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Néfesch (alma)




Enviado por Jesús Castro



  1. Traducción del Nuevo
    Mundo
  2. Vulgata latina
  3. Alma
    bíblica

Este artículo pretende contestar lo más
eficaz y sencillamente posible la siguiente pregunta, basada en
los estudios profundos del Génesis: ¿Qué
hemos de entender por "almas vivientes", según los sucesos
que tuvieron lugar durante el denominado "Quinto Día
Creativo"?

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Traducción
del Nuevo Mundo.

¿Cuál es la traducción de la Biblia
más acertada o fiel al sentido original del texto del
Génesis, que, además, esté disponible en el
idioma español contemporáneo? Parece ser que es la
denominada "Traducción del Nuevo Mundo de las Santas
Escrituras" (TNM), publicada por la Sociedad Watchtower Bible And
Tract.

Se trata de una Biblia de equivalencia formal y
dinámica, lo que significa que es extremadamente literal
sin perder la funcionalidad. Hay otras, como la "Dios Habla Hoy",
que son sumamente funcionales y otras, como la Vulgata o la
Nacar-Colunga, que son sumamente literales. Por lo visto, muchos
eruditos o estudiantes serios de la Biblia suelen aceptar con
agradecimiento un ejemplar de la TNM después de examinar
su contenido.

Por ejemplo, supongamos que un estudiante
de las Santas Escrituras abre su Biblia para intentar
investigar el significado del vocablo "alma". Lo ideal en
este caso sería, con la ayuda de una concordancia,
analizar todos los contextos en los que aparece esa palabra en
las Sagradas Escrituras. Ahora bien, eso podría hacerlo
alguien que usara una traducción concordante, como
la TNM, la cual traduce siempre la palabra hebrea
"néfesch" (nº Strong 5315) y la griega
"psykjé" (nº Strong 5590) por "alma". Otras
versiones traducen esta palabra de diferentes maneras, haciendo
muy difícil, o imposible, un estudio riguroso del
significado de esa palabra en los idiomas originales de la
Biblia.

Las traducciones literales se acercan todo lo
posible a lo que el escritor escribió en un idioma
extranjero, pero vertidas a nuestro idioma tal manera que el
texto contenga un mínimo de sentido o inteligibilidad. Por
otro lado, las traducciones funcionales, o por
equivalencia dinámica, intentan verter el
significado o la idea del escritor a nuestro idioma a toda costa,
por encima del apego fiel a la construcción gramatical o a
los giros del lenguaje original.

Una buena traducción literal y
concordante, como la TNM, no sólo se acercaría
más a lo que el escritor expresó sino que,
además, vertería el significado o la idea del
escritor a nuestro idioma de un modo más fidedigno.
Así, si un texto bíblico es de difícil
"interpretación", es preferible analizarlo desde una
traducción literal antes que desde una traducción
funcional, pues en esta última el traductor podría
suministrar una paráfrasis tendenciosa o una
interpretación subjetiva del texto en cuestión. Sin
embargo, esto no quiere decir que las traducciones funcionales no
tengan su valor, pero sólo sirven para efectuar una
lectura "ligera" de la Biblia y no para un estudio
profundo y riguroso de la misma.

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Vulgata
latina.

«La "Vulgata" es una traducción de la
Biblia al latín, realizada a finales del siglo IV
(concretamente, en el año 382 de la EC) por
Jerónimo de Estridón. Fue encargada por el papa
Dámaso I (366-384) dos años antes de su muerte . La
versión toma su nombre de la frase "vulgata editio"
(edición para el pueblo) y se escribió en un
latín corriente, en contraposición con el
latín clásico de Cicerón. El objetivo de la
Vulgata era ser más fácil de entender y más
exacta que sus predecesoras» (Wikipedia).

NOTA:

La revista La ATALAYA del 1-4-2009,
páginas 20-23, publicada por la Sociedad Watch Tower Bible
And Tract, explica:

«El latín era la lengua oficial de Roma.
Sin embargo, cuando el apóstol Pablo escribió a los
cristianos de aquella ciudad, [hacia el año 56 de la Era
Común,] lo hizo en griego. ¿Representó eso
un problema? No, pues allí era habitual que la gente
hablara ambos idiomas. Eran tantos los que procedían del
Oriente griego, que se decía que la ciudad era
prácticamente griega. La situación
lingüística variaba en cada región del Imperio
romano, pero a medida que éste fue creciendo, el
latín fue cobrando importancia. Como resultado, se hizo
necesario traducir las Santas Escrituras del griego al
latín. Según parece, los trabajos comenzaron en el
siglo II de nuestra era en el norte de África.

