A lo largo de las riberas del Nilo la cultura
faraónica despierta lentamente de
su letargo milenario. Metro a metro, piedra a piedra,
los egiptólogos limpian el
desierto buscando las claves de tan increible cultura. A los
terremotos y a
los
ciclos climáticos hay que sumar la acción
devastadora del propio ser humano que,
o bien utilizó los monumentos como cantera
artificial para nuevas construcciones
o se limitó a destruirlos porque atentaban contra
su orgullo. Es el gran reto de
la egiptología: rescatar, conservar, descifrar y
dar solución a tantas preguntas
pendientes de respuesta. Y cuando los trabajos de
restauración se realizan,
además, en el monumento más
enigmático erigido sobre la superficie de
nuestro
planeta, la Gran Pirámide, la atención se
vuelve hacia la reja que guarda su
entrada, cerrada con dos candados y tras la que se
adivinan herramientas y
manos
capaces de trabajar a pocos centímetros de la
cuna de los misterios.
Tras algunos intentos individuales, fueron los sabios y
científicos que
acompañaron a Napoleón los que
aprovecharon su estancia en Egipto para
iniciar
un inventario de
obras de arte y de
monumentos que aún hoy no ha concluido.
Desde entonces, en apenas 200 años, los
egiptólogos han intentado rescatar lo
que el tiempo ha tardado
milenios en ocultar.
Egipto al completo es una enorme zona
arqueológica donde los amasijos de
escombros delatan todo tipo de prospecciones. Antes que
los arqueólogos, los
saqueadores de todas las épocas, particulares o
institucionalizadas, se hicieron
con cuanto objeto de valor pudiera
encontrarse en templos, pirámides y tumbas.
Ni siquiera las momias de sus artesanos fueron
respetadas. Pequeños trozos de
hueso se mezclan ahora sobre la arena con trozos de
cerámica imposibles de
reconstruir, ya que han sido cientos de veces las que
cientos de personas han
rebuscado en los mismos sitios, ávidos de
algún tipo de riqueza. La mayor parte
de los habitantes del antiguo Egipto
seguirán siendo tan desconocidos como
anónimas quedarán sus ofrendas a
unos dioses prácticamente olvidados.
Miles de años de cultura se
esparcen arbitrariamente sobre kilómetros de
superficie. Lo que un día fue un modelo de
organización hoy sólo
puede
adivinarse por las ciclópeas construcciones que
emergen a lo largo del Nilo.
Columnas y sillares reclaman su lugar en la Historia ocupando el sitio
para el
que fueron concebidos. Templos que se alzan carentes de
todo ornamento, siendo
la única decoración que ofrecen unos
relieves y unos jeroglíficos que, lejos de
aportar soluciones,
realzan aún más la idea que tenemos de enfrentarnos
a una
cultura que tuvo contacto con los propios dioses. Dioses
que aparecen esculpidos
con su falso atuendo de inmortalidad, reflejo de un
esplendor pasado, lejanos en
el tiempo pero a la
vez cercanos, ya que enseñaron cosas tan nuestras como
la
escritura, la construcción, la medicina, la
astronomía o la magia…
secuelas
que siguen presentes en nuestra propia
civilización. Flecos de la sabiduría
egipcia calaron en los griegos y de su mano comenzamos a
deambular por los
caminos de la ciencia.
Mirar el Antiguo Egipto es
contemplarnos un poco a
nosotros mismos, un pasado imprescindible para entender
nuestro propio futuro.
UN MUSEO AL AIRE
LIBRE
La arqueología asegura que el complejo de Saquara
sólo en un veinte por ciento y otras zonas siguen
idéntica suerte. Es tal la cantidad de ruinas
arqueológicas pendientes de rehabilitación en
Egipto, que
las autoridades se enfrentan más con
el problema de la conservación que con la
búsqueda de nuevos hallazgos. Sólo hay
que contemplar las fotos de
principio de siglo para tener una idea exacta de la
enorme labor desarrollada por la
Organización de Monumentos Egipcios. Pocos
viajeros actuales que visiten el templo de Karnac saben
hace sólo unas decenas
de años que su famosa sala hipóstila
estuvo completamente derrumbada. Templos
como el de Kom Ombo o el Rameseum eran asimismo un
informe
montón de piedras.
Otras inmensas construcciones, en cambio,
quedaron totalmente cubiertas por la
arena pudiendo hoy comprobar cómo en Esna, en
Edfú o en Dendera los monumentos
quedan por debajo de la línea horizontal sobre la
que se asienta el pueblo que
los rodea. Ello, en un principio fue una suerte, ya que
son templos que se han
conservado en perfectas condiciones al permanecer
enterrados durante siglos. Sin
embargo, surgen dudas de cuántos otros templos y
edificios permanecen no sólo
sepultados bajo las arenas del desierto, sino bajo las
casas de pueblos que
viven hoy su particular bullicio cotidiano. La actual
Memphis, sin ir más lejos,
se asienta exactamente sobre la antigua ciudad, capital del
Imperio Antiguo. Y
todas las casas del pueblo tebano de Quma cuentan en el
sótano con su particular
tumba del Imperio Nuevo.
La civilización de los faraones es la cultura que
más restos arquitectónicos ha
dejado, convirtiendo a Egipto en un
enorme museo al aire libre, con
todos los
cuidados que ello conlleva. El desierto proporciona un
ambiente
hostil en el que
la arena azota sin cesar cualquier construcción, deslizándose entre sus
rendijas
hasta cubrirla por completo. Se tienen noticias de que
la propia Esfinge, en la
meseta de Giza, quedó ya enterrada en tiempos de
Tutmosis IV. El faraón se quedó
dormido y en sueños escuchó los deseos de
la Esfinge de quedar liberada de la
tierra que la cubría a cambio de
convertirle en rey. El joven Tutmosis aceptó
tal petición y tras dejarla al descubierto
reinó como faraón.
