Revisado abril/1998
GLOBALIZACION Y
COMPETITIVIDAD
¿Demasiado escepticismo? Hay varias razones
para ello. El temor se fundamenta en la amplia desigualdad que
la
globalización trae a los países en vías
de desarrollo.
Se aprecia claramente que los países
más avanzados en comercio
internacional tienen mayor capacidad para invadir los
mercados
regionales. Sus grandes empresas
transnacionales y grupos de
inversores toman las riendas de sectores completos, la
mayoría de los cuales son claves para la producción nacional.
Las empresas de los
países pequeños sólo tienen una alternativa:
revisar sus estrategias y
políticas para lograr algún nivel de
competitividad
que les permita por lo menos sobrevivir. Sólo algunas
pocas pueden aspirar a salir de casa. Aunque las dificultades por
el bajo nivel de competitividad
son un síndrome común en los países
subdesarrollados, también es que hay una oportunidad de
superar el círculo vicioso pobreza/baja
productividad/pobreza.
Entendiendo la
globalización como un proceso
facilitador de mecanismos de expansión comercial, política o cultural,
se puede plantear el problema de la baja competitividad
desde dos perspectivas: producción y mercados.
Perspectivas de la baja | |
Producción | Mercados |
Tecnología | Excesiva |
Recursos | |
Innovación |
|
La desventaja en capacidad tecnológica,
tanto en maquinaria como en procesos, es
uno de los mayores problemas que
los mismos productores reconocen. La misma altura de inversión no permite un desarrollo
deseable. La tercerización de la economía debilita
más su capacidad de reacción. En la mayoría
de casos la fuerza
productiva no se orienta al sector primario y secundario,
dándose un excesivo de actividad en el sector terciario,
como son los servicios,
finanzas y
distribución. Francisco Javier Ibisate, S.
J., apunta que esto acarrea importaciones
desenfrenadas, que son dañinas para cualquier economía
frágil.
La incipiente disposición de redes institucionales y de
infraestructura son una obstrucción para el crecimiento de
empresas
fuertes y sanas. La formación de los recursos de un
país requiere del esfuerzo de décadas -y hasta de
siglos- identificable con una mística de desarrollo y
con una política
económica consistente que sobreviva a los vaivenes
políticos de muchos años. A diferencia de la
preparación técnica, los recursos
productivos de un país no tienen la inmediatez en su
dinamismo que exige el nivel competitivo.
El problema de la desventaja tecnológica
cobró importancia en la década de los ochentas en
algunos países de la región. Se discutía
ampliamente sobre la necesidad de implantar programas de
reconversión industrial, como un movimiento que
secundara a los intentos de industrialización de los
años sesentas. El nivel de obsolescencia ya alcanzado
tenía preocupados a los empresarios, sobre todo a los
grandes. En realidad, no es un problema nuevo. Algunos analistas
afirman que al examinar la historia latinoamericana, el
atraso en ciencia y
tecnología es un determinante de la dependencia. En
otras palabras, es una forma de medir el subdesarrollo
y una razón de mapeo de la jerarquización de
países en el área. Por razones históricas,
como señala Jaime Acosta Puertas en 1988 en su
artículo América Latina: ¿Modelos de
Industrialización y de innovación tecnológica? "la
ciencia y
tecnología, para ser eficientes a una sociedad,
requieren de nuevas condiciones políticas,
económicas y sociales que ella misma no puede
inventar…"
En El Salvador desde 1990 se implementó
una política
de reconversión industrial, creándose el Fondo de
Crédito
para Inversión, que pretendía cubrir
tecnología, capacitación técnica,
reacondicionamiento, etc. Sin embargo, como suele suceder en los
países del área, estas instituciones
están allí pero parecieran no estarlo -de igual
manera que el Parlamento Centromericano-.
