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Manual de formación para la lucha contra incendios




Enviado por Osmel Alvarez




    Prólogo

    Hace tiempo, cuando había un incendio en el monte, bastaba tocar las campanas para congregar a muchas personas que con las herramientas de su trabajo cotidiano o simplemente con ramas luchaban contra el fuego hasta apagarlo. A veces, sin embargo, eso no era suficiente y se producían grandes desastres.

    Actualmente el número de incendios y su intensidad son cada vez mayores por causas socioeconómicas. La probabilidad de que un fuego produzca grandes daños y afecte a toda una comarca, es también mayor. Por ello, no es suficiente basarse en la simple movilización de las personas que estén cerca del incendio. Si se quiere combatir el fuego con eficacia y seguridad es imprescindible que esas personas estén preparadas físicamente para el trabajo duro de la extinción; es necesario que sepan analizar el comportamiento del fuego para organizar la estrategia de lucha, y es también imprescindible que conozcan los cada vez más complicados medios mecánicos, aéreos y electrónicos que podrán emplear para hacer más efectivo su esfuerzo.

    Por ello la formación profesionalizada del personal que interviene en la prevención y en la extinción es un objetivo prioritario de las Administraciones públicas responsables de la protección de la cubierta forestal contra el fuego.

    Este Manual es una excelente contribución, como texto de consulta permanente, para la fijación de conceptos y la difusión de técnicas y procedimientos entre el personal que se dedica a la difícil y noble tarea de luchar contra los incendios forestales.

    Ricardo Vélez Jefe del Área de Defensa Contra Incendios Forestales ICONA

    Presentación

    La lucha contra los incendios forestales requiere disponer de un personal especializado que desempeñe con la mayor eficiencia y a la vez con la máxima seguridad frente a posibles accidentes, las tareas de vigilancia y extinción que dicha lucha comprende.

    Para la formación de este personal, tanto el ICONA, como los organismos de las distintas Comunidades Autónomas con competencia en la materia, han venido desarrollando cursos para los agentes forestales y componentes de retenes en los que se ha utilizado como material didáctico los manuales editados por el ICONA al principio de los años 80.

    En las últimas campañas se han introducido importantes innovaciones en la lucha contra los incendios como pueden ser: el despacho automático en la salida de retenes al tenerse conocimiento de un incendio, la utilización generalizada del helicóptero para el transporte de personal, la creación de brigadas de especialistas en incendios forestales (BRIF) y muy recientemente en Andalucía la creación de los Centros de Defensa Forestal (CEDEFO), centros de trabajo a los que se asignan los medios y recursos humanos y materiales disponibles y sirven para la formación y adiestramiento del personal.

    Por ello, la empresa pública GETISA, que como medio propio de la Administración, se encarga de la contratación del personal que la Junta de Andalucía asigna a la campaña de incendios, ha tenido la iniciativa, en colaboración con la Consejería de Trabajo, de editar el presente <

    >, que puede considerarse como una recopilación y puesta al día de las principales materias que esta lucha comprende y cuyo conocimiento facilita la labor a desarrollar por los que participan en la vigilancia y extinción de los incendios.

    En su redacción se han utilizado como elementos de referencia los textos que figuran en la bibliografía, los apuntes de los cursos organizados por el ICONA y la Junta de Andalucía que han sido elaborados por funcionarios de ambos Órganos de la Administración, especializados en la materia, así como personal de la empresa EIMFOR (Entrenamiento e Información Forestal) colaboradora en algunos de esos cursos.

    Los dibujos han sido realizados por el ilustrador y pintor Fernando Mesa, que se ha basado en los que figuran en los manuales editados por el ICONA, habiéndose contado para ello con la autorización expresa del Ilmo. Sr. D. Santiago Marroco Solana, director del organismo, por lo que le expresamos nuestro agradecimiento.

    El Autor

    Los incendios forestales y el medio físico. Comportamiento del fuego

    El incendio forestal

    El fuego además de ser un factor natural, que ha condicionado la existencia y distribución de los bosques en el transcurso de miles de años, puede considerarse como una herramienta que el hombre ha venido utilizando para numerosas labores agrícolas, ganaderas o forestales: quemas de rastrojos y pastos, eliminación de restos de cortas o podas, etc.

    Cuando se produce un fuego que no es controlado por el hombre tiene lugar lo que se entiende por incendio.

