Indice
1.
Falsificación de cartas entre san martín y
bolívar referentes a la entrevista de
Guayaquil
2. Falsificación de
cartas de personajes peruanos de la guerra del guano y del
salitre
3.
Bibliografía
1. Falsificación de
cartas entre
san martín y bolívar referentes a la entrevista
de Guayaquil
En un anterior trabajo analizamos la problemática
historiográfica en torno a la
denominada Carta de Lafond.
Aparte de dicha controvertida misiva, no se conocía
ninguna otra carta en la que los libertadores de América
se hubiesen escrito sobre lo tratado en Guayaquil. Esto era
así hasta 1940, año en el cual apareció el
libro de
Eduardo Lástenes Colombres Mármol (padre), titulado
"San Martín y Bolívar en la entrevista de
Guayaquil, a la luz de nuevos
documentos
definitivos". Entre estos "nuevos documentos" figuraban nada
menos que misivas cursadas entre los libertadores, en las que se
referían a dos aspectos de gran trascendencia. Uno de
ellos era el referente al problema político generado en
torno al destino de Guayaquil, que habiendo proclamado su
independencia
el 9 de octubre de 1820 había dejado pendiente su
incorporación a Perú o a Colombia e
incluso la posibilidad de constituirse en un estado
independiente, pero que Bolívar zanjó, manu
militari, el 13 de julio de 1822, al decidir la
incorporación del territorio de Guayaquil a Colombia. Y el
otro tópico era el concerniente a lo que ellos trataron en
sus conferencias realizadas en la ciudad de Guayaquil, los
días 26 y 27 de julio de 1822.
Entre esas misivas, presentadas no sólo como «nuevos
documentos» sino «como definitivos»,
reseñaremos las siguientes:
a) Misiva de Bolívar a San Martín, fechada en Cali
a 29 de enero de 1822. En esta carta Bolívar le
señala a San Martín los derechos de Colombia sobre
Guayaquil, pero le expresa que ambos pueden solucionar el
problema.
b) Misiva de Bolívar a San Martín, fecha en
Guayaquil a 25 de agosto de 1822. En ésta le señala
la inconveniencia de los regímenes personalistas; arguye
la conveniencia de adoptar su sistema de la
Confederación General, que lo compara al de los Estados Unidos.
Le expresa que la unión de sus ejércitos se
podría llevar a cabo, siempre y cuando el Perú se
comprometiese a hacerse cargo del aspecto económico de la
campaña.
c) San Martín a Bolívar, fechada en Lima a 10 de
setiembre de 1822. Ésta es contestación a la que
recibió del libertador caraqueño con fecha 25 de
agosto. El Protector del Perú le comunica que él no
podría reconocer la soberanía de Colombia sobre Guayaquil,
estando esta provincia bajo el protectorado del Perú. Le
anuncia su renuncia ante el Congreso.
d) Bolívar a San Martín, fechada desde Cuenca a 27
de setiembre de 1822. Constituye respuesta a la enviada por San
Martín el 10 de setiembre. Bolívar le transmite a
San Martín su lamento por la renuncia que ha hecho del
gobierno del
Perú. Asimismo le manifiesta lamentar mucho el que no se
hubiese aceptado su propuesta de la unión de los dos
ejércitos, lo cual se lo había expresado en la
misiva del 25 de agosto.
Además de estas misivas aparecía otra de San
Martín a Bolívar, fechada desde Bruselas el 28 de
mayo de 1827; de Bolívar a Santander, de Sucre a
Santander, de Sucre a Bolívar y de éste a
Sucre.
La polvareda que vino a levantar el hallazgo y publicación
de estos supuestos documentos suscritos por San Martín,
Bolívar y otros personajes de aquella época,
vinculados a la Entrevista de Guayaquil, constituye uno de los
sucesos más raros de la historiografía
americana.
Al poco tiempo de
circular la mencionada obra de E..L. Colombres Mármol, la
Academia Nacional de la Historia de
Venezuela y el renombrado historiador venezolano don Vicente
Lecuna, impugnaron como apócrifos todos los presuntos
"nuevos documentos" que aportaba la obra de Colombres
Mármol.