La innovación, que es de los temas más
emocionantes en productividad, se
manejan tonos humildes. A esto abona la forma misma de los
mercados que se
han desarrollado durante décadas -que más han
parecido mercados
latifundistas que monopolistas-. Sin embargo, no se puede negar
que se ha tendio algún nivel de sentido innovativo, pero
que solo ha sido lo suficiente para los mercados propios
y no para los externos -como decir adaptarse al europeo o
asiático-. Esto representa uno de las mayores dificultades
de los empresarios ante la
globalización.
Una estructura con
muchos productores atendiendo mercados pequeños como los
centroamericanos, por ejemplo, no formar un escenario apropiado
para ensayar expansión, desde dentro. Aunque aún en
los países europeos se fomente la empresa
pequeña, para los países subdesarrollados el
problema no está en que tengamos muchas empresas
pequeñas, sino en el bajo nivel de integración que éstas tomen al
enfrentarse con las multinacionales.
La acción de las grandes empresas llega a
formar una seria descomposición sectorial al interior de
la red productiva de
las naciones. Estos desajustes traen consecuencias inmediatas y,
por ahora, muchos economistas luchan por descubrir la manera de
recuperar en el mediano plazo algún equilibrio que
dé luces a un legítimo despegue productivo hacia el
desarrollo.
Otros analistas visualizan ya otro problema, a
largo plazo. Se remonta a la raíz misma del régimen
en boga. Ante la caída del comunismo -al
menos al del estilo soviético- se facilita justificar la
inoperancia de aquel como una verdadera alternativa de sociedad. Ante la
voracidad del capitalismo,
los nuevos pensadores de avanzada piensan, en primer lugar, en
revivir al comunismo, con
nuevos lineamientos de gran vigor por las experiencias del siglo
XX. En segundo lugar, se trata de ir planteando ya un diferente y
nuevo aporte para el siglo XXI. Aquí se señala la
necesidad de una nueva forma de organización social, más completa e
integral, que supere a todas las anteriores, como una plataforma
apropiada al nivel de evolución social que la humanidad haya
alcanzado para ese entonces.
Muchos conocedores de la realidad mundial de
estos años no dudan en culpar al capitalismo
por el agotamiento actual de los recursos del
planeta. El sistema, al que
el anhelo de expansión le es intrínseco, se
está encontrando ya con los límites de su misma
naturaleza.
Habría que esperar ver cómo sortear esta
problemática.
Hay que reconocer que cualquier cosa, para que sea
aceptada, debe mostrar algo atractivo. Independientemente de sus
efectos, el proceso de
globalización se impulsa a sí mismo
con mecanismos que crean condiciones difícilmente
alcanzables de otra manera. La inmigración laboral, por
ejemplo, viene a resolver problemas de
las naciones, dada su inestabilidad que no alcanza a superar la
desprotección social.
Los flujos comerciales viene al rescate de
mercados cautivos locales, dominado durantes décadas por
productores que se consideraban a sí mismos
blindados, gonzando de grandes beneficios de
regímenes proteccionistas.
Esto no hubiera sido posible de todas formas, sin
un desarrollo
tecnológico, sobre todo en las comunicaciones
y la informática, que facilitan el sentido
expansionista del sistema. Los
años han enseñado a las grandes empresas a saber
administrar el desarrollo, uniendo sus esfuerzos a instituciones
de investigación y universidades para alcanzar
nuevas tecnologías productivas. En la administración de fines de siglo, el centro
de atención es ahora lograr los mayores niveles de
competividad, realizar planificación estretégica y valerse
se herramientas
de avanzada, como Reingeniería y Benchmarking,
Calidad Total
y Justo a
Tiempo. La gestión
de mercadeo -de gran
desarrollo en los últimos veinte años- nunca antes
tuvo mejores retos y posibilidades.
