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San Martín y Bolívar en Guayaquil




Enviado por Jorge



Partes: 1, 2

    INTRODUCCIÓN

    Durante mucho tiempo hablar de la entrevista de
    Guayaquil era referirse a un tema rodeado de mucho misterio y del
    cual había dos posiciones totalmente contrapuestas: la de
    los bolivarianos y la de los sanmartinianos. No sólo eran
    los historiadores argentinos enfrentados a los historiadores
    venezolanos, colombianos y ecuatorianos, sino que los
    historiadores de otras nacionalidades se dejaban ganar por sus
    simpatías hacia uno u otro personaje y de ello derivaba
    una posición totalmente tendenciosa sobre lo que
    ocurrió en Guayaquil.

    Realmente ya se tiene, y desde ya hace varias
    décadas atrás, una visión objetiva y
    equilibrada sobre la entrevista de Guayaquil, toda vez que se
    cuenta con gran cantidad de fuentes primarias que permiten un
    acercamiento a lo que en ella ocurrió y lo que ella
    significó.

    Pretendemos hacer de conocimiento para un público
    no especializado hechos que son ampliamente conocidos por los
    especialistas desde hace ya muchos años atrás. Sin
    embargo, vemos todavía que, por desconocimiento de las
    fuentes básicas y de los trabajos de historiadores serios,
    se repiten errores ya superados y se pretende seguir rodeando de
    misterio lo que realmente es totalmente
    diáfano.

    La bibliografía es amplísima y es por ello
    que hemos preferido las notas bibliográficas
    después de cada tema.

    PARTE PRIMERA

    GUAYAQUIL FRENTE
    A LAS EXPEDICIONES LIBERTADORAS Y A PERÚ Y
    COLOMBIA

    1. GUAYAQUIL PROCLAMA SU
    INDEPENDENCIA

    Los últimos días del mes de setiembre de
    1820 llegaban a Guayaquil, procedentes de Lima, tres oficiales
    del batallón Numancia. Autores como Camilo Destruge, por
    ejemplo, afirman que los mencionados oficiales habían sido
    dados de baja del ejército realista por una supuesta
    relación con la causa separatista. Pero, como lo precisa
    Germán Leguía, en realidad de los tres oficiales,
    dos de ellos, los capitanes Miguel Letamendi y Luis Urdaneta,
    habían pedido voluntariamente su baja. Sin
    embargo, es preciso aclarar que como el virrey Pezuela
    sentía desconfianza con relación a la fidelidad de
    gran parte de los integrantes del batallón Numancia,
    sagazmente, frente a la solicitud de baja presentadas por los
    mencionados capitanes, "se apresuró a conceder a los
    solicitantes para no dejarles espacio ni posibilidad de un
    arrepentimiento". Letamendi era natural de Panamá y
    Urdaneta lo era de Coro, Venezuela. En cuanto al tercer oficial
    del Numancia que pasó a Guayaquil, León Febres
    Cordero, lo hizo realmente escapando de las autoridades
    limeñas que lo buscaban por sus relaciones con los
    patriotas. Queda perfectamente claro que las simpatías de
    estos oficiales estaban a favor del grupo separatista.

    Llegaban a Guayaquil estos ex – oficiales del
    Numancia en los precisos momentos que en esta provincia se
    llevaban a cabo planes para rebelarse contra el dominio
    español y proclamar su independencia. El grupo separatista
    guayaquileño se puso en contacto con los mencionados
    oficiales y lograron comprometerlos en sus planes. Entre los
    principales personajes de este grupo destacaban José
    María Villamil, Juan Francisco Elizalde, José
    Joaquín Olmedo, José de Antepara, Rafael Ximena,
    Luis Fernando Vivero, Juan Illingworth, Francisco de Paula
    Lavayén, Francisco Ramón Roca, Francisco Marcos y
    Gregorio Escobedo. El último de los nombrados era natural
    de Arequipa y jugó un papel muy importante aunque
    también su actuación dejó mucho que desear,
    como tendremos oportunidad de analizar, aunque
    someramente.

    El 1 de octubre, reunidos en casa de José de
    Villamil, los revolucionarios acordaron proclamar la
    independencia de Guayaquil. El día 9 del citado mes,
    estalló el movimiento y aquel mismo día fue
    proclamada la independencia. Laureano Villanueva en su
    clásica "Vida de don Antonio José de Sucre", Gran
    Mariscal de Ayacucho", refiere sintéticamente estos
    acontecimientos: "En la noche del 9 de octubre de 1820
    subleváronse las tropas de esta ciudad y proclamaron la
    independencia de la provincia. Prendieron al gobernador Vivero y
    a su segundo, don José Elizalde, al Jefe de
    Artillería, don Miguel Torres, a los empleados principales
    y a muchos españoles notoriamente conocidos como enemigos
    de la causa americana". (1)

    De inmediato fue constituida una Junta de Guerra,
    presidida por el capitán Urdaneta y una Junta de Gobierno
    presidida por J. J. Olmedo. El teniente coronel Gregorio
    Escobedo, que era segundo jefe del batallón Granaderos de
    la Guardia, fue nombrado Jefe Militar. Al respecto debemos
    señalar que Leguía y Martínez
    documentalmente demuestra como los historiadores ecuatorianos,
    llevados por su antiperuanismo, han tratado y tratan de
    minimizar el papel de Escobedo en el proceso
    separatista de Guayaquil. Sin embargo, es el propio historiador
    peruano mencionado quien reconoce que Escobedo era un joven falto
    de todo tino, "indigno de la gratitud pública y de la
    elevación a que lo condujera las circunstancias". (2) A
    pesar de sus veleidades, lo innegable es que, como bien
    señala Félix Denegri Luna, "el
    impetuoso Escobedo encabezaría el partido peruanista
    en Guayaquil" (3)

