- Geografía e Historia en
Braudel - El tiempo y el espacio: una
invención humana, una creación
social. - Algunas consideraciones sobre las
tesis de Milton Santos. - Una clasificación
general. - Reflexión
final.
El título de este breve ensayo
sintetiza lo que aprendí en las lecturas, debates y
tutorías de la materia
Historia y Sociología. La que, como tantas otras, no
corresponde su contenido con su nombre, sino a la relación
de la Historia y la Geografía.
En realidad se inserta el título de este ensayo y
conclusión del curso en una tesis
epistémica más amplia, no tanto como derivada de
una tesis general, revelada por la sabiduría de
científicos sociales contemporáneos. Se trata de un
fruto del análisis de la geografía y su
desenvolvimiento que la lleva a expresarse históricamente,
como dialéctica del concreto
geográfico y de la historia que es geográfica o es
especulación y abstracción pura.
Ya Braudel lo planteaba en general cuando decía:
"las ciencias
humanas se interesan todas en un solo paisaje: el de las acciones
pasadas, presentes y futuras del hombre…
serán otros tantos observatorios, con sus miras
particulares, sus croquis de perspectiva diferentes, sus colores y sus
crónicas".
Por lo demás, por lo que a mi toca y creo que al
enfoque real del plan de estudios
de Historia en SUAFFYL, en muchas asignaturas se ven cuestiones
de sociología y de otras disciplinas parientes de la
historia, pero ninguna se había dedicado
explícitamente a la Geografía. Así pues, por
la vía de los hechos se mejoró en este punto el
Plan de estudios original. ¡Enhorabuena!
Pero hay más. En el curso de
otoño-invierno, 2001-2002, de "Historia y Sociedad hubo un
cambio en el
plan de estudios. Habiendo asistido como oyente hace un
año a las tutorías de esta asignatura,
constaté un cambio en el programa de la
materia: pasó de ser un repaso sobre la Geografía y
las grandes tendencias geográficas desde el siglo XVIII
(cuando empezó la geografía a conformarse como
ciencia) a la
actualidad, deteniéndose, en particular, en propuestas de
Annales y un mexicano (Angel Bassols Batalla), a un
estudio sobre el objeto de la geografía, la construcción teórica y social del
espacio (José Ortega Valcarcel); los conceptos de medio o
entorno físico, el paisaje, el territorio, la
región (Juan José Palacios L.); una visión
de caso, el espacio geohistórico mexicano en el siglo XIX
(Marcello Carmagnani); las diferentes concepciones del binomio
espacio-tiempo (Immanuel
Wallerstein); y la propuesta de Milton Santos de marco
teórico y método de
análisis del espacio social, bajo la perspectiva
teórica del marxismo en la
glosa y desarrollo del
filósofo checo Karel Kosík.
Por otro lado, el 11 de septiembre del año
pasado, casualmente misma fecha del ataque y destrucción
de las Twin Towers de Nueva York, Historia a Debate, como
tendencia historiográfica en busca de la
construcción de un nuevo paradigma en
la Historia, publicó su Manifiesto de 18 propuestas
metodológicas, historiográficas y
epistemológicas. Si bien es una valiosa síntesis
desde la práctica y la teoría,
y postula en su Tesis I que "La creciente confluencia entre las
'dos culturas', científica y humanística,
facilitará en el siglo que comienza la doble
redefinición de la historia, como ciencia social y como
parte de las humanidades, que necesitamos", es de notar que no
menciona el tema que nos ocupa, el de espacio-tiempo sino
sólo tangencialmente.
Se ha hablado mucho, por lo menos en los cursos de nuestra
carrera en el Sistema Abierto,
de la relación de la historia con la economía, la
sociología, la antropología, pero no tanto con la
geografía, a pesar de que prácticamente la Historia
y la Geografía nacen como hermanas siamesas en la Grecia
antigua, pues desde las primeras obras de historia, desde
Herodoto mismo, es muy frecuente, por no decir inevitable,
encontrarse con una apartado de descripción geográfica que ubique el
escenario y los condicionamientos, valga la redundancia,
geográficos o ambientales de los acontecimientos que se
describen. Y, sin embargo, este es uno de los temas abiertos al
debate, pereciera que en mucho circunscrito a geógrafos, y a la
construcción teórica en la perspectiva de un nuevo
paradigma historiográfico.
