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La prole de Cam




Enviado por Jesús Castro



  1. Cam,
    el hijo de Noé
  2. La
    degeneración cananea
  3. Aberraciones cananeas y
    epigenética
  4. Conclusión

Este artículo pretende contestar lo
más satisfactoriamente posible la siguiente pregunta,
basada en las Santas Escrituras: ¿Cómo
mermó, en la antigüedad posdiluviana, la creencia de
que el origen de la vida sobre la Tierra se produjo
durante el llamado "Tercer día creativo" del
Génesis?

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Cam, el hijo de
Noé.

El influjo de la decadencia ético-moral en la
disolución del testimonio histórico patriarcal, y
con ello la pérdida en la conciencia de la mayoría
de los pobladores humanos del planeta del valiosísimo dato
revelado de que el origen de la vida terrestre tuvo lugar durante
el Tercer Día Creativo del Génesis, se hizo
aparentemente descomunal en la antigüedad posbabeliana (tras
la dispersión de los grupos lingüísticos a
consecuencia del fracaso punitivo de la Torre de Babel). Parece
que la degeneración moral echó raíces muy
poco tiempo después del Diluvio, comenzando en la
descencia o prole de Cam.

El libro PERSPICACIA PARA COMPRENDER LAS
ESCRITURAS, tomo 1, página 397, editado en
español en 1991 por la Sociedad Watchtower Bible and
Tract, dice acerca de Cam:

«[Fue uno] de los tres hijos de
Noé, nacido después del año 2470 antes de la
EC (Era Común o Cristiana) (Génesis 5:
32; 7: 6; 11: 10). A pesar de que se le menciona en segundo lugar
en Génesis 5: 32, en Génesis 6:10 y en
otros lugares, es posible que haya sido el hijo más joven
(Génesis 9:24). En Génesis 10: 21 se
llama a Sem "el hermano de Jafet el mayor". Algunos creen que la
expresión de Génesis 9: 24, "su hijo menor", se
refiere a Canaán, nieto de Noé.

Cam tuvo cuatro hijos: Cus, Mizraim, Put y Canaán
(Génesis 10: 6; 1 Crónicas 1: 8), de quienes
descendieron los etíopes, los egipcios, algunas tribus
árabes y africanas y los cananeos. Aunque se afirma que
algunas naciones y tribus camíticas mencionadas en el
capítulo 10 de Génesis hablaban un idioma
semítico, esto no contradice el que hayan sido de linaje
camítico o que en un principio hayan hablado una lengua
camítica. Muchos pueblos adoptaron el idioma de sus
conquistadores, el de otros pueblos con los que se relacionaron o
el del país al que emigraron.

Cam se casó antes del Diluvio y sobrevivió
a esta catástrofe junto con su esposa, su padre, su madre,
sus dos hermanos y las respectivas esposas de éstos
(Génesis 6: 18; 7: 13; 8: 15, 16, 18; 1 Pedro
3: 19, 20). Sus hijos nacieron después del
Diluvio.

Algún tiempo después, Cam se
vio envuelto en un incidente que resultó en la
maldición de su hijo Canaán:
Noé se había embriagado con vino y se había
desnudado en su tienda. Cam vio la desnudez de su padre, pero en
lugar de mostrar el respeto apropiado a Noé —cabeza
de familia y siervo y profeta a quien Dios había empleado
para la conservación de la raza humana—,
contó a sus dos hermanos lo que había visto. Sem y
Jafet manifestaron el debido respeto, pues entraron de espaldas
con un manto para cubrir a Noé a fin de no deshonrarlo
viendo su desnudez. Cuando despertó, Noé no maldijo
a Cam, sino a su hijo: Canaán. Acto seguido, cuando
bendijo a Sem, incluyó también una bendición
para Jafet, pero no dijo nada de Cam; tan sólo
mencionó que Canaán era maldito y profetizó
que llegaría a ser esclavo de Sem y Jafet (Génesis
9: 20-27).

