Borges es un
maestro del lenguaje.
Logra darle a todos sus escritos ese toque de fantasía, de
verosimilidad, de interés
que nosotros como lectores necesitamos para impulsarnos a
terminar de leer.
A mucha gente le
desagradan los temas o el lenguaje o
la forma de narración que lo caracteriza. Esto puede ser
porque no logran adentrarse en "su mundo", por ejemplo, al estar
leyendo un cuento, no
entran en él, no lo viven, no lo sienten, sólo lo
leen. Así que, si continuamos leyendo sus textos como
información científica y no como
arte
literaria, nunca podremos saber qué es lo que Borges
quería decirnos, qué era lo que
pensaba.
Borges nunca fue un
escritor oficial, al contrario, sus textos siempre fueron
criticados y analizados hasta el fondo para encontrar "lo malo"
en ellos. Creo que él siempre lo supo. Siempre trataba de
decirnos que él no era como los otros, que no
escribía lecturas para los críticos ni para las
conferencias ni para los concursos, que no le importaba que lo
criticaran… ¿Cómo me atrevo a decir esto? Tal vez
tenga una respuesta en la lectura de
uno de sus cuentos
más hermosos, "El aleph". Aquí Borges nos dice:
"Comprendí que el trabajo del
poeta no estaba en la poesía;
estaba en la invención de razones para que la poesía
fuera admirable…" Con esta frase Borges puede
afirmar que el poeta o aquel que la mayoría de la gente
consideramos poeta, no es poeta; que esa persona escribe
cosas banales, sin importancia, y que su único
mérito es darle una justificación a todas esas
palabras "hermosas" que inventan para que sus versos tengan
cierta rima. Otra frase que puede mostrarnos ese desacuerdo hacia
la literatura
oficial la encontramos unas páginas más adelante:
"Carlos Argentino Danerí recibió el Segundo Premio
Nacional de Literatura… mi obra Los
naipes del tahur no logró un solo voto. ¡Una vez
más, triunfaron la incomprensión y la envidia!";
¡Qué más puedo agregar a esta frase
reveladora de Borges!. Con
estas pequeñas frases logra transmitirnos su pensamiento
acerca de ese arte tan profundo
como lo es la literatura, nos transmite su
sentir hacia los escritores oficiales, nos enseña que, la
gente que decidía lo bueno y lo malo de algo tan subjetivo
como la literatura, siempre
buscó "lo malo" en sus escritos y en todos sus textos, "lo
malo" que aún, nosotros, seguimos buscando y que nunca
encontraremos.
Pero… ¿por
qué ese afán de ir en contra de su lectura?
¿Por qué el deseo de buscar algo que jamás
encontraremos en Borges?
Seguramente un factor importante es su lenguaje.
Borges solía utilizar un lenguaje de
fantasía, un lenguaje
propio, un lenguaje
universal que, al pensarlo y redactarlo, él lo
hacía suyo, le imprimía su toque personal.
Un claro ejemplo lo
tenemos en su cuento "El
Aleph" el cual mencioné anteriormente, que se encuentra en
el libro del
mismo nombre. Con este pequeño texto podemos,
fácilmente, entrar en el mundo de Borges a través
de su lenguaje. Éste está utilizado de una forma en
la cual podemos transportarnos fácilmente al lugar en
donde ocurren los hechos, al lugar en donde la narración
se sitúa. "El sótano apenas más ancho que la
escalera, tenía mucho de pozo"; en esta oración,
aunque no están utilizados muchos adjetivos está
claramente descrito el lugar al que el autor nos quiere llevar.
"Apenas más ancho que la escalera" nos hace imaginarnos un
lugar muy estrecho en el que apenas cabe una persona, un lugar
en el que alguien puede sentirse casi claustrofóbico;
"tenía mucho de pozo" nos habla de algo profundo, oscuro,
sólo, melancólico y casi sin fondo, en el que
cualquier persona
temería estar. Con esta simple y sencilla
descripción nosotros, como lector, tenemos ya una gran
visión del lugar en el que Borges se encuentra y si
estamos con él, viviendo lo que él vive, veremos lo
que nos narra.
Lo mismo sucede con
la descripción de las fotos de Beatriz:
"Beatriz Viterbo, de perfil, en colores; Beatriz,
con antifaz, en los carnavales de 1921; la primera
comunión de Beatriz; Beatriz el día de su boda con
Roberto Messandri…". Con sencillas frases y pocas palabras nos
lleva de un lugar a otro, de un suceso a otro. Del carnaval a la
primera comunión, de la boda a su foto en perfil; en fin,
podría decirse que Borges juega con nuestra
imaginación. Y eso es lo magnífico de Borges y de
sus narraciones e historias, juega con nuestra mente y con las
imágenes que hemos acumulado a
través de mucho tiempo, juega con
nuestras experiencias y nuestras visiones, juega con nosotros.
