Introducción |
I. Antecedentes: algunas características de |
II. Evolución del |
a. Elevación de las tasas de |
b. Cambios en la estructura y deterioro |
c. Heterogeneidad en la distribución del |
Conclusiones |
Caracteristicas del mercado de |
a. La estructura de los |
b. La calidad del empleo en las |
c. Condiciones laborales y calidad del |
d. Terciarización e informalización: dos |
Conclusiones |
El cambio |
a. Cambios en el ámbito internacional |
b. La necesidad de innovación e |
Conclusiones |
Impacto de la Globalización |
Introducción |
Los resultados de la globalización |
Conclusiones |
Las políticas de |
Las Políticas de |
a. Creación de puestos de trabajo |
b. Generación de empleo duradero |
c. Programa de capacitación |
Conclusiones |
Reflexión Final |
Bibliografía |
Este trabajo tiene como objetivo principal investigar
el desarrollo y la actualidad del
mercado laboral en América Latina. También
nos pareció importante analizar los que consideramos dos
grandes aspectos que tienen una directa relación con los
cambios que han ocurrido en el mercado laboral de América Latina, hablamos de
la globalización y el
cambio tecnológico; dos
fenómenos que se dan juntos y son cada día mas acerados
y relevantes. El trabajo no podía
quedar completo sin hacer un estudio de las políticas publicas
relacionadas con los problemas del mercado laboran y un detalle de
las políticas publicas
desarrolladas para enfrentar este problema del mercado laboral en nuestro país,
Argentina.
Este trabajo fue realizado por alumnos de la
cátedra de Política y Derecho Social de la carrera
de Administración de la
U.N.L.P. , con la idea de conocer un poco mejor las condiciones
del mercado laboral actual de América Latina y su
repercusión en el ámbito social.
Para realizar este trabajo se recurrió a fuentes de información variadas, pero
se le dio especial importancia a los informes de los organismos
internacionales como la O.I.T (Organización Internacional
del Trabajo) y de organismos públicos nacionales como el
I.N.D.E.C. ; para tratar de darle la mayor verosimilitud a la
monografía.
Realmente confiamos que este trabajo servirá para
introducir e informar a quien lo observe, sobre la real
situación del mercado laboral en América Latina, el cual
tiene una enorme relevancia tanto política como social.
Queremos agradecer a todas las personas e instituciones que colaboraron
de una u otra manera para que la realización de esta
monografía se pudiera
concretar de una manera exitosa.
Introducción
El propósito que se busca con este trabajo es
investigar las caracteristicas del mercado de trabajo
Latinoamericano. Se pone un especial espíritu en observar
las causas de los problemas y las alternativas
a la situación actual para lograr un desarrollo adecuado del
mercado.
En una primera etapa, se trata de describir cuales
fueron los principales cambios en el mercado de trabajo
latinoamericano a partir de la década del 50 hasta la
década del 80, luego estudiaremos las caracteristicas que
se dan en la actualidad en el mercado de trabajo
latinoamericano, para poder comprender con
claridad su situación y problemática
actual.
En una segunda etapa se estudian con mayor profundidad
los que consideramos que son dos de los principales factores
que han influido en los cambios que ocurrieron en el mercado de
trabajo Latinoamericano, la globalización y los
cambios tecnológicos.
En una tercera y ultima etapa se penetra en los
aspectos mas políticos del mercado laboral, en ésta
etapa nos introducimos en las políticas a seguir para
confrontar las situaciones actuales y futuras del mercado
laboral en América Latina,
situaciones que se describen en las etapas anteriores.
Indudablemente el trabajo no quedaría
completo si no nos introducirnos en la parte final del trabajo
en las políticas, relacionadas con el mercado laboral, de
nuestro país; ya que éste manifiesta caracteristicas
similares a las de los demás países de
Latinoamérica.
Evolución
del mercado de trabajo en América
Latina
I. Antecedentes: algunas características de la
evolución del mercado
de trabajo latinoamericano entre 1950-1980
El mercado de trabajo latinoamericano experimentó
fuertes cambios en el período 1950-1980. En
términos del volumen y naturaleza de la oferta de trabajo, las
principales transformaciones observadas fueron las
siguientes: en primer lugar, un fuerte crecimiento de la
población
económicamente activa (PEA), principalmente en los
años 70, cuando alcanzó una tasa promedio de 3,2%
al año
En segundo lugar, se observa una significativa
variación en las tasas de participación laboral
según el género, debido al importante crecimiento
de la tasa de participación de la mujer, ocurrido
principalmente entre 1970-1980, más acentuado entre las
mujeres jóvenes (entre 20 y 24 años).
En tercer lugar, ocurren cambios importantes en la
estructura sectorial del
empleo: un acentuado
proceso de migración del campo a la
ciudad que hace disminuir la importancia de la agricultura y aumentar
considerablemente la importancia de la industria y,
principalmente de los servicios, en el empleo total. Este
cambio en la estructura del empleo
significó una inserción masiva de la mano de obra
en actividades de mayor productividad y posiblemente
de mayor ingreso.
El fuerte crecimiento del sector servicios o, en otras
palabras, la terceirización de la estructura del empleo,
produjo, a su vez, cambios importantes en la estructura
ocupacional: al disminuir las ocupaciones de menor productividad se redujeron
los estratos sociales en la base de la estructura ocupacional
(asalariados agrícolas, campesinos y trabajadores
manuales). Por otro lado,
ocurrió un crecimiento (lento) de los estratos de
obreros manuales y un crecimiento
(acelerado) de las ocupaciones no manuales con mayor
calificación e ingreso, así como del empleo
público. La cuarta tendencia importante observada en el
período fue la disminución de la tasa de
subutilización de la fuerza de trabajo aunque
en números absolutos el número de desempleados
sumado al de subempleados haya aumentado. Eso significa que
el problema del subempleo (responsable por aproximadamente
75% del total de la tasa de subutilización de la mano de
obra) fue relativamente mucho más grave que el problema
del desempleo abierto durante
todo el período.
Fuente:: OIT, Panorama Laboral, 1996.
