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Corrupción y postmodernidad en el Uruguay




Enviado por latiniando



     

    INDICE:
    Percepción de la
    corrupción

    Posición del Uruguay en el
    índice de corrupción internacional

    Que se entiende como
    corrupción

    Cuales son sus causas y consecuencias
    Corrupción y cambio
    cultural

    Percepción de la
    corrupción
    .

    La corrupción
    es un problema social de difícil cuantificación
    más allá de la experiencia personal o de las
    denuncias publicadas por los medios de
    comunicación, no obstante no cabe duda que el tema se
    ha instalado en la atención de la sociedad uruguaya
    desde mediados de la última década. Según
    una encuesta
    (Factum) en 1996 el 54% de los entrevistados tenía la
    percepción de que el nivel de corrupción
    en la sociedad en
    general y en la
    administración estatal en particular era alto o muy
    alto, coincidentemente el Tribunal de Cuentas
    -órgano del Poder Judicial
    decía que el tema de la corrupción cobró
    importancia luego de las "graves" denuncias de 1996.

    Desde aquel momento hasta ahora el tema se ha mantenido
    presente en los medios de
    difusión y en la opinión de la gente, sostenido por
    numerosas denuncias de corrupción de funcionarios
    públicos de alta jerarquía, que en algunos casos
    han dado lugar a procesos
    judiciales notorios como el de un ex ministro de economía. En
    respuesta a este estado de la
    opinión
    pública, el Parlamento sancionó en 1999 una
    ley, llamada
    "Ley Cristal"
    que implementa medidas para desestimular las prácticas de
    corrupción mediante la obligación de declarar
    periódicamente (cada dos años) la relación
    de bienes e
    ingresos de
    los funcionarios públicos de mayor jerarquía y
    mediante el aumento en la trasparencia en los procesos de
    compras del
    Estado.

    En este último año, el intento de
    prevención de la epidemia de aftosa y el combate al
    contrabando por parte del gobierno han
    puesto al descubierto importantes organizaciones
    delictivas que operan en base a la existencia de funcionarios
    aduaneros y policiales corruptos. Cabe considerar que
    según una encuesta
    (Cifra, 2001), para el 87% de los entrevistados el contrabando
    constituye un problema grave para el país y esta
    opinión se ha mantenido en forma prácticamente
    constante desde años anteriores cuando el tema del
    contrabando no era tan publicitado. Según esta misma
    encuesta, el pago de "coimas" y el contrabando en gran escala
    deberían ser castigados con penas más severas para
    más del 70% de los entrevistados en tanto que menos de la
    mitad sostiene esta misma opinión cuando se trata de
    juzgar los delitos de
    evasión fiscal o la
    venta callejera
    de artículos de contrabando.

    La percepción
    de una elevada incidencia de la corrupción en la vida de
    la sociedad uruguaya no se limita al Estado, recordemos la
    campaña electoral del año 2000 en la mutualista
    "Sociedad Española" (que cuenta con más de
    doscientos mil socios), donde se puso de manifiesto una serie de
    acusaciones en los medios
    televisivos capitalinos de prácticas de corrupción
    por parte de la administración de dicha institución
    privada, denuncias que no conocemos hayan sido formuladas ante la
    Justicia y que
    por otra parte no parecen haber surtido ningún efecto
    significativo en los votantes ya que por amplia mayoría
    reafirmaron la
    administración denunciada. Con relación a esto,
    nos preguntamos: ¿fue así porque los votantes no
    creyeron las denuncias o porque directamente no les
    importo?

     

    Posición
    del Uruguay en el
    índice de corrupción internacional.

    Por otra parte, desde el exterior del país la
    incidencia de la corrupción en nuestra sociedad no se
    percibe con la misma magnitud. Por ejemplo, el índice de
    percepción de corrupción que realiza anualmente
    Transparencia Internacional (TI) ubicaba en 1997 a Uruguay en el
    lugar 35 sobre un total de 52 países y solamente Chile en
    América
    Latina, ubicado en la posición 23 presentaba una mejor
    calificación. Este año 2001 Uruguay se ubica en la
    posición 35 con 5.1 puntos en un total de 91
    países, manteniéndose con un índice menor
    que Chile (7.5)
    pero por encima de todos los demás países de
    América
    (Brasil 4.0 y
    Argentina 3.5).
    Desde el punto de vista de la percepción de la
    corrupción y tomando en consideración este
    índice, Uruguay se ubica por encima de media tabla en el
    concierto de más de 90 países.

    Según el Vicepresidente de TI Frank Vogl, este
    índice refleja la opinión de empresarios,
    académicos y analistas independientes, en los
    países a efectos de registrar la corrupción que
    compromete a funcionarios públicos, pero no registra la
    corrupción en temas tales como el lavado de dinero, ni los
    pagos secretos a las campañas de los partidos
    políticos ni el soborno por parte de las
    compañías multinacionales.