Ser competitivos o morir
Por ahora las condiciones son más radicales
para la existencia de las empresas. Las gremiales y asociaciones
sectoriales de los países latinoamericanos deben empezar
por comprender que no se puede salvar todo. Un sector como el de
transporte
podría ser un punto de desarrollo, pero en cambio otro
como el calzado podría tener un futuro incierto. Una
figuración como ésta plantea una plataforma o mapa
sectorial que obliga a priorizar las medidas de rescate
productivo. Los programas de
análisis de competividad nacional que
algunos países realizan en el área son claves para
ello. Sin embargo, ésta vez hay una obstrucción
adicional, que es una característica común a nuestros
pueblos, en cuanto que en cultura de
política
económica se hacen muy buenos proyectos, pero
en cambio se
tienen hechos que hablan de otros resultados. Si por una vez se
diera una verdadera aplicación a los programas que
buscan la competitividad, es decir que realmente se
cumpliera -por ejemplo- que a un pequeño empresario se le
pudiera resolver un crédito
en quince días, tomando como garantía un fondo
nacional, se estaría dando paso a un proceso de
verdadero crecimiento, en vez de colocar una pomposa línea
de crédito
que pida garantías insuperables.
Los programas de
competitividad deben tener otro factor común. En primer
lugar, no debe faltar una exploración sectorial.
Quién compra, quién vende, quién distribuye,
quien invierte, etc., en cada sector. En segundo término,
el diseño
de una estrategia
nacional que coordine los sectores, producto del
hallazgo de múltiples variables.
En realidad, esto no es nuevo. La idea inicial
viene de una herramienta de la economía planificada
de ex Unión Soviética, que se convirtiera en una
norma mundial para la gestión
de las economías, pero que prácticamente ha quedado
en el olvido de muchos economistas latinoamericanos. Se habla de
la Matríz Insumo Producto, que
relaciona los sectores en cuanto receptores y aportadores para
toda la economía. Esta permite determinar en
qué medida habría que afectar algunos sectores para
hacer crecer o bajar un sector específico. Es
fácil, todo sector que quiera crecer debe tener un flujo
adecuado de input -insumos- y un output garantizado que reciba lo
producido. Lo difícil es hacerlo.
De pronto aperece una empresa
extranjera distribuyendo algún producto en el
mercado nacional.
Los productores locales muchas veces no logran integrarse para
formar una verdadera competencia.
Siguen trabajando creyendo que que su competencia es el
otro productor de la misma localidad.
La idea del clúster busca precisamente
fabricar un líder
entre varios asociados. Proveerlo de todo lo necesario para que
crezca, en interdependencia con otros sectores. Dentro del
clustering, además de lo difícil de hacer cambiar
la actitud de los
empresarios en desventaja, aparece otra dificultad. Las
ramificaciones sectoriales con fuerzas turbulentas impuestas a
conveniencia por los líderes, naturalmente tienden a
suprimir los movimientos que hagan peligrar su posición
privilegiada.
Dentro de esta problemática,
únicamente sería efectiva una labor de
concientización verdadera a los agentes involucrados. Los
forcejeos intrasectoriales, como por ejemplo, banca versus
industria,
generalmente son llevados a niveles de contrapresión
política,
donde es más difícil resolver en equilibrios sanos
y convenientes.
De todas maneras, la lección es clara.
Dentro de una gran complejidad de acuerdos comerciales, que van
desde los años 60's como el MCCA, hasta las más
recientes ideas del ALCA, se han
dejado ver algunos resultados esporádicos de gran valor, aunque
en general no se han cumplido con los anhelos de quienes lo
impulsaron. Hay varios factores que han ocasionado este fracaso.
Los intereses económicos, políticos y militares
locales han estado
poniendo desde hace décadas buena cuota de
oposición pasiva a estos movimientos
integracionistas.
Los países subdesarrollados tratan de
entrar a negociaciones multilaterales sin estar completamente
preparados para ello. En esto, la
globalización aplica prisa a tratos infructuosos que
por lo general terminan en ceder apertura sin posibilidad de
obtener reciprocidad. Los acuerdos preferenciales de Estados Unidos
con la mayoría de países no son más que
tranquilizantes para un par de productos, sea
azúcar o sean exportaciones no
tradicionales.