    Constituido el Duunvirato con Olmedo como Jefe
    Político Provisional y G. Escobedo como Jefe Militar,
    pronto se produjo una crisis política al renunciar Olmedo
    a consecuencia de las veleidades de Escobedo. Esta renuncia la
    hizo Olmedo ante el Ayuntamiento el 14 de octubre y, en vista de
    ello, dicho organismo formó una Junta de Gobierno
    presidida por el tal Gregorio Escobedo, acompañado de
    Rafael Ximena y José Vicente Espantoso. Como Escobedo
    actuase en la forma más inmoral y tiránica, fue
    tomado preso y expulsado al Perú. En vista de estos
    sucesos se formó una segunda junta de gobierno, esta vez
    presidida por J.J. Olmedo e integrada también por Ximena y
    Francisco Toca como vocales.

    La junta guayaquileña deseando asegurar su
    posición, acordó solicitar la ayuda de las
    expediciones libertadoras del sur y del norte. Para este efecto,
    el día 11 de octubre fueron enviados comisionados hacia
    Perú y Colombia. Con destino al Perú se embarcaron,
    a bordo de la goleta Alcance, José de Villamil y Miguel de
    Letamendi. Rumbo al puerto de Cascajal (Buenaventura) se
    dirigió Francisco de Paula de Lavayén, para entrar
    en contacto con la expedición capitaneada por
    Bolívar.

    Esta actitud de la junta guayaquileña, de buscar
    la colaboración de ambas expediciones libertadoras,
    tenía como fin primordial asegurar la independencia
    lograda y de ninguna manera implicaba que buscase anexarse a uno
    u otro Estado, pues al constituirse habían acordado
    mantenerse en forma expectante sobre una decisión de
    anexión hasta que Perú y Colombia hubiesen logrado
    su total independencia e incluso se puede afirmar que
    manifestaban un cierto espíritu autonomista. Puede
    apreciarse lo que decimos leyendo la misiva que la Junta
    Guayaquileña dirigiera a Santander el 17 de marzo de
    1821:

    "El tirano de Quito hace inútiles esfuerzos para
    prolongar algunos días más su bárbara
    dominación como nos ha impuesto el coronel Morales
    encargado de fijar las líneas divisorias de los
    ejércitos durante dicho armisticio, verificado lo cual ha
    pasado a esta ciudad donde se halla.

    En la copia oficial del tratado que
    ajustado en Quito y pasó a este gobierno el
    señor Morales, reclamó por el
    artículo 4° con arreglo a las instrucciones que
    tenía del Libertador, que cualquiera
    hostilidad contra esta provincia, ya sea de Quito o de Lima,
    será mirada por la República como una
    infracción. Esta decidida protección es la
    precursora de la felicidad con que ya contamos; pero el
    Presidente de Quito añadió a dicho artículo
    que no estaba facultado respecto a Guayaquil, que
    correspondía al Perú y que sabía se
    había sometido al ejército del General San
    Martín, idea rara y muy distante de la verdad, porque
    cuando esta provincia reunió sus representantes y
    formó una ley fundamental provisoria, se declaró
    independiente mientras resolvía agregarse a otra
    asociación mayor de las que se formaban en la
    América Meridional, por lo que el Gobierno que es fiel
    ejecutor de la ley que le dio el pueblo, se ha cuidado y
    cuidará mucho de infringir este derecho que se
    reservó la provincia; pero esta actitud es muy ventajosa a
    la libertad, porque al mismo tiempo que le proporciona los
    auxilios de todas partes la hace concurrir con todos los
    defensores de ella, y proporciona el día de combinarse con
    las armas de la Gran República para promover la libertad
    de las provincias limítrofes sin comprometer
    la fe del armisticio". (4)

    Hemos resaltado lo referente al reconocimiento realista
    de Guayaquil como parte del virreinato del Perú porque
    sobre ello volveremos más adelante.

    Villamil y Letamendi se entrevistaron con San
    Martín el 4 de noviembre. El libertador sureño
    acordó enviar hacia Guayaquil, en calidad de comisionados,
    a Tomás Guido y a Toribio Luzuriaga. Además con
    ellos envió ciento cincuenta carabinas. Llegaron a
    Guayaquil el 20 del citado mes de noviembre y pusiéronse
    de inmediato en contacto con los integrantes de la junta de
    gobierno.

    Al día siguiente, 21 de noviembre, Guido se puso
    en contacto con los miembros de la junta guayaquileña,
    primero en forma directa a través de una conferencia o
    reunión, en la mañana del citado día. Por la
    tarde envió a la junta un oficio alentando a sus
    integrantes a decidir la situación política de la
    provincia, haciéndoles ver los inconvenientes que
    causarían su constitución como Estado independiente
    y autónomo. La junta guayaquileña, siempre celosa
    de su autonomía adoptó una posición
    mediadora. Con fecha 26 de diciembre, la junta de guerra,
    integrada por Juan de Dios Araujo, Hermenegildo Campusano,
    José González y Nicolás López,
    decidió nombrar como jefe militar de Guayaquil a Toribio
    Luzuriaga y resolvió, asimismo, que para el aspecto
    militar Guayaquil se entendería exclusivamente con San
    Martín, "entendiéndose esta obediencia hasta que,
    libre de enemigos la América Meridional, se asocie los
    Estados de Colombia o del Perú la Provincia de
    Guayaquil"(5) Con fecha 30 de diciembre se suscribió un
    convenio entre la junta de gobierno y Guido, por el cual la junta
    mantenía la independencia de Guayaquil hasta que se
    lograse la total independencia de la América
    del Sur, (artículo 1°) aunque se declaraba bajo la
    protección del libertador San Martín
    (artículo 2°), al cual se le reconocía como
    General en Jefe de las tropas de línea de mar y tierra de
    Guayaquil, todas las cuales se consideraban como División
    del Ejército del Perú (artículos 3° y
    4°) (6)