Es posible que Canaán mismo hubiera estado
implicado directamente en el incidente y que su padre Cam no lo
hubiera corregido. O puede ser que Noé, hablando
proféticamente por inspiración, previera que la
tendencia impropia de Cam, quizás ya manifiesta en su hijo
Canaán, sería heredada por la descendencia de este
último. La maldición se cumplió en parte
cuando los israelitas semitas subyugaron a los cananeos. A los
que no se eliminó (por ejemplo, los gabaonitas) se les
hizo esclavos de Israel. Siglos más tarde, la
maldición tuvo un cumplimiento más amplio cuando
los descendientes de Canaán, el hijo de Cam, llegaron a
estar bajo la dominación de las potencias mundiales
jaféticas de Medo-Persia, Grecia y Roma.

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Algunas personas han pensado equivocadamente que la raza
negra y la esclavitud de las personas de esa raza fueron el
resultado de la maldición pronunciada sobre Canaán.
Sin embargo, los descendientes de Canaán, sobre quien
recayó la maldición, no fueron de raza negra. La
raza negra descendió de Cus y posiblemente de Put, otros
hijos de Cam que no estuvieron relacionados ni con el incidente
ni con la maldición».

La
degeneración cananea.

Cuando Cam se vio envuelto en el incidente inmoral que
resultó en la maldición de su hijo Canaán,
al contemplar irrespetuosamente la desnudez de su padre
Noé, en realidad cometió una transgresión
contra las normas morales aceptadas. Puede que Canaán
hubiera heredado epigenéticamente de su padre tendencias
morales malsanas que se irían acentuando con el paso de
generaciones, a juzgar por los testimonios históricos que
hay acerca de los depravados cananeos del tiempo de
Moisés.

El tomo 1 de PERSPICACIA PARA COMPRENDER
LAS ESCRITURAS, páginas 405 a 412, dice, en
parte:

«Canaán [fue el] cuarto en la
lista de los hijos de Cam y nieto de Noé. Fue el
progenitor de once tribus que con el tiempo poblaron
la región del Mediterráneo oriental, entre Egipto y
Siria, por lo que a ésta se la llegó a llamar "la
tierra de Canaán".

Después del incidente [inmoral] relacionado con
la embriaguez de Noé, Canaán llegó a estar
bajo la maldición profética de éste,
según la cual con el tiempo sería esclavo tanto de
Sem como de Jafet. Ya que el registro sólo menciona que
"Cam el padre de Canaán vio la desnudez de su padre y se
puso a informarlo a sus dos hermanos afuera", surge la pregunta
de por qué fue Canaán y no Cam el objeto de la
maldición. Una nota al pie de la página de la
traducción Nácar Colunga, edición de 1947,
hace el siguiente comentario sobre el versículo 24: "La
bendición de Sem es indudable y directamente
mesiánica; la de Jafet lo es indirectamente. La
maldición recae no sobre Cam, sino sobre Canán, su
hijo. La razón de esto podría ser que fuera
Canán el autor del desacato a que parece referirse el
hagiógrafo al decir:

"Despierto Noé, supo lo que con él
había hecho el más pequeño de sus hijos",
que ciertamente no era Cam, el segundo de los
tres".

De manera similar, una publicación judía,
The Pentateuch and Haftorahs, dice que la breve narración
"se refiere a algún acto abominable en el que
Canaán parece haber estado implicado" (edición de
J.H. Hertz, Londres, 1972, página 34), y
después de indicar que la palabra hebrea que se traduce
"hijo" en el versículo 24 puede significar "nieto", esta
obra expone: "La referencia probablemente sea a Canaán".
The Soncino Chumash también señala que hay quien
cree que Canaán "gratificó un deseo perverso en
[Noé]", y que la expresión "hijo menor" se refiere
a Canaán, que era el hijo menor de Cam
(edición de A. Cohen, Londres, 1956,
página 47).

