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Causas del maltrato infantil




Enviado por soli_martinez



     

    Indice
    1.
    Definición de maltrato infantil

    2. Tipos de maltrato
    infantil
    .

    4. Antecedentes históricos del
    problema del maltrato infantil

    5. Causas del maltrato
    infantil

    6. Formas o prácticas de
    crianza

    7. Consecuencias del maltrato
    infantil

    8. Consecuencias durante la edad escolar y
    la adolescencia

    9. Panorama del maltrato infantil a modo
    de conclusión

    1. Definición de
    maltrato infantil

    Desde hace varios años, diversos autores han
    tratado de definir desde diferentes puntos de vista y diferentes
    perspectivas al maltrato
    infantil con el fin de buscar una solución al problema
    y la definición más aceptada hasta ahora ha sido la
    de Musito y García (1996) en la que se menciona que el
    maltrato es cualquier daño físico o
    psicológico no accidental a un menor, ocasionado por sus
    padres o cuidadores, que ocurre como resultado de acciones
    físicas, sexuales o emocionales o de negligencia,
    omisión o comisión, que amenazan al desarrollo
    normal tanto físico como psicológico del
    niño"

    2. Tipos de maltrato
    infantil.

    El maltrato infantil se subdivide en dos grupos:
    1) Pasivo: Comprende el abandono físico, que ocurre cuando
    las necesidades físicas básicas del menor no son
    atendidas por ningún miembro del grupo que
    convive con él. También comprende el abandono
    emocional que consiste en la falta de respuesta a las necesidades
    de contacto físico y caricias y la indiferencia frente a
    los estados anímicos del menor.
    2) Activo: Comprende el abuso físico que consiste en
    cualquier acción no accidental por los padres o cuidadores
    que provoquen daño físico o enfermedad al menor. La
    intensidad puede variar desde una contusión leve hasta una
    lesión mortal. También comprende el abuso sexual,
    que consiste en cualquier tipo de contacto sexual con un menor
    por parte de un familiar, tutor o cualquier otro adulto. La
    intensidad del abuso puede ir desde el exhibicionismo hasta la
    violación. El abuso emocional también entra en esta
    categoría de abuso activo y se presenta bajo la forma de
    hostilidad verbal, crónica (insultos, burlas, desprecios,
    críticas, amenazas de abandono, etc.) y el bloqueo
    constante de las iniciativas infantiles (puede llegar hasta el
    encierro o confinamiento) por parte de cualquier miembro adulto
    del grupo familiar.
    Otra forma de maltrato infantil es el caso de los niños
    testigos de violencia,
    "cuando los niños presencian situaciones crónicas
    de violencia entre sus padres. Los estudios comparativos muestran
    que estos niños presentan trastornos muy similares a los
    que caracterizan a quienes son víctimas de abuso (Corsi,
    1994).
    Respecto a lo que se refiere a las agresiones psíquicas o
    psicológicas, que están dirigidas a dañar la
    integridad emocional del niño comprenden todo tipo de
    manifestaciones verbales y gestuales, así como actitudes que
    los humillan y degradan pero esto no es lo más grave, pues
    las heridas del cuerpo duelen pero tienden a cicatrizar pero las
    heridas del alma –que no dejan evidencia física– tardan mucho
    más en sanar si es que sanan antes de que se le acumule
    otra herida más, estas generan sentimientos de
    desvalorización, baja estima e inseguridad
    personal, los
    cuales más tarde pueden manifestarse en violencia
    social.

    3. Actitudes y creencias
    hacia el maltrato infantil

    Papalia y Olds (1998) señalan que "Los
    niños se ven afectados tanto por lo que sus padres hacen
    como por lo que piensan", es decir por las actitudes y creencias
    de los mismos, según este autor señala que "Podemos
    definir una actitud como
    una predisposición para responder a un estímulo en
    particular de una manera particular. Una actitud representa una
    mayor probabilidad de
    que una persona reaccione
    frente a una experiencia o comunicación dadas de una forma en
    particular en vez de hacerlo en otra forma"(Manheim, 1983).
    La actitud según Morales (1994), tiene tres componentes y
    son los que siguen:

    1. Cognitivo: Consta de las percepciones de la persona
      sobre el objeto de la actitud y de la información que posee sobre
      él.
    2. Afectivo: Si la evaluación surge más bien de
      experiencias intensas, de carácter
      positivo o negativo, con el objeto de la actitud, el proceso es
      afectivo. Éste está compuesto por los
      sentimientos que dicho objeto despierta.
    3. Cognitivo-conductual: El tercero incluye las
      tendencias, disposiciones e intenciones hacia el objeto,
      así como las acciones dirigidas hacia él. Y
      finalmente es conductual si la evaluación surge de
      manera gradual de la implicación conductual de la
      persona con el objeto.