Por otro lado, algunas características del
mercado de trabajo latinoamericano no han sufrido cambios
sustantivos. En primer lugar, se mantiene constante, como
proporción de la PEA, la magnitud de los sectores
tradicional rural e informal urbano. A diferencia de los
países desarrollados, cuyos sectores modernos, en
períodos de dinamismo económico, absorbieron con
relativa rapidez la mano de obra ocupada en actividades de
baja productividad. En
consecuencia, entre 1950 y 1980 se mantienen
prácticamente constantes el porcentaje de campesinos
entre los ocupados agrícolas (aproximadamente 60%) y del
sector informal entre los ocupados urbanos (aproximadamente
25%).En segundo lugar, se mantiene relativamente constante la
participación de la remuneración de los asalariados
en el Producto Interno Bruto
(PIB) (en torno a 35% entre 1960 y
1980), lo que significa que las mejorías relativas
experimentada en el mercado de trabajo, aunque se hayan
reflejado en una disminución del porcentaje de pobreza en la región, no
lograron alterar de la misma manera la distribución del
ingreso.
II. Evolución del mercado
de trabajo latinoamericano entre 1980 y 1995
Las crisis económicas de
los años 80, así como las medidas de ajuste
estructural implementadas a partir de ahí, tuvieron como
consecuencia inicial un severo deterioro de las condiciones
de producción y de la
situación laboral en la región, produciendo una
inflexión de las tendencias que caracterizaron el
período anterior.
Entre los principales cambios ocurridos se destaca el
quiebre de la tendencia decreciente que la
subutilización de la mano de obra había registrado
entre 1950 y 1980, registrándose, a partir de esa fecha,
un notable aumento del desempleo abierto y del
subempleo. Se intensifica el proceso de
precarización del trabajo, bajo las formas, entre otras,
de menor estabilidad laboral, reemplazo del empleo permanente
por trabajo a tiempo parcial y creciente
subcontratación.
En los años 80 se empieza a hacer sentir en el
mercado de trabajo el efecto demográfico de la
disminución del incremento de la población en edad de
trabajar iniciada en los años 70, lo que provoca una
disminución en el ritmo de crecimiento de la PEA. Por
otro lado, siguen aumentando las tasas de participación,
en especial la de las mujeres.
Se acentúa la tendencia a la urbanización y
terciarización del mercado de trabajo: la PEA no
agrícola sigue creciendo.
a. Elevación de las tasas de desocupación
abierta y acentuada reducción salarial
La crisis económica de
los años 80 afectó la evolución del
producto y, en especial,
del empleo. El PIB per cápita de la
región cae casi 10 puntos en 10 años.
Los
salarios, a su vez,
experimentaron un acentuado deterioro entre 1980 y 1990,
especialmente el salario mínimo y el
salario
agrícola.
Fuente:: OIT, Panorama Laboral, 1996.
En consecuencia, ocurre un aumento de la pobreza y de la
concentración del ingreso. Los avances logrados en los
20 años anteriores (1960-1980) se neutralizan: la pobreza total
aumenta.
Entre 1990 y 1994, pasado el período más
intenso del ajuste económico, la recuperación
económica experimentada en varios países
significó también un crecimiento del empleo. Se
interrumpe el proceso de caída de
los salarios mínimos, que
se incrementan levemente (1,1% anual), mientras los salarios industriales
aumentan un 2,4 al año.
En 1991, los salarios alcanzaron lo
mínimo observado desde 1980 (65% de su valor). A partir de
ahí se detiene el retroceso del salario mínimo, que
había sido constante durante toda la década de los
80, en consecuencia del abandono deliberado de la política de salarios mínimos por
parte de muchos gobiernos de la región, además del
deterioro de su poder de compra debido a
las altas tasas de inflación
Ese
proceso de
recuperación se detiene en 1995. La desaceleración
del crecimiento económico
(1,7% en 1995) se refleja en un nuevo aumento de la
desocupación abierta (de un 6,3% en 1994 a un 7,5% en
1995), un estancamiento de los salarios mínimos y una
leve reducción de los salarios reales en la industria (-0,5%) (OIT,
1995; OIT, 1996). En el aumento de las tasas de
desocupación abierta se destacan las situaciones de
Argentina (11,5% en 1994 y
18,4% en 1995) y México (3,6% en 1994
y 6,6% en 1995).
Fuente: elaborado por PREALC, con base en cifras
oficiales.
Los indicadores desfavorables
registrados en 1995 evidencian la fragilidad de las
mejorías verificadas tanto en términos del crecimiento económico
como de la situación laboral entre 1990-1994 y
cuestionan la sustentabilidad de las políticas adoptadas
en el período.
La elevación de la tasa de desocupación
abierta fue resultado del bajo dinamismo e inestabilidad de
la economía (que
presentó un crecimiento promedio en la región de
2,9% en 1996), la reducción del empleo público y la
aplicación de nuevos ajustes.
A pesar de la desaceleración de la inflación
promedio, los salarios reales se estancan. Los salarios
industriales se reducen en 9,4% y el poder adquisitivo del
salario mínimo se
mantiene constante.
b. Cambios en la estructura y deterioro de la
calidad del empleo
Hay que señalar, además, que aún en el
período en que se pudo observar un crecimiento del
empleo (1990-1994), ese estuvo acompañado por un
significativo deterioro de su calidad. Disminuye la
importancia del sector público y de la gran empresa privada como
generadoras de empleo. Por otro, aumenta la importancia de
las pequeñas empresas y del sector
informal y de los trabajadores por cuenta propia no
profesionales.
Fuente: OIT, 1994; OIT, 1996.
Otro indicador del deterioro de la calidad del empleo
es la reducción del grado de protección social de
los trabajadores. Según la OIT, apenas 35% de la PEA
latinoamericana estaba, en 1994, protegida por algún
sistema de seguridad. Ese dato
estaría indicando que un porcentaje significativo de los
trabajadores del sector "formal" también está fuera
de los sistemas de seguridad social.
c. Heterogeneidad en la distribución del
desempleo
El desempleo se focaliza en
determinadas categorías dentro de la PEA (como las
mujeres y los jóvenes). La tasa de desempleo de las mujeres es,
en la mayoría de los países de América Latina, de un
10 a un 40% superior a la tasa de desempleo de los
hombres.
La tasa de desempleo juvenil es 50% superior a la tasa
de desempleo urbano promedio (considerando los jóvenes
con edades entre 20 y 24 años) y el doble considerando
los que tienen entre 15 y 24.
En síntesis, se puede decir que la relativa
estabilización y recuperación económica
experimentada en lo que va de los años 90 no ha
representado una mejora significativa en la situación
del mercado de trabajo.