    Esta posición relativa de Uruguay en el nivel de
    corrupción en América
    es percibida del mismo modo por la sociedad uruguaya a juzgar por
    los resultado de una encuesta (Cifra, 1999) donde se indicaba que
    la mayoría absoluta de los encuestados considera que la
    situación en este aspecto es mejor que la que tienen
    nuestros vecinos, pero a su vez son más severos a la hora
    de juzgar el nivel de corrupción interna que lo que parece
    indicar el índice internacional mencionado.

    Para explicar esta discordancia es necesario considerar
    que la corrupción puede entenderse como una
    trasgresión a las normas sociales y
    por lo tanto la propia variabilidad de esas normas hace que
    su calificación dependa, en cada sociedad del sistema de
    valores
    vigente y del momento histórico y social. Por ejemplo es
    sabido que en Argentina, si un
    funcionario público abandona su cargo con un aumento
    considerable e ilegítimo de su patrimonio
    nadie se escandaliza. Es "normal" y a ningún argentino
    asombra que su policía de tránsito "invente"
    causales de multa para recibir la coima buscada. Por otra parte,
    en nuestro propio país, es evidente que no se penaliza
    socialmente del mismo modo al contrabando en Rivera o Río
    Branco que en Montevideo. Lo que en un lugar se considera
    corrupción, en otro se le entiende como una
    "picardía" sin sanción moral y a
    veces ni siquiera legal.

     

    Que se entiende
    como corrupción.

    Dada entonces esta variabilidad, ¿qué se
    entiende por corrupción? Algunos estudiosos del
    fenómeno distinguen la llamada "corrupción blanca"
    o sea aquellas conductas que están tan integradas a la
    cultura que no
    se perciben como corruptas, de la llamada "corrupción
    negra" o sea todas aquellas prácticas que
    unánimemente se condenan. Más allá de estas
    distinciones relativas al contexto social, no cabe duda que se
    catalogan como corruptas aquellas conductas que implican
    desviación o abuso de poder en el
    ejercicio de un cargo, con la intención de obtener un
    beneficio privado. Así el soborno, el tráfico de
    influencias o la aceptación de ventajas indebidas son
    ejemplos de conductas corruptas. Con la intención de
    establecer normas comunes que permitan coordinar medidas en su
    contra, se ha elaborado la "Convención Interamericana
    contra la Corrupción" suscripta por el Uruguay en
    1998.

    Ahora bien, la opinión
    pública uruguaya no juzga todos los delitos de
    corrupción de la misma manera. Según una encuesta
    ya mencionada (Cifra, 2001) el 83% de los entrevistados considera
    que el pago de coimas debería castigarse con penas
    severas, el 74% opina lo mismo sobre el contrabando en gran
    escala, pero solo
    el 41% sobre la evasión impositiva y el 14% sobre la
    venta callejera
    de artículos de contrabando. Como podemos ver, una
    mayoría absoluta de los entrevistados considera que la
    evasión fiscal no
    merece ser castigada con penas severas y más del 80%
    entiende que la venta callejera de artículos de
    contrabando tampoco debe ser sancionado con penas severas. Sa
    advierte que existe una contradicción porque ¿quien
    no sabe que parte del contrabando en gran escala termina con su
    distribución al menudeo en las ferias
    callejeras?

    Por otra parte, tan solo el 13% de los encuestados
    admite haber comprado artículos de contrabando en la
    última semana, cuando es público y notorio que en
    todas las ferias vecinales se comercializa mercadería de
    contrabando -fundamentalmente alimentos, ropa y
    cigarrillos- en forma habitual y generalizada. Cabe considerar
    que este porcentaje era del 22% en 1995 cuando el combate al
    contrabando no tenía la intensidad que tiene ahora.
    Pareciera ser que la gente es menos proclive a admitir su propio
    acto de corrupción cuando su ilegalidad está en el
    centro de la atención pública. Es muy posible que
    los consumidores no se estén absteniendo de comprar estos
    artículos porque son de contrabando sino que tan solo
    están siendo más reacios a admitirlo.

     

    Cuales son sus causas
    y consecuencias.

    Esta presunción con relación al consumo de
    productos de
    contrabando puede tener su explicación en que la
    corrupción además de ser un fenómeno social,
    moral y
    jurídico es también un fenómeno
    económico. En este sentido hay quienes consideran a la
    corrupción como una consecuencia del excesivo
    intervencionismo estatal. Cuanto más reglamenta el Estado,
    mayor poder se le
    otorga a la burocracia y
    mayor es el riesgo de que se
    formen mercados negros.
    Desde esta perspectiva el corrupto sería un "experto en
    atajos", un agente económico que obtiene mayor beneficio
    en infringir las normas que en cumplirlas. Visto de este modo, un
    funcionario corrupto percibe a su cargo como un negocio cuya
    utilidad
    intentará maximizar en la medida que la relación
    costo-beneficio
    le favorezca, mientras que los empresarios asumirán la
    coima como un componente más de los costos, sin
    pensar demasiado en la naturaleza
    corrupta de su accionar.