    Guido y Luzuriaga permanecieron en Guayaquil por espacio
    de tan sólo dos meses pues el 5 de enero de 1821 dejaban
    dicha ciudad. Al respecto, el historiador peruano Rubén
    Vargas Ugarte señala que si bien es cierto que estos
    emisarios fueron con la misión de ver si era factible que
    las autoridades guayaquileñas se decidiesen por su
    anexión al Perú, sin embargo esto debería
    ser respetando el sentir y la voluntad del pueblo
    guayaquileño y de ninguna manera recurriéndose a la
    fuerza.

    Sobre la base de los documentos y crónicas de la
    época resurge en forma perfectamente diáfana todo
    lo relacionado con la situación política de
    Guayaquil. Existía, es cierto, un ambiente relativamente
    tenso en el cual las opiniones estaban divididas entre aquellos
    que deseaban la constitución de un Estado independiente y
    aquellos otros que propugnaban por su agregación ya al
    Perú o a Colombia. La junta de gobierno trataba de
    mantener una clara posición neutral, aunque se mostraba,
    en el fondo, partidaria del autonomismo. El propio A. J. de Sucre
    nos ha dejado testimonios valiosos donde refiérese a este
    grupo autonomista. Basta leer sus comunicaciones a Santander de 1
    de agosto y 18 de setiembre de 1821, así como sus misivas
    de 2 de diciembre de 1821 y la del 15 de marzo de
    1822 dirigidas al Ministro de Guerra. (7) Asimismo, en el
    oficio del 5 de enero de 1822 enviado desde Cali por el
    Secretario de Bolívar (y por expreso encargo del
    Libertador) al Ministro de Guerra se hace mención a que
    "… No faltan quienes deseen su incorporación al
    Perú y quienes opinen por el extravagante delirio de que
    sea un Estado independiente". (8) Es necesario señalar que
    mediante este oficio Bolívar da cuenta de su plan de pasar
    a Guayaquil y asegurar de esta manera que esta provincia se
    declare, a como diera lugar, por Colombia. De la misma manera
    debemos tener presente que la decisión política
    guayaquileña de permanecer
    «neutral», «proseparatista» y
    «proautónoma» era conocida y reconocida en
    aquellos tiempos por las fuerzas políticas y Estados de
    aquel entonces. En carta dirigida por Santander a Bolívar,
    fechada en Bogotá el 17 de junio de 1822, leemos: "No
    quisiera el gobierno saber que V.E. haya resuelto trasladarse a
    Guayaquil, porque habiéndose separado aquella provincia
    del territorio de Colombia (el remarcado es nuestro) temo que se
    opongan a V.E. muchos obstáculos para realizar con gloria
    la empresa de liberar Quito…" (9)

    Refiriéndose a los integrantes de la junta
    guayaquileña, F. O" Leary dice: "…Olmedo no amaba a
    Colombia, Roca la odiaba… Ximena, el tercer vocal de la
    junta y el de menos influencia, más notable por sus
    modales cultos que por su talento, se inclinaba al Perú,
    pero mucho más a la independencia". (10) Y el General
    José Mires (enviado por Bolívar en diciembre de
    1820 para decidir la anexión de Guayaquil a territorio
    colombiano) decía de ellos que eran "tres comerciantes del
    país, ricos, llenos de conexiones… miran con
    alguna influencia el bien general pero no abandonan
    el particular". (11)

    Creemos que no está de más enfatizar, con
    estos antecedentes señalados, que en diciembre de 1820 la
    junta de Guayaquil de ninguna manera se entregó de lleno
    al Perú, pues en aquel momento el Perú libre e
    independiente era tan sólo una dulce esperanza, sino que
    en realidad se entregó, para recibir protección y
    auxilio, al ejército libertador del sur, cuyo jefe era San
    Martín. Pero ni San Martín ni el ejército
    libertador del sur eran el Perú, que aún
    seguía siendo un virreinato. El artículo 2°
    suscrito entre Guido y la junta guayaquileña,
    artículo al cual ya hemos hecho referencia, dice a la
    letra: "La provincia de Guayaquil se declara, durante la guerra
    (el remarcado es nuestro) bajo la protección del Excmo.
    Señor Capitán General del Ejército
    Libertador".

    El estado de tensión reinante en Guayaquil vino a
    amenguarse y pasar a un segundo plano cuando las fuerzas
    realistas, enviadas por Melchor Aymerich al mando del coronel
    Francisco González, derrotaron a las fuerzas patriotas
    comandadas por Luis Urdaneta en la batalla de Huachi (Huachi 1),
    el 22 de noviembre de 1820. Como dice Benjamín Rosales,
    esta derrota "fue un golpe terrible para la Revolución y
    la Patria, pues murieron jóvenes valiosos como el
    entusiasta y gallardo Antepara y cayeron prisioneros otros
    próceres cono el capitán Elizalde". (12)