MANOS A LA OBRA
Las tropas de Napoleón a las ordenes de sus
científicos, fueron las encargadas
de liberar a la Gran Pirámide de la
montaña de escombros que se amontonaban en
sus laderas. En este caso la arena no sólo
procedía del desierto sino que el
monumento había sido utilizado como cantera
artificial por los mamelucos que
utilizaron sus bloques para construir el moderno Cairo,
destruido a causa de los
terremotos. La pirámide pudo ser entonces medida
por primera vez en la era
moderna y los resultados proporcionaron los primeros
datos
científicos de su
increíble geometría.
Desde entonces se inició en todo el país
una carrera para salvar los monumentos.
En 200 años se han sacado a la luz ciudades
completas. A la acción del tiempo
y
del deterioro natural se han sumado otras cuestiones que
han puesto en peligro
los monumentos como la construcción de la nueva presa de
Aswán, que con su
espectacular trazado elevó el nivel de las aguas
hasta cotas que sumergirían
gran número de edificios. El gobierno egipcio
tuvo que afrontar la
empresa
"faraónica" de transportar templos completos a
lugares que se encontraran a
salvo de tal catástrofe. Los templos de
Ramsés II y de Nefertari en Abu Simbel,
o el templo de Isis de la isla de Philae fueron
trasladados piedra a piedra. El
templo de Debod, situado ahora en el Parque del Oeste de
Madrid, también procede
de la antigua Nubia y fue rescatado de su
inundación inminente.
La conservación de monumentos en Egipto
está hoy en su apogeo. En los últimos
cinco años he sido testigo de toda una serie de
trabajos encaminados a dotar a
las zonas arqueológicas de una infraestructura
contra el deterioro que el tiempo
impone. Toda la base sobre la que se sustentaba la
segunda sala hipóstila del
templo de Luxor se ha cambiado. Sólo hace un
año que se ha abierto la pirámide
roja de Dashur, la pirámide de Hetepheres en Giza
o el templo de Sahure en
Abusyr. El Valle de los Reyes cuenta con un nuevo acceso
y nuevos servicios.
Se
han restaurado tumbas como la de Nefertari en el Valle
de las Reinas. Y siguen
los trabajos en prácticamente todas las zonas
arqueológicas de Egipto. Hace un
par de meses se concluyeron las obras de
rehabilitación de la gran Esfinge de
Giza, tras varios años de trabajo. Y se han
abierto nuevos museos como el Museo
Nubio de Aswán.
Por lo tanto, dentro de ese proyecto general
de salvar los monumentos de Egipto,
no debería extrañarnos el que ahora le
toque su turno a la Gran Pirámide. Sin
embargo, no es así, ya que ha despertado la
atención y las sospechas de muchos.
LA ATENCIÓN PUESTA EN LA GRAN
PIRÁMIDE
El día 1 de abril de este año se
cerró la pirámide al público. El Dr
Zahi
Hawass, director de la meseta de Giza, comunicaba en
rueda de prensa
el
propósito de las autoridades arqueológicas
egipcias de acometer las obras
necesarias para dotar al monumento de una
infraestructura capaz de soportar el
paso del tiempo y, sobre
todo, de los millones de turistas que la visitan. Con
ello se culminaría un proyecto global
de rehabilitación de la meseta. Tras los
trabajos realizados en el interior de las
pirámides de Micerinos y de Kefrén,
que estuvieron cerradas durante casi un año,
ahora se empezaría con la Gran
Pirámide, en trabajos que se prolongarían
durante ocho meses.
Tal noticia fue acogida con alarma en todo el mundo por
algunos
seudoespecialistas y no faltaron las portadas en
publicaciones sensacionalistas
que presuponían tal acción como tapadera
de asuntos más complejos. Evidentemente
la Gran Pirámide merece una atención
especial. Particularmente expreso mi
creencia de que el monumento es anterior a la propia
cultura
egipcia y que su
interior aún guarda cámaras y secretos
insospechados. El cierre durante tantos
meses podría alentar las sospechas de trabajos
encubiertos a la luz
pública.
Sería una ocasión única para
sondear todas las teorías
y documentación
propuestas sobre corredores y cámaras aún
sin descubrir. Y más aún cuando
estamos en la época en que se profetizaron
grandes descubrimientos en la meseta
de Giza.
LAS PROFECÍAS DE EDGAR CAYCE
Edgar Cayce nació cerca de Hopkinsville
(Kentucky, EEUU) en 1877. Siendo aún
joven ya era capaz, por voluntad propia, de entrar en un
estado
hipnótico
semejante al sueño, método que
empleó para diagnosticar enfermedades y
recetar
remedios a los que lo solicitaban. Cayce no recordaba
nunca nada de lo que decía
en sus trances y su obra fue recopilada tomando al
dictado sus visiones. Su
libro Misterios de la Atlántida recoge cerca de
700 "lecturas parapsicológicas"
que fueron recogidas a lo largo de veintiún
años. Tal relato empieza por la
llegada de la Humanidad a la Tierra hace
unos diez millones de años y termina
con el hundimiento de la Atlántida hacia el
año 10.000 a. de C.
