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Renacentismo y Barroco




Enviado por anonimo



    Aquí veremos unas características del
    Renacimiento y del Barroco y

    podremos observar que en varios detalles estos
    movimientos se anteponen

    de manera ideológica. El Renacimiento da inicio
    en Italia, y aunque el

    Barroco empieza tomar fuerza en España podemos
    ver que tiene gran

    influencia italiana. En cuestión de arte se
    anteponen ya que el

    renacentista es realista y podemos ver que por el otro
    lado el barroco

    es algo irregular y de apariencia muy llamativa por su
    forma grotesca,

    lo cual no sucede con la apariencia naturalista del
    renacimiento.

    Religiosamente se nota un cambio ya que los
    renacentistas creen que el

    mundo es ordenado por Dios y los del barroco lo ponen en
    duda, es mas,

    ponen en duda que si lo que vemos es tal y como lo vemos
    o si es

    diferente.

    Hablando del Renacimiento se sabe que esto empezó
    como un semanario y

    que en realidad este semanario fue, en realidad, un
    periódico literario

    fundado por Ignacio Manuel Altamirano en enero de 1869 y
    con él se

    inició el auge cultural posterior a la definitiva
    restauración de la

    República.

    El directorio del primer número es singular, como
    Editores ( es decir

    directores) fungen Ignacio Manuel Altamirano y Gonzalo
    A. Esteva. Este

    último, el que financió
    económicamente el proyecto. Los redactores son

    Ignacio Ramírez, José Sebastián
    Segura, Guillermo Prieto, Manuel Pereda

    y Justo Sierra. Entre los muchos Colaboradores resaltan
    Manuel Payno,

    Luis G. Ortiz, Vicente Riva Palacio, Aniceto Ortega,
    Niceto de Zamacois,

    José T. de Cuéllar, Santiago Sierra,
    Francisco Sosa y José María Vigil,

    por sólo citar a unos cuantos.

    Se eligió la imprenta benemérita de
    Francisco Díaz de León y de Santiago

    White, muy famosa por aquellos tiempos y con taller en
    la Monterilla,

    número 12. Se deduce que el costo debió
    ser alto, por el papel importado

    y la calidad de impresión a lo que se
    agregó el salario de los

    escritores. Justo Sierra recuerda que él cobraba
    15 pesos por artículo y

    Altamirano ganaba 25.

    En este primer número o tomo, como se afirmaba en
    la portada Altamirano

    firmó la Introducción y colaboraron 62
    escritores; en el segundo, además

    de la inclusión de Pimentel y de Orozco y Berra
    en la redacción, se

    llegó a los 70. Los colaboradores
    reales

    pasaron del centenar sin contar a los fallecidos y a los
    traducidos, por

    lo que no es extraño que El Renacimiento se
    volviera la revista de

    varias generaciones.

    Fiel a su programa de abstenerse y deslindar lo cultural
    y lo político,

    Altamirano cuidó que su revista no se mezclara en
    la política

    oposicionista y que no se mostrara tendenciosa o
    interesada, lo que en

    tiempos como aquellos constituía un verdadero
    milagro.

    La labor de Altamirano y de los hombres que hicieron El
    Renacimiento es

    encomiable y cobra relieve si se considera que se
    enfrentaron a un

    pueblo que acababa de salir de la guerra y de recuperar
    su

    independencia, que vivía bajo la inseguridad
    económica y tenía

    instituciones endebles.

    Dice Huberto Bátiz en la presentación de
    la edición de El Renacimiento

    que hizo la UNAM en 1979: "Al dirigir Altamirano El
    Renacimiento enseñó

    cómo puede hacerse que los individuos más
    dispares fecunden sus impulsos

    para el bien común. Conforme al axioma de
    Renán el pudo 'agenciarse la

    libertad necesaria' para que triunfara su
    vocación de maestro y logró

    que su capacidad de director encontrara
    colaboración. El pueblo, a su

    vez, a medida que era educado acudió a la
    experiencia, a la madurez, a

    la cultura y a la independencia de tales hombres y quiso
    contar con

    ellos."

    El término Barroco, procedente de Italia,
    encarnó el espíritu de la

    Contrarreforma. Se trata fundamentalmente de un estilo
    decorativo de

    formas recargadas, elaboradas y caprichosas. José
    de Churriguera creó

    obras tan avanzadas en este estilo que existe una
    variante de decoración

    arquitectónica barroca que recibe el
    nombre

    de churrigeresco.

    El Barroco, a través de los jesuitas,
    impregnó todos los monumentos

    religiosos de las épocas precedentes
    superponiendo su estilo al gótico y

    al románico con retablos llenos de
    pequeños pilares y dorados. En

    Madrid, la capital del reino, es donde se encuentran la
    mayoría de los

    monumentos más representativos: la fachada del
    Hospicio, la iglesia de

    Montserrat y la fachada de San Cayetano.

    El período entre el Renacimiento y el Barroco, la
    "Edad Dorada" de

    España

    realmente se extendió durante dos siglos (el XVI
    y el XVII) y es la

    etapa más fecunda y gloriosa de las Artes y las
    Letras españolas. La

    novela alcanzaría su más alto nivel de
    universalidad y expresión con Don

    Quijote de Miguel de Cervantes y otros géneros
    claramente españoles como

    el de la novela picaresca (Lazarillo de Tormes y el
    Guzmán de Alfarache

    de Mateo Alemán).