    En el caso de que este fuego, no controlado, afecte a la vegetación que cubre los terrenos forestales se origina un incendio forestal, que si encuentra unas condiciones apropiadas para su expansión puede recorrer extensas superficies produciendo graves daños a la vegetación, a la fauna y al suelo y causando importantes pérdidas ecológicas, económicas y sociales, dado los múltiples beneficios, tanto directos como indirectos, que los montes prestan a la sociedad.

    Para evitar estas pérdidas se hace necesario establecer una serie de medidas de prevención y lucha contra los incendios forestales para cuya aplicación es necesario conocer las características del fenómeno del fuego, así como los factores que determinan su comportamiento y sobre la base de estos conocimientos poder predecir como evolucionar en los incendios.

    El fenómeno del fuego

    Toda sustancia que puede arder es un combustible y el fenómeno del fuego se origina cuando, en el proceso de la combustión, el oxígeno del aire se mezcla con cualquier materia combustible produciéndose el desprendimiento de gases, la emisión de calor y de luz y, con frecuencia, la aparición de llamas.

    El fuego se inicia por la aportación de una fuente intensa de calor al combustible, en presencia del oxígeno, hasta que alcanza el punto de ignición y comienza a arder. Una vez en marcha el proceso, el calor generado puede hacer que el fuego se mantenga, por sí mismo, mientras tenga combustible y oxígeno disponibles o hasta que se proceda a su extinción.

    Por tanto para que un fuego tenga lugar es necesaria la coincidencia en el mismo sitio y al mismo tiempo de los tres elementos que componen el llamado "triángulo del fuego":

    • Combustible.

    • Oxígeno.

    • Calor.

    En el caso del incendio forestal el primer elemento será el combustible vegetal, constituido por las plantas vivas tanto herbáceas como leñosas y por los residuos muertos como las leñas, que se encuentran en los montes.

    Para que este combustible arda con facilidad deberá estar muy seco, por lo que la mayoría de los incendios forestales se producen en los meses de verano cuando las temperaturas alcanzan valores muy altos.

    El oxígeno esta siempre en el aire y generalmente en cantidades suficientes para mantener la combustión.

    En cuanto al foco de calor puede provenir de causas naturales como el rayo o ser provocado por el hombre de manera accidental, negligente o intencionada.

    La propagación del fuego

    La propagación del fuego tiene lugar desde un foco inicial, por medio de la transmisión del calor que se emite en la combustión, a los combustibles mas o menos próximos que al calentarse pueden igualmente arder, y así sucesivamente.

    Existen tres formas de transmisión del calor y por tanto de propagación del fuego:

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    Convección

    Si en un lugar determinado la masa de aire existente se calienta, alcanzando mayor temperatura que las masas que la rodean, tiene tendencia a elevarse debido a su menor densidad, siendo sustituida por otras masas frías que al calentarse, a su vez, también se elevarán, originándose unas corrientes ascendentes de aire caliente, que transportará el calor.

    El aire puede calentarse como consecuencia del calentamiento del suelo por las altas temperaturas o por el calor desprendido por un incendio y las corrientes de aire formadas desecaran los combustibles que encuentren a su paso favoreciendo la propagación del fuego.

    La transmisión del calor por convección tiene especial importancia en la rapidez del avance del incendio ladera arriba y en el paso del fuego del soto bosque a las copas de los árboles.

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    Radiación

    En la radiación el calor pasa a través del aire sin que exista movimiento del mismo y sólo tiene lugar a cortas distancias.

    Por ello, en los incendios forestales la propagación por radiación afecta únicamente a los combustibles que es tan próximos a los que están ardiendo.

    Conducción

    En este caso el calor se transmite en el interior de un cuerpo sin que haya desplazamiento de las moléculas que lo componen.

    Esta forma de transmisión tendrá lugar cuando exista contacto entre las plantas y hace también que se quemen los materiales leñosos (raíces, troncos, ramas . . .) que componen la vegetación.

    Tipos de incendios

    Según el estrato o piso del monte por el que se propaga el fuego se distinguen tres tipos de incendios:

    • De superficie

    • De copas

    • De subsuelo

    Incendios de superficie

    Se extienden superficialmente sobre el terreno quemando la vegetación herbácea y los matorrales, así como los restos y despojos vegetales (leñas muertas, hojarasca, etc.), sin apenas afectar al arbolado existente.

    Dadas las características de estos combustibles, que arden con facilidad, los incendios de superficie son los más frecuentes y suelen ser el origen de los otros tipos.