Conclusiones
Las políticas de generación de empleo
productivo son parte fundamental de una estrategia de construcción de
políticas sociales no asistencialistas, en la medida en
que el acceso al empleo productivo y de calidad representa la
única forma a través de la cual se puede superar de
manera consistente las situaciones de pobreza y exclusión
social.
Tanto del punto de visa de la contribución a los
procesos de desarrollo económico
como de la equidad social, interesa la cuestión del
empleo no solamente en términos cuantitativos (volumen de puestos de trabajo
existentes o pasibles de ser generados) como cualitativos
(las condiciones en que estos se ejercen: salario, tipo de contrato, grado de
calificación, condiciones de salud y seguridad, relaciones laborales). En
ese sentido, no se puede separar el concepto de empleo del
concepto (más amplio) de
trabajo.
El estilo de reestructuración productiva adoptado
en la mayoría de los países, donde el ajuste a
nivel de las empresas se viene dando
fundamentalmente a través de la disminución del
nivel de empleo como mecanismo para aumentar la
productividad y recuperar los márgenes de
ganancia, particularmente en el sector industrial. Ese tipo
de ajuste ha llevado a numerosos países a facilitar los
despidos, introducir contratos más flexibles
y, en general, a reducir costos laborales
incluyendo los salarios. El equilibrio
macroeconómico y la capacidad competitiva de las
empresas se obtiene,
entonces, en el corto plazo, al costo de menor nivel de
empleo, mayor inestabilidad y desprotección de los
trabajadores.
Debido a la disminución de la proporción de
empleo generado en el sector público y en las grandes
empresas privadas, el ritmo
de crecimiento del empleo agregado pasa así a depender
básicamente de la capacidad que tenga cada país
para absorber
fuerza de trabajo en actividades informales. Eso
produce un efecto negativo sobre la productividad media del
trabajo de los países de la región, ya que esas
actividades suelen tener bajos grados de productividad. A su vez, la
remuneración media de los trabajadores informales es la
mitad que la obtenida por empleados y obreros de los sectores
más organizados de la economía.
Se profundiza la tendencia a la informalización y
precarización del empleo, lo que significa que, aun
cuando se generan nuevos puestos de trabajo, tienden a ser de
baja calidad (en términos de productividad, salarios,
calificación, condiciones de trabajo, protección
social, etc.).
Se observa una baja capacidad de las economías
nacionales en términos de generación de empleo
productivo. El hecho de lograr un nivel dado de crecimiento
no ha contribuido a reducir el desempleo, como había
ocurrido anteriormente.
Predominan ampliamente, y tienden a profundizarse, los
procesos de
desregulación y flexibilización no negociada de las
condiciones y relaciones de trabajo, lo que, además de
afectar la calidad del empleo, afecta a la institucionalidad
que regula el mercado de trabajo, provocando un
debilitamiento del movimiento sindical y de
los sistemas y procesos de negociación
colectiva.
Caracteristicas del mercado de
trabajo en América
Latina
Composición sectorial de los nuevos empleos de
bienes a
servicios
La composición del empleo ha cambiado durante esta
década. Por una parte, el empleo ha continuado
desplazándose desde los sectores productores de bienes hacia los de servicios. La
participación de los servicios en el empleo
aumentó hasta situarse en un 75% del total hacia mediados de
la presente década. En promedio, 90 de cada 100 nuevos
empleos generados en los años noventa correspondieron a las
actividades de servicios.
Para algunos, el rápido aumento del empleo en este
sector implica no sólo un menor nivel de productividad
promedio, sino también un crecimiento más lento de la
misma. Para otros, el aumento de la inversión, la rápida
incorporación de nuevas tecnologías, la intensidad en
el uso de trabajo calificado y la estrecha vinculación de
algunas actividades de servicios a los sectores productores de
exportables eleva tanto el nivel como el crecimiento de la
productividad del sector de servicios y de la economía en su conjunto.
La terciarización de los nuevos empleos contribuye
al deterioro de la calidad de los puestos de trabajo, por dos
motivos. Por un lado, la productividad en los servicios crece
menos y, por otra, la productividad media disminuye. Asimismo la
ampliación de la brecha intersectorial de productividades
tendería a aumentar el diferencial salarial, lo que
afectaría la distribución de ingresos entre los
ocupados.
a. La estructura de los nuevos empleos de modernos a
informales
La mayor proporción del empleo continuó
concentrándose en actividades informales, las que incluyen a
trabajadores por cuenta propia, familiares no remunerados,
ocupados en micro-empresas y al servicio
doméstico.
Por otro lado, la participación del sector informal
en los servicios y, en particular dentro de éstos, en
servicios comunales, personales y sociales es significativamente
superior a la de los sectores productores de bienes, lo que se debe, en
gran parte, a la mayor facilidad de entrada al mercado laboral
que ofrecen estas actividades. El segmento del sector informal
que más ha crecido durante esta década en la totalidad
de los países es el de las microempresas.
Las ocupaciones informales corresponden a actividades
con reducida productividad e ingresos, en comparación con
el promedio y con el nivel prevaleciente en los sectores
modernos. En promedio, el nivel de ingreso de los informales es
de alrededor del 62% del
ingreso de los ocupados en el sector moderno. Como
consecuencia del aumento del empleo informal se reduce el
crecimiento de la productividad media tanto de los sectores
productores de bienes como el de servicios,
afectando la competitividad y, por tanto,
la capacidad de crecimiento futuro.
b. La calidad del empleo en las
microempresas
Las microempresas, por sus
características de empleo
y nivel de remuneraciones se ubican en un
estrato intermedio entre el sector moderno y el resto de las
actividades informales. Un 30% de los trabajadores de las
microempresas está
ocupado en el sector productor de bienes y el 70% restante en el
de servicios al igual que el promedio de la economía. En la producción de servicios,
el empleo en microempresas tiene una
concentración mayor en comercio y otros servicios en
relación con el promedio
En todos los países analizados, las microempresas fueron el
segmento más dinámico en materia de generación de
nuevos empleos. El aumento del empleo según el tamaño
de las empresas durante los noventa muestra que en la mitad de los
países la contribución de las microempresas es similar
o superior al de las empresas más modernas. En promedio,
alrededor de la mitad de los nuevos empleos generados por las
empresas privadas en su conjunto fueron en
microempresas.