    Fue también una época dorada para la
    poesía. En el siglo XVI, Boscán y

    Garcilaso de la Vega adaptaron la poesía
    lírica italiana al castellano

    alcanzándose la máxima expresión en
    la poesía mística de Fray Luis de

    León y San Juan de la Cruz y en la prosa de Santa
    Teresa. Dos grandes

    figuras de los siglos XVI y XVII fueron Luis de
    Góngora, cuyo estilo

    difícil y complejo derivaba originalmente de un
    movimiento latinizante

    ("culteranismo"), y Francisco de Quevedo, maestro del
    "conceptismo".

    El teatro es otro género que también
    alcanzó un gran nivel. La obras

    dramáticas ya no se pusieron en escena en los
    alrededores de las

    iglesias después de la creación de los
    "corrales de comedias", algunos

    de los cuales todavía existen, como el de Almagro
    (Ciudad Real). Juan de

    Encina, Torres Navarro y Gil Vicente fueron los
    precursores de Lope de

    Vega, Tirso de Molina y Calderón de la
    Barca.

    También el Humanismo había florecido desde
    los principios de la Edad

    Moderna con Luis Vives y las obras monumentales en las
    que colaboraban

    varios autores, como la Biblia Políglota
    Complutense. Obras

    fundamentales en los campos de la historia y la
    política fueron las de

    Mariano Zurita, Hurtado de Mendoza y las crónicas
    de la colonización de

    América de varios protagonistas.

    El período del siglo XVII se cerró con la
    publicación de Idea de un

    Príncipe, del licenciado Saavedra Fajardo, y de
    El Criticón, del

    filósofo y escritor Baltasar
    Gracián.

    El siglo XVI produciría uno de los maestros de la
    pintura española:

    Doménikos Theotokopoulus, "El Greco", que
    realizó la mayoría de su

    trabajo en Toledo, donde se conservan muchas de sus
    pinturas: El expolio

    (Cristo con sus ropas desgarradas), El martirio de San
    Mauricio, La

    resurrección de Cristo y El entierro del conde
    Orgaz representan un

    momento decisivo para la pintura española y
    universal.

    Frente al clasicismo renacentista, el Barroco
    valoró la libertad

    absoluta para

    crear y distorsionar las formas, la condensación
    conceptual y la

    complejidad

    en la expresión. Todo ello tenía como
    finalidad asombrar o maravillar al

    lector.

    Dos corrientes estilísticas ejemplifican estos
    caracteres:

    el conceptismo y el culteranismo. Ambas son, en
    realidad, dos facetas de

    estilo barroco que comparten un mismo propósito:
    crear complicación y

    artificio.

    El conceptismo

    El conceptismo incide, sobre todo, en el plano del
    pensamiento. Su

    teórico y difinidor fue Gracián, quien en
    Agudeza y arte de ingenio

    definió el concepto como "aquel acto del
    entendimiento, que exprime las

    correspondencias que se hallan entre los objetos". Para
    conseguir este

    fin, los autores conceptistas se valieron de recursos
    retóricos, tales

    como la paradoja, la paronomasia o la elipsis.
    También emplearon con

    frecuencia la dilogía, recurso que consiste en
    emplear un significante

    con dos posibles significados.

    El culteranismo

    El culteranismo, representado por Góngora, se
    preocupa, sobre todo, por

    la expresión. Sus caracteres más
    sobresalientes son la latinización del

    lenguaje y el empleo intensivo de metáforas e
    imágenes.

    La latinización del lenguaje se logra
    fundamentalmente mediante el uso

    intensivo del hipérbaton y el gusto por incluir
    cultismos y neologismos,

    como, por ejemplo, fulgor, candor, armonía,
    palestra.

    La metáfora es la base de la poesía
    culterana. El encadenamiento de

    metáforas o series de imágenes tiene el
    objetivo de huir de la realidad

    cotidiana para instalarnos en el universo artificial e
    idealizado de la

    poesía.

    El barroco artístico contrasta abiertamente con
    el ideal de armonía,

    proporción y medida que propugnó el
    Renacimiento. Las principales

    características del arte barroco son:

    •Dinamismo. El artista barroco desea crear
    sensación constante de

    movimiento. Frente al predominio de las líneas
    rectas en el arte

    renacentista, el Barroco se vale, sobre todo, de la
    línea curva.

    •Teatralidad. El artista intenta conmocionar
    emotivamente al espectador y

    para ello recurre a procedimientos hiperrealistas. Esta
    intencionalidad

    se aprecia, por ejemplo, en la representación de
    Cristos yacentes y en

    toda la imaginería sacra.

    •Decorativismo y suntuosidad. El artista del
    Barroco atiende por igual a

    lo esencial y a lo accidental. De ahí su
    minuciosidad en la composición de

    pequeños detalles y su gusto por la
    ornamentación.

    •Contraste. El artista barroco se manifiesta
    contrario al

    equilibrio y a la uniformidad renacentistas. Su ideal es
    acoger en una

    misma composición visiones distintas, y hasta
    antagónicas, de un mismo

    tema. En los cuadros de asunto mitológico, por
    ejemplo, los dioses a

    parecen mezclados con personajes del pueblo.

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