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Geografía de Europa




Enviado por luzamra



    1. La red
      hidrográfica
    2. Estructura
      física
    3. El clima de
      europa
    4. Conclusiones
    5. Europa humana
    6. Conclusiones II

     

    Europa es un continente de ocupación humana
    muy antigua. Hoy en día la civilización creada en
    torno al
    Mediterráneo está extendida por todo el mundo, bien
    como única, bien superpuesta, bien
    coexistiendo.

    Los límites de
    Europa son: el
    cabo Norte y el casquete polar al norte; el océano
    Atlántico al oeste; el Mediterráneo, el mar
    Negro y el Cáucaso al sur; y los montes Urales y el
    río Ural al este. Históricamente este
    límite oriental se ha ido desplazando. En tiempo de los
    romanos fue el Danubio y más tarde el Elba, el
    Vístula-Dniéper y el Volga. La superficie es
    de 10.359.358 km2.

    La idea de Europa es una construcción humana, puesto que; a
    diferencia de otros continentes, que tienen una unidad
    geográfica muy definida; Europa, en realidad, no es
    más que una península de Asia. Claro que
    eso no lo sabían los antiguos, que fueron los que
    dividieron el mundo en continentes. Sin embargo, en esa
    península se dan una serie de características comunes que la
    individualizan; características fundamentalmente de tipo
    cultural. Europa es la cuna de la civilización
    clásica grecolatina, una civilización que hizo del
    latín la lengua
    común hasta mucho después de que hubiese dejado de
    ser utilizada por el pueblo; puesto que se mantuvo en las
    universidades, los monasterios y la liturgia, como lengua culta y
    de transmisión del saber. Con el tiempo esta cultura se
    convertiría en el modelo
    civilizador de todo el mundo y llegaría a
    dominarlo.

    Europa, por su posición en el globo
    terráqueo
    , entra dentro del dominio de los
    climas templados y fríos del oeste de los continentes.
    Son, en general, climas agradables y buenos para la agricultura
    actual.

    La
    red
    hidrográfica

    La actual red hidrográfica se perfila tras
    la última glaciación, en la que se forman los
    actuales fiordos, lagos y grandes cuencas. En general, los
    ríos transcurren por encima de los materiales
    blandos, encajándose profundamente en las regiones de
    materiales duros. Estos países son más antiguos y
    las debilidades de las fallas y diaclasas dirigen el curso de los
    ríos.

    Los ríos europeos son moderadamente largos, sin
    grandes avenidas y, en general, regulares. Los grandes
    ríos son navegables hasta los comienzos del curso medio.
    En Europa occidental, el río más largo es el
    Danubio, con 2.860 km
    de longitud y que desemboca en el mar Negro. El segundo
    río más largo es el Rin, con 1.326 km de longitud y que desemboca en el
    Atlántico, al norte del canal de la Mancha.

    También sobrepasan los 1000 km el Elba, el
    Vístula, el Loira y el Tajo; todos ellos desembocan en el
    Atlántico, excepto el Vístula que desemboca en el
    Báltico. Pero más largos son los ríos rusos:
    el Volga tiene 3.531 km
    de longitud y desemboca en el mar Caspio, el Dniéper
    2.201 km y desemboca en
    el mar Negro, el Ural 2.428 km y desemboca en el mar Caspio; este
    es el río que prolonga la frontera con Asia desde los
    montes Urales al Caspio. También superan los 1000 km el
    Don, el Petchora, el Dniéster y el Dvina.

    Otros ríos importantes son: Guadalquivir,
    Guadiana, Duero, Garona, Sena, Támesis y Mosa que
    desembocan en el Atlántico; Óder que desemboca en
    el Báltico; Ebro y Ródano, que desembocan en el
    Mediterráneo; y Po que desemboca en el Adriático. A
    parte de multitud de ríos más
    pequeños.

    Si exceptuamos los ibéricos, los
    ríos que desembocan en el Atlántico son caudalosos
    y regulares, por lo que permiten la navegación durante
    todo el año. Los ríos bálticos y los rusos
    se hielan en invierno, así como el propio mar
    Báltico. Pero son importantes vías de comunicación. Los ríos
    mediterráneos sufren un fuerte estiaje en verano: son muy
    irregulares, incluso torrenciales. Los ríos que nacen en
    los Alpes tienen su máximo en primavera, tras el
    deshielo.

    Una de las características más
    destacadas de los ríos europeos es que están
    intensamente aprovechados, y no sólo como vías de
    comunicación. Prácticamente todos los ríos
    están regulados por embalses, que proporcionan agua para el
    regadío, las ciudades y la producción de energía
    eléctrica. El aprovechamiento de los ríos es muy
    antiguo, pero nunca se ha hecho con tanta intensidad como en la
    actualidad. El modelo urbano contemporáneo es imposible
    sin la regulación de los ríos y sin su
    aprovechamiento integral.

    En Europa no hay grandes lagos, pero hay multitud de
    pequeños lagos repartidos por todo el territorio. Podemos
    encontrar un patrón claro de localización y
    densidad de
    los lagos en virtud de la retirada del inlandsis, tras la
    última glaciación. La mayor parte de los lagos, y
    los más grandes, son de origen glaciar y se encuentran en
    el entorno del mar Báltico. La excepción es el mar
    Caspio, que hace frontera con Asia. En realidad el mar Caspio es
    el lago más grande del mundo, aunque de aguas saladas y de
    origen endorreico. Exceptuando el Caspio los lagos más
    grandes de Europa son: el lago Ladoga de 18.400 km2, el Onega de
    9.752 km2,
    el Vaenern de 5.565
    km2 y el Saimaa 4.400 km2. Lagos como Paijaenne
    Irari, Vaettern y Maelaren tienen más de 1000
    km2, todos ellos en Suecia, Finlandia o Rusia. Fuera
    de este ámbito sólo los lagos Balatón
    (Hungría), Grada (Italia), Leman y
    Constanza (Suiza) tienen cierta entidad.

