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Pobreza y libertad económica




Enviado por Santos Mercado Reyes



    Prefacio

    Tengo el gusto de escribir algunas palabras
    y reflexiones en torno al libro Pobreza y Libertad
    Económica
    .

    Para empezar, me agrada constatar que este libro
    transpira la teoría de los pensadores austriacos en todos
    los temas. No es algo común pues la mayoría toma
    como marco teórico el pensamiento marxista y el
    keynesiano. Este texto rompe con esa tradición. La pobreza
    no se conceptualiza, como dicen los marxistas, como el resultado
    de la lucha de clases donde los ricos son ricos porque explotan a
    los pobres; concepto por demás errado, lo que ha quedado
    demostrado fehacientemente con múltiples experiencias en
    el mundo. Aquí, los autores, con datos en la mano,
    demuestran que la pobreza es un fenómeno que se deriva de
    la falta de libertad económica, de las regulaciones
    gubernamentales que impiden el intercambio libre y voluntario y
    de malas políticas monetarias del Estado, entre otros
    factores.

    Puede ser discutible la forma en que se mide la libertad
    económica, pues cada investigador es capaz de construir su
    propio termómetro y su propia escala, pero sea cual fuere
    la metodología y las variables que se consideren, siempre
    es posible encontrar una relación negativa entre libertad
    económica y pobreza: a mayor libertad económica le
    corresponde menor pobreza. Las experiencias mundiales e
    históricas dan ejemplos valiosos de este descubrimiento ya
    expresado por Ludwig von Mises, Friedrich von Hayek y otros
    austriacos. La grandeza de los Estados Unidos de América
    se logró en un período de casi un siglo completo de
    libertad económica. En efecto, durante los años
    finales del siglo XVIII y XIX prácticamente no
    había regulaciones, ni impuestos, ni se necesitaba
    pasaporte o visa para llegar a la tierra de la libertad, ni se
    requerían permisos para fundar negocios. En cuanto el
    Estado empezó a intervenir, la economía
    comenzó también a deteriorarse hasta llegar a
    grandes crisis, como la de 1929, que hoy repite su historia en
    pleno 2009. Hong Kong puede considerarse el gran laboratorio del
    mercado libre, la presencia del Estado es tan tenue
    que los ciudadanos de ese lugar difícilmente saben
    quién es el gobernador. Chile, en América Latina
    fue otro ejemplo de lo que sucede cuando se da libertad
    económica a los ciudadanos, su producto interno se
    elevó como nunca. Por la parte contraria tenemos la China
    de Mao (1949-1976) donde sólo el gobierno podía
    decidir qué, cuánto y dónde producir y a
    quien distribuir. Todas las libertades económicas de los
    ciudadanos chinos fueron abolidas, lo que resultó en
    grandes hambrunas donde millones de chinos murieron. Está
    también el caso de la Cuba de Fidel Castro que
    sumió a su país en una tierra sin esperanza donde
    la gente prefería arriesgarse a cruzar el mar, aún
    a costa de perder la vida. En Europa, todo el Bloque del Este
    terminó sucumbiendo, pues los grandes planes del Estado
    eran incapaces de satisfacer las necesidades de sus habitantes.
    Finalmente, otro gran ejemplo que debe servirnos para no caer
    nuevamente en el error es el patético, triste e
    inadmisible caso de Corea del Norte, donde toda la
    población está sujeta a las decisiones del dictador
    Kim Yong Il, hijo del primer dictador y Padre de la Patria, quien
    heredó el pueblo y sus habitantes a su hijo, como si se
    tratara de su hacienda y sus esclavos. Hoy mismo, este
    país sufre de hambrunas que sólo la ayuda
    internacional puede mitigar.

    Nunca se ha visto una nación en la que coexistan
    libertad económica y la pobreza; tampoco se ha visto un
    país con planificación central y prosperidad. Dicho
    de otra manera, países que persiguen el socialismo
    (ausencia de libertad económica), necesariamente terminan
    en la pobreza; en tanto que aquellos que se atreven a abrazar a
    la economía de mercado (libertad económica), no
    pueden terminar pobres. Esta es una ley que en este libro se
    constata con datos fehacientes.

    La medición de la libertad económica se
    hace en razón de casi 50 variables, aunque creo que
    algunas son redundantes y bastarían unas diez o quince
    solamente. Me parece importante el hecho de que se manifiesta una
    metodología lo suficientemente simple, como para que
    cualquier estudioso pueda realizar una medición de
    libertad económica en un país, región o
    municipio; la cual debería servir no
    sólo para explicar por qué es pobre una localidad,
    sino para determinar las políticas públicas que se
    deben aplicar, si es que se desea lograr un estado de prosperidad
    para los ciudadanos.