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Debe entenderse que estos
puntos de vista son conjeturales, pues el registro
bíblico no da los detalles del incidente. Sin embargo, el
que de repente se introduzca a Canaán en la
narración antes de relatar la embriaguez de Noé
(Génesis 9: 18), y el que el registro se refiera a Cam
como "el padre de Canaán" (Génesis 9: 22), parecen
pruebas claras de que Canaán estuvo implicado de
algún modo. Es razonable concluir que la expresión
"vio la desnudez de su padre" indique algún abuso o
perversión por parte de Canaán, pues la
mayoría de las veces que la Biblia habla de "poner al
descubierto" o "ver la desnudez" de otra persona se refiere al
incesto u otros pecados sexuales. Así, es posible que
Canaán cometiera, o intentara cometer, algún acto
deshonesto con Noé mientras éste estaba
inconsciente, y que Cam, teniendo conocimiento de
ello, no lo impidiera o no disciplinara a su hijo.
Tampoco hizo nada para cubrir la desnudez de su padre,
limitándose tan sólo a darlo a conocer a sus
hermanos.

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También debe tenerse en cuenta el elemento
profético de la maldición. No hay prueba que
indique que Canaán mismo llegara a ser esclavo de Sem o
Jafet en el transcurso de su vida. Pero como fue Dios quien
inspiró la maldición que Noé
pronunció, y Él nunca expresa desaprobación
sin causa justificada, es probable que ya se hubiera visto en
Canaán algún rasgo claramente corrupto,
quizás de naturaleza lasciva, y que [Él] hubiera
previsto con su presciencia el mal efecto que esta
característica tendría con el tiempo en sus
descendientes. En el caso de Caín, un caso anterior,
[Dios] había notado una mala actitud de corazón y
le había advertido del peligro de que lo venciera el
pecado (Génesis 4: 3-7); Dios también había
discernido la irreformable inclinación hacia la iniquidad
de la mayor parte de la población antediluviana [o
prediluviana], lo que justificaba su destrucción
(Génesis 6: 5). La prueba más obvia de la justicia
de la maldición pronunciada sobre Canaán se ve
más tarde en la historia de sus descendientes, una
historia sórdida de inmoralidad y depravación, como
lo testifica tanto la historia bíblica como la
extrabíblica. La maldición de Canaán vio su
cumplimiento unos ocho siglos después que se
pronunció, cuando los israelitas de origen semítico
subyugaron a los descendientes de Canaán y, más
tarde, cuando éstos llegaron a estar bajo la
dominación de las potencias jaféticas de
Medo-Persia, Grecia y Roma.

El nombre Canaán también aplica a la raza
que descendió del hijo de Cam [del mismo nombre] y a la
tierra donde residía. Canaán es el nombre antiguo
de la parte de Palestina situada al oeste del río
Jordán, aunque algún tiempo antes de la conquista
israelita, los amorreos de Canaán invadieron la tierra que
está al este del Jordán.

La descripción más antigua de
los límites de Canaán indica que esta tierra se
extendía desde Sidón, al Norte, hasta
Guerar, cerca de Gaza, al Suroeste, y hasta Sodoma y las ciudades
vecinas, al Sureste (Génesis 10: 19). Sin embargo, parece
ser que en el tiempo de Abrahán, a Sodoma y a las
otras "ciudades del Distrito" no se las consideraba
parte de la tierra de Canaán propiamente dicha
(Génesis

13: 12), como tampoco a los territorios posteriores de
Edom y Moab, que habitaban descendientes de Abrahán y Lot
(Génesis 36: 6-8; Éxodo 15: 15). El territorio de
Canaán tal y como se prometió a la nación de
Israel se delimita con mayor detalle en Números 34: 2-12.
Empezaba al Norte de Sidón y se extendía hacia el
Sur hasta "el valle torrencial de Egipto" y Qadés-barnea.
Los filisteos, que no eran cananeos (Génesis 10: 13, 14),
habían ocupado la región costera que estaba al Sur
de la llanura de Sarón, pero antes a ésta
también se la había "considerado" tierra cananea
(Josué 13: 3). Otras tribus, como los quenitas (una de
cuyas familias se relaciona más tarde con Madián) y
los amalequitas (descendientes de Esaú), también se
habían asentado en este territorio.