Se produjeron diversos escritos, a los que
en conjunto se conoce como "Vetus Latina", o "antigua
versión latina". Sin embargo, no ha llegado
hasta nosotros ningún manuscrito completo de esta
traducción al latín de las Escrituras. Tanto los
fragmentos que han sobrevivido como las citas de escritores
antiguos apuntan a que la Vetus Latina no era una obra unificada.
En realidad, parece ser que varios traductores trabajaron por su
cuenta en diferentes momentos y lugares. Por tanto, sería
más preciso describirla como un conjunto de textos
bíblicos traducidos del griego.

Aquellas iniciativas independientes de
traducir diversas secciones de las Escrituras al latín
originaron mucha confusión. Para finales del
siglo IV, el teólogo católico Agustín de
Hipona declaró que "todo el que tenía a su alcance
un manuscrito griego y pensaba que tenía algún
conocimiento de ambos idiomas —por escaso que éste
fuera— se aventuraba a traducirlo" al latín. Tanto
él como otros personajes opinaban que había
demasiadas versiones y dudaban de su exactitud.

El erudito que intentó poner fin a la
confusión fue Jerónimo, quien ejerció en
ocasiones como secretario de Dámaso, el obispo de Roma. En
el año 382, Dámaso le encargó revisar el
texto latino de los Evangelios, tarea que Jerónimo
realizó en apenas unos años. Luego comenzó a
revisar la traducción al latín de otros libros
bíblicos.

La traducción de Jerónimo, conocida
posteriormente como la "Vulgata", fue un texto basado en diversas
fuentes. Su versión de los Salmos se basó en la
Septuaginta, una traducción griega de las Escrituras
Hebreas del siglo II antes de nuestra era. Además,
revisó los Evangelios y tradujo directamente del hebreo
gran parte de las Escrituras Hebreas. Por lo visto, fueron otras
personas las que se encargaron de revisar el resto
de la Biblia. Por otra parte, es interesante notar que en la
"Vulgata" de Jerónimo también se introdujeron
algunas porciones de la Vetus Latina.

En un primer momento, la traducción de
Jerónimo fue recibida con frialdad. De hecho, el propio
Agustín de Hipona la criticó. Sin embargo, poco a
poco se fue estableciendo como el modelo de Biblia en un solo
volumen. En los siglos VIII y IX, eruditos como Alcuino y
Teodulfo comenzaron a corregir los errores
lingüísticos y textuales que se habían
infiltrado en la versión de Jerónimo con las
sucesivas copias. Más tarde, a fin de facilitar la
consulta de las Escrituras, el texto fue dividido en
capítulos. Y cuando se inventó la imprenta de tipos
móviles, la primera Biblia que se imprimió fue la
versión de Jerónimo.

En 1546, durante el Concilio de Trento, la
Iglesia Católica se refirió por vez
primera a la traducción de Jerónimo como la
"Vulgata". En aquella asamblea se declaró
"auténtica" esta Biblia y se la convirtió en el
texto oficial de los católicos. Al mismo tiempo, se
encargó una revisión. Las labores debían ser
supervisadas por comisiones especiales, pero el papa Sixto V
—que estaba impaciente por verla terminada y que por lo
visto tenía una gran confianza en sus aptitudes
personales— decidió acabar por sí mismo el
trabajo.

Esta revisión comenzó a imprimirse en
1590, justo antes de la muerte del Papa. Sin embargo, los
cardenales la rechazaron inmediatamente por considerarla una obra
repleta de errores y la retiraron de
circulación.

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En 1592 se editó una nueva versión bajo el
papa Clemente VIII. Esta edición, conocida como
Sixto-Clementina, fue la traducción oficial de la Iglesia
Católica durante un tiempo considerable. Además,
fue utilizada como base para realizar traducciones
católicas a diversos idiomas, como las versiones
españolas de Felipe Scío de San Miguel (1793) y
Félix Torres Amat (1825).

A lo largo del siglo [XX], la crítica textual
hizo evidente que la Vulgata, al igual que otras versiones,
necesitaba una revisión. Así, la Iglesia
creó en 1965 una comisión para revisar la Vulgata a
la luz de los estudios textuales y lingüísticos
modernos. Esta nueva obra se utilizaría en la liturgia
católica en latín.

En 1969 se publicó la primera parte
de la traducción, y en 1979, el papa Juan Pablo II
aprobó la primera edición de la
"Neovulgata", también conocida como "Nova Vulgata". Esta
Biblia contenía el nombre divino en la forma "Iahveh" en
varios versículos, entre ellos Éxodo 3:15 y 6:3.
Sin embargo, esto se modificó en 1986 cuando se
publicó su segunda edición: según
explicó un miembro de la comisión, "se
arrepintieron […] y volvieron a presentar Dominus
[Señor] en lugar de Iahveh".

