no viven
sólo por sí y para sí mismos, apartado de
los demás, sino que están unidos unos con otros en
un enlace real. A esta iglesia, se entra a formar parte por medio
de Jesucristo, pues Él es la puerta (Jn. 10:9). Nadie
entra en la iglesia sino por la puerta. "Pero fuera de la
puerta, por así decirlo, está el Espíritu
Santo, quien en forma soberana se acerca
a
ciertos individuos y los conduce irresistiblemente hacia esta
puerta, y a través de ella, de
manera
que se conviertan en miembros de la Iglesia de
Jesucristo."5 En otras palabras, es
el Espíritu Santo quién establece esta Iglesia
verdadera. Y esta naturaleza fundadora del Espíritu Santo
así como el método que Él utiliza para
establecer la Iglesia es algo que vemos claramente delimitado en
las Escrituras, especialmente en el libro de los Hechos de los
Apóstoles. Si ponemos atención por ejemplo en el
acontecimiento de Pentecostés (Hch. 2:1- 13),
nos damos cuenta de que Lucas pasa a describir un acontecimiento
que tuvo carácter constituyente en la existencia de la
Iglesia primitiva. Escena de enorme trascendencia en la historia
de la Iglesia nos narra Lucas en este capítulo del libro
de Hechos. A esta escena, como a algo extraordinario, se
refería Jesús cuando, poco antes de Su
ascensión, avisaba a los apóstoles de que no se
ausentasen de Jerusalén hasta que llegara este día
(Hch. 1:4, 5).

Cuando se cumplieron los días: Esta
introducción nos asegura que llegamos a una fecha
importante en la historia lucana del pasado que dio existencia a
la Iglesia. Con la misma fórmula se anunciaba el
nacimiento del hijo de María (Lc 2,6) y la
inauguración del viaje-éxodo de Jesús (Lc
9,51). Equivale, por consiguiente, a un indicativo que
señala el principio de las etapas más importantes
en la historia sagrada de Lucas. Aquí señala el
terminus a quo para la nueva era de la Iglesia,
inaugurada
por el don del
Espíritu.6

Es ahora precisamente cuando puede decirse que va a
comenzar la historia de la Iglesia, pues es ahora cuando el
Espíritu Santo desciende no como una promesa invisible,
sino como un hecho visible sobre la "iglesia" para darle
la vida y cargarla con el combustible necesario para que su motor
funcione y empiece así su movimiento.

Tenemos además los Evangelios, así como
las cartas Paulinas que nos dan más detalles del proceso
de esta iglesia, del funcionamiento de esta maquinaria a partir
de entonces, así como los procedimientos para una persona
hacer parte de la misma. Las Escrituras nos dicen que "el que
no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el
reino de Dios" (Jn. 3:5),
con lo cual entendemos que uno
debe nacer de nuevo por el Espíritu Santo a fin de entrar
a formar parte de la iglesia de Cristo, como Jesús lo
indicó a Nicodemo. Además, todo miembro debe
confesar que Jesucristo es el Señor, y esto sólo se
puede hacer con el poder del Espíritu, como lo dijo Pablo:
"nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema
a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor,
sino por el Espíritu Santo (1Cor.

12:3). Y eso, una vez más nos confirma que
la iglesia, la cual Cristo es la cabeza, es
establecida por el poder del Espíritu Santo. Como
algunos autores dicen: "Del mismo modo que el Espíritu
Santo formó el cuerpo físico de Jesucristo en la
encarnación, así también forma el cuerpo
místico de Jesucristo, es decir, la
iglesia."7