    2. ACCIÓN
    CONJUNTA DE LOS EJÉRCITOS LIBERTADORES DEL SUR Y DEL
    NORTE

    Bolívar, con fecha 11 de enero de 1821
    encargó a Sucre emprender campaña en el sur,
    dándole a su mando el ejército acantonado en
    Popayán. El 21 del mismo mes le ordenó pasar a
    Guayaquil, donde, entre otras cosas, debía buscar que
    aquella provincia se incorporase a Colombia. Sucre, al llegar a
    Trapiche percatóse que tanto el clima malsano como la
    intrincada topografía del terreno y el espíritu
    indómito de los pastusos haría muy difícil
    el paso hacia Guayaquil por Pasto. En vista de ello
    decidió utilizar la vía marítima. En la
    carta de Sucre a Santander de 02/04/1821, leemos: "Yo estoy como
    V.E. persuadido que la libertad de Quito se adquiere por
    Guayaquil, infinitamente más fácil que por
    Pasto…" (1)

    Por esta misma época habían llegado a
    Venezuela los Comisionados del gobierno español, general
    de brigada José Sartorio y el capitán Francisco
    Espelius, que venían a proponer la paz. Después de
    las negociaciones del caso, iniciadas en junio de 1820, y lograda
    ya, en julio, el cese del fuego, se firmó, en la ciudad de
    Trujillo, el 25 de noviembre de 1820, un armisticio de paz entre
    los plenipotenciarios de Bolívar y de Morillo. Era un
    tratado preliminar que tenía como finalidad el facilitar
    las negociaciones para un tratado de paz definitivo. Este
    armisticio es sumamente importante porque reconoce la existencia
    de Colombia como gobierno independiente, con el cual se negocia y
    pacta de igual a igual. El 26, es decir al día siguiente,
    se firmó un segundo tratado denominado de
    regularización de la guerra. El día 27,
    Bolívar y Morillo sellaron estos tratados con una
    reunión personal en el poblado de Santa Ana, situado, como
    dice Augusto Mijares, "entre la ciudad de Trujillo, ocupada por
    Bolívar y el pueblo de Carache, a donde había
    llegado Morillo". (2) El 17 de diciembre se embarcó
    Morillo para España dejando el gobierno de Venezuela al
    general Miguel de La Torre.

    Estaba pues en vigencia el armisticio de
    Trujillo cuando el 11 de enero de 1821
    Bolívar encargó a Sucre emprender
    campaña en el sur. Como señala Madariaga, "cierto
    que Aymerich (se refiere a Melchor Aymerich, gobernador y
    presidente de Quito) se había negado a incluir en el
    armisticio a la provincia de Guayaquil, (el resaltado es nuestro)
    pero la provincia donde aquellos refuerzos se preparaban y de la
    que procedían estaba incluida". (3) Sucre consultó
    al respecto y fue Santander quien le respondió que el
    tratado no contenía ningún impedimento para la
    ayuda de Colombia a «pueblos extraños», (el
    remarcado es nuestro) argumento deleznable e incoherente porque,
    como bien lo señala Madariaga, "toda la acción de
    Bolívar sobre Guayaquil descansaba sobre la base de que
    Guayaquil era parte integrante de Colombia y no tenía
    derecho a la secesión". (4) (el resaltado es nuestro).
    Se podría afirmar que la respuesta refleja el
    pensamiento de Santander mas no el de Bolívar, pero ella
    en realidad no deja la menor duda al respecto: "En consecuencia
    tengo el honor de declarar a V.E. en nombre de S.E. el Libertador
    Presidente de Colombia que no siendo infracción del
    armisticio de Trujillo el auxilio franqueado a los patriotas de
    Guayaquil no se accede a retirarlo como V.E. solicita". (5)
    Debemos señalar que de los argumentos esgrimidos se
    aprecia claramente que las autoridades realistas no consideraban
    a Guayaquil como parte de Colombia. Y, por otro lado, la
    decisión de Bolívar de actuar a pesar del
    Armisticio de Trujillo, significa o bien que él así
    lo reconocía, lo cual sabemos que no era así, o que
    actuaba de esa manera por simple conveniencia estratégica
    política y militar. Esto último era el verdadero
    sentido de la actuación de Bolívar.

    Es necesario remarcar que Aymerich no convino incluir a
    Guayaquil en el armisticio porque argumentaba que Guayaquil no
    pertenecía a Colombia sino al Perú. (6) Esto es muy
    importante destacar para lo que más adelante
    analizaremos.

    Ya hemos señalado como Sucre hizo saber a
    Santander que la campaña por Pasto era muy difícil,
    "que estaba convencido que la libertad de Quito se adquiere por
    Guayaquil infinitamente más fácil que por Pasto".
    Santander trasladó a Bolívar esta idea el 25 de
    febrero de 1821. Recibida en marzo la autorización del
    Libertador, Sucre se embarcó con 650 efectivos a bordo de
    las goletas Alejandro I y Teodocio, el 2 de abril. No se puede
    sostener, como lo hacen algunos historiadores, que el Libertador
    temía ya en aquel momento que San Martín anexase
    Guayaquil al Perú, porque a comienzos de 1821
    todavía no se había declarado la independencia del
    Perú, lo cual recién ocurriría a fines de
    julio de dicho año.