Geografía e Historia en
Braudel
La perspectiva iniciada por el francés Fernand
Braudel en El Mediterráneo y el mundo
mediterráneo en la época de Felipe II y
enriquecida por el norteamericano Immanuel Wallerstein me parece
muy sugerente para hurgar por ese camino.
En el Mediterráneo… nos aparece un Mar,
complejo de mares, como documento y como personaje
histórico y con ello se abre a la historia una perspectiva
original que ejercita la multidiciplina de las ciencias
sociales. Encontramos un historiador que, a la vez, es
economista, sociólogo, antropólogo y hasta
geógrafo presentando superpuestas una historia
inmóvil, la historia del hombre en sus relaciones con el
medio que lo rodea, una historia de ritmo lento, la historia
estructural y social y una historia tradicional, de tiempo corto,
a la medida del individuo. Una historia que imbrica la tierra, el
mar, el clima, y el
medio
ambiente, ecológico, diríamos en nuestros
días, con la concepción braudeliana del tiempo como
muy largo (geográfico), largo (social) y corto
(individual).
Construye Braudel una geografía muy sui
generis, "atenta especialmente a cuanto concierne a los
factores humanos. Y no sólo eso: es también un
intento de dar con una particular especie de historia", con una
geografía que nos ayuda a recrear la más lenta de
las realidades estructurales y el movimiento
casi imperceptible de la historia.
Aprovechando los aportes de la escuela
geográfica de Paul Vidal de la Blache que veía a la
Geografía como "verdadera ciencia de las relaciones del
hombre y la naturaleza:
relaciones presentes o antiguas y pasadas" y su tratamiento de la
región y el paisaje, se eleva a niveles superiores y
más generales ofreciéndonos una teoría de la
geohistoria que postula la síntesis total de
geografía e historia y supera la visión atemporal,
y como algo dado, de la primera. En esta síntesis los
elementos de la base geográfica se descubren como actores
y protagonistas reales, renovando así las explicaciones
históricas habituales hacia mediados del siglo
pasado.
Bajo la influencia de Marc Bloch, se asume
conscientemente en constante ejercicio de análisis y
razonamiento comparativo; siguiendo la huella de Lucien Febvre se
aboca a su estudio eligiendo un problema (el
Mediterráneo) de estudio y, finalmente, construye un
modelo de
explicación abierto a diferentes posibilidades pero
determinado en el marco de opciones limitadas: "los hombres y las
sociedades
construyen diversas "estrategias de
respuesta" a las presiones y desafíos de esa base
geográfica, estrategias que a la vez delimitan una
"elección de civilización" particular dentro de ese
campo de posibles y terminan influyendo también
activamente sobre el propio juego de
combinaciones posibles, y por lo tanto, sobre los mismos límites
originales de ese campo de posibilidades". Liga, de esta manera,
su síntesis geohistórica a la propia de las
civilizaciones que posteriormente desarrollaría ofreciendo
claves de una interpretación general de la
historia.
No en balde sería considerado como el heredero
del esfuerzo intelectual e historiográfico de los
fundadores de Annales y dirigiría la revista de esa
tendencia historiográfica por cerca de veinte
años.
Al mismo tiempo que Braudel construía nuevas
brechas y avenidas para la historia y su relación con las
otras ciencias sociales, estas dialogaban entre sí y se
cuestionaban bajo diferentes tendencias, perspectivas y escuelas
teóricas. Las propias ciencias del hombre, en particular
las sociales, también se desarrollan, los conceptos se
afinan y enriquecen, a partir de sus propias limitaciones y
gracias a sus propias crisis,
imbricaciones y perspectivas. Se repiensan y reubican, en
particular, la historia y la geografía en la
reflexión sobre el binomio que subyace en sus fundamentos:
el tiempo y el espacio, como irremediablemente unidos y
constituyendo una sola dimensión.