    A las actitudes a veces se les suele llamar creencias
    pues según Manheim (1983) menciona que las creencias son
    observaciones de hechos o realidades, no son lo mismo que la
    realidad sino que representan la forma en que el individuo mira
    la realidad, la descripción de sí mismo, de su
    medio ambiente
    físico y social, la forma en que percibe su contexto, el
    medio dentro del cuál vive y acerca del cual se forma
    juicios y valores.
    Con respecto a lo anterior, cabe señalar que no todas las
    creencias están sujetas a prueba y para ello se
    señalará a continuación las dos clases de
    creencias.
    Pueden existir al menos dos clases de creencias según
    menciona Manheim (1983) y son las siguientes:
    La primera es una creencia en algo, la segunda una creencia
    acerca de algo. La diferencia entre las dos consiste en que la
    creencia en algo no se puede comprobar ni impugnar por observación, por lo menos no brevemente.
    Tampoco existe una manera física de medirla, aunque mucha
    gente cree que este tipo de creencias existe y esto influye en su
    conducta. Por
    otro lado, las creencias acerca de algo son constantemente
    sujetas a pruebas. Cada
    una de estas creencias pueden ser comprobadas. Cada creencia de
    este tipo puede ser juzgada a través de hechos observables
    y se pueden evaluar sus méritos empíricamente por
    tanto, este tipo de creencias son las que se evaluarán en
    el presente estudio.
    Las creencias paternas, que son las que aquí interesan
    según Papalia y Olds (1998) tienen origen en la cultura pues
    se encontró que un estudio realizado en California
    relacionó creencias de los padres sobre crianza, inteligencia y
    educación,
    con el desempeño escolar de sus hijos (Okagaki y
    Steinberg, 1993). La identificación de este estudio de
    diferencias culturales en las creencias de los padres puede
    ayudar a los profesores y a los mismos padres a entender un poco
    más a los niños, a desarrollar una forma de vida
    diferente a las de ellos y darse cuenta de su propia
    situación.

    4. Antecedentes
    históricos del problema del maltrato
    infantil

    Según varios autores, que aquí se
    abordarán, este fenómeno del maltrato infantil
    ocurre desde los inicios de la humanidad; "la historia de maltrato a
    menores ocurre desde que el ser humano se encuentra en la faz de
    la tierra. Por
    lo tanto, debe entenderse y aceptarse que éste es un
    fenómeno tan antiguo como la humanidad misma y no una
    característica peculiar de la sociedad
    moderna"(Loredo 199 ), diversas culturas a lo largo de la
    historia de todo el mundo lo han utilizado como una forma de
    educación y crianza para los hijos.
    El maltrato infantil aparece como una forma de interacción
    humana muy difundida. Hoy en día la violencia hacia los
    niños reviste formas más sutiles, se ejerce de
    manera silenciosa en el hogar, la calle o la escuela, y se ha
    convertido en una práctica común y socialmente
    aceptada.
    Sin embargo, hasta hace muy poco se le ha puesto el interés
    debido al problema, se le ha clasificado y considerado como tal y
    ha incrementado la atención en éste, como lo menciona
    "El fenómeno de la violencia y el maltrato dentro del
    ámbito familiar no es un problema reciente. Los análisis históricos revelan que ha
    sido una característica de la vida familiar tolerada,
    aceptada desde tiempos remotos. Sin embargo, algunas
    décadas atrás, expresiones tales como niños
    maltratados, mujeres golpeadas o abuso sexual tal vez
    habían sido comprendidos pero no consideradas como
    sinónimo de graves problemas
    sociales" Corsi (1994), según este autor, la violencia
    familiar comenzó a abordarse como problema social
    grave a comienzos de los 60, cuando algunos autores describieron
    el "síndrome del niño golpeado", redefiniendo los
    malos tratos hacia los niños; también el abordaje
    periodístico de estos casos, contribuyó a generar
    un incremento de la conciencia
    pública sobre el problema. También Cortés y
    Cantón (1997) mencionan que el abuso infantil ha existido
    siempre aunque ha sido durante los últimos 150 años
    cuando ha ido emergiendo como un problema social y una
    considerable cantidad de instituciones
    sociales y legales se han ocupado de él y que en un
    principio, este fenómeno no recibió atención
    como tal, sino que dentro del esfuerzo por acabar con el problema
    de los niños vagabundos e indigentes se encontraron
    diversos casos de maltrato infantil.
    Berk (1999) señala un aspecto muy importante y decisivo en
    la aceptación del problema del maltrato infantil como tal
    y señala que este problema es tan viejo como la historia
    humana, pero solo recientemente ha habido aceptación
    amplia de que el problema existe, investigación centrada en entenderlo, y
    programas
    dirigidos a ayudar al niño maltratado y a las familias y
    quizá este aumento de interés público y
    profesional es debido al hecho de que el maltrato infantil es muy
    común en grandes naciones industrializadas o desarrolladas
    como las no desarrolladas y en vías de desarrollo, es
    decir que la incidencia de este problema se ha incrementado tanto
    mundialmente que se ha salido del control social.
    Esto resaltó claramente cuando Marcovich(1981)
    señaló que cada minuto un niño sufría
    maltrato físico o verbal por parte de alguno de sus
    padres.
    Por otro lado, "tanto el maltrato infantil como la violencia
    intrafamiliar son fenómenos sociales que han gozado de
    aceptación en nuestra cultura, a pesar de que en los
    últimos tiempos estas conductas han sido condenadas por
    constituir algunas de las formas de violencia más comunes
    penetrantes en nuestra sociedad todavía miles de
    niños y mujeres sufren de manera permanente actos de
    maltrato físico, psicológico y sexual en su propio
    hogar. Hasta ahora ha habido una separación
    histórica entre la violencia doméstica y el
    maltrato infantil, la primera salió a la luz
    pública debido al trabajo de las organizaciones de
    protección a las mujeres".
    La revista
    Boletín (1996) en el artículo llamado el castigo
    corporal en la niñez: ¿endemia o epidemia?,