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    Incendios de copas

    Se propagan a través de las copas de los árboles siendo, los que avanzan mas rápidamente debido a que a esa altura el viento sopla con mas fuerza que a nivel de suelo.

    Generalmente afectan a las masas arboladas debido a la propagación del incendio de superficie, producido en el soto bosque de las mismas y son los que presentan mayores dificultades para su extinción.

    Incendios de subsuelo

    Avanzan quemando la materia orgánica seca y las raíces existentes debajo del suelo. Son fuegos lentos de propagación, sin llamas y con escaso desprendimiento de humo, por lo que a veces su localización es difícil y suelen durar mucho tiempo al no ser fáciles de combatir y, en general, se producen en contadas ocasiones.

    No siempre estos tres tipos de incendios se producirán de forma aislada, sino que muchas veces se tendrá una combinación de ellos, en especial, los de superficie y copas que se propagan simultáneamente, aunque con distinta velocidad.

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    Formas y partes de un incendio

    Iniciado el fuego en un punto, las llamas se van extendiendo a su alrededor formándose una línea perimetral que va ardiendo y quedando en su interior una zona ya quemada.

    Si el terreno fuese llano, la vegetación fuese uniforme y no soplase viento, el fuego avanzaría, por igual, en todas las direcciones, el perímetro del incendio sería entonces circular.

    Cuando sopla viento o el terreno es inclinado el perímetro en llamas suele adoptar una forma de elipse y el fuego tiene distinta intensidad y velocidad en distintos puntos de dicho perímetro. Por ello en el incendio se pueden distinguir las siguientes partes:

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    • Borde: Línea perimetral que está ardiendo.

    • Cabeza o frente: Extremo de la elipse por donde avanza mas rápidamente el fuego.

    • Flancos: Bordes laterales de la elipse.

    • Cola: Extremo de la elipse en donde el fuego avanza con lentitud.

    El frente avanza más rápido cuanto más fuerte es el viento o más inclinado el terreno pues las llamas van desecando el combustible, que está sin arder, lo que facilita su ignición, y al mismo tiempo la elipse se va haciendo más alargada.

    En los flancos y cola, por el contrario, el fuego no encuentra estas condiciones en la vegetación y avanza más despacio y por ello serán los lados por los que se pueda atacar el fuego directamente. Ahora bien, en general, la forma del fuego no será elíptica pues cambios en la composición de la vegetación, barreras naturales, o variaciones del terreno, harán que el borde del incendio adquiera un contorno irregular con la aparición de dedos o lenguas de frente y entrantes o bolsas en los que la progresión del fuego será menor.

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    Factores que determinan el comportamiento del fuego

    Existe un conjunto de factores que determinan el comportamiento del fuego y, por tanto, la forma en que va a evolucionar el incendio. Estos factores se agrupan del modo siguiente:

    • Los combustibles vegetales.

    • Los factores climatológicos.

    • La topografía del terreno.

    Los combustibles vegetales al ser un elemento del > son indispensables para que el mismo se produzca y las condiciones que presenten como el tamaño, distribución, o el contenido en humedad, son decisivos para el comportamiento del fuego.

    Por otra parte, el factor combustible es el único de los tres sobre el que el hombre puede actuar para controlar o extinguir el incendio.

    Los factores climatológicos inciden sobre el estado de los combustibles a través de la humedad y la temperatura y sobre la propagación del fuego por el viento.

    En cuanto a la topografía es el mas constante de todos y modifica las características, tanto de los combustibles como del clima.

    Los combustibles vegetales

    En el monte los combustibles vegetales existentes comprenden todas las clases de plantas vivas y los restos y despojos de estas plantas.

    Por tanto una primera clasificación de los combustibles vegetales puede ser la siguiente:

    • Combustibles vivos: hierbas, matas, arbustos y árboles.

    • Combustibles muertos: tocones, ramas caídas, hojarasca y pasto seco.

    Tanto unos como otros influirán sobre el fuego según presenten una serie de condiciones entre las que cabe destacar:

    • Grado de combustibilidad.

    • Cantidad de combustible.

    • Densidad de la vegetación.

    • Estratificación de la vegetación.

    • Humedad del combustible.

    Grado de combustibilidad

    La combustibilidad se refiere a la mayor o menor facilidad que tienen los combustibles para arder y atendiendo a la misma se pueden distinguir:

    Combustibles ligeros: Constituidos por hojas, acículas, hierbas, matorral, arbustos, etc.; que arden con gran rapidez.