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La Biblia no especifica si los
descendientes de Canaán emigraron a esta tierra y se
afincaron en ella después de la
división de Babel (Génesis 11: 9), o si primero
acompañaron al grupo principal de camitas a África
y desde allí pasaron a la región de Palestina. De
cualquier modo, para 1943 a. EC, cuando Abrahán
dejó Harán, en Padán-aram, y se
dirigió a esta tierra, los cananeos ya se habían
establecido en ella, y Abrahán tuvo ciertos tratos con
amorreos e hititas.

La relativa facilidad con la que Abrahán y,
más tarde, Isaac y Jacob viajaron por esta región
con sus grandes manadas y rebaños muestra que aún
no estaba densamente poblada. Las investigaciones
arqueológicas también dan prueba de que en aquel
tiempo la población era bastante escasa y de que la
mayoría de las ciudades se asentaban a lo largo de la
costa mediterránea, en la región del mar Muerto, el
valle del Jordán y la llanura de Jezreel. W.F. Albright
dice que en la primera parte del II milenio a. EC
prácticamente no había ninguna población
sedentaria en la región montañosa de Palestina, lo
que corrobora la tradición bíblica, según la
cual los patriarcas vagaron por los amplios espacios de las
colinas de la Palestina central y las tierras secas del Sur
(Archaeology of Palestine and the Bible, 1933, páginas
131-133).

Parece ser que la principal de las once
tribus cananeas era la de los amorreos. [Las] referencias
a los amorreos muestran que eran poderosos tanto en el
Norte como en el Sur de la región montañosa de
Canaán. A los amorreos quizás los seguían en
poder los hititas. Esta tribu se hallaba en tiempos de
Abrahán en la zona Sur, Hebrón y sus alrededores,
pero parece que más tarde se ubicaron sobre todo en las
regiones del Norte, en dirección a Siria. De las otras
tribus, las que se mencionan con mayor frecuencia […] son las
de los jebuseos, los heveos y los guirgaseos. Los jebuseos
habitaban la región montañosa de los alrededores de
Jerusalén. Los heveos estaban diseminados desde
Gabaón, al Sur, hasta la base del monte Hermón, al
Norte. No se especifica qué territorio ocupaban los
guirgaseos.

Las seis tribus restantes —los
sidonios, los arvadeos, los hamateos, los arqueos, los sineos y
los zemareos— bien pueden incluirse en el
término global "cananeos", usado con frecuencia con los
nombres específicos de otras tribus; también es
posible que la expresión "cananeos" se use sencillamente
para referirse a ciudades o grupos de población cananea
mixta.

El registro histórico muestra que
las poblaciones de las ciudades cananeas que conquistaron
los israelitas fueron destruidas por completo. Por
este motivo algunos críticos han acusado a las Escrituras
Hebreas o "Antiguo Testamento" de estar imbuidas de un
espíritu de crueldad y matanza desenfrenada.

