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El llamado de Dios a liderar




Enviado por Reinaldo Fermín



  1. Introducción
  2. Nacido para
    liderar
  3. Siendo sal y luz
    como líderes
  4. Permiso divino para
    liderar
  5. Liderazgo en el
    período de los jueces
  6. Lo básico de
    los líderes efectivos
  7. Conclusión
  8. Bibliografía

Introducción

Durante siglos se ha discutido el tema del liderazgo
cristiano dentro y fuera de las congregaciones; surgen preguntas
como: ¿No somos llamados a ser siervos? ¿Podemos
creer que el liderazgo es bíblico? ¿Quiénes
son llamados líderes dentro de la Iglesia? En el libro de
San Mateo 20:25-28 Jesús llamando a sus discípulos,
les dijo: "Sabéis que los gobernantes se
enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre
ellas potestad. Mas entre vosotros no será así,
sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será
vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros
será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para
ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate de
muchos."
Entonces nos hacemos la pregunta: Por qué y
cómo nos llama Dios a liderar? Desde la creación
del hombre, descrito en el libro de Génesis 1:26-31, Dios
nos ha llamado para liderar, tener autoridad y tomar dominio
(ejercer mayordomía) en toda la tierra y sobre todo animal
que habitase en ella; pues, somos las únicas criaturas
hechas a imagen y conforme a la semejanza de Dios.

Ahora bien, el propósito de éste liderazgo
otorgado por Dios, queda claramente indicado en el libro de
Génesis 2:15, en el cual el hombre debía labrar,
nombrar y guardar o preservar toda la creación; dicho en
otras palabras para que ejerciera mayordomía (liderazgo de
servicio) sobre la creación, y rindiera cuentas por ella
al Supremo Creador y dueño de todo.

Dios entregó ésta potestad al hombre para
establecer un orden en la tierra, pues antes de la
creación se encontraba en un total caos (desordenada,
vacía y en tinieblas), por la presencia de Satanás
y sus huestes de maldad; lo cual produjo el odio sobrenatural de
Satanás en contra de la humanidad y por ende en contra de
toda la creación de Dios. La potestad dada al hombre
incluye el sometimiento, con esfuerzo, valentía y
determinación (sojuzgadla), de toda fuerza natural que se
rebelara o se opusiera contra el orden establecido por
Dios.

El odio sobrenatural de Satanás hacia la
humanidad, conllevó a la tentación y posterior
caída del hombre (a causa del pecado), como líder
natural de la creación, lo cual trajo como consecuencia
que Satanás usurpara el dominio sobre la tierra, no sin
antes Dios establecer el plan de redención y
restauración de todas las cosas (naturales y
espirituales), por medio de nuestro Señor
Jesucristo.

Sin embargo, a pesar de la condición pecadora del
hombre, Dios en su inmensa fidelidad, infinito amor y gran
misericordia, mantiene siempre vigente el propósito por el
cual fuimos creados; y a lo largo de la historia nos ha llamado a
liderar, a tener autoridad y tomar dominio sobre toda
circunstancia; "hasta que todos lleguemos a la unidad de la
fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón
perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de
Cristo"
(Efesios 4:13), para lograr ser unos líderes
por excelencia.

Por lo tanto, puesto los ojos en Jesucristo, el autor y
consumador de la fe, es necesario aprender a ser mejores
líderes espirituales en nuestra familia, en nuestra
congregación, en nuestra comunidad, en nuestro lugar de
trabajo, en nuestro país; para que logremos proseguir
hacia la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en
Cristo Jesús.

Actualmente en nuestro país Venezuela, nos
encontramos sumergidos en una crisis espiritual, política,
social y económica, donde predominan la apostasía,
la idolatría, la hechicería, la blasfemia, la
división, la anarquía, la violencia, el odio, el
derramamiento de sangre, la intolerancia, la contienda, la falta
de diálogo, la escasez de valores y alimentos, entre otros
problemas, quedando ausentes la paz, la seguridad y la justicia.
Ante esta situación, nuestro Dios está haciendo el
llamado a los líderes de su pueblo (su Iglesia), para que
se esfuerce y actúe (Daniel 11:32), a predicar el
evangelio a los abatidos, a vendar a los quebrantados de
corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los
presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de
la buena voluntad de Dios (Isaías 61:1-2).

Por tanto, manteniendo nuestra identidad como hijos de
Dios, tomemos nuestra posición de líderes dentro de
la sociedad, peleando la buena batalla de la fe y vestidos con la
armadura de Dios.

Nacido para
liderar.

Dios siendo el creador y dueño de todo, es el
líder supremo por excelencia; posee y ejerce la
máxima autoridad sobre todo y en todos. Tal como lo
describe el libro de Génesis 1:26-31, Dios crea al hombre
a su imagen y conforme a su semejanza, estableciendo con ello un
orden jerárquico en la tierra: Dios como autoridad suprema
y el hombre como autoridad sobre toda la tierra. Por lo tanto el
hombre es creado para liderar, tener autoridad y ejercer la
mayordomía sobre todas las cosas creadas en la
tierra.

