Cuenca: Territorio cuyas
aguas afluyen todas a un mismo río, lago o
mar.
La creación del Virreinato del Perú en
1544 aseguró a la corona española el dominio sobre la
mayor parte de las tierras de la cuña hidrográfica
de la Cuenca del Plata, compuesta por las subcuencas de los
ríos Paraná, Paraguay y
Uruguay, y de
sus respectivos afluentes. Inmenso territorio que se extiende
entre los paralelos de 14 y 37 grados latitud Sur y los 43 y 67
grados latitud Oeste, con una superficie aproximada de 3.100.000
km2.
Las ventajas relativas de que disfrutó nuestro
país al controlar la llave de entrada a las dos
principales arterias de la cuenca, fundamentales para las
comunicaciones
internas, decayeron considerablemente con la aparición de
las formas alternativas de transporte. En
la actualidad, los usos hidroeléctricos del sistema fluvial
han colocado en posición de privilegio a los estados que
dominan las cabeceras de la red
hidrográfica.
Por sus dimensiones y posibilidades económicas,
la Cuenca del Plata es de las potencialmente más ricas del
planeta; su variedad morfológica y climática ha
generado en ella recursos
hídricos diferenciados, entre los que descuellan por su
magnitud los ríos Paraná (con su tributario el
Paraguay) y el
Uruguay cuyos
cursos culminan
en e río de la Plata, originado por la confluencia de
ambos. Los países que gozan del condominio de sus recursos
hídricos superficiales son la Argentina,
Bolivia,
Brasil,
Paraguay y
Uruguay, cada
uno de los cuales sustenta distintos intereses en la
utilización del agua. En
ciertos sectores de la cuenca predomina su empleo como
vía de navegación (Argentina y
Paraguay) y en
otros, por el contrario, el principal destino es la
generación de hidroenergía (Brasil y Bolivia)
alternativa a la que nuestro país se abre ahora con los
aprovechamientos de Salto Grande y otros en ejecución.
Para la Argentina la
cuenca representa un recurso estratégico en sí
mismo, ya que no solo engloba su mayor riqueza fluvial y pluvial
sino que, además, en ella se concentra aproximadamente el
70 por ciento de su población, radicada en el 37 por cierto en
la superficie del territorio nacional (918.900 km2).
Dentro de la vasta cuenca que abarca todos los afluentes que
llegan a los cauces troncales de los ríos
Paraná-Paraguay y
Uruguay,
además del Plata propiamente dicho se distinguen cuatro
subcuencas principales. El 40 por ciento de la cuenca pertenece
al cinturón climático tropical de máxima
heliofania potencial y lluvias cenitales, modificado por la
presencia de relieves orográficos de altitud dispar -desde
las moderadas cordilleras costeras del Brasil (1.500 a
2.000m) a la muralla andina que supera los 6.000m sobre el nivel
del mar- sobre los que irrumpen las masas de aire
marítimo y continental que integran la circulación
general de la atmósfera,
componiendo sobre el dilatado espacio de la cuenca un esquema de
precipitaciones de tipo predominante pluvial, ya que las nevadas
de las altas cuencas del Pilcomayo y Bermejo representan solo un
pequeño porcentaje del total. Su distribución anual ofrece como rasgo
más destacado la escasez invernal que caracteriza al oeste
de la cuenca, a causa de la supresión de los procesos
convectivos que originan la mayor parte de las lluvias, debido a
que en esa estación del año se establece el puente
de altas presiones que une a los anticiclones del
Atlántico y del Pacífico sobre el continente. Hacia
el norte dominan las precipitaciones tropicales que en el
área subtropical dejan paso a la pluviosidad persistente
todo el año que prima en estados meridionales del Brasil, Uruguay y
centro este de la provincia de Buenos Aires.
Existen también áreas de transición, una con
máximo pluvial de otoño, que rige en el tramo
austral del eje Paraná-Paraguay. Estas diferencias zonales
de la pluviosidad se reflejan en el régimen
hidrológico de la cuenca. El aporte anual es reducido por
la evaporación causada por las altas temperaturas y la
gran radiación solar que afectan particularmente a toda la
región ubicada a occidente del eje fluvial
Paraná-Paraguay, que además se caracteriza por
presentar sus ríos crecientes estivales.
Subcuenca del
río Paraná
La subcuenca del río Paraná es la de mayor
superficie (1.510.000km2). Este es a la vez el curso
más largo (2.570km), nacido de la unión de los
ríos Paranaiba y Grande. Si se le suman los 1.2000km del
Paranaiba, la longitud total asciende a 3.740km. Desde su
nacimiento hasta la desembocadura pueden diferenciarse tres
tramos: el superior o Alto Paraná hasta la confluencia del
río Paraguay (1.550km); y el Paraná inferior o
Deltaco, hasta la confluencia con el río Uruguay
(298km).
