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Con la magia de los tiempos de Miguel Ángel Asturias (página 2)




Enviado por Ariel Batres V.



Partes: 1, 2, 3

Al desposarme con mi tierra haced, amigos, mi sortija 47 con la luciérnaga más sola.

La inmensa noche de mi muerte duerma mi sien sobre mi mano con la luciérnaga más sola.

Tomado de:

Asturias, Miguel Ángel; Obras completas. Tomo I. Prólogo de José María Souviron. España : Aguilar, S.A. de Ediciones. Tercera edición 1968 (primera en esta colección). Primera reimpresión, 1969 [1955]. Página 995.

5. Grecia (1930) 48

  • Teseo

Mi nave tiene forma de azucena, adorno mi silencio en su loa de encendida canción. En la proa el tiempo va acortando mi condena.

Mi viaje huyó del recalmón. La pena le da sabor al mar. Manda el anhelo, voy juntando la tierra con el cielo mientras la sangre al cuerpo me encadena.

Desenredó mi laberinto el huso que amor me dio, mas al tomar presencia me sentí tan extraño, tan confuso. que cuando iba a gritar ¡Aquí Teseo!, enarbolé la vela de la ausencia en el mar infinito del deseo.

  • La última Sirena La última Sirena fue mi hamaca, abanicó mis sueños con la ola 49 de su vaivén marino en la resaca,

y me durmió en las redes de su cola.

La oí cantar cuando volvía a Itaca y pues se hastiaba de mecerse sola ?su canto perfumado de albahaca era el silencio?, adiós batahola del mar, abrí sus brazos tornasoles y en sus pupilas enhebré mis ojos, echándome de espaldas a los soles de su cordaje. Nada me molesta. Hamaqueará el Océano mis despojos 50 después de la Sirena de mi siesta.

  • Ulises

Íntimo amigo del ensueño, Ulises volvía a su destino de neblina, un como regresar de otros países a su país. Por ser de sal marina su corazón surcó la mar meñique y el gran mar del olvido por afán, calafateando amores en el dique de la sed que traía. Sed, imán, aguja de marear entre quimeras y Sirenas, la ruta presentida por la carne y el alma ya extranjeras.

Su esposa le esperaba y son felices en la leyenda, pero no en la vida, porque volvió sin regresar Ulises.

Tomado de:

Asturias, Miguel Ángel; Poesía : Sien de alondra. 1 ed. Buenos Aires, Argos, S. A., 1949. Páginas 63 ss.

Asturias, Miguel Ángel; Obras completas. Tomo I. Prólogo de José María Souviron. España : Aguilar, S.A. de Ediciones. Tercera edición 1968 (primera en esta colección). Primera reimpresión, 1969 [1955]. Páginas 828 ss.

  • Guatemala Cantata (1954) 51

¡Patria de las perfectas luces, tuya la ingenua, agraria y melodiosa fiesta, campos que cubren hoy brazos de cruces!

¡Patria de los perfectos lagos, altos espejos que tu mano acerca al cielo para que vea Dios tantos estragos!

¡Patria de los perfectos montes, cauda de verdes curvas imantando auroras, hoy por cárcel te dan tus horizontes!

¡Patria de los perfectos días, horas de pájaros, de flores, de silencio que ahora, ¡oh dolor!, son agonías!

¡Patria de los perfectos cielos, dueña de tardes de oro y noches de luceros, alba y poniente que hoy visten tus duelos!

¡Patria de los perfectos valles, tienden de volcán a volcán verdes hamacas que escuchan hoy llorar casas y calles!

¡Patria de los perfectos frutos, pulpa de paraíso en cáscara de luces, agridulces ahora por tus lutos!

¡Patria del armadillo y la luciérnaga del pavoazul y el pájaro esmeralda, por la que llora sin cesar el grillo!

¡Patria del monaguillo de los monos, el atel colilargo, los venados, los tapires, el pájaro amarillo 52

y los cenzontles reales, fuego en plumas del colibrí ligero, juego en voces de la protesta de tus animales!

Loros de verde que a tu oído gritan no ser del oro verde que ambicionan los que la libertad, Patria, te quitan.

Guacamayas que son tu plusvalía por el plumaje de oro, cielo y sangre, proclamándote va su gritería…

¡Patria de las perfectas aves, libre vive el quetzal y encarcelado muere, la vida es libertad, Patria, lo sabes!

¡Patria de los perfectos mares, tuyos de tu profundidad y ricas costas, más salóbregos hoy por tus pesares!

¡Patria de las perfectas mieses, antes que tuyas, júbilo del pueblo, gente con la que ahora en el pesar te creces!

¡Patria de los perfectos goces, hechos de sonido, color, sabor, aroma, que ahora para quién no son atroces!