Como el caso ameritaba una investigación muy seria, los mencionados
documentos fueron analizados, con suma meticulosidad, por una
Comisión Nacional Argentina, la
cual concluyó por pronunciarse en el mismo sentido que la
de su par, la venezolana. Debemos señalar que durante la
investigación realizada en Argentina, don Ricardo Levene,
prestigioso historiador, presidente de la Academia de la Historia de Argentina y
asimismo presidente de la comisión especial para el
estudio de los documentos cuestionados, recibió una carta
del Sr. José M. González Alfonso, suscrita en
Buenos Aires
el 15 de octubre de 1941, en la cual, el mencionado personaje, se
reconocía como el verdadero autor de la obra que E. L.
Colombres Mármol había publicado sobre la
entrevista de Guayaquil, con los documentos ahora probadamente
apócrifos, de conformidad con las conclusiones de las
Academias Nacionales de la Historia de Venezuela
Argentina.
El eximio historiador peruano Rubén Vargas Ugarte,
comentando sobre el problema del verdadero autor de la
cuestionada obra y asimismo sobre la procedencia de los
documentos que ella pretendía aportar, como nuevos y
definitivos, para solucionar los «enigmas» de la
entrevista de Guayaquil, nos dice:
"Tuvimos ocasión de conocer al primero, (se refiere a
Colombres Mármol) cuando estaba en Lima de Embajador de su
país y por lo poco que le tratamos nos persuadimos que sus
conocimientos en historia no pasaban de lo vulgar. Por desdicha,
el señor Colombres, víctima de un traficante
inescrupuloso, se prestó a darle la mano para que saliese
del país la valiosa documentación, propiedad del
Estado (se refiere al estado peruano), que custodiaba Emilio
Gutiérrez de Quintanilla, Director del Museo Nacional, a
quien se había encomendado la tarea de reunir los materiales
para la obra "La Acción Peruana en la Independencia". Esos
documentos reunidos en más de treinta tomos en folio
salieron del país (Perú) subrepticiamente y fueron
luego puestos a la venta en Buenos
Aires"(Vargas Ugarte, R "Historia General del Perú", tomo
VI, pp. 227-228, infra).
¿Cómo llegaron a manos del Sr. Colombres
Mármol los controvertidos (en realidad apócrifos)
documentos?. El propio embajador nada dijo al respecto e incluso
creó todo un gran misterio en torno a la obtención
de esos materiales. La defensa acerca de la autenticidad de los
mencionados documentos correría a cargo del reconocido
historiador argentino don Rómulo Carbia, que había
sido nada menos que el encargado del prólogo de la obra.
Carbia también echó luces sobre la procedencia de
la documentación, señalando que los documentos
pertenecían al archivo de
Gutiérrez de Quintanilla. Rómulo Carbia incluso
llegó a publicar una obra titulada "San Martín y
Bolívar frente al hallazgo de nuevos documentos", donde
defendió la autenticidad de los impugnados documentos,
esgrimiendo algunos argumentos que pretendían rebatir la
demoledora crítica de don Vicente Lecuna.
Pero quien más ha aportado para dilucidar acerca de la
obtención de los documentos ha sido E. L. Colombres
Mármol (hijo), el cual publicó una obra titulada
"En defensa de las discutidas cartas del general San
Martín". Señala Colombres Mármol (h), que
desempeñándose su padre como Embajador en el
Perú, llegó a saber y conocer de la existencia de
una gran cantidad de documentos sobre la etapa separatista,
existentes en el archivo del historiador peruano Emilio
Gutiérrez de Quintanilla . A comienzos de 1939
llegó a Buenos Aires el Sr. Fernando Gutiérrez de
Quintanilla, llevando consigo varios miles de manuscritos. El
gobierno argentino, informado de esto, designó una
comisión especial para que, previo minucioso análisis, dictaminara el valor de los
mismos y de considerarse importantes y convenir a las partes,
adquirirlos para que fueran incorporarlos a los archivos
argentinos. Esta comisión estuvo integrada por R. Levene,
Presidente, .A. C. Escobar, C. De Estrada, E. L Colombres
Mármol(p), R. J. Cárcamo, R. Zavala, E. Ravignani y
F. Best. El Sr. Fernando Gutiérrez de Quintanilla puso a
disposición de dicha comisión seis mil documentos.