    Para terminar, espero que la lectura de este libro sirva
    como inspiración y estímulo para todos los hombres
    y mujeres sinceramente preocupados por buscar un futuro
    mejor.

    Dr. Jesús Huerta de
    Soto

    Catedrático en la Universidad Rey
    Juan Carlos (Madrid, España)

    2009

    Prólogo

    Este libro presenta un importante estudio acerca de las
    causas de la pobreza, un tema de gran importancia para todos los
    países, ya que dicha situación constituye un factor
    generador de enorme e innecesario sufrimiento que se manifiesta
    en enfermedades y carencias que pueden y deben ser
    superadas.

    Un primer paso para corregir la pobreza consiste en
    comprender las causas que la generan para concebir
    posteriormente, las soluciones que permitan el acceso a la
    riqueza y al bienestar para todos.

    Podemos confirmar la relevancia de este tema en un
    estudio que llevaron a cabo los economistas del Banco Mundial
    hace dos años titulado ¿Dónde está la
    Riqueza de la Naciones? y cuyo objetivo consistió en
    desarrollar una metodología que permitiera medir el
    capital en el siglo XXI. Ronald Bailey, en su artículo Los
    Secretos de la Riqueza Intangible comenta dicho estudio y al
    respecto dice: Un emigrante mexicano en los Estados Unidos es
    cinco veces más productivo que en México.
    ¿Porqué? La respuesta no es la obvia: porque este
    país tiene más maquinaria, herramientas o riqueza
    natural. Sabemos que dicha diferencia se atribuye en realidad a
    que un estadounidense promedio tiene acceso a $418,000
    dólares en riqueza intangible, mientras que un trabajador
    en México tiene tan sólo acceso a $34,000
    dólares de la misma; pero ¿qué es la
    riqueza intangible y cómo se mide?

    El mencionado estudio del Banco Mundial define dos tipos
    de capital: el natural y el generado. El primero consiste en la
    suma de los recursos no renovables, incluyendo petróleo,
    gas natural, carbón y recursos minerales; así como
    tierras de cultivo y de pastoreo, áreas forestales y
    áreas protegidas. El segundo, el capital generado,
    está formado por la suma de la maquinaria, el
    equipamiento, las estructuras (infraestructura incluida) y la
    tierra urbana. Sin embargo los economistas del Banco Mundial
    encontraron que faltaba algo, pues el total del capital natural y
    del generado no eran suficientes para justificar las diferencias
    tan grandes en el ingreso[….] La riqueza natural de
    países como Estados Unidos representa tan
    sólo entre el 1% y el 3% del total de su
    riqueza. Esa riqueza natural tiene más valor en
    países desarrollados porque la explotación de
    tierras y bosques combinada con maquinaria, edificios,
    carreteras, etcétera; hacen que se genere un 17% de
    riqueza.

    Lo extraordinario del estudio es que hoy se sabe que los
    países ricos, son más ricos, por razones
    intangibles como: el capital humano bien educado y capacitado, y
    el valor de las instituciones medidas por la cultura de legalidad
    y orden (The Rule of Law) que sustentan a la actividad
    económica.

    La confianza entre la gente de una sociedad, un buen
    sistema jurídico, los derechos de propiedad claros y
    respetados, un gobierno eficiente y eficaz; así como un
    capital humano educado conforman los factores intangibles que
    resultan ser los más importantes en la generación
    de riqueza. "La legalidad explica un 57% y la educación
    un 36% de la riqueza intangible de los
    países".

    Actualmente es posible medir el índice de
    legalidad a través de cientos de variables que explican la
    percepción que tiene la gente acerca del gobierno.
    También es posible medir el promedio de riqueza
    per cápita. De acuerdo con el estudio del Banco
    Mundial en Estados Unidos el promedio es: capital natural $15,000
    dólares, $80,000 dólares por capital generado y
    $418,000 de capital intangible por persona.

    En contraste, en México, país rico en
    petróleo, el promedio es: capital natural $8,500
    dólares ($6,000 derivados del petróleo), capital
    generado $19,000 dólares y capital intangible $34,500
    dólares por persona.

    Cuando un emigrante mexicano cruza la frontera de
    Estados Unidos tiene acceso inmediato a $418,000 dólares.
    "¿Quién no cruzaría la frontera en esas
    circunstancias?", enfatiza con toda razón Ronald Bailey.
    No es necesario ser economista para darse cuenta de lo que rinden
    8 horas de trabajo en Estados Unidos y lo que rinden en
    México, pues en aquel país en pocos meses la gente
    ve cómo sus sueños empiezan a convertirse en
    realidad pues las personas comen, visten y viven
    mucho mejor, tienen automóvil y acceso a bienes y
    servicios que difícilmente podrían tener en
    México.

