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Origen de la Luna




Enviado por Jesús Castro



  1. Introducción
  2. Origen
    de la Luna
  3. Hipótesis del "Gran
    Impacto"
  4. Conclusión

Este artículo pretende contestar lo más
eficaz y sencillamente posible la siguiente pregunta, basada en
los estudios del Génesis: ¿Cómo se
originó la Luna?

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Introducción.

La revista DESPERTAD del 1-1-1993, página 32,
publicada en español y otros idiomas por la Sociedad
Watchtower Bible And Tract, comenta en parte lo
siguiente:

«Mucho antes de que el hombre viviera en la
Tierra, la Luna ya iluminaba con su brillo el cielo nocturno.
Hubo un tiempo en que muchas personas la tenían por diosa
y la adoraban. El autor griego Plutarco afirmó que la Luna
era el destino final de las almas puras después de la
muerte. Según la mitología báltica, la Luna
era un hombre, el esposo del Sol. Se cuenta que tuvieron una
riña conyugal y que la Luna dejó a su esposa, y por
eso raras veces aparece en el cielo con ella.

Hoy en día, los jóvenes
enamorados —y los no tan jóvenes— gustan de
contemplar la Luna con cierto romanticismo. En la
década de [1960], la ciencia gastó enormes sumas de
dinero para poner al hombre en la Luna y traer unos kilogramos de
roca lunar para investigación. Una cosa sí es
cierta en cuanto a la Luna: todos los días sale y se pone
según el horario previsto. Es tan fiel a su trayectoria,
que se pueden calcular las fases y eclipses que tuvo hace miles
de años».

Origen de la
Luna.

La enciclopedia informática WIKIPEDIA contiene
datos muy actualizados acerca de las diversas ramas de la
investigación científica. En cuanto a los conceptos
más recientes que presenta respecto al origen de nuestro
satélite (la Luna), informa:

«Al descubrir que la
composición de la Luna era la misma que la de la
superficie terrestre se supuso que su origen tenía que
venir de la propia Tierra. Un cuerpo tan grande en
relación a nuestro planeta difícilmente
podía haber sido capturado ni tampoco era probable que se
hubiese formado junto a la Tierra. Así, la
mejor explicación de la formación de la Luna es que
ésta se originó a partir de los pedazos que
quedaron tras una cataclísmica colisión [de la
primitiva Tierra o prototierra] con un protoplaneta del
tamaño de Marte en los albores del sistema solar
(hipótesis del gran impacto, la más aceptada hoy
día). Esta teoría también explica la gran
inclinación axial del eje de rotación terrestre que
habría sido provocada por el impacto.

La enorme energía suministrada por
el choque fundió la corteza terrestre al completo y
arrojó gran cantidad de restos incandescentes
al espacio. Con el tiempo, se formó un anillo de roca
alrededor de nuestro planeta hasta que, por acreción
(aumento de un cuerpo por agregación progresiva de
materiales), se formó la Luna. Su órbita inicial
era mucho más cercana que la actual y el día
terrestre era mucho más corto ya que la Tierra rotaba
más deprisa. Durante cientos de millones de años,
la Luna ha estado alejándose lentamente de la Tierra, a la
vez que ha disminuido la velocidad de rotación terrestre
debido a la transferencia de momento angular que se da entre los
dos astros. Este proceso de alejamiento continúa
actualmente a razón de 38 mm por año.

Tras su formación, la Luna
experimentó un periodo cataclísmico, datado en
torno a hace 38004000 millones de años, en el que la Luna
y los otros cuerpos del Sistema Solar interior sufrieron
violentos impactos de grandes asteroides. Este período,
conocido como "bombardeo intenso tardío", formó la
mayor parte de los cráteres observados en la Luna,
así como en Mercurio. El análisis de la superficie
de la Luna arroja importantes datos sobre este periodo final en
la formación del Sistema Solar. Posteriormente se produjo
una época de vulcanismo consistente en la emisión
de grandes cantidades de lava, que llenaron las mayores cuencas
de impacto formando los mares lunares y que acabó hace
3.000 millones de años. Desde entonces, poco más ha
acaecido en la superficie lunar que la formación de nuevos
cráteres debido al impacto de asteroides. Recientemente,
sin embargo, los datos enviados por la sonda japonesa SELENE han
mostrado que dicho vulcanismo ha durado más de lo que se
pensaba, habiendo acabado en la cara oculta hace 2500 millones de
años».

Hipótesis
del "Gran Impacto".

