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Lucrecia de León




Enviado por Alejandro Landero



  1. Lucrecia de León
  2. Piedrola y Mendoza
  3. La
    conspiración en marcha
  4. Juicio
  5. Condena

Introducción

El concilio de Letrán, celebrado en
1515, estuvo influenciado por las ideas de Jean Gersan,
teólogo del SXV. Gersan sostuvo que los sueños eran
mensajes enviados por Dios a hombres dotados de una
iluminación especial. Estos sueños podían ser
proféticos, pero no todos eran auténticos y un
especialista habría de analizar su veracidad. La Iglesia
había de investigar la veracidad del que dice
ser portador de sueños proféticos . Los sacerdotes
habrían de tener conocimiento de los sueños, incluso
preguntar a los fieles en la confesión.

Las profecías solían utilizarse
para reforzar el apoyo a un nuevo rey . Existían las
profecías del cumplimiento, que auguraban la dicha del nuevo
monarca y su reinado. Pero las profecías
podían tener un sentido contestatario muy hondo y eran
utilizadas como un arma politica. En el SXV resultaron
célebres las profecías de Savonarola en Florencia y de
Müntzer en Alemania.

Ya a inicios del SXIV, Vicente Ferrer
advierte de la cantidad de profetas que invaden las calles de
España. En 1449 el bachiller Manquillos se hizo
célebre en las revueltas contra los conversos en
Toledo. En los años previos al levantamiento
comunero, en Castilla, emerge la figura de fray Juan de san
Vicente. Durante la revuelta de las Germanías,
aparece un extraño personaje en la ciudad de Xátiva. Se
hacía llamar el Encubierto y cuenta que el Espíritu
Santo lo había enviado a la ciudad . Él era el
legítimo heredero al trono de España y prometía
riquezas a sus seguidores. Fue asesinado.

En la década de 1580, en el hospital
de Antón Martín de Madrid fue célebre un hombre
que se hacia llamar Juan el Bautista. Decía que
escuchaba voces divinas y anunciaba que España sería
invadida por los turcos. Sería proclamado un nuevo rey,
llamado el Encubierto. Un soldado retirado, Miguel de Piedrola,
vagaba por la ciudad y anunciaba que él era el Encubierto.
Durante la invasión turca de la península se
escondería en una cueva, donde iniciaría (junto a sus
seguidores) la segunda reconquista de España. Sería
elegido rey por votación popular, dando origen a una nueva
dinastía.

Lucrecia de
León

Lucrecia de León nació en Madrid
en 1567 y conoció de primera mano las profecías de Juan
y Piedrola. Venia de una familia humilde y no recibió
ningún tipo de educación. A pesar de todo, sabía
leer y escribir gracias a la ayuda del padre, que ejercía la
profesión de letrado en la corte. El padre se
distanció de la hija desde el momento en que ella tuvo el
don de los sueños proféticos.

La madre acompañaba a la hija a las
romerías y peregrinaciones por los templos cercanos a
Madrid. Parece ser que Lucrecia no gozó de la devoción
y el sentido religioso de la madre. Quería hacerse un camino
propio y lo iba a encontrar en los sueños. Tenía una
gran capacidad para recordarlos. Desde muy pequeña sus
sueños se hicieron famosos en el vecindario y cobraron
leyenda no solo en la villa sino en la corte. Anunciaban
desastres inminentes en el reino de España y el fin de la
dinastía de los Austrias, a causa de los pecados de su
último titular, Felipe II.

A la casa de Lucrecia acudían
personajes de la corte. Parece ser que ellos le informaban sobre
las noticias de palacio . Ella no solo quería informarse de
los sucesos palaciegos sino intervenir en el curso de los
acontecimientos y encontró en los sueños la mejor forma
de desarrollar su carrera política.

La corte era un hervidero de rumores . Los
años 80 fueron de una singular tensión. Los rumores no
dejaban de sucederse en aquel Madrid dado a la intriga y la
profecía. Los escándalos eran continuos: Felipe II
habia enviado a prisión a su secretario de confianza,
Antonio Pérez, y había encarcelado a la princesa de
Éboli, quizá la dama más importante de la corte
después de la reina. Escobedo fue envenenado y los
escándalos de corrupción salían a la luz a
raíz del proceso de Antonio Pérez.

El sufrido pueblo castellano sufragaba las
guerras y los delirios de grandeza de Felipe II, que
hallarían su ocaso en la derrota de la Armada Invencible,
derrota que Lucrecia había pronosticado y que supuso el
canto de cisne de sus profecías. En 1589 había
alcanzado la cima de la popularidad. Ese año cumplió 22
años y llegó a esa edad soltera, un hecho un tanto
insólito habida cuenta de las convenciones de la época.
No obstante, en secreto tuvo como pretendiente a Alonso de
Vítores, hombre de la corte, y parece ser que tuvo un hijo
con él.