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    Combustibles pesados: Formados por troncos, ramas, raíces, etc.; que son lentamente consumidos por el fuego.

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    En un incendio, el avance del fuego dependerá de que en el tipo de vegetación predominen los combustibles ligeros o pesados.

    Así se tiene que la velocidad de propagación será decreciente según el siguiente orden:

    • Pastos.

    • Matorral.

    • Vegetación arbustiva.

    • Arboleda con soto bosque.

    • Arboleda sin soto bosque.

    También hay que tener en cuenta que el grado de combustibilidad aumenta en aquellas especies que contienen determinadas sustancias químicas volátiles.

    Así los pinos, por contener resinas, arden mejor que otras especies que carecen de este producto. Por esta razón el fuego se propaga mas rápidamente en las masas arboladas formadas por una sola especie, por ejemplo en un pinar, que en las que se mezclan pinos con otras especies frondosas: encinas, alcornoques o quejigos.

    Cantidad de combustible

    La cantidad de combustible, tanto vivo como muerto, por unidad de superficie, es otro factor a tener en cuenta pues cuanto más combustible haya mas intensidad alcanzara el fuego.

    La acumulación de residuos y despojos formados por los restos de podas y cortas, no eliminados, pueden contribuir de manera decisiva a la propagación de los incendios.

    De aquí la importancia de mantener los montes limpios de estos materiales muertos para disminuir el riesgo de incendios y facilitar la extinción.

    Densidad de la vegetación

    La densidad es el grado de cobertura del suelo por la vegetación existente sobre el mismo e indica la mayor o menor proximidad de unas plantas a otras, lo que condiciona la velocidad de propagación del fuego.

    Si la densidad es alta apenas habrá interrupción en el combustible y el fuego se propagará rápidamente a través del mismo.

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    A medida que la densidad vaya disminuyendo, existirán áreas sin combustible y el fuego encontrará más dificultades para su propagación.

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    Estratificación de la vegetación

    La distribución de la vegetación según un plano vertical se denomina estratificación y se divide en una serie de niveles o estratos de diferentes alturas según se trate de pastos, matas, arbustos o arbolado. Simplificando pueden distinguirse dos casos:

    • Estratificación continua.

    Los distintos estratos se superponen por lo que el fuego puede pasar de unos a otros. Con ello se favorece el que un incendio de superficie se transforme en un incendio de copas.

    • Estratificación discontinua.

    No existe continuidad en los estratos, como sucede en una masa arbolada podada y limpia de matorral, pero que mantiene un tapiz herbáceo. En este caso si se inicia un incendio de superficie difícilmente pasar a las copas.

    La humedad del combustible

    El contenido en agua de los combustibles tiene gran importancia en el comportamiento de fuego por su influencia en la posibilidad que se inicie la combustión y en el posterior desarrollo de la misma.

    La aplicación de calor a un combustible con alto porcentaje de humedad ha de servir primero para evaporar el exceso de agua antes que se alcance el punto de ignición, y posteriormente cuanto más seco este el combustible más rápidamente se quemará y mayor altura alcanzarán las llamas, lo que favorecerá la propagación del fuego a las copas de los árboles.

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    Como los combustibles muertos tienen menor humedad que los vivos, arderán con más facilidad y, por tanto, su abundancia en el monte aumentará el riesgo de incendios.

    En las condiciones de humedad del combustible está basada la utilización del agua y los retardantes en el ataque indirecto al fuego, pues al humedecer o impregnar con estos productos la vegetación que no ha ardido, se impide el avance de las llamas a través de la misma.

    Los factores climatológicos

    Los distintos factores que configuran la situación meteorológica de la zona en que se produce un incendio condicionan su evolución, debido a su influencia en los tres componentes del triángulo del fuego.

    Entre dichos factores los que tienen una mayor incidencia son los siguientes:

    • El viento.

    • La humedad.

    • La temperatura.

    El viento

    Es sin duda el más importante de los tres, especialmente por determinar, en gran medida, la velocidad de propagación del fuego.

    Debido a la distribución de las tierras y de los mares y el cambio de las estaciones del año, sobre la superficie de la tierra se producen diferencias de temperaturas de unas regiones a otras que originan movimientos horizontales de aire que constituyen los vientos generales.

    Por otra parte en áreas determinadas y debido también a diferencias de temperaturas entre el día y la noche o entre distintas situaciones topográficas surgen los vientos locales, cuya acción se sumará a la vez que la de los vientos generales.