    Hoy podemos decir con suficientes fundamentos que la
    pobreza es innecesaria e injustificada, y que ya no hay excusa
    para decir que no puede superarse. Existen estudios y evidencias
    del costo que representa la corrupción de los malos
    gobernantes que Bailey califica como "cleptócratas". El
    mal manejo de la función pública, el robo, la
    extorsión y la incompetencia de las autoridades se paga a
    precio muy alto; pues dichos vicios conforman una especie de hoyo
    negro que sustrae y cancela las oportunidades de progreso en los
    países subdesarrollados, en los que la mayor parte de la
    gente vive como en la novela Cien años de
    Soledad
    , sin esperanza de adelanto y sin buena
    educación. Por eso la población "vota con los pies"
    y va en búsqueda de un mejor futuro, aunque eso le
    signifique mal trato en las fronteras, inseguridad y miedo;
    dejando además cosas que valora y quiere como su familia,
    tradiciones, derechos ciudadanos, historia y mucho
    más.

    Espero, como se menciona en este libro, que lleguemos a
    comprender que somos los ciudadanos quienes tenemos que estar
    conscientes de nuestra responsabilidad al elegir a nuestros
    gobernantes. Es necesario reinventar nuestras escuelas para que
    formen individuos íntegros, con iniciativa propia, capaces
    de desarrollar sus talentos, habilidades y destrezas; una escuela
    que nos enseñe el valor de la ética para, de este
    modo, dejar atrás la cultura de la corrupción
    transformándola en una cultura de integridad, legalidad y
    orden que represente la mayor fuente de riqueza, progreso y
    felicidad para todos. Estoy segura de que esta publicación
    despertará nuevas esperanzas de crear un México
    mejor.

    Carolina R. de Bolívar

    Presidenta fundadora del Instituto Cultural
    Ludwig von Mises (ICUMI)

    Presentación

    Si en algo coinciden los regímenes que han
    gobernado a las sociedades de la mayor parte de los países
    del mundo, en los últimos cien años, es que
    consideran que sus formas de gobierno son las más
    adecuadas y las que más convienen a sus gobernados.
    Aún en el caso de dictaduras como la de Porfirio
    Díaz en México, la Alemania Hitleriana, la Rusia de
    Stalin o los actuales gobiernos como el de Corea del Norte, han
    estado convencidos que hacen lo mejor por sus pueblos.

    Desde hace unas cuantas décadas se está
    descubriendo que el mundo se mueve conforme a dos grandes
    corrientes ideológicas y que repercuten en el campo
    económico, político y social: la economía
    marxista y la economía de mercado. La Ex Unión
    Soviética y los Estados Unidos de América se
    llegaron a enfrascar en una dura competencia por demostrar que su
    modelo era el mejor y en consecuencia, algunas veces pusieron al
    mundo al borde de su extinción. Afortunadamente hoy
    tenemos la dicha de estarlo comentando, sin embargo, la sociedad
    mundial continua buscando soluciones a sus problemas
    económicos, que todavía están muy lejos de
    haberse resuelto; pues la miseria sigue siendo "el talón
    de Aquiles" de nuestras economías.

    Hoy en día, en casi todos los gobiernos del
    mundo, la economía de mercado se va abriendo paso;
    aún en el caso de economías como la de China, la
    ingerencia del mercado en los asuntos económicos va en
    ascenso. Tal parece que existe como denominador común, el
    hecho de que el sistema de mercado resulta ser muy eficiente para
    aumentar la riqueza de los pueblos.

    Una economía de mercado pura, sin distorsiones de
    fuerzas extrañas, sin imposiciones políticas y con
    individuos que asumen la responsabilidad de sus decisiones,
    funciona con mayor eficiencia. A través del mecanismo de
    los precios, la sociedad decide qué productos debe
    elaborar, dónde debe colocarlos, qué
    tecnologías debe usar para producirlos; al solucionar
    así estas cuestiones, los consumidores, empresarios,
    comerciantes, docentes y la sociedad en su conjunto, están
    eligiendo sus acciones; cualquier distribución diferente
    que pretenda hacer un gobierno, con el fin de apoyar a
    algún sector de la población, causará que
    otros sectores resulten perjudicados, lo que a la larga genera
    conflictos indeseables.