    Estructura física

    El relieve
    europeo no es excesivamente complejo, básicamente se
    organiza en torno a una gran llanura central rodeada de regiones
    montañosas más o menos antiguas. Sin embargo,
    aunque la llanura es lo dominante (el 66% del territorio no
    supera los 200 metros de altitud) la influencia de las
    montañas es notable. La combinación de
    montaña y llanura da al territorio una variedad
    ecológica muy valiosa, lo que ha permitido explotar gran
    cantidad de recursos. En
    Europa las montañas no han constituido obstáculos
    insalvables, más bien lo contrario, son regiones de
    contacto. Las mayores elevaciones son: Elbrus
    (5.633 m), Mont Blanc
    (4.807 m) y
    Mulhacén (3.478
    m).

    Pero el rasgo más destacado del relieve europeo
    es la constante presencia del mar, gracias a lo recortado de sus
    costas. Europa tiene más de 43.000 km de costas; y ninguno de sus puntos
    se aleja tanto del mar como para no recibir su influencia, aunque
    la orografía tenga mucho que decir en ello. Esto permite
    la entrada de las masas de aire marinas
    mucho menos contrastadas que las continentales. El clima europeo es
    dulce y agradable, con cuatro estaciones muy marcadas. Los mares
    han facilitado la
    comunicación entre los pueblos de Europa. En sus
    costas se encuentran con facilidad puertos naturales, golfos,
    etc. Son de destacar a este respecto dos regiones: la del mar del
    Norte y el Báltico y la del
    Mediterráneo.

    En Europa encontramos gran cantidad de
    penínsulas, cabos, golfos, estrechos e islas las
    más importantes son:

    Penínsulas: Kola, Jutlandia, Escandinavia,
    Iberia, Italia y Balcanes.
    Cabos: Norte, Punta de San Mateo, Finisterre, Roca, San
    Vicente, Gata, Spartivento y Matapan.
    Golfos: Botnia, Finlandia, Vizcaya, León, Génova
    y Venecia.
    Estrechos: Canal de la Mancha, Gibraltar, Messina, Dardanelos y
    Bósforo.
    Islas: Islandia, Británicas, Baleares, Córcega,
    Cerdeña, Sicilia y Creta.

    Podemos distinguir siete conjuntos
    fisiográficos: la gran llanura europea, que es
    extiende desde los montes Urales hasta el río Weser en
    Alemania;
    las llanuras atlánticas, continuación de las
    anteriores, desde el río Weser hasta las Landas y
    el

    Pirineo; las llanuras interiores, que son
    depresiones intramontañosas; las llanuras litorales
    mediterráneas, estrechas y orientadas al
    Mediterráneo; los viejos macizos hercinianos y
    caledonianos, que organizan en torno a sí el relieve; y
    los arcos alpinos, las montañas jóvenes de la
    última orogenia.

    Costas, llanuras y montañas conforman
    escenario único en el que se desarrollan las
    civilizaciones que están dominado el
    mundo.

    Llanuras: la llanura predomina en toda la
    Europa oriental, estrechándose hacia el oeste, donde
    abarca casi toda Polonia, el norte de Alemania e incluso el sur
    de Suecia, se reduce también entre el macizo renano y el
    mar del norte y se ensancha al fin en el oeste de Francia, donde
    dominan las tierras bajas y algunos islotes
    montañosos.

    La gran llanura oriental se extiende desde los
    montes Urales hasta el rio Weser, alcanzando en Rusia la
    máxima extensión y continuidad. El suelo está
    formado por un zócalo rígido, que apenas ha sufrido
    alteración. Al norte existen depósitos glaciares
    mientras que en el sur tierra negra
    rica en materia
    orgánica.

    La llanura atlántica debe su origen a
    movimientos de ascenso y descenso del mar. Estos han tenido como
    como consecuencia el depósito de sedimentos que los
    ríos han excavado posteriormente.

    Las llanuras interiores son de gran variedad. Unas
    están formadas por sedimentos marinos, otras son
    depósitos lacustres del terciario que han descubierto
    sedimentos más antiguos.

    Montañas: las montañas
    europeas forman tres grandes conjuntos: el frente
    Atlántico, las montañas hercianas de la Europa
    central y los pliegues alpinos de la parte
    mediterránea.

    La estructura
    montañosa del Atlántico recibe, por la edad de su
    formación geológica, el nombre de montañas
    caledonianas, pero su rejuvenecimiento data de la fines de la era
    terciaria. Se extiende desde el norte de Irlanda hasta el extremo
    septentrional de Escandinavia, con interrupciones como la de las
    hoyas de los mares del norte y de Irlanda.

    El macizo herciciano, muy afectado por la erosión,
    no sobrepasa la altura de los 2000m. Los movimientos alpinos
    dieron a estas montañas muna estructura de relieve
    tabular, resultado de un sistema de
    fallas.