Los relatos sobre la Atlántida y Egipto aparecen
entretejidos en las lecturas de
Cayce. Habló repetidamente de Egipto como de uno
de los destinos principales de
los atlantes en su huida. En los textos aparecen
diversas alusiones e
indicaciones de que Egipto había sido un lugar de
depósito de registros
históricos de la Atlántida. También
hablan repetidas veces de tumbas y pirámides
"que todavía no se han descubierto" en la
nación africana. Lo extraordinario de
Cayce es haber acertado con datos que
sólo recientemente se han sabido. Cayce
remonta la cultura egipcia hasta darle una
antigüedad de 12.500 años,
situándola
hacia el 10.500 a. de C., la misma fecha que Robert
Bauval y Adrian Gilbert (El
Misterio de 0rión; El Guardián del
Génesis) calculan como fecha de erección
de
las pirámides de Giza. Exactamente la misma que
la calculada por el egiptólogo
John Anthony West, por el profesor de Geología
de la Universidad de
Boston, Dr
Robert Schoch, y por el Jefe de Sismografía de
Houston, Thomas Dobecki, según
los análisis efectuados en la Esfinge. Las
lecturas de Edgar Cayce sitúan
puntualmente los lugares donde los atlantes colocaron su
particular
conocimiento:"…Hubo indicios y profecías de que
la Atlántida se iba a
disgregar, y Egipto fue elegido como uno de los lugares
donde se debían
depositar los registros de
aquella actividad… Para los atlantes, una
preocupación de primer orden en su
emigración a Egipto fue la conservación
de
los registros
históricos y su depósito seguro tanto en
la llanura de Gizeh como
en otros lugares…la Entidad era uno de aquellos que
fueron enterrados en la
tumba, en una de aquellas que todavía no se han
descubierto; pero está frente a
la Esfínge, y es el más próximo de
los enterramientos en aquel montículo… Pues
las pirámides posteriores, las queno se han
descubierto todavía están entre la
Esfinge (o el Misterio) y el Nilo… la Entidad era uno
de aquellos que
participaron en la construcción de algunos de aquellos
edificios que todavía
existen y en la preparación de la que
todavía no se ha descubierto…"
En otras lecturas se habla más concretamente de
cámaras, pirámides y túneles
subterráneos bajo las patas de la Esfinge, y
frente a ella. "Estos hallazgos se
pueden encontrar en la base del antebrazo o pata
izquierda de la bestia tumbada;
en la base de los cimientos. No en el canal
subterráneo (que fue abierto por el
monarca muchos años, siglos, después),
sino en la verdadera base. Existe una
cámara o pasadizo desde la pata delantera derecha
hasta esta entrada de la
cámara de los registros…".No
sólo la Esfinge, sino que también la
Gran
Pirámide es mencionada por Edgar Cayce " .. .
¿Qué función cumplió la Entidad
en
relación con la construcción de la Esfínge? Cuando
los monumentos se estaban
construyendo en la llanura de lo que ahora se llama la
Pirámide de Gizeh, esta
Entidad construyó y preparó los cimientos;
es decir, los dirigió, calculó su
situación geométrica en relación
con los edificios que se erigieron comunicados
con la Esfinge. Y los datos
relacionados con ellos pueden encontrarse en las
cámaras de la base de la Esfinge…". Entre los
años 1957 y 1988 la
Associationfor for Research and Enlightenment, Inc.
-ARE- (Asociación para la
Investigación y la Iluminación),
patrocinó diversos proyectos
encaminados a la
comprobación real de las salas ocultas propuestas
por Cayce, contando para tal
fin con organismos tan reconocidos como la Universidad de
Ain Shams del Cairo o
el Instituto de Investigaciones
de Stanford, SRI. Las prospecciones y sondeos
han dado como resultado la localización de
vacíos en el terreno, en los missmos
lugares referidos por el vidente.
DENTRO DE LA GRAN PIRÁMIDE
"Está sordo, está sordo!" – le
decía al inspector de la meseta de Giza
mientras
perseguíamos a Francisco Contreras por el Canal
Ascendente de la Gran Pirámide
gritando que tal acceso estaba prohibido. Efectivamente,
el permiso conseguido
sólo nos autorizaba a visitar el pasaje de Al
Mamún, la primera parte del
recorrido por el interior del monumento. Cuando
conseguimos atraparle en la Gran
Galería, intenté que el arqueólogo
se tranquilizase sumándome a su enfado y a
sus recriminaciones mientras que Iker Jiménez,
casi de puntillas, penetraba a
través de la Cámara de los Rastrillos
hasta la Cámara del Rey. Nueva
persecución, nuevos gritos, nuevos guiños
de complicidad y nuevas explicaciones
"¡Es que no saben inglés
y no se enteran!"- El inspector nos empujaba hacia
abajo, hacia la salida, controlando cada paso de Iker y
de Fran y fue cuando me
metí por el Canal Horizontal hasta la
Cámara de la Reina. Cuándo salí
encontré
al vigilante lívido -"pero bueno, ¿por
dónde está la salida? Porque por ahí
no
es"-. Su dedo indicó el Canal Descendente
mientras que en su rostro se adivinaba
su impresión de que yo era un idiota y no
sabía encontrar el camino de salida.
Siete minutos, sólo siete minutos, estuvimos en
el interior de la Gran Pirámide.
Cuando salimos al exterior ya habíamos cambiado
los carretes de la cámara por
temor a que fuesen requisados por la policía. La
frase No photo, please, it's
forbidden había sido repetida más de cien
veces por el inspector, aunque entre
los tres disparamos más de cien veces nuestras
cámaras. Pero el grupo que
nos
acompañaba y esperaba frente a la
pirámide, al tanto de nuestro propósito,
había
entretenido a unos policías más
interesados en la calidez humana que en la
frialdad del monumento. Y sin mostrar la alegría
que sentíamos, descendimos la
meseta de Giza dejando atrás la pirámide
con sus enigmas, los policías con sus
sonrisas y un aturdido inspector de arqueología
que, seguro, pensaba
que
estábamos locos.