Y al igual que había sucedido siglos antes con la
Vulgata, la Neovulgata fue también objeto de
críticas, incluso de parte de eruditos católicos.
Si bien afirmaba ser una traducción ecuménica,
muchos la consideraron un obstáculo al diálogo
entre confesiones. ¿Por qué? Principalmente porque
los católicos la propusieron como texto base para traducir
la Biblia a otros idiomas. Por citar un caso, la Neovulgata fue
el centro de una polémica en Alemania cuando protestantes
y católicos intentaron revisar juntos una
traducción interconfesional. La controversia surgió
porque los traductores protestantes se resistían a amoldar
la nueva versión al texto de la Neovulgata.

Como vemos, aunque hoy en día muy
pocas personas hablan latín, la Biblia latina ha influido
directa e indirectamente en millones de lectores. De hecho, ha
condicionado el vocabulario religioso en muchos idiomas. Pero,
sin importar en qué idioma se edite, "la palabra de Dios
es viva, y ejerce poder". En efecto, sigue cambiando la vida de
los millones de personas que se esfuerzan por seguir sus valiosas
enseñanzas».

El libro "Toda Escritura es inspirada de
Dios y provechosa", página 310, párrafo 16,
producido por la Sociedad Watchtower en 1990, dice, acerca de la
"Vulgata latina":

«Esta versión ha sido el texto
fundamental usado por muchos traductores católicos para
producir otras versiones en la multitud de idiomas
de la cristiandad occidental. ¿Cómo se produjo la
Vulgata? La palabra latina "vulgatus" significa "común, lo
que es popular". La Vulgata se produjo en el latín
común o popular de su día, para que la gente
común del Imperio Romano Occidental pudiera entenderla
fácilmente. Antes de preparar esta versión, el
docto Jerónimo había hecho dos revisiones de los
Salmos traducidos al latín clásico, mediante
comparaciones con la Septuaginta griega. Sin embargo,
preparó la Vulgata por traducción directa de los
idiomas originales, hebreo y griego, y por eso su obra no fue una
traducción de otra versión.
Jerónimo trabajó en su traducción latina del
hebreo desde alrededor de 390 EC hasta 405 EC.
Aunque en la obra terminada se incluyeron libros
apócrifos, que para aquel tiempo estaban en las copias de
la Septuaginta, Jerónimo distinguió claramente
entre los libros que eran canónicos y los que no lo eran.
La "Traducción del Nuevo Mundo" hace referencia muchas
veces a la Vulgata de Jerónimo en sus notas a pie de
página».

¿Qué palabra latina se emplea
en la Vulgata para traducir el vocablo hebreo "néfesch"?
Se usa la palabra latina "anima", la cual procede del vocablo
griego "anemos" (viento). Por su parte, el término griego
"anemos" siempre significó "viento"; pero el vocablo
latino "anima", que en principio también significaba
"viento", pronto pasó a denotar "principio vital y vida".
Al parecer, es con esta última significación con la
que Jerónimo la selecciona para traducir el término
hebreo "néfesch", en la elaboración de la
Vulgata.

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Por consiguiente, la utilización en
la Vulgata de "anima" por "néfesch" marcaría un
patrón imborrable de cara al futuro, esto es, respecto a
las lenguas románicas o derivadas del latín. Las
sucesivas traducciones de la Vulgata a las lenguas
románicas emplearían el mismo vocablo latino u otro
parecido: un derivado vocabular de "anima", según las
características del idioma románico en
formación. Así, en español y
portugués "ánima" ha pasado a ser "alma"; en
francés, "âme"; y en italiano, sin apenas
variación, "anima".

Debido al poder modelador que las
traducciones bíblicas han tenido en las lenguas
románicas incipientes, aunado a la influencia cultural
religiosa derivada de ello, podemos decir que los vocablos
"anima" (italiano), "alma" (español y portugués) y
"âme" (francés) se han impuesto como la mejor y
única opción de cara a traducir "néfesch" en
dichas lenguas derivadas del latín. Así, la TNM en
español utiliza "alma" para significar "néfesch" y
lo hace de manera coherente o concordante, esto es, cada vez que
en los manuscritos hebreos originales aparece "néfesch".
Ahora, tras disponer en nuestro idioma de una buena herramienta
para estudiar las Sagradas Escrituras, tal como la TNM, le toca
al investigador concienzudo y sincero valerse de la concordancia
bíblica para llegar a un conocimiento acertado de lo que
el Génesis da a entender cuando emplea la palabra "alma"
en español.