Alternativas escasas
Dentro del proceso de
globalización, que como se ha dicho en
otros escritos, comenzara en los años setentas -para
algunos- o desde la instalación de la ONU poco
después de la Segunda Guerra
Mundial -para otros-, la política exterior
generalizó la idea de los mercados comunes y demás
tratados de
libre
comercio. El fracaso es ahora obvio. Muchos grupos de
intereses fuertes, como militares y sectores empresariales de
dura tendencia conservadora, mantuvieron una oposición
pasiva a la unión política real de las
américas. Sus bienes
podían verse peligrar ante una readecuación de
recursos y
mercados. En otros casos, las guerras
civiles de fuerte envergadura como las de El Salvador, Guatemala,
Nicaragua y Colombia, los
gobiernos se vieron en dificultades para implantar el modelo de
ajuste estructural a tiempo,
dejándolo para la década de los noventas.
Aquí ya se establece una diferencia clara al interior de
los países subdesarrollados. México,
por ejemplo, pudo avanzar más en materia
privatización que otros países, y llevó a
cabo profundas reformas que le permitieran aspirar a participar
de primera mano en el TLC.
Ahora que los pueblos están probando
algunos gobiernos de línea izquierdista, se tiene una
posibilidad de poner algún nivel de equilibrio a
la
globalización y sus efectos en las economías.
Es iluso pensar que se puede frenar un movimiento tan
fuerte como ese, pero con un plan muy
disciplinado se puede incidir de alguna manera. Siendo moderados
en la implantación de regímenes jurídicos
referentes a privatización, finanzas,
condiciones de intercambio y dolarización de la economía, se
podría crear una válvula que dispense algo de
poder.
Posteriormente se deben montar las estructuras
que faciliten otras actividades comerciales, como algún
manejo para filtrar importaciones,
competitividad nacional, etc.
La constante preocupación de
Latinoamérica por atraer inversión extranjera pareciera ser el
puntero de la gestión
económica de grandes oficinas estatales y privadas. Se
habren grandes garantías para el inversor extranjero y se
hace promoción internacional de oportunidades de
sectores con futuro. Y es que la visión de algunos
economistas plantea que no hay producción sin inversión. Luego que no hay inversión si no hay rentabilidad.
No puede haber rentabilidad
en una rama que no tenga costos
competitivos, lo cual no se puede obtener sin una serie de
factores internos y externos, como mano de obra calificada,
acceso a materiales y
una red productiva
por lo menos estable a los precios. Por
otro lado están los atractivos de mercado, locales
o regionales. El resultado en muchos casos es triste. Incluso
algunos índices se orientan a medir la inversión
extranjera, y tienen un seguimiento constante por las autoridades
económicas. El difícil binomio inflación con
desempleo es
más crítico de lo que aparenta. La
contracción misma de la demanda por
bajos ingresos detiene
la capacidad de adquisición de un alto porcentaje de la
población. Francisco Javier Ibisate
advierte del peligro de la inflación para los sectores
más desprotegidos. Una mejoría es este rango
traería en forma inmediata una reactivación
significativa de la actividad comercial, dado la alta tendencia
marginal al consumo.
Condiciones necesarias para la
competitividad en latinoamérica
Condiciones necesarias para la |
Sentido de proyecto Políticas sectoriales orientadas a Proveer las herramientas necesarias Revisar un macroentorno |
Crear un sentido de proyecto nacional
implica reconocer la necesidad de mejorar la situación
vigente. El involucramiento de los grupos
sociales, sobre todo grupos con
poder, debe
dirigirse hacia un mismo objetivo. Esta
quizá sea la parte más difícil. El analista
David Escobar Galindo señala que el reto de muchos
grupos de gran
poder, como
los grandes partidos
políticos de izquierda y derecha, está en
enfrentar realidades, no contrincantes. Incluso el Dr. Edwards
Deming
menciona en uno de sus 14 puntos de Calidad Total,
secundando a Jurán, sobre lo imperioso de crear la
conciencia de
la crisis de la
calidad, con
el objetivo de
planificar en función de esa crisis.