Pero no juega para divertirse, no juega, al menos yo lo creo
así, para reírse de nosotros, al contrario, creo
que juega para reírse de él mismo y de lo que
escribe.
Sé que es
muy arriesgado decir lo que digo, pero tengo bases en el mismo
Borges para mencionarlo. "El diámetro del Aleph
sería de dos o tres centímetros, pero el espacio
cósmico estaba ahí, sin disminución de
tamaño… vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi
las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en
el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto…"
Podemos darnos cuenta como nos lleva de un lugar muy grande a
algo pequeño, de la descripción del Aleph de dos
centímetros a la gran magnitud del espacio, de una
imagen a otra
totalmente contrastante y contraria.
Algo realmente
bello en sus cuentos es el
manejo de las emociones. Con la
simple palabra "lloré" nos sentimos melancólicos,
nos sentimos como él se sintió en ese momento. Creo
que ningún autor que había leído hasta ahora
había sido tan concreto en
las palabras, ninguno había dicho lloré de esa
forma tan directa, al contrario, la mayoría tratan de
decir lloré con un sin fin de palabras y descripciones sin
decir el simple sustantivo que encierra la
emoción.
Esa gran característica que posee Borges es muy
difícil encontrarla en otro autor. A través de
oraciones simples, de palabras que tal vez usamos todos los
días en nuestras conversaciones, de letras comunes y
sencillas logra hablarnos de temas muy profundos. No tiene que
usar conceptos desconocidos para la mayoría de la gente
para decirnos lo que piensa o siente de tal o cual
cosa.
Otra cosa que me
impresionó mucho fue el gran manejo de la ironía. A
través de todo su cuento, Borges
trata de decirnos que lo que le pasó fue cierto, nos
maneja datos concretos,
cosas verosímiles, nos transmite lo que sintió, lo
que vio y cómo lo vivió. Sin embargo, ya al final
de su cuento, nos
deja con la duda de saber si ocurrió o no. Ya que nos
encontramos totalmente convencidos de lo que nos narró,
nos imaginamos toda su historia y nos trasladamos a
ese lugar, nos dice que no sabe si lo que recuerda fue así
o no, que no sabe si realmente pasó: "¿Existe ese
Aleph en lo íntimo de la piedra? ¿Lo he visto
cuando vi todas las cosas y lo he olvidado? Nuestra mente es
porosa para el olvido; yo mismo estoy falseando y perdiendo, bajo
la trágica erosión de los años, los rasgos
de Beatriz." Eso es algo que no estamos acostumbrados a
sentir.
Tampoco estamos
acostumbrados a leer un cuento en el
que, al parecer al principio lo cuenta un hombre sin
rostro y sin nombre, y que después, casi al finalizar
éste nos sea revelado su nombre, por él mismo.
Mucho menos de una forma en la que nunca nos los esperamos.
"Beatriz, Beatriz Elena, Beatriz Elena Viterbo, Beatriz querida,
Beatriz perdida para siempre, soy yo, soy Borges"; esta
"presentación" si es que así puede
llamársele, es inesperada para mí y creo que para
cualquier lector. Al hablarnos de Beatriz, que a través de
todo el cuento nos hemos podido dar cuenta que es un gran
amor para
él, suponemos que dirá cosas sobre ella, que nos
narrará algo sobre su vida o cosas que compartieron
juntos, sobre todo estando frente a su fotografía. Sin embargo, lo único
que dice es "soy Borges". Es lógico que quiere que sepamos
que es él, ¿él? ¿Quién?,
Borges el escritor, Borges el personaje del cuento, Borges el
escritor y personaje, no lo sé, seguramente eso era lo que
él quería, que no lo supiéramos. Todo es
parte de su mismo juego con
nuestra imaginación.
Todo es parte de su
juego, ese
múltiple juego… Esa
diversión que tiene y que nos da dejándonos, cuando
menos por varios minutos ¿u horas? pensando en su cuento,
en su profundo y sencillo cuento. Con su último
párrafo, antes de la posdata, hace sentir en nosotros todo
ese temor y esa incertidumbre que, tal vez, jamás podremos
sentir después de vivir personalmente, un suceso de esa
magnitud. "En la calle, en las escaleras de la Constitución, en el subterráneo, me
parecieron familiares todas las caras. Temí que no quedara
una sola capaz de sorprenderme, temí que no me abandonara
jamás la impresión de volver. Felizmente, al cabo
de unas noches de insomnio, me trabajó otra vez el
olvido"
Todos esos
sentimientos, esas imágenes,
esos lugares, esos temores y rencores, son transmitidos a
nosotros gracias a su lenguaje. Nadie maneja el lenguaje de
una forma tan magistral como Borges, nadie tiene la capacidad de
llevarnos de un sentimiento a otro, de un lugar a otro con
palabras sencillas, nadie tiene su imaginación, su
habilidad para "jugar" con nosotros, ¿o
si?
Trabajo realizado
por:
Elizabeth
Muñoz
elizabeth_isela[arroba]yahoo.com