Entre tanto, en Lima, el encargado de analizar los restantes
manuscritos de la familia
Gutiérrez de Quintanilla fue el señor César
Galdós Vergara. Fue este señor Galdós el que
informó haber hallado treinta documentos vinculados al
año 1822 y a la entrevista de Guayaquil. La
comisión argentina mencionada consideró que dentro
de este grupo de
treinta documentos, solo dieciocho eran realmente
importantes.
El porqué fue el señor Colombres Mármol y no
otra persona la que
utilizara los documentos en cuestión, se explica por el
hecho de que el mencionado personaje había pagado, de su
propio peculio, el cincuenta por ciento del valor de los
documentos y es por ello, que con el debido permiso de la
familia
Gutiérrez de Quintanilla comenzó a preparar o hacer
preparar un trabajo sobre la entrevista de Guayaquil, obra que
vería la luz en 1940, con el título ya mencionado
de "San Martín y Bolívar en la entrevista de
Guayaquil, a la luz de nuevos documentos definitivos". Colombres
Mármol llegaba a las siguientes conclusiones, en base a
dichos «novísimos y trascendentales documentos", con
relación a la entrevista de los libertadores.
a) No hubo acuerdo entre San Martín y Bolívar, ni
en el fondo ni en la forma.
b) San Martín, consultado sobre la anexión
colombiana de Guayaquil consumada por Bolívar, la
desconoció de plano y ratificó después su
disconformidad en carta posterior a la entrevista.
c) Aceptó, en nombre del Perú, incondicionalmente
la ayuda ofrecida por Colombia, si este estado tomaba a su cargo
la parte correspondiente a la financiación de la
campaña.
d) San Martín se condenó voluntariamente al
ostracismo, sacrificando el prestigio y la gloria de su carrera
militar en aras de la paz y de la libertad,
así como para evitar una guerra
fratricida.
e) Las leyendas
forjadas en torno de la entrevista de Guayaquil se desvanecen por
completo, imponiéndose el desahucio de multitud de
historias improvisadas, carentes de seriedad y consistencia
científica, así como el reajuste crítico
indispensable en otras, aquellas en las cuales la
exaltación del héroe o el encono han tergiversado
la verdad.
El libro de Colombres Mármol causó un gran impacto
en el ámbito historiográfico americano, no tanto
por el enfoque en sí que presenta la obra sobre la
conferencia de
Guayaquil, sino por el aparato documental sobre el cual se
había elaborado. El diplomático argentino
llegó a rodear de tanto misterio el hallazgo de los
documentos , que incluso llegó expresar que había
sido obra de la providencia el que dichos documentos llegasen a
sus manos.
Los historiadores venezolanos tomaron el asunto con cierta
inquietud y un gran escepticismo, aunque se debe reconocer que lo
hicieron con mucha seriedad y espíritu crítico. El
mismo año de la publicación del novedoso libro de
Colombres Mármol, la Academia Nacional de la Historia de
Venezuela, con fecha 7 de noviembre de 1940, emitió un
informe,
rubricado C. L. Mendoza, P. M. Arcaya, Mons. Nicolás E.
Navarro y Lucía L. de Pérez Díaz, en el cual
se dictaminaba que los documentos incluidos en la obra de
Colombres Mármol eran apócrifos. El dictamen
consideraba que los siguientes factores demostraba
fehacientemente su inautenticidad.
a) Carácter
acientífico al referir el hallazgo de los manuscritos.
b) Todas las cartas, curiosamente, persiguen un solo fin:
demostrar la autenticidad de la carta de 29 de
agosto de 1822.
c) Existen diferencias graves en el lenguaje
escrito de las misivas atribuidas a Bolívar y Sucre.
d) Las cartas atribuidas a Bolívar contienen graves
contradicciones con las ideas manifestadas por él, en
otros documentos de esa misma época.
e) En la carta atribuida a Bolívar de 25 de agosto de
1822, el Libertador hace referencia a «la República
de Francia», cuando en aquel momento gobernaba
el rey Luis XVIII.
f) Se atribuye a Bolívar una misiva suscrita en Cali, a 29
de enero de 1822. Sin embargo para esa fecha Bolívar no se
encontraba en Cali sino en Popayán.