    Las cordilleras rugosas del sistema alpino
    aparecieron en la era terciaria y su naltura sobrepasa los 3000
    m. Se componen de cimas escarpadas y crestas en forma de dientes.
    Fragmentos de macizos primarios, o de llanuras sedimentarias,
    están encajados entre las guirnaldas de cadenas que forman
    estos sistemas
    montañosos. El relieve montañoso de Europa termina
    al este con la cadena de los montes Urales.

     

    El clima europeo está determinado por la
    posición de Europa en el globo, entre las latitudes medias
    y altas del norte y en la fachada occidental del continente
    eurasiático. Le afectan las masas de aire polar
    marítimo y polar continental, pero también las
    masas de aire tropical marítimo, y sólo en
    ocasiones tropical continental. La constante presencia de masas
    de aire marítimo hace del europeo un clima estable y
    agradable.

    El territorio está dentro de los centros de
    acción de: el frente polar, que a través de
    la borrasca de Islandia y la corriente en chorro canaliza las
    masas de aire polar marítimo que llegan a Europa; el
    anticiclón siberiano que se instala en invierno sobre
    Siberia y canaliza las masas de aire polar continental, y el
    anticiclón de las Azores que canaliza las masas de aire
    tropical marítimo. Estos son los centros de acción
    principales, pero también hay algunos secundarios y
    estacionales, que canalizan masas de aire ártico o
    tropical continental. En las regiones centrales aparecen
    anticiclones térmicos en invierno, así como en
    ciertas regiones del Mediterráneo. En otras, como el mar
    de Liguria, en otoño aparecen borrascas convectivas. En
    muchas regiones, como en España, el
    relieve tiene una importancia decisiva en la definición
    del clima que, sin modificar los valores
    típicos del clima zonal, lo hacen mucho más
    extremo, otorgándole un alto grado de
    continentalidad.

    Cuatro son los climas más importantes en
    Europa: el clima mediterráneo, el clima marítimo de
    la costa oeste, el clima seco de las latitudes medias, y el clima
    continental húmedo, pero también encontramos, en
    regiones del norte, el clima de los bosques boreales y el clima
    de tundra.

     

    Clima mediterráneo

    El clima mediterráneo se da entre los
    30º y los 45º de latitud y en el oeste de los
    continentes. Se caracteriza por tener inviernos relativamente
    húmedos y veranos secos, resultado de las variaciones del
    frente polar y las altas presiones subtropicales. Estos son los
    centros de acción principales que dominan el
    clima.

    Las masas de aire que encontramos son de tipo
    tropical marítimo o continental y polar marítimo.
    Las masas de aire polar marítimo dominan en otoño e
    invierno y también en primavera. Son responsables de la
    mayor parte de las precipitaciones en este clima. Las estaciones
    más lluviosas son las intermedias, otoño y
    primavera. Especialmente en otoño, se pueden dar lluvias
    torrenciales provocadas por la acumulación de calor en las
    masas de agua durante el verano, y la llegada de gotas
    frías polares. En invierno pueden aparecer, localmente,
    anticiclones térmicos. Las temperaturas son suaves durante
    todo el año, con poca amplitud térmica anual (unos
    15 ºC), sin embargo las condiciones topográficas
    pueden variar estos parámetros y encontrarnos con un clima
    más seco y frío; de inviernos secos y fríos
    y veranos frescos, aunque siempre dentro de las condiciones
    generales. Lo más significativo del clima son los tres o
    cinco meses de aridez en el verano; cuando está bajo el
    dominio del anticiclón subtropical. En la
    clasificación Koeppen Csa y Csb.

    Las zonas representativas de este clima son: el
    entorno del Mediterráneo de Europa y África, en
    Norteamérica California central y meridional, Australia
    suroccidental, la costa chilena en el entorno de Santiago y la
    región de Ciudad del Cabo.

    Clima marítimo de la costa oeste
    (Oceánico o Atlántico)

    Este clima se da entre los 35º y los 60º
    de latitud, en las costas occidentales de los continentes.
    Está dominado por los centros de acción del frente
    polar y las altas presiones subtropicales. Las masas de aire que
    dominan son de tipo polar marítimo, que trae el frente
    polar, frías y húmedas. La acción del
    anticiclón subtropical se reduce a algunos días en
    verano, que es la estación con menos lluvias. El resto del
    año las precipitaciones son abundantes, aunque se alcanza
    el máximo pluviométrico en invierno. Las
    temperaturas son frescas pero suaves, y la amplitud
    térmica reducida. En la clasificación Koeppen Cfb
    yCsb.

    Son zonas representativas de este clima: Europa,
    la costa oeste norteamericana, Nueva Zelanda y el Chile
    medio.

    Clima de tundra

    Este clima se desarrolla entre los 60º y los
    75º de latitud. Ocupa las franjas costeras ártica y
    antártica, y está dominado por las masas de aire
    polar continental y marítimo y ártico. Se dan
    frecuentes tormentas ciclónicas. Los inviernos son largos
    y rigurosos. No hay un verdadero verano, aunque sí una
    estación, muy corta, algo más suave. Las
    precipitaciones son siempre en forma de nieve. En la
    clasificación Koeppen ET.

    Los países representativos de este clima
    son: la vertiente ártica de Norteamérica, Europa y
    Siberia, la costa de Groenlandia y la costa
    antártica.