    Estos vientos locales afectan muy directamente al comportamiento del fuego y a su vez las variaciones de calor del incendio modifican las características del viento local, produciendo corrientes ascendentes o remolinos.

    De estos vientos los que presentan mayor interés en la lucha contra el fuego son los vientos de ladera y los vientos de valle, cuya aparición está muy ligada a la topografía del terreno.

    Vientos de ladera.

    Durante el día en las laderas de las montañas el aire se calienta más en las partes bajas que en las altas por lo que, por convección, tienden a subir formándose los vientos de ladera ascendentes. Estos vientos son más intensos en las solanas, por recibir más calor, que en las umbrías, con frecuencia pueden ser turbulentos y su velocidad está comprendida entre 6 y 7 Km./h..

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    Por la noche, el aire de las zonas altas de las laderas se enfría más rápidamente que en las bajas y al ser más pesado tiende a bajar por la acción de la gravedad, dando lugar a los vientos de ladera descendentes.

    Los vientos descendentes son más estables que los ascendentes y su velocidad bastante menor, variando entre los 1 a 3 Km./h.

    Vientos de valle.

    En los valles en pendiente formados por dos laderas enfrentadas que se unen por su parte inferior, aparecen, por las mismas razones que en el caso anterior, los vientos de valle, que presentan una mayor intensidad.

    Así la velocidad de los vientos de valle ascendentes, durante el día, oscila entre los 16 y 30 Km./h. y los vientos descendentes, durante la noche, entre los 12 y 25 Km./h.

    Acción del viento sobre el incendio.

    El viento es un factor determinante de la intensidad, dirección y velocidad de propagación del fuego y, por tanto, significa un condicionante fundamental en la lucha contra los incendios forestales.

    Los principales efectos del viento sobre el incendio son los siguientes:

    • Desecación de la vegetación que no ha sido afectada por el fuego, adelantando el momento de su quema.

    • Avivar el fuego mediante la aportación de mayores cantidades de oxígeno a la combustión.

    • Propagación de las llamas hacia el combustible que está sin arder provocando su ignición.

    • Desplazamiento de chispas o pavesas a zonas no incendiadas que ocasionarán focos secundarios en el incendio.

    • Cambios imprevisibles en el avance del fuego como consecuencia de las variaciones en la velocidad y la dirección del viento.

    En general, cuanto mayor sea la velocidad del viento mayor será la intensidad y velocidad de propagación del fuego.

    En relación a los cambios de dirección del viento sus efectos no siempre serán negativos, pues un cambio en el sentido contrario al avance del fuego puede contribuir a su extinción.

    La humedad atmosférica

    La humedad relativa del aire, que determina el contenido en vapor de agua del mismo, influye en el comportamiento del fuego en la medida en que determina la humedad del combustible.

    Por consiguiente, cuanto menor sea la humedad relativa del aire los combustibles estarán más secos y, por tanto arderán más rápidamente, en cambio, si la humedad relativa es alta los combustibles estarán más húmedos y se quemarán con más dificultad.

    El hecho de que la humedad relativa suela ser menor durante el día que por la noche favorece que la vegetación presente mayor facilidad para arder en las horas diurnas.

    Como en las áreas con vegetación arbolada se crea un microclima más húmedo que en las que están cubiertas de matorral, en estas será mayor el riesgo de incendios.

    La temperatura

    La temperatura cuando alcanza valores elevados, como sucede en los meses de verano, puede contribuir a la iniciación y propagación del fuego al producir los siguientes efectos:

    • La desecación de los combustibles que será mayor cuanto más alta sea la temperatura.

    • El calentamiento del suelo que originará, por convección, corrientes ascendentes de aire. Estos efectos tendrán mayor incidencia en las horas de máxima insolación que son las primeras horas de la tarde y por tanto serán también las de mayor riesgo de incendios.

    La topografía del terreno

    Debido a que los terrenos forestales corresponden, en general, a zonas de montaña, suelen presentar una orografía muy complicada con pendientes elevadas, alternancia de crestas y valles, cortados, etc., lo que determina una gran influencia en el comportamiento del fuego, no sólo por sus efectos directos, sino también porque esta configuración del terreno condiciona las características de los otros factores: la vegetación y la climatología.

    Los tres elementos de la topografía más importantes para los incendios son:

    • La pendiente.

    • La exposición.

    • El relieve.

    La pendiente

    Los terrenos en pendiente favorecen la continuidad vertical de la vegetación y la aparición de los vientos de ladera ya considerados, por tanto, facilitarán la propagación del incendio.