1.3 El Espíritu Santo
Administra la Iglesia

En la Iglesia que es el cuerpo de Cristo, cada miembro
está puesto de tal manera que pueda ejercer la
función que le es propia. El Espíritu Santo da a
cada miembro del cuerpo de Cristo un don o una facultad
particular, según Él quiere (1 Cor. 12:11). Estos
dones o talentos, son los que permite a la Iglesia el ejercer su
actividad de forma ordenada y efectiva y servir a Dios
honradamente. Cristo mismo ha capacitado a unos como
apóstoles, profetas, maestros, etc., (Ef. 4:11) El
Espíritu Santo dirige la administración de la
Iglesia para que se tomen decisiones sabias (Hch. 6:1-7).
Es Él quien en un momento de discordia y
murmuración da las instrucciones para la resolución
eficaz del problema, de forma que todos sean atendidos de igual
manera, y que la administración sea más justa y
eficaz (Hch. 6:1-7). Es quién coordina y organiza la
iglesia, y da la presenta la forma que la Iglesia debe ser
administrada. Es Él quien equipa a la iglesia
completamente para que sea capaz de llevar adelante la obra del
ministerio y para la edificación del cuerpo de Cristo. En
todo el libro de los Hechos vemos como el Espíritu Santo
es quién pone a parte a los que quiere que trabaje en Su
obra, como el caso de Bernabé y Pablo. Vemos como dirige a
los discípulos indicándoles por donde pasar y por
donde no pasar, y qué hacer en cada
situación.

Todos los negocios y el programa de la Iglesia en la
tierra deben estar bajo la dirección y la guía del
Espíritu Santo (Hch. 20.28; 15.28). La Iglesia progresa en
la medida que el Espíritu Santo es permitido ser el
líder de ella. Si nos fijamos en los Evangelios, cuando
Jesús al inicio emprendió la tarea de formar Su
Iglesia, vemos que Él ha comenzado con un pequeño
equipo de trabajo, los cuales Él mismo los preparó
como líderes. Ese equipo central que era al inicio de 12
luego fue ampliado a 72, y en Pentecostés vemos que
llegó a crecer hasta llegar a un grupo de 120.
"Él adopta el mismo criterio hoy, preparando gente
para el liderazgo que le dé continuidad a la obra de
crecimiento y desarrollo de su iglesia en
un
compañerismo activo con él".8
Y para poder entender por qué Cristo lo hace
así, primeramente tenemos que darnos cuenta
de que, desde el mismo principio de Su obra Dios
decidió incluirnos como amigos y colaboradores en la
misma. Él quiso y sigue queriendo que seamos parte de la
administración de Su obra, Su pueblo, Su Iglesia,
juntamente con el Espíritu Santo, que es principal
administrador y Cristo que es la cabeza de la misma. Vemos que
desde la Creación Él dotó a Adán y a
Eva con todas las facultades y dones necesarios para ejercer el
dominio y la administración de lo que había creado
en Su nombre (Gn. 1:28). Y aún que el ser humano ha
fallado y ha decepcionado a Dios en la responsabilidad de
gestionar lo que le había encomendado, aun así, al
nacer de nuevo por medio del bautismo, Él nos hace una
nueva creación, y al entrar por la puerta que es Cristo
volvemos a hacer parte de esa nueva realidad del Reino de Dios.
Es entonces cuando los privilegios y responsabilidades que
habíamos recibido para gobernar y gestionar nos son
restaurados por el Poder del Espíritu Santo, quién
capacita, prepara y pertrecha al pueblo de Dios para entrar otra
vez en una cooperación activa y dinámica con las
Tres Personas de la Trinidad. No queda duda de que el
Espíritu Santo de Dios está siempre dispuesto a
capacitar a los creyentes y a dotarles con las facultades
necesarias en la labor de administrar, gestionar y liderar la
obra de Dios, pero es deber nuestro como Sus siervos, pedir Su
dirección y permanecer constantes en Su camino.
"Él guía indudablemente: pero tanto sus
orientaciones, como la capacidad para reconocerlas y obedecerlas,
podrán aprovecharse únicamente cuando cedamos el
lugar al
Espíritu Santo, quien es el
legítimo representante de Cristo sobre la
tierra."9 Vemos a
través de las Escrituras y también de
la historia, que la iglesia primitiva era completamente
consciente de encontrarse bajo la acción y
conducción del Espíritu Santo y de estar llena de
sus dones. Así vemos como el Señor glorificado
ejerce Su plena autoridad sobre ella.