    Climas de montaña

    Las montañas tienden a tener condiciones
    climáticas diferentes del clima zonal donde se encuentran,
    debido a un descenso de la temperatura
    con la altura. El gradiente térmico negativo de 0,5-1
    ºC cada 100 m supone un aumento de la humedad relativa del
    aire y la presencia de lluvias orográficas abundantes en
    la vertiente de barlovento; y menores en la vertiente de
    sotavento. La orientación con respecto a los vientos
    dominantes y el sol es de
    transcendencia vital. También reciben una mayor
    insolación y un régimen de vientos
    específico, creando un topoclima diferenciado. Sin
    embargo, los centros de acción, las masas de aire y los
    frentes que le afectan son los mismos que en el clima
    zonal.

    CONCLUSIONES

    Por medio de este trabajo pude reconocer las
    riquezas geográficas que presenta Europa, así como
    también sus formas, relieve, hidrografía, clima.
    Conociendo más a fondo como está conformada
    geográficamente Europa, y su clima.

    Además, reconocí los diversos climas
    que se presentan en Europa, montañoso, tundra,
    etc.

    EUROPA HUMANA

    Población

    Europa es un continente poblado desde antiguo e
    intensamente transformado. Tienen una economía capitalista
    desarrollada, lo que le permite beneficiarse de unas densidades
    de población altas y ser un país rico.
    Pero la población está desigualmente repartida. Nos
    podemos encontrar con algunas de las densidades de
    población más altas del mundo y auténticos
    vacíos demográficos. En Europa central se superan
    los 100 h/km2, e incluso los 300 h/km2; los
    países próximos están entre 50
    h/km2 y los 100 h/km2; y en los
    nórdicos no superan los 25 h/km2,
    también desigualmente repartidos ya que en el norte no se
    superan los 2 h/km2.

    Se calcula que Europa tienen, en 1991, aproximadamente
    800.000.000 de habitantes, de los cuales poco
    más de 400.000.000 pertenecen a la Unión
    Europea.

    A comienzos del siglo XIX éramos unos
    183.000.000, y a inicios del siglo XX
    400.000.000, en los años 30 llegamos a los
    500.000.000, y en los años 80 llegamos a
    ser 800.000.000. Lo que quiere decir que el aumento
    de población ha sido grande y relativamente rápido.
    Sin embargo, en la actualidad no lo es. En este período
    Europa ha iniciado, desarrollado y concluido la transición
    demográfica.

    En la Unión Europea todos los países
    han concluido la transición demográfica
    Según uno de los tipos clásicos: nórdico,
    centro-occidental y meridional-oriental. La mortalidad infantil
    es muy baja, en torno al 7‰. La fecundidad también,
    en torno a 1,6 hijos por mujer. Esto
    supone un índice de envejecimiento muy rápido, ya
    que la transición demográfica está
    recién terminada y aún viven las últimas
    generaciones amplias. En Europa se ha pasado de las políticas
    pronatalistas de principio de siglo y posguerra, a las
    antinatalistas de los últimos tiempos. Aunque en los
    años 90 se vuelve tímidamente a las
    políticas pronatalistas, ante la alarma social que produce
    la falta futura de fuerza de
    trabajo. Sin embargo, la baja fecundidad es una tendencia
    difícilmente superable. La población europea es una
    población envejecida, con más del 40% de la
    población por encima de los 65 años. Pero esto es
    coyuntural, ya que aún están vivas muchas
    generaciones nacidas con la transición
    demográfica.

    La mortalidad ordinaria es baja hasta los 70
    años. La última mortandad catastrófica por
    motivo de subsistencia fue la crisis de la
    patata en la Irlanda, a mediados del XIX y el hambre en los
    años 20 tras la revolución
    bolchevique en Rusia. Pero

    también hay que contar como mortalidad
    catastrófica las dos guerras
    mundiales.

    Hoy en día, en toda la Unión Europea
    se superan los 73 años de esperanza de vida, aunque cabe
    esperar que la cifra baje a medida que desaparezcan las
    últimas generaciones grandes de la transición
    demográfica.

    La emigración ha sido una de las
    características destacables de la población
    Europea. Cuando la población comenzó a crecer por
    encima del desarrollo
    económico, una salida a la falta de oportunidades fue la
    emigración a las colonias y a los países nuevos,
    América
    y Australia. Millones de europeos emigraron en aquella
    época. También fue una constante la
    emigración del campo a la ciudad en busca de mejores
    oportunidades de ganarse la vida. El campo se despobló. La
    nueva industria
    necesitaba la fuerza de trabajo concentrada y desvinculada del
    campo. El tercer ciclo migratorio se produjo tras la segunda guerra
    mundial. De los países en los que sobraba fuerza de
    trabajo, países del sur, como España, salieron
    millones de emigrantes para la Europa central, que había
    estado en
    guerra.

    Por último hay que señalar la
    corriente inmigratoria actual, desde los países del Tercer
    Mundo, en busca de mejores oportunidades. Un ingente río
    humano que la sociedad europea
    quiere frenar.

    Composición
    étnica

    En Europa existen gran variedad de grupos
    étnicos, a causa de las sucesivas oledas migrantes que
    llegaron a estas tierras. Por este motivo, aunque la
    mayoría de sus habitantes pertenecen al grupo
    caucasico, no conservan los caracteres primitivos de la raza
    blanca. Las etnias resultantes más importantes son: el
    nórdico, el eslavo y el mediterráneo; le siguen las
    minorías de ugros, lapones, tosks y los vascos quienes
    conservan su identidad.

    Lengua

    El continente europeo es rico en grupos
    lingüísticos, también consecuencia de la
    mezcla de los diversos grupos humanos. Las lenguas se pueden
    agrupar en troncos así: indoeuropeos y
    Uralo-altaica.