    Cuando el fuego avanza ascendiendo por una ladera, su velocidad aumenta al aumentar la pendiente debido a que:

    • Los combustibles están más próximos.

    • El viento ascendente va desecando la vegetación antes de que llegue el fuego.

    • Aumenta la velocidad del viento.

    • Se forman corrientes de convección.

    Se ha estimado que la velocidad de propagación se duplica en una pendiente del 10 por 100 y se cuadruplica en una del 20 por 100.

    El fuego puede también avanzar ladera abajo, bien porque sea un incendio de gran intensidad o bien porque los vientos sean descendentes, como suele ocurrir de noche. Entonces el avance se hace más lento.

    La exposición

    Según que una ladera esté, orientada al Sur, solana, o al Norte, umbría, las cantidades de calor del sol que recibe son distintas y como consecuencia también tienen distinta cantidad de combustible.

    En general las solanas están sometidas a una mayor insolación por lo que tienen menor humedad y menos vegetación que las umbrías y además en las solanas se formarán con más frecuencia corrientes de convección ascendentes, por lo que el fuego avanza más rápidamente.

    El relieve

    Si el relieve forma valles estrechos o vaguadas el fuego puede pasar con facilidad de una ladera a otra y también hay que tener en cuenta que pueden actuar como verdaderas chimeneas en las que los vientos de valle que se formen pueden alcanzar gran velocidad y con ellos las llamas del fuego que propagan.

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    Esto puede crear situaciones de alto riesgo para el personal que trabaja en la extinción.

    La predicción del comportamiento del fuego

    Teniendo en cuenta la influencia de estos factores que se han analizado, se puede predecir de modo estimado, cuál va a ser el comportamiento del fuego, lo que permitirá a los responsables de las tareas de extinción tomar una serie de decisiones como pueden ser:

    Métodos de ataque al fuego a emplear.

    • Estimación de recursos humanos y materiales necesarios.

    • Despliegue de los recursos.

    • Medidas de seguridad para el personal que interviene en la extinción.

    Las variables más importantes a considerar para esta predicción son las siguientes:

    1. Velocidad de propagación, definida por la distancia que recorre el fuego en un tiempo determinado, que será distinta para el frente, los flancos o la cola del incendio y que condiciona su crecimiento en superficie.

    2. Altura de las llamas, dependiente del tipo de combustible que arde y determinante de que el personal pueda acercarse o no al fuego.

    3. Intensidad de calor, que es la energía desprendida por el incendio y que igualmente influye en la posibilidad de acercarse al mismo.

    Así por ejemplo, si lo que arde es una zona de pastos, al ser un combustible ligero, se puede estimar que la velocidad de propagación será alta, y en cambio la altura de las llamas será pequeña, por tanto el personal podrá actuar directamente en el borde del incendio, sin grave riesgo de accidente.

    Por el contrario, cuando se produce un incendio en un área con gran acumulación de combustibles muertos, como los despojos de una corta, el fuego avanzará lentamente pero se producirán llamas altas y desprendimiento intenso de calor. No será posible atacar directamente al fuego con el personal de tierra y habrá que considerar la intervención de otros medios, como pueden ser los aéreos, para la descarga de agua.

    La vigilancia en los incendios forestales. La red de comunicaciones. Disciplina en las comunicaciones

    Los sistemas de vigilancia

    Un elemento básico en la lucha contra los incendios forestales lo constituye el sistema de vigilancia que se establezca, cuyos objetivos fundamentales deberán ser los siguientes:

    • La vigilancia preventiva en las zonas forestales para evitar que se produzcan incendios y si es posible descubrir a las personas que accidentalmente, por negligencia, o de forma intencionada puedan provocarlos.

    • La detección del incendio en el menor tiempo posible desde su inicio y la comunicación de forma inmediata al centro correspondiente para que se ponga en marcha el dispositivo de extinción.

    En general los sistemas de vigilancia de incendios se basan en la observación de los terrenos forestales por aquellas personas destinadas a este fin y que se denominan vigilantes, que pueden ejercer sus funciones desde tierra, en puestos fijos o móviles, o desde algún medio aéreo.

    Desde hace algunos años se vienen desarrollando sistemas más complejos que utilizan cámaras de vídeo o de rayos infrarrojos instalados en torres o en aviones ligeros.