g) En una carta atribuida a Sucre, de 9 de diciembre de 1824,
aparece este personaje dándole la noticia de la victoria
de Ayacucho a Santander. Se sabe, por carta auténtica de
Sucre a Santander, de 13 de diciembre del mismo año, que
fue en esa carta (la del 13 de diciembre) que Sucre por vez
primera le escribía a Santander dándole la noticia
del triunfo obtenido en
Ayacucho.
h) En la carta atribuida a Bolívar y dirigida a Santander,
de 13 de octubre de 1822, se hace referencia a la Gran Colombia,
cuando en aquel tiempo nadie utilizaba dicha
denominación.
i) La impugnada misiva de Bolívar a Sucre, de 7 de
noviembre de 1824, no termina con la frase de rutina: "Dios
guarde a V.S. muchos años" como era de rigor, sino con un
"Señor General" antes de la firma, fórmula
empleada, en aquella época, sólo de inferior a
superior. Asimismo, en esta misiva se antepone al nombre de Sucre
la palabra «Don», cuando el Libertador nunca usaba
dicho término al dirigirse a sus generales colombianos.
También aparece la fórmula U.S.(abreviatura de
Usía), que no era utilizada por la secretaría de
Bolívar, la cual empleaba la fórmula V.S. (Vuestra
Señoría). Sólo en copias y reproducciones
suele, a veces, utilizarse la primer abreviatura mencionada.
El eximio bolivarista don Vicente Lecuna hizo un estudio acucioso
de los documentos cuestionados, llegando la conclusión de
que eran apócrifos. En realidad hay que reconocer, que fue
don Vicente Lecuna quien cerró en forma definitiva el
problema de los documentos dados a conocer por Colombres
Mármol, pues son tantos los elementos esgrimidos por
él, y de las más diversas índoles, que ya no
queda la menor duda acerca de la apocricidad de los mismos y son
ya muy pocos los historiadores que se atreven a sostener lo
contrario, porque ello implicaría tener que responder
todas las críticas hechas por Lecuna, y que, como veremos,
son, casi sin temor a equivocarnos, definitivas. La propia
Comisión especial argentina
encargada de estudiar los controvertidos documentos,
dictaminó, con fecha 1 de noviembre de 1941, que ellos
eran apócrifos.
Pasemos una breve revista a
todos los factores señalados por don Vicente Lecuna que
prueban, en forma definitiva, la inautenticidad de los
manuscritos utilizados por Colombres Mármol:
a) La carta de Bolívar a San Martín de 29 de enero
de 1822 aparece suscrita en Cali, cuando en aquella fecha
Bolívar se encontraba en Popayán.
Carbia intentó contrarrestar este argumento diciendo que
en realidad en el manuscrito existe una rayita debajo de la parte
ovalada del 9, (cosa que no se podía apreciaren la
reproducción),lo cual significaría
que la carta fue realmente del 21 de enero, fecha en la que
aún Bolívar se encontraba en Cali. Carbia nos dice
que la Secretaría de Bolívar no debió
despachar la carta en aquella oportunidad, terminando por
llevarla a Popayán, por lo que allí se
enmendó la fecha.
Lecuna, por su parte, replicó en el sentido de que dicha
supuesta enmienda era inadmisible en una carta dirigida a una
autoridad de
la investidura de don José de San Martín, Protector
del Perú.
b) En esta misma misiva de 29 de enero se escribe
«Calí», cuando en aquellos tiempos se
escribía «Caly».
c) En la misiva de Bolívar a San Martín de 25 de
agosto de 1822, Bolívar aparece citando como modelo de su
«Confederación General» a los Estados Unidos
de Norteamérica, cuando bien se sabe que él nunca
pensó de tal manera.
d) En esta misma carta, Bolívar ofrece su alianza al
Perú, cuando ya existía dicha alianza, la cual
había quedado materializada con el tratado de 6 de julio
de 1822.
e) Bolívar (siempre en esta misiva) habla de la
República de Francia, siendo como era en esa época
una monarquía.
f) Entre la carta de Bolívar de 25 de agosto y la
respuesta a ella dada por San Martín, el 10 de setiembre,
sólo existe un periodo de apenas 16 días, cuando en
aquella época de Guayaquil a Lima se empleaba casi un mes
de viaje..