Es aquí donde se anuda la reflexión y la
propuesta de Immanuel Wallerstein, como un desarrollo,
maduración y superación de la propuesta braudelina
en la visión de la historia como historia del
sistema-mundo.
El tiempo y el espacio: una
invención humana, una creación
social.
En realidad las ciencias sociales tienen pocos
años de vida: unos ciento cincuenta años. Su
nacimiento, desarrollo y evolución como ciencias, o disciplinas
distintas, están permeadas e influidas por los cambios
ideológicos, políticos y económicos que ha
vivido el mundo desde la generación del imperialismo,
su consolidación y transformación en globalidad
neoliberal al mismo tiempo que las ciencias "naturales",
pretendidamente exactas, experimentales y físicas
también crecían, se desarrollaban, eran
cuestionadas y se superaban, acercándose unas y otras. Los
avances de la física
contemporánea atómica y subatómica, tanto la
teoría del campo unificado como el principio de
indeterminación dan cuenta de ello.
El profesor Wallerstein, fundador del Centre Fernand
Braudel de la Universidad de
Columbia at Binghamton, N.Y., hace una recapitulación de
este período, explica la dificultad para el éxito
de la Geografía como disciplina y
nos presenta una propuesta de categorización de cinco
formas de interpretar el binomio tiempoespacio, ligadas al
nacimiento, evolución e interés de
las ciencias sociales, bajo su concepción del desarrollo
de nuestro sistema histórico contemporáneo, el
sistema-mundo actual, y su convicción de que está
llegando a su fin. Da como resultado un manejo particular la
concepción braudeliana del tiempo muy largo, el largo y
lento y el corto.
Habiendo nacido las ciencias sociales bajo la
égida del positivismo y
en el período del surgimiento del imperialismo, de por
sí, se colocan bajo el proceso de
dominación y hegemonía reinante: el de la sociedad
occidental liberal-capitalista y una tendencia a la
diferenciación entre ellas y la especialización.
Esto hace que la concepción tiempoespacio eterno se
ligue a la Economía, la Sociología y la Ciencia
Política y
a la concepción tiempoespacio geopolítico
episódico e influya en la Historia, la Antropología
y los llamados Estudios Orientales. La geografía, como
transitaba entre estas dos concepciones, en consecuencia, se vio
en dificultades para madurar con un perfil propio.
Y es que para la visión dominante del mundo, la
de los imperialistas occidentales, convenía postular la
irrelevancia del tiempo y del espacio en las condiciones de
dominación de unos países y unas clases sobre otros
consideradas como "naturales". Sólo consideraba importante
el tiempo y el espacio con relación a eventos y
acontecimientos individuales e inmediatos con significado
sólo en función de
sí mismos y no del contexto general, social e
histórico de largo plazo. La historia y la
geografía se consideraban como algo dado y externo, en lo
general no cambiante, y sólo con cambio en lo
"evenementielle" y con referencia al "tiempo
corto".
Pero un número importante de científicos
sociales rechazó esta reducción, entre ellos los
historiadores de Annales, Febvre, Bloch y Braudel que
pusieron énfasis en el tiempoespacio
ideológico cíclico y el tiempoespacio
estructural. "El centro de su argumentación, dice
Wallerstein, era que los conceptos, herramientas
clave que utilizamos para hacer un análisis comparativo,
no son eternas, pero son una función de construcciones que
hacemos del tiempoespacio. Sí, las explicaciones
son posibles desde el punto de vista de reglas generales del
comportamiento, pero solamente dentro del contexto
de estructuras
específicas del largo plazo, que prefiero llamar sistemas
históricos".
