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Aviación




Enviado por manuelmt



    Introducción

    Los adelantos técnicos, madurados en los
    años de paz, fueron aplicados y perfeccionados durante la
    Primera Guerra
    Mundial, que estalló en 1914 y dió fin a la
    época feliz. Una primicia la constituyeron las nuevas
    armas
    (aviones, dirigibles) para la lucha aérea, que
    desempeñaron su papel en el
    conflicto. Al
    principio los aparatos se tambaleaban inseguros en el aire, pilotados
    por aviadores de tiempos de paz embutidos en uniforme.
    Escencialmente sus misiones consistían en localizar
    emplazamiento de cañones, efectuar algunos reconocimientos
    tácticos y llevar a cabo un animado balanceo de alas
    encima de las trincheras del frente. A medida que las operaciones
    aéreas aumentaban su amplitud fueron organizándose
    mejor. Se crearon estados mayores del aire, unidades
    aéreas y Forces Aériennes, que fueron los
    predecesores de las actuales fuerzas aéreas de los
    distintos países.

    La aeronáutica es un arma que se ha forjado por
    completo durante esta guerra, y que
    en un principio se encontró con aparatos y métodos
    insuficientes, y su utilización durante la lucha tuvo que
    depender constantemente de las posibilidades materiales y
    de la situación táctica de cada momento. La
    aviación y la aerostación dirigible habían
    comenzado a desenvolverse en los cinco años que la
    precedieron. Los dirigibles germánicos, geniales
    concepciones del conde Zeppelin, eran muy superiores en
    número y calidad a los de
    sus adversarios, que tampoco en materia de
    aerostación cautiva podían oponer gran cosa a los
    excelentes drachen (globos alargados) alemanes destinados
    a constituír observatorios elevados de vigilancia del
    campo de batalla.

    Primera Guerra
    Mundial

    Cuando estalló la Primera Guerra
    Mundial ambos bandos todavía consideraban que el
    avión sólo era adecuado para reconocimientos, al
    igual que el globo cautivo: un invento alemán que para
    1914 ya era conocido y utilizado por ambos bandos, y que se
    construía en dos partes: la frontal llena de gas y la
    posterior de aire, a los lados
    unos alerones extendidos ayudaban a mantener alzado el extremo
    posterior, mientras que otra "salchicha hinchada" (el
    timón) curvada alrededor de la parte inferior del globo
    ayudaba a estabilizarlo. No obstante, a menudo habían
    movimientos masivos de tropas no observados por los exploradores
    aéreos (entre ellas las ofensivas alemanas a Rusia en la
    primavera de 1915, en Verdún en febrero de 1916 y su
    última ofensiva en el Frente del Oeste en marzo de 1918).
    Pero las tropas aliadas también aprendieron pronto a
    desparramarse y ponerse a cubierto al oír el ruido de los
    motores de un
    avión, y los partes negativos de los pilotos alemanes que
    no habían detectado fuerzas enemigas a menudo despistaban
    seriamente a los estados mayores; esta amplitud de visión
    hacía al avión particularmente útil donde la
    guerra era de
    movimientos. También se empleó ampliamente a los
    aviones para controlar la navegación, aunque su eficacia quedara
    restringida por su limitada capacidad de combustible y, por lo
    tanto, su autonomía igualmente limitada. Por eso el Royal
    Flying Corps (RFC), fundado en 1912, tenía alas navales y
    terrestres y no era un comando independiente. La aviación
    inglesa y la rusa, al comienzo de la lucha, prácticamente
    podían considerarse como inexistentes, y algo muy
    semejante acontecía a la de los belgas y
    austríacos. Pero pronto, en Rusia, el diseñador
    Igor Sikorski había producido algunos de los biplanos
    cuatrimotores más afortunados que surcaban el aire. Su desarrollo
    como aviones militares, sin embargo, se veía obstaculizado
    por la falta de motores y
    repuestos. Así en agosto de 1914 había pocos
    aviones listos para la acción. En el Frente de Oeste, los
    alemanes tenían unos 180 y unos 20 hidroaviones
    útiles. El servicio
    aéreo de marina británica contaba con 39 aviones,
    de poco valor militar,
    mientras que la RFC tenía sólo 48 aviones en
    Francia en
    agosto. Los franceses podían presentar 136 aviones de los
    más diversos tipos. La fuerza
    conjunta británica y francesa era, pues, de unos 185
    aviones frente a los 180 alemanes. Alemania y
    Francia
    estaban al principio mejor equipadas que Gran Bretaña, que
    durante los primeros meses tuvo que depender de las
    fábricas francesas para sus aviones y repuestos. Pero el
    desarrollo de
    la observación aérea fue rápido,
    tanto en técnicas como en refinamiento. Las comunicaciones
    entre aire y tierra se
    hicieron al principio mediante luces de colores diversos,
    más tarde mediante telegrafía sin hilos.
    También se aplicó la fotografía, ya en septiembre de 1914.
    Hacía tiempo que se
    empleaba la fotografía
    de posiciones y movimientos enemigos, pero daba visiones
    distorsionadas, puesto que el vulnerable globo no se podía
    colocar directamente sobre su objetivo.