    La travesía de Sucre al mando de su
    expedición de apenas un poco más de medio millar de
    efectivos fue muy difícil y se vio obligado a desembarcar
    en la punta de Santa Elena, a 31 leguas de Guayaquil, ciudad a la
    cual recién arribó el 7 de mayo. En oficio enviado
    por Sucre al Comandante General de Cauca, ya desde Guayaquil, y
    transcrito a Santander, le informa sobre los percances del viaje:
    "Nuestra navegación ha sido desgraciada y molesta.
    Después de 28 días de viaje no pudo la corbeta
    llegar aquí, y tuvimos que desembarcarnos el 30 de abril
    en la punta de Santa Elena, 31 leguas de esta ciudad".
    (7)

    Debemos señalar que el armisticio de Trujillo se
    rompió definitivamente, reanudándose por ello la
    guerra, el 28 de abril de 1821, a consecuencia de que al
    producirse la sublevación de la ciudad de Maracaibo, obra
    nada menos que del general Rafael Urdaneta, como nos lo recuerda
    Clément Thibaud en su magistral obra "Repúblicas en
    Armas. Los ejércitos bolivarianos en la guerra de
    Independencia en Colombia y Venezuela". El 28 de enero de 1821
    los patriotas colombianos fueron en auxilio de Maracaibo, lo cual
    fue considerado, y de hecho así lo era, una
    violación de lo pactado en el armisticio. En un primer
    momento Bolívar estuvo de acuerdo de con esta
    posición, pero pronto cambió y recurriendo a una
    argucia interpretativa del armisticio pasó a sostener que
    al independizarse Maracaibo, Colombia al ocupar dicho territorio
    había ocupado un país que estaba fuera de las leyes
    españolas. Lo cierto es que Maracaibo quedaba dentro del
    área ocupada por los realistas al momento de la firma del
    armisticio de Trujillo.

    Sucre, a los pocos días de su llegada a
    Guayaquil, concertó un convenio con la Junta de dicha
    provincia. Debemos decir que ya con anterioridad, exactamente el
    12 de abril de 1821, se había intentado la
    suscripción de un acuerdo de ayuda mutua entre la Junta y
    el General José Mires (el cual como hemos dicho
    había sido enviado por Bolívar, en calidad de
    personero, con la misión de ofrecer ayuda militar y lograr
    su anexión a Colombia), pero Mires contestó, el 26
    de abril, que no podía firmar porque no tenía
    poderes para hacerlo. (8) El convenio se firmaría el 15 de
    mayo de 1821 y por dicho acuerdo Guayaquil se declaraba bajo los
    auspicios y protección de Colombia. (Artículo 2. El
    artículo 1 estipulaba: "La Junta Superior de Guayaquil no
    estando facultada por su Constitución provisoria para
    declarar la incorporación de la provincia de la
    República de Colombia según la Ley Fundamental,
    protesta no obstante manifestar y recomendar las ventajas de la
    Ley a la Junta Electoral de la provincia luego que se
    reúna con el fin de expresar libremente su voluntad sobre
    su agregación a la forma que le convenga; para cuyo efecto
    se aprovechará la oportunidad que presente nuestra
    situación después de la próxima
    campaña en que deben quedar libres las provincias de Quito
    y Cuenca". (9)

    Ernesto de La Cruz considera este tratado "como el
    primer gran triunfo político del Libertador enfrente del
    Protector". Y en realidad así lo fue, porque
    constituyó el primer paso firme en la tarea de conseguir
    la anexión de Guayaquil a Colombia.

    Reanudemos nuestra narración sobre los sucesos
    militares en Guayaquil. Habíamos señalado que las
    fuerzas patriotas al mando de Urdaneta fueron derrotadas en
    Huachi (22 de noviembre de 1820) por las fuerzas realistas
    enviadas por Aymerich al mando de Francisco González. El 5
    de enero de 1821 un nuevo revés sufrieron los patriotas al
    ser derrotado el comandante José García (quien
    había logrado reorganizar los dispersos de Huachi), en el
    combate de Tanizahua o Tanasigna, por las fuerzas realistas al
    mando del coronel Miguel de la Piedra.

    Habiendo llegado Sucre en mayo a Guayaquil, se puso al
    mando del ejército patriota con el título de Jefe
    de las tropas auxiliares de Colombia y viéndolo inferior
    con relación a las fuerzas realistas escribió a San
    Martín, el 13 de mayo, solicitándole auxilio
    militar. A esta situación crítica vino
    añadirse la sublevación del comandante
    Nicolás López, quien se puso en combinación
    con Aymerich y con Caamaño. Los rebeldes lograron
    apoderarse de la corbeta Alejandro I e intentaron bombardear
    Guayaquil, lo cual no pudieron llevar a cabo porque las tropas
    colombianas embarcadas por el coronel Luzuriaga las persiguieron
    y apresaron. El comandante López, que se encontraba en
    Babahoyo, al saber estos hechos emprendió de inmediato
    marcha en búsqueda de Aymerich. Por su parte, los
    patriotas al mando de Federico Rash y Cayetano Cestaris
    persiguieron a las fuerzas realistas del comandante López
    y le dieron alcance en Palo Largo, pero los rebeldes emprendieron
    la fuga. Aymerich decidió socorrer a López y para
    ello encargó que el comandante Francisco González,
    desde Cuenca, auxiliara al comandante López, en tanto que
    él mismo, desde Quito, decidió marchar hacia la
    Bodega de Babahoyo. González y Aymerich al reunirse,
    emprenderían campaña sobre Guayaquil.

    Sucre, conocedor de los planes realistas, decidió
    atacar por separado las fuerzas de González y Aymerich. El
    12 de agosto, Aymerich cayó sobre Babahoyo
    (población situada a orillas del río del mismo
    nombre, en su confluencia con Caracol y el Seco), donde, desde
    del día 7, Sucre había reunido todas sus fuerzas.
    Aymerich, en vista de que no se había reunido con
    González, prefirió no hacer frente a Sucre, el cual
    aprovechó esto para ir en búsqueda de
    González, al cual derrotó totalmente en Cone, a
    tres leguas de Yaguachi, e inmediatamente cayó sobre
    Aymerich al cual también derrotó el 19 de
    agosto.