Es de reconocer, subraya Immanuel Wallerstein, la
no-neutralidad de las conceptualizaciones que no reconocen
categorías que explican la historia inmediata en un lapso
de tiempo mayor. Es decir, que implican una definición de
la situación derivada de una evaluación
de la ubicación de grupos
particulares en el tiempo y el espacio (tiempoespacio
cíclico ideológico); o que son categorías
por medio de las cuales tratamos los fenómenos de un plazo
más largo; y que, de hecho, son definiciones de la clase
de sistema que vivimos, así como sus fronteras en el
tiempo y el espacio (tiempoespacio estructural). Lo que
lleva a reconocer una quinta concepción
tiempoespacio sumamente importante y olvidada en la
ciencia social y la ideología dominante, la transformacional
que subraya la excepcionalidad del acontecimiento, su calidad especial
y su profundo efecto en todas las grandes instituciones
de nuestro mundo, y recalca los efectos de los acontecimientos en
el cambio de los sistemas históricos.
Naturalmente, circunscribirse al tiempoespacio
eterno y al geopolítico episódico, e incluso al
estructural, se convertía en una herramienta
política para justificar una situación dada y que
podía justificar una visión cíclica
ideológica. Recoge, así, Wallerstein la triple
visión de tiempo postulada por Braudel, corto, largo y muy
largo, pero las interrelaciona con la dimensión espacial
para, postular, no sólo el cambio evenementielle,
ni siquiera sólo el cambio estructural dentro de un
sistema, sino la inevitabildad del cambio de sistema
histórico, este también no eterno.
De una historia y geografía que cuando nacieron,
con su enfermedad de origen: las tendencias deterministas, eran
consideradas en la educación primaria
y secundaria el pilar de la formación de ciudadanos
nacionales y la integración del estado
nacional, esto es, una herramienta política, para la
creación de las bases de dominación
ideológicas; de una geografía como investigación y exploración para
ubicar recursos
naturales y humanos, sostén y reproducción del sistema social, se pasa a
postular una historia y geografía que ya no expliquen las
diferencias y la realidad en función del enfrentamiento de
civilizaciones y lugares, como hacía Braudel, sino como el
conflicto
entre sistemas históricos-sociales.
"El tiempoespacio eterno nos da un modelo en el
cual el comportamiento humano siempre obedece las mismas reglas.
El tiempoespacio estructural subraya la continuidad,
sí, pero solamente pone límites al tiempo en la
continuidad. Las estructuras continúan hasta que sus
contradicciones internas, sus trayectorias evolutivas, fuerzan
una bifurcación, y entonces estallan o se extinguen y
ocurre el cambio real" (el tiempoespacio
transformacional), si se revela dentro del tiempoespacio
estructural su componente de tiempoespacio
ideológico.
Bajo esta argumentación, se descubre la
creación humana del tiempoespacio, la
manipulación política del mismo, la realidad de la
inevitabildiad e indeterminabilidad de los cambios de sistema, y
la historia y la geografía como ciencias abiertas a un
cúmulo de posibilidades que se concretan por la
acción humana y la elección de una visión
específica de tiempoespacio y de futuro. Pero esto
último es ya una elección moral y
política, es concebir una utopía y sujetarnos a
nuestra voluntad de construirla. La historia y la
geografía pasan, entonces, en Wallerstein, de un
instrumento de dominación a un instrumento de cambio y
brincan de ciencia a un sostén, impulso y retroalimentación de una práctica
social y política.
En estos esquema y visión, naturalmente, ciencias
sociales dedicadas, desde arriba y el poder, a los
"otros", como la antropología y los estudios orientales se
replantean radicalmente. La historia constata que no hay pueblos
"sin historia" y que primitivo es una categoría
autorreferencial, que a los orientales no tiene por qué
esperarles su ajuste a una modernidad
occidental, modernidad, por lo demás, profundamente
cuestionada en nuestros días. Y la economía, la
ciencia política y la sociología,
nomotéticas por definición, más que ser
pensadas como ciencias de las leyes de
dominación y la estabilidad, deberían ser
concebidas, como ya a mediados del siglo XIX había
postulado Carlos Marx, como
ciencias que explicaban el cambio. La geografía,
cenicienta en los primeros años de las ciencias sociales,
resurge ahora con un perfil propio y una dimensión que la
hermana, en pie de igualdad, con
las demás ciencias sociales y con ellas se interrelaciona.