    afirma que los años sesenta marcan un hito en la historia
    referente a la violencia contra los niños, ya que durante
    este ese periodo se describió el síndrome del
    niño maltratado y se le acuño este nombre y desde
    entonces se han multiplicado los trabajos sobre el tema pero a
    pesar de las investigaciones
    realizadas, aún queda mucho por aclarar sobre la
    epidemiología de la violencia contra los niños, sus
    causas y sus mecanismos y las medidas más eficaces para
    prevenirla. Sin embargo, los conocimientos acumulados hasta ahora
    constituyen suficientes bases para la acción y justifican
    la formulación de programas de intervención sobre
    las bases científicas.
    Por tanto, cabe aclarar que este tema en la actualidad ha cobrado
    interés pero no el necesario para actuar de manera
    participativa, es decir, para implementar nuevos programas de
    prevención y ayuda psicológica para padres
    así como poner en marcha los ya existentes.

    5. Causas del maltrato
    infantil

    Las fuentes
    revisadas concuerdan en que el maltrato infantil es un problema
    multi factorial, es decir multi causal y multi disciplinario y de
    todos ellos, los que aborda el tema exhaustivamente y de manera
    más acertada son el II Congreso sobre Maltrato Infantil
    (1998) y Cantón y Cortés (1997) quienes determinan
    lo siguiente.
    Entre las causas principales que generan el maltrato a menores,
    se pueden mencionar las siguientes:

    1. Personalidad o modelo
      psiquiátrico/psicológico (Cantón y
      Cortés, 1997) postulaba una relación entre el
      abuso/abandono infantil y la presencia de enfermedades mentales o de
      algún síndrome o desorden psicológico
      específico, en la actualidad varios autores admiten que
      solo entre un 10 y un 15% de los de los padres abusivos ha sido
      diagnosticado con un síntoma psiquiátrico
      específico. Estudios que se han hecho, indican que los
      padres abusivos tienen dificultades para controlar sus
      impulsos, presentan una baja autoestima,
      escasa capacidad de empatía, así mismo, se ha
      encontrado que el abuso infantil se relaciona con la depresión y con la ansiedad de los
      padres, entre otras características y rasgos de personalidad
      como el alcoholismo
      y la
      drogadicción.
    2. Económicas. Esto es a partir de la crisis que
      prevalece en nuestra entidad federativa y el desempleo que
      trae consigo que los padres que se encuentran en esta
      situación desquiten sus frustraciones con los hijos y
      los maltraten ya sea física o psicológicamente,
      el maltrato infantil se presenta en mayor medida en los
      estratos de menores ingresos,
      aunque se ha encontrado en diversas investigaciones que esta
      conducta no es propia de determinada clase social y se suele
      dar en todos los grupos socioeconómicos, estas
      características se encuentran dentro del modelo
      sociológico mencionado por Cantón y Cortés
      (1997).
    3. Culturales. En este rubro se incluye a las familias
      donde los responsables de ejercer la custodia o tutela de los
      menores no cuenta con orientación y educación
      acerca de la responsabilidad y la importancia de la
      paternidad y consideran que los hijos son objetos de su
      propiedad. A
      estos tutores les falta criterio para educar a sus hijos. La
      sociedad ha desarrollado una cultura del castigo, en la cual al
      padre se le considera la máxima autoridad en
      la familia,
      con la facultad de normar y sancionar al resto de los miembros,
      en esta concepción, el castigo se impone como una medida
      de corrección a quien transgrede las reglas,
      además no se prevén otros medios de
      disciplina y
      educación de los hijos, además de que la
      información existente acerca de este problema social no
      se hace llegar a los padres de familia ni se
      promueven los programas de ayuda para éstos y
      así, estos a su vez son ignorantes pues carecen de
      información, orientación y educación al
      respecto (modelo sociológico).
    4. Sociales. Cuando entre los padres se produce una
      inadecuada comunicación entre ellos y sus hijos, se da
      pie a la desintegración familiar (modelo
      psiquiátrico/psicológico). En la mayoría
      de los casos, esta causa va paralela al nivel
      socioeconómico de los padres y el ambiente que
      rodea a la familia. Así mismo, es inducida por la
      frustración o la desesperación ante el desempleo,
      los bajos ingresos familiares y la responsabilidad de la
      crianza de los hijos. El estrés
      producido por estas situaciones adversas provoca otras crisis
      de igual o mayor magnitud (modelo sociológico). Por otro
      lado, los conflictos
      que son ocasionados por el nacimiento de los hijos no deseados
      o cuando la madre se dedica a la prostitución y deja en la orfandad a sus
      hijos. En consecuencia el maltrato que se genera en estos casos
      provoca un daño irreversible por la carencia de afecto
      durante esta etapa de la vida del individuo(modelo
      psiquiátrico/psicológico).
    5. Emocionales. La incapacidad de los padres para
      enfrentar los problemas,
      su inmadurez emocional, su baja autoestima, su falta de
      expectativas y su inseguridad extrema motivan que desquiten su
      frustración en los hijos y no les proporcionen los
      requerimientos básicos para su formación y pleno
      desarrollo. Los estilos negativos de interacción que
      generan la violencia doméstica; se ha comprobado que en
      los lugares donde existe agresión y violencia entre el
      padre y la madre suele haber también maltrato infantil y
      esto produce a su vez incapacidad de socialización en los padres con el medio
      en que se desenvuelven. No hay que olvidar que a través
      de la familia se transmiten las reglas y costumbres
      establecidas por la sociedad (modelo
      psiquiátrico/psicológico).
    6. La historia del maltrato de los padres. De acuerdo
      con múltiples estudios, es muy alto el promedio de
      padres agresores que sufrieron maltrato en su infancia.
      Además, en la mayoría de estos casos, los
      progenitores no reciben instrucción alguna acerca de la
      forma de tratar a sus hijos y aunque la recibieran, sin una
      intervención psicológica adecuada caerían
      de nuevo en la misma forma de tratar a sus hijos; a esto se le
      llama transmisión intergeneracional, malas experiencias
      en la niñez, etc. (modelo
      psiquiátrico/psicológico).
    7. Biológicas. Se trata del daño causado a
      los menores que tienen limitaciones físicas, trastornos
      neurológicos o malformaciones. Por sus mismas
      limitaciones, estos niños son rechazados por la sociedad
      y por consiguiente sus padres o tutores los relegan o aceptan
      con lástima. En estas circunstancias, el daño que
      se ocasiona a los menores con discapacidad es
      mayor, pues agrede a un ser indefenso que no puede responder en
      forma alguna (modelo centrado en el niño, Cortés
      y Cantón, 1997).