La exploración del cosmos mediante
satélites y sondas espaciales, llevada a cabo durante las
décadas de los años 1960 y 1970, no había
conseguido ninguna evidencia de la formación de la Luna
aunque sí había demostrado que era tan antigua como
la Tierra y que estaba constituida por el mismo tipo de rocas,
pero no tenía agua (ver NOTA, a continuación) y
había estado completamente fundida en algún momento
de su historia. ¿Cómo se podía explicar la
combinación de todos estos hechos?

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A principios de los años 1970 surgieron nuevas
teorías acerca de los orígenes de los distintos
planetas. La juventud de nuestro sistema solar se empezó a
concebir como una etapa muy violenta, con muchos
cuerpos creciendo rápidamente, dentro del primitivo
sistema, y compitiendo por espacio. Las nuevas teorías
llevaron a William K. Hartmann a examinar los datos obtenidos por
las misiones espaciales lunares, y se le ocurrió una idea
muy interesante sobre el origen de la Luna. Según sus
propias palabras: "Cuando la Tierra se estaba formando, no era el
único planeta que compartía la misma distancia al
Sol. En algún momento, bastante tarde en el proceso de
formación, otro objeto de gran tamaño chocó
contra la Tierra y provocó el desprendimiento de una gran
cantidad de materia. De modo que la Luna se habría formado
posteriormente a partir de esa nube de restos que rodeaba a la
Tierra".

Hartmann sugería que, al principio
de su historia, la Tierra habría colisionado con un
planeta del tamaño de Marte. De alguna
manera, la Tierra sobrevivió al choque; y la enorme masa
de escombros que quedó tras la
colisión se había aglomerado hasta formar la Luna.
Pero para muchos científicos la visión de Hartmann
era excesivamente fantástica, y se propusieron refutarla.
Sin embargo, los cálculos ideados para combatirla
resultaron contraproducentes. Poco a poco, los teóricos
comenzaron a darse cuenta de que la teoría de Hartmann
encajaba cada vez más con todos los datos conocidos sobre
la Luna:

– Se había formado a partir de
la Tierra, por eso las rocas de ambos cuerpos eran
iguales.

– El calor generado en la
colisión podía explicar los hallazgos de que la
Luna había estado completamente fundida en algún
momento de su historia, y de que no quedase ningún rastro
de agua en sus rocas superficiales (ver NOTA, a
continuación).

– Un cuarto de siglo después de finalizadas
las misiones lunares, se han enviado sondas espaciales a los
rincones más remotos del Sistema Solar, incluidos los
planetas gigantes y sus lunas; y gracias a los datos recibidos se
ha podido constatar que nuestra Luna no fue la única que
tuvo un nacimiento violento. En Urano, por ejemplo, la
extraña superficie fragmentada de su luna llamada Miranda
sugiere que este pequeño satélite natural se
fragmentó por completo en algún momento y luego se
volvió a formar, pero permaneciendo en su órbita
alrededor del mismo planeta. Y quizás los anillos de
Saturno fueron otra luna que chocó contra algún
cuerpo, desintegrándose y rociando con sus restos el
espacio circundante, dando la apariencia de hermosos anillos que
coronan al planeta. Así, en todas partes del Sistema Solar
se han encontrado pruebas de unos orígenes
violentos.

Hartmann comenta: "Lo que destaca en nuestro Sistema
Solar es que los planetas tienen características bastante
uniformes. Por ejemplo, todos giran en el mismo sentido,
alrededor del Sol, pero coexisten con peculiaridades muy
extrañas. Uno tiene un sistema de anillos, otro tiene un
satélite enorme, otro está extremadamente inclinado
sobre su eje… Y todas estas peculiaridades se deben a unos
impactos muy fuertes, que se produjeron a lo largo de la
formación de estos cuerpos planetarios".

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El viaje a la Luna no sólo
reveló el pasado turbulento de la Tierra y su
satélite, sino que también transformó las
creencias astronómicas. Lo que se ha descubierto acerca de
la Luna ha servido para comprender mejor las
características de Marte, Venus, Júpiter y los
demás planetas del Sistema Solar.

NOTA:

La revista DESPERTAD del 8-8-1998,
páginas 28-29, en su sección "Observando el mundo"
y bajo el título "¿Hay agua en la Luna?", comenta
lo siguiente: «La sonda espacial Lunar Prospector ha
detectado en las regiones polares de la Luna lo que parece ser
agua congelada, informó el diario The New York Times. Los
instrumentos de la sonda indican la presencia de
hidrógeno, y, según se cree, la forma más
probable de que este elemento exista en la Luna es como
componente del agua. Se piensa que ésta se halla en forma
de pequeños cristales de hielo mezclados con el polvo de
la superficie. Según parece, conforma un 1% o menos del
rocoso suelo lunar. Algunos investigadores ya pronostican que el
agua podría sustentar colonias humanas, además de
proporcionar hidrógeno y oxígeno que
servirían de combustible para naves espaciales lanzadas
desde la Luna. Otros advierten que, aun si se confirmara su
presencia, la explotación del agua no sería
rentable. El doctor Bruce Murray, del Instituto de
Tecnología de California, indicó que
resultaría más barato transportar agua desde la
Tierra que extraerla de la Luna.»