1.4 El Espíritu Santo Y La
Evangelización

El Espíritu Santo da la fuerza y el
ánimo para predicar (Hch. 4:8,
13,31
).

Los discípulos que antes
veíamos con rasgos de timidez y cobardía (Mt. 26:5;
26:69-74), ahora les vemos transformados en
intrépidos propagadores de a doctrina de Cristo
(Hch. 2:14). Pedro predica ante el Sanedrín
cuando antes negó a Jesús ante ese mismo tribunal
(Hch. 4:18-20). La narración que
encontramos en (Hch. 2:14-52) es interesante porque contiene el
primer sermón cristiano. Pues antes estábamos
"acostumbrados" a escuchar sermones de boca de
Cristo, pero ahora vemos por primera vez, un sermón acerca
de Cristo en boda de otro. Eso sí es algo
más que interesante, y que se hará luego, cada vez
más común entre los diferentes personajes del Nuevo
Testamento.

A medida que la iglesia primitiva se va organizando y
avanzando en su labor, vemos que usaban básicamente cuatro
tipos de predicaciones:

1. Había lo que se llama el Kerygma, que quiere
decir literalmente el anuncio de un pregonero, y consiste en la
exposición de los hechos clave del Evangelio que no se
pueden negar ni discutir, como vieron claro los primeros
predicadores.

2. Había lo que se llama la didajé,
que quiere decir literalmente enseñanza, y que dilucida y
desarrolla el significado y las implicaciones de los hechos que
se han proclamado. Para decirlo en términos actuales, es
como si, después que el predicador ha expuesto los hechos
incontestables, los oyentes le preguntaran: « ¿Y
ahora qué?» La didajé sería la
respuesta a esa pregunta.

3. Había lo que se llama la
paráklésis, que quiere decir literalmente
exhortación. Esta clase de predicación presentaba a
los oyentes la obligación de ajustar su vida al Kerygma y
a la didajé que ya les habían dado.

4. Había lo que se llama la homilía, que
quiere decir el desarrollo de un tema o departamento de la vida a
la luz del Evangelio.

Habiendo ya en la iglesia primitiva estas cuatro clases
de predicaciones, cabe puntualizar que no habría una mejor
que otra a la hora de llevar las buenas nuevas de Cristo
Jesús, sino que "una predicación integral tiene
algo de los cuatro elementos: contiene la proclamación de
los hechos clave del Evangelio; la explicación del
significado de tales hechos; la exhortación a ajustar a
ellos la vida, y el desarrollo de todas las actividades de la
vida a la luz del Evangelio."10
Aspectos que sin duda el Espíritu Santo fue obrando
en la vida de los discípulos o pregoneros del Evangelio,
para que fuera más eficaz su labor de evangelizar al
mundo.

Ahora bien, en cuanto al libro de los Hechos, donde se
inicia la iglesia y así la predicación del
evangelio, nos encontramos especialmente con el tipo de
predicación kérygmática, porque
este libro nos relata la proclamación de los hechos del
Evangelio que se dirige a los que todavía no los conocen.
Y la responsabilidad de dicha proclamación del Evangelio,
reposaba sobre los discípulos de Cristo, los cuales, como
nos dice Clemente de Roma, "llenos de la seguridad que da el
Espíritu Santo, los apóstoles partieron
para
anunciar por todas partes la buena nueva
de la venida del reino de los cielos".11
Una vez lleno del Espíritu Santo, el individuo no
puede hacer otra cosa que compartir la esperanza que tiene. El
estar lleno del Espíritu Santo nos lleva inmediatamente y
de una forma extraordinaria a la evangelización, a la
predicación del Evangelio. Eso es lo que vemos cada vez
que el Espíritu Santo elige y envía a un individuo
a trabajar en Su obra, de eso nos da testimonio especialmente el
libro de los Hechos.