El Programa Nacional
de Competitividad en El Salvador -desarrollado por la
estadounidense The Monitor
Company, en cuyo equipo de directores figura Michael Porter- por
ejemplo, así como el Plan de
Nación del gobierno, si bien
tienen una intención de gran importancia, de entrada se
ven con una gran contradicción: no cuentan con la consulta
ni el apoyo de los grupos de
izquierda, de importancia creciente en las decisiones
económicas después de los años de la
guerra civil
..
Un análisis estratégico de los
dinamismos sectoriales debe lanzar -por lo menos- una fotografía
de la situación. Así como en Administración de Empresas, también
en Economía debemos intentar distinguir entre causas,
problemas y
consecuencias. Sobre todo en el largo plazo, las naciones deben
plantearse metas que se puedan ir midiendo en base a proyecciones
de corto plazo. La consistencia entre las políticas
económicas deben dar la fuerza
necesaria a esas herramientas
para alcanzar algún resultado satisfactorio. Incluso
Porter reconoce la necesidad de contar con planes nacionales de
largo plazo, algo típico de la economías
socialistas, muy planificadas. Mucho se ha insistido en que para
superar la situación frágil de las economías
latinoamericanas ya no funcionan los grandes proyectos
globales de reactivación de hace quince o veinte
años. Cada sector, por su peculiaridad y
problemática muy propia, necesita recetas a la medida.
Muchos programas del BID
y de otras instituciones
internacionales reflejan la alta incidencia de los proyectos
específicos en resultados más
satisfactorios.
En cuanto a las herramientas
que la sociedad necesita
se encuentran la preparación técnica, la salud y todos los
demás beneficios que los gobiernos mencionan en sus
campañas electorales. El mismo Porter apunta que en El
Salvador la empresa
debería realizar actividades para acercarse a las
escuelas. La preparación técnica ha sido
útil para muchos países que han iniciado sus
ensayos de
desarrollo en el presente siglo. La Unión
Europea ha atendido durante años varios programas de
asistencia técnica y transferencia de tecnología a
países en desventaja tecnológica.
Por otra parte, para alcanzar algún nivel
aceptable de competitividad, se requiere un ambiente
más o menos estable en lo referente a variables como
seguridad
jurídica y financiera. Muchos limitantes al crecimiento
productivo parecieran no tener incidencia directa, pero si se
trata de mirar por encima del sombrero de la gente, se
descubrirá que, por ejemplo, un sistema judicial
incipiente como el de muchos países subdesarrollados, no
favorecerá un ambiente sano
que toda economía necesita para crecer. La presencia de
mercados irregulares, en asociación a actividades como el
contrabando de mercaderías, el lavado de dólares u
otras transacciones especulativas financieras desalientan la
inversión extranjera. A nivel internacional existen varias
empresas de auditoría de entornos, que tratan de medir
todas aquellas variables que
ocasionen riesgos para la
inversión.
Michael Porter en El
Salvador
Si la competencia gira
alrededor del mismo conjunto de variables
-afirma Porter- ninguna empresa se
pondrá a la cabeza. Alcanzar el liderazgo y
mantenerse allí es la base de la estrategia: crear
una ventaja competitiva. Básicamente se refiere a hacer
las cosas en forma diferente a los
demás.
El 20 de febrero de 1998 Porter expuso en San
Salvador "Centroamérica y El Salvador a las puertas del
siglo XXI. Perspectivas y desafíos", por
invitación de INCAE. Para el pensamiento de
Porter, un líder
es aquel que redefine la industria. No
se debe reaccionar a la estructura
actual, sino que previamente hay que decisiones para influir en
ella.