La Luna ha conservado sus secretos
perfectamente ocultos hasta ahora. El doctor en física
Ronald Angione, astrónomo de San Diego, EEUU,
comentó: "Recientemente, el Departamento de Defensa
anunció que había la posibilidad de que hubiera
hielo en la región polar del sur de la Luna".

Una superficie de hielo del tamaño de 4 campos de
fútbol fue descubierta por "Clementina", una nave espacial
militar que probaba nuevas tecnologías. Clementina
detectó hielo donde el Sol no llega, en el polo sur lunar.
El astrónomo Ronald Angione ha estado estudiando el nuevo
descubrimiento, e informa: "El agua está compuesta de
hidrógeno y oxígeno, las sustancias más
comunes. Así que esperamos hallar agua en muchas
partes.

Los científicos creen que un cometa,
cargado de hielo, creó un cráter polar con la
profundidad que el monte Everest tiene de altura, y
que parte de ese hielo aún permanece en la Luna. El doctor
en física Paul Spudis, geólogo lunar y planetario,
ha dicho: "Si comparas la Luna con la Tierra, es un desierto. Si
la comparas con el espacio, que está completamente
vacío, la Luna es un tesoro de materiales y
energía".

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El doctor Paul Spudis, del Instituto Planetario y Lunar
en Houston, cree que el descubrimiento podría cambiar toda
la Ciencia, y añade: "Este descubrimiento está
teniendo un gran impacto, y nos está haciendo reconsiderar
lo que sabemos de los demás planetas. La Luna o Marte son,
ambos, objetos que creemos conocer bastante bien; pero el
descubrir algo extraño te hace reconsiderar tus
suposiciones fundamentales".

El doctor Angione concluye así: "Hay
2 implicaciones muy importantes en esto. Una es más bien
académica y sugiere que el estudio de dicho
hielo podría darnos ciertas claves para saber cómo
y de qué manera se formó el Sistema Solar. La otra
es: ¿Qué significaría para el futuro de la
exploración espacial? El tener una fuente de agua y poder
separar sus elementos, hidrógeno y oxígeno,…
oxígeno para respirar,… nos abriría las puertas
para colonizar la Luna. Habría bases lunares que nos
permitirían explorar todo el espacio".

Conclusión.

¿Cómo se originó la
Luna? Esta pregunta puede responderse según lo que la
ciencia ha descubierto, pero sólo en parte. ¿Por
qué "sólo en parte"? Veamos.

Los científicos de hoy día
están sometidos a la presión de filtros
académicos materialistas, los cuales impiden
el paso de todo dato o razonamiento basado en las revelaciones
procedentes de las Santas Escrituras. Entonces, pese a sus dignos
esfuerzos y a la honestidad profesional que tal vez pongan en sus
investigaciones, siempre adolecen de un conocimiento limitado de
la realidad y sus teorías tropiezan con muchos escollos
que de otro modo serían evitables. Por ejemplo, no ven el
universo como una colosal y magistral obra de ingeniería,
detrás de la cual reina silenciosamente la maravillosa
sabiduría de la Persona más admirable que existe:
Jehová Dios, el Creador. En consecuencia, la
revelación que proviene del Génesis pasa
desapercibida a sus ojos y por ende jamás se benefician de
ella.

Sin embargo, para un estudioso del Génesis y de
la Ciencia al unísono, ambas fuentes de información
pueden llegar a compenetrarse bien. Así, lo que los
científicos han descubierto sobre el origen de la Luna,
por un lado, y las intenciones del Creador para con nuestro
planeta y la vida humana sobre él, por otro lado, son
campos verdaderamente complementarios. Desde este prisma, la
causa primaria que está a la base de los fenómenos
cosmológicos que llevaron a la formación de la Luna
se hace cognoscible y vislumbrable, gracias al Génesis y a
la demás Sagrada Escritura, resultando ser ésta:
Jehová Dios, el Todopoderoso, cumpliendo su
propósito de preparar y acondicionar el escenario
cósmico para la creación de la vida
humana.

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Autor:

Jesús Castro

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