Fuimos creados para formar relaciones de familia. Ese
propósito expreso de Dios en la relación, indica
que Él considera una familia piadosa y la crianza de los
hijos como de suma prioridad en el mundo. Efesios 5:21
"Someteos unos a otros en el temor de Dios". Dios nunca
nos manda a hacer algo sin estar equipados, fuimos creados a su
imagen, por lo tanto estamos preparados para liderar; Él
constantemente nos prepara para tal llamado.

Ahora bien, podemos reflexionar al respecto del libro de
Génesis 1:26-31, lo siguiente:

1.- Ser creados a la imagen de Dios significa que
hemos sido creados para liderar.
La posición
distintiva de la creación del hombre en el libro de
Génesis 1:26 al igual que lo describe en el libro de los
Salmos 8:2,5-8, la potestad que Dios da al hombre, no solo
incluye a los animales del contexto inmediato, sino al reino
animal en su totalidad y a la tierra en general.

Dios dio al ser humano una posición y
responsabilidad que no dio a nadie más en la
creación; esto es, lo colocó por encima del resto
de la creación.

Ninguna otra criatura que Dios había creado
tenía la capacidad y responsabilidad dadas por Dios de
estar por encima de las otras; solo el hombre había sido
creado a imagen de Dios y solamente al hombre se le dio la
responsabilidad de enseñorearse por encima de la
creación.

2.- Dios dio al hombre autoridad sobre toda la
tierra.
En el libro de Génesis 1:28, Dios da
responsabilidad al hombre para dominar la creación. Junto
con esta responsabilidad, Dios también le delegó
cuidar de toda la tierra para aprovecharla al máximo para
el bienestar del hombre; siendo buen mayordomo de las riquezas
que Dios dio en la creación.

Toda la autoridad pertenece a Dios; pero Dios tiene dos
maneras de ejercer Su autoridad.

a.- Autoridad directa. Esto significa que Dios
nos dice directamente a través de Su Palabra o a
través del Espíritu Santo lo que Él desea
que hagamos.

b.- La autoridad delegada. Esto significa que
Dios elige a determinadas personas para que lo representen y
ejerzan Su autoridad.

Dios no sólo nos guía personalmente, sino
que también nos dirige a través de Su autoridad
delegada. Padres, pastores, presbíteros, diáconos,
maestros, profesores, policías, jefes, gobernantes, etc.
son autoridades delegadas.

Puesto que una autoridad delegada es alguien que
representa la autoridad de Dios, esa persona debe ser obedecida.
Ser irrespetuoso o desobediente a la autoridad delegada por Dios
es semejante a ser irrespetuoso o desobediente con Dios
mismo.

Dios ha establecido cuatro áreas básicas
de autoridad para el hombre:

a.- La familia: Lo que Dios dispuso para la
familia es que el padre sea la cabeza del hogar bajo la autoridad
y dirección de Dios. La esposa debe estar sujeta a su
esposo y los hijos sujetos a sus padres.

b.- La iglesia: El plan de Dios es que Cristo sea
la Cabeza de cada iglesia. Bajo la autoridad de Cristo
están los líderes designados por Dios, tales como
apóstoles, pastores, ancianos, diáconos y maestros.
Debemos someternos a las autoridades de la iglesia, delegadas por
Dios. Aquellos que tienen autoridad en la iglesia no deben
imponerse al pueblo de Dios, sino en cambio, servirlos y ser
ejemplo para ellos.

c.- El gobierno: Debido a la naturaleza
pecaminosa y rebelde del hombre, Dios estableció las leyes
y el gobierno humano. Dios dio a los hombres la autoridad para
hacer cumplir Sus leyes. Lo hizo para nuestra protección y
para nuestro bien.

d.- El trabajo: Nuestro jefe o "patrón"
representa la autoridad delegada de Dios en el trabajo. Honramos
a Dios cuando hacemos nuestro trabajo lo mejor posible por causa
del Señor. Dios no se complace cuando hacemos nuestro
trabajo en forma descuidada y a medias. Él quiere que lo
hagamos de todo corazón.

Dios quiere que entendamos que todas las personas en
autoridad han sido designadas y ordenadas por Él. Por eso,
deben ser obedecidas.

3.- Dios nos hizo aptos para ejercer el liderazgo
eficazmente.
Ser creados a imagen y semejanza de Dios, quiere
decir que el hombre fue diseñado con cualidades
únicas para ejercer cualquier responsabilidad delegada por
Dios, incluyendo liderar con eficacia.

> Reflejamos los atributos comunicables de Dios (las
cualidades de Dios que pueden ser reflejadas en el hombre, en
cierto grado), tales como la santidad, la sabiduría, la
bondad, la misericordia, la verdad, el amor, la gracia, la
justicia, la longanimidad.

> Poseemos intelecto, emociones y la capacidad de
tener relaciones personales con Dios y otros seres humanos. Somos
seres espirituales porque podemos estar conscientes de Dios y
tener una relación con Él. Por eso podemos decir
que el hombre fue creado para glorificar a Dios y disfrutarle
para siempre.

> Somos un ser moral, es decir, tenemos la capacidad
innata de diferenciar a nivel elemental entre el bien y el
mal.