    Por tanto, los sistemas de vigilancia pueden clasificarse como sigue:

    a. Vigilancia terrestre fija.

    b. Vigilancia terrestre móvil. c. Vigilancia aérea.

    d. Otros sistemas de vigilancia.

    Siendo los dos primeros los que se van a considerar en este texto.

    Vigilancia terrestre fija

    La vigilancia terrestre fija se hace en puestos de observación ubicados en puntos altos desde donde puedan divisarse amplias áreas forestales y detectar así la aparición de posibles incendios en dichas áreas. Suelen construirse torres metálicas en terrenos llanos o poco accidentados y casetas cuando existen puntos orográficos elevados.

    Dotación

    A cada puesto fijo debe asignarse el número de vigilantes necesarios para cubrir los turnos que se establezcan a lo largo de las 24 horas del día.

    El equipamiento de una torre o caseta debe ser:

    • Prismáticos.

    • Alidada de pínulas.

    Mapas del área a vigilar con información topográfica, de vegetación e infraestructura viaria.

    • Emisora de radio integrada en la red de comunicaciones.

    Libro de registro de incidencias.

    Características

    La vigilancia fija es el elemento fundamental para la detección de los incendios y tiene como principales ventajas las siguientes:

    • La observación es prácticamente continua a lo largo del período de vigilancia fijado, lo que supone una garantía para la detección de humos.

    • La comunicación con los centros operativos es permanente.

    • En las áreas cubiertas por más de un puesto de vigilancia se puede dar la situación exacta de un fuego por la intersección de al menos dos líneas visuales.

    Como inconvenientes pueden citarse:

    • La existencia de zonas ocultas en el área de observación.

    • En muchas ocasiones la información que proporcionan del incendio es muy incompleta y a veces puede ser inexacta.

    • Tiene una gran dependencia de las condiciones que para el puesto de trabajo reúna la persona que lo desempeñe.

    Por otra parte este sistema no permite la acción directa del vigilante sobre el fuego y las funciones de vigilancia preventiva o descubrimiento de causantes de los incendios son muy limitadas.

    Vigilancia terrestre móvil

    La vigilancia terrestre móvil consiste en que un grupo de personas, en un vehículo adecuado, recorran zonas forestales con una triple misión:

    • Evitar que se produzcan incendios mediante la labor de vigilancia.

    • Detectar incendios mientras se realizan los recorridos establecidos.

    • Realizar el primer ataque a fuegos incipientes.

    Dotación

    Esta vigilancia se realiza por retenes móviles compuestos por 2-4 personas que disponen del siguiente equipo:

    • Vehículo todo terreno provisto de emisora.

    • Prismáticos.

    • Mapas de las zonas de posible actuación.

    • Equipamiento de protección individual.

    • Herramientas para ataques a fuegos incipientes.

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    Características

    Los retenes móviles tienen las siguientes ventajas:

    • Efecto disuasorio o preventivo sobre las personas que utilizan el fuego para desarrollar determinadas actividades en los montes (agricultores y ganaderos, trabajadores, visitantes etc.)

    • Posibilidad de apagar fuegos incipientes al acudir con gran rapidez a los mismos. Por el contrario el sistema tiene como desventajas:

    • La observación no es continua transcurriendo cierto tiempo hasta que se vuelve a vigilar la misma zona.

    • Durante los recorridos pueden quedarse puntos fuera del área visual del retén.

    • Si se desea mantener una extensa cobertura territorial durante las 24 horas del día el sistema es muy costoso.

    La vigilancia preventiva y las causas de los incendios

    Para la realización de la vigilancia preventiva que evite los incendios es muy conveniente conocer las distintas causas en que tienen su origen.

    Como ya se ha visto, para que se produzca un incendio forestal es necesario que la vegetación esté muy seca y pueda arder con facilidad, lo cual exige que las condiciones climatológicas sean de baja humedad y alta temperatura, por lo que el riesgo de incendios es mayor durante los meses de junio a octubre, período que se denomina "época de peligro".

    Además será preciso que esta vegetación entre en contacto con un foco en ignición que será el que produzca el incendio.

    El rayo es prácticamente el único agente natural que provoca incendios y generalmente en un porcentaje pequeño. En España del orden del 5 por 100 del total de incendios producidos se debe a esta causa.

    El 95 por 100 restante se debe a la intervención del hombre, pudiéndose distinguir, según las causas que los han provocado tres tipos de incendios.

    Incendios accidentales

    Son los debidos a un anómalo funcionamiento de maquinaria o instalaciones: chispas de maquinaria agrícola, líneas eléctricas, etc.