Todas ellas, por lo demás, en busca de su
redefinición, no bajo la férula de una de ellas
sino en un diálogo
entre todas en la búsqueda de un nuevo paradigma.
Así lo plantea, coincidentemente, la tesis IV del
Manifiesto de Historia a Debate.
Algunas consideraciones sobre las
tesis de Milton Santos.
La reflexión sobre la geografía y su
relación con la historia nos ha llevado a una serie de
consideraciones sobre el nacimiento, evolución y crisis de
las ciencias sociales y su sustrato político e
ideológico. Pero es tiempo de que volvamos a nuestro
propósito inicial: la reflexión sobre el objeto de
la geografía y su imbricación con la historia. El
punto que nos religa es el vínculo entre teoría
social y concepto de
espacio que nos aleja de aquella intención de identificar
el espacio sólo como contenedor y no como una
dimensión de la experiencia humana, como
representación subjetiva y como objeto y materialidad
social y, por lo tanto, como producto
social, como objeto social, vinculado a la naturaleza espacial de
la sociedad humana, esto es, vinculado a la producción, como espacio
construido.
El prestigiado geógrafo y maestro
brasileño, Milton Santos, abunda y desarrolla un
método de análisis del espacio concebido como un
factor de la evolución social, como "instancia de la
sociedad, al mismo nivel que la instancia económica y la
instancia cultural-ideológica", continente y contenido de
las demás instancias, pues la esencia del espacio es
social.
Así, se concibe el espacio como objetos
geográficos, naturales o artificiales, más la
sociedad. Y, como la sociedad está en permanente cambio y
sólo se entiende con su perspectiva histórica y en
su manifestación espacial, no queda más remedio que
pensar geográficamente la historia y concebir
históricamente la geografía y asumir el binomio
espaciotiempo como una unidad
dialéctica.
Par ello hay que acudir al mejor método de
análisis geográfico, como de la historia y de las
demás ciencias sociales, al del análisis concreto
de la realidad concreta, al análisis de lo concreto como
"síntesis de múltiples determinaciones, o sea, la
unidad de la diversidad. Para el pensamiento
constituye un proceso de síntesis y un resultado, no un
punto de partida. …el método que consiste en elevarse de
lo abstracto a lo concreto es, para el pensamiento, la manera de
apropiarse lo concreto, o sea, la manera de reproducirlo bajo la
forma de concreto pensado".
Bajo este principio epistemológico, Milton Santos
retoma a Karel Kosik en una cita que me permito transcribir desde
el principio de su párrafo
y no sólo en su parte conclusiva: "El principio
metodológico de la investigación dialéctica
de la realidad social es el punto de vista de la realidad
concreta, que ante todo significa que cada fenómeno puede
ser comprendido como parte del todo. Un fenómeno social es
un hecho histórico en tanto y por cuanto se le examina
como elemento de un determinado conjunto y cumple, por tanto, un
doble cometido que lo convierta efectivamente en hecho
histórico: de un lado, definirse a sí mismo, y, por
otro lado, definir el conjunto; ser simultáneamente
productor y producto; ser determinante y, a la vez, determinado:
ser revelador y, a un tiempo descifrarse a sí mismo;
adquirir su propio auténtico significado y conferir
sentido a algo distinto. (La cita que hace Santos la inicia a
partir de aquí:) Esta interdependencia y mediación
de la parte y del todo significa al mismo tiempo que loo hechos
aislados son abstracciones, elementos artificiosamente separados
del conjunto, que únicamente mediante su acoplamiento al
conjunto correspondiente adquieren veracidad y concreción.
Del mismo modo, el conjunto donde no son diferenciados y
determinados sus elementos es un conjunto abstracto y
vacío" .