Es el Espíritu Santo quién dice a
dónde hay que ir y a donde no hay que ir. Él elige
los caminos por donde sus obreros han de pasar, y va delante
preparando cada detalle.

· Hch. 13:4, 51,
52
(positivo).

· Hch.
16:6,7
(negativo).

Además, es Él Espíritu Santo
que también elije a las personas que deben servir en la
obra de Evangelizar al mundo impartiendo las Buenas Nuevas de
Cristo Jesús: "Apartadme a Bernabé y a Saulo
para la obra a la que os he llamado" (Hch.
15:2).

1.5 El Espíritu Santo Unifica
A La Iglesia

Vemos a través de las Escrituras que la obra del
Espíritu Santo no se limita a establecer la Iglesia de
Cristo, llevar el hombre a la conversión, restaurar sus
vidas e incorporarlos al cuerpo de Cristo, sino que además
unifica a la Iglesia, al Cuerpo de Cristo. Y eso lo hace morando
en cada miembro de este cuerpo (1 Co. 3:16, 6:19). Y es por medio
de este morar constante del Espíritu en los miembros es
que ellos permanecen unidos a Cristo, la Cabeza de la Iglesia. El
Espíritu Santo es siempre el mediador de la unión
del creyente con Cristo; es decir, Cristo mora en el creyente por
medio del Espíritu o a través de Él. Como
dice Pablo: "Hay un solo cuerpo y un solo
Espíritu […]"12 Y el
mismo apóstol lo sigue diciendo:

"ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni
libre; no hay varón ni mujer; porque todos

vosotros sois uno en Cristo
Jesús".13 Seguramente si de no
ser así la iglesia no existiría, pues
¿cómo podría el cuerpo vivir separado
de la cabeza o los miembros separados del cuerpo? Así
"no sólo los creyentes individualmente mantienen una
unión vital y mística con Cristo, la

Cabeza, sino que también mantienen una unión
real entre sí."14 Y esta es
una realidad que sin duda, todos los que somos
cristianos la hemos experimentado al reunir con verdaderos hijos
de Dios de diferentes culturas, lenguas, etc.

Ahora sí, es importante no confundir uniformidad
con unidad, pues "notemos que dentro del Cuerpo, como se ha dicho
frecuentemente, no hay uniformidad pero sí unidad dentro
de la diversidad".15 Eso es, somos
muy diversificados, pues así fuimos creados, pero somos
unidos porque la unidad del Espíritu es una unidad
Espiritual. Es una unidad producida por Él en el
corazón y la conciencia de todos aquellos que son de
Cristo. Nos estamos unidos a una organización, sino unidos
a un Ser, Cristo Jesús, Quién nos Creó, nos
Salvó y nos Redimió.

Sin embargo, esta unidad no es algo de lo cual
debiéramos sorprendernos, pues si recordamos lo que nos
dice Lucas en Hechos vemos que ya desde su fundación, la
unidad era algo que ya anticipaba a la misma: "Cuando
llegó el día de Pentecostés, estaban todos
unánimes juntos."16 Y nos
asombramos aún más, cuando vemos cómo
vivían en relación a las cosas materiales, bienes,
alimentos, etc.: "Todos los que habían creído
estaban juntos, y tenían en común todas las
cosas."17 En esta familia, vista como
un cuerpo habitado por un Espíritu, no había lugar
para distinciones debidas a la riqueza o a la posición, al
sexo o a la nacionalidad; no había lugar para el orgullo
surgido de la ilustración o del privilegio
religioso.18 A final de cuentas,
ninguno de ellos tenía nada de que jactarse. "Todos ellos
habían sido rescatados por su Señor cuando en
manera alguna hubieran podido ganar su propia
salvación"19