Esto es así porque, al igual que pasa en muchos
idiomas y con muchas palabras, cada vocablo puede llegar a tener
más de una acepción o significado; y de hecho
existen términos con muchas acepciones, como es el caso de
"alma". Hay acepciones figuradas (alma de cañón),
filosóficas (alma platónica), religiosas (alma
inmortal), populares (alma gemela), etc. Sin embargo, para el
estudioso del Génesis es de vital importancia llegar a un
conocimiento lo más exacto posible del significado
bíblico de "alma" (néfesch), a fin de no imponer al
texto sagrado una acepción extraña de "alma", ajena
al significado de "néfesch", y de esta manera caer en un
error que ha sido bastante común en los círculos
religiosos: tergiversar, con o sin mala intención, el
verdadero mensaje del Génesis.

NOTA:

Es necesario tener en cuenta que las Santas
Escrituras no sólo presentan vocablos con sus
respectivas cargas semánticas (los
significados de tales vocablos), sino también conceptos o
ideas más o menos complejos que sobrepasan la
dimensión puramente terminológica. Por ejemplo,
"néfesch" es un vocablo bíblico bien delimitado que
aparece por primera vez en el capítulo
1 del Génesis, de manera que su
concepción es relativamente sencilla de obtener para un
estudiante sincero del texto sagrado, a partir de una
concordancia bíblica y del vocablo en los diferentes
contextos en los que aparece. Pero, por contra, la idea o
noción de "pecado original heredado de Adán", por
ejemplo, no se corresponde con un vocablo bíblico definido
y estable, como ocurre con "néfesch", sino que se trata de
una idea que, aunque es inequívocamente bíblica, se
expresa en la Sagrada Escritura de muy diversas maneras
terminológicas o mediante frases con una morfología
y una sintaxis variable, aunque siempre transmitiendo el mismo
tipo de concepto.

Esas distintas palabras o ideas deben ser
estrictamente definidas en la mente del estudiante de la Sagrada
Escritura preferiblemente a la luz de todo el contexto
bíblico, para evitar acepciones subjetivas y
parciales que dificulten la comprensión acertada del
mensaje sagrado. Así, cualquier concepto que se derive del
estudio del mensaje bíblico debería contar con la
apoyatura de toda la Sagrada Escritura, o sea, debería
estar definido a la luz de todo lo que dice la Biblia sobre dicho
concepto en particular. Es lo que se denominaría
"definición bíblica de un concepto". Y la misma
cosa puede realizarse también en el libro del
Génesis considerado aisladamente; pero el estudioso del
Génesis obtendría mayor amplitud cognoscitiva a la
luz del contexto de toda la Sagrada Escritura y esto es
importante, pues hay porciones de este libro sagrado que
sólo adquieren buen entendimiento cuando se tiene presente
toda la demás Sagrada Escritura.

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Alma
bíblica.

El uso dado en el contexto bíblico a los
términos originales, "né·fesch" (hebreo) y
"psy·kjé" (griego), muestra que la palabra
bíblica "alma" se refiere tanto a una persona como a un
animal o a la vida que hay en ambos. Sin embargo, la idea que la
palabra "alma" comunica hoy a la mayoría de la gente no
concuerda con el significado de los términos hebreo y
griego que emplearon los escritores bíblicos. Éste
es un hecho cada vez más reconocido. Ya en
1897, después de un análisis detallado del uso de
"né·fesch", el profesor C.A. Briggs hizo la
siguiente observación en el "Journal of Biblical
Literature" (volumen 16, página 30): "El uso que en la
actualidad se le da en inglés a la palabra "alma" (soul)
por lo general transmite un significado muy diferente de
"né·fesch" en hebreo, y es fácil que el
lector incauto la interprete mal". Lo mismo pudiera decirse
respecto al uso de la palabra "alma" en el idioma
español.