El Alto Paraná goza de un clima tropical
con precipitaciones concentradas en los meses de verano, que
establecen el régimen del río hasta su desagüe
en el Plata, con predominio de caudales de verano-otoño.
Las lluvias de la alta cuenca, que se producen de diciembre a
abril, con un máximo en febrero, derraman los mayores
montos en las nacientes del río Tieté, en la Serra
do Mar, donde supera los 4.000mm anuales. El Alto Paraná
discurre por un lecho tortuoso y de ancho variable, que presenta
los caracteres de un río de meseta, con variación
de amplitudes desde la angostura de la garganta de Jupiá
(800km) hasta el remanso que precede a los saltos de
Guayrá, donde el lecho se expande a 4.000m de ancho.
Responsables en parte de estas variaciones son los mantos de
basalto que propician en el lecho la formación de valles
estrechos, rápidos y cascadas, entre las que descuellan
las cataratas del Guayrá o Sete Quedas, descubiertas por
Irala. Sus caídas estrepitosas provocan la
pulverización del agua, que
forma densas nieblas y, al tiempo que labran
por erosión retrocedente sucesivos peldaños de 40m
de altura en la gran columna basáltica de la sierra de
Amanbay que atraviesa el curso superior del río, originan
la profundización y el estrechamiento del cauce. En
territorio brasileño el Paraná recibe afluentes de
importancia que proceden de las sierras costeras: Tieté,
Paraná, Panema, Ivaí e
Iguazú, que establece en su tramo final el límite
internacional argentino-brasileño, formando las cataratas
homónimas unos 28km antes de su desembocadura. El
Iguazú (vocablo que significa Agua Grande)
posee una longitud de 1.320km y una cuenca de alimentación de
62.000km2 y es uno de los afluentes más largos
del Paraná en el Brasil al que
pertenecen 1.205km. Nace en el planalto paranaense, a 900m de
altura, y cruza una región tropical que recibe un promedio
de 1.400mm anuales de precipitaciones. Al desembocar en el
Paraná corta por erosión retrocedente los derrames
basálticos, formando un conjunto de cascadas de gran
magnitud, conocidas como del Iguazú o Santa María,
descubiertas en 1542 por el Adelantado Alvar Nuñez Cabeza
de Vaca en su itinerario desde Santa Catalina a Asunción.
La longitud de la línea de cresta de los saltos alcanza a
2.700m, de los cuales solo 600m pertenecen al Brasil. Su origen
se vincula al largo cañón labrado por el río
Paraná, profundamente encajado en los mantos de basalto
desde Posadas a Guayrá. Su intensa erosión
retrocedente dejó a su afluentes -y entre ellos al
Iguazú- corriendo a un nivel superior, obligándolos
a volcar sus aguas al colector por medio de saltos. Distintos
tipos de caídas de agua tallan el
perfil rocoso, con ritmos más o menos veloces, entre las
que descuellan el Salto Unión Americana por precipitar la
máxima corriente del río a la Gargarta del Diablo,
dividida en dos partes por el límite
internacinal.
Aguas abajo de su confluencia con el Iguazú el
encajamiento lineal del Paraná también origina
saltos en sus afluentes misioneros. Entre ellos se destaca por su
extensión el arroyo Uruguay o Marambas y otros de menor
longitud: Aguaray Guazú, Piray Guazú, Paranay
Guazú, Cuñapirú, Yabebiry, etc., y el
Itaembé que sirve de límite entre las provincias de
Misioneros y Corrientes.
Esta característica de los ríos cuyos
lechos forman saltos, rápidos y correderas los hace aptos
para la producción de energía, aunque limita
su navegabilidad. Las obras realizadas por Brasil en el Alto
Paraná comprometen la posibilidad de otros
aprovechamientos energéticos del río, ya que
cualquier alteración artificial que se provoque en una de
sus partes influye inexorablemente sobre el resto del sistema,
situación que se torna estratégica por tratarse de
un río de curso sucesivo y soberanía compartida. Así como las
grandes represas construidas y proyectas por Brasil en su
territorio (Jupiá, Ilha Solteria, Itaipú y otras)
pueden ejercer un papel
beneficioso como reguladores del flujo de agua durante
todo el año, su contaminación amenaza provocar graves
daños a las áreas cercanas a la desembocadura de la
Cuenca del Plata, como consecuencia de que la gran cantidad de
energía hidroeléctrica producida se destina a
numerosos proyectos
industriales para la región centro-sur de ese país
que generarán fuertes concentraciones de población y afluentes urbanos e
industriales contaminantes; por otra parte, ya se han detectado
residuos -principalmente pesticidas- provenientes de la zona de
expansión de la frontera agropecuaria del Brasil. Otro
factor de preocupación es la propagación, hacia
toda el área de la cuenca, de la esquistosomiasis,
enfermedad transmitida por ciertos caracoles (caramujo) que
proliferan, en especial, en la aguas lénticas, por lo que
las zonas de lento escurrimiento de las represas artificiales se
convierten en su hábitat. Otro elemento de
perturbación es la intensificación del proceso de
acumulación de sedimentos en los embalses de capacidad
limitada ocasionada por a erosión hídrica y
acentuado por la pérdida de la masa boscosa y las praderas
de la alta cuenca, que mantenían las aguas de los
ríos límpidas y sin sedimentos.