La Epístola a los Efesios nos
enseña que una base inquebrantable de la unidad del
Espíritu. Y esta base está constituida por
básicamente siete elementos:

1. Un solo Dios y Padre de todos (Ef.
4:6).

2. Un solo Señor (Ef.
4:5)

3. Un solo Espíritu (Ef.
4:4)

4. Una sola fe (Ef. 4:5)

5. Un solo bautismo (Ef. 4:5)

6. Un solo cuerpo (Ef. 4:4)

7. Una sola esperanza (Ef. 4:4)

Estas son las bases de la unidad de la Iglesia de Cristo
dadas por Él mismo a través del Espíritu
Santo. Unas bases sólidas, establecida por acción y
voluntad de Dios. Bases que nos permiten a nosotros como
creyentes, disfrutar aquí en la tierra al menos un poquito
de la unidad vivida en el cielo. Como dice René Pache:
"Si los hijos de Dios pensasen que han de pasar juntos la
eternidad, sería a verdaderamente el momento de que
comenzaran a ponerse
de acuerdo aquí
abajo."20

2. LA OBRA DEL
ESPÍRITU SANTO A NIVEL PERSONAL

2.1 En El Creyente (Hch.
4:20-31).

El Espíritu Santo se constituye en el poder y la
capacitación para el creyente, para toda operación
y función espiritual. Para que un creyente pueda ser
espiritual, se requiere la presencia y el ministerio del
Espíritu Santo. Su ministerio es interno, tocando
profundamente el ser en quien obra. El creyente no debe estar
satisfecho con tener una "teología" del Espíritu
Santo; debe tener un sentir viviente de Su presencia y poder. Con
lo cual, al estudiar las Escrituras vemos que la obra del
Espíritu Santo en la vida del creyente son las
siguientes:

1. Regenera. (Jn 3.5 – Tito 3.5
– Jn 3.6).

2. Da seguridad (Rom. 8.16 – Ef.
4.30).

3. Mora en el creyente (Rom. 8.9
– Jn. 14.17 –1 Cor. 3.16, 17, 1 Cor. 6.19 – 2
Cor.
13.5)
8.26).

4. Santifica (Gál. 5.22, 23
– 1 Ped. 1.2)

5. da fortaleza (1 Tes. 1.5 – Ef.
3.16).

6. Guía y dirige (Rom. 8.14
– Jn. 16.13 – Jn. 14.26).

7. Ayuda al creyente en la adoración
y en la oración. (1 Cor. 14.15 – Ef. 6.18
– Rom.

8. Vivifica (Rom.
8.11).

10. Tiene comunión (Fil. 2.1
– 2 Cor. 13.14).

11. Unge. (1 Jn. 2.20,
27).

12. Sella. (2 Cor. 1.22 – Ef.
1.13).

Seguramente podríamos exponer
algunas obras más que el Espíritu Santo hace en
la vida del creyente, pero con eso tenemos lo
suficiente para ver que la obra del Espíritu Santo
en la vida del creyente es de inmensa importancia, y
además no tiene límites. La obra del
Espíritu Santo en la vida de todo aquel que cree en Cristo
no es solo importante sino necesaria, pues es Él
quién nos lleva al arrepentimiento, y nos hace ver todo
aquello que debemos abandonar, cambiar o restaurar en nuestras
vidas, a fin de ser verdaderos testigos de Cristo, a fin de estar
realmente preparados para que Él haga morada en
nosotros.