NOTA:

No sabemos si el ancestral idioma "indoeuropeo" (del que
se dice que derivan las principales ramas
lingüísticas de Europa y la India) fue uno de los
lenguajes resultantes de la confusión del habla humana en
Babel, según narra el Génesis; pero pudo haberlo
sido, dada su antigüedad. Pues bien, en dicho "indoeuropeo"
existe una raíz terminológica, "anu-", de la cual
parece que derivaron paralelamente los vocablos griego "anemos"
(viento) y latino "anima" (viento, inicialmente; y principio
vital o vida, posteriormente), aunque este último (anima)
es posible que también se dejara derivar o influenciar
originalmente por el griego "anemos". Sea como fuera, lo cierto
es que a la postre "anemos" y "anima" divergieron en
significación hasta el punto de que "anima"
encontró en griego un homólogo semántico
más próximo (aunque etimológicamente no
emparentado) en la palabra "psykjé". Quizás por
esta razón, hacia el siglo I de nuestra era, los
escritores de las Santas Escrituras Griegas (el denominado "Nuevo
Testamento") usaron "psykjé" para traducir
"néfesch". Sin embargo, hay constancia de que los
artífices de la Septuaginta (una traducción muy
bien reputada de las Santas Escrituras Hebreas al griego
koiné, o común, de la época), iniciada en el
siglo III antes de la EC, utilizaron igualmente "psykjé"
para traducir "néfesch".

Más recientemente, cuando la Sociedad de
Publicaciones Judías de América editó una
nueva traducción de la Torá —los cinco
primeros libros de la Biblia—, el jefe de redacción,
H.M. Orlinsky, de la universidad Hebrew Union, dijo que la
palabra "alma" casi se había eliminado de dicha
traducción porque "la palabra hebrea que se trata
aquí es "néfesch"". Añadió que "otros
traductores habían interpretado que ésta significa
alma [en el sentido profano del término], algo
completamente inexacto. La Biblia no dice que tengamos un alma.
Néfesch es la persona misma, su necesidad de alimentarse,
la mismísima sangre de sus venas, su propio ser" (The New
York Ti-mes, 12 de octubre de 1962).

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La traducción católica romana "The New
American Bible", en su "Glosario de términos de la
teología bíblica" (páginas 27 y 28), dice:
"En el Nuevo Testamento, "salvar uno su alma" (Mr 8:35) no
significa salvar alguna parte "espiritual" del hombre, como algo
en oposición a su "cuerpo" (en el sentido
platónico), sino a la persona completa, destacando el
hecho de que la persona vive, desea, ama y ejerce su voluntad,
etc., además de ser algo concreto y físico" (obra
publicada por P.J. Kenedy & Sons, Nueva York,
1970).

Néfesch viene de una
raíz que significa "respirar", y en un
sentido literal se podría traducir como "un
respirador". El "Lexicon in Veteris Testamenti Libros" (de
Koehler y Baumgartner, Leiden, 1958, página
627) la define como "la sustancia que respira, que hace del
hombre y del animal seres vivientes (Gé
1:20), el alma (estrictamente diferente de la noción
griega del alma), el asiento de la cual es la sangre (Gé
9:4f; Le 17:11; Dt 12:23): (249 veces) […] alma = ser viviente,
individuo, persona".

La palabra griega Psykjé se define en los
léxicos griego-inglés como "vida", y "el ser o la
personalidad consciente como centro de las emociones, deseos y
afectos", "un ser vivo", y esos léxicos muestran que ese
término se usó para referirse a "animales" no
sólo en la Biblia, sino en obras griegas. Por supuesto,
como esas fuentes tratan principalmente de los escritos griegos
clásicos, también incluyen todos los significados
que los filósofos griegos dieron a esa palabra, como:
"espíritu difunto", "el alma inmortal e inmaterial", "el
espíritu del universo" y "el principio inmaterial del
movimiento y la vida". Seguramente, el término
Psykjé también se aplicaba a la "mariposa" o
"polilla", criaturas que experimentan una metamorfosis,
transformándose de oruga en criatura alada, debido a que
algunos de los filósofos enseñaron que
el alma salía del cuerpo al momento de morir
(Greek-English Lexicon, de Liddell y Scott, revisión de H.
Jones, Oxford, 1968, páginas 2026 y 2027; New Greek and
English Lexicon, de Donnegan, 1836, página
1404).

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Los escritores griegos antiguos aplicaron
Psykjé de diversas maneras inconsecuentes, pues sus
filosofías personales y religiosas influían en el
uso que le daban a dicho término. De Platón, a cuya
filosofía se pueden atribuir (como por lo general se
reconoce) las ideas comunes en cuanto al "alma", se dice:
"Mientras que a veces habla de una de las [supuestas] tres partes
del alma, la "inteligente", como una necesariamente inmortal,
mientras que las otras dos son mortales, también habla
como si hubiera dos almas en un cuerpo: una inmortal y divina, y
otra mortal" ("Thoughts on the Tripartite Theory of
Human Nature", de A. McCaig, en The Evangelical Quarterly,
Londres, 1931, volumen 3, página 121).

 

 

Autor:

Jesús Castro

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