El manto de basaltos que obstruyó el curso Alto
Paraná dio origen a los llamados rápidos de
Apipé, a la vez que se formaban varios brazos que rodean
las islas de Ibicuy, Talavera, Apipé y otras, entre las
que se destaca la de Yaciretá (451 km2), que
emerge de las aguas cubierta de árboles y pastos
graminosos con una altura que impide su inundación. El
proyecto de
aprovechamiento múltiple mediante las obras del complejo
Apipé-Yaciretá acordado con Paraguay
provocará un fuerte impacto sobre el albardón
ribereño con gran expansión de la zona inundada
especialmente sobre la margen paraguaya y aun sobre el
área de derrames del río en los esteros del
Iberá, a través de la zanja de trasvasamiento de
caudales de San Miguel, con obras de regulación que
permitirán el aprovechamiento de los caudales excedentes y
la recuperación de casi tres millones de hectáreas
aptas para la agricultura.
Las características del río Paraguay,
tanto por el brusco cambio de
rumbo como por la magnitud de los caudales que éste le
aporta colectados en una cuenca apenas inferior a la del
Paraná, a la que llegan aportes desde los relieves
andinos, cuyas características son tratadas en
capítulo aparte. Hasta Diamante se extiende el
Paraná Medio a lo largo de aproximadamente 60 km,
salpicado de origen fluvial. Con diferencias estructurales en
ambas márgenes, el valle es más estrecho que aguas
abajo y, por ende, está sujeto con mayor intensidad a los
efectos de las crecientes que invaden islas y terrazas fluviales.
Recibe escasos afluentes que derramen sus caudales especialmente
del lado correntino con rumbo noreste-suroeste; los más
importantes son los ríos Santa Lucía, Corrientes y
Guayquiraró, este último límite natural
entre las provincias de Corrientes y Entre
Ríos.
Por la escasa profundidad del lecho la navegación
de este tramo del Paraná se halla restringida a naves de
cabotaje, pero su desnivel de 34 m ha llevado a Agua y Energía
Eléctrica a formular el proyecto de
aprovechamiento energético del Paraná Medio, cuya
construcción modificará la dinámica hídrica al inundar el valle
en su totalidad produciendo un impacto no evaluado aún.
Entre los beneficios secundarios que, se podrán obtener,
cuentan los derivados de la formación de los espejos de
agua por la construcción de las represas, que
superarán 1.300.000 ha., las que se constituirán en
hábitat. Propicio para el desarrollo de
plantas
acuáticas (camalotales), biomasa renovable apta para la
generación de energía química (gas metano) y
residuos semisólidos ricos en componentes nitrogenados
utilizables en el acondicionamiento y fertilización de los
suelos.
Desde la confluencia con el Paraguay y el curso del
Paraná corre controlado por una falla cuyo labio levantado
corresponde a la margen izquierda. Su permanente proceso de
erosión socava la base de la barranca a causa del
ensanchamiento del cauce requerido por el proceso
permanente del deltificación interna. La profusión
de islas de carácter deltalco implantadas en el lecho del
río impulsa la formación de riachos laterales
denominados "saladillos", que acompañan al curso principal
del río. Los procesos de
sedimientación y erosión lateral del cauce
ocasionan inconvenientes para la navegación y las
construcciones ubicadas sobre las barrancas. Al norte de la
ciudad de Santa Fe se localiza una importante cuenca lacustre de
contorno irregular que presenta tres sectores: las lagunas San
Pedro, Leyes y
Setúbal, a la cual concurren los ríos Saladillo
Dulce y Amargo.
En el paraje Las Cuatro Bocas recibe las aguas del
Salado Norte (Pasaje Juramento-Salado), de curso
interprovincial (1.500 km), cuya cuenca cubre 247.000
km2. Sus aguas constituyen un recurso de valor
estratégico para las provincias que atraviesa: sus
numerosos afluentes captan escorrentías desde los nevados
del borde de la Puna que integra el río Las
Conchas-Guachipas (Calchaquí-Santa María), cuyos
recorridos reciben diferentes denominaciones y presentan en sus
cursos sucesivos
fenómenos de captura por erosión retrocedente. Ello
da a la cuenca superior del Salado un raro diseño,
con pronunciados cambios de rumbo, como en el caso de la quebrada
de Las Conchas-Guachipas, cuya confluencia con el río
Lerma da nacimiento al curso del Pasaje o Juramento que, al
entrar en las provincias de Santiago del Estero, recibe
finalmente el nombre de Salado del Norte. Sus caudales,
incrementados con el aporte de las precipitaciones, se ven
fuertemente disminuidos por los usos económicos del agua
para irrigación y las pérdidas por
evaporación e infiltración, que determinan
pronunciadas variaciones entre diferentes tramos de su curso:
así, en El Arenal se registra un caudal medio de 20,8
m3/s que, en Suncho Corral, aguas abajo de los
aprovechamientos del embalse Los Figueros, disminuye a 15,73
m3/s.