Piedrola y
Mendoza

El caso de Lucrecia no sería
comprensible sin la participación de dos hombres, Miguel de
Piedrola y Alonso de Mendoza Miguel de Piedrola
procedía de una familia de aristócratas navarros.
Decía ser el último descendiente de los antiguos reyes
de Navarra. Había sido soldado de infantería en Italia
donde fue hecho cautivo por los turcos y vendido como esclavo.
Una vez liberado, vaticinó la muerte de Juan de Austria si
acudía a Flandes. Terminada su carrera militar, llevó
en España una vida errática y vivió en la famosa
cueva de Sopeña , donde profetizó el fin de la
dinastía de los Austrias. En 1588 la Inquisición lo
detuvo, acusado de sedición.

Alonso de Mendoza era un canónigo
adscrito a la catedral de Toledo. Provenía de una de las
grandes familias de Castilla y su hermano mayor ejerció como
virrey de México. A pesar de que sus ambiciones apuntaban
muy alto ( en concreto hacia el obispado de Toledo), parece ser
que su mal carácter y su falta de vocación para el
cargo eclesiástico le relegó a moverse en la
mediocridad y en un discreto segundo plano. Se dice que en
1581 fue nombrado abad en Valladolid y la Inquisición
lo procesó acusándole de que "veía
los toros en compañía de vecinos poco recomendables; de
su afición al juego y su trato despótico, de palabra y
de obra contra todo el mundo; y de ciertas irregularidades en el
dinero que administraba". A pesar de todo fue repuesto en su
cargo de canónigo en la catedral de Toledo.

Mendoza vivía obsesionado con el mundo
de los sueños y los estudiaba en relación con los
textos apócrifos y el libro de Esdras. Mendoza había
adquirido el libro de Aritimodoro ("la interpretación de los
sueños"), una joya por la que había pagado una fuerte
suma de dinero. Además de los sueños, ocupaba el tiempo
conspirando contra el titular de la corona española y se
unió al grupo de Piedrola.

La conspiración en
marcha

En 1587 Mendoza conoce a Lucrecia de
León y le impresionó la capacidad que ella tenia para
recordar sus sueños:

"Tenía la memoria tan fija, no
sólo de las cosas que ve en general, sino de las palabras
que lo dicen y particularidades que ella nota en las personas que
ve ansí en las facciones de los rostros, trajes y colores de
los vestidos y figuras de los animales, traza de los edificios,
disposición de los ríos, montes, árboles,
ciudades, castillos…."Mendoza era
amigo de Lucas de Allende, prior de un convento de franciscanos
en Madrid, y los dos compartían su afición a la
astrología y la conspiración.

Las visitas de los dos a la casa de
Lucrecia eran diarias e interrogaban a Lucrecia sobre sus
sueños, sus pequeños detalles, figuras, imágenes,
palabras. Los sueños fueron registrados en un diario de casi
mil páginas "en letra muy menuda"; y contenía el
análisis de cerca de 400 sueños. Había minuciosas
notas en los márgenes, aclaraciones, interpretaciones porque
además de copiar los sueños, Mendoza los interpretaba y
proponía posibles explicaciones y significaciones
simbólicas a las imágenes oníricas. Algunas eran
harto complicadas:

"Asi por ejemplo supuso que el hombre que
llevaba lechuguillas era el gentilhombre de la cámara del
rey, Alonso de Zuñiga. Una imagen más compleja
resultó ser la de una alcachofa situada en la cabecera de la
cama del rey, o la de los recaudadores de impuestos quitando las
hojas mientras Felipe II dormía (sueños del 15 de
septiembre de 1588). Mendoza interpretó esa imagen como un
signo de la corrupción ministerial y el robo de la agenda
del rey".

Los sueños auguraban la invasión
de España: una plaga de moscas y langostas invadirían
la corte; y los lobos, los toros y los animales salvajes
vagarían por las calles de Madrid. La imagen de una mujer
guerrera a los lomos de un toro embolicado retrataban la
indefensión de España.

Los franceses invadirian el país por
el norte, los ingleses por Portugal, los turcos por el sur; y los
moriscos harían de quinta columna ayudando a destruir
España desde el interior. Felipe II intentaría huir
pero moriría en Toledo dando fin a la dinastía de los
Habsburgo.

Lucrecia tenía sus seguidores, al
igual que Miguel de Piedrola. Cuenta la leyenda que sus
seguidores construyeron cuevas en las inmediaciones del rio Tajo,
en la comarca de Ocaña. Estas cuevas funcionarían como
bunkeres en el caso de que los musulmanes invadieran de nuevo
España. Querían mantener viva la llama de
la esperanza en la figura de Miguel de Piedrola.
Miguel merecerá un lugar de honor en los
sueños de Lucrecia.

Miguel, al parecer descendiente de los
últimos reyes de Navarra, escaparía de la invasión
extranjera y se escondería en una cueva; donde
iniciaría la segunda reconquista de España. Piedrola
sería elegido rey por votación popular. Se casaría
con Lucrecia e iniciaría una nueva dinastía. La Iglesia
española cumpliría un sueño: la curia romana
elegiría un papa español y ése sería Alonso
de Mendoza, que no cumplió la ambición de ser obispo
pero sería trasportado a las altas esferas vaticanas en los
sueños de Lucrecia.