g) En la pretendida misiva del Libertador al Protector de 27 de
setiembre de 1822, aparece insistiendo que el Congreso del
Perú debe reconocer la soberanía de Colombia sobre
Guayaquil. Bolívar nunca solicitó dicho
reconocimiento.
h) En la misiva dirigida a Santander de 13 de octubre de 1822,
Bolívar usa el término Gran Colombia, cuando en esa
época nadie utilizaba dicho concepto.
i) En la carta de Bolívar a Sucre de 7 de noviembre de
1824 no figura la fórmula sacramental «Dios guarde a
V.S. muchos años», sino «Señor
General», expresión esta última utilizada de
inferior a superior.
j) En la misiva mencionada en el párrafo
anterior se utiliza el término «don», cuando
se sabe que Bolívar no lo utilizaba al dirigirse a sus
generales colombiano. El Libertador, en carta dirigida a su amigo
Vicente Rocafuerte, con fecha 10 de enero de 1821, le dice: "No
le pongo sus títulos porque no sé cuales son y con
el Don estamos peleados".
k) Sucre, en la pretendida misiva de 9 de diciembre de 1824, se
dirige a Santander con la fórmula V.E. y a la vez
«Mi querido general y amigo», forma empleada
sólo en cartas privadas y no en notas o comunicaciones
oficiales, donde se utilizaba la fórmula V.E. Sucre no
incurrió nunca en semejante mezcolanza.
l) Es inverosímil que Sucre escribiera a Santander el 9 de
diciembre, en pleno campo de batalla, mientras que a
Bolívar lo hiciera al día siguiente. Por otra
parte, se conoce la carta auténtica de Sucre a Santander
de 13 de diciembre de 1824 en la cual recién le comunica
sobre la victoria obtenida en los campos de Ayacucho.
m) Sucre al dirigirse a Bolívar en la misiva del 26 de
marzo de 1827 emplea la fórmula V.E., cuando ella no se
utilizaba en cartas privadas. Además le aplica el
desterrado «Don». Asimismo se utiliza el vocablo
«bolivariano», totalmente moderno, cuando en aquella
época solo se utilizaba «boliviano». Y, para
remate, se emplea el título «Libertador y
Presidente», cundo se utilizaba «Libertador
Presidente»
n) San Martín, desde Bruselas, con fecha 28 de mayo de
1827, aparece dando consejos a Bolívar para que no
estableciese la Confederación Boliviana, cuando ya (y esto
desde octubre de 1826) había desistido de dicho
sistema.
ñ) En cinco firmas de los facsímiles reproducidos
por Colombres Mármol (p), el nombre íntegro de
Simón Bolívar tiene matemáticamente el mismo
tamaño y las rúbricas son idénticas.
o) En las pretendidas firmas de Bolívar no figura el punto
sobre la letra «i» de la palabra Simón y
aparece la palabra Bolívar acentuada, cuando en aquella
época no se a acentuaba y solo se ponía un punto
sobre la «i».Rómulo Carbia intentó
rebatir a Lecuna, argumentando que el punto sobre la
«i» de Simón si existían en los
manuscritos, aunque no aparecía en los facsímiles,
debido a su tamaño reducido. En cuanto al acento en la
«i» de Bolívar, Carbia señalaba que
realmente era un punto con forma de acento. Vicente Lecuna le
replicó que ello resultaba un elemento más a favor
de la apocricidad, puesto que si bien es cierto que en algunas de
sus firmas Bolívar pusiera el punto ancho, por la violencia al
asentar la pluma, siempre éste aparece horizontal en las
firmas auténticas y nunca vertical como en las
apócrifas.
p) Las letras de las cartas apócrifas no pertenecen a
ninguno de los amanuenses de que Bolívar se servía
en aquella época para la escritura de
su correspondencia oficial y privada, es decir de su secretario
J. G. Pérez y de los amanuenses Juan Santana y José
Domingo Espinar.