Mar dulce lo llamó Solís (1516). No
tardaron en escudriñarlo sigilosamente los portugueses
que, como a cosa nueva, lo llamaron Río da Prata. Tal vez
tenga razón Leviller cuando lo identifica con el
río de Jordán del maoa Coelho-Vespucio, pero es en
el croquis desmañado de Pigafetta que aparece dibujada en
el Fiume de Joham de Solís la boca del Uruguay, como un
amplio golfo, y el Paraná con su delta (1520). Es Gaboto
el que realiza la primer descripción y aporta los primeros
topónimos, Uruguay y Paraná. En este río la
isla de Martín García, promotorio rocoso de solo 2
km2 de superficie, afloramiento de basamento
cristalino que se levanta a solo 4km de la costa uruguaya
controlando la circualción del Canal del Infierno, que da
acceso al río Uruguay y a la más caudalosas de las
14 bocas por las que desagua el Paraná, ocupa una
posición estratégica. Por este motivo ha sido
objeto constante de la apetencia del Brasil, quien, si no pudo
lograr su dominio efectico,
pese a haber intentado algunas veces su ocupación, ha
triunfado al fin al consignarse en el artículo 45 del
Tratado del Río de la Plata firmado por las
repúblicas Argentina y
Oriental del Uruguay en 1973, que la isla sea desmilitarizada,
destinada a uso exclusivo de reserva natural, bajo
jurisdicción de la República Argentina.
Esta imagen, captada
el 21 de noviembre de 1973, perimite apreciar el estrechamiento
del Uruguay, arrinconado contra la banda oriental por el
voluminoso aporte sedimentario transportado por el Paraná,
que no solo forma espacioso delta que avanza a razón de 70
a 90 m por año sino también la Playa Honda o Placer
de las Palmas. La pluma que diseñan estos materiales
puede apreciarse claramente por los contrastes de color. Del mismo
modo diferencias de textura permiten distinguir la isla de
Martín García de las otras islas sedimentarias que
han ido formándose en su vecindad.
El río de la Plata ocupa una amplia cubeta
enamrcada por la líneas de falla del Urugauy, el
Paraná Guazú y el Paraná de las Palmas, que
constituyó por mucho tiempo la
principal vía navegable en la que se fundaron puertos como
los de Campana y Zárate, visibles en la imagen, este
último de importancia crucial por constituir la cabeza de
puente del ferrobarco que vinculaba a la costa pampeana con
Puerto Ibicuy en Entre Ríos. Para la fecha de la imagen del cauce
estaba prácticamente obliterado por los sedimentos, y el
tránsito de ultramar derivado al Paraná Bravo. En
la actualidad el dragado del canal Mitre ha reactivado el
tránsito por el Paraná de las Palmas, y el puente
Zárate-Brazo Largo relevado al viejo ferrobarco. El
río de la Plata se caracteriza por la existencia de un
delta subfluvial, probablemente fruto de un delta decapitado
durante la ingresión marina del
Querandinense.
(Imagen Landsat
E-1486/13091. NASA EE.UU.)
Numerosos esteros y bañados jalonan su curso
(Pellegrini, Figueroa, Añatuya), cegado por los materiales
fangosos que el río arrastra durante las crecientes y cuya
acumulación en el lecho ha procodaco los desplazamientos
horizontales del curso en busca de una mayor
pendiente.
El segundo afluente de importancia a este tramo es el
río Carcaraña, formado por los ríos Tercero
y Cuarto, provenientes de la zona montañosa serripampeana
y cuya cuenca imbrífera abarca aproximadamente 48.000
km2. El río Tercero nace en la sierra de
Comechingones y en su cuenca superior recibe numerosos afluentes
que se nutren de las precipitaciones de área
montañosa (600 a 1.000 mm anuales), otorgándole al
curso principal grandes volúmenes de agua disponibles
(caudal medio: 27,17 m1/s) para propósitos
múltiples (energía, riego y control de
crecientes). Los ríos San Miguel, Santa Rosa, Grande, de
la Cruz y otros drenan aguas claras hacia el río Tercero,
que corta con curso antecedente el cordón de la Sierra
Chica. El río Cuarto vuelca al Tercero las aguas de un
conjunto de drenes que descienden de la sierra de Comechingones,
transformándose en un río de llanura al norte de la
ciudad de Río Cuarto, originando una zona de
bañados en la proximidad de La Carlota en la que sus aguas
se salinizan tomando el nombre de Saladillo.