¿QUÉ ESTÁN HACIENDO
DENTRO?
Justo detrás de la verja que guarda su entrada,
Iker y yo nos miramos cuando
descubrimos un martillo neumático, marca Hilti,
junto a sacos que contenían
escombros de recientes perforaciones. En ese momento las
evidencias indicaban
que el simple lavado de cara del interior de la Gran
Pirámide propuesto por
Hawass podría convertirse en algo
más.
El suelo estaba
también salpicado por gran número de bolas de
algodón cuyo
empleo ya había visto en otras zonas
arqueológicas. Como ocurre asimismo en
España y en otros países, ciertos
visitantes colocan su nombre con rotulador en
las paredes de los monumentos y en árabe o en
castellano la
gamberrada sigue
siendo la misma. Los algodones, untados de un producto
llamado Magic Cleaner
(solución de sal natural), son empleados para
eliminar la tinta de la piedra.
Los algodones de la pirámide eran lógicos,
pero, ¿la taladradora… y los sacos
de cemento….?
Más familiarizado con el interior de la Gran
Pirámide que mis compañeros de
aventura, fui recorriendo los lugares donde, a lo largo
de los ultimos años se
han situado los accesos a las posibles cámaras
ocultas. Si los egipcios estaban
aprovechando el momento para buscar esas posibles
estancias ¿cuál o cuáles de
tantas teorías
estaban siguiendo?
Los informes de
Jean Kerysel, sobre una sala junto a la Cámara del caos y
un
pasaje bajo el Canal Ascendente, no tuvieron eco en los
arqueólogos egipcios
pues tales cavidades, descubiertas por técnicas
gravimétricas, no estaban siendo
inspeccionadas.
Las teorías
de los arquitectos franceses Guilles Dorrnion y Jean Patrice
Goidin
tampoco, ya que la Gran Galería paralela que
descubrieron y su cámara situada a
la derecha de la Cámara de la Reina tampoco
está siendo inspeccionada. Los
documentos aportados por los científicos de la
Universidad de
Waseda, sobre un
canal aledaño al pasaje horizontal y otras
estancias junto a la Cámara del Rey,
tampoco han merecido el interés de
los arqueólogos ya que sus accesos permanecen
cerrados sin la más mínima prueba de su
búsqueda. Se ha prescindido de los
nuevos robots ofrecidos por el ingeniero Rudolf
Gantenbrink para investigar lo
que pudiera existir tras la "puerta" encontrada al fondo
del canal de
ventilación. Ni que decir tiene que las
cámaras propuestas por mí mismo no han
merecido mayor crédito
que las mencionadas por los investigadores anteriores
y
la cámara mortuoria de Keops, que sitúo
tras los tapones de granito; y la Cámara
del Orden, que presumo por encima de las Cámaras
de Descarga seguirán estando
allí intactas algunos milenios
más.
LA OPORTUNIDAD PERDIDA
Todo en el interior de la Gran Pirámide obedece a
un típico plan
de
restauración, avalado por la conversación
que mantuve con el Dr. Hawass,
Director de la meseta de Giza. Le informé sobre
nuestra visita dentro de la Gran
Pirámide y le solicité datos sobre lo
que habíamos visto. En primer lugar, me
comentó que los canales de ventilación de
la Cámara del Rey estaban siendo
limpiados de la sal que cubría sus paredes. Los
extractores han sido también
cambiados por otros más potentes. Los sacos de
cemento
expansivo se utilizarían
para rellenar las fallas del edificio, producto de
los terremotos,
grietas que
se sitúan en el Canal Descendente, en el techo de
la Gran Galería y en la Cámara
del Rey La perforadora está siendo utilizada para
agrandar el tunel de
Al-Mamún
y favorecer el tránsito de turistas.
También para cambiar por nuevos algunos
bloques de los pasamanos de la Gran Galería
bastante deteriorados. Se va a dotar
a todo el monumento de una nueva instalación
eléctrica y cámaras de televisión
conectadas a monitores,
así como de ventilación a la Cámara de la
Reina y a la
Cámara del Caos. También se está
procediendo a una limpieza a fondo del pozo que
une la Gran Galería con el canal descendente, y
en las Cámaras de Descarga se
están retirando todos los excrementos de
murciélago acumulados durante los
últimos decenios, responsables del mal olor en el
edificio. Es decir, un trabajo
arqueológicamente correcto que será
concluido e inaugurado el 1 de enero de
1999. La Gran Pirámide se vestirá
interiormente con un traje nuevo para recibir
al próximo milenio engalanada con los mismos
misterios de siempre, con las
mismas preguntas sin respuesta, guardando en sus
entrañas sus más profundos
secretos. Nuestra visita al interior del monumento no
corrobora las sospechas de
que están haciendo prospecciones aprovechando la
intimidad de las obras de
restauración, sino que constatamos justo todo lo
contrario, que no están
haciendo nada encaminado a nuevos descubrimientos. Por
lo visto la arqueología,
carente nuevamente de imaginación, se muestra
capacitada para dictaminar que lo
propuesto por numerosos especialistas que han aplicado
métodos
científicos de
prospección no destructiva, como el empleo de la
microgravimetría y las ondas
electromagnéticas, no tiene valor alguno.
Aunque es posible que ello sólo sea
producto del miedo, del terror que pueda producirles el
desestabilizar sus
dogmas y la obligación que tendrían de
volver a escribir la Historia. La
Historia mal entendida de un monumento mal
clasificado.
¡LOS BLOQUES DE PIEDRA DE LAS PIRÁMIDES
EGIPCIAS SON ARTIFICIALES!