¡Patria de las perfectas mieles, llanto salado hoy, llanto en copa de amargura, no la apartes de mí, no me consueles!

¡Patria de las perfectas siembras, calzan con hambre de maíz sus pies desnudos, los que huyen hoy, tus machos y tus hembras! 53

Tomado de:

Asturias, Miguel Ángel; Torotumbo : La Audiencia de los confines : Mensajes indios. Barcelona : Plaza & Janés, 1967. Páginas 204 a 206.

Ver también http://www.poesi.as/maa001.htm; http://maaparis.blogspot.com/ y http://www.poesia-inter.net/index.htm

  • Tierra Santa (1932) 54

  • Eva

Vestida de hojas, sin peinarse, fría la expulsan del Edén, mas si Dios quiso que saliera desnuda, Eva sabía que llevaba en el cuerpo el Paraíso.

El muro del enojo ardía en llamas, bien que era inútil defender la ruta del Árbol de la Vida, llanto en ramas al que faltaba la dorada fruta.

El mar se carroceaba en los carrizos de la flauta de Pan, Señor Padrino de ayuntamientos en que primerizos, hombre y mujer aúnan su querencia y tienden de lo humano a lo divino, puentes sobre la muerte a la existencia.

  • Amara

¡Oh paralela vertical del nardo, miel y aroma de tarde que oscurece con luna y calor de mujer! ¡Oh dardo de marfil, el llanto te padece en no lejana luz de canto vivo! Abrevadero de luceros tiernos, el corazón, los labios me ensalivo para soplar su pluma en los inviernos.

Abrazo de la sed y el terciopelo 55

que el llanto de la luz borra en el agua, te echaste los cabellos en la cara, tu nombre, Noemí, era del cielo; pero la vida lo fundió en la fragua de la amargura hasta llamarte Amara.

  • Señor

¡Qué suavecito deben tocar tus manos el agua, mansa oveja que pastoreas, cuando la vas empujando en los veranos a los riachuelos secos de las aldeas! 56

Las semillas esperan bajo la tierra y al caerles el cielo nacen ligero; pero qué duro hieres y en son de guerra 57

con los alfilerazos del aguacero.

Tu cabello de oro peinado en pacas 58 de nubarrones, heno de lluvia suelta. Una sombra de luto pronto lo tizna: 59

los riachuelos crecidos arrastran vacas, árboles, niños. En el agua revuelta mueren los que vivían de tu llovizna.

Tomado de:

Asturias, Miguel Ángel; Poesía : Sien de alondra. 1 ed. Buenos Aires, Argos, S. A., 1949. Páginas 69 a 71.

Asturias, Miguel Ángel; Obras completas. Tomo I. Prólogo de José María Souviron. España : Aguilar, S.A. de Ediciones. Tercera edición 1968 (primera en esta colección). Primera reimpresión, 1969 [1955]. Páginas 834 a 836.

NOTA: En el caso del poema «Señor», originalmente llevó por título «Señor Jesucristo». El Imparcial, jueves 14 de agosto de 1947. Pág. 3.

El contenido es el mismo de la publicación en Sien de alondra (1949).

  • Nombre custodio (1950)

Duermo del mismo lado de tu nombre sobre mi corazón que lo repite con voluntad de junco palpitante, amor de la presencia que zozobra apenas no te siento hecha de sueño.

Del mismo lado que la rama duerme cuando alcanza a meterse bajo el ala del pájaro dormido. Del lado de tu nombre: sílaba de vellón cardado en días 60

de tempestad azul bajo los pinos, sílaba de cadenas de hilanderas tejiendo cepos de recién nacidos; del mismo lado de tu nombre duermo, cierro los ojos y me vuelvo sombra y al despertar del lado de tu nombre te reclamo con voz fuera de tiempo, igual que si gritara a la mañana, antes de amanecer que amaneciera.

Estás al fin del campo de mis manos en un espacio turbio, sin palomas donde el mundo te llama desde entonces con el nombre que llevas. Ten paciencia que yo te llamo con tu nombre propio de peso mineral. ¡Oh, apetecida!, y sustancia de niebla. ¡Oh, ponderada!

El nombre de la más alta cadena, la que encadena al barco que naufraga, la del tiempo que marcan los camellos con patas de relojes en la arena.

Pero llamarte ¿no es nombrar el agua, el fuego, el día, las piedras de mi silla, mi plumaje de nubes en la frente, y el sacrificio de mover los labios?

Otra vez no lo hago. No me pidas que te vuelva a nombrar, amor, mi lleno amor, por el peligro de perderte, pues si alguien te nombrara con la voz secreta que mi pecho guarda en jades, te podría robar de lo arcangélico y llevarte al infierno de los hombres, a la risa con llamas de los hombres, al sonido sin fondo de la nada.