> Nuestro cuerpo ha sido diseñado por Dios de
tal manera que contribuye a la expresión de la imagen de
Dios en el hombre. Por ejemplo, tenemos una postura erguida, el
cerebro con la capacidad de razonar, los diferentes
músculos en la cara, la lengua…todo esto
facilitando la expresión de emociones, la capacidad de
hablar y así relacionarnos con otras personas.

Aún cuando el hombre fue creado a imagen de Dios
y se le dio una posición exaltada por encima de la
creación, es aún creación de Dios y su
existencia y subsistencia dependen de Dios en su
totalidad.

En estos momentos de crisis que estamos viviendo en
nuestra nación Venezuela, Dios continúa levantado
líderes dentro de cada congregación, que han
cumplido con el mandamiento de la reproducción y de la
multiplicación, "pariendo" nuevos líderes que
puedan influenciar en otros a través de su ejemplo y
testimonio personal; quiénes a pesar de las pruebas, de
las circunstancias, de los problemas, de las aflicciones, de la
crisis puedan levantarse, pararse firme; que con esfuerzo,
valentía y determinación logren redargüir,
exhortar y reprender con toda autoridad, en el nombre de
Jesucristo, a las obras infructuosas de las tinieblas, que
quieren apoderarse de nuestro país.

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Siendo sal y luz
como líderes.

1.- Siendo sal como líder. En el libro del
evangelio según San Mateo 5:13, Dios nos dice que somos la
sal de la tierra; por lo tanto, nuestra vida y nuestro testimonio
como líderes debe ser como la sal y su acción. La
sal es tanto un preservador, un sazonador y un cicatrizador. Es
decir, la sal preserva de la corrupción a los alimentos
(evita ese deterioro), cicatriza y cura las heridas, y
también resalta el sabor de los alimentos. La palabra sal
en nosotros se refiere a la influencia de los líderes
cristianos para impedir la maldad, cicatrizar las heridas del
corazón y para preservar el mundo de la corrupción
espiritual.

Tal como lo dice el libro de Génesis 2:15, fuimos
creados para ejercer la mayordomía; administrando y
preservando todo el resto de la creación en la tierra.
Somos sal cuando neutralizamos el proceso de corrupción en
la tierra (a causa del pecado), por medio de predicar el
evangelio de Jesucristo. Es importante que nuestras palabras
vayan acompañadas de un buen testimonio, que confirme lo
que se dice (Colosenses 4:6). Desde luego, es necesario que los
líderes cristianos influyan en los del mundo sin caer bajo
la influencia del mundo.

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Para ser la sal de la tierra, debemos mantener las
cualidades del carácter divino de Dios, y reflejarlas
llevando vidas fieles para poder influenciar en aquellas personas
que se encuentran en infidelidad. Es necesario, que así
como la sal era utilizada para sazonar toda ofrenda presentada a
Dios (Levítico 2:13), así nuestra vida como ofrenda
a Dios es algo que debe ser puro, y por tanto, preservado, como
en lo natural es preservado por la sal.

Como líderes cristianos debemos predicar el
evangelio puro y verdadero, tal como nos enseña la Biblia
con la guía del Espíritu Santo; combatiendo con
valentía y determinación las falsas doctrinas y a
los falsos maestros (2 Timoteo 4:2). Nos toca obrar como lo hace
la sal:

> En lo natural, la sal preserva (aparta de la
corrupción). Por lo tanto en lo espiritual, si somos sal
significará que viviremos vidas apartadas del mal, es
decir, santificadas.

> En lo natural, la sal detiene el avance de la
destrucción de la putrefacción. Por lo tanto, en lo
espiritual, si somos sal, significará que en
relación a los que nos rodean, nuestra influencia
ayudará a la detención del progreso de lo inmoral o
pecaminoso.

> En lo natural, la sal produce sed al que la toma.
Por lo tanto en lo espiritual, si somos sal significará
que produciremos sed de las cosas de Dios en muchos; o al menos
una reacción a favor o en contra de las mismas.

> En lo natural, la sal se usa como cicatrizante. Por
lo tanto, en lo espiritual, somos llamados a cicatrizar las
heridas del corazón en las personas, mediante la Palabra
de Dios y el poder del Espíritu Santo que mora en
nosotros.

Ser sal en esta tierra significa que debemos vivir de
acorde al Reino de los Cielos, y por lo tanto, de una manera
opuesta, la mayoría de las veces, a como vive el mundo;
también significa ser valientes (2 Timoteo 2:7), sagaces
(Mateo 10:16) y veraces (Santiago 5:12) para combatir el mal. La
sal produce una reacción siempre; no pasa desapercibida al
gusto de nadie. Cristo dijo "Vosotros sois la sal de la tierra",
no dijo vosotros sois el caramelo o la miel del mundo.

Ahora bien, debemos estar conscientes de que la sal
preserva más no regenera, una vez que la carne se
encuentra podrida o descompuesta la sal nada puede
hacer.

