La opnión
pública
por el movimiento
revolucionario Tupac Amaru
Presentación
En este informe se expone
un análisis de los sucesos acontecidos entre
el 17 de diciembre de 1996 y el 22 de abril de 1997, producto de la
toma de la embajada de Japón en Perú, por el
Movimiento
Revolucionario Tupac Amaru.
El análisis aquí presentado se
efectúo desde los actores involucrados en los sucesos
antes mencionados, como generadores de opinión
pública. Para ello, se realizó un seguimiento de
prensa a
través de aproximadamente 158 noticias difundidas por
la empresa
internacional de información Prensa Latina, la
cual realizó una cobertura especial de los hechos y cuyas
informaciones fueron accesadas a través de Internet.
De esta manera, se pudieron espaciar los sucesos en tres
fases o momentos, hasta la finalización de la toma de la
embajada con la toma por asalto de un grupo comando
del gobierno del
Perú.
Con el propósito de que las hipótesis aquí planteadas puedan ser
verificadas con base a la información que las sustentan, se presentan
un conjunto de anexos a título demostrativo, que contienen
un total de 60 noticias emanadas desde la agencia internacional
de noticias Prensa
Latina.
PRIMERA FASE: ( 17 de diciembre de
1996 – 1ero. De febrero de 1997)
Esta fase comienza con la toma de la embajada del
Japón en Perú por el Movimiento
Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), la cual se caracterizó
por una efervescencia de la opinión pública ante
los acontecimientos sucedidos.
Durante este primer momento, ante las exigencias del
MRTA que produjeron el establecimiento de las negociaciones entre
el gobierno y este
grupo
guerrillero, se rompen las conversaciones en cuatro oportunidades
por iniciativa del sector gubernamental, a pesar del reciente
comienzo del conflicto.
Así mismo, se difunden un conjunto de frases y
expresiones descalificadoras a priori sobre las intenciones del
MRTA al tomar en calidad de
rehenes a más de 400 personas inicialmente. Esto no
brindó la posibilidad, de que se generara una matriz de
opinión en la cual los actores involucrados en el conflicto
tuvieran igualdad de
oportunidades para influir en la conformación de la misma
(Gobierno, rehenes
y MRTA). Más aún, considerando que el movimiento
guerrillero tuvo sólo en una ocasión pudo
establecer relaciones directas con el grupo de
periodistas que cubrían los hechos, lo cual fue producto de la
iniciativa tomada por éstos sin previo aviso al gobierno. Esto
colocó al MRTA en desventaja con respecto a sus
posibilidades de transmitir a la opinión pública
nacional e internacional del Perú, las intenciones y
razones de su acción.
Esto ocasionó que, en las noticias difundidas
tuviera un bajo índice de aparición relativa, las
demandas del MRTA en comparación con las exigencias del
gobierno para
construir la viabilidad de una salida pacífica a la
crisis.
Así comienza destacándose, el mayor poder ejercido
sobre la opinión pública por parte de uno
sólo de los actores implicados en los hechos.(
Gobierno)
SEGUNDA FASE (2 de Febrero – 15 de marzo de
1997)
En esta fase prevaleció una preocupación
gubernamental por el comportamiento
de la popularidad del presidente Alberto Fujimori, ya que la
misma comenzó a mostrar fluctuaciones frecuentes durante
este período del conflicto.
Esto propició una de las principales características del conflicto
desde este momento hasta su finalización, como lo fue la
personalización del mismo desde el sector gubernamental,
haciendo ver que el mismo era protagonizado por el presidente
Alberto Fujimori y el MRTA, lo cual contribuyó a centrar
la atención de la opinión pública en estos
dos actores, de los cuales el presidente era sólo el
representante de una de las partes, mas no uno de los
protagonistas del mismo. Esto sin considerar la evidente
omisión de quienes si constituían uno de los
protagonistas de los hechos, como eran los rehenes capturados por
el MRTA, quienes como actores relevantes pasaron incluso a ser
"cuasi espectadores" de los acontecimientos, cuyos centros de
atención eran el presidente y el movimiento
guerrillero.