    A medida que avanzaba la guerra el
    reconocimiento se hizo más profesional y amplio. Los
    primeros informes de
    los pilotos sobre concentraciones y movimientos enemigos se
    ampliaron mediante avances técnicos en la fotografía. A menudo se enviaba aviones de
    artillería para ayudar a los cañones a precisar el
    alcance de los blancos enemigos, escuadrillas de largo alcance
    bombardeaban y fotografiaban las concentraciones y
    fortificaciones enemigas en retaguardia. Debido a que la Primera Guerra
    Mundial fue en gran medida una guerra de
    artillería masiva, esta cooperación con la
    artillería era de gran importancia. El globo cautivo,
    lleno de gas, era de gran
    valor a ese
    respecto, pero también eran vulnerables a los aviones
    enemigos, pues estaban anclados al suelo y los dos
    observadores de la barquilla inferior estaban desarmados. Las
    armas
    habituales eran pistolas y fusiles, aunque algunos pilotos
    ingeniosos llevaban consigo un ladrillo o piedra pesada con la
    esperanza de tirarla a través del frágil fuselage
    de algún avión enemigo.

    En mayo de 1915, los alemanes consiguieron la
    supremacía aérea, absoluta aunque temporal, con un
    nuevo artefacto, el llamado engranaje interruptor. Hasta
    entonces, aunque muchos aviones llevaban ametralladora, al piloto
    le había resultado imposible disparar hacia delante -la
    dirección mas obvia y letal- por miedo de
    destruir su propia hélice. Se diseñaron numerosos
    expedientes mecánicos para superar este problema, entonces
    el holandés Anthony Fokker, que diseñó dos
    de los aviones alemanes más exitosos –el Fokker y el
    Albatros- desarrolló el sincronizador o
    engranaje interruptor, que permitía disparar a
    través de la hélice, dejando de disparar
    temporalmente la ametralladora cuando había una hoja justo
    delante de la boca. Los alemanes fabricaron grandes cantidades de
    engranaje interruptor, hacia 1915, con un excelente resultado, ya
    que los cazas Fokker derribaron muchos aviones británicos
    y franceses con pocas pérdidas propias. El "azote Fokker"
    obligó a los aliados a replantear su estrategia en el
    aire. Pronto ellos también tuvieron engranajes
    interruptores, pero mientras tanto habían desarrollado un
    método de
    patrullas ofensivas por el cual los cazas estaban adscritos a
    escuadrillas específicas con el objeto de destruir a los
    contrarios detrás de las líneas enemigas, para
    dejar sin enemigos potenciales los aviones de reconocimiento. Su
    dominio no
    duró mucho, pues los alemanes no sólo produjeron
    monoplanos más elaborados, sino también el sistema de
    "circo". Cada una de esas escuadrillas estaba dirigida por un
    "as" hábil, el más famoso de los cuales era Manfred
    von Richthofen, el "Barón Rojo", quien elegía
    personalmente a los pilotos de su escuadrilla.