Así mismo, sucede en lo espiritual, pues solo el
Espíritu Santo puede regenerar, lo cual significa que sin
Él nada podemos hacer (Juan 15:5); por lo tanto, es
necesario mantener una total comunión con el
Espíritu Santo, y que no lo contristemos (Efesios 4:30) y
mucho menos que lo apaguemos (1 Tesalonicenses 5:19); pues solo
con la guía del Espíritu Santo lograremos ejercer
nuestro liderazgo eficazmente.

Debemos estar alertas, apercibidos, pues se nos hace la
advertencia de ser desechados y hollados por los hombres si
perdemos nuestra propiedad de salar (influencia de nuestro
liderazgo); y la entidad que puede hacernos perder nuestra
propiedad de sal, es el mundo, tanto con su forma de pensar la
cual nosotros arrastramos y que se necesita de la
renovación de nuestra mente, y también al
aferrarnos compulsivamente a cosas de él.

Aunque la sal es poca tiene mucha influencia. Se dice
que el agua de mar tiene en promedio 3,5% de sal. Sólo el
3,5% de sal hace el agua de mar salada. ¿Alguna vez han
probado el agua de mar? ¡Es saladísima! Actualmente
se dice que existe un 15 – 20% de cristianos evangélicos
en nuestro país. Pero todavía no vemos que nuestra
sociedad cambie profundamente; especialmente vemos mucha
violencia, inmoralidad y familias quebradas por la falta de
verdaderos líderes cristianos que influyan poderosamente
en nuestra sociedad.

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2.- Siendo luz como líder. En el libro del
evangelio según San Juan 8:12, dice "Otra vez
Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo;
el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que
tendrá la luz de la vida."
Ésta es la
razón por la cual Jesús nos llama a ser luz del
mundo, en el libro de Mateo 5:14. Siendo Jesucristo la luz
verdadera, que alumbra a todo hombre y estando a la cabeza de Su
Iglesia, nos llena con su luz para que se propague a
través de nosotros (pues somos reflejo de su gloria y no
poseemos luz propia), hacia aquellas personas que aún no
conocen a Jesús.

Todo líder cristiano debe reflejar la luz de
Jesucristo para alumbrar la oscuridad en que andan las personas,
a causa del pecado, y encuentren el camino, la verdad y la vida
en Cristo Jesús. Dios encendió esa luz en nosotros,
no para escondernos, sino para ponernos en lo alto y de esta
manera poder alumbrar a todos los que están en la casa
(Mateo 5:15).

Por lo tanto, el primer lugar a donde el Señor
nos ha llamado que llevemos su luz es nuestro hogar. Podemos ver,
en nuestro país, familias totalmente disfuncionales
(padres divorciados, esposas e hijos maltratados, hijos
abandonados, hijos desobedientes y agresivos, hermanos divididos,
madres solteras, etc) donde predomina el odio, la violencia, el
irrespeto, la contienda, la intolerancia, el derramamiento de
sangre que conlleva al deterioro total de nuestra
sociedad.

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Es nuestro deber y responsabilidad como líderes
cristianos alumbrar con nuestro ejemplo de vida y conducta
cristiana a nuestra(o) esposa(o) e hijos, como nos enseña
la Biblia; amando, respetando, instruyendo, exhortando,
alentando, amonestando en el amor de Cristo.

Es la familia la que tiene la responsabilidad primordial
de la instrucción bíblica y espiritual de los
hijos, dedicar su vida en amor, compasión, bondad,
humildad, ternura y paciencia; adiestrándolos y
preparándolos para que ejerzan su liderazgo de manera
eficaz, y logren iluminar poderosamente en la
sociedad.

Es el deseo de nuestro Señor, que cada familia de
este país se formen sobre el fundamento de la Roca; con la
guía y el poder del Espíritu Santo, pues
sólo a través de las familias verdaderamente
cristianas, se puede lograr un cambio radical en la sociedad
venezolana y contrarrestar la influencia del mundo y de las
tinieblas sobre nuestra nación, que en este tiempo ha
causado tantas muertes, dolor, desesperanza, odio, incertidumbre,
desesperación, conflictos, divisiones, contiendas en la
mayoría de los venezolanos.

Siendo luz como líderes y con la guía del
Espíritu Santo, debemos señalar, a toda la
humanidad, el Camino que lleva a la vida en abundancia,
alumbrándolos con nuestras buenas obras para que todos las
vean; sólo con la luz de Jesús reflejada en
nosotros, podrán ver sus pecados, arrepentirse, enderezar
sus caminos y comenzar a glorificar y adorar a Dios con sus vidas
(Mateo 5:16); como dice la Palabra: "Porque en otro tiempo
erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad
como hijos de luz"
(Efesios 5:8).

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Podemos entonces, resumir lo que es ser luz:

> Dios es Luz (1 Juan 1:5).

> La luz de Dios es Su palabra (Salmos
119:105).

> Mientras la Palabra esté viva en nosotros,
somos la luz de este mundo (Mateo 5:14).

> Somos llamados a dar buen testimonio en nuestro
andar por el mundo (Efesios 5:8,9).

> Somos comisionados para mostrar el camino del
Señor a los perdidos.

> Dios manifiesta lo que Él es (la Luz) a
través de nosotros (1 Tesalonicenses 5:5).

> La luz evidencia las tinieblas. La luz por tanto
discierne lo bueno de lo malo (Efesios 5:13).

