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La generación espontánea (página 2)




Enviado por Jesús Castro



Partes: 1, 2

Es fundamental para este drama explicar que la
atmósfera primitiva de la Tierra era muy diferente de lo
que es hoy. Una teoría sostiene que no había
prácticamente oxígeno libre y que tres elementos,
el nitrógeno, el hidrógeno y el carbono, formaron
amoníaco y metano. Luego, cuando los rayos y la luz
ultravioleta golpearon la atmósfera compuesta de estos
gases y vapor de agua, se formaron azúcares y
aminoácidos. No debe olvidarse, de todos modos, que se
está hablando de una teoría.

Según este drama teórico, las
moléculas pasaron a los océanos u otras masas de
agua. Con el tiempo, los azúcares, ácidos y otros
compuestos se concentraron en un "caldo prebiótico" en el
que los aminoácidos, por ejemplo, se combinaron para
formar proteínas. Extendiendo esta progresión
teórica, otros compuestos llamados nucleótidos
formaron cadenas y se convirtieron en un ácido nucleico,
como el ADN. Todo ello preparó supuestamente el escenario
para el acto final del drama molecular.

Podría decirse que este último acto, que
no está documentado, es una historia de amor. Las
moléculas de proteína y las moléculas de ADN
se encuentran por casualidad, se reconocen unas a otras y se
abrazan. Finalmente, antes de que baje el telón, nace la
primera célula viva. Si usted estuviera
viendo este drama, quizá se preguntara: "¿Es
esto realidad, o ficción? ¿Pudo originarse de este
modo la vida en la Tierra?".

A principios de los años cincuenta
[del siglo veinte] los científicos se dispusieron a
comprobar la teoría de Alexandr Oparin. Era
un hecho incuestionado que la vida procedía sólo de
la vida. Ahora bien, los científicos teorizaron que si las
condiciones del pasado hubieran sido diferentes, la vida
podría haber surgido lentamente de la no vida. ¿Era
demostrable esta teoría? En el laboratorio de Harold Urey,
el científico Stanley L. Miller tomó
hidrógeno, amoníaco, metano y vapor de agua
(suponiendo que ésta era la composición de la
atmósfera primigenia), los selló en un matraz en
cuyo fondo había agua hirviendo (como si fuera el
océano), y sometió la mezcla a descargas
eléctricas (a modo de rayos). Al cabo de una semana se
detectaron rastros de una sustancia viscosa y rojiza. Al
analizarla, Miller descubrió que contenía muchos
aminoácidos: los componentes de las proteínas.
Posiblemente sepa de este experimento, pues se ha incluido por
años en los libros de texto y en cursos escolares como
explicación del origen de la vida en la Tierra. Pero
¿lo explica?

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Hoy se cuestiona seriamente la validez del experimento
de Miller. No obstante, este éxito aparente condujo a la
realización de otros experimentos que hasta produjeron
componentes que se hallan en los ácidos nucleicos (ADN o
ARN). Especialistas en la materia (los llamados
científicos sobre el origen de la vida) se sintieron
optimistas, pues aparentemente habían reproducido el
primer acto del drama molecular. Y parecía que iban a
seguir las versiones de laboratorio de los restantes dos actos.
Un catedrático de Química dijo: "La
explicación del origen de una estructura viva primitiva
mediante mecanismos evolutivos está muy próxima". Y
un escritor sobre temas científicos observó: "Los
entendidos no tardaron en pronosticar que los científicos,
igual que el Dr. Frankenstein de Mary Shelley, pronto
crearían organismos vivos en sus laboratorios, y se
podría desentrañar el origen de la vida con todo
lujo de detalle". Muchos pensaron que el misterio del origen
espontáneo de la vida se había resuelto.

Sin embargo, desde entonces el optimismo se
ha desvanecido. Han transcurrido algunas décadas y los
secretos de la vida se nos siguen escapando. Unos cuarenta
años después de su experimento, el profesor Miller
dijo a Investigación y Ciencia: "El problema del origen de
la vida ha resultado más complicado de lo que yo y muchos
suponíamos". Otros científicos comparten este
cambio de opinión. Por ejemplo, el profesor de
Biología Dean H. Kenyon fue coautor en 1969 del libro
Biochemical Predestination (Predestinación
bioquímica), aunque más tarde llegó a la
conclusión de que es "fundamentalmente inviable que la
materia y la energía inasistidas se organicen por
sí mismas en sistemas vivos".