Dos factores pueden contribuir a explicar el alto
dinamismo del empleo en las microempresas. El primero se vincula
a la reducción del empleo en las empresas industriales
grandes en sus esfuerzos por elevar su competitividad. El segundo se
relaciona con la búsqueda de nuevos empleos por parte de los
empleados públicos despedidos, debido a las privatizaciones
y al ajuste fiscal.
El ingreso en las microempresas supera, en promedio, al
ingreso por ocupado del sector informal en su conjunto, y alcanza
alrededor del 90% del ingreso medio del sector moderno. Hay,
asimismo, marcadas diferencias de remuneraciones entre los
asalariados de los pequeños establecimientos y los de
tamaño mediano y grande. El salario pagado por las
microempresas representa un 55% del registrado en las empresas
modernas.
c. Condiciones laborales y calidad del
empleo
La calidad del empleo no sólo se refiere a los
niveles de productividad e ingresos, sino que abarca
también otros aspectos de las condiciones laborales de los
ocupados; en particular, el tipo de relación laboral entre
trabajador y empleador, la duración de la jornada de
trabajo, la protección social de los trabajadores y el
ejercicio de los derechos laborales fundamentales.
Al considerar estos aspectos se observa que no todo
empleo generado durante el período es de buena calidad, ni
en el sector moderno ni en el informal. En efecto, en el caso del
sector moderno el 14% de los asalariados en las empresas privadas
de Argentina no tiene contrato, y del conjunto de los
que sí tienen contrato otro 10% está
sujeto a un contrato temporal. En total,
cerca del 23% de los asalariados en el sector privado moderno
argentino, o carece de contrato o tiene un contrato
precario
En cuanto a las microempresas, que como se
señaló anteriormente concentran gran parte de los
nuevos empleos creados durante el período analizado, existen
evidencias que muestran que, entre 1995 y 1996, la mayoría
de los trabajadores no tuvo una relación laboral
formalizada, ya que carecieron de contrato de trabajo escrito. La
duración de la jornada laboral, por su parte, es mayor que
la de los trabajadores del sector formal.
En lo referido a la protección social, otra
investigación reciente
muestra que los trabajadores
en microempresas prácticamente carecen de protección
tanto para la vejez como en la salud.
Por otra parte, los trabajadores de las microempresas no
tienen casi acceso a los mecanismos institucionales necesarios;
sindicalización y negociación colectiva, entre
otros, para asegurar el ejercicio de sus derechos laborales fundamentales. Los
especialistas en esta materia reconocen que el
porcentaje de trabajadores accidentados en estas empresas s muy
superior al de las empresas del sector formal.
En cuanto a las condiciones salariales, como se
señalara anteriormente, el nivel de la remuneración
promedio de los trabajadores de las microempresas equivale al 55%
del de los asalariados del sector moderno.
Aun cuando las microempresas han contribuido
significativamente a la generación de empleo durante el
período analizado y la calidad de estos empleos es aceptable
cuando se considera su productividad e ingresos, al incluirse otras
dimensiones asociadas a la calidad, como las examinadas más
arriba, parece claro que su calidad es baja.
Debe reconocerse su importante contribución a la
generación de empleo. Si bien una fracción no marginal
de los nuevos empleos está constituida por puestos de
trabajo de baja calidad, otra alcanza niveles de productividad e
ingresos que corresponden a
empleos de buena calidad, lo que muestra que, bajo ciertas
condiciones, las micro-empresas pueden llegar a constituir
opciones válidas de generación de empleo
productivo.
d. Terciarización e informalización: dos
procesos
heterogéneos
Nueve de cada diez nuevos empleos fueron creados por el
sector de servicios. La terciarización presenta, asimismo,
una característica adicional: su
heterogeneidad. En parte, el proceso de terciarización
es el resultado de la modernización que sustituye
puestos
de calidad en la industria manufacturera por
nuevos puestos en los servicios que se asocian a la innovación
tecnológica en informatización y comunicaciones, así como
a los cambios en los mercados financieros. Sin
embargo, la terciarización es también el resultado de
la expansión de servicios personales, sociales y comunales
que no necesariamente constituyen alternativas de empleo de alta
calidad. Nueve de cada diez nuevos empleos generados en los
servicios durante los noventa fueron en el sector
informal.
e. Nuevos empleos, equidad y pobreza
Aun cuando el empleo creció en todos los
países en los años noventa, su crecimiento fue
diferenciado según estrato de ingreso. Durante este
período, en la mayoría de los países analizados el
crecimiento del empleo favoreció tanto a los estratos de
altos ingresos como a los más bajos.
Aumenta el diferencial de ingresos entre los ocupados ya
que el crecimiento de los ingresos altos superó al promedio
y también al de los demás estratos de
ingresos.
En los estratos de ingresos altos se registra la
expansión más acelerada tanto de empleo como de
ingresos debido a la buena calidad de los puestos de trabajo; al
otro extremo, los estratos de ingresos más bajos se
benefician también de la expansión de empleo, así
como de la mejora en las remuneraciones pero en menor
medida que los demás, como consecuencia de la baja calidad
de los nuevos empleos. Los grupos medios resultaron menos
favorecidos en materia de crecimiento del
empleo
Se estima que el aumento en el poder adquisitivo del ingreso
per cápita de los hogares de menores ingresos debería
resultar en una reducción de la incidencia de la pobreza y viceversa. El
crecimiento del ingreso per cápita de los hogares depende
del aumento del número de ocupados en cada hogar y de la
evolución de los ingresos reales lo que, como se
mostró, están influenciados por la calidad de los
nuevos empleos.
En todos los países el empleo del estrato de
menores ingresos se expandió. Además, en la
mayoría de los países considerados el número de
ocupados por persona en los hogares pobres
creció más que el promedio. No obstante, dado que la
mayor parte de los nuevos empleos del estrato pobre son
informales, ello resultó en un crecimiento más lento
del ingreso real en comparación con el de los ocupados en
los otros estratos. Aun así y como resultado del crecimiento
de ambos factores, el ingreso per cápita de los hogares
más pobres aumentó
En estas condiciones, la reducción de la pobreza dependerá de la
capacidad que tenga cada país para, por un lado, alcanzar un
crecimiento alto y sostenido del empleo que sea compatible con el
aumento de la población de los hogares
pobres y, por otro, mejorar la calidad del empleo; es decir,
mejorar los ingresos reales de los ocupados pertenecientes a
dichos hogares.