2.2 La Conversión del
Creyente

Vemos que a partir de Pentecostés todos los que
fueron agregados a la iglesia de Cristo, fueron impulsados a la
conversión por el Espíritu Santo que había
llenado a los discípulos que impartían la palabra.
"Es el Señor, y no los hombres, que añade a la
Iglesia los que son salvos (Hch. 2:7)."21
El Espíritu Santo es quién impulsa al hombre
a la conversión, tanto a nivel individual como colectivo.
Y eso lo podemos confirmar en los siguientes pasajes:

a. Las multitudes (Hch. 11:15, 16;
1:5; 2:4; 4:31; 9:31).

b. Pablo (Hch. 9:17).

c. Cornelio (Hch. 10:19, 44;
11:12).

Al hablar de conversión, muchos lo relaciona con
el Bautismo del Espíritu Santo, pero el cristiano no
siempre recibe al Espíritu Santo en el momento del
bautismo sino después (Hch. 8:14-17), como dicen
algunos estudiosos al escudriñar algunos texto
bíblicos que así lo describe. ¿Por
qué? Se han dado cuatro explicaciones básicas del
porqué tomando en especial el caso de Felipe:

1. En el caso de Felipe (Hch. 8:4-16). Felipe
estaba predicando y bautizando en Samaria, pero los bautizados
solo recibieron al Espíritu Santo cuando Pedro y Juan
fueron desde Jerusalén a Samaria y oraron por ellos para
que recibiera al Espíritu Santo. En este caso se dice que
como no era apóstol y eso es un carisma, Felipe no
podía transmitir el Espíritu Santo y esto lo
deberían hacer Pedro y Juan. Se trata de una idea
católica para apoyar la confirmación pero eso no
tiene base porque en el capítulo 9 Ananías impone
la mano a Saulo y le transmite el Espíritu santo
(Hch. 9:17).

2. Los prejuicios hacia los samaritanos eran tan grandes
que si no hubieran sido los apóstoles, hubiera sido para
los judíos muy difícil aceptar esta
situación.

3. La fe de los samaritanos no era del todo completa y
quizá hacía falta que se les predicara más
para que comprendieran mejor las cosas.

4. Hay quienes dicen que la fe de los samaritanos era
mágica porque sólo habían visto a Felipe
obrar milagros. Les hacía ver que se habían
convertido a Felipe y a sus obras y no a Dios. Pedro y Juan no
hicieron milagros allí y sólo predicaron a
Dios.

Estas son las explicaciones que se han dado en cuanto a
la obra de Felipe en Samaria, donde los bautizados no recibieron
al Espíritu Santo en el mismo momento. También se
habla del caso de Pablo, que tuvo su conversión cuando
Cristo se le apareció en el camino a Damasco, pero solo
recibió el Espíritu Santo cuando Ananías le
visitó y le impuso la mano (Hch. 9:17).

Pero, independientemente de si un individuo recibe o no
el Espíritu Santo en el momento de su conversión,
una cosa está clara, la conversión es el mayor
milagro que puede ser obrado en la vida del ser humano. Es el
nacer a una nueva vida, nueve presentes, nuevo futuro, una nueva
esperanza que nadie nos puede ofrecer sino Cristo por medio del
Espíritu Santo. Es el mayor regalo ofrecido jamás a
la humanidad, ya sea de forma personal o colectiva como hemos
visto, pues a final, en la colectividad están los
individuos, y la decisión a la conversión es
única y personal. La conversión, diría yo,
es aceptar la realidad que vivimos, pero no conformarnos con
ella, sino vivir aquí físicamente pero en el Reino
de los Cielos espiritualmente. El cristiano no solo necesita una
conversión, sino que debe pasar por una conversión,
y además recibir al Espíritu Santo en su vida. Pues
las Escrituras describen al hombre sin Espíritu como un
cadáver, incapacitado de hacer absolutamente nada (Ef.
2:1); o como huesos secos sin nada de vida esparcidos por un
valle desolado (Ez. 37).