    6. Formas o prácticas de
    crianza

    El maltrato infantil está relacionado con el
    valor social
    que se otorga a los niños, las expectativas culturales de
    su desarrollo y la importancia que se da al cuidado de los
    niños en la familia o en la sociedad (Saucedo, 1995 citado
    en González, R.V. y Araiza, G.C. 1998) y esto a su vez se
    relaciona con las pautas o formas de crianza y los mitos,
    creencias y actitudes que los padres albergan en éstas,
    entre ellas están las creencias acerca de la necesidad de
    inculcar la disciplina mediante medidas de corrección
    físicas o verbales inadecuadas, pues desde tiempos
    inmemorables se ha aplicado la cultura del castigo y el miedo
    para educar a los hijos y así desarrollar "hombres cabales
    y de provecho, también existe la idea de que los hijos son
    propiedad de los padres. Gracias a este mito que data
    de la época romana, los progenitores creen que gozan de
    poder absoluto
    sobre sus hijos.
    Papalia y Olds (1998), señalan que cuando los niños
    son conscientes de su propia persona, su educación puede
    ser un reto desconcertante y complejo; los padres de hoy educan a
    sus hijos repitiendo los patrones que sus padres les aplicaron y
    otros adoptan prácticas muy diferentes a las que
    utilizaron con ellos y para ello, estos autores describen tres
    clases de estilos de paternidad basándose en Baumrind,
    (1971); Baumrind y Black, (1967) y son los siguientes:

    1. Los padres autoritarios cuyos valores primarios en la
      crianza de sus hijos se basan en el control y la obediencia
      incuestionables.
    2. Los padres permisivos cuyos valores primarios en la
      crianza de sus hijos son la autoexpresión y la
      autorregulación.
    3. Padres democráticos cuyos valores primarios en
      la crianza de sus hijos mezclan el respeto por
      la individualidad del niño con un deseo de transmitir
      valores sociales en él.