Las condiciones que habían llegado a existir
entre los cananeos para el tiempo de la conquista israelita
prueban fuera de toda duda la justicia de la maldición
profética de Dios sobre Canaán. Jehová
[Dios] había permitido que pasaran cuatrocientos
años desde el tiempo de Abrahán para que "quedase
completo el error de los amorreos" (Génesis 15: 16). El
hecho de que las esposas hititas de Esaú fuesen una
"fuente de amargura de espíritu para Isaac y Rebeca" hasta
el punto de que ésta había "llegado a aborrecer su
vida a causa de ellas", ciertamente es una prueba de la maldad
que ya manifestaban los cananeos. En los siglos siguientes, la
tierra de Canaán llegó a estar saturada de
prácticas detestables de idolatría, inmoralidad y
derramamiento de sangre. La religión cananea era degradada
en extremo, sus "columnas sagradas" posiblemente eran emblemas
fálicos y en muchos de los ritos que
practicaban en los "lugares altos" se entregaban a
la lujuria y a otras formas de depravación. El incesto, la
sodomía y la bestialidad formaban parte de "la manera de
obrar de la tierra de Canaán"; estas prácticas
hicieron inmunda la tierra, por cuyo error era inevitable que se
"vomitara a sus habitantes". La magia, la hechicería, el
espiritismo y el sacrificio de los hijos en el fuego eran algunas
de las prácticas detestables cananeas.

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Baal era la deidad más importante
que adoraban los cananeos. Un texto egipcio representa a las
diosas cananeas Astoret, Aserá y Anat como diosas madre
y, a la vez, prostitutas sagradas, que,
paradójicamente, no perdían su virginidad
(literalmente, "las grandes diosas que conciben, pero no dan a
luz"). Su adoración al parecer siempre incluía la
prostitución en los templos. Las diosas no sólo
simbolizaban la lujuria, sino también la guerra y la
violencia sádica. Por ello, en el Poema de Baal hallado en
Ugarit se dice que la diosa Anat realizó una gran matanza
y luego se adornó con las cabezas de los muertos y
colgó de su cinto las manos de éstos, mientras se
bañaba gozosamente en su sangre. Las figurillas de la
diosa Astoret descubiertas en Palestina la representan desnuda y
con los órganos sexuales groseramente exagerados. El
arqueólogo W. F. Albright hace la siguiente
observación sobre su adoración fálica: "En
su peor momento, […] el aspecto erótico de su culto debe
haberse sumido en profundidades extremadamente sórdidas de
degradación social". (Archaeology and the Religion of
Israel, 1968, páginas 76, 77; véanse ASTORET; BAAL
número 4).

Además de otras prácticas degradantes,
también se hacían sacrificios de niños.
Según Merrill F. Unger, "las excavaciones realizadas en
Palestina han puesto al descubierto montones de cenizas y restos
de esqueletos infantiles en cementerios situados cerca de altares
paganos, lo que indica lo extendida que estaba esta
práctica cruel y abominable". (Archaeology and the Old
Testament, 1964, página 279). La obra Compendio Manual de
la Biblia (de Henry H. Halley, 1985, página 157) dice:
"Los cananeos, pues, adoraban cometiendo excesos inmorales en
presencia de sus dioses, y luego asesinando a sus hijos
primogénitos como sacrificio a estos mismos dioses. Parece
que en gran parte, la tierra de Canaán había
llegado a ser una especie de Sodoma y Gomorra en escala nacional.
[…] ¿Tenía derecho a seguir viviendo una
civilización de semejante inmundicia y brutalidad? […]
Los arqueólogos que cavan en las ruinas de las ciudades
cananeas se preguntan por qué Dios no las destruyó
mucho antes" (GRABADO. Volumen 1, página
739)».

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Aberraciones
cananeas y epigenética.

Son numerosos los casos en los que se ha observado que
una determinada persona de la familia, como un hijo o un nieto,
presentaba características de la conducta que remedaban
admirablemente bien las de un antepasado suyo que él no
conoció y por lo tanto no había podido influir en
la personalidad del joven. Ante esto, el observador se
sentía inclinado a pensar que los caracteres se heredan a
través de la "lotería" genética. Sin
embargo, muchos doctos y entendidos en genética
solían reprimir estas ideas afirmando que los rasgos de la
personalidad de un individuo humano no son heredables.