    Dentro del grupo indoeuropeo se
    encuentran:

    Lenguas germánicas que comprenden el
    alemán, el holandés, el flamenco, el inglés,
    y el subgrupo nórdico: islandés, sueco, noruego y
    danés.

    Lenguas latinas como el castellano, el
    portugués, el catalán, el francés , el
    italiano, el rumano y el moldano.

    Lenguas griegas y albanesa.

    El uralo-altaica comprende la lengua fino-ugrio,
    de la cual surgió el húngaro, estonio, finés
    y lapón.

    Religiones:

    Los europeos profesan la religión cristiana,
    que tuvo su origen en la ciudad de roma. El cristianismo
    se difundió con gran rapidez porque proclamaba la igualdad entre
    los hombres, el amor a Dios
    y en general significó una nueva esperanza. Se divide en
    tres grupos según las creencias y las prácticas
    religiosas: católicos, ortodoxos y
    protestantes.

    Católicos: significa iglesia
    universal, se dicen católicos, apostólicos y
    romanos; obedecen al papa como principal jerarca de la iglesia,
    quien reside en la ciudad del vaticano o Estado pontificio,
    situado en la ciudad de Roma.

    Ortodoxos:

    Corresponde a la iglesia de oriente, que
    buscó hacer unas modificaciones profundas en el cuerpo
    jerárquico de la institución y causó el
    cisma de oriente en 1054; dio origen a la religión
    ortodoxa con sede en Bizancio. Predomina en Europa oriental y en
    el mundo hay 130 millones de adeptos.

    Protestantes:

    El protestantismo nació como una
    reacción de al gunos sectores frente a la decadencia de la
    iglesia romana, Martín Lutero fue el primero en
    preocuparse por dar una nueva interpretación a los
    problemas
    teológicos, a partir del movimiento de
    la Reforma, surgido en Alemania. En Suiza surge el calvinismo y
    así se va diversificando cada vez mas el pensamiento
    protestante, formando las iglesias evangelista, anglicana,
    presbiteriana, pentecostal, anabaptista.

    La ciudad europea

    La europea es una sociedad muy urbanizada,
    más del 80% de la población vive en núcleos
    urbanos, y en algunos países del centro de Europa superan
    el 90%. Este alto índice de urbanización se debe al
    intenso éxodo rural que hubo en todos los países en
    los años 30, 50 o 60 del siglo XX, según los
    casos.

    La cultura urbana está muy arraigada en la
    mentalidad europea. Encontramos ciudades desde el tiempo de los
    griegos y romanos . La ciudad grecorromana fue el modelo de la
    ciudad actual. Durante la época medieval las urbes
    decayeron, aunque se mantuvo en las ciudades islámicas de
    la península ibérica. Las ciudades cristianas
    medievales se crearon en torno a un mercado y a los
    privilegios que le concedía el fuero. Pero el modelo
    urbano volvió a resurgir con la Edad moderna.
    Las poblaciones se remodelan durante el Renacimiento y
    se hacen proyectos de
    ciudades nuevas, aunque no se construyen nuevos núcleos
    hasta el Barroco,
    época en la que también se embellecen con arreglo a
    los nuevos cánones: grandes vistas y rincones
    singulares.

    Pero la actual es la ciudad contemporánea,
    en la que se hacen reformas fundamentales: calles nuevas, anchas
    y arboladas alcantarillas, alumbrado y diversas medidas
    higienistas. Además, se diseñan las ciudades con
    criterios policiales y de organización política y
    administrativa.

    También es la época en la que se
    adapta a los nuevos medios de
    transporte,
    como el ferrocarril. En los años 20 surge un nuevo modelo
    de ciudad: se abren las calles para los coches, se jerarquiza la
    red viaria; se crean las infraestructuras que llevarán
    el agua y la
    electricidad a
    las casas, se recogen las basuras, etc., y aparece un nuevo tipo
    de edificio que condicionará el paisaje urbano; el
    rascacielos y los edificios de varios pisos.

    Los edificios de varios pisos permitirán el
    uso de los bajos para mercado y el resto del edificio para
    vivienda. La revolución
    industrial necesita un mercado centralizado, y la
    concentración de la fuerza de trabajo, con
    dedicación exclusiva, de ahí que la
    población se reúna en las ciudades y se desvincule
    del campo.

    Todo esto nos lleva a la creación del
    centro urbano, dedicado a los negocios; y a
    la segregación social por barrios, en función
    del nivel de rentas. Las ciudades se especializan y aparecen
    barrios con funciones
    determinadas: negocios, residencia, ocio, turismo,
    etc.

    Además, la ciudad actual necesita de una
    gran infraestructura que debe situarse en las afueras, desde
    hospitales y cementerios a vertederos, rondas de
    circulación, depósitos de agua, transformadores
    eléctricos, etc. La ciudad debe dotarse, también,
    de pavimento asfaltado, modernamente calles peatonales,
    alumbrado, estaciones de transporte y taxi, mobiliario urbano,
    recogida de basuras y toda una infraestructura sin la cual
    sería imposible su funcionamiento.