En su tramo Inferior el río Paraná
discurre dividido en varios brazos anastomosados entre sí
hasta su confluencia con el río Uruguay.
El delta del Paraná (14.000
km2) se extiende a partir de la ciudad de Diamante,
con una longitud de 320 km y ancho variable: 18 km frente a
Baradero y más de 60 km entre los ríos Luján
y Gutiérrez. Representa la más colosal
manifestación del acarreo de sedimentos de la cuenca y se
halla profundamente influido por las crecidas desfasadas del
río Uruguay, el régimen mareológico y,
particularmente por los procesos
atmosféricos de sudestada, que provocan grandes
inundaciones sobre el bajo delta. A la altura del puerto de
Baradero el río Paraná se divide en dos cursos: el
Paraná de las Palmas al oeste y el Paraná
Guazú al este, que abrazan la red anastomósica de
canales. El sistema de fallas
de rumbo norte-sur que atraviesan la provincia de Entre
Ríos controla la dirección de los principales ríos
que vuelcan al curso inferior del Paraná: Nogoyá,
Gualeguay y Pranacito, que organizan una compleja red hídrica cuyas
aguas, sujetas a crecientes extraordinarias de graves
consecuencias para la población, son aprovechadas con tajamares
que aseguran su acopio en la época estival. Por la margen
derecha el Paraná recibe en el ámbito de la
provincia de Buenos Aires una
serie de ríos y arroyos que desaguan la pampa ondulada:
son el Ramallo, el Tala, el Arrecifes, el Areco y el
Luján.
Subcuenca del
río Paraguay
El río Paraguay tiene sus cabeceras en la meseta
de Mato Grosso al sur de la Chapada de Parecis, a 3.000 m de
altura, y recorre 2.600 km antes de desembocar en el
Paraná. Principal vía de acceso para los
países mediterráneos del sistema del Plata
(Bolivia y
Paraguay), ocupa una vasta cuenca de 1.095.000 km2.
Con exclusión de sus cabeceras su curso atraviesa una
vasta llanura de escasa pendiente, con grandes planos de
inundación, entre los que se destaca por su magnitud e
influencia en el régimen de la cuenca la extensa depresión
del Pantanal de Xarayes (60.000 km2), que retiene
durante dos o tres meses las aguas de las crecientes, provocadas
en su curso alto por las abundantes lluvias estivales. De este
modo, la onda de creciente llega al tramo inferior del Paraguay
entre mayo y junio. Precisamente la presencia de los
bañados asegura su régimen permanente,
caracterizado por la regularidad, con máximos caudales en
invierno y estiaje estival, y un caudal medio anual de 5.000
m3/s. En sus tramos medio e inferior el río
Paraguay divide dos regiones morfológicamente
diferenciadas: al este la zona montañosa que constituye el
reborde oriental de la meseta de Brasilia y al oeste la llanura
chaqueña surcada por ríos de caudal marcadamente
estacional de origen local excepto el Pilcomayo y el Bermejo, que
le aportan gran cantidad de sedimentos, en especial el segundo,
que transporta anualmente 100 millones de toneladas de
sólidos en suspensión.
Al desembocar en el Paraná, el Paraguay produce
un "remanso", ocasionado por el movimiento de
hélice o voluta de las aguas del Paraná, y vierte
sus aguas por tres brazos: Humaitá, Atajo y Paso de la
Patria, donde se advierte el constraste de color entre las
aguas claras del alto Paraná y las rojizas del Paraguay,
que ponen en evidencia la significativa importancia de la
erosión hídrica en la cuenca que amenaza la
productividad
de los suelos y
desencadena procesos de
sedimentación que hacen peligrar los aprovechamientos
hidroeléctricos t las vías de
comunicaciónfluvial,a centuados por la ampliación
de la frontera agrícola a expensas de bosque, y la falta
de prácticas conservacionistas facilita la erosión
hídrica.