Por otra parte, durante esta fase el presidente peruano
mostró a la opinión pública un proceso de
negociaciones agotado, durante el cual se realizaron todos los
esfuerzos gubernamentales por lograr un acuerdo entre las partes
que permitiera una salida pacífica a la crisis.
Así mismo, la opinión pública parecía
ya cansada y convencida del desgaste de las conversaciones,
producto de la
imagen
proyectada por el presidente sobre el agotamiento de las mismas y
por la alta frecuencia con que ocupó la noticia los
medios
informativos, lo que deterioró la atención de la
opinión pública sobre los sucesos. Esto
posiblemente contribuyó a la generación de una
actitud de
resignación por parte de la opinión pública,
ante una salida al conflicto,
fuese de cualquier manera incluso a través de la fuerza.
Todo ello, de igual manera que durante la primera fase,
estuvo acompañado de una presencia escueta y
esporádica en los medios de
comunicación, sobre las demandas del MRTA y las
razones en que se basaban las mismas.
De esta manera, la crisis
comenzó evidentemente a ser capitalizada por el presidente
e incluso por dos candidatos a Alcaldes de la capital,
quienes optaron públicamente por una salida de fuerza a la
crisis.
TERCERA FASE (16 de marzo – 1 de mayo de
1997)
Todos los sucesos acontecidos y la influencia sobre la
opinión publica ejercida en la anterior segunda fase del
conflicto, pareció ser sólo la preparación
política
de la opinión pública nacional e internacional ante
una salida de fuerza a la
crisis, la
cual se patentizó en el asalto comando que realizara el
gobierno el 22 de abril a las 3:30pm a la embajada del
Japón con el propósito de rescatar a los
rehenes.
Esta hipótesis sobre la preparación del
piso político para la ejecución de una
acción de fuerza el 22
de abril, se apoya en el manejo deliberado que hiciera Fujimori
de la opinión pública, tal y como se
señaló en la segunda fase del conflicto,
además del evidente comienzo de la planificación del asalto gubernamental
desde el mes de enero, dado que al principio de ese mes el
gobierno comenzó la construcción de los túneles que
permitieron la operación comando.
Ante el "éxito" de la acción de asalto que
arrojó un rehén y un militar muerto y un
rehén herido, Fujimori se sirvió de ello para
justificar y encubrir sus prácticas represivas, lo cual
contribuyó a un aumento sustancial de su popularidad, dado
que a nivel informativo la ación comando fue presentada
como exitosa debido a un margen de error menor de sólo 2
%, aun cuando una acción de este tipo era justificada y
exitosa con un porcentaje de muertos igual al 15% de rehenes,
según lo informado por los EEUU y otros países como
el Reino Unido.
En este sentido cabe resaltar el manejo comunicacional
de la acción comando, por cuanto para juzgar sobre el
"éxito" de ésta, no se consideró la muerte de
la totalidad de los guerrilleros del MRTA, quienes a nivel
informativo no parecieron contar como víctimas de igual
categoría a la de los rehenes y militares implicados en la
operación.
Por otra parte, considerando que la fase central de la
operación estaba planificada con una duración de 6
minutos y que la misma casi se triplicó en el tiempo al durar
16 minutos, cabe interrogarse sobre si una suerte providencial
cubrió la operación o si evidentemente los
emerretistas tuvieron tiempo de
reaccionar en contra de los rehenes, a quienes optaron por no
sacrificar siendo si ellos los ajusticiados impunemente por las
fuerzas de asalto gubernamentales.
Por último, destaca el silencio con que la
iglesia
cubrió el asalto, interrumpido por unas iniciales
lágrimas de Monseñor Cipriani y no así por
una posición abierta ante los resultados de la
acción comando. Así mismo, resalta la
omisión en todo momento de los Derechos Humanos
de los emerretistas, sobre los cuales prefirió la
Organización de las Naciones Unidas
(ONU) no
pronunciarse, abstrayéndose además, cualquier
organismo internacional y las agencias informativas de comentar
al respecto.
Autor:
Heiber Barreto Sánchez
Barquisimeto, Mayo de 1997