Hoy día, muy recientemente, el punto de vista
técnico está cambiando rápidamente, como
explica el doctor argentino Marcos Hurvitz, especialista
médico en Coloproctología y profesor universitario
desde hace algunos años. En un artículo suyo
titulado "Epigenética: ¿realidad o
ficción?", de fecha 195-2010, expone:

«Los genes no especifican nuestras conductas en
forma directa, pero codifican productos moleculares que
construyen y gobiernan el funcionamiento del cerebro a
través del cual se expresa la conducta. El desarrollo del
cerebro, la actividad cerebral y la conducta, todos, dependen
tanto de las influencias genéticas como las del ambiente,
y hay un creciente acúmulo de evidencia de que la
información social puede alterar la expresión
genética del cerebro y la conducta.

Desde hace mucho tiempo, casi una centuria,
nos han enseñado, y se han escrito un sinfín de
artículos y libros tanto científicos como de
divulgación, que las características de
personalidad, así como ciertos caracteres adquiridos no se
podían heredar. Pues bien, a la luz de ciertas
investigaciones, más el uso del sentido común de
observación de las personas y su descendencia, [es posible
argumentar] que se podrían heredar los caracteres de
personalidad, así como otras características
adquiridas, inclusive ciertas formas de inmunidad y de respuesta
a las noxas [(del latín NOXA, daño)].

Se pensaba que el genoma era sólo una estructura
pasiva y estática que dirigía el desarrollo del
organismo. A la luz de recientes resultados de varias
investigaciones se muestra que el genoma lejos de parecer
estático es altamente activo, ya que responde a una
variedad de estímulos asociados a la conducta social.
Así, la información social puede llevar a cambios
en el cerebro y la conducta a través de cambios en el
genoma, adquiridos. La pregunta es si estos cambios en el genoma
se pueden heredar.

Debería existir un proceso molecular
y celular de las características adquiridas durante la
vida de un individuo, con un anclaje estructural fuerte y
sostenido, que debe por ende producir también un cambio en
la estructura del ADN, que se podría por lo tanto
heredar.

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Fue seguramente Paul Kammerer a
principios del siglo XX […] el primero en plantear
que los rasgos adquiridos durante una vida de un organismo
biológico se pueden transmitir a su descendencia. Esto
[…] le valió la humillación y degradación
personal y profesional, [y puede que esto fuera] la causa de su
suicidio. [Así, pues,] Kammerer fue el fundador de lo que
conocemos como Epigenética. Kammerer se habría
adelantado varias décadas a Conrad Waddington, que
describió los primeros casos de este fenómeno y
acuñó el término en 1942.

De alguna manera hay circuitos enteros, íntegros,
entre el material genético y los cambios moleculares de la
conducta y los rasgos de personalidad, circuitos de
alimentación y retroalimentación, que hacen que
nuestra forma de ser y de pensar se integre de
alguna manera en el material genético. Además, esto
permitiría una estructura fija que determina nuestra
conducta en el día a día. Es decir, los cambios
moleculares serían anclados de alguna manera. Porque en la
dinámica celular deben perdurar estos cambios, para
asegurar que "mis aprendizajes y conductas" seguirán
siendo las mismas a lo largo de "mi vida". Obviamente, esto se
puede cambiar y acomodar con nuevos aprendizajes. Dicho de otra
manera, las estructuras cognitivas que uno desarrolla con el
aprendizaje y perduran en el tiempo, así como los
principales rasgos de personalidad, tienen un sustrato en el
material genético, que permite también que estas
mismas estructuras se vayan remodelando y corrigiendo a
través del tiempo, así como reparando en el caso de
algún daño.

Un camino inverso de retroalimentación entre las
proteínas, ARN y ADN debe existir como para que los genes
"sepan" qué está pasando "allá afuera" de la
membrana celular. El material genético también debe
poder aprender y generar mecanismos y estructuras estables
capaces de perdurar y de hacer que perduren en las generaciones
subsiguientes de células, así como en las
generaciones futuras de los mismos seres humanos.