    Mientras los patriotas confiadamente celebraban el
    triunfo, los realistas se replegaron hacia Moche, donde se
    reorganizaron. Sucre decidió atacar nuevamente al
    ejército realista, para lo cual el 11 de setiembre se
    situaba en el valle de Ambato. Los realistas, que habíanse
    desplazado de Moche a Huachi, enfrentaron en esta última
    localidad, el día 12, a las fuerzas de Sucre, a las cuales
    le infringieron una aplastante derrota. Según palabras de
    L. Villanueva, en aquel día "la mayor parte de la florida
    juventud de Guayaquil regó con su sangre aquel campo,
    convertido en yermo de ruinas y cadáveres". (10) Aymerich
    no supo aprovechar esta coyuntura tan favorable para ellos, no
    persiguiendo a los patriotas y en cambio decidió pasar a
    Quito, aunque debemos señalar que para ello debió
    pesar mucho la gran cantidad de bajas que habían sufrido
    los realistas. Aymerich dejó el grueso de su
    ejército en Riobamba, al mando de Tolrá, y el resto
    en Guarancha.

    En vista de esta nueva situación crítica,
    la junta guayaquileña, con fecha 17 de setiembre, se
    dirige a San Martín, solicitándole auxilio militar
    de unos mil hombres por lo menos, con mil quinientos fusiles y
    cincuenta quintales de pólvora.

    Sucre, a pesar, y por ello mismo, de la
    crítica situación, decidió actuar con
    gran sagacidad y poder así equilibrar un
    tanto la situación. Conociendo que Tolrá
    encontrábase acantonado en Riobamba, decidió caer
    sorpresivamente sobre él. Así lo hizo y su plan le
    dio magnífico resultado, tanto así que Tolrá
    decidió negociar un armisticio, el cual se
    suscribió el 19 de noviembre, en Babahoyo,
    por un periodo de noventa días y por el cual se acordaba
    que los realistas se retirarían a Riobamba, quedando los
    patriotas en Guayaquil.

    Sucre volvió dirigirse al gobierno peruano
    solicitando tuviese a bien enviar refuerzos militares. San
    Martín, debido a su situación precaria
    (recién hizo su ingreso a Lima en julio de
    1821) no había podido enviar los auxilios que con
    tanta ansiedad le habían solicitado tanto Sucre como la
    junta guayaquileña. Pero habiendo ya logrado apoderarse de
    la capital e inclinado, en cierta medida, la balanza a su favor,
    por lo menos en lo político aunque aún no en lo
    militar, estaba en condiciones de remitir los auxilios que con
    tanto apremio se le requería. San Martín no
    creyó conveniente enviar el batallón Numancia, el
    cual había sido solicitado por Sucre, y en su lugar
    decidió que marchase la división del norte, la cual
    se encontraba al mando de J.A. Álvarez de Arenales y que
    estaba compuesta por los batallones Trujillo N° 2, Piura
    N° 4, Regimiento Cazadores a Caballo y Granaderos a Caballo,
    así como también un pequeño grupo de
    artillería. Álvarez de Arenales declinó la
    jefatura del ejército auxiliar. Sucre, para salvar este
    impasse, se allanó a ceder el mando a Arenales, pero como
    éste insistiese en su negativa argumentando motivos de
    salud, se acordó nombrar en su reemplazo a don
    Andrés de Santa Cruz.

    Sucre, en vista de que se avecinaba el periodo de
    inundaciones, pensó abrir campaña por Piura y para
    ello solicitó el permiso adecuado del gobierno peruano, el
    29 de noviembre de 1821. El día 30 referíale a
    Santander sobre el particular, explicándole las ventajas
    de este plan, debido a que en Piura había "caballos,
    bagajes y víveres suficientes para dirigirnos a Cuenca, y
    ponernos en nuestro territorio". (11)

    La división peruana al mando de Santa Cruz
    reunióse con las fuerzas de Sucre el 9 de febrero de 1822,
    en Saraguro. Sucre, en oficio suscrito desde su Cuartel General
    en Saraguro el 15 de febrero, dio cuenta al Ministro de Guerra de
    Colombia sobre su encuentro con las fuerzas peruanas.
    (12)

    El plan de Sucre era apoderarse de Quito, para de esta
    manera restar fuerzas y atención sobre Pasto, donde se
    encontraba detenido Bolívar. Debemos decir que el
    Libertador había pensado, en un primer momento, pasar por
    mar a Guayaquil y de allí dirigirse en campaña
    sobre Quito, e incluso ya sus tropas y él mismo se
    encontraban en el puerto de Buenaventura, pero tuvo que cambiar
    estos planes al recibir correspondencia de Sucre donde
    éste le comunicaba la llegada a Quito del
    nuevo virrey de Nueva Granada, el capitán general
    don Juan de La Cruz Mourgeón, con una
    expedición realista, así como también de que
    sobre las costas del Chocó, desde Buenaventura hasta
    Guayaquil, actuaban la corbeta Alejandro y cuatro buques de
    guerra, con el objetivo de apresar las tropas colombianas y al
    Libertador mismo, si entre ellas se encontraba. Fue por este
    motivo que Bolívar se vio en la necesidad de emprender
    campaña por Pasto y combinar con Sucre para conseguir su
    objetivo. (13)

    Sucre, que era el Jefe del Ejército Unido,
    ordenó pasar a Cuenca, donde llegaron el 27 de febrero y
    donde se estacionaron hasta el 28 de marzo. Todo hasta este
    momento andaba a la perfección. Nada hacía prever
    el grave problema que se desataría entre Sucre y Santa
    Cruz, es decir realmente entre Perú y Colombia.