Las explicaciones ortodoxas sobre la construcción
de las pirámides egipcias,
especialmente la atribuida al faraón Keops, no
tienen actualmente ninguna
consistencia. Estudios e investigaciones
posteriores, silenciados por los
arqueólogos más conservadores y
tradicionales, llegan además a conclusiones
realmente sorprendentes: los antiguos egipcios
conocían una técnica que les
permitía "fabricar" piedras artificiales. Piedras
que hoy podemos ver
milimétricamente integradas entre sí en
las grandes construcciones faraónicas.
Para muchos el asunto no ofrece la menor duda: el
faraón Keops reinó durante 23
años, veinte de los cuales los dedicó a la
construcción del mayor monumento que
el hombre
jamás haya erigido.
Tal idea proviene de lo narrado en Los Nueve Libros de la
Historia escritos
por
Herodoto: " … En cuanto a la pirámide, se
gastaron en la construcción veinte
años…". Veinte años para que, hace 7
000, aquellos obreros de la Era del Cobre
elevaran, con precisión asombrosa, cerca de dos
millones seiscientos mil bloques
de piedra que, por término medio, pesa cada uno 2
toneladas. Es decir, que cada
año se debieron colocar 130.000, lo que suponen
360 al día. Si hacemos un
cálculo aproximado para la jornada laboral de los
obreros de la época de 12
horas, el resultado es que durante 20 años, sin
conocer el hierro y la
rueda, el
arquitecto de la Gran Pirámide organizó un
equipo de trabajo capaz de
seleccionar la piedra en la cantera, cortar el bloque,
transportarlo varios
kilómetros, cruzar el Nilo, izarlo a cientos de
metros y colocarlo
milimétricamente, todo ello en el tiempo
récord de ¡120 segundos! por bloque. Es
decir, que según las explicaciones ortodoxas,
aquellos artesanos, tan cercanos
al Paleolítico, encajaron durante veinte
años un bloque cada dos minutos. Ni más
ni menos.
El ingeniero Jomard, de la expedición francesa de
Bonaparte, en datos
corroborados posteriormente por el arqueólogo
Lauer, calculó que durante los
últimos 1.500 años de la historia clásica
egipcia, correspondientes al Imperio
Nuevo, dinastías posteriores y periodo
ptolemaico, se usaron 4.000.000 de metros
cúbicos de piedra. Tal cantidad de roca, que
constituye la colección de
monumentos más impresionante de la
antigüedad, parece minúscula al compararse
con las obras realizadas en el Imperio Antiguo.
Sólo la Gran Pirámide tiene
2.000.000 de metros cúbicos de piedra, cantidad
similar a su vecina pirámide de
Kefren. Es decir, se nos quiere hacer creer que en 20
años los obreros de Keops
edificaron la mitad de lo que hicieron posteriormente
sus colegas durante 1.500
años.
Al problema del peso y del volumen hay que
añadir el enigma que suponen las
máquinas empleadas en el transporte y
en la subida de los bloques desde la
cantera hasta su emplazamiento. En este caso las
palabras de Herodoto no son
tenidas en cuenta ya que afirma que se utilizaron
mecanismos, así como hierro,
en la construcción. Los arqueólogos, que
tanto se basan en sus palabras para
datar la Gran Pirámide, hacen caso omiso de estas
otras. Y no les falta razón ya
que no se han encontrado vestigios de tales
máquinas. Tampoco en papiros,
estelas o murales se han encontrado los
jeroglíficos que expliquen cómo eran
transportadas e izadas las grandes masas
pétreas.
En un relieve de
EI-Bershe, de la Dinastía XII, se ve cómo un
grupo de
172
personas arrastran la estatua de Djejutijotep, de 60
toneladas, que descansa
sobre un trineo. Esto, unido al descubrimiento de varias
rampas que unen el Nilo
con la base de algunas pirámides, da pie a la
arqueología a la única hipótesis
que acepta: la fuerza
muscular. Y aunque tal planteamiento pudiera ser
válido
para bloques de 2 ó 6 toneladas no es posible
imaginar a 30.000 hombres tirando
a la vez de uno de los muchos bloques que existen en
Egipto de 1.000 toneladas o
más. Ni mucho menos izándolo por
pendientes del 30 por ciento.
Se han barajado innumerables hipótesis. Naves extraterrestres, poder
mental,
teleportación, infrasonidos y otras aún
más pintorescas que intentan explicar
cómo hicieron en el Antiguo Egipto para
transportar los monolitos. Pero hay una
de ellas que, aunque parezca fruto de la
fantasía, ve avalada su credibilidad
por constataciones y estudios recientes. Para asombro
del hombre moderno
y de su
tecnología los antiguos egipcios conocían
técnicas ¡ para ablandar la piedra!
Existen suficientes elementos de juicio como para pensar
que los constructores
del Imperio Antiguo no fueron canteros, sino
alquimistas.
En 1988 se editó en Estado Unidos
el libro titulado
The Pyramids, An Enigma
Solved En él se recogían investigaciones
de un científico nada sospechoso de
elucubraciones. El doctor Joseph Davidovits, fundador
del Instituto
Geopolimérico de París, profesor de la
Universidad de
Toronto y director del
Instituto de Ciencias
Arqueológicas Aplicadas de la Universidad de
Barry en
Florida, junto a la doctora Margie Morris, de la
Universidad de Minnesota,
pusieron de manifiesto lo que revelaban los análisis químicos y
microscópicos
efectuados en rocas de la
meseta de Gizéh.
Junto a los detallados informes
publicaron varias fotografías en las que puede
apreciarse la presencia de pelos, uñas, fibras
textiles y burbujas de aire en
la
estructura de las rocas calizas de
la Gran Pirámide.