Conclusiones
Es necesario mejorar la calidad de los empleos y para
ello se sugiere asignar prioridad a tres vías de
acción: generar más y mejor empleo, mejorar la calidad
del empleo informal, particularmente en las microempresas, y
elevar el nivel de educación y capacitación de los
trabajadores con menores ingresos.
La experiencia reciente muestra que muchos de los puestos
de trabajo generados en el sector moderno durante los
últimos años son ocupados por trabajadores que no
tienen contrato o tienen contratos temporales, perciben
salarios bajos y no se benefician de programas de capacitación y, por tanto,
tienen limitadas posibilidades de elevar su productividad. Ello
está llevando a algunos países a revisar las reformas
laborales adoptadas en la búsqueda de nuevas fórmulas
que conduzcan a restablecer una cierta protección y
estabilidad en el empleo, pero sin que ello impida la
flexibilidad laboral alcanzada.
Otro elemento a considerar en materia de generación de
empleo de calidad es el de la empleabilidad. Debe facilitarse la
reconversión laboral de los trabajadores – por ejemplo, la
reinserción ocupacional de los empleados y obreros del
sector público que están siendo o serán cesados,
debido a la privatización de empresas públicas y a la
reorganización de las instituciones del gobierno central- mediante
políticas activas de recalificación laboral, de
actividades de capacitación con
asesoría para la constitución de empresas y,
en algunos casos, con apoyo financiero. Ello, a su vez, debe
estar acompañado del mantenimiento de la
protección de los trabajadores desplazados. Se requiere,
asimismo, vincular los programas de recapacitación
más estrechamente con los requerimientos que surgen de las
empresas, de manera de ampliar las posibilidades de
reinserción ocupacional de los trabajadores
afectados.
El cambio tecnológico y el
empleo
a. Cambios en el ámbito
internacional
Por primera vez en un mínimo número de
años, confluyeran dos procesos que hasta entonces se
habían presentado por separado en los cambios del sistema internacional: de una
parte, una profunda reestructuración del orden mundial, de
sus factores hegemónicos y de su funcionamiento; y, por
otra, una sustancial transformación en la organización de los
procesos productivos, un cambio científico,
tecnológico que madura justamente en la segunda mitad de los
años ochenta y que, desde un punto de vista más
popular, hemos conocido como la tercera revolución
industrial.
Los cambios recientemente producidos, la nueva organización del proceso
productivo, tiene una suerte de doble impacto inicial
desfavorable sobre el fenómeno del empleo que debe ser, sin
embargo, contrabalanceado con tendencias más benévolas,
más favorables que emergerán en el curso y en la
maduración de este mismo proceso. Sin embargo, parece
evidente que uno tiene que asumir, como un primer efecto
permanente de la nueva forma de producir del nuevo patrón
productivo que reemplaza al viejo diseño fordista, el de
una reducción y sustitución significativa del trabajo
humano. La reducción del empleo es así, un problema
común a la agenda de los países desarrollados en
Europa, Estados Unidos o Asia y empieza a serlo
dramáticamente también en los países en desarrollo como ocurre con
nuestra región.
El fenómeno de la automatización y la
robotización, en su modalidad particular en este tercer
ciclo de cambio científico-técnicos, tiene este primer
efecto negativo de reducir el espacio y la cantidad de trabajo
humano necesario para crear bienes y servicios.
Cuando nuestros países empiezan a estar afectados
por manchones de modernidad a través de
plantas y establecimientos que
recogen las tendencias de esta tercera revolución industrial,
advertimos un fenómeno social injusto y poco deseable, pues
la introducción de esta tecnología de punta lleva a un aumento
de la productividad y de las utilidades de las empresas, pero no
conlleva un aumento en la participación de los trabajadores
y a un mayor salario, al menos durante un número
significativo de años, que los expertos cuantifican en al
menos unos diez.
En los años noventa la expansión del cambio
tecnológico y productivo y la existencia de ya no enclaves
sino de áreas significativas de modernidad en los países
más importantes de la propia región que forma
América Latina , han llevado a que las nociones del progreso
y el atraso, asociadas a las viejas ideas del norte y del sur,
sean conceptos endógenos para entender la realidad de
nuestros países y que éstos estén cada vez
más segmentados en su propio interior.
La modernización productiva, el gran cambio
tecnológico que vivimos, no sólo elimina y ahorra
trabajo creando problemas de desempleo, sino
que ahorra también capital que se puede aplicar a
nueva inversión generando nuevo
empleo. Este ciclo es el que están intentando aprender
precisamente los países desarrollados. El proceso de
modernización tecnológica conlleva la reducción de
empleos, pero conlleva también a ahorros en materia del gasto necesario
para adquirir algunos productos y, por lo tanto,
origina un proceso de ahorro, que puede
dinámicamente ser conducido hacia nueva creación de
empleo.
b. La necesidad de innovación e
inversión
En este contexto invertir en innovación significa
hacer un conjunto de tareas concretas, como aumentar el gasto en
ciencia y tecnología,
impresionantemente descuidado en nuestros países, al punto
que, como se puede ver en cuadros comparativos, los países
latinoamericanos no sólo no avanzan sino que retroceden
desde los últimos veinticinco años.
Está todo el tema de la cooperación en el
sector público y el privado en el campo de la investigación y desarrollo, de la
relación entre las universidades y las empresas, tan ausente
y distante en nuestros países y tan relevante en países
dinámicos y desarrollados; el tema de la capacitación y
participación de los trabajadores, especialmente la
creación de mecanismos de negociación colectiva para
hacer posible, no la discusión demagógica sobre mayores
ingresos, sino la participación en los aumentos de
productividad conseguida en torno a metas explícitas y
logradas.
Conclusiones
En los años noventa, efectivamente, América
Latina tiene más pobreza que hace un tiempo, tiene más desempleo,
tiene una peor distribución del ingreso y
afrontan riesgos, en muchos casos
inocultables, de desintegración social.
En materia de desempleo, la media del desempleo que en
1990 era de 5,7% había pasado a 8% en 1996, la
distribución del ingreso país por país, con
poquísimas excepciones, se hacía notoriamente más
regresiva y la disparidad productiva más aguda y, el
conflicto entre atraso y
progreso originaba cuadros que en muchos lugares prefiguraban
situaciones inquietantes o riesgos de conflictos
sociales.