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    Incendios por negligencia.

    Causados por descuido sin que exista intención de quemar el monte: quema de pastos, rastrojos, matorrales o residuos forestales, vertederos de residuos sólidos, hogueras mal apagadas, fumadores, etc.

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    Incendios intencionados

    Son los provocados por personas que conscientemente pretenden quemar el monte por razones económicas (mejora de pastizales, obtención de madera por corta no autorizada, etc.), por rencillas o venganzas personales o simplemente por piromanía.

    Una eficaz vigilancia puede contribuir decisivamente a evitar muchos de estos incendios.

    La detección de los incendios

    La detección de los incendios comprende tres acciones básicas:

    • Descubrir la existencia de un fuego.

    • Localizar su situación geográfica.

    • Transmitir la información al centro de operaciones correspondiente. Para que esta detección sea eficaz deberá reunir las condiciones siguientes:

    • Reducir al mínimo el tiempo transcurrido entre el inicio de un fuego y su descubrimiento por el sistema de vigilancia.

    • Permitir disponer de una completa información sobre la localización y las características del incendio.

    • La transmisión de la información al centro de operaciones debe ser rápida, clara y precisa.

    Contenido de la información

    La información que un vigilante o retén móvil ha de transmitir, al detectar el humo de un posible fuego, debe contener los siguientes puntos:

    • Localización del fuego indicando el paraje donde se ha producido, y sus condiciones orográficas, dirección en grados, distancia estimada, etc.

    • Tipo de vegetación afectada.

    • Comportamiento del fuego: velocidad de propagación, intensidad, etc.

    • Condiciones meteorológicas en la zona, especialmente las relativas a la dirección y velocidad del viento.

    • Existencia de accesos (carreteras, caminos o sendas) para llegar al lugar del incendio.

    • Cualquier otro tipo de información complementaria.

    Esta información con la fecha e indicación horaria en que se ha producido es recogida en el libro de registro.

    Transmisión de la información

    La transmisión de la información a los centros operativos se hará de dos formas:

    • Inmediata, cuando se detecta el humo de un posible incendio.

    • Periódica, en los tiempos establecidos para el control del estado operativo del sistema de vigilancia.

    La red de comunicaciones

    Para la lucha contra los incendios forestales es indispensable disponer de una red de comunicaciones que permita alcanzar los dos objetivos siguientes:

    • Transmisión de las novedades sobre vigilancia y detección de los incendios.

    • Canalización y coordinación de las funciones de extinción de los incendios.

    Características de la red

    La red actual es de comunicaciones por radio, cuyo fundamento está en la difusión al espacio de ondas de radio que son perturbaciones producidas y transmitidas desde un punto emisor a otro receptor y cuyas características principales figuran a continuación:

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    Propagación de la luz:

    Lo que supone que la información que se transmite, si se llega a la persona receptora, lo hace de forma inmediata.

    Trayectoria dependiente de los obstáculos que encuentren en su recorrido.

    La transmisión pierde calidad cuando encuentra obstáculos en su camino, que a veces pueden impedir la recepción.

    Potencia que disminuye con la distancia.

    Cuanto más alejado se esté del punto emisor, peor se recibe la información.

    Frecuencia muy alta VHF.

    La utilización de ondas espaciales de alta frecuencia VHF se hace para evitar interferencias en las comunicaciones y suelen tener modulación de frecuencia (FM) en los enlaces tierra-tierra y modulación de amplitud (AM) en las tierra-aire.

    Esta comunicación por radio además del emisor, que lanza el mensaje y el receptor que lo recibe, precisa de un canal que indique la frecuencia de la onda que puede transmitirse entre ambos elementos.

    Cualquier equipo posicionado en un canal determinado solo podrá transmitir información a otros equipos que estén posicionados en el mismo canal.

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    Modalidades de transmisión

    En la red de comunicaciones de incendios forestales se utilizan las modalidades "simplex" y "semiduplex".

    La modalidad de comunicación "simplex" es la que se realiza entre dos equipos directamente, sin intermediarios, pero no de manera simultánea pues mientras uno transmite el otro recibe y viceversa, disponiendo para ello de un solo canal.

    En la comunicación en "semiduplex" se utiliza un receptor como intermediario, que puede recibir en una frecuencia y emitir en otra, pero los equipos conectados a través de dicho repetidor trabajan en "simplex". Se dispone de dos canales para esta modalidad de transmisión.

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