    Existe una corriente del pensamiento
    económico que afirma:

    Desde luego hay mucha gente que no ha aprendido a usar
    los mecanismos del mercado para mejorar su bienestar y el de sus
    familias. Incluso, en el mismo gobierno no se promueve demasiado
    el sistema de los mercados libres y se prolongan las viejas
    prácticas del Estado asistencialista que pretende resolver
    los problemas económicos de la sociedad en lugar de
    permitir que los mismos individuos tomen el papel
    protagónico. Estas actitudes de Estado Paternalistas,
    resabios del viejo sistema de planificación central,
    generan distorsiones en los mercados que se traducen en
    desigualdad y pobreza artificialmente creadas por
    políticas incorrectas. Es cierto que los mercados no
    conducen a la igualdad, nadie garantiza que dejando libres a las
    fuerzas del mercado todos serán millonarios en un lapso de
    tiempo. Lo que sí garantiza el mercado es que dará
    riqueza a aquel que sea capaz de beneficiar a sus semejantes,
    combinando su talento, laboriosidad y haciendo productos capaces
    de recibir la sanción positiva de la sociedad. Desde
    luego, aquellos que no son capaces de producir o dar un buen
    servicio a sus semejantes no reciben el premio de la ganancia y
    pueden quejarse de la injusticia del mercado, pero nadie les
    impide que reorienten sus esfuerzos, aprendan de sus fracasos y
    logren sus propias metas. Esa es la virtud del sistema de
    mercado. Los resultados desiguales que obtienen los agentes
    económicos en un sistema de mercado se antojan, para
    muchos estudiosos, como algo injusto, inequitativo e indeseable,
    pero hasta la fecha, nadie ha podido demostrar que existe un
    sistema mejor. Los que proponían "distribuir la riqueza"
    quitándole a los ricos para darle a los pobres terminaron
    por destruir a la sociedad. Sin embargo, el reto sigue en el aire
    y es posible que alguien, en algún siglo, llegue a
    inventar algo mejor que el sistema de
    mercado.

    Otra corriente del pensamiento
    económico sostiene:

    Desde luego, las familias que no puedan tener acceso al
    mercado por falta de poder adquisitivo, no podrán
    manifestar sus necesidades al mercado, y éste no los
    tomará en cuenta en sus asignaciones a
    través del mecanismo de precios. Y es que hay una
    diferencia fundamental entre eficiencia y equidad, entre
    eficiencia y desarrollo económico, entendido éste,
    como crecimiento económico por cabeza acompañado de
    adecuada distribución del ingreso. La economía de
    mercado competitiva es eficiente, pero convive con frecuencia con
    injustas distribuciones de la riqueza. Desde luego, el concepto
    de injusto es subjetivo. Para algunos, en México puede
    haber una justa distribución de la riqueza en el momento
    actual. Para otros en cambio, es denigrante esa
    distribución actual.

    Pero la realidad económica no ha sido capaz de
    construir modelos económicos puros. Así, han
    surgido países que se dicen socialistas, pero que usan el
    dinero y permiten cierto nivel de comercio, lo cual resulta ser
    una contradicción; hay también países que se
    hacen llamar capitalistas, pero que sólo privilegian y
    protegen a los empresarios amigos del presidente o gobernador,
    mientras que mantienen marginada a la población e incluso
    la excluyen del mercado; éstas son las llamadas
    economías mixtas o indefinidas.

    Esos mismos conceptos contrapuestos en la sociedad
    existen en el equipo de trabajo que ahora pone a la
    disposición de usted, lector, el presente libro.
    Frecuentes discusiones en que enfrentamos teoría,
    filosofía e ideología, fueron el denominador
    común en nuestras múltiples reuniones en la oficina
    o desayunando en las ciudades de México y de Texcoco; sin
    embargo, siempre nos animó la amistad que nos une y el
    interés en poner a disposición del público
    una investigación original, que muestre cómo se
    puede elevar la riqueza de un país, de un sector, una
    región, o un municipio. La metodología utilizada en
    esta investigación es sencilla, por lo que un
    profesionista con mediana formación en economía
    puede aplicarla. Juzgue usted lector.

    Capítulo I.

    La pobreza en el
    campo mexicano

    Pobreza e impacto económico

    Mientras más bajos sean los ingresos que recibe
    una persona, menor será el margen de decisiones
    económicas que pueda tomar. La gente desea dinero para
    mejorar su nivel de vida y gusta de ejercer su derecho a elegir,
    para su consumo, bienes o servicios; así como a comprar
    materia prima que pueda transformar en artículos
    vendibles. Los bajos ingresos de un obrero o campesino impactan
    poco en la tasa de crecimiento de la economía y no aportan
    los impuestos suficientes para que el Estado cumpla sus
    funciones.