    Todo este entramado pide un planeamiento de
    las acciones, ya
    que la inversión en dinero es muy
    grande. Desde comienzos de siglo es están ejecutando estos
    planes, primero el de gran vía, luego el ensanche,
    dirigidos a crear el centro urbano, y tras él los
    distintos barrios. A todo este fenómeno no es ajena la
    especulación, por lo que los planes se han tenido que
    modificar con frecuencia dando al plano un aspecto regular donde
    debe ser regular. Son de destacar las parcelaciones ilegales de
    los barrios del extrarradio para albergar obreros. Cada una de
    estas parcelas tiene un plano regular, pero no con la misma
    orientación que la vecina, lo que da un aspecto muy
    irregular al plano urbano. Otro fenómeno de albergue
    obrero es el patio de vecinos en el centro de las ciudades y en
    el casco antiguo. Con el tiempo la burguesía fue
    trasladándose al ensanche, y el casco antiguo se fue
    degradando

    socialmente, hasta que, recientemente, el interés
    por conservar el pasado y la nueva función del casco
    antiguo, como lugar de ocio y turismo, lo ha revitalizado, para
    lo que está siendo necesario expulsar de allí a las
    clases marginadas.

    Recientemente, en todas las ciudades se observan
    fenómenos de rururbanización, que en las ciudades
    más grandes alcanzan la isócrona de los 30 minutos,
    he incluso más. Aparecen, así, viviendas
    unifamiliares en el entorno rural, habitadas por gente que viven
    de la ciudad, conviviendo con gente que vive en y del campo.
    La parte histórica de las ciudades españolas se
    divide en dos: el casco antiguo y el casco
    histórico
    . La ciudad histórica es la que
    concentra todos los edificios con valor
    artístico y que merece la pena conservar. El casco antiguo
    es el que abarca las calles y los edificios anteriores a la
    revolución industrial. Conserva los restos de su origen y
    su historia a
    través de la Edad Media y
    Moderna. El casco histórico, además del antiguo,
    incluye el ensanche y las barriadas de extrarradio
    contemporáneas a él.

    Esta es una división administrativa, ya que
    las calles que forman el casco antiguo tienen un grado de
    protección mayor. En la actualidad se están
    haciendo peatonales estas calles, las reformas de edificios debe
    conservar la fachada y los comercios de

    la zona deben tener un aspecto similar y no muy
    llamativo. En el resto del casco histórico se permite una
    mayor intervención urbana, pero hay ciertos edificios con
    altos valores
    artísticos que están protegidos, para conservar el
    carácter de los primeros tiempos de la
    ciudad industrial.

     

    Política y
    economía

    Desde la Edad Moderna, Europa ha ejercido un
    dominio económico, político y cultural sobre el
    resto del mundo. Fundamentalmente tras el descubrimiento de
    América en 1492. Esto implicó un desplazamiento
    del eje económico y comercial del Mediterráneo al
    Atlántico; en el siglo XVII, básicamente. Se
    desarrolla el capitalismo
    comercial y el Estado
    absoluto, que tratarán de controlar el mercado colonial.
    Pero el control no es
    completo y surge la piratería. Este monopolio lo
    ejercen, fundamentalmente, España y Portugal; sin embargo,
    en 1778 este sistema se cae, tras el Decreto de liberación
    del comercio con
    las provincias de ultramar: al

    permitir a Inglaterra,
    Francia y Holanda comerciar con las Indias. El comercio nacional
    estaba protegido.

    Pero la revolución industrial
    cambiará las cosas. A mediados del siglo XVIII, en
    Inglaterra, comienzan a utilizarse máquinas
    para la producción de bienes: surge
    el capitalismo industrial, y bajan los precios
    unitarios de los productos, que
    tienen una calidad
    asimilable. Inglaterra será el principal foco de
    producción del mundo; al que pronto le seguirán
    Flandes y los Países Bajos, Alemania y Francia. Se crea el
    proletariado industrial y se comienza la transición
    demográfica en los países industrializados. Pero
    este modelo económico cada vez necesita mayores mercados y
    más fuentes de
    abastecimiento de materias primas. A comienzos del siglo XIX se
    alcanza el primer equilibrio
    económico europeo: Inglaterra, Países Bajos y
    Francia, en la región noroeste, proporcionan productos
    manufacturados; el este de Europa y la llanura central europea
    cereales; y el sur de Europa, España, Portugal, Italia y
    Grecia,
    productos de lujo, frutas y verduras.

    Durante este período se desarrolla
    extraordinariamente la burguesía, que intenta alcanzar el
    poder
    político, porque que el económico ya lo tiene. Con
    la Revolución
    francesa aparece el Estado liberal que se consolida
    definitivamente tras las revoluciones liberales de 1848 y 1868.
    Este Estado tiene una concepción diferente de las
    relaciones económicas, tanto nacionales como
    internacionales. Pretende terminar con el proteccionismo,
    liberalizar el comercio, poner la propiedad de
    la

    tierra en el mercado (con la
    desamortización), disminuir y ordenar los impuestos y el
    gasto
    público, proteger la industria y abastecerse de todos
    los productos necesarios. Para ello suprimirán las
    aduanas
    interiores y creará diversas leyes que
    regularán el comercio, la industria, etc.; y
    promulgarán diversos códigos, que tienen vigencia
    en todo el territorio nacional. Se trata de la creación,
    por parte de la burguesía, de un Estado liberal y si es
    posible republicano.

    Pero la economía entra en crisis a finales
    del siglo XIX (la gran depresión). La expansión de la
    economía y del modelo industrial por toda Europa deja
    pequeños tanto el mercado como las fuentes de materias
    primas, por lo que se hace necesario buscar otros países
    de abastecimiento y mercado; aparece, así, el colonialismo
    europeo, gracias al cual Europa difunde por todo el mundo su
    modelo de capitalismo industrial y su cultura. Claro que, en esta
    expansión, los mismos países europeos
    chocarán en sus intereses. Las tensiones irán
    aumentando hasta la primera guerra
    mundial.