Por otro lado, es importante tener claro que la
conversión no es sinónimo de conocer a Cristo
intelectualmente, o ir a la iglesia regularmente. Una persona
puede pasar toda su vida en la iglesia, escuchando sermones,
colaborando con las actividades, etc., y tener su
conversión en el último día de su vida.
Muchos han tenido esta experiencia, de ser creyentes por muchos
años pero no haber tenido una verdadera conversión.
Vemos por ejemplo el caso de Martín Lutero, que "fue
sacerdote durante doce años antes de declarar: En ese
momento sentí que había nacido completamente de
nuevo y que había entrado al mismo paraíso
a
través de portones que se
habían abierto".22 Lo mismo
pasó con John Wesley y cuando Jesús le
dijo a un hombre que tenía que nacer de nuevo (Jn. 3:7),
estaba hablando a uno de los líderes religiosos de Israel.
Testimonios como estos podríamos relatar unos cuantos
más, pero el objetivo aquí es mostrar
cuán fácil es dar por sentado, equivocadamente, que
todos aquellos que tienen una posición de líder en
la Iglesia de Dios, ya se ha incorporado realmente en el Reino de
Dios. En realidad eso no es así, y los pocos ejemplos que
hemos visto nos lo demuestran. Este nuevo nacimiento, esta
conversión es algo como hemos dicho, extraordinario,
único y personal. Una experiencia con Cristo como nunca
hemos tenido. En esta conversión a una esperanza viva
Jesús lo enfatiza diciendo que solo es posible a
través del Espíritu Santo (1P. 1:3). "Por
sí mismo el hombre nunca puede ir a Dios. Está
totalmente corrompido. Su inteligencia, voluntad, y emociones,
están del todo corruptas. En cuanto a su inteligencia, el
hombre no puede entender a Dios su reino, ni siquiera cuando se
lo explican en la forma más diáfana; porque el
pecado ha oscurecido su comprensión y ha hecho que
en
lo espiritual esté totalmente
ciego."23 Por esta razón,
ésta conversión se trata de una realidad
de la que nosotros, al igual que Nicodemo, podemos
participar solamente a través de la obra del
Espíritu Santo. Lo único que hacemos es permitir
que el Espíritu Santo haga tal obra en nuestra vida, y que
podamos así experimentar y vivir en primera persona este
maravilloso milagro llamado
conversión.

CONCLUSIÓN

Por supuesto que podríamos seguir hablando
más acerca de la obra del Espíritu Santo en la
iglesia primitiva, pero no hemos querido extendernos mucho en el
tema, sino presentarlo de una forma breve, en pocos puntos, pero
los que hemos creído ser los más
esenciales.

Me ha parecido bastante interesante trabajar en el tema,
pues en cuanto a la obra del Espíritu Santo en diferentes
aspectos, ya sea en la iglesia, en la persona, etc., felizmente
hay abundancia en material. Desde época muy anterior, en
los primeros siglos, vemos que ya se había despertado el
interés por el estudio de la Tercera Persona de la
Trinidad, como algunos que hemos mencionado como Clemente,
Ireneo, etc. Realmente todo lo que se refiere al Espíritu
Santo despierta interés en el creyente y también en
el no creyente, pues al final, ambos queremos saber cómo
es, cómo actúa, etc., etc.

Cabe resaltar que, como hemos visto, que desde el
momento en que la Iglesia fue establecida, a partir del momento
en que el Señor envío al Paráclito
prometido, la historia del siervo fiel a Dios, por no decir del
cristiano, así como historia del mundo, ha dado un vuelco
completamente. Pues el inicio del cristianismo ha marcado un
antes y un después en la historia. Se ha hecho,
podríamos decir, una nueva historia sobre la historia.
Este acontecimiento único y extraordinario en la historia
de la humanidad ha despertado, sigue y seguirá despertando
enorme interés no solo en el creyente, sino en el
gnóstico, en el místico, etc., etc. Acerca de este
acontecimiento, vemos que se han escrito miles de obras, millones
de páginas. Muchos relatan los hechos y los datos
históricos, así como todo aquello que sea
verificable, otros se dedican a intentar descubrir más
acerca de este ser identificado muchas veces por la paloma, pero
que en realidad vuela sobre todos nosotros y quiere hacer nido en
nuestros corazones.