Las reformas económicas no rinden frutos inmediatos
y los mejores estudios prueban que son las reformas antiguas las
que, con un alto costo social, después de
diez o más años empiezan a mostrar indicadores más
favorables y los países que emprendieron reformas
modernizadoras de la economía en los años noventa
están pagando justamente, este costo inicial elevado y al
parecer por naturaleza de la estrategia actual de desarrollo
prevaleciente en el mundo. En este cuadro habría que agregar
que la aplicación de amplios programas de superación de
la pobreza, que son materia de
consenso en los gobiernos de nuestros países en los
años noventa, aunque no siempre con las condiciones
generales del proceso de crecimiento, han sido interrumpidos en
muchos casos abruptamente a mediados de la década, anulando
los resultados incrementales que se esperaban.
Que América Latina tiene delante un difícil
paso hacia la nueva modernidad tecnológica y
productiva, y una doble agenda social de pobreza y equidad, que ojalá
podamos encarar en los años venideros con eficacia y con
oportunidad.
Impacto de
la Globalización en el
mercado laboral
Introducción
La globalización significa que
los países están hoy más integrados a la
economía internacional que en el pasado. Las reformas
comerciales y financieras implicaron reducir las barreras al
comercio exterior, mediante la
eliminación de las restricciones cuantitativas a las
importaciones, la
reducción de las tarifas y de su dispersión. La reforma
financiera dio origen a un proceso de apertura del mercado de capitales, lo cual
coincidió con una fuerte entrada de capitales
externos.
La globalización abre nuevas
oportunidades para la creación de puestos de trabajo y
afecta los determinantes del empleo y los salarios. Los cambios
en la demanda agregada requieren una
mayor capacidad de adaptación en la organización de los
procesos de producción y de trabajo.
Asimismo, la necesidad de aumentar la competitividad implica que el
ajuste de los salarios está limitado por el crecimiento de
la productividad del trabajo.
Es evidente que si se tuviese que asumir una
posición objetiva con respecto a la globalización y la
liberalización económica, alegaría que las mismas
brindan significativas oportunidades para aumentar el comercio y las inversiones. Ciertamente, es
así para aquellos países en desarrollo que tienen
suficiente capacidad productiva para competir en la
economía. Si bien hay mayores ventajas para algunos
países en desarrollo con un alto nivel de capacidad
productiva, en el caso de otros países en desarrollo,
algunos de ellos pertenecientes a nuestra región, existe el
evidente peligro de la marginalización o incluso la
fragmentación, en vista de la limitada capacidad productiva
de estas economías y, por lo tanto, una limitada capacidad
comercial para competir efectivamente en ese orden global. Esto
tiene un impacto diferente dependiendo de la capacidad de
desarrollo de los diversos países que participan en el
sistema económico
global.
Algunas personas sostienen que la globalización es en efecto,
un intento por globalizar las disposiciones del ajuste
estructural y la liberalización económica, tal como se
han aplicado en las economías internas durante la
última década o más. Cuando lo que vemos en esa
situación es una creciente desigualdad en la
distribución del ingreso.
Pero no es que el crecimiento sea la causa del
desempleo, sino que la mala distribución de los beneficios
que genera el crecimiento sería la causa de que no haya un
óptimo nivel de empleo y, por supuesto, de equidad
social.
Los resultados de la
globalización
La reforma del Estado ha consistido en general en la
reducción de su tamaño y la reorientación de sus
funciones, al mismo tiempo que aumenta la responsabilidad del sector
privado y la importancia de los mercados en la asignación de
los recursos.
Las reformas de la seguridad social incorporaron
al sector privado en la administración de los
recursos, sustituyendo en algunos
casos y complementando en otros los sistemas de reparto vigentes en
otros, mediante la creación de la modalidad de
capitalización individual de los trabajadores. Estas
reformas han posibilitado la creación de nuevos mecanismos
para la movilización de recursos financieros,
contribuyendo así a la inversión y el crecimiento económico.
Sin embargo, un alto porcentaje de trabajadores sigue sin
beneficiarse de sistemas de protección
social alguno.
En materia de empleo, la reducción del tamaño
del sector público, traslada al sector privado una mayor
responsabilidad en la
creación de nuevos puestos de trabajo. Esto último
requiere no sólo inversión en capital físico sino
también en capacitación, factor clave para elevar la
productividad y la capacidad competitiva de los
trabajadores.
La desregulación de los mercados reduce la
intervención directa del Estado en las áreas del
comercio, finanzas y trabajo. Ello ha
significado una menor protección a los mercados de bienes y de trabajo
con el objetivo de mejorar la
eficiencia y otorgar mayor
importancia a los mecanismos de mercado en la asignación de
recursos.
En el campo laboral las reformas han introducido
importantes cambios en la legislación en una doble dirección. Se modifican
las condiciones de los contratos, se flexibilizan la
duración y distribución de la jornada de trabajo y se
amplían los causales de despido al incorporar a la
legislación los motivos económicos. Estas reformas
tienden a facilitar la adaptación de las empresas a las
nuevas condiciones económicas. Se introducen reformas
constitucionales y de legislación laboral, para asegurar los
principios de libertad sindical y
restablecer las garantías de los derechos de los trabajadores para negociar
libremente.
La generación de empleos modernos se debilita como
consecuencia de las reformas del Estado. En varios países,
el nivel de empleo del sector público se estancó o se
contrajo, como consecuencia del ajuste fiscal y del proceso de
privatizaciones.
La demanda de empleo del sector
moderno privado reaccionó positivamente al crecimiento del
producto en todos los
países exceptuando Argentina.
La expansión del empleo en empresas de tamaño
grande y medio no logró compensar la pérdida de
ocupaciones del sector público, lo cual resultó en la
mayoría de los países en una reducción en la
capacidad del sector moderno para absorber a los nuevos entrantes
al mercado laboral en puestos de trabajo de alta
productividad.
La mayor proporción del empleo generado
continuó concentrándose en el sector informal,
conformado por trabajadores por cuenta propia, familiares no
remunerados, ocupados en microempresas y en servicio
doméstico.
Al concentrarse la expansión del empleo en
actividades de baja productividad, se reduce la productividad
media y afecta, en consecuencia, los esfuerzos para aumentar la
competitividad.
Si bien las políticas para flexibilizar el mercado
de trabajo han contribuido a una adaptación más
rápida de la ocupación en las empresas, al mismo
tiempo han generado un aumento
del trabajo precario.
Durante el período de las reformas, el poder adquisitivo de los
salarios aumentó debido principalmente a la reducción
de la inflación, más que al comportamiento del mercado
laboral y/o de mecanismos institucionales.