El nombre del río Pilcomayo o río
de los Pájaros es de origen quechua y signifca "río
rojo", a causa de la coloración de sus aguas. Su curso
compartido por tres países (la Argentina, Bolivia y
Paraguay) es inconstante, sujeto a las grandes variaciones de
caudal que han dilatado la dilucidación de las cuestiones
fronterizas de nuestro país con Paraguay. Nace en las
estribaciones de la cordillera de los Frailes (Bolivia) y
capta los derrames de un amplio frente andino alimentador por el
derretimiento de las nieves. La longitud de su curso alcanza los
1.070 km, u en él pueden distinguirse cuatro secciones: la
cuenca de alta montaña tiene sus fuente más austral
en el río San Juan en la Argentina, pero la mayor parte de
él se desarrolla en territorio de Bolivia, donde colecta
la mayoría de los caudales y drena una vasta zona que
recibe precipitaciones ácueas y níveas de alrededor
de 700 mm anuales. El tramo superior recibe precipitaciones
menores, es de carácter alóctono y se interna hacia
el sureste en la llanura chaqueña con un cauce bien
definido, pero con grandes variaciones de ancho y altura de las
barrancas que lo ciñen. El Pilcomayo medio es un
río divagante y conflictivo que alimenta numerosos esteros
y bañados. Se extiende aproximadamente hasta los
60ºO, emitiendo diversos afluentes temporarios; uno de ellos
es el río Confuso, por el que en 1927 corría la
mayor parte del caudal y que en la actualidad presenta las
cabeceras desecadas. El tramo final corresponde al abanico
deltaico de cauces cambiantes que se extiende hasta la
desembocadura en el Paraguay, desangrando parte del caudal hacia
el río Negro a través de El Reventón, con la
subsiguiente imposibilidad de aprovechamiento para la
navegación aguas abajo y con perjuicio para poblaciones
como Clorinda.
Las crecientes del Pilcomayo se producen en verano y el
estiaje a fines de invierno y principios de
primavera, como corresponde a su régimen de alimentación pluvial.
Los caudales varian apreciablemente a lo largo de su curso, en
especial en su tramo inferior, agostado por la pérdidas en
los bañados por evaporación e infiltración,
resultando el módulo medio de 200 m3/s
(1941-56).
El Bermejo (1.450 km) es uno de los ríos
interiores de mayor portencialidad de nuestro país, con
una cuenca de 133.000 km2. Sus nacientes reunen las
corrientes que descienden de los contrafuertes de la cordillera
Oriental
La imagen muestra un punto
clave en el curso del Alto Paraná, en el que recibe, por
la margen izquierda, al último de sus grandes tributarios,
el Iguazú, que se vierte en él después de
recorrer 1.320 km, bajando desde la sierra do Mar con rumbo
este-oeste. Como el Tieté, integra el grupo de las
grandes vias fluviales que permitieron la expansión de la
colonización portuguesa a expensas de los dominios
hispánicos.
El Alto Paraná es un río de meseta que
corre encajonado entre abruptas barrancas labradas en las coladas
de meláfiros que dan origen a la formación de
rápidos, correderas y cataratas, entre las que se destacan
las de Guayrá, ubicadas 193 km aguas arriba de la
afluencia del Iguazú.
El Alto Paraná es el eje de simetría de
esta escena, en la que a la izquierda se localiza el territorio
del Paraguay y a la derecha los de Brasil y
Argentina.
Aguas arriba de Corpus, donde el lecho rocoso se
halla a solo 5,50 m de profundidad, el Alto Paraná tiene
hondura suficiente para la navegación de regular calado
hasta Puerto Méndez en Brasil. En Puerto Iguazú,
último de los puertos argentinos, el hidrómetro
marca con
frecuencia alturas superiores a los 20 m. El ahondamiento del
cauce por el volumen de aguas
que arrastra ha sido más intenso que el de sus afluentes,
de modo que éstos forman saltos de diferente magnitud
antes de desaguar en él. El caso más notorio es el
del río Iguazú, bien identificable en la imagen por
el ensachamiento del cauce aguas arriba de las cataratas que
llevan su nombre pues éstas son incapaces de absorber por
la garganta del Diablo todo su caudal; se origina así un
hemiciclo de derrames de 2.700 m de longitud (de los cuales 2.100
corresponden a la Argentina) que vierten hacia el estrecho valle
de no más de 100 m de ancho por el que a través de
un trayecto de 28 km el Iguazú se vuelca al Paraná.
Esta es la consecuencia de la erosión diferencial de
cuatro tipos distintos de saltos, tres de ellos salvados mediante
dos escalones en el basalto , muy resistente a la erosión,
en tanto el cuarto tipo, correspondiente al Salto Unión,
que presenta una escarpa basáltica de un material menos
compacto, esponjoso y por ende más desgastable, asentada
sobre arenisca triásica de Botucatú, que facilita
la erosión en la base y el efecto retrocedente que alarga
la Garganta del Diablo, cuya extensión se acrecienta cda
día. La caída de agua forma dos bucles, uno que
erosiona el pie de la catarata y otro que se pulveriza y eleva en
forma de nube, originando el frecuente espectáculo del
arco iris con la luz del sol. Esta
garganta, enmarca entre paredes de más de 60 m de altura,
tiene menos de 100 m de ancho y solo 20 km finales son
navegables. Aguas arriba de las cataratas el caudaloso
Iguazú, que a lo largo de 115 km lleva la frontera entre
la Argentina y Brasil, ve interrumpida su navegabilidad por la
presencia de correderas y el ensanchamiento del cauce, que
siminuye su profundidad. Estos obstáculos fueron los que
impulsaron a Alvar Nuñez Cabeza de Vaca, el primero que
exploró este río, a continuar su trayecto por
tierra,
descubriendo las cataratas en 1542. El Iguazú recube un
pequeño tributario, el San Antonio, río fronterizo
cuyo curso sinuoso puede seguirse en la imagen por el vivo
contraste que presenta la ocupación humana a una y otra
margen: desmontada y densamente poblada la del Brasil, despoblada
y con el bosque casi virgen la de la Argentina, donde en las
estribaciones de la sierra de la Victoria se desarrolla el Parque
Nacional del Iguazú.