    Según Baumrind, citado por Papalia y Olds (1998)
    el mejor de estos tres estilos de paternidad, en niños de
    preescolar es
    el de padres democráticos pues dirigen las actividades de
    sus hijos en forma racional, prestan atención antes que al
    miedo del niño al castigo o a la pérdida de
    amor. Aunque
    confían en su capacidad para guiar a sus hijos respetan
    los intereses, las opiniones y la
    personalidad de los niños. Son amorosos, consecuentes,
    exigentes y respetuosos de las decisiones independientes de sus
    hijos, pero firmes en mantener los estándares y la
    voluntad para imponer castigos limitados. Explican las razones
    que sustentan las posiciones que adoptan y favorecen el
    intercambio de opiniones. Sus hijos, evidentemente se sienten
    seguros al
    saber que los aman y que esperan de ellos. Estos niños de
    preescolar tienden a confiar más en sí mismos y a
    controlarse, manifiestan interés por explorar y se
    muestran satisfechos. Una investigación reciente
    también relaciona la paternidad democrática con
    el
    aprendizaje. Estudios de andamiaje encontraron que los padres
    democráticos son más sensibles para saber cuando
    cambiar el nivel de ayuda, y que sus niños lograron
    más éxito
    en diferentes tareas (Pratt, Kerig, Cowan y Cowan, 1988 citados
    por Papalia y Olds, 1996).
    Alice Miller (1997), psicóloga suiza, afirma que la mayor
    parte de la violencia y el dolor psicológico que se ve en
    la actualidad surge de la privación psicológica que
    experimentan los niños. Miller concluyó en su
    ensayo
    titulado Por tu propio bien, que existe la pedagogía negra y que la utilizan gran
    cantidad de padres para educar a sus hijos inconscientemente,
    como una reacción al daño emocional que ellos
    sufrieron en su infancia y concientemente, al creer que ayudan a
    sus hijos a ser más competentes y autosuficientes pero al
    contrario, esto debilita el auto confianza y la curiosidad del
    niño, lo ridiculiza por su falta de competencia y
    suprime la expresión de sus sentimientos. Solo al romper
    la transmisión de generación en generación
    de la pedagogía negra, afirma, los adultos pueden
    ayudar a los niños a crecer física y
    psicológicamente saludables.
    Alice Milller (1997), nos hace referencia de los problemas
    principales que lleva implícitos la educación y que de
    manera aberrante están justificados y permitidos tanto por
    las instituciones como por los padres de familia, a esto le llama
    la pedagogía negra.
    Esta pedagogía esta llena de creencias y actitudes que
    Miller (1997) enumera en el siguiente listado:

    1. Los adultos son amos ( y no servidores) del
      niño dependiente.
    2. Que dicen como dioses qué es lo justo y lo
      injusto.
    3. Que su ira proviene de sus propios
      conflictos.
    4. Que el niño es responsable de
      ella.
    5. Que a los padres siempre hay que
      respetarlos.
    6. Que los sentimientos vivos del niño suponen un
      peligro para el adulto dominante.
    7. Que al niño hay que quitarle su voluntad lo
      antes posible.
    8. Que todo hay que hacerlo a una edad temprana para que
      el niño no advierta nada y no pueda traicionar al
      adulto.

    Los métodos en
    que se ha trasmitido esta educación han sido de
    generación en generación, tratando desde tiempos
    muy remotos al niño como adulto chiquito, reprimiendo la
    espontaneidad vital, construyendo una base de informaciones e
    ideas falsas, que darán sustento a sus posteriores
    creencias y actitudes.
    Las principales informaciones e ideas falsas son:

    1. Que el sentimiento del deber engendra
      amor.
    2. Que se puede acabar con el odio mediante
      prohibiciones.
    3. Que los padres merecen respeto a priori por ser
      padres.
    4. Que los niños a priori no merecen respeto
      alguno.
    5. Que la obediencia robustece.
    6. Que un alto grado de auto estima es
      perjudicial.
    7. Que una escasa auto estima conduce al
      altruismo.
    8. Que la ternura es perjudicial (amor
      ciego).
    9. Que atender las necesidades del niño es
      malo.
    10. Que la severidad y la frialdad constituyen una buena
      preparación para la vida.
    11. Que la gratitud fingida es mejor que la ingratitud
      honesta.
    12. Que la manera de ser es más importante que el
      ser.
    13. Que ni los padres ni dios sobrevivirán a una
      afrenta.
    14. Que el cuerpo es algo sucio y repugnante.
    15. Que la intensidad de los sentimientos es
      perjudicial.
    16. Que los padres son seres inocentes y libres de
      instintos.
    17. Que los padres siempre tienen la
      razón.