    Puede ser que los ingresos de un campesino sean tan
    bajos que solamente le permitan tomar decisiones de consumo en lo
    que respecta a una canasta muy limitada de productos, incluso
    quizá sólo pueda decidir consumir tortillas, frijol
    y calzado de baja calidad; pero si sus entradas son superiores,
    la canasta de sus posibilidades también se
    ampliará, pues podrá elegir mejores productos y en
    consecuencia la industria tendría un mejor impacto; al
    crecer la industria, crece el nivel de empleo y mejora la
    tecnología.

    Pobreza y
    sociedad

    Existen discrepancias entre los investigadores al
    definir el concepto de pobreza, algunos autores dicen que
    ésta consiste en no tener los mínimos
    satisfactores; pero ¿quién puede marcar la
    línea del mínimo? Algunos individuos se sienten
    satisfechos comiendo un plato de frijoles, otros, si no toman
    vino se sienten altamente insatisfechos; otros más
    concluyen que los pobres son los que ganan poco, pero nuevamente
    nos preguntamos ¿cuánto es poco? Existen casos de
    personas que ganan un millón de dólares mensuales y
    sienten que eso es insuficiente. En este libro hablaremos de la
    pobreza pensando en los bajos niveles de ingreso,
    sin embargo, esta referencia también resulta
    controversial, pues si en México ganar un dólar
    diario es propio de miserables, en Corea del Norte podría
    representar un gran ingreso si se compara con la ración
    obligada que reciben del gobierno. Al hablar de pobres pensaremos
    principalmente en los trabajadores del campo y de la ciudad que
    viven prestando sus servicios a terceros a cambio de recibir un
    salario bajo, puesto que en nuestro país existe la figura
    de salario mínimo, podemos definir de manera
    convencional a la pobreza como aquella que está asociada a
    quienes ganan menos de dos salarios mínimos. En el
    año 2007 ganar dos salarios mínimos
    equivalía a poco menos de 10 dólares por una
    jornada de 8 horas de trabajo. Es necesario
    señalar que hay autores que gustan de
    establecer la línea de la pobreza extrema en el
    rango en que se encuentran aquellas personas cuyos ingresos son
    menores a un dólar por día, si en México se
    adoptara el mismo criterio, posiblemente se tendría que
    declarar que la pobreza extrema no existe; sin embargo, otros
    autores aplican sus propios razonamientos para señalar que
    en nuestro país el 40% de la población está
    por debajo de tal línea; la diferencia puede derivarse de
    las fuentes de datos que se consideran. Si se atiende al
    número de trabajadores inscritos en el Instituto Mexicano
    del Seguro Social, seguramente no se encontrará a gente
    que gane menos de un dólar al día, pues la
    legislación prohíbe pagar menos del salario
    mínimo oficial; pero sabemos que no todos los trabajadores
    se registran ante el IMSS a pesar de la obligación legal
    de hacerlo. Por otro lado, si la población en estudio
    incluye a quienes perdieron su empleo o a los que nunca han
    trabajado a pesar de estar en edad de laborar, las cifras
    cambian, ya que en este caso es seguro que el promedio de
    ingresos se reduce considerablemente.

    Sea cual fuere el criterio aplicado, podemos coincidir
    todos en que es preocupante que haya gente que tiene ingresos
    insuficientes para dar buen alimento, vestido y techo a su
    familia; además, cuando un hombre gana poco, es muy
    probable que utilice su talento en pensar cómo distribuir
    mejor esos magros ingresos en lugar de aplicar su inteligencia a
    la creación de nuevos productos o al desarrollo de la
    ciencia.

    Nuestra conjetura señala que los bajos ingresos
    están correlacionados con la escasa libertad
    económica de la gente, lo cual probaremos más
    adelante. Empero la relación entre pobreza y libertad no
    es directa; puede ser que, en determinada etapa, una
    economía sea muy libre, es decir, que no haya
    obstáculos para la entrada y salida a cualquier mercado, y
    sin embargo, es posible que exista una masa de gente pobre; pero
    como veremos más adelante, este escenario no es muy
    preocupante. Es el caso de aquellas economías que de
    pronto abandonan la planificación centralizada y poco a
    poco empiezan a construir su sistema de mercado; en cambio cuando
    la masa en pobreza se debe al clima poco propicio para que la
    gente tome decisiones con respecto a la producción, al
    consumo o la distribución, concluimos que esa masa de
    gente pobre puede estar recibiendo los efectos nocivos de
    políticas gubernamentales que les impide crear riqueza.
    Este escenario es el que interesa al presente trabajo, pues
    representa un ambiente artificialmente creado y transformable, es
    decir, las decisiones políticas pueden ser alteradas para
    crear las condiciones necesarias para eliminar la
    pobreza.