De hecho, los experimentos de laboratorio corroboran la
afirmación de Kenyon de que hay "un defecto fundamental en
todas las teorías en boga sobre los orígenes
químicos de la vida". Después de que Miller y otros
científicos sintetizaron aminoácidos, los hombres
de ciencia se dispusieron a formar proteínas y ADN, ambos
necesarios para la existencia de la vida en la Tierra. Tras miles
de experimentos en condiciones llamadas prebióticas,
¿cuál ha sido el resultado? El libro The Mystery of
Life"s Origin: Reassessing Current Theories (El misterio del
origen de la vida: Nuevo examen de las teorías actuales)
observa: "Existe un gran contraste entre el considerable
éxito en la síntesis de aminoácidos y el
fracaso sistemático en la síntesis de
proteínas y ADN". El resultado de estos últimos
intentos ha sido un "fracaso constante".

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Siendo realistas, hay que admitir que no
sólo es un misterio cómo llegaron a existir las
primeras moléculas de proteína y ácidos
nucleicos (ADN o ARN), sino también su interacción.
"Es el trabajo conjunto de las dos moléculas lo que hace
posible la vida en la Tierra", dice The New Encyclopædia
Britannica. Ahora bien, la enciclopedia explica que la manera en
que llegó a producirse esta colaboración
todavía es "un problema fundamental y no resuelto sobre el
origen de la vida". Sin duda.

Los científicos sobre el origen de la vida no han
cesado de formular escenarios plausibles para el drama del origen
de la vida. No obstante, los nuevos guiones no están
resultando convincentes. Por ejemplo, Klaus Dose, del Instituto
de Bioquímica de Maguncia (Alemania), observó: "Por
el momento todos los estudios sobre las principales
teorías y experimentos en ese campo terminan bien en un
punto muerto, o bien en un reconocimiento de
ignorancia".

Ni siquiera en la Conferencia Internacional sobre el
Origen de la Vida, celebrada en 1996, se ofreció ninguna
solución. Por el contrario, la revista Science
informó que los casi trescientos científicos
reunidos "lucharon sin éxito por resolver el enigma de
cómo surgieron por primera vez las moléculas [de
ADN y ARN] y cómo evolucionaron hasta convertirse en
células con capacidad de reproducción".

Se ha requerido inteligencia y una
educación superior para estudiar y empezar a explicarse lo
que ocurre en nuestras células a nivel molecular. Por
tanto, ¿es razonable pensar que estos complicados procesos
tuvieron lugar primero en un "caldo prebiótico", sin
dirección, espontáneamente y por azar? ¿O
hubo algo más implicado?

Hoy se puede hacer una retrospección
de medio siglo de especulación y miles de intentos de
probar que la vida se originó por sí sola.
Sería difícil que quien la hiciera no concordara
con el premio Nobel Francis Crick. Hablando de las teorías
sobre el origen de la vida, Crick dijo que hay "demasiada
especulación en torno a muy pocos hechos". Es por tanto
comprensible que algunos científicos que examinan los
hechos lleguen a la conclusión de que la vida es demasiado
compleja como para haberse producido por casualidad incluso en un
laboratorio organizado, y mucho menos en un ambiente
incontrolado.

Si la ciencia avanzada no es capaz de probar que la vida
pudo surgir por sí misma, ¿por qué siguen
defendiendo estas teorías algunos científicos? Hace
unas décadas, el catedrático J.D. Bernal
ofreció algunas respuestas en el libro The Origin of Life:
"Al aplicar los cánones estrictos del método
científico a este tema [la generación
espontánea de la vida], es posible demostrar de manera
efectiva en varios lugares de la explicación cómo
no pudo haber surgido la vida; la improbabilidad es demasiado
alta, la posibilidad […], demasiado pequeña". Y
añadió: "La vida se encuentra aquí en la
Tierra con toda su multiplicidad de formas y actividades, y
lamentablemente hay que forzar los argumentos para explicar su
existencia". El panorama no ha mejorado desde
entonces.

Analicemos el mensaje subyacente de este razonamiento.
Equivale a decir: "Es científicamente correcto afirmar que
la vida no pudo surgir por sí sola. Pero la
aparición espontánea de la vida es la única
posibilidad que puede contemplarse. De modo que es necesario
forzar los argumentos para apoyar la hipótesis de que la
vida surgió espontáneamente". ¿Se siente
cómodo con esta lógica? ¿No requiere este
razonamiento "forzar" mucho los hechos?