Estos hallazgos sembraron el desconcierto en los
círculos académicos que, por
supuesto, intentaron relegarlos al ostracismo. En
España
tuvimos la ocasión de
asistir hace algún tiempo a un debate en La
Clave, donde José Luis Balbín tuvo
el acierto de invitar a representantes de ambas
tendencias. Peter Tompkins
propuso al entonces director de excavaciones de la
meseta de Gizéh, Dr. Hawass,
un experimento público para demostrar o desechar
de una vez por todas lo
mantenido por Davidovits, quien se consideraba capaz de
fabricar piedras
similares a las de la Gran Pirámide. La respuesta
de Hawass no fue muy brillante
"si ya se conocen las canteras de Tura y de Mokhatam…
¿para qué investigar
otros asuntos?". Lo cierto es que este arqueólogo
jamás podría explicar con sus
teorías qué hace un pelo de 21
centímetros en el interior de una roca caliza
de
hace 50 millones de años, proveniente de la edad
geológica del Eoceno, allá por
el segundo período de la época
Terciaria.
Egipto no sólo ha proporcionado grandes
misterios, sino que, junto a ellos,
aporta soluciones que
veces resultan aún más enigmáticas. La pista
para la
teoría de Davidovits está en una estela
conmemorativa en la isla de Sehel, cerca
de Assuan. Fue descubierta en 1889 por el
egiptólogo Charles Wilbour y terminada
de descifrar por el arqueologo francés Barquet en
1935.
La estela de Famine, como se denomina, consta de 2.600
jeroglíficos dispuestos
en 32 columnas. Aunque se supone que fue esculpida en
tiempos ptolemaicos ( 300
a.C) se entiende que debe ser copia de documentos
más antiguos ya que se refiere
a asuntos relacionados con personajes de la III
Dinastía. La estela trata varios
aspectos distintos, como son: Descripción de la
Famine, Visita a la Biblioteca
de Hermópolis, Las Revelaciones de Imhotep, El
sueño del Faraón Zoser y un
Decreto Real. Entre las columnas situadas entre la 6 y
la 22 se habla sobre
métodos constructivos. De la columna 11 a la 18
Imhotep enumera las rocas
y
minerales de la región de Elefantina. Y las
columnas 18 a 20 describen el sueño
del faraón Zoser, en el que el dios Khnum da al
rey una lista de minerales
y
productos químicos para fabricar bloques
aglomerados con los que construir
templos.
Si este conocimiento
es cierto, es posible que faraones posteriores
también
estuvieran enterados de estas "revelaciones" y las
aplicaran a sus propias
construcciones.
Algo con lo que siempre se ha especulado ha sido el
rodillo. En múltiples
recreaciones artísticas se han dibujado los
grandes monolitos sobre rodillos y
tirados por innumerables hombres. Pero la madera siempre
escaseó en Egipto y la
que había era de baja resistencia al
peso y a la tracción, sin contar con que se
necesitan, además de los rodillos, carreteras
adecuadas al transporte que
aún no
se han encontrado. Y aún admitiendo la teoría
de los rodillos, hubieran hecho
falta millones de ellos.
La llamada Piedra de Palermo indica que Snefru, padre de
Keops, asignó una flota
de barcos para traer cedros, cipreses y coníferas
del Líbano. Snefru fue el
mayor constructor de la IV Dinastía. Se le
atribuyen tres piramides, dos en
Dashur (que contienen 4.000.000 de metros cúbicos
de piedra) y otra en Meidum.
El total de sus construcciones asciende a 9.000.000 de
toneladas de piedra,
utilizadas en sus 24 años de reinado. La madera
importada del Líbano no pudo,
pues, servir para rodillos, ni por su cantidad ni
tampoco por su dureza. Aunque
sí pudo servir para fabricar…
MOLDES:
Herodoto así parece confirmarlo: " … La
pirámide fue edificándose de modo que
en ella quedasen unas gradas o apoyos que algunos llaman
escalas y otros
altares. Hecha así desde el principio la parte
inferior, iban levantándose y
subiendo las piedras con cierta máquina formada
de maderos cortos que,
alzándolas desde el suelo, las
ponía en el primer orden de gradas, desde el
que
con otra máquina que en él tenían
prevenida las subían al segundo orden, donde
las cargaban sobre otra máquina semejante,
prosiguiendo así en subirlas, pues
parece que cuantos eran los órdenes de gradas
tantas eran en número las
máquinas, o quizás no siendo más
que una fácilmente transportable, la
irían
mudando de grada en grada cada vez que la descargasen de
la piedra; qué bueno es
dar de todo diversas explicaciones… ". La palabra
utilizada por Herodoto y que
se tradujo por "máquina" es la palabra griega
"mechane". En griego es un término
general que indica cosas inventadas, fabricadas. En
definitiva, cualquier tipo
de artilugio realizado con un propósito y que,
por tanto, no debe únicamente
traducirse por la acepción moderna de
"máquina". Siguiendo con este
planteamiento, sustitúyase la palabra
"máquina" por la palabra "molde" y lean
ustedes la transcripción anterior de Herodoto. La
cosa concuerda en extremo ya
que no quedaron evidencias de ningún otro tipo de
"máquinas".
Anterior a la publicación de Davidovits ya se
especuló con la posibilidad de las
piedras prefabricadas del Antiguo Egipto. En el Segundo
Congreso de Egiptología
celebrado en 1979 en Grenoble (Francia) el
Dr. Klemm, experto en petrografía,
avanzó los resultados de sus análisis sobre piedras de la Gran
Pirámide. De las
20 muestras estudiadas no encontró dos que
tuvieran la misma consistencia
homogénea. Parecía que cada una procediera
de un lugar distinto, con la
particularidad de que dicha consistencia era diferente
en zonas de la misma
piedra, con mayor densidad en la
parte superior que en la inferior. También
constató que las rocas de la
pirámide contenían un porcentaje de
humedad
superior al que presenta la piedra natural. Su
conclusión fue evidente: los
bloques no eran naturales, sino artificiales.