La alta pluviosidad de esta zona da origen a
incontables rios y arroyos
de curso meandroso identificables en la imagen solo en los casos
en que el desmonte facilitando la erosión hídrica,
deja al descubierto los faldeos desnudos, pues el resto de estos
cursos de agua
queda oculto bajo el espeso manto de la selva desarrollado en
este ambiente
subtropical. El Alto Paraná y el Iguazú se
caracterizaban como ríos de meseta, por el tono claro de
sus aguas, pero la intensificación del desmonte, la
frecuente roturación de los suelos por la
expansión agrícola y el aceleramiento de la
erosión han contribuido a que tengan en el presente un
color
acentuadamente rojizo debido a los materiales que
llevan en suspención. En la imagen, éstos aparecen
en tonos turquesa claros que contrastan, por ejemplo, con los
tonos más oscuros de las decantadas aguas del Acaray, que
en territorio paraguayo han sido represadas a pocos
kilómetros de su desembocadura en el Alto Paraná
para la producción de energía
hidroeléctrica cuyo principal mercado era, a la
fecha de la imagen, la provincia de Misiones.
Esta imagen es ya histórica por diversos
motivos, pues desde 1973, fecha en que fue regristada, el curso
del Alto Paraná ha sido desviado con motivo de la construcción de la presa
brasileño-paraguaya de Itaipú,
incrementándose también explosivamente la población de Foz do Iguaçú.
Esta obra provocará considerables cambios en el
régimen del río como sonsecuencia de las exigencias
del funcionamiento de las turbias de la central
hidroelétrica, lo que incide sobre los proyectos
técnicos elaborados por la Argentina y Paraguay para los
aprovechamientos de Corpus y Apipé-Yacireté.
También la vida del río será alternada:
muchos de sus peces no
encontrarán ya las condiciones propicias para su
existencia, en tanto otros ejemplares de la fauna fluvial
verán ampliarse su habitat, entre ellos el vector de la
esquistosomiasis (que habita en las aguas someras de lento
encurrimiento), flagelo que ya aflige al Brasil.
de Bolivia y los que drenan la sierra de Sanat Victoria,
donde nace el río Santa Rosa. Desde la confluencia de
éste y hasta las Juntas de San Antonio, donde recibe al
Grande de Tarija, el Bermejo lleva la frontera internacional. Ya
en territorio argentino recibe varios tributarios por su margen
derecha: el Iruya, con su afluente el Pescado, el Blancoo Zenta,
gran colector de las aguas del borde de la Puna. El Iruya le
aporta más del 70 por ciento del material sólido
que el río transporta en suspensión aguas abajo,
producto de la
potencia erosiva
de su cauce, que socava las altas barrancas de areniscas blandas,
cuya coloración justifica su nombre. La estacionalidad e
intensidad de las precipitaciones ( 900 mm anuales) en la alta
cuenca, que concreta en verano la disponibilidad de agua para
alimentar su trayecto alóctono, también influyen
sobre el grado de erosión, en especial donde los suelos
desprovistos de vegetación quedan expuestos a la
escorrentía. La alta cuenca del Bermejo presenta ejemplos
de procesos
erosivos de dimensiones extraordinarias, como el que existe en el
valle de Tarija (Bolivia) que, a la inestabilidad
geológica de los depósitos cuartarios y al
régimen pluviométrico suma una casi absoluat
ausencia de tapiz vegetal y se caracteriza por el inadecuado uso
agropastoril delsuelo: aproximadamente el 34 por ciento de su
superficie total se halla afectada.
En Zanja del Tigre el río Bermejo transporta un
elevado monto de material en suspensión: un promedio de 64
millones de toneladas anuales entre 1945/6 y 1962/3, lo que
afecta la estabilidad de los lechos fluviales, embanca los
canales y colmata precozmente los embalses artificiales,
obligando a costosas obras de dragado en el resto del sistema fluvial
platense.