Hay, sin embargo, científicos
respetados y conocedores de la materia que no ven la necesidad de
forzar los hechos para que encajen con una determinada
filosofía sobre el origen de la vida. Por el contrario,
permiten que los hechos los conduzcan a la conclusión
razonable. ¿Qué hechos y a qué
conclusión?

El profesor Maciej Giertych, renombrado
genetista del Instituto de Dendrología de la Academia
Polaca de Ciencias, respondió lo siguiente en una
entrevista para un documental: "Somos ahora conscientes de la
impresionante cantidad de información contenida en los
genes. La ciencia no es capaz de explicar cómo puede
surgir espontáneamente esta información. Se
requiere una inteligencia; no puede producirse mediante sucesos
fortuitos. La mezcla de letras no produce palabras." Y
añadió: "Por ejemplo, el complejísimo
sistema replicativo del ADN, el ARN y las proteínas en la
célula debe haber sido perfecto desde el mismo principio.
De no haber sido así, no existirían organismos
vivos. La única explicación lógica es que
esta inmensa cantidad de información proceda de una
inteligencia".

Cuanto más aprendemos acerca de las maravillas de
la vida, más lógico es concordar con esa
conclusión: el origen de la vida requiere una fuente
inteligente. ¿Qué fuente? (ver NOTA en la
página 18).

Como se ha dicho anteriormente, millones de personas
educadas piensan que una inteligencia superior, un
diseñador, debe haber producido la vida en la Tierra.
Después de examinar objetivamente el tema, han aceptado
que aun en esta era científica, es razonable coincidir con
el salmista que hace mucho tiempo dijo sobre Dios: "Porque
contigo está la fuente de la vida" (Salmo 36:
9).

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[Por lo tanto, expresiones tan irrazonables como la
siguiente:] "El azar, y sólo el azar, lo hizo todo, desde
el caldo primitivo hasta el hombre", [emitida por]
el premio Nobel Christian de Duve hablando del origen de la vida
[… nos… llenan de asombro y perplejidad]. Pero
¿[pudiera ser] el azar [después de todo] una
explicación razonable del origen de la vida?

¿Qué es el azar? Aunque algunas personas
relacionan el término con el cálculo de
probabilidades, llamado también "la ciencia del azar",
muchos científicos emplean el concepto en un sentido vago
como sustitutivo del término más preciso "causa",
especialmente cuando ésta es desconocida.

"Personificar el "azar" como si habláramos de un
agente causal —dice el biofísico Donald M.
MacKay— es cambiar injustificadamente de un concepto
científico a uno mitológico cuasirreligioso." Del
mismo modo, Robert C. Sproul señala: "Al llamar a la causa
desconocida "azar" por tanto tiempo, la gente empieza a olvidar
que se hizo una sustitución. […] La suposición de
que "azar es igual a causa desconocida" ha llegado a significar
para muchos que "azar es igual a causa"".

El premio Nobel Jacques L. Monod es uno de los que
utiliza el razonamiento de "azar es igual a causa". Escribe: "El
puro azar, el único azar, libertad absoluta pero ciega,
[se halla] en la raíz misma del prodigioso edificio de la
evolución". Luego añade: "El hombre sabe al fin que
está solo en la inmensidad indiferente del Universo de
donde ha emergido por azar". Observe que dice: "POR azar". Monod
hace lo que muchos otros científicos: elevar el azar al
rango de principio creativo. Se presenta el azar como el causante
de la existencia de la vida en la Tierra.

Puesto que azar se define como "casualidad o supuesta
causa a la que se atribuyen los sucesos no debidos a una
necesidad natural o a la intervención humana" o
aquéllos "cuya causa real se desconoce", si alguien dice
que la vida apareció por azar, en realidad está
diciendo que surgió por un poder causal desconocido.
¿Podría ser entonces que se estuviera usando el
término "Azar" con mayúscula como voz
sinónima de "Creador"?».

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El capítulo 3 del mismo libro
(¿Existe un Creador que se interese por nosotros?),
contiene un recuadro en la página 35 que dice: «"[La
bacteria más pequeña] es mucho más semejante
al ser humano que a las mezclas químicas de Stanley
Miller, porque ya posee estas propiedades sistemáticas. De
modo que pasar de una bacteria a un ser humano es un salto menor
que pasar de una mezcla de aminoácidos a esa bacteria".
— Lynn Margulis, catedrática de
Biología».