> La luz vence siempre a las tinieblas (Juan
1:5).

> La luz de Dios es para nuestro gozo, paz y vida, y
para todos los que acepten a Cristo, por medio de
nosotros.

Por lo tanto, Dios nos ha llamado a ser sal y luz como
líderes, siendo ejemplo y testigos fieles de Él,
influenciando y alumbrado en nuestras familias, nuestra
congregación, nuestra comunidad, nuestro trabajo, nuestro
país y en toda la tierra (Isaías
42:6-7).

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Permiso divino
para liderar.

Desde que aceptamos a Cristo como Señor de
nuestras vidas y viene a morar el Espíritu Santo en
nosotros, desde ese momento comienza el permiso divino para
liderar; como dice en el libro de Hechos 1:8, recibimos ese poder
o autoridad de parte del Espíritu Santo, pero hay
creyentes que le dan más importancia que otros, en cuanto
a vivir una vida cristocéntrica, en compromiso y
responsabilidad con la obra.

Cuando Dios nos hace un llamado, para asumir un
compromiso mayor al que venimos realizando, como por ejemplo a
pastorear, a consejería, ir de misiones a otro lugar, a
liderar una obra, etc. aceptamos el reto y decimos: ¡heme
aquí, Señor!; pero cuando vemos las cosas que
tenemos que hacer en pos del nuevo cargo que se nos ha asignado,
nos sentimos como Moisés cuando fue llamado por Dios desde
la zarza; él también dijo:

¡heme aquí!, pero cuando Dios le daba
instrucciones de lo que tenía que hacer, se sintió
incompetente y para nada preparado; expresando sus excusas por lo
cual no podía liderar.

Así también nosotros buscamos las mismas
excusas y decimos: ¿quién soy yo?, ¿por
qué me habrán asignado ese trabajo o cargo?,
¡soy muy nervioso y no sé expresarme bien delante de
la gente!; así estamos como Moisés en aquel tiempo
y muchos líderes bíblicos que buscaron excusas
cuando recibieron el llamado de Dios.

Pero Dios nos dice en el libro de Éxodo 3:12a:
"Ve, porque yo estaré contigo;" al igual que le
dijo a Jacob (Génesis 31:3), a Josué (Josué
1:5) y a muchos otros líderes bíblicos. Del mismo
modo ninguno de nosotros deberíamos flaquear ni dudar que
Él estará con nosotros.

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Muchas veces, en el caminar del tiempo se nos olvida el
por qué Dios nos escogió a cada uno para formar
parte de su equipo de líderes; y se nos olvida porque
perdemos la visión que se nos ha encomendado, y la que el
Señor nos ha dado desde el principio a través de su
palabra; cuando pasa esto viene la duda, nos da temor de seguir
adelante porque nos parece que no van a tomarnos en cuenta, ni
van a escuchar nuestro mensaje.

Pero Dios es tan bueno que nos recuerda quien es y dice:
"!Yo Soy el que Soy!", el mismo de ayer y de hoy
(Hebreos 13:8), el que suple todas tus necesidades. Aún
así, seguimos preocupándonos, excusándonos
día a día, y el Señor nos sigue hablando:
¡no te preocupes, confía en mí!…

Sin embargo, a nosotros nos parece poco todo lo que el
Señor nos dice, y nos empeñamos en decir: ¡no
puedo ser un líder!, ¡no estoy listo ni en lo
espiritual ni en lo secular, para realizar el trabajo!, ¡no
tengo tiempo!; y los que están disponibles se lo toman a
poco o se sienten inferiores.

Dios nuestro Señor lo sabe todo, y sabe por
qué nos escogió (Éxodo 4:11-12;
Isaías 50:4; Jeremías 1:9); Él no
está mirando de nosotros nuestras incapacidades ni los
defectos que podamos tener; Él mira un corazón
dispuesto a enfrentar los retos del día a día, que
se puedan presentar en nuestras vidas; y nos sigue llamando.
¿Estaremos dispuestos a seguir el reto y a vencer, como lo
hicieron cada uno de los líderes bíblicos que Dios
llamó a lo largo de la historia?

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Liderazgo en el
período de los Jueces.

El período de los Jueces fue una de las
épocas más difíciles de Israel, en la cual
se requería de un liderazgo puro y en donde cada vez que
la crisis política, religiosa, social y económica
llegaba al extremo, el pueblo clamaba por justicia, y Dios
levantaba a un líder temporal (jueces) al cual usaba para
librar al pueblo de la opresión, y devolver la paz
temporalmente.

Un texto sombrío que aparece reiteradamente en el
libro de los Jueces describe la situación
político-social y religiosa en la época
transcurrida desde la muerte de Josué hasta el
establecimiento de la monarquía hebrea: "En estos
días no había rey en Israel; cada uno hacía
lo que le parecía recto"
(Jueces 17:6; Jueces 18:1;
Jueces 21:25).