    Los alemanes trataron de desmoralizar el frente
    doméstico británico mediante ataques aéreos
    contra Londres y la costa oriental, pero los aliados
    tenían dentro de su radio de
    acción un blanco importante más significativo: el
    corazón
    industrial de Alemania, el
    Ruhr y el Sarre, donde se fabricaba la mayor parte de la
    munición. Sin embrago, como observó Basil Liddell
    Hart: "La inmensa oportunidad de invalidar el suministro de
    municiones a los ejércitos alemanes se sacrificó en
    favor de combates aéreos sobre el frente de trincheras".
    No obstante, aunque tardíamente, los aliados habían
    llegado a comprender el potencial mortal del arma aérea.
    Ahora, por primera vez, se podía emplear a los aviones
    como fuerza
    separada, autónoma. Así, cuando el frente aliado
    fue destrozado por la última ofensiva alemana, en marzo de
    1918, todas las escuadrillas británicas y francesas que
    estuvieran libres se combinaron para atacar conjunta y
    coordinadamente a los alemanes en avance. La fuerza
    aérea tuvo incluso un papel
    más importante cuando, en otoño, el ataque final
    alemán se vió destruído por los contrataques
    masivos aliados. El daño material fue limitado, pero la
    producción industrial alemana efectivamente
    sufrió, y el efecto que tuvo sobre la población civil ya cansada de la guerra
    redujo más aún la moral. Esta
    nueva concepción de la guerra (derrotar al enemigo no
    mediante un ataque frontal sino destruyendo su corazón
    industrial) se aplicaría con efectos terribles en conflictos
    futuros.

    Segunda Guerra
    Mundial

    Francia

    Durante los años treinta las
    compañías aeronáuticas francesas pusieron en
    vuelo 150 modelos
    diferentes de aviones militares, muchos de ellos se destacaron
    por su feo aspecto, pero a partir de 1935 los diseñadores
    galos fueron creando cada vez diseños más
    competitivos. El único caza disponible por la Armée
    de l´Air (la fuerza
    aérea francesa) en gran número durante 1939 fue el
    M.S.406, que cuando se enfrentó al Bf 109E resultó
    un fracaso por su poca velocidad.
    Dejando a un lado los magníficos prototipos de ingenieros
    tales como Vernisse y Galtier en el Arsenal de
    l´Aéronautique, que no llegaron a los escuadrones,
    se consideró que el mejor caza francés de la Segunda Guerra
    Mundial fue el Dewoitine 520. L´Armée de
    l´Air de 1939 estaba en condiciones desastrosas.
    Poseía sólo 1300 aparatos, casi todos tenían
    cinco o hasta diez años de edad. Los únicos
    bombarderos franceses modernos y eficaces eran los bimotores
    Lioré y Oliver LeO 451 y Potez 633. Del primer tipo
    sólo cinco ejemplares estaban preparados el día que
    Francia
    entró en guerra, el 3 de septiembre de 1939. Los motores de que se
    disponía no eran lo suficientemente potentes para hacer
    que los cazas franceses demostraran ser adecuados cuando llegaba
    la prueba final. Se consideró que el mejor caza
    francés de la Segunda Guerra
    Mundial fue el Dewoitine 520, pequeño y ligero, lo
    suficientemente ágil para ser eficaz.

    Alemania

    En 1939 la aviación alemana (Luftwaffe) era la
    más potente y moderna fuerza
    aérea del mundo. Disponía en el mismo año de
    4800 aparatos de guerra. La producción mensual alemana era de 1100
    aviones, casi el doble de la industria
    británica. Los fundamentales cazas en servicio eran
    dos: el Messerschmitt 109, monomotor de brillantísimo
    rendimiento, el más logrado de los aparatos alemanes, y el
    Messerschmitt 110, después bimotor, un caza pesado
    específicamente adaptado para la caza nocturna. Con
    aparatos de tal calidad, y no
    sólo gracias a su número, la Alemania de
    Hitler estaba
    segura de ganar la guerra, aunque casi todos terminarían
    fracasando, porque la táctica y la estrategia de la
    guerra aérea cambiarían mucho más de prisa
    de lo que suponían los altos jefes de la Luftwaffe. Cuando
    fue posible, la Alemania nazi
    tuvo más de un tipo de avión para cada misión de
    combate, así como nuevos diseños preparados para
    convertirse en la siguiente generación. Si algún
    caza tuvo un comienzo desalentador éste fue el
    Messerschmitt Bf 109 (que realizó su primer vuelo en mayo
    de 1935), que sufrió muchas quejas. Pero en vez de
    desaparecer de la escena aeronáutica, no sólo fue
    el caza seleccionado por la Luftwaffe en 1937, sino que
    virtualmente fue su único caza entre 1937 y 1942. A
    finales de 1944 no sólo estaba entrando en servicio en
    grandes cantidades el birreactor Me 262, sino que la Luftwaffe
    también utilizaba el interceptador Me 163, impulsado por
    un motor cohete que
    le daba una gran velocidad de
    trepada aunque carecía de alcance y autonomía.
    Ambos eran excelentes máquinas en el aire, aunque
    sufrieron diversos problemas que
    restringieron su valor, y
    llegaron demasiado tarde para evitar la derrota.