También contiene otro recuadro en
las páginas 36 y 37, titulado
"Clásico, pero cuestionable", el cual explica: «Se
suele citar el experimento de Stanley Miller, realizado en 1953,
como prueba de que pudo haber ocurrido la generación
espontánea en tiempos primitivos. Sin embargo, la validez
de esta tesis descansa en la suposición de que la
atmósfera primigenia de la Tierra era "reductora", es
decir, que sólo contenía una mínima cantidad
de oxígeno libre (no combinado químicamente).
¿Por qué?

El libro The Mystery of Life"s Origin: Reassessing
Current Theories explica que si hubiera habido mucho
oxígeno libre, "ninguno de los aminoácidos siquiera
habría podido formarse, y si por casualidad lo hubieran
hecho, se habrían descompuesto rápidamente" (el
oxígeno es muy reactivo. Por ejemplo, se combina con el
hierro para formar óxido, o con el hidrógeno para
formar agua. Si hubiera habido mucho oxígeno libre en la
atmósfera cuando se estaban sintetizando los
aminoácidos, éste se habría combinado
rápidamente con las moléculas orgánicas y
las habría descompuesto tan pronto como se formaban).
¿Qué solidez tenía la suposición de
Miller acerca de la atmósfera primitiva?

En un artículo clásico
publicado dos años después de su experimento,
Miller escribió: "Estas ideas son por supuesto
especulación, pues no sabemos si la Tierra tenía
una atmósfera reductora cuando se formó. […]
Aún no se han encontrado pruebas directas" (Journal of the
American Chemical Society, 12 de mayo de 1955).

¿Se encontraron esas pruebas
posteriormente? Unos veinticinco años más tarde, el
escritor de artículos científicos Robert C. Cowen
informó: "Los científicos tienen que reformular
algunas de sus hipótesis. […] Poco se ha encontrado que
pruebe la idea de una atmósfera rica en hidrógeno y
muy reductora, y algunas pruebas demuestran lo contrario"
(Technology Review, abril de 1981).

¿Y desde entonces? En 1991, John
Horgan escribió en Investigación y Ciencia:
"Durante los últimos diez años han crecido las
dudas sobre las hipótesis de Urey y Miller acerca de la
atmósfera. Experimentos de laboratorio y reconstrucciones
computerizadas de la atmósfera […] sugieren que las
radiaciones ultravioletas procedentes del Sol, hoy frenadas
gracias al ozono atmosférico, habrían destruido las
moléculas hidrogenadas de la atmósfera. […] Una
atmósfera así [de dióxido de carbono y
nitrógeno] no habría sido la más conveniente
para la síntesis de aminoácidos y otros precursores
de la vida".

¿Por qué, entonces, se defiende aún
que la atmósfera primitiva de la Tierra era reductora, es
decir, contenía muy poco oxígeno? En Molecular
Evolution and the Origin of Life (Evolución molecular y el
origen de la vida), Sidney W. Fox y Klaus Dose contestan: La
atmósfera debió tener poco oxígeno porque
"los experimentos de laboratorio muestran que la evolución
química […] hubiera sido prácticamente inviable
con oxígeno" y también porque compuestos como los
aminoácidos "no son estables por mucho tiempo en la
presencia de oxígeno".

¿No es éste un razonamiento
cíclico? Se dice que la atmósfera primitiva era
reductora porque de otro modo no hubiera tenido lugar la
generación espontánea de la vida. Pero lo cierto es
que no hay ninguna seguridad de que
haya sido reductora.

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Otro factor que no debe pasarse por alto: si la mezcla
de gases representa la atmósfera, las descargas
eléctricas imitan a los rayos y el agua hirviendo hace las
veces de océano, ¿a quién o qué
representa el científico que prepara y realiza el
experimento?».