Mediante el liderazgo de Moisés y Josué se
reconocía la autoridad de éstos como representantes
de Dios, por lo que su palabra tenía fuerza de ley.
Desaparecidos ambos líderes del escenario
histórico, sobrevino la anarquía. Cada israelita
creía bastarse a sí mismo para determinar lo bueno
y ordenar su conducta. Su opinión personal era su norma de
vida. No tardó Israel en caer en las más variadas
aberraciones y en formas inusitadas de perversión. La
Biblia ha recogido algunos ejemplos: la idolatría (Jueces
2:11-12); la violencia política, puesta de manifiesto en
la conducta de Abimelec (Jueces 9); la religiosidad deshumanizada
(Jueces 11:19-40), la intemperancia (Jueces 14, 16);
perversión sexual extrema (Jueces 19); conductas
fratricidas (Jueces 20).

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Durante este período catorce jueces dirigieron la
liberación de Israel, aceptando el llamado de Dios, y
empezando el liderazgo prácticamente desde cero: Otoniel,
Aod, Samgar, Débora, Gedeón, Abimelec, Jair, Tola,
Jefté, Ibzán, Elón, Abdón,
Sansón y Samuel.

Estos jueces tuvieron en común las siguientes
características como líderes: percibieron una
necesidad, fueron dotados de un don específico de acuerdo
a la necesidad, desarrollaron una pasión, tuvieron
influencia sobre los demás, persiguieron y cumplieron con
el propósito por el cual fueron llamados.

Algunas razones por la cual ésta época
requirió de un liderazgo intensivo en Israel son: no
había un precedente de rey y de jueces (Jueces 21:25);
cuando ocuparon Canaán, estaban rodeados de enemigos
agresivos (Jueces 2:3,14); no habían líderes
gubernamentales (Jueces 17:6); cayeron en la idolatría por
influencia de otras naciones (Jueces 2:11-13); luego de la muerte
de Moisés y Josué no había una estructura de
orden ni autoridad (Jueces 2:6-10); había ausencia de
valores morales (Jueces 8:30, Jueces 9:5, Jueces 19, Jueces
20).

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Liderazgo Intensivo Muchos dirán
que aquellos tiempos distan mucho de nosotros. Pero tal
afirmación no puede hacerse sin grandes reservas. El siglo
XX ha visto ciertamente grandes avances científicos y
tecnológicos, fuente de mayor bienestar; pero
también ha registrado los episodios más
estremecedores de la historia: dos guerras mundiales con millones
de muertos, campos de concentración y exterminio,
genocidios, a lo que todavía hoy puede añadirse la
violación de los derechos humanos más fundamentales
en muchos países. Moralmente la humanidad no ha
progresado. Más bien parece que retrocede hacia la selva.
El individualismo egoísta busca por encima de todo el goce
y el beneficio propios, sin reparar en la licitud moral de los
medios que se emplean para lograrlos.

Ese individualismo va de la mano con la
autoafirmación de la persona y un concepto de libertad
equivocado. Se pretende vivir con todos los derechos y con muy
pocas obligaciones. La norma de conducta es la dictada por el
criterio personal de cada individuo. De ello se derivan la
mayoría de anomalías sociales como la ruptura del
vínculo matrimonial por motivos leves, el conflicto entre
padres e hijos, la hostilidad de alumnos frente al profesor, la
colisión de empresa y empleados, la lucha de todos contra
todos para alcanzar una mejor situación.

Actualmente podemos ver como en nuestro país la
idolatría, la hechicería, el adulterio, la
fornicación, la maledicencia, la prostitución, la
homosexualidad, la violencia, el odio, la división, la
contienda, está a la vista de toda la población y
se ha hecho costumbre entre los mal llamados líderes de la
sociedad, trayendo maldición y grandes males a nuestra
nación.

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El libro de Génesis nos revela que Dios
creó al hombre a su imagen y conforme a su semejanza,
aunque sometido al orden sabio y benéfico que debía
mantenerse entre criatura y Creador.

Sin embargo, el hombre, en su naturaleza caída,
ha ignorado la autoridad de Dios, ha menospreciado sus leyes y ha
tratado de imponer las suyas propias.

Frente a la situación descrita, la Iglesia tiene
el deber de hacer oír su voz profética proclamando
a oídos del mundo las buenas nuevas de salvación y
las leyes del reino de Dios.

Pero tiene otra responsabilidad no menos urgente: la de
instruir a sus miembros en el conocimiento del liderazgo
cristiano. La Iglesia de Jesucristo es el pueblo de Dios, a cuya
autoridad ha de estar sometida, y a la cual se delegó
poder y autoridad sobre la tierra.

También sabemos que la voluntad de Dios
está revelada en su Palabra y que la autenticidad de la fe
cristiana se evidencia por la obediencia a sus enseñanzas.
Reconocer la autoridad de Dios implica un reconocimiento de la
autoridad de la Biblia.

Los datos son hondamente inquietantes, pues si
prescindimos de la autoridad de la Biblia en cuestiones de
ética, y actuamos siguiendo nuestro propio criterio,
estamos imitando a aquellos israelitas contemporáneos de
los jueces cuando «cada uno hacía lo que le
parecía recto» y exponiéndonos a los males de
una autonomía que suele degenerar en formas de
comportamiento antinaturales.