Ello explicaría, por otra parte, lo que
ocurrió en la pirámide de Kefrén
en
Septiembre de 1968. El doctor Luis Alvarez, premio Nobel
de Física,
había ideado
un proceso para
registrar el paso de rayos cósmicos a través de la
pirámide, por
medio de la cual esperaba descubrir cámaras
ocultas. Intervinieron en el evento
doce organismos oficiales de Estados Unidos y
de Egipto. Los científicos, con su
cuartel general instalado en la cámara central
del monumento, quisieron saber el
número de rayos cósmicos que atravesaban
los muros, instalando una cámara de
chispas que delataría los rayos que llegaran con
mayor frecuencia, lo que
indicaría que habían encontrado a su paso
los huecos de las hipotéticas cámaras.
Sería como hacer una radiografía a la
pirámide. Pero lo cierto es que tras
numerosos intentos y una enorme cantidad de dinero
tuvieron que desistir.
Aparecieron, efectivamente, muchas supuestas
cámaras desconocidas, pero las
informaciones de su presunta ubicación variaban
de un día para otro, de una hora
a otra. La pirámide pareciera haberse vuelto
loca. según sus protagonistas,
"esto desafía a todas las leyes conocidas
de la Física".
Lo que el doctor
Álvarez no podía imaginar era que las
diferentes mediciones obtenidas se debían
a los millones de litros de agua incluidos
en las rocas
prefabricadas de la
pirámide.
Investigaciones personales en la pirámide de
Kefrén me han pemitido suponer que
al menos las dos primeras hiladas, claramente visibles
en la cara oeste, son
fruto de la tecnología del
"prefabricado". La falta de junturas en los bloques
de estos dos pisos fue zanjada hace tiempo por los
especialistas explicando que
no era una edificación propiamente dicha, sino
que se aprovechó un montículo de
piedra para labrar las primeras filas. Sin embargo, como
podemos ver en las
fotografías, son claramente visibles los restos
del armazón, tanto vertical como
horizontal, que sostuvo el "hormigón" hasta que
fraguara. Como toda la base no
se pudo hacer de una vez, los obreros la fueron
elaborando en partes. Las juntas
de cada trabajo son perfectamente visibles e, incluso, a
veces, parecen
superponerse las maderas que lo separaban. Desde un
promontorio que domina la
meseta de Gizéh he descubierto un lugar que los
miembros de mi equipo denominan
"la Guarderia".
Allí, de forma simpática, nos imaginamos a
los hijos de los artesanos jugando
con una "plastilina" especial, similar a la usada por
sus padres en tareas de
mayor envergadura. Hemos descubierto más de
treinta muestras de reblandecimiento
en pequeñas rocas, algunas de ellas reproducidas
en fotografías.
Parecen ser fruto del entretenimiento. Piedras redondas
o aplanadas por las
manos que guardan ciertas incisiones realizadas cuando
la piedra estuvo blanda.
No pueden ser cantos rodados pues su superficie no es
plana y se aprecia la
rugosidad que quedó tras su elaboración.
En las piedras que están rotas parece
que la superficie es distinta al interior, fruto de la
falta de humedad en el
manipulado, que hace que el ceramista en arcilla tenga
que mojarse las manos
constantemente. Las incisiones nunca pudieron realizarse
por percusión. En el
caso de la piedra aplastada que se puede ver en la
fotografía
inferior a estas
líneas se ve el rastro dejado por un objeto
circular que, medido con precisión,
ha demostrado ser el mismo que dejó su impronta
en ambas caras de la pieza.
Precisamente en uno de los planos de esta piedra a
nuestro anónimo artesano no
le bastó con una muesca, sino que hizo dos,
perfectamente visibles y ligeramente
superpuestas.
Los geólogos a los que hemos consultado y
enseñado las piedras no salen de su
asombro y, por supuesto, eliminan cualquier posibilidad
de diagnóstico por
escrito. Las piedras parecen tener una edad de varios
cientos de millones de
años. Por consiguiente, durante su
formación no pudo haber humano que infiriera
las marcas que
poseen, y aceptar el reblandecimiento, el pasar del estado
sólido
al liquido y viceversa, sin alterar las presiones o
temperaturas, es el reto de
la Ciencia.
Aunque aquellos egipcios, o quienes fueran, parece que
lo
consiguieron.
Si los sacerdotes de las grandes civilizaciones
asiáticas, africanas y
americanas coincidieron en la adoración solar, en
la estructura
piramidal, en
las percepciones psíquicas o en el concepto del
más allá, es posible que también
coincidieran, o tuvieran los mismos maestros, en las
técnicas referentes al
reblandecimiento de la piedra. Recientes estudios de
Alex Chionetti en
Marcahuasi ampliando los estudios de Ruzzo, o las
actuales investigaciones
de
Javier Sierra en Perú y en particular en el
laberinto de túneles que cruzan su
territorio proponen la desestabilizadora hipótesis de que en el pasado la
piedra
era dominada hasta puntos insospechados que hoy tan solo
llegamos a vislumbrar.
La tecnología egipcia
guarda muchas sorpresas. Los miles -o decenas de
miles-de
anos de historia hicieron que sobre un mismo territorio
se superpusieran
técnicas distintas todas ellas lejanas a nuestros
elementales conceptos- Las
canteras de Assuán son un fiel ejemplo.