    Queda claro que la pobreza es una construcción
    intelectual y que cada estudioso del tema la puede abordar de
    distinta manera, sin tener que coincidir con el enfoque de otro
    investigador. La oferta de estudios acerca de este asunto
    permitirá elegir aquél que mejor nos convenza para,
    finalmente, promover algunas políticas que resuelvan el
    problema.

    Se genera una situación social indeseable y
    perversa cuando los hombres no están en condiciones de
    ejercer libertad económica. Esta libertad no se centra en
    el beneficio del individuo que la ejerce sino también de
    otros actores que no se ven. Si, por ejemplo, una persona puede
    decidir comprarse un carro de lujo, digamos un BMW, no solo se
    está beneficiando el individuo que lo compra y el
    comerciante que lo vende, también se benefician los
    trabajadores que pintan el auto, los que ponen los vidrios, los
    que colocan las llantas, también contribuirá a
    favorecer a grandes cadenas comerciales implicadas
    en la compra del automóvil; pues ayudará
    también a los que administran los almacenes de
    neumáticos, a los que las transportan, a quienes las
    fabrican, a aquellos que abastecen de caucho, también a
    quienes siembran para alimentar a los fabricantes de caucho, y
    así se sigue una cadena inimaginable de beneficiarios. En
    realidad nadie puede determinar cuántos trabajadores y
    campesinos ganan con la compra de ese auto de lujo. Por supuesto
    que el obrero que compra un kilogramo de frijol también
    genera una cadena de beneficios, tan importante como el que
    compra el carro BMW.

    Con esta discusión se pretende dejar en claro que
    el asunto de la pobreza merece la atención de la sociedad,
    de las universidades y del gobierno; pues si se impide al
    individuo realizar sus sueños, no solo se ve perjudicado
    un hombre sino también toda la sociedad. Las
    universidades, entre otras instit0uciones, deberían ser
    capaces de comprender el fenómeno del intercambio libre y
    voluntario y advertir las consecuencias de impedir el
    funcionamiento de los mercados libres.

    La pobreza es un fenómeno que padece la mitad de
    la población mexicana y es el motivo por el que la ciencia
    económica aporte una explicación. Pero esto no se
    puede hacer si no se cuenta con herramientas teóricas
    capaces de explicar de manera científica sus causas. Por
    supuesto, no se trata de un asunto privativo de nuestra
    economía, sino que lo padecen países de todas
    latitudes, desde Hong Kong hasta Corea del Norte, incluyendo a
    los Estados Unidos de América; tampoco se trata de un
    fenómeno nuevo, pues aunque no se cuenta con documentos
    suficientemente antiguos, al parecer la pobreza ha sido
    compañera inseparable de la humanidad. Al respecto dice
    Henry Hazlitt1-miembro emérito de la Escuela
    Austriaca de Economía: "La historia de la
    pobreza es prácticamente la historia de la
    humanidad".

    Algunos autores han llegado a pensar que la pobreza es
    un mal inevitable y que cualquier esfuerzo por superarla es
    inútil, por ejemplo, Robert Malthus2 pensaba que todo
    se debía a que la producción de
    alimentos crecía en una progresión lineal, en tanto
    que la población se multiplica de acuerdo con una
    progresión geométrica; significaría que el
    hambre, representante natural de la pobreza, sería una
    consecuencia necesaria del crecimiento poblacional, a menos que
    se tomaran medidas para controlar el crecimiento de la
    población en función del crecimiento lineal de los
    alimentos. Se esté o no de acuerdo con las ideas de este
    autor, es significativo mencionarlo como uno de los
    teóricos que han influido en las ideas económicas y
    políticas que abordan el problema de la pobreza; de hecho,
    muchos gobiernos han establecido políticas
    demográficas con la intención de detener tanto la
    pobreza como el hambre, como en el caso de la vieja China
    comunista, en la que el gobierno estableció como ley que
    los matrimonios debían tener un solo hijo. El propio
    gobierno comunista propiciaba los abortos e incluso
    permitía que los padres asfixiaran a las niñas
    recién nacidas como un medio para detener la
    explosión demográfica. Hoy el mismo gobierno chino
    reconoce que esa fue una política incorrecta que
    generó resultados inesperados e indeseables.