Hacer un trabajo como este, no resulta en otra cosa que
en la confirmación una vez más de lo extraordinario
que es el hacer parte de este remanente que empezó hace
dos mil años. Un remanente que ha ido creciendo día
tras día como hemos podido rever en algunos pasajes
bíblicos, y como también vemos en nuestra historia
actual. Un trabajo que quizá no aporte mucho
al que lo lea, puesto que lo que hay expuesto nada más es
que resumen de resumen. Pero un trabajo de mucha importancia para
el que lo ha hecho, pues al resumir e intentar expresar en breves
palabras cada párrafo o cada línea, mucha
información y muchos hechos y descubrimientos
fantásticos han quedado en mi mente. Todo lo que hay
expresado, al fin y al cabo ha tenido que pasar por mi carne, y
eso sí no tiene precio.

Cabe concluir, con la grata satisfacción de una
lección más aprendida, de la fe una vez más
confirmada, y de la fuerte seguridad de que el barco llamado
"iglesia" llegará pronto a su puerto sano y salvo, pues el
Capitán que lo conduce es el mismo que lo ha
creado.

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NOTAS:

1 GUIJARRO, Santiago, PIKAZA, Xabier,
ROMERO, Eugenio. El Espíritu Santo en los Orígenes
de la Iglesia. Bilbao: Universidad de Deusto, 1998,
P.68

3 LADD, E. George. Teología del
Nuevo Testamento. Terrassa (Barcelona): CLIE, 2002, p.
472

4 PONS, Guillermo. El Espíritu Santo
en los Padres de la Iglesia. Madrid: Editorial Ciudad Nueva,
1998, P.70

5 PALMER, H. Edwin. El Espíritu
Santo. Capellades (Barcelona) El Estandarte de la Verdad, 1995,
p.197

6 BROWN, Raymond. Comentario Bíblico
San Jerónimo: NT I. Madrid: Ed. Cristiandad, Tomo III,
1972, P.436

7 PALMER, H. Edwin. Op. Cit.,
p.198

8 LONG, Brad, STOKES, Paul y STRCKLER,
Cindy. El Poder del Espíritu Santo y el Crecimiento de la
Iglesia. Miami: Vida, 2011, P.39

9 BARKER, P. Harold. Conozca Mejor al
Espíritu Santo. Texas (EUA): CBP, 1965, P.53

10 BARCLAY, William. Comentario al Nuevo
Testamento: Los Hechos de los Apóstoles. Ed. Digital, Tomo
7, P.16

11 CONGAR, M. J. Yves. El Espíritu
Santo. Barcelona: Herder, 1983, P.92

12 Ver Ef. 4:4

13 Ver Gal. 3:27-28

14 PALMER, Edwin. Op. Cit.,
p.199

15 PACHE, René. La Persona y Obra
del Espíritu Santo. Terrassa (Barcelona): CLIE, 1982,
P.161

16 Ver Hechos 2:1

17 Ver Hechos 2:44-47

18 Ver Colosenses 3:11; Stg. 2:1

19 GREEN, Michael. Creo en el
Espíritu Santo. Miami: Editorial Caribe, 1977,
p.122

20 PACHE, René. Op. Cit.,
P.163.

21 Ibid., 1982, P.160

22 LONG, Brad, STOKES, Paul y STRCKLER,
Cindy. Op. Cit., p.50

23 PALMER, Edwin. Op. Cit.,
pp.92-93

 

 

Autor:

Alcidiel Leopoldino

Asignatura: Eclesiología

Profesor: Antonio López

TRABAJO DE INVESTIGACIÓN

FACULTAD ADVENTISTA DE TEOLOGÍA

CAMPUS ADVENTISTA DE SAGUNTO

Diciembre 2013

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