Allí se empleó la más alta tecnología
en
perforación, corte y pulimento del granito rojo-
Allí existen orificios
ejecutados por brocas increíbles que atacaban la
roca con una potencia
sesenta
veces superior a la actual. Allí se ven restos de
sierras que cortaban el
granito como si fuera cartón. Allí se
encuentran restos de prospecciones
inimaginables para la época del cobre o del
bronce, pues los resultados son
comparables con los de nuestra moderna tecnología y, por
supuesto, también allí
encontramos el ejemplo más contundente del tema
que nos ocupa: el
reblandecimiento.
En la tumba de Rekhmire existe un fresco sobre una
aparente escena cotidiana del
Antiguo Egipto- Varios obreros llevan en sacos un
producto que
arrojan en moldes
y que, posteriormente, fragua haciendo ladrillos o
bloques- Esta técnica,
defendida por Davidovits, explicaría la
construcción de, por ejemplo, la Gran
Pirámide. Resulta fácil transportar arenas
y otros compuestos, subirse en
pequeños sacos y arriba hacer moldes del
tamaño que se quiera, sin necesidad de
una maquinaria pesada. Pero el caso de Assuan es
ligeramente distinto. Allí no
se ha prefabricado nada pues la cantera original de
granito rojo ya estaba. Sin
embargo, utilizando unos métodos
que nos son desconocidos, conseguían ablandar
el duro granito hasta la consistencia de la mantequilla,
para posteriormente
manipularlo.
Es el famoso Obelisco inacabado, la admiración de
todo turista que se precie. A
mí me 1lamó la atención hace dos
años cuando veíamos en Madrid las imágenes
grabadas de Assuán. En un principio, y por el
poco material visual que poseía,
me dio la impresión de que lo que observaba era
fruto de algún tipo de rebote de
la luz solar. En
Noviembre de 1993 hice un viaje a Assuán exclusivamente
para
comprobarlo. El área se cierra a las cinco de la
tarde, cuando aún el Sol
está
muy alto. Tras las consiguientes propinas pude esperar a
que el Sol bajara
al
horizonte. En ese momento los rayos incidían de
escorzo, resaltando todos los
detalles de la superficie del obelisco. Es la foto que
pueden observar junto a
estas líneas.
Los 47 metros de longitud que mide la pieza están
obtenidos de la cantera madre,
no por una técnica de percusión. Lo
más parecido que he visto a esta técnica
es
cuando he jugado con una cucharilla en un flan. Lo que
vi en ese momento no era
el trabajo de un pico o un martillo, era la labor
realizada por una pala ¡en
granito!
Junto al obelisco existen otras pruebas de
ablandamiento no menos interesantes.
En la fotografía
de la izquierda pueden observar a un miembro de mi
equipo
introducido en un agujero, por supuesto artificial, que
no tiene aparente
significado. Las paredes, estando lisas, no son
verticales. Se ha ido rebañando
su interior hasta llegar a ningún sitio,
idóneo para demostrar una técnica
aunque insuficiente para indicar un propósito.
Hay varios agujeros como éste de
diferentes proporciones iguales de enigmáticos.
Era ya casi de noche. Las
sombras avanzaban ocultando el obelisco. El guía
parecía no comprender mi
insistencia. Para él la solución era
fácil: el obelisco fue abandonado porque
una grieta apareció haciéndolo inservible.
Pero la cuestión era otra. Si era
blando, era imposible moverlo en tal estado. Si se
endureció ¿qué grúa era
capaz
de levantarlo? Posiblemente nunca se pensó en que
fuera un obelisco, sino que
fue, simplemente, una broma; la broma más pesada
que conozco: de 1200 toneladas.
GINECOLOGÍA AVANZADA EN EL ANTIGUO
EGIPTO
En el muro del complejo de Luxor el viajero observador
tropezará con un detalle
que la mayoría le pasa desapercibido y que, sin
embargo, sugiere conocimientos
sorprendentes: en varias escenas concatenadas se
representa con todo detalle el
proceso de extracción de semen del miembro
fálico del dios Min. A lo largo de la
pared, aparecen varios personajes que, provistos de unos
curiosos recipientes,
recogen el líquido seminal en el que destacan a
gran tamaño varios
espermatozoides. Aunque resulte incomprensible, su
ubicación y forma no permiten
darles otro nombre. Puesto que la apariencia de los
espermatozoides no ha sido
conocida hasta que el neozelandés Jansen
inventara el microscopio
compuesto en
1590, resultaría inevitable admitir que los
antiguos egipcios dispusieron de
instrumentos ópticos sumamente eficaces, lo que
ni la Arqueología ni la Historia
les concede.
Los interrogantes se acumulan, complementándose
con otros no menos curiosos
hallazgos. En el templo dedicado a la reina Hatseput,
enclavado en el corazón
del Valle de las Reinas, el arqueólogo oficial
Nabil Habkkar compartía con
nosotros su último y desestabilizador
descubrimiento: en una pared con
policromía original de hace 3.000 años
había descubierto lo que para él era
indudablemente un "test de embarazo". Tal
y como nos iba relatando, en un
recipiente ovalado aparecen varios elementos
relacionados con la famosa "prueba
de la rana". Férreo seguidor de las corrientes
más oficiales y conservadoras,
Nabil Habkkar no tenía dudas, pese a todo, de que
en aquella época se sabía lo
necesario sobre hormonas
femeninas y masculinas, los mecanismos íntimos de
la
procreación y el método
para un diagnóstico precoz del embarazo.
Artículo realizado por Iker Jiménez y
Francisco Contreras, publicado en la
Revista "ENIGMAS DEL HOMBRE Y DEL
UNIVERSO " en
Octubre de 1998.
Autor:
Varilla Flaca