q) El Libertador escribía sus oficios en papel grande,
llamado florete, de oficio, de 30 a 31 cm de largo por 20 a 21 cm
de ancho, milímetros más, milímetros menos,
puesto que había variedad en las diversas resmas. Por otra
parte, hacía su correspondencia personal en papel
carta, cuyas dimensiones, en el año 1822, variaba
según los bloques, de 23 por 18 cm y de 25 por 20 cm y los
usaba sin ningún membrete o con el membrete
«República de Colombia» y parte de la fecha
impresa. Los oficios, en general, llevaban membrete, lo mismo que
las cartas dirigidas a personajes o gobiernos extranjeros. Ahora
bien, las cartas y oficios apócrifos están todos
extendidos en papel grande, florete, sin encabezamiento, incluso
los que aparecen dirigidos al General San Martín. La
razón de que ello ocurra así, en los documentos
apócrifos, se debe a que en los archivos de la
época abundan hojas y pliegos en blanco de papel florete,
por lo tanto fácil de extraer y ser utilizados para la
falsificación. En cambio no
existe, en blanco, papel tamaño carta ni papel timbrado de
Colombia, por lo que a los falsificadores no los les quedó
otra alternativa que usar solo papel florete para todos tipo de
documento.
r) Toda la correspondencia auténtica de Sucre está
escrita de su puño y letra, a excepción de aquella
redactada durante los meses que tuvo el brazo derecho
inutilizado, a consecuencia de la herida recibida en el
motín del 18 de abril de 1828, en Chuquisaca. La carta
presentada por Colombres dirigida por Sucre a Santander, de 9 de
noviembre de 1824, está escrita por amanuense. Por otra
parte, Sucre escribía en papel carta de 26,2 cm por 20,3
cm. La carta apócrifa señalada está
extendía en papel grande de 31,5 cm por 21 cm.
s) La proclama auténtica de Simón Bolívar de
13 de julio de 1822, reproducida por Colombres Mármol (p),
en la cual aparece la misma letra que la de los documentos
apócrifos, pretendía presentar un documento
auténtico, pero con letra de los falsificadores.
Aún más, se sabe que en esa fecha había
imprenta en Guayaquil, por lo cual es seguro que ella
no circuló en forma manuscrita. Jerónimo Espejo,
argentino, en su obra titulada "Recuerdos Históricos"
asegura que dicha proclama circuló impresa.
t) De ser auténticos los documentos presentados por
Colombres Mármol (p), lo lógico sería que
todos o por lo menos algunos de esos documentos debían
encontrarse en los archivos de los personajes a quienes fueron
dirigidas, pero ello no es así y ello es una prueba
contundente de su apocricidad.
u) El perito calígrafo, Sr. Ángel de Luca, miembro
de la Comisión oficial nombrada por el poder
ejecutivo de Argentina para dictaminar sobre los cuestionados
documentos, señaló que ellos eran
apócrifos.
Decíamos, al comenzar este breve trabajo, que este
fraude
constituye uno de los sucesos más raros de la
historiografía americana. La conclusión a la cual
se ha llegado es definitiva: la documentación presentada
por Colombres Mármol era apócrifa. La otra
conclusión, que se deriva fundamentalmente de los
análisis hecho por los historiadores venezolanos y muy
especialmente por don Vicente Lecuna, es que esta masiva
falsificación de documentos pretendía un fin en
concreto:
querer probar la autenticidad de la llamada Carta de Lafond. Si
esa era la finalidad de la falsificación, el móvil
para ello fue, sin lugar a dudas, el falso nacionalismo.
Es innegable que las figuras de San Martín y
Bolívar han creado, en torno de ellos, el muy estudiado
culto al héroe. Es fácil darse cuenta de los
enfoques nacionalistas de los historiadores venezolanos,
colombianos,
ecuatorianos y argentinos cuando tienen que tratar acerca de
estos dos personajes. E incluso entre otras nacionalidades, como
la peruana por ejemplo, se nota aún los sesgos
sanmartinianos o bolivaristas de algunos historiadores de la
etapa separatista.
Queremos insistir en cómo el deseo de querer presentar una
historia que refleje las simpatías hacia un personaje en
desmedro de otro u otros, pueden llevar a falsificaciones como la
analizada. En la historia peruana hay un caso similar, aunque no
ha
tenido la trascendencia del caso de los libertadores de
América, por las razones obvias de ser un hecho que
corresponde a una historia interna y de un hecho más o
menos anecdótico. Brevemente expondré el caso
peruano para que se pueda comprender las similitudes con el
affaire Colombres.
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