    Así como la pobreza ha sido vista como una
    compañera de la humanidad, no todos los autores la
    consideran un mal irremediable y se han hecho múltiples
    esfuerzos en todas las latitudes para superarla; sin embargo no
    todos estos intentos han resultado exitosos. Adam Smith,
    considerado el padre de la ciencia económica,
    refiriéndose a sus observaciones en diversos viajes
    escribe: "Estas naciones se hallan, sin embargo, reducidas a tal
    extremo de pobreza, que por pura necesidad se ven obligadas
    muchas veces, o así lo imaginan en su ignorancia, a matar
    a sus hijos, ancianos y enfermos crónicos, o
    bien los condenan a perecer de hambre o a ser
    devorados por las fieras".3

    Esta forma de resolver el hambre y pobreza, matando a
    los que no alcanzaban alimento, era bastante común en
    algunas sociedades hace menos de dos siglos.

    En el siglo pasado, poco después de que los
    Bolcheviques, encabezados por Vladimir Ilich Lenin, tomaran el
    poder en Rusia, sucedió un acontecimiento que relata H.G.
    Wells. Dice que en 1921, sufrieron gran sequía y hambre
    entre los campesinos que cultivaban las provincias del Sudeste
    devastadas por la guerra y millones de personas
    murieron de inanición4. Hoy en día nos preguntamos
    si era factible evitar toda esa hambruna, o si
    fueron factores humanos los que provocaron tales desastres.
    Es posible, hay que reconocerlo, la existencia de
    factores que estén fuera de la mano del hombre y
    que pudieran provocar las hambrunas, por ejemplo,
    cuando alguna plaga invade los cultivos y destruye la
    producción; se podría pensar que en estos casos,
    aún realizando los mejores esfuerzos, no es posible evitar
    tantas muertes. Tales calamidades podrían ser paliadas si
    los gobiernos tomaran las decisiones adecuadas, aunque suele
    ocurrir que los remedios resultan peores que la propia
    enfermedad.

    Desde el punto de vista teórico, la pobreza ha
    sido fuente de inspiración para estudiosos que no
    sólo se interesan por el fenómeno en sí,
    sino que usan lo mejor de su talento para buscarle posibles
    soluciones. Teóricos como Carlos Marx piensan que la
    pobreza es resultado de la institución denominada
    propiedad privada y que, por lo tanto, hay que abolirla.
    Así lo propone en el célebre Manifiesto del Partido
    Comunista escrito en 1848. La propuesta de Marx era tan clara y
    concreta que inspiró a trabajar en esa
    línea a mucha gente de buena voluntad5.

    Otros más piensan de manera opuesta, como en el
    caso de la escuela austriaca de economía. De esta manera
    se han creado muchos partidos políticos con la finalidad
    de poner en práctica las ideas, creencias y teorías
    que se han desarrollado en torno a la pobreza y que sustentan
    ideas totalmente divergentes.

    El talentoso Ludwig von Mises, ha señalando en su
    prolífica obra teórica que el problema radica en la
    posibilidad de que los individuos puedan tomar decisiones
    económicas. Para Mises no es el capitalismo responsable de
    la miseria las masas sino que, al contrario, es la ausencia del
    orden capitalista la que ocasiona tan tristes
    situaciones6.

    Sin lugar a dudas, puntos de vista tan divergentes hacen
    necesaria una revisión profunda de las diferentes
    teorías que tratan de nuestro tema de estudio, desde
    Platón y Aristóteles, quienes en sus tiempos
    también profesaban ideologías contrapuestas; hasta
    los teóricos representados por Marx, Menger, Hayek, Mises
    y otros.

    En México se hace particularmente necesario un
    estudio profundo de las causas de la pobreza. Según las
    cifras del Banco Mundial7, ocupamos el número 80 en cuanto
    al poder de compra per cápita, superados por
    Trinidad y Tobago, Chile, Croacia, Argentina, entre
    otros. Esta situación se antoja sorprendente si tomamos en
    cuenta que estamos a un lado de la economía más
    rica del mundo, con una frontera de 3,200 Km. y que tenemos un
    territorio realmente privilegiado lleno de potencial
    turístico, comercial, marítimo y con una plataforma
    petrolera de incalculable riqueza, misma que sugiere
    deberíamos estar en mejor situación.

    La bandera de la
    pobreza

    El discurso del combate a la pobreza se
    estableció como bandera de los partidos políticos
    durante todo el siglo XX, apareció en los panfletos para
    invitar a una revolución contra el
    régimen de Porfirio Díaz, hasta incluirlo en los
    programas institucionales del Estado. Se puede afirmar, en
    términos generales, que en tiempos pasados se hablaba de
    desarrollo y subdesarrollo en lugar del
    término pobreza. De esta manera, se hacía
    una diferenciación entre países desarrollados y
    subdesarrollados; los primeros se caracterizaban por poseer una
    industria altamente tecnificada y con una población rural
    mínima, en tanto que se consideraba subdesarrollados a
    aquellos en los que un porcentaje alto de la población se
    dedicaba a la agricultura.