El salario industrial se incrementó en
términos reales en prácticamente todos los países.
No obstante, en la actualidad todavía persiste un rezago
salarial importante en relación a 15 años atrás en
Venezuela, Perú, México, Argentina y Bolivia. El poder adquisitivo
del salario mínimo, en la mayoría de los países su
nivel actual es inferior al registrado en 1980.
Conclusiones
En la economía global hay una concentración de
la propiedad del capital y la tecnología que no es muy recomendable
y, como países en desarrollo que participan en la
economía global, no debemos permitir que se creen estructuras que nos impidan
buscar los muy importantes objetivos de una
expansión en el crecimiento y la producción.
Se deberían promover actividades que conduzcan a la
inversión de parte del
sector privado local y foráneo en la economía, pero con
miras a garantizar la diversificación de la producción. Porque es un
hecho que la demanda de servicios y
manufacturas para la exportación, particularmente
de servicios, aumentará considerablemente en vista de los
procesos globales y de la revolución tecnológica
que están sucediendo actualmente, y los cuales, en la
región, tendrían que comenzar a relacionar con estos
acontecimientos.
La acción colectiva de parte de los países en
desarrollo es esencial para influir en la forma de ese orden
global. Al tratar de instrumentar la acción colectiva a
nivel global, se debe buscar una guía que permita fomentar
las posibilidades comerciales y de inversión entre los
mismos países en desarrollo. En América Latina
ciertamente se pueden encontrar enormes capacidades que los
países pueden intercambiar entre sí.
Las
políticas de desarrollo
Debemos formular e instrumentar un plan de acción para
fortalecer los mercados laborales,
incrementando su flexibilidad y competitividad. La
instrumentación oportuna de programas que eleven el
capital humano mediante la
educación y el entrenamiento.
Para hacerlo, será necesario elevar los niveles
actuales del gasto social. En principio, se trata de una
inversión en empleos y, con toda seguridad, en el derecho de
toda persona a la dignidad
humana.
La pequeña y mediana industria puede ser un eje
para aminorar el desempleo y la pobreza. En Asia, el apoyo a la
pequeña y mediana empresa ha sido significativo
para el desarrollo de las exportaciones, así como
para la generación de empleo.
Nuestra integración con la
economía global es un aspecto necesario a fin de mantener
y aumentar nuestro desempeño económico actual.
Se requiere de una tasa de crecimiento promedio de 6 por
ciento anual si queremos atacar frontalmente la pobreza. El
crecimiento y el empleo son metas políticas
esenciales.
Aumento de la calidad de los empleos informales, en
especial en las microempresas. Para lograr este objetivo se sugiere considerar
dos aspectos. El primero se refiere a la modernización de
las unidades productivas del sector informal. Para ello deben
continuar y ampliarse los programas de apoyo productivo: de
crédito, asesoría,
difusión tecnológica y organización. Además,
en muchos casos dichos programas necesitan ser revisados con
vistas a lograr una masificación de sus efecto para evitar
que, como ahora ocurre, los mismos sólo beneficien a
grupos reducidos y no pasen de
ser experiencias piloto.
Se requiere, asimismo, facilitar el proceso para que los
informales puedan alcanzar la ciudadanía económica
plena. Ello les permitirá acceder a la institucionalidad,
incluyendo el financiamiento y los mercados, pero más
importante aún, permitirá habilitar su capacidad para
hacer negocios y, por ende, mejorar
los ingresos y la calidad de los. Ello supone, entre otras cosas,
revisar la legislación tributaria y laboral tendiente a
simplificar los procedimientos y a adecuar los
«pisos» que la ley establece, y un cambio de
orientación de las instituciones públicas,
de manera que el cumplimiento de la ley sea visto no tanto como una
obligación inmediata sino como un proceso gradual que
requiere apoyo y asesoría.
Deberían reforzarse los mecanismos institucionales
que garanticen la plena observación de las
normas básicas del
trabajo y acompañar el proceso con una inspección
adecuada y con asesoría laboral a las empresas.
Mejorar el nivel de capacitación y educación de los trabajadores, en
especial los de estratos de más bajos ingresos Los datos disponibles indican que los
trabajadores de ingresos más bajos tienen entre dos y tres
años menos de estudios que los del sector
moderno. Se estima que en los sectores pobres cada
año de estudio adicional podría representar un
incremento del 25% en el ingreso del trabajador informal y una
reducción en 1/3 de la brecha de ingresos respecto a los
ocupados en el sector moderno.
Se requiere, por un lado, programas de capacitación
dirigidos a los trabajadores en microempresas y la adopción de incentivos que permitan a dichas
empresas, individual o colectivamente, invertir en la
capacitación de sus trabajadores. Se espera, asimismo, que
la regularización de la situación contractual de los
trabajadores pueda contribuir a ser más atractiva la
inversión en el desarrollo de los recursos humanos, tanto para
los microempresarios como para los propios trabajadores
involucrados. Se requiere, además, superar la baja calidad
de la educación de los
jóvenes de los sectores pobres. Ello hace necesario una
acción focalizada para mejorar la calidad de la
enseñanza y ampliar su cobertura cuando sea necesario. Los
efectos de dichas políticas tomarán tiempo, pero constituyen
requisitos indispensables para equilibrar las oportunidades de
acceso a trabajos de mejor calidad.
Las
Políticas de empleo en Argentina
a. Creación de puestos de trabajo
transitorios
El Programa Trabajar consiste en la
creación de empleo transitorio a partir de realizar los
proyectos de obras que
presentan organizaciones sin fines de lucro
o municipalidades o entidades provinciales, relativos a proyectos de obras que satisfagan
necesidades sociales o comunitarias. El Fondo cubre los costos de la mano de obra y los
organismos ejecutores, los que presentan los proyectos, se hacen cargo del
costo de los materiales y de la asistencia
técnica para la realización de estas obras.
Programa de Servicios Comunitarios que tiende a
complementar las necesidades de la población más
necesitada y tiende también a complementar el Programa Trabajar y la
participación de la mujer en la medida en que
exige, como condición, que el 80% de los beneficiarios del
Programa de Servicios
Comunitarios sean mujeres. En la misma línea del programa de empleo transitorio,
pero ya no en la realización de obras sino en la
realización de servicios
Desarrollo de Empleo Local, que también tiende a
realizar obras y servicios que satisfagan necesidades de la
comunidad. La diferencia es
que el financiamiento para estos
programas es de la autoridad local que propone el
Programa de Desarrollo Local. Lo que da el Ministerio del Trabajo
y Seguridad Social (MTSS) es la
asistencia técnica y la cobertura para la realización
de estos programas.
b. Generación de empleo duradero
En general, en la experiencia internacional hay dos
mecanismos para fomentar el empleo en la actividad
privada.