Es el mito de ser y no nombrarte donde empieza la llama del estío a quemar la corteza de los árboles, lo que no se define y se define en esa conjunción del hueso duro de la fruta y la pulpa. ¡Primavera, primavera del suelo que te nombra!

¡Alto mar de las sílabas del canto! 61 La vulnerable y amorosa fiesta viva de la mujer (al fin sé lo que eres.)

y te nombro con alas en las plantas de los pies, comprometida espuma cálida, para librarme de tu gran usura, de tus pestañas, pinceladas largas con que me dejas en la carne ciega, tus dos ojos color de azúcar triste sobre el pecho, del lado de tu nombre.

Tomado de:

Asturias, Miguel Ángel; Obras completas. Tomo I. Prólogo de José María Souviron. España : Aguilar, S.A. de Ediciones. Tercera edición 1968 (primera en esta colección). Primera reimpresión, 1969 [1955]. Página 974.

NOTAS: Publicado originalmente en:

Asturias, Miguel Ángel; Nombre custodio. Guatemala : El Imparcial, miércoles 26 de julio de 1950.

Pág. 3. Al pie del poema se lee: "Buenos Aires, invierno 1950".

No aparece en Sien de alondra (1949) sino hasta en la reedición del poemario años después.

En el CD dice: (1949-1954), que es como aparece en Sien de alondra, edición de 1955 y posteriores. Sin embargo, para precisar año de composición se modifica a (1950), con base en su publicación en El Imparcial.

  • Pablo Neruda vivo (1973)

Octubre destrozado en Guatemala, la traición del ejército frutero.

Sobre tu pecho reclinó su frente mi pueblo acongojado, cuando el sabor del cielo se nos aguó en la boca y una lluvia salobre nos inundó la cara. Tu oído de poeta siempre atento al sufrir de los hombres, percibió en ese junio del muy 54 año del siglo, maizal y golondrinas, el martirio del trópico al abrirse las venas de nuestros bananales. Ahora, la cívica grandeza de Chile pisoteada por botas militares, persecución y ruina, y el diástole y el sístole de un solo corazón, el diástole, Allende, el sístole, Neruda, que nadie se separe, la cauda de su ejemplo no es de réquiem a réquiem, es de «sursum» a «sursum», 62 y surgirá más alta la grandeza de Chile, su cívica grandeza que era orgullo de América y cantará Neruda que ya fuera del tiempo, encarnará mil años de pájaros de espuma. El combate no acaba, en la sangre chilena se hizo luz tu destino, entréganos tus llamas, tu poesía de fuego, la que marcó tiranos, traidores y lacayos. Que no hablen de tu muerte, yo te proclamo vivo, yo te proclamo vivo, y al reclamo de Chile, tú respondes: PRESENTE!

Tomado de CD Con la magia de los tiempos (1999)

Como en las versiones impresas aparecen algunas variantes, la edición del poema en el CD 1999 se deja solo como referencia. A continuación se transcribe de nuevo pero tomado de Revista Nerudiana, número correspondiente a la edición correspondiente a Diciembre 2011 – Febrero 2012.

Pablo Neruda vivo (1973) Octubre destrozado en Guatemala, la traición del ejército frutero.

Sobre tu pecho reclinó la frente 63 mi pueblo acongojado, cuando el sabor del cielo se nos aguó en la boca y una lluvia salobre nos inundó la cara. Tu oído de poeta siempre atento al sufrir de los hombres, percibió en ese junio del muy 54 año del siglo, maizal y golondrinas, el martirio del trópico al abrirse las venas de nuestras bananales. 64

Ahora, la cívica grandeza de Chile pisoteada por botas militares, persecución, fusilamientos, ruina, 65 y el diástole y el sístole de un solo corazón, el diástole, Allende, el sístole, Neruda, que nadie se separe, la causa de su ejemplo 66 no es de réquiem a réquiem, es de «sursum» a «sursum», 67 y surgirá más alta la grandeza de Chile, su cívica grandeza que era orgullo de América y cantará Neruda que ya fuera del tiempo, encarnará mil años de pájaros de espuma. El combate no acaba, en la sangre chilena se hizo luz tu destino, entréganos tus llamas, tu poesía de fuego, la que marcó tiranos, traidores y lacayos. Que no hablen de tu muerte, yo te proclamo vivo, yo te proclamo vivo, y al reclamo de Chile, tú respondes: PRESENTE!

Tomado de Revista Nerudiana N°12, Santiago de Chile, Diciembre 2011 – Febrero 2012. Página 52.

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