    Gran Bretaña

    La Royal Air Force, la aviación británica,
    era todavía débil al comienzo del conflicto,
    pero el plan de
    modernización de las escuadrillas (los grupos
    aéreos) progresaban a ritmo acelerado. En primer
    línea estaban los bombarderos de altura, todos bimotores,
    menos veloces que sus correspondientes alemanes, pero bastante
    más adaptados a los fines estratégicos; aunque, por
    el momento, eran pocos. Algunos destacamentos de caza tienen ya
    adjudicado el inmejorable Spitfire, uno de los primeros aviones
    británicos en adoptar la construcción con los modernos
    revestimientos resistentes, y dotado de alas elípticas,
    poco común, que le permitía descender en picado
    más rápidamente que cualquier otro avión.
    Sin embargo, la importancia del Spitfire residió en su
    increíble capacidad de desarrollo, ya
    que fue capaz de recibir más potencia,
    más combustible, cañones, bombas y equipo
    naval, e incluso llevó barriles de cerveza con
    destino a las tropas en las cabezas de playa de
    Normandía.

    Polonia

    La aviación polaca disponía de unos
    centenares de aviones de producción nacional. Sin embargo, Polonia
    fue invadida en cuestión de semanas o días por los
    ejércitos alemanes y pocos de sus aparatos sobrevivieron.
    El país dió una imagen muy pobre.
    A mediados de los años treinta, su fuerza aérea
    había sido una de las más potentes y mejor
    entrenadas de Europa, y su
    despliegue de regimientos de caza equipados con el P.11 hubiera
    podido hacer frente a cualquier agresor. Sin embargo, en 1939
    esos cazas estaban pasados de moda. Hubo
    realmente un sustituto, el PZL P.50 Jastrzab, pero sólo
    existía un prototipo cuando los alemanes invadieron
    Polonia, y fue abatido por la artillería antiérea
    al confundirlo con un avión alemán.

    Australia

    La Commonwealth de Australia, separada
    geográficamente de sus enemigos potenciales, gastó
    sólo simbólicas cantidades en defensa y no tuvo
    prácticamente capacidad de fabricar aviones de combate
    hasta justo después del inicio de la Segunda Guerra
    Mundial. Quizás en parte por la iniciativa del
    comandante de ala Lawrence Wackett, quien formó la Tugan
    Aircraft y posteriormente, en 1936, registró la
    Commonwealth Aircraft Corporation, germinó la semilla de
    una industria
    aeronáutica.

    Unión Soviética

    Tan en secreto trabajaron los soviéticos que el
    mundo comenzó a conocer sus aviones a través de las
    fotografías editadas por los alemanes, durante sus
    invasiones. Los dos únicos cazas que se pensaba que
    existían eran el biplano Chato y el monoplano Rata, y
    estos nombres eran los apodos con los que los bautizaron los
    pilotos de Franco durante la Guerra Civil española. No fue
    hasta los años sesenta cuando los estudiosos del potencial
    aéreo soviético comenzaron a reunir las piezas de
    la impresionante historia de lo que
    habían conseguido los burós de diseño
    (OKB) soviéticos. Los Chato y Rata (en realidad los I-15 e
    I-16) habían sido los cazas predominantes en 1941, pero
    también estaban en producción aparatos mucho mejores. Los
    LaGG, MiG y Yak estaban destinados a ser fabricados en cantidades
    fantásticas a pesar de la necesidad imperiosa del
    otoño de 1941 de evacuar la mayoría de las
    fábricas e instalar nuevas cadenas de montaje más
    al este. Gradualmente y con un coste horroroso, el control del
    espacio aéreo en el frente del Este fue pasando a manos
    soviéticas. En los combates tomaron parte algunos cazas
    enviados desde EE.UU. y Gran Bretaña, y también
    algunos pilotos no soviéticos.