Los hijos tienen rasgos de personalidad y
carácter muy parecidos a los padres. Esto [no sólo]
es debido al medio ambiente familiar y social que los [sino
también a que] hay carga genética que determina
[este resultado]. Es decir, hay una estructura molecular
subyacente que predispone a cierta personalidad o a ciertos
rasgos de personalidad. Y esta estructura molecular del entramado
neuronal está por supuesto determinada
genéticamente. Nada se construye en la célula y en
el cualquier tejido del organismo sin antes pasar por el
determinismo del material genético.

La secuencia invertida de flujo de información
sería: "Proteínas ? ARN ? ADN". Estas
proteínas actúan como neurotransmisores,
neuromoduladores, mensajeros, etc., es decir, señales
desde fuera de la célula; y estos cambios que transmiten
[esas] proteínas, de perdurar en el tiempo, se
asentarían definitivamente dentro de la estructura
molecular celular y a nivel hístico también. Estas
estructuras, a su vez, determinarían cambios en el ADN
para justamente mantener las mismas estructuras dentro y fuera de
la célula, es decir, en las sucesivas divisiones
celulares. Por supuesto, esto incluiría a las
células germinales, heredando la descendencia los cambios
adquiridos.

Los genes codifican proteínas, no conductas. Pero
identificando cómo la variación genómica
modifica los circuitos neuronales, entenderemos mejor
dónde se inician estos cambios o estas diferencias
interindividuales. Pequeñas diferencias en la
producción de una proteína en un
determinado lugar del cerebro provocarán cambios algunas
veces profundos de la conducta».

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Estos descubrimientos epigenéticos, hoy en sus
etapas de inicio, arrojan ya suficientes datos para pensar que
existe un mecanismo que afecta al genoma y que da cuenta de la
transmisión de padres a hijos de no pocas
características psicosomáticas adquiridas a lo
largo de la vida de los progenitores, para bien o para mal. Por
lo tanto, en el caso de Cam y de Canaán, no es de
extrañar que sus descendientes se vieran afectados por una
carga hereditaria de inclinación aberrante que, aunada a
nuevas aportaciones en la misma dirección, desembocaron en
una personalidad de grupo tremendamente degenerada: los
cananeos.

El decreto divino de exterminio,
equivalente a la amputación quirúrgica de un
miembro gangrenoso, cumplía aparentemente el
propósito de evitar la ruina de la entera sociedad humana
global, pues la influencia cananea hacia el exterior, o su
tendencia a hacerse excéntrica, era ya evidente en la
época de Moisés. El propio pueblo israelita fue
advertido por este profeta para que evitara la corrupción
cananea, y aún así fue víctima de la
contaminación polifacética (mental, moral,
religiosa, …) procedente del entorno cananeo en repetidas
ocasiones.

Conclusión.

Parece, pues, que la prole de Cam introdujo un fuerte
efecto apolillador contra el testimonio patriarcal acerca la
narración creativa del Génesis. El entero libro
sagrado no sólo contiene el relato de la Creación y
la temprana historia de la humanidad, sino también una
poderosa advertencia contra la inmoralidad y el desenfreno y
contra el dar la espalda a las normas del Creador, mostrando las
consecuencias sociales del derrotero erróneo. Por lo
tanto, se comprende que su lectura y atesoramiento no hayan sido
del agrado de pueblos empantanados en la corrupción, a los
que denunciaría constantemente.

Así mermó la creencia de que el origen de
la vida sobre la Tierra se produjo durante el llamado "Tercer
día creativo" del Génesis, al irse perdiendo
gradualmente de la memoria colectiva de la humanidad las
credenciales patriarcales y sus tesoros de información
fidedigna.

 

 

Autor:

Jesús Castro

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