Con este marco teórico Milton Santos nos ofrece
un método de análisis geográfico que
considera al espacio como un sistema de sistemas o como un
sistema de estructuras y nos plantea un esquema de
aproximación a la dimensión temporal
(histórica) y a los sistemas espaciales en el tercer
mundo, esto es, en los países subdesarrollados y
dependientes, como el nuestro. Según este, "el espacio,
considerado como mosaico de diferentes épocas, sintetiza,
por una parte, la evolución de la sociedad y, por otra,
explica situaciones que se presentan en la actualidad. (Y), sin
embargo, no se puede hacer una interpretación
válida de los sistemas locales desde la escala local…
La noción de espacio es así inseparable de la idea
del sistema temporal". Pues, como el mismo Santos asienta, "el
espacio es un sistema complejo, un sistema de estructuras,
sometido, en su evolución, a la evolución de sus
propias estructuras".
De esta manera, la propuesta geohistórica de
Santos se conecta teóricamente, aunque no se identifique
totalmente, con la de Wallerstein y Braudel, pues sostiene que
cada sistema temporal coincide con un período
histórico y los tres coinciden también en la
concepción del espacio como una construcción
social.
Una clasificación
general.
La exposición
sobre la geografía, la relación de ésta con
la historia y otras ciencias sociales, el concepto de espacio y
el binomio tiempoespacio que arriba se exponen no son las
únicas posibles. Desarrollan las de una corriente que
postula la convergencia en las bases teóricas de ciertas
tendencias geográficas e históricas y de la
multidisciplinaridad de las ciencias sociales. Es de las
más recientes, pero existen otras formas, métodos,
aspectos, enfoques y bases teóricas para acercarse al
problema planteado. La presentada misma significa una especie de
columna vertebral o eje fundamental de una determinada
visión que tiene diversas ramificaciones en algunos puntos
particulares dependiendo de la importancia que se le den a
determinadas categorías.
Explica Ortega Valcarcel cómo, a pesar de que el
uso del espacio como concepto central es nodal en las ciencias
sociales, en realidad se da durante el siglo XX con una serie de
acepciones distintas y no sin ausencia de precisión
conceptual. Lo que, por otro lado, no impide cierta coincidencia
en el manejo del concepto. Situación que a nuestro autor
le permite ofrecer una clasificación de las grandes
tendencias de enfoque en esta materia a partir de las diferentes
representaciones geográficas del espacio.
Una concepción material del espacio que se
desdobla en un enfoque naturalista que domina la geografía
ambiental positivista inicial y que subyace en el enfoque
paisajista de la geografía regionalista y del
paisaje.
Una concepción del espacio como extensión
y ubicación del espacio diferenciado o "espacio como
diferencia" en el que se encuentran propuestas distintas, pero
coincidentes en el papel que le
otorgan a la ubicación. Tal hacen la geografía
regionalista, siguiendo cierta tradición kantiana, que usa
al espacio, como factor clasificatorio de los fenómenos;
la geografía anglosajona, sobre todo norteamericana de la
primera mitad del siglo pasado, vinculando el espacio a la
localización de los fenómenos sociales; aquella que
define al espacio como localidad y surge también entre
aquellos que consideran que el espacio condiciona el desarrollo
de los procesos
sociales e identifican a la formación social con el
espacio mismo. En esta tendencia existe la coincidencia de ver el
espacio como contenedor o escenario y por ello acude con
frecuencia a una referencia al espacio absoluto o
geométrico de tradición helenista. También
pueden inscribirse en esta gran tendencia las vertientes
idealista y subjetiva que arraiga entre existencialistas y
fenomenológicos de los primeros treinta años del
siglo XX pero que acentúan la dimensión social de
los seres humanos y sus prácticas sociales. A estas
últimas se adscriben esfuerzos por la recuperación
del paisaje y de lo local desde filosofías subjetivas,
así como los que consideran el espacio como ámbito
de lo vivido, como identidad,
como texto y
conjunto de símbolos. Estos últimos se relacionan
de algunas maneras con aproximaciones teóricas de
influencia estructuralista y neomarxista.