    De esta manera las diferentes naciones tenían
    como objetivo la industrialización para entrar así
    al círculo de los países desarrollados. Desde este
    enfoque Rostow8 formuló la teoría de
    las etapas del desarrollo bajo el supuesto de que todas
    las naciones deben pasar por las cinco etapas (tradicional,
    precondiciones, despegue, crecimiento sostenido y un alto consumo
    masivo) conforme se da su transición hacia una
    economía desarrollada.

    En México se han aplicado diversas estrategias
    desde mediados del siglo XIX hasta nuestros días para
    atender al desarrollo y crecimiento de nuestra economía,
    algunas de ellas relacionan el desarrollo y el crecimiento con el
    aumento en los niveles de industrialización y
    producción, algunas de estas propuestas han dado
    resultados pobres; mientras que otras mostraron que algo se puede
    hacer para remediar satisfactoriamente un mal que flagela la vida
    del pueblo mexicano.

    Tres causas que
    empobrecieron al campo mexicano

    Se pueden identificar tres causas de la pobreza en el
    campo mexicano, aunque esto no quiere decir que sean las
    únicas y tampoco se pude sostener que sean las más
    importantes:

    1. La Reforma Agraria de la
    Revolución Mexicana

    A raíz de este acontecimiento
    histórico iniciado en 1910, se adoptó, como
    instrumento de política agraria la llamada reforma
    agraria
    , que posteriormente quedó plasmada en el
    Artículo 27 de la Constitución Política de
    los Estados Unidos Mexicanos. En realidad, este instrumento de
    política agraria se aplicó en muchos países,
    desde Rusia hasta Bolivia. La Reforma Agraria consistía
    básicamente en la expropiación, de parte del
    gobierno, a las familias que tenían grandes extensiones de
    tierra. Ya en manos del gobierno, la tierra era repartida no en
    propiedad sino a manera de "ejidos" a los campesinos. La tierra
    fue declarada propiedad de la nación donde el Estado se
    sustentaba como el gran propietario y los ejidatarios no
    tenían derecho de vender o rentar la tierra que
    recibían, ni podían tenerla ociosa por más
    de tres años, pues el gobierno se arrogaba el derecho de
    quitárselas. Al no ser propietarios de las tierras
    ejidales, no podían usarla a manera de garantía
    para obtener créditos. La esperanza de los
    ejidatarios era que el gobierno les proporcionara medios
    para cultivar. Pero el gobierno no poseía recursos para
    financiar y solo otorgaba algunos apoyos para obtener el voto de
    los campesinos. En consecuencia este sistema de asignación
    creó grandes masas de pobres.

    2. Financiamiento
    gubernamental

    Como la banca privada no financiaba a los
    ejidatarios, el Estado aprovechó las demandas de
    crédito para crear más burocracia. En efecto,
    adoptó algunas políticas de financiamiento para
    apoyar al sector rural. Se crearon instituciones como el Banco
    Ejidal, Banrural, el Banco de Crédito y Avío, las
    aseguradoras y últimamente, la Financiera Rural. Todos
    estos instrumentos se construyeron sobre el discurso de
    desarrollar el campo mexicano, es decir, de aumentar la
    producción, la productividad y disminuir así la
    pobreza en los más amplios sectores agrarios; pero los
    resultados fueron adversos, distorsionaron el sistema de precios
    de mercado, no dejaron que los campesinos aprendieran a producir
    bajo el sistema de riesgo y no permitieron que se desarrollara la
    banca rural privada. Así es como se desperdiciaron enormes
    sumas de dinero y solo quedó un aparato burocrático
    más obeso y consumidor de recursos.

    3. Proteccionismo

    Otra causa que generó resultados
    perversos fue la supuesta protección al sector rural. Con
    el discurso de garantizar el desarrollo de los productores del
    campo, de los comuneros, ejidatarios, pequeños
    propietarios, etcétera., se crearon políticas de
    protección contra la competencia internacional. Se trataba
    de impedir que entrara a México maíz, frijól
    o carne más barata que la de los productores nacionales.
    Se decía que con esta protección los productores
    nacionales se desarrollarían mejor sin tener que competir
    con los productores de otros países que tenían
    mejor tecnología. Pero los resultados fueron adversos: no
    se desarrollaron los productores nacionales, no mejoraron las
    tecnologías y los consumidores tuvieran que aceptar granos
    caros y de mala calidad.

    Todos estos errores económicos
    condujeron a una pobreza innecesaria que pudo ser evitada si los
    tomadores de decisiones hubieran comprendido mejor las leyes de
    la economía, corregir estas faltas es tarea no
    concluida.

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