El éxito de Porter radica en que ha podido
conocer y entender de primera mano el sentido empresarial de las
multinacionales y la filosofía neoliberal que seduce a la
economía internacional. En El Salvador señala que
se tienen dificultades en mano de obra no calificada,
infraestructura ineficiente y bajos estándares educativos.
También se incluye la inseguridad y
el peligro de los juegos
políticos.
Entre los puntos críticos a la postura de
Porter se encuentra que defiende el hecho de que en un
país con fuerte intervensión estatal no hay
productividad,
pero por otra parte no deja de mencionar que el gobierno debe
crear estabilidad, infraestructura, incentivos y
planes para la economía. En realidad, cualquier
país debilitado por las corrientes de privatización
difícilmente podría tener el poder
suficiente para hacerlo, en vista que la gran inversión se
siente atraída sólo por aquellas actividades
altamente rentables que son clave para las economías, como
electricidad y
telefonía, durante décadas administradas por
el
estado.
Los defensores de la Economía Social de
Mercado -ESM-
exponían ya en los 80's que la fortaleza del estado no
reside en su tamaño, sino en su capacidad de concertador
de los principales agentes económicos y sociales. Aunque
la ESM pretende mediar entre competencia/eficacia -aspecto
económico- y el equilibrio
social -aspecto político- se esfuerza en justificar un
no al intervencionismo dañino estatal y deja en un
último término el problema del desequilibrio
social, que ha sido causa de movimientos revolucionarios durante
siglos. La incertidumbre de dejar que el mercado regule
los recursos de una
sociedad se
incrementa cuando nos damos cuenta que en la región los
mercados son especialmente imperfectos. Como bien advierte la
disciplina
económica, no existen los mercados perfectos, pero en los
países subdesarrollados el proteccionismo y los sectores
privilegiados defiendeen una estructura
altamente desequilibrada. Dentro de este panorama, es
fácil determinar lo difícil que es establecer un
ambiente de
competitividad, cuyo componente principal es el principio de
democracia en
el mercado.
Globalización en
crisis
Así como otros grandes fenómenos
económicos, las consecuencias ya se sienten al interior de
los países desarrollados. Los grupos laborales
estadounidenses, que tienen un nivel de poder
considerable en las esferas políticas,
han advertido el desencanto de la globalización. Las empresas buscan mano de
obra barata en los países del tercer mundo y trasladan
allá buena parte de sus operaciones,
dejando huérfanos los puestos de trabajo de casa. Los
beneficios de los mecanismos de seguridad
social y otras formas de retribución no logran
reflejar el mismo nivel de bienestar que si se ocupara a estos
empleados.
En los países de Europa el
fantasma del desempleo ronda
en medio de las negociaciones de la Unión
Europea, en donde se hace un gran esfuerzo por mostrar la
solidez suficiente como para ganar la asignación del euro
como moneda de curso. España,
Francia y
Alemania han
alcanzado niveles de desempleos tan altos como pocas veces se
conocía. Esto traerá en los últimos
años de la década de los noventas medidas muy
urgentes de parte de los gobiernos europeos, que por su
línea de socialismo
generalizado, se tiene -a primera vista- mayores posibilidades
que EEUU para solventar esa crisis.
En cuanto a los países subdesarrollados,
las consecuencias son muy conocidas. La apertura indiscriminada
de los mercados ha hecho perder el control sobre la
balanza
comercial. El libertinaje de las importaciones ha
traído serias consecuencias a las redes productivas locales.
La pérdida de valor de las
monedas frente al dólar y el crecimiento de las bolsas de
valores y
otras actividades especulativas han vuelto muy frágiles
los sistemas
financieros. La privatización de la banca no ha
generado precisamente el mercado financiero libre y cristalino
que ofrecían quienes propusieron el cambio de
manos de muchos bancos. El atraso
en la legislación financiera del área es un
atractivo para operaciones
ilegales como el lavado de dólares y la recaudación
ilícita de dinero. En
realidad, hay varios grupos de gran poder detrás de las
redes
financieras, que cubren campañas políticas,
tráfico de drogas y
actividades productivas de dudosa aceptación
pública.