El último enfoque, de desarrollo más
reciente, es el de la geografía de filosofía
marxista en el que el espacio tiene una consistencia real y
material, como espacio construido y que se identifica como
capital fijo
producido en el proceso de acumulación capitalista. Se
integran a la tendencia que define al espacio como producto
social y destacan las prácticas sociales a partir de su
entorno material-no natural-, con sus distintos elementos y
estructuras, desde las construcciones e infraestructuras hasta
la
contaminación.
Me parece que a esta tercera gran tendencia pertenece al
brasileño Milton Santos. Immanuel Wallerstein, en cierta
manera, también pudiera ubicarse en ella, pero
habría que precisar que el propósito del
norteamericano es más bien un acercamiento crítico
e histórico de conjunto al binomio tiempoespacio,
no sólo al espacio, y en la perspectiva de las ciencias
sociales también asumidas como conjunto y como abiertas;
ciertamente, el maestro bruadeliano no es un marxista ortodoxo o
que acepte un determinismo unívoco.
Las primeras discusiones en las tutorías de esta
materia, tanto en las del semestre que termina como en las que
asistí hace un año fueron sobre la noción de
espacio. En las dos empecé yo con esa visión
empirista que en el ensayo que
precede se critica. O lo que es lo mismo, aunque yo me preciara
de ser alguien con formación de influencia marxista, en
este tema y, en general, en lo que tiene que ver con la
Geografía, mi visión adolecía de
inconsistencia teórica y herencias de la escuela primaria
y secundaria. Cuando leía el texto de Wallerstein
reviví mi formación de aquellos años y,
aunque me atraía sin entender plenamente las
interpretaciones de Ortega Valcarcel, no fue sino hasta que
estudié a Santos, por cierto mi tocayo de apellido, que
entendí el tamaño de mi error y tuve que releer y
reestudiar a Ortega Valcarcel y a Palacios para volver, de nuevo,
a Wallerstein. A Braudel acudí para ver los antecedentes
en Annales con los que se conectan tanto el norteamericano
como el brasileño.
El semestre es tan corto y las actividades
extraescolares tan absorbentes que no tuve tiempo de hacer un
ejercicio concreto de las propuestas geohistóricas que
aquí se reseñan y que considero las más
acertadas y útiles. Al final de mis estudios de
licenciatura, me siento como si me dijeran: "¡ojo!, no te
sientas seguro ni creas
que ya sabes todo lo necesario para ser un buen historiador. Hay
muchas cuestiones necesarias para ello, como la geografía,
a las que no te has acercado, aspectos que, como señal de
alarma, se te presentaran en el estudio y el ejercicio
profesional".
El curso, como quiera, me ha servido para sentar las
bases de una visión que exija tomar en cuenta todos los
aspectos de la realidad, sus interconexiones y e interrelaciones,
sus estructuras, condicionamientos múltiples e
interinfluencias, aunque uno deba centrar el objeto de su estudio
y precisar sus objetivos. Con
relación a la geografía, la reflexión y la
precisión del concepto de espacio como construcción
social ha sido muy iluminadora. El reconocimiento de que el hombre se
mueve en dos dimensiones de una misma realidad el
tiempoespacio, que luego se manipulan de acuerdo a
intereses políticos, sociales y económicos e
inciden en las prácticas correspondientes,
permitirá en la práctica profesional asumir a los
hombres en sociedad como un todo, con su mundo y su tiempo,
así sea imposible, como individuo, construir una historia
total. La multidisciplina se abre como una necesidad a satisfacer
colectivamente y lleva a uno a concebirse como un ladrillo de la
gran construcción humana de las ciencias sociales, en
particular de la historia.
Termino el curso con una serie de herramientas
teóricas a aplicar y ejercitar como historiador,
recordando aquella definición de Tomás de Aquino
del tiempo: "medida del movimiento".
Y, como movimiento es una característica del espacio, tiempo y
espacio no son sino dos dimensiones de la realidad una que como
aspirante a científico social, historiador, en
específico, tengo que tomar en cuenta si quiero
comprenderla para transformarla como político que
soy.
Gabriel M. Santos V.