    Para comprender mejor el problema que se desató,
    debemos retrotraernos hasta diciembre de 1821. El 16 de dicho mes
    el Ayuntamiento de Portoviejo levantó un acta por la cual
    expresaba su deseo de pertenecer a Colombia. Como Portoviejo
    formaba parte de Guayaquil esta decisión autonomista y
    secesionista iba contra lo acordado por el gobierno de Guayaquil
    de permanecer independientes en tanto y en cuanto se tomase una
    decisión final sobre el destino final de
    Guayaquil.

    ¿A qué se debía la actitud de
    Portoviejo? Tatiana Hidrovo Quiñónez señala
    que era de larga data el autonomismo, e incluso enfrentamiento,
    entre Puerto Viejo y Guayaquil, actitud también compartida
    por el partido de La Canoa, ambos territorios situados al norte
    de Guayaquil. Señala, al respecto, la citada historiadora:
    "Entre 1812, cuando se expide la Constitución de
    Cádiz, y 1820, año en que se define la
    independencia de Guayaquil, los pueblos de los partidos de Puerto
    Viejo y La Canoa dieron permanentes muestras de inestabilidad e
    insubordinación, defendieron los beneficios de la nueva y
    revolucionaria carta política y empoderaron sus cabildos
    frente a los estamentos gubernamentales. En 1812 hubo una franca
    rebeldía de los vecinos de Portoviejo, quienes no
    acogieron la disposición venida de Guayaquil de dotar de
    50 hombres para las milicias realistas, todo lo cual
    generó preocupación en las autoridades coloniales".
    (14)

    Los portovejenses, al igual al igual que los pueblos de
    Jipijapa y Montecristi, se mostraron reacios a seguir las
    órdenes emanadas de las autoridades realistas a partir del
    establecimiento del absolutismo en 1814, lo cual motivó a
    Juan Vasco Pasqual, Jefe Político de Guayaquil, cono
    señala Tatiana Hidrovo, a informar sobre los movimientos
    populares y la falta de subordinación de estos pobladores,
    a los cuales el tal Gobernador los califica de
    "alucinados".

    Producida la independencia de Guayaquil fueron enviados
    emisarios a los pueblos de Jipijapa, Portoviejo y Montecristi
    para lograr su adhesión. A Puerto Viejo la noticia
    llegó antes que arribara el emisario designado debido a
    que llegó antes el oficio enviado por José
    Joaquín Olmedo.

    La decisión tomada por Portoviejo el 16 de
    diciembre de 1821 de unirse a Colombia generó una
    situación de grave tensión. La Junta de Gobierno de
    Guayaquil en su deseo de mantener la unidad recurrió a
    Sucre para que interviniese en el asunto. Fueron enviados
    comisionados ante el cabildo de Portoviejo para lograr que
    reservase esta ciudad sus opiniones para otra ocasión
    más adecuada. La Junta, desconfiando de lo que
    podrían lograr los comisionados, envió fuerzas a
    Portoviejo, produciendo este hecho la rebelión e
    intentóse derrocar a la Junta. Sin embargo, el movimiento
    resultó fallido y la calma reapareció. Era este el
    primer acto de fuerza en la búsqueda de la anexión
    de Guayaquil a Colombia.

    Al poco tiempo de ocurrido lo anteriormente
    señalado, Bolívar, con fecha 2 de enero de 1822,
    comunicaba a la Junta Guayaquileña su posición
    tajante con relación al problema: "Yo me lisonjeo, Excmo.
    Señor con que la República de Colombia habrá
    sido proclamada en esa capital, antes de mi entrada en ella. V.E.
    debe de saber que Guayaquil es complemento del territorio de
    Colombia; que una provincia no tiene derecho a separarse de una
    asociación a que pertenece, y que sería faltar a
    las leyes de la naturaleza y de la política, permitir que
    un pueblo intermedio viniese a ser un campo de batalla entre dos
    fuertes Estados; y yo creo que Colombia no permitirá
    jamás que ningún poder de América encete su
    territorio. Exijo el inmediato reconocimiento de la
    república de Colombia, porque es un galimatías la
    situación de Guayaquil. Usted sabe, amigo (la misiva
    está dirigida a J.J. Olmedo, Presidente de la junta) que
    una ciudad con un río no puede formar una nación"
    (15) Y en la carta dirigida a Sucre, desde Cali y con la misma
    fecha (02-01-1822), leemos lo siguiente: "He llegado al fin a
    esta capital (Cali), a completar la libertad de Colombia y el
    reposo del sur. Guayaquil recibirá todos los auxilios
    necesarios para no ser más inquietado… Para preparar el
    éxito de la próxima campaña, autorizo a U.S.
    se pondrá de acuerdo con el gobierno de Guayaquil. Pero si
    este rehusase algo de cuanto U.S. pida, U.S. está
    autorizado para hacer por si mismo aquello que conceptúe
    preciso… Yo tomo sobre mí la responsabilidad de cuantas
    providencias tome U.S., activas, eficaces y aun violentas. El
    tenor de estas órdenes debe U.S. comunicarlo al gobierno
    de Guayaquil, manifestándole, verbalmente, que mis
    intenciones son llevar a cabo la libertad de Colombia desde
    Tumbes hasta las bocas de Orinoco y que los sacrificios que ha
    hecho Colombia por recobrar su íntegra independencia, no
    serán frustrados por ningún poder humano de
    América; y, finalmente, que yo espero que, para cuando yo
    entre en esa ciudad, ya el gobierno de Colombia
    habrá sido reconocido por ella, no pudiendo yo hallarme,
    sin faltar a mi deber y a mi deseo, fuera del territorio de las
    República". (16)

    Como se puede apreciar a través de estos dos
    documentos, la posición de Bolívar era tajante,
    decidida e incluso francamente agresiva y chocante por el
    yoísmo imperante sobre todo en la misiva dirigida a Sucre,
    que se puede apreciar en su texto íntegro.