La Neodemocracia
latinoamericana
La privatización de actividades estatales
estratégicas como telefonía, electricidad y
fondos de pensiones establece también condiciones para la
mayoría de pueblos. Corriendo paralelo a esto, los pueblos
de la región han estado
superando el estereotipo del gobierno con
dictaduras oligárquicas y militares. Ya para la presente
década se hace sentir un ambiente
político que se podría denominar Neodemocracia -o
períodos de transición hacia la democracia,
como se podría también definir- en cuanto que el
condicionamiento difiere del sentido tradicional de democracia. La
presencia de gobiernos civiles y la sujeción de los
ejércitos al mandato constitucional y a la vigilancia de
los derechos humanos,
han venido a cambiar la visión política de la
realidad. Para la mayoría de países
latinoamericanos, desde tiempos de la colonia no se había
tenido una modificación significativa. Este estado actual
de neodemocracia se debe, en parte, a los movimientos
revolucionarios armados y no armados, y a la evolución natural que la historia política
tiene en las naciones, producto de
las crisis
resueltas y no resueltas.
Las teorías
del Estado que han
pujado desde mediados de este siglo son señales de
superación de viejos y nuevos desequilibrios. Estas
depuraciones incluso se han vuelto exigibles desde las
campañas mundiales de Estados Unidos y
los organismos financieros internacionales, ante la necesidad de
ir modernizando la actividad político-económica
global, aunque haya a la vez contradicciones con otras
líneas hegemonizantes en los mismos
ámbitos.
Con esto los gobiernos son más accesibles
a las aperturas de toda índole, por lo que no se percibe
una oposición abierta a la globalización, porque no se tocan los
intereses de los principales grupos económicos. Desde esta
postura, no se puede hablar por tanto de una crisis de la
globalización por sí ante la
actititud de los gobiernos del tercer mundo. Se puede predecir
que de haber marcha atrás, no se debería a
ellos.
La preocupación por la competitividad no
debe ser exclusiva de las economías voraces. La
economía de proyección social también
necesita nutrirse de los mejores elementos para rendir mayor
beneficio. A pesar de que aún en los países de la
región se tienen empresarios que piensan que su nivel de
aporte al estado y a la municipalidad debe devolvérseles
en igual medida porque "también tienen derechos", afortunadamente
hay una constante depuración que busca humanizar la
economía. La competitividad es útil a las entidades
de cooperación y organismos de asistencia técnica o
humanitaria, no sólo a las empresas.
Puede consultar mi artículo "Modernización y
Globalización. Privatización o
Desmantelamiento" y otra documentación de interés en
la página Monografías
Visite la Universidad
Centroamericana José Simeón Cañas. Dispone
de varias publicaciones especializadas en economía y
política latinoamericana
En CONACYT de El Salvador podrá
abordar sobre Tecnología y otros
temas de productividad
1. Muchos laboratorios
farmaceúticos latinoamericanos operan sin destinar
millones a I&D así como se hace en los trabajos de
desarrollo de nuevos compuestos en Merck o
Pfizer.
2. ¿Qué
queda del socialismo?
Antonio González, Realidad #55 Ene-feb/97 Universidad
Centroamericana José Simeón Cañas -UCA
3. La OEA hace una
clasificación bastante clara de los distintos tipos de
acuerdos comerciales en El Comercio de
las Américas http://www.oas.org/SP/PROG/TRADE
4. A semejanza del IVAE,
que se refiere a la evolución económica de los
principales sectores durante el último año. Se
utiliza como base para cálculo
del PIB. Se
disponen de mediciones de corto plazo que alertan la
política de fomento a la inversión.
Por Jose Eduviges Rivas
Lic. en Economía
El Salvador 1998.