El desastre de la Armada Invencible
aumentó la popularidad de Lucrecia. Mendoza mandó
agrandar las cuevas de Sopeña. Las cavernas además
guardaban provisiones de trigo, armas de fuego y vino para varios
años. El arquitecto Juan de Herrera hizo una pequeña
capilla y Mendoza bendijo las cuevas de Sopeña, y las
calificó como la casa de Dios.

Juicio

El reinado de Felipe II atravesaba un
momento delicado en 1590. Parece ser que Felipe II tuvo noticias
de los conspiradores, y aunque nunca tomó cartas en el
asunto porque no los consideraba peligrosos, eran vigilados. Un
suceso sin embargo cambiará su opinión: en abril de
1590 Lucas de Allende contribuye a la fuga de Antonio Pérez
y entonces sí ,Felipe II vio en su antiguo secretario un
enemigo de peso, lo suficientemente fuerte como para procesar a
sus colaboradores y entre ellos estaban Lucas de Allende y
algunos de los seguidores de Lucrecia. En abril de
1590 la Inquisición manda a prisión a
Lucrecia y los conspiradores, acusados de sedición.
Los registros de los sueños fueron confiscados.

El proceso se inicia el 4 de junio de 1590.
Desde el principio Lucrecia negó que sus sueños fueran
los que aparecen en el registro. Culpa a Mendoza de su
distorsión; y su defensa hizo especial hincapié en la
ignorancia de la acusada. Lo cierto es que Lucrecia tuvo
sueños proféticos antes de conocer a Mendoza y Allende.
Con lo cual no parecía muy creíble el argumento de la
defensa. Lo que sí parece cierto es que Mendoza tenía
un carácter arrollador y era un entusiasta de los
sueños; tal era su obsesión que apremiaba a Lucrecia a
la que pedía diariamente nuevas revelaciones. Mendoza
acudía a su casa, le entregaba limosna y se sentaba en un
rincón de la salita; escuchaba a Lucrecia y apuntaba en una
libreta sus confesiones. A veces Mendoza registraba cerca de 40
sueños al mes y la mayoría eran sueños repetidos o
con una estructura muy parecida, lo que hace suponer que Lucrecia
debió participar, junto al canónigo, en su
distorsión o en su construcción. Quizá la
presión de Mendoza influyó sobre Lucrecia pero
está claro que ella había encontrado en los sueños
una manera de entrar en el tejido social de la nobleza y el alto
clero; y además descubrió que actuando como profetisa
podía encontrar un nuevo pretendiente , el cual
aparecía de forma redundante en sus sueños; y lo
encontró en Diego de Vítores.

La relación entre Lucrecia y Mendoza
no está del todo clara. Pero sí parece cierto que el
padre de Lucrecia abandonó a la hija una vez que ella hizo
carrera como profetisa y Mendoza ocupó el lugar
vacío que había dejado el padre; y tal vez la
dependencia emocional pudo llevar a Lucrecia a inventar a menudo
historias oníricas, mientras Mendoza encontró en
Lucrecia una persona en la que podía colmar las ambiciones
burladas a lo largo de su vida.

Condena

Desde el principio Lucrecia negó que
sus sueños fueran utilizados con una finalidad
política, incluso fue sometida a tormento y persistió
en su declaración inicial. También los demás
acusados evaden responsabilidades. Mendoza y Allende señalan
a Lucrecia y niegan que ellos distorsionaran los
registros.

La actitud de Mendoza siempre fue
desafiante. Desde el principio negó las acusaciones y
señaló que era víctima de una
persecución política. Su defensa mantuvo que su
detención era ilegal.

En la cárcel "escribe memoriales de
defensa que son verdaderas piezas dignas de una antología de
literatura apelmazada; son decenas y decenas de hojas
reiterativas, monótonas y destilando hiel y autoalabanzas".
En la cárcel su actitud era no menos desafiante: insultaba a
los carceleros, aporreaba las puertas y alborotaba a los
prisioneros con sus gritos. Fue declarado loco furioso y recluido
en un monasterio.

Lucrecia fue considerada culpable por
blasfemia, falsedad y pacto con el demonio. Fue condenada a dos
años de reclusión en un convento; a la pena de cien
azotes y al destierro de Madrid. Parece ser que ningún
familiar quiso hacerse cargo de ella y su hijo. Su pista
desaparece para siempre en el año 1595.

Bibliografía

"Sueños y procesos de Lucrecia de
León" Blázquez Miguel, Juan. Editorial Tecnos.
1987.

"Los sueños de Lucrecia: política
y profecía en la España del

SXVI". Kagan, Richard. Nerea.
1991

" Lucrecia de León: sueños y
política en la España del siglo XVI
"

.Kagan, Richard L. (1993).
Historia 16

 

 

Autor:

Alejandro Landero

 

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