    La Junta de Gobierno quedó totalmente turbada
    ante la posición de Bolívar, posición
    ésta que ponía en serios aprietos la actitud de
    espera y en cierto sentido autonomista de la junta. En vista de
    todo ello, la Junta recurrió al Protector del Perú
    para informarle de dicho hecho. Por otro lado, el agente
    diplomático peruano ante la junta guayaquileña,
    General Francisco Salazar y Carrillo, escribió a
    Monteagudo, el 7 de febrero, dándole cuenta de los planes
    e intenciones de Bolívar. (17) La misiva tanto de la Junta
    como la de Salazar, que contenían copia del oficio del
    Libertador del 2 de enero, llegó a manos de San
    Martín en Huanchaco, donde había tocado casualmente
    en su marcha a Guayaquil para encontrarse con Bolívar. En
    vista de estos sucesos y otros que más adelante
    analizaremos, el Protector emprendió el regreso a la
    capital del Perú, llegando a esta ciudad los
    últimos días de febrero. En la Gaceta del
    miércoles 27 de febrero se anunciaba su regreso de la
    siguiente manera: "S.E. el Protector del Perú ha regresado
    desde el puerto de Guanchaco, donde recibió noticias
    oficiales, comunicadas por el Gobierno de Guayaquil, y por el
    general Sucre, de que S.E. el Libertador de Colombia marchaba
    sobre Juanamba…" (18).

    San Martín, desde la Magdalena y con fecha 18 de
    marzo de 1822, escribió una pequeña misiva a Torre
    Tagle y que la reproduce Javier Ortiz de Zevallos en su obra
    sobre la correspondencia entre San Martín y Torre Tagle:
    "Incluyo a Usted la carta que he recibido de Roca, ella no deja
    la menor duda de que el Libertador quiere oprimir a Guayaquil as
    toda costa: este es asunto del mayor interés y que pende
    el honor del gobierno. Esta noche después de las oraciones
    me tendrá U. en esa, sin más objeto que el de
    conferenciar sobre éste y otros particulares que son
    interesantes". Esta misiva es importante porque nos habla a las
    claras de la responsabilidad de San Martín en el problema
    que se suscitó y que a la larga tuvo que reflexionarse
    sobre sus consecuencias y darse por ello marcha
    atrás.

    Estos hechos decidieron que el 2 de marzo el gobierno
    peruano (del cual estaba encargado Torre Tagle) ordenase a Santa
    Cruz retrogradar desde cualquier posición que se
    encontrase y se pusiese a órdenes de La Mar. El 3 de
    marzo, Monteagudo ofició a La Mar en el sentido de que en
    caso de que Guayaquil "solicitase sinceramente la
    protección de las armas del Perú, por ser su
    voluntad conservar la independencia de Colombia en tal caso
    emplee V.S. todas las fuerzas que están puestas a sus
    órdenes en apoyo de la espontánea
    liberación del pueblo. Pero, si por el contrario, el
    gobierno de Guayaquil y la generalidad de los
    habitantes de la provincia, pronunciasen su opinión a
    favor de las miras de Colombia, sin demora vendrá V.S. al
    departamento de Trujillo a tomar el mando de la costa norte,
    reunir la división del coronel Santa Cruz en Piura,
    aumentarla hasta donde alcancen los recursos del territorio, y
    obrar según lo exija la seguridad del departamento de
    Trujillo. Como no es posible prever las diferentes combinaciones
    que allí se presenten, el gobierno deja al arbitrio de
    V.E. obrar según ellas…" (19) Esta orden fue confirmada
    el día 23 del mismo mes.

    La orden dada a Santa Cruz con fecha 2 de marzo la
    trasmitió Arenales el día 13. Santa Cruz la
    recibió el 29 y ese mismo día se la comunicaba a
    Sucre, diciéndole: "Tengo el sentimiento de comunicar a
    V.S. que se hace necesaria e inevitable la separación de
    la División de mi mando que por ordenes expresas de mi
    gobierno debe retrogradar sobre la capital de Lima que, amenazada
    por las tropas de los generales La Serna y Ramírez, corre
    el mayor peligro". (20)

    Al día siguiente, 30 de marzo, Sucre, turbado e
    indignado, contestó el oficio de Santa Cruz,
    señalándole lo nefasto de la decisión de su
    retiro, la cual era inconcebible, pues de ser cierto el peligro
    de Lima, dicha división tardaría en llegar a Lima
    por lo menos dos meses, y por otra parte él se
    vería en la necesidad de pedir el batallón
    Numancia. Sucre se niega enfáticamente a aceptar el retiro
    y en pocas palabras sintetiza su pensamiento: "Por tanto, no
    sólo me opongo a la retirada bajo las más serias
    protestas, sino que usando de las facultades que me ha dado el
    Excmo. Señor Protector del Perú sobre la
    división de V.S. al ponerla a mis órdenes sin
    restricción alguna (como consta de las copias que tengo el
    honor de acompañarle) he dispuesto que el movimiento que
    continuaba el batallón Trujillo se lleve a efecto y que la
    marcha del escuadrón Granaderos a reforzar los puestos
    avanzados para verificar más tranquilamente nuestra
    aproximación a Riobamba a cumplir la combinación
    con el Libertador, se ejecute mañana mismo, como estaba
    prevenido. Debo observar también a V.S. que cualquier
    comunicación de estos cuerpos del Perú,
    debía dirigírseme a mí, teniendo el mando
    inmediato de ellos, por las órdenes de S.E. el Protector".
    (21)

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