Subcuenca del
río Uruguay
El río Uruguay, eje de circulación y
frontera natural de la Argentina con el Uruguay y el Brasil, es
en importancia el segundo drene del sistema del Plata, con su
amplia cuenca imbrifera que cubre aproximadamente 365.000
km2. Su curso recorre 1.600 km desde su nacientes en
las sierras do Mar y do Geral hasta su desembocadura en la
confluencia con el Paraná Bravo. Su amplia cuenca de
alimentación se localiza en zonas que
reciben 2.000 mm anuales de lluvias en los meses de invierno y
primavera, y que provocan crecientes retardadas en uno a dos
meses. Aunque el régimen del río es muy irregular,
pueden identificarse dos crecientes separadas por los estiajes de
enero y agosto. El caudal medio anual en Concordia es de
aproximadamente 4.000 m3/s, aunque se han registrado
caudales máximos de 17.720 m3/s (1965). En su
curso son frecuentes los derrames basálticos que crean
rápidos, saltos y restingas tallasdas por la
erosión hídrica. Precisamente, 40 km al norte de
Concordia la ruptura de pendiente de Salto Grande (afloramiento e
meláfiros), que marca un
límite para la navegación aguas arriba, se ha
aprovechado para llevar a cabo el proyecto
hidroelétrico homónino. La obra del complejo Salto
Grande afectará el escurrimiento y los procesos erosivos
aguas abajo, regulando los caudales. Ha motivado la
formación de un gran lago de ambalse y la
inundación y traslado de poblaciones.
Las costas del río Uruguay son diferentes, las de
la margen izquierda con altas barrancas y también la
misionera, donde forma los saltos de Moconá, pero la
correntina y la entrerriana son generalemte bajas. Sus
principales afluentes en la Argentina son el Aguapey,
Miriñay, Mocoretá y Gualeguaychú.
Subcuenca del
río de la Plata
El río de la Plata nace de la confluencia del
brazo principal del Paraná con el río Uruguay,
abriéndose en amplio estuario (35.000 km2)
-compartido por las repúblicas Argentina y del Uruguay-
que desagota el extraordinario caudal de su vasta cuenca (entre
1.600 y 2.300 m3/s). Su longitud hasta la línea
imaginaria que une la punta Norte del Cabo San Antonio
(Argentina) con la punta del Este (Uruguay) es de 275 km,
presentando un ancho variable que alcanza 40 km entre Buenos Aires y
Colonia y más de 200 km en su desemobocadura. Su lecho
está ocupado por bancos de arena y
arcilla que obligan a su permanente dragado para posibilitar la
navegación. Dicho método no
suprime las causas de la potente sedimentación sino que
solamente atenúa sus efectos , reflejo de procesos de
erosión hídrica que ocurren a miles de
kilómetros de distancia. Algunos guarismos reproducen
espectacularmente su impacto sobre las economías
vinculadas a los puertos de los ríos Paraguay,
Paraná y de la Plata, que exportan aproximadamente 20
millones de metros cúbicos de sedimentos de los canales de
acceso, a un costo de 20
millones de dólares anuales.
El régimen del río está influido
por los caudales de sus dos principales tributarios, por la
acción de las mareas y la participación de las
típicas situaciones del tiempo:
sudestadas y pamperos que empujan sus aguas respectivamente hacia
la costa argentina o uruguaya. Por la margen derecha recibe una
serie de afluentes -La Matanza o Riachuelo, Santiago,
Samborombón y otros-, entre los que se destaca por su
mayor extensión eñ Salado.
El Salado del Sur, tipico río de llanura, traza
gran cantidad de meandros que ocupan su valle plano y muy amplio
con numerosas lagunas (Chañar, La Picaza, Mar Chiquita,
Gómez, del Capricho, Encadenadas del este y muchas
más) y tras un recorrido de 650 km con rumbo
noroeste-sureste por la provincia de Buenos Aires
desemboca en la bahía de Samborombón, oficiando
dificultosamente de desagüe para una cuenca cercana a los
40.000 km2. En el pasado, su curso se hallaba unido al
río Quinto -como atestiguan la serie de cañadas y
depresiones que los conectan- pero actualmente constituye un
emisario lacunar cuya escasa pendiente y profundidad provocan
frecuentes inundaciones y desbordes en ocasión de lluvias
copiosas, transformándose por ello en un río
improductivo, no apto para riego, navegación o
generación de energía, ni siquiera como colector
eficiente de los aportes que recibe principalmente por su margen
derecha: Vallimanca-Saladillo, Las Flores y Gualicho. Una serie
de obras de defensa -principalmente canales- para evitar las
episódicas inundaciones articulan el drenaje de otros
cursos que
desaguan en la bahía de Samborombón (arroyos de los
Huesos y
Langueyú), aunque no han demostrado su eficacia. En mayo
de 1980 la inundación desplazó casi 30.000 millones
de toneladas de agua a todo lo ancho de la cuenca del Salado
(7.000.000 ha), anegando centros poblados y campos, cuyo lavado y
posterior salinazión, y la pérdida del pastizal
destinado a la cría de animales
provocaron ingentes daños a la población.