    El desarrollo del capitalismo industrial y del
    proletariado favorece el surgimiento del socialismo y la
    lucha de clases, que tendrá su apogeo en la Revolución
    rusa y la creación de la URSS.

    A comienzos del siglo XX se alcanza un segundo
    equilibrio europeo. La industria se ha difundido por Alemania y
    los países nórdicos, en el resto de Europa es
    marginal. El este deja de ser el gran productor de cereales y
    pasa este papel al sur,
    que mantiene la hegemonía de los productos
    hortícolas.

    Pero este es un equilibrio precario. La
    burguesía tiene una época de bonanza, mientras que
    el proletariado padece condiciones muy duras. En muchos
    países europeos se instalan dictaduras. Al final, las
    tensiones sociales y la crisis económica de 1929
    provocarán la segunda guerra
    mundial.

    El tercer equilibrio europeo aparece tras la
    guerra, con la creación del bloque socialista y la guerra
    fría. Hay un corte total de vínculos
    económicos y aparecen dos modelos
    antagónicos que evolucionan paralelamente y a distintos
    ritmos. En la Europa capitalista surgen dos ámbitos: uno
    industrial al norte, y otro agrícola al
    sur.

    Durante los años 60 la industria se difunde
    definitivamente por toda Europa, haciendo disminuir las
    diferencias. Desde los años 50 se intenta crear un
    ámbito económico común, libre de trabas
    políticas. Pero este es un proceso
    complejo y

    lento, por lo que se comienza por establecer ese
    mercado para algunos productos, tratando de crear regiones
    especializadas. En 1951 se firma el Tratado de la CECA, y en 1957
    el Tratado de Roma. Lo firman los países del norte, seis,
    los industriales.

    Lo fundamental es la desaparición de los
    aranceles y la
    adopción
    de una política
    económica común. En los años 80 entran
    en la Comunidad
    Económica Europea los países del sur, que aportan
    fundamentalmente su potencial agrícola. Aunque crean el
    problema de los excedentes, ya que, con la revolución
    verde, Europa es autosuficiente en productos agrícolas. En
    1995 entraron los países nórdicos, también
    industriales, pero con toda una tradición de
    compensación de las desigualdades.

    Agricultura

    Al ser el continente europeo un país de
    ocupación muy antigua, la biocenosis está
    profundamente modificada, debido a la agricultura. La
    acción de la sociedad ha

    transformado profundamente el medio. En la
    actualidad, en Europa nos encontramos con el policultivo de tipo
    capitalista, en el que el producto
    cultivado no es para consumo
    familiar sino para su venta en el
    mercado. El tipo de empresa
    típico es la familiar.

    El tamaño medio de las explotaciones es
    insuficiente, mediano o pequeño, aunque permite el
    empleo de los
    insumos que proporciona la revolución verde. Son
    explotaciones muy capitalizadas. Sin embargo, deben ser
    subvencionadas para que sean rentables, en la mayoría de
    las ocasiones.

    La agricultura europea tiene una fuerte tendencia
    a la especialización productiva por regiones. El paisaje
    agrícola forma un mosaico muy complejo de producciones
    especializadas. Los ámbitos ecológicos en los que
    se desarrolla la agricultura son muy variados y van desde la
    montaña a las grandes llanuras. Prácticamente todo
    el territorio está explotado, el 80%,
    agrícolamente.

    En Europa podemos distinguir tres paisajes
    agrícolas típicos: el nórdico, de
    carácter seminómada y ganadero; el centroeuropeo,
    con un marcado contraste entre campos cerrados y abiertos, en
    él encontramos el policultivo capitalistas de mercado y el
    predominio del regadío (este modelo se remonta a la Edad
    Media); y el mediterráneo, en el que también existe
    un marcado contraste entre campos abiertos y cerrados, pero con
    un claro predominio de los abiertos en las regiones
    de

    secano y de los cerrados en las regiones de
    montaña. Este modelo también tiene un origen
    medieval, en el que encontramos influencias árabes, sobre
    todo en las técnicas
    de regadío, como el uso de la noria. El paisaje
    mediterráneo se caracteriza por la trilogía
    productiva de trigo, vid y olivo, pero, también, es
    primordial el policultivo hortícola, de gran variedad, en
    el que predominan los cítricos.

    En todos los modelos europeos tiene gran
    importancia la ganadería,
    más en el pasado, cuando la ganadería era
    fundamental para el abono de los campos. Hoy en día, las
    tierras de labor y las granjas de ganado están totalmente
    separadas y localizadas en diferentes regiones. En general, las
    explotaciones agrícolas están en países de
    poca densidad de población y de campos abiertos, mientras
    que las granjas se localizan relativamente cerca de las grandes
    aglomeraciones de población, próximas a los
    mercados. Son explotaciones sin tierra en las que el ganado
    está estabulado permanentemente, y cuyos residuos generan
    contaminación.

    La agricultura europea ocupa a muy poca
    población activa, sobre todo tras el éxodo rural y
    la concentración parcelaria, que permitió reducir
    la población que vive del campo y aumentar el
    tamaño de las explotaciones. Sólo un 8% de la
    población activa trabaja en el campo, y la agricultura
    supone sólo el 4% del PIB.

    Aunque asociada a la agricultura está la
    industria de transformación alimentaria.