    Quienes sostienen esta visión economicista del
    problema llegan a afirmar que "La coima es una prima mediante la
    cual se consigue que un funcionario de protección frente a
    la vigencia de una ley costosa… solo se cumplen las leyes cuyos
    beneficios sean mayores que sus costos.
    Ciertamente, no vamos a combatir la corrupción con
    campañas de prensa ni tampoco
    con escándalos morales. Combatiremos la corrupción
    eficientemente reduciendo el costo de la
    ley"

    La llamada "economía informal" es
    un ejemplo de corrupción conceptual debido a un sistema
    institucional de alto costo. Son millones de personal en
    América
    Latina que no tienen otra alternativa que ejercer su
    actividad económica al margen de la ley debido al alto
    costo de la legalidad. Aquí en Uruguay este problema no ha
    tenido solución definitiva y más aún, muchos
    son los comerciantes establecidos que han preferido "pasarse" a
    la ilegalidad debido a que obtienen márgenes de ganancia
    mayores o al menos, pueden continuar trabajando.

    Lo cierto es que las prácticas corruptas
    representan una carga más para las ya sobrecargadas
    economías de América Latina, así lo admiten
    las instituciones
    financieras y de auditoria económica internacional. Por
    ejemplo, Rosina de Souza del BID afirma que la comunidad
    empresarial da muestras de creciente preocupación por la
    magnitud del dinero "sucio"
    que ingresa al sistema y la distorsión que ello provoca en
    los mercados de
    valores, el
    enriquecimiento ilícito de algunos gobernantes y los
    costos indebidos que debe asumir en el acceso a oportunidades de
    negocios. No
    cabe duda que es enorme la cantidad de dinero de los
    contribuyentes que va a parar a los bolsillos de los funcionarios
    corruptos, basta recordar la magnitud de la coima (37 millones de
    dólares) que pagó IBM en el affaire del Banco Nación
    Argentino entre tantos otros ejemplos de negociados
    ilícitos.

     

    Corrupción y
    cambio
    cultural.

    Por otra parte, el cambio
    cultural que implica el pasaje a la era postmoderna caracterizado
    por la exaltación del individualismo, el culto al dinero y
    la indiferencia hacia la cosa pública representan un
    debilitamiento de la cohesión social, una ruptura con la
    cultura del
    igualitarismo -clásica del Uruguay- y heredera de la educación en la
    escuela
    pública vareliana, verdadero crisol de cultura
    cívica. Estos nuevos valores sociales y la destructora
    idea de que la ley "no es pareja" son, en nuestra opinión
    causas de una creciente corrupción en nuestra sociedad. En
    este contexto no resulta inmoral pensar solo en uno mismo, no
    existe obligación moral hacia el resto de los
    conciudadanos y por consiguiente cualquier medio es lícito
    para ganar dinero. Así es que el 52% de los encuestados
    (Cifra, 1999) creen que los corruptos no son castigados y entre
    los más pesimistas se cuentan quienes se sienten
    más distantes de la política, más
    indiferentes hacia la cosa pública.

    El Estado, encargado de brindar los servicios
    básicos y regular la actividad de la sociedad es percibido
    como ineficiente y costoso, es visto como un socio obligado que
    nada aporta y que se lleva la mayor parte de la ganancia, resulta
    entonces "natural" tratar de evadir ese costo y la
    corrupción representa una forma de lograr un pago menor.
    Unido a estos factores económicos, recientemente hemos
    visto leyendas
    pegadas en los vidrios de los automóviles que dicen:
    "Achiquen al Estado. Por favor!!!" Quien exhibe este pedido en su
    vehículo esta reflejando un verdadero problema y a su vez
    confesando su impotencia para hacerlo, porque observen que dice
    "achiquen" y no dice en cambio: "achiquemos" como seguramente
    diría alguien que se siente parte del sistema, que siente
    al Estado como parte de una sociedad en la que el mismo es un
    protagonista. Esta actitud de
    distancia de la cosa pública, esta indiferencia hacia la
    política
    no hace más que facilitar un entorno de aparente impunidad
    para los corruptos.

    Si el peso del Estado es percibido como excesivos por
    nuestras sociedades,
    los valores de
    solidaridad e
    integración social están en
    decadencia y si además el cumplimiento de la ley es
    considerado como un factor de inequidad donde los pobres son los
    más perjudicados, se comprende que la corrupción
    este en aumento. Revertir esta tendencia es tarea de todos y para
    ello se requiere que todos asumamos nuestra responsabilidad
    social. La actitud "vive
    y deja vivir" y más recientemente "hace la tuya" dejan un
    gran espacio para que la corrupción gane espacio en
    nuestro país. En fin, sabemos cual es la solución,
    sabemos que debemos hacer, la pregunta es: ¿queremos
    hacerlo?

     

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