También está el recuadro de
la página 38 del citado libro, titulado
"Dextrógiros, levógiros", el cual expone:
«Tal como hay guantes para la mano derecha y para la
izquierda, los aminoácidos también pueden ser
dextrógiros (desvían hacia la derecha el plano de
polarización de la luz) o levógiros (desvían
hacia la izquierda dicho plano). De los aproximadamente cien
aminoácidos conocidos, sólo veinte se hallan
presentes en las proteínas, y todos son levógiros.
Cuando los científicos producen aminoácidos en el
laboratorio imitando lo que piensan que posiblemente
ocurrió en el caldo prebiótico, se encuentran con
un número igual de moléculas "dextrógiras" y
"levógiras". "Esta distribución al 50% —dice
The New York Times— no es característica de la vida,
que depende sólo de aminoácidos levógiros".
Por qué están hechos los seres vivos sólo de
aminoácidos levógiros es "un gran misterio".
Incluso los aminoácidos que se han hallado en los
meteoritos "son mayoritariamente levógiros". El doctor
Jeffrey L. Bada, que estudia la problemática del origen de
la vida, dijo que "alguna influencia extraterrestre debió
contribuir a determinar la orientación de los
aminoácidos biológicos"».

Otro recuadro, del susodicho libro, en la página
40: «"Estos experimentos […] se presentan como prueba de
una síntesis abiótica cuando en realidad los ha
concebido y producido el muy inteligente y biótico ser
humano para defender ideas con las que está muy
comprometido". (Origin and Development of Living Systems [Origen
y desarrollo de los sistemas vivos])».

Un recuadro más en la página 41, titulado
"Un acto intelectual deliberado": «El astrónomo
británico sir Fred Hoyle ha invertido décadas en el
estudio del universo y la vida que hay en él, e incluso ha
propugnado la idea de que ésta llegó a la Tierra
procedente del espacio exterior. En una conferencia que
pronunció en el Instituto de Tecnología de
California habló del orden de los aminoácidos en
las proteínas.

"El gran problema de la biología
—dijo Hoyle— no es tanto el hecho obvio de que la
proteína se compone de una cadena de aminoácidos
unidos de cierta manera, sino que el orden preciso de
éstos dota a la cadena de notables propiedades […]. Si
los aminoácidos se unieran al azar, se darían un
gran número de ordenaciones que no tendrían ninguna
utilidad para la célula viva. Cuando pensamos que una
enzima típica está formada por una cadena de unos
doscientos enlaces y que hay veinte posibilidades para cada
enlace, es fácil concluir que el número de
ordenaciones inútiles es enorme, mayor que el
número de átomos de todas las galaxias visibles con
los mayores telescopios. Esto en el caso de tan
sólo una enzima, y hay más de dos mil,
que en su mayoría cumplen propósitos muy
diferentes. Por tanto, ¿cómo llegó la
situación a ser lo que ahora vemos que es?"

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Hoyle añadió: "Más
bien que aceptar la probabilidad fantásticamente
pequeña de que las fuerzas ciegas de la naturaleza
hubieran producido la vida, parece mejor suponer que su origen se
deba a un acto intelectual deliberado"».

Finalmente, citemos un último
recuadro, el de la página 44: «El profesor Michael
J. Behe dijo: "Para quien no se siente obligado a limitar su
búsqueda a causas no inteligentes, la conclusión
más lógica es que muchos de los sistemas
bioquímicos fueron diseñados. No los
diseñaron las leyes de la naturaleza, ni el azar y la
necesidad, sino que fueron planeados. […] La vida en la Tierra
en su nivel más fundamental, en sus componentes más
básicos, es el producto de actividad
inteligente"».

En la página 42 se expone: «Un
simple vistazo al complejo mundo e intrincadas funciones de cada
una de las células del cuerpo suscita la pregunta:
¿Cómo se produjo todo esto?… Membrana celular
(que controla lo que entra en la célula y sale de ella)…
Núcleo (el centro de control de la célula)…
Cromosomas (contienen el ADN, el plan maestro genético)…
Ribosomas (lugar donde se elaboran las
proteínas)… Nucleolo (lugar donde se forman los
ribosomas)… Mitocondria (centro de producción de las
moléculas que suministran energía a la
célula)».

NOTA:

Se cita, en algunas fuentes
biográficas, como cierto, el siguiente percance ocurrido
en 1892:

Un señor de unos 70 años viajaba en el
tren, teniendo a su lado a un joven universitario que leía
un libro de ciencias. El caballero septuagenario, a su vez,
leía un libro de portada negra. Entonces el joven
percibió que se trataba de una Biblia y que estaba abierta
en el evangelio de Marcos. Sin mucha ceremonia, el muchacho
interrumpió la lectura del viejo y le
preguntó:

Señor, ¿usted cree
todavía en ese libro lleno de fábulas y
cuentos?

Sí… pero no es un libro de
cuentos; es la Palabra de Dios: ¿me equivoco?