    La política agraria común es
    claramente contradictoria, ya que, por un lado, trata de
    potenciar sólo aquellas explotaciones que son viables
    económicamente, para lo cual han de tener un tamaño
    mínimo y una productividad
    mínima, por otro lado multa a los agricultores que son muy
    productivos, por crear excedentes, y por otro lado, pretende
    conservar, subvencionando, las explotaciones más
    pequeñas y de subsistencia; para conservar un tipo de vida
    que está desapareciendo, y que en la actualidad
    sólo se conserva en las montañas y en las regiones
    más pobres: convirtiendo a estos agricultores en
    auténticos jardineros del monte.

    Industria

    La industria es el segundo sector en importancia,
    el segundo que contribuye al PIB (35%) y el segundo en ocupar a
    la población activa (30%).

    En Europa encontramos gran número de
    materias primas para la industria, aunque no son suficientes para
    alimentarla por completo. La industria europea produce, sobre
    todo, bienes de consumo de alto valor añadido y con poco
    factor tierra. Las

    industrias europeas tienden a utilizar poca
    energía para producir, aunque no la utiliza tan
    eficazmente como Japón.
    Algunos sectores de la industria tienen muy envejecidos los
    medios de producción, por lo que ha de hacer un ingente
    esfuerzo para reconvertirse y utilizar tecnología de
    producción más moderna y que necesite menos fuerza
    de trabajo.

    La mano de obra es cara, pero altamente
    cualificada, lo que le quita ventajas competitivas en el mercado
    internacional libre.

    Los sectores fundamentales son: la
    siderometalurgica , una de las más antiguas del mundo; las
    industrias
    químicas pesadas; las industrias de bienes de equipo; la
    metalurgia de
    transformación, automóvil, aeronáutica y la
    construcción naval; y la industria ligera y de
    tecnologías avanzadas.

    El sector empresarial está bien
    estructurado y jerarquizado. Existen compañías
    grandes, multinacionales; firmas de tamaño medio de dos
    tipos, las que son dependientes de las grandes
    compañías y las que son independientes; y empresas

    de tamaño pequeño de carácter
    familiar. Las firmas dependientes suelen dedicarse a fabricar
    componentes y insumos para las grandes industrias; y las empresas
    de carácter familiar tienden a ser cada vez más
    especializadas en un producto, sector o incluso marca.

    El «talón de Aquiles» de la
    industria europea es dependencia energética, sobre todo
    del petróleo.
    La mayor parte de la energía
    eléctrica se consigue del petróleo y la
    termoelectricidad de carbón, en menor medida de la
    hidroelectricidad, seguida de la nuclear y las alternativas.
    Mucha de la maquinaria y casi todo el transporte funciona con
    derivados del
    petróleo.

    En líneas generales, el mercado europeo
    está saturado, y debe buscar su expansión en otros
    países. La exportación es fundamental para la
    industria europea, supone más de un 18% del
    PIB.

    En Europa encontramos una fuerte
    concentración industrial. Hay una región altamente
    industrializada que va desde Londres hasta Turín y
    Milán, por el norte de Francia y el sur de Alemania. Otro
    segundo sector industrial va desde el golfo de Génova a
    Valencia, el arco del Mediterráneo, y un tercero muy lejos
    de estos, de París a Oporto, el arco del
    Atlántico.

    Servicios

    El sector servicios es
    el más importante, tanto por su contribución al PIB
    57% como por la población activa ocupada, sobre un 66%. En
    algunos países, como los Países Bajos, puede llegar
    hasta el 90% de población activa.

    El sector servicios es muy complejo, pero uno de
    los subsectores fundamentales es el del transporte. El transporte
    tiene una red viaria,
    de carreteras y ferrocarriles, muy densa y rápida, que
    transporta tanto mercancías como personas. El transporte
    fue el impulsor de la revolución industrial y su medio de
    difusión. Las relaciones comerciales entre todos los
    países europeos son muy intensas, sobre todo tras la
    supresión de las aduanas en la Unión
    Europea.

    El mercado al por menor es otro de los sectores
    fundamentales. También es muy denso y está bien
    estructurado. El turismo es un sector fundamental para algunos
    países, como España, Italia o
    Grecia.

    La Administración del estado ocupa
    muchísima población y presta muchos servicios. En
    Europa se ha tratado de imponer el modelo de Estado del
    bienestar, aunque no sin dificultades.

    Otro sector de gran importancia es el de las
    telecomunicaciones, sin el cual la sociedad actual
    difícilmente se entiende. Es uno de los sectores que
    más capital ocupa,
    para la transmisión de noticias, ideas y publicidad. La
    red de telecomunicaciones es una de las más densas del
    mundo.

    El empresariado del sector servicios
    también está bien jerarquizado ya que hay grandes
    compañías, y empresas medianas y pequeñas.
    En este caso es en las pequeñas empresas donde encontramos
    las entidades subsidiarias, ya que las medianas tienden a ser
    independientes.

    Uno de los problemas más urgentes de la
    Unión Europea es el paro que afecta a un 10% de la
    población activa.

    CONCLUSIONES

    Mediante este trabajo, pude apreciar las diversas
    clases de religiones, lenguas y
    étnias existentes en el continente europeo. Además
    conocí su economía, junto con la forma como
    está constituida.

    Finalmente pude apreciar que existen grandes
    diversidades de razas en Europa, lo cual trae varias lenguas,
    religiones, etc.

     

     

    Luz

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