Una primera línea consiste en modificar los aspectos
que pueden limitar la incorporación de trabajadores, como
es el costo laboral.
La reducción de las contribuciones patronales que
proponen las modalidades promovidas, o la reducción de las
contribuciones patronales a partir del Decreto del Gobierno Nacional
Otro elemento es el incremento en la productividad de los
trabajadores.
Un incentivo a la contratación a partir de reducir
los costos de esa contratación
o de generar nuevos puestos mediante una ayuda económica
del Estado.
Uno de ellos es el Programa Forestar, en el marco de un
programa nacional de desarrollo del sector forestal que impulsa
la Secretaría de Agricultura. Se apoya esta
acción a través de una ayuda económica no
remunerativa a una cantidad de trabajadores para realizar esas
actividades.
c. Programa de capacitación
Proyecto Joven. Los jóvenes en general eran un
sector con dificultades para insertarse laboralmente debido a
dos cuestiones: no tenían un conocimiento preciso de
los requerimientos para un puesto de trabajo en particular,
sea porque no concluyeron los estudios o porque los estudios
realizados no tenían vinculación con las
habilidades que exigía el puesto de trabajo, y la otra
limitación era la falta de experiencia. El Proyecto Joven se define como
un proyecto de capacitación
inicial, es decir, para empezar un proceso.
Programa de Apoyo a la Reconversión Productiva se
está planteando acompañar este aspecto con una
capacitación complementaria que posibilite a los
trabajadores que ya estuvieron en el proceso productivo
–y que por algún motivo están fuera–
una capacitación para reinsertarse nuevamente.
Programas de Capacitación son los Talleres
Ocupacionales que constituyen la base para detectar
necesidades ocupacionales en algunas localidades.
En la vida útil de un trabajador no bastan los
conocimientos adquiridos en la etapa educativa sino que hoy
en día, requiere una actualización durante toda su
vida útil.
Otro de los Programas a desarrollar incluye asistencia
técnica a todos los actores que están incluidos en
este tema: instituciones de
capacitación con fines de lucro, organizaciones sociales tipo
sindicato o sociedades de fomento,
cámaras empresariales e instituciones provinciales
o municipales.
Conclusiones
Hasta ahora la población objetivo de los programas de
empleo son los desocupados y es aún muy débil la
respuesta que estamos dando a los otros sectores involucrados en
el problema.
La mayoría de los programas que tienden a fomentar
el empleo en el sector privado, tienen más incidencia en el
aspecto de reducción del costo laboral que en el aspecto del
incremento de la productividad.
Las políticas que tienden a reducir el costo
laboral, producen un efecto inmediato y constante sobre el
desempleo. Las que tienden a incrementar la productividad en
el trabajo, como la
capacitación, no producen impacto en forma inmediata sino
que suponen un proceso de desarrollo mucho mayor. La diferencia
es que estos efectos mediatos no son lineales porque se potencian
con el desarrollo del tiempo.
Reflexión
Final
En la ultimas décadas se han dado en América
Latina y en Argentina, como parte de ésta, importantes
cambios en el mercado laboral que podríamos tomar como
tendencias casi constantes. Estas transformaciones ( aumento de
la participación de la mujer, migraciones campo
ciudad, reducción de los salarios, aumento de la
informalidad, baja en la calidad de empleos, crecimiento del
desempleo, etc.. ) no solo han generado problemas en el mercado, sino
que, afectan sin duda el bienestar de toda la población,
especialmente la menos pudiente.
Una de las manifestaciones que mas a afectado al mercado
de trabajo en América Latina a sido la globalización y sus efectos
derivados como: la obligación de ajuste del sector publico, la necesidad
de reconvertir las industrias, la urgencia de mas
competitividad y disminución de costos, desregulación de los
mercados, etc.
A su ves a partir de la Globalización se genero un importante cambio
tecnológico, el cual obligo a replantear las estructuras productivas y como
consecuencia el mercado laboral, aumentando la ya prevaleciente
preponderancia del capital sobre el factor
trabajo. Es paradójico que el aumento de la producción
dado en muchos países no sea acompañado de igual manera
por un incremento del empleo.
Los cambios que a experimentado el mercado laboral en
los últimos años a generado consecuencias condenables
para la sociedad en forma general y mas
particularmente para las clases sociales medias que se
han visto reducidas. Se observa en América Latina un
incremento de las desigualdades en la distribución del
ingreso entre los ocupados y un empeoramiento de las condiciones
laborales y la calidad de los empleos sobre todo para los
sectores de menores ingresos.
Las políticas orientadas a solucionar los problemas del mercado
laboral generadas por los gobiernos se han orientado en su
mayoría alrededor de las empresas y no hacia el mercado.
Estas políticas se caracterizan en su mayoría por la
búsqueda de disminuirles el costo laboral a las empresas
como una forma de aumentar su competitividad, esto mediante
desregulaciones y flexibilizaciones, políticas que solo
dan frutos a corto plazo. Una política mas aceptable socialmente, y
a largo plazo, estaría orientada hacia la
reconversión de las PyMES, la capacitación de
la mano de obra y la acción conjunta de los países
Latinoamericanos.
- " Mercados laborales, encadenamiento productivo y
políticas de empleo en América Latina" – Laís
Abramo – I.L.P.E.S.
- " Globalización, empleo y acción colectiva
" – Denis Benn – P.N.U.D.
- " Reforma económica, crecimiento y empleo " –
O.I.T.
- " Políticas de desarrollo para generar empleo y
reducir la pobreza " – Basdeo Panday.
- " Panorama laboral 97 – Calidad de los nuevos empleos
en los 90 " – O.I.T
- " El impacto del cambio tecnológico sobre los
problemas del empleo " – Luis Maira.
- " Las políticas de empleo en Argentina " – Luis
Castillo Marin.
- Datos estadísticos varios. – O.I.T.
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Trabajo realizado por:
Garcia Cairoli Andrés
Estudiante de Lic. en Administración
Fac. Ciencias Económicas
UNLP
La Plata – Argentina