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En el fondo, la sociedad de nuestros días, desde
el punto de vista moral, se diferencia muy poco de la de tiempos
bíblicos: las mismas ambiciones, semejante agresividad
(sin duda más destructiva), la misma intemperancia frente
a los apetitos sensuales, análoga indiferencia hacia las
necesidades y los derechos del prójimo.

Por otro lado, en nuestras iglesias evangélicas
se sobreentiende que todos sus miembros han ingresado por
convicción y decisión propia, y que se comprometen
no sólo a respetar y cumplir con la sana doctrina, sino
también a asumir su liderazgo de acuerdo al llamado de
Dios, para cada uno.

Nuestra nación Venezuela está clamando por
libertad, por paz, por justicia, y solo los verdaderos
líderes cristianos (predicando el evangelio), con la ayuda
del Espíritu Santo, pueden interceder para que Dios
restaure, transforme y convierta los corazones de cada uno de los
venezolanos; para que lleguemos a conocer la Verdad, y la verdad
nos hará libres (Juan 8:32).

Por lo tanto, en estos tiempos es necesario regresar a
lo básico de los líderes efectivos.

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Lo básico
de los líderes efectivos.

La gracia se constata en el líder, cuando se
tiene la confianza de que Dios lo llamó para liderizar el
equipo y de que Dios está con él.

"Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos;
porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar
cuenta; para que lo hagan con alegría, y no
quejándose, porque esto no os es provechoso."
Hebreos
13:17.

Un líder persuade a las personas, los verdaderos
líderes efectivos, eventualmente llegan al punto en donde
atraen e imparten de su pasión. Para persuadir a las
personas los líderes genuinos se "conectan" primero con
sus seguidores.

Un líder por lo general siempre tiene una causa
más grande que él o ella, por lo tanto no
actúan solos, necesitan de los demás para llevarla
a cabo.

Hay quienes consideran que un líder debe ser
"duro" y distante para con los demás, que lo vean con el
suficiente respeto, y obedezcan sus órdenes, pero
también existen muchos otros que ven esa forma de pensar
como obsoleto y que pueden dar testimonio de ejemplos en los que
la cercanía, el apoyo, la flexibilidad, la
comprensión, entre otros, han demostrado producir mejores
resultados en las personas.

Estar abierto para recibir la vida de Dios. Usted debe
pasar por los exámenes, lo cual significan que debe ser:
tratable, enseñable, sumiso, transparente, esperanzado
(hombre de fe) y santo. Esas características identifican
la probabilidad de formar un líder de
éxito.

Otro aspecto importante es procurar estar próximo
al líder. Josué se tornó un hombre de
videncia y con ministerio de conquista sobrenatural, porque
andaba cerca de su líder.

Todos los que andan cerca de su líder
fructifican. Necesitamos beber de la fuente. El líder debe
convertirse en una fuente inagotable, para lograr alcanzar con su
testimonio personal a otros, hasta crear una
retroalimentación.

La visión de un líder es muy importante al
ministrar, pues promueve mucha sanidad y liberación a
través de la palabra. Por eso, si usted no sabe digerir
será solo un líder "informado" y no "formado". La
palabra necesita entrar en ejecución.

La Biblia habla de lo que es un buen liderazgo en la
iglesia: su idoneidad o calificación, sus
responsabilidades, el alcance y los límites su autoridad,
etc. Pero también tiene mucho que decir, acerca del buen
seguimiento de la iglesia.

Su forma de vida debe reflejar un carácter santo,
ya que los líderes espirituales ayudan a la gente a seguir
a Dios, sus propias vidas deben reflejar el carácter de
Dios. Por ello, el apóstol Pablo dice que los
líderes deben ser sin reproches.

Ser buenos seguidores también implica saber como
beneficiarse de un buen liderazgo. "Y el Espíritu de
Jehová vino sobre él, y juzgó a Israel, y
salió a batalla, y Jehová entregó en su mano
a Cusan-risataim rey de Siria, y prevaleció su mano contra
Cusan-risataim."
Jueces 3:10.

Un líder efectivo necesita un don para lograr
Buenos resultados bajo la cobertura del Espíritu
Santo.

Las características básicas que deben
poseer los líderes efectivos, son las
siguientes:

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1.- Perciben una necesidad: El liderazgo puro
siempre comienza con una necesidad; por tanto, todo líder
debe estar capacitado para detectar las necesidades que se
presenten dentro de su familia, su congregación, su
trabajo, su comunidad, su país o donde sea que se
encuentre. Esa necesidad enciende una pasión dentro de
cada líder, actuando de acuerdo a esa necesidad y logrando
persuadir a otros a que colaboren para solucionar esa
necesidad.

2.- Poseen un don: Dios nos ha dotado de diversos
y diferentes dones, tanto espirituales como naturales, los cuales
debemos utilizar de acuerdo a la necesidad presentada. Cada
líder cristiano posee un don espiritual, un talento
natural y una habilidad adquirida, que el Espíritu Santo
usa para traer sanidad, liberación y salvación a
todas las personas que lo necesitan. Como líderes debemos
estar convencidos de nuestros dones, para poder desarrollarlos,
ponerlos al servicio de los demás, logrando tener
influencia en ellos.