    Estados Unidos

    Geográficamente alejados de cualquier enemigo
    potencial, los EE.UU. dedicaron únicamente sumas modestas
    a los aviones de combate hasta que las guerras en
    China,
    España
    y luego Europa forzaron
    al país a despertarse, a finales de los años
    treinta. En esta época, a pesar de tener una industria de
    primera línea en capacidad técnica,
    tecnológica y potencial de producción, la nación no se
    había volcado en el diseño
    de cazas y no tenía nada similar al Bf 109E o al Spitfire.
    En noviembre de 1939, cuando la North American Aviation fue
    requerida por Gran Bretaña para que construyera el Curtiss
    P-40 para la RAF, el presidente de la compañía,
    "Dutch" Kindelberger, replicó que la NAA podía
    diseñar un caza mucho mejor y partiendo de cero. El P-40,
    aunque mediocre, era algo seguro, mientras
    que NAA no tenía experiencia en la construcción de cazas. El NA-73 resultante
    tenía un motor Merlin.
    Llamado Mustang, el avión resultó ser una obra
    maestra.

    Un área donde Estados Unidos
    demostró su hegemonía fue en la de los aviones
    navales. El Grumman F4F mantuvo a solas el poderío
    sobre los océanos hasta que en 1943 hicieron su
    aparición los formidables F6F y F4U. Gracias a sus
    potentes motores
    podían mover sus pesadas células
    mucho mejor que sus pequeños y ligeros
    enemigos.

    Italia

    En los años treinta Italia se
    encontraba a la cabeza en la fabricación de motores avanzados
    de combustión interna, tenía un
    instinto especial para el diseño
    aeronáutico y sus pilotos acrobáticos eran
    excelentes. Durante la guerra el potencial aéreo italiano
    fue rápidamente considerado por los británicos como
    un bienvenido descanso en la dura tarea de combatir contra la
    Alemania nazi.
    El caza italiano más numeroso era el biplano C.R.42, muy
    agradable de pilotar pero ampliamente superado por Hurricane y
    Spitfire. Además de los tipos principales, Italia produjo
    también numerosos cazas menores, pero hacia 1943 ya
    había perdido tanto la capacidad como el deseo de lucha y
    casi ninguno de estos excelentes cazas llegó a ser
    fabricado en serie.

    Japón

    Como en el caso de la Unión Soviética, el
    desarrollo de
    aviones de caza en Japón era casi completamente
    desconocido para los países occidentales en el momento del
    ataque a Pearl Harbor, en diciembre de 1941. En lugares tales
    como Londres y Washington creían que los japoneses
    sólo podían hacer copias inferiores de los aparatos
    occidentales y que sus fuerzas aéreas y navales estaban
    equipadas casi por completo con biplanos con tren de aterrizaje
    fijo. El resultado inevitable fue que cuando los pilotos aliados
    se enfrentaron con los cazas japoneses, estos últimos no
    representaron solamente una sorpresa grave y desagradable, sino
    que en alguna medida fueron considerados como casi invencibles
    por ambos bandos. Las máquinas japonesas tenían una
    célula muy
    ligera y escasa protección: se había primado la
    maniobrabilidad a toda costa.

    Bibliografía

    ·La Segunda Guerra
    Mundial, tomo I, editorial Sarpe.

    ·Los Aviones de Combate, de Andrew Kershaw,
    editorial Fontalba.

    ·Colección (ediciones Folio) Guía
    Ilustrada de los:

    Cazas y Aviones de Ataque Aliados de la Segunda Guerra
    Mundial, tomos I y II;

    Bombarderos de la Segunda Guerra
    Mundial, tomos I y II;

    Cazas y Aviones de Ataque Alemanes de la Segunda Guerra
    Mundial;

    Cazas y Aviones de Ataque Italianos y
    Japoneses.

    ·Enciclopedia Espasa, tomo 27.

    ·Enciclopedia Visual de las Grandes Batallas de
    la Primera Guerra
    Mundial, tomo 14.

    ·Historia
    Universal – La Aventura del Hombre en la
    Historia, tomo
    III, editorial El Ateneo.

    ·Las fotos fueron
    conseguidas en Internet.

     

     

    Autor:

    Manuel Munilla

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