Claro que se equivoca. Debería estudiar Historia
Universal. Aprendería que la Revolución Francesa,
ocurrida hace más de 100 años, mostró la
miopía de la religión. Solamente personas sin
cultura creen todavía que Dios hizo el mundo en 6
días. Usted, señor, debería conocer un poco
más sobre lo que nuestros científicos dicen de todo
esto.

Y… ¿es exactamente eso lo que
nuestros científicos dicen sobre la Biblia?

Bien, como voy a bajar en la próxima
estación, no tengo tiempo de explicarle, pero
déjeme su tarjeta con su dirección para mandarle
material científico por correo con la máxima
urgencia.

El anciano entonces, con mucha paciencia,
abrió cuidadosamente el bolsillo derecho de su
bolso y le dio su tarjeta al muchacho. Cuando
éste leyó lo que allí decía,
salió completamente cabizbajo del vagón,
sintiéndose más pequeño que una diminuta
ameba. En la tarjeta se leía lo siguiente:

"Profesor Doctor Louis Pasteur. Director General del
Instituto de Investigaciones Científicas. Universidad
Nacional de Francia. 'Un poco de ciencia nos aparta de Dios.
Mucha, nos aproxima'. Dr. Louis Pasteur. Postdata: El mayor
placer de una persona inteligente es aparentar ser idiota delante
de un idiota que aparenta ser inteligente".

Es posible que el doctor Pasteur hubiera encontrado, en
el relato creativo del Génesis, las directrices maestras
fundamentales que necesita la Biología para poner fin a
buena parte de sus quimeras acerca del origen de la vida. Es lo
que pudiéramos denominar "fundamentos o pilares" desde
donde comenzar a edificar el castillo de la ciencia
biológica: una Metabiología.

De no haberse disuelto la autoría
del Génesis cuando menguó la influencia de los
antiguos patriarcas, sino que hubiera continuado vigente la
credibilidad del libro sagrado para toda la humanidad, tal vez
ahora tendríamos una Biología mucho más
avanzada. Al menos los esfuerzos estériles empleados para
mantener a toda costa la prevalencia de no pocas teorías
erróneas, como las de la generación
espontánea de la vida (en sus versiones antigua y
moderna), no hubieran diezmado las energías
investigadoras y los recursos humanos y técnicos
aplicables a otros senderos bastante más
productivos.

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Conclusión.

¿Cómo mermó la creencia de que el
origen de la vida sobre la Tierra se produjo durante el llamado
"Tercer día creativo" del Génesis?

Desde la antigüedad hasta la época de
Pasteur, el desconocimiento de la vida microscópica indujo
a los hombres a creer que podía darse la generación
espontánea de la vida; y es permisible pensar que incluso
los mismísimos patriarcas fueron incapaces de discernir
todo el alcance de las palabras registradas en el Génesis
tocante al Tercer día Creativo. Pues hasta el propio
Newton se dejó llevar parcialmente por la doctrina de la
generación espontánea (ver NOTA, a
continuación), a pesar de ser un ferviente defensor de las
verdades bíblicas; por tanto, cuánto más los
fieles patriarcas de la antigüedad, quienes estaban en
inferioridad de condiciones con respecto a dicho sabio
inglés versado en conocimientos científicos muy
posteriores.

De todo esto extraemos una lección importante: El
conocimiento del relato creativo del Génesis se
complementa con los descubrimientos de la ciencia fidedigna, y
las investigaciones científicas se complementan en sus
fundamentos con las directrices que se extraen del relato
creativo no tergiversado insinceramente. Como las caras de una
misma moneda o las facetas de una hoja de higuera, que no pueden
emanciparse la una de la otra, así es el conocimiento
científico competente y la interpretación diestra
del Génesis. Pues ambas fuentes de información
tienen como origen a un mismo Dador, a saber, el Creador del
universo y el Suministrador de la Sagrada Escritura.

NOTA:

Los patriarcas, y Newton, creían en el relato
creativo del Génesis, pero probablemente también
pensaban que determinadas criaturas repugnantes que
surgían de la materia orgánica en
descomposición, tales como cresas y moscas, venían
a la existencia por generación espontánea. Es
decir, creían parcialmente en la generación
espontánea de la vida (a diferencia de algunos
filósofos griegos, que creían totalmente en
dicha doctrina, al atribuir la existencia de todo ser viviente a
ese pretendido mecanismo biogenético y sólo a
él).

 

 

Autor:

Jesús Castro

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