    7. Consecuencias del maltrato
    infantil

    El maltrato infantil trae serias consecuencias tanto en
    el individuo como en la como en la sociedad en general, pero
    desgraciadamente existen muy pocas investigaciones acerca de este
    tema y no obstante, poco o nada se hace en términos de
    promoción de la salud mental y de
    la detección y la prevención, tratamiento y
    rehabilitación de los trastornos emocionales.
    Únicamente se atienden las necesidades físicas de
    los menores, así mismo, al agresor tampoco se les da un
    tratamiento y en este caso sería indispensable llevarlo a
    cabo a manera de prevención y de tratamiento más
    sin embargo las autoridades de salud públicas pasan
    de largo sin reconocerlos como individuos bio-psico-sociales. Por
    tanto, la reintegración y adaptación de estas
    personas nuevamente a la sociedad la llevan a cabo solos y, la
    forma en la que lo hacen no siempre es la más
    adecuada.
    Por consecuencias entendemos toda serie de alteraciones en el
    funcionamiento individual, familiar y social de las
    víctimas de maltrato, siendo los aspectos más
    conocidos la reproducción del mismo y las alteraciones
    en el rendimiento académico, en el ajuste psíquico
    individual y en el tipo de relaciones en las que el sujeto
    participa (Friederich y Wheeler, 1982; Lamphear, 1986 citado en
    Pino y Herruzo, 2000).
    Los malos tratos que se llevan a cabo sobre los niños
    pueden provocar daño o consecuencias negativas a dos
    niveles: somático y psicológico (Martínez,
    Roig y De Paúl, 1993; Querol, 1991 cit. en Pino y Herruzo,
    2000).
    Consecuencias somáticas.

    1. Abandono físico: retraso pondoestatural,
      cronificación de problemas por falta de tratamiento
      físico, vitaminopatías, eritemas de pañal,
      aplanamiento del occipucio, aparición de ciertas
      enfermedades prevenibles mediante vacunación y producción de quemaduras y otras lesiones
      por accidentes
      familiares debidas a una falta de supervisión.
    2. Maltrato físico: lesiones cutáneas,
      quemaduras, lesiones bucales (que pueden afectar a la
      posición de los dientes), lesiones óseas (que
      pueden afectar el crecimiento y la movilidad articular),
      lesiones internas (traumatismos craneales y oculares) entre las
      que destacan aquellas que producen edemas cerebrales puesto que
      pueden tener secuelas neurológicas.

    En cuanto a las anteriores consecuencias, sin restar
    importancia, no nos compete abordarlas ampliamente, pues la
    mayoría de este tipo de casos caen en manos del
    médico, entonces en este caso, interesa abordar las
    consecuencias psicológicas.
    Según Pino y Herruzo (2000), al hablar de consecuencias
    psicológicas se refieren a la variedad de comportamientos
    que pueden aparecer, sean alterados o como ellos los llaman
    "excesos conductuales" y también los retrasos o
    "déficits" en ciertos repertorios que se esperarían
    en los niños en función de
    sus edades respectivas. Estas consecuencias pueden manifestarse a
    corto, a mediano y largo plazo, es decir, en la infancia,
    adolescencia y
    edad adulta. Las consecuencias que estos autores plantean
    serían las siguientes:

    Consecuencias durante la infancia.
    A corto plazo: Incluye los efectos que estos pueden tener sobre
    el desarrollo físico del niño en el periodo
    comprendido entre los cero y los ocho años de edad, esto
    debido a que, según el autor este es el periodo en donde
    los cambios más rápidos y drásticos se
    producen en el periodo de cero a seis/ocho años.
    La principal y secuela que los malos tratos producen en el
    desarrollo de los niños es precisamente su retraso que se
    nota alrededor de la edad de un año, y ya es muy claro a
    los veinticuatro meses.
    Las áreas comportamentales que se encuentran más
    afectadas en este periodo son las siguientes:

    1. Area cognitiva: presentan un menor desarrollo
      cognitivo, se muestran más impulsivos, menos creativos,
      más distraibles y su persistencia en las tareas de
      enseñanza aprendizaje es
      menor. Son menos habilidosos resolviendo problemas y cuando
      llegan a la edad escolar muestran peores resultados en las
      pruebas de CI y tienen malas ejecuciones académicas. Los
      niños maltratados funcionan cognitivamente por debajo
      del nivel esperado para su edad, ya que sus puntuaciones en
      escalas de desarrollo y tests de inteligencia son menores que
      en los niños no maltratados, sus habilidades de
      resolución de problemas son menores y hay déficit
      de atención que comprometen el rendimiento en las tareas
      académicas.
    2. Area social: Pino y Herruzo (2000) mencionan que
      estos niños, a los 18 y 24 meses sufren un apego ansioso
      y presentan más rabia, frustración y conductas
      agresivas ante las dificultades que los niños no
      maltratados. Entre los 3 y 6 años tienen mayores
      problemas expresando y reconociendo afectos que los controles.
      También expresan más emociones
      negativas y no saben animarse unos a otros a vencer las
      dificultades que se presentan en una tarea. Por último,
      presentan patrones distorsionados de interacción tanto
      con sus cuidadores como con sus compañeros. Según
      Gaensbauer et al. (1979; 1980) citados por Pino y Herruzo
      (2000) identificaron seis patrones distorsionados de
      comunicación afectiva entre los niños maltratados
      y sus cuidadores: eran retraídos o distantes
      afectivamente, mostraban falta de placer o bienestar, eran
      inconsistentes en la interacción, presentaban
      ambigüedad, frivolidad y una comunicación afectiva
      negativa. Estos niños se acercan menos a los cuidadores,
      evitan más a los adultos y a los compañeros y son
      más agresivos con los adultos. También otros
      autores como Hoffman-Plotkin y Twentyman (1984) citados por
      pino y Herruzo (2000), descubrieron que los niños
      maltratados físicamente eran más agresivos que
      los controles y que los que padecían abandono
      interaccionaban menos de lo normal estos mismos autores, pero
      en el año de 1988 indican que los niños
      maltratados han mostrado falta de empatía. Son
      niños que entre 1-3 años de edad no mostraban
      interés por escapar a las situaciones molestas de la
      guardería y cuando lo hacían eran violentos,
      reaccionaban con ataques físicos, cólera o miedo
      (Main y Georges, 1985) citados por Pino y Herruzo (2000),
      también se ha visto que los niños maltratados son
      menos recíprocos en las interacciones con sus iguales y
      Elmer y Martin (1987) citados Pino y Herruzo (2000) mencionan
      que estas dificultades en habilidades de empatía
      perduran hasta la edad adulta.
    3. Área del lenguaje:
      Pino y Herruzo (2000) ha revisado varios estudios al respecto y
      ha encontrado lo siguiente. Beeghly, Carlon y Cicchetti (1986)
      descubrieron que los niños que padecen de maltrato
      físico, a los 30 meses, no se diferencian de los
      niños control en cuanto a lenguaje comprensivo pero si
      en el productivo, en lo que se refiere a sensaciones,
      sentimientos y necesidades y los niños que padecen
      abandono y maltrato físico presentan un déficit
      en la expresión de este tipo de verbalizaciones
      referentes a estados internos. Coster, Gersten, Beeghl y
      Cicchetti (1989) estudiaron la interacción verbal madre
      e hijo en niños de 31 meses. Observaron que los
      niños maltratados físicamente utilizan un
      lenguaje menos complejo sintácticamente, tienen menos
      vocabulario expresivo y conocen menos palabras que los
      normales. Burguess y Conger (1978), observaron que las madres
      de los niños que padecen abandono y maltrato
      físico hablan menos con sus hijos que las controles, en
      los casos de abandono físico las madres dan menos
      recompensas verbales y aprobación a sus hijos, y se
      muestran más propensas a criticarlos. En los casos de
      maltrato físico se ha visto que utilizan menos
      instrucciones verbales para ayudar a sus hijos a superar las
      dificultades normales de su ambiente. Inician menos
      interacciones de juego e
      ignoran más a sus hijos. Estas dificultades de lenguaje
      no desaparecen a lo largo del tiempo, sino
      que perduran hasta la edad escolar. Los niños
      maltratados, tal como lo señala Blager y Mártin
      (1976), los niños maltratados presentan dificultades de
      comunicación y de habilidades de
      expresión.
    4. Área de autonomía funcional. Pino y
      Herruzo (2000) señalan que por un lado, puede haber
      conductas de cuidado personal (aseo, vestido, nutrición, etc.)
      que en condiciones normales deben ser aprendidas en el seno
      familiar y, por otro lado, están las habilidades de la
      vida en comunidad, es
      decir, la capacidad que el sujeto tiene de funcionar de forma
      independiente a sus progenitores o cuidadores y señalan
      que los resultados de Egeland et al. (1981, 1983) muestran que
      los niños que padecían diferentes formas de
      maltrato presentaban un apego ansioso, en especial los que
      sufrían abandono emocional. Estos niños
      tendían a ser menos obedientes a sus padres y educadores
      que los controles y presentaban menor repertorio de
      autocontrol. El grupo de abandono físico resultó
      especialmente dependiente del educador para aquellas tareas
      propias de la nutrición que se llevan a cabo en el
      colegio. Sin embargo en cuanto a los comportamientos de
      funcionamiento independiente con respecto a los padres en su
      medio, estos niños llegan a estar al nivel o por encima
      de los controles (Pino, 1995). Esto podría ser
      consecuencia directa del número de horas que estos pasan
      solos, muchas veces en la calle, desde edades muy
      tempranas.
    5. Área Motora. Pino y Herruzo (2000) ha
      encontrado diversas investigaciones al respecto y varias de
      ellas son las siguientes. Esta es el área que se
      encuentra menos afectada (Pino, 1995). En el estudio de Egeland
      et al. (1981, 1983) los niños maltratados se mostraron
      menos hábiles que los controles, en el uso de herramientas
      a los 24 meses de edad. En Pino y Herruzo (1993) los
      niños que padecían abandono físico se
      mostraban más tardíos en adquirir la
      locomoción y se apreciaban también
      déficits en motricidad fina.
    6. Problemas de Conducta. Se refiere a los problemas de
      comportamiento en general (conductas agresivas,
      hiperactivas y disruptivas). Como ya se ha mencionado, los
      problemas de conducta agresiva se presentan principalmente en
      los niños maltratados físicamente. Kazdin, Moser,
      Colbus y Bell (1985) y Allen y Tarnowski (1989) citados en Pino
      y Herruzo (2000) hallaron en estos niños más
      síntomas depresivos (mayor externalidad en la
      atribución de control, más baja autoestima y
      desesperanza en cuanto al futuro). Pino y Herruzo (1993)
      observaron una inusual aparición de comportamientos
      sexuales precoces (frotis, masturbaciones con una alta
      frecuencia, en presencia de otros niños) en niños
      que padecían abandono (Pino y Herruzo,
      2000).