3.- Despliegan una pasión: Una vez
detectadas las necesidades cada líder, de forma natural,
las enfrenta movido por la pasión de resolverlas. Esta
pasión se hace irresistible, logrando influenciar en todos
aquellos que se quieren involucrar, compartiéndola con
ellos. La pasión llega cuando un líder tiene
cargas, convicciones, dones, necesidades y oportunidades. En
muchas ocasiones, la pasión suple la falta de recursos,
para solucionar las necesidades que se presenten.

4.- Persuaden a las personas: Todo líder
cristiano para poder convencer o persuadir a otras personas, debe
tener la convicción y seguridad de su identidad como hijo
de Dios; debemos tener claro el propósito por el cual
fuimos llamados por Dios, cuáles son las responsabilidades
de ese llamado y lo que Dios espera de nosotros como
líderes. De esta manera podemos influir y convencer a
otras personas, cuando nos vean actuar de acuerdo al
propósito de Dios (2 Corintios 5:11; Filipenses 2:15;
Romanos 8:19).

5.- Persiguen un propósito: Es importante
para todo hijo de Dios conocer el propósito por el cual
Dios lo ha llamado (Efesios 1:11; 2 Timoteo 1:9); saber
cuál es la visión que debe seguir, en el lugar a
donde el Señor lo llamó a servir; estar convencido,
pese a todas las dificultades que se puedan presentar, que es la
voluntad divina de Dios para su vida (Romanos 8:28); y esforzarse
por alcanzar y lograr cumplir con ese propósito
(Filipenses 3:12-14).

Sabemos que en el mundo tendremos muchas y diferentes
aflicciones, pruebas, necesidades, sin embargo nuestro
Señor y Salvador Jesucristo nos dice que confiemos en
Él (Juan 16:33), pues con la guía y obra del
Espíritu Santo (Juan 14:26) podemos salir victoriosos en
toda tribulación y llegar a ser líderes más
eficaces, con solo tener las características
básicas, descritas anteriormente.

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Conclusión.

Ya sabemos, cuando estudiamos la Biblia, que Dios nos ha
creado para liderar desde el principio (Génesis 1:26-31) y
que fuimos escogidos desde antes de la fundación del mundo
(Efesios 1:4,11); somos diseñados a la imagen y conforme a
la semejanza de Dios (Génesis 1:26), somos hechos hijos de
Dios (Juan 1:12), recibimos el espíritu de adopción
y el Espíritu Santo da testimonio de que somos hijos de
Dios (Romanos 8:15-16).

Por tanto, Dios nos ha llamado a liderar en este mundo
que, a causa del pecado, avanza cada vez más hacia la
destrucción (Mateo 24:35); porque toda la creación
anhela la manifestación de los hijos de Dios (Romanos
6:19), como sus líderes naturales.

Dios nos ha dotado con poder del Espíritu Santo
(Hechos 1:8) y nos puso un sello como señal de autoridad
(Efesios 1:13-14), para que nosotros demos testimonio de Su poder
y gloria, y para ser fieles representantes de Su reino
aquí en la tierra. Debemos entonces ejercer el liderazgo
que el Señor nos ha otorgado; influenciando, persuadiendo,
enseñando, guiando, siendo ejemplos para las demás
personas como la sal y la luz (Mateo 5:13-16); liderando con
autoridad y siendo aptos para hacerlo.

En estos tiempos tan difíciles para nuestro
país Venezuela, es necesario un liderazgo puro, parecido
al período de los Jueces, con la gran diferencia que
contamos con el único, sabio, fiel, verdadero, perfecto,
eterno y glorioso Rey de reyes y Señor de señores:
Jesucristo, el Rey de Gloria, en el quien confiamos y siempre
estará con nosotros (Mateo 28:20). Apliquemos lo
básico de los líderes efectivos: observemos y
detectemos las necesidades en nuestro entorno, desarrollemos y
apliquemos los dones que hemos recibido, despertemos la
pasión en otros para que se involucren, convenciendo a las
personas para que persigan y logren cumplir con el
propósito por el cual hemos sido llamados.

Aceptemos, pues, el llamado que el Señor nos ha
hecho y no pongamos más excusas para trabajar en su obra,
porque ¡si Dios te ha llamado, es porque Él te
respaldará! "Yo Jehová te he llamado en
justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y
te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones,
para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la
cárcel a los presos, y de las casas de prisión a
los que moran en tinieblas."
Isaías
42:6-7.

Bibliografía.

1.- Santa Biblia: > Reina-Valera.

> Edición 1960.

> Editorial Sociedades Bíblicas
Unidas.

2.- Biblia de Estudio de la Vida Plena NVI: >
Donald C. Stamps, J. Wesley Adams.

> Edición 2003.

> Editorial Vida.

3.- Nuevo Diccionario de la Biblia: > Alfonso
Lockward.

> Edición 2003.

> Editorial Unilit.

4.- Libro 1; Liderazgo, Trabajo en Equipo y
Mayordomía:
> Lidere, 1 Millón de
Líderes.

> Edición 2005.

> Editorial Equip.

 

 

Autor:

Reinaldo Fermín

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