    8. Consecuencias durante la edad
    escolar y la adolescencia
    .

    Pino y Herruzo (2000) han revisado varias
    investigaciones y deducen lo siguiente de cada uno de los
    siquientes autores.
    Cichetti y Olsten (1990) afirman que el maltrato infantil tiene
    una serie de efectos en todas las áreas del desarrollo del
    niño, lo que le coloca en una situación de alto
    riesgo para
    desarrollar problemas de conducta y posteriores
    psicopatologías. Son diversas las alteraciones
    conductuales que se engloban bajo la etiqueta general de conducta
    antisocial las más relacionadas con el fenómeno de
    los malos tratos. Azar, Barnes y Twentiman (1982) han encontrado
    altos niveles de conducta violenta y delitos con uso
    de violencia entre delincuentes y jóvenes con alteraciones
    psiquiátricas que habían padecido malos tratos.
    Engfer y Schnewind (1982) mencionan que el maltrato físico
    está relacionado con la aparición de ansiedad e
    indefensión y estas reacciones se deben principalmente a
    las situaciones de rechazo (maltrato emocional/abandono
    emocional), estos niños presentan un comportamiento
    agresivo tal vez debido al mismo maltrato, lo cual crea un
    círculo vicioso en la relación padres-hijo. Mc Cord
    (1983) en un estudio retrospectivo encontró que el 20% de
    los niños que habían padecido abandono o maltrato
    físico, cuando llegaron a adolescentes
    cometieron delitos graves y una vez que estos cometen delitos
    ésta conducta suele cronificarse hasta la edad adulta.
    También se ha estudiado el Coeficiente Intelectual y su
    relación con los malos tratos y los niños con
    abandono aparecen con un CI inferior al normal y las niñas
    tienen CI infranormal ya sea que sufran maltrato físico o
    abandono. Otra consecuencia de los malos tratos es que los
    niños acaban adoptando una visión distorsionada de
    la realidad, los adolescentes maltratados tienen una idea
    distorsionada de la relación padre-hijo y ven a su padre
    como perfecto al lado del hijo despreciable, también
    suelen tener expectativas poco realistas sobre la conducta de
    otros niños y piensan que los niños deben saber
    hacer cosas que son poco adecuadas para la edad de
    estos.

    9. Panorama del maltrato
    infantil a modo de conclusión

    Vivimos en un mundo en el que predomina la violencia. Y
    no debería extrañarnos que su dominio se inicie
    en la familia, pues es ahí donde empieza a manifestarse.
    La mayor parte de las agresiones graves a los niños se da
    precisamente en el hogar y esto da lugar a que dicho problema del
    maltrato a los niños se encuentre en personas y
    circunstancias casi o totalmente fuera de control, este tema se
    relaciona con el malinterpretado derecho de
    corrección
    y de una u otra manera todos debemos
    hacernos responsables para no seguir incubando en la sociedad ese
    fenómeno tan desastroso y responsable de diversas
    anomalías en la misma; pues tanto el maltrato infantil
    como la violencia intrafamiliar son fenómenos sociales que
    han gozado de aceptación en nuestra cultura. A pesar de
    que en los últimos tiempos estas conductas han sido
    condenadas por constituir algunas de las formas de violencia
    más comunes y penetrantes en nuestra sociedad,
    todavía miles de niños sufren maltrato
    físico, psicológico y sexual en su propio hogar. La
    familia es y debería considerarse como la
    institución más compleja y la más importante
    para nuestra sociedad, más sin embargo lo que sucede
    dentro de ella puede tener efectos tanto positivos como negativos
    en cada uno de los individuos que la integran y por tanto un
    ajuste o desajuste en las relaciones intrafamiliares. Diversos
    estudios en el tema han demostrado que los padres son los
    principales autores del maltrato infantil y a pesar de las graves
    consecuencias que este fenómeno desencadena no se debe
    calificar a estas personas como pervertidas o anormales, ya que
    sufren al igual que el niño o la niña agredidos ya
    que en la mayor parte de los casos éstos desahogan sus
    propias frustraciones que sus padres les hicieron sufrir de
    niños en sus hijos y sin darse cuenta de que así
    es, es decir, es un proceso inconsciente que se convierte en un
    círculo vicioso y que coincide con la teoría
    de frustración-agresión. Toda sociedad encuentra
    los más hondos y sólidos cimientos de su futuro en
    las generaciones jóvenes, que instruidas en forma adecuada
    y educadas de manera integral, serán el sustento de una
    nueva conciencia social y humana que es el único camino
    hacia el desarrollo y la paz social en México y
    en todo el mundo.

     

     

     

     

     

    Autor:

    